Historia de Barriletes

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BARRILETES, VIENTO A FAVOR Verónica Nardín – Juan Casís

Primera aparición Pública de Barriletes (agosto 2001)

Un país desigual: porqué nace Barriletes Paliza. Ese es el término más preciso. Llevábamos más de diez años de neoliberalismo extremo. Aquellos horizontes de cambio con equidad que cargaban de esperanza la salida de la dictadura, parecían un viaje al infinito. ¿Cambio?, sí, muchísimos. Los demonios de aquel general nacionalista que fundó un movimiento

con su

apellido, llegaban a la conducción del Estado de la mano del partido que debía combatirlos: Bunge y Börn, Álvaro Alsogaray con su séquito de impiadosos, la UIA, la Sociedad Rural, las damas de beneficencia que otrora ridiculizaban a la abanderada de los humildes, paseaban por los salones iluminados de la Casa Rosada enseñando a la servidumbre en qué copa va el vino y en cuál el agua. ¿Cambios? Cavallo se reciclaba con una rapidez asombrosa y nos vendía espejitos de colores a precio de deuda externa: ahora era ultra liberal, al rato era "keynesiano", y Mariano Grondona se volvía "progresista". Nos pusieron el moño del riojano innombrable y, como sociedad, lo compramos una y otra vez. Cambió la política y los alineamientos, todo era negocio y muchos no nos dimos cuenta. Suponíamos que el sindicalista defendía al trabajador, que el estatal defendía al Estado, que el sálvese quien pueda sólo era una frase hecha. Muchos intentamos una resistencia obcecada, nutrida de banderas que la mayoría miraba con una mezcla de desprecio y compasión; los partidos políticos tradicionales, pero también los de izquierda y los de la derecha rancia, centrifugaron a quienes circulaban por el carril errado. La sociedad


buscó su razón de ser en el uno a uno y, la solidaridad, trocó por la nueva utopía neoliberal acuñada magistralmente por María Julia: "ser propietario en vez de proletario". Nos dieron una paliza, nos cagaron a palos, nos arrinconaron en mínimos círculos donde aún podíamos hablar de igualdad y justicia sin tener que pedir perdón por la molestia. Pero la calle no era un reality. Argentina acumulaba desocupación al mismo ritmo que agigantaba su deuda con los usureros del mundo; familias enteras eran arrojadas a la intemperie sin siquiera poder convertirse en números estadísticos, porque los índices se forman con consumidores, no con parias. La desesperación marchaba como un río de lava por debajo de una superficie que soportaba la irracionalidad del crédito en mil cuotitas y el todo vale de los negocios que prometían "El dorado", tendiendo una mesa servida para pocos, muy pocos. Los piqueteros -los primeros- los de Cutral-Có, los de Trenque Lauquen, los de Gral Mosconi y Tartagal, no los que hacen ollas populares en puerto madero cuando la tele se enciende, evidenciaron por fin que la cosa se estaba yendo al carajo. La desocupación te mata, te deprime, te repliega, te sustrae de la cadena del consumo, te impide parar para reclamar, te Martina, te desaparece.

BARRILETES encontró su nombre

Jornada de armado de la revista (antigua sede de calle Perú 214) y algunos vendedores en el año 2002)


Algo de todo esto nos dolía en el alma y en el cuerpo cuando decidimos poner manos a la obra. Barriletes nace cuando decidimos plantear una apelación ideológica al modelo neoliberal, sin importarnos la indiferencia social, y también cuando abandonamos la parálisis a que te somete el desafío imposible de cambiar el mundo por completo, para abordar desde nuestro saber y compromiso la urgencia de nuestros hermanos más desprotegidos: los niños y los desocupados. Este fue, en nuestra visión, el motor de la creación. Darnos cuenta que la urgencia no podía seguir en espera, creer que teníamos en nuestras manos un conocimiento y una herramienta posible para resolver lo concreto; desoír totalmente el irónico mensaje que afirmaba que ninguna acción sirve si no es para tomar el poder y cambiar el sistema. Asumir un acuerdo persona a persona: yo me comprometo con vos, gurisa, gurí, mamá, padre, desocupada y desocupado; yo te garantizo mi laburo solidario que solamente depende de mi voluntad y de mi esfuerzo. Contá conmigo, sin darme nada, sin creerme nada, sin depender de nada. Nunca, desde aquellos días de mayo de 2001 en que pusimos en papel las primeras líneas de esta utopía, una sola duda pudo atravesarse en el camino de la realización. Barriletes no tenía nombre, no tenía equipo, no tenía recursos, no tenía local ni aún beneficiarios, pero ya existía como una idea imparable en nuestras cabezas. Algo de este convencimiento debió influir en todo lo que vino después. El 4 de junio nos reunimos con alguna gente amiga y probamos

la idea

en

público. En los días siguientes nos reunimos con APUC (Asociación de Profesionales Universitarios de la Comunicación) quien designó a Juan Martín Basgall para integrarse al proyecto. Claudia Vuconich, entonces directora de la Casa Hogar Chicos de la Calle nos brindó enteramente su colaboración y tres educadores de la institución (Ernesto Vich, Antonio Cosentino y Javier Rodríguez) se acercaron para transmitir su experiencia y hacer la conexión necesaria con quienes serían los primeros vendedores de la revista. Hasta nuestros hijos Paula y Nazareno Casís y Sabrina Vidal quisieron vivir desde adentro esta aventura naciente. Al poco tiempo la oficina que, solidariamente, la Asociación Judicial de Entre Ríos había puesto a disposición para nuestras reuniones, quedó chica frente al número de colaboradores que se fueron sumando. Al grupo inicial integrado además por Alfredo García y Alfredo Caíno se integraron Maby


García y Lorena Fernández (trabajadoras sociales), Silvina Basgall y Antonella Cerini (estudiantes de Ciencias de la Educación), Noralí Moreyra y Romina Follonier (estudiantes de Comunicación Social), Diego "Paco" Vásquez, nuestro humorista de siempre, Mario Milocco en ilustraciones y diseño gráfico, Elisa Sarrot con su sección literaria, Rubén Camiolo en producción de recursos, y mucha gente valiosa que se sumó en estos siete años dejando su huella en la construcción colectiva de Barriletes. La sociedad paranaense no quedó al margen: los primeros 1.000 ejemplares del número "cero" volaron en pocos días; en las siguientes ediciones duplicamos y triplicamos esta cifra, llegando a imprimir casi cinco mil ejemplares en momentos pico. El comercio y los profesionales también respondieron y la publicidad pudo constituirse en uno de los pilares de la independencia económica del proyecto. TRANSFORMACIONES El calendario nos trajo más que pelo blanco y dolores de hueso. Recordamos lo vivido, hacemos memoria. Al lado nuestro, la realidad es más dolorosa: hay mucho discurso, hay mucho plan vacío, hay mucho slogan. Nos asomamos al tapial de la casa de los “dueños” y siguen comiendo en la mesa con casi los mismos invitados mientras al lado, codo a codo, nos volvemos a encontrar con las compañeras que paran la olla de un hogar sin esperanzas, los compañeros denigrados por la limosna de un mendrugo conseguido sobre el bondi rumbo a un acto, a los chicos habitantes del semáforo que sólo juegan a imaginar cómo será la alegría. Parece que las cosas buenas que ocurren, los avances en políticas de derechos humanos y copo más, son cobija corta para tapar el hambre y el frío de la desesperanza.


Integrantes de algunos equipos de trabajo de Barriletes en distintas etapas

Pero igual estamos. La Barriletes que imaginamos y vimos nacer como una alternativa laboral de alta rentabilidad para jóvenes y adolescentes, se consolidó con el tiempo. Desde hace más de 100 meses, los primeros días del mes, vendedores de la revista recorren un espinel encarnado en solidaridad llevando un mensaje de tinta y papel a cambio de la dignidad que sólo puede otorgar el pan ganado con lomo propio. Algo cambió. Barriletes tiene en sus venas el gen de la creación permanente y hoy, casi con vida propia, se transforma a sí mismo para concretar otros derechos. El aula está en todos lados, repite a cada paso el compañero Ernesto Vich. Barriletes es un aula y es un trocito concreto de la vida de más de quinientas personas, niños, jóvenes y mayores que, directa o indirectamente, participan de la concreción de sus derechos a través de prácticas de educación no formal. No habrá oportunidades sin educación y sin trabajo, no habrá derechos sin conocimiento, no habrá dignidad sin autoestima, no habrá desarrollo personal sin identidad. Los y las gurises y mayores que, aún sin ser necesariamente vendedores de la revista, cada día participan de los talleres y espacios lúdicoartísticos que enriquecen la vida de nuestra institución, nos enseñan día a día, desde la dura experiencia de su historia, que todavía hay mucho por hacer. Sólo somos las primeras e incompletas páginas de un libro que comenzó a escribirse en el 2001; somos complemento de necesidades, caminos, puentes hacia derechos declamados y nunca concretados. Barriletes fue la utopía de unos pocos amigos, fue la invitación a volar, fue la oportunidad que quería remontar. Hoy trabajamos para no permitir nunca más la estafa de la promesa incumplida y la mentira del "todavía no es posible". Lo que vemos a diario, lo


que aprendemos en este espacio de solidaridad concreta, nos posiciona sin dudarlo: estamos del lado del que exige, del que necesita, del que no llega a engrosar las estadísticas de la macroeconomía, porque le va la vida en la espera de soluciones que no llegan. Para ellos-nosotros, si crece Barriletes, crecen los derechos, raíces de un futuro alcanzable.

Tapa Revista Barriletes Nº 0 (agosto 2001) y Nº 100 (Enero 2010)

Talleres


Barripamento en balneario Monte Verde (2009) y los ni帽os jugando en el galp贸n

Algunos vendedores y miembros del equipo de Barriletes (2009)


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