MONSTRUOS

Page 1



TEXTOS Y OBRAS EXPUESTAS María Rosa Alonso: Narciso Maisterra: Tierra de Campos (texto de Marcelino García Velasco) Hombre Invisible (texto de Julián Alonso) Tu fealdad es la mía (texto de Jesús Aparicio)

Nell (texto de Julián Alonso) El ángel ciego (texto de Jesús Aparicio) Prometeo (texto de de Julián Alonso)

Gregorio Antolín: Vicente Mateo: Jeckyl (texto de Julián Alonso) Tirán (texto de Jesús Aparicio) Laureano el Baldadiño (texto de Javier Villán) Nocturno (texto de Carmen Centeno)

No seas basilisco (texto de Carmen Centeno) El monstruo de la plaza de abastos (texto de Fernando Zamora) Medea (texto de Javier Villán) Bahamut (texto de Julián Alonso)

Amando Cuellas: Adolfo Revuelta: Lácrima (texto de Jesús Aparicio) Hombre Elefante (texto de Julián Alonso) La esfinge (texto de Manuel Bores)

Ángel Cuesta: El hombre del saco (texto de Marcelino García Velasco) Hombre lobo (texto de Julián Alonso) Circa (texto de de Jesús Aparicio) La cartilla de racionamiento (texto de Marcelino García Velasco) Mujer Pantera (texto de Julián Alonso)

Minotauro (texto de Manuel Bores) Sirenas (texto de Jesús Aparicio) Polifemo (texto de Julián Alonso) Escila (texto de Jesús Aparicio) Cancerbero (texto de Manuel Bores)

Félix de la Vega: Leviatán (texto de Jesús Aparicio) Frankenstein (texto de Julián Alonso) Cancerbero (texto de Manuel Bores) Hidra (texto de Fernando Zamora)

Yegor Kovalchuk: La razón del amor (texto de Jesús Aparicio) Los amantes (texto de Julián Alonso) Oksana Sobre un caballo voy

Fernando Zamora: El comedor de libros (texto de Fernando Zamora)



PRESENTACIÓN Hay dos hechos comunes que caracterizan a todos los monstruos y son, de algún modo, los nexos que unen las obras y textos que conforman esta exposición: soledad y desconocimiento. De ese amargo cóctel surgen y cobran vida todos nuestros fantasmas y esa es la fría copa que han de beber hasta las heces los seres singulares y extraños que pueblan nuestra vida cotidiana, la literatura, la mitología, el cine, y, en general, la imaginación de los seres humanos que a través de los siglos los hemos creado y dado forma. Incluso los monstruos abstractos, los que no tienen cuerpo pero son una idea que hace sufrir a quienes padecen sus consecuencias, participan de algún modo de soledad y desconocimiento que nos aterroriza. Como dice Jesús Aparicio en dos versos definitorios, “no son los monstruos seres sin corazón / sino que lo poseen en exceso”. Individuos débiles, temerosos, tímidos, que tratan de romper las barreras de su propia singularidad a fuerza de reacciones extemporáneas que no hacen sino provocar un mayor rechazo entre quienes saben de su existencia. Es la pescadilla que se muerde la cola, el miedo a sus miedos, que son nuestros miedos propios y se erigen como una barrera infranqueable aún cuando dejan un resquicio al conocimiento y la ternura ante quienes son, desde el mismo instante de su nacimiento, unos perdedores que resisten parapetados en su singularidad, para que no se les note el pánico atroz que sienten ante aquellos que nos consideramos “normales”. ¿Estamos seguros de que lo somos?. JULIÁN ALONSO


Tu fealdad es la mía

Tu fealdad es la mía. Ambos somos extraños en un mundo creado por un dios imprevisto.

María Rosa Alonso

Jesús Aparicio


Hombre invisible

HOMBRE INVISIBLE Estoy aquí, en el lugar sin nombre donde la luz habita y el hielo es un recuerdo desteñido de azul.

María Rosa Alonso

Julián Alonso


Tierra de Campos TIERRA DE CAMPOS

DURA y seca, vieja pelleja de tierra bajo el sol, Tierra de Campos, mar sin hondón del abandono. Tierra de Campos fría, acuérdate, pústula amarilla de soledad, acuérdate, Tierra de Campos, porque, ya muy ayer, arrancabas al árbol de tu suelo y ahora, día a día, echas al hombre de tus pueblos, sin más canto que el beso del viento por sus torres, Tierra de Campos, bella y maldita, acuérdate, campo y horror de la desesperanza.

María Rosa Alonso

Marcelino García Velasco


Nocturno 1 NOCTURNO Desfilan sonrientes, cargados de zozobra, dagas con sed antigua, filos sordos, de aire que partirán el mundo. Jinetes del estruendo, van matando los besos a ras de los cristales. Huye en silencio el sueño, huyen los almohadones, se resbala la angustia, las vigas se deshacen. El galope despierta una espiral infame, de dolor, de pupilas, de quicios destronados. No es el Apocalipsis, pero le anda a la zaga. No tiene forma humana, no tiene forma alguna ni emite más sonido que el del horror diario: pirámide de insectos más voraces que el hambre. Lista a partirse el alma, sin sangre ya las manos de espantar alimañas, al borde de los bordes de la torre más ciega desde la que arrojarse, llega otro aplazamiento. Amanece.

María Rosa Alonso

Carmen Centeno


Nocturno 2 NOCTURNO Desfilan sonrientes, cargados de zozobra, dagas con sed antigua, filos sordos, de aire que partirán el mundo. Jinetes del estruendo, van matando los besos a ras de los cristales. Huye en silencio el sueño, huyen los almohadones, se resbala la angustia, las vigas se deshacen. El galope despierta una espiral infame, de dolor, de pupilas, de quicios destronados. No es el Apocalipsis, pero le anda a la zaga. No tiene forma humana, no tiene forma alguna ni emite más sonido que el del horror diario: pirámide de insectos más voraces que el hambre. Lista a partirse el alma, sin sangre ya las manos de espantar alimañas, al borde de los bordes de la torre más ciega desde la que arrojarse, llega otro aplazamiento. Amanece.

Gregorio Antolín

Carmen Centeno


Tirán

TIRÁN Solamente el microscopio más avanzado es capaz de distinguir –aunque de forma difusa- el duro caparazón sembrado de protuberancias que le recubre y protege. Es como la miniatura de un animal prehistórico muy lejano. Vive dentro de los canales auditivos de su portador, del que es esclavo. Su rapidísimo desarrollo y propagación en épocas de celo vivo, produce una enfermedad llamada rencor.

Gregorio Antolín

Jesús Aparicio


Jeckyll

JECKYLL Sólo soy yo cuando soy el otro.

Gregorio Antolín

Julián Alonso


Laureano el Baldadiño LAUREANO EL BALDADIÑO: LA COMUNIÓN DE LOS CERDOS Comiéronte los cerdos, Laureano, el baldadiño que soñó Valle Inclan una noche de infierno y de locura; a ti no te llegaba nada de la limosna ni palabras de amor que semejaran divinas palabras o afección o misericordia, aunque tenías encabritado el miembro viril y grande, que bien pudiera ser apto para la fornicación si no yacieras para siempre en tinieblas y nulo valimiento. Mas por eso y tu falta de razón, ni siquiera putas hurgamanderas fornicaron contigo, aun que les abrumaba el poderío de tu sexo sin seso. Cabezón, hidrocéfalo, idiota y sólo ávido para el olor del aguardiente. Segunda muerte dieronte los cerdos y aún éstos, gruñidores y hambrientos, tuvieron más piedad de ti que los humanos. Nunca exhibieron tu fealdad por pueblos y barracas, nunca sacaron beneficio limosnero de tu inocencia perturbada. Mejor es devoración de un muerto, pues comunión parece, que arrastrar un adefesio de la naturaleza por caminos y ferias; mejor que matarlo de exceso de aguardiente, empaparlo de aguardiente a la fuerza, ponerlo como un fudre. Y luego, muerto, dejarlo a la intemperie para que vengan los cerdos y lo coman con gruñidos que semejan rezos.

Gregorio Antolín

Javier Villán


Hombre elefante

HOMBRE ELEFANTE ¡Que no enciendan la luz!. ¡Que no me roben este país en sombra donde están mis dominios!. En ellos soy hermoso como un David de mármol. Sin ellos me disuelvo, muero, desaparezco. ¡Que no enciendan la luz, que nadie venga a interrumpir el sueño de un mundo sin espejos!.

Amando Cuellas

Julián Alonso


Lácrima

LÁCRIMA Como tiene forma de gota, espera a que las lágrimas broten de las vías lagrimales para bajar resbalando con ellas. Es casi imperceptible y por lo tanto muy difícil distinguirlo. No obstante, conociendo que exclusivamente entra en acción, activándose, cuando la causa es el odio, un observador atento y paciente que se aproxime lo suficiente a las mejillas del animal airado, podrá discernir su transparencia levemente ensangrentada.

Amando Cuellas

Jesús Aparicio


La esfinge LA ESFINGE (Deconstrucción de un poema) ¿Dónde estabas, monstruo infame, aquella tarde de invierno? ¿Dónde? -Llovía suavemente...Bajaba aquel hombre despacio por la calle a primera hora de la tarde. El agua corre pegada al bordillo de la acera y se precipita en las rejillas de desagüe. Va abrigado con un tabardo. Una bufanda tapa su boca y una gorra de paño con visera le cubre la cabeza. Hubiera bastado el breve tiempo en el que formulabas tu enigma para entretener un momento a ese hombre y haber burlado el destino. -Sopla una ráfaga de vientoSubo aprisa por la misma acera. Voy justo de tiempo a la primera sesión de cine. Inclino el paraguas hacia adelante para cubrirme de la lluvia que el viento revuelve. Ya un poco más cerca, cuando voy a doblar la esquina, creo reconocerlo. Lleva sus mismas gafas oscuras. Levanto el brazo, en un amago de saludo y adiós. ¿Qué sé de él? Apenas nada. Hace poco murió su mujer. Ha dejado un hueco más en un pueblo y ha venido hace poco a vivir en casa de la hija en la ciudad. Le están haciendo pruebas médicas: tensión, colesterol, próstata, vejiga, etc. ¿Vendrá de echar la partida de dominó en el Hogar del Pensionista? Sigo mi camino. De pronto, oigo un golpe seco a la altura del paso de cebra de la esquina. Pero tú, ¿dónde estabas, infame monstruo, a esa hora de la tarde de aquel domingo de febrero? ¿Tomando café al lado, en el bar de la esquina?

Amando Cuellas

Manuel Bores


El hombre del saco EL HOMBRE DEL SACO Un día entró en la casa la sombra funeral del hombre del saco. Ya sé que vino por el niño desde la voz varón de las vecinas. Y desde entonces, creció con él haciéndose completamente negra, habitando rincones de la escalera oscura que le llevaba al sueño en aquel cuarto donde una noche oyó el aullido lejano de los lobos por el páramo. Y como el hombre con su saco enorme de sombra los traía gritando hacia la casa, el niño se escondió entre el calor temblante de las sábanas, mientras sus párpados se herían de apretarse. Todavía aquel hombre, el del saco, aparece, de tarde en tarde, en el rincón oscuro de la soledad.

Ángel Cuesta

Marcelino García Velasco


El hombre lobo HOMBRE LOBO Abre dos ojos grandes, redondos como lunas. En el cielo nocturno de su rostro aterrado brilla inasible el miedo con destellos de plata. Sabe inútil la huida. La luz en la ventana es un imán de muerte que le atrae sin remedio. Oculta la cabeza y se araña la cara con la crueldad de un ciego Algunas veces llora. Agazapada y fría una pistola espera.

Ángel Cuesta

Julián Alonso


Circa CIRCA Este ser, dotado de un apetito insaciable, se alimenta de sí mismo. Su forma es circular y, visto de cerca, es igual que un disco en perpetuo movimiento, cuyo centro es el vacío. Al mismo tiempo que sus afilados dientes van devorando la parte final de su cuerpo, éste va creciendo al ritmo de su digestión, acompasándose ambos movimientos con una precisión absoluta. Vive en la sangre de las criaturas cuyo carácter es la desproporción.

Ángel Cuesta

Jesús Aparicio


Mujer pantera MUJER PANTERA Hubiera dado la vida por ella. ¡Cuántas veces mentí a la policía cuando el rastro de sangre llegaba hasta el portal y el volumen de la radio ocultaba su jadeo en la habitación contigua!. Fue un amor destructivo; sus uñas en mi espalda así lo testifican. Huérfano de sus curvas felinas, paseo solo por Central Park y la imagino lejos, en otra noche fría, cuerpo roto entre cristales rotos, fotografía de portada –feo agujero de nueve milímetrosen todos los periódicos: “Mujer muerta en extrañas circunstancias”. La sonrisa de la liberación dibujada en su rostro.

Ángel Cuesta

Julián Alonso


La cartilla de racionamiento LA CARTILLA DEL RACIONAMIENTO Españolitos, no engordéis más. Os lo manda vuestro padre, el general. Con esta cartilla habrá pan, garbanzos o lentejas, también patatas, algo de aceite y un cupón de varios por aquello del chocolate y el jabón de los niños. Dejo libres la sal y el hambre. Mas la lumbre la tendréis que buscar. Ya os lo dije: “ni un solo hogar sin lumbre, ni un español sin pan.” Españolitos, no engordéis más. Sed sobrios al comer, que la gula es pecado capital, y años vendrán en que las mozas quepan en talla 36, tal como debe ser. Ay, de aquel julio. Pero yo nazco con las flores, en mayo del 40. Españolitos -lo dijo el generalsed fuertes y sed sobrios. Yo estaré con vosotros, semana tras semana, hasta la blanca mitad triunfal del año torre del 52. Quedad con Dios.

Ángel Cuesta Marcelino García Velasco


Oksana OKSANA Para leer en alto Ne sam ya idú, chórnim vólom idú, suchóyu gadínoyu poganyáyu, právoyu nógoyu na poríg stupáyu, svoím vorógam yasík odvertáyu: schob voní gubámi ne pliátkali y subámi ne klátsali nado mnóyu, Oksanu, raboyu Božoyu.* Antiguo conjuro ucraniano No voy sola. Cabalgo sobre un buey negro, le arreo con una serpiente seca. Con la pierna derecha piso sobre el umbral (del mundo) y a mis enemigos la lengua les retuerzo, para que ni con sus labios babeen, ni con sus dientes rechinen en contra de mí, Oksana, esclava de Dios. * (reproducción libre de la pronunciación y entonación en ucraniano)

Yegor Kovalchuk


Sobre un caballo voy SOBRE UN CABALLO VOY Para leer en alto Na kóni yidú, a gadyúkoyo poganyáyu, usím, usím moyím nepriyátelyam y supostátam róti satikáyu. Gadyúchi chvist a žabyáche chérevo, yak piidú ya miž páni, to schob stáli voní, yak súje dérevo. * Antiguo conjuro ucraniano •(reproducción libre de la pronunciación y entonación en ucraniano)

Sobre un caballo voy, con una serpiente le arreo, a todos, todos mis enemigos y malas gentes la boca les tapo. Cola de serpiente, tripas de sapo, cuando llegue a ver a sus Señorías, que pierdan la savia como un árbol seco. DiOS, otorga a Los tirAn0S pi0J0S, a Los sOLitAriOs PerrOs, a LOs niÑ0s mAripoSAS, a Las muJeres PieLes, a L0s hOmBreS JabALieS a todos nosOtr0s emPeRo mándAnOs un ALcón, que nOS Lleve sobre sus aLas hacia Tí.

Yegor Kovalchuk

(Dicho ucraniano)


Los amantes

LOS AMANTES Humanos hasta el dolor, monstruos de nuestra propia felicidad, exiliados de un mundo que proscribe el instinto y erige pedestales a los dioses mรกs tristes, sufrimos hasta el gozo, mas, gozamos a riesgo de incurrir en una culpa absurda.

Yegor Kovalchuk

Juliรกn Alonso


La raz贸n del amor

LA RAZON DEL AMOR De todos los reproches que me hiciste s贸lo en uno te equivocaste: No son los monstruos seres sin coraz贸n, sino que lo poseen en exceso.

Yegor Kovalchuk

Jes煤s Aparicio


Nell

NELL Nell huyó en silencio, al jardín interior de su insoportable lucidez. A ciegas extiendo las manos y no la toco. Cada vez más lejos, mostruosamente ajena aunque esté junto a mí, conversa con los gatos y con las estaciones. Al invierno le habla de sí misma desnuda y temblorosa. Nieva en su pelo y ella sonríe.

Narciso Maisterra

Julián Alonso


El ángel ciego

EL ÁNGEL CIEGO Puede enumerar con exactitud tus miedos más oscuros o lo que hoy te ocurrió en el trabajo. Observa sin mirar, como un ahogado en el fondo del lago. Nadie sabe de ti más que tu propio muerto. Es quien camina por la ciudad mientras duermes y baja por las calles más sórdidas del puerto, buscando en los portales al muchacho más hermoso, el de labios más dulces. Quien desangra el amor, quien corrompe los sueños.

Narciso Maisterra

Jesús Aparicio


Prometeo

PROMETEO Tu generosidad creó al peor de los monstruos. Mala arcilla elegiste para llenar sus manos de herramientas de muerte. Si soñabas al hombre a imagen de los dioses, el reflejo tomaste en un espejo roto. Nunca Zeus halló mejor motivo para lanzar su ira. Pequeño fue el castigo a tu inconsciencia.

Narciso Maisterra

Julián Alonso


Basilisco

NO SEAS BASILISCO No merezco tus ojos, soy impura. No arriesgues la mirada en mis ardores, no sea que las aguas del espejo hieran de muerte el hueco que te ampara. Si me quieres liviana, indefinida, transparente, fugaz, callada, tuya deja que siga mi camino, sola. No tientes la memoria con silbidos, no agrandes el horror de aquel secreto, no busques en el velo de mi boca más gritos que los verbos mudos, más llanto que el desierto oscuro. Lo que pasó, pasó sin más historia. A un palmo estuve y no me concediste el rayo abrasador de tu mirada. Rechazaste mi olor, mis pensamientos, la voz con que arrullaba tus temores, la esclavitud que pregonaban, quedos, mis sueños de dolor y de inocencia. Las buscabas más altas, más hermosas, adobadas de lunas y fervores, listas, redondeadas, dueñas de ti y del absoluto. La niña que exiliaste con desprecio no puede morir más. Cierra tus ojos.

Vicente Mateo

Carmen Centeno


El monstruo de la Plaza de Abastos EL MONSTRUO DE LA PLAZA DE ABASTOS Ante la luz inmensamente negra, lava y volcán. Fosforescentes amarillos, rojos sangrando, celestes azules, cobaltos, esmeraldas, aguas, nácares. Dedos, garras, manillas, pezuñas, tentáculos, seudópodos. Nervios, venas, corazones. Vísceras. Casquería-Carnicería-Pescadería. Asaduras, mondongo, hiel, buches, criadillas, sesos, oreja, morro, espinas, raspas. OjOs-OjOs-OjOs Mandíbulas, dientes, hueso, cañas. Escamas. Crestas, unicornios. Y una fruta exótica como un bodegón de piña en la cabeza. Es el monstruo del Mercado. El monstruo de la Plaza de Abastos.

Vicente Mateo

Fernando Zamora


El Bahamut EL BAHAMUT En el espejo veo un ser imaginario, - tal vez un Bahamut o tal vez yo -. Veo un hombre de nieve al fondo del espejo. Cuando cierro los ojos, se derrite y vuelve a aparecer transmutado en ardilla que se sube a mi hombro. Un gesto de mi mano y cae rodando al suelo como un trozo de caspa para ingresar de nuevo en el espejo donde el Bahamut habita. Entonces mi reflejo resplandece, la boca de Kalak despide fuego y el desierto de Arabia se derrama en mi cuarto. Un pez sostiene el mundo.

Vicente Mateo

Juliรกn Alonso


Medea MEDEA ENLOQUECE DE AMOR Y VENGANZA Un coro.¿Qué medita Medea y sus silencios amenazadores?; ¿qué recuerda de cuando tanto amaba?; ella que por Jasón abandonó su estirpe y profanó la ley y las costumbres. Amante apasionada, madre feliz, perra en celo ¿trama alguna venganza?. ¿Qué urde contra sus hijos y contra Jasón a los que amó como nunca se amara?. Otro coro. Gime por la traición de Jasón, su corazón enloda de sangre y llamaradas. Gime porque su lecho está vacío y otra ha usurpado las sábanas nupciales. Su furor es de fuego, le arde el pubis reseco y aún le arde más la sangre donde el rencor habita. Fuego de tan cruel, purísimo y sin mancha. Otro coro. Todo está decidido; espantable y funesta, Medea dará a Jasón y a su amante, la hija del Rey, bodas de luto y fuego. Muerte; muerte a la usurpadora, la otorgadora de placeres nuevos. Un vestido de fuego, segunda piel de espanto que asfixia y entre horribles tormentos proclama la venganza y el ultraje; y muerte a los propios hijos, simiente de Jasón, por quitarse a sí misma y, sobre todo, por quitarle a Jasón lo que más ama.

Vicente Mateo

Javier Villán


Minotauro HABLA EL MINOTAURO Así pues, Teseo regresó como un héroe a su patria surcando las aguas donde su padre buscó el olvido. Dédalo sobrevivió en la memoria gracias a sus ingenios, pero también –oh, amargo dolora costa de la muerte de su hijo. Baco encontró en Ariadna el más dulce amor, el que nace del abandono. Y Fedra devolvió al hogar de Teseo la cicuta de la tragedia. Todo ocurrió lento e imperceptible, como se devana el hilo de una madeja. Pues nada tiene de extraño que se cumplan los caprichosos designios de los dioses. Pero..., miradme y responded: ¿era necesaria tanta monstruosidad?

Adolfo Revuelta

Manuel Bores


Sirenas

SIRENAS A Julián Alonso Nerviosas, juguetonas, estrenando la vida, las puedes observar cuando salen de clase, disimuladamente, no suceda que alguien pueda pensar de ti que eres de los que guardan el amor en los pliegues del abrigo. Quizá tu pensamiento te lleve sin rencor hasta esos años donde ser feliz era un modo de acariciar la vida. Y te es imposible apartar la mirada de esos cuerpos eléctricos de diecisiete años, de esas sirenas que hacen que el deseo naufrague contra los arrecifes del tiempo, mientras, inerme, te atas al mástil de tu nave aun sabiendo que en todas las islas de tu viaje te seguirá su canto , como un eco pronunciando cada uno de tus nombres.

Adolfo Revuelta

Jesús Aparicio


Polifemo POLIFEMO Si te marchas, Ulises, ¿quién llenará mi tiempo en esta isla vacía? ¿Con quién conversaré, quién me contará historias de los héroes troyanos; de tierras que ya nunca podrá ver mi ojo muerto?. No escuches los cantos de sirena. Ítaca ya no existe. Mas, si a pesar de todo Abandonas a un ciego, sé piadoso y acaba tu trabajo. No soporto la dura soledad de este lugar perdido

Adolfo Revuelta

Julián Alonso


Cancerbero CANCERBERO En las noches de invierno, allá a lo lejos, en los límites de la ciudad, pero nítido y acerado como estrellas rabiosas, profundo y persistente como un diapasón, se oye el ladrido de un perro, el desgarrado aullido del monstruoso can de la memoria.

Adolfo Revuelta

Manuel Bores


Leviathán LEVIATHÁN Leviathan es el pez que vive en las profundidades, en el reino de la oscuridad y los seres monstruosos. De tamaño menor que una orca, su voluntad le empuja a alimentarse únicamente de animales mayores que él, tales como las orcas y las ballenas, a las que engulle enteras. Guiándose de su instinto depredador, ha habido ocasiones en que, al divisar el casco de un barco en la lejana superficie de las aguas, lo ha confundido con un animal poderoso con el que medir sus fuerzas, atacándolo. El cristianismo ha querido ver en él la reencarnación del mal, un trasunto del demonio. Sin embargo, los espíritus de los seres a los que traga, no se dirigen a las moradas infernales, sino que, renacidos de él en peces ciegos, vagan tropezando por las negras profundidades marinas en busca de la sangre.

Félix de la Vega

Jesús Aparicio


Hidra HIDRA Versión libre y resumida, para las necesidades actuales, del episodio entre Hércules y la Hidra de Nueve Cabezas

- Buenos días señora Monstruo - Que no me llamo así, que me llamo doña Hidra, don Hércules. - No era mi intención ofender pero, al verla con nueve cabezas, me he dicho ésta tiene que ser la señora Monstruo. Perdone doña Hidra, como hay tanto mito suelto… Bueno, pues verá, yo venía a cortarle la cabeza… - ¡Huy! Don Hércules, cómo es usted. ¿No sabe que a mi me cortan una cabeza y enseguida me crecen otras dos? - Pues me ponga las nueve… ¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! - Y don Hércules se fue a otra historia (otro Trabajo de los doce y muchos más que le salieron) - ¿Qué te parece?

Félix de la Vega

Fernando Zamora


Frankenstein FRANKENSTEIN Soy un ser singular, el producto febril de un doctor loco. Mi vida nada vale. Huir es mi destino. El miedo me acompaña, soy un ser singular, un desgraciado. Me enamoré de una mujer casada -Mary era su nombre-. Recitaba en mi oído poemas de Lord Byron que eran largos cuchillos cercenándome el pecho. Tuve que abandonarla. No sé por qué le cuento cosas que no le importan. Disculpe, la soledad me pesa como una losa fría. Máteme, señor, y hará una buena obra.

Félix de la Vega

Julián Alonso


Cancerbero CANCERBERO En las noches de invierno, allá a lo lejos, en los límites de la ciudad, pero nítido y acerado como estrellas rabiosas, profundo y persistente como un diapasón, se oye el ladrido de un perro, el desgarrado aullido del monstruoso can de la memoria.

Félix de la Vega

Manuel Bores


El comedor de libros « C'est l'Ennui! L'oeil chargé d'un pleur involontaire, II rêve d'échafauds en fumant son houka. Tu le connais, lecteur, ce monstre délicat, -Hypocrite lecteur, - mon semblable, - mon frère! » (“¡Es el Tedio! - los ojos preñados de involuntario llanto, Sueña con patíbulos mientras fuma su pipa, Tú conoces, lector, este monstruo delicado, -Hipócrita lector, -mi semejante, -¡mi hermano!”) CHARLES BAUDELAIRE (de “Las flores del mal”)

INCIDENTE EN LA LIBRERÍA (El comedor de libros) Había montones de palabras Toneladas Fácilmente (hora y media revolviendo) compré al fin 200 gr. de versos un bocado lo justo para el día una sopita de letras 72 -apenas nadame empacharon

Fernando Zamora

Fernando Zamora



Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.