Conferencia IV centario de las Clarisas en Alhama

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Salvador Raya El convento de la Purísima Concepción de Alhama (1612-2012)

Salvador Raya Retamero

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El onvento de la

Purísima Concepción de Alhama de Granada (1612-2012) Conferencia pronunciada el día 26 de octubre de 2012 en la conmemoración del IV centenario 1


Salvador Raya El convento de la Purísima Concepción de Alhama (1612-2012) Para más información sobre documentos y bibliografía citados en esta conferencia véase RAYA RETAMERO, S.: Historia eclesiástica de Alhama de Granada (Siglos XVXX). Grupo de investigación HUM-594 de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, Granada, 2000.

Virgen de las Angustias y San Francisco de Paula copatrones de Alhama Y Vista aérea del recinto monacal

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Preámbulo Quiero saludar en primer lugar a la comunidad que nos acoge: a Sor Clara, Sor Francisca y Sor Pilar por el 400 aniversario de la fundación que se producía en estos días. Y agradecerles la invitación que ya me hicieron desde hace más de un año, como la presencia de todos ustedes. Me produce siempre bienestar encontrarme en Alhama y entre estos espacios que han contribuido decididamente a dar a la población ese toque de solera que lamentablemente por momentos se va perdiendo en algunos aspectos. Y por supuesto esta satisfacción se acrecienta por encontrarme entre quienes han respaldado siempre nuestra investigación agotando los títulos que a lo largo de casi tres décadas fueron saliendo a la luz. Este apoyo es satisfactorio especialmente cuando contrasta con la ausencia del que debieron ofrecer otras intuiciones culturales y municipales, cuando por momentos hubo quien se opuso incluso a la edición de alguno de nuestros libros, desaconsejando públicamente el poyo municipal. Otro hecho anecdótico es el secuestro al que ha sido sometido otro de estos libros, que después de ser financiados 1.000 ejemplares por el Ayuntamiento en el año 2003, Alhama, la huella de una ciudad en sus documentos. Índice de regestas de las actas capitulares, aún permanece retenido en dependencias municipales inexplicablemente, como nos confirma la actual Corporación. Esperamos se solvente pronto una situación tan anómala. Centrándonos en el tema que nos ocupa diremos que al estudio de esta población hemos dedicado prácticamente nuestra vida. El motivo primeramente no fue otro que conocer mejor su pasado y su entorno al que hemos dedicado, tal vez, demasiados años, actividad que poco a poco se fue convirtiendo en una afición, estimulada por el aspecto creativo que conlleva. Entonces, encontramos un auténtico páramo en lo que ha investigación se refiere, pero una secuencia histórica muy rica y completa prácticamente virgen desde la Edad Antigua al siglo XX. Y a ello nos hemos dedicado durante los últimos lustros, tal vez con más audacia y buenos deseos que con otros méritos. El trabajo lo iniciamos en la Edad Media, con el estudio de la planimetría musulmana, murallas, puertas. Lo proseguimos en la Edad Moderna con el análisis de la adopción de las instituciones cristianas tanto civiles como religiosas. En la Edad Contemporánea destacamos la época napoleónica de la que se ha cumplido el bicentenario y al que dedicamos una monografía. Ahora toca definitivamente el final con el título que se encuentra en vías de edición: 2ª república: revolución y contrarrevolución en una comarca granadina. Alhama (1930-1952). 3


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Causas de la pérdida del patrimonio histórico Manifestamos en varias ocasiones que fueron distintas las causas principales las que contribuyeron al aniquilamiento del patrimonio histórico, artístico y documental de la Alhama Moderna. 1) Desamortización eclesiástica de 1835 que origina un grave descalabro en su haber: -Destrucción de iglesias y las piezas artísticas que albergaron (desaparece la primitiva iglesia de Santa Clara -al trasladarse las religiosas al convento franciscano alcantarino-. -Claustro del convento del Carmen y pérdida de toda pertenencia). -Dispersión o desaparición de los archivos conventuales en ese momento. 2) El terremoto de 1884, por lo que a arquitectura se refiere, mermó gran parte de la población y conventos. 3) El trágico y nefasto período de la revolución y represión marxista, del que Alhama es también un exponente claro con la pérdida no sólo de vidas humanas sino de gran parte del patrimonio artístico y documental generado desde el siglo XV. 4) Pero también hemos aludido en ocasiones diversas a otro factor que pensamos es determinante: la indiferencia y desidia por nuestro patrimonio a lo largo de las últimas generaciones, ello ha conllevado la pérdida paulatina de portadas solariegas, escudos heráldicos, adoquinados atemporales… Se enfoscaron los vestigios de la muralla, la desarticulación del espacio de la plaza pública o Real como el adoquinado de la misma, desarticulación del espacio del claustro del Carmen, en las que habiendo mantenido un poco de sentido común se hubiese conservado el sabor añejo y de solera de esta ciudad. Nuestra labor la centrándonos en dos momentos: -En nuestra tesis doctoral: La configuración de una ciudad castellana en el reino de Granada. En ella analizábamos tanto la organización civil como la eclesiástica en los dos primeros siglos tras la conquista. -En la Historia eclesiástica de Alhama de Granada (2001), la primera que se escribe de la provincia desde el siglo XVII, con sus limitaciones y con sólo el apoyo económico del Grupo de Investigación de la Universidad de Granada en el que nos encontrábamos entonces es un rotundo testimonio del vivo pasado religioso de la ciudad. Pues bien, de este libro partimos en esta conferencia, ya que en él se trazaban las líneas generales de la misma. Ella fue el compendio de la consulta de numerosos archivos nacionales, provinciales, locales y por supuesto el de las clarisas de Alhama. 4


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1. El ambiente religioso y conventual previo a la fundación de Santa Clara. Desde la conquista de Alhama hasta el siglo XIX se establecieron en la población, al menos, seis congregaciones religiosas, teniendo cada una distinto origen y evolución, inmersas en negocios muy parecidos a los del siglo: administración de bienes, rentas, censos, riquezas, pleitos, escándalos...; por un lado, pero por otro, fueron verdaderos espacios de oración y recogimiento. De tal manera que podemos decir que el rango e importancia de una ciudad también se puede medir por el número de recintos o espacios conventuales que contiene. Al mismo tiempo, la estructura social quedó patentizada en la estructura conventual y en la dote con la que profesaban cada una de las religiosas; si bien la pobreza no fue nunca obstáculo para el ingreso en el convento; ya que siempre se hallaba un alma generosa que podía satisfacer el estipendio necesario. Asistimos en la Alhama de los siglos XVII y XVIII a una gran exaltación de la vida religiosa que se trasluce en la vida real en compromiso espiritual. La erección de los conventos alhameños se produce en la misma Reconquista con el establecimiento de los franciscanos y se desarrolla en plena época barroca, caracterizada ésta por un gran impulso constructivo en la ciudad; se ubicaban donde la orografía y el espacio urbano lo permitieron. Fueron las Clarisas las únicas que fundaron intramuros, casi en su centro, en unas casas donadas junto a la iglesia parroquial, frente a la plaza pública, desde las cuales se podrían contemplar, seguramente, las fiestas y regocijos que el concejo organizara en aquel lugar, o los autos sacramentales. El resto de las fundaciones se suceden en el espacio inmediato al recinto urbano, extramuros: Carmelitas y Franciscanos Alcantarinos. El espíritu y el espacio religioso de Alhama en el momento de la fundación. Se plasma en dos realidades bien definidas: Las devociones marianas. Proliferaron en esta época en Alhama numerosas devociones marianas y monumentos al Patrón San Francisco de Paula, desde el siglo XVI al XIX. Recopilado todo ello en el siglo XIX por el párroco Federico Antonio Sánchez de Gálvez. Para salvar tan bello libro hicimos una edición facsímil del libro de Recuerdos marianos, prologado por don Antonio Cañizares y cuyo original, a pesar de todos nuestros intentos, por recuperarlo para el archivo de la parroquia, finalmente desapareció.

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Es el Barroco el momento del punto álgido en el florecen tantas tradiciones que con el transcurrir de los años fueron mezclando vivencias reales con el deseo y después se fundieron paulatinamente con la leyenda. Humilladeros en sus calles, imágenes y cruces en las puertas de entrada a las casas particulares, cruces conmemorativas en el campo. Erecciones todas que canalizaban el espíritu y fervor religioso de aquella sociedad Moderna, estamental, impregnada por un arraigado espíritu religioso. Las festividades religiosas. En las que participó en gran concurso la población, pero fueron tuteladas por el concejo desde las primeras centurias de la Edad Moderna, en lo que a su expresión material y desarrollo solemne se refiere, sin duda, por el regocijo y relajación de ánimos que estas festividades, como las civiles, suponían para la población. Es por ello que el cabildo designaba también a los caballeros capitulares encargados de su organización, los comisarios, encargados de dar el mayor esplendor a los actos; unas veces nombrados días antes de la celebración, otras en los mismos cabildos de año nuevo, así lo hemos constatado a lo largo de los siglos XVIXVII. Muchas de ellas tendrán su continuación en los siglos XVIII y XIX; otras serán de nuevo nacimiento. La Navidad. Quedó constancia en la sesión del 30 de diciembre de 1571, en la que una carta del licenciado Cabezas ordenaba que para esas fiestas se pusieran luminarias en las casas de los vecinos y en el cabildo, saliendo los caballeros del concejo a caballo con hacha de cera, además de la correspondiente procesión general. Fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria o de la Purificación. En 1579 el concejo se muestra interesado por ganar provisión para que la justicia y el regimiento llevasen velas a costa de propios, como era habitual en las ciudades del reino de Granada. Y así seguía y en 1608. También conocemos su celebración por el cabildo del 23 de enero de 1612, día en el que se acuerda que se hiciera como tradicionalmente se acostumbraba, indicando a los regidores y demás personas del cabildo su asistencia a los actos. La Semana Santa. Como es lógico era una de las celebraciones religiosas y litúrgicas más importantes. En ella constatamos la presencia de la regla franciscana. De forma rigurosa el concejo daba salario todos los años al convento de San Francisco de Loja para la predicación en Alhama, y se deduce la afluencia general de fieles a los sermones y a las numerosas pláticas que realizaron los Franciscanos. Además, el Domingo de Ramos se realizaba la procesión pertinente, a la cual concurría el concejo con cajas y palmas. 6


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Corpus Cristi o fiesta del Santísimo Sacramento. Fue tradicional esta celebración corriendo el concejo, como era costumbre, con el coste económico, como en 1568, en 1602... Existió la costumbre de dedicar 30.000 maravedís anuales para ese día, repartidos entre la cera de la procesión y la música que se buscaba fuera. Destaquemos que la ciudad se comprometía a correr también con los gastos anuales del Santísimo Sacramento, generalmente la cera, que ascendió en el año 1612 a 586 reales. Fiesta de la Concepción. Probablemente tiene su origen en 1636, año en el que las clarisas plantean al concejo la intención que tienen de celebrar la fiesta de la Linpia Conçepçión de Nuestra Señora, al mismo tiempo que solicitaban ayuda para terminar su iglesia. Fiestas de Nuestra Señora del Rosario. Tal vez, se iniciaran a raíz de la petición de fray Tomás de Saavedra, de la Orden de Predicadores, en el cabildo del 9 de septiembre de 1609, con la intención de instituir y fundar una cofradía de la misma advocación, en la capilla de la iglesia, por lo que eran necesarios treinta caballeros y suficiente número de vecinos, a cuyo cargo corrieran las celebraciones del año y se encargaran de acudir a las fiestas con velas encendidas de dos libras. El acta de sesiones del 18 de septiembre de 1607 alude a la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, auspiciada por la Hermandad y Cofradía del mismo nombre, festejada con procesión y antorchas, actos que se repetían el día de la Encarnación, el de la Asunción, el primer domingo de octubre, enero y mayo. No podemos dejar de recordar aquí otras fiestas religiosas de carácter ocasional, como fueron las rogativas por diversos motivos, como el azote de fenómenos naturales, la plaga de langosta o los frecuentes actos religiosos llevados a cabo por la iglesia mayor y distintas cofradías, que sin duda fueron el grueso de las fiestas religiosas de la Alhama Moderna.

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2. La organización y distribución de los edificios religiosos Sabemos que desde 1501, momento del establecimiento de las dignidades y prebendas de las iglesias del arzobispado de Granada, Alhama se configura como iglesia mayor parroquial. Pero, probablemente la iglesia de Alhama en sus orígenes respondiese a una categoría mayor de la que después gozó, por el hecho de ser el primer templo consagrado en el reino de Granada y por no atisbarse en la primera etapa del último episodio de la Reconquista posibilidad de erección de un templo con mayor rango. La diversidad de edificios religiosos erigidos en Alhama en los siglos XV-XVII fue considerable, por las mismas razones de la época y tal vez como reacción contra el agonizante recuerdo de la cultura musulmana, y este fuese el motivo según Bermúdez de Pedraza que movió los corazones de nuestros ciudadanos a fundar tantos monasterios de frailes y de monjas, tantas parroquias y hospitales (...) tanta santidad y afición al culto divino. De las primeras fundaciones apenas quedan testimonios arquitectónicos; sólo algunas someras referencias nos llevan a ponderar su existencia material en la génesis del desarrollo urbano de la nueva ciudad cristiana: Santa María de la Encarnación, Santiago y San Miguel. Las restantes erecciones religiosas no debieron revestir demasiada entidad en un principio y, desde luego, nunca sobrepasaron la labor arquitectónica de la iglesia de Santa María de la Encarnación. Prueba de la escasa consideración de otros edificios es la referencia que el Civitates orbis terrarum nos deja: Tiene un templo nuevo y noble por su fábrica muy artística, para cristianos, edificado por devoción y piedad, no haciéndose alusión a otra edificación relevante en 1562. La existencia de estas tres parroquias en Alhama en los primeros momentos del establecimiento castellano, parece clara, pues las referencias a las distintas colaciones aparecen repetidamente en las actas capitulares y en los protocolos notariales. -Colación de Santa María la circundante a la iglesia mayor. -Colación de San Miguel, hacia la Puerta de Granada. -Colación de Santiago, situada en torno a la Puerta de la Mina, rodeando los antiguos silos. Pero también hemos documentado la colación de Santa Catalina, nombrada en diversos documentos en el siglo XVI, lo que pudiera indicar un origen posterior.

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Ya establecimos tres etapas en las fundaciones y erecciones eclesiásticas de Alhama durante los siglos XV-XIX: -La primera la dimos en llamar Oscura (1482-1580), porque son muy pocos los documentos escritos que hacen referencia a ella, salvando el proceso constructivo de la iglesia mayor. -La segunda, el último tercio del siglo XVI, se proyectará y se fortalecerá a lo largo de los siglos XVII y XVIII. -La tercera, siglo XIX, en el que nuevas órdenes religiosas llegaran a la población a ocupar el hueco de las desamortizadas. De la primera etapa conocemos la existencia de la iglesia de Santiago y de San Miguel, ambas citadas por Pedraza en su Historia eclesiástica de Granada, junto con la iglesia de Santa María de la Encarnación, como las tres primeras erecciones arquitectónicas; además, la iglesia de San Benito, aludida en la documentación de Calatrava. El carácter provisional -pensamos- será el responsable de que las primeras obras arquitectónicas desaparecieran con el transcurrir de los tiempos modernos. Prueba de lo que decimos es la ermita de Santiago y de San Miguel no se reconoce vestigio alguno de lo que serían los primeros edificios dedicados al culto en la Alhama cristiana.

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3. El largo camino hacia la fundación a) El convento de Franciscanos de la Observancia en la génesis de siglo XVI El interés de los Reyes Católicos por vivificar la vida religiosa en sus reinos es patente en la bula de Alejandro VI el 1 de noviembre de 1499, en la que se dice que es opinión de los monarcas españoles que la vida íntegra y mortificada de los religiosos produce a la iglesia bienes incalculables y edifica a los fieles, como también la vida relajada de los mismos produce consecuencias detestables. Por ello es deber del sumo pontífice vigilar para que la vida religiosa se conserve en toda su pureza y se corrijan los abusos. Inmediatamente después de la conquista del reino de Granada esta Orden se extendía por los territorios recién anexionados a la Corona, y será en esos años cuando los franciscanos llegan a Alhama. El cronista de la Orden es bien claro, respecto al origen de la casa, y preciso en este punto cuando dice en la centuria siguiente que los franciscanos fueron precursores de las clarisas: Como el Baptista fue precursor de Christo N. Salvador, y huuo de obscurecer sus luzes en su ocaso al començar a explayar las suyas N. Redemptor, y maestro. Assi en la Ciudad de Alhama, el Orden primero de N. S. P. S. Francisco fue precursor del segundo; y huuo de extinguirse aquel, aunque por otros distintos accidentes, y permanecer este solo. Y fue además la más antigua fundación franciscana en Alhama, según recogían antiguas escrituras hacia 1528, pues la casa de Alhama se fundaría, cuando los Reyes Católicos promocionaron la Orden por el reino de Granada: Fundóse en ella primero el conuento de la Obseruancia…Fundose este conuento cuando los Reyes Catolicos concedieron los otros a la prouincia de Granada; y sin duda fue solo para precursor del monasterio de las religiosas, plantando en aquella ciudad lo noticia de los hijos, y hijas del serafin Padre, pues luego le dexaron; y confirmose con lo que después sucedio. El 10 de julio de 1494 los Reyes expiden una cédula real, fechada en Segovia y dirigida al corregidor de las ciudades de Loja y de Alhama para proveer de madera, extraída de estos términos, al convento que próximamente se fundaría en Loja: Nos vos mandamos, que toda la madera, para hazer, y edificar dicho monasterio fuere menester, la deis, y fagáis cortar de los montes de los términos de las dichas ciudades de Loxa, y de Alhama, donde mas sin daño, y sin perjuicio de dichas ciudades se pueda cortar. 10


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Queda, pues, claro que la existencia de un convento franciscano se había materializado desde los primeros momentos de la configuración de la ciudad. Nos podemos aproximar, además, al lugar que ocuparon estos religiosos en el casco urbano. 1º) El hipotético solar franciscano pertenecía a las clarisas y a él se refieren en 1820 denominándolo como convento viejo, espacio que nunca habitaron y en el que poseían varias casas. 2º) Hacia 1820, no se había producido el traslado al actual, luego es un dato significativo; si se une a lo aportado por Gómez-Moreno, en su Descripción de los principales edificios de Alhama, que dice que en el extremo de la ciudad antigua queda el testero y costado izquierdo del convento antiguo de monjas, con la capilla mayor y su cúpula de ladrillo con escudo en las pechinas, y que parece del siglo XVII. 3º) Que el espacio al que nos referimos se encuentra circunscrito por sendas calles, denominadas Frailes y Baja de Monjas. En el lugar, subsisten aún los topónimos de "Baja de Monjas" y "Frailes". Todo apunta al primitivo convento de los Franciscanos Mendicantes Descalzos en su primer momento de instalación. Por tanto, podemos contemplar la hipótesis de que en el solar señalado se encontró el convento de San Francisco, que pasaría a las clarisas tras la fundación. La presencia de los franciscanos se constata en 1528, pues el 21 de enero de ese año se dictaba una sentencia de deserción por un pleito que habían mantenido el convento de San Francisco de Alhama y Pedro de Toledo, que labraba un solar del monasterio en cuestión. Pero el abandono de la población se produjo tal vez por esas fechas, pues el día 8 de marzo de 1562 el Cabildo municipal entregaba un solar para la edificación del nuevo monasterio franciscano, inducido por el deseo popular que pedía la vuelta de la Orden a Alhama, como se ha dicho. Así consta en la memoria de las donaciones y dotes que tiene el convento de Santa Clara. Para Alonso de Torres, este solar sería el que después ocuparon los religiosos del Carmen, pues la tradición lo situaba en el arrabal de la Puerta de Málaga, pero que pensamos se trata del contigo a la iglesia parroquial.

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Presumibles espacios franciscanos 12


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Tomaron posesión de este lugar el 8 de marzo de 1562. La transacción se realizó entre el jurado Juan de Vallarta y el síndico del convento de Loja Luis Fernández de Frías. Según el cronista, el escribano público antes aludido, Diego de Salvatierra, (propio de la ciudad por el año 1556) concede otro solar a los Franciscanos en el mismo sitio, de un tal Francisco de Berlanga. La construcción del convento parece que, al menos, se inició, pues el mismo cronista afirma: el qual se empeçó a labrar, y estaba ya en alberca la obra, como afirma Fray Benito de Noguerol, auerla visto en una informaçión, que hiço de las cosas notables de este monasterio el año de mil seisçientos quarenta y seis. Pero la tesis del cronista franciscano Alonso de Torres es la antítesis de las referencias encontradas por nosotros en las actas capitulares: El interés del concejo y la población por esta orden monástica se manifiesta en la sesión de cabildo del día 19 de enero de 1575, una década más tarde de lo apuntado, cuando se escribe al Provincial de los Franciscanos de Loja para que se construya un monasterio de religiosos Descalzos de San Francisco extramuros de la población, pues la ciudad así lo pedía. A pesar de la confusión en las fechas anteriores, todo parece indicar que la nueva edificación franciscana se llevará a efecto en el mismo espacio al que pasarán las clarisas en 1625, y no en el que se instalarían los carmelitas, dado que en la memoria de donaciones aludida se encuentra una anotación en la que se manifiesta que el Marqués de Mondéjar donó un solar al convento, en el cual se labró la nueva iglesia; así se recoge: Tiene el convento una donaçión que hizo el Marqués de Mondéjar de un solar que al presente lo posee el convento y en él y en otras tierras tiene fundada la iglesia nueva, que con otra escritura de doña Ana de Billarta, hija de Gaspar de Cuenca, que queda en trece fojas. El recinto conventual nuevo, por tanto, parece responder a varias donaciones: la de la ciudad, la de Francisco de Berlanga, la del Conde de Tendilla (Marqués de Mondéjar) y la de doña Ana de Billarta o Vallarta. Es a partir de esta fecha cuando el cronista inicia el relato de la fundación de las clarisas siguiendo la crónica fundacional, sin ofrecernos indicio alguno que pueda hilvanar y unir el nacimiento de las clarisas en Alhama con la labor desarrollada en el pueblo para este fin por los franciscanos, aunque la evidencia nos muestra que los solares donados a los franciscanos son los que ocuparán en 1625 las clarisas. Pero, será el acta capitular del 12 de noviembre de 1612 la que nos confirme nuestras sospechas de ser los franciscanos los precursores del establecimiento de las clarisas.

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Si los datos no nos engañan, hemos de deducir que a partir de 1562 los Franciscanos poseían nuevo solar en Alhama y que después de esta fecha se iniciaron las obras de ejecución del convento, sin que pasara nunca a ser ocupado por los mismos. En ese momento las beatas alhameñas siguen desarrollando su vida propia. El interés de la ciudad por la orden monástica lo recoge el cronista en las palabras siguientes: Pues aquellos antiguos moradores deseauan, que bolviessen los religiosos; y assí juntos en su sala de Ayuntamiento, hizo donación el Cauildo de un sitio para conuento, en el arrabal de la puerta de Malaga, que segun tradición, es el que oy habitan los religiosos de Nuestra Señora del Carmen Calçados. Hízose esta donación en ocho de março del año de mil quinientos y sesenta y dos. Tomó possessión del sitio Iuan de Vallartas, iurado de la ciudad de Alhama, con poder que tuuo Luis Fernandez de Frías, syndico de Loxa, en cuyo archiuo se guarda todo lo referido; y juntamente otra escritura, en que Diego de Salvaterra, escriuano, concede otro solar en el mesmo sitio, que huuo de Francisco de Berlanga; el qual se empeçó a labrar, y estaua ya en alberca la obra, como afirma fray Benito de Noguerol, auerla visto en vna información, que hizo de las cosas notables de este monasterio el año mil seiscientos y quarenta y seis. La fundación de este santuario tuuo diferente fin, que el de su última execución; y fue, que mandó hazer un recogimiento de donzellas huerfanas, pobres y virtuosas en las casas de su morada. Por ese interés el concejo se sirve de religiosos franciscanos de Loja para sus celebraciones y sermones, auspiciado por las disposiciones reales antes aludidas en 1499, y que explica año tras año la presencia de la congregación para los sermones de Semana Santa, Adviento, etc., por lo cual recibe como limosna para ayuda de comida y sustento el salario acostumbrado de 4 ducados. Otras veces, para predicar en actos religiosos oficiales, como las honras reales. El abono del salario se realizaba según las disposiciones reales. Desde 1568 tenemos constancia de estos pagos anuales al convento de San Francisco de Loja. Por otro lado, comprobamos en distintas sesiones cómo es el prior del monasterio de Loja el que se dirige al concejo alhameño a fin de solicitar la plaza para el predicador de Adviento; 1574 y 1575; 1577 haber pronunciado numerosos sermones ordinarios, en virtud de la provisión real. Los actos litúrgicos oficiados por estos frailes transcurrían en la iglesia de Santa María, la iglesia mayor, 1579.

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a) El beaterio de monjas de Nuestra Señora de la Cabeza (1525-1575) En los siglos XVI y XVII la mujer no podía ser más que doncella, casada, viuda y monja, por lo que resultan significativos algunos grupos de mujeres denominados beatas, que parecen conjugar los estados anteriores. Las beatas, solteras o viudas, mantienen un recogimiento religioso apartado del mundo, con vida austera. Vivían la castidad, vestían hábito, sin pertenecer a ninguna Orden religiosa e, incluso, moraban en sus propias casas; unas veces, bajo la disciplina franciscana; y en ocasiones su pertenencia fue temporal aprendiendo labores domésticas o de asistencia a pobres y enfermos, tal pudiera ser el caso de la beata alhameña amancebada con el hijo del regidor García Maldonado, al que hemos aludido anteriormente. Por lo que respecta a los orígenes de los beaterios, han sido absolutamente desconocidos hasta la actualidad. Por qué comienza y en qué circunstancias son dos preguntas claves, que responden a los intereses de la clase alta que consideró como un deber propio durante el antiguo régimen crear y sostener fundaciones religiosas, pues de una manera es expresión de su poder y fama para sus fundadores y patronos, lo que queda realmente de manifiesto cuando el provincial franciscano fray Juan Ramírez, formula la petición al concejo al solicitar la fundación clarisa, al manifestar que sería muy útil para la ciudad; pero, además, añadiremos que se debe considerar como una práctica más de sincera piedad, un modo de penitencia interior que prepara el alma para la otra vida, prueba de ello es que es frecuente que las ayudas a las fundaciones y patronatos en sus diversas modalidades emanen de disposiciones testamentarias. En los albores del siglo XVI, en 1525, ya aparece constituido el beaterio y por ello recibe donaciones de particulares como obras pías -nos referimos a la aportación aludida de María Jiménez, y es de suponer que no fue la única que se realizó-. El 15 de marzo de 1572 se sacó y concertó un traslado del cobdeçilio de Marina Ximénez, mujer de Hernando de Cuenca el Viejo, que hizo el 20 de agosto de 1525 ante el escribano público Alonso de Jaén que decía así: Yten, dixo que mandaua tomando de sus bienes se den mil reales para que se forme una casa en esta ciudad de Alhama para las religiosas que son o fueren en ella, porque en sus oraçiones tengan cargo de rogar a Dios por mi ánima, de la qual poben las beatas y religiosas que al presente ay en esta dicha ciudad e las que después subçedieren, porque según su conciencia es justa la dicha limosna. Todo lo qual mandó que lo guarde y cumpla con lo que demás dexa ordenado y mandado por el dicho su testamento e cobdeçilios y declaraçiones del como por ellos parezía. 15


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Emblema papal como el que ostentan las casas donadas por el viario Diego de San Miguel.

Casas que ocup贸 el beaterio frente a la plaza mayor y patio interior del mismo (Fotos, archivo del autor) 16


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El 18 de abril de 1556 el vicario y beneficiado de la iglesia mayor, Diego de San Miguel, hace testamento ante el escribano público Diego de Salvatierra, en el que deja las casas labradas por él, para morada de las beatas: Yten, digo que entre las memorias y obras buenas que por este mi testamento yo e querido dexar perpetuadas en seruiçio de Dios Nuestro Señor y de su bendita Madre, yo e tenido voluntad y fin de dexar entrellas una ques de dexar dotadas y mandadas para siempre para morada y acogimiento de las beatas que en esta ciudad de Alhama obiere, las casas de mi morada que yo e echo y labrado, las cuales son en ella junto a la iglesia de Santa María de la dicha çiudad que alindan por la parte alta con casas del jurado Pedro Izquierdo y por la baxa con otras casas más, que por cláusula deste mi testamento yo lo dexo. Tras la lectura del primer párrafo señalado se deduce que en 1525 las beatas ya desarrollaban la vida que las caracterizaba. En esas fechas los franciscanos no habían abandonado aún la ciudad. Y tras la lectura del segundo, se advierte una vida longeva para el grupo de mujeres piadosas. Volvemos a insistir que no se conoce ningún tipo de contactos hasta ese momento entre el grupo y la congregación franciscana, y sólo se puede presumir que el objetivo de los franciscanos no fue otro que conseguir que las beatas tomasen la regla de Santa Clara. Por otro lado, también es de suponer que la intención de esta comunidad de mujeres piadosas no era la de desarrollar vida monacal. El hecho de recibir una aportación en 1525 con idea de formar casa conventual y no hacerlo lo prueba. Lo mismo sucedería con las casas recibidas en 1556. Además, el arzobispo Guerrero, el 8 de mayo de 1572 lo reconoce así, en un intento de conseguir la vida conventual que se deseaba para el beaterio: Porque las dichas beatas religiosas que al presente ay en la dicha çiudad, aunque por nuestra orden y mandato an sido requeridas, no an querido ni quieren vivir ni pasarse a morar a las dichas casas. Y el 18 de marzo el arzobispo Guerrero visita la ciudad -hospitales, ermitas, lugares píos, e iglesia- y la casa de las religiosas beatas, junto a la iglesia mayor, congregadas conforme a las constituciones que se les dio, con deseo y propósito de formar monasterio, exhortándolas a que lo hicieran, y vivieran en clausura. También dispuso que se realizara un aljibe para el agua, según lo que se acordó con el maestro Ariza, licenciado de la iglesia parroquial, y con el licenciado Malpica, a quien se autoriza a señalar dos personas honestas para que pidan limosna en la ciudad, su tierra y vicaría, para la 17


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casa de las religiosas congregadas, con los testimonios administrativos correspondientes de entradas y salidas. También se nombró mayordomo de los bienes legados por Marina Jiménez a Antón de Alcalá, que era persona abonada y en quien se podía encargar la cobranza de las rentas; y se reconoce que no estaban en congregación reformada ni asentada. Sobre la tutela ejercida por el clero parroquial, nada nos consta en sus primeros momentos no tenían casa común ni hábito ni votos ni clausura. En cambio la intervención parroquial sí la constatamos desde 1575 hasta la fundación del convento, por un legajo de cuentas del beaterio en el que se recoge cómo el maestro, vicario y beneficiado de la iglesia mayor, Miguel Ruiz Ariza, es el administrador del ya intitulado Monasterio de Nuestra Señora de la Cabeza; y parece ser fruto de la inquietud que tales asociaciones causaban en el ambiente eclesiástico. También constatamos los nuevos requerimientos que les hace el Arzobispo Guerrero, en la visita que efectuó a la congregación el 10 de mayo de 1575, para conseguir la fundación, como atestigua el libro de cuentas de la casa, en el que se nombra síndico y cobradores de rentas. El tránsito de beaterio a comunidad franciscana. La Crónica franciscana de Alonso de Torres parece querer entroncar o poner el origen de la fundación de este convento con la fundación aludida anteriormente: Como el Bautista fue precursor de Cristo (...) Así en la ciudad de Alhama, el Orden primero de Nuestro Serafico Padre San Françisco fue precursor del segundo; y huuo de extinguirse aquel, aunque por otros distintos accidentes, y permanecer este solo. Es de señalar que ni el mismo cronista poseía en 1683 datos precisos para barajar esa hipótesis, ya que dice que tal fundación sin duda fue solo para Precursor del Monasterio de las Religiosas. Pero, lo cierto es que estaba en el ánimo de los poderes fácticos de la sociedad alhameña el que las beatas profesaran. No sólo en el del Arzobispo, sino también en el del concejo, en la comunidad franciscana y en el de los vecinos notables, que deseaban tal resolución, así lo demuestran las actas capitulares. El testimonio que indica la conexión entre los franciscanos y las clarisas es la sesión de cabildo del día 5 de mayo de 1581, en la que el Reverendo Padre Fray Francisco de Salvatierra, de la Orden de San Francisco, natural de Alhama manifiesta que: En la ciudad hay una casa de doncellas recogidas en número de seis, que dejó el vicario Diego de San Miguel, las cuales no habían profesado ni 18


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tenían Orden. Que había hijas de hombres principales y honrados, que querían entrar en la casa con las recogidas si tuviese fundación y advocación. Y que la voluntad de ellas y de sus padres era que la casa tuviera nombre de monasterio y advocación de Santa Clara, por lo que pidió al concejo que lo solicitara a los Padres Provinciales que celebraban capítulo en Baeza, para que tuvieran a bien favorecer el monasterio y las beatas tomasen la advocación de Santa Clara. De donde resulta manifiesta, por tanto, la intervención franciscana. Tal conexión viene a completarse con la sesión del 12 de noviembre de 1612. Aun así, es curiosa la ausencia de noticia alguna en los documentos fundacionales que aluda a la intervención franciscana. En el acta fundacional no sólo no se constata ninguna influencia de la comunidad franciscana, sino que se aduce que el paso de beaterio a comunidad nace del deseo de perfección cristiana de aquel grupo de mujeres beatas con la regla de Santa Clara de Asís. Pasos en la transformación del antiguo beaterio en Casa de religiosas de la Concepción de Nuestra Señora de la ciudad de Alhama 1º) Disposiciones de Pío V (1566-1572). Podemos decir que el paso de este grupo de beatas a comunidad arranca de las disposiciones de Pío V que obligaba a estas congregaciones de mujeres beatas a constituirse en comunidad, con vida reglada en común, emisión de votos religiosos y aportación de dote si querían verse reconocidos oficialmente por la Iglesia. Señalemos los pasos seguidos para la transformación del beaterio en comunidad franciscana 2º) Disposiciones del arzobispo Guerrero de 1572. Tras las disposiciones de Pío V y a requerimiento del arzobispo Guerrero, las religiosas de Alhama se comprometen a desarrollar una vida piadosa en común, en las casas que le habían sido donadas para este fin. En esta línea, se haya la provisión dada por el arzobispo Guerrero el 8 de mayo de 1572. El arzobispo Guerrero promulga una serie de disposiciones que tendría que cumplir el beaterio, según el profesor Riesco, sería ésta la primera normativa oficial por la que se regirían las mujeres, pensamos en la posibilidad de que con anterioridad existieran algunas normas reguladas por el cabildo eclesiástico. Los doce puntos dados por el arzobispo pretenden primero consolidar la congregación de religiosas, para fortalecer después su espiritualidad. Por ello, las primeras "constituciones" no tienen otras miras que aquellas de dar solidez al beaterio surgido, fortaleciendo la vida comunitaria sujeta a ciertas normas que la hagan posible y guardando algunas elementales de tipo religioso. En esencia, se guardaban los puntos siguientes: 19


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Constituciones del arzobispo don Pedro Guerrero de 1572 20


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I) Las beatas permanecerían un año desarrollando vida en común para probar su vocación. II) Se nombraría hermana mayor de más de cuarenta años y de vida ejemplar. III) Que en la congregación reinase la caridad, la paz y la conformidad, como notas características. IV) Obligación de oír misa todos los días. V) Confesión y comunión al menos una vez al mes. VI) Colocación de celosías en las ventanas. VII) La indumentaria se compondría de tocas blancas; sayas blancas o negras y zapatos negros. VIII) Prohibición expresa de existencia de instrumento musical en la casa. IX) Prohibición de asistir a actos públicos a no ser de seres queridos, como hijos, y con la autorización del vicario. X) Prohibición de pernoctar fuera de la congregación, salvo con autorización del vicario. XI) Se alienta las inclinaciones docentes, para las religiosas que las tuvieran. XII) El no cumplimiento de las constituciones no implicaría pecado, sino la pena que la hermana mayor dispusiera. 3º) Estatutos de 1586 del arzobispo Juan Méndez Salvatierra para la Casa monasterio de religiosas de la Concepción de Nuestra Señora. Será en 1586 cuando se den nuevos estatutos a la comunidad, y es entonces cuando se cita como Casa de religiosas de la Concepción de Nuestra Señora de la ciudad de Alhama y se utiliza el calificativo de monasterio en los mismos estatutos. También se alude en ellos a la iglesia de la Concepción, de lo que entendemos que se trata de la capilla con la que contaba la comunidad, ubicada con seguridad en la actual casa arciprestal. Los estatutos realizados a instancias del nuevo arzobispo, Juan Méndez de Salvatierra, el día 31 de mayo de 1586, mediante Pedro Barba, provisor que a tal efecto nombró, tras una visita a la congregación, son un resumen de la constitución del arzobispo Guerrero de 1572 con el objetivo de precisar más lo entonces señalado y corregir la degradación que en el cumplimiento de las constituciones se había producido en el tiempo transcurrido, que afectaba sobre todo a la relajación de la clausura. Y es que la fundación de la casa nace en un momento de reforma de la vida conventual auspiciado por los Reyes Católicos y el Cardenal Cisneros, que cuidaron siempre que todo convento de clarisas reformado quedase bajo la tutela moral y si era posible jurídica de los franciscanos observantes. Tal es el motivo de que el beaterio de Alhama se agrupe en esta Orden como franciscanas clarisas. 21


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La nueva normativa, tras la visita a las casas de la Concepción, se articula en 7 puntos, que a modo de resumen son los que siguen: I) Se encuadra a la casa bajo la advocación de la Purísima Concepción, relacionando este hecho con el hábito que el arzobispo Guerrero había definido, pues en el tiempo del testamento las religiosas tenían los hábitos blancos, por lo que se deducía querer que siempre los tuviesen. Posteriormente, el arzobispo Guerrero dicto en el capítulo VII que tuviesen sayas blancas o negras, por lo que se ordenaba que tuvieran hábito blanco dentro y fuera de la casa, pudiendo llevar otros colores debajo, siempre que no fueran oro o seda: Don Pedro Guerrero, de buena memoria, arzobispo que fue deste arzobispado, en las constituciones que dio la dicha casa, manda por el séptimo capítulo dellas que las mugeres que ovieren de bivir en la dicha casa traigan sayas blancas o negras, conformándome con esto y con que de aquí adelante la advocación de la dicha casa ha de ser de la limpia Concepción de Nuestra Señora la Virgen María, cuya pureza se significa por la blancura. II) Por no tener ninguna religiosa la edad de 40 años como dictaminó don Pedro Guerrero, se nombró por superiora a la reverenda Ana Monte de San Bernardo, que fue la primera. Se le encarga la práctica de la caridad, amor en el trato con las religiosas, y eficacia en el buen gobierno de la casa; y que si se tuviese que ausentar, con el parecer del vicario, podía nombrar a otra beata en su lugar. III) Se establece la obligación formal de asistir a misa todos los días en la iglesia mayor, costumbre que había caído en desuso, y se apremia a la superiora y a las religiosas a ir a los sermones de la iglesia mayor, ya que Diego de San Miguel les dejó las casas muy próximas y no había obstáculo que les impidiese la asistencia, dada la estrechez para realizarlos en su propia casa. Por eso, se ordenó que no se predicase sermón en la iglesia de la Concepción, salvo el día que celebrara su fiesta u otra de la Virgen. IV) Los sacerdotes que predicaran sermones a la comunidad serían nombrados por el vicario, sin intervención de las religiosas. V) Prohibición de confesar con sacerdotes no indicados y fuera del confesionario, velando la superiora para que el resto de las religiosas observaran lo mismo, no pudiendo tratar con ellos por la puerta, torno, coro alto ni locutorio.

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VI) Prohibición expresa de toda comunicación de las religiosas con sacerdotes (excepto para administrarles los sacramentos) y seglares o su entrada en la casa, a excepción de familiares, aunque con estricta vigilancia. Además, prohibición de acceso a la casa a cualquier hombre independientemente de su condición o estado, según estimase el vicario conforme al Concilio de Trento. VII) Prohibición de hacer profesión pública o emisión de votos religiosos hasta que se determinara sobre ello, ya que no existía regla fija establecida oficialmente por el Arzobispo, al que se le comunicaría qué regla debían profesar y qué formas se les darían en los votos, bajo pena de excomunión y 50 escudos para gastos de guerra. Con estos estatutos y reglamentaciones continuaron las religiosas buscando la fundación bajo la regla de Santa Clara. El deseo de las beatas de convertirse en religiosas clarisas parece evidente cuando las hallamos en la documentación municipal, incluso antes de su fundación, con ese nombre, en testimonios firmados por Sor María de San Gabriel como Superiora, como cuando se dice: En este cabildo se bido una petiçión de las relixiosas recoxidas del monasterio y casa de Santa Clara desta çiudad. En la solicitud se decía cómo hacía más de treinta años que vivían encerradas practicando la pobreza, por lo que suplicaban al concejo su mediación para pedir al rey algunos de los bienes raíces confiscados a los moriscos, como ayuda a la construcción de su casa, de los que la Corona tenía destinados para distribuir en obras pías.

Detalle de la desaparecida iglesia de Santa Clara del siglo XVII, del grabado de Chapuy. 23


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Grabado de Alhama de siglo XIX, Chapuy.

Fundación material del convento en 1612. Dan cuenta también las actas capitulares en la sesión del 23 de diciembre de 1611. El cabildo aprovecha la estancia en Alhama del arzobispo don Pedro González de Mendoza, para pedir que conceda la fundación. El acta gira en torno a la necesidad que tiene la ciudad de la misma y la utilidad de la creación de un convento de monjas perfecto y con clausura, en el que puedan estar religiosas y doncellas virtuosas. Se da cuenta también del beaterio que había desde hacía cuarenta años, el cual disponía de iglesia y ornamentos para decir misa, considerándolos como elementos suficientes para iniciar un convento. De la sesión se deduce que la fundación no se había producido antes porque las rentas del beaterio eran escasas, no llegando a 100 ducados, motivo por el que el Arzobispo no había querido dar la licencia. Por ello, el concejo acuerda dar, para ayudar al sustento de la casa, el Ejido de la ciudad para que lo labrasen las beatas durante seis años y con sus rentas ayudar a la fundación. A tal fin nombraron comisarios a los regidores Diego Ramos Montenegro y Luis de Carvajal. Efectivamente, en febrero del año siguiente se acuerda la parcelación de aquel espacio para darlo a censo.

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En 1612 el cabildo municipal y el eclesiástico se dirigen al arzobispo D. Pedro González de Mendoza para que dispusiese lo conveniente sobre las beatas, que contaban con el apoyo no sólo de los cabildos señalados sino también con el del pueblo de Alhama. El 12 de octubre de ese año se presenta en el concejo una carta de Fray Juan Ramírez, provincial de la Orden de San Francisco donde se recoge el expreso deseo de fundar un convento de monjas, manifestando que en Alhama había mujeres recogidas que deseaban vivir la regla de Santa Clara. La ciudad acordó, que como le era útil poder acomodar a sus hijas y parientas, responder unánimes a voz de ciudad afirmativamente. Por ella comprobamos cómo el provincial fray Juan Ramírez quiere fundar un convento de monjas, dando regla a las recogidas, que así lo deseaban, además de ser útil poder acomodar de ese modo a las hijas de la ciudad. Asegura el Provincial que: -La fundación será perpetua -para lo cual da su patente sellada en señal de autoridad-. -Que siempre permanecerá a cargo y obediencia de la Orden franciscana. -Que estará guiada por un padre vicario, un predicador y dos confesores, para la administración de los sacramentos de confesión, eucaristía, extremaunción, etc. Es prueba evidente que fue habitual la tutela de los franciscanos sobre sus hermanas clarisas, constatada en otras fundaciones. La ciudad, por su parte, se comprometía a no recelar en tiempo alguno y los franciscanos, además, a no pedir limosnas. El acta capitular del 11 de diciembre de 1612 es prueba fehaciente de la voluntad de las religiosas de pertenecer a la regla de Santa Clara, aunque se opone rotundamente a la vida recoleta: Que las monjas que abitan el convento nuevo de Nuestra Señora de la Conçepçión desta ziudad de la Horden de la Gloriosa Madre Santa Clara y del Seraphico Padre San Françisco están determinadas de reduçirse a la recolectión de la dicha Orden y si esto tuviese el efeto que pretenden es de mui grande inconbeniente respeto de la aspereza de la vida recoleta y de la grande destemplança questa çiudad tiene mayormente en tiempo de ibierno por ser como es tan fría y quel sitio que la dicha casa y convento tiene es en parte húmeda y que goza poco del sol. Que todo sería cabsa de que el dicho conbento se acabase en mui poco espaçio de tiempo.

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Por tal motivo se nombran regidores para ir al convento y cerciorarse de la verdad, y de ser cierto, escribir al Padre Provincial para que el intento se materialice. 1º casa (1612-1625). El 11 de julio de 1611 el provincial de la Orden Fray Juan Ramírez autorizó a Fray Dionisio de Alfaro para visitar algunas ciudades (Alhama, Motril, Almuñécar y Porcuna) y promover en ellas nuevas fundaciones. Finalmente se accedió, como se recoge con todo detalle en la crónica de la fundación del convento de la Purísima Concepción. En adelante, el monasterio se dedicaría a recogimiento de donzellas huérfanas, pobres y virtuosas en las casas de su morada, según Alonso de Torres, lo que no parece ser del todo cierto, pues contrasta con las actas capitulares de la ciudad, que manifiestan el deseo de la fundación como espacio destinado a las hijas de las principales familias. Retomando la crónica franciscana, sabemos que el viernes 2 de noviembre de 1612, después de varias escalas en distintos conventos de la Orden (Montilla, Lucena y Loja), llegaron procedentes de Córdoba Sor María de San Luis, como abadesa, y Sor Antonia Aguayo y Córdoba, como maestra de novicias, siendo conducidas a las casas de clausura, que para ellas estaban preparadas, las del beaterio, donde las aguardaban ocho doncellas. Su existencia y su evolución partiendo del beaterio las reconoce el cronista cuando dice: Acostumbra el Altísimo en más gloriosa obstentación de su prouidencia sabia, començar por cosas pequeñas para proceder a mayores y muy crecidas; causa porque comparó N. Redemptor su Reyno, o su Iglesia en los principios al grano de la mostaza; y así ha hecho su Magestad en el presente monasterio, que empeçó por vn honesto recogimiento de beatas, creció hasta religiosa clausura y ha florecido en santidad copiosamente. De cuya fundación y monasterio valoraron a mejor patria las que se siguen. Se refiere también a la fundadora y primeras novicias. Y se hicieron cargo de todos los bienes del beaterio, como señala el cronista: Hízose memoria de los censos y posesiones que la dicha casa tenía juntamente con la casa que es conuento y iglesia, con su campana y imágenes del altar y de algunos ornamentos para deçir misa y de todo lo demás que auía en la dicha casa, y todo ello lo tomó a su cargo y quenta nuestro padre prouinçial y prouinçia. El título fundacional es otorgado el día 3 de abril de 1615 ante el escribano Diego Meneses de Aguilera, del cual quedó en el convento un testimonio en cuatro hojas; el título principal se dice no encontrarse en él, tal vez en el archivo general franciscano. La obediencia al provincial franciscano 26


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es reconocida el 4 de julio de 1616 cuando se toman cuentas a la comunidad de la Concepción, a sus mayordomos y administradores de los conventos de monjas que en esta prouinçia están sujetos a nuestra obediençia. Hasta 1619 habitarían la casa conventual las novísimas clarisas, y en esa fecha harían aparición las incomodidades del inmueble por su falta de espacio, tras doblarse el número de religiosas, que fueron diez en el momento de la fundación y 20 en ese año, e igualmente la falta de adecuación a la vida recogida. Por eso la abadesa -doña Juana Salgado- y las monjas del convento -María del Corpus Cristi y María de San Gabriel- se dirigen al concejo a fin de que eleve petición de la necesidad de su traslado al Papa Pío V, alegando: 1) Que las casas no se podían agrandar, pues no había sitio, por lo que la celebración de los oficios divinos no se realizaba con la reverencia debida. 2) Que al estar junto a la iglesia mayor se oía y entrecruzaba el sonido de los oficios de ambas; y que desde la torre de la iglesia y otras casas vecinales, además, se avistaba el convento con facilidad. 3) Que el convento se encontraba a la sombra de la iglesia parroquial, que era muy alta y ocultaba el sol, por lo que la casa era sumamente fría y perjudicaba, por consiguiente, a la salud de las religiosas, careciendo también de acceso para el agua. 4) Que el sitio al que se pretendían trasladar resultaba cómodo, por encontrase frente a la salida del Sol, sin impedimento alguno para labrar iglesia y convento o celebrar los oficios y con facilidad para que accediera el agua; y que si se quisiera ensanchar sería fácil, por hallarse en un espacio donde había muchas casillas de poco precio. El cabildo acepta y manifiesta que tampoco las molestarían las fiestas celebradas en la plaza los domingos. La contestación no debió de hacerse esperar, pues meses después las monjas piden licencia al concejo para poder cortar 200 pinos para la obra.

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Vestigios y espacio del convento de la Concepci贸n, siglo XVII

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Otros vestigios

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Elementos arqueológicos del convento de la Concepción del siglo XVII y tinajas con el anagrama da del Ave María

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La iglesia de la Concepción debió de ser una pequeña capilla u oratorio junto a la iglesia mayor en las casas del beaterio, a quien pertenecía. De ella nos constan varias referencias. Una la ofrece el cronista franciscano Alonso de Torres, cuando dice que la iglesia antigua estaba puerta con puerta de la iglesia mayor, por lo que se interferían los oficios de ambas; en otra hallamos hasta el nombre, como se verá más adelante, al hablar del beaterio y de las clarisas. Esta iglesia trasplantaría su emplazamiento cuando las clarisas se mudan en 1625 a un solar próximo a la iglesia mayor, donde levantarían un nuevo oratorio, pues el 30 de abril de 1626 las religiosas solicitan licencia al concejo para cortar 396 para la obra de ejecución de la iglesia del nuevo convento. A ella nos referiremos con más detalle al hablar del 2º espacio conventual de las clarisas. Hasta 1625 las religiosas permanecieron en ese lugar, a cuya incapacidad se refiere también el cronista franciscano Alonso de Torres, que reconoce que limitaba con la iglesia mayor: Su iglesia antigua era puerta a puerta con la iglesia mayor, á cuya causa se embarazauan en los oficios diuinos; y por esto mudaron al sitio que oy obtienen, que está más retirado. Indudablemente se trataba de la casa arciprestal actual, pues en el punto 6º de las constituciones dadas al beaterio por el arzobispo Guerrero se dice que conviene poner en las ventanas que salen a la plaça y al çimenterio gelosías, siendo esta casa arciprestal la que se encuentra entre las zonas aludidas. 2ª casa (1625-1680). Ante los inconvenientes señalados, el Conde de Tendilla donaba el 31 de marzo de 1620 el solar, según un documento que se guardaba en el archivo del convento. El día 9 de octubre de ese año 1625 se realizaba el traslado al nuevo convento, del cual aún se conserva la portada en una casa contigua a la iglesia parroquial. Este, que se desarrolló con todo el ceremonial y solemnidad pertinentes, se verificó a primeras horas de la noche, acompañando a cada religiosa dos eclesiásticos, los regidores y caballeros de la ciudad. El 30 de abril de 1626 las religiosas solicitan licencia al concejo para cortar 396 pinos para la obra de ejecución de la nueva iglesia, nombrando por comisario el concejo al regidor Juan Ramos Montenegro para que los señalase, con la condición de que se use la madera sólo para el fin solicitado. De lo expuesto anteriormente, se puede deducir que el grueso de las obras se debió de realizar entre los años 1620 y 1625; sin embargo la iglesia no se terminó hasta 1677, como señala Alonso de Torres. Aunque si consideramos que este solar fue el reseñado por el cronista franciscano, en el arrabal de la puerta de Málaga, parte de las mismas habrían estado ejecutadas bastantes años antes. Aun así, las actas capitulares nos prueban que en 1636 la construcción del templo no había sobrepasado la cimentación, pues ese año 31


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Fray Pedro de Castilla, vicario y predicador del convento y la abadesa María de Espejo dice que desde 1614 no había sido posible labrar la iglesia, para lo cual necesitaban dinero: tiene jurado çelebrar la fiesta de la Linpia Conçepçión de Nuestra Señora y para que se haga su yglesia que oy está en alberca suplicamos a Vuestra Señoría nos anpare. El concejo acuerda articular la ayuda dada su importancia y por carecer de propios la comunidad, y reconocía que sólo se habían ejecutado los cimientos por no tener patrono el convento.

Puerta del convento de l Concepción en el siglo XVII.

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La primera prelada fue nombrada el 14 de noviembre de 1632, Isabel de Espejo, tras haberse cumplido el tiempo que mandaba el Concilio de Trento, que disponía que se guardaran 20 años para las elecciones en las fundaciones de conventos de religiosas. Es el 9 de noviembre de 1631 cuando el provincial de San Francisco y la superiora del convento de Santa Clara de Alhama otorgan poder, ante el escribano Diego de Meneses, al licenciado Ariza, vecino de la localidad para administrar los bienes, rentas y limosnas de la comunidad, con un salario anual de siete mil quinientos maravedís tomados de los bienes del convento. Finalización de la iglesia. Alonso de Torres describe la iglesia en los términos siguientes: La iglesia, es un primoroso templo, tan moderno, que se acabó el año de mil seiscientos y setenta y siete. Labró la capilla mayor a su costa Luis Garcés de Medrano, que hoy goza su patronato. Ocupa el nicho principal una imagen de N. Señora de la Concepción, su titular, de talla, de la estatura de vara y media, y su hechura es muy maravillosa. Esta imagen, asegura nuestro autor, fue labrada por un prestigioso artista granadino en 1633 y transportada a hombros desde el puente de los Baños donde la recibió todo el pueblo. El municipio otorgó a perpetuidad dos pajes de agua. Patronato de la capilla mayor don Luis Garcés de Medrano en 1675 y otras intervenciones. El 22 de diciembre de 1675 Luis Garcés de Medrano y Ana de Reina, su mujer, otorgan testamento ante el escribano Esteban Díaz Romo, comprometiéndose a la ejecución de la capilla mayor del convento y enterramiento de la familia, con tabernáculo y escaño para el patrono, donde campeaban algunos escudos, bóvedas u otra insignia de armas. Sabemos que el 1 de septiembre de 1778 se suplica al arzobispo que enviase persona competente para bendecir la nueva iglesia y enterramiento y celebrar la traslación. El arzobispo autorizaba al vicario de Alhama para bendecirla y celebrar la traslación el día 10 de junio. En 1793 se adquiere una casa que lindaba con el convento en la calle Venegas en 1.038 reales. Del mismo modo en 1794 se compró una casa en el Portillo de Naveros en 2.200 reales, que lindaba con el cercado del convento, lo que va dibujando el deseo de las religiosas de hacerse con la manzana contenida entre la calle Venegas, Portillo de Naveros y el Castillo. Apenas un siglo después hallamos las siguientes notas, aunque someras, más explícitas que las del cronista, y que transcribimos por el interés que tienen, a pesar de su extensión: Que el no caber era porque antes de haver formado dicho presbyterio havía unas gradas sobre que se sacó la pared del, en las que cabalgaba o entraba la cabeza de dicho escaño; y medio el plan de dicha capilla mayor desde la primera grada del nuebo presbyterio hasta un escalón questá divide 33


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del cuerpo de la iglesia, se halló tener de ámbito dos varas y dos tercias, haviendo así mismo notado el receptor haverse agrandado la mesa del altar mayor para colocar el tabernáculo que se halla y está desviado del retablo ha distancia de una vara. También reconoció dicho receptor quatro escudos de armas, los tres yguales y el otro diferente, que se hallan en la media naranja de dicha capilla mayor, y por todos los presentes se expresó ser correspondientes a la familia de los garceses, a excepción del apoderado del convento que dixo saberlo sólo por haverlo oído decir comúnmente; pero no porque judicialmente le constase; así fuera o de doña Beatriz de Carvajal. Y consiguientemente de requerimiento de don Pedro de Alcántara sobre que se certificase tener bóveda en dicha capilla mayor y hallarse a los lados del altar mayor dos tarjetas a él correspondientes, expresó el receptor haverlo reconocido y hallado que al lado de la epístola está una bóveda cubierta su boca o entrada con una piedra basta, sin ninguna descripción y haver expresado todos los que presenciaron esta diligencia ser dicha bóveda de la familia de los garceses, añadiendo el apoderado del convento que por donde lo acreditaba era por haver visto enterrar tres personas de dicha familia y a un religioso de la Orden. Y reconocidas las tarjetas, se halló estar pintadas en la pared y en la una escrito con pintura LUIS GARCÉS DE MEDRANO REGIDOR PERPETUO QUE FUE DESTA CIUDAD, continuando en la otra Y FAMILIAR DEL SANTO OFICIO Y ALGUACIL MAYOR DE LA INQUISICIÓN DELLA LIBRÓ ESTA CAPILLA A SU COSTA EL AÑO DE 1675;

y el apoderado del convento expresó haverse executado dicha pintura el año de 1734, lo que fue contestado por todos los demás. Y reconocido el retablo, que dicho altar mayor tiene, expresa el receptor que manifiesta ser muy antiguo, llano, sin columnas ni talla, es sólo adornado con unos lienzos embutidos en el mismo y en dos arcos de que se compone de los mysterios del rosario y por ser de flores, por lo que su única decencia es la del nuevo tabernáculo. Y esto concluyó la diligencia, en que también expresaron todos los contenidos en ella no manifestarse en dicha capilla mayor tenga derecho alguno doña Beatriz de Carvajal. Los franciscanos, tras la fundación femenina, permanecerían para prestar servicios espirituales a la comunidad de clarisas, como quedaba recogido más arriba y se constata en el siglo XVIII, dado que el Libro de Respuestas Particulares del Catastro de Ensenada recoge para 1752 a dos religiosos de Nuestro Padre San Francisco de la Observancia, poseyendo uno patente de vicario y otro de predicador; entre veintiocho franciscanos descalzos de San Pedro de Alcántara y diecinueve religiosas de Santa Clara.

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3ª casa (1836-2012)

Convento de San Pascual Bailón, que ocupan las clarisas tras la Desamortización

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Planta del convento de San Pascual Bailón

Tras la Desamortización pasarían a ocupar la casa de San Pascual Bailón de religiosos alcantarinos, llamada después de San Diego, por la devoción que esta Orden monástica profesaban al Santo, cuyo nombre 36


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también denominaba a una de las provincias en las que se repartía la Congregación. La actividad económica de las religiosas se iría fortaleciendo a lo largo del siglo XVII. El 28 de marzo de 1628 se da licencia al convento para cortar 20 pinos y labrar un cortijo en sus tierras. El siglo XVIII. De este momento existe variada documentación; tanto en libros de hacienda, rentas, censos, profesiones, entrada de capitales, como se deduce del inventario del archivo conventual. Pasos en la profesión El libro nº 7, dedicado a profesiones de religiosas, recoge los requisitos exigidos en las aspirantes, digno de ser mirado con atención. Groso modo podemos diferenciar los pasos siguientes. 1º) Admisión de noviciado. 2º) Un año de noviciado. 3º) Petición al arzobispo de licencia, por parte de la abadesa, para que expida el decreto conveniente al vicario de Alhama y explorar la voluntad de la novicia, poniéndola en libertad. 4º) Autorización del arzobispado para que el vicario, ante el notario eclesiástico explore la voluntad de la novicia bajo juramento. 5º) Declaración de la novicia, ante el teniente alguacil de la vicaría y del notario eclesiástico y el vicario de su deseo libre de profesar y acatar los votos de obediencia, pobreza, castidad, perpetua clausura y defensa de la pureza de María Santísima. Firmas y rúbricas del vicario, la novicia y el notario eclesiástico. La procedencia de las religiosas no rebasaba a las poblaciones más próximas: de Alhama -principalmente-, el Valle de Lecrín, Arenas del Rey, Canillas de Albaida y Granada. Una vez aceptada en el convento allí permanecían hasta su muerte, salvo algún caso de exclaustración canónica que también hemos notado. Nos consta la posesión de algunos objetos personales de las religiosas, como fueron su propia cama y arca, dado que en alguno de sus libros se constata la venta de ambos utensilios tras el fallecimiento de la religiosa propietaria, en el último tercio del siglo XVIII y primero del XIX. Una de las funciones fue la de la educación de las hijas de las principales familias de la localidad, al menos, así figura en sus libros, con el título Pisos de seglares. Niñas educandas. También acogían a las señoras mayores que requiriesen sus servicios. Entre las educandas figuran hacia el final del siglo XVIII las hijas de don Basilio de Villarrasa, del Real supremo 37


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Consejo de Indias, doña Francisca de la Asunción Padilla, la de don Juan Vinuesa, la de don Juan Pedro Jiménez, doña Nicolasa Pedrosa, don Luis de Padilla, etc. El acceso a la clausura. Estuvo muy vigilado el paso de cualquier persona a la clausura del convento. En septiembre de 1776 conocemos que la abadesa Sor Teresa María de Villarrasa Venegas elevaba escrito al vicario pidiendo licencia para que, en atención a tener hermandad con la Orden del Carmen, pudieran esos religiosos entrar en la clausura hasta el coro para oficiar el sepelio de las religiosas que muriesen, como antes lo hacían los dos religiosos de su Orden, quedando el resto de los carmelitas en la iglesia. En esa misma fecha, también la abadesa pedía igualmente al vicario de Alhama licencia para la entrada de cirujano, sangrador, albañiles y otros operarios, etc., como para administrar unas rentas que percibía tras la muerte de sus padres y las limosnas que sus hermanos le hicieron. Y memorial sobre las dificultades de entrada de los religiosos en la clausura. También se pide licencia para la entrada de cuatro religiosos como confesores: dos curas de la iglesia mayor, uno del convento del Carmen, otro del de Franciscanos de San Pedro de Alcántara y un capellán, para que celebrase misa y les diera la comunión. El vicario eleva esta súplica al obispo, el 14 de noviembre, añadiendo que las entradas en clausura se harían con las diligencias prevenidas en los decretos pontificios y los mandatos de la regla y constituciones de las religiosas. Lo mismo para la administración de las rentas de la abadesa. El obispo no tarda en contestar, intentando no alterar la tradición observada. Así dice el 20 de noviembre: Obsérvense las costumbres loables que hasta aquí se han practicado conforme a la regla y decretos pontificios señaladamente en la clausura, evitando toda entrada sin necesidad hasta nuestra santa visita, y en urgente duda recurrirá a nuestro vicario. El mismo rigor se observaba para recibir impartición de clases sobre doctrina cristiana, pues el 27 de febrero de 1777 se registra petición de la abadesa al obispo para recibir en el convento explicación durante cuatro días de la doctrina cristiana el último día de Pascua de Pentecostés, proponiendo como padres que la impartan a Eugenio Sánchez, cura de la iglesia parroquial, al Padre Joaquín Muñoz, ex lector de teología del convento de San Pedro de Alcántara y a los Padres Fray Juan Vega y Fray José Ramos del convento del Carmen. A lo que días después accede el arzobispo. Del mismo modo, el 18 de septiembre de 1779 se pide licencia al arzobispo para que pueda entrar a tocar el órgano que se construyó en diciembre anterior, al no haber monja que lo toque, lo que es aceptado por el arzobispo. Tal vez por 38


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ello, no se tardará en capacitar a una religiosa para el órgano; así el 22 de abril de 1783 el arzobispo autoriza la profesión de María Teresa Gutiérrez, después de un año de noviciado, para que ocupe una plaza de organista como monja de velo negro. Hasta el día 1 de septiembre de 1788 la comunidad tuvo permiso para que en el sepelio de las religiosas, entrara en la clausura sólo el preste y diáconos del Carmen, quedando el resto de la comunidad en la iglesia, por tener el enterramiento en el coro bajo. Desde ese día, por haberse trasladado a un nuevo convento, con lo bóveda o panteón fuera del coro y la disposición de colocar los cadáveres algo trabajosa, se solicita licencia al arzobispo para que puedan entrar el nº de religiosos que fuera necesario. El arzobispo accede, manifestando: Guárdese la costumbre y práctica que hasta aora se ha observado, aunque se siga alguna molestia a las religiosas que conducen el cadáver quando ocurre algún entierro. Finalmente, el 19 de noviembre de 1792 la abadesa Sor María de Villarrasa elevaba petición al arzobispo para que autorizara a la comunidad para poder actuar en la administración de sus rentas para que el corregidor diera despacho a los asuntos judiciales que tenían y el corregidor no les pudiera poner trabas, lo que les fue concedido. La elección de la abadesa. La superiora era elegida por los votos de la comunidad por un período de tres años, como sucedía el 6 de diciembre de 1778, día en que se producía el cese de la Madre Sor María de Villarrasa. En esta ocasión sólo había 13 religiosas que podían emitir su voto y acordaron solicitar al arzobispo para que prosiguiese la misma superiora. Las firmantes fueron Sor Ana de San Juan de Dios, Sor Juana Teresa Vinuesa y Benegas, Sor Josefa de la Concepción y Suárez, Sor Francisca de la Purificación Cano y Marín, Sor Juana de San José Luñes, Sor María Josefa Villarrasa y Venegas, Sor Ana Jacoba Pacheco de Padilla y Contreras, Sor Teresa de Jesús Gueza, Sor María Josefa Contreras y Alarcón, Sor Juana de Moya, Sor Manuela de la Paz Villarrasa, Sor Juana de la Santísima Trinidad y Negro y Sor Josefa del Espíritu Santo y Calvo. Seguramente la anterior abadesa se mantuvo en su labor más de un trienio, pues cuando el 20 de enero de 1788 finalizaba un nuevo trienio y se rendían las cuentas pertinentes, se realiza en la misma María de Villarrasa. Hacia finales del siglo XVIII, el 15 de octubre de 1790, cuando la abadesa era Sor Juana Rodríguez, contabilizamos en el convento, entre profesas, novicias, educandas, sirvientas y comensales dentro y fuera de 39


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clausura, el nº de 37, igual que el año anterior, por lo que se necesitaban 20 quintales de bacalao para un año, teniendo en cuenta los muchos días de abstinencia. El abandono de la asistencia franciscana. En el último tercio del siglo XVIII las religiosas clarisas desean emanciparse del gobierno franciscano, por motivos de tipo económico, al considerar una carga difícil de mantener a los franciscanos que desde su fundación se destinaron para su asistencia espiritual. Se insta al arzobispado para que se les libre de los dos religiosos franciscanos por el gasto que conllevaba para la comunidad, asistiéndolas a cambio los sacerdotes seculares de Alhama, designándose un capellán que las atendiera por cómodo estipendio. Pedían al arzobispo que no las desamparase en su mayor conflicto, estando en su poderosa mano su remedio. El 27 de febrero de 1774 el Arzobispo expidió un decreto al vicario de la iglesia, que es el mismo que consultó la comunidad a fin de que las religiosas se separaran del gobierno de la Orden y dar toda su obediencia al juez ordinario, según las urgentes causas que la Congregación le presentaba. Tras la muerte del arzobispo la comunidad acude al nuevo. El 3 de mayo de 1775 el deán y cabildo de la Sede Vacante aprueba la asistencia espiritual solicitada por las religiosas. Es por ello que el 18 de diciembre de 1777 se produce la ampliación del decreto de confesores de las monjas al presbítero beneficiado de la iglesia parroquial don José Miguel Franco y al prior del convento del Carmen, Fray José Franco y sub prior, Fray José Ramos. De nuevo el 3 de septiembre de 1778 una nueva ampliación de la nómina de confesores del convento nombraba al beneficiado don Juan Manuel de Rivas, de la iglesia parroquial. Del mismo modo el 10 de noviembre de 1779 se ampliaba la nómina a don Francisco Javier Valenzuela, teniente de cura de la iglesia parroquial. Para el 28 de mayo de ese año se prescindía de los capellanes de la Orden, alegando la comunidad al arzobispo que en él residían todas las facultades de jurisdicción, por lo que solicitaban que por ningún motivo molestara la Provincia a la comunidad. Pues, al parecer, habiendo celebrado la orden nuevo capítulo envió vicario nuevo al convento, avisándoselo a la comunidad. Las clarisas se opusieron y contestaron que la comunidad se halla como en depósito mientras la Sagrada Congregación decide su pretensión y por sus disposiciones se mandó que en nada se innove por la Orden y que todo permanezca sin alteración. Finalmente, la comunidad acordó no reconocer otro superior que el arzobispo, con cuya respuesta se retiró a Granada el Padre franciscano. De donde se deduce que desde ese día 40


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28 de mayo, las clarisas se separan de la obediencia debida hasta entonces a los franciscanos. Las mismas razones económicas por las que se prescinde de los franciscanos serán las que empujen a la comunidad en 1792 a instruir un expediente para que se les guardase el privilegio concedido a otras religiones de San Francisco de despachar sus asuntos en el papel del sello cuarto destinado para pobres. De este modo finalizaba la centuria del XVIII, entre asuntos económicos y espirituales. Cuando el 18 de enero de 1790 intentan que la iglesia del convento fuese la benefactora de la indulgencia que Clemente XII concedió en 1736, la indulgencia plenaria a quienes oyesen dos o tres pláticas donde se explicasen puntos de doctrina cristiana, confesando y comulgando. Se solicita al obispado que fuese el templo de Santa Clara donde se ganase en la Semana de Pasión de ese año, a instancias de la abadesa sor Teresa María de Villarrasa. Siglos XIX-XX Pasamos a destacar aquellos acontecimientos más destacados en las centurias siguientes, una vez quedaron atrás las vicisitudes de los comienzos y de la fundación. El hecho más significativo del primer tercio del siglo XX fue la Desamortización, la comunidad pierde todos los bienes, rentas y fincas acumulados hasta el momento. Testimonio de ello es la nota recogida en uno de sus documentos, cuando dice: Con motivo de no tener bienes la Comunidad por aberlos recogido el gobierno en el año 1836, se deja para misas la cama y arca de las religiosas... Al contundente proceso desamortizador sigue el traslado al nuevo convento, el de franciscanos alcantarinos. En esa línea, el día 20 de julio de 1849 el alcalde de Alhama Juan Negro Jiménez informa al convento la favorable aprobación real del traslado solicitado por el Ayuntamiento de Alhama, tras las cartas remitidas a la corona el 15 de diciembre de 1848 y el 27 de marzo de 1849. Es el día 1 de agosto de 1849 el presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País de Alhama comunicaba al convento que la Sociedad había sido encargada por el Ayuntamiento el día 31 de julio de la traslación de las religiosas al antiguo convento de San Pascual. En 1902 la prelada del convento manifiesta que la casa fue fundada en 1612 con la aprobación pontificia y real, y que su permanencia fue autorizada y recogida en el Concordato de 1851 y en la Real Orden del Ministerio de Gracia y Justicia de 14 de diciembre de 1851. 41


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Y es que la Desamortización alteró en efecto la vida conventual. Por ello el arzobispo de Granada comunicaba el 13 de febrero de 1852 a la abadesa la derogación de los artículos 12 y 13 de la ley de 27 de julio de 1837 que obligaba a la exclaustración de las religiosas profesas con la prohibición de la vuelta al claustro, quedando vigente desde ese momento sólo la exclaustración canónica que la iglesia siempre reconoció. Efectivamente, el 22 de mayo de 1852 se produce la aprobación de la Reina, firmada por el arzobispo de Granada, de la propuesta de subsistencia que le hizo el convento, permitiéndose las nuevas admisiones y profesiones que se realizaran, con la condición de no sobrepasar el número de 24 religiosas y la obligación de educar a niñas pobres. El sobresalto siguiente será el terremoto de 1884. Nueva casa transitoria. Las clarisas nos dejaron una escueta crónica del mismo; pero interesante, que nos da idea de los trágicos momentos allí vividos: Memoria de la horrible catástrofe del terremoto que tuvo lugar y principio la noche del veinte y cinco de diciembre del año 1884. El recinto conventual sufrió grandes desperfectos. El día 9 de enero de 1885 su estado era catastrófico, por lo que la abadesa, sor Juana de la Purísima Concepción, se dirige al rey mediante una carta en la que pide y suplica Se digne hacer un acto tan religioso como caritativo reedificando nuestra iglesia y convento. Desconocemos si hubo respuesta o no por parte del monarca, ya que ese mismo año se producía su fallecimiento. De todos modos, para el mes de julio de 1886, ya se había reparado el convento y preparado para ser nuevamente habitado por las religiosas, que se refugiaron, entre tanto, en la casa conocida con el nombre de El Castillo, propiedad de don José Toledo y Muñoz en esos momentos. Del estado del convento en este tiempo se hace eco El Defensor de Granada el día 11 del mes y año citados, cuando después de referirse a la iglesia del Carmen, nos dice: No le ha cabido mejor suerte a la iglesia del convento de religiosas de Santa Clara, pues reparado éste, para que la comunidad pueda estar regularmente acomodada, también la iglesia queda imperfecta, pues igualmente tiene otra capilla con cinco altares, como la del Carmen, donde estaba el sagrario, y no puede repararse porque también está agotada la cantidad que presupuestó el señor Jareño. La comunidad, que comprende lo grave que sería perder la capilla, que forma parte de la iglesia, y que hace notable falta para los fieles, en las frecuentes funciones que se celebran, ha gestionado y suplicado por otro conducto, que el de la Junta Diocesana, para atender a una necesidad tan urgente, y para conseguirlo con conocimiento de causa, encargó a don José Beltrán, maestro de obras 42


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nombrado por la expresada Junta, formara un presupuesto de la cantidad necesaria para la reedificación de la capilla, que lo ha verificado en la cantidad de 3.750 pesetas; mas parece que hay dificultad en aceptar la proposición creyendo los donantes sea mayor la que se necesita. Informado el señor Beltrán me ha autorizado para manifestar se obliga en debida forma a reconstruir la capilla en la cantidad presupuestada, inspeccionándose la obra por quien se crea conveniente. El día 17 de julio del mismo año pasan las religiosas de El Castillo al convento con gran júbilo en toda la ciudadanía, como también recoge el mismo periódico. El siglo XX La guerra civil. Un resumen de lo ocurrido en el convento nos lo ofrecen las mismas religiosas, en su archivo se conservan unas notas tituladas Breve manifestación de lo ocurrido en esta comunidad y convento el año 1936 al levantamiento Rojo. Éstas, que no presentan la menor señal de acritud, rencor o desprecio respecto a sus malhechores, sí son buen exponente de los acontecimientos. A los cuales nos vamos a referir por boca de las mismas religiosas, extrayendo algunos párrafos. Breve manifestación de lo ocurrido en esta comunidad y convento el año 1936 al levantamiento Rojo. Por orden superiores fue ordenado que saliésemos a votar en febrero, siendo el número de religiosas 23 de votos solemnes, otra de votos simples y una postulante; esto lo tomaron muy mal los de las izquierdas. El día 16 de marzo, habiendo venido al pueblo unos guardias de asalto, atraídos por los rojos para que hicieran registros en las casas de los de las derchas nos fue a nosotras comunicado que venían también al convento para hacer un registro, por creer que nosotras teníamos guardadas armas a los de derechas. A eso de las 4 de la tarde, los alrededores del convento imponía ver cómo lo habían cercado. Se presentaron en la portería los guardias de asalto y muchos de la Juventud Libertaria diciendo que se abriese la puerta reglar; no pudiendo oponerse ante este mandato, la que escribe, que era la abadesa, les dijo que tan solo pasasen a la clausura los guardias y dos más; y así se hizo. Toda la plebe y chusma que quedó fuera daban unas voces diciendo que afuera las monjas, ¡que daba horror oírlos! 43


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Una vez en la clausura, ordené a las religiosas que todas se fueran al coro, y las 4 porteras y una servidora fuimos con ellos. Los guardias de asalto fueron comedidos en los registros; los dos jóvenes que los acompañaban eran verdaderas fieras, no dejando ni las pobres camas sin revolver. Estando en esto se sintió un tropel espantoso, y era que por las tapias del huerto se habían entrado y habían forzado y destrozado las dos puertas; y todos los que estaban fuera se habían entrado. En vista de tan grande desorden, los guardias querían poner orden, que no consiguieron. Una religiosa que estaba paralítica y se quedó en el dormitorio, vio que un individuo intentaba en una de las camas prender fuego, y dando voces hizo que desistiese de esto. Otros, mientras, en la leñera, se fueron y prendieron fuego; gracias que pronto se vio y a pesar de que los estanques del huerto todos los habían destapado, en uno quedó una poca agua y pudieron contener el fuego. Ya que todo esto pasó, los mismos guardias fueron echando la gente, que no cesaban de gritar ¡A fuera las monjas! A eso de las ocho de la noche volvieron otra vez a llamar al torno, y con gran sarcasmo, fue lo primero que dijeron, que venían a decirnos misa, y que la puerta se abriese, que si no prenderían fuego; que nos daban término para que antes de anochecer, lo que quisiéramos de ropas y demás, que ellos tenían que estar a la vista de lo que se sacaba. Se avisó a las familias, que antes nadie se atrevió a venir, y ayudaron a hacer bultos. Noche bien fatal fue aquélla, sin haber podido tomar alimento desde las doce del día. Ya las familias y las amistades se llevaron a las religiosas y sus pobres ropas. Una servidora quedó la última, con mi hermano que era abogado, y que después fue uno de los mártires de este pueblo. Se sacó todos los ornamentos (...). Todo menos los ciriales que quedaron en el convento fue repartido en casas de confianza, en las que después del 18 de julio fueron registradas dichas casas y todo se lo llevaron los rojos. De la iglesia no se retiró nada de imágenes, quemaron 21 (...) las imágenes todas eran de talla antiguas (...) retablos tallados de madera con dorados antiguos y dos de mármol; en el altar mayor, el retablo tenía un cuadro del titular de la iglesia, San Pascual, que era de Bocanegra, decían.

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Triunfo la Inmaculada del siglo XVI, que acus todavía los desastres de la guerra civil Vino el señor capellán que era don José Frías, coadjutor de la parroquia y trasladó el copón con las Formas Consagradas y la custodia de las Formas Robadas casa de mis padres, en donde se colocó una mesa con el sagrario, que teníamos en altar mayor. Y allí, en varios días fue a darnos la sagrada comunión. Se consumieron las Formas del copón, quedando tan sólo la de la custodia con la forma Robada, teniendo por nosotras adoración de día y de noche. Era nuestro consuelo en la gran tribulación en que nos encontrábamos. No fueron pocas las lágrimas que a sus pies derramamos. Y pareciéndoles al señor cura y a don José Frías que estaría más segura la custodia que tenían en la parroquia con las Formas robadas, me dijeron que si querían que llevasen a la casa, cosa que fue para nosotras de mucha alegría, y dije que sí. Don José Frías fue el que la llevó; la custodia muy reservada; sólo parecía lo sabíamos nosotras, pero no fue así; y allí la tuvimos. A pesar de todo, y tras la exclaustración, las religiosas siguieron disponiendo de la llave del convento, que periódicamente revisaban, tras dos meses en esa situación, aconsejadas por algunas personas que esperasen hasta ver cómo evolucionaban aquéllos momentos, mientras que los superiores y el 45


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párroco de Alhama, don Pedro Valdivia las animaban a la vuelta al convento, por lo que iniciaron las tareas de limpieza. El 14 de julio de 1936 la superiora se desplazó a Granada acompañada de su hermano, quien regresó a la población. Continúa la relación: Como las hordas marxistas fueron muchas en Alhama, según se portaron, antes de nada lo que incendiaron fue el convento y la iglesia, después de saquearlo prendieron fuego a todo, no dejan ninguna imagen, haciendo atrocidades con ellas. Los cadáveres de las religiosas todos los sacaron y profanaron. A una la colgaron de un árbol del jardín con la cabeza para abajo; ésta hacía menos de un mes se había enterrado; a otra que hacía más de ocho años que murió, la sacaron entera, la pusieron de pie en un rincón del cementerio. ¡en fin, cosas horribles! Como un cementerio dejaron toda la casa, las tejas y ladrillos arrancados, y lo mismo puertas y ventanas; lo demás todo quemado. Mis hermanos fueron aprisionados con el señor párroco y demás mártires que hubo. A la casa fueron a decirles que iban a prenderle fuego, y que entregasen las custodias, la de la parroquia y la otra, y las ropas de iglesia, temiendo que fueran a hacer una profanación, una de mis hermanas que también era religiosa, Sor Margarita, era su nombre, que ya ha muerto, consumió las Formas y Partículas de las custodias, teniendo que entregar las custodias, que vinieron por ellas, sin saber quién había sido quien dijo que estaban en la casa, como también querían la ropa de la iglesia, o de "los curas", como ellos decían. De las que tenían en la casa, algunas entregaron, y las otras, antes de verlas profanadas, ellas las quemaron, pues tuvieron que salir de la casa por detrás. A mi padre, que el pobrecito estaba ciego, un hermano mío lo sacó a cuestas. En ninguna casa los querían admitir. Por fin, una caritativa familia los recibió; después pudieron volver a la casa (...). De las cosas que teníamos: ornamentos, cálices y demás cosas, en los registros que hicieron, todo se lo llevaron, no pudiendo encontrar nada. El edificio fue dedicado por un breve período de tiempo a escuelas, por lo que el campanario y la torre fueron demolidos, quedando las tres campanas sin cabeza. Con posterioridad, por falta de recursos y con el permiso del arzobispo, la campana más grande, que estaba rota por las abrazaderas, fue vendida a los Padres Salesianos de Granada. No parece suceder nada grave hasta el 23 de febrero de ese año en que sí son violentadas y obligadas a salir del convento a ejercer el voto, cuando eran un total de 23 monjas de votos solemnes, una de votos simples y una postulante.

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El turbulento período de agitación dejó sus huellas en el templo. La bóveda quedó tiznada por las fogatas; todos los adornos, pinturas y objetos de valor desaparecieron; las campanas fueron arrancadas de sus respectivos lugares y algunas cúpulas y cubiertas se arruinaron. De escultura no quedó más que una Inmaculada del XVII de Alonso de Mena y alguna imagen más; pero de muy poco valor, que fueron salvadas por un sacerdote. Tras la guerra civil fue reconstruido el templo y restaurado de forma irregular. De interés subsiste una capilla lateral, el camarín de la Virgen, el coro bajo y el cementerio. Además, se conserva en el huerto una columna dórica de inspiración clásica, coronada en otros tiempos con la Purísima. Esta fue levantada a expensas de Pedro de Villarrasa Cabello, juez delegado del estanco de la sal, por el año de 1700. Se conserva en el archivo un listado de los ornamentos y vasos sagrados y demás cosas del culto robados por los marxistas al convento de Alhama en el año 1936, extractado de la relación que recoge lo sucedido en el convento en ese período. Allí se detallan numerosos ternos y casullas de valor variables, por sus bordados y material en el que se realizaron, cortinas, colchas, paños de hombros, de atrileras, un paño, un estandarte y un capillo grande, cinco cálices y vinagreras y bandejas de mérito, un incensario de plata y naveta, dos copones, tres cajas de plata para hostias, una palmatoria, cruz y lámpara de plata, dos pares de ciriales con cruz. En cuanto a imágenes se perdió una Purísima, un Corazón de Jesús, un San José, la imagen de San Pascual, la de San Francisco, la de San Pedro de Alcántara, la de San Antonio, la de San Ramón, la Virgen de los Dolores, dos crucifijos, San Isidro, Santa Clara, La Virgen de la Cabeza, San Buenaventura, San Cayetano, San Francisco de Paula, la Virgen del Carmen, entre otras muchos; al igual que imágenes del Niño Jesús y numerosos cuadros, lámparas de metal, candeleros, un Cristo crucificado, un Eccehomo, la Virgen de la Candelaria, todos quemados, según un inventario que realizan las religiosas tras la toma de Alhama por los Nacionales, sin firmar y sin fechar, pero cuyas palabras finales son bien elocuentes: no puedo decir el número, como en otras cosas, que sin nada nos han dejado. En la actualidad, Sor Clara, Sor Francisca y Sor Pilar -queridas y respetadas por el pueblo entero- siguen manteniendo la comunidad, entregadas a la oración y al trabajo, ofreciendo a ciudadanos y visitantes la mejor repostería donde la haya; practicando, además, la caridad con los necesitados. Gracias a ellas Alhama sigue teniendo ese añejo sabor de ciudad conventual y monacal que infunde el tañido de la campana de San Francisco y Santa Clara en los albores de cada día, cuando el pueblo despierta.

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Estado en que qued贸 el convento tras la guerra 48


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Estado en que qued贸 el convento tras la guerra

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El convento tras la revoluci贸n marxista

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NOMINA DE RELIGIOSAS FALLECIDAS DESDE LA GUERRA CIVIL Sor Margarita Pérez , +45 María de San Antonio Monteagudo, +50 Sor María Jesús de San Francisco Jiménez, +52 Sor Remedios Luque Rubio de Montefrío, +57 Sor Inocencia Raya Velasco, +72. Sor Purificación Muñoz Cámara, +67 Sor Dolores Valenzuela Gordo, +66 Madre Sacramento Pérez, +67 Sor Rosario del Espíritu Santo Velasco Retamero, +77 Madre Teresa Cañizares Barragón Ávila, +86 Sor María Isabel Acero Báscones, +2010

Sor Mercedes Olea Hernández, +2011.

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Tras la restauraci贸n del convento

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Tras la llegada de nuevas vocaciones

Torno franciscano atendido por Sor Clara Sor Francisca Sor Pilar

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El convento y el refectorio después de los desastres revolucionarios

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Convento y huerta tras la crisis iconoclasta

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La restauraci贸n de postguerra

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