LA TEMIBLE ENEMIGA

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LA TEMIDA ENEMIGA. Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, una reina a la que le gustaba sentirse poderosa y necesitaba que los demás la admiraran por ser “poderosa”, así que estaba rodeada de un montón de cortesanos y sirvientes a quienes preguntar si él era el más poderoso del reino. Invariablemente todos le decían lo mismo: _Alteza, eres muy poderosa, pero tú sabes que la maga tiene un poder que nadie más posee: ella conoce el futuro. _ le decía uno. _Majestad, tu tienes mucho poder... pero la maga puede leer el futuro. _ comentaba otro. _Alteza real eres poderosísima, sin embargo la maga sabe lo que va a ocurrir antes de que suceda. _le confesaba el siguiente. _¡Oh! Amadísima reina, tu poder es inmenso y todo el reino lo sabe. Pero nuestra maga es muy sabia y conoce el porvenir. _ repetía uno más La reina estaba muy celosa de la maga porque tenía fama de mujer buena y generosa y el pueblo entero la amaba y admiraba. No sentían lo mismo por la reina pues, quizás porque necesitaba demostrar que era ella quien mandaba, la reina no era justa ni mucho menos bondadosa. Un día, cansada de que la gente le contara todas las maravillas de la maga y por la envidia que sentía, la reina tramó un plan: _ Organizaré una gran fiesta y la invitaré. Delante de todos le preguntaré si es cierto que sabe leer el futuro. Hay dos posibilidades: que me diga que no. Y entonces decepcionará a todos los que le admiran... o que me diga que si. ¡Estoy seguro que será ésto lo que responda! Estupendo, porque a continuación le pediré que me diga la fecha de su muerte y, responda lo que responda, sacaré mi espada y la mataré en ese mismo instante. Así conseguiré deshacerme de mi enemiga para siempre y demostraré que no sabía leer el futuro. Los preparativos se iniciaron enseguida, y muy pronto llegó el día del festejo. Después de la cena y del gran baile, la reina mandó llamar a la maga al centro de la sala y ante todos le preguntó: _ ¿Es cierto que puedes leer el futuro?


_ Un poco – dijo la maga. _ ¿Y puedes leer tu propio futuro?_ preguntó la reina. _ Un poco – respondió la maga. _ Entonces quiero que me des una prueba, ¿qué día morirás?, ¿cuál es la fecha de tu muerte? La maga se sonrió, la miró a los ojos y no contestó. _ ¿Qué pasa maga?, ¿no lo sabes? pero… ¿no eras tú la que sabía ver el futuro? _ No es eso - dijo la maga – pero lo que sé, no me animo a decírtelo. _ ¿Cómo que no te animas?… Yo soy tu soberana y te ordeno que me lo digas. Debes de comprender que es muy importante para una reina saber cuándo va a perder a los personajes más eminentes de su reino… Contéstame ya, ¿cuándo morirá la maga del reino? Después de un tenso silencio, la maga la miró y dijo: _ Majestad, no puedo precisar la fecha, pero sé que al maga morirá exactamente un día antes que la reina. Un murmullo corrió entre los invitados. La reina siempre había dicho que no creía en las adivinaciones, pero... no se animó a matar a la maga. _ Alteza, te has puesto pálida. ¿Qué te sucede? – preguntó la invitada. _ Me siento mal, voy a retirarme a mi cuarto, te agradezco que hayas venido a mi fiesta. Y, confusa, giró y se encaminó a sus habitaciones. La predicción no podía ser cierta, pero… ¿y si lo fuera?… Sería terrible que a la maga le pasara algo de camino a su casa. Así que el rey volvió sobre sus pasos, y dijo en voz alta: _ Maga, eres famosa en todo el reino por tu sabiduría, te ruego que pases esta noche en el palacio pues, mañana debo consultarte sobre algunas cuestiones importantes. _ ¡Majestad!. Será un gran honor… – dijo la invitada con una reverencia.


Durante esa noche la reina no pudo conciliar el sueño. Estaba preocupada, qué pasaría si a la maga le hubiese sentado mal la cena, o si le ocurriese un accidente, o si... decidió convencerla para que se quedase en el palacio unos días más para que le asesorara en el gobierno del reino. De esta manera se aseguraba de que a la maga no le pasara nada malo. No pasó mucho tiempo antes de que la reina se diera cuenta de que los consejos de la maga eran siempre acertados. Pasaron meses y luego años y, poco a poco, la reina fue volviéndose más y más justa, ya no era autoritaria y dejó de necesitar demostrar su poder. Sucedió, entonces, que el pueblo empezó a quererla y la reina y la maga llegaron a hacerse excelentes amigas. Un día, después de muchos años de aquella gran fiesta, la reina recordó el plan que había tramado para matar a la maga y se dio cuenta de que ya no podía mantener ese secreto sin sentirse hipócrita; decidió sincerarse con su amiga y le dijo: _ Hermana, tengo algo que contarte que me oprime el pecho. _ Dímelo amiga y alivia tu corazón. _ Aquella noche, yo planeaba matarte porque quería acabar para siempre con tu fama de adivina. Te odiaba porque todos te amaban… Estoy tan avergonzada… Ahora que somos amigas, me aterra pensar en todo lo que habría perdido si te hubiese matado. La maga la miró y le dijo: – Has tardado mucho tiempo en poder decírmelo y me alegra que lo hayas hecho, porque así puedo contarte que ya lo sabía. Cuando me hiciste la pregunta bajaste tu mano hacia la espada ¡no hacía falta ser adivino! Pero yo también te mentí, te confieso que inventé esa absurda historia de mi muerte antes de la tuya para darte una lección. Tu muerte, querida amiga, llegará justo, justo el día de tu muerte, y ni un minuto antes. Yo estoy vieja y, seguramente, mi hora se acerca. Pero no hay ninguna razón para pensar que tu muerte está atada a la mía. Son nuestras vidas las que se han ligado. La reina y la maga se abrazaron y brindaron por la amistad y la confianza que las unía. Cuenta la leyenda que... esa misma noche… la maga… murió durante el sueño.


La reina lloró desconsoladamente la pérdida de su amiga. También cuenta la leyenda… que a la noche siguiente, después del entierro de la maga, la reina murió en su lecho mientras dormía… quizás por casualidad… quizás de dolor…

C. P. “EL LLORÉU” curso 2011/2012.


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