Lecturas Salamanca

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Salamanca que hechiza la voluntad de volver a ella a todos los que de la apacibilidad de su vivienda han gustado. Advierte hija mía, que estás en Salamanca, Que es llamada en todo el mundo madre de las ciencias. Y que de ordinario cursan en ella y habitan diez o doce mil estudiantes estudiantes, Gente moza, za, antojadiza, arrojada, libre aficionada, gastadora, discreta, diabólica y de buen humor. El Licenciado Vidriera. MIGUEL DE CERVANTES

Uno escribe siempre la misma canción, sobre un niño con cara de viejo, que se atreve a volar bajo el cielo marrón, que agoniza detrás del espejo. Uno canta siempre la misma canción otra noche en el bar de la esquina, cerca de la estación donde duerme un vagón, cuando el tiempo amenaza rutina.

LEEMOS

SALAMANCA

LA CIUDAD

Salamanca reposa sonriente sobre sus tres colinas Duerme al son de las mandolinas Y se despierta sobresaltada por el griterío de sus estudiantes. VÍCTOR HUGO

7- 9 NOVIEMBRE 2013

Bachiller por Salamanca También me hice, luego, cuya licencia Que en mil actos me disculpa. CALDERÓN DE LA BARCA

Debajo de los parkings hay mundos subterráneos Uno rumia siempre la misma canción como un perro ladrando a la luna, con la misma trompeta y el mismo trombón de mariachi que estuvo en la tuna. Uno acaba nunca la misma canción que construye a trancas y barrancas, luego llega la hora de alzarse el telón y es un lujo que sea en Salamanca. JOAQUÍN SABINA

que muy pocos conocen. Los habita una raza de príncipes y reyes, de bardos y de brujos. ¡Subsuelo de las calles de Velázquez y Goya! ¡Océanos secretos de aguas centelleantes bajo Lista y Serrano, Jorge Juan an y Hermosilla! ¡Cúpulas, altas torres de ciudades de plata! ¡Palacios encantados, templos de mármol negro debajo de la calle Don Ramón de la Cruz! ¡Odaliscas ocultas bajo las tuberías del gas, en el asiento de la calle de Ayala! Conozco a una doncella dee ese mundo perdido que me envía señales de humo por teléfono. No consigue olvidar la ciencia de mis manos. Ell otro barrio de Salamanca. S LUIS ALBERTO DE CUENCA


Aquí la envidia y mentira

Salimos de Salamanca, y llegando al puente, está a la entrada della un animal de piedra,

me tuvieron encerrado. Dichoso el humilde estado del sabio que se retira de aqueste mundo malvado,

que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y allí puesto, me dijo: "Lázaro, llega el oído a este toro, y oirás gran ruido dentro de él." Yo simplemente llegué creyendo ser así; y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y dióme una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome: "Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo", y rió mucho la burla. El Lazarillo de Tormes

y con pobre mesa y casa en el campo deleitoso con sólo Dios se compasa y a solas su vida pasa ni envidiado ni envidioso. Oda XXIII. A la salida de la cárcel. FRAY LUIS DE LEÓN.

Alto soto de torres que al ponerse tras las encinas que el celaje esmaltan dora a los rayos de su lumbre el padre Sol de Castilla; bosque de piedras que arrancó la historia a las entrañas de la tierra madre, remanso de quietud, yo te bendigo, ¡mi Salamanca! (…) Oh, Salamanca, entre tus piedras de oro aprendieron a amar los estudiantes mientras los campos que te ciñen daban jugosos frutos. Del corazón en las honduras guardo tu alma robusta; cuando yo me muera guarda, dorada Salamanca mía, tú mi recuerdo. Y cuando el sol al acostarse encienda el oro secular que te recama, con tu lenguaje, de lo eterno heraldo, di tú que he sido. Mi Salamanca. MIGUEL DE UNAMUNO

MELIBEA.- Cesen, señor mío, tus verdaderas querellas, que ni mi corazón basta para las sufrir ni mis ojos para lo disimular. Tú lloras de tristeza, juzgándome cruel; yo lloro de placer, viéndote tan fiel. ¡Oh mi señor y mi bien todo, cuánto más alegre me fuera poder ver tu faz que oír tu voz! Pero, pues no se puede al presente más hacer, toma la firma y sello de las razones que te envié escritas en la lengua de aquella solícita mensajera. Todo lo que te dijo confirmo, todo lo he por bueno. Limpia, señor, tus ojos, ordena de mí a tu voluntad. CALISTO.- ¡Oh señora mía, esperanza de mi gloria, descanso y alivio de mi pena, alegría de mi corazón! ¿Qué lengua será bastante para te dar iguales gracias a la sobrada e incomparable merced que, en este punto de tanta congoja para mí, me has querido hacer en querer que un tan flaco e indigno hombre pueda gozar de tu suavísimo amor? Del cual, aunque muy deseoso, siempre me juzgaba indigno, mirando tu grandeza, considerando tu estado, remirando tu perfección, contemplando tu gentileza, acatando mi poco merecer y tu alto merecimiento, tus extremadas gracias, tus loadas y manifiestas virtudes. Pues, ¡oh alto Dios!, ¿cómo te podré ser ingrato, que tan milagrosamente has obrado conmigo tus singulares maravillas? La Celestina. FERNANDO DE ROJAS

Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor;

porque vivo en el Señor, que me quiso para sí: cuando el corazón le di puso en él este letrero, que muero porque no muero. SANTA TERESA DE JESÚS


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