El secreto de las cinco virtudes para convertir el mundo

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AUTORA: Laura Robiou Brusa-Pasqué ILUSTRACIONES: Juan José de la Morena

www.ayudaenaccion.org

EDICIÓN: Broadcast ProducTel, S.L. © 2015 España

www.bptproducciones.com


Ă?NDICE

1- La llegada 2- La verdadera amistad 3- El poder de la generosidad 4- Aria, la niĂąa amable 5- La honestidad de la joven madre 6- El hijo del herrero 7- El secreto de Claus

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Los personajes de esta historia son: Claus Makoto («honesto»), niño de ASIA

Dainan («amor»), niño de OCEANÍA

Hael («generoso»), niño de EUROPA

Ayufal («amable»), niña de AMÉRICA

Akiiki («amigo»), niño de ÁFRICA

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Capítulo

La llegada

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espués de un larguísimo viaje desde la otra parte del mundo, Akiiki llegó por fin al campamento donde iba a pasar el verano. Era una noche estrellada, no había luna y lo único que se oía era el cantar de los grillos.

-Hola, tú debes de ser Akiiki. -Sí, soy yo. -Te estaba esperando. Yo me llamo Claus y soy el director del campamento, pero no te quiero quitar mucho tiempo, estarás cansado del viaje. Acompáñame que te enseño tu cabaña y te presento a tus compañeros.

Akiiki estaba un poco nervioso, era la primera vez que se separaba de sus padres por tanto tiempo y no sabía qué le depararía aquella aventura. En cuanto se bajó del autobús, vino un señor a buscarle. Era alto, andaba un poco encorvado y su cara estaba poblada de una larga barba blanca.

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Akiiki le siguió. Se subieron a un barco con remos que les condujo a la isla donde iba a pasar los próximos días. Estaba justo en mitad del lago. A medida que se acercaban, Akiiki podía ver con más claridad una pequeña luz amarilla, parecía un fogón de campamento. Su corazón le latía cada vez más fuerte.

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Cuando por fin llegaron, se bajaron de la barca con el equipaje de Akiiki mientras este examinaba los rostros de sus nuevos compañeros. -Chicos, este es vuestro nuevo compañero, Akiiki. Viene de África - dijo Claus. Hael, un niño alto con la piel muy blanca y el pelo oscuro, fue el primero en presentarse. -Hola, soy Hael, yo vengo de Austria. En seguida el resto de los niños se presentaron amigablemente. Primero Ayufal, una niña que venía de Chile, Dainan, un niño bajito y con la piel más oscura que Hael, venía de Australia. Por último, Makoto se presentó como el más pequeño de los cinco. Venía de Japón. Ya hacía unas horas que era de noche, así que decidieron irse a descansar. Antes de que se retiraran, Claus trajo una bolsa muy grande, de la cual sacó cinco mochilas. Cada una tenía el nombre de uno de ellos.

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-Cada mochila pertenece a uno de vosotros. Dentro esconden un gran secreto, pero no las debéis abrir hasta el último día del campamento. Antes hay algo que tendréis que aprender para poder entender el verdadero significado de lo que esconden las mochilas. Yo ahora me retiro a descansar. No os acostéis tarde.

consecuencias si llegaba a descubrirlo, y prefería no correr el riesgo. A pesar de las dudas que sentían los cinco, decidieron que lo mejor era mirar rápidamente y no volver a hablar de ello hasta el último día de campamento.

Los niños se quedaron confusos, tenían muchas ganas de saber qué había en las mochilas. Por un lado estaban tentados de abrirlas para conocer ese gran secreto, pero por el otro les daba miedo enfadar a Claus por haber desobedecido sus órdenes. Fue Hael quien propuso hacer lo que todos estaban deseando pero nadie se atrevía a decir: -¿Por qué no miramos lo que tienen las mochilas? Luego lo dejamos todo como estaba y Claus nunca se enterará. Ayufal no estaba convencida de que fuese una buena idea. Claro que quería saber qué había metido Claus en su mochila, pero temía las

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Se sentaron en círculo alrededor del fuego, cada uno con su mochila en el regazo. Los nervios por la curiosidad y el miedo a que Claus se enterara les hacían respirar muy rápido. Cuando abrieron las mochilas, todos se sorprendieron al ver un papel enrollado con una cuerda como las que guardaba Claus en el embarcadero. Akiiki fue el primero en romper el silencio. -En mi papel hay un cuento. -Y en el mío también -dijo Makoto. -Y en los nuestros también -dijeron los demás niños. Akiiki tenía ya su papel desenrollado y empezó a leer sin vacilación.

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Capítulo La verdadera amistad

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ace mucho tiempo, en un pequeño pueblo de África, un padre le dio una cabra a su hijo para que se la regalase a su mejor amigo. El chico dio las gracias a su padre, aunque no sabía a cuál de todos sus amigos darle el animal. Tenía muchos y no quería equivocarse en su decisión. Unos días después dijo a su padre: -Papá, tengo dos amigos a los que querría regalar la cabra, pero no sé a cuál. Verás, el primero es muy buen amigo mío. Pasamos un montón de tiempo juntos y nos divertimos. Al segundo le aprecio mucho también. Pasamos menos tiempo juntos, pero siento que puedo confiar más en él. Entonces el padre le dijo: -Te propongo una cosa, hijo. Un día que necesites ayuda, ve a casa de tus dos amigos y pídesela. Aquel que te ayude a pesar del sacrificio que le suponga será tu verdadero amigo.

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Esa misma tarde, el chico se dio cuenta de que se habían quedado sin reservas de agua en su casa. Y así, fue a pedir ayuda al primer amigo, siguiendo el consejo de su padre. -Necesito tu ayuda -le dijo-. No tenemos más agua y tengo que ir al pozo que está a diez kilómetros. Si me pudieses acompañar, conseguiría traer más. -No puedo ir hasta el pozo a por agua, no tengo tiempo. Tengo que cuidar de mi rebaño. Puedes ir solo de todas formas, ¿verdad? Seguidamente, el chico fue a casa de su segundo amigo, aún triste por la reacción del primero. Su amigo aceptó sin vacilar, aunque estaba cultivando las tierras. -Claro que sí, amigo. Esta noche, cuando vuelva, podré acabar el trabajo que estaba haciendo. Dejó todo rápidamente e hicieron el camino hasta el pozo, riendo y recordando los viejos momentos vividos juntos.

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Cuando volvió a casa, el niño le contó a su padre cómo solamente el segundo amigo le había ayudado a traer agua.

-¿Ves, hijo? En los momentos de necesidad es cuando los verdaderos amigos te demuestran su lealtad. El primero ha antepuesto sus necesidades a las tuyas, mientras que el segundo ha dejado todo lo que estaba haciendo para ayudarte a solucionar tu problema. Es un verdadero amigo. -Invita esta noche a cenar en casa a toda su familia. El niño hizo lo que le mandó su padre. Fue una gran noche en la que juntos cenaron, rieron y disfrutaron de la verdadera amistad. Al final de la cena el chico regaló la cabra a su amigo, en gratitud por su ayuda, y fueron amigos el resto de sus vidas.

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-¿Qué querrá decir esta historia? - preguntó rápidamente Makoto. -Que si eres amigo de alguien, le tienes que ayudar cuando lo necesite, aunque en ese momento a ti no te venga bien - contestó Hael. -¿Y por qué tendremos que esperar hasta el último día para saber qué hay que hacer con esto? - dijo Dainan. Akiiki tampoco entendía nada, así que pidió a sus amigos que leyesen también sus historias. De ese modo tal vez llegarían a entender el significado de todo aquello. Hael prosiguió entonces con su historia.

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poder de la 3 Elgenerosidad

Capítulo

Cada vez que se le acercaba alguien, Arturo le recibía con sonrisas y carcajadas. Jugaba con todo el mundo.

C

uenta la leyenda que en un pequeño y remoto pueblo al sur de Grecia vivía el niño más feliz del mundo. Nunca nadie lo vio triste, y se decía que lo primero que hizo al nacer fue reírse a carcajadas. Arturo, pues así se llamaba, nació en una familia muy humilde. Sus padres luchaban cada día por conseguir lo suficiente para alimentar a la familia. A pesar de su pobreza y de las dificultades para sobrevivir día a día, sus padres nunca dejaron de transmitirle el amor que le tenían. Poco a poco, el niño comenzó a comportarse de la misma forma con sus vecinos. 24

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A medida que Arturo crecía y conocía a otros niños y niñas, hacía cada vez más amigos. Todo el pueblo disfrutaba de su compañía, pues Arturo era simpático y agradable, y todos le conocían por ser una persona muy generosa. Desde que era un bebé, compartía sus juguetes, su merienda y su ropa. No importaba lo pobre que fuese su familia, siempre tenía algo que ofrecer a los demás.

A la mañana siguiente todos aparecieron en casa de Arturo con el dinero para pagar su operación. Habían pasado la noche casa por casa, explicando el problema de Arturo y pidiendo ayuda a todos los vecinos.

La víspera de su quinceavo cumpleaños, Arturo se despertó en medio de la noche con un dolor muy grande. Sus padres fueron rápidamente a despertar al doctor del pueblo, el cual dijo que Arturo sufría una grave enfermedad. Para curarle tendrían que realizar una operación muy costosa. La familia de Arturo no tenía el dinero para pagarla y temieron lo peor. Los vecinos no tardaron en escuchar la triste noticia, y pensaron que si todos se ponían de acuerdo y cada uno aportaba lo que tuviese, podrían salvar a Arturo. 26

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La reacción de los niños ante la segunda historia seguía siendo de perplejidad. ¿Qué intentaba enseñarles Claus con estas historias? -Arturo pudo conseguir el dinero para su operación gracias a la ayuda de todo su pueblo. -dijo Akiiki. -Mi abuelo siempre me decía que se recibe más de lo que se da -dijo Makoto-. El pueblo estaba agradecido por la generosidad de Arturo, y por eso le ayudaron. Dainan pidió a Ayufal que también ella leyese su historia. Entonces Ayufal empezó a leer.

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4Ariala,niña amable

Capítulo

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rase una vez una niña que se perdió en el bosque mientras sus padres recogían leña. La niña estuvo varios días completamente sola, hasta que una pareja de osos la encontró y la adoptó. Decidieron llamarla Aria.

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La niña fue feliz en el bosque con su nueva familia. Aprendió a comer frutos silvestres, a seguir la dirección del viento y, lo más importante, a tratar a todas las criaturas con respeto y a vivir en armonía con la naturaleza.

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Un día un grupo de cazadores llegó al bosque en busca de alguna presa. Esperaban encontrar un animal lo suficientemente grande para alimentar durante semanas a toda su aldea. Localizaron una madriguera de osos, pero cuál fue su sorpresa cuando al entrar en ella no encontraron a ningún oso, sino a una niña durmiendo plácidamente. En seguida supieron que debían llevarla con ellos al pueblo. A medida que pasaban los meses, Aria se dio cuenta de que los humanos de su nueva aldea eran distintos a su familia de osos: siempre andaban preocupados por sus

problemas, y en ocasiones no eran correctos con las otras personas, no las trataban con amabilidad y respeto. Aria, decepcionada por el comportamiento de los humanos, decidió enseñarles lo que había aprendido en su vida con los osos: siendo amables y respetuosos los unos con los otros y trabajando por un mismo fin, podían alcanzar grandes logros para la aldea y ser todos más felices. 32

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Un día, dando un paseo por el bosque, Aria

encontró a su familia de osos. Emocionada, fue corriendo a abrazarles y les contó todo

-Esta historia es muy bonita, Ayufal -dijo Akiiki.

orgullosos de que Aria hubiese transmitido a los humanos lo que había aprendido con

-Seguro que la niña era muy amable con todo el mundo -dijo Hael-. Tendría que existir gente así también en la vida real.

noche había caído y Aria pensó que era hora

-Makoto, ¿qué cuenta tu historia? -preguntó Ayufal.

de osos y estos le dieron un último abrazo,

Entonces Makoto empezó a leer la historia que había escogido Claus para él.

lo que había pasado. Los osos estaban muy

ellos. Cuando quisieron darse cuenta, la

de volver a casa. Se despidió de su familia con la esperanza de que su mensaje de amabilidad se transmitiese por todo el mundo.

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Capítulo

E

5deLala honestidad joven madre

n un pueblo de China muy aislado y que poca gente conoce, vivía una señora muy mayor cuyo marido había fallecido años atrás, y al no tener hijos ni familia, se encontraba sola. Era una señora muy rica, con muchas tierras y posesiones, y por eso quería asegurarse de que todas sus pertenencias se quedasen en manos de alguien que se lo mereciese y que no se dejase llevar por la avaricia. Decidió entonces hacer una prueba a la gente del pueblo que quisiese tener la oportunidad de heredar sus tierras.

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Una tarde convocó al pueblo entero en su casa, y les comunicó que uno de ellos heredaría todas sus pertenencias. -Aquellos que queráis heredar mis tierras primero tendréis que plantar una de estas semillas, que he cogido de los girasoles de mi jardín.

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Dentro de un mes me traeréis la flor que nazca. Aquel que me traiga el girasol más bonito heredará todas mis tierras y posesiones.

Los vecinos se llevaron sus semillas, ansiosos por hacer crecer el girasol más bonito y así conseguir el premio que ofrecía la señora. Un mes después volvieron a reunirse en su casa. Todos traían una maceta con un girasol, cada cual más bonito que el anterior. Menos una joven, muy pobre, que iba acompañada de sus dos hijos pequeños. Cargaba con uno de los niños en brazos y en el otro llevaba una maceta llena de tierra, pero sin flor. Solo se veían unas hojas verdes con pequeños brotes rojos. Los vecinos se rieron de ella.

-¡Mirad, no trae flor! ¡No ha sabido plantar ni un girasol!- decían algunos. -¿Intentará darle pena trayendo otra planta para ver si así se queda ella con la herencia? -se preguntaban otros.

La madre estaba muy avergonzada, pues era la única persona que no había conseguido llevar una flor. Entonces la señora mayor salió de su casa y se dirigió directamente a la madre. -¿Por qué no traes ninguna flor? -le preguntó. -Porque no he conseguido que creciese ninguna, señora. La cuidé con todo mi corazón, durante el día la sacaba al sol, durante la noche la resguardaba del frío. 38

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Cada día la regaba, pero no salió ningún girasol, sólo salieron estas grandes hojas -contestó la madre, cargando aún con uno de sus hijos. Entonces la señora sonrió y se dirigió a los vecinos del pueblo. -Señoras y señores, podéis marcharos. Ya he encontrado a la persona que verdaderamente merece heredar todas y cada una de mis pertenencias. La gente del pueblo se sorprendió y empezó a gritar: -¿No se referirá usted a esa pobre madre? ¡Si es la única persona que no ha traído flor! La señora explicó su decisión: -La madre de estos dos niños recibirá mi herencia porque es la única que ha sido honesta conmigo en esta prueba. Ninguna de las semillas que os llevasteis era de mi girasol. Eran de las fresas del campo, así que es imposible que puedan nacer girasoles de ellas. Todos los que habéis traído una flor en vuestra maceta habéis traído un fruto de vuestra avaricia.

-¡Tenía mucha razón la señora! Todos habían mentido, menos la joven madre -dijo Hael. -Menos mal que al final se supo la verdad. -comentó Dainan-, y así sus hijos pudieron ir al colegio. -Todos los niños y niñas deberían poder ir al colegio, aunque sus familias no tengan dinero -dijo Akiiki. -Dainan, solo queda tu historia, ¿nos la lees? -dijo Ayufal. Dainan leyó su historia.

Así, la madre de los dos niños heredó las riquezas de la señora mayor, y sus hijos pudieron ir al colegio, crecieron felices y nunca más volvieron a pasar necesidad. 40

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del 6 El hijoherrero

Capítulo

H

ace mucho tiempo, en un reino muy lejano, gobernaba un rey muy querido por todo su pueblo. Tenía una sola hija, y aunque no eran más en la familia, la princesa era una niña feliz que creció jugando por los pasillos del palacio. Un día el rey se dio cuenta de que su hija había crecido y ya no era esa pequeña juguetona con la que tanto se había divertido. Preocupado por quién sería el futuro marido de su niña, convocó a todos los jóvenes solteros del reino a la gran fiesta de los dieciocho años de la princesa.

Pero al rey parecía no convencerle ninguno, pues acariciaba la idea de que su hija escogiese al príncipe de Toptown. Sin embargo, pronto apareció el hijo del herrero. Aunque se veía que había hecho un gran esfuerzo por vestirse para la ocasión, no iba lo suficientemente elegante. Aun así, había algo en él que llamaba la atención de la princesa.

Y asistieron todos. Querían conocer a la princesa. Entre los invitados también acudió Phillip, el príncipe de Toptown, un pequeño país que hacía frontera con el reino. La princesa, sentada al lado de su padre en uno de los extremos de la sala, recibió a los pretendientes que se presentaban con la esperanza de casarse con ella.

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-Padre, el hijo del herrero ha venido. ¿Qué te parece si le llamamos para que se acerque? El rey intuía que su hija estaba interesada en el hijo del herrero y no se mostró nada contento. En su opinión, la mejor opción para su hija era casarse con otro príncipe, así podrían unir ambos dominios y reinar juntos sobre un reino mucho más grande. No obstante, accedió a invitarle a dar un paseo por el palacio para hablar con él. El herrero estaba fascinado por las riquezas y lujos que decoraban las paredes del palacio: telas, oros, cuadros… Pero mientras caminaban y hablaban de la familia del herrero, este veía que el rey sufría una tristeza inmensa. «Seguro que está triste porque sabe que pronto su hija se casará y dejará de pasar tanto tiempo con él», pensó el herrero. A pesar de ello, el rey continuaba enseñándole sus riquezas y haciéndole preguntas. Entonces, el herrero decidió darle a su rey el mismo consejo que le estuvo dando su padre durante toda su infancia.

Pero siento decirle que noto cierta tristeza en su voz, señor. Tal vez sea por el sentimiento de perder a su hija, pero señor, en mi humilde opinión, debo decirle que aunque ella se vaya a vivir con su futuro marido, el amor que se tienen nunca desaparecerá, y aunque físicamente no estén juntos, estarán siempre unidos en el corazón. Estoy seguro de que siempre le querrá por encima de todas las cosas. El rey reaccionó sorprendido, enfadado en un primer momento por el atrevimiento del herrero. Pero después de unos minutos se dio cuenta de que tenía razón y, sobre todo, de que era la única persona del reino que había sido verdaderamente honesta con él. Feliz, vio que, aunque el herrero no tenía tantas riquezas como ellos, lo que sí tenía era un gran corazón. Y comprendió que era el mejor candidato para casar a su hija, pues estaba seguro de que él la iba a amar con sinceridad.

-Señor, con todo mi respeto, las riquezas que alberga en su palacio están fuera de mi entendimiento. Reconozco que el lujo es fascinante, no lo dudo, y en ningún rincón de su hogar falta el más mínimo detalle. 44

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7El secreto de Claus

Capítulo

Cuando Dainan terminó de leer su historia hubo un momento de silencio.

-Me alegro mucho por la princesa, porque el hijo del herrero parece muy buena persona - dijo Akiiki -. Menos mal que no la han obligado a casarse con otro príncipe.

Casi no habían tenido tiempo para comentar la última historia cuando se dieron cuenta de que estaba empezando a amanecer. Antes de que pudiesen levantarse y volver a su cabaña, apareció Claus, apoyándose esta vez en un bastón mientras caminaba hacia ellos. A medida que se acercaba, los chicos podían ver a través de las barbas blancas su cara de enfado. -No me habéis obedecido y habéis abierto las mochilas. ¿Alguno de vosotros me puede explicar por qué lo habéis hecho?

-Sí, seguro que va a ser muy feliz con el herrero -dijo Hael.

Puesto que era él quien había propuesto al resto del grupo la idea de abrir las mochilas, Hael decidió contestar: -No podíamos dormir porque estábamos nerviosos por saber qué teníamos en la mochilas, así que pensamos que no pasaría nada si mirábamos rápidamente, pero se nos ha hecho de día leyendo los cuentos que había dentro. -¿Estás muy enfadado? -preguntó Ayufal. -No -contestó Claus -, la verdad es que no. Era justo lo que esperaba que hicieseis. 46

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Los chicos pudieron respirar tranquilos. Claus, con una media sonrisa en su cara, continuó:

-Sí -respondieron los niños.

-Pero supongo que no habéis entendido la relación de estas historias con cada uno de vosotros, ¿me confundo?

-Hael -siguió Claus-, ¿tú sabes el significado de tu nombre?

-No -contestó Ayufal -. ¿Es que estamos relacionados con estos cuentos?.

-No, señor -contestó Hael -. No sabía que mi nombre tuviese un significado.

Claus se sentó con los niños y empezó a explicarles.

-Hael significa «generoso» en danés, por eso tu historia habla sobre Arturo, el niño generoso -explicó Claus.

-En un día vais a descubrir lo que muchas personas no consiguen aprender en toda una vida. Puede que no lo sepáis, pero cada uno de vuestros nombres tiene un significado en un idioma distinto, y las historias que vienen en cada una de vuestras mochilas explican la relación que tenéis con ellos. No es una coincidencia que hayáis venido los cinco a este campamento. Akiiki, por ejemplo, ¿sabías que tu nombre significa «amigo»? -No lo sabía, Claus -contestó Akiiki -. Por eso en mi historia el padre le explica a su hijo qué es la verdadera amistad, ¿no? -Así es, Akiiki -respondió Claus, y siguió -: Makoto, tu nombre significa «honestidad» en japonés, y por eso tu historia habla de la importancia que tiene la honestidad. ¿Os habéis dado cuenta de que la joven madre heredó las riquezas de la señora gracias a su honestidad? Aunque parezca muchas veces que se obtienen más ganancias con la mentira, es precisamente lo contrario. Siempre tenéis que ser honestos con los demás y con vosotros mismos. 48

-¡Ahora lo entiendo! -exclamó Hael -. Cuando se es generoso de corazón, se recibe mucho más de lo que se da. Por eso todo el pueblo se puso de acuerdo para ayudarle y salvar la vida al pequeño Arturo. -Así es, Hael -dijo Claus. Todos los niños lo miraban con fascinación, y él siguió explicando: -Ayufal, tu nombre significa «amable» en mapuche, un idioma indígena. Amable como la niña de tu cuento, que trataba a todo el mundo con respeto. -¿Y mi nombre qué significa? -preguntó Dainan impaciente. -Dainan, tu nombre significa exactamente «de buen corazón» en una lengua aborigen de Oceanía -contestó Claus. -Y por eso mi historia habla sobre la magia del amor, ¿es así? 49


-Sí, es así, Dainan -respondió Claus. Es muy importante que siempre recordéis estas cinco virtudes. Son las que guardan el secreto de un mundo perfecto. Hoy ya habéis empezado a ponerlas en práctica, pero es importante que las mantengáis durante toda vuestra vida, y que se lo hagáis conocer a todo el mundo. Con amor, honestidad, generosidad, amabilidad y amistad podréis cambiar el mundo. Podréis hacer uno mejor, donde todo el mundo sea feliz y viva con alegría. ¿Estáis dispuestos a hacerlo? ¿Queréis cambiar el mundo? - ¡Sííííí! -contestaron los niños a coro, en un grito que irradiaba todo su entusiasmo y alegría por saber que juntos podrían crear un mundo mejor.

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FIN


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