DP`12 (Documento País 2012)

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> Los cambios en los niveles de calles, reducción de cunetas y pérdida de las depresiones locales en bocas de tormenta. > La merma en el rendimiento de los sumideros o bocas de tormenta. El sistema de drenajes pluviales de Buenos Aires, terminado casi completamente en 1939, fue calculado tomando como coeficientes de escorrentía 0,62 (edificación no muy densa) para la Capital Federal y 0,20 (edificación abierta) para el Gran Buenos Aires. Hacia 1991 el coeficiente de escorrentía alcanzaba en la Capital un valor de 0,95 (edificación densa), lo que significa que el 95% del agua precipitada como lluvia escurrirá superficialmente hacia el colector. En las cuencas superiores, ubicadas en el Gran Buenos Aires, los coeficientes de escurrimiento varían entre 0,70 y 0,95. Independientemente de que la magnitud de la lluvia de diseño considerada para su cálculo varía según distintos autores, en la actualidad toda lluvia de 30 mm precipitada en media hora produce el colapso del sistema de drenaje. Como los cauces son de recorrido corto, el tiempo de respuesta de las cuencas es breve... La expansión urbana del Gran Buenos Aires aumenta la degradación de las condiciones naturales de los tramos superiores de los arroyos que atraviesan la Capital Federal, especialmente en los casos del Maldonado y Medrano. Esa expansión ocasiona la impermeabilización de las zonas de carga de las cuencas, produciendo un acortamiento del tiempo entre la precipitación y la llegada del agua al cauce. El colector recibirá más agua en menos tiempo y conducirá más hacia las zonas de transporte y descarga, situadas en la Capital Federal. Esto agrava las consecuencias del breve tiempo de respuesta que naturalmente tienen las cuencas de estos arroyos. Como ejemplo de la insuficiencia de los drenajes pluviales se presenta el caso del Arroyo Maldonado, cuyo entubamiento de sección cuadrangular estaba diseñado para transportar al Río de la Plata un caudal de 200 m3/s, valor que nunca se alcanzó por errores en el diseño de las estructuras de sostén. La antropización de los sectores provincial y capitalino de la cuenca del arroyo aumentó la solicitación del mismo, durante lluvias que superen una intensidad de 30 mm/hora, a unos asombrosos 500 m3/s. Ese aumento fue compensado parcialmente con la construcción de un canal aliviador hacia el arroyo Cildáñez, con una capacidad de 100 m3/s y el trasvasamiento de las aguas que precipitan en una superficie de más de 800 ha,

en el partido bonaerense de Morón, mediante un canal subterráneo cuya capacidad de conducción máxima es de 38 m3/s.De tal forma, aún falta capacidad de conducción para escurrir 162 m3/s. La impermeabilización del terreno hace que el lapso entre lluvias y desbordes sea cada vez más breve, situación favorecida además por la menor rugosidad del pavimento en comparación con los empedrados. Conclusión El comportamiento hidráulico de Buenos Aires depende de los aportes de sus cuencas. El sistema de desagües pluviales y cloacales se construyó en dos etapas: > La primera comenzó en 1869 y su objetivo era resolver el problema del drenaje del radio céntrico (hoy radio antiguo), que abarca una superficie de 3.000 hectáreas. El sistema es mixto, pluvial y cloacal. > La segunda etapa arrancó en 1919 y se terminó 20 años después, e implicó el entubamiento de los arroyos Maldonado, Vega y Medrano. En esta etapa se abarcó todo el radio nuevo, mediante un sistema separado, pluvial y cloacal. >

Impacto de lluvias con 100 años de recurrencia (izq.) y dos años de recurrencia (der.). Fuente: Plan Integral Hidráulico de la Ciudad de Buenos Aires. 152 | 153


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