CARMEN GARCÍA DE CASTRO

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CARMEN GARCÍA DE CASTRO: La mujer ilustrada


Su regla no contenía más que esta cláusula: HAZ LO QUE QUIERAS Gargantua y Pantagruel

Genealogíass de mujeres docentes. Maestras que son alumnas que, por su parte, son maestras. Mediadoras entre el saber y la ignorancia. Transmisoras de saberes a los que aportan su particular experiencia de y como mujeres. Su existencia es, en ocasiones, tan evidente, que resulta enormemente satisfactorio comprobar como su palabra, sus escritos y, por encima de todo, sus prácticas educativas, se fueron transmitiendo de generación en generación, adaptándose en cada una de ellas a las particularidades de la época, e incluso, siguiendo las leyes de la evolución, mejorando. No se puede entender la figura de Carmen García de Castro si no es formando parte de una genealogía donde, discípula de Suceso Luengo y Aurora Larrea, es maestra de Enriqueta Agut y Guillermina Medrano, alumnas-maestras que lo tendrían que haber continuado si la dictadura no hubiere roto de raiz toda experiencia de futuro. Una manera de ser y de estar en la educación caracterizada por representar la vanguardia pedagógica y la autoridad femenina que las hará ser receptoras y transmisoras de una nueva manera de entender la docencia y la sociedad. Maestras en definitiva, en todo el sentido de la palabra, como lo fue María del Carmen Sixta García de Castro y García de Castro, nacida el 7 de mayo de 1886, en Sorbas, un pueblo de Almería, de tradición árabe. Sexta 1 hija de dos ecijanos, Adelaida García de Castro y su esposo, juez de primera instancia de la localidad, en el mismo mes de su nacimiento ocurrirían dos sucesos que gozarían de un especial relieve histórico: la huelga general de trabajadores en Chicago, empezada el 1 de mayo para pedir la jornada de 8 horas, en el transcurso de la que decenas de obreros morirían por los disparos de la policía, y a partir de la que se conmemorará el 1 de mayo como Día Internacional del Trabajo; y, en el ámbito español, el nacimiento, el día 17, del rey Alfonso XIII, a quien conocería en persona.

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Según nos manifestó su hija Ana Calderón García de Castro, el hecho de llamarse Sixta es una muestra del sentido del humor de su padre, quien también les puso Segundo y Octavio a los hermanos que ocupaban los lugares segundo y octavo, respectivamente, entre sus hijos.


Muy joven, al comienzo del siglo XX, ella y su hermana Adelaida se trasladarían a Málaga donde estudiarían Magisterio en su Escuela Normal Femenina. Las dos obtendrían, después de superar la preceptiva reválida, los títulos de maestra de grado elemental y de grado superior. Sería en la Escuela Normal de Málaga, donde tendría como profesoras a unas mujeres que marcarán su trayectoria vital. Se trata de Suceso Luengo y de Aurora Larrea, docentes que habían introducido en la Normal la gimnasia sueca, las visitas y excursiones, los laboratorios para el estudio práctico de las Ciencias, una buena Biblioteca... que exigían metodologías propias para cada asignatura, además de compartir las ideas feministas de carácter regeneracionista de Concepción Arenal, en especial la necesidad de educar a las mujeres para mejorar la sociedad. Suceso Luengo será quien ejercerá un influjo más grande en su trayectoria vital no solo pedagógica sino humana. Rosa Mª Badillo nos dice que en su pensamiento se observa “la huella de Spencer, de ciertos pedagogos (Montesino, Pestalozzi, Rousseau), institucionistas

(Azcárate,

Labra,

Puesta),

regeneracionistas

(Costa,

Alba),

representantes del catolicismo social (Padre Manjón, Poveda), médicos higienistas (Tolosa Latour) y de las precursoras del feminismo español: Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán2.” Y Carmen García de Castro recomendará, años después, a sus alumnas, lecturas de Spencer, Montaigne, Concepción Arenal, Rousseau… y establecerá estrechos vínculos con los institucionistas. El influjo es evidente. Igual que ella será pacifista, feminista, humanista... característicaas que irán conformando una personalidad cada vez más comprometida con el cambio y el progreso social. Veamos como, ya en 1905 considera que el conservar la vida supone un estadio superior en el desarrollo humano al del patriotismo belicista: Decidme: ¿Quien os parece más grande: la madre que dice a su hijo: “Vuelve con el escudo o sobre el escudo”, o el general que exclama: “Yo prefiero la gratitud de esas madres a quienes he devuelto sus hijos al juicio favorable de las naciones”? Quizá direis: ambas frases son hermosas y cada una posee un género distinto de grandeza. Pero yo afirmo que la segunda frase supone un notable progreso sobre los sentimientos que inspiraron la primera”. 3

Influencias que pueden apreciarse en las ideas expuestas en sus primeros artículos publicados. La Directora de la Normal y la profesora de Gramática animaban a sus alumnas a escribir y colaborar en La Escuela Moderna, una de las revistas de 2

BADILLO BAENA, Rosa M. (1992) Feminismo y educación en Málaga: el pensamiento de Suceso Luego de la Figuera (1898-1920). Atenea. Estudios sobre la mujer. Universidad de Málaga, p. 99. 3 GARCÍA DE CASTRO, Carmen. “Narración histórica” en La Escuela Moderna, marzo 1905, nº 168, p. 166


pedagogía más importantes. La alumna Carmen García de Castro publicará tres artículos: uno sobre la narración histórica, enviado por su profesora Srta. Larrea, quien califica a la alumna “de excepcionales facultades”, un segundo de carácter higienista, y un tercero donde se despide como alumna de la Normal. Su lectura nos muestra el ideario de una joven maestra que desea que la narración histórica, la historia, contribuya a la formación de una sociedad pacifista, que se rebela contra las malas condiciones de las infraestructuras escolares, pidiendo una escuela higiénica, y que nos descubre el día a día de una Normal donde ha sido definitiva la gran influencia que las profesoras han ejercido en las alumnas, educándolas al mismo tiempo que formándolas: “Siempre nuevos y siempre gratos, los días se han sucedido rápidos en estos cuatro años, y en ellos he formado parte de un grupo trabajador, intelectual, activo, que desde la mañana hasta la noche no ha tenido otra aspiración, no ha dirigido sus actos a otro fin que el fin supremo del perfeccionamiento por la cultura. (...) Cuanto soy, cuanto puedo ser, lo debo a las que consagraron gran parte de su tiempo y de sus energías a guiarme y corregir mis errores, a alentarme en el cansancio y a auxiliarme en la debilidad” 4

Descubrimos incluso, que en abril de 1904, con motivo de la visita a Málaga que giró el joven rey Alfonso XIII, dentro de un viaje por Andalucía, le entregó un libro donde se recogían las experiencias del viaje de estudios a Granada que las alumnas de la Normal habían realizado el año anterior. Su estado de ánimo, su alegría y emoción son narradas con una fresca espontaneidad: “con inesperada, repentina tranquilidad, hablo del libro, y saludo risueña, imperturbable, sintiendo no tener más cosas que decir para observar con mayor detenimiento todos los detalles de la regía fisonomía.”5 Un libro en cuya redacción había tenido una destacada participación. Escrito como diario del viaje, consta de un prólogo de la Directora de la Normal, Suceso Luengo y nueve capítulos, redactados cada uno de ellos por una alumna. El último, titulado “Resumen” es el de Carmen García de Castro, donde explica cuáles fueron los resultados de la excursión cultural: “Ampliados nuestros conocimientos en la Geografía especial de las provincias de Málaga y Granada; oidas las eruditas y claras explicaciones de nuestras profesoras, los relatos de memorables hechos sobre los lugares que de ellos fueron teatro; estudiados los monumentos arquitectónicos de dicha ciudad y aumentando el caudal de nuestras ideas en Pedagogía por la visita a las Escuelas del Sr. Manjón, conservaremos recuerdo indeleble de esta gran clase práctica, y lo que en ella hemos aprendido arraigará en nosotras con toda la fuerza y consistencia que proporciona el estudio experimental siempre fructífero. Muchos y grandes defectos tiene nuestro trabajo, más es preciso tener en cuenta -si es que llegara alguien a fijarse en este humildísimo opúsculo de colaboración escolar,- que nuestro intento al escribirlo no ha sido demostrar que tal viaje nos ha dado conocimiento del 4

GARCÍA DE CASTRO, Carmen, miércoles 21 de junio de 1905. “Mi última página ¡ay! en el Diario de clase” en La escuela Moderna, julio 1905, nº 172. p. 493 5 Ibídem. P. 492


Universo, ni lucir aptitudes literarias, de que carecemos en absoluto; nuestra intención es invitar a nuestras compañeras, las alumnas españolas, para que nos imiten, dado que esta excursión, -primera, creo, que en las Normales de Maestras se lleva a cabo- no es más que un ensayo para mejores y más extensos viajes, la piedrecita arrojada en líquida superficie, cuyas hondas circulares han de ensancharse, en sucesivos y más brillantes trabajos que den gloria y provecho a la juventud escolar de España. Mucho nos complacerá, pues, que este viaje, poniendo de manifiesto el celo e ilustración de las profesoras que tal empresa han llevado a término feliz y la generosa actividad y voluntad firmísima de nuestra digna Directora, Doña Suceso Luengo, iniciadora de tan noble idea, tenga imitadoras en otras Normales para que, ante el colectivo esfuerzo de las Escuelas, los altos poderes del Estado fijen sus miradas en este movimiento en pro de la instrucción, es decir, en pro de la Patria, puesto que es una verdad irrebatible que educar a un pueblo es hacerlo grande; instruirlo: en riquecerlo y hacerlo poderoso 6”

Y de la lectura de su capítulo se extrae también la admiración que le causó la metodología que el P. Manjón utilizaba en sus Escuelas del Ave María en Granada que fueron objeto de detenida visita por las normalistas, al mismo tiempo que no deja de ser una nota precursora de su futuro, la mencion que hace a la heroina liberal Mariana Pineda, siendo la única persona que la nombra en todo el libro. Ya en 1906 verá premiado su trabajo El Quijote en la escuela, en el Certamen que con motivo del tercer centenario de la publicación del Ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha se celebró en Málaga por los centros docentes en mayo de 1905 y que sería publicado en el librito El Quijote en la escuela7 En él hace unas indicaciones para un borrador de programa con la finalidad de estudiar los valores que se encuentran en el Quijote, al mismo tiempo que una lectura razonada, completada con ejercicios de análisis literario y gramatical. Pero sus excelentes capacidades intelectuales y las amplias expectativas vitales la llevaron a que, finalizados en 1905 los estudios de Magisterio en Málaga, en 1910 se desplace a Madrid, donde, después de haber aprobado el ingreso al Escuela de Estudios Superiores de Magisterio, creada el año anterior, formaría parte de la 2ª promoción de Letras, durante los cursos 1910-1911; 1911-1912 y 1912-1913. Un año antes, su hermana Adelaida había ingresado en la primera promoción. La Escuela de Estudios Superioras del Magisterio, destinada a preparar los miembros del cuerpo del profesorado de Escuelas Normales y de la Inspección de enseñanza primaria, era de ideología próxima a la Institución Libre de Enseñanza. De las tres especialidades existentes (letras, ciencias y labores), estudiaría la de Letras, 6

GARCÍA DE CASTRO Y GARCÍA DE CASTRO, Carmen, “Resumen” en ESCUELA NORMAL SUPERIOR DE MAESTRAS DE MÁLAGA (1904); La Escuela Normal en acción. (Impresiones de un viaje a Granada). Primer Volumen. Imprenta de La Libertad. Málaga, pp. 108-109. 7 GARCÍA DE CASTRO Y GARCÍA DE CASTRO, Carmen. El Quijote en la escuela. (1906) Écija. Imprenta Reyes.


gozando de las clases de un profesorado magnífico: Luis de Zulueta, Magdalena Santiago-Fuentes, Rufino Blanco, Rafael Altamira, José Rogerio Sánchez, Ricardo Beltrán Rózpide, Enrique Reig Casanova, -quien sería cardenal, aunque en aquel momento estaba casado y tenía hijos-, el futuro ministro Domingo Barnés, y, también, Ortega y Gasset. Organizada en régimen coeducativo, debido a la excesiva cantidad de matriculados, su promoción separaría el alumnado durante el primer curso, pero los dos siguientes ya serían coeducativos. Compañeras suyas, de la misma promoción y especialidad fueron, entre otras, Aurelia Gutiérrez Blanchard, Carmen Cascante, Rosa Roig, Purificación Chamorro y también Claudio Vázquez y Pedro Lópiz, con los que coincidiría en Valencia. Francesca Comas e Isabel Miró nos resumen el ambiente de esta institución educativa en su biografía de Rosa Roig, que fue compañera suya de promoción: “La enseñanza impartida por todos estos profesores tenía un cariz fundamentalmente profesional, como lo tuvieron todas las normales en los años de la República, con la aplicación del Plan Profesional de Magisterio de 1931, y se insistía más en aspectos metodológicos sobre como enseñar las materias que no en la ampliación o profundización de conocimientos sobre estas. Así, pues, la sección de letras ofrecía una elevada formación sobre como enseñar historia, literatura o arte, siguiendo siempre una línea activista y renovadora. Combinaban las clases con salidas, excursiones y viajes, (...) al mismo tiempo potenciaban el interés intelectual y cultural de sus alumnos tan dentro como fuera del centro. El ambiente al que hemos hecho referencia no solo lo vivían en la Normal, sino que se convertía en el motor de su vida en Madrid. La asistencia a conferencias, exposiciones, conversaciones, o las simples reuniones amistosas en salas de te o cafeterías, conseguían que los alumnos de la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio se movieran en círculos de alto nivel cultural, próximos a la tradición institucionista, y, por lo tanto, con un cierto talante elitista. 8

Sería un tiempo de gran riqueza personal y académica el que gozaría en Madrid, compartiéndolo con su hermana Adelaida. Allí las dos establecerán vínculos con el institucionismo y Carmen descubrirá la riqueza de la cultura francesa. Su contacto estrecho con la I.L.E. y en especial con Ortega y Zulueta, tal vez hagan que sustituya el catolicismo social de Poveda y Manjón que tanto había gustado a su admirada Suceso Luengo, por una auténtica pasión por los ilustrados, en especial Voltaire; por la novela realista y sus autores, destacando Zola y Balzac; y, por encima de todo, por la lectura de Gargantua y Pantagruel de Rabeláis, para ella un auténtico manual de pedagogía. Completado su bagaje ideológico y finalizados los estudios en junio de 1913, como la estructura del Plan garantizaba una plaza en la plantilla del profesorado de Normal o en la de la Inspección, sin necesidad de oposición, de manera inmediata, en 8

COMAS, Francesca i MIRO, M. Isabel (2001), Rosa Roig. Biografia d’una pedagoga (1890-1969). Ed El Mèdol. Palma-Tarragona, p. 31


julio de mismo año, toma posesión en el que sería su primer destino: profesora auxiliar de letras en la Escuela Normal de Maestros de Cádiz. Muy pronto, en noviembre, cambiaría de destino, y se traslada a Albacete, como Profesora Numeraria de Letras, donde llegó a ejercer el cargo de Directora de la Normal. La estancia en Albacete duraría hasta 1918, cuando contrae matrimonio con Manuel Calderón, químico de la empresa Cross, viudo y con una hija, Carmen Calderón Garzón. Pide la excedencia entre 1919 y 1922, viviendo en este período, en Andalucía donde nacerán su hijo, quien morirá muy joven, y una hija, Ana Calderón García de Castro. No deja, sin embargo, de ejercer la docencia e imparte de manera gratuita clases de Historia en la Normal de Sevilla. Al mismo tiempo, su hermana Adelaida se había incorporado a la Inspección en la zona de Valencia, siendo la primera mujer inspectora en esta demarcación. Y cuando en 1922 se jubila María Carbonell, en el mes de agosto, con el gran reto de suceder a la insigne pedagoga, se reintegra como profesora Numeraría de Pedagogía en la Normal de Valencia, donde impartirá clases de Pedagogía, y Rudimentos de Derecho y Legislación escolar. De esta manera empieza su relación con la enseñanza en nuestro País, solo interrumpida por los efectos de las dos dictaduras que se sucedieron con un breve paréntesis de casi diez años de democracia. 1922 será, por lo tanto, la fecha a partir de la que desarrolla una intensa vida pedagógica. Sin perder los vínculos con la ILE, compagina su trabajo de profesora en la Normal con la impartición de cursos de Historia en la Institución para la enseñanza de la Mujer de Valencia de manera gratuita (1924-1927) y colabora con varias instituciones como las Colonias para niños. Alejandra Soler, alumna suya en la Institución recuerda su excelente didáctica junto a su extenso conocimiento de la cultura griega, y afirma que su vocación de profesora de literatura, es fruto del entusiasmo y la alegría que su profesora demostraba en su asignatura. Porque, dentro del aula, su ideario institucionista, de mujer moderna y comprometida con su época se hace notar. En sus clases, las alumnos leen libros de los más importantes pedagogos de la historia: Rousseau, Tolstoi, Maria Montessori... Genoveva Pons, alumna suya antes de la proclamación de la República afirma: “existía entonces un mundial florecer de la pedagogía, y tuvimos la suerte de contar cono profesores extraordinarios. Carmen García de Castro, que nos conducía desde el Ágora de Atenas hasta los nevados caminos de Rusia por los que Tolstoy hacía desfilar a los muchachitos ávidos de aprender, rumbo a la romántica escuelita de


Yasnaia Poliana, o nos hacía participar cono los ojos de la imaginación a las clases que Rabindranath Tagore organizaba en su Escuela del Bosque.9 El influjo de Suceso Luengo vuelve a hacerse evidente. Una formación que no se limita a la estricta impartición de clases de Pedagogía. Su intencionalidad de educar realmente a sus alumnas, se extiende a la ayuda para que se creen un criterio propio. Una independencia personal e ideológica que pasa por leer, “leer mucho, leer de todo bueno y malo,” para saber distinguir, por una misma, de conformar el propio canon. Y en sus clases se debatían temas de actualidad social, como el divorcio, la religión, la reproducción humana, el régimen monárquico... Aconsejará la lectura de las obras de los grandes filósofos, junto a novelistas clásicos. Spencer, Montaigne y Concepción Arenal, compartirán con Balzac, Zola, el Gargantua y Pantagruel de Rabeláis, el Adiós a las armas de Berta Suttner, el listado de libros considerados imprescindibles para la formación correcta y completa de las futuras maestras. Entre los temas expuestos, el de los derechos de las mujeres y, en concreto, el de la mejora de su educación, será uno de los recurrentes a lo largo de su trayectoria vital y pedagógica. Ya en 1906 había denunciado la falta de atención hacia una buena educación de las mujeres, al mismo tiempo que los desastres que la lectura de novelas podía causarles: “Recluida en el estrecho recinto del hogar, entre las ocupaciones domésticas, que poco o ningún pasto pueden dar a su imaginación, la mujer, cuando es inteligente, busca algo en que saciar su anhelo de trabajo intelectual. La avidez de los estudios serios, que nadie se cuida de hacer accesibles a su entendimiento, atrofiado por siglos y siglos de quietud, le hace rechazar lo que no sea fácilmente comprensible, y busca, en cambio, lo que le proporcione agradable entretenimiento y emociones intensas. ¿Dónde encuentra los medios necesarios para esto? En las novelas. Hay un gran número de libros cuya lectura obra en las cabezas femeninas igual efecto que los de caballerías en D. Quijote. Libros románticos, inverosímiles, absurdos, que estragan el gusto y pervierten el alma, causando males de todo género en el ser moral, intelectual y estético. Urge quitar de las manos de la mujer esas funestas lecturas. Desde niñas se les debe enseñar la falsedad de todo género literario que presenta la vida bajo una fase sola, reducida a un solo punto de vista”.10

La solución pasa por acabar con la ignorancia femenina hecha virtud, de romper el modelo de mujer ignorante o “preciosa” (la pedante que habla sin conocimiento del tema). Hay que formar mujeres cultas, capaces de conocer diferentes 9

PONS ROTGER, Genoveva (1984) Tres años de antaño. Edición de la autora. Bogotá, p. 15 GARCÍA DE CASTRO Y GARCÍA DE CASTRO, Carmen (1906). El Quijote... O.c., pp. 32-33

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puntos de vista, de tener un criterio propio, sin estar sujetas al masculino, sea este el padre, el hermano, el esposo o el confesor. Es por eso que, en sus clases, se habla con naturalidad de temas que afectan de manera especial a las mujeres, como el derecho al divorcio, la maternidad, o el proceso de fecundación y generación humana. Una educación femenina demasiado avanzada, tal vez, para el sector más conservador de la sociedad valenciana para quien el conocimiento del propio cuerpo por las mujeres era escandaloso y pecaminoso. Hombres y mujeres escandalizados por “la desenvoltura con que la Profesora explicaba lo referente a la fecundación y generación humanas, así como que se ayudaba de gráficos en la pizarra, obligando a reproducir los dibujos a las alumnas” (…) “Al explicar en clase las cuestiones que se relacionan con la maternidad, sacrifica toda noción de pudor para decir las cosas crudamente, con la realidad más espantosa y sin tener en cuenta que las niñas de su clase son de educación esmerada y de corta edad” (…) “No solo se contentaba con palabras, sino que trasladaba a la pizarra los gráficos más repugnantes”. Alumnas de 17 años, a punto de ser maestras, no serían precisamente “niñas de corta edad”. La educación esmerada se confunde con la ignorancia de las transformaciones físicas y emocionales que su propio cuerpo está teniendo, y la representación del cuerpo humano es calificada de repugnante y pornográfica. Entendemos ahora porque la Directora, Emilia Ranz, hacía tapar las imágenes que representaban pinturas o esculturas de desnudo, con tiritas de esparadrapo. En resumidas cuentas son temas que provocarán el escándalo de la timorata sociedad valenciana de la época, consiguiendo que, en plena Dictadura de Primo de Rivera, se le abra un expediente, a principios de 1929, aplicándole la ley contra la “difusión de doctrinas perniciosas”. Primo de Rivera había inspirado la Real Orden de 13 de Octubre de 1925

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sobre propagandas antipatrióticas y antisociales, que firmaría Alfonso XIII y que llegaría a convertirse en un instrumento de represión y depuración del profesorado y los intelectuales progresistas. En ella se afirmaba: “los maestros de Escuelas Nacionales y todos los Profesores de la enseñanza pública, por la delicada misión que el Estado les encomienda al entregarles la educación de las nuevas generaciones, deben dar ejemplo paladino de virtudes cívicas dentro y fuera de las aulas y conducir a sus discípulos por la

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“Real orden de 13 de octubre de 1925 sobre propagandas antipatrióticas y antisociales”. Colección de Legislación de Instrucción Primaria. 1925, pp. 569-571.


senda del bien y del orden social, tanto en las lecciones que les transmitan y en las doctrinas que les infundan, como en la vida que ellos mismos practiquen”. Se encomendaba a los Rectores de las Universidades, Directores de centros públicos e Inspectores de enseñanza primaria “que vigilen cuidadosamente acerca de las doctrinas antisociales o contra la unidad de la Patria que pueden ser expuestas por algunos Profesores o Maestros dentro de sus clases”12 Una recomendación que seguiría de manera inmediata el Rector de la Universidad de Valencia, remitiendo al Director de la Normal masculina y, suponemos que a la Directora de la femenina, aunque no hemos encontrado el documento, una carta donde textualmente se puede leer: “llamo la atención de V.S. acerca del más exacto cumplimiento de la R.O. 13 de octubre Gaceta 14, relativa a la parte doctrinal de la enseñanza en la cátedra y en la escuela, debiendo participarnos por el medio más rápido, cuantas irregularidades observe en el centro de su dirección, sin perjuicio de mi visita personal o delegada”13 És en este contexto de control ideológico del profesorado donde se debe ubicar la incoación del expediente administrativo sancionador a Carmen García de Castro, por la Universidad de Valencia14 a instancia del Rector Joaquín Rubio Gómez15 Presidente del Consejo Universitario de Valencia, con la acusación expresa de obligar sus alumnos a leer Gargantua y Pantagruel “con pasajes francamente obscenos (…), así como el lenguaje soez en ella empleado”. El Rector obra como consecuencia de la denuncia que, delante del Gobernador Civil de Valencia, había realizado, en febrero de 1929, Vicente Segoviano Izquierdo, “Comandante 2º Jefe de la Guardia Civil”, padre de una alumna de 3º de Magisterio, con el argumento que consideraba totalmente inadecuada su lectura para una joven, convirtiendo a la profesora en difusora de doctrinas perniciosas. De 12

“Real orden de 13 de octubre de 1925 sobre propagandas antipatrióticas y antisociales”. Colección de Legislación de Instrucción Primaria. 1925, pp. 569-571. 13 Carta del Rector de la Universidad de Valencia al Director de la Normal. 17 de octubre 1925. Correspondència. Entradas. 1925. Escuela Normal Masculina de Valencia. AHUV. 14 Expediente instruido por la Universitat de València en 1929 a la profesora de la Normal de Valencia Dª Carmen García de Castro, por la denuncia de “difundir entre sus alumnas doctrinas perniciosas”. Sección Expedientes. Signatura 996/14. AHUV. El documento íntegro y una introducció y análisis de su contenido ha sido publicado en AGULLÓ DÍAZ, Mª del Carmen (2001), Revista Historia de la Educación. Nº 21. Universidad de Salamanca. Salamanca. Este documento es el único que se conserva de un expediente que tendría que contener, además, las transcripciones de las declaraciones del denunciante y de la denunciada, así como el de las Alumnas de los cursos 3º y 4º de la Escuela Normal, que prestaron testimonio. 15 Catedrático de Derecho romano, Rector de la Universidad desde el 20/VI/1927 a 2/IV/1930. Rector honorario en 1942. Ver MANCEBO, Mª Fernanda (1994) La Universidad de Valencia. De la monarquía a la república (1919-1939). Instituto de Cultura Juan Gil-Albert- Universitat de València. València, p. 380.


manera textual, la acusación es por “haber difundido entre sus discípulas doctrinas perniciosas, al haberlas obligado, dentro del programa de estudios de la asignatura de Pedagogía que impartía en 3º de Magisterio, a la lectura de la obra de Rabelais Gargantúa y Pantagruel”. El juez instructor, Mariano Puigdollers Oliver, catedrático de Derecho Natural, interroga a las alumnas y considera suficientemente probado que la profesora había impuesto de manera obligatoria, la lectura de la obra de Rabelais, “francamente inmoral, obscena y corruptora, en la que se ofende toda la sensibilidad y emplea un lenguaje soez, propio solo de prostíbulo”, y además, les había aconsejado la lectura de novelas, de autores “demoledores del orden familiar, social y moral (...), caracterizados por su impiedad, inmoralidad, y espíritu demoledor y antipatriótico: Rousseau, Tolstoy, Balzac, Zola, Suttner, Wolney (sic)”. Surgen, poco a poco, todos los debates que la profesora había iniciado en clase, que serán incluidos dentro de la acusación de difusión y propaganda de conductas antisociales, por haber atentado contra la moral de las alumnas al explicar la reproducción humana de manera no delicada, por hacer comentarios contra la religión católica, por verter conceptos denigrantes para la Patria, al “manifestar su atraso actual y desvirtuar su grandeza pasada”; por agraviar a la monarquía al hacer mención de la degeneración de las familias reales “debida a la falta de trabajo intelectual” de sus componentes; y por calificar de patriotería los comportamientos de algunas alumnos. El juez instructor considera que estas afirmaciones no se pueden amparar bajo el principio de la libertad de cátedra de la profesora porque esta está condicionada por el derecho a la libertad de conciencia de las alumnos, dentro de la que se incluyen el respeto a los derechos del pudor y la virtud. El juez utiliza, en su argumentación, criterios claramente patriarcales, que conforman una sentencia marcada por la discriminación de género. Por una parte, privilegia la ignorancia frente a la sapiencia cuando esta puede suponer detrimento de la virtud femenina, considerada el valor supremo de la mujer; por otra, ante la colisión entre la autoridad masculina –padre, hermano- y la femenina, representada por la docente, opta por la masculina, a pesar de la preparación específica en la materia de la profesora y la nula del padre, de quien solo se informa que es militar. Mientras la profesora señala la necesidad de la independencia de criterio y de educación integral de las alumnas, futuras docentes, con la imprescindible lectura de gran cantidad de textos


de pensamientos diferentes, e incluso, contrapuestos, el juez argumenta que la variedad de lecturas puede conducir- como es el caso- a la perversidad y la corrupción. La sentencia e, incluso, el desarrollo del proceso, que se puede calificar sin exageración de inquisitorial, nos condensa la lucha secular entre la defensa, por parte de los sectores liberales, de una formación científica y rigurosa del Magisterio femenino, en igualdad de condiciones y conocimientos que sus compañeros hombres, frente a la mantenida por los sectores conservadores para los cuales la pretendida virtud o ignorancia femenina es su bien más preciado, lo que significa su exclusión del conocimiento de diferentes áreas del saber. La sentencia condenatoria dice: 19º CONSIDERANDO, que la libertad de Cátedra ha de entenderse ampliamente en materia pedagógica, por lo cual la Profesora estaba en su derecho de proporcionar a las alumnas aquellas notas tomadas de la obra de Rebeláis, entresacadas, con la discreción y limpieza con que aparecen en los tratados de Historia de la Pedagogía. 20º CONSIDERANDO que al no proceder así y obligar a la adquisición y lectura de obra de tan depravada moralidad, no puede invocar en modo alguno un derecho que no tiene, ni una libertad que estaba condicionada por el derecho de libertad de conciencia de las alumnas, una de cuyas manifestaciones es el derecho al pudor y a la virtud. 21º CONSIDERANDO que esta doctrina que sustentamos es defendida por todos los tratadistas de Derecho Natural, hallándose entre los más eminentes el italiano Rosmini quien considera como atentados al Derecho de personalidad “destruir las buenas disposiciones a la virtud, ya infundiendo en la mente errores funestos a la práctica de ella, ya induciendo en las almas afecciones opuestas a la virtud misma; por lo que esta lesión es un efecto de aquella otra que tiende a privar al hombre de la luz de la verdad, difundiendo en él las tinieblas del error” (Filosofía del Diritto, Diritto individuale, lib. I, cap.VI, p.242); y el racionalista Icilio Van, catedrático que fue de Filosofía del Derecho de la Universidad en Roma, equipara la ofensa al pudor al atentado personal admitiendo para repelerla el empleo de la legítima defensa. (Filosofía del Derecho, 2º, IV, pag.115). 22º CONSIDERANDO que la legislación vigente en España se halla de acuerdo con la doctrina científica; y así la Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857, en su art. 170, al enumerar las causas de separación e inhabilitación del Profesor en el ejercicio de su cargo taxativamente menciona al “que infunde en sus discípulos doctrinas perniciosas”16

En consonancia con la gravedad de los argumentos, la sanción propuesta será la máxima que la legislación y el reglamento permiten, es decir, la separación e inhabilitación para el ejercicio del cargo. El expediente administrativo resuelve que la profesora sea sancionada con la suspensión de empleo y sueldo con efectos retroactivos, desde el 1 de marzo de 1929.

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Sentencia fundamentada en aplicación del artº 170 de la Ley Moyano de 9 de septiembre de 1857 que enumera entre las causas de separación del profesor la de “infundir en sus discípulos doctrinas perniciosas”; en el artº 2º del R.D. de 5 de mayo de 1905, donde se establece que, según la gravedad de la falta cometida se puede llegar a la separación definitiva del servicio, y en la R.O. del Directorio Militar de 13 de octubre de 1925, que dispone la separación para los profesores que transmitan ideas disolventes


Afortunadamente, la caída del régimen primorriverista estaba próxima y casi un año después, el 6 de febrero de 1930, podría reincorporarse a las aulas, mediante la aplicación de la amnistía promulgada por el Gobierno Berenguer.17 Dª Carmen, su sentencia y sus prácticas profesionales se convirtieron en un referente obligado en el marco de la discusión entre los sectores progresistas y los conservadores, traspasando les estrechos límites de la sociedad valenciana y llegando a todo el Estado. Los conservadores, defensores a ultranza de la moralidad femenina, se expresaban en el valenciano Diario de Valencia sin tapujos, dispensando claras amenazas y emplazándola con llevarla a los juzgados si continuaba manteniendo y difundiendo sus ideas liberales. Mientras, la Revista de Pedagogía, la más importante publicación pedagógica española de la época, la felicitaba. Comprobamos, en los textos respectivos, las fobias y filias que provocaba: “La amnistía ha alcanzado a la profesora de Pedagogía de esta Normal señorita García de Castro, expedientada por haber puesto en manos de sus alumnas un libro manifiestamente inmoral. Lo hecho por la señorita García de Castro fue algo tan insólito, que tenemos la absoluta seguridad que no hay ni uno sólo de quienes la defienden que se haya tomado la molestia de conocer la verdadera causa de la suspensión de empleo y sueldo de aquella. No fue una iniciativa de gobierno. Fue una denuncia justificadísima de un honorabilísimo y nada escrupuloso padre de una alumna, indignado al ver que una cátedra del estado quedaba convertida en un centro de corrupción de su hija. Tan es así que, si nos fuera aceptado, no tendríamos inconveniente en invitar a todos los directores de periódicos de Valencia y a todos los presidentes de entidades de nuestra ciudad a una reunión en la que nosotros que los conservamos, daríamos lectura a los párrafos nauseabundos, fomentadores del más brutal asexualismo que en la cátedra de Pedagogía de Valencia fueron entregados a las alumnas en el pasado curso. Si hay uno sólo que se atreva a ponerlos en manos de sus hermanas o de sus hijas, capaces seríamos, porque tenemos conciencia de su virilidad- de jugarnos todos los modestos bienes de fortuna de que disponemos. Tan seguros estamos de que es moralmente imposible que haya un hombre que tal cosa consistiere. Es más, queremos creer que ni la misma profesora sabía quizá lo que a sus alumnas entregaba. Ha venido la amnistía y no tenemos por qué discutirla. Si lo pasado sirve de escarmiento, bendito sea. Pero sepa esa profesora que continuamos como centinelas a la puerta de su cátedra y que en manera alguna consentiremos que el hecho se repita, de tal modo que, si así no fuera, no sería la autoridad académica sino el Juzgado de guardia donde no otros, sino nosotros mismos, nos apresuraríamos a presentar la denuncia correspondiente. Conste así ........ y a todos los efectos.”18

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La resolución definitiva es en octubre de 1929 cuando, de manera oficial el Rector de la Universidad la separa de la docencia. Libro del personal facultativo y administrativo de esta escuela. 1885. AHUV. 18 “La profesora señorita García de Castro”. Diario de Valencia 8 de febrero de 1930. Llama la atención el hecho reiterado de nombrar a la profesora “señorita” cuando era una mujer casada, en un intento de degradar su autoridad femenina.


“Ha sido repuesta en su clase de la Normal de Maestras de Valencia la culta profesora Dª Carmen García de Castro, destituida arbitrariamente por leer a sus alumnas algunos de los pasajes de Rabelais, poco gratos, sin duda, al antiguo régimen” 19

Su reincorporación marca el inicio de su época más fecunda, sobretodo cuando se proclamó la IIª República, por ella deseada y defendida. Será miembro organizador de las Colonias de la FUE, desde 1930; formará parte de varios tribunales de oposiciones, será nombrada Bibliotecaria de la Escuela Normal (1931-1936), vocal del Consejo Provincial de Enseñanza primaria (31/07/1931 a 7/07/1934 cuando será cesada). Y, sobre todo, recuperará su cátedra en la Normal, donde impartiría clases primero en la femenina y, después del decreto republicano de unificación, en régimen coeducativo. La nueva situación política le permitirá continuar desarrollando dentro las aulas la metodología y los presupuestos educativos que la dictadura había intentado sofocar. Así, considera la historia y su enseñanza desde la racionalidad, la que implica la utilización de una metodología activa que permita la transmisión de valores como el pacifismo, la tolerancia y la fraternidad, una constante que había defendido desde su juventud: “Enseñemos, en buena hora, Historia, pero guardándonos de elogiar, como por ahí se hace, las antiguas ideas y los sentimientos primitivos. Pongamos cada cosa en su lugar, es decir, expliquemos las causas de cada hecho sin lanzarnos a esos entusiasmos a que los historiadores se abandonan, y recordemos que no es muy heroico el que se de la muerte quien espera sufrirla entre tormentos o pasar a la condición de esclavo. Demos a los niños noticia de sus antecesores, refiriéndoles su única preocupación, pero hagámosle odiosa esa ocupación brutal y propia de las edades salvajes, no del ser racional en la plenitud de sus facultades. Inclinemos siempre su ánimo a la fraternidad, y así habremos hecho más en favor de la paz universal y del progreso que todos los arbitrajes y confederaciones creados por los hombres, cuya infancia ha transcurrido entre relatos de batallas y de mal entendidos heroísmos”20

Una propuesta de la historia y su didáctica que ampliará al resto de materias que imparte, y que será muy apreciada por sus alumnos, en especial aquellos que habían sufrido profesores tradicionales en cursos anteriores. Pepe Boquet, estudiante miembro de la última promoción del Plan Bergamín, nos explica el gran contraste entre el profesorado de la Normal masculina y la pedagogía activa de Dª Carmen: 19

Revista de Pedagogía, febrero 1930, nº 98, p.94. En la misma página se felicitaba también a José Ortega y Gasset, Fernando de los Ríos, Luis Jiménez Asua, Felipe San Román y Alfonso García Valdecasas, por haber sido reintegrados a les cátedras a las que habían renunciado en la Dictadura. Se lamentaba la revista de la no reincorporación de Miguel de Unamuno ni del Inspector en Jefe de Granada, Fernando Sainz. 20 GARCÍA DE CASTRO, Carmen. “Narración histórica” en La Escuela Moderna, marzo 1905, nº 168.


“Al iniciarse el tercer curso de nuevo tengo algún profesor nuevo para mí, por ejemplo Dª Carmen García de Castro en Pedagogía en cuya asignatura era el polo opuesto de quien siendo profesor de la misma asignatura tuve en el anterior curso D. Galo Recuero. Esta señora era de ideas modernas como si sus estudios los estuviéramos realizando en la Institución Libre de Enseñanza. Nos cautivaba con sus explicaciones, que a veces derivaban en conversaciones ajenas a su asignatura pero que veíamos eficaces para nuestra formación social y humana. (...) ”.21

Puede volver a manifestarse como la mujer moderna, alegre, de mente abierta, que era. Una profesora activa, que potenciaba el diálogo, la crítica, que invitaba al alumnado a la participación, a expresarse en libertad, y poseedora de un envidiable sentido del humor que incluso hemos podido apreciar en el expediente primorriverista cuando se afirma: “que terminadas las vacaciones les dijo la Profesora que sabía que algunas familias se habían molestado por la recomendación de dicho libro (el de Rabelais) con lo cual manifestaban su incultura; pero que en vista de esto, podían sustituirlo por otro, como la Perfecta Casada de Fray Luis de León aún cuando no por eso iban a encontrar novio y cuya lectura no les agradaría tanto como la del “Gargantua y Pantagruel”. Por su Magisterio pasaron Guillermina Medrano, primera concejala del Ayuntamiento de Valencia, Nieves Aparísi, primera mujer miembro de la Diputación provincial de Valencia, José Antonio Uribes, primer diputado del Partido Comunista de Valencia, Enriqueta Agut, activa colaboradora y organizadora de Misiones Pedagógicas... Y tantos otros. Afortunadamente, sus alumnos nos han dejado testimonio escrito de sus recuerdos, incluso en un soporte tan original como los regalos que le hacían a su estimada profesora. Sus antiguos alumnos Mª Rosa Baixauli Giner y Salvador Carbó Sancho le regalaron el libro de Herbert Spencer Los primeros principios de la editorial Prometeo, con la dedicatoria “A la excelsa pedagoga Dª Carmen Garcia de Castro. Reciba este modesto recuerdo como prueba de la gratitud, respeto y cariño que le profesan sus admiradores alumnos. Valencia, 14-6-1932”22 Por otra parte, un alumno y una alumna del Plan profesional nos ayudan a esbozar un completo retrato no solo pedagógico sino humano. Guillermina Medrano, alumna y ciudadana republicana, reconoce su gran valía pedagógica “mujer de gran cultura y verdadera liberal, que no sólo conducía la clase con normas renovadoras sino que compartía con sus alumnos sus experiencias. Conocía extensamente la cultura 21

BOQUET SENA, Pepe (s/d), FUE DE MAGISTERIO. O.c., p. 12 i 15 El libro fue donado por la profesora a la Biblioteca de la Normal, tal y como se aprecia en la inscripción hecha bajo la dedicatoria de los alumnos. El ejemplar se conserva en la Biblioteca de la Escuela Universitaria de Magisterio “Ausiàs March” de Valencia. 22


griega y con frecuencia nos hablaba de sus filósofos”; Bartolomé Florit, alumno católico y de derechas, pone de relieve la inmensa humanidad de su profesora, quien, a pesar de sus profundas discrepancias ideológicas, es capaz de conseguir que pueda cursar, de manera gratuita la carrera, al reconocer su vocación docente: “Tuve amistad con Dª Carmen García de Castro, la que fue para mí, por pura filantropía, una verdadera madre aquí en Valencia. Ella me compró o proporcionó los libros que necesitaba para mis estudios en la Normal y en la Universidad, me buscó clases particulares, trabajó mucho por lo de la beca, me consiguió en fin la matrícula gratuita en la Universidad. Sin querer ser ello una apología en su favor explica claramente la relación frecuente que con ella tuve. Dicha señora no ignoraba que yo había estudiado cuatro años para sacerdote, (circunstancia que no tuve el menor interés en ocultar a nadie), que yo continuaba profundamente religioso y que no compartía sus ideas; pero nunca intentó imponerme sus ideales ni yo tuve que renunciar a los míos. Ante ella, mi actitud fue siempre meramente pasiva, obligado por el interés propio y la gratitud."23

Tolerante, con un gran sentido del humor, culta, de simpatía arrolladora, pacifista, feminista... una auténtica ciudadana republicana, a quien su compromiso pedagógico y social llevará a afiliarse al calificado como partido de los intelectuales: Izquierda Republicana y al sindicato de la FETE, siendo, con María Villén, directora de la Normal, las dos miembros más destacadas entre el profesorado normalista. Y cuando se cree en Valencia la Asociación para la defensa de la Cultura ella mostrará su adhesión.24 Pero la muerte de su hijo, consecuencia de un desgraciado accidente convulsionará su trayectoria vital, aunque continuará ejerciendo durante el período bélico. La guerra no llegará a truncar, ni mucho menos, su tarea pedagógica, pero sí lo hará la derrota republicana. El 21 de abril de 1939, cuando aún no había transcurrido un mes de la entrada de las tropas franquistas en Valencia, el jefe del Servicio Nacional de Enseñanza Primaria remite a la Escuela Normal un telegrama, donde se informa de su acuerdo de suspender, de manera provisional, de empleo y sueldo, a las profesoras de la Escuela Normal, Concepción Tarazaga, María Villén y Carmen García de Castro. El BOE de 14 de enero de 1941 publicaría la definitiva sanción, después del correspondiente dictamen de la Comisión Superior, es decir, separación definitiva del servicio y baja en el escalafón.”25

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Declaración de Bartolomé Florit. Expediente de depuración. Legajo 406. Nº 45. AGA Nota de constitución de la Associación. El Mercantil Valenciano, 23 abril 1963, p. 5 25 Orden de 18 de diciembre de 1940, firmada por el ministro Ibáñez Martín en Madrid el 30 de noviembre de 1940. En la misma orden se sancionaba con idéntica sanción a su compañera de la Normal, Concepción Tarazaga, y con traslado forzoso fuera de la provincia a Rosa Roig, compañera de estudios en Madrid. 24


Detenida y encarcelada, sancionado su esposo por la Cross con traslado a Andalucía, acusado de haber colaborado con el comité de incautación de la empresa por haber continuado trabajando con ellos durante la guerra, establece su domicilio en tierras andaluzas donde intenta trabajar dando clases particulares, aunque nunca pudo sobreponerse a su expulsión y decidiría no ejercer la docencia de carácter privado. Acompañó a su hija Ana a cursar Farmacia en la Universidad de Granada, y trasladó su residencia a Alfara cuando abrió en la localidad valenciana su farmacia. Allí viviría como una vecina más, silenciada y olvidada, en el anonimato que le permitía no estar sometida a las acusaciones de una sociedad que nunca olvidaría su compromiso de mujer ilustrada, librepensadora y republicana. Ana nos confesaba su angustia cuando, al salir todos los días juntas a pasear, alguna persona la reconocía, porque nunca sabía como reaccionarían, si de manera positiva o insultante. Aun así, aquellos que la conocieron en su etapa de profesora y se acercaban a decirle algunas palabras de apoyo le hacían revivir los recuerdos de aquella magnífica profesora que había sido. Pero el silencio era obligado y un largo exilio interior, solo endulzado por la presencia de su hija y la compañía de sus estimados libros, la haría continuar viva. En 1969, a los 83 años, murió sin haber vuelto nunca más a ejercer la docencia. Si su maestra, Suceso Luengo, transmisora de saber como docente y como mujer, se había situado “en una línea reformista-conservadora, imbuída por el catolicismo social y el regeneracionismo, estrechamente conectada con los teóricos de la burguesía, constructores de nuevas realidades, fabricantes de nuevos valores con los que anudar las nacientes formas económico-sociales: pedagogos, positivistas, higienistas, legitimadores del sistema capitalista” 26 a su discípula Carmen García de Castro, hay que ubicarla un paso más allá, en un liberalismo ilustrado, dentro de una sociedad burguesa, no partidaria del cambio revolucionario pero sí de un liberalismo, de un republicanismo que condujera a una sociedad donde los principios de la revolución francesa de libertad, igualdad y fraternidad, fueran los motores de la sociedad. Una sociedad en la que las mujeres empezarían a ser ciudadanas de pleno derecho.

26

BADILLO BAENA, Rosa M. (1992) Feminismo y educación en Málaga. O.c., p. 105


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