Conflicto Religioso en Oaxaca

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PRIMERA PARTE 1926 - 1929


I. PRELUDIO OAXACA DE 1910 A 1926

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o disponemos de una buena sociología religiosa de Oaxaca desde la Independencia que nos permitiera pintar el estado de las convicciones y de las prácticas religiosas de los oaxaqueños en vísperas del gran enfrentamiento entre el Estado y la Iglesia, durante ese Kulturkampf mexicano que duró 15 años, como el alemán (1873-1888). Es demasiado temprano para plantear la situación, la implantación, la fuerza, la debilidad de la Iglesia católica en Oaxaca para esa fecha. De todos modos la sociología religiosa es más modesta que hace 50 años y sabe que le es difícil ir más allá de los signos exte-riores de la “práctica” que se presten a la estadística: bautizos, matrimonios, sepultura religiosa, asistencia a misa, comunión, etc. Al no disponer de esa base, es imposible caliicar al catolicismo de los oaxaqueños, en 1926, como un catolicismo omnipresente según los censos del Porfiriato y de la Revolución, administrado por una Iglesia en situación de casi monopolio religioso; los lugares comunes oscilan entre la denuncia de una Iglesia omnipotente y de un catolicismo superficial, delgado barniz sobre un paganismo indestructible; lo que daría por resultado un pueblo embrutecido y fanático, indiferente a los valores morales del cristianismo. En síntesis una situación denunciada por el liberalismo del Porfiriato y de la Revolución: “El clericalismo: ¡éste es el enemigo!”.

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se escribe Huajuapan pero en las décadas de 1920 y 1930 se conservaba la tradicional m al final: Huajuápam. 6 Manuel

Esparza, Eulogio Gillow y el Poder, Oaxaca, Carteles editores, 2004: 70-87.

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Pero hay que remarcar primero que Oaxaca ocupa un lugar aparte en la Revolución mexicana, que Oaxaca fue porfirista y no fue nunca maderista; que no era una tierra de grandes plantaciones como Morelos, ni de inmensos latifundios como Chihuahua o Durango sino una región de fuertes comunidades indígenas; que no aceptó nunca el triunfo del carrancismo y se encerró en una orgullosa secesión en forma de soberanía recobrada entre 1915 y 1920, comprándose para muchos años la desconfianza del gobierno federal. En cuanto a su gobierno eclesiástico, Oaxaca había vivido 35 años bajo la autoridad de un hombre singular que estuvo a punto de ser el primer cardenal mexicano, monseñor Eulogio Gillow (1841-1921). Hijo de un empresario inglés en Puebla, heredó su gran fortuna que hizo prosperar, lo que le permitió realizar grandes obras y construcciones en Oaxaca. Pasó quince años de su juventud en Europa y en Roma, muy cerca del Vaticano. Joven obispo de Oaxaca (1887), luego arzobispo de la misma sede (1891), trabaja sin descanso en “modernizar” y “reformar” su diócesis, después de haber reconstruido un templo. El siglo XIX había sido muy duro para el estado de Oaxaca y para la Iglesia católica. Cuando Gillow recibió su diócesis, habia 52 curatos sin párroco. Uso su inmensa fortuna para pagar sacerdotes, dotar parroquias, restaurar templos y edificios, y eso que en 1903, de los 7 arzobispados de la república, Oaxaca era el sexto más pobre, justo antes de Monterrey. En 1891 se erige el obispado de Tehuantepec y más tarde el de Tehuacán (que sale también de Oaxaca) y el de Huajuápam5 que pertenecía a la arquidiócesis de Puebla pero cuyo distrito civil era Oaxaca. De hecho, a lo largo del conflicto religioso, los contactos entre la arquidiócesis y las tres diócesis serán estrechos y constantes.6 Hasta 1913, bajo la dirección de Gillow, la Iglesia en Oaxaca vivió una época fasta; el arzobispo tenía excelentes relaciones con las élites locales, nacionales e internacionales, además de la amistad del presidente Porfirio Díaz. Contribuyó en cuanto pudo a la llamada “política de conciliación”, que rigió las relaciones entre la Iglesia y el Estado durante el Porfiriato. Ni él ni su clero, ni los oaxaqueños, se alegraron de la caída de Díaz; que Benito Juárez Maza fuese gobernador del estado no era mucho consuelo para una Iglesia que recordaba con amargura las Leyes de Reforma del Benemérito, su padre.

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En vísperas de la revolución de 1910 y durante de la Revolución mexicana, el alto clero (y también el bajo) se dividió sobre el asunto de la participación de los católicos en la lucha política. Todos estaban de acuerdo en la necesidad de cambiar la situación jurídica de la Iglesia, pero ¿cómo? Los prudentes, por ejemplo Gillow, invitaban a gozar de la “conciliación”, pero la caída de don Porfirio les quitó el argumento; la nueva generación de obispos ultramontanos, calificados de “romanos” (todos habían pasado por las escuelas de Roma) había abrazado el catolicismo social de León XIII, con su lógica prolongación en el campo político: la formación de partidos católicos en Bélgica, Alemania, Italia. En los últimos meses del Porfiriato, se hizo sentir la necesidad de hacer algo, un algo que resultó ser el Partido Católico Nacional (1911). Frente a las reticencias de Gillow, el arzobispo de México, Mora y del Río, le reclamó: “Sin duda alguna que debemos ir con prudencia, pero desentendernos completamente de todo sería un fracaso y nos expondría a gravísimas consecuencias, más cuando la inexperiencia de nuestro pueblo fiel debe ser suplida por los que estamos obligados a indicarle el camino que debe seguir”.7 El 14 de junio, Gillow le contestó una larga carta explicativa de su conducta para señalar que, desde la guerra de Independencia, la participación del clero en política había sido nefasta: «Durante la época de la Reforma el héroe de la fiesta fue don Benito Juárez inspirado en gran parte en sus disposiciones por el estado que guardaba el clero secular y regular, y ¿cuáles fueron las consecuencias para toda la República? Las lamentamos hasta la fecha... En las presentes circunstancias, el candidato forzoso para gobernador constitucional de este Estado, es don Benito Juárez (Maza) y por lo tanto, y vistos los antecedentes indicados tuve que ponerme a la defensiva, habiendo dado tal resultado que varias personas en vista de la situación me han felicitado. Comencé por publicar en La Voz de la Verdad del 14 de mayo el siguiente párrafo: “EL CLERO EN POLÍTICA. – No toméis parte en discusiones políticas; de ningún modo os mostréis apasionados como los hijos de los hombres por intereses extraños a la misión espiritual que se os ha encargado. Nuestro ministerio, según sabéis, es inseparable del espíritu de dulzura y paz: el celo mismo no es más que la caridad en acción.» (Circular del Arz. de Tours).

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7 Mora a Gillow, 12 de junio de 1911, en Manuel Esparza, Eulogio Gillow y el Poder, Oaxaca, 2004: 41. Del mismo autor: Gillow durante el Porfiriato y la Revolución en Oaxaca, 1877-1922, Tlaxcala, Gobierno del Estado, 1985.


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Continúa diciendo que el obispo de Puebla también había escrito contra la implicación del clero en política y así, animado, escribió su circular. «En cuanto al PCN que ha surgido, lo bendigo con todo mi alma y alabo a Dios por haber permitido que el primer fruto de la Revolución sea la libertad que en adelante tendrán todos los ciudadanos para formas sus programas y sostener sus ideales; aun el partido socialista ya publicó su programa. Como nosotros tenemos la verdad de nuestro lado, claro está que si los católicos se mueven, como conviene en las circunstancias, muchísimo ganaremos y espero que la opinión pública, fundada en la razón y en la justicia, llegará al punto que sean derogadas todas esas leyes tiránicas contra la Iglesia que lamentamos, hasta que se disfrute de la verdadera libertad religiosa, que es la primordial en una sociedad, ya que se relaciona con lo más íntimo del hombre que es la conciencia. Que en La Voz de la Verdad “sin que aparezca el clero tratamos del programa del PCN: ahí mismo se resaltan las palabras de Madero del 24 de mayo en el Paso, Texas, a favor de la organización del PCN.»8

8 Manuel

Esparza, Eulogio Gillow y el Poder, Oaxaca, 2004: 41-42.

En Oaxaca, el Partido Católico Nacional no prosperó porque Madero era su candidato a la presidencia, fuera de Huajuápam, pequeña ciudad cuyo obispo, Rafael Amador, era ferviente apóstol de la doctrina social de la Iglesia y de su brazo político: logró implantar al PCN en 6 de sus parroquias; caso excepcional en un estado que transfirió su porfirismo sobre Félix Díaz. La caída y el asesinato de Madero fueron recibidos con entusiasmo por la élite de Oaxaca, y con indiferencia por el pueblo. Oaxaca no participó, o muy poco, en la revolución constitucionalista contra el generalpresidente Victoriano Huerta. A su caída, el arzobispo Gillow, temeroso frente a un anticlericalismo carrancista que bien podía reclamarle su amistad con Porfirio Díaz, prefirió huir a Estados Unidos, inaugurando un exilio que duraría hasta 1921. A la muerte del vicario general Anastasio Santaella, en 1915, el canónigo Carlos Gracida (38 años), arcediano del cabildo, asumió durante todo ese tiempo las funciones de vicario general y mantuvo una correspondencia constante con su prelado, menos durante la larga temporada del “bloqueo”. Como Oaxaca no había sido maderista y no había luchado contra Huerta, fue tratado como enemigo por los carrancistas, quienes a su vez fueron vistos como inva-

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sores. La ruptura de relaciones entre un estado de Oaxaca que proclamaba la recuperación de su soberanía por causa de la violación al pacto federal y el carrancismo, el 3 de junio de 1915, llevó a un cerco completo del estado. En las actas de cabildo9 se lamenta la «falta de comunicación total desde junio con nuestro arzobispo ausente, buscado y perseguido por los jefes de la revolución carrancista [...] a lejanas tierras (San Antonio, Texas)». Por lo tanto el cabildo nombró a Carlos Gracida gobernador de la Mitra. Entre 1910 y noviembre de 1915 es la segunda mención, en sesiones del cabildo, de un tema político. El 17 de enero de 1912 se apuntó que frente a las «dificultades puestas por el actual Gobernador del Estado» era «prudente suspender las obras del atrio de la Catedral [...] esperando que, convencido el mismo Gobierno indicaría su consentimiento». En 1915 los problemas eran mucho más serios. Parece que la soberanía oaxaqueña tuvo apoyos en gran parte de la sociedad: el cabildo se preocupó cuando el 3 de julio de 1915 varios seminaristas se unieron a esa causa. Manuel Esparza cita una «comunicación personal de Luis Castañeda Guzmán», quien le dijo, cuando los soberanistas tuvieron que abandonar la ciudad en 1916: “varios curas van con la tropa”.10 Sin embargo, en Oaxaca, el anticlericalismo carrancista no hizo tantos estragos como en el Centro del país; nada de fusilamientos de sacerdotes, quema de santos o confesionarios, ni profanación de templos. O muy poco. Quizá porque los generales —gobernadores carrancistas— se sintieron siempre amenazados por el soberanismo, prefirieron no maltratar a la Iglesia; no es más que una hipótesis pero el hecho de su “buena conducta” está comprobado. Tan es así que el cabildo expresó el comentario siguiente sobre la Carta Colectiva del Episcopado (en exilio casi total) que en 1917, en su capítulo I «fulmina pena de excomunión contra todos aquellos que directa o indirectamente presten auxilios a favor de la Constitución para hostilizar a los sacerdotes, exclaustrar a las monjas, profanar templos» [...] El gobernador del Estado de Oaxaca, general Jesús Agustín Castro, no ha hecho acá lo que otros gobernantes han hecho en otros Estados atropellando a la Iglesia [...] En Oaxaca se practica el culto en el interior de los templos, sin limitaciones [...] es porque no han podido cimentar su gobierno, no porque sean buenos».11

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9 Archivo Histórico Arzobispado de Oaxaca (AHAO), Actas de Cabildo, sesión del 5 de noviembre de 1915.

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Manuel Esparza, Gillow durante el Porfiriato y la Revolución en Oaxaca, 1887-1922, Tlaxcala, 1915: 15.

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AHAO, Actas de Cabildo, sesión de 23 de febrero de 1917. Más adelante, como candidato a la gobernatura de Durango, el mismo general Castro pidió al arzobispo de Oaxaca una constancia de buena conducta.


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AHAO, Actas de Cabildo.

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Las actas de Cabildo, los archivos de la Mitra, la correspondencia de Carlos Gracida con monseñor Gillow, todo muestra que el anticlericalismo muy moderado de los débiles carrancistas permitió a la Iglesia vivir con bastante normalidad, sin sufrir persecución como en Guadalajara, ni conocer, por lo mismo, una gran movilización católica capaz de derrotar a un gobernador (otra vez el caso de Jalisco con la retirada del gobernador Manuel Dieguez, frente a los católicos de Anacleto González Flores). Es más, a partir de 1918, la Iglesia de Oaxaca logra la devolución de templos y capillas. Por eso el 25 de enero de 1918 el cabildo entrega el inventario de Catedral al Jefe de Hacienda. En enero de 1919, el presidente Carranza ordena la devolución de todas sus propiedades a Mons. Gillow (27 de enero de 1919). Hasta el palacio episcopal, construido por Gillow, le fue devuelto (es el actual edificio de Correos y sede del PRI) y también la casa de Clavería. A principios de 1921, el arzobispo Gillow hizo una entrada triunfal en Oaxaca con Te Deum en catedral. Siguió activo hasta el último día: murió el 18 de mayo de 1922, en plena visita episcopal, en Ejutla. Le rindieron exequias casi nacionales.12 Roma le había otorgado como coadjutor al oaxaqueño José Otón Núñez y Zárate, quien se había hecho famoso como obispo de Zamora, Michoacán (de 1909 a 1921), por su catolicismo social, su defensa de los obreros y campesinos, la organización de la Gran Dieta de Zamora en 1913. Su episcopado duró hasta 1941, todo el tiempo del gran enfrentamiento. Como su predecesor, tuvo que tomar el camino del exilio, de 1926 a 1929, cuando los obispos fueron expulsados por el gobierno mexicano; como su predecesor, dejó el gobierno de la arquidiócesis en manos de Carlos Gracida. En la segunda etapa del conflicto, volvió al exilio en los Estados Unidos, como casi todos sus colegas.

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II. LA TORMENTA (1926-1929)

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o es el momento de contar de nuevo los vaivenes de las relaciones entre la Iglesia católica y los gobiernos de Obregón y Calles; basta recordar que después de la escalada de 1925 (intento de crear una Iglesia cismática por parte de ciertos elementos del gobierno; creación en reacción de la Liga Nacional de Defensa de las Libertades Religiosas por parte de los católicos radicales), el gobierno federal expide, el 21 de junio de 1926, la Ley «que reforma el Código Penal para el Distrito y Territorios Federales, sobre delitos del fuero común y para toda la República sobre delitos contra la Federación. De los delitos y faltas en materia de culto religioso y disciplina externa. Artículo I...»13. Esa Ley completa la ofensiva emprendida en enero de 1926 con la publicación de la Ley Reglamentaria del Artículo 130 de la Constitución Federal, cuyo artículo I afirma: «Corresponde al Poder Ejecutivo Federal, por conducto de la Secretaria de Gobernación, ejercer en materia de culto religioso y disciplina externa, la intervención que esta Ley concede».14 Muchos artículos de ambas leyes son inaceptables para la Iglesia —Roma da instrucciones en ese sentido— y por lo tanto el episcopado mexicano decide tomar una medida inaudita: la suspensión del culto publico. Había mandado al papa Pio XI el cable siguiente:

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13 Alcance

al No. 29 del Periódico Oficial de Oaxaca, 17 de julio de 1927.

14 Periódico Oficial... No. 22, 28 de mayo de 1927.


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«La mayoría del Episcopado Mexicano pretende suspender el culto en las Iglesias de la república antes del 31 del corriente [julio], no pudiendo ejercitar culto conforme cánones, entrando en vigor la nueva ley el 31 de los corrientes. El Episcopado pide aprobación a la Santa Sede. La persona encargado [sic] espera respuesta». El referido Excelentísimo señor delegado (apostólico en México Jorge José Caruana) obtuvo la siguiente respuesta de Su Santidad:

15 AHAO,

Correspondencia, Obispo Pascual Díaz a Arzobispo J. O. Núñez y Zárate, 4 de agosto de 1926.

«SANTA SEDE CONDENA LEY Y A LA VEZ TODO ACTO QUE PUEDA SIGNIFICAR O SER INTERPRETADO POR EL PUEBLO FIEL COMO ACEPTACIÓN O RECONOCIMIENTO DE LA MISMA LEY. A TAL NORMA DEBE ACOMODARSE EL EPISCOPADO DE MÉXICO EN SU MODO DE OBRAR, DE SUERTE QUE TENGA LA MAYORÍA Y A SER POSIBLE LA UNIFORMIDAD Y DAR EJEMPLO DE CONCORDIA». Cardenal Gasparri, Julio 22.”15

Lo que sigue es bien conocido. A la suspensión del culto público, el Estado responde con la prohibición del culto y de la administración de los sacramentos en privado, con el cierre temporal de los templos para realizar su inventario, lo que en algunas partes del país provoca motines; la sangre corre, brotan en forma espontánea levantamientos que convencen a los directores de la Liga de que es posible organizar un levantamiento al estilo Madero para derrocar el gobierno del presidente Calles. Esa guerra, que se llamaría después la Cristiada, dura hasta junio de 1929, cuando “ambas majestades” encuentran un modus vivendi, los “arreglos” que permiten la reanudación del culto público y el final inmediato de la guerra. ¿Qué sucede en Oaxaca? Antes de dar respuesta, presentaremos a los actores más visibles: el gobernador del estado y el encargado de la arquidiócesis. 1. Los actores 1.1. Del lado del gobierno Entre 1924 y 1925 el gobierno de Oaxaca cambió rápidamente de manos; el general Manuel García Vigil, en el cargo desde 1924, fue fusilado en 1924 por participar en la rebelión de De la Huerta; el interino, general Isaac Ibarra, deja pronto la silla al general Onofre Jiménez, supuesto ganador de las elecciones contra José Vasconcelos. Debe su victoria al general Álvaro Obregón, quien le

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agradece su apoyo contra el movimiento delahuertista en Oaxaca. Dura poco en un ambiente de agitación agraria; sus adversarios aprovechan el nombramiento de Gustavo E. Rodríguez (fundador de la Acción Católica de Jóvenes Mexicanos) como su secretario particular, para denunciarlo como clerical. México decide eliminarlo y el presidente Calles encarga al joven diputado federal por Oaxaca, Genaro Vásquez, la deposición del general y gobernador por medio de un “camarazo”. El “camarazo” contra Onofre Jiménez se sitúa en el marco de una ofensiva sistemática del centro contra los gobernadores; en 1925 son depuestos los gobernadores de Colima, Nayarit, Nuevo León, Morelos, Aguascalientes, Oaxaca, San Luis Potosí, y el de Zacatecas renuncia (en orden cronológico). En 1926 los de Aguascalientes, Morelos, Jalisco, Puebla y Guanajuato. En 1927, los de Nayarit, Morelos, Chihuahua, Jalisco, Puebla, Veracruz, Chiapas.16 El 8 de noviembre de 1925 Genaro Vásquez (1890-1967) es nombrado gobernador interino, puesto durante los tres años del conflicto religioso, sin organizar las elecciones previstas por la constitución local.17 Genaro Vásquez tiene 33 años cuando asume la gobernatura de su estado natal. En 1920 había sido secretario particular del gobernador interino, el general Alfredo Rodríguez. El canónigo Carlos Gracida describía entonces a Monseñor Gillow como «un oaxaqueño joven, abogado y buen amigo del P. Agustín Espinosa». El canónigo Espinosa será el brazo derecho de Carlos Gracida durante 1926-1929, cuando aquél asuma la dirección de la arquidiócesis.18 Es cuando el gobierno del estado devuelve el portal de Clavería a la Mitra y los bienes de la Iglesia en la diócesis de Tehuantepec. Esas buenas relaciones antiguas entre el canónigo Gracida y el licenciado Vásquez cobrarían su importancia a partir de 1925. En los documentos oficiales del gobernador, en el Archivo del Estado (hoy llamado Archivo General del Poder Ejecutivo del Estado de Oaxaca, AGEPEO), uno puede leer los dos lemas escogidos por Genaro Vásquez: “Carreteras y Escuelas “ y “Hay que darle la razón al indio aunque no la tenga”. Su gobierno hábil y prudente se caracteriza por un agrarismo moderado y por un gran esfuerzo en materia educativa: desarrolla las “misiones culturales” inauguradas por José Vasconcelos cuando era secretario de Educación de Obregón; asiste personalmente a sus actividades y se lleva consigo a los diputados para evitar un “camarazo”. «La tendencia educativa cobró aspectos izquierdis-

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Jean Meyer, Historia de la Revolución Mexicana, 19241928, Tomo II, México, El Colegio de México, 1977: 175-200. 17 Fideicomiso archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca, Archivo Joaquín Amaro, expediente 302, legajo 20/41; exp. 306, leg. 48/66; exp. 227, leg. 88/98.

18 AHOA, Correspondencia, 28 de enero de 1920.


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19 Jorge Iturribarría, Oaxaca en la Historia, México, Ediciones Stylo, 1955: 425.

20 Margarita Dalton, Breve Historia de Oaxaca, México, Fondo de Cultura Económica, 2004: pp240.

21 Idem: 242 y Anselmo Arellanes Meixueiro, et. al; Diccionario Histórico de la Revolución en Oaxaca, México, INHERM/UABJO, 2000: artículo Genaro Vasquez.

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tas, aunque sin implicaciones en la cuestión religiosa, no obstante que coincidió el régimen del licenciado Vásquez con el conflicto religioso».19 En 1926 hace aprobar una Ley de Educación en la perspectiva vasconcelista, lo que no le impide ser un fiel partidario del presidente Calles, apreciado como tal por el sonorense. Sostienen una correspondencia intensa durante esos años, sin tocar, curiosamente nunca, los temas religiosos. Historiadores posteriores lo calificaron de “socialista romántico”, dedicado a promover la canción oaxaqueña; eso es verdad pero no disminuye sus grandes cualidades políticas. «Durante el gobierno de Genaro Vásquez sucedió el movimiento cristero, que si bien no tuvo en Oaxaca las repercusiones que en Zacatecas, Jalisco, Colima, Guanajuato, Querétaro y Michoacán, sí creó tensiones y sinsabores».20 En esos años, Oaxaca fue duramente castigado por terribles temblores y “las catástrofes de la naturaleza imprimieron en las creencias populares un sentido de lo sobrenatural como una respuesta del más allá a los malos comportamientos. Y como a río revuelto ganancia de pescadores, la Iglesia volvió a convocar a los creyentes a su seno materno y volvió a recibir a sus feligreses promocionando las manifestaciones religiosas”.21 Eso lo denuncia el maestro Policarpo T. Sánchez, director de educación del gobierno de Genero Vásquez, editor de Revista Pedagógica y presidente de la Confederación de Partidos Socialistas de Oaxaca, fundada por el gobernador en 1926. A fines de 1928 Genaro Vásquez deja el gobierno del estado para ocupar una senaduría en México, pasa a ser secretario general del Partido Nacional Revolucionario fundado en 1929, y prosigue una brillante carrera: director de Derechos Agrarios del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, jefe del departamento central (Distrito Federal), fundador del Departamento de Asuntos Indígenas, ministro de la Suprema Corte, Procurador general de la República en tiempos del presidente Cárdenas, organizador del primer congreso Indigenista Interamericano... Obviamente su falta de entusiasmo anticlerical no dañó su carrera. De formación católica, como casi todos los mexicanos, había mantenido su amistad con muchos sacerdotes oaxaqueños, en especial con los canónigos Espinosa y Gracida.

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1.2. El canónigo Carlos Gracida (1867 -1948) Oaxaqueño de nacimiento, es ordenado sacerdote a los 23 años; a los 28 funda y dirige el Colegio Católico del Espíritu Santo y se gana la estima de monseñor Gillow, quien lo promueve al cabildo en 1901; en 1910 es arcediano del mismo, en 1915 con 38 años, asume el cargo de vicario general en ausencia de su prelado y en 1918 es gobernador de la Mitra. Entre 1915 y 1920 tiene que lidiar con una serie de generales-gobernadores carrancistas que piensan que todo el clero es felicista (partidario de Félix Díaz, sobrino de don Porfirio) y “soberanista”. En 1917 va a dar un tiempo a la cárcel, lo que vive tranquilamente. Evita hasta donde puede que la animadversión carrancista se convirtiera en persecución abierta, como en otros estados. Sabe también tratar con los jefes soberanistas sin comprometer a la Iglesia. En 1918-1920 logra resolver de manera positiva la confiscación en los templos, bienes eclesiásticos y propiedades personales de moneñor Gillow: generales, gobernadores, hasta el Presidente Venustiano Carranza, le conceden la devolución. Estimado de la clase alta en tiempos de don Porfirio, lo es también de la nueva élite revolucionaria: así como era el casamentero de la primera, lo sigue siendo para la segunda; en 1922 casa a la hija del general Elizondo, quien «se manejó muy bien con nosotros y fue muy querido y estimado de todos». Es lo que escribía a moneñor Gillow el 1 de marzo...22 2.- El año 26 A principios de 1926 el gobierno de Oaxaca recibe, instrucciones de cumplir con una orden de la Secretaría de Gobernación (federal), en aplicación de la Ley reglamentaria del artículo 130 constitucional, publicada el 18 de enero en el Diario Oficial de la Federación y que dice en su artículo I: «Corresponde al Poder Ejecutivo Federal, por conducto de la Secretaría de Gobernación, ejercer en materia de culto religioso y disciplina externa, la intervención que esta ley le concede». Así se abre la gran crisis. Después de pensarlo bien, la Mitra indica a todos los párrocos que los presidentes municipales deben aplicar el 130 constitucional y que, por lo tanto, hay que «remitir la lista de 10 personas encargadas del templo con sus domicilios [...] una lista para cada teplo» y también la lista de los sacerdotes por cada templo. El clero de Oaxaca cumple

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22 Manuel Esparza, Eulogio Gillow y el Poder: 125


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23 AHAO, Diocesano/Gobierno/Mandat os 1920-1940 y Correspondencia, 4 de marzo de 1926.

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AHAO, Correspondencia, 2 de agosto, 7 de agosto de 1926.

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con su parte. En julio el vicario general entrega la lista de todos los sacerdotes, con copia de sus actas de nacimiento. El único incidente señalado entre febrero y julio, en los archivos de la Mitra, es la protesta del rector del seminario, Andrés Corrales, quien escribe al gobernador para decir que no es cierto que disimula una escuela primaria en el recinto del seminario.23 El 2 de marzo el arzobispo convoca a todos los sacerdotes de la ciudad para “asuntos de importancia”; el 24 de abril ordena «que mañana se lea en todas las misas la Carta Colectiva del Episcopado Mexicano con fecha del 21»; el 14 de junio la Mitra da a conocer la carta de Pío XI, al arzobispo de México, expresando su apoyo a los fieles mexicanos en ese momento de prueba. Como en Puebla y en muchas partes, el arzobispo Núñez opta por la defensa jurídica, multiplicando las representaciones moderadas al gobierno, lo que le valdrá ser calificado por la Liga (organización casi inexistente en Oaxaca) de “espantosamente tibio”, cuando no de “traidor”. No deja de recomendar “prudencia, paciencia”, palabras que encontramos en toda su correspondencia. Así, antes de la suspensión del culto público, acepta dar la lista de los 10 laicos encargados de los templos, según disposición del Estado, así como la lista de sus sacerdotes, decisión que no toman todos los obispos. A medianoche, el 31 de julio de 1926, se suspende el culto público en Oaxaca como en toda la república. La entrega ulterior de los templos a las juntas de diez vecinos y su inventario ocurren sin incidentes mayores: hay que señalar, un conato de motín en Tlaxiaco, agravado por los asesinatos el 6 de agosto de Rafael Acevedo y su hijo Vicente, a manos de soldados (por repartir propaganda católica) y otro en la ciudad de Oaxaca, en el templo de los Siete Príncipes, rápidamente controlado por el canónigo Carlos Gracida. El aislamiento de muchas parroquias en un estado tan vasto como mal comunicado con una orografía muy tormentosa, explica que varios párrocos, como Francisco Castellanos, de Candelaria Loxicha, se sorprendan de la suspensión y pregunten si es cierta la noticia, o si se trata de una provocación. Al día siguiente de la suspensión, curas y arzobispos multiplican las peticiones a las autoridades locales, para suplicar se celebre de nuevo «el santo sacrificio de la misa en el templo parroquial»; los curas escriben a la Mitra “para que si a bien lo tiene se levante la orden de suspensión de los cultos [...] con lo que hará renacer la alegría en los corazones de estos pobres feligreses”.24 [14]

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Otro sacerdote escribe al vicario general: «Espero que Ustedes resuelvan la “Huelga” Como estamos tan retirados, nos encontramos como en limbo, sin poder contestar a multitud de preguntas que cuando se resolverá».25 En agosto y septiembre se realiza, sin violencia ni resistencia, la entrega de los templos por parte de los curas, así como el inventario. Cuando mucho el sacerdote se niega a firmar el acta, pero se ve claramente que preside a la realización del inventario cumpliendo así la voluntad del Gobierno, algo que no se hace en todas las diócesis. De todos modos, muchos firman y ninguno asumen una actitud beligerante; los fieles tampoco. En el Archivo Histórico del Poder Judicial (AHPJ) que revisamos distrito por distrito, no hay nada acerca del conflicto religioso, ningún pleito ventilado entre el Estado y la Iglesia, o en relación con algún sacerdote. En el Archivo Histórico del Estado (AGEPEO), en el fondo Revolución 1910-1930, ramo Asuntos eclesiásticos, se encuentran todos los inventarios, parroquia por parroquia, templo por templo, las listas de los diez vecinos encargados del templo, eso repetido en 1927 y 1928, así como la entrega de los templos a los sacerdotes en el verano de 1929, después de la firma de los “arreglos”, con inventario otra vez. La lista sería interminable. Saldo: ninguna resistencia, ni pasiva, por parte del clero o de los fieles; ninguna violencia por parte del gobierno, con la sola excepción de los “mártires de Tlaxiaco” asesinados por los soldados, crimen que no aparece en los archivos del estado pero que ha motivado la apertura de una beatificación en Roma, con la documentación correspondiente en los archivos del arzobispado. Esa calma explica que la situación religiosa en Oaxaca a fines de 1926 sea singular si la comparamos a la de las regiones que no tardarían en ser el teatro de la Cristiada: los sacerdotes hacen su labor pastoral sin ser especialmente molestados (lo que va en contra de las instrucciones federales); así el P. Ramón J. Calderón, cura de Teposcolula, informa el 26 de octubre que ha bautizado a 112 infantes, casado a 21 parejas y auxiliado a varios enfermos; otro reporta las entradas del trimestre; el cabildo se reúne normalmente, la Mitra funciona como siempre, hasta el seminario que ha reabierto su local, trabaja sin problemas.26 Por su parte el gobierno no tiene nada que señalar; informa periódicamente a México de la buena marcha de la aplicación de la “Ley Calles” y acusa recibo a los presidentes municipales “de

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25 Idem. 2 de septiembre, del P. S. Ramírez en Cacahuatepec al Cgo. Agustín Espinosa, secretario de Cámara y Gobierno.

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AHAO, Correspondencia, Actas de Cabildo, 1926


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27 AGEPEO, Fondo Revolución, ramo Asuntos eclesiásticos, distrito Ocotlán, 1926. (26 de noviembre, el Jefe del Departamento de Estado al presidente municipal de Magdalena Ocotlán)

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Periódico Oficial, 9 de octubre de 1926: 484-485.

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los cuadros estadísticos que contienen los datos relativos al templo de su población”; a veces añade: «Le recomiendo, por encargo del C. gobernador del estado, que informe a esta Secretaría, a la mayor brevedad, si el sacerdote Francisco Vidrio que se menciona en el citado cuadro, dio cumplimiento a las prevenciones legales». Como es el caso, lo dejan en paz.27 Se le da importancia sólo a dos casos, el del «joven Mario Cervantes, alumno del Instituto de Ciencias y Artes del Estado [que] ha hecho labor hostil a las instituciones que nos rigen, con exhortaciones en términos subversivos en el interior del templo de San José de esta ciudad, a los creyentes y asociaciones religiosas concurrentes en él, actos en que fue sorprendido ayer (8 de octubre 1926) y el del “joven Alejandro Ruiz, alumno de la Escuela Normal Mixta para profesores del Estado pensionado por el Gobierno [que] toma también parte activa en propagandas de esa índole [...] contra la efectividad de los preceptos contenidos en el artículo 130 de la Constitución». Los dos alumnos quedan expulsados para hacer un ejemplo y evitar el «peligro de contaminación de sus malas inclinaciones entre los alumnos» y «el ejemplo de prácticas indebidas».28 La medida se publica en el Periódico Oficial del Estado. 3.- Sin embargo hay algo de Widerstand en Oaxaca Oaxaca participa muy poco en la guerra cristera; es cierto que los batallones de serranos y de juchitecos, soldados federales, participan en la campaña contra los cristeros de Jalisco y Colima, bajo las órdenes del famoso general Heliodoro Charis, pero es otra historia. La información oficial no es siempre clara al hablar en general de “bandoleros”, “malhechores”, “gente armada”, “rebeldes”, sin más precisión. Por eso el autor prefiere no insistir en las actividades de tal gente en el Istmo, entre Tehuantepec y Juchitán, y en el Suroeste, en los límites de Guerrero, porque no ha podido encontrar la motivación de sus andazas o el color de su bandera. En los archivos del Estado, tanto AGEPEO como AHPJ, si bien hay un material enorme sobre el periodo, no abunda, mejor dicho escasea la información sobre “rebelión” o “revolución” de elementos católicos. El enorme trabajo de búsqueda ha sido casi vano y no ha aportado mucho a lo que ya se había publicado en La Cristiada (Siglo XXI,1973-5, 3 vols). A saber que hay sólo dos focos “cristeros” en el estado de Oaxaca, uno en la arquidiócesis.

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Se trata de la región de Huajuápam, al Noroeste, sede de la diócesis del mismo nombre, y de “la Montaña”, la región de Miahuatlán-Juquila, al suroeste, dos regiones montañosas aisladas del centro, que se comunican entre sí por el rumbo de Tlaxiaco, otro foco católico, aunque más bien de resistencia pasiva. Los insurgentes de Miahuatlán, Juquila y Huajuápam resultan indomables a lo largo de esos tres años, si bien no representan nunca una seria amenaza para el ejército federal. Vale la pena señalar que los únicos casos encontrados de violencias y crímenes cometidos por los soldados en el archivo judicial, corresponden a la zona de Huajuápam.29 Un expediente criminal señala que el 1 de agosto de 1926 hubo fiesta patronal en Tlaxiaco. Curiosamente no menciona los hechos sangrientos del 6 de agosto con el asesinato de los Acevedo, padre e hijo.30 El 9 /10 de agosto un grupo armado ataca a los policías de Miahuatlán y el gobernador pide la intervención del ejército: el general Matías Ramos, jefe de las Operaciones Militares en Oaxaca envía parte del 56 Regimiento.31 A principios de octubre, el 5 o el 7, según los documentos, unas “fuerzas revolucionarias” toman la plaza de Huajuápam al grito de “!Viva la Religión, Muera el mal gobierno!” Alparecer un día domingo. Según la historia oral, registrada en 1969, al principio hay como antecedente al levantamiento, un motín aislado, no planeado: Un delegado del gobierno, especialmente arrogante o imprudente o inconsciente, para revisar el inventario del templo, entró al edificio sagrado con el sombrero puesto, quiso correr a la gente que rezaba el rosario, prohibir el uso de las campanas y, para colmo, cerrar el templo. Todo eso iba en contra de las instrucciones del gobierno de Oaxaca, que siempre facilitó la devoción en los templos. Parece que dicho delegado fue salvado de ser linchado por una multitud enardecida, gracias a la intervención del sacerdote Jesús Zamora. Ofendido, el delegado regresó con un destacamento militar; entonces la gente huyó al monte sin esperar y el obispo Luis María Altamirano tuvo que salir para no regresar, en tanto el seminario y el obispado se convirtieron en cuarteles. Sacerdotes y canónigos huyeron o fueron escondidos por la gente. Huajuápam, ciudad muy católica, organizada desde toda una generación por el catolicismo social, el Partido Católico Nacional, la Acción Católica y desde 1925 por la Liga, se encontraba de repente sin el freno de la autoridad eclesiástica, y confrontado

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29

AHJP, Huajuápam, Criminal 1927, leg. 520 y 521, una violación por parte de un subteniente del 53 de Caballería en Miltepec; un proceso contra dos arrieros que extraviaron uno de los burros que conducía municiones al 53 Rto. en Huajuápam. El coronel Fernando Franco Franco los sospecha de complicidad con los rebeldes fanáticos. Pero el expediente revela que los soldados mataron a los otros tres arrieros, sus compañeros.

30

AHJP, Tlaxiaco, Criminal, 1926, leg. 86-149

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AGEPEO, Revolución, leg. 212, esp. 12, Miahuatlán, 1926


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32 Pablo Herrera Reyes y Rafael Cruz Vidal López, a Jean Meyer, en Huajuápam, 1969. En parte confirmado por AHPJ, Criminal, leg. 516, Huajuápam ff7 Rebelión: “los levantados de Huajuápam... alzarse públicamente y en abierta hostilidad para separar de su cargo al Presidente de la República”

33 AHJP, Huajuápam, Criminal 192, leg. 522, 1927...

34

AGEPEO, Revolución, leg. 199, exp. 16, 1926, Huajuápam... 35 Idem, leg, 197, exp 9.

36

Idem, leg. 196, exp. 9, 1926, Juchitán.

37

Idem, leg. 196, exp. 8, 1926, Miahuatlán...

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en una agresión nada común en el estado. Fue cuando decidieron levantarse en armas Ismael Guzmán, un joven oficial federal del lugar y Cruz Vidal López, un veterano maderista, orfebre de Iglesia.32 Los mismos informantes señalaban que, después de este funesto incidente, no hubo persecución religiosa en los años siguientes, pero el foco de rebelión de Huajuápam siguió en el mapa hasta el final, lo que le valió a la población sufrir a manos de los militares un tratamiento poco frecuente en el resto del estado. Es el momento de presentar un valiente Juez de Distrito (de Oaxaca): el licenciado L. Bazdresch. En 1928, Lorenzo Contreras, vecino de Huajuápam, había solicitado un amparo, después de haber sido arrestado y entregado al general Jerónimo Olarte, jefe de Operaciones Militares de la Zona. Parece haber tenido contacto con la gente de Ismael Guzmán y lo acusaron, falsamente, de haber robado una yunta de bueyes. Lo interesante es la reacción del general Olarte cuando el juez Bazdresch otorga el amparo solicitado y ordena el día 7 de noviembre de 1928 que el Sr. Contreras sea inmediatamente conducido a Oaxaca y puesto a disposición del gobierno del estado: el general protesta contra la decisión y telegrafía: «Individuo refiérese venía consignado disposición Cuartel general (...) en consecuencia, lamentando su obstrucción labor pasificación desarrollase, suplico remitir a este individuo amparado para agotar investigación síguesele como rebelde» (ortografía original).33 Ese juez salvó la vida del tal Lorenzo Contreras, posible simpatizante de los rebeldes católicos. De todos modos en Oaxaca el ejército no practicó la represión indiscriminada que asoló el Bajío, Michoacán, el Occidente del país. Cerca de Huajápam, en octubre, el expresidente municipal de Tezoatlán, José I. Salazar se levanta en armas para unirse a Ismael Guzmán; señalan la presencia de unos 50 a 90 rebeldes entre Zimatlán y Teposcolula “a favor de la religión”.34 El 18 de octubre el ejército recupera la plaza de Huajuápam y confirma que “el movimiento es religioso”.35 En las mismas fechas Laureano Pineda, desde Juchitán, se queja de la incursión de “bandoleros” en el Istmo y el gobierno da parte al ejército sobre un “incipiente foco de rebelión”.36 El 26 de octubre arrestan a cuatro hombres, todos de apellido Ramírez, en San Mateo Río Hondo (Miahuatlán), y denuncian incursiones de “bandoleros” en la zona.37 En noviembre, señalan «algunos individuos bien armados en número de 80, con el rebelde Epitafio Macayo, por los confines de Guerrero y de

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Putla, Oaxaca». La jefatura de Operaciones Militares responde que no es cierto.38 En enero de 1927 la Secretaría de la Defensa reporta un levantamiento católico (¿?) en el Istmo, en el cerro del Veladero, con los jefes Joaquín Villatoro, Rafael Soto, Pedro Domínguez, Onésimo Escobar, Hipólito Guzmán.39 En mayo, el presidente municipal de Huajuápam participa de su inquietud frente a la impunidad de la que gozan los rebeldes. Pide «destruir ese núcleo rebelde porque si se siguen dejando, se dará lugar a que siga creciendo». Dice que su jefe es Anselmo (será Ismael) Guzmán y que se opone a las obras de la carretera.40 Efectivamente Ismael, y no Anselmo Guzmán manda a todas las autoridades locales la carta siguiente, con fecha 20 de abril de 1927:

38 Idem, leg. 197, exp. 10, 1926, Jamiltepec...

39 Memoria de la Secretaría de la Defensa Nacional, México 1927-1928, Oaxaca...

40

AGEPEO, Revolución, leg. 224, exp. 32, 1927, Huajuápam...

«Al recibo de la presente suspenda Ud. los trabajos del camino carretero que prepara únicamente por la ley del abuso continúa Ud. explotando la cobardía de estos mixtecos envilecidos. Sois demasiado canaya al traficar con la esclavitud de estos ignorantes en veneficios de emprezas particulares amparado por la mazcara de un bien público, conozco buestras artimañas. Me equivoqué al creer que escarmentarían perdonando al delegado. Ya seré inexorable y ajustaremos bonitas cuentas. Constitucion y Reformas. El jefe de Bandoleros, Ismaél Guzmán».

El presidente municipal de Huajuápam, Antonio Castillo, extremadamente preocupado, escribe al gobernador para solicitar la protección de las fuerzas federales y decir que efectivamente, los pueblos se niegan a trabajar (posiblemente en faena no pagada) en la carretera. El asunto llega hasta México y la Secretaría de Gobernación registra la actividad militar del “C. Ismaél Guzmán (quien defiende y se opone a las obras de la carretera) “.41 En junio de 1927 un “general”, Jesús Sánchez, es denunciado, arrestado y fusilado en Tlaxiaco.42 Es difícil saber si los motivos del rebelde Pedro Méndez y sus parientes eran religiosos. El Mercurio, diario de Oaxaca, menciona sus actividades a fines de septiembre de 1927, y su muerte en combate cerca de Ojitlán, el 28 de septiembre (edición del 31 del mismo mes). En cuanto a Ismael Guzmán, tarda hasta el 5 de octubre de 1927 para volver a atacar la plaza de Huajuápam; no sucede gran cosa hasta el 23 de febrero de 1928, cuando Guzmán, ya con el grado de general,

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41

AGEPEO, Revolución, ramo Asuntos Eclesiásticos, leg. 224, exp. 22, 1927... 42 CESU, Informe de R. Ávila a la Liga, 28 de diciembre de 1928...


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AGEPEO, Revolución, leg. 242, exp. 5, 1928, Huajuápam. Y AHPJ, Criminal, leg. 526, 1928, Huajuápam... 44

AGEPEO, Revolución, leg. 1928/1-96, Juquila...

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ataca al 3 Regimiento en Yucunduchi, entre Chila y Huajuápam, en compañía de los jefes Trinidad Cisneros, Trinidad Aragón y Nicolás Herrera.43 El 26 de abril de 1928 se menciona por primera vez el nombre de David C. Rodríguez, como jefe rebelde en la región de Juquila, acompañado de 40 hombres armados. Aquel guerrillero empieza, si no es que desde antes, una larga carrera que duraría hasta fines de los años 1930.44

1. Mil novecientos veintiocho Presente lo tengo yo este David C. Rodríguez en armas se levantó.

10. El Teniente Castellanos hasta allí sí nos dejó pues la Virgen de Juquila fue la que se lo llevó.

2. Me fui rumbo a la montaña 11. David puso su emboscada donde andaban los cristeros como lo acostumbraba y a diez días de incorporado gritó al teniente Meneses yo andaba por Cinco Cerros. vámonos que nos acaban. 3. Al llegar a ese Juquila un nueve por la mañana viva Cristo Rey muchachos y la Virgen Guadalupana.

12. Dicen que me han de matar a orilla de un Camposanto mentiras, no me hacen nada, yo estoy curado de espanto.

4. Luego tomé por asalto como todos lo dirán que el día seis de octubre yo estaba hasta Zimatlán.

13. Dicen que me han de matar con una daga bonita mentiras, no me hacen nada, yo cargo mi medallita .

5. En San Juan Elotepec como si fuera ahorita allí fuimos derrotados por el Mayor Cesar Dita.

14. Dicen que me han de matar a la orilla de un estero mentira, no me hacen nada, que yo soy puro cristero.

6. En Zapotitlán del Río donde fue el tercer ensayo ya andaban los federales comiéndose sus caballos.

15. Dicen que me han de matar pero en medio de una plaza mentira, no me hacen nada, son perros de mala raza.

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7. En el Chivato mentado presente lo tengo yo Daniel Cárdenas Barraza Allí sí que se estrelló.

16. Adiós cerros y montañas adiós llanos del estero adiós laderas y cuevas donde anduve de cristero.

8.Gritaban los Federales ahora lo verán “cristitos” hemos peleado en el Norte no digo en estos cerritos.

17. Ya con esta me despido ya me voy a descansar pero si de mí se acuerdan a Dios por mí han de rogar.

9. Al comenzar el combate los cristeros se carcajeaban de ver a los Federales que tiro a tiro se rodaban.

18. Adiós mi tierra adorada adiós mi madre querida por no atender tus consejos me quita el traidor la vida.45

En agosto, la Secretaría de la Defensa menciona un levantamiento en Putla y otro cerca de Tlaxiaco, que relaciona con la insurgencia católica; se trata de poca gente mal armada. Lo mismo en San Jerónimo, en el Istmo y cerca de Tehuantepec donde merodea un tal Pedro Castillo. El 9 de septiembre el “rebelde” Raymundo Ávila asalta Juquila. El informe dice que no fueron muchas las pérdidas económicas aunque sí los destrozos dentro del palacio municipal.46 El asalto a Juquila, sede del santuario venerado por todo Oaxaca, hace tal ruido hasta México, que el gobernador ordena la reconcentración de todos los sacerdotes en Oaxaca, para dar gusto a México, y luego los deja regresar a sus pueblos. El levantamiento de Miahuatlán, unos días después, el 1 de octubre de 1928, recibe una cobertura excepcional en la prensa local y da lugar a un expediente en el ramo criminal. Luego de varias horas de tiroteo, los rebeldes se posesionan de todo el pueblo, toman los 575 pesos de la fiesta patronal y otros fondos de las oficinas públicas (el informe no indica el monto, tampoco el nombre de los asaltantes ni de los muertos).47 Uno de sus jefes, Lucio Sánchez, es liquidado poco después por el jefe de la Defensa Social del lugar, Genaro Ramos. El gobierno debe haber recibido avisos sobre la preparación de esos golpes, porque el 19 de septiembre, el gobernador Genaro Vás-

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45

El corrido de David C. Rodríguez fue grabado por la Sra. Adela Rodríguez Avendaño (90 años de edad) hermana de David Rodríguez. Santo Domingo Tojomulco, Oax. 31 de octubre de 1990. Recopilado por José Rentería Pérez. Comunicado al autor por Anselmo Arellanes Meixueiro...

46

AHPJ, Criminal, 1928/196, Juquila...

47 AHPJ, Criminal, leg. 131185, 1928. Miahuatlán...


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quez había mandado el oficio siguiente al general Manuel Maldonado, jefe del 58 Batallón:

48 AGEPEO, Revolución, Asuntos Eclesiásticos, leg. 232, exp. 42...

«tengo el honor de informar a usted que con fecha 13 del corriente giré instrucciones telegráficas a los presidentes y agentes municipales de los distritos de Juquila, Sola de Vega, Jamiltepec, Pochutla, Tlaxiaco, Putla y Nochixtlán, previniéndolos que deberán prestar auxilio inmediato a las fuerzas federales que por cuestiones de alteración del orden público tengan que recorrer la jurisdicción de las mencionadas autoridades».48

En su Informe de Gobierno por el año 1928, el gobernador señala: «La cuestión religiosa, nada de importante había ofrecido con anterioridad, pero en los últimos meses notáronse actividades por parte de elementos católicos fanáticos, y ello se pone de manifiesto con la actividad del sacerdote Eugenio Martínez que, encabezando un grupo de gente armada, incursionó en la Mixteca y especialmente por Huajuápam, y con la abierta propaganda sediciosa del sacerdote Epigmenio Hernández en la región de Pochutla, Jamiltepec y Juquila, en compañía de un ingeniero de nombre Arnulfo Viveros y de otros elementos. Para contrarrestar esa labor de quienes tratan de provocar un estado de desorden, tal vez en conexión con otros grupos de fanáticos de otras Entidades federativas, la jefatura de operaciones Militares y este propio Gobierno han dictado ya las medidas conducentes y espérase que en poco tiempo sea conjurado todo peligro. En cambio, los sacerdotes Miguel Guillermo Hernández y Maximino Amador, se han dirigido al Gobierno, solicitando autorización para ejercer su ministerio”, en Juchitán y Pochutla, lo que les fue concedido».

El año de 1928 se termina el 26 de octubre con el combate de Cafetal Oriental (Pochutla) en el que muere el “general brigadier” Ingeniero Arnulfo Viveros, jefe “libertador” y atacante sobre el pueblo de San Pedro Mixtepec, el 20 de noviembre. El informe dice que se trata de gente armada de San Juan Mixtepec (Miahuatlán) y de Quioquitani (Yautepec), con algunos militares, al grito de ¡Viva Cristo Rey! Asesinan a varias personas, roban, incluso, en el templo. Al leer el documento, uno piensa en un

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acto de provocación o un acto de bandolerismo disfrazado de causa religiosa.49 En diciembre los rebeldes atacan Teposcolula. Lo interesante del caso es que se podría relacionar con los hechos siguientes: hubo denuncia a la Procuraduría General de la República (México) sobre violaciones a las leyes de culto religioso en Teposcolula; la orden de la PGR el 1 de octubre al agente del Ministerio Público adscrito al Juzgado de Distrito en el estado de Oaxaca, de ir a Teposcolula para poner fin a tal situación. El 22 del mismo mes el agente informó a la PGR, al Secretario de Gobernación y al Presidente de la República que el presidente municipal y «un grupo de fanáticos se han demostrado descontentos de mi actuación y no han faltado de buscar medios para conseguir mi remosión [sic], dirigiéndose a varias autoridades [...] Por no contar con garantías, por no tener esa plaza resguardo de Fuerzas Federales, no es posible ni cumplir con lo que se me tiene ordenado...» Pide en el mismo oficio “que se mandara un destacamento”. Gobernación solicita al Gobernador “que se impartan las debidas garantías al C. Agente del Ministerio Público Federal”. El ataque ocurre a los pocos días.50 Un legajo en el fondo Aurelio Acevedo, del CESU (Centro de Estudios Sobre la Universidad) permite de pronto documentar las actividades de los grupos de “la Montaña”, de octubre de 1928 hasta junio de 1929. El informe detallado del 28 de diciembre va dirigido a la Liga y lo redacta con buena letra y buena pluma Raymundo Ávila, que firma «organizador militar del Estado de Oaxaca». Su correspondencia va siempre en nombre de “L.N.D.L.R., Ejército Libertador, Brigada Santa María de Guadalupe”. Los principales jefes “libertadores” que menciona son David Rodríguez, mayor en 1927, y teniente coronel en 1929; Amador Salazar, capitán Maximiliano González. El 10 de octubre de 1928 los libertadores emboscan una partida del 56 Rto. en Elotepec; el 8 de diciembre 21 hombres matan a otra partida (de 36 soldados) del mismo regimiento, y el 18 de diciembre otros 12 matan al grueso de la tropa; el 22 de diciembre los “libertadores” proceden a una “disolución temporal” para evitar la ofensiva consecuente del general Manuel Maldonado, quien entra a la Montaña con gente de los regimientos 56 y 58.51 «Después de los triunfos del 8 y del 18 de diciembre hubo acá un gran entusiasmo» y un grupo de nueve personas salió de Oaxaca para “llevar elementos, 1500 cartuchos y 100 pesos” a los

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49 CESU, Informe de Raymundo Ávila a la Liga, diciembre 28 de 1928. Y AGEPEO, Correspondencia, Ayuntamiento de San Pedro M., 20 de noviembre de 1928...

50

AGEPEO, Revolución, leg. 248, exp.18, 1928, Teposcolula...

51

CESU, Informe de Raymundo Ávila a la Liga, diciembre 28 de 1928...


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52 CESU, Informe desde Oaxaca a R. Ávila, enero 19 de 1929...

53 Mercurio, 8 de enero de 1929...

54 CESU, Raymundo Ávila a S. Ramírez, 25 de febrero de 1929...

55

CESU, David Rodríguez a R. Ávila, 7 de marzo de 1929...

56

AGEPEO, Revolución, leg. 258, exp. 6, 1929, Centro. Oficio del 25 de mayo...

57 AHPJ,

Criminal, 1929/1-9, Juquila. Según la fuente cristera el fusilado sería otro y el motivo preciso... 58

Idem.

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libertadores. Un traidor, «Pedro, el que se regresó ‘con el tarro de chocolate’, advirtió los federales que pusieron una emboscada. Hubo varios muertos y presos, dos escaparon y también el viejo don Tomás quien resultó bien herido. Torturado por la gente del general Maldonado, Felix Martínez no habló y “se ganó la palma del martirio». Fue ejecutado en Oaxaca el 28 de diciembre.52 En los primeros días de enero de 1929, el general Claudio Fox se hace cargo de la 22ª Jefatura Operaciones de Oaxaca, y la prensa local anuncia la rendición de «los rebeldes en el Istmo al general Alejandro Mange, jefe de las operaciones en esa jefatura. Con ello queda pacificada esa región que los cabecillas rebeldes Romero y Aquino habían convertido en teatro de sus hazañas».53 Una vez más la información no permite conocer la afiliación de los guerrilleros. El 25 de febrero de 1929, Raymundo Ávila ordena a Sabás Ramírez Miranda: «organice Ud. un núcleo armado que operará en la región de Chilapa, E. de Guerrero, bajo sus órdenes y que sostendrá el programa y las aspiraciones de la Liga [...] bajo el mando militar supremo del General Enrique Gorostieta.»54 Del 12 de enero de al 11 de junio el jefe “libertador”, David Rodríguez, se mueve sin descanso con unos efectivos que integran de 30 a 200 hombres. Recorre toda la Montaña el 27 de febrero con 95 soldados y 100 “auxilios voluntarios” empieza a sitiar los 75 hombres del 53 Rto. atrapados en Zapotitlán. Nos separamos el 5 de marzo por falta de parque”. ”Así mismo he logrado conquistar gran parte de la Mixteca y más pueblos de la Montaña”.55 En abril y mayo el incremento de actividades por parte de los insurgentes en la zona de Tlaxiaco, confines con Nochixtlán, lleva al general Fox a autorizar al general Manuel Maldonado, jefe del 58 Batallón, a organizar defensas sociales en la región, «para la campaña de gabillas [sic] de rebeldes fanáticos y salteadores de la región».56 Por su lado, en la región de Juquila, David Rodríguez sigue haciendo de las suyas; el 19 de abril manda fusilar al «joven Francisco García, de profesión labrador, sin motivo aparente. Esta persona no pertenecía a la población de Yolotepec, lugar del fusilamiento, sino que los rebeldes lo traían preso desde Juchatengo».57 El 26 de abril está en Juchatengo y quema las propiedades de la señora Dionisia Díaz, esposa de Epitafio Silva que fue jefe de la defensa social del lugar. El 4 de junio le dirige una carta a la señora en la que pide mil pesos para dejarla en paz.58

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En abril, David Rodríguez se acerca a las goteras de Tlaxiaco, toma Santa María Yutanduchi, que tiene una defensa social hostil a los “libertadores”, “que ha cometido toda clase de atropellos con los vecinos, amigos nuestros de Teozacoalco, Sindihui, Potrero, Zapotitlán, San Felipe, San Miguel Peras”. Entra el 16 de abril a Zimatlán, va a Tlaxiaco, fusila a Benito Jiménez, quien había entregado al jefe Jesús Sánchez. A consecuencia de sus golpes «el enemigo llegó a la Montaña. Se ha dedicado al amedentramiento [sic] de los pueblos”» mediante el desarme, lo saqueos, “fusilamientos de los que son denunciados por la defensa de Yutanduchi”. David Rodríguez se queda con 30 hombres: «el resto de nuestros voluntarios ha regresado a sus pueblos a poner en seguridad sus ganados y familias ante la política de terror del general Maldonado. Nuestra existencia de pertrechos es excesivamente precaria contándose con un promedio de 15 cartuchos para 80 hombres. La recolección de donativos es casi nula en la Ciudad de Oaxaca. La labor desanimadora de algún elemento eclesiástico no ha cesado y nos resta elementos [...] Nuestras fuerzas se componen de un pie veterano y constante de 40 hombres, recibiendo el auxilio intermitente de voluntarios que acompañan a una expedición o combate regresando luego a sus hogares. [...] Abandono la Montaña por 30 días pues es grande el pánico que hay en la región y la lealtad de los pueblos y sus autoridades está vacilando».59

El 5 de junio estaba de regreso y bajaba hasta Puerto Escondido cuando se le rindió el día 8 sin resistencia. Luego remontó a Miahuatlán, Sola de Vega, Juchatengo. El 14 de junio se salvó de la muerte: “Arcadio Rodríguez que iva pagado por los federales me disparó por la espalda a medio metro, tocó la bala en el escapulario de la Santísima Virgen”. Gravemente herido, se salvó y “después de 22 días llegé a esta ciudad en muy malas circunstancias.”60 Para esa fecha la guerra había terminado con los “arreglos” y la reanudación del culto público. En Oaxaca ningún “rebelde”, ningún “libertador” se tomó la pena de presentarse para recibir un salvoconducto. Era necesaria esa aburrida enumeración cronológica para comprobar a la vez la existencia muy localizada de una resistencia armada (Widerstand) —esa localización periférica no deja de ser interesante—, y su poca importancia sobre la marcha de los acon-

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59 CESU, R. Ávila al Jefe del CE, 27 de abril de 1929...

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CESU, D. Rodríguez (en la ciudad de Oaxaca) a la Liga (D. F.), 14 de julio de 1929...


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III. EL MODUS VIVENDI ENTRE EL GOBIERNO

tecimientos en el conjunto del estado. Es imposible presenciar cifras serias, pero si uno piensa que ninguna banda pasa de 90 hombres y que operan generalmente en grupos de 20 a 40, se podría hablar de 400 rebeldes, en las Mixtecas, cuando mucho, sin contar los mencionados pero no identificados. En Michoacán, en 1929, los cristeros se cuentan por miles... Esos “rebeldes fanáticos” si bien no ponen en peligro al gobierno, se mueven como peces en el agua, están en su casa, no los atrapan nunca porque gozan de amplias complicidades. Al no representar una verdadera amenaza militar le ahorran a Oaxaca los horrores de la guerra, y el círculo vicioso levantamiento-represión-más levantamientos, llega a ser demasiado conocido en otras regiones del país. Eso mismo le permite al gobernador mantener su línea política conciliatoria y a la Iglesia local impartir sus servicios espirituales y sacramentales, lo que a su vez mantiene a la gran mayoría de los católicos en una tranquila y pacífica Resistenz: visita a los templos, práctica religiosa, apoyo al clero, peticiones, peregrinaciones ...

Y LA IGLESIA DE

OAXACA

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sí como escasea el material informativo sobre los católicos combatientes, sobra la documentación que demuestra el funcionamiento casi normal de la institución eclesiástica; eso permite exponer indirectamente la existencia de un “gentlemen’s agreement” entre “ambas majestades”, pacto tácito que dos o tres documentos ponen de repente una luz meridiana. 1. La estrategia de la arquidiócesis

Distritos Afectados

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En los archivos eclesiásticos hay tres ausencias notables en cuanto a la temática: no se critica nunca al gobierno; no se menciona a la Liga Nacional de Defensa de las Libertades Religiosas, ni a los católicos levantados en armas. En cambio no deja de ser impresionante la cantidad de oficios dirigidos por las autoridades municipales a la Mitra, en un tono de absoluto respeto, para tratar de temas como la celebración de las fiestas religiosas, el pago del diezmo, la petición de sacerdotes. Si uno piensa que Oaxaca, excepcional en este punto, tiene mas de 500 ayuntamientos, eso deja a la Iglesia beneficiarse de una red extraordinaria de complicidades. El arzobispo Núñez y Zárate organizó la defensa de los intereses de la Iglesia, a partir de marzo de 1926, de manera firme pero prudente, buscando siempre contactos y diálogo con el gobierno local,

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AHAO, Correspondencia, 15 de marzo de 1926...

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Idem, 7 de agosto de 1926...

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«reuniendo a los elementos intelectuales y formando con ellos dos

«Nuestro Ilmo. y Rmo. Prelado ha tenido a bien dictar las siguientes

comisiones, una que se llama ejecutiva y otra de estudio; la comisión ejecutiva tiene por oficio hacer las representaciones ante el Gobierno, ante los tribunales; la otra se ocupa de estudiar lo que se debe hacer en cada caso.»

normas a las que deberán sujetarse para la celebración de la Santa Misa, mientras dure la suspensión del culto en los templos. Los Sres. sacerdotes residentes o transeúntes Primera.- Ninguno podrá hacer uso de la facultad de binar. Segunda.- Cada quien deberá tener casa fija y en ella oratorio provisional para la celebración, con aprobación del vicario. Tercera.- Sólo en casos excepcionales y con causa grave y autorización del mismo Vicario se podrá celebrar en casas distintas de las aprobadas para la celebración fija. Cuarta.- Los sacerdotes transeúntes celebrarán en alguna de las casas aprobadas para la celebración, y sólo que así conviniere, a juicio del Sr. Vicario podrán hacerlo en su propia residencia».63

Cuando el Gobierno pidió la lista de sacerdotes y la de los 10 laicos que se debían encargar de cada templo, el arzobispo optó por cumplir con el requisito.61 A la hora de la suspensión del culto público, dio instrucciones para que la realización y entrega de los inventarios no fuese motivo de enfrentamiento. Tardó dos meses en definir una nueva pastoral adaptada a las circunstancias, quizá inspirado por la lectura de las cartas angustiadas de sus sacerdotes. Va como botón de muestra la del P. Everardo Gracida, desde Zoquitlán, con fecha agosto 7 de 1926: «Pongo en el honorable conocimiento de V. S. I y Rma. que, en una

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de las conferencias tenidas últimamente con las autoridades locales me suplicaron me dirigiera a mi superior pidiendo se celebre de nuevo el santo sacrificio de la misa en el templo parroquial. Y piden esto para poder dar contestación a varias circulares venidos del Centro en donde se les pregunta si han sido abandonados los templos por los sacerdotes juntamente con las casas curales. Ellos quieren decir que no ha habido suspensión de cultos ni abandono para evitar cuanto se ordena en las circulares por lo que me han pedido mi permanencia en el curato y además la celebración de los oficios divinos en el templo. Y lo comunico a V. S. I y Rma. para que si a bien lo tiene se levante la orden de suspensión de cultos con lo que hará renacer nuevamente la alegría en los corazones de estos pobres feligreses que bastante han llorado en estos días de luto para nuestra madre la santa iglesia».62

Además de demostrar las estrechas relaciones entre las autoridades locales y los párrocos, esa carta manifiesta la angustia de los sacerdotes, apenas después de una semana de suspensión del culto público. El arzobispo respondió con una circular 40 días más tarde:

[28]

Como la Iglesia había suspendido el culto público, el gobierno federal señaló a todos los estados que los sacerdotes no podían celebrar ni impartir los sacramentos en casas particulares; en muchos lugares del país, la severa aplicación de esa consigna llevó a la Iglesia a la clandestinidad y varios sacerdotes y muchos laicos pagaron con su vida las infracciones a esa regla. No fue el caso en Oaxaca: tener en las oficinas de la curia la lista de las casas aprobadas para la celebración hubiera sido una imprudencia criminal de existir por parte del gobierno local una voluntad persecutoria. En Oaxaca, la Iglesia no abandonó el camino de la legalidad y confió a los laicos la resistencia cívica (Resistenz). Además de mantener a sus sacerdotes en sus parroquias respectivas æcon muy pocas excepcionesæ, apoyó el desarrollo de todas las modalidades de actividad espiritual, sacramental y cultual, lo que fue posible gracias a la existencia de la red de cofradías, hermandades y mayordomías. Se debe señalar que lo primero, mantener la presencia sacerdotal en todo el estado, fue posible sólo porque el Gobierno lo permitió; en otros estados, las autoridades obligaron al clero a concentrarse en la capital o en las principales ciudades. En buena parte lo hicieron para prevenir o derrotar los levantamientos, con la creencia de que los sacerdotes eran los promotores y los líderes de la rebelión. Quizá una fuerte insurgencia católica en Oaxaca hubiera provocado la misma reacción. Así el levantamiento de Huajuápam provocó la expulsión del obispo, de su cabildo y de los sacerdotes.

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AHAO, Diocesano/Gobierno/Parroq uias 1925-1929, 24 de septiembre de 1926...


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AHAO, Actas de Cabildo, libro 1901-1948...

65 AHAO, Fondo Diocesano/Gobierno/Inform es matrimoniales, 19261929...

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El rechazo a la violencia, el recurso a la legalidad, la movilización de las redes de simpatías y complicidades en todos los niveles del gobierno, y finalmente, el desarrollo de una pastoral que movilizaba a los fieles y aumentaba su actividad religiosa, tal fue la estrategia diseñada por el arzobispo y aplicada por el Cgo. Carlos Gracida, quien dirigió la arquidiócesis de 1927 hasta el 2 de julio de 1929. Nadie como él para asumir esa responsabilidad: su experiencia en los años 1915-1920, mucho más álgidos en Oaxaca que los de 1926-1929, le sirvió mucho. En esa ocasión no tuvo que esconderse nunca y no fue detenido ni una sola vez. Entre 1926 y 1929, el arzobispo no redactó ninguna carta pastoral, sólo edictos de cuaresma y algunas circulares de tema litúrgico. En cuanto al cabildo, se reunió de manera normal; monseñor Núñez asistió por última vez el 28 de octubre de 1926, antes de su exilio. Los asuntos tratados fueron siempre de rutina, hasta la sesión del 24 de junio de 1929 «para comunicar al cabildo los arreglos para la reanudación de los cultos». En dicha sesión se preparó «la apertura de la Santa Iglesia Catedral para recibir solemnemente a nuestro Exmo. y Rmo. Prelado».64 El cabildo se reúne, monseñor Carlos Gracida despacha en la curia, en sus oficinas de siempre, en plena luz del día y a unos metros del palacio de gobierno, donde despacha su amigo, el gobernador Genaro Vásquez, amigo también del canónigo Agustín Espinosa, secretario del cabildo catedralisimo El seminario funciona sin el menor problema, organiza los exámenes cada diciembre «para recibir órdenes del sudiaconado, diaconado, presbiterado», acepta nuevos alumnos; a un lado de catedral las secretarias de la Mitra preparan los informes matrimoniales65; por cierto, hay la misma cantidad de matrimonios religiosos año tras año, y se tramitan las dispensas, como siempre. Toda la documentación que espera hoy al historiador está redactada en papel oficial, membretado, cada asunto tiene sus formas impresas, el sello no falta para los expedientes matrimoniales ni para el diezmo. Ahí está también el papeleo de rutina de Tehuacán, vicaría foránea del estado de Puebla, dependencia eclesiástica de Oaxaca. Es más, los presidentes municipales escriben oficialmente y cristianamente a «Monseñor Carlos Gracida, Gobernación Eclesiástica», para defender a sus curas, presentar peticiones al gobierno, pagar el diezmo. Año tras año, los sacerdotes renuevan sus licencias en la curia. La vida continúa normalmente, salvo por la ausencia del arzobispo y la celebración

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de la misa en casas particulares. Pero los templos siguen abiertos y plenos; incluso, a veces un sacerdote celebra en el templo; pocas veces, pero se da el caso. ¿Cómo es posible tal situación? 2.- La estrategia del Gobierno «En esta mañana se me olvidó advertir a su Señoría la circunstancia en que está el Seminario funcionando, por si acaso no se haya fijado en ella. Oficialmente está clausurado el Seminario en este lugar y sólo funciona por la tolerancia de Don Genaro [Vásquez] y su Gobierno. Ahora él mismo nos aconseja que salgamos de aquí para no comprometerlo y para evitarnos atropellos. Dificultades a él por corroborar, si nos hallan aquí, las aseveraciones de los anticlericales; dificultades a nosotros al ser declarados culpables por haber roto los sellos sin autorización y reanudado el seminario clausurado. De esta culpa y sus penas no tenemos ni el recurso del amparo (que creo no se concede ya) pues se considera ofendida la misma autoridad que lo ha de conceder».66 Tres meses más tarde es el propio vicario general, monseñor Carlos Gracida escribe al arzobispo Núñez; después de mencionar las «circunstancias anormales y penosas en las cuales nos encontramos sumergidos», evoca «dos amenazas, la escasez de lluvias y la epidemia [de paludismo]». No menciona ni la guerra que asuela otras regiones del país, ni la persecución religiosa que no se da en Oaxaca, sino ruega al prelado «pedir a Dios las lluvias que serían un poderoso auxilio contra esos males». Luego escribe: «La disposición de las autoridades civiles y militares continúa benigna para el Clero. El culto en la forma semipública en que se viene ejerciendo se sigue tolerando por unas y otras y no son molestados ni los sacerdotes ni los fieles».67 Por eso el arzobispo puede informar a su colega Pascual Díaz: «En carta del 6 del corriente, recibida con retardo, me dice el Sr. Vicario que el plazo para la presentación [de los sacerdotes] terminaba el 10 del mismo mes, que él la juzgo lícita pero que temiendo que los sacerdotes padecieran perjuicios por la presentación o la no presentación, los dejó en liberad y que acudieron casi todos. A los de la ciudad, dice textualmente, se da un boleto que certifica la presentación y expresa en algunos casos que no ejercen el minis-

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66 AHAO, Correspondencia, P. Andrés Corrales al Vicario General Gracida, 5 de mayo de 1927...

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AHAO, Correspondencia, 6 de agosto de 1927...


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AHAO, Correspondencia, Núñez y Zárate a Pascual Díaz, 14 de agosto de 1926.

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AHAO, Correspondencia, a Vicente Medina, 20 de enero de 1928.

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terio (siendo que la Jefatura es sabedora de lo contrario) y que se dedican a tal o cual profesión. A los de fuera se da un salvo-conducto para que no sean molestados conteniendo los mismos conceptos y precediendo un certificado de las autoridades locales sobre no ejercicio del ministerio y completa abstención de la política y de la revolución. Todos los que se han presentado han sido tratados con cortesía. De estos informes y de los hechos referidos por mis diocesanos que consultan (de cuyo escrito tengo copia) resulta cierto que no se ha pedido ni exigido a los sacerdotes nada, absolutamente nada; que en consecuencia, ellos no se han comprometido a nada. Continúan todos trabajando como antes de la presentación. Creo que en el caso no es aplicable la circular del Sub-Comité (episco31pal), pues mis sacerdotes no pidieron permiso a las autoridades para ejercer el ministerio [...] Creo, pues, que no es necesario someter a la deliberación del Sub-Comité este asunto, sino que debe contestarse a los que consultan que pueden recibir los Santos Sacramentos de los sacerdotes mis diocesanos [...] porque no están comprendidos en los casos que trata la circular del Sub-comité».68

Se ve que la situación de Oaxaca no era del gusto de todo el mundo, ni de todos los obispos: «Te felicito por la felicidad de que gozaste y de la que gozas, escribe desde la ciudad de México alguien que firma “Paco” a su hermano en Oaxaca; porque según informes fidedignos Uds. no han sabido lo que es sufrir y todo ha sido condecendencias de los jefes y militares para todos Uds. Que sea así por toda la temporadita [...] He sabido cosas referentes al culto público que por allí se da en las iglesias o quasi iglesias que por cierto ha hecho pésima impresión en los círculos que no están influenciados por el miedo, chismitos, digo, en los cuales andas tú metido y con muy pocos favorables comentarios, ojalá te persuadieras de que estos tiempos son de prueba y que en ellos se esta escribiendo la historia de la Iglesia de México y la de Oaxaca y quizá la estamos escribiendo muy manchada [...] De cismáticos no les bajan de un pelo a todos los de por allá.»69 Así como los católicos beligerantes de la Liga y sus aliados eclesiásticos sospechaban de la ortodoxia de la Iglesia oaxaqueña, los anticlericales sospechaban de la fe revolucionaria del Gobierno de Oaxaca:

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«El diputado Arturo Flores López estaba acostumbrado a hacer su voluntad aquí en los pueblos vecinos. El actual ayuntamiento y en especial el Presidente municipal no lo dejan disponer como antes y se han enemistado de muerte. El diputado está apoyado por Obregón y el Pte. por el Gobernador y se han puesto a luchar con positivo encono. No encontrando el Diputado arma mejor, tomó la del Culto y acusó ante el Sr. Calles y Tejeda (Secretario de Gobernación), al Presidente, al Jefe de Armas, al Jefe de oficina Federal y a dos agentes que viven aquí y como tiene buenas cuñas en México su denuncia y acusación prosperó y fue consignado al Juez de esta, quien llamó a declarar a los antes citados. Yo me temí que íbamos a ser los chivos expiatorios, pero gracias a Dios, que la indignación de los acusados se fue contra el Diputado y a mi sólo me suplicaron que suspendiéramos toda actividad mientras pasa la tempestad. Así lo pedí a los hermanos y lo hemos hecho por la buena porque al fin tendríamos que hacer por la fuerza. [...] Entretanto no se ve claro quién triunfa, si el Diputado o los acusados, estaremos quietos».70

Nunca faltaron las denuncias contra el modus vivendi; tampoco fueron muy numerosas y no parecen haber tenido mucho efecto. Así el maestro Graciano Benítez denuncia, en mayo de 1928 al ministerio publico que el P. Vicente Muñoz oficia en varios pueblos de Nochixtlán:

70

Idem. P. Cuevas al vicario general, 5 de febrero de 1928.

«Es bien sabido que en los pueblos donde reina la ignorancia y reina el fanatismo, y es ahí donde actualmente el clero pulula infrigiendo las leyes en materia de cultos y, a ponerle coto a aquellas acciones antipatrióticas, antihumanas y de criterio tan erróneo como es bien sabido por todo hombre culto, he venido disponiendo de mis exfuersos intelectuales; pero lugares donde la peste fanática está tan arraigada que resulta muy débil mi exfuerso individual, y es por ello como me dirijo a esta Superioridad de su muy digno cargo, por ella a quien le compete este asunto.” Señala luego las actividades del P. Muñoz en el noroeste del distrito de Nochixtlán, “y así como este, individuos varios hay que vagan en la misma forma por aquella región (Mixteca) cuyos resultados, si a dichas acciones no se les somete al debido orden, serán idénticos a los que se han venido registrando en los Estados de Jalisco y Guadalajara». (Transcripción literal, N. de J. M.).71

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AGEPEO, Revolución, Gobierno. Oficio 3211, Departamento de Estado, 29 de junio de 1928. Al Agente del Ministerio Público de Nochixtlán.


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No le pasó nada al P. Vicente Muñoz, mientras que su colega Carlos García, de la parroquia de Usila, tuvo que ausentarse un tiempo: «Padre, las dificultades por mi parroquia no terminan y los malos

72 AHAO, Correspondencia, Carlos García al Gobernador de la Mitra, 17 de octubre de 1928.

73

Idem, Benjamín Cuevas al Canónigo A. Espinosa, 3 de marzo, 8 de junio, 14 de julio de 1929.

elementos buscan pretextos para acusarme y así lo hizo formalmente el presidente municipal de Usila, formó un extenso escrito y lo mandó a la Secretaría de Gobernación en México, dando informes de donde me encontraba yo, mi verdadero nombre y mis ocupaciones instando para que se me apresara; gracias a Dios pude escapar por haber sabido con anterioridad del citado escrito. [...] Hablando con claridad lo que buscan es que les dé dinero, pues así lo han hecho a otros compañeros cercanos y validos de la autoridad que representan cometen muchísimas injusticias.»72

En cambio, el cura de Coxcatlán, Benjamín Cuevas, no tuvo nunca problemas, siempre bautizó, casó, celebró la misa, como si nada: «No he notado hostilidad por parte de las autoridades, al contrario. Me avisan “Váyase” cuando es necesario, son hombres de fe». Daba el catecismo a los niños, el domingo, en el templo parroquial, informaba de la buena marcha de las asociaciones, de las hermandades. Después de los “arreglos”, escribe una vez más a la Curia para confirmar que todo funcionó perfectamente durante esos tres años.73 3.- La conducta del ejército En los nutridos archivos de la Mitra se ha podido encontrar una sola queja contra el Ejército Federal, y eso antes de la suspensión de los cultos; Ignacio Colmenares, cura de Nochixtlán reporta que

74

AHAO, Correspondencia, Nochixtlán, 10 de abril de 1926.

«casi al diario tenemos invadido el atrio por los soldados que vienen hacer instrucción y equitación, destruyendo totalmente el atrio y llenando de tierra la Iglesia. Y como sus ejercicios comienzan a las 6 a.m. hasta las 8 reanudándose después, en esas horas por orden de ellos no se pueden tocar las campanas ni llamar a misa [...] Un día que mandé al sacristán a tocar la misa a las 6. le disparó el mismo teniente coronel con su pistola [...] A raíz de esto último me mandó pedir dispensa, haciendo mil protestas de adhesión a la Iglesia y de que él es muy católico, que sólo procede así por la nesecidad.»74

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Pero por las mismas fechas, el cura de Tlaxiaco, Celso Castro, gran amigo del canónigo Carlos Gracida, se felicitaba por sus buenas relaciones con el general Claudio Fox (futuro jefe de operaciones militares en Oaxaca): «Hasta hoy salió de acá el Sr. General Fox y quedé muy satisfecho de él porque hasta última hora se manifestó mi amigo y lo creo sincero. Dios quiera que su influencia me sirva de algo en algún caso».75 Después de la suspensión del culto público, las autoridades militares siguieron la misma línea que el gobernador Genaro Vásquez, dando aparente satisfacción al gobierno federal, sin molestar a la Iglesia. El 26 de mayo de 1927, por instrucciones desde México, el general J. O. M. Matías Ramos publicó una circular en esos términos: «El Presidente de la República ordena reconcentración de todos los párrocos a esta capital por la labor sediciosa que ha estado desarrollando cura Benito Vásquez de Mixtepec y los de Cuilapam, Tepelmeme, Silacayoapan y de cuya labor no son agenos los demás que residen en el Estado».76 Corrió la voz entre los sacerdotes de que «hay una disposición del Gobierno para que el sacerdote que entre a la Ciudad ya no se le deje salir».77 No sólo el general retrasó el plazo fijado del 25 de junio hasta el 10 de agosto, sino que transformó la reconcentración con asignación a residencia (como se hizo en toda la zona cristera) en sencilla visita; explicó al vicario general: «Tengo orden superior de tener aquí a todos los Padres, pero considero que los de fuera pueden pasar la vida mejor en sus pueblos y por eso los dejo; pero como ya están anotados, si surgiera aquí un movimiento rebelde, luego los llamaría a todos».78 El vicario comentó a su superior, el arzobispo en el exilio: «el General, persuadido de que el clero no fomenta la revuelta y de que su concentración podría ocasionarla, ha optado por solo la presentación».79 El general ganó su apuesta, y con él el gobierno civil de Oaxaca: la revuelta no prosperó nunca, gracias a la permanencia de un clero que pudo atender las necesidades espirituales de los fieles. Por su parte el vicario general había, inteligentemente, dejado a su clero libre de presentarse o no dándole, sin embargo, buenas razones para hacerlo: «Remito a Ud. la adjunta circular y si ya le han comunicado esto mismo por conducto de las autoridades civiles o militares, me parece conveniente el que se presente, por supuesto sin que se lo imponga de mi parte. La presentación es lícita en sí y por lo que se ha visto

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75 AHAO,

Correspondencia, Tlaxiaco, 11 de marzo de 1926.

76 AHAO, Diocesano/Gobierno, circular del general Ramos, 26 de mayo de 1927.

77

AHAO, Correspondencia, P. Antonio Valencia a Cngo. Espinosa, 3 de julio de 1927.

78

Idem. C. Gracida a Mons. Núñez, 6 de agosto de 1927.

79

Idem. y Diocesano/Gobierno, C. Gracida a A. Espinosa, 20 de julio de 1927-1928.


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80 AHAO, Parroquias, al cura de Juquila, Ausencio Canseco, 23 de julio de 1927.

81

AHAO, Cabildo, Informes, 1926-1929.

82 AHAO, Mandatos, circular 540 del general Ildefonso Castro.

83

AHAO, Correspondencia, Tte. Coronel Clicerio Torres, 3 de septiembre de 1928.

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85

AHAO, Mandatos, 18 de agosto de 1928.

AHAO, Correspondencia, Putla 15 de septiembre de 1928.

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hasta el presente no trae ningún perjuicio a los que se han presentado. Todo esto me hará favor de comunicarlo a los sacerdotes residentes en esa Foranía».80

Él mismo dio el ejemplo y se puede leer en una hoja de papel membretado, de la 22ª Jefatura de Operaciones Militares, el acuerdo del 29 de julio de 1927: «Se presentó en este Cuartel general el Sr. Sacerdote del Culto Católico Carlos Gracida con domicilio [...] que ejerció su ministerio en la cátedra. El Capitán I de Caballería del estado Mayor».81 Un año después, el 14 de julio de 1928, las autoridades militares ordenaron «que se presenten los sacerdotes de la Ciudad el 17 de septiembre para tratar asuntos relacionados con su profesión», y no pasó nada. De la misma manera el 24 de julio avisaron que «los sacerdotes deberán solicitar autorización cuando tengan que salir de esta Plaza en el concepto de que serán considerados como rebeldes los que no cumplan con esta disposición.»82 No pasó nada. Así «El Sr. Carlos Gracida quien está domiciliado en esta Ciudad, tiene que salir constantemente a la hacienda de Noriega y Soledad para la atención de sus negocios».83 Y son las mismas autoridades militares que avisan al vicario general, el 18 de agosto de 1928 que «han recibido órdenes de intensificar la vigilancia para evitar y castigar el culto en las casas, lo que conviene tener presente para evitar una sorpresa».84 Sólo cuando tuvieron que enfrentar un levantamiento, las autoridades civiles y militares, de común acuerdo, y tal como le habían dicho al vicario general, obligaron a los sacerdotes a salir de su pueblo, en septiembre de 1928:

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Con este motivo un clerigo de cierta autoridad, que firma sólo “Santiago”, escribía a un tal Vidal: «Lamento mucho que por el movimiento armado que me dicen hubo por Juquila, se vean obligados los PP a dejar sus parroquias [...] Entiendo que sólo obligados por la fuerza dejarían a sus feligreses [...] Está Ud. acertado en juzgar que no pudiendo muchas personas recibir la S. Comunión en la mañana, puede facultar a los sacerdotes para que la distribuyan a horas en que los fieles no pueden guardar el ayuno».86 Para terminar con el Ejército federal: el P. Ramón J. Calderón, de Miahuatlán, de la agitada Miahuatlán, escribía el 18 de mayo de 1929 al secretario de la Mitra, Cngo. Agustín Espinosa: «El día 3 estuve en el pueblo de Cuixtla, pues tenía verdaderos deseos de conocer esta fiesta que estuvo concurrida. Hasta estos momentos he tenido buena acogida con los habitantes de la población y, por lo que toca a las autoridades, no he encontrado ninguna dificultad para mi permanencia, pues el Sr. Ramos, que es aquí el Todo, me ofreció darme garantías. Traía para él una carta de recomendación DEL GENERAL BREÑA» [subrayado mío].87 No se ha podido encontrar en los archivos un solo caso de violencia ejercida contra un sacerdote, o contra la población civil cuando participaba en actos religiosos; tampoco casos de destrucción de templos o de objetos religiosos, mucho menos de sacrilegio. No todo está registrado en los archivos, ciertamente, pero tanto esta ausencia masiva, como las pruebas contundentes de la benevolencia de los generales y de la oficialidad para con la Iglesia, obligan el autor a matizar su primera tesis según la cual el ejército era un actor y un factor importante en el anticlericalismo revolucionario. No siempre, no en todas partes, no todos sus miembros.

«El Presidente Municipal de este lugar [Putla] me ha notificado por orden del Gobernador del Estado que se reconcentren todos los sacerdotes que residan en esta población a esa Capital, motivando esta disposición a los levantamientos de católicos en varias partes del estado [...] De ser cierto tales levantamientos no se nos debe culpar por que bien sabemos las grandes responsabilidades que habría sobre el caso; por acá todo está en completa calma y esperamos en Dios que no se registrará ningún desorden».85 Tenía razón el cura de Putla, Jacinto Martínez, de modo que la medida no fue ejecutada.

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86

Idem. sin lugar, 1 de octubre de 1928. El autor tiene cuidado en no mencionar ni lugares, ni apellidos; habla de Consuelo, Rafael, Hermelindo, Miguel.

87

AHAO, Correspondencia, Miahuatlán, 18 de mayo de 1928. Se trata del general Enrique Brena. La “ñ” figura en el documento original.


IV.- EL PUEBLO CRISTIANO: SACRAMENTOS Y PASTORAL

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nido a su clero, protegiendo y presionando a sus sacerdotes, con la tolerancia de las autoridades superiores y la complicidad activa de las autoridades locales, muy numerosas y fraccionadas en Oaxaca, el pueblo cristiano vivió esos años de manera muy intensa. Los no muy numerosos anticlericales atribuyeron en su momento tal rebote de religiosidad a los graves y permanentes sismos que castigaron al estado durante esos años, pero no tomaban en cuenta las poderosas organizaciones tradicionales y modernas, desde las cofradías hasta la Acción Católica, y el hecho de que el clero tuvo que delegar mucho a los laicos, entregarles la administración de los templos, la celebración de numerosos actos religiosos, la distribución de la eucaristía, etc. Un resultado paradójico del conflicto religioso fue esa promoción de los laicos. Unido, movilizado, pacífico, el pueblo católico pudo conservar sus sacerdotes y su cristianismo comunitario, antiguamente combatido por el clero, se reveló un poderoso factor de resistencia que lo dejó inmunizado contra la propaganda anticlerical. Todos los informes nos pintan templos llenos en domingo, los días festivos (y hay muchos en el calendario litúrgico tradicional), a la hora del Rosario. El testimonio casi unánime de los sacerdotes es que “la gente se porta muy bien”, como lo dijo el P. Ignacio Colmenares cuando fue detenido corto tiempo en mayo de 1927, porque unos hombres se habían levantado en Mixtepec. Rápidamente liberado gracias a la intervención de Mons. Gracida con las autoridades, le escribió

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AHAO, Correspondencia, Nochixtlán, 29 de mayo de 1927.

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Idem. Tehuacán.

Idem. San Antonio Ocotlán.

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que «la gente de esta parroquia cada día más adicta a su indigno párroco, me cuida con más esmero. Mi gratitud va a mis Superiores por sus atenciones y oraciones y a toda esa gente que se porta muy bien.»88 Durante esos tres años, los pueblos no dejaron de presentar peticiones, de reunir cientos de firmas para defender a sus sacerdotes, para lograr la vuelta de su cura o el nombramiento de un párroco. El P. Estanislao Rodríguez, desde Tehuacán, escribe el 19 de noviembre de 1926, al Cgo. Espinosa: «Vinieron mis inditos a suplicarme mucho, mucho, que les celebrara el día de mañana o que por lo menos fuera a bendecidles agua y a rezarles unos responsos y ver si es posible instalarme en la casa parroquial sin hacer acto de culto alguno en la iglesia». Se rinde a sus razones.89 El 15 de marzo de 1927 el ayuntamiento de San Antonino Ocotlán presenta al “Bicario General” una petición firmada por el común de los habitantes:90 «atendiendo que todos los habitantes somos católicos de corazón y que nunca nos habíamos quedado sin la misa Dominical. Actualmente por las difíciles circunstancias, los habitantes todos sentimos profunda tristeza y acudimos a S. Señoría nos conceda que uno de los sacerdotes recidentes en Ocotlán venga a decir misa el Domingo en alguna casa particular, ofreciendo que esto será en secreto; que este pueblo es muy unido». El 6 de junio de 1927 es el “alcalde constitucional” de Santa Ana Zegache quien pide al vicario general «en nombre de nuestro Señor y de mi pueblo en general que deis nuestras súplicas para que vuelva el amado Padre Narciso Olivera, pues muy tristes nos encontramos sin él, nos parece estar sin sombra, sin sol y casi sin vida, porque él es que nos da el pan de la fortaleza de nuestras almas, el pan de la vida eterna» (siguen firmas). Emocionado por el apoyo de su grey, el P. Filiberto Alcázar, de Santa María Zaachila, escribe el 9 de septiembre de 1927 a monseñor Gracida: «Verdaderamente a Ntro. Buen DIOS se debe el que esta pobre gente corresponde al llamado, que su inescrutable Providencia ha deparado a la Nación Mexicana, en los actuales tiempos, para la depuración de su Fé y práctica de las virtudes cristianas. Hubo siempre una conformidad tan hermosa en todos los órdenes que no pude menos que...».

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En mayo de 1928, es el presidente municipal de Jaltepec, Nochixtlán quien pide un sacerdote de tiempo completo. El 6 de abril de 1929, el presidente municipal de Juquila Mixes suplica «a fin de que reservadamente pueda el cura José María Hernández prestar auxilio a sus feligreses, ministrándoles algunos sacramentos como son casamientos y bautizos, es decir pasando los interesados a recibirlos.» (El cura había tenido que retirarse después de las incursiones de los rebeldes católicos). El 4 de julio de 1929, «los que suscribimos, miembros de la Junta vecinal de la Villa de Teposcolula, y demás particulares con su firma [varios cientos] calzamos la presente, nos permitimos la libertad de distraer su múltiples ocupaciones con la lectura de la misma, para manifestarle respetuosamente lo siguiente: «El pueblo de Teposcolula, católico en su totalidad, envía a su Ilustrísima la felicitación más grande y sincera, por haber logrado Nuestra Santa Madre la Iglesia católica, Apostólica y Romana, por medio de sus Ilustres Prelados la solución feliz del doloroso conflicto religioso, que por cerca de tres años nos había privado de nuestras santas prácticas religiosas». Luego piden al Arzobispo Núñez y Zárate la renovación del nombramiento de «nuestro querido Cura Señor Presbítero Don Ramón J. Calderón», quien nunca los abandonó. Es la primera de una larga serie de peticiones presentadas por pueblos grandes y chicos, cuando todos manifiestan su deseo de seguir con el mismo párroco. Así ,el Ayuntamiento de Caltepec hace memoria el 9 de julio de cómo «durante la suspensión del culto nosotros procuramos unánimemente ayudar con nuestro cuidado al Sr. Cura Samuel Ramírez y nos cabe la satisfacción que no hubo que lamentar esa privación pues nuestro sacerdote trabajó libremente en todas las Iglesias que son a su cargo; de lo que nunca olvidaremos la vondad que tuvo el Supremo Acedor con estos sus hijos». A partir del 28 de junio de 1929, las autoridades empezaron la entrega de los templos a los sacerdotes, en los términos de la Ley Reglamentaria del artículo 130 Constitucional. El 3 de julio la Mitra remitió a su vez la lista de los sacerdotes designados para recibir las iglesias y, gracias a la intervención de Don Carlos Gracida, el Gobernador despachó las órdenes para la entrega de los templos en las diócesis de Huajuápam y Tehuantepec.91

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91

Todos los documentos citados: AHAO, Correspondencia, y los que corresponden a la entrega corren del 15 de julio al 18 de diciembre. También AGEPEO, Revolución, Asuntos Eclesiásticos, 19291930.


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Nota Bene: En su Informe de 1928, el gobernador mencionó a cuatro sacerdotes, a Epigmenio Hernández y a Eugenio Martínez, acusados de dirigir a los rebeldes de Pochutla, Jamiltepec y Juquila el primero, a los de Huajuápam el segundo. Ambos fueron liberados de toda sospecha. A Miguel Guillermo Hernández, de Juchitán, y a Maximiano Amador, de Pochutla, para felicitarse de su registro oficial. No encontré el expediente del primero, pero sí el del segundo, y también el del P. Aureo Castellanos, cura de Teotepec; los tres habían ganado la fama de ser cismáticos. Maximino Amador fue rápidamente “perdonado” cuando presentó la defensa siguiente:

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AHAO, Correspondencia, M. Amador al Arzobispo, 27 de octubre—15 de noviembre de 1929.

«Encontrándome de residencia en Pochutla, el cura F. López Castellanos al ser perseguido por las autoridades militares [después del levantamiento. N. de J. M.], tuvo que salir violentamente en el mes de julio [1928] y me dejó encargada la parroquia según documento que obra en mi poder [viene el documento]. Algunos vecinos del lugar, tomando mi nombre, se dirigieron al Ministerio de Gobernación solicitando licencia para que los cultos se celebrasen en el templo de Pochutla, sin que nadie me consultara. La licencia les fue concedida y me resolví a ejercer el ministerio en el templo, sin que esto fuera mi ánimo desconocer al Romano Pontífice, a mi prelado y demás autoridades eclesiásticas [...] Si por error mío di lugar a que se me tuviera por cismático como lo publicó la prensa de esos días, pido a S:S:I. y R. me perdone...».92 El caso del cura de Teotepec, Aureo Castellanos fue más complicado: el 15 de enero de 1928, Ausencio Canseco, enviado por el vicario general como investigador, le escribió el informe siguiente después de pasar varios días en el lugar y de entrevistar a las autoridades municipales, a los vecinos y al «sospechoso en materia de cisma”. Resulta que el P. Castellanos había manifestado al municipio “que estaba dispuesto a acatar las leyes actuales [...] y así la Autoridad Municipal lo comunicó al Gobierno del Estado». A. Canseco vio al cura celebrar varias veces en el templo, es decir realizar actos de un culto público suspendido por los obispos. El cura le explicó que: «6.-Los Sres. Obispos y Arzobispos no deben ser tan exigentes

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la capital; y que está bien en las parroquias importantes y cercanas a la capital. 7.-Los Sres. Obispos al principio del conflicto religioso debieron haber usado de una política muy delicada con el Gobierno en vez de haber lanzado excomuniones. 8.- Ha celebrado públicamente en los templos para que no decaiga la Fé en los pueblos de su parroquia. 9.- Habiéndole rebatido los puntos vulnerables me contestó, convencido, que si ha delinquido [...] prometía enmendarse en adelante. 10.- Al preguntarle porque no se había presentado en el mes de agosto cuando fuimos al llamado de la J. O. M, me contestó que para que no se fuera a sospechar que los párrocos habían ido a la Sda. Mitra a tratar de política con los superiores eclesiásticos.» 93

Con la carta del investigador viene otra del P. Castellanos: «Mi lucha siempre ha sido muy opuesta a la que mis acusadores me inculpan y que ellos mismos practican. Mi labor es de unión y mis enemigos laboran por la desunión sembrando discordia. Mi labor es de hermandad y ellos destrullen y con actividad eficaz la solidaridad. Mi labor es la unificación de esas dos potencias conflictos para que cuanto antes vengan a descansar sobre bases de Unidad Nacional en franca armonía para bien de sus mutuos intereses. Esta es mi labor, Sr. Srio y si ella merece el epíteto de apóstata y cismática bien se me puede sentenciar a las penas que me preparan aunque sea sumariamente».94

El cura de Teotepec no fue sentenciado y su nombre no salió en público.

por lo que toca a la suspensión del culto en las parroquias lejanas de

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93 AHAO, Correspondencia, P. A. Canseco a Vicario general, 15 de enero de 1928.

[43]

94 Idem. P. Aureo Castellanos al Secretario de la Mitra, canónigo A. Espinosa, s.f.


SEGUNDA PARTE El conflicto religioso en los a単os 1930


I.- EL MARCO GENERAL

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axaca vive la misma hora que el resto del país, es decir, conoce un respiro religioso entre 1929 y 1932, en tiempos del presidente Pascual Ortiz Rubio, antes de sufrir la recaída ligada a los conflictos internos a la “familia revolucionaria”: el Maximato, la sucesión presidencial, la llegada a la presidencia de Lázaro Cárdenas, la eliminación consecuente de Plutarco Elías Calles, de los años 1932-1937 y la batalla de la “educación socialista”. El bienio de 1935-1936 es, posiblemente, el más difícil para los católicos y para su Iglesia que sigue la línea de resistencia pacífica, ordenada por Roma, y condena, por convicción propia y por obediencia a la línea romana, toda lucha armada (Widerstand). En junio de 1929 esa línea ha triunfado con los “arreglos” y Roma la mantiene firmemente hasta demostrar, con el regreso a la aplicación de los arreglos, que su “ciencia de ganar perdiendo” sí funciona. Mientras tanto, para prevenir toda recaída en la lucha armada, Roma y sus agentes en México, los obispos rectores de la Iglesia mexicana, satanizan los elementos duros de la Liga Nacional de Defensa de la Libertad Religiosa, desmantelan la ACJM y las Brigadas Femeninas Santa Juana de Arco (organizaciones que habían participado con entusiasmo en la Cristiada) y canalizan las energías católicas hacia una Acción Católica controlada por la jerarquía. El arzobispo de Oaxaca, José Othón Núñez y Zárate, sigue fiel y exactamente la línea romana, entre 1929 y 1938 y hasta el triunfo final. A partir de la nueva ola anticlerical que empieza en 1932, ese prelado,

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Leopoldo Ruiz y Flores, declaraciones del 28 de diciembre de 1929.

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William Montavon, enero 24 de 1930, citado por Servando Ortoll.- “Catholic Organizations in Mexico´s Nacional Politics and Internacional Diplomacy (1926-1943)”, Doctoral thesis (inédita), Columbia University, 1987: 106.

97 William Montavon, citando al P. M. D. Miranda, septiembre 1 de 1930 (Ortoll, op. cit: 110) y declaración del papa en audiencia a católicos mexicanos, del 2 de junio

de 1931: «La Acción Católica también en México, y a pesar de todo lo acontecido allí de sufrimientos y persecuciones tremendas, no hace, no debe hacer, no hará política. Su objetivo es un objetivo religioso: ella quiere siempre más, siempre mejor formar cristianamente las conciencias». Domenico Bertetto Ed.- Discorsi di Pio XI, Torino, Societa Editrice Internazionale,1960, tomo II: 556.

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como los demás obispos, pide a los católicos hacer presión sobre el los gobiernos federal y local por todos los medios legales y pacíficos; organizarse en el seno de la Acción Católica, de la Unión Nacional de Padres de Familia, etc. Prohíbe, y su clero lo sigue en esa determinación con la sola excepción del P. Manuel García (es un seudónimo, el personaje existió pero no se ha logrado identificarlo), la lucha armada, repitiendo sin descanso las prohibiciones pontificales. Así se establece una interesante dialéctica entre la promoción de los laicos encargados de defender a su Iglesia, y un clericalismo imperativo y eficiente, puesto que son los obispos y los sacerdotes los que dictan la conducta positiva (Resistenz) y negativa (nada de Widerstand) de los católicos. Esa línea está resumida en las declaraciones del arzobispo de Morelia, Leopoldo Ruiz y Flores, en su calidad de delegado apostólico, el 28 de diciembre de 1929:

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armada es peor que el mal y que ese aventurerismo de unos pocos puede abrir la caja de Pandora. Esa estrategia no significa el fin del conflicto religioso, puesto que después de unos escasos años de tregua, el Estado pasa de nuevo a la ofensiva en todos los terrenos: limitación del número de los sacerdotes hasta casi desaparecer la presencia sacerdotal y la administración de los sacramentos, lo que le vale a México una condena por parte de la Sociedad de las Naciones; batalla escolar de la “educación socialista” para “apoderarse del alma de la juventud”, “sábados rojos”, lucha contra el “fanatismo”. Por su parte, la Iglesia utiliza todos los medios a su alcance para conservar y desarrollar su base social y movilizarla, así como la ayuda internacional que tiene un papel importante en esa batalla: la diplomacia vaticana es efectiva, así como la actividad de los católicos del mundo entero, tanto de América Latina como de Europa, de los Estados Unidos y de Canadá, especialmente de Québec.98

«La jerarquía y el clero católico en caso de cualquier movimiento armado o de carácter revolucionario, no tomarán jamás parte en el futuro, como tampoco lo hicieron en el pasado, ni permitirán que los relacionen, conecten o identifiquen con tales actividades revolucionarias»95

La Iglesia, en ese momento, le apuesta al fortalecimiento del gobierno federal y trabaja para aplacar a los católicos disidentes, especialmente a la facción de los ligueros inconformes con los arreglos (junio de 1929). El presidente de la república, Pascual Ortiz Rubio, trabaja con sinceridad en la reconciliación: explica a los enviados de la Iglesia católica de los Estados Unidos, el P. Burke y William Montavon, secretario de la poderosa National Catholic Welfare Conference, que él es católico y está orgulloso de ser el primo del difunto Ortiz, arzobispo de Guadalajara.96 La Iglesia va muy lejos en ese sentido, puesto que el P. Miguel Darío Miranda, primer asistente eclesiástico de la nueva Acción Católica Mexicana, afirma el 24 de diciembre de 1929 que los católicos están «dispuestos a cooperar con el partido revolucionario en cualquier programa bueno para el progreso moral y económico del pueblo mexicano».97 Que la Iglesia haya dictaminado de una buena vez que la violencia no era el medio para defenderse o para lograr la transformación social de México no significa que haya abandonado sus posiciones o se haya entregado al Estado. Calcula que el remedio de la lucha

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98

De 1932 a 1937 el papa dedica varios textos a México y alude precisamente a México en la encíclica Divini Redemptoris de 1937, en la que condena el comunismo.


II.- LA MARCHA DE LOS ACONTECIMIENTOS EN OAXACA

1.- 1929-1932: el modus vivendi respetado En Oaxaca, como en toda la república, la noticia de los arreglos de junio 1929 fue recibida con alegría y repiques de campana. La burocracia no perdió sus derechos, y el 15 de julio el gobierno del estado precisaba al «Sr. Doctor Don José Othón Núñez, Arzobispo de Oaxaca», las disposiciones legales «que rigen en esa materia, con motivo de la entrega de templos dedicados al culto católico que de acuerdo con lo dispuesto en la circular telegráfica número 24 de la Secretaría de Gobernación del 28 de junio último y a solicitud de usted, se ordenó por este Gobierno se hiciera a los señores sacerdotes del culto católico que propuso en sus atentas notas sin número y fecha 1 de los corrientes».99 Los archivos respectivos de la Arquidiócesis (AHAO) y del Estado (AGEPEO) están llenos de los expedientes de la entrega de los templos, parroquia por parroquia, municipio por municipio. La operación se efectuó sin problemas, si bien con un multiplicado papeleo por las exigencias de la administración. Cientos de veces se puede leer oficios como el fechado el 22 de julio en Magdalena Ocotlán, dirigido al Secretario General del Despacho del Superior Gobierno del Estado:

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AHAO, Autoridades Civiles, oficio 4158, 15 de julio de 1929.


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AGEPEO, Revolución, Asuntos Eclesiásticos, Ocotlán. El presidente municipal de Magdalena Ocotlán al Gobierno, 22 de julio de 1929.

101

AGEPEO, Revolución, leg. 213/15, Tehuantepec, 1930, telegrama del 14 de febrero de 1930. AHOA. Correspondencia, Luis Altamirano, obispo de Huajuápam al arzobispo de Oaxaca, 9 de agosto de 1929.

102 AGEPEO, Revolución, leg. 213/5, Tehuantepec, 15 de febrero de 1930.

103

AHAO, Diocesano, Parroquias, peticiones del 15 de octubre de 1929.

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«De conformidad con la parte final de su muy respetado oficio número 3925 girado por el Dep. de Edo. Sección de Gob. de fecha de 4 de julio del año actual, me permito el honor de remitir por paquete separado y certificado el acta e inventario que se formó con motivo de la entrega que se hizo del templo católico de esta localidad al ciudadano Francisco Vidrio sacerdote del culto católico [...] SUFRAGIO EFECTIVO NO REELECCION, Carreteras y Escuelas, El Presidente Municipal Pedro González»100

Se observa claramente, en toda la documentación, que los presidentes municipales y las juntas de vecinos, ni tardos ni perezosos, se apresuran a entregar los templos a los sacerdotes tan pronto como se sabe la noticia de los arreglos. En julio, agosto y septiembre, el Departamento de Estado pide más documentos, con “copia certificada por duplicado” de esto y de aquello, pero no se advierten mala voluntad ni sabotaje de la entrega. En las diócesis periféricas de Huajuápam y Tehuantepec, la operación tarda más, en su dimensión legal, no en la práctica, quizá por el alejamiento o por el hecho de que esas regiones habían conocido levantamientos armados, en especial la primera.101 El 15 de febrero de 1930, el encargado del Despacho telegrafía al obispo de Tehuantepec Genaro Méndez, todavía en San Andrés Tuxtla,Ver. «Enterado designación sacerdote Alejo Hernández como párroco Tehuantepec. A fin girar órdenes entrega templos, sírvase indicar lugar residencia permanente dicho sacerdote y precisar poblaciones cuyos templos va oficiar mismo […] Hágale notar Gobierno está procediendo estricto apego Ley materia y prevenciones relativas giradas por Secretaría de Gobernación, debiéndose dificultades respecto algunos templos esa diócesis a falta cumplimiento requisitos ley […] cambiase párroco sin previa propuesta ni órdenes entrega templos debe girar ese Gobierno».102

En una segunda etapa, los católicos oaxaqueños presentan una petición al Congreso local, el 15 de octubre 1929, para pedir se deroge del decreto del 30 de enero del mismo año que limitaba el número de sacerdotes a uno por cada 10,000 habitantes. Cada parroquia envió centenares, cuando no millares de firmas de “señores” y “señoras” por separado, en formas impresas. Eso tanto para la arquidiócesis de Oaxaca como para las diócesis de Huajuápam y Tehuantepec.103

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Esa petición no fue recibida, como era de esperarse, sino que contribuyó a la redacción del oficio 7-092 del Departamento de Estado, sección Gobernación, con fecha 18 de diciembre de 1929, dirigido al Arzobispo de Oaxaca: «En vista de que la entrega de los templos […] se hizo a virtud de la circular número 24 de 28 de junio último, procedente de la Secretaría de Gobernación, sin haberse tenido en cuenta las prevenciones que la propia Secretaría comunicó en su circular 33 de 15 de agosto […] manifiesto a Ud. que procede desde luego normalizar esa entrega ajustándola a las prevenciones de la referida circular 33» Entre el 15 de agosto y el 18 de diciembre, el Estado no se había preocupado, pero la petición de los católicos debió molestar, puesto que el mismo oficio continua así: «Por lo que respecta a los templos de esta ciudad, debo manifestarle, que por disposición del propio Primer Mandatario, que como conforme a las reglas comunicadas por la mencionada Secretaría de Gobernación en su circular 33 aludida, sólo podrá haber un mismo sacerdote encargado de dos templos, por tener una población que no llega a 40,000 habitantes.»104

Sin embargo esa manifestación de mal humor es pasajera y los años 1930 y 1931 son tranquilos para la Iglesia y sus fieles. El cambio de clima vendría de fuera y los políticos locales no harían más que adaptarse a la novedad, sin tomar iniciativas. Así, en abril de 1931, el Comité Ejecutivo de la Confederación de Partidos Socialistas de Oaxaca, la trigésima tercera Legislatura Local y la Confederación de Ligas Socialistas, manifiestan su apoyo y se solidarizan «con la actitud anticlerical tomada por el general Plutarco Elías Calles, Secretario de Guerra y Marina».105 Empezaba la tormenta que se llevaría al presidente Ortiz Rubio y a su política de conciliación religiosa. 2.- 1932-1937: tiempos de pruebas para la Iglesia A fines de 1931, en el estado de Oaxaca los párrocos tuvieron que entregar de nuevo los templos al cuidado de laicos106, y a principios de 1932, con la nueva política de no aplicación de los “arreglos”,

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104 AHAO, Diocesano, Autoridades Civiles, oficio 7-092 de Gobernación al arzobispo Núñez, 18 de diciembre de 1929.

105 Archivo

Plutarco Elías Calles, Fideicomiso Archivos Calles –Torreblanca, inventario número 496, abril-mayo 1931, 4 telegramas.

106 AGEPEO, Asuntos Eclesiásticos, distrito de Etla.


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107 Acerba Animi, 29 de septiembre de 1932, en Acta Apostolicae Sedis, 24, 1932: 321-332.

108 AGEPEO, Informe del gobernador A.García Toledo, 1932-1933: 9.

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hubo rumores de levantamientos católicos. Precisamente para protestar contra la nueva ofensiva del gobierno mexicano y para prevenir una nueva Cristiada, el papa Pío XI publicó, el 29 de septiembre de 1932, la encíclica Acerba Animi. Si los “arreglos” habían obligado a la Liga a resignarse frente a los hechos consumados, el cambio de política del gobierno en 1931-1932 daba la oportunidad a la minoría radical de volver al combate. Por eso el papa, antes de prohibir firmemente a los católicos recurrir a las armas, comienza por protestar contra la violación del acuerdo por parte del gobierno; recuerda que fue el Estado quien expresó el deseo de llegar a un acuerdo para poner fin a la guerra; que Roma, confiada en su sinceridad, ordenó levantar la suspensión de los cultos (lo que desarmó a los insurgentes); que el gobierno violó «abiertamente las condiciones estipuladas en la conciliación» […] al desatar una «persecución totalmente criminal» cuya meta es “destruir por completo la Iglesia católica”; ve en esto un «positivo avance de esa revolución que el ateísmo, enemigo de Dios, realiza por todos los medios». No obstante el fracaso de los arreglos, reafirma que aquellos eran justificados para que el clero pudiese atender a la vida espiritual de los católicos. En conclusión remite a los católicos a su deber de seguir en la línea pacífica y en la Acción Católica bajo la dirección de sus obispos.107 La encíclica es difundida en Oaxaca como en el resto del país y la primera reacción del gobierno federal es la expulsión del delegado apostólico, Ruiz y Flores, a petición expresa del Congreso. En Oaxaca, Huajuápam y Tehuantepec, los obispos pronto tienen que retirarse y el número de sacerdotes autorizados a trabajar es drásticamente reducido. El 1 de abril de 1933, en su Informe anual de gobierno, el gobernador Anastasio García Toledo (1932-1936) puede decir: «De acuerdo con las disposiciones de la Constitución General de la república en materia de cultos, el Gobierno, es decir las Autoridades del Estado, actúan como auxiliares de la Federación vigilando por el estricto cumplimiento de la Ley. Actualmente se está llevando a cabo una investigación minuciosa para localizar a los sacerdotes del culto católico que se encuentran diseminados por el extenso territorio del Estado a fin de impedir que ejerzan su ministerio aquellos que no están inscritos en el registro respectivo, ni han satisfecho los requisitos reglamentarios del caso.»108

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(Como las limitaciones estadísticas cerraban el ejercicio de su profesión a muchos sacerdotes, aquellos tuvieron que ejercer ilegalmente, protegidos por la población, o exiliarse.) El gobernador continúa: «En vista de las condiciones especiales que prevalecen en las regiones de Sola de Vega, Juquila y Jamiltepec, creadas por las incursiones del individuo David Rodríguez y por tener sospechas fundadas de ayuda moral y material de parte de los elementos católicos de esa zona a favor de esta agitación, entretanto se conoce el resultado de la investigación mandada practicar se ha suspendido en el ejercicio de su ministerio el sacerdote católico de Teojomulco, distrito de Sola de Vega. Se hizo también necesario a virtud de numerosas quejas que se recibieron en contra del sacerdote Rafael J. Hernández, Párroco de Lachixio, distrito de Sola de Vega, la cancelación del registro de ambos. En la misma forma se procedió con el sacerdote de Cacahuatepec, distrito de Putla […] Se impusieron multas a varios párrocos por infringir los artículos 2 y 3 de la Ley Reglamentaria del artículo 130 constitucional que prohíben la celebración de matrimonio religioso sin la presentación de la constancia de haber obtenido el lazo matrimonial civilmente»109

En cuanto al «individuo David Rodríguez», cristero de la Montaña en los años 1927-1929, merece una segunda mención en el Informe: «El orden y la tranquilidad pública se conservan inalterables, pues aun cuando en la región de Sola de Vega, Juquila y Jamiltepec merodea un grupo de hombres armados que encabeza el individuo David Rodríguez, reconocido desde hace tres años como bandolero puesto al servicio de los enemigos de la Revolución, estas circunstancias no pueden afectar la situación general de tranquilidad que está disfrutando el Estado».110

Sin embargo las autoridades tienen que pedir la intervención del ejército federal, bajo el mando del general J. O. M. en el estado, Federico R. Berlanga. En 1932, en esa región occidental de Oaxaca, la misma afectada por los levantamientos de la Cristiada en 19271929, hay católicos para tomar las armas, ahora contra las ins-

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109

AGEPEO, Informe del gobernador A. García Toledo, 1932-1933: 10 y 16.

110 AGEPEO, Informe del gobernador A. García Toledo, 1932-1933: 5.


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CESU, Fondo Aurelio Acevedo (AA), el inspector militar D. Nieto a la Liga, 16 de julio de 1936.

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AGEPEO, Gobierno, Asuntos Eclesiásticos, Juquila, memorando del Departamento de Educación Pública, a 13 de julio de 1933. 113 Para la “escuela socialista”, ver Victoria Lerner, Historia de la revolución Mexicana, periodo 1934-1940, vol.17 La educación socialista, México, Colegio de México, 1979. G. Monroy Huitrón.- Política educativa de la Revolución 1910-1940, México, SEP., 1975; A. Bremauntz.- La educación socialista en México, México, Rivadeneyra, 1943; J. Bravo Ugarte.- La educación en México, México, Jus, 1966; David L. Raby.- Educación y revolución social en México,1921-1940, México, S.E.P, 1974. Gilberto Guevara Niebla, recop.- La educación socialista en México, 1934-1945, México, SEP, Caballito, 1985.

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trucciones eclesiásticas. Están alentados y convocados por una Liga, reducida a su más sencilla expresión, más pobre e impotente que nunca. Aislados en foquitos dispersos por toda la república, esos “libertadores” —así se llaman ellos a sí mismos— no pueden invocar como su causa la defensa de la religión, porque la Iglesia, empezando por el papa, se los prohíbe. En esas condiciones el movimiento no podía prosperar, menos aún en un estado como Oaxaca, que no había conocido una verdadera Cristiada en la fase anterior del conflicto entre la Iglesia y el Estado. El inspector militar nombrado por la Liga puede, con razón, exclamar: «El clero ahí, como en casi todas partes cuando no nos ataca, hace por lo menos una resistencia pasiva».111 Esa realidad parece desconocida por las autoridades: así como el gobernador cree que la suspensión del cura de Teojomulco acabará con el “bandido” David Rodríguez, el inspector del Departamento de Educación Pública explica que «el P. Aureo Castellanos denigra a las Instituciones, sus gobernantes y a la Escuela Federal […] [dice que es] preferible dejar sin educación a la niñez, antes que se les eduque en una escuela sin Dios»; anexa una copia de «la proclama sediciosa lanzada por el rebelde David Rodríguez quien se encuentra levantado en armas. Supongo que el redactor de dicha proclama es el cura. Los sediciosos asaltaron dos veces la escuela de Tataltepec».112

Pro-Libertad de la Enseñanza y otras organizaciones trabajan con eficacia para propagar el boicot a la escuela pública; de todos modos el antecedente de la “educación sexual” en dicha escuela que, para la gente del pueblo, se confunde con la “educación socialista” y “racional” (es decir vigorosamente atea), pesa mucho y en contra de la escuela pública: el ausentismo escolar, mejor dicho la huelga escolar golpea duramente la educación pública. Si bien los católicos no logran evitar la reforma constitucional del artículo 3, que introduce la necesidad, para la enseñanza, de proporcionar una visión “racional” del mundo, en noviembre de 1935, el episcopado nacional publica una pastoral colectiva, inspirada por la encíclica Divini illius magistri.114 La última de las seis “consecuencias y aplicaciones” presentadas en la pastoral reza así:

3.- La batalla escolar

Por su parte el gobierno de Oaxaca, como el de todos los estados de la república, sigue la línea oficial. Así, en su Informe de 1935, el gobernador le dedica 7 páginas al tema:

Cuando los minúsculos focos guerrilleros se están apagando, en Oaxaca y en todas partes, la “educación socialista” viene a echar leña en la hoguera y a darle cierto vigor a los levantamientos en 1935.113 El famoso “Grito de Guadalajara” del Jefe Máximo Calles, en julio de 1934, para «apoderarse de las conciencias de la niñez» es una clarinada para los radicales de los dos bandos y la Liga puede pensar que le llega la posibilidad de recobrar la fuerza conseguida en 1925-1926. Por lo pronto hay escalada en la tensión; desde marzo de 1934, Pascual Díaz, arzobispo de México, uno de los artesanos de los “arreglos”, un hombre especialmente odiado por los ligueros, ha invitado a los católicos a luchar en contra del establecimiento de esa educación estatal en forma de monopolio y antirreligiosa en su contenido; pero los invita, como siempre, a usar sólo medios lícitos como no enviar los niños a la escuela. La Unión Nacional de Padres de Familia, la Asociación Nacional

[56]

«6.- Mientras sea obligatoria la enseñanza socialista según la reforma del artículo 3 de la Constitución, no es lícito [es decir, es pecado] a los católicos abrir y sostener escuelas públicas que en cualquier forma deban estar o estén sujetas a dicha ley, ni acudir o enviar a sus hijos a las mismas, sean oficiales o particulares […] y a los padres que tengan a sus hijos en tales escuelas les advertimos que están cometiendo un gravísimo pecado mortal, y que no pueden ser absueltos en confesión mientras no retiren a sus hijos de dichos establecimientos».115

«Sin falsas aptitudes pero con una clara conciencia de nuestra responsabilidad, hemos creado también en relación con la escuela socialista un Comité desfanatizante cuyo programa de acción se endereza preferentemente sobre los aspectos de la escuela religiosa, dentro de la aplicación práctica de nuestro medio. Para que pueda justipreciarse el programa que estamos desarrollando en nuestras escuelas y fuera de ellas, me permitiré citar en seguida algunos de sus temas: la religión, las supersticiones, la personalidad de Cristo, la historia y la filosofía; los milagros y su inconsistencia ante la verdad científica; las indulgencias como medio de explotación de la credulidad; los llamados sacramentos y la inmoralidad de la confesión auricular; el culto de las imágenes como manifestación idolátrica, las gavelas religiosas como demostración de la avaricia clerical; las erróneas virtudes

[57]

114

Encíclica Divini Illius Magistri, citada por el episcopado mexicano en su pastoral colectiva publicada en Christus, núm. 1, diciembre de 1936.

115

Idem: 32.


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atribuidas a los “abogados celestiales”; el sarcasmo del celibato eclesiástico; la imposibilidad de la justicia de Dios frente a las injusticias de la vida y de los explotadores del hombre»(pp 52-53)

A consecuencia de esta actitud, numerosas escuelas se vacían y muchos profesores, muchas maestras, puesto que la profesión era bastante femenina, prefieren renunciar. El gobernador lo señala con asombro en su Informe de 1935: «Debe informarse que los métodos tomados por el Gobierno para implantar la educación socialista provocaron en algunos pueblos una situación desconcertante. Algunos centenares de padres y madres de familia reunidos últimamente en la población de Huajuápam giraron un ocurso al Ejecutivo de mi cargo a fin de que no se implantara la escuela socialista y que se permitiera el libre funcionamiento de las escuelas particulares. Va más allá la pretensión de estos padres de familia y es la de que ellos propondrán el personal que atenderá las escuelas de la región, con la amenaza, que de no conseguir lo que ellos pretenden en desacuerdo con el precepto constitucional, mantendrán un estado de huelga en todos los establecimientos de la región. La actitud observada por los pueblos tiene su razón de ser si recordamos que Huajuápam fue la sede de un obispado católico [...] y que es el clero quien ha puesto en juego para sus fines particulares todos los medios para que las grandes masas permanezcan en el obscurantismo y puedan ser de este modo mejor explotadas por la burguesía capitalista […] El Gobierno de mi cargo ha dictado ya las medidas que el caso demanda y procederá con toda energía, puesto que una conquista revolucionaria tal es la escuela socialista, no debe hacer vacilar a los que tenemos la responsabilidad ante la historia de hacer patria verdadera conquistando para los muchos que han vivido vejados, el derecho y la felicidad a que son acreedores.»( pp. 53-54) Para esa fecha, el gobierno estatal había cerrado todas las esculas particulares que no llenaban los preceptos legales, a saber, casi todas, y creado centros culturales nocturnos para «modificar tendencias y hábitos indeseables, principalmente destruir las supersticiones y las ideas fanáticas abundantes en la generalidad de las poblaciones indígenas» (pp. 55). Obviamente, el gobernador Anastasio García no piensa como su predecesor Genaro Vásquez (1925-1928), que al indio hay que darle la razón aunque no la tenga. El resultado

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es una prolongada y muy seguida “huelga escolar”, no sólo en Huajuápam, sino en todo el estado.116 En tal ambiente no es sorprendente que el 3 de septiembre de 1934 todos los sacerdotes del estado de Oaxaca hayan sido convocados por el Gobierno117 y que el día 11 haya sido publicado el decreto 213, fijando para el estado la proporción de presbíteros católicos a 1 por 60,000.118 En virtud de dicho decreto, el 27 de diciembre de 1934, todos los presidentes municipales recibieron un telegrama sobre la «cancelación del registro de sacerdotes que venían ejerciendo en el territorio del Estado».119 Por lo mismo, todos los sacerdotes tienen que «reconcentrarse en la capital. El arzobispo está fuera del país, expulsado, sin posibilidad de regresar a México, como el delegado apostólico y otros 16 prelados. En su “Carta Abierta” al Presidente Cárdenas (2 de febrero de 1935) Monseñor Ruiz y Flores, en su calidad de delegado apostólico, apuntaba que «Estado hay como Oaxaca en el que sólo se admite un sacerdote y éste únicamente puede ejercer en la catedral, haciéndose imposible por lo tanto que sean debidamente atendidos un millón doscientos mil habitantes que son los que integran la población»120 En febrero de 1935 quedaban 333 sacerdotes para todo el país y sus más de 18 millones de habitantes; en diciembre eran 197 y en mayo de 1936, 293.121 ¡Qué diferencia con los años 1926-1929! cuando la curia, el cabildo, el seminario, la administración de los sacramentos funcionaban sin problemas en Oaxaca. En 1934 y en los años siguientes, «en esta ciudad Capital, el Gobierno y el Partido Nacional Revolucionario se unen para organizar y desarrollar los “Sábados Rojos” que se efectúan en el Teatro Macedonio Alcalá»122 y se vigilan «los abusos de los sacerdotes, testimonio de esta estrecha vigilancia lo es la cancelación del registro de los sacerdotes Ignacio Colmenares y Aurelio Bautista que oficiaban en Nochixtlán y Pochutla; la cancelación también del registro de los sacerdotes obispos de Tehuantepec y Huajuápam […] En circular número 10 del 6 de junio último (1934) se giraron prevenciones terminantes a las referidas Autoridades Municipales, imponiéndoles obligación de no permitir por ningún motivo el ejercicio de ministro alguno que no esté expresamente autorizado por el Gobierno».123 En su Informe de 1935, el gobernador subrayaba:

[59]

116 Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública, datos comunicados por Cayetano Reyes en 1987. En Huajuápam aproximadamente 5,000 alumnos, sólo 391 asisten a clase en 1935-1936. 117 AGEPEO, Gobierno, Asuntos Eclesiásticos, distrito de Etla, distrito de Juquila, 1934. 118 AGEPEO, Gobierno, Asuntos Eclesiásticos, Etla, 1935. 119 AGEPEO, Gobierno, Asuntos Eclesiásticos, Juquila, recibo del telegrama del 27 de diciembre 1934 sobre la cancelación del registro de todos los sacerdotes (decreto 213 del 11 de septiembre).

120

Carta abierta del Excmo. Señor delegado Apostólico al Sr. general Lázaro Cárdenas, Presidente de la república, San Antonio, Texas, 2 de Febrero de 1935 (volante en poder del autor). Carlos Martínez Assad.- El laboratorio de la Revolución. El Tabasco garridista, México, Siglo XXI, 1979: 51. 121 AGEPEO, Informe de Gobierno para el año 1934: 68. 122 Idem: 9 a 11.

123

Idem: 7-8.


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III.- EL EJÉRCITO POPULAR LIBERTADOR

«Cinco años atrás fue reglamentado en el Estado el ejercicio de los

124 AGEPEO, Informe de Gobierno para el año 1935: 3-4.

sacerdotes, mas la transformación ascencional que imponen las nuevas fuentes ideológicas de la Revolución, exigen la adopción de determinaciones cada vez más drásticas para nulificar los intentos de preponderancia clerical. Por esta razón el Ejecutivo de mi cargo, respondiendo a una verdadera necesidad social, no tuvo inconveniente en sancionar el Decreto 213 del 11 de septiembre del año próximo anterior, por el que quedó reducido el número de sacerdotes católicos o de cualquiera otra religión a un ministro para cada 60,000 habitantes. Consecuencia de esta Ley fue la cancelación del registro total de los sacerdotes que venían ejerciendo […] Lo expuesto da la convicción de que el Ejecutivo de mi cargo, en materia de cultos, responde al momento y a la ideología revolucionaria, no limitándose tan sólo a la aplicación de la ley, sino también desarrollando un vasto plan de desfanatización [...] para combatir en todos sus reductos al fanatismo, valladar que trata de detener a toda costa la marcha progresista de la República, hasta con peligro de su libertad y autonomía».124

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a ofensiva del Estado reanima las esperanzas de los irreductibles y escasos ligueros, tanto más que en 1935, el gobierno de Oaxaca tiene que enfrentar serios problemas políticos surgidos entre los grupos revolucionarios: «Esta labor de agitación ofreció caracteres especiales en la región del istmo a causa de que malos oaxaqueños soliviantados por elementos extraños pretendieron crear una situación anormal al declararse en abierta rebeldía [...] con las armas en la mano». El movimiento, sin embargo, es rápidamente controlado por el Ejército federal. (32) En los archivos del Comité especial (CE) de la Liga, se ve claramente que los católicos de Oaxaca no decidieron tomar el camino de la lucha armada y siguieron la estrategia diseñada por el papa y los obispos: resistencia por todos los medios legales y pacíficos, sin pretensiones políticas de lograr un cambio de gobierno, y mucho menos de llegar al poder (sueño liguero). Llama la atención la ausencia total de movimiento armado en la región de Huajuápam, que había sido un serio foco insurgente en los años 20, y que ahora se encuentra a la vanguardia de la lucha pacífica contra la escuela socialista.125 La correspondencia entre el Comité Especial (CE) de la Liga, escondido entre México y Toluca, y sus representantes locales, es generalmente críptica, aunque fácil de descifrar. Por ejemplo, el 8 de abril de 1935, en carta del CE a Margarita Nava, se puede lee:

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125 CESU, Fondo Aurelio Acevedo (AA) Oaxaca, 1932-1939.


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126 CESU/ AA, Oaxaca, del D. F. a Margarita Nava, 8 de abril de 1935.

127 CESU/ AA, David Rodríguez al C.E. en Toluca, 15 de abril de 1935

128 CESU/ AA, M. Mayoral (Oaxaca) al Jefe Supremo de la Guardia Nacional, 20 de mayo de 1935.

129

CESU/ AA, Informe de Campaña número 1, Ejército Popular Libertador, Oaxaca; cartas del 24 de junio, 5 y 19 de agosto de 1935.

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«nuestros negocios en estas plazas [de Oaxaca] casi son nulos [...] hay que pensar en seguir nuevos giros comerciales [...] que sí se puede formar una cooperativa».126 En noviembre de 1935, se manifiestan “cristeros” en el Istmo: Nicanor Díaz, con 60 hombres entre Tehuantepec y Salina Cruz; Rito Cortés, por Jalapa del Marqués; dos grupos en la zona de Juchitán trabajan con José F. Martínez y Avelino Morales, y se dice que opera otro en la sierra de Chimalapa, rumbo a Chiapas. En claro está el informe presentado por el veterano David Rodríguez, quien se presenta como coronel jefe de las operaciones militares en Oaxaca. Del 12 de noviembre de 1934 al 8 de abril de 1935, se la pasó corriendo con un reducido número de soldados “libertadores” entre Juquila, Juchatengo, Minas, Tlacotepec, Texmelucan y Sola de Vega. Enfrentó varios combates, antes de ser perseguido por 300 federales. El 4 de abril «fucilé en Tlacotepec a Teodoro Agilar por ser enemigo de la causa […] el 8 fucilé a Aurelio Escamilla, secretario de Minas porque él pidió el destacamento y malinformó a 20 personas de rebeldes causándoles muchos perjuicios. Me trasladé a la capital de este estado a la compra de elementos».127 En mayo, el corresponsal local informa que contaba con 50 hombres armados en el oriente, que en el Sur, Benigno Rodríguez tenía 50 armados y Pascual Carrillo otros tantos; que rumbo a la Mixteca, Vicente Orozco Carrillo tenía más de 100. No mencionaba a David Rodríguez.128 Activos en mayo-junio de 1935, “los libertadores” entran luego en receso. Se sabe de pleitos entre los jefes: «el nuevo capataz fue herido por la misma gente nuestra que se supone fue instigada por Carrillo» […] «el asunto es muy embrollado» y las dudas crecen sobre el “nuevo capataz”, alias Juventino Montaño, que se dice general brigadier.129 Surge una desmoralización a grado tal que la Liga se siente obligada a emitir una circular a los oaxaqueños: Escudo de la Liga DIOS Y MI DERECHO LIGA NACIONAL DEFENSORA DE LA LIBERTAD AL PUEBLO DE OAXACA: Si los que formáis este pueblo de tan gloriosa historia no tenéis conocimiento de los heroicos esfuerzos libertarios desarrollados en los Estados del Centro y Norte de la República, acercaos a vuestros jefes en la organización respectiva, para que os muestre ejemplares de los Manifiestos y Boletines de Guerra, de nuestros soldados en campaña.

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La Liga Nacional Defensora de la Libertad, como un ejército cívico y la Guardia Nacional, regida por un Comité Especial [Comité de Guerra], como organización Bélica, están haciendo esfuerzos supremos por encausar [sic] el MOVIMIENTO POPULAR LIBERTADOR. Nuestros valientes soldados, que operan en los Estados de: Durango, Zacatecas, Aguascalientes, Coahuila, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Guanajuato, Michoacán, Morelos, Puebla, Tlaxcala, Veracruz, etc.. inspirados por el ideal cristiano, amantes de la libertad y dignos hijos de la Patria, no han vacilado al enfrentarse con el nefasto Partido Nacional Revolucionario; porque ellos tienen conciencia en su deber y porque saben estimar la libertad como un magnífico don del cielo y como fruto de veinte siglos de civilización. Estos valerosos hermanos y compañeros de lucha esperan que todos los hombres de nuestro glorioso Estado y todos los que habitan el sur del país, sepan dar una evidente prueba de que son dignos de la fama proverbial de los prohombres surianos que en los conflictos más grandes de la Patria han cumplido su deber ciudadano y cuando ha sido necesario, han escrito su nombre con caracteres de fuego bajo el cielo de sus respectivas Entidades Federativas; y la Historia Nacional ha impreso en sus anales esas brillantes proezas de nuestros heroes con caracteres de gloria. Hemos sabido la triste verdad de que os habéis desalentado grandemente porque las actividades bélicas del Estado se han suspendido. Aunque este desaliento es a primera vista razonable, tened en cuenta las circunstancias que han obrado: la falta de implementos de guerra y la carencia de un Jefe prestigiado que dirigiera el movimiento armado han motivado la suspensión de la lucha y han sido su causa inmediata. Ya el Jefe, gracias a Dios, lo tenemos. Tenemos algunos elementos que utilizaremos para reanudar la suspendida lucha. Ahora necesitamos contar con el apoyo moral y material de la sociedad. Por último, recordamos al pueblo oaxaqueño, que las grandes empresas como la presente exigen tiempo, constancia, fe y heroísmo en todos los órdenes. La firmeza de convicciones, la conciencia de nuestros deberes ante Dios y ante la Patria, y el digno ejemplo de nuestros mayores habrán de conducirnos al triunfo definitivo del DERECHO sobre el derecho de la fuerza. Dios guarde a Uds. muchos años. Oaxaca Sn. Marcial, Septiembre de 1935.

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CESU/ AA, 5 de septiembre de 1935.

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CESU/ AA, D. Nieto inspector militar, 14 de septiembre de 1935.

133 CESU/ AA, M. G. Sánchez, Oaxaca, al C. E., 16 de febrero de 1936.

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El Jefe del Sub. Comité E. M. MAYORAL130

«Como la gente se me estaba desinflando tuve que moverla. Se

[VI] «las disposiciones eclesiásticas no pueden afectar la vida de

comenzó por un jefe rural A. Irápaga de San Juan Chilateca que murió con sus pistoleros, su esposa y dos hijas, embras de pelo en pecho que se batieron con los nuestros... descabezaron a uno en represalia de que a uno de los nuestros, padre de los atacantes capturaron y cortaron orejas y pies y lo castraron. Como usted comprenderá no es fácil evitar estos lances tan terribles con esta gente semibárbara... tenemos otros jefes rurales en capilla pues necesitamos quitarnos enemigos de la sierra... pues el valle no es propicio.»131

nuestra Institución si se toma en cuenta que ella tiene el reconocimiento de la SANTA SEDE y del Comité Episcopal, porque nuestros procedimientos no se apartan de la moral Cristiana, por más que estemos dentro de un campo puramente cívico y sólo amparados por inalienables derechos naturales. VII.- Las opiniones personales de algunos sacerdotes desafectos a nuestra Institución no pueden cambiar el curso de ella […]».135

El Delegado Regional de la L.N.D.L PANFILO DIAZ

CESU/ AA, Volante impreso.

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La situación no se remedia,134 por falta absoluta de recursos por parte de una Liga que no tiene dinero para mandar parque a los pocos “libertadores”, y principalmente por la condena absoluta y reiterada de la lucha armada por la Iglesia. Por lo mismo, la Liga se siente obligada a declarar que:

DIOS Y MI DERECHO D. NIETO.

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El inspector militar de la Liga, quien firma D. Nieto, reporta el 14 de septiembre que «en el Sur casi no se puede contar con grupos armados», en San Miguel Peras el general Montaño tiene 50 hombres armados; los hermanos Alberto y Juan Juárez, 100 armados por Ocotlán; Pascual Carrillo (Zimatlán), con 50,(no todos armados); Raúl Martínez, con 50(no todos armados) por Santiago Mixtepec; Manuel Avendaño de Ixtepeji, Enrique Marcial de Tlacolula, Maximiliano González en Tlaxiaco y Baldomero Díaz, por Peña Larga (Ejutla), andan en las mismas: lo que da un total de 400 hombres, no todos armados y casi todos sin parque.132 El 16 de febrero de 1936, el responsable local escribe al inspector militar Domingo Nieto (D.F.): «Cuando Ud se fue, nuestra situación era favorable [principios de 1935], también un poco cuando llegó el Sr. Rendón [...] pero hoy todo está cambiado que ni uno mismo lo cree, es un indeferentismo [sic] tal que no se sabe a que atribuirse. Creemos que será en qué nada más se les ha estado engañando, y sólo que vieran algo pudiera ser que así llegara a levantarse algo los ánimos. Han estado llegándoles a algunos jefes, anónimos diciéndoles que todos somos una pandilla de sinvergüenzas que no basta que el pueblo está tan mal y todavía se le engaña para robarle. Le suplico que pida a Dios por nosotros para que se remedie la situación».133

En el verano de 1936 el ejército federal intensifica la batida contra los últimos “libertadores”, y en julio asesina a uno de los dos hermanos Juárez. «No tenemos víveres, están los muchachos sin ropa, unos sin capote, sin guaraches, sin medicinas ni parque, carecemos de todo»136, escribe el capitán A. Morales. Sólo David Rodríguez logra conservar alguna gente armada por el rumbo de Amatengo, pero «las cosas se están poniendo mal porque el gobierno sabe que anda la gente de David Rodríguez […] Las muchachas [del apoyo logístico de la Brigadas Femeninas Juana de Arco] están muy contrariadas y ya no quieren nada, por tanta mentira y tanto engaño».137 El 1 de septiembre Montaño y Morales, con 42 hombres, de los cuales 26 están armados, toman Ocotlán, pero se pierde el dinero recogido (5,500 pesos); el 22 de noviembre Montaño entra a Zimatlán y luego a Santa Cruz Mixtepec. En su Informe del año 1936, el gobernador señala la presencia de “malhechores” en la Costa, el Istmo y Ejutla, y reconoce la toma de Ocotlán: «la región que ha requerido constante preocupación de las autoridades civiles y militares es la limítrofe del distrito de Jamiltepec, cerca del Estado de Guerrero». En cuanto al culto refiere, «son inscritos y autorizados 17 sacerdotes del culto católico y 1 del evangélico».138 Entre los sacerdotes autorizados figura ahora el arzobispo, lo que contribuye a debilitar la lucha armada: «La Liga [en Oaxaca] apenas está por reorganizarse porque no encuentro elementos, más ahora que ya está cerca el Sr. Arzobispo y

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134 CESU/ AA, Justino Martínez, de Tuxtepec, a C. E., 4 de marzo 1936 y sin firma de Chilapa, Guerrero, a José Vega, D. F., 16 de marzo de 1936.

135 CESU/ AA, LNDLR al C. Delegado Regional en el estado de Oaxaca, Instrucciones para el funcionamiento de la Organización., 27 de marzo de 1936.

136 CESU/ AA, Ejército Popular Libertador, el inspector D. Nieto al C. Gral. J. O. en Oaxaca, 30 de junio de 1936.

137 M. Mayoral (Oaxaca) 30 de julio de 1936 a D. Nieto, México.

138 A. Morales, julio 26 de 1936 a Mayoral e informes del 1 de septiembre, 8 de octubre, 22 y 28 de noviembre de 1936. AGEPEO, Informe de Gobierno, 1936: 4 y 5.


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CESU/ AA, Oaxaca. 20 de agosto de 1937. Datos del Sub Comité Especial de Oaxaca de diciembre de 1936 a septiembre de 1937.

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AGEPEO, Informe de Gobierno, 1937:5.

141

CESU / AA, Oaxaca, F. G.Puerto (Oaxaca) a N. Granados, 7 de julio de 1937.

142

CESU/ AA, F. G. Puerto al C. E. , 15 de noviembre de 1937.

143 CESU/ AA, Desde Oaxaca, a 22 de septiembre de 1938 y la contestación de México el 3 de enero de 1939.

144 CESU/ AA, Oaxaca, enero 5 de 1939, Antonio García a J. Vega (C.E.).

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la gente dice que en Oaxaca ya no hay conflicto. Cualquier cosa que se quiera hacer, dicen hasta los mismos sacerdotes que no hay necesidad de meterse a trastornar la tranquilidad del Pueblo. Con la salida del Sr. Arzobispo a los tres días de haber llegado a ésta, hubo algo de agitación entre los grupos católicos, pero luego vino la calma y todo terminó para ellos».139

En los Informes de 1937 y 1938 del nuevo gobernador, Constantino Chapital, ya no hay mención de los “malhechores”: «Aun las creencias personales que a veces tienen repercusiones colectivas fanáticas no han constituido escollos para la Administración de nuestra vida orgánica».140 La correspondencia de la Liga en 1937 tampoco menciona acción armada alguna y sí nota mucha desmoralización: «Tube una entrevista con un sacerdote y me dijo que los trabajos de la Liga no son beneficos por que nunca han prosperado los trabajos y en fin me dijo que nada de los trabajos eran buenos», por ser condenados por el papa.141 Al terminar el año, el responsable por Oaxaca escribe a México que «nuestra situación se nos pone muy trabajosa por que no encontramos trabajadores para la obra. Si nuestros compañeros siguen con esta apatía, nos vamos al avismo, hasta las Señoritas han fallado».142 En 1938 se menciona a un solo jefe activo y, de la peor manera: «El amigo Sixto Fernández se cobija por Zimatlán con nuestra bandera para cometer crímenes y robos, según dijo el Sr. Cura de ese rumbo». De México responden que «no estamos dispuestos a tolerar ningún perjuicio causado al pueblo que nos ayuda».143 La transcripción que sigue es el colofón de los “libertadores”: «Se nos pone cada día mas difícil, no hay personas que nos ayuden, nos tiran a lucas, todo por que el pueblo tiene todas las libertades, fuegos, calendas, funciones religiosas en los templos, fiestas profanas, en fin todo lo que el pueblo cree que es libertad. Por el otro lado nuestros hombres están desesperando de esperar sin ninguna esperanza […] Acá se han dejado decir que el clero no va de acuerdo con los trabajos de la Liga».144

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Néstor Sánchez Hernández participó en la lucha contra esos hombres y dejó un testimonio de gran valor: PERSIGUIENDO A DAVID RODRÍGUEZ Aquella noche misma salí incorporado a una sección formada de dos pelotones a ninguno de los cuales yo pertenecía, rumbo al valle[...] Y así seguí con el resto de la partida. Íbamos a perseguir a las gavillas de rebeldes que seguían a un cristero llamado David Rodríguez. Éste se hacía llamar “general” David Rodríguez y la gente de toda aquella abrupta comarca costera le protegía y aprovisionaba. Nosotros la tropa federal, realmente íbamos en desventaja. Sin embargo, “órdenes son órdenes” como decían los sargentos o bien, como nos decían los oficiales con criterio limitadísimo acerca de lo humano: “Es tropa y así marcha”. Esta frase la aplicaban siempre que nos lanzaban a difícil empresa y bajo las peores condiciones. Así nos adentramos en la Sierra Madre del Sur. En la “Y”, más allá de Ayoquezco, empezamos la ascensión [...]. Una noche se presentó David Rodríguez, el fiero guerrillero a Juchatengo, es decir allá, en las cimas de las augustas montañas que nos circundaban. Él sabía de seguro que había tropas federales allí y sabía su plan. Para nuestro asombro, traía corneta de órdenes y todo. Allá a la distancia, desde la cumbre última para descender el río, se dejó escuchar el agudo toque de su corneta que tocaba “enemigo al frente” (cada toque de corneta tiene su denominación). Nuestro aguerrido capitán Colmenares no salía de su trinchera y fue su mujer la que ordenó a nuestro corneta, el Becerrito, que así le apodábamos, que contestara. La noche se echaba encima y de pronto vimos grandes fogatas a la orilla del río, pero de este lado; ya estaban pues, a nuestro alcance. Esperábamos órdenes. El “valiente” capitán Colmenares no apareció. La señora hermosa, con su pelo suelto, era nuestra jefa y resultaba mejor para nosotros. Empezó el tiroteó dentro de las calles del pueblo, debajo de nuestra posición. Los perros ladraban desesperados y un tiro aquí y otro allá de los rebeldes fueron callándolos. Por fin en nuestras barbas casi, los rebeldes prendieron fuego a la casa de don Tacho (éste ya había huido por supuesto). La noche se iluminó mientras nosotros escuchábamos el burlón “torito” de la corneta enemiga que se alejaba más y más. En la refriega habían matado a la mujer de don Tacho.

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Entonces salió el capitán de su escondrijo todo tembloroso [...]. Hermano del guerrillero era Alfonso Rodríguez, mi amigo, tipo simpático enrolado como yo en el 53 Batallón de Infantería. —¿Y si nos cayera aquí David Rodríguez, tu hermano? le pregunté aquella vez a Alfonso, mi compañero de armas. —¡Me lo echaba, palabra! Me contestó sonriente y burlón. Yo soy soldado. —Pero si es tu hermano... —Si viene como hermano, lo trataré como hermano, ¡pero si viene echando bala, yo también le disparo! Esto ocurría cierta vez en un lugar llamado “La Concha”, en las estribaciones de Cinco Cerros cuando esperábamos el asalto de los rebeldes [...]. Dentro del tiempo de aquella campaña, recuerdo, planeaba desertarme con todo y arma y municiones e incorporarme con la gente de David Rodríguez. Desde Juquila estuve a punto de hacerlo; ya tenía listo todo y estaba decidido. Ya sabía que me jugaba la vida pero mi espíritu rebelde y justiciero más me acercaba a aquellos guerrilleros idealistas que a mis compañeros de tropa, gente mandada por un gobierno al que no consideraba del todo justo con el pueblo hambriento de mi estado de Oaxaca, lo único que yo conocía hasta entonces. Diez meses creo duró aquella campaña. Con el tiempo, ya sin la indumentaria militar, puesto que los uniformes se nos habían acabado, vestíamos como podíamos y éramos ya, de hecho, otra gavilla de facinerosos porque con el ejemplo de aquellos jefes no podíamos ser una tropa modelo. Recuerdo cómo nos tenían miedo cuando llegábamos a un pueblo. Claro, pues había tropa que entraba a saquear de manera violenta. El pueblo no estaba con nosotros. Había que cambiar los mandos y cuando así fue, tras meses de atropellos, la cosa cambió y las gavillas de los rebeldes fueron siendo aniquiladas u obligadas a rendirse. Cuando llegó la fecha en que teníamos rodeado a David Rodríguez en su madriguera de Cinco Cerros y éste salió huyendo del cerco sólo para ser aniquilado por nuestras tropas, pude advertir en el rostro de mi camarada Alfonso Rodríguez cierta amargura, cierto pesar. Un anochecer en plena sierra le dije: —¡Qui’hubo! ¡Vámonos con David! Y sus ojos negros se le iluminaron, porque después de todo era su hermano quien estaba a punto de caer en la trampa tendida por el capitán Carrillo, se decía.

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Así acabó David Rodríguez y con ello quedó pacificado el estado de Oaxaca. Pero el pueblo que forja sus leyendas y canta a sus héroes, compuso un corrido de David Rodríguez del cual apenas esto recuerdo: En un cerco de nopales Gritaba David Rodríguez: “¡David Rodríguez no pierde, que mueran los Federales! Encima de un pedregal los dos jefes se encontraron; ¡allí se iban a matar y nomás se balacearon! Cuando Carrillo cayó herido por unas balas don Tacho Silva gritó; “¡Ni modo, fue la de malas!” David Rodríguez huyó rumbo para San Jacinto, herido también salió por una “cuarenta y cinco”!

El guerrillero David Rodríguez era hijo del general Juan G. Rodríguez, soberanista, ambos amos absolutos del baluarte montañoso de Cinco Cerros, al norte de Juquila. Curioso tipo Rodríguez, en 1928 se levantó en armas enarbolando el lema de “Viva Cristo Rey”, que en el fondo era un residuo del zapatismo, del buen movimiento zapatista, del que quería y reclamaba por las armas que la tierra fuera para quienes la trabajaran con sus manos. Tenía 25 años y un huracán de inquietudes lo arrastró a echarse al monte cuando ya todo el país estaba pacificado; y Oaxaca era, por la injusticia que siempre ha humillado a nuestras gentes del campo, lugar propicio. No es casualidad que David Rodríguez fuera enemigo acérrimo de feroces caciques como don Tacho Silva, de Tututepec, acuartelado, con apoyo de fuerzas del Ejército Nacional, en Juchatengo.

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Todavía lo recuerdo, a David Rodríguez lo protegían los campesinos de la gran comarca serrana entre Sola de Vega, Juquila, Jamiltepec e Ixtlayutla. Durante años, las fuerzas federales lo persiguieron sin éxito y había de ser una mujer, una tal Leonarda, quien lo traicionara. Nuestro hombre no era un impreparado; había estudiado en la Normal, fue administrador de la Hacienda de Candiani y, dadas sus inquietudes sociales, anduvo con la gente de Erasto Flores, por Santa Ana Tlapacoyan y Ayoquezco. Nativo de Teojomulco, David aparte de la influencia de su padre, tuvo la de Fidel Baños y Francisco Baños, zapatistas costeños, contemporáneos del guerrerense silvestre Castro el Ciruelo (cabe hacer la aclaración que José Baños fue carrancista). Era un tipo muy astuto levantado en armas y perseguido ferozmente por las fuerzas federales, se escabullía por veredas y cumbres para llegar a la Ciudad de Oaxaca a proveerse de armas y parque y cuántas veces sus propios perseguidores hablaron con él sin saber de quién se trataba. Mentira que lo hayan aniquilado en el Cerro de la Neblina los del 53 Batallón al mando del Capitán Carrillo. Este no fue sorprendido en su madriguera sino que herido, pudo llegar, auxiliado por sus partidarios, hasta la ranchería de la Soledad, Ixtlayutla, distrito de Jamiltepec, donde murió y donde está enterrado. Yo todavía conservo en mis manos un “corrido” escrito por el propio David quien, con su hermano Alfonso y no “José” como dijo un escritor, que eran de espíritu alegre, componían corridos revolucionarios. He aquí algunos pasajes. Voy a cantar un corrido compuesto por mi sentido y en él les voy a explicar lo que en Oaxaca ha ocurrido. Mil novecientos veintiocho, Presente lo tengo yo, Este David C. Rodríguez En armas se levantó.

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Me fui rumbo a la montaña Donde estaban los cristeros, y a diez días de incorporarnos íbamos por Cinco Cerros. Al llegar a ese Juquila un nueve por la mañana; ¡Viva Cristo Rey, muchachos! ¡Viva la Guadalupana! Y la tomé por asalto, como todos lo dirán, pero el mero seis de octubre andaba por Zimatlán. En San Juan Elotepec tal como si fuera ahorita, allí fuimos derrotados por el Mayor César Dita. Y en “El Chivato” mentado, presente lo tengo yo, Daniel Cárdenas Barrasa con nosotros se estrelló. Dicen que me han de matar A orillas del camposanto. Mentira, no me hacen nada ya estoy curado de espanto. Adiós cerros y montañas, adiós llanos del Estado, adiós laderas y cuevas, donde anduve levantado.145 Tengo una deuda enorme con Anselmo Arellanes Meixueiro, quien me hizo descubrir ese testimonio generoso. A él debo también la boleta de bautizo de David C. Rodríguez:

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145 Néstor Sánchez Hernández, Un mexicano en la guerra civil española y otros recuerdos, Oaxaca, Carteles Editores, 1997. p. 45-61.


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ARCHIVO PARROQUIAL Sto. Domingo Teojomulco, Oax. Libro de Bautismos Libro No. 11 (1899-1903) Pag. 199 Pda. 84

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FE DE BAUTISMO DE: DAVID C. RODRIGUEZ

En la Iglesia de Santiago el Menor Teotlasco (hoy Xochiltepec, Sola de Vega, Oax.), a los siete días del mes de marzo de 1901, yo el cura encargado bautice solemnemente a David Ciro de un mes seis días de nacido en el mismo pueblo, hijo natural de Juan Rodríguez y Juana Avendaño. A. P. Bacilio Rodríguez y Brígida Cruz. A. M. Felipe Avendaño y Luz Reyes. Padrinos: Valentín Velazco y Adelaida Vazquez. Conste: Vicente González

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La acción se registró en la municipalidad de Soledad Ixtlayutla, de la jurisdicción del exdistrito de Jamiltepec. El cadáver de Rodríguez fue debidamente identificado por el exjefe de la Defensa Social de Jamiltepec. Las tropas federales siguen persiguiendo tenazmente a los cristeros fugitivos [...] Entre los fugitivos se cuenta un sacerdote llamado Tereso Pazos [...] También se cuenta una señorita cuyo nombre aún no se conoce, que fue profesora del pueblo de Zenzontepec y que por sus ideas se unió a los cristeros conviviendo con ellos sus aventuras.”146

Y el parte de su último combate: “EL CABECILLA DAVID RODRÍGUEZ, MUERTO. Oficialmente fuimos informados en la Comandancia de la Zona Militar que ayer en la tarde las tropas federales libraron un encuentro armado con las chusmas cristeras del fanático David Rodríguez que, como se sabe, habían venido merodeando desde hace algunos meses por las zonas correspondientes a los exdistritos de Sola de Vega y Juquila, sugestionado por elementos fanáticos y aun por el clero de aquella región, pues cuando hace cosa de un mes en una acción de armas Rodríguez perdió su archivo, le fueron encontradas algunas cartas comprometedoras y propaganda religiosa. Las incursiones que David Rodríguez hizo en varias poblaciones de Sola de Vega y Juquila determinaron cierta inquietud y alarma en la región, constituyendo un obstáculo para el libre desenvolvimiento del comercio, dando margen a que se provocara una situación de desconfianza entre los hombres de iniciativa. […] Según los informes de la Comandancia Militar, durante el encuentro armado realizado ayer con las fuerzas de Rodríguez, las chusmas fueron completamente dispersadas y muerto el cabecilla cristero.

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146 El Oaxaqueño, 8 de agosto de 1933, p.1


IV.- LA OTRA RESISTENCIA (RESISTENZ)

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lo largo de esos años 1930, el pueblo católico sigue las instrucciones de Roma y de los obispos el arzobispo Núñez y Zárate pertenecía al grupo de los moderados que nunca vio con buenos ojos la lucha armada, ni en 1926-1929. La resistencia según la línea romana tiene como meta mantener a toda costa el culto, la vida sacramental, la formación espiritual de los católicos de todas las edades y de todas las condiciones sociales; la Acción Católica, a través de todas sus ramas, y sin entrar nunca en actividades políticas ni sindicales, es el instrumento designado.147 La vía legal es la única admitida y los católicos la usan permanente y masivamente. En todo esto, el papel de los laicos es decisivo, especialmente cuando el gobierno desautoriza la actividad de casi todo el clero en Oaxaca. La resistencia se desarrolla en varias direcciones, según las circunstancias, para responder a las diversas ofensivas del gobierno. Las peticiones primero, la huelga escolar cuando aquellas fueron desechadas, tal es la contestación a la “escuela socialista”; la multiplicación de las actividades religiosas y de catequesis por parte de las mujeres responde a la cancelación del registro del clero casi en su totalidad, así como una gran actividad litúrgica en los templos con rezos, rosario, misas “blancas”, es decir lectura de todo el oficio sin consagración del pan y del vino; sin hablar de las misas clandestinas, bautizos, matrimonios celebrados por los sacerdotes en casas privadas y escondites.

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AGEPEO, Revolución, Gobierno/Asuntos Eclesiásticos, 1926, Oaxaca. Varios folletos, volantes, periódicos publicados por la Acción Católica Mexicana entre 1933 y 1937, como “Cultura Cristiana, Semanal editado por la Comisión Central de Instrucción Religiosa de la A. C. M.” José Miguel Romero de Solís documenta que los obispos “dieron como su única prioridad la vida diocesana y la regeneración moral de sus comunidades, guardando por lo general silencio en las cuestiones conflictivas o de dimensión nacional, papel reservado al “Comité Ejecutivo Episcopal”; da estadísticas del Oficio Catequístico que muestran como los centros de catecismo duplican en 1936, como las asociaciones piadosas surgen por todos lados. En El aguijón del Espíritu . Historia de la Iglesia en México 18951990, México, IMDOSOC, 1994: 371-373 y 390-391.


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Comunicación inédita de Benjamin Smith, “Anticlericalism, Resistance and the Birth of the PAN in the Diocese of Huajuapam de León, 1930-1950”, Belfast, 14 de octubre de 2005.

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Cuando en 1934 el gobernador limita a tres el número de sacerdotes autorizados en la diócesis de Huajuapam y decreta la desaparición de las escuelas católicas, lo que ocurre es la aparición de la vieja fórmula de la Nueva España (y de todo el imperio español): «obedézcase pero no se cumpla». Pues el obispo puede, con la ayuda de la población, mantener en actividad a 60 sacerdotes y un centenar de escuelas clandestinas; la huelga escolar pone en jaque a la escuela socialista; la gente mantiene y aumenta la práctica religiosa, hace repicar las campanas como nunca, canta a toda hora en los templos oficialmente clausurados. Ese mismo obispo prohibe a los fieles participar en la lucha armada y fomenta el desarrollo impresionante de una Acción Católica que será poco después la base de la oposición política, la base del PAN en 1938.148 La petición presentada por las autoridades municipales es la actividad de resistencia más documentada en los archivos del estado. Esas peticiones cubren todos los aspectos del conflicto religioso, desde la protesta contra la supresión de las mayordomías hasta la solicitud de un sacerdote para celebrar la fiesta del pueblo, pasando por la batalla escolar y el registro de los presbíteros. De 1933 a 1938 el Archivo Histórico del Estado (AGEPEO) está repleto con estos documentos que provienen de todos los distritos, de todas las parroquias, de todos los pueblos de Oaxaca. Eso explica la molestia de los gobernadores que denuncian la antigua y nefasta connivencia entre las autoridades municipales y el clero. Si uno hojea en el ramo Revolución, Asuntos Eclesiásticos (o Católicos), para el exdistrito de Villa Alta, encontrará abundante documentación. En 1933 las autoridades locales defienden al sacerdote Epigmenio Hernández, párroco de Camotlán, acusado por maestros rurales del lugar. Este asunto termina de curiosa manera con un «avenimiento, con el objeto de proceder en el futuro de común acuerdo». El pacto firmado por ambas partes preveía: «I.- Que el Sr cura continuará prestando sus servicios que corres-

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AGEPEO, Revolución, Asuntos Eclesiásticos, Villa Alta, mayo-julio de 1933. Expediente formado con motivo de la acusación presentada contra el sacerdote Epigmenio Hernández.

ponden a su misión, con la condición de que supriman las malas costumbres y supersticiones y demás gastos superfluos que con el pretexto de festividades tanto profanas como religiosas se hacen con el alcoholismo».149

En 1934, Tlahuitoltepec, Atitlán y Zacatepec de Choápam defienden a su sacerdote contra los maestros rurales que habían

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denunciado que «el 4 de los corrientes a las nueve de la mañana gran número de hombres, mujeres, niños y niñas guiaba el Sr. Ángel Martínez con un “fetiche” que llevaba con tanta humillación afuera del “templo católico”. La denuncia tenía “el objeto de que los sacerdotes no continúen explotando en forma tan absurda a la raza mixe de nuestro Estado que existe en medio de tantos engaños». El sacerdote había sido inmediatamente convocado por el gobernador «para un asunto de carácter administrativo» y «una minuciosa investigación” ordenada “sobre los hechos que se denuncian a efecto comprobarlos o desvirtuarlos». Las autoridades municipales contestan que «el profesor I. busca ahora la forma de perjudicarnos sorprendiendo a esa Superioridad como a la Secretaría de Gobernación con un informe de todo punto transversal. En esta población como en toda la región hay personas adictas a la religión católica, pero estos creyentes celebran sus Cultos sin traslimitarse de las Leyes vigentes».150 En 1935, en el marco de la guerra escolar, abundan las denuncias por parte de los maestros sobre la complicidad entre sacerdotes y autoridades municipales para violar las leyes, celebrar fiestas y procesiones, mantener las mayordomías «no obstante las disposiciones prohibitivas al respecto que se han dado en varias ocasiones, a fin de abolir esta clase de actos tan perjudiciales para los propios pueblos […] Por acuerdo del C. Gobernador Constitucional prevengo a usted impedir con energía [...] se continúen celebrando las referidas “mayordomías” que ocasionan la ruina económica de quienes son designados par hacer tan infructuosos, además de que se infringen las disposiciones antes aludidas».151 En todo el año los maestros no se cansan de denunciar las «violaciones a la Ley de Cultos» y la presencia de «sacerdotes sin autorización»; en forma paralela los pueblos no se cansaban de presentar peticiones multifirmadas, solicitando al gobierno un sacerdote, cuando el conocido decreto 213 del 11 deseptiembre de 1934 permitía sólo 1 sacerdote por cada 60,000 habitantes. Así en Etla, la petición presenta 1,200 firmas de mujeres152. Ciertas demandas resultan imposibles de rechazar: cuando el vecindario y los comerciantes de Juquila piden que el sacerdote José Cao Romero sea autorizado a ejercer su ministerio en el santuario, el más conocido del estado, durante la fiesta. Gobernación otorga el permiso, limitándolo al periodo del 4 al 13 de diciembre de 1935.153

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150 AGEPEO, Asuntos Eclesiásticos, legajo 218/01, Villa Alta, y 219.3/03, denuncias el 10 de junio de 1934 contra el señor Ángel Martínez; otra contra el presidente municipal de Comatlán [sic, debe ser Camotlán] por el Partido Nacional Revolucionario desde México D. F. a 1 de agosto de 1935.

151 AGEPEO, Asuntos Eclesiásticos, Del Gobierno de Oaxaca al presidente municipal de Camotlán, Villa Alta, para que con toda energía impida la celebración de Mayordomías en esa jurisdicción a su cargo, 16 de mayo de 1935.

152 AGEPEO, Asuntos Eclesiásticos, Etla, 1935, denuncia en el mes de junio. Petición firmada por 1,200 mujeres, presentada el 9 de agosto de 1935. El gobierno recuerda la supresión de las mayordomías el 17 de febrero de 1935.

153 AGEPEO, Asuntos Eclesiásticos, Juquila, telegrama del 5 de diciembre de 1935: «Comenzó a ejercer su ministerio el sacerdote…»


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En los legajos correspondientes a los exdistritos de Etla, Juquila, Ocotlán, Nochixtlán, Sola de Vega, Zimatlán, Huajuápam, Teposcolula, Tlaxiaco, Putla, Pochutla, Miahuatlán y Tlacolula, se repiten de manera incansable las mismas peticiones, sean de un permiso limitado en el tiempo para que celebre el sacerdote, sean de «licencia para que las procesiones de dichas imágenes se efectúen en el cementerio», sean que «depositamos ocursos solicitando con fundamento Ley Cultos autoricese Ministro Católico para oficiar zona comprende dichos Pueblos por estar dentro prevenciones Ley» 13 pueblos de Ocotlán, mayo 10 de 1935.

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CONCLUSIONES


Serán tan breves como inciertas, al grado de que desembocarán en más preguntas e invitaciones. 1.- El conflicto religioso de 1926-1938 es una cosa y el gran levantamiento armado de los católicos, que pasó a la historia como “la Cristiada”, es otra. La Cristiada es una resistencia en forma de Widerstand, tal como es una parte muy importante de la conducta de los católicos frente al gobierno del presidente Calles. Pero no es todo; a su lado o en su lugar, incluso en su contra, hay esa otra forma de resistencia, Resistenz, sin violencia. La ofensiva anticlerical de los años 20 que se vuelve antirreligiosa en los 30 tiene una dimensión nacional y es continua; así, como estaba presente en todas las regiones del país, provoca la resistencia, bajo formas variadas, en todas partes. Como la lucha armada es más visible y espectacular, hemos subestimado la fuerza de la piedad popular. El uso que ahora sabemos hacer de la memoria colectiva local permite reparar ese error. Así los mayos de Sonora recuerdan la destrucción de sus imágenes en 1934; en Chiapas hablan de «cuando quemaron los santos» y en Otatitlán, Veracruz, celebran una segunda fiesta de su Cristo Negro, en el día de aniversario de su decapitación por los iconoclastas.154 2.- En Oaxaca, la Resistenz fue casi general y permanente, mientras que la Widerstand se quedó marginal en cantidad y periférica en calidad. Impresionante fue la manifestación de identificación de la gente con la institución cleriga y con la religión católica. Fueron pocos los casos de desbordamiento incontrolado de

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154 Comunicación inédita de Adrian Bantjes, “Making Sense of Iconoclasm”, Belfast, 14 de octubre de 2005.


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155 AHAO, Fondo Diocesano, Gobierno, Correspondencia, P. Castro al Canónigo Agustín Espinosa, 8 de mayo de 1926.

156 AHAO. Correspondencia, el cura de Juquila, A. Canseco, 16 de enero de 1929.

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“religiosidad popular”. Encontré solamente dos. El primero, de poca monta, ocurrió en 1926, antes de la suspensión de los cultos, pero ya en la tensa espera de una catástrofe, en el pueblo de Itundujia, Tlaxiaco: «una indita que ni hablaba castellano dijo que Dios le habló diciéndole que debían adorar una piedra que estaba en el campo [...] y ahora tiene Ud. las grandes peregrinaciones de los pueblos hasta lejanos que van a ver el milagro».155 Edward Wright-Rios estudia las apariciones en una gruta de Ixpantepec, [Juquila], desde noviembre de 1928 hasta 1934.156 Primero fueron aceptadas por el cura y luego descalificadas. 3.- Lo que conduce a una pregunta que no puede tener respuesta en el marco limitado del presente estudio, a saber ¿el triunfo de la Resistenz hace de Oaxaca la excepción que confirma la regla, o bien nos lleva a otras preguntas? 4.- Para poder dar respuesta, habría que estudiar a todos los estados, todas las diócesis en las cuales no hubo levantamientos católicos importantes. 5.- Y realizar, después, una comparación, punto por punto entre las regiones de Widerstand y las de Resistenz: los antecedentes del Porfiriato, de la Revolución entre 1910 y 1925; entre 1926 y 1938, la conducta respectiva del gobierno local (que tiene que ver con sus relaciones con el gobierno federal), de la Iglesia local, del ejército, de la sociedad (análisis de clases, cultura, vivencia religiosa, geografía: comunicaciones y/o aislamiento, factor étnico...) Así, en el caso del estado de Oaxaca, la existencia del foco “cristero” de Huajuápam puede llevar a interesantes paralelos con los Altos de Jalisco. La zona persistió en su situación de deviant case y abrazó el sinarquismo, luego la militancia en el P.A.N. En 1962 vivió un levantamiento “cristero” duramente reprimido y poco conocido. El vecino estado de Puebla parece haber vivido una Resistenz semejante y uno está tentado a comparar la moderación del gobernador Tirado a la de su colega Genaro Vásquez, y la del arzobispo de Puebla, Mons. Vera y Zuria, con la de José Othón Núñez y Zárate. 6.- Lo anterior conduce una vez más al tema de las personalidades, de los actores en la historia. ¿Cómo ponderar ese factor? Jalisco tuvo en 1926 un gobernador interino, Silvino Barba González, personaje de buena voluntad, que intentó abrir los ojos al presidente Calles sobre el peligro de exasperar, desesperar al pueblo católico de Jalisco. En el mismo momento, el arzobispo de Gua-

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dalajara, Francisco Orozco y Jiménez luchaba, primero para convencer a sus colegas de no suspender el culto, segundo, después del 31 de julio de 1926, para impedir el levantamiento de sus fieles. Ambos hombres fracasaron y en Jalisco triunfó en grande la línea Widerstand. Ahí entran en consideración los otros factores mencionados; en el apartado de los “antecedentes”, a diferencia de Oaxaca, Jalisco había conocido puros revolucionarios jacobinos entre 1914 y 1924 y sus católicos se habían organizado y fogueado en esas duras luchas. 7.- En cuanto al ejército, el factor personal de los jefes es importante, ciertamente, pero generales humanos, respetuosos de la vida de los civiles y hasta de los combatientes enemigos, como Manuel Ávila Camacho o Lázaro Cárdenas, en Jalisco y Michoacán, no pudieron evitar la gran guerra que asoló el Occidente; el general Espinosa y Córdoba hizo la guerra en Michoacán antes de dirigir la J. O. M. de Oaxaca en 1928, como un hombre conciliador. Claudio Fox, quien lo sustituyó en Oaxaca después de su muerte accidental, no tenía fama de ser muy suave: en Oaxaca lo fue. ¿Será que los militares se portan bien cuando no los atacan? ¿Por qué su anticlericalismo «a lo menos el de algunos» fue tan visible y odiado en la zona cristera, mientras que no se manifestó en Oaxaca? 8.- El anticlericalismo está por estudiarse. En Oaxaca, en los archivos del estado y de la Iglesia, no parece ser muy fuerte y sus portavoces son todos maestros de primaria. Pero habría que profundizar. 9.- Después de comparar Oaxaca con otros estados “sosegados”, habrá que volver a la pregunta de su especificidad. ¿Qué tanto pesó en la conducta del gobernador el hecho de dirigir un estado con una población indígena en su gran mayoría, viviendo en una multitud de pequeñas comunidades fuertemente estructuradas? ¿Cómo logró ser un perfecto “callista”, en excelentes términos con el presidente de la republica, y al mismo tiempo el hombre del modus vivendi con la Iglesia local? ¿Será una prolongación del “soberanismo” oaxaqueño y también la consecuencia de su teoría: “Hay que darle la razón al indio, aunque no la tenga?” Cambie el lector la palabra “indio” por la de “católico” y verá. Muchas autoridades locales tuvieron la misma actitud que Genaro Vásquez y no aplicaron, o aplicaron a medias, las órdenes oficiales. “Darle la razón al indio” es, sabiamente, reconocer la

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157 AGEPEO, Asuntos Eclesiásticos, Juquila, queja del 14 de enero de 1936.

158 J. O. Núñez y Zárate, Carta pastoral número 13, del 18 de enero de 1937, en Christus núm. 17 (1937): 311.

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fuerza de la resistencia silenciosa de los pueblos y de la élite local; es también tener conciencia de la debilidad del Estado. El silencio del presidente Calles en su correspondencia con el leal Genaro Vásquez ratifica ese conjunto de simulaciones. No se puede hacer nada, tal es la matriz. ¿Sabiduría o impotencia? La impotencia es una forma de sabiduría y eso permite, al nivel nacional, primero los “arreglos” de 1929, después, progresivamente, su aplicación en tiempos de Cárdenas, entre 1936 y 1938. Cuando no surge un gran movimiento armado, el Estado no se atreve a exigir la ejecución de sus directivas, se frena antes de recurrir a la violencia. 10.- Con sobrada razón la Federación Regional de Obreros y Campesinos de Juquila podía quejarse en 1936 de que «en aquella región todavía se ejerce el fanatismo a ciencia y paciencia de las autoridades pues que constantemente se celebran fiestas de mayordomías en abierta pugna contra los postulados de la revolución».157 En Juquila y en todo el estado. Curiosamente el arzobispo José Othón Núñez y Zárate, ya de regreso en Oaxaca, manifestaba un paralelo pesimismo:

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conflicto, puesto que en los años 30s, la Iglesia no pudo contar con el modus vivendi respetado por el gobernador Genaro Vásquez en los años 1920. La Cristiada no se había propagado entonces a Oaxaca, en buena parte porque la vida religiosa no había sido seriamente afectada; en los años 30, Oaxaca no pudo repetir esa buena experiencia ni gozar de un régimen especial: en un momento dado se quedó oficialmente sin sacerdotes y sometida a la misma embestida que el resto de la república. Sin embargo, los llamados a la insurrección de los ligueros no encontraron eco y los laicos, como los eclesiásticos, optaron por la larga paciencia y el duro taladrar de la lucha cívica. Salieron ganando y confirmados en la justeza de su apuesta.

«Con inmensa tristeza consideramos que los avances del mal en sus diversas manifestaciones ha llegado a un grado tal que parece realizar la apostasía general. Y no es que desconozcamos que son aún numerosos los que cumplen sus deberes de católicos; pero al mismo tiempo es una pavorosa realidad que son legión los que viven en completa indiferencia religiosa, entregados a la inmoralidad en sus formas más odiosas»158 Uno puede preguntarse por qué se lamentaba el arzobispo. Cuando escribía, el conflicto religioso estaba a punto de terminar y el presidente Lázaro Cárdenas había multiplicado las señales (y los actos concretos) en ese sentido; los católicos recuperaban, estado tras estado, parroquia tras parroquia, sus templos y sus oficiantes. En Oaxaca habían ganado la batalla, o estaban terminando de ganarla, de la manera más ortodoxa del mundo. No habían escuchado los llamados a la lucha armada; como en 1926-1929 habían preferido, en unión con su clero, la Resistenz al Widerstand, la larga paciencia de la lucha cívica y de la vida religiosa redoblada, al recurso de las armas. Hasta podría uno pensar que sus méritos fueron mayores en la segunda etapa del

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FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA


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4.-Inédito -Coloquio internacional, Queen’s University, Belfast, 14-15 de octubre de 2005: God’s Revolution? Faith and Impiety in Revolutionary Mexico, 1919-1940. En particular las ponencias de Adrian Bantjes: “Making Sense of Iconoclasm: Popular Responses to the Destruction of Religious Images”. Benjamin Smith: Anticlericalism, Resistance and the Birth of the PAN in the Diocese of Huajuapam de León, 1930-1950. -Edward Wright-Rios: A Revolution in Local Catholicism: Faith or Fraud in Oaxaca, 1928-1934. Jean Meyer presentó el borrador de la primera parte del presente libro.

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