cuenta-cuentos

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INTRODUCCIÓN

Como resultado de la participación de los alumnos del colegio Los Molinos, que han formado parte del taller de cuenta-cuentos, se edita este libro compuesto por una serie de cuentos, elaborados por ellos mismos. Las edades de estos niños es de cinco años.

Estos cuentos inventados por los niños, son relatos breves de hechos imaginarios, con un desarrollo argumental sencillo. A través de ellos, los niños han estimulado su imaginación, su creatividad, han desarrollado el lenguaje oral, han favorecido el desarrollo efectivo y social, han permitido momentos de comunicación y entendimiento, han potenciado la atención y expresión, pero sobre todo y lo más importante, es que han permitido que los niños se diviertan en la mencionada actividad.

Aquí os enseño una muestra de cuatro cuentos de todos los que diseñaron: 1- La niña perdida. 2- Los juguetes encantados. 3- El dinosaurio triste. 4- El león perdido.


LA NIÑA PERDIDA


Había una vez una niña que vivía en un pueblo cerca de un bosque.


Un día la niña tenía hambre y decidió ir al bosque a coger setas.


Cuando se dio cuenta, se hizo de noche pero por suerte unas luciĂŠrnagas formaron una flecha, que le indicaba el camino al pueblo.


La ni帽a estaba tan cansada que no pudo seguir a las luci茅rnagas y se encontr贸 una cueva donde pas贸 la noche.


A la ma帽ana siguiente cuando despert贸 y sali贸 de la cueva, se dio cuenta de que estaba muy cerca de su casa, pero con la oscuridad de la noche se perdi贸.


La niña al ver a su mamá se puso muy contenta y le prometió que nunca más iría sola al bosque.

FIN


JUGUETES ENCANTADOS


Erase una vez una niña que tenía un cajón enorme lleno de juguetes. Como tenía tantos no jugaba con ellos y los tenía abandonados.


Ellos enfadados con la niĂąa, un dĂ­a decidieron marcharse hacia la calle y ella no los echĂł ni de menos.


Estuvieron varios días dando vueltas, hasta que se encontraron con un niño que era muy pobre. Este niño estaba con su abuelo y nunca había tenido un juguete. Al ver tantos quiso acogerlos, pero su abuelo le dijo que no eran suyos y no podía quedárselos.


Cuando el niño regresaba a su casa, los juguetes le siguieron porque sabían que él los cuidaría y jugaría con ellos.


Mientras el niĂąo dormĂ­a, los juguetes entraron por la ventana de su habitaciĂłn


El ni帽o con tanto ruido se despert贸 y al ver que estaban all铆 los juguetes, se puso muy contento y empez贸 a jugar con ellos


Con tanto alboroto el abuelo subió a la habitación de su nieto, y al verlos comprendió que los juguetes necesitaban cariño y un niño que les cuidara, y su nieto estaba dispuesto a hacerlo. Desde entonces los juguetes y el niño fueron muy felices.

FIN


EL DINOSAURIO TRISTE


Erase una vez un pueblo, que estaba atemorizado porque cerca había una cueva donde vivía un dinosaurio muy grande, que cuando iba al pueblo todos temían porque parecía muy feroz. Cuando el dinosaurio abría la boca para intentar comunicarse, se producía un sonido muy fuerte


y todos se iban a sus casas asustados, menos un niño llamado Javier que quería ser su amigo. Él sabía que no era malo.


Un día lo siguió hasta su cueva y vio que lloraba porque nadie lo quería y él sólo deseaba jugar con los niños.


El niño iba diciendo a todos que el dinosaurio no era malo, pero no le creían. Convenció a todos para que le siguieran a la cueva, y una vez allí comprobaron que el dinosaurio lloraba mucho porque nadie le aceptaba


Y desde entonces todos fueron amigos de ĂŠl y jugaban juntos. Nunca mĂĄs se puso triste.

FIN


EL LEON PERDIDO


Esto era una vez un león que fue a comprar pan que su mamá le había encargado, y se perdió porque no sabía dónde estaba la panadería.


En el camino se encontró con una pantera y le dijo: ¿qué te pasa que esta tan triste? él le contestó – me he perdido ¿me puedes ayudar?, ¡sí, me encanta ayudar!-contestó la pantera,


Hablando, hablando se despistaron y se alejaron hacia el bosque.


En este bosque había un enorme pantano con gigantescos cocodrilos, que estaban muertos de hambre. Ellos tenían que cruzarlo a través de un viejo puente,


Con la mala suerte que en el momento en el que ellos estaban pasando, el puente se rompi贸 y el le贸n se cay贸 al agua, de nuevo la pantera, como pudo, lo salv贸.


Se fueron de aquel lugar tan pronto como pudieron, a toda velocidad y al como tiempo, se encontraron con sus padres que habĂ­an salido a buscar a sus hijos porque tardaban demasiado y se hacĂ­a de noche. Desde entonces el leĂłn y la pantera fueron buenos amigos.

FIN


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