Ágora nº 21 Boletin 6

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Ágora núm. 21 Artículos literarios

JOAQU ÍN PIQUERAS O EL ARTE DEL POEMA BREVE Por Fulgencio Martínez Tomas falsas (V.O) Joaquín Piqueras Colección Poesía Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, 2010.

El nuevo libro de Joaquín Piqueras, premiado y publicado por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, consagra la maestría del poeta murciano en el arte del poema breve. Incluso entre los poetas más originales de las tres últimas décadas, en la cuales se ha producido una travesía del desierto de la poesía escrita en España, Joaquín Piqueras es uno de los que han logrado alcanzar mayor personalidad y dominio de una técnica propia (en el caso de nuestro poeta, además, ese logro lo ha hecho desde la humildad y la pasión crítica y autocrítica, síntomas del verdadero arte). Desde su primer libro -publicado en suplemento de Ágora-, Antología del desconcierto, al que siguieron Concierto non grato (Premio de Poesía Ángel Martínez Baigorri), y Los infiernos de Orfeo (Premio de Poesía Antonio González de Lama); se apuntaba el dominio del registro del poema breve, una forma trabajada progresivamente por el poeta, hasta volverla dúctil para los contenidos cada vez más sociales y la ironía inteligente no agresiva, que es marca de la casa de Joaquín Piqueras. Sin embargo, Tomas falsas (V.O) llega a darnos auténticas piezas antológicas de este arte, al que ahora, en breve, me refiero, antes de pasar a visitar uno de sus poemas magistrales, como botón de muestra. El poema breve constituye una forma aparte, dentro de las composiciones poéticas. En cuanto a su extensión (que ha de ser corta, entre 8 y 20 versos; por término general) se distingue de otras formas poéticas breves acuñadas por la tradición (soneto, octava, décima, etc). No tiene un número preciso de versos. Desde el punto de vista retórico, se separa de la sentencia, o el aforismo, o el apunte impresionista (aunque puede contener algo de éstos). Y en cuanto a su tono y contenido, el poema breve admite desde lo más lírico a la más objetiva exposición. Quizá, no obstante, como mejor se demarca el poema breve es por oposición al poema largo, que ha tenido, sin duda, mayor fortuna en la poesía, en cuanto a sus logros; por referirnos a la española, el poema largo, a pesar de no haber sido cultivado mucho, ha dado resultados excelentes, como son los poemas largos de Luis Cernuda en Las nubes (“El ruiseñor sobre la piedra”, “Lázaro”, etc); y si nos referimos a la universal, hemos de mencionar al maestro de este género, al Leopardi de La ginestra. En cambio, el poema breve no ha sido, creemos, suficientemente apreciado en su técnica y originalidad. El poema breve contiene el inicio y el fin de un tema, ha de dar la impresión de cierre sobre sí mismo; y sobre todo, la conclusión es sorpresiva. Frente al poema largo: que inicia un tema, lo varía con otro, lo desarrolla, y conduce a una conclusión no sorpresiva. Mientras el poema largo


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