Libros norteamericanos

Alberto Arufe Varela – Jesús Martínez Girón

c a PÍ tulo t ercero l os libros sobre Jueces de la c orte su Prema de los e stados unidos, actuantes en el Per Íodo 1888-1930

B) Biografías de los Jueces Presidentes del período; en especial, las del Juez Presidente William H . taft o «The builder» (1921-1930)

C) Biografías de otros Jueces significativos del período . . . . .

a) David J . Brewer o «The lucky missing » (1890-1910)

Oliver W hol M es, Jr o «The great dissenter » (1902-1932)

c) Louis D . Brandeis o «The master of both microscope and telescope » (1916-1939)

c a PÍ tulo c uarto. l os libros sobre Jueces de la c orte su Prema de los e stados unidos, actuantes en el Per Íodo 1930-1953 .

a) Thurgood M arshall o « Shuffling through dixie » (1967-1991)

b) Harry BlaC k M un o «The third man » (1970-1994)

c) Lewis F . Powell , Jr . o « A virginian, moderate conservative »

d) John Paul stevens o «The lone ranger » (1975-2010)

e) Sandra D . o’C onnor o «The FWOTSC » (1981-2006)

c a PÍ tulo sé P timo. l os libros sobre Jueces de la c orte su Prema de los e stados unidos, actuantes en el Per Íodo

B)

del Juez Presidente William H rehnquist o «The

PÍ tulo o ctavo. l os libros sobre los ayudantes J ur Í dicos históricos de los Jueces de la c orte su Prema de los e stados unidos

c

A) La singularidad del género norteamericano de los libros sobre ayudantes jurídicos de los Jueces de la Corte Suprema de los Estados

B) Los ayudantes jurídicos de récord en la historia de la Corte Suprema de los Estados Unidos

B) El programa del Juez Clarence thoMas sobre la revisión por la «corte Roberts» de precedentes revocables

P rólogo

El profesor Manuel Alonso Olea, Maestro común, sigue siendo recordado y admirado —como merece— por la doctrina científica laboralista española actual Lo prueba inequívocamente este libro de los profesores coruñeses Alberto Arufe Varela y Jesús Martínez Girón, en el que el protagonista es don Manuel, aunque con un protagonismo insólito, que estoy segura de que al Maestro le haría sonreír El subtítulo del libro («Por la senda de los Estados Unidos en sus libros») resultaría incomprensible sin el profesor Alonso Olea, que fue autor en su día de dos libros evocados en el mismo (en concreto, Los Estados Unidos en sus libros, de 1967, y Nuevos libros sobre los Estados Unidos, de 1970, libros que no agotaron su producción sobre los Estados Unidos, consecuencia de sus estancias de ampliación de estudios e investigación en las Universidades de Columbia y de Berkeley y de su asombrosa capacidad selectiva de libros importantes, llamados a permanecer en el debate cultural por su capacidad de influencia doctrinal), quizá menos conocidos que otros de la inmensa obra científica que nos dejó, y que —según los autores— abrieron una senda, desconocida en el erial intelectual patrio de aquellos años, por la que ellos han querido transitar Esa senda la identifica el título de la obra (Los libros norteamericanos sobre los Jueces de la Corte Suprema de los Estados Unidos ), íntimamente conectada asimismo con el Maestro común . En 2010, la editorial Civitas publicaría Los Estados Unidos en sus libros, en el que su hijo Ricardo Alonso García articula una acertada síntesis de Los Estados Unidos en sus libros y Nuevos libros sobre los Estados Unidos del Maestro, mostrando, cuarenta años después, su penetrante talento analítico de aquella realidad social estadounidense a través de sus libros, su permanente útil de trabajo como lector infatigable que era

En efecto, Los libros norteamericanos sobre los Jueces de la Corte Suprema de los Estados Unidos son libros biográficos y, en menor medida, autobiográficos sobre personalidades norteamericanas, que tienen un común denominador claro, rotundo y difícil de encontrar, pero que también coincide con la experiencia vital del profesor Alonso Olea, quien fue durante muchos años Presidente del Tribunal Central de Trabajo, contribuyendo con su liderazgo en dicho Tribunal

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—que compaginaba con su cátedra, al igual que muchos de los biografiados por nuestros dos autores (por ejemplo, el Juez Joseph Story, catedrático de la Universidad de Harvard, o el Juez Félix Frankfurter, asimismo catedrático en la citada Universidad; o la Jueza Ruth Joan Bader Ginsburg, de la que con tan merecida admiración escriben los profesores Martínez Girón y Arufe Varela, quien también fue catedrática en las Universidades Rutgers y de Columbia) a «normalizar» y «judicializar» la jurisdicción de trabajo y a consolidar una doctrina judicial de gran autoridad sobre el Derecho español del Trabajo y de la Seguridad Social, especialmente sobre el Derecho colectivo Todo esto se encuentra implícito en el título y en el subtítulo de este libro, repito, que tanto me complace prologar Pero se hace explícito en su introducción, donde los autores se pronuncian sin reservas acerca de que el profesor Alonso Olea ha sido la clave que permite comprender todo su libro (literalmente, «don Manuel Alonso Olea, más que un pretexto») .

Dicen los autores que el género de la literatura relativo a libros biográficos sobre Jueces y Jueces Presidentes del más alto tribunal de un país es típico de la literatura jurídica norteamericana —en absoluto, de la europea—, y eso es cierto y, a la vez, injusto . Centrándome en la posición de Juez Presidente del Tribunal Central, como lo fue el profesor Alonso Olea, la ausencia de biografías sobre dicha faceta vital y profesional crea un vacío, que no pueden llenar las biografías sobre otras facetas profesionales del Juez Presidente en cuestión (señaladamente, sobre la docencia e investigación desplegada en sus cátedras), dado que la docencia y la investigación del más alto nivel son una cosa, mientras que la actividad jurisdiccional, con todas las cargas y sacrificios que la misma comporta, juega en un mundo distinto del mundo académico, donde —como ponen de relieve nuestros autores coruñeses— hay que tratar estrechamente con otros pares, que tienen sus personalidades y sus propios egos (lo subrayan los profesores Arufe Varela y Martínez Girón al recordar que los libros norteamericanos que estudian califican a los Jueces y Jueces Presidentes de la Corte Suprema de los Estados Unidos como «escorpiones», eso sí, encerrados «en una botella»), con los que hay que contemporizar y, en el supuesto de un Magistrado Presidente, necesariamente hay que engrasar los mecanismos de las deliberaciones y crear consensos interpretativos . Se agradece, por ello, que nuestros dos autores hayan pretendido colmar a su modo el hueco biográfico que había en la vida y en la obra del Maestro común, trayendo a colación no sólo normas, ahora olvidadas, reguladoras de la posición de la presidencia del Tribunal Central de Trabajo, sino también testimonios de cómo se comportaba don Manuel ejerciéndola (a partir de este libro, vuelven a estar colocados donde merecen los famosos «plenillos» de don Manuel, orientados a crear esa doctrina judicial de autoridad por la consistencia de la argumentación jurídica, resultando insuperable, como en todo, nuestro Maestro común) Viene aquí la referencia de los autores al Juez Presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos hasta su fallecimiento en 1835, John Marshall, a quien el mundo judicial norteamericano debe haber puesto fin al anacrónico uso jurídico inglés del seriatim, precisamente porque el famosísimo Juez Marshall (todos somos deudores, además, de su

doctrina sobre la « judicial review», formalizada en 1803 en el caso Marbury v. Madison) buscaba crear acuerdos con los otros Jueces que componían la Corte Suprema de Estados Unidos No se agota aquí la conexión entre el Maestro Alonso Olea y los libros biográficos sobre Jueces y Jueces Presidentes de la Corte Suprema de los Estados Unidos, que con tanta amenidad y tanto rigor han estudiado nuestros dos autores, tras reunir, ordenar y sacarles su partido a los libros norteamericanos en cuestión .

Fui la primera discípula catedrática del profesor Alonso Olea (y la primera Presidenta de nuestro Tribunal Constitucional, condición que, muy a mi pesar, el Maestro no pudo ver), y recuerdo perfectamente lo que el Maestro pensaba, considerando emblemática la fecha del año 2000, acerca de que el siglo xxi acabaría siendo el siglo de las mujeres, habiendo sido el acceso masivo de las mujeres al trabajo el fenómeno social más significativo del siglo xx y el sexo femenino y la etnia las causas de discriminación más atroces . Hay reflexiones contundentes sobre ello en las páginas de su insuperable Introducción del Derecho del Trabajo, en su 6ª edición de 2002, publicada un año antes de su fallecimiento Es evidente que el estudio de las biografías de Jueces y Jueces Presidentes de la Corte Suprema de los Estados Unidos, que realizan los profesores Arufe Varela y Martínez Girón, desde el Capítulo Primero de su obra hasta el Octavo y último, hace justicia a la presencia de las mujeres en el mundo jurídico norteamericano (y de paso, al feminismo jurídico de todo el mundo occidental), pues una línea estructuradora de esos ocho Capítulos son las juristas mujeres con las que los Jueces y Jueces Presidentes de la Corte Suprema se relacionaron (en ocasiones, ciertamente a su pesar), precisamente —aquí está la singularidad del punto de conexión— porque eran varones, y no mujeres . En esto, el libro que prologo es extraordinariamente explícito y acaba resultando ser una exposición de feminismo jurídico, pues está relatado por nuestros dos autores coruñeses al hilo de mujeres concretas, de carne y hueso, con sus nombres y apellidos . Algunas de ellas fueron pioneras y heroínas, como Myra Bradwell, a quien una mayoría de Jueces varones de la Corte Suprema de los Estados Unidos negó, en 1873, la posibilidad de colegiarse como abogada y de poder actuar en defensa de sus clientes, como ella quería, ante las Cortes de Derecho común norteamericanas, incluida la Corte Suprema de los Estados Unidos . O como Mabel Walker Willebrandt, Fiscal de éxito durante la vigencia de la llamada «ley seca», a quien la más alta autoridad de la Nación no le permitió acceder a la posición de Fiscal General de los Estados Unidos, a pesar de que, en aquel momento, nadie se encontraba en mejor lugar que ella —tras haber tenido que lidiar con muchos Jueces federales varones, y con sus prejuicios masculinos— para ocupar esa altísima posición . O también, Sarah T . Hughes, jurista extraordinaria y pionera en su época, que tuvo que desempeñar el papel de Juez Presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos, que era entonces un varón ausente y lejano (eso sí, de nuevo a su pesar), tomándole en el Air Force One el juramento al Presidente Johnson, tras el asesinato en 1963 del Presidente Kennedy . Y por supuesto, Ruth B . Ginsburg —tan admirada por nuestros dos profesores y por mí—, segunda mujer nombrada Jueza de la Corte Suprema de los Estados Unidos

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en 1993 (posición vitalicia, como la de todos los Jueces de la Corte, que desempeñó con absoluta brillantez hasta su fallecimiento en 2020, a los 87 años de edad), sin cuyas aportaciones decisivas a la jurisprudencia de la Corte Suprema (especialmente, en materia de «judicial review») no cabría reconocer el Derecho norteamericano antidiscriminatorio por razón de sexo, tal y como quedó configurado gracias a sus aportaciones Al final, el libro arroja la otra cara de la imagen, la de la realidad de discriminación de las mujeres en el mundo jurídico . El profesor Manuel Alonso Olea, como es notorio, era por encima de todo laboralista, y lo demostró cumplidamente, entre otros varios aspectos de su vida ejemplar, ejerciendo también la presidencia del Tribunal Central de Trabajo, durante casi tres lustros . A pesar de que la Corte Suprema de los Estados Unidos carece de todo tipo de especialización por razón de la materia litigada ante ella, la línea estructuradora del laboralismo también resulta perceptible en este libro, al hilo siempre de las biografías de Jueces y Jueces Presidentes de dicha Corte, cuyo análisis han realizado nuestros dos profesores coruñeses . Esta otra línea queda contundentemente trazada, por ejemplo, al tratar del ya citado Juez y catedrático Felix Frankfurter, poniendo de relieve el libro que prologo que fue, antes de llegar a Juez, autor de una famosa monografía publicada en los años treinta del siglo pasado, precisamente sobre las medidas cautelares laborales, que llamó incluso la atención del profesor Alonso Olea cuando, en 1953, publicó su tesis doctoral sobre La configuración de los sindicatos norteamericanos (en la que abordó el tema de la « labor injunction », título principal del libro norteamericano en cuestión) También la subrayan nuestros dos autores al tratar de la biografía del Juez Goldberg, quien fue antes un famosísimo abogado norteamericano laboralista, con intervención decisiva en los tres casos decididos por la Corte Suprema de los Estados Unidos en 1960, y luego conocidos con el nombre de la «trilogía del acero», que cerraron de algún modo el tema —que todavía permanece abierto en España— de la solución de conflictos individuales de trabajo con mecanismos extrajudiciales . Y por supuesto, la Jueza Ginsburg, icono del feminismo jurídico norteamericano para nuestros dos profesores, acerca de la que estudian un conocidísimo caso suyo decidido por la Corte Suprema de los Estados Unidos en 2002, en el que dicha Jueza (con un claro sentido de la justicia social) impuso límites a los honorarios que los abogados norteamericanos facturaban a clientes tan poco sofisticados, pero tan importantes y tan necesitados de protección en los Estados Unidos (como en la generalidad de los países que las reconocen), como son los demandantes de prestaciones públicas de seguridad social .

Feminismo y laboralismo son las dos líneas maestras que nuestros autores coruñeses han sabido resaltar, entre otras líneas estructuradoras (como también, por ejemplo, la del puritanismo o la de la obsesión por la seguridad, tan típicamente norteamericanas), analizando decenas de biografías y autobiografías de Jueces y Jueces Presidentes de la Corte Suprema de los Estados Unidos Todos ellos, sin excepción, aparecen mencionados en la obra, bastando recordar —para caer en la cuenta de la magnitud de su empeño— que han sido diecisiete Jueces Presidentes, así como que en sus respectivas «cortes» sirvieron —en su conjun-

to— casi un centenar de Jueces, asimismo mencionados todos nominalmente . El epílogo de la obra, que vehementemente animo a leer, es un epítome de todo lo tratado, aunque ya no sea historia, pues está centrado en el análisis prospectivo de lo que podría llegar a ser la Corte Suprema actual de los Estados Unidos, presidida por el Juez John G . Roberts, Jr . y en la que figuran cuatro importantes y muy significativas mujeres (Sonia M Sotomayor, Elena Kagan, Amy C Barrett y Ketanji Brown Jackson; Elena Kagan y Amy C . Barrett, por cierto, catedráticas de universidad), cuyas polémicas decisiones más recientes, en temas sustanciales como el aborto, la llevanza de armas de fuego, la financiación pública de escuelas religiosas, la manifestación pública por funcionarios públicos de sus convicciones religiosas, la limitación del poder presidencial de reducción de la emisión de gases de efecto invernadero o la discriminación positiva, han marcado su claro carácter involucionista y han dejado muy atrás, más en momentos de cambio global social, económico y político imparable, importantes decisiones anteriores de la Corte, en las que se habían mirado las jurisdicciones constitucionales de todo el mundo

La impresión de que se trata de un libro «acabado» es total, posibilitando los cuidadosos índices tópico y onomástico que contiene (el onomástico acumula nombres y más nombres de mujeres norteamericanas jurídica y judicialmente significativas) una lectura verdaderamente transversal del mismo Esta obra ha sido redactada por sólo dos autores con el apoyo de una estancia de investigación en los Estados Unidos, lo que sorprende y admira, pues, por el gran trabajo que acumula, podría muy bien haber exigido la dedicación de muchos investigadores Evidentemente, en un libro (y más, en un libro jurídico) la coautoría es una cosa, mientras que la autoría individual del mismo es otra, usualmente distinta . Ahora bien, por excepción, me atrevería a afirmar que, si un caso de autoría de dos debe equivaler a la plena autoría individual, a todos los efectos y desde todos los puntos de vista sobre los que dicho asunto pueda observarse (por el trabajo y esfuerzo conjunto acumulados, así como por la impecable unidad de la obra y de ejecución armoniosa de la misma, caminando juntos por la senda innovadora trazada en su día por el profesor Alonso Olea), sería justamente el de este libro . Un libro, según me dijeron sus autores, con cuya escritura disfrutaron . Sin la menor duda, por haberlo hecho en expresión de homenaje y reconocimiento a Los Estados Unidos en sus libros y Nuevos libros sobre los Estados Unidos, escritos por el Maestro Alonso Olea para aportar y transmitir pioneramente a nuestra literatura, encerrada en nuestras fronteras, una visión sociológica de la realidad norteamericana de aquella época y dar cauce a su preocupación permanente, que marcó su vida, por el significado del hecho social del trabajo a partir de la cuidada y rigurosa selección bibliográfica que le caracterizaba .

María Emilia Casas Baamonde

Catedrática

de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social Universidad Complutense de Madrid Presidenta Emérita del Tribunal Constitucional