La conquista de Medina Mayurqa

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Índice

Prólogo ...........................................................................................2 Capítulo I: La marcha hacia Tarragona..........................................3 Capítulo II: El viaje hacia Mallorca................................................5 Capítulo III: El desembarco en Sta. Ponsa y la primera batalla......8 Capítulo IV: La batalla de Porto Pi.................................................10 Capítulo V: El asedio a Madina Mayurqa.......................................13 Capítulo VI: La toma de Madina Mayurqa.....................................16 Anexo I: Contexto histórico............................................................18 Anexo II: Fuentes............................................................................21

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Prólogo

La historia transcurre en la Cataluña del siglo XIII, durante la Baja Edad Media. El feudalismo era el modelo de organización social, político y económico que estaba instaurado en la Europa occidental. Los campesinos, siervos, cultivaban las tierras que pertenecían a un noble, señor feudal, y debían entregarle parte de la producción en concepto de tributo. La realeza había perdido mucho poder y se vio obligada a realizar pactos de vasallaje con los grandes señores. Aprovechando esta debilidad del rey, la iglesia impuso todo su poder e influencia. En esta época, el castillo era el símbolo de poder y el señor feudal daba protección a la población a cambio de servidumbre, es decir, trabajo y sumisión. Era una imposición violenta “quid pro quo” (algo a cambio de algo).

La agricultura empezó a producir excedentes que fueron destinados al comercio y se produjo un gran desarrollo de las ciudades. La Corona de Aragón inició una expansión, reconquistando territorios musulmanes, primero hacia el sur de la península y luego hacia el Mediterráneo. La isla de Mallorca se había convertido en un refugio para piratas sarracenos que atacaban las naves cristianas que navegaban por el Mediterráneo occidental, dificultando de esta forma los posibles intercambios comerciales. Fue por este motivo y también para evitar las continuas razias sarracenas que la Corona de Aragón decidió conquistar la isla de Mallorca. Y no fue hasta el año 1231, que el rey Jaime I de Aragón conquistó Mallorca.

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Capítulo I: La marcha hacia Tarragona

Transcurría el año 1229 en la villa de Terraquium Castelum. La población vivía bajo el poder de un señor feudal, el conde de Terrassa. Durante los últimos años, la villa de Terrassa había crecido rápidamente, convirtiéndose en un núcleo de población muy importante. La población se concentraba alrededor del palacio condal, de la iglesia y del mercado. El núcleo central de la villa estaba constituido por la calle soberana, la mayor y la inferior, que a su vez estaban entrelazadas por calles secundarias. Una muralla y un foso exterior rodeaban la villa, y las puertas principales de la muralla se abrían hacia los caminos que conectaban con otros núcleos importantes, como Manresa, Sabadell o Barcelona. Pedro y Javier eran dos soldados profesionales del pequeño ejército del conde de Terrassa. Pedro tenía 19 años, era un hombre muy corpulento y siempre estaba de buen humor. Su compañero y amigo, Javier, a pesar de que tenía su misma edad, era totalmente diferente. Era muy alto y delgado, pero, gozaba de una gran agilidad y una extraordinaria destreza con la espada. Tenía un humor difícil, pero era el amigo más fiel que un hombre podía encontrar. Ambos ejercían una profesión bien vista y bien pagada. Pero, estaban ansiosos por abandonar la monotonía, necesitaban un poco de acción. Una mañana de agosto de 1229, llegaron noticias de que el rey Jaime I, había llegado a un acuerdo con la Iglesia, los nobles y los comerciantes para iniciar la conquista de Mallorca. Cada grupo social tenía sus intereses. La Iglesia defendía los valores espirituales, ya que según ella, la invasión era voluntad de Dios. Pero, también buscaba fines económicos. Los nobles acudían a la llamada del rey, cumpliendo su juramento de vasallaje, pero también por la promesad de tierras y riquezas. Y los comerciantes prestaron ayuda económica para garantizarse el comercio por el Mediterráneo, eliminando la amenaza de los piratas árabes asentados en la isla de Mallorca. La empresa recibió el trato de cruzada y los emisarios del rey recorrieron las villas más importantes de la Corona de Aragón para reclutar soldados dispuestos a luchar por su rey, a cambio de una buena recompensa. Pedro y Javier, estaban practicando la lucha con espada, cuando escucharon hablar al pregonero: - Se hace saber, que para proteger a nuestro reino de los ataques de los infieles sarracenos, nuestro rey Jaime I va a emprender una cruzada para desterrarlos de Madina Mayurqa (actual Palma de Mallorca) y así difundir nuestra fe y eliminar su amenaza. Todos los guerreros participantes serán 4


generosamente gratificados y recibirán el reconocimiento de su rey. Los interesados deberán personarse en las villas de Tarragona y Salou, donde serán convenientemente reclutados. Pedro y Javier, no salían de su asombro, la oportunidad que esperaban había llegado. Sin perder tiempo, se dirigieron a su capitán para pedirle permiso para unirse a tan atractiva empresa. Tras consultarlo con su señor, el conde de Terrassa, el capitán les dijo: - Soldados, nuestro señor os da su bendición para que os unáis al ejército de nuestro rey Jaime I y lamenta no estar en condiciones para hacerlo él mismo, ya que debido a su avanzada edad no os puede acompañar. - Dad las gracias a nuestro señor – dijo Pedro – y decidle que defenderemos con honor a nuestro rey Jaime I en su nombre. Sin perder ni un instante, Pedro y Javier se prepararon para su marcha hacia Tarragona.

Equipados con su armadura, sus armas y unos pocos enseres, iniciaron su marcha hacia Tarragona. A medida de recorrían el camino, otros soldados se les unían, de tal modo, que al llegar a Tarragona, formaban un grupo de más de 100 hombres. Al llegar al puerto de Tarragona, quedaron boquiabiertos, ya que allí se encontraron a un fabuloso ejército formado por unos 1500 caballeros y más de 15000 soldados de infantería. Junto al ejército, se encontraba una flota de más de 150 naves, que estaba formada por naves de combate, galeras y taridas para el transporte de caballerías y de pertrechos militares. - Es impresionante – dijo Javier –, nunca había visto tantos soldados juntos. - Vamos Javier – dijo Pedro –, no perdamos ni un instante. Acto seguido, Pedro, Javier y todo el grupo de soldados que les acompañaban, se dirigieron hacia la oficina de reclutamiento.

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Capítulo II: El viaje hacia Mallorca

Junto al puerto se había instalado un gran campamento militar, donde todos los soldados eran agrupados en función de sus habilidades. Por un lado, estaban los caballeros, con sus pesadas armaduras y sus vigorosas monturas. La armadura de los caballeros estaba compuesta por el yelmo, la coraza y las perneras y normalmente eran de hierro o bronce. Éstas les ofrecían protección, pero restaban mucha movilidad a los caballeros. También podían distinguirse los soldados de a pie, que se protegían con armaduras mucho más ligeras, con una cota de malla o, a veces, sin nada. Una parte fundamental del equipamiento de los soldados y los caballeros era el escudo, ya que debían protegerse de las pesadas espadas. Algunos soldados, además de las espadas, también llevaban lanzas, hachas, mazas y dagas para la lucha cuerpo a cuerpo. Por último estaban los arqueros, que iban equipados con arcos largos, aunque algunos, todavía llevaban ballestas. Pedro y Javier eran soldados de infantería y, como muchos otros, iban equipados con una armadura ligera, una espada, un escudo y una daga. No querían llevar un exceso de peso, ya que eran conscientes que en la batalla lo más importante era la agilidad y la destreza. Fueron destinados a las órdenes del noble Nuño Sánchez, nieto de Ramón Berenguer IV, que había aportado más de 100 caballeros. Llegado el día de Sta. María de Agosto, las naves de transporte fueron aprovisionadas con leños, harina, cebada, carne, agua, vino y otros víveres en cantidad suficiente para llevar a cabo la empresa. También se cargaron todo las armas, incluso las temidas catapultas, y las monturas de los caballeros. Antes de partir, el rey y los nobles asistieron a una misa que ofició Berenguer de Palou en la catedral de Tarragona, recibiendo también la comunión. Todo estaba preparado y, de repente, se escuchó la voz del rey:

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- Soldados, hoy iniciamos una cruzada contra los infieles que habitan en Mallorca. Debemos salvaguardar la fe cristiana y proteger los intereses de la Corona de Aragón. ¡No perdamos más tiempo y embarquemos! Las tropas siguieron a sus comandantes y fueron embarcando una tras otra. Los ciudadanos de Tarragona, que habían acudido en masa para despedir a las tropas, les daban ánimos y bendecían a Dios. - Vamos Javier – dijo Pedro –, no te entretengas que nuestro batallón ya está embarcando. - Voy – dijo Javier –, ¿no te emociona la multitud? Creo que nunca había visto tanta gente junta. - No estamos aquí para tonterías – dijo Pedro –, hemos venido para luchar. Javier calló y siguió a su compañero hasta su embarcación. Acto seguido, el capitán dio la orden de zarpar. Una tras otra, se hicieron a la mar todas las naves. Las naves de guerra se situaron a la vanguardia y a la retaguardia, las galeras a los lados y en el centro quedaron las naves de carga que necesitaban ser protegidas. La última nave en hacerse a la mar fue la galera de Montpellier donde viajaba el rey junto a sus caballeros. Pero no tardó en ponerse a la cabeza de la escuadra. A la flota que partió desde Tarragona, se unieron otras naves procedentes de Cambrils y Salou.

Al segundo día de travesía, una descomunal tormenta atrapó entre sus garras al convoy que navegaba rumbo a Mallorca. Poco a poco, el mar se fue agitando y el viento empezó a arreciar y las naves se balanceaban como una cáscara de nuez en un riachuelo. Los mareos entre los soldados empezaron a hacerse habituales y el temporal cada vez crecía más en intensidad. Las olas superaban los 6 metros de altura y las naves corrían el peligro de colisionar entre ellas. Javier estaba cada vez más mareado, su cara pálida y descompuesta, lo decía todo. Pedro, a quien parecía no afectar el movimiento de la nave, intentaba ayudarlo humedeciéndole la frente y haciéndole compañía. 7


- Gracias Pedro – dijo Javier –, creo que no soportaría la travesía si ni fuese por tu ayuda. - No te preocupes compañero – dijo Pedro –, los amigos están para ayudarse en los momentos malos. Y de momento, creo que somos buenos amigos, ¿no? - ¡Claro que sí! – Replicó Javier – ¡Amigos hasta la muerte! Fue tal la intensidad del temporal que el convoy, que inicialmente se dirigía hacia Pollensa, fue obligado a desviar el rumbo, buscando refugio en el islote de la Dragonera, situado diametralmente opuesto a Pollensa. Fue el viernes 7 de septiembre, cuando todas las naves fondearon en el remanso de la Dragonera. Allí descansaron varios días para reponerse de tan agotadora travesía y para dar las gracias a Dios por no haber sufrido ninguna baja.

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Capítulo III: El desembarco en Sta. Ponsa y la primera batalla Ya era domingo y las tropas se habían recuperado de la ajetreada travesía. Mientras tanto una avanzadilla de 20 hombres se había adentrado en el islote de Pantaleu, donde se encontraron con un desertor sarraceno que se les acercó nadando. El comandante cristiano le dio el alto: -

¡Detente infiel! o date por muerto. No me matéis – contesto el sarraceno- , vengo a ofreceros una valiosa información. ¿Cómo te llamas? – dijo el comandante – Me llamo Alí, mi señor, y vengo huyendo de las tropas del Valí.

Alí era un hombre de piel oscura, que aparentaba unos 30 años de edad. No iba armado, pero por su forma de moverse y de expresarse, era evidente que había sido un soldado. Al ser interrogado por el comandante, Alí reveló importantes datos de la ubicación y el número de soldados sarracenos. - Mi señor – dijo Alí- , no debéis tomar tierra en esta playa, puesto que al otro lado os espera escondido un ejército de más de 5000 soldados y 200 jinetes. Hace días que os esperan, ya que vuestras naves fueron divisadas desde las atalayas de la costa. - Por tu vida, espero que sea cierto esto que me cuentas. – replicó el comandante –

El comandante informó rápidamente al rey, quien dio la orden a las tropas de prepararse el combate. Los caballeros se pusieron sus relucientes armaduras y prepararon sus poderosas monturas, los arqueros prepararon sus grandes arcos y el resto de la infantería se armó con espadas, mazas, hachas… - Ya ha llegado el momento – comentó Pedro – - Sí, compañero –asintió Javier –, ten cuidado con esos infieles. Dicen que se camuflan en la oscuridad de la noche y cuando menos te lo esperas te rebanan el cuello. Se hizo un momento de silencio y Pedro dijo: - Igualmente compañero. Hemos llegado demasiado lejos para caer ante tales alimañas. Esa misma noche, el rey decidió zarpar de nuevo y avanzar sigilosamente bordeando la costa hacia Sta. Ponsa, para evitar un enfrentamiento directo con una tropa tan numerosa. De repente se escuchó la potente voz de uno de los comandantes: - ¡Soldados, en marcha! Ha llegado la hora de la verdad.

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A media noche la escuadra alcanzó la bahía de Sta. Ponsa y la tropa inició el desembarco. Pero, a pesar del sigilo en el avance de las naves cristianas, los sarracenos se habían enterado de la estrategia cristiana y avanzaban por la costa persiguiendo el convoy cristiano. Una vez en tierra las tropas cristianas, se encontraron frente al ejército sarraceno que los esperaba. El rey Jaime I dirigió a sus tropas hacia la batalla. - ¡Soldados, acabemos con los infieles! – Dijo el rey - ¡Matad o morid! Las tropas cristianas eran muy superiores en número, por lo que la victoria fue relativamente fácil. En pocas horas, causaron más de 1500 bajas al ejército sarraceno, mientras que los supervivientes huyeron hacia las montañas. Había sido una victoria fácil, pero no era la definitiva. Pronto llegaron noticias de que el rey musulmán de la isla, Abú YaHya, había reunido un ejército de más de 20000 guerreros y unos 2000 jinetes. Pero esta noticia no quebró las intenciones cristianas de avanzar en la conquista de la isla. Jaime I ordenó a sus tropas seguir avanzando hacia Porto Pi.

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Capítulo IV: La batalla de Porto Pi Tras derrotar al ejército moro en Sta. Ponsa, Jaime I decidió dirigirse con sus tropas hacia Madina Mayurqa. Y dirigiéndose a sus soldados dijo: - Soldados, demos gracias a Dios por habernos ayudado en el campo de batalla para derrotar a los infieles, pero todavía nos queda un largo camino para lograr nuestro objetivo final. Acto seguido, el rey ordenó que las tropas se pusieran en marcha. Guillermo de Montcada era el noble que capitaneaba la vanguardia de las tropas.

Los musulmanes eran conocedores del avance cristiano y decidieron salir a su encuentro. Eligieron la Sierra de Porto Pi, que estaba a mitad de camino entre Madina Mayurqa y Sta. Ponsa, para prepararles una emboscada. Las montañas eran el lugar ideal para enfrentarse al poderoso ejército de Jaime I y disponer de una ventaja estratégica. Los soldados de infantería musulmanes tomaron posiciones escondiéndose entre las rocas y los árboles, en la parte baja del collado, los arqueros estaban situados en las zonas más elevadas y al otro lado de las montañas esperaba la caballería. Entre los hombres que marchaban junto a Guillermo de Montcada, se encontraban Pedro y Javier, que ajenos a la emboscada que les esperaba, avanzaban con decisión. Pedro tenía un mal presentimiento y comentó a Javier: 

Javier, tengo un mal presagio. ¿No notas demasiada calma? Javier, que iba andaba distraído, pensando en sus cosas, replicó:

 

No, no veo nada raro, hace un buen día para cazar sarracenos, No te lo tomes a broma – dijo Pedro –, creo que va a pasar algo malo. 11


Justo en ese momento su capitán, dijo: 

¡Soldados, silencio! Vamos a adentrarnos en el desfiladero.

El pequeño grupo de soldados se adentró en el desfiladero, sin esperar al grueso de las tropas. Avanzaban sigilosamente, dirigiendo sus miradas hacia todas las rocas y árboles que parecían amenazarles a cada paso que daban. De repente el paso empezó a ensancharse, como si las montañas quisieran apartarse para dejar pasar a los soldados. El grupo seguía avanzando por el sinuoso camino, cada vez con más confianza, quizás pensaban que el peligro había pasado. Fue en ese instante, cuando tras un estremecedor silbido, una lluvia de flechas empezó a caerles del cielo. Los soldados cristianos intentaron protegerse con los escudos del ataque de los arqueros, pero, muchos cayeron. A continuación, se lanzaron sobre ellos centenares de soldados moros, que en un abrir y cerrar de ojos abatieron a todos los soldados cristianos. El comandante sarraceno gritaba: 

Soldados, no tengáis piedad con ningún infiel. Deben morir todos.

Los soldados moros cumplieron estrictamente las órdenes de su comandante. Golpeaban los cuerpos de los soldados que yacían sobre el suelo para asegurarse de que realmente estaban muertos. Es más, algunos, incluso se encarnizaban con los soldados muertos clavándoles lanzas y espadas. Sólo Pedro logró sobrevivir a la envestida del ejército moro, ya que fue dado por muerto al quedar inconsciente en el suelo tras recibir un fuerte golpe en la cabeza. Los soldados musulmanes se retiraron hacia el otro lado de las montañas para preparar una nueva emboscada para el resto de la tropa cristiana. Cuando llegó el grueso de la tropa cristiana, se encontró con un panorama dantesco; había cadáveres por todas partes y el suelo se había teñido del color rojo de la sangre. El ruido del paso de la tropa hizo despertar a Pedro, que empezó a gritar como un loco llamando a su amigo Javier. Rápidamente, dos soldados le ayudaron a incorporarse y le curaron las heridas. Pedro tuvo mucha suerte, ya que a pesar de sangrar abundantemente, sus heridas no eran graves. Pedro explicó, al rey y a sus comandantes, cómo habían sido emboscados por el enemigo y también de la crueldad del ataque. Parte de la tropa empezó a perder la moral, ya que la horripilante visión de una muerte tan cercana les aterrorizaba. Fue en este momento cuando el rey se dirigió a la tropa y les dijo: ¡Vergüenza, caballeros, vergüenza! Nuestros hermanos han caído para defender a Dios y a nuestras familias. No deshonremos su memoria y luchemos hasta el final. 

Un fuerte rugido de rabia salió de la tropa, que volvió a iniciar la marcha Siguiendo a sus comandantes. Pedro caminaba en silencio, observando a sus compañeros caídos. Cuando distinguió el cuerpo sin vida de Javier, el corazón 12


de dio un vuelco y no pudo reprimir las lágrimas. Fue entonces cuando juró venganza. No tardaron en llegar al final del desfiladero, donde encontraron al ejército musulmán que les estaba esperando. Pero esta vez eran superiores en número y esperaban al enemigo. La batalla fue terrible, y los cristianos llenos de rabia no tuvieron piedad con los moros. Tras ser derrotados, los musulmanes supervivientes huyeron hacia Madina Mayurqa. Los cristianos hicieron un alto para rendir homenaje a sus compañeros caídos y para recuperar fuerzas antes del ataque final.

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Capítulo V: El asedio a Madina Mayurqa Fueron tristes días para la tropa y en especial para Pedro. Los funerales y homenajes a los caídos duraron 8 días, siendo la Sierra de Porto Pi la última morada para la mayoría de los soldados abatidos en la emboscada. Pedro sentía una angustia que le oprimía el pecho y a menudo se ausentaba durante horas por la sierra, vagando sin rumbo como un alma en pena. Pero, a medida que transcurrían los días la angustia y desasosiego fueron sustituidos por rabia y sed de venganza. Al noveno día, el rey ordenó la marcha hacia Madina Mayurqa. La estrategia ya estaba decidida: levantarían el campamento al norte de la ciudad, lejos del alcance de las ballestas y de los mangoneles enemigos, y bombardearían la ciudad con la catapulta, el mangonel turco y los dos trabuquetes que portaban. En previsión de que el asedio fuese largo, Jaime I ordenó situar el campamento junto a una acequia de agua que abastecía a la ciudad y también mandó construir una empalizada que lo protegiera de alguna posible incursión mora.

Una mañana, mientras el ejército cristiano ultimaba los preparativos del campamento, apareció un pequeño grupo de musulmanes que se acercaban desde las montañas portando una bandera blanca. Pedro, que estaba al mando de la guardia cristiana les dio el alto: 

¡Alto, infieles! No deis ni un paso más, a no ser que queráis morir.

El musulmán que estaba al mando, Ben Abed, que resultó ser el señor de unas 800 aldeas musulmanas de los montes, dijo: ¡No nos ataquéis, por Ala! Venimos en son de paz para hablar con vuestro rey.  ¿Y de que queréis hablarle? – dijo Pedro –  Venimos a ofrecerle un pacto que no podrá rechazar – dijo Ben Abed –  Está bien, – dijo Pedro – pero si hacéis cualquier gesto extraño, podéis daros por muertos. 

Ben Abed ofreció comida, ayuda y todo tipo de información sobre la Madina Mayurqa y sobre las costumbres de sus habitantes. A cambio, Jaime I les concedió la paz y les hizo entrega de un pendón cristiano para que pudieran acercarse a su ejército sin ser atacados.

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Con la información recibida, el ejército cristiano comenzó el asedio de la ciudad, lanzando enormes piedras con la catapulta, el mangonel y los trabuquetes, al tiempo que las tropas lanzaban ataques continuos por tierra.

Mangonel

Los moros se defendían lanzando piedras con sus trabuquetes y mangoneles, y también lanzando flechas con sus ballestas y arcos.

Los cristianos avanzaban imparables y el ejército musulmán apenas podía repeler sus continuos ataques. Los días iban pasando, y las fuerzas de los musulmanes iban flaqueando. En un acto de impotencia, ataron a varios prisioneros cristianos desnudos sobre las murallas, para intentar detener los continuos bombardeos del ejército cristiano. Pero el efecto conseguido fue justamente el contrario. 15


Pedro divisó a los soldados cristianos atados en la muralla e inmediatamente avisó a su comandante: 

Mi señor, los sarracenos están atando a soldados cristianos en la muralla.

El comandante informó al rey, quien decidió seguir con el bombardeo sobre Madina Mayurqa. En vista de que no habían logrado su objetivo, los musulmanes volvieron a encerrar en los calabozos a los soldados utilizados de escudo. Como represaría a esta acción el rey ordenó: Soldados, cortad la cabeza de los prisioneros infieles y catapultadlas sobre la ciudad. 

De repente, una lluvia de cabezas degolladas y sangre, empezó a caer sobre el ejército moro. Los gritos de rabia y el desánimo se apoderaron de una ciudad sitiada, sin agua y sin alimentos. Ante tal situación, el rey Abu Yahya intentó negociar la rendición de la ciudad a cambio de sus vidas, pero algunos nobles, familiares de los Montcada, y el obispo de Barcelona se negaron, ya que querían venganza. Abu Yahya se retiró a la ciudad gritando: ¡Infieles, cada sarraceno se multiplicará por dos y venceremos a vuestro ejército! 

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Capítulo VI: La toma de Madina Mayurqa Las murallas de la ciudad la convertían en una fortaleza impenetrable. Pero, el rey no se conformaba con esperar la rendición del enemigo por falta de agua y alimentos. Es por ello, que una vez tras otra los soldados cristianos intentaban con todas sus fuerzas abrir brechas en los muros y destruir las torres de defensa.

El aserio de la ciudad se prolongaba ya más de tres meses y los sarracenos todavía resistían. Pero, por fin, el 31 de diciembre, el ejército cristiano logró tomar Madina Mayurqa. Un grupo de soldados dirigidos por Pedro, consiguió adentrarse en el interior del recinto amurallado y colocó un pendón en lo alto de una de las torres. Pedro, desde lo alto de la torre gritó: 

¡A dentro, a dentro, que la ciudad es nuestra!

Las tropas cristianas empezaron a entrar a la ciudad gritando: 

¡Santa María, Santa María!

Los moros huían de las tropas cristianas, abandonando todos sus enseres. Solo querían salvar su vida. Los caballeros cristianos los perseguían sin piedad, matando a todos los que se cruzaban en su camino. Desde lo alto de la torre, Pedro observaba la matanza. En ese momento la sed de venganza de por su amigo Javier había desaparecido. Pedro sentía pena por los sarracenos. No estaba de acuerdo con los que querían exterminarlos. Entonces empezó a gritar: 

¡Yo no quería esto! Sólo quería vivir una aventura.

Fue entonces cuando Pedro descendió de la torre y se alejó de la ciudad abandonando a su ejército. Sus compañeros no volvieron a saber nada de él.

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Pero la máquina de matar cristiana no se detuvo. Apresaron al rey Abú Yahya y lo torturaron para que les revelase el lugar donde había escondido los tesoros que había amasado por la piratería. Pero no confesó y murió durante la tortura. Para culminar su venganza, los cristianos incendiaron la medina y pasaron el cuchillo a todos los sarracenos que quedaron en la ciudad y no quisieron convertirse al cristianismo.

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ANEXO I: CONTEXTO HISTÓRICO - ¿Quién fue Jaime I? Jaime I de Aragón (Montpellier, 2 de febrero de 1208 – Alcira, 27 de julio de 1276) fue rey de Aragón (1213–1276), de Valencia (1239–76) y de Mallorca (1229–1276), conde de Barcelona (1213–1276), señor de Montpellier (1219–1276) y de otros feudos en Occitania. - La corona de Aragón En el año 1212, tras una crisis y la pacificación de sus territorios, la corona de Aragón inició una política de expansión. El declive de los musulmanes había empezado tras su derrota en la batalla de las Navas de Tolosa. Tras la imposibilidad de expandirse hacia el norte, la corona de Aragón inició su expansión hacia el sur y el Mediterráneo. La finalidad de esta expansión, además de territorial, era facilitar y asegurar el comercio exterior. - La moneda En el año 1221, se creó una nueva moneda, el duplo, que coexistió junto a los morabetines y los florines de oro de la época, - ¿Por qué conquistar Mallorca? La opción de la conquista de las Baleares, era la preferida por los comerciantes catalanes y provenzales, ya que los mercaderes mallorquines competían con aquellos, además de que por entonces, las islas eran refugio de piratas y punto de apoyo a los corsarios berberiscos que dificultaban el comercio con el norte de África y con el resto del Mediterráneo. El ataque a las tierras mallorquinas estaba fomentado por los comerciantes y hombres de negocios, pero también recibió el apoyo de la Iglesia y de los nobles. - La organización social. El feudalismo La corona de Aragón tuvo durante la Edad Media como forma de gobierno la monarquía feudal, caracterizada por la división del poder político entre el rey y la nobleza, que gobernaba sus señoríos. Las ciudades y la burguesía crecían con el aumento de la demanda de productos artesanales y del comercio a larga distancia. Nacieron y se desarrollaron las ferias, las rutas comerciales terrestres y marítimas.

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- La Iglesia La Baja Edad Media fue el momento de máximo poder de la Iglesia Católica, que dominaba toda Europa e impulsó incluso expansiones como las de las Cruzadas. Ese dominio de la Iglesia se puede ver en los grandes templos góticos de las ciudades medievales y en la importancia de los caminos de peregrinación, como el Camino de Santiago. En la Edad Media, el centro era Dios, todos los fenómenos se explicaban a través de Él. - El arte Todo el arte del medioevo está relacionado con imágenes religiosas, buscando más que una belleza sensible basada en la imitación de la naturaleza, una belleza figurativa basada en formas geométricas, es una belleza de concepto ligada directamente a la obra y lo que ésta simboliza. - El pensamiento en la Edad Media. Durante la Edad Media (de los siglos V al XV), la cultura y el pensamiento europeos tuvieron que pasar por el férreo control de la Iglesia. Ésta sólo aceptaba nuevas teorías y descubrimientos si eran compatibles con el dogma cristiano - El transporte en la Edad Media Los medios de transporte eran tremendamente primitivos y los caminos muy precarios. La estructura medieval era heredera de las vías romanas que empezaron a tener una mayor atención a partir del siglo XII. Las vías fluviales y marítimas eran más rápidas, y fueron el medio de transporte ideal para el transporte de mercancías para comercio exterior (rutas del Mediterráneo). - La ropa medieval La vestimenta constituía un medio de distinción social. Por la vestimenta de un individuo se podía conocer perfectamente a que estamento social pertenecía y que profesión desempeñaba.

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- La esperanza de vida La esperanza de vida rondaría los 30 años, situándose la longevidad media entre 30 y 40 años para las mujeres y 45 años para los hombres. La mayoría de los fallecimientos femeninos se producen entre los 18 y 29 años debido a fiebres puerperales o a partos difíciles. La mortalidad infantil era muy elevada, estableciéndose la tasa en 45 por mil. Debido a todo esto, la población crecía muy lentamente. La estatura media se acercaría a 1,67 metros para los hombres y 1,55 para las mujeres, estaturas bajas posiblemente debido a la malnutrición. - Visión de la mujer. La mujer en la edad media era vista como la causante del pecado en el hombre y tratada como tal. Tenía un papel simplemente reproductivo y era excluida casi totalmente de cualquier práctica cultural, solo las mujeres cuya familia contara con el suficiente dinero eran educadas en formación básica. La sociedad era patriarcal y discriminaba a la mujer del mundo del trabajo; a la mujer se le asignaba un espacio, el doméstico, y la realización de los trabajos tendentes al abastecimiento de la casa, el cuidado de los hijos, etc. - Mallorca medieval Entre el 902 y el 1229 las Baleares, entonces llamadas las «Islas Orientales de al-Andalus», formaron parte del mundo islámico. Madina Mayurqa es el nombre árabe de la ciudad conocida actualmente como Palma. Los musulmanes la adaptaron a sus necesidades construyendo posadas, baños y mezquitas. El núcleo primitivo sigue siendo conocido como Almudaina, que conserva aún parte de su muralla y una de sus puertas (Porta de l'Almudaina). En este barrio palatino, se construyó en época califal un alcázar que todavía persiste aunque transformado. En frente del alcázar se construyó la mezquita aljama, la más importante de la ciudad, que perduró hasta el siglo XV. Estaba rodeada por una muralla y fue una de las mayores ciudades de al-Andalus.

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Anexo II : Fuentes Conquista de Mallorca por el rey Jaime I http://es.wikipedia.org/wiki/Conquista_de_Mallorca_por_el_rey_Jaime_I Història medieval · L'Edat Mitjna · Historia medieval · La Edad Media http://www.xtec.es/~aguiu1/socials/hist042.htm Baja Edad Media en España http://es.wikipedia.org/wiki/Baja_Edad_Media_en_Espa%C3%B1a La meteorología marítima en el siglo XIII. La conquista de Mallorca www.meteored.com/ram/numero18/pdf/conquistabaleares.pdf VIII • La conquista de Mallorca supuso un drama humano http://bitacora.mirollull.com/post/63193

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