Suplemento Al Faro #12

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Editores:

y

Alfaro F.

Gutiérrez,

Viernes 12 de abril de 2024 No. 12 Primera

suplemento
Al faro
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Daniela Alfaro Enrique Tuxtla Chiapas época
10 de a cien

10 de a cien

En los cursos que imparto sobre el artificio de escribir hago con los alumnos un ejercicio: lograr un texto que conste de cien palabras con el título incluido. Una vez lo miré en un blog español, me gustó,

Noé Gutiérrez González

El milagro

he escrito unos cuarenta y recibido otro tanto de amigos que han intentado el juego. He aquí una muestra con algunos de los más celebrados por el público.

Carlos román GarCía

Rodrigo González Ochoa

Democracia solar

Por qué mi madre me encomendó al Santo Niño de Atocha? Sólo su amor tierno y profundo lo sabe. Vivía cerca de su templo y en su parque me ejercitaba cada mañana. Una de ellas, fresca, reticente al tibio calor del sol, di fuego a la cola del alacrán. Tarde advertí la cabeza rapada en la patrulla. El relámpago del peligro me sacudió. El aguijón del arácnido a la boca aunque el aroma de la ponzoña se había esparcido. Continué de frente. Eterno el tiempo entre paso y paso. El atochense, ventrílocuo, habló por el oficial: Y no invita…

De siete luminosos años, Sol recibió de su madre diez pesos en monedas. Sin tardanza, sin intención, los repartió al llegar a la escuela a sus compañeros de grupo. A la salida, en el autobús se votaba, en juego democrático, para “elegir al presidente del transporte”, y ella pidió tiempo. Fue con cada uno y le cuchicheó algo: “bzzzz… bzzzz…”; luego la votación siguió. No hubo otros candidatos: fue electa por aclamación. En plena legitimidad, disfrutó contándole al papá su hazaña.

-Me gusta, pero ¿qué les dijiste? –indagó él. Sonriendo pícara, contestó:

-“¡Acuérdate que yo te di dinero..!”

2 Viernes 12 de abril de 2024 10 de a cien / coordinador: carlos Román
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Ilustraciones de Enrique Alfaro

Que nadie duerma

Mi padre tenía un amigo cantante de ópera. A veces ensayaban sus arias favoritas Recóndita Armonia, E lucevan le Stelle, Come un bel di di magio y las imágenes de los héroes mayores –Caruso, Jussi Bjöerling, Beniamino Gigli y Tito Schipa–presidían las aproximaciones al misterio. No era extraño que cantaran Nessun Dorma a deshoras, con más tequila que el reglamentario para aclarar la garganta y hacer presentes los versos. Los vecinos molestos y quizá ignorantes de la trama de Turandot, cumplían obedientes el imperativo de no dormir. La noche necia y el misterio y la esperanza…

Carlos Mijares

¿Qué tanto es tantito?

Cabalgando por los rugosos senderos entre Coatepec y Xalapa, en la grata compañía de don Agustín Arriaga, hombre de a caballo muy cabal y nativo de esa región, se me ocurrió preguntarle hasta donde conocía; después de sopesar mi solicitud me dijo: “Pues mire usted, lo que se dice conocer, así bien, bien, de aquí a Perote”. Con lo que comprendió quien suscribe lo que un veracruzano entiende por conocer. Implicaba, luego entendí, el dominio de cada vereda, que no son pocas, y su discurrir entre barrancas y laderas hasta el otro lado de la sierra.

Carlos Ortiz Paniagua

Los fenicios

Todos conocían, hasta admiraban, su facilidad para hacer uso del micrófono, no había tema que se le resistiera, una vez que empezaba, podía cautivar a su auditorio durante horas completas, era vitoreado. Cierta vez, lo escuché decir, bromeando, que era muy fácil, sólo tú sabes de lo que vas a hablar, decía, tus oyentes no, si no conoces el tema, entonces traes a colación a los fenicios, nadie sabe nada de eso. Así fue, hasta que participó en una conferencia donde el tema fue, precisamente, los fenicios, la sala estaba repleta de especialistas, esa noche, se quedó callado.

Mi tío Ignacio

En cuanto se ordenó sacerdote se inscribió como voluntario en una granja de leprosos por Jalisco –y fue y vino, sano y salvo. Era el orgullo de la casa, el milagro viviente. Nunca supe si trabajó en ese lugar de ultratumba porque quiso o en realidad las autoridades lo enviaron.

Apenas me enteré de que desde entonces la lepra estaba extinta, o sea que nunca corrió peligro. Cerré el tomo de la enciclopedia donde obtuve aquel dato y salí a una cantina a brindar por mi tío Ignacio, que nunca supo si iba o no a contagiarse.

3 Viernes 12 de abril de 2024 10 de a cien / coordinador: carlos Román

Los zopilotes de mi Presidente

Era una reunión con un ecologista que nos visitaba de Washington. Durante la disertación, comentó que en su ciudad ya no hay zopilotes debido a la lluvia ácida.

Nuestro munícipe tomó la palabra:

“Le hago un ofrecimiento humilde. Le ofrezco cien zopilotes jóvenes, fuertes, que comen plomo sin chistar”. Ante el desconcierto del conferencista, quien no atinó más que a mover la cabeza en sentido afirmativo, nuestro personaje continuó.

“Con la garantía de que zopilote que se muera, zopilote que le repongo, pero eso sí, puesto aquí, porque no tengo para el flete.”

Cinema Paradiso

Gloria y Teresa, contra lo que pudiera pensarse, eran dos salas de cine. Arcadia también.

Completé la secundaria, como miembro prominente de mi generación, en los oscuros cines Río y Savoy, éste situado en el pasaje del mismo nombre. No recuerdo ya el álgebra de las películas, ni siquiera la literatura de sus nombres o si había alguna clase de civismo entre sus personajes. No olvido, en cambio, la candente geografía de Libertad Le Blanc y el químico efecto que en mí provocaba. Por entonces todo era simple, incluso el sexo estaba siempre al alcance de la mano.

Música celestial

Pancho Escobar dirigió sus pasos tambaleantes hacia la iglesia. Debía interpretar en el armonio los misterios del rosario vespertino. Su mujer lo sacó de la cantina para obligarlo a cumplir. En las escaleras del atrio lo esperaba Chente Quiroz, el niño ciego que, en todo el pueblo, era el único que sabía escuchar su música. Pancho lo tomó de la mano y lo condujo en silencio hasta el viejo instrumento. –Ora tocas tú, Chente, ordenó. La música para dios es don de ciegos y borrachos: los dedos del niño repitieron de memoria las notas de ese teclado inaudito.

La humildad de los grandes –D

octor, le dijo con aire de suficiencia al director del instituto de cultura, acepte usted el privilegio de recibir y publicar mi obra, es una oportunidad que no puede desperdiciar. Le aseguro que este libro, suma de mi indudable talento, renovará las letras chiapanecas, nacionales y universales; entonces, acaso su nombre aparecerá junto con el mío cuando la gloria, al fin, me reconozca. –Por cierto, don Bulmaro, le inquirió el buen Andrés, ¿cuáles son sus apellidos? –Bulmaro, sólo me llamo Bulmaro, respondió el poeta mirando al infinito con un gesto olímpico, ¿acaso Homero tenía apellidos?

Las opiniones vertidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento de esta publicación.

4 Viernes 12 de abril de 2024 10 de a cien / coordinador: carlos Román
Editores: Daniela Alfaro y Enrique Alfaro F. José Pariente
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