Misericordia: amor y perdón

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Palabra del Obispo

Los grandes retos de México: pobreza de la mayoría, desesperanza de los jóvenes y desprecio por las leyes (Domingo 14 de Abril de 2013) † Alberto Suárez Inda, Arzobispo de Morelia Desde la Asamblea Plenaria del Episcopado Mexicano, en Cuautitlán, Izcalli, envío este breve mensaje y un saludo afectuoso a toda la comunidad cristiana que peregrina en la Arquidiócesis de Morelia. Como es ya tradición, nos reunimos en la segunda semana del tiempo pascual; en esta ocasión estamos 120 obispos presentes. Cada asamblea es una experiencia muy intensa al compartir en la amistad y en la fe lo que cada uno trae cargando en sus hombros y en su corazón: las preocupaciones, y también los gozos y esperanzas de su respectiva diócesis. Al señalar el objetivo y programar las actividades de las distintas comisiones para este trienio 2012-2015, nos ha inspirado y motivado fuertemente el llamado del Papa Francisco, que nos urge a salir de un peligroso ensimismamiento, que tanto daño puede hacer a la Iglesia, hacia la realidad de un mundo que sufre y que espera que nosotros le llevemos el Evangelio. El Cardenal Robles, Arzobispo de Guadalajara y Presidente de la Conferencia Episcopal, nos decía en el mensaje inaugural: “La Iglesia y México esperan de nosotros una respuesta evangélica, clara, decidida, audaz, una respuesta que brote de un discernimiento pastoral de la realidad para transformarla con la fuerza del Evangelio”. Fue también muy cuestionante la presentación que tres laicos católicos nos hicieron con notable franqueza de los retos que hoy se nos presentan: la pobreza lacerante en que vive la mayoría de los mexicanos, la desesperanza de los jóvenes ante la falta de oportunidades, el desprecio generalizado por las leyes, una democracia que no ha garantizado el ejercicio de un buen gobierno. Por otro lado, estos mismos panelistas nos hicieron ver que el lenguaje que usamos los eclesiásticos es muy poco significativo para las nuevas generaciones; que es notable la ausencia del mensaje cristiano en las redes sociales; que avanza la mentalidad secularista en los mismos católicos, y que es muy limitada la participación de los laicos en las decisiones al interior de la Iglesia. Sin embargo, se reconoce el gran capital de la Iglesia, su credibilidad, que es preciso aprovechar al máximo ante una sociedad hambrienta de sentido. Lo importante es que renovemos y mantengamos la confianza en Dios que sigue actuando en el mundo. Con un


testimonio coherente y humilde, hagamos de nuestra vida y trabajo pastoral una respuesta a lo que Dios mismo nos pide al llamarnos y enviarnos como discĂ­pulos misioneros.


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