Hoyo de Manzanares en la retaguardia republicana

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Hoyo de Manzanares en la retaguardia republicana 1936-1939 Roberto Fernรกndez Suรกrez Cuadernos de La Mira Junio 2014


Los Cuadernos de “La mira”. Junio 2014

Roberto Fernández Suárez es Antropólogo cultural y social, profesor asociado del Departamento de Antropología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y coautor del libro: "Los primeros proletarios.

Los sucesos de la huelga de 1934 en Colmenar Viejo"· Asimismo es coordinador de un trabajo, actualmente en fase final de ejecución, que se publicará este otoño y que versará sobre la “II República, Guerra Civil y

primer franquismo al norte de Madrid”. Experto en temas de la sierra y del noroeste madrileño, Roberto Fernández es miembro fundador del “Observatorio Ciudadano en defensa del patrimonio social y cultural de la sierra de Guadarrama”.

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RESUMEN: Este “Cuaderno de La Mira” reproduce el contenido de la conferencia que impartí en Hoyo de Manzanares el 27 de Junio de 2014. El texto tiene varios objetivos. En primer lugar, exponer los datos frutos de un trabajo de varios años por parte de un equipo de investigación de la que soy el coordinador respecto a Hoyo de Manzanares durante la guerra civil Española que se publicarán en un libro a finales de este año. En segundo lugar, demostrar de qué forma la población de Hoyo de Manzanares tuvo que adaptarse a las circunstancias del conflicto. Cómo reaccionaron los defensores de la causa republicana, su campo de actuación y su legitimidad durante los primeros meses de la guerra mientras que los demás vecinos, secretamente favorables a la sublevación militar, representando la mayoría, unidos con la llegada de muchas familias que buscaron refugio en esta localidad, se vieron obligados, por las circunstancias bélicas, a tomar posiciones identitarias nuevas y conflictivas para actuar en consecuencia. Finalmente, se tratará de presentar una situación social local extremadamente convulsa, en que las reacciones de determinados vecinos ante la autoridad representada por las milicias y, más tarde, por el Ejercito Republicano, serán analizadas en su detalle.

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Introducción La población de Hoyo de Manzanares se caracterizó, a lo largo de los siglos, por una presencia importante de familias de pequeños propietarios, superando la barrera del 90 % aquellos vecinos propietarios de fincas inferiores a 1 hectárea. El análisis de los datos proporcionados por la encuesta realizada por el Marqués de Ensenada, en 1752, es perfectamente válido para la situación económica y social de esta localidad durante el primer tercio del siglo XX. La mayoría de la población de mediados del siglo XVIII era pequeña propietaria, dedicada a las tareas del campo como labradores y trajinantes. Poseía, al menos, algún prado de poca extensión, su propia casa con pajar incluido, uno o dos cerdos para su alimentación, un par de bueyes y una carreta. Estaban durante 8 meses ocupados en las tareas del campo y el resto del tiempo se dedicaban al “trajino”, con su carreta para llevar a Madrid piedra y leña. Era una actividad económica mixta, que podía emplear de forma más exclusiva al padre de familia en las labores del campo mientras que los hijos (algunos empleaban a un criado) se dedicaban a las tareas de la conducción de dichas materias, realizando una media de 5 viajes al mes. Pero lo más importante que quiero destacar en referencia a esta determinada estructura social y económica, es la extremada interrelación entre sus componentes. No era una estructura social diferenciada, sin apenas contactos entre un extremo y otro de la escala social. Al contrario, debido a ese predominio de labradores y trajinantes, todos ellos pequeños propietarios, las necesidades internas les unían continuamente. Relaciones contractuales determinadas que les vinculaba con tratos continuos como compras y ventas de viviendas, pajares, animales, carretas etc… Contratos de arrendamientos entre ellos en el que el más pudiente cedía el uso de alguna finca a otros más necesitados, incluidos jornaleros.

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Todos estos vínculos cruzaban las fronteras sociales, fortificaban los lazos por esa especie de dependencia económica mutua. Los momentos rituales más importantes del año escenificaban dichos lazos durante las celebraciones de determinadas fiestas: la de la Virgen del Hoyo como patrona de la localidad. Coincidir en las misas mayores o en las juntas de las cofradías era una manera de institucionalizar dichos lazos. Así las cosas, la población de Hoyo de Manzanares creció solamente 100 personas entre 1752 y 1930. Así mismo, su estructura social tampoco había cambiado mucho. Seguía existiendo una gran mayoría de pequeños propietarios, entrelazando todo tipo de vínculo, para crear una sociedad local bastante homogénea, aunque no exenta de conflictos. A nivel político, dichos lazos se vieron reforzados. La dinámica nacional durante la restauración y los reinados de Alfonso XII y Alfonso XIII propiciaron el enquistamiento de una pequeña élite política local, apoyada por redes de apoyo y confianza entre los vecinos así como con el Gobernador Civil de turno. Hoyo en la década de los años treinta Poco antes de 1931, Hoyo de Manzanares seguía siendo una población rural, con las características apuntadas anteriormente, pero con la presencia, a partir de los años 20, de residentes pudientes de Madrid, que empezaron a construir viviendas de descanso de fines de semana y vacaciones estivales. Esta situación empezó a provocar pequeños cambios como la reconversión de alguna familia local en constructores, pero también en comerciantes relacionados con nuevas necesidades urbanas. Por ejemplo, el alcalde durante el periodo de la dictadura de Primo de Rivera era constructor Hoyo de Manzanares era un pueblo eminentemente conservador en la década de los años treinta. En las elecciones municipales de abril de 1931, los vecinos habían dado el voto a los candidatos conservadores de la élite política local pero fueron impugnadas, volviéndose a celebrar el 28 de mayo del mismo año, ganando, otra vez, los candidatos conservadores. Esta corporación fue la que perduró, más o menos, sin grandes cambios hasta que el Gobernador Civil del Frente Popular provocó un cambio municipal, imponiendo una 6


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gestora presidida por el nuevo alcalde, Epifanio Blasco Gómez, en representación de Unión Republicana, el 2 de junio de 1936. Solamente habían votado en las elecciones a Cortes de febrero de 1936, en favor de la candidatura del Frente Popular, 57 personas, mientras que la lista de la CEDA fue votada por 205 vecinos, un 81% del total. La sublevación El 18 de julio forzó un cambio en la vida local que la mayoría conservadora de sus vecinos no deseaba. La comisión gestora y su alcalde Epifanio Blasco Gómez quedaron en un discreto segundo plano. Así lo corroboraba el médico franquista Joaquin Ruiz-Heras: “Era alcalde en esa época Epifanio Blasco que apenas actuaba como tal por estar en gran parte ejercidas las funciones de autoridad por el comité del Frente Popular que a este fin se constituyó”1. Los más decididos entre los vecinos de izquierda tuvieron que posicionarse como miembros del comité del Frente Popular del pueblo. En él ocuparon cargos los representantes locales de UR, el único partido republicano de la localidad, Unión Republicana (UR), en concreto, Leoncio García Blasco, su presidente, “que decía que era el mejor republicano del pueblo”2, así como sus correligionarios de partido Gervasio García Blasco y Victoriano Gómez Blasco. Asumieron una relativa presencia política en dicho comité pero también tuvieron que compartir las riendas del poder local con vecinos de UGT como Remigio Valverde Sánchez, Jacinto Estevez Velasco y Eustasio Sanz Santos y su presidente, Paulino Estévez Rubio. Pero asumir el poder local fue una losa demasiada pesada para ellos. La gran mayoría de la vecindad les estaba vigilando, atenta a sus decisiones. La verdad es que dichos vecinos estaban relativamente tranquilos y seguros del papel tomado por el secretario “de toda la vida”, Cesáreo Herrero Garabaya, uno de los pilares del poder local desde muchos años atrás. Su presencia entre los miembros de este comité les calmó ya que sabían de su carácter conservador. El peso de su poder fue un tremendo obstáculo para los nuevos miembros 1

. AHD. Consejo de guerra contra Epifanio Blasco Gómez y otros. Sumario: 25974, legajo: 3096 . AHD. Consejo de guerra contra FranciscoVindel y otros. Sumario: 64369, caja: 2110. Idem para las siguientes citas. 2

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republicanos del comité del Frente Popular. No se atrevieron a lanzarle un órdago, el peso de las fuerzas en juego y su balanza no estaba jugando, desde luego, a favor de este pequeño grupo de republicanos leales a la República. Vigilante y expectante, a la defensiva, el secretario procuró controlar la situación en un contexto muy complicado. La verdad es que no estaba solo. Estaba la mayoría que le apoyaba pero también otros vecinos más, sobre todo los llamados veraneantes, aquellas personas que empezaron a vivir en el pueblo, a partir de los años 20, en una vivienda moderna para disfrutar de su entorno natural, durante las vacaciones estivales, además de muchos refugiados procedentes de otras poblaciones cercanas que sufrieron en el frente de guerra. A algunos de ellos, les pilló el golpe militar de vacaciones en el pueblo, mientras que a otros, se refugiaron rápidamente en sus casas, procedentes de Madrid, ciudad peligrosa para muchos. Allí se refugiaron residentes de la capital, personas conservadores y de derechas en busca de cierta tranquilidad. Este grupo de personas estaba formado por los hermanos médicos Joaquín y José María Ruiz-Heras, que se refugiaron en su hospital en “el Canchal”, a los hermanos Antonio y Ángel García Mendiola, comerciante y empleado de banca en Madrid, a Fernando del Álamo, abogado de Madrid, los hermanos Francisco y Manuel Pérez Fernández, comerciantes en Madrid y futuro concejal de Madrid por Falange, al Teniente Coronel Marcelo Usera y su cuñado Francisco Vindel Ochoa, refugiados de otros pueblos colindantes, como el maestro de Las Rozas, Isaías Requejo Ferrero. Todos ellos, de una forma u otra, decidieron formar un grupo compacto, pero a la defensiva, con suficiente capacidad para vigilar a los miembros locales del comité del Frente Popular. Para ello también contaron con vecinos del pueblo, conservadores como ellos, para realizar estas tareas de control desde la sombra. En este grupo, se encontraba el antiguo alcalde del periodo de la dictadura de Primo de Rivera, el constructor Felix Martinez Crespo, los obreros Ángel Colmenarejo Alonso, Félix Marcos Arteaga, al herrero José María Miguel, también encontramos a Fausto Martín Blasco, a Damián

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Blasco Martín, los comerciantes Calixto Gómez Blasco y Eugenio Calderón, un nutrido grupo influyente, algunos de ellos emparentados entre sí. La situación de Hoyo de Manzanares era, por lo tanto, muy compleja a finales de julio de 1936. El poder local estaba en manos de un comité del Frente Popular pero estrechamente controlado por el secretario que usó su habilidad para contrarrestar algunas decisiones que surgieran de dicho comité y que podían perjudicar a determinados vecinos derechistas del pueblo. Además de este importante apoyo, los vecinos conservadores redoblaron sus esfuerzos, en la medida en que el contexto les permitía moverse y actuar, en proteger sus vidas y bienes. Así lo declaraba uno de ellos, el médico José María RuizHeras, “al estallar el Movimiento, tratamos las personas adictas al mismo de mantener una unión que nos sirviera de defensa y de ayuda a la causa y se subvencionó una guardia secreta encargada de vigilar a las milicias rojas y tenernos al tanto de los desmanes que pudieran ocurrir”. Este servicio especial realizó servicios de vigilancia desde dentro del comité del Frente Popular, cercano a sus miembros y a sus decisiones. Fue parte de una acción eminentemente defensiva y protectora. En estos nuevos tiempos, había que protegerse desde dentro del comité del Frente Popular, pero también del exterior, de las milicias de otros pueblos que entraban en la localidad como un vendaval de violencia como las de Colmenar Viejo con afán justiciero, ocurrido en septiembre de 1936. Francisco Moreno Blasco comentaba al respecto que “se detuvo al ayuntamiento con Cesareo Herrero, Jose Mª Ruiz-Heras, Serafin Baelo, Monico Moreno mi hermano, la ama de llaves del cura, en el salón de la escuela salvo a Gervasio Garcia y Victorio Gomez que eran izquierdistas. Estuvieron encerrados y vigilados por las milicias de Colmenar Viejo”. Estas milicias foráneas se trasladaron a Hoyo de Manzanares debido a una denuncia de algún vecino, realizaron su propia justicia que le otorgaban el poder de sus armas ante el temor de los derechistas locales, temor acentuado por las noticias de muertes por paseo en los pueblos colindantes. En agosto de 1936, también llegó a Hoyo de Manzanares el Teniente Coronel retirado, abogado y propietario Marcelo Usera Sánchez, de 64 años, con su esposa Ana y su familia política, los Vindel. El golpe militar le había 9


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sorprendido en una finca de su propiedad, en la carretera de La Coruña, en el término de Aravaca. Todo indica que, a pesar de su antigua graduación, no estaba muy al corriente de los planes de los militares sublevados ya que se había retirado en abril de 19291. Militar algo atípico en la medida en que poseía una gran fortuna debido a su primer matrimonio y, desde unos pocos años, había conseguido hacerse con ciertas propiedades a las afueras de la capital donde inició, entre otros proyectos, la construcción de una colonia para obreros, con escuela infantil y cuartel de la guardia civil, la llamada colonia Usera. Una vez retirado del ejercicio militar, se había dedicado a funciones más administrativas y de gestión inmobiliaria. Era gestor de la cooperativa “Aguas de Aravaca”, vicepresidente de la cooperativa de construcción de Aravaca, ya había iniciado la construcción de complejos de viviendas en Madrid, como la colonia de la Legión, de Doña Paulina, parador del Sol, Atajillo, Zofio y, sobre todo, de la llamada colonia Usera. Incluso, en sus últimos años de militar, había compaginado el ejercicio castrense con la política, siendo durante la dictadura del General Primo de Rivera, presidente de Unión Patriótica en el distrito de la Inclusa de Madrid. El 15 de agosto, se instalaron todos en su vivienda de Hoyo de Manzanares, después de haber intentado huir, sin éxito, hacia la zona nacional. Marcelo Usera se retiró a su vivienda con escasa participación en la vida local, aunque recibía visitas a diario de vecinos de derechas. Quién sí se entrometió en la vida local fue su cuñado, Francisco Vindel. Se sumó a los esfuerzos de los demás vecinos derechistas para intentar controlar, en la medida de sus posibilidades, cualquier tipo de desmán. Según sus palabras, “viendo que de este modo peligraba la vida de su padre, de sus hermanas y de las personas de orden, procuró relacionarse con los elementos del pueblo, fingiéndose izquierdista haciendo una labor de disimulo encaminada como lo consiguió a impedir los crímenes y atropellos”. Ser quien no se es Su táctica empleada fue la de pasar por quién no era, convertirse en un defensor de la República, un “izquierdista” para defender a los suyos, mantener una identidad ficticia. El contexto del momento le obligó a 1

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. Toda la información relativa a Marcelo Usera en AHD. Signatura 3228, legajo 2678 , sumario


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postularse como una persona de izquierdas y con la ayuda de otros como él, hacerse fuerte intentando conseguir cuotas de poder ya que, en el contexto local del pueblo de esos días, esta decisión era factible. Entró en contacto con los miembros del comité del Frente Popular como alguien que no era realmente quien decía ser. Su máscara se convirtió en un ser auténtico. A pesar de su información personal, de su propia observación y de la capacidad ejecutora de los demás miembros del comité, no las tenía todas con él. Fueron unos tiempos en que las relaciones sociales se movieron en una nebulosa sin anclajes, sin puntos fijos en que donde apoyarse, confiando lo estrictamente necesario en los demás. La sospecha sobre la autenticidad de cada uno, respecto a todos los que protagonizaron la vida local de esos días, se convirtió en una forma de vida en común. Francisco Vindel no se fió de los miembros del Frente Popular, ya que algunos de ellos eran claramente de izquierdas pero otros, en su órbita, eran unos camuflados y según su propia información, ¿podía confiar totalmente en ellos? Comentaba Vindel que “pude comprobar que los vecinos que componían el comité y el llamado Frente Popular sea por miedo, por ignorancia o por ideal no solamente no defendían a las personas de derechas y no impedían atropellos de las milicias forasteras, sino que en algunos casos las alentaban”. Esperaba de algunos de ellos que defendieran a personas de derechas pero no fue así, al menos así lo percibía. Esta declaración es tremendamente reveladora del contexto social que se vivía en Hoyo de Manzanares en esos días del verano de 1936. Vindel estaba pensando realmente en otros vecinos camuflados, como él de izquierdista, que pertenecían al comité. Paralizados por “el miedo y la ignorancia, estos camuflados no hicieron nada para proteger a los vecinos derechistas. Más bien, todo lo contrario, quedaron atrapados por su propia falsa identidad, en una perversa conducta colectiva, donde su ideal de ayudar, desde el camuflaje, se diluyó hasta convertirse en su extremo, en alentador de situaciones límites. Es como si la máscara se hubiera convertido en el rostro real, paradojas de la ética individual, inmersas en conductas colectivas adversas y complejas. La mayoría de los vecinos conservadores del pueblo tuvo que adaptarse a estas nuevas situaciones que se tenían que vivir en este pueblo de la retaguardia republicana. 11


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Ediciones “La Mira”. Asamblea de Izquierda Unida de Hoyo de Manzanares. Izquierda Unida Comunidad de Madrid Avda. Juan Carlos I, 45 28240 Hoyo de Manzanares. Madrid LaMira.Ediciones.IU.Hoyo@gmail.com http://lamirabloghoyomanzanares.blogspot.com.es/ 12


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