Museo de la Defensa de Madrid

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El Museo de la Defensa de Madrid es un proyecto artístico de Tom Lavin Gestión y producción: A. C. Antimuseo de Arte Contemporáneo, www.antimuseo.org Diseño gráfico: DELETEC bajo concepto de María María Acha Editan:

El Garaje Ediciones S L C/Cacereños 54, local 4, 28021 Madrid 91 798 69 11 / 600 241 668 localcuatro@terra.es ISBN: 978-84-936230-3-6 Depósito Legal: Imprime: INFOPRINT C/Dos de Mayo, 7, local, 28004 Madrid 91 521 20 09, Fax: 91 532 38 49 at@infoprint.es / www.infoprint.es Madrid, 2008 Printed in Spain Con el apoyo de:

agradecimientos Nuestro agradecimiento especial a Carmen Dalmau y Raúl Domingo por la cesión de los textos relativos al Archivo Latova y a Juan Manuel Menéndez por su participación en las diferentes etapas del proyecto. Agradecemos su apoyo, consejo o inspiración al Archivo Latova, a Isabel Arguerich, del Instituto del Patrimonio, a GEFREMA, al Archivo Familiar de Jaime Menéndez "El Chato", a Foro por la Memoria, a la Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores, a Javier Marquerie y al Museo de la Guerra Civil de Mohedas de la Jara. Este proyecto ha sido posible gracias al apoyo de: - Ministerio de la Presidencia de Gobierno - AVAM CRAC: Madrid - Procesos 2007 - Comunidad Autónoma de Madrid - Ayudas Intermediae: Ayuntamiento de Madrid, Área de Gobierno de las Artes - La Noche en Blanco 2007: Ayuntamiento de Madrid, Área de Gobierno de las Artes


sumario MUSEO DE LA DEFENSA DE MADRID Tom Lavin

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LA BATALLA DE MADRID EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA Fernando Hernández Sánchez

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MADRID, 9 DE MARZO DE 1937 LA CIUDAD HERIDA Carmen Dalmau y Raúl Domingo

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LOS INTELECTUALES EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA Juan Manuel Menéndez

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EL GOBIERNO DE LA REPUBLICA Y LA DEFENSA DEL TESORO ARTÍSTICO DURANTE LA GUERRA CIVIL. 1936-1939 José Buces Aguado

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ARQUITECTURA MILITAR DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN MADRID. LOS RESTOS DE LA GUERRA CIVIL SETENTA AÑOS DESPUÉS Antonio Morcillo López

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TESTIMONIO ORAL DE VIVIANO MORCILLO

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museo de la defensa de madrid

Texto revisado del publicado originalmente en Ramona Nº 78, marzo 2008. Buenos Aires, Argentina Tom Lavin

Al revisar material para este artículo he encontrado, entre un montón de textos bajados de Internet, un ensayo de Andreas Huyssen donde el profesor norteamericano intenta desvelar los motivos del surgimiento de la memoria como una preocupación central de la cultura y de la política de las sociedades occidentales. En el texto, algo difuso, hay un párrafo que me ha llamado la atención, porque ha traído a mi cabeza el anómalo proceso de recuperación de la memoria histórica en España y la intensidad política que aún tiene aquí este tema: “Los discursos de la memoria se intensificaron en Europa y en Estados Unidos a comienzos de los años 80 del siglo XX, activados en primera instancia por el debate cada vez más amplio sobre el Holocausto (…) como también por una larga serie de cuadragésimos y quincuagésimos aniversarios de fuerte carga política y vasta cobertura mediática.1” Efectivamente, los aniversarios de la segunda Guerra Mundial y la reactivación de la memoria del Holocausto, solapados en el tiempo con la reunificación de Alemania, la caída del gobierno socialista en Polonia y la desintegración de Yugoslavia, reabrieron debates y análisis pendientes sobre los fascismos, que a su vez han dado lugar a nuevos paradigmas sobre la memoria colectiva. En el caso de España el proceso, iniciado ya antes de la muerte del dictador y muy intenso en los primeros años de democracia, se detiene paradójicamente al llegar la década de los 80, cuando el partido socialista gana las elecciones generales con mayoría absoluta. Las razones que se aducen son muy variadas. Una es que el intento de golpe de Estado de 1981 reactivó el miedo a un enfrentamiento armado, o más bien a la brutal represión franquista, e hizo que tanto la sociedad civil como el gobierno optasen por soslayar las cuestiones más polémicas. También es cierto que la victoria de Felipe González, al año del asalto de la Guardia Civil al Congreso, cerraba las puertas a una posible involución y permitía suponer definitivamente superada la anterior etapa y la fractura de las dos Españas, al tiempo que dejaba fuera de juego al Partido Comunista, que en su momento había liderado la oposición a la dictadura. Por último, el fuerte crecimiento económico y el horizonte de integración europea, que se consuma en el 86, incluso el giro postmoderno en el ámbito cultura, favorecían discursos de futuro en detrimento de complejas y conflictivas revisiones históricas. Tendrán que pasar casi 20 años, hasta que en 2000 un grupo de jóvenes leoneses crean la ARMH2 y exhuman una fosa común en Priaranza del Bierzo, donde reposaban los restos de 13 desaparecidos víctimas de la represión franquista, para que la sociedad española vuelva a mirar hacia las zonas más obscuras de su pasado. Este difícil proceso ha sido impulsado por la sociedad civil, desde el Foro por la Memoria, las muchas Asociaciones para la Recuperación de la Memoria Histórica que se han ido creando, las asociaciones de familiares de víctimas del franquismo y, cada vez en mayor grado, desde el mundo de la cultura. Y por supuesto con la oposición de la Iglesia, de las administraciones gobernadas por el Partido Popular y a veces con reticencias de las gobernadas por el PSOE. Es un proceso en el que poco a poco se han hecho visibles dos realidades: las dimensiones absolutamente desmesuradas de la represión en la dictadura y la persistencia de las famosas dos Españas. Éste es el contexto en el que a mi vuelta de México, en 2000, empiezo a trabajar sobre la identidad y la memoria españolas como Tom Lavin. El heterónimo pretendía distanciar estas cuestiones del resto de mi vida, con la idea poco realista de que en mi trabajo como curador debía mantener una objetividad adecuada a los parámetros del mainstream artístico, y cierta independencia intelectual respecto de lo “español”. La visceralidad que exige cualquier posicionamiento frente al fascismo y mi implicación ineludible, medular, con lo “español” me han conducido finalmente en la dirección contraria. La existencia de miles de fosas comunes, en descampados, al borde de los caminos, en pozos y minas abandonados, junto a los muros de los cementerios, con decenas de miles de cuerpos, quizás hasta 300.000 si juntamos los desaparecidos y los ejecutados tras juicios militares, deja poco margen de maniobra. Son una evidencia cruel del olvido colectivo, pero > 1. “En Busca del tiempo futuro”, Andreas Huyssen, Universidad de Columbia (Nueva York). El presente texto fue publicado en: “Medios, política y memoria”, revista Puentes, año 1, N° 2, diciembre 2000. Argentina. Traducción: Silvia Fehrmann. 2. Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Obviamente no es el único grupo que ha destacado en esta labor, ni el más antiguo, pero la exhumación de Priaranza supone un punto de inflexión en la recuperación de nuestro pasado.


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también una metáfora esclarecedora de la adhesión del fascismo al mal, usando palabras de Carlos Fuentes. Es una presencia ominosa, que despierta miedos ancestrales. A partir de la video-instalación Fosa Común, expuesta por primera vez en 2005 en el Antimuseo, mi trabajo se ha centrado completamente en la investigación del franquismo y sus consecuencias en todos los aspectos y ámbitos imaginables. A raíz de este proyecto escribí: Como parte de la última generación que se crió con Franco, nací en los años 60, en mi trabajo abordo esta experiencia histórica singular: la coexistencia de dos mundos irreconciliables, el haber transitado de un estado neobarroco y confesional a una democracia liberal. Produce sentimientos encontrados y es difícil de transmitir. Hablando metafóricamente, en mi obra hay un material sólido y otro gaseoso. El sólido es un dolor condensado por los años hasta convertirse en una sustancia dura y extraña. El gaseoso proviene del asombro ante la brutalidad de mi propia clase social, la burguesía; de preguntas para las que no hay respuesta. El Museo de la Defensa de Madrid es parte de este mismo proceso de trabajo, y tiene su origen en otra presencia subterránea: la de un refugio antiaéreo bajo la calle Juan Bautista de Toledo, muy cerca de donde el Ojo Atómico ha tenido su sede los cinco últimos años. El barrio de Prosperidad era en los años 30 una colonia periférica, donde no llegaba la red de metro, cuyos túneles fueron usados en el centro de la ciudad como asilo frente a los ataques de la Luftwaffe nazi. Este refugio está cerrado desde hace casi 70 años, y prácticamente todo el mundo lo ha olvidado. Mi primera idea fue trabajar sobre el mismo emplazamiento, aprovechando el potencial simbólico que su mera existencia oculta supone. Recuperar su memoria a través de testimonios de ancianos y determinadas acciones, como símbolo de la heroica lucha contra el fascismo que protagonizó el pueblo de Madrid, condenada posteriormente al olvido por los sucesivos momentos históricos que acabaron por legitimar el franquismo: especialmente el pacto de Madrid en 1953 y la Transición en los 70. Pero en seguida comprendí que la defensa de Madrid es un hecho histórico que rebasa ampliamente lo que yo podía plantear a partir del refugio. Resumiendo mucho, Madrid era en 1936 una ciudad indefendible militarmente, con un gobierno que había perdido el control de la situación y se había trasladado a Valencia y sin un ejército de verdad que pudiese hacer frente a las tropas sublevadas. Éstas estaban compuestas además en un alto porcentaje de mercenarios experimentados en las guerras coloniales de Marruecos, casi el 40%, y contaban con el apoyo de las aviaciones alemana e italiana. Frente a ellos, civiles desarmados, algunos guardias civiles fieles al gobierno y muy pocos recursos. Sin embargo Madrid resistió. Resistió el primer asalto, en noviembre de 1936, y todo 1937 y todo 1938, hasta su caída en marzo de 1939. Llegaron voluntarios del resto de España, los brigadistas internacionales e intelectuales antifascistas como Hemingway y Malraux, por no hablar de todos los escritores y artistas españoles que decidieron permanecer en la ciudad hasta el final. Madrid se convirtió en el símbolo internacional de la lucha contra el fascismo, en aquellos años obscuros del ascenso del nacional-socialismo y previos a la Segunda Guerra Mundial. En el contexto político de los dos últimos años, de gran crispación y con un debate realmente encendido sobre la ley de la Memoria Histórica, la idea de plantear un Museo de la Defensa de Madrid me pareció obvia. En España no existen museos de la Guerra Civil, salvo uno privado, que un señor ha montado en el desván de su casa en un pueblecito llamado Mohedas de la Jara, en Toledo, y los memoriales son franquistas y/o católicos, valga como ejemplo el Valle de los Caídos. Aunque durante la preparación de mi trabajo se han recuperado algunos refugios, en Barcelona, Valencia y Almería, ningún municipio ni gobierno local se ha lanzado aún a crear un museo en condiciones, cosa que ocurrirá sin duda pronto. Pero en Madrid las dos administraciones públicas, Ayuntamiento y Comunidad Autónoma, están gobernadas por la derecha, que impide cualquier acción favorable a la recuperación de la memoria. De hecho es imposible obtener los permisos para visitar el mencionado refugio, y menos aún el bunker del general Miaja, ubicado en el parque del Capricho, ambos de competencia municipal. He de añadir que desde el Ayuntamiento me han denegado las autorizaciones necesarias para mostrar el museo en espacios públicos, aunque no por eso he dejado de hacerlo, claro. Barajé varias ideas para el museo. La primera como movilización ciudadana. Buscar el apoyo de diversos colectivos, para reivindicar la creación del museo en el barrio de Prosperidad, con la referencia expresa del refugio. Muy cerca hay una casa abandonada, un edificio absurdo, evidentemente modesto pero con pretensiones palaciegas, que podía proponerse >



como sede, con la posibilidad, técnicamente posible, de conectarla con el refugio por una galería subterránea. La pieza, en este caso, habría sido la propuesta y las movilizaciones, completamente inútiles, para hacerla realidad: recogida de firmas, pegada de carteles, reuniones, cartas al ayuntamiento, etc. Había dos problemas: a los grupos de izquierda no les gustan las acciones metafóricas, en general desconfían de los artistas, y además habría que conciliar las divergencias de esos mismos grupos: comunistas y anarquistas estuvieron enfrentados durante la guerra, hasta el punto de que se llegó a acusar a los primeros de la muerte de Durruti en el frente de Madrid. La segunda idea fue un museo temporal en un puesto vacío del mercado de Prosperidad. Aquí se combinaría la acción reivindicativa con una “sede temporal” del museo. Podría tener la biblioteca, monitores con videos y los primeros objetos de la colección. Al tener una sede física, aunque fuese un puesto de venta de un mercado de unos 4 metros cuadrados, también podría organizar eventos. Los problemas eran conseguir el puesto, con el consiguiente conflicto con los comerciantes más conservadores, y por otra parte obligarme a cumplir unos horarios de apertura incompatibles con el resto de mis actividades. Finalmente me decidí por un museo ambulante. Un objeto de naturaleza escultórica, pero que se activase sólo como performance, y que la gente pudiese interpretar tanto en su dimensión artística como política. Asumía la precariedad de la memoria histórica española en un objeto difícil de clasificar. Además había descubierto que la sociedad y la vida que se tejieron en la ciudad sitiada, con las bombas, el miedo y el hambre, pero también con la decisión inquebrantable de resistir, han dejado un sinfín de pequeñas marcas que los 40 años de dictadura no consiguieron borrar. Un museo ambulante podía desvelar in situ esas marcas y re-significar el espacio urbano. Pedí a varios artistas que participasen en el proyecto: María María Acha creó la imagen del MDM, la ilustración de la fuente de Cibeles roja amenazada por la aviación nazi. Esta imagen recubre completamente la caja del museo. Javier Pérez Aranda diseñó y construyó el carrito, un cajón de metal de 120 x 65 x 55 cm., con dos ruedas y asas para empujarlo, cuya tapa se despliega lateralmente para dejar a la vista el interior del museo. Y por último Óscar Seco fue el artista invitado, con una maqueta que representa una escena bélica con elementos fantásticos. Además entré en contacto con historiadores, asociaciones y colectivos que trabajan sobre la guerra en Madrid: Foro por la Memoria, Gefrema, el archivo Latova, Juan Manuel Menéndez, un particular que ha creado un importante archivo sobre su abuelo, el periodista Jaime Menéndez, o Isabel Argerich, del Instituto del Patrimonio Histórico Español. Gracias a ellos pude conocer detalles que exigen un alto grado de especialización y organizar correctamente la información. También formé una pequeña biblioteca y una colección de objetos: unas pesetas del año 37, un obús Skoda, varios números de la revista Ahora, también de 1937. Está colección todavía está formándose, y tengo previstas otras adquisiciones. Junto con María María decidí hacer seis paneles de carácter didáctico, que tratan sobre otros tantos aspectos: la sublevación del Cuartel de la Montaña, personajes de la defensa de Madrid, operaciones del frente, la protección del patrimonio, los bombardeos y la derrota. Por último incluí dos lectores portátiles de DVD, donde se exhiben imágenes del archivo Latova, reproducciones de carteles y testimonios que he ido grabando en vídeo. El Museo de la Defensa de Madrid es parcial: no pretende arrojar una mirada científica y supuestamente imparcial sobre el pasado, sino recuperar y enaltecer la memoria de los que lucharon por la libertad. Este ejercicio genera profundos conflictos en la sociedad española, ya que la historia redactada por la dictadura sigue teniendo una enorme presencia en la sociedad española, tanto como para que a estas alturas haga falta una ley de la memoria histórica. En consecuencia las reacciones de los viandantes cuando tropiezan conmigo son o muy positivas o muy negativas. También ha ocurrido algo inesperado: a partir del MDM un grupo de personas se ha movilizado para impulsar un museo de verdad. Por otra parte decidí no incluir en el plano de lo real, aunque sí en maquetas o imágenes, símbolos con vigencia política, como la bandera republicana, la hoz y el martillo o siglas de los diferentes partidos y sindicatos que tomaron parte activa en la defensa de la ciudad, porque he creído que a través de esos símbolos se establecerían nexos demasiado directos con cuestiones políticas actuales, y que eso limitaría la amplitud de registros que tiene la pieza. En este libro se presenta la documentación fotográfica de las apariciones del Museo de la Defensa de Madrid en esta ciudad a lo largo de los años 2007 y 2008, así como una selección de textos escritos ex profeso que nos ayudan a comprender las dimensiones de este hecho histórico, a acercarnos a sus protagonistas y – ¿cuál es si no la función de la historia? – a reflexionar sobre nuestro presente.




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la batalla de madrid en el contexto de la guerra civil espaÑola Fernando Hernández Sánchez

1. La Guerra Civil española, el acontecimiento decisivo de la contemporaneidad ¿Por qué aproximarse, más de setenta años después de su estallido, al estudio de la Guerra Civil española? ¿Qué sentido tiene ese eterno retorno que cíclicamente trae al primer plano del debate nacional las circunstancias que rodearon aquellos acontecimientos? En mi opinión, es así porque se trata del hecho definitorio de nuestra contemporaneidad. Si "toda la Historia es Historia Contemporánea", por la reinterpretación que cada generación hace de ella, la Guerra Civil seguirá alimentando continuos procesos de relectura, en la medida en que su interpretación política no está, ni mucho menos, clausurada. Para las generaciones del mundo occidental la Segunda Guerra Mundial es el acontecimiento en torno al que, en palabras de Eric. J. Hobsbawm, gravita la historia del "corto siglo XX"1: en el se catalizan las tensiones acumuladas durante la segunda industrialización y la fase imperialista del capitalismo no resueltas por la Gran Guerra de 1914-1918 y agravadas por la revolución bolchevique, la gran depresión y el ascenso del fascismo. Así mismo sus consecuencias se proyectan durante las dos siguientes generaciones en forma de bipolarización mundial, emancipación colonial y desgarro de la conciencia moral (por efecto de la brutal evidencia del Holocausto e Hiroshima) de un Occidente que había albergado en el siglo XIX una ilimitada fe en el Progreso. En nuestro caso, ese acontecimiento fundamental, ese "lugar de memoria" en el que se anudan las contradicciones nacionales y del que se derivan consecuencias de larga duración temporal es la Guerra Civil, contemplada como el resultado del fracaso histórico de un proceso de modernización iniciado en los albores de nuestra historia contemporánea. > 1. E.J. Hobsbawm: Historia del siglo XX: 1914-1991. Crítica, 1997. Con la noción de "corto siglo XX" el autor se refiere al periodo comprendido entre el estallido de la Primera Guerra Mundial y la revolución soviética y la desaparición de la URSS.


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Se trata de un proceso de larga duración en el que se confrontaron tendencias y concepciones sociales y políticas antagónicas: - La urbanización frente al mundo rural. - La industrialización frente a una economía agraria arcaica. - La apertura exterior frente a la autarquía y el aislamiento cultural. - La reforma social frente a la pervivencia de los mecanismos tradicionales de dominación (caciquismo, relaciones semifeudales...) - El laicismo y la apuesta por la ilustración frente a la confesionalidad y el oscurantismo. - El federalismo y la autonomía local frente al centralismo. - La democracia (los derechos individuales y colectivos, el sufragio universal...) frente a la oligarquía (la censura previa, el predominio de la seguridad sobre la libertad, el sufragio censitario...) - La revolución (tanto la democrático-burguesa como la proletaria) frente al conservadurismo y la reacción. Sobre esta base estructural incidió la coyuntura de los años 30 marcada por la existencia de una sociedad joven, políticamente organizada e ideológicamente radicalizada; y por un contexto internacional crítico (el crack del 29) y polarizado entre fascismo y comunismo. En ese marco la llegada de la República supuso el primer desplazamiento político prácticamente íntegro del bloque de poder tradicional desde el siglo XIX, unido el despliegue de un programa reformista de profundo calado, sin que sus opositores pudieran recurrir a la capacidad de bloqueo que tradicionalmente garantizaba la corona ni al factor tutelar de la influencia eclesiástica sobre el poder civil. Para las fuerzas conservadoras fue necesario recurrir al "partido en armas", el ejército, con el fin de recuperar la hegemonía perdida. La Guerra Civil se convirtió, de esta forma, en el punto nodal donde se entrelazaron todos estos conflictos de larga duración, cuyas consecuencias se rastrearían al menos durante el medio siglo posterior. 2. La defensa de Madrid en el contexto de la Guerra Civil La batalla de Madrid se erigió desde el mismo momento de su desarrollo en un mito, en uno de los lugares de memoria que, junto al Jarama, Guadalajara, Brunete y el Ebro, esmaltarían el imaginario de la epopeya republicana. Francia rememora Valmy y ha erigido esta batalla en el paradigma de la victoria del pueblo en armas, de la ciudadanía movilizada en defensa de la Nación, sobre los ejércitos mercenarios siervos de los reyes. Sin embargo, en nuestro país aún no se ha rendido tributo adecuado a la gesta llevada a cabo por un voluntarioso ejército de ciudadanos que, enarbolando los nombre de sus oficios en los emblemas de sus recién improvisados batallones -el de Peluqueros, el de Artes Blancas, el de Metalúrgicos, el Ferroviario o el de Artes Gráficas...-, hicieron frente a la feroz embestida de las mehalas, las harkas y los Tercios, integrantes de un ejército colonial con patente para el pillaje, la violación y el asesinato cual soldadesca de la Guerra de los Treinta Años, frustrando la supuesta fácil conquista de la capital de la República, cuya caída no sería lograda -traición mediantehasta dos años y medio después2. Mitos aparte, la resistencia de Madrid constituye un episodio crucial, un punto de inflexión entre la fase inicial jalonada por la sublevación del 17 de julio de 1936 y el desarrollo de una larga guerra de desgaste que no culminaría hasta el 1 de abril de 1939. La madrugada del 6 al 7 de noviembre de 1936 se produjo el contacto entre las avanzadas de las columnas facciosas y las primeras posiciones defensivas milicianas en el entorno de la Casa de Campo. Era el momento culminante de un camino que se había iniciado casi cuatro meses atrás, al fracasar la sublevación militar dentro de la propia plaza, con la toma del Cuartel de la Montaña, e iniciarse el avance por el sur de las columnas de Castejón, Yagüe y Varela -la "columna de la muerte"3-; y por el norte, de las fuerzas del general Mola. Se trataba de una operación en forma de tenaza cuyos brazos estaban integrados por las unidades de élite del ejército colonial y por un heterogéneo voluntariado de falangistas castellanos y requetés navarros, con concepciones peculiares acerca de la forma en que había de hacerse la guerra. Para los hombres procedentes del mundo rural tradicional, para el >

2. Acerca de la batalla de Madrid merecen destacarse tres títulos, por su valor divulgativo: De V. Rojo: Así fue la defensa de Madrid: (aportación a la historia de la Guerra de España, 1936-1939). Comunidad de Madrid, 1987; de M. Vázquez: La Guerra Civil en Madrid. Tebas, 1978; y de J. Martínez Reverte: La batalla de Madrid. Crítica, 2004. 3. Así la denomina F. Espinosa Maestre: La columna de la muerte: el avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz. Crítica, 2003.



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universo de pequeños propietarios católicos, la marcha sobre Madrid significaba el sometimiento a redención del mundo urbano, laico y modernizador que no sólo no comprendían, sino que habían percibido desde 1931 como el foco de irradiación de un apocalipsis subversivo que amenazaba con acabar con la religión, el orden y el mundo tradicional de sus antepasados. Para ellos la guerra era una cruzada en la que el fervor suplía, en un principio, las deficiencias tácticas y la disparidad de mando -tan comunes a las de las propias milicias republicanas que les detendrán en Somosierra-. Para los legionarios y regulares de Marruecos la guerra era una empresa de ocupación, pillaje y exterminio, la obediencia ciega a las órdenes y el arrollamiento frontal de un enemigo al que no se concedía cuartel. Retengamos estas diferencias porque serán las que expliquen dos consecuencias apreciables en el bando rebelde: el distinto éxito alcanzado por las fuerzas destacadas a Madrid -la fijación de los hombres de Mola en los puertos de la cordillera central, desde donde habrán de limitarse a contemplar la capital en el horizonte, y la velocidad con que moros y legionarios se plantan en sus arrabales dejando tras de sí un desolado paisaje de terror en tierras andaluzas, extremeñas y castellanonuevas-; y, como consecuencia de lo anterior, la elevación a la cúspide del nuevo Estado de los mandos militares africanistas sobre los jefes de milicias facciosas y la oficialidad metropolitana. 3. Los condicionantes de la resistencia de Madrid La columna que se puso en marcha la noche del 2 al 3 de agosto desde Sevilla estaba compuesta por fuerzas de choque del Ejército colonial aerotransportadas desde el norte de África en aviones facilitados por la Alemania nazi. El objetivo del avance era llevar a cabo una progresión a lo largo del eje Mérida-Badajoz-Talavera (un itinerario sin grandes accidentes geográficos) en dirección a la capital de la República, protegiéndose el flanco oeste por la frontera portuguesa. En poco más de tres meses, tras liquidar la resistencia en los pueblos de Andalucía, fusilar durante su avance -con gran escándalo internacional y de prensa, como recogieron las crónicas de Mario Neves o Herbert Mathews4 - a enormes contingentes de prisioneros en Badajoz, Talavera y Santa Olalla, y desviarse contra pronóstico para liberar a los sublevados refugiados en las ruinas del Alcázar de Toledo, Madrid estaba a la vista de las columnas rebeldes. El 2 de noviembre caían Fuenlabrada y Pinto en manos de la columna del teniente coronel Barrón. Rápidamente se produjo la progresión en dirección Getafe-Cuatro Vientos, una vez rebasada la llamada Línea 2 de defensa de la ciudad ideada por el general Masquelet. Entre el 4 al 6 de noviembre cayeron Leganés, Alcorcón y Carabanchel, desde donde Varela y Franco planearon los pormenores del asalto a Madrid. Yagüe ofertó una operación típicamente africanista: el ataque frontal por el suroeste hasta colapsar las defensas republicanas. Varela propuso fijar al enemigo en el sur y penetrar por el oeste, por la Casa de Campo, en dirección a Moncloa y Cuatro Caminos. Habida cuenta de cómo había trascurrido la campaña hasta entonces y teniendo en consideración que se trataba de una plaza sin apenas defensas naturales, con el río Manzanares como único obstáculo apreciable, ¿cómo explicar que la resistencia de la capital fuera tan encarnizada? No cabe duda de que la forma en que se había desarrollado la guerra contribuyó a galvanizar la resistencia del pueblo de Madrid. Las columnas franquistas adoptaron una modalidad de ocupación del territorio tomada de las guerras de Marruecos. Antes de que se produjera la llegada de los sublevados, les precedía una propaganda aterrorizante, tanto en la forma grosera de las arengas de Queipo de Llano desde Radio Sevilla como en la angustia de los fugitivos que habían presenciado las represalias aplicadas a la población civil en las poblaciones ocupadas. Desde el punto de vista militar, las operaciones se planteaban de una forma simple: Si había resistencia, se lanzaban oleadas de ataque hasta colapsarla, empleando los bombardeos intensivos de artillería y aviación. El objetivo era intentar el copo del adversario y provocar su desbandada. Una vez tomada la localidad, se detenía a todo dirigente o militante del Frente Popular, en aplicación del bando de guerra, y se procedía a ejecuciones sumarias, o a la entrega de los detenidos a las milicias de falangistas o guardias de terratenientes locales para que los pasearan. Se buscaba la ejemplaridad por el terror, sin que sirvieran como excusa los excesos cometidos previamente por las autoridades y simpatizantes del FP contra el clero o los derechistas locales. Valga para ilustrar la falta de proporcionalidad entre represión de izquierdas y derechas el caso de Badajoz, donde antes de la entrada de las fuerzas de Yagüe habían sido fusilados 11 partidarios de los sublevados, frente a los 1.368 republicanos que fueron ejecutados en los días posteriores > 4. Ver la obra de P. Preston: Idealistas bajo las balas: corresponsales extranjeros en la Guerra de España. Editorial Debate, 2007.




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a la toma de la ciudad. Si en etapas previas de la lucha social los anarquistas habían recurrido a lo que denominaban la propaganda por el hecho -el terrorismo selectivo para precipitar la crisis del Estado golpeando en su cúspide (reyes y presidentes)-, los militares africanistas recurrieron a la propaganda por la sangre para minimizar la resistencia y someter a un terror paralizante a la base social de las poblaciones que iban dejando a su retaguardia a medida que avanzaban velozmente hacia la capital de la República. Frente a esta violencia extrema, la resistencia republicana adoleció, en origen, de una errónea evaluación del riesgo por parte de las autoridades civiles que, equivocadas en la apreciación de la naturaleza del golpe y pensando en términos de un pronunciamiento clásico, no eran conscientes de estar enfrentándose a una lógica de exterminio. Aunque improvisada, la respuesta de las organizaciones republicanas siguió una línea similar en todas partes: constitución de comités locales del FP, detención de sospechosos, imposición de multas, incautación de víveres, restitución de injusticias cometidas en periodos anteriores (bienio negro, octubre de 1934), tentativas de obtención de armamento en los cuarteles de la Guardia Civil -que muchas veces se encontraba ya criptosublevada-, y peticiones infructuosas de ayuda exterior. Se trataba, pues, de una dinámica de revuelta campesina local frente a una maquinaria de guerra total, a cuyas fuerzas profesionales férreamente disciplinadas las organizaciones del FP sólo fueron capaces de oponer, en principio, las milicias sindicales y de partido. Dotadas de un armamento heterogéneo (armas blancas y cortas, escopetas de caza...); faltas de instrucción militar, en no poca medida por herencia del antimilitarismo que había caracterizado al movimiento obrero en las décadas precedentes; y, por ello, manifestando una resistencia a la jerarquía militar y a la fortificación que llegaban a compartir líderes tan eminentes como el propio Largo Caballero, el resultado de choque tan desigual resultó letal para las milicias, que fueron barridas por el potente dispositivo del ejército de África hasta los arrabales de Madrid. Una vez hecha la primera limpieza en territorio conquistado, las tropas seguían su avance tras hacer entrega del poder a antiguos cargos del Directorio de Primo de Rivera, miembros de Acción Popular o Falange. La redistribución del poder revela la naturaleza de lo que fue durante los años precedentes la oposición a la República de la vieja oligarquía. En el marco de un Estado débilmente nacionalizado, donde los cambios políticos, cuando los había, acontecían en Madrid o en las capitales provinciales, las relaciones sociales en el mundo rural seguían siendo personales, jerárquicas y directas (terrateniente/jornalero, patrón/obrero) y no se concebía que el Estado regulara y menos intermediara a favor del eslabón más débil. El Estado, cuando se hacía presente, lo hacía delegando la fuerza -la Guardia Civil, los jueces- destinada a garantizar el dominio secular de patronos y propietarios. La República, con el sufragio universal, la legislación social, el Ministerio de Trabajo, los Jurados Mixtos, sus decretos de laboreo forzoso y sus leyes de salarios mínimos, su Instituto de Reforma Agraria y su reconocimiento legal de los sindicatos, había subvertido los papeles tradicionales atribuidos al Estado que no eran otros que los de cohonestar las decisiones unilateralmente adoptadas por el entramado del caciquismo local y su representación política en las Cortes, y aplastar cualquier forma de cuestionamiento del orden social. La República otorgó a las clases subalternas capacidad de interlocución y recursos para ejercer un poder de negociación, y la oligarquía se negaba a aceptarlo. De ahí que la sublevación contra ella no fuera, como se pretendió justificar, un alzamiento contra una amenaza comunista realmente inexistente, sino una revuelta contra un régimen que pretendió aplicar, por primera vez, la facultad reguladora de la administración a las relaciones sociales y económicas, y hacerlo con voluntad de redistribución y justicia social. De ahí, también, la inusitada contundencia de la represión que, una vez retomado el poder, la oligarquía desató no solo contra las clases trabajadoras y sus dirigentes, sino también contra la pequeña burguesía que había liderado las instituciones republicanas. Se trataba de restaurar las relaciones sociales y de producción que habían imperado en la España prerrepublicana. Si en el ámbito urbano se habían regido por el principio de la mano invisible auxiliada por la fuerza coercitiva policial, en el rural habían tenido un cariz cuasi colonial: una comunidad nativa atrasada, bracera, era explotada por una elite criolla o por sus capataces, auxiliada por fuerzas indígenas. Ante la incapacidad de la vieja oligarquía para articular un partido civil que le permitiera frenar las transformaciones sociales impulsadas por el régimen republicano, en especial a partir del triunfo electoral del FP en febrero de 1936, recurrió a su herramienta habitual, el ejército, con la legitimación de la Iglesia Católica. Sin la intensidad de la represión ejercida por los sublevados en su avance por el valle del Tajo y sin la conciencia de lo que de pérdida de derechos adquiridos tendría el triunfo rebelde no se puede entender, en definitiva, el episodio de la resistencia de Madrid. >


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4. Las consecuencias de la defensa de Madrid Tras diecisiete días de feroces combates, durante los que no se escamotearon todo tipo de recursos de la guerra total -bombardeo de objetivos civiles, propaganda amedrentadora...- el 23 de noviembre Franco y Varela decidieron poner fin al fracasado asalto frontal a Madrid. Volverían a intentarlo en el Jarama y Guadalajara durante los primeros meses de 1937, pero la incapacidad para romper las líneas republicanas y completar el cerco a la ciudad llevaría al mando rebelde a trasladar el teatro de operaciones a otros frentes, limitándose a continuar con un asedio a la capital que duraría hasta marzo de 1939. Desde la perspectiva de los sublevados, el fracaso en la toma de Madrid no cuestionó la forma en que se dirigía la guerra. La centralización del poder político y militar en manos de Franco, el 1 de octubre de 1936, había precedido a la batalla de Madrid. Mutatis mutandis, la ralentización de la resolución del conflicto fue aprovechada por el Caudillo para reforzar aún más su posición frente a la concurrencia de otros conmilitones, y para desplegar su proyecto de guerra larga y purificadora que erradicase para siempre, de forma violenta y sistemática, las raíces de la democracia, el laicismo y el movimiento obrero en España. Desde la perspectiva republicana, la batalla de Madrid significó un punto de inflexión. La penuria crónica de armamento y fuerzas organizadas fue atenuada por la llegada de las Brigadas Internacionales -que revitalizaría la moral en las filas republicanas- y con la entrega de las primeras remesas de armamento soviético, cuyos aviones "Mosca" y "Chatos" se batieron por primera vez contra los aparatos alemanes e italianos en los cielos de la capital. Con ello se hizo patente la internacionalización del conflicto que se estaba librando en España, cuyas líneas de confrontación desbordaban ampliamente el marco geográfico peninsular5. La fase miliciana de la guerra, caracterizada por la improvisación y la falta de coordinación de las fuerzas voluntarias, resuelta habitualmente en una serie de desbandadas que facilitaban la guerra de movimientos desplegada por el ejército africanista, dio paso a una resistencia ante el recinto urbano de la capital que derivó en guerra de posiciones y sentó el precedente de otras grandes batallas de idéntica naturaleza de la posterior guerra mundial, como Stalingrado. Ello fue posible gracias a la asunción del principio estratégico de que a una maquinaria de guerra centralizada sólo podía oponérsele con eficacia otro dispositivo de similares características. La creación del Ejército Popular Regular sería el colofón de un proceso de centralización del poder político y militar y de un intento de inscribir el conflicto español en un contexto europeo que cristalizaría en la formación del gobierno encabezado por el doctor Juan Negrín. 5. Para un amplio análisis de la República en guerra y de la situación internacional, es imprescindible la trilogía de A. Viñas: La soledad de la República: el abandono de las democracias y el viraje hacia la Unión Soviética. Crítica, 2006; El escudo de la República: el oro de España, la apuesta soviética y los hechos de mayo de 1937. Crítica, 2007; y El Honor de la República. Crítica, 2008.



madrid, 9 de marzo de 1937 la ciudad herida Carmen Dalmau y Raúl

Madrid resiste después de los combates en el Jarama que perseguían cortar la carretera de Valencia para cerrar el cerco a la ciudad y comienza una nueva ofensiva del ejército rebelde en el sector de Guadalajara. El duro invierno se hace interminable. Lluvia, frío y niebla. Los bombardeos no han cesado desde el comienzo de la guerra. Trasladado el gobierno a Valencia y sin Ayuntamiento, la ciudad fue un verdadero infierno a partir del 7 de noviembre. Una Junta de Defensa fue encargada de las tareas de gobierno en Madrid. La ciudad que supera el millón de habitantes, que ha acogido a refugiados que escapaban de las poblaciones que iban ocupando las columnas rebeldes en su marcha hacia la capital, ha cambiado desde el comienzo de esta guerra, a nuestros ojos, en todas sus dimensiones. Se ha librado una cruenta batalla y desde noviembre, cuando se inició la ofensiva directa, se contabilizan 1.490 muertos, 430 desaparecidos y 3.502 heridos. El frente se avista bien desde lo alto del rascacielos de la Telefónica, blanco y guía de la artillería que dispara sin cesar desde el cerro Garabitas. Tan sólo quinientos metros separan la ciudad de las líneas de fuego, desde la plaza de La Moncloa a la Casa de Velázquez, en la Ciudad Universitaria. La guerra no interrumpe el pulso vital de la ciudad destruida. Frente y retaguardia se entrelazan en plazas, como la Puerta del Sol, foro de soldados recién llegados del frente y de civiles que improvisan mercadillos en los que se puede encontrar de todo. La Ciudad Universitaria es campo de batalla, de encarnizados enfrentamientos, el barrio de Argüelles ha sido duramente castigado. La Junta de Defensa ha dictado medidas - a instancias del delegado de Frentes, Francisco Caminero - organizando visitas guiadas para los informadores gráficos de la prensa republicana y extranjera. Al ver las fotos tomadas en aquellas jornadas, que muestran las heridas abiertas como efecto de los ataques de la aviación y del cañoneo artillero, es imposible dejar de pensar en el milagro de Madrid. El itinerario fotográfico nos lleva a un paseo entre ruinas. En la calle Hilarión Eslava, ha sido bombardeada la Casa de las Flores, donde vivó el poeta Pablo Neruda, y que era el prototipo de los nuevos barrios de Madrid, en la calle Vicente Blasco Ibáñez, antes calle de la Princesa, se amontonan los escombros ante la iglesia del Buen Suceso y en la calle Roso de Luna ha sido destruida por completo la iglesia del Corazón de María. Se abren al vacío fachadas en el aire, de edificios huecos. El teatro de variedades Ideal Rosales, la fábrica Gal y el Laurel de Baco no escapan al paisaje desolado. Las bombas caen sobre el corazón mismo de la ciudad, en la Puerta del Sol, en la calle de Alcalá ha quedado destruido el palacio del Marques de la Torrecilla, donde estuvo el Café Madrid, y en este monumento se van iniciando por parte de la Junta de Protección del Tesoro Artístico los trabajos de protección en la portada del arquitecto Pedro Ribera. No escapan a los ataques las barriadas obreras como Entrevías. Caen las bombas sobre hoteles, el Savoy, hotel de los aviadores donde se alojaban los asesores soviéticos, y también son blanco de la aviación museos, imprentas, escuelas y hasta el mismo domicilio del presidente del gobierno de la República, Francisco Largo Caballero.


Fotos pertenecientes al archivo fotográfico LATOVA, un archivo de la guerra civil española. Formado por ochocientos noventa negativos de película fotográfica de 35 mm en blanco y negro, tomados con cámaras de pequeño formato y cuyos autores permanecen aún anónimos. Estas imágenes han llegado a nosotros después de 70 años, constituyendo una excepción junto a los archivos fotográficos particulares que, ocultos, lograron también salvarse, ya que este tipo de documentos de la zona republicana o bien fueron destruidos, o los obtenidos por el ejército sublevado, en los distintos frentes durante la guerra civil, fueron incautados por los Servicios Documentales de la Delegación del Estado para la Recuperación de Documentos. La ciudad de Madrid es el principal escenario de las imágenes, reconociéndose además otros lugares como Alcalá de Henares, El Escorial, Torrelodones y Manzanares el Real.


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los intelectuales en la guerra civil espaÑola Juan Manuel Menéndez

La excelente iniciativa del artista Tom Lavin de crear el Museo de la Defensa de Madrid ha traído una inesperada consecuencia: la fundación de la AGENCIA FEBUS (A.A.F. ), en honor a la que ya existió en el primer tercio del siglo XX, que tuvo como director al ilustre periodista Fernando Sánchez Monreal —fusilado al comienzo de la contienda por unos falangistas— y que abasteció durante la contienda a toda la prensa republicana. El objetivo de la mencionada agencia es recuperar a intelectuales, escritores y periodistas de la Segunda República, Guerra civil y franquismo. La conflagración sufrida por nuestro país de 1936 a 1939 ha dejado muchas lagunas; lagunas que con el desarrollo de nuevas investigaciones están aclarando cosas hasta la fecha desconocidas. Por ello la AGENCIA FEBUS está llevando a cabo un proceso de divulgación de sus estudios acerca de ese periodo tan importante para la historia de España. Como primer paso y fundamental, hemos creado una web en la que se podrá ver una representación de los hombres y mujeres que participaron en el mencionado periodo. Como segundo paso, hemos venido desarrollando diferentes actividades para cumplir nuestros objetivos: artículos, entrevistas, actos, exposiciones... con los que poder recuperar a los mencionados intelectuales, escritores y periodistas, que gallardamente defendieron Madrid de la invasión fascista. Nuestra investigación tiene como base un archivo que permaneció escondido en una buhardilla más de treinta años. Un archivo que perteneció a uno de esos hombres que no huyeron de la capital. Uno de esos hombres que se quedaron en Madrid. Uno de esos hombres que, al igual que otros muchos, no dudó en quedarse en el foro para defender hasta el último suspiro la legalidad vigente: la Segunda República, la democracia. Así pues, el mencionado archivo tuvo propietario. Un propietario de lujo: Jaime Menéndez “El Chato”. Repasando su biografía no entendemos cómo, todavía hoy, es un auténtico desconocido para la inmensa mayoría del pueblo, ese pueblo por el que él tanto luchó para librarle de las garras opresoras de Hitler, Mussolini y Franco. Recordemos a título telegráfico algunos de los aspectos más destacables de su vida y obra. Menéndez nació en Sobrerriba (Asturias), una aldea de apenas 150 habitantes, en 1901. A los 18 años decidió emigrar a Cuba, no para hacer fortuna, sino para no servir al ejército y crecer intelectualmente. De forma autodidacta estudió periodismo e idiomas. Meses después comenzó a colaborar en el DIARIO DE LA HABANA, el rotativo más importante de aquel momento. En 1920 cambio su residencia a New York. Llegó a dirigir en 1925 el diario LA PRENSA, primer rotativo en español de EE UU. Pero quizás lo más llamativo de su carrera fue que ese mismo año se convirtió en el primer español que formó parte de la prestigiosa redacción de THE NEW YORK TIMES. Ya en Madrid (1932) empieza a colaborar con las publicaciones más importantes: EL SOL, AHORA, LEVIATÁN, CRUZ Y RAYA, POLÍTICA, ESTAMPA, MUNDO OBRERO, CLARIDAD, LA VOZ, LA VANGUARDIA... y publica su exitoso libro VÍSPERAS DE CATÁSTROFE en el que, de forma visionaria, vaticina los peligros del fascismo y el advenimiento de la 2º Guerra Mundial. En 1936 se casó con otra intelectual también desconocida, Avelina Ranz Conde, que lucharía bravamente contra los invasores como miembro la Alianza de Mujeres Antifascistas. Jaime Menéndez fue nombrado Comisario Político en julio de 1938, por el Jefe de Gobierno, Juan Negrín. Poco después ocuparía la dirección del diario EL SOL. Aguantó en Madrid hasta el último minuto en el Mando Eventual del Comisariado de Centro, hasta finales de marzo de 1939. Formó parte de aquellos miles de hombres que fueron a Alicante en busca del famoso buque soviético que nunca llegó. Sin embargo sí lo hicieron las tropas italianas, y junto con otras 18.600 personas fue a parar al campo de concentración de LOS ALMENDROS. Allí, el mismo 1º de abril del “año de la derrota”, comenzó a luchar de forma clandestina en contra del franquismo, escribiendo un valioso libro con información inédita hasta la fecha. Pero eso es otra historia... Nos vemos pues en la obligación de recuperar a esos intelectuales, escritores y periodistas que comprometieron su vida, profesión e ideales con la República. Hombres y mujeres que merecen ya un lugar preferente. Un lugar que fue soterrado >



por la dictadura franquista. Un lugar que, con nuestra humilde aportación, ya tienen en la red. Sí, esta maravilla de las nuevas tecnologías ha permitido a la AGENCIA FEBUS la divulgación de tantos y tantos nombres olvidados. Entre ellos, Cristina Hurtado de Mendoza, Antonia Sanz, Esperanza Agudo, Margarita Gómez, Luisa Carnés, María Luisa Carnelli, Anne Louise Strong, Luis Díaz Carreño, Javier Bueno, Manuel Navarro Ballesteros, Nilamón Toral, Luis Cabo Giorla, Ignacio Hidalgo de Cisneros y muchos más que en su día formaron parte de la historia de España y es justo y necesario que hoy lo vuelvan a ser.

www.jmenendezfernandez.info



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el gobierno de la republica y la defensa del tesoro artÍstico durante la guerra civil. 1936-1939 José Buces Aguado

Desde el comienzo de la rebelión militar del general Franco, el Gobierno de la República, a través de una amplia operación de Propaganda Cultural y la creación de la Junta de Defensa del Tesoro Artístico Nacional, intentó con todas sus fuerzas, y en muchas ocasiones con escasos medios, evitar la destrucción del Tesoro Artístico El 23 de julio de 1936, es decir, a la semana escasa del levantamiento militar, el Gobierno de la República crea por Decreto la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico, a la vez que crea las juntas delegadas en provincias. En 1937 el Embajador de España en Londres, Pablo de Azcárate, invita en nombre del Gobierno de la República a Sir Frederic Kenyon, hombre de gran prestigio y ex-director del Museo Británico, junto con James Mann, a la sazón director de la Wallace Collection de Londres, a visitar los trabajos de Protección del Tesoro Artístico en Madrid, Barcelona y Valencia. En los informes redactados por Kenyon sobre los trabajos en Madrid y Valencia, y en el que hace mención a los trabajos en Cataluña, Sir Frederic reconoce la importante labor llevada a cabo por el Gobierno de la República y el ingente volumen e importancia de los bienes protegidos. En cuanto a la metodología y materiales empleados en los embalajes, opinó muy favorablemente e incluso presenció un “Auto de Fe”, de las propiedades de éstos ante el fuego. En un primer momento se pensó en la posibilidad de utilizar la cámara acorazada del Banco de España para depósito de cuadros fundamentales de las colecciones del Prado, incluso se hicieron las oportunas mediciones. Afortunadamente se desistió de esta idea, por los problemas de accesibilidad y por el alto grado de humedad, y se optó por evacuar los cuadros a Valencia, donde se reforzaron las Torres Serrano, construcción medieval y puerta de la ciudad, lejos del mar y de los ataques desde los navíos, e igualmente se hizo con el Colegio del Patriarca. En cuanto a los bombardeos de edificios singulares, como el Museo del Prado, Biblioteca Nacional, Palacio de Liria, etc., estos fueron perversos, ya que previamente se iluminaba con bengalas el entorno, para facilitar el blanco. Afortunadamente la suerte, la mala calidad de las bombas y la escasa puntería jugaron a favor del Tesoro Artístico. Luis de Fonteriz1 relata en el capitulo VII de su libro, Red Terror in Madrid, los bombardeos sobre Madrid y la destrucción de edificios, como el Palacio de Liria o el Museo del Prado. En lo que respecta al museo, dice haber leído un panfleto de > 1. Seudonimo utilizado, por miedo a las represalias, por mi abuelo, el abogado madrileño, Luis Aguado Rodriguez –Quintana, para escribir su libro, Red Terror in Madrid, Longmans. London, New york, Toronto. 1937, que es el testimonio y punto de vista, sin duda un tanto partidista, de un reconocido profesional madrileño, durante los seis primeros meses de guerra civil en Madrid.



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los republicanos, publicado en Valencia, para airear por el mundo el crimen cometido por la aviación rebelde (fascista) en que la mentira se contradice con las fotografías, mostrando camiones sacando las pinturas fuera del edificio, todo bien embalado. El embalaje y recogida de las pinturas comenzó en el mes de agosto de 1936 y los bombardeos de la aviación de los fascistas, no comenzaron hasta mediados de noviembre, según el relato de Fonteriz. Los Rojos (republicanos) no mencionaron que desde el comienzo de la guerra las tropas gubernamentales tenían instaladas armas sobre las cubiertas del Prado y a escasos metros del museo, en los terrenos del parque del Retiro, según describe Luis de Fonteriz en su libro. Según lo descrito por la Junta del Tesoro Artístico, en su publicación “Defensa del Tesoro Artístico, Madrid 1938”, “El día 6 de agosto (1936), la radio dio el aviso para un simulacro de bombardeo; el 26 del mismo mes, de madrugada, se escuchó el vuelo de un avión faccioso sobre Madrid, y el 28 de agosto cayeron las primeras bombas. Se produjo el primer bombardeo sobre el Museo del Prado, el día 16 de noviembre, de siete a ocho de la tarde. En que cayeron nueve bombas incendiarias sobre el edificio, tres en los jardines, dieciséis bengalas en los alrededores y tres grandes bombas en el paseo del Prado, frente a la fachada del museo.” Si bien es cierto que el 28 de agosto cayeron las primeras bombas sobre Madrid, no es menos cierto que Fonteriz tiene razón al afirmar que sobre el museo comenzaron los bombardeos a mediados del mes de noviembre, como confirma la propia publicación de la Junta. En cualquier caso y en mi opinión, los ataques sobre el museo fueron brutales y mal intencionados, y sobre todo podían haberlo destruido con todo el Tesoro Artístico que contenía. Tan sólo la fortuna y el mal tino y mala puntería de los fascistas hicieron el milagro, ya que la obstinada insistencia en los bombardeos ponía muy en claro la intención de los que lanzaban las bombas: destruir el Museo del Prado y minar la moral de los madrileños. Enriqueta Harris2, en su libro The Prado, comenta que el último capitulo de la historia del Museo del Prado se abre trágicamente con la guerra Civil 1936-1939. “Al principio de la Guerra, las obras más importantes de la colección, se pensó en llevarlas a la cámara acorazada del Banco de España, pero se descubrió el daño que se podía causar a las pinturas por la humedad de los sótanos, entonces la Junta decidió enviarlas a Valencia.” Sigue relatando Harris: “que unas quinientas obras del Prado, entre las consideradas las mejores, fueron enviadas a Valencia” (see The Thimes, september 3rd, 1937) muchas de ellas almacenadas en las torres medievales de Serranos, el resto permanecieron en los sótanos del museo, junto con obras de El Escorial y otras colecciones. En marzo y abril de 1938, cuando el ataque a Valencia era inminente, las obras fueron trasladadas a Cataluña, al refugio del convento Franciscano de Pedralbes y a una ciudad cercana a Gerona. En mayo y junio algunas de ellas fueron trasladadas al castillo de Perelada, cerca de Figueras y a treinta kilómetros de la frontera francesa. En septiembre, las piezas más importantes se trasladaron a la mina de talco de Lavajol a escasos kilómetros de la frontera. El peligro se incrementaba día a día y entonces se pensó en sacar fuera de España las obras. El comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte de España, formado con el beneplácito de ambas partes en litigio, se encargo de trasladar las obras a Ginebra, bajo la protección del Secretario de la Liga de las Naciones. > 2. La gran hispanista fue testigo y sin duda parte activa, en la labor de protección del Tesoro Artístico del museo del Prado, divulgando la encomiable labor del Gobierno de la Republica en la protección del Tesoro Artístico. The Prado. The Studio Publications. London & New York c.1940. Foto derecha: Alumnos de la Escuela de Bellas Artes fijando los carteles originales ejecutados por ellos mismos, en defensa del Tesoro Artístico. J. D. T. A. Archivo del Museo Nacional del Prado Madrid. Foto página siguiente: detalle de las Meninas en el Colegio del Patriarca. J. C. T. A. Biblioteca Nacional Madrid.




Concluidas las hostilidades, una gran parte fue devuelta a España y una selección de doscientas cincuenta obras, expuestas en el Museo de Arte e Historia de Ginebra en el verano de 1939, en la exposición “Obras Maestras del Museo del Prado”, al término de la muestra fueron devueltas a España. Espero que nunca más, concluye Harris, las obras de arte del Museo del Prado sean expuestas a los riesgos de una guerra.” Otro capitulo digno de recordar, es el de los Grecos del Hospital de la Caridad, del pueblo toledano de Illescas. En mayo de 1936 Enriqueta Harris pide a su hermano Tomas Harris, conocido experto en Goya, art-dealer, coleccionista y famoso espía al servicio de su majestad británica, de viaje por España, que pase por Illescas e intente ubicar las obras de El Greco, que habían sido movidas de su emplazamiento original en una remodelación hecha en la capilla en los primeros años del siglo XX. Aún se conserva la carta de Enriqueta a Tomás y la respuesta de éste, con dibujos situando las diferentes obras. El 7 de octubre de 1936, la Junta trató de recoger Los Grecos de Illescas, pues comprendió que el avance de las operaciones militares por aquella zona podía poner en peligro la integridad de las pinturas. No con poco forcejeo por parte del alcalde, del bando nacional, y de los vecinos de Illescas, que además creían que las obras se salvarían sólo si se quedaban in situ, y la gran desconfianza que les producía la Junta de un gobierno republicano, después de largas conversaciones, e incluso la intervención del Presidente del Consejo, las obras se embalaron en cajas de madera cerradas con llave que guardó el alcalde. Sólo entonces las obras se trasladaron a la cámara acorazada del Banco de España. La Junta al cabo de un tiempo pensó que los cuadros embalados en cajas de madera y durante mucho tiempo en la cámara del banco, con un alto grado de humedad y sin ventilación, podían correr un grave peligro. Se requirió por radio al alcalde de Illescas, pues se ignoraba su paradero. Ante su incomparecencia, la Junta solicitó autorización a la Junta de Valencia, para que se autorizase al gobernador del Banco de España a abrir las cajas, cuyo aspecto exterior no presagiaba nada bueno. Al abrirlas, como nos muestran las fotografías, los efectos de la humedad fueron más corrosivos y destructivos que las propias bombas. El espectáculo fue dantesco, la superficie de las pinturas era irreconocible y estaba cubierta por una gruesa capa de hongos. Rápidamente se trasladaron al Museo del Prado, donde se encargó al restaurador Jerónimo Seisdedos la restauración de las pinturas, que duró desde marzo de 1937 hasta febrero de 1938. Desgraciadamente en la batalla se destruyeron las dos esculturas de los profetas, Simeón e Isaías, de tamaño natural, que estaban situadas en unas hornacinas del presbiterio de la iglesia y que no fueron llevadas a la cámara del Banco de España. En 1944 el restaurador del museo del Prado, Jerónimo Seisdedos, publicó un artículo sobre su intervención en este conjunto. Las fotografías que se muestran se hicieron en el exterior del Museo del Prado, y los ejemplares que yo conservo fueron regalados por Mann a mi tía, Enriqueta Harris, que por aquellos años era su fiancé. En plena guerra, Harris, publicó su conocido articulo, “A Decorative Scheme by El Greco”. Burlington Magazine. nº 72. London 1938. Otro triste suceso que causó graves daños en el Patrimonio Artístico y más concretamente en “La Carga de los Mamelucos” y “Los Fusilamientos del Dos de Mayo”, fue el accidente sufrido por el camión que transportaba tan valiosa carga, al chocar contra un balcón y clavarse los hierros en la caja y en el cuadro, en el pueblo de Benicarló. “La Carga” sufrió una importante pérdida de tejido, que fue restaurada por Manuel Arpe en el castillo de Perelada, Gerona. Arpe no presenció el accidente, a él le entregan los cuadros destrozados y enrollados en un cilindro. En el año 2000 se celebró un Simposio en el Museo del Prado, para tratar la tinta neutra, que con muy buen criterio había ejecutado el restaurador Manuel Arpe durante la guerra, para restaurar el daño producido en la obra por el accidente, hubo voces en el museo que pedían se rehiciera lo faltante, pues existía documentación fotográfica para hacerlo, otros, entre ellos creo recordar que Pérez Sánchez, y yo mismo, opinábamos que debía mantenerse la falta, pues era el testimonio de un hecho histórico relevante y doloroso que nunca debía ser olvidado: la Guerra Civil de 1936-1939.



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arquitectura militar de la guerra civil espaÑola en madrid. los restos de la guerra civil setenta aÑos despuÉs Antonio Morcillo López

Introducción La Guerra Civil se inició en nuestra ciudad el día 20 de Julio de 1936 con la sublevación de las guarniciones militares de la Capital, y concluyó en la misma el 28 de Marzo de 1939 con la rendición de las tropas republicanas defensoras de la ciudad, acto efectuado en esa fecha en los sótanos del Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria. Tras los combates generalizados de los primeros meses, el frente bélico se instaló en los propios suburbios de la ciudad, al llegar a ella las tropas sublevadas el día 6 de Noviembre de 1936, tras un imparable avance realizado desde Sevilla Extremadura - Toledo, iniciado a principios de Agosto del mismo año. La detención de este avance a las puertas de la Capital, y la defensa a ultranza de la misma durante las grandes batallas de cerco del año 1937 - Carretera de la Coruña, El Jarama y Guadalajara - llevó a una situación de frente de guerra estabilizado en las mismas puertas de la ciudad, que continuó hasta el final de la contienda. La configuración del frente de Madrid excede los límites de la actual Comunidad. Los restos del frente propiamente urbano también exceden en la actualidad el territorio que ocupaba el mismo en 1939, pues la ciudad ha crecido, incluyendo en su término municipal municipios que dejaron de serlo para convertirse actualmente en barriadas periféricas. Podemos seguir el frente urbano madrileño por la línea Colonia Valdemarín (Aravaca) - Cuesta de las Perdices - Cerro del Águila - Club de Campo - Ciudad Universitaria - Parque del Oeste - Puente de los Franceses - Casa de Campo - Alto de Extremadura Barrios Lucero y Tercio Terol - Glorieta de Mataderos (Metro Urgel) - Camino Viejo de Leganés - Plaza Elíptica - Vértice Basurero (Alturas C/ Marcelo Usera) - C/ Rafaela Ibarra - Villaverde y dirección hacia el Cerro de los Ángeles. No obstante, no todos los restos se encuentran en la línea del frente. Huellas de la guerra en el paisaje urbano Prácticamente setenta años después, el devenir de los años y el crecimiento y expansión de la ciudad han ido borrando los restos de la contienda. Estos restos, testimonios en aquellos momentos de ruina y desolación, se han convertido hoy día en escasos vestigios que, como mudos testigos de aquella lejana contienda, deberían conservarse para el estudio histórico de un suceso de capital importancia para nuestra ciudad como fue la guerra civil española. ¿Qué huellas de la guerra civil podemos encontrar aun hoy día en Madrid?. Todavía bastantes. Podemos dividirlas en los siguientes grupos: - Huellas de disparos o explosiones, en terreno o edificios - Restos de puentes y carreteras militares - Monumentos - Testimonios gráficos y orales. Libros, imágenes, y testimonios personales de testigos directos - Obras de fortificación en tierra. Trincheras y parapetos - Construcciones subterráneas. Refugios Antiaéreos - Obras de fortificación en material de obra, ladrillo, piedra y hormigón. Fortines Como puede observarse, el tratamiento detallado de todos estos apartados sería largo y complejo, excediendo sin duda los límites de extensión del presente escrito. Vamos, a continuación a tratar de ellos de una manera resumida, haciendo hincapié de una forma especial en el apartado final, "Obras de fortificación en material de obra, ladrillo, piedra y hormigón", el más coincidente con el tema central que nos ocupa, "Arquitectura militar de la guerra civil española en Madrid". >



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Huellas de disparos o explosiones, en terreno o edificios Todavía podemos encontrar en Madrid huellas de impactos en fachadas de edificios. Lo que en un tiempo pareció desidia del propietario o ahorro de escaso presupuesto hoy constituyen vestigios de sumo interés que llaman la atención al ojo del observador curioso. Encontramos huellas de disparos, de metralla, de impactos artilleros, de shrapnell, etc. Fundamentalmente en edificios modestos de ladrillo, muros olvidados, marcos de ventana y lugares poco accesibles de las edificaciones. A veces no son las propias huellas, sino los remiendos hechos para tapar las mismas, que se manifiestan evidentes al estar hechos en un material diferente del original. La remodelación de fachadas recientemente impuesta en muchos casos por la I.T.E. (Inspección Técnica de Edificios) constituye un grave peligro para la supervivencia de estos testimonios. Como ejemplo de lugares o edificios donde aun podemos observar huellas de impactos, citaremos, entre muchos, la casa de la C/ Alhambra esquina a C/ Sepúlveda, la de la C/ Vicente Camarón 47, la fachada del Regimiento Inmemorial del Rey en el Paseo de Moret, el edificio de la Travesía de Conde Duque, el muro de contención de la Almudena, actualmente en destrucción, las facultades de Farmacia y Medicina y el muro de Contención del Botánico, en la Ciudad Universitaria. También, exóticamente, podemos aún observar en el terreno huellas de grandes explosiones, como el gran embudo de la mina explotada que se conserva entre el Hospital Clínico y la facultad de Odontología. Restos de puentes y carreteras militares Los puentes militares tendidos sobre el río Manzanares constituyeron obras provisionales que desaparecieron prontamente. Las carreteras utilizadas en la contienda eran las preexistentes, que han sido reasfaltadas y utilizadas posteriormente. No obstante existen restos. No habríamos hablado de este aspecto si no fuera así. Unos trescientos metros aguas arriba del Puente de los Franceses, existió un conjunto de puentes y pasarelas por las que los "nacionales" comunicaban sus posiciones de la Casa de Campo con las de la Ciudad Universitaria. Estos puentes provisionales recibieron el nombre popular de "Pasarela de la Muerte", y el último de ellos, de obra definitiva, "Puente del Generalísimo". Hoy día pueden observarse, en la orilla izquierda del río restos de hormigón de las pasarelas, y en la derecha el gran arco de acceso hacia el puente bajo la tapia del Club de Campo, recientemente descubiertos por GEFREMA (Grupo de Estudios del Frente de Madrid). Todavía en la Casa de Campo podemos ver una carretera militar perfecta y casualmente conservada en su estado original. Se trata de la "Pista del Generalísimo", pista hormigonada que baja desde el Cerro Morán, en las cercanías de Garabitas, hasta la Carretera de Castilla. Conserva un curioso conjunto de inscripciones de la época, realizadas sobre su cemento fresco. Monumentos Los monumentos conmemorativos de la guerra civil existentes en Madrid son escasísimos. Como ha ocurrido en todo tiempo y en distintos países, el carácter conmemorativo de una gesta o suceso de determinadas connotaciones políticas suele llevar a la destrucción, mutilación o transformación de dichos monumentos con el devenir de los tiempos y el cambio de ideología social. Es necesario concienciar a la sociedad del valor histórico de estos monumentos en sí como testimonios del pasado, y hacer abstracción de la ideología política que los inspiró, pues la destrucción o mutilación sólo conduce a la pérdida irreparable de un patrimonio colectivo y a mostrar la barbarie cultural del destructor. La historia está llena de ejemplos en este sentido. Entre los monumentos aún visitables, conviene destacar el Monumento al Sagrado Corazón, en la Casa de Campo, levantado en 1937, en plena guerra, como homenaje a los artilleros "nacionales" del Cerro de Garabitas, y el Templete de La Virgen (Inmaculada Concepción de la Ciudad Universitaria- Antes "La Virgen del Asedio"), levantado en la posguerra con la imagen de la Virgen anteriormente existente en el Asilo de Santa Cristina. Se encuentra en los jardines del Hospital Clínico, en la Ciudad Universitaria. >



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Otros monumentos visitables, pero de posguerra, son, el Monumento a los Caídos del Cuartel de la Montaña, en la entrada al Templo de Debod, C/ Ferraz, y la Ermita de San Pedro, en la Casa de Campo. Testimonios gráficos y orales. libros, imágenes, y testimonios personales de testigos directos Muchos restos desaparecidos perviven en descripciones literarias, fotografías, o en la memoria de aquellos que los contemplaron, pues causaron en sus mentes profundas impresiones que hoy atesoran como vivencias o recuerdos. Gracias a todo ello, los investigadores podemos, hoy día, recuperarlos del olvido a pesar de su destrucción, o simplemente localizar su ubicación, pues muchos de ellos aun existen en el subsuelo madrileño enterrados. Es más barato enterrar que destruir. La literatura sobre la guerra civil es extensísima. Pocas veces un fenómeno histórico ha producido una tan fecunda producción literaria. Es recomendable la consulta de libros "originales", aquellos escritos por los que vivieron "de primera mano" la contienda, aunque no sean fáciles de encontrar. La fotografía permite la pervivencia de imágenes que se captaron en un instante. El repertorio fotográfico o cinematográfico producido en la guerra civil es amplio, y de él podemos destacar por su interés concreto en la ciudad de Madrid en guerra, los archivos fotográficos de Santos Yubero y Albert Louis Deschamps, y la película "Spanish Hearth" ("Tierra Española"), de Joris Ivens (1937). Obras de fortificación en tierra. trincheras y parapetos Constituyen la obra de fortificación más somera, y por tanto más perecedera. Por trincheras entenderemos, en un lenguaje popular, las zanjas abiertas en tierra para organizar defensivamente un terreno y dar protección a los combatientes. Existen muchos tipos, desde el simple pozo de tirador a las trincheras de línea paralela con tridente frontal, las de pata de gallina, las de comunicación o evacuación, las chabolas para refugio de personal o almacén, etc. Los parapetos son, aparte de los frentes de trinchera, los grandes muros de tierra levantados ante posiciones defensivas situadas bajo posiciones dominantes del enemigo, esto es, en posición desventajosa. Como puede suponerse, la ocupación urbana del terreno y la erosión han borrado las huellas del enorme complejo de trincheras entonces existente en Madrid. No obstante quedan numerosos restos, más o menos borrados por el tiempo, en terreno no alterado, esto es, en la Casa de Campo y Dehesa de la Villa. Construcciones subterráneas. refugios antiaéreos Aspecto este de sumo interés, que daría pie a un escrito mucho más extenso que el presente. Enigmático, por su carácter subterráneo, oculto y misterioso. El bombardeo artillero y aéreo al que se vio sometida la ciudad durante los más de dos años en que el frente de guerra se instaló a sus puertas, unido a la escasa y poco eficaz defensa antiaérea con que contaba, llevó a las autoridades republicanas a la construcción de un plan de refugios subterráneos para proteger a la población civil, organismos militares o industrias de guerra. Tras una primera fase de adecuación de sótanos, bodegas y túneles de metro, se realizó la construcción de estas instalaciones de nueva planta en zonas que carecían de las anteriormente nombradas, desde de marzo de 1937 hasta el final de la guerra. Las características fundamentales de estas obras son: - Planta en galería. Largas galerías subterráneas que se quiebran en ángulo recto o zig-zag, a las que se accede a través de escaleras o rampas que buscan profundidad. - Apertura de nichos en las galerías, pequeñas habitaciones rectangulares para refugio. - Entradas en escalera o rampa, en número igual o mayor a dos. Se quiebran en ángulo recto o zig-zag para evitar la posible entrada de metralla u onda explosiva. - Se aprovechan siempre desmontes o taludes preexistentes para excavar los refugios.

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- Suele utilizarse solera de hormigón para la base, ladrillo con mortero de cemento para las paredes y ladrillo en bóveda para las cubiertas, tanto en las galerías como en los nichos. No presentan losas de cubierta de hormigón sobre las bóvedas. - Cubierta de tierra sobre las bóvedas de ladrillo. Se utiliza la propia cubierta del terreno, acrecentándola a veces con las tierras sacadas de la excavación, buscando un espesor mínimo de ocho metros de tierra sobre bóveda, espesor suficiente para soportar la explosión de las bombas más frecuentes en la época. - Excavación a cielo abierto de las entradas e inicio de las galerías, y en mina el resto. - El interior suele mantenerse en ladrillo visto o alicatarse en azulejo hasta cierta altura. La bóveda puede enfoscarse. Suelen colocarse bancos corridos de obra a lo largo de pasillos o nichos. - La ventilación se realiza por chimeneas al terreno-cubierta. Suelen realizarse, según dimensiones, en ladrillo visto o tubería de uralita. Puede haber ventilación forzada por medio de motor o bomba impulsora. - Se instalan fuentes con agua y retretes. Los vertidos se conducen a pozos de arena. - Los proyectos son dirigidos por arquitectos civiles bajo la supervisión de la Comandancia de Obras y Fortificaciones. - En 1937 la duración media de construcción de un refugio era de unos dos meses. Posteriormente los plazos se fueron dilatando por escasez de materiales. - Contaban con medidas especiales Antigás y contra Agentes Químicos, como eran: puertas de cierre herméticas interiores, cámaras de desimpregnación de gases, duchas, no para aseo, sino para la descontaminación de posibles gaseados, dispositivos para evitar la posible entrada de gases por los conductos de ventilación, etc. Se construyeron numerosos refugios a partir de 1937. Hoy día el destino de los mismos ha sido variado, pues en muchos casos el cambio de nomenclatura de las calles donde se construyeron ha contribuido a su olvido o desaparición. Algunos sobreviven, otros se utilizan como sótano-almacén, desconociéndose incluso que fueron refugios antiaéreos de la guerra civil, otros fueron destruidos totalmente o en parte por obras urbanísticas y otros fueron tapiados y olvidados. En cualquier caso no son observables ni visitables por estar cerrados o incluidos dentro de una propiedad particular. Entre los muchos ejemplos que podríamos citar destaca, como estrella indiscutible, el refugio del Puesto de Mando del Ejército del Centro en el Parque del Capricho (Alameda de Osuna), conocido popularmente como "El Búnker del General Miaja". Otros, los de la antigua calle Tello Meneses (Prosperidad), C/ Aviador Lindbergh, Estación de Atocha, el Polvorín del Parque del Capricho, el nunca encontrado del Hospital de Carabineros (Residencia de Estudiantes) y, como ejemplo de uno tapiado y olvidado, el de la C/ María Luisa- C/ Panizo (Estrecho). Obras de fortificación en material de obra, ladrillo, piedra y hormigón. Fortines Constituyen, sin duda, el testimonio más espectacular y llamativo de los restos de la guerra civil. Verdaderas fortalezas en pequeño tamaño, entroncan directamente con la tradición de las viejas fortificaciones y castillos medievales. Setenta años después de su construcción, aún podemos contemplar en nuestro entorno urbano ejemplares cada vez más escasos de lo que fue un completo repertorio de fortificaciones, popular e incorrectamente denominados "búnkers", siguiendo normalmente el trazado de la línea del frente de ambos bandos. El devenir de los tiempos sobre estas fortificaciones ha sido diferente. En principio existió una voluntad expresa de destrucción de las republicanas, para borrar los restos que la "canalla roja" (textual-prensa de aquellos días) dejó en Madrid. Las fortificaciones nacionales quedaron simplemente abandonadas en sus localizaciones, más periféricas que las anteriores. Pasados aquellos primeros tiempos, el crecimiento urbano y la desidia las han ido devorando, sin hacer en este caso distinción de bandos ni ideologías. Antes que destruirlas, pero meramente por razones de comodidad y ahorro de presupuesto, han sido enterradas modificando la configuración del terreno, incluso incluyéndolas dentro de la cimentación de construcciones. En el caso de no poder aplicar esta más barata solución, se ha aplicado la destrucción directamente. >



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Vamos a contemplar, por bandos, las fortificaciones aún existentes y sus características. Fortificaciones Republicanas: Son las más escasas. Existe una serie estilísticamente definida perteneciente a un cinturón de fortificaciones levantado alrededor de la Capital entre octubre de 1936 y principios de 1937, en zonas que posteriormente no coincidieron con el frente bélico. Son grandes construcciones cúbicas, realizadas en hormigón con escaso armado metálico, de medidas aproximadas 380 X 290 cm. y muros de un espesor entre 100 y 60 cm. Apuntamos algunas de sus características generales. - Diferentes y más grandes que los fortines construidos en épocas similares, y de mejor calidad en sus materiales y acabado final. - Normalmente van en parejas y no simétricamente colocados. - Baten accesos en posición frontal, sin sistema de cruce de fuegos. - Presentan una sola tronera, amplia, pero no demasiado grande. - Paredes laterales planas, formando ángulos rectos entre sí, sin favorecer, por tanto, el posible rebote o desviación de los proyectiles de artillería. - Son demasiado visibles y carecen de enmascaramiento, fiando su resistencia en la tremenda potencia de su construcción. Encontramos ejemplos de ellos en la Colonia de Camarines (sobre la Carretera de Castilla, Dehesa de la Villa y C/ Pirineos, Convento de los Dominicos (Sanchinarro), Cruz del Rayo y La Mata Espesa (Hortaleza), Alameda de Osuna y Ciudad Pegaso. Otros ejemplos del mismo cinturón se sitúan en municipios colindantes con Madrid, Getafe, Leganés, Pozuelo de Alarcón y El Pardo. Aparte de los de esta serie existen fortines de hormigón aislados y más escasos todavía, sin uniformidad estilística. Citaremos uno en el Cerro de las Balas (Dehesa de la Villa), otro en los terrenos de la Policía Municipal junto al Puente de los Franceses y los restos de la fortificación del Puente de la Agachadiza (Casa de Campo). Fortificaciones Nacionales: Son las relativamente más abundantes, principalmente por su situación original más periférica, y ocupan zonas aún no urbanizadas, ocupadas por parques o descampados, que favorecieron su supervivencia. Muchas de ellas tienen uniformidad estilística y obedecen a serios criterios constructivos. Casi todas están realizadas en la última fase de la guerra, a partir de la segunda mitad de 1938, sustituyendo en su emplazamiento a obras más provisionales. Apuntamos algunas de sus características generales. - Están construidos con hormigón de piedra picada (no de canto rodado), armado con varilla metálica lisa (no existía la corrugada) de 1 cm. de diámetro. La trama metálica se une con alambre de 1 mm. de diámetro. En algunas ocasiones se utilizan bloques prefabricados del anterior material, en esta ocasión sin armado metálico. - Es frecuente en las construcciones la aparición de material pétreo y metálico aprovechado. - Es característica la utilización de ladrillo de dos agujeros, de factura algo basta, en algunas cimentaciones y obras de fortificación más elementales. - Los espesores más normales de los muros son de 50 cm. Si se utilizan cubiertas de bóveda, este espesor se reduce a 25 cm. - El encofrado se hace con tablazón de madera de pino, de unos 20 cm. de ancho, dispuesto de manera horizontal o vertical según la menor o mayor altura, respectivamente, de la fortificación. - Los fortines se encuentran situados en puntos altos, con vistas dominantes. No en la cima de cerros, sino a media ladera cerca de la cota, para enmascararse en lo posible en el terreno sin perder sus vistas, y buscando máxima efectividad en la rasancia de sus fuegos. Foto izquierda: cartel perteneciente al archivo de la Fundación Pablo Iglesias.

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- Se sitúan en laderas altas, dominando con su cruce de fuegos el previsible acceso del enemigo a través de las vaguadas, cruce realizado siempre con otra fortificación "pareja", situada en la otra pendiente de la vaguada. - Los fortines para piezas de artillería fijas se sitúan, lo más enmascarado posible, en función de los objetivos a batir. - El tipo de fortificación no es estilísticamente aleatorio, sino que responde a la clase de arma que alberga y la utilización de la misma o a las funciones de observación que deba desempeñar. - Las distintas tipologías forman parte de series con cierto número de construcciones similares, aunque también se dan ejemplos individualizados (¿o acaso también tuvieron "compañeros" hoy desaparecidos?). Citando los relativamente numerosos vestigios aún existentes (numerosos comparando su cantidad con los republicanos), los agruparemos someramente según tipologías - Fortines para arma automática. Poligonales. Encontramos uno en Valdemarín (Aravaca), aunque hoy transformado en la piscina de un chalet, y otro transformado en elemento de un parque cerca del Colegio San Viator, en Usera. - Fortines para arma automática, Semicilíndricos. Encontramos una pareja en la Colonia Camarines (Aravaca), mirando a la Cuesta de las Perdices, y los restos de otro en la Casa de Campo, cerca de la Curva de la Muerte (Puente de los Franceses). - Fortines para arma automática. Cuadrados con las esquinas anteriores cortadas (semiexagonales). Once ejemplares en la Casa de Campo, siguiendo la línea del frente, y dos más en el Club de Campo, en el Cerro del Águila. - Fortines para arma automática. Circulares, con dos troneras. Tres grandes y dos pequeños en el Cerro de la Mica. Uno pequeño entre Pº de Extremadura y C/ Sepúlveda. - Fortines para arma automática. Circulares, con dos troneras y contrafuerte trasero. Eran fortines- observatorios. Tres en el Parque del Oeste, junto a la Avda. de Séneca. - Fortines para piezas de artillería. En la Casa de Campo. Uno cubierto de bóveda frente al Puente de la Agachadiza. Dos descubiertos, en las cercanías del Puente de los Franceses. Uno antitanque, descubierto, de bloques de hormigón, en el Cerro de Garabitas. - Casamatas fortificadas de ladrillo, descubiertas. En la Casa de Campo, un conjunto de cinco y otro cercano de una, sobre el Pinar de las Siete Hermanas. - Polvorines. En la Casa de Campo. Dos, descubiertos, junto al Puente de la Culebra. Uno, cubierto, junto al arroyo, entre los puentes de la Culebra y el Batán. Situación actual. El incierto futuro No existe, en la práctica, una legislación que proteja estos restos materiales. Para ser catalogados como resto arqueológico habrían de poseer una antigüedad mínima de cien años, a la que evidentemente aún no llegan... y probablemente, no llegarán. Existe una figura de protección, denominada Declaración de Bien de Interés Cultural que podría ser la solución para su supervivencia, pero las complejidades burocráticas para conseguirla son tales que probablemente antes de ello puedan llegar a ser, si sobreviven, resto arqueológico. La mejor protección, aunque compleja de conseguir, ha de ser la concienciación ciudadana a través del conocimiento histórico y desapasionado de estos vestigios. Conocer algo, y su historia, es aprender a amarlo y respetarlo.


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viviano morcillo

En julio de 1936 Viviano Morcillo terminaba su servicio militar en el Regimiento de Zapadores Minadores nº 1, destinado en el Cuartel de la Montaña de Madrid. Más de 70 años después narra su personal aventura en el mismo lugar donde estuvo la entrada de su cuartel. El documento videográfico forma ya parte de los fondos del Museo. A continuación trascribimos un resumen: ...Este drama lo empecé a vivir yo el día 19 de julio de 1936 (...) Yo estaba de ordenanza con un oficial (...). Total, que aquí llegué y fui directamente a buscarlo, al teniente Santos. Entonces él se me destapó y me dijo: "Tienes que marchar a casa inmediatamente a vestirte de uniforme de soldado y venir aquí, porque esta misma tarde vamos a salir a tomar militarmente Madrid". El día 19, señores. Con esa pesadilla y esa preocupación salgo del cuartel (...) y la primera aventura que tuve, para conocimiento de todos ustedes, fue en esa esquina, que hay una librería y entonces era una taberna, y estaban en ella 10 ó 12 individuos verborreando. Y con la preocupación que yo tenía, al pasar por la taberna digo: "Me vuelvo, me vuelvo y entro." "¡Señores!" dije "soy soldado de allí, del Cuartel de la Montaña, y me acaban de decir que esta misma tarde salen y toman Madrid militarmente." (...) Ellos eran, no cabe duda, también individuos ya preparados un poco ideológicamente, se volvieron hacia mí y me escucharon. "¿Por qué no va usted al Partido Comunista a indicar las últimas noticias". En consecuencia, dije: "Mire, iría de buena gana, pero es que no sé donde está." "Bueno, no se preocupe (...) A ver, voluntarios." Y salieron tres individuos conmigo para llevarme al Partido Comunista. Detrás de la Telefónica estaba una oficina del partido comunista. Había una reunión, llamamos a la puerta, entramos y tal y cual. "¿Qué se les ofrece?" "Soy soldado del Cuartel de la Montaña, vengo de allá, soy ordenanza, me acaban de decir que esta misma tarde salen sublevados y toman Madrid militarmente, y vengo a poner esto en conocimiento de ustedes, para que tomen las medidas necesarias (...)". Total, cuando salimos dicen, ocurrencias, "¿Y por qué no vamos al Ministerio de Guerra con estas noticias?" Efectivamente, bajamos al Ministerio de Guerra, en la calle Barquillo (...). Yo pasé y me presentaron al capitán Díaz Tendero, que era quien que regía la guardia. Le expliqué los detalles de la cuestión, se emocionó el hombre, tomó nota y ordenó al sargento: "Súbelo" Yo iba interesado en hablar con el secretario, con el ministro, con personas influyentes. (...). Total subimos uno o dos pisos, y casualmente aparece un coronel. "¿Dónde van ustedes?" Dice. Íbamos el Sargento y yo porque los acompañantes se habían quedado fuera. "Pues mire usted" tuve que explicarle. "Soy asistente de un oficial, y vengo a poner en conocimiento de la gran autoridad que pueda existir aquí, que me ha dicho que vaya a casa y me vista de militar y aparezca en el cuartel, porque esta misma tarde quieren tomar militarmente Madrid." El día 19, señores. El hombre se enfada, no sé que tendencia tenía, no me pareció buena tendencia, y dice: "¿Usted no sabe que los militares no debemos meternos en política?" Digo: "Mire, que yo no me meto en política, vengo a traer una noticia trascendente a la autoridad del Ministerio de Guerra." "Marche usted inmediatamente a casa, se viste de soldado y se aparece en el cuartel como le han ordenado." (...) Entonces yo me marché a casa a vestirme de soldado y volver al cuartel. (...). Yo venía con el temor de que aquí ya sabían mis andanzas. Veo al oficial: "A sus órdenes, ya estoy aquí." Venía, claro, vestido de zapador. "Muy bien. Sube arriba a la compañía que te den armamento." Pude respirar, porque no había transcendido. (...). A las ocho de la mañana aparece el primer avión. ¡Venía con pasquines! Y es que el gobierno de la República tomó la medida de licenciar a toda la tropa, y decía el pasquín, que se me quedó per secula seculorum en la cabeza: Soldados, no obedezcáis las órdenes de vuestros jefes, porque el gobierno de la República os ha licenciado. El día 20 a las ocho de la mañana. El segundo avión que pasó ya no traía pasquines, sino ya traía bombas. En fin, ya había roto la cosa y oigo los truenos de aquí de los fusiles y de la artillería que habían puesto en la plaza de España. (...). Al cuartel que atacaron bien es al de infantería, a ese lo atacaron de lleno. De vez en cuando salía el general Fanjul por unos portillos que habían hecho en las paredes intermedias, rodeado de oficiales (...) y cuando pasaban de un cuartel a otro daban los gritos de "¡Viva España!". (...) En el momento de llegar yo al portón y ver qué acontecimientos ocurrían, un corneta de la banda abrió una puerta pequeña. Y yo vi la barricada que estaba llena de guardias de asalto, obreros, unos con fusiles, otros con palos, con picos... Entonces tuve la cosa de decir: "¡Entrar, entrar, entrar. Venga para adentro!". El Cuartel de la Montaña de Zapadores no fue asaltado, fueron invitados a pasar, y efectivamente, cuando nos vieron ellos desde la barricada, y que los invitábamos, entonces vino un torbellino de gente, hombres, con armas o sin ellas. Y preguntaban "¿Dónde está el armamento?" Junto a Alumbrado había un almacén. Allí cogieron todo lo que quisieron, allí estaban los cerrojos de los fusiles, bombas, cascos... Salí ya a las doce, había unos autobuses, ya verdaderamente licenciados como habían dicho a las ocho de la mañana. Pero yo no me marché a casa, ¡Yo me marché a Campamento!



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tomÁs ruiz-rivas / tom lavin Director y creador del Ojo Atómico - Antimuseo de Arte Contemporáneo Curador independiente y artista visual Tom Lavin es un heterónimo de Tomás Ruiz-Rivas, que surge para investigar la identidad española desde la creación artística. Su trabajo se articula en proyectos de largo plazo, en los que la comprensión de la identidad española y sus traumas colectivos ha evolucionado desde los aspectos más folklóricos y livianos hasta una percepción cruda de las consecuencias de la dictadura en la sociedad actual y las fracturas ocasionadas por el modelo de transición de los años 70. En los proyectos se combinan deliberadamente elementos propios del trabajo curatorial, promoviendo procesos de creación muy abiertos en los que participan otros artistas. Entre sus trabajos recientes destacan Paellas, realizado en colaboración con el fotógrafo Pepe Abascal entre 2003 y 2007, y la video-instalación Fosa Común, realizada en colaboración con el director de cine Günter Schwaiger. josÉ buces aguado Conservador-Restaurador de Pintura. Desde 1974 presta sus servicios en el hoy Instituto del Patrimonio Histórico Español del Ministerio de Cultura donde desarrolla su actividad profesional en intervenciones en bienes muebles de carácter significativo, como las Sillerías del Monasterio de El Paular, obras de Zurbarán o próximamente la Cajonería renacentista de la Sacristía de la Catedral de Murcia y La Sillería del Coro, de la Catedral de Plasencia. Su otra actividad es su colaboración en Programas de Formación de técnicos, tanto en España en colaboración con el Ministerio de Cultura como en el extranjero con la AECI, del Ministerio de Exteriores. Es autor de más de veinticinco artículos de carácter eminentemente técnico. fernando hernÁndez sÁnchez Licenciado en Historia Contemporánea y profesor del IES Sefarad de Fuenlabrada (Madrid). Miembro del Centro de Investigaciones Históricas de la Democracia Española (CIHDE) y de la Asociación de Historiadores del Presente. Colaborador de la Cátedra del Exilio de la UNED. Está especializado en el estudio de la historia del movimiento comunista en España, así como en la divulgación didáctica de la Memoria Histórica. Ha participado con distintas comunicaciones en los congresos de historia del PCE y el PSUC, y en el conmemorativo del 70 aniversario de la Guerra Civil española. Ha publicado artículos en revistas como Historia 16, Espacio, Tiempo y Forma, Cuadernos Republicanos, Ebre 38 e Historia del Presente. Es autor del libro Comunistas sin partido: Jesús Hernández, ministro en la Guerra Civil, disidente en el exilio (editorial Raíces, Madrid, 2007). juan manuel menÉndez Escritor. Fundador y presidente de la AGENCIA FEBUS (A.A.F.), nace en Madrid, de origen asturiano. Subcampeón de madrid de culturismo en 1988. Colabora en direntes medios, El Pais.com, Cadena Ser.com, La Vanguardia Digital, Marruecos Digital, La República.es,... en 2008 organizó la exposición y mesa redonda La defensa de Madrid en el Ateneo. En la actualidad prepara la publicación de su primer libro. antonio morcillo lÓpez Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor, imparte clases en el Centro Lourdes, de Madrid. Estudioso de la Guerra Civil, desde 2002 es Presidente del Grupo de Estudios del Frente de Madrid (GEFREMA). Entre sus obras de investigación destacan las monografías El Frente de la Casa de Campo, Fortines del Cerro de la Mica, La Posición Jaca, y numerosos trabajos publicados en la revista especializada Frente de Madrid.

Ilustración portada: María María Acha Fotografías: María María Acha: páginas: 1, 6 y 7, 10 y 11, 13, 14 y 15, 16 y 17, 23, 26 y 27, 34 y 35, 42 y 43 Pepe Abascal: páginas: 4, 8 y 9, 24 y 25, 32, 36, 38 y 39, 44 y 45, 47 Tom Lavin: 18 y 19



El museo de la defensa de madrid es un proyecto artístico colaborativo y procesual, que crea un espacio mental, antes que físico, para transformar las representaciones que tenemos de nuestra ciudad, nuestra historia y nuestra identidad. El vacío de la memoria colectiva sobre un hecho histórico trascendental - la defensa de Madrid contra los militares golpistas durante la Guerra Civil - es el punto de partida para un ejercicio de crítica cultural. El Museo, como modelo de institución productora de saber y de legitimación cultural, es convertido en una acción artística radical: un modesto carromato que el artista arrastra por las calles para recuperar el pasado heroico.

Escriben: José Buces Aguado. Conservador -Restaurador de Pintura del Instituto del Patrimonio Histórico Español Fernando Hernández Sánchez. Historiador y miembro del CIHDE Juán Manuel Menéndez. Escritor y presidente de la AGENCIA FEBUS Antonio Morcillo. Geógrafo e historiador. Presidente del Grupo de Estudios del Frente de Madrid (GEFREMA)


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