Nos pilla cerca

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NOS PILLA CERCA (O Cร MO VER LO QUE NOS RODEA DE OTRO MODO)

2ยบ ESO CURSO 2018-2019


En este trabajo los alumnos han tomado una foto de un espacio exterior cercano a su casa, lo han descrito brevemente y en él, han situado a un personaje del libro que han leído en el primer trimestre. Ha sido sorprendente la habilidad para incorporar estas descripciones a la acción de sus libros y también lo ha sido en muchos casos cómo hicieron posible que los personajes habitaran, con naturalidad y manteniendo su personalidad, estos lugares que efectivamente nos pilla cerca a todos. ¡Enhorabuena!

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GREG Y LAS FRONTERAS ENTRE REINOS por Teo Álvarez López Ayer tuve el examen de un libro, “Fronteras Entre Reinos”. Por primera vez me leí un libro. Me da a mí que nunca más volveré a leer. En cuanto acabé el libro lo dejé sobre la mesilla y me dormí. Ese día tuve una pesadilla espantosa. Yo era un personaje más y se podía escuchar a un narrador leyendo. Me daba la impresión de que todo era enormemente grande en comparación conmigo. Tras pensar en qué hacer empecé a caminar y a trepar, me sentía como Jack, el protagonista del videojuego “Las Siete Noches Con Jack Y Jimmy”. Cogí un palo, lo afilé y proseguí la marcha. Sentía que la temperatura aumentaba, podía ser porque mi madre había subido la calefacción como de costumbre. Para superar la temperatura me saqué la camiseta, dejando a la vista mis bíceps, abdominales y pectorales, y me zambullí en un lago de pirañas. Por lo menos eso pensaba, pero solo era lodo. Después de caminar me distraje y choqué contra la pata de una silla. Con la lanza entre los dientes ascendí y, al llegar, me erguí, y con una pose de película, dije: “Aquí estoy yo”. En ese preciso momento el narrador comenzó a describir la imagen de esa silla y un par de gatos: “ Al frente, en primer plano, hay una silla de madera, sobre ella están los guardianes de la pradera. Son dos felinos de ojos azules, pelaje blanco y orejas negras. Suelen ser inquietos, por lo que a veces bajan a su cabina de mando para inspeccionar. Bajo ellos se encuentra un terreno verde y lleno de hojas. Se extendería hasta el infinito de no ser por un muro vallado que permite ver más allá. Son la FRONTERA ENTRE REINOS. En ese momento dije: “ Eh!... un segundo: Yo desde aquí puedo ver que más al fondo hay cinco manzanos en fila, unos árboles bastantes altos, frondosos, pero como ya llegó el otoño están un poco calvos, y más campo. Luego más para allá, sí, allí, a lo lejos, hay unas cuantas casas vistosas y vestidas de colores y un tejado de teja de toda la vida. En el cielo hay un montón de nubes de color gris tristón. Una de ellas parece el mando de la consola y otra una porción de pizza.

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Estaba impresionado, quedó pensando. Cuando acabó respondió: - ¡¡Bueno, sí, eh,..,sí, es una forma más sencilla de decirlo, sí!! Cuando acabó argumenté: -¿Ahora puedes irte y no volver a interrumpir, ya que es mi sueño? Me hizo caso y se fue. Volvieron las barras negras de película del oeste y continué. A lo lejos de la silla se veían unos gatos gatitos, pero no le di importancia. Os estaréis preguntando por qué es una pesadilla si parece de película, pues ahora os cuento. En cuanto acabé bajé poco a poco y cuando toqué el suelo vi como UNA ARAÑA PELUDA SE ABALANZABA SOBRE MI. Ahí fue cuando me desperté de madrugada, conseguí despertar a toda la familia, me castigaron y lo más importante, decidí no volver a leer nada que no sea un cómic.

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EL HOMBRE DE LA MEDIA NOCHE por Yéssica Arnoso Lago Nunca podré olvidar la noche en que murió mi hermana. Era un 13 de Diciembre de 1932, en esa noche me pasó algo muy extraño. Mi hermana Sheere y yo,Ben, nos acabábamos de construir una adorable casita para poder pasar juntos todos los años que no habíamos pasado cuando éramos pequeños. La casa la construimos en un enorme campo de hierba verde, rodeado de un bosque con altos y finos árboles, entre ellos muchas zarzas y tojos, algunos de ellos secos. Enfrente también se ve un gran tejado de uralita gris con dos pequeños cuadrados en el centro de este mismo material, pero transparente. A la derecha del tejado hay un muro de ladrillos grises que separa el campo, donde está nuestra casa, al lado de un diminuto jardín con alta hierba, tres camelias y plantas de color rojo. La noche del 13 de Diciembre me sentía raro y tuve la necesidad de ir al bosque. Cuando iba a salir de casa Sheere me preguntó a dónde iba, yo, nervioso, le respondí que iba al bosque a por unos trozos de madera para mantener la llama del fuego encendida. Sheere despreocupada me dijo que no tardara mucho en volver, ya que iba a anochecer en seguida. Según entré en el bosque sentí la necesidad de aullar como un verdadero lobo, lo hice y a partir de ese momento ya no era yo. Algo raro me había sucedido, me sentía como si fuera un lobo maligno y con muchas ganas de hacer daño a la gente, incluso de matar. Anocheció y no tardó en llegar la media noche, cuando mi hermana Sheere nerviosa y preocupada salió en busca de mí. Era la primera persona que veía después de convertirme en un monstruo. Sin pensarlo me abalancé sobre ella, pegó un fuerte grito y yo le mordí en el cuello. Recuerdo cómo me iba, mirando hacia atrás y viéndola allí tirada, en el campo, delante de casa, con un chorro de sangre al lado. Yo sabía que algo malo había hecho, pero no era consciente de lo que había pasado.

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Me fui para el bosque, me acurruqué debajo de un árbol y me dormí. Al día siguiente, cuando me desperté no recordaba nada de lo que había pasado, no sabía por qué estaba en el bosque así que me acordé de que le prometiera a mi hermana que volvería pronto. Fui corriendo hacia la casa y a lo lejos vi un cuerpo tirado en el suelo, justo delante de casa. Me asusté así que aún corrí más. Cuando me acerqué vi que era mi hermana. Llorando me arrodillé delante de ella, le miré el pulso, le hice el boca boca pero nada, ella no respondía. Yo, muy triste sabía que yo había hecho todo eso, pero no sabía cómo ni por qué. La cogí en brazos y la metí dentro de casa, ahí en ese mismo momento, cuando la acosté en el sofá me di cuenta de que esa noche me había convertido en un hombre lobo. Yo la maté y nunca me lo perdonaré.

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RECUERDOS EN UNA TUMBA por Alicia Conchillo Ya había pasado un año desde la muerte de su hermano. Le había afectado mucho. Había prometido que jamás dejaría que le pasara nada. Pero no lo consiguió. Ruth Lessing no era capaz de hacer una labor de ese rango, al menos eso era lo que ella pensaba. Todas las noches tenía la misma pesadilla. Jacob cayendo al vacío y ella soltándole la mano. No había sido capaz de cogerle, pesaba mucho. Se despertaba de golpe, sudando. Un sudor frío que le recorría todo el cuerpo. Se repetía como un bucle, parecía que nunca iba a terminar, no hasta que lo superase. Decidió ir al cementerio donde se hallaba su tumba. Ruth pensaba que el alma de su hermano seguía ahí, vagando, esperándola para recriminarle su error. No le gustaba ir, pero sentía la obligación de hacerlo, había sido la causante de su muerte, ¿no? Ella no lo había cuidado lo suficiente. Caminó un largo rato por un estrecho camino en dirección al sitio. No le apetecía nada coger un autobús, necesitaba un momento para pensar...sola. Llegó al lugar. Un lugar oscuro y tenebroso, que hacía alejarse de allí al que se acercaba. Parecía que todo lo imposible podía estar ahí escondido, acechando y esperando para atacar. Era un cementerio, sí, no se podía esperar mucho de él. Era obvio que no iba a ser un lugar agradable, de hecho, le producía sensaciones completamente normales en un sitio como aquel. Había un ángel de mármol blanco que guardaba una tumba…la tumba. Estaba arrodillado y rezando con la mirada hacia el suelo. A sus pies había unas columnas pequeñas del mismo material con una flor tallada en la parte superior. Cada una estaba al lado de la sepultura. Cerca había un gran jarrón con flores, rosas negras, para ser más exactos. Todo estaba comprendido en un recinto rodeado por unas verjas de metal negro que formaban florituras irregulares. Era un sitio lúgubre, oscuro y deprimente en el que nadie querría pasar tiempo.

Se sentó a los pies del montículo y poco a poco lo fue llenando de flores. Una rosa roja, una blanca, una negra. Así fue siguiendo la serie hasta cubrirla por

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completo. Se levantó y observó el resultado. Una lágrima le bajó por su mejilla izquierda. -Estas eran sus flores favoritas…-pensó, con un nudo en la garganta. Volvió a su casa. Estaba mojada de arriba abajo. Se le había olvidado el paraguas. Por el camino había reflexionado mucho, y tomó una decisión. No iba a seguir viviendo así, en soledad, cargando con la culpa. Empezaría de cero: -Hola, me llamo Ruth Lessing, y no voy a dejar que el remordimiento me corroa por dentro- se repetía como una oración. Salió de su hogar. Esta vez cogió el paraguas. Todavía seguía lloviendo.

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EL VIAJE DEL ABUELITO por Antía Díaz Rey Era domingo, miré por la ventana, vi claramente que iba a ser un día espectacular. Eran las ocho de la mañana y ya empezaba a hacer mucho calor. Bajé a desayunar, mis hermanos todavía no estaban despiertos así que Viola me hizo el desayuno a mí sola. Cuando acabé salí, me senté en el banco que tengo fuera de casa, al lado de un gigantesco árbol que me da sombra. Me quedé observando un rato la naturaleza que me rodeaba. Los pájaros piaban todo el rato y creaban sus propias canciones melódicas, las cuales me encantaba escuchar y a veces hasta bailar. En el medio de esa magnífica tranquilidad escuché que mi madre gritaba mi nombre y fui allí para ver lo que quería. Me dijo que por la tarde íbamos a realizar nuestra segunda lección de cocina, muy a mi pesar le dije que vale, me fui a buscar al abuelito y me costó mucho encontrarlo. Finalmente lo encontré en la biblioteca. Raramente la puerta estaba abierta y en el interior se encontraba mi abuelito. Él se sorprendió bastante al verme ya que ingenuamente no se había dado cuenta de que era domingo y pensaba que yo iba a estar en la escuela. Me fijé en la pared que tenía justo al lado, nunca había visto la ventana tan de cerca. Estaba repleta de fotografías entre ellas una que me llamó bastante la atención. En la foto se podía ver el mar con un sol resplandeciente encima de él, el cual le aportaba una gran luminosidad. Era como si el cielo estuviera teñido de unos colores cálidos y fríos. En el lado derecho se podía ver un barco navegando y lo más llamativo eran las siluetas de los árboles y casas. Las nubes parecían un esponjoso algodón de azúcar. Le pregunté al abuelito por la foto y él me dijo que era en A Coruña. Que una vez él había estado de viaje en España y dentro de España en Galicia.

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También me dijo que el pueblo que había enfrente se llamaba Sada y nunca había visto un lugar tan hermoso como aquel. Después estuvimos experimentando un poco, hablando sobre libros y al rato Viola nos llamó para ir a comer. Espero poder viajar algún día a aquel sitio tan bonito del que me habló mi abuelito.

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DONDE LOS ÁRBOLES CANTAN por Anxo Galdo Blasco En el bosque existe un lugar mágico, Allí Donde Los Árboles Cantan, el cual está amenazado por los bárbaros. Un grupo de árboles cantores están hablando: -Uri, por favor, tienes que ir en busca de ayuda. Conviértete en humano y ve al pueblo. Los nortianos nos ayudarán: -Uri, por favor, tienes que ir en busca de ayuda. Conviértete en humano y ve al pueblo. Los nortianos nos ayudarán. El árbol cantor se transformó en un chico, de unos 16, años, piel moteada, pelo verde, como el trigo antes de madurar y expresión inocente. El bosque era un lugar que conocía muy bien, después de todo vivía allí. Conocía todos los animales, plantas, bayas y secretos que guardaban los árboles, pero no los caminos, ya que nunca se había desplazado solo veía los que pasaba por cerca de su casa. A medida que avanzaba descubría cosas nuevas y únicas y veía cómo los árboles formaban refugios y túneles. A los pocos días, se encontró un extraño lugar, era un sitio lúgubre y bastante sombrío, las ásperas cortezas desprendían un olor dulce como a lirio. Aquel punto parecía un túnel hecho con ramas entrecruzadas y unas bayas rojas y amargas que crecían de los árboles de al lado. Acabando el túnel aparece un camino rodeado de finos árboles y un río, los cuales se extienden hasta los confines del bosque. Vienen unos rayos de luz en diagonal, alumbrando las claras ramas entrelazadas de las que brotan hiedras y otras plantas silvestres. Arriba, en los árboles, nacen unos arbustos y unos árboles de largas hojas claras. Es como si, con el tiempo, quisieran ocultar aquel lugar protegiéndolo. 

Es precioso - dijo Uri.

Uri siguió andando. Por el camino, unos bárbaros, casi le apresan para exprimir su corazón, pero se ocultó en un refugio de árboles. Los días siguientes fue siguiendo el curso del río que días antes encontrara.

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Una noche vio un pequeño puente que lo cruzaba y decidió descansar allí. Tenía sed, pero por mucho que metiese los pies en el agua no bebía, porque sus pies humanos no tienen la función de raíces. Se metió en el río, pero tampoco funcionó. Nunca había sido humano y por lo cual no sabía cómo beber. Al poco perdió el conocimiento.

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EL OTRO ASESINATO por Mencía Platas Varela Aquel misterio que envolvía a la señorita Stangerson, según me había contado mi buen amigo Rouletabille, empezaba muchos años atrás, en aquella época en la que su padre y ella vivían en América. Así pues, me dispongo a contar aquel extraño suceso que transcurrió en las costas del nuevo continente. En aquellos tiempos Mathilde y su padre vivían en Filadelfia, en una casa a pie de playa. Era de paredes blancas de cal, un poco desgastada por todas las historias que había vivido. Hacía bastantes años que necesitaba una mano de pintura. Tenía tres pisos con suelo de madera, que crujía y sonaba como si alguien estuviese sollozando, y un ático. Sus ventanas tenían unas contras de color granate, que resaltaban sobre el fondo blanco de la casa. A su alrededor, tenía un jardín muy extenso que derrochaba alegría por la luz que le daba el sol, con arbustos y variados tipos de plantas, que cuidaba el jardinero de la casa. Desde los balcones del edificio, había vistas de una hermosa playa. El agua era transparente y cristalina, como si se tratase de una isla tropical. El sol se reflejaba en ella como un espejo, haciendo que iluminase todo lo que la rodeaba. Era un arenal rocoso, por lo que había que tener cuidado al nadar y al caminar. Las olas chocaban y se deshacían contra las rocas con un ruido ensordecedor, dejando tras de sí un blanco manto de espuma. La playa estaba rodeada de un frondoso bosque de eucaliptos y abetos, que rozaban las nubes con sus ramas más altas. Aquella vivienda estaba aislada del resto de la población, pues a sus residentes les gustaba aquella tranquilidad en la que solo se oía el ruido del silencio. Los habitantes de la pequeña aldea pensaban que ese extraño científico y su hija eran un poco raros por alejarse de todo el bullicio de la comunidad. Tan poco comunes eran que, cuando sucedió aquello, ni siquiera llamaron a la policía.

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En aquellos tiempos la señorita Stangerson tenía dieciséis años, y aquel acontecimiento la dejó muy marcada. Estoy hablando de un asesinato, señores, ni más ni menos, del que ella fue testigo. Su doncella, a la que Mathilde apreciaba mucho, fue la víctima de aquel acto, fecha del 29 de abril de 1873. Esa misma noche, cuando el sol se escondía por el horizonte, la señorita Stangerson había salido a dar un paseo por la playa. Se había descalzado y andaba por la arena, disfrutando de la brisa del mar, cuando vio que una sombra venía corriendo hacia ella pidiendo ayuda. Mathilde, perpleja, había pensado en ir a avisar a su padre, pero de repente la sombra paró de correr y los gritos cesaron. Cayó al suelo. Detrás de ella, había un hombre, cuchillo en mano. El individuo soltó el arma homicida y echó a correr, perdiéndose en la espesura del bosque. La hija del científico se acercó a examinar el cadáver, y ahogó un grito al ver que se trataba de su doncella. Acto seguido, cogió el cuchillo y reparó en las iniciales grabadas en él: “M.V”. No se le ocurría qué podía significar. Se lo llevó y al llegar a su casa le contó todo a su padre. Este lamentó la pérdida de tan buena sirvienta y aseguró que él mismo encontraría al culpable. La noticia corrió por todo el pueblo, de boca en boca, cada versión más sangrienta que la anterior. La señorita Stangerson no podía salir a dar un paseo sin un corro de murmullos tras de ella. Estaba muy afectada y todas las noches veía la escena del crimen delante de sus ojos, una y otra vez. Pasaron unas semanas, un mes y todos se fueron olvidando de aquella niña que presenció un acto homicida. Pero a Mathilde no se le quitó de la cabeza. Es más, cuanto más tiempo pasaba, más se preguntaba qué ser sin corazón haría algo así, hasta que una buena y agradable mañana de principios de mayo, todo salió a la luz. Y fue ella quien descubrió quién mató a su doncella. Como todos los días, el señor Stangerson salió a cazar, mientras su hija disfrutaba de una fresca lectura en los jardines de la casa, rodeada del aroma a flores y el cantar de los jilgueros. Sentada allí en una silla junto al estanque de los peces, comenzó a leer. Después de unos veinte minutos, empezó a fijarse en cómo el jardinero podaba los arbustos, pues ya estaba aburrida de aquel libro. Cuando este terminó, recogió sus herramientas y abandonó el jardín. Mathilde oyó un ruido como de unas campanillas caer al suelo, y resultó ser que al hombre le había caído uno de sus útiles. Sin pensarlo, recogió el estuche de metal y fue a devolvérselo al jardinero. Este estaba ya muy lejos y tuvo que gritar para que la oyese: “Señor Van…”. Y, fue justo ahí, en ese instante cuando todo cobró sentido. Se quedó paralizada y, cuál no fue su sorpresa cuando, al

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abrir el estuche encontró el cuchillo con las letras “M.V” grabadas en el mango. Max Vanderwon, asesino de la doncella del señor Stangerson.

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LA ALDEA SOLITARIA Por Carolina Lagoa Loureiro Llevaba días y días escapando. No tenía donde refugiarme, pues nadie estaría dispuesto a acogerme. Soy un monstruo. La gente se asusta tan solo con verme. Siempre estuve destinado a esto, a la soledad, así que decidí huir. Después de un largo camino llegué a una pequeña aldea ya al atardecer. Todo estaba en silencio. Apenas tenía fuerzas para continuar, por lo que decidí descansar. Aquel lugar era perfecto para mí. Estaba alejada de cualquier ciudad, eso me gustaba. Tan solo se escuchaba un leve sonido de unos pájaros piando a lo lejos. Además, la ausencia de nubes permitía ver una de las cosas que más me gusta contemplar: las puestas de sol. La recuerdo bien; de colores vivos que se juntaban en una mezcla perfecta. Lo primero que vi al llegar fue un muro de piedra pintado de blanco. No tenía muy buen aspecto, estaba un poco gastado y necesitaba una capa de pintura. Pude mirar de reojo, a través de un agujero, lo que había dentro. Se trataba de una pequeña casa con un jardín. Se notaba que la casa estaba habitada. El jardín estaba muy bien mantenido y cuidado; el césped estaba bien cortado, tenía variedad de plantas, todas en perfecto estado y desprendían un olor muy agradable. De la chimenea salía un espeso humo con fuerte olor. Me cautivó el ambiente que se respiraba en la pequeña casa. Sin duda hubiera sido el hogar perfecto para mí, pero después de todos los rechazos que había recibido, terminé olvidándome de la idea. Seguí por un resbaladizo camino de piedras y tierra hasta llegar a un extenso terreno. La hierba estaba ya bastante alta y algo húmeda. Lo único que veía de fondo era un monte no muy grande lleno de bosques frondosos y mucha vegetación. Decidí pararme allí a descansar. Me transmitía las sensaciones que necesitaba justo en ese momento: tranquilidad y soledad. Con unas cuantas ramas y los conocimientos ya adquiridos conseguí hacer una hoguera. Allí pasé la noche, no obstante, la pasé en vela. Llevaba mucho tiempo escapando, huyendo de la gente. Siempre he sido bueno y he ayudado a todo aquel que lo necesitase, sin embargo, no recibo nada más

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que rechazo y desagrado a cambio, tan solo por mi aspecto físico. Quizás puedo irme lejos de la humanidad, pero no podría hacerlo sin tener a alguien a mi lado. Un poco después del amanecer sucedió algo que me hizo tener una última esperanza de terminar con la soledad que habitaba en mí. . A lo lejos, pude observar las figuras de dos personas, más concretamente, de dos niños pequeños. Pensé que eran justo lo que necesitaba: dos almas inocentes incapaces de cometer ningún mal. Decidí acercarme a ellos, pues ya no tenía nada que perder. Sin embargo, a medida que me acercaba notaba en ellos cada vez más inquietud. Finalmente, cuando estuve casi detrás, echaron a correr. Fui detrás de ellos. Intentaron defenderse tirándome piedras, ramas...no obstante, logré atrapar a uno de ellos. El otro echó a correr atemorizado. Cuando lo tuve en mis manos intenté explicarle lo que tenía en manos, pero comenzó a llorar y a pedir auxilio muy fuertemente. Me desesperé, por lo que agarré al niño del cuello y apreté hasta quitarle la vida. De repente, pensé en lo que había hecho. Lo había matado. Él era un pobre niño inocente y yo le había quitado la vida. Me sentía más desdichado que nunca. Me había convertido en un monstruo, en uno de verdad. Decidí huir otra vez, no tenía alternativa. Me marché corriendo, dejando el cadáver en la hierba y, aquel que había considerado el lugar perfecto, se convirtió en aquel al que nunca regresaré.

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EL REENCUENTRO Por Valentín López Anca Después de estar 10 años sin verse por motivos de la guerra Irene coge un tren hacia Bahía azul para reencontrarse con Ismael. Habían quedado de verse en el lavadero del pueblo, ya que era el lugar más cercano a la estación de tren. Así que el 3 de junio de 1947 Irene regresa a Bahía azul después de mucho tiempo. Al llegar al lavadero la muchacha vio que allí estaba Ismael, sentado en un banco esperándola con un ramo de flores. La chica salió corriendo a darle un abrazo, y él tampoco dudó en levantarse e ir hacia ella. Irene vio que Ismael seguía igual, casi no había cambiado nada. Además también se fijó en que en lavadero tampoco había cambiado, seguía igual. En primer plano se encontraba una estructura rectangular semejante a un ataúd enorme. El lavadero seguía estando hecho de un cemento duro y de color gris, y las columnas seguían pintadas por un suave tono blanco. Dentro estaba el agua utilizada para el lavado de la ropa, que aunque no estaba muy limpia a los habitantes de Bahía Azul les bastaba para hacer una breve colada. Al fondo del lavadero había un banco de madera en el que estaba sentado Ismael, y un poco más cerca estaba el canal por el que llegaba el agua, la cual fluía como si fuese un río de sangre. Las paredes seguían estando hechas de unas resistentes piedras marrones las cuales tenían un tacto muy suave. Además, allí seguía oliendo a un peculiar olor a tierra y se seguían escuchando a muchos pájaros cantar. Lo único que había cambiado eran unos carteles que hablaban sobre lo peligroso que era Cravenmoore. Ismael e Irene estaban hablando emocionadamente cuando vieron que el agua del lavadero estaba empezando a ponerse negra. Ellos no le dieron importancia, ya que pensaron que podía ser cualquier cosa. Al cabo de 10 minutos escucharon una risa extraña pero conocida. Los chicos se asustaron, y de repente una sombra espectral salió del agua del lavadero. ¡Era la sombra de Lazarus! Al parecer la sombra de Lazarus seguía viva. Era tan fuerte que ni la muerte de su dueño pudo acabar con ella. Ismael e Irene escaparon rápidamente a llamar a los agentes, pero antes de que llegaran la sombra se interpuso en el camino. Irene se puso a gritar

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mientras que Ismael intentaba atacar a la sombra con cualquier cosa que cogía. En uno de esos ataques la sombra sacó sus afiladas garras y le rebanó la cabeza a Ismael. La chica escapó aterrorizada tras la muerte de su amado, y como pensaba que nunca iba a poder librarse de la sombra decidió tirarse desde un acantilado a las rocas. Una semana más tarde se encontraron los cuerpos y decidieron enterrarlos juntos para que así estuvieran unidos para siempre.

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LA MANSIÓN GRISARD Por Marina Mata Couce La mansión estaba a las afueras del pueblo, un lugar tranquilo. A la joven Isabelle le parecía el sitio ideal para esconder a su prometido convertido en vampiro y así poder volver a ser un humano sin molestias de gente. Ella se equivocaba ya que era extraño que alguien se volviese a alojar en aquella casa después de tanto tiempo abandonada, la casa tenía detallles lujosos, lo que suponía que era cara, pero le faltaban bastantes arreglos ya que la pintura se estaba desvaneciendo, había cristales rotos, un jardín en el que resurgían malas hierbas... A las vecinas más cotillas cada vez les picaba más la curiosidad por saber qué hacía allí. Al día siguiente cuando llegaron preguntaban de todo. ¿Por qué no cuida este jardín tan amplío con tantas malas hierbas? ¿Y porque tiene todo tan descuidado? Con el dineral que posee debería arreglarla. Lo que no sabían era que ella solo estaría allí a corto plazo, sólo precisaba tranquilidad. Cuando ya habían sucedido muchas cosas tenebrosas en el pueblo después de su llegada en policía decidió ir a visitar la casa y a la joven en busca de algo sospechoso. Cuando llegó descubrió que escondía a su prometido convertido en vampiro y allí entendió todo lo sucedido. El pueblo no tardaría mucho en enterarse y Max mejor que nadie sabía que los vecinos no tendrían piedad en matarlos. Max decidió darles una lancha para que huyesen ya que la casa estaba a dos pasos del mar, y así fue, con logro escaparon sin muerte ninguna. Meses después el bondadoso policía recibía una carta de Isabelle desde Grecia agradeciéndole todo y contándole que su esposo estaba perfecto, le agradecía todo lo que había hecho.

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EL CASO DEL FRUSTRADO AMOR por Ana Otero Pérez

Una noche fría de invierno sucedió una trágica noticia para la familia Lousier ya que había aparecido un cadáver sobre el puente de hierro por donde pasa el río Eume. Que es utilizado por innumerables personas como atajo para ir de Pontedeume a Cabanas o viceversa. Es una ruta mucho más corta que ir por el puente de piedra. Debajo del puente hay una fusión entre el agua sucia proveniente de la ría, con el agua limpia y pura que es arrastrada desde unas remotas montañas hasta aquí. El puente está sujeto por cuatro pilares de piedra bastante anchos y robustos. Su estructura es de color azul. Sobre el tablero del puente están las vías que se encuentran unidas entre sí por unos travesaños de madera de roble. A uno de los lados de la vía del ferrocarril, hay una pasarela protegida por una valla por la que los peatones pueden caminar. En el momento de atravesarlo te hace sentir un pánico estremecedor y un olor húmedo. La asesinada se trata de una joven llamada Lily de unos 20 años de edad, bien vestida, identificada por uno de los mayores detectives del momento como es Hercules Poirot que en ese preciso momento se encontraba viajando en el tren dirección A Coruña, que tuvo que detenerse. Scotland Yard no encontró nada que hiciera pensar que pudiese ser un robo, tal vez un asesinato. Poirot tomó la decisión de quedarse en Pontedeume para prestar su colaboración, ya que tiene una grata amistad con la familia de la joven. Se dio cuenta que no iba a ser nada fácil de aclarar lo sucedido, ya que el cadáver no presentaba ninguna señal de disparo, ni de arma blanca. Su aspecto físico es inmejorable ya que su peinado está recién hecho, su ropa está impecable eso sí para no llevar zapatos sus medias de nailon no tienen

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ningún roto; parece que alguien la preparó y la fue a colocar allí para que el tren la atropellara después de muerta. Poirot ve una pequeñísima astilla de madera clavada en el codo del brazo derecho. Desde luego estaba claro que sin la autopsia no se podía averiguar nada más por el momento. Bueno, quedaba el detalle de comunicárselo a sus padres, así que policía y detective se dirigieron a la casa de estos, allí vivía la joven Lily tan conocida por su faceta de cantante; claro que en estos momentos estaba de gira por su nuevo disco e hizo una pequeña parada para descansar en Pontedeume. ¡Vaya sorpresa!, sus padres pensaron que Lily seguía descansando en su habitación, estaba siendo todo tan confuso que Poirot decide ir a echar un vistazo al dormitorio. Su cama está deshecha como si la joven hubiera dormido allí, del armario falta un vestido, su maquillaje está revuelto y sus zapatos están ordenados. Su maleta de viaje medio abierta nos deja ver unas cartas extrañas, debajo de la cama encontró un pañuelo con un olor particular y con unas iniciales bordadas C. D. y para colmo la ventana de aquella habitación era de madera, tiene estropeada una esquina del marco de cristal. La policía avisó al detective que podía apreciar unas pisadas en el jardín que pertenecían a un tipo de zapatos poco frecuente. Al cabo de unos días Poirot convocó a toda la gente del pueblo a una reunión en el ayuntamiento para dar una conferencia, en realidad, es para que la policía pueda detener al asesino. Un joven vecino obsesionado por el triunfo de Lily que entró por su ventana mientras dormía, le colocó en la nariz el pañuelo con formol para que no despertarse y poder inyectarle el veneno que la mató. Después la vistió, la maquilló y la sacó por la ventana hasta el puente de hierro para dejarla en lugar donde le había dicho que la amaba. Desde luego, vaya horrible venganza de Chris Davidson un supuesto joven enamorado. Arrebatar así la vida de su amada.

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UN DÍA DE PESCA por Alonso Pérez Sanjurjo Hoy me dijo mi padre que llevaba muchos días en casa jugando a la consola y me dijo que quería ir a pescar conmigo, dijo que hoy era un día de “padre y hijo”. Yo me negué a ir, pero él me obligó. Aún encima no me dejó llevar el móvil así que iba a ser un rollazo de día. Cuando habíamos llegado al barco la verdad es que me sorprendió, me acababa de enterar de que mi padre se había comprado un barco nuevo. A ver, era un barco pequeño, pero aún así estaba bastante bien. A mi padre se le veía con muchas ganas y yo al final estaba disfrutando del viaje, pero cuando llevábamos dos horas en el barco aún no habíamos pescado nada y como estábamos cansados decidimos echarnos una siesta, pero claro no nos habíamos dado cuenta de que nadie estaba controlando el barco y se avecinaba una tormenta. Cuando pasó la tormenta nos despertamos en un lugar magnífico. Estábamos en una playa increíble. Mi padre la describió así: Una playa inmensa como el cielo, la arena es suave como el algodón y blanca como la nieve, el mar es más grande que ocho campos de fútbol juntos. A lo lejos se puede ver una preciosa puesta de sol rodeada por unas grandes árboles verdes. La verdad es que mereció la pena ir con mi padre, pero teníamos que llegar a casa y mi padre cogió la caja de herramientas de su barco y como el barco estaba un poco roto en una parte se puso a arreglarlo. Cuando salimos de la playa me di cuenta de que a partir de este día iba a ir más con mi familia a los sitios ya que al final me los acabo pasando bien.

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EL NUEVO MAQUINISTA por Carlota Varela Calvo Jawahal siempre había soñado con observar una estación de cerca. Las vías estaban descoloridas y demasiado gastadas, como si pasaran por ellas cientos de trenes al día; con millones de piedrecitas negras atrapadas entre ellas. Al fondo, cantidades abundantes de árboles de un color verde intenso. Sin apartar la vista, caminó por el andén izquierdo: totalmente sucio y descuidado. Pasó a la par de una pequeña valla blanca y un banco verde. La estación no era muy grande, con paredes amarillas y unas ventanas rojas. Se metió bajo el ancho soportal, se giró y sus ojos se desviaron hacia un pequeño cartel: “Se buscan especialistas en reparación de trenes”. A simple vista, daba la sensación de que hacía décadas desde que alguien había pisado ese lugar por última vez. Predominaba un intenso y tóxico olor a aceite quemado, que supuestamente venía de la parte trasera. Intrigado, intentó mirar a través del cristal de la puerta. No pudo ver nada, ya que no era transparente. Además, estaba empañado por el frío. Apoyó su mano en la manilla para intentar abrirla, cuando escuchó una voz dirigirse directamente hacia él: - ¿Muchacho, qué te trae por aquí? Hace meses desde que no me encuentro a nadie por este lugar. - ¿M-meses? - Meses... Lleva meses abandonado, aunque yo sigo aquí esperando a alguien generoso. - dijo mientras dio un par de pasos adelante y observó el diminuto cartel con atención. El hombre, que debía formar parte de la sesentena, miró detenidamente a Jawahal. - Puedo asegurarle que sé de trenes más que usted de su propia vida. Sólo confíe en mí. El hombre miró pensativo al suelo por unos segundos. Finalmente, lo guió hasta la parte trasera. Allí estaba el tren; un tren arrasado por las llamas. Nunca nadie se imaginaría algo así, tan... aterrador. Jawahal no dijo nada. Ni siquiera respiraba.

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- Soy Arthur Llewelyn. Si necesitas algo ya sabes dónde encontrarme. afirmó señalando la estación. - Esto me gustaría que estuviese listo en un par de semanas, así que espero no verme obligado a olvidarme de que alguna vez estuviste aquí. Llewelyn se fue por donde había llegado y Jawahal volvió a mirar aquella ruina. No sabía ni por dónde empezar. Finalmente, cogió todos los libros que tenía que contenían la información que necesitaba, se puso su ropa de trabajo, tomó sus herramientas y empezó arreglando las partes rotas del tren. Estuvo día y noche trabajando. A las dos semanas, tenía el tren listo. Se había convertido en un bonito conjunto de vagones rojos y resplandecientes. - No puedo creerlo... - dijo al fin con lágrimas en los ojos. - Has logrado algo que nadie más podría haber logrado. Has reparado el tren de la ciudad… La inauguración se celebró una semana después. No hubo ni una persona que no fuera aquel día a visitar la estación. Jawahal se convirtió en un hombre de admirar. No sólo fue el maquinista más famoso de todo el país, sino también una persona que demostró a familias enteras que hasta las cosas imposibles se pueden conseguir.

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PULSACIONES por Aroa García Un día conocí a una chica muy maja llamada Elia, fue una noche en un bar, ‘El Café Newton’. Desde allí saqué una foto; apenas se veían las barcas, desde ahí parecían hormigas, a la derecha, los reflejos de las farolas en el mar parecían garras iluminadas, a lo lejos se ve una ciudad; donde por encima se ve el cielo con variedad de colores difuminados; desde azul oscuro hasta amarillo y marrón. Unos días después empezamos a salir, al tercer día mientras la llevaba a casa, pasábamos por ese mismo puerto y de repente se nos cruzó un camión con barcas. Yo conducía; cuando chocamos, solo pensaba en ella. Fue como un infierno; ¿Sabes lo que dicen de que antes de morir pasa tu vida por delante? Pues yo casi muero y solo pensaba en Elia. Intenté llamar y llamar a la ambulancia y policía, pero ni siquiera me dio tiempo, ella no reaccionaba y yo estaba quedando inconsciente. No recuerdo lo que pasó, pero yo me desperté en una clínica, mi tío me dijo lo que me había pasado; en ese momento me dio un bajón, como a otro cualquiera si le dicen que no va a volver a andar en toda su vida. Estaba escribiéndole a ella, por un teléfono que ni siquiera era mío; con miedo y con vergüenza no sé por qué; pero cada vez que le escribo tengo miedo, sobre todo ahora. Tengo miedo de que no me quiera, de que me desprecie, de que no vuelva. Me enteré de que estaba en coma, solo lloraba y lloraba hasta quedarme sin lágrimas. Ella me contestó, lloré. Me preguntó que quién era; en ese momento estuve a punto de decirle la verdad, pero no pude, mis dedos temblaban y no me dejaban escribir ni mi nombre. Tan solo respondí con una frase de Henry Ford ‘Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, tienes razón’. Elia tenía curiosidad, estaba muy confusa o eso creía yo. Empezamos a hablar y me enteré de que no me recordaba, no recordaba nada de mí, no sabía ni quién era Marcos, ni aquella noche, dónde estuvimos en el café. Ahí volví a llorar más.

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Cuanto más hablábamos más me enamoraba y creo que ella también de mí. Pero esto no acabará así, no puede.

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ROWLEY Y SUS VACACIONES EN GALICIA por Pablo Rodríguez Martínez Rowley, el mejor amigo de Greg, y su familia han decidido irse de vacaciones. A lo largo de estos últimos años se fueron de vacaciones a sitios como Australia y Asia. Este año no tienen ni idea de a dónde van a ir. Después de mucho pensar y buscar por internet decidieron ir a las Fragas do Eume, cuando se lo contaron al vecino, este dijo que ya había estado una vez y que era un lugar precioso. A la hora de coger los billetes de avión, había un montón de ofertas, pero como son ricos decidieron coger los más caros y mejores. El vuelo los llevó directamente hasta el aeropuerto de A Coruña. Allí comieron y alquilaron un coche para dirigirse hasta el hotel que habían reservado en Monfero, muy cerca del parque natural que querían visitar. Como se perdieron por el camino llegaron al lugar donde se hospedarían de noche, allí comieron y se informaron de donde estaba el lugar de información. Al día siguiente a las nueve de la mañana, después de desayunar, se dirigieron hacia el lugar de información. Una vez llegaron les enseñaron un folleto, que contenía un imagen en la que se veía: en primer plano un puente de piedra bastante antiguo y descuidado, por el se podía cruzar desde el famoso Mosteiro de Caaveiro hasta una carretera que se dirige hacia Pontedeume, un pueblo. Justo por debajo del puente, aunque no se apreciaba en la imagen del folleto, el guía que los recibió les explicó que pasaba el río Eume, que desemboca en Pontedeume. A los lados del puente había bastante maleza, como por ejemplo, zarzas y un antiguo abedul. En segundo plano se podía ver un cartel informativo, que indicaba varias rutas de senderismo, como la de los tres puentes colgantes o la de Encomendeiros. Detrás de dicho cartel comenzaba la ladera de la montaña, que contiene todo tipo de animales, árboles y plantas, aunque por desgracia muchas de estas especies están en peligro de extinción. Después de enseñarles el folleto y de una breve explicación sobre el comportamiento que hay que tener en este tipo de entornos naturales, le preguntaron si estaría dispuesto a hacerles una ruta guiada por alguna de las principales rutas, este accedió y estuvieron tres días haciendo rutas.

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El último día hicieron la última ruta, que comenzaba en A Capela y acababa en el mosterio. Rowley estaba impaciente por llegar y ver el puente que tan bonito le pareciera en la foto. Cuando llegaron y este se dispuso a sacar una foto desde la parte central de la estructura se resbaló y la cámara se le cayó al río, por suerte habían vaciado la memoria el día anterior y no habían perdido todas las fotos, pero Rowley se puso supertriste por no poder sacar la foto desde el puente.

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EL TERRIBLE SUEÑO DE GREG Por Iago García Galdo Greg pensaba que lo iban a llevar a la cárcel, por eso tardó mucho en dormirse, porque su remordimiento de conciencia no se lo permitía, con todo lo que había sucedido, pero finalmente….cayó en un extraño sueño. Así, de repente, se vio en un lugar con unas impresionantes vistas, parecía el rey del mundo. Aunque todo lo bueno se acaba, pero no sin antes poder disfrutar de aquel imperioso castillo...lo más cercano, lo que Greg podía ver más cerca de lo que quisiera era el cuartel de la Guardia Civil, este edificio era el que más le preocupaba...solo destacaban esas puertas enrejadas, por las que se estaba viendo entrar esposado y el alto mástil con la bandera, sin embargo, no era tanto como lo veía sino como creía verlo. Mientras distingue perfectamente otro edificio, de color amarillo y blanco, con forma rectangular, muchas ventanas cuadradas, un gran aparcamiento y una zona ajardinada muy cuidada. Casi por encima pasa la autopista con mucho tráfico, está compuesta por cuatro carriles, dos de ida y dos de vuelta, con dirección hacia la ciudad. Pero nuestro protagonista se le perdía la vista por la zona boscosa ...en la parte media de la montaña, con algunas casas repartidas en pequeños núcleos, que parecen surgir en medio de las grandes zonas de árboles, con colores llamativos y sus tejados de color rojo teja. Sin embargo, en la parte alta de la montaña, destaca entre todo el paisaje, el imperioso castillo, el Castillo de los Andrade. Se levanta piedra sobre piedra, con un foso, una gran zona de árboles, y un pequeño grupo de casas. La gran torre de vigilancia, pensaba Greg, serviría de escondite cuando escapase de la policía y podría servirle para vigilar si estos se acercaban porque podía divisar hasta el pueblo. Cuando un gran temblor comienza a destruir el majestuoso castillo medieval ,Greg pierde el equilibrio y cae al vacío… En ese momento se despierta…y descubre que todo había sido un terrible sueño...

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