Escultores del patrimonio procesional de la Semana Santa de Hellín

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Nace en la villa marisquera de Santoña (Cantabria), el 28 de Marzo de 1909 y fallece el 13 de Diciembre de 1996 en Maliaño. Nace en el seno de una familia acomodada y trasladada a Madrid, a quien se le puso el nombre de Víctor Joaquín Mariano Víctor de los Ríos, el 31 marzo de 1909. De adolescente se inicia en el estudio y taller de Enrique Sierra, siendo posteriormente apadrinado en el mundo artístico por el Nobel Jacinto Benavente, destacando éste singularmente siempre durante toda su vida, por que fue quien le animó a adentrase en el mundo del arte. A sus 18 años, emprendió estudios de dibujo y pintura en la Escuela de S. Fernando como alumno libre, siendo su verdadero maestro Víctor Martínez Ote. Frecuenta la Academia de Bellas Artes y desplazado a Valencia estudia en el taller de Francisco Madurilla, donde perfeccionará sus cualidades en el tiempo de ocio, siendo licenciado en 1932 y volviéndose a Madrid para iniciarse por su cuenta y establecer una vida artística y humana independiente. Antes de encauzar definitivamente sus actividades artísticas hacia la escultura, su inquietud juvenil en busca de novedades le llevó a crear unas miniaturas policromadas de tamaño pequeño, con dibujos simbólicos, inspirados en máximas evangélicas. Víctor de los Ríos fue un personaje entrañablemente español por su convivencia de lo culto y por lo popular. Tenía una gran personalidad, era un apasionante y un apasionado. Persona vitalista, de vehemencia miguelangelesca, superviviente nato, de peculiar sentido religioso, difícil de comprender por un mundo extremadamente vulgar. Tenía gran admiración por Miguel Ángel, Berruguette, Juan de Juni, Gregorio Fernández y Luisa Roldada, quienes le influirían en sus dotes escultóricas. Mantuvo toda su vida una relación de amor y odio con la ciudad de Linares, a quien se sabe legó sus mejores obras, de tal forma que tras intentar donar su patrimonio personal y artístico a dicha ciudad, determinados episodios llevan a mal trance la iniciativa, integrándose su colección artística en su pueblo natal de Santoña. Autor de una obra prolífica, todavía exhaustivamente poco estudiada ni catalogada, no pudiendo adscribirse a ninguna escuela determinada. De cómo es su obra y estilo. Estilísticamente, Víctor de los Ríos no es adscribible a ninguna escuela. Su lenguaje es personal, sin antecedentes iconográficos, ni estilo de autores anteriores, se inventó su propio estilo. Es un escultor de verdad, de una obra prolífica no asimilada, que toca todos los materiales, conceptos y tamaños de la estatuaria clásica. Es realista y figurativo, pero totalmente original e innovador. Ni siquiera son identificables en sus obras los rasgos de sus escultores admirados y que él mismo dice seguir. Mantiene postulados estéticos del realismo figurativo y manifiesta lo personal de la tradición escultórica que viene desde el gótico, desde Bernini a Benlliure, hasta llegar a los traumatismos y rupturas del siglo XIX.

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