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Álvaro FERNÁNDEZ SORIANO 2º ESO D

Una Vida De Soledad Y Amor

La autora lo recuerda todo sobre su infancia. No es mi caso. Yo tuve una infancia muy rara con una madre... Nací en un hospital a las afueras de Madrid. Mi madre aguantó conmigo en su vientre más de catorce horas esperando mi nacimiento.

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El parto, según me contaron, fue largo y agotador; mi madre exhausta, la médico asombrada, y mi padre fallecido tras una cena de trabajo.

Mi madre iba a ser madre soltera.

Yo nací con un peso bastante bajo para mi edad (unos 10 minutos), era un ser humano bastante pequeño y débil que lloraba y gritaba ante un mundo desconocido y sin explorar.

Me llevaron a lo que iba a ser mi hogar durante dieciocho años o más, un cortijo bastante imponente y ancho; no muy adornado ni pintado, pero con un gran jardín y cuatro plantas. Al parecer mi familia era bastante importante en aquellos tiempos en la ciudad de Madrid.

Mis primeros años de vida fueron felices, pero vacíos. Mi madre se iba a trabajar por las mañanas y volvía casi a la hora de cenar. A mí, los primeros nueve años de mi vida me crió la señora Ramírez, una mujer viuda de unos setenta años que, tras la muerte de su marido apoyó a mi madre en todo lo que necesitase, pues ella también había quedado viuda.

Yo solo salía de casa para ir al colegio; un colegio que recuerdo con malos recuerdos. Los profesores maltrataban a niños, y ellos tampoco es que la mayoría quisieran aprender. El colegio me lo tomé normal, ni muy fuerte pero tampoco me relajé. El verdadero amigo que tuve fue Ángel, un chico muy parecido a mí, con gustos similares y estatura baja. Éramos inseparables y nos lo pasábamos bien. Al regreso del colegio siempre venía a por mí la señora Ramírez con la misma sonrisa de siempre.

Ahora que ya sabéis mejor cómo era mi vida, hablemos un poco de mis gustos.

A la mayoría de los chicos de mi edad les apasionaba el deporte, sobre todo, el fútbol. Pero no a mí, yo siempre fui más de leer, mi gran pasión. Otro de mis pasatiempos favoritos era también el ajedrez. La señora Ramírez me enseñó a jugar y a mejorar, nos lo pasábamos en grande jugando y enfrentándonos. El deporte tampoco fue mi fuerte. En el colegio, a la hora de educación física, los niños se reían de mí porque el peor corriendo y en los juegos de equipo siempre me elegían el últimos.

Al lugar al que más me gustaba ir por las tardes era a la biblioteca de la ciudad. Había libros fantásticos y algún día soñaba con ser uno de esos grandes escritores. La señora Ramírez me apoyaba y dijo que siempre estaría para mí.

No fue así. El día de mi noveno cumpleaños lo recuerdo como uno de mis días más trágicos. Quería celebrarlo invitando a Ángel a casa, pero no pudo venir porque estaba enfermo; mi madre tampoco pudo porque tenía, según ella, un reunión del trabajo muy urgente; y la más trágica ausencia de todas, la señora Ramírez, cayó en manos de una enfermedad muy rara y los médicos no pudieron hacer nada por ella.

“Cumple tus sueños y no dejes que nada ni nadie te detenga.” Aún puede oír como retumban sus últimas palabras en mi cabeza.

A partir de entonces, el tiempo pasó rápido y crecí al lado de Ángel hasta que llegamos a los doce años. Tuvimos que cambiar del colegio al instituto y sus padres se mudaban y jamás lo volví a ver.

Tuve que empezar la ESO solo, y la muerte de mi cuidadora y la despedida de un amigo me hicieron perder fuerzas, no me centraba estudiando, era más malo al ajedrez, pero el “leer” jamás me abandonó. Releía libros una y otra vez y fue cuando me atreví a escribir a mano mi primero de muchos, mi primer libro.

Quería demostrarle al mundo que tienes que cumplir tus sueños. Escribí durante meses y años y acabé mi primer libro de quinientas páginas en el aniversario de la muerte de la señora Ramírez, mi diecisiete cumpleaños. Se lo mostré a mi madre, pero ella no era tan lectora como yo y no recibí su apoyo, pero recordé las palabras de la señora Ramírez, y confié en mí. Me licencié y escribí más y más libros que recibieron muco apoyo, encontré el amor y una gran vida social en la universidad. Escribí todo tipo de libros: novelas, cuentos, comedia, teatro, drama, tragedia…

Gané el Nobel de Literatura con tan solo veinticinco años. Seguí creciendo y escribiendo más y más hasta que…

Mi madre falleció en un accidente de coche. La depresión se volvía a apoderar de mi cuerpo y aunque grandes amigos y familia se preocuparon por mí nunca consiguieron recuperarme. Solo una cosa lo logró.

Me despertaba una mañana más de abril y, al salir a la calle, me encontré lo que más ansiaba encontrar, Ángel.

Nuestro encuentro se fundió en un fuerte abrazo y la tristeza y los presagios me abandonaron por fin. Él me animó a seguir escribiendo y jamás volver a rendirme, Escribí un total de más de doscientos libros. Cree una familia de tres hijos y cumplí los sesenta.

Mi envejecimiento fue feliz junto a mi amor y la vida me volvió sonreír con un muerte feliz y acompañado de mis seres queridos se acabó una vida de soledad y amor.

Reyes MARTÍN MADRID 4º ESO A

Una Madre Especial

La autora lo recuerda todo sobre su infancia. No es mi caso. Yo tuve una infancia muy rara con una madre peculiar, pues, con el tiempo me di cuenta de que era diferente a otras madres. Ella no me llevaba al parque o al colegio, criada en casa desde que nací como mi madre decía “no hay mejor escuela que la vida y qué mejor profesora que la que te dio esta.

Yo no le daba mucha importancia ya que me lo pasaba bien y siempre había estado en esa situación. Mi casa era grande y llena de libros, no le faltaba de nada, había desde libros a juegos de mesa o equipación de dporte. Crecí en un hogar libre lleno de imaginación, tanta que ahí escribí mi primer libro, Carrie.

Pero las cosas empezaron a cambiar cuando cumplí los diecisiete, ese año pedí un regalo: terminar mi educación en un instituto pues no quería empezar la universidad si haber interactuado con alguien. Mi madre quedó sorprendida, aunque le costó entenderlo, aceptó y al finalizar el verano entré en un instituto público.

El primer día fue raro, noté que todo el mundo miraba había abajo, en las manos sostenían un móvil, mi madre no me dejó tener uno de esos y con el tiempo vi que no me hacía falta pues con la imaginación y los libros tenía todo lo que necesitaba. Pasé desapercibida hasta la primera hora en la cual un grupo de chicas me invitó a sentarme con ellas y empezaron las preguntas…

Al principio me sentí a gusto contestando y contando sobre mi vida y mi madres, hasta que me di cuenta de que el rostro de mis nuevas “amigas” iba cambiando a confusión. Entonces empezó… me empezaron a decir todo lo de sus vidas, viajes, regalos, experiencias ...Decían que mi madre estaba loca, que debería estar en la cárcel por secuestro y más cosas que no recuerdo bien pues el nudo en mi garganta y mis ojos llorosos no podían seguir escuchando aquellas barbaridades sobre mi madre.

Hasta que de repente todo se quedó en silencio y desperté en el suelo rodeada de profesores y personal del instituto preguntando si estaba bien.

No, no estaba bien yo solo quería volver a mi casa.

Pasada la mañana volví a mi casa tan rápido como pude abría la puerta esperando ver a mi madre, darle un abrazo y contarle todo lo que había pasado.

Pero al entrar en casa no había nadie, mi madre no estaba…

Hasta ahora no he vuelto a verla pero sé que está bien, pues, de vez en cuando me deja un acertijo que resolver. Sé que cada vez estoy más cerca de ella.

Paloma JIMÉNEZ PAREJO 4º ESO A

El Rarito

La autora lo recuerda todo sobre su infancia. No es mi caso. Yo tuve una infancia muy rara con una madre diferente.

Según me cuentan, nací en un convento de monjas porque por lo visto mi madre salió a dar un paseo y se puso de parto pasando por la puerta del convento. Empezó a gritar pidiendo que la ayudaran, por lo que acudió a ella la madre María, o como yo le decía “Mery” porque contaban que era inglesa. Mi madre biológica, tras darme a luz, se desentendió y me dio en adopción. Sor María al enterarse decidió adoptarme y se salió del convento solo por ello.

Desde que era adolescente recuerdo que me decía que se enamoró de mí por mi encanto. Tengo algún que otro recuerdo de mí cuando era pequeño, correteando por el parque y haciendo amigos, pero poco más. De lo que sí me acuerdo fue de cuando Mery, mi madre adoptiva, me contó la historia entera de cómo nací, fue catástrofico, pero bueno, aquí estoy. Después de mi séptimo cumpleaños caí en coma, cinco años duró. Mery rezaba todos los días por mi cura, no me abandonó ni un día. Me acuerdo de que aquel día que desperté, tenía mucho sueño, parecía que no hubiera estado en coma. Los médicos estuvieron hablando conmigo y me preguntaron cosas de cuando era pequeño, a las cuales no fui capaz de responder, no recordaba absolutamente nada. Después del gran análisis médico que me realizaron, me dijeron que me iba a costar adaptarme al colegio y aprender nuevos conceptos.

Sin embargo eso pasó, me costaba mucho el colegio pero aún así no me daba por vencido, yo seguía intentándolo. Por otra parte, una cosa muy curiosa es que siempre estaba escribiendo historias, cómics, relatos, etc.

Por eso me llamaban “el rarito”. Mis compañeros de clase no entendían cómo se me daban tan mal las asignaturas pero, sin embargo, cómo sabía escribir tan bien. Eso venía a raíz de mi coma, empecé a leer por alguna razón y no paraba, tenía mucho vocabulario gracias a ello. Desde entonces, decidí qu quería ser escritor. Después de una larga adolescencia llena de retos, conseguí obtener todos las titulaciones escolares obligatorias y decidí que quería ser escritor. Después de una larga adolescencia llena de retos, conseguí obtener todas las titulaciones escolares obligatorias y decidí especializarme en lo que quería desde el comienzo de mi escritura.

Saqué mi primer libro “Carrie”, fue todo un éxito, lo cual me animó a seguir con esta carrera tan sencilla y maravillosa, o al menos sencilla pará mí, porque como dicen “lo difícil se hace fácil si te gusta”.

Así es como empezó todo, tras una variedad enorme de libros y a mis 75 años aquí estoy, con muchísimas ganas de que mis lectores (a los que admiro) me sigan dedicando sus frases favoritas de mis libros en redes sociales, porque si no fuera por vosotros, lectores, el mundo sería demasiado inculto, y yo no sería nada.

Bachillerato

Mercedes ARJONA ZAPATA 2º Bachillerato Científico-Tecnológico

Nada Es Lo Que Parece

La autora lo recuerda todo sobre su infancia. No es mi caso. Yo tuve una infancia muy rara con una madre diferente.

Cuando leemos un libro, la autora recuerda todo sobre su infancia. No es mi caso. Tuve una infancia muy rara con una madre ausente. Todo el mundo asocia la infancia y la carencia de amor o personas importantes con nuestra forma de ser o nuestro estado de ánimo. Desde mi punto de vista, esto es un mero tópico.

En primer lugar, en las películas los protagonistas suelen pasar por experiencias horribles tras perder a un progenitor. Como Matilda o El rey León como ejemplos de películas infantiles. Lo que hace que aquellos niños que pasan por esta situación sean vistos o tratados por el resteo de manera diferente. Algo que se podría evitar si se mostraran situaciones más reales y no pesimistas.

Es cierto que esta situación es bastante difícil y se a va estar triste por un período de tiempo variable según cada persona. Mas no debemos centrarnos en lo negativo. Siempre hay más familiares y amigos verdaderos. De hecho, podemos asegurarnos de cuáles lo son y no nos abandonan. Puesto que “Si no dejas el pasado atrás no puedes ver lo que tienes delante” como se dice en Ratatouille.

Otro tópico es sentir pena hacia aquellos que ni los conocieron o no guardan recuerdos de ellos. Pues no se puede añorar aquello que nunca se ha tenido. De hecho, es peor tenerlos y que no te estimen, no realicen sus funciones o estén enfermos a lo anterior. Ya que esto condiciona tu día a día.

Por último, cabe destacar la visión de los hospicios como lugares fríos e inhóspitos. En los que los niños sufren. Como en Ballerina. Quizás en tiempos remotos era así. Pero actualmente eso está regulado y no se producen estos abusos a los niños.

Todo lo anterior nos ayuda a romper tópicos. Puesto que “nada es lo que se parece”. Es evidente que no es nada fácil perder a seres queridos en la infancia. Pero esto no puede condicionar el resto de nuestra vida.

Marina PORTILLO JIMÉNEZ 2º Bachillerato Científico-Tecnológico

Las Ventajas De La Evasi N

La autora lo recuerda todo sobre su infancia. No es mi caso. Yo tuve una infancia muy rara con una madre alcohólica. No es que no me acuerde de nada de mi infancia, es solo que no merece la pena recordar aquellos tiempos. No atesoro ningún recuerdo, todos me producen indiferencia, pues me acostumbré al continuo abuso que recibía por su parte. Muchos pueden compadecerme, otros incluso sienten lástima por mi dura infancia, en cambio yo, estoy muy agradecido. Esto ha de sonar raro pero gracias a este maltrato aprendí cosas que me están ayudando a tener el éxito que tengo hoy en día, pues todas mis novelas, tanto las de terror como las de fantasía son obra del abuso que recibí.

Cada vez que llegaba mi madre a casa sentía un gran pavor, pues sabía que desquitaría su rabia acosándome tanto física como mentalmente. Para poder vivir tuve que aprender a vivir como mi existencia no se notara, es decir, tenía que ser “un muerto en vida”, gracias a ello aprendí a evadirme e inventar mundos fantásticos donde podía ser libre y simplemente existir a mi manera.

Esta idea se me ocurrió al leer uno de mis autores filosóficos favoritos, Platón del cual gracias a su tesis filosófica sobre la existencia de un mundo perfecto, es decir, el mundo de las ideas, me llevó a comprender las ventajas de la evasión de este mundo imperfecto para centrarme en la perfección de las ideas. Esto hizo que desde una edad temprana desarrollase muy hábilmente la capacidad creativa, lo cual me llevó a escribir novelas de fantasía y terror. Sorprendentemente para mí tuvieron un gran éxito y gracias a ello a la edad de diecisiete años fui capaz de independizarme. Para mí esto significó la salida del infierno, lo que hizo que me motivara más por la creación de las novelas, hasta el punto de llegar a la forma que conseguí actualmente.