En cada verano, el Distrito Metropolitano de Quito es susceptible a la recurrencia de incendios forestales, lo que conlleva diferentes consecuencias derivadas de la pérdida de áreas protegidas de gran biodiversidad. Estos afectan tanto a espacios públicos como privados y repercuten directamente en la calidad de vida, salud y bienestar de sus ciudadanos. Es reconocible que las formas de gestión sobre este tipo de riesgos por parte de las autoridades correspondientes son aún limitadas, los procesos sistematizados de prevención y combate de siniestros forestales son casi inexistentes, al igual que las iniciativas para generar conciencia en la población sobre la magnitud de los daños que estos incendios causan sobre la ciudad. En respuesta, un grupo de arquitectos y ecólogos, ciudadanos del común, hemos querido dejar atrás la cómoda práctica de observar los eventos pasivamente, sin involucrarse en la solución de los mismos.