Hoja dominical

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A los cuatro vientos Domingo II de Pascua o de la Divina Misericordia 4 de Abril de 2010 Suplemento de Full dominical

Un amor que es misericordia uestra consideración de las diversas virtudes nos conduce hoy hasta la caridad; la última en nuestro recorrido, pero la primera de todas en importancia, como recuerda san Pablo cuando nos dice que en el cielo la fe y la esperanza ya no nos harán falta y tan sólo quedará la caridad. No nos sorprende esa afirmación puesto que san Juan también nos ha dicho que la esencia de Dios es el amor: Deus caritas est.

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No es difícil saber qué es la caridad, el amor, puesto que Jesús mismo lo explica cuando le preguntan sobre el primero de los mandamientos: la caridad es la virtud teologal mediante la cual amamos a Dios por encima de todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. De la caridad Jesús hace el mandato nuevo, la plenitud de la Ley. Es el vínculo de la perfección como escribe Pablo a los de Colosas y el fundamento de las otras virtudes, a las que anima, inspira y ordena: sin ella yo no seria nada y nada me serviría, tal y como leemos en el precioso himno de la caridad de la primera carta a los de Corinto. Parece que a san Pablo, a san Juan y a todos cuantos han intentado explicar la caridad les falten las palabras. San Agustín llegó a escribir aquello tan conocido, y que es necesario entender bien, de “ama y haz lo que quieras”. Si amas de verdad, si tu libertad se orienta hacia el bien, si la recta razón gobierna tus decisiones, no necesitas nada más.

La caridad es la sustancia de la santificación pero es también la esencia de Dios. En este segundo domingo de Pascua celebramos, desde el año 2002 cuando la instituyó Juan Pablo II, la fiesta de la Divina Misericordia, que nos ilumina sobre un aspecto esencial del amor divino: Dios vuelca su amor sobre nosotros en forma de misericordia, es decir, como amor que perdona. Basta con que nos acerquemos con confianza a esa maravilla que nos ha de admirar siempre más. Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva y no quiere otra cosa que acudamos a Él de esta manera: Jesús en vos confío.

milenio. ¡Cuán enorme necesidad tenemos en nuestro mundo de esta misericordia! En las familias, en el trabajo, en la sociedad entera falta el bálsamo del amor que perdona y que comprende. Solamente acercándonos al amor misericordioso de Dios Padre, que Jesús nos ha ganado en la cruz, podremos ser nosotros mensajeros de este amor entre todos los hombres y mujeres.

Juan Pablo II quería, y así lo expresó, que el mensaje de la misericordia iluminara el nuevo

† Jaume Pujol Balcells Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado


Domingo II de Pascua o de la Divina Misericordia (11 de Abril de 2010) (Ciclo C) Los poderes de Cristo. El Resucitado se aparece a los apóstoles y les transmite sus poderes, frutos de su victoria pascual. Les da su paz y el Espíritu que vence al mal (Evangelio). Ellos realizan prodigios, signos de su presencia, y el número de creyentes va creciendo (1ª Lectura). Juan ve en su visión al que estaba muerto y tiene el poder de las llaves de la muerte y del abismo (2ª Lectura). Libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 5,12-16) os Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Todos solían congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico de Salomón, pero ningún otro se atrevía a unirse al grupo de los Apóstoles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos. Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres. Y hasta sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en catres y camillas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. La multitud acudía también de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus impuros, y todos quedaban curados

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Salmo responsorial (Sal 117) Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor! Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor! Que lo digan los que temen al Señor: ¡es eterno su amor! La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto ha sido hecho por el Señor y es admirable a nuestros ojos. Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él. Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad. ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor: el Señor es Dios, y él nos ilumina. “Ordenen una procesión con ramas frondosas hasta los ángulos del altar”. Lectura del Libro del Apocalipsis (Ap 1,9-11.12-13.17-19) o, Juan, hermano vuestro, con quienes comparto las tribulaciones, el Reino y la espera perseverante en Jesús, estaba exiliado en la isla de Patmos, a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús. El Día del Señor fui arrebatado por el

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Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte como una trompeta, que decía: “Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y mándalo a las siete iglesias: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea”. Me di vuelta para ver de quién era esa voz que me hablaba, y vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo de hombre, revestido de una larga túnica que estaba ceñida a su pecho con una faja de oro. Al ver esto, caí a sus pies, como muerto, pero él,tocándome con su mano derecha, me dijo:“No temas: yo soy el Primero y el Ultimo, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y del Abismo. Escribe lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá en el futuro. Lectura del Santo Evangelio según San Juan (Jn 20,19-31) l atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz sea con vosotros!”. Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con vosotros! Como el Padre me envió a mí, yo también os envío a vosotros”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Recibid el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a quienes vosotros se los perdonáreis, y serán retenidos a quienes vosotros se los retuviéreis”. Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. El les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos

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Liturgia de la semana Domingo 11 de abril: Domingo II de Pascua o de la Divina Misericordia [Hch 5,12-16; Sal 117; Ap 1,9-11a.1213.17-19; Jn 20,19-31 (LE/LH propias)]. Lunes 12: [Hch 4,23-31; Sal 2; Jn 3,1-8]. Martes 13: San Martín I, papa y mártir (ML). En la Archidiócesis, san Hermenegildo, mártir (ML)[ Hch 4,3237; Sal 92; Jn 3,7b-15]. Miércoles 14: [Hch 5,17-26; Sal 33; Jn 3,16-21]. Jueves 15: [Hch 5,27-33; Sal 33; Jn 3,31-36]. Viernes 16: [Hch 5,34-42; Sal 26; Jn 6,1-15]. Sábado 17: [Hch 6,1-7; Sal 32; Jn 6,16-21]. Domingo 18: Domingo III de Pasua [Hch 5,27-32.40b-41; Sal 29; Ap 5,1114; Jn 21,1-19 o más breve 21,1-14 (LE/LH propias)]. Las lecturas pertenecen al ciclo C. Liturgia de las Horas: Salmodia de la II semana.

en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz sea con ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomas respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”. Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que vosotros creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengáis Vida en su Nombre.

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Un servicio del Departament diocesà de Mitjans de Comunicació Social de l’Arquebisbat de Tarragona


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