Revista Bertheriano (Jan/Fev/Mar 2022) - Espanhol

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Tenemos la alegría de entregar en sus manos la primera edición del Bertheriano, luego de la constitución de la Provincia de América Latina, de los Misioneros de la Sagrada Familia, el 12 de noviembre de 2021. Estamos convencidos que esta fue una experiencia de paso, de transformación, de Pascua.

De hecho, en la experiencia y percepción del dinamismo Pascual, como afirmación de la vida humana contra todas las fuerzas opuestas y falsas evidencias, no es un monopolio de judíos, ni de los cristianos, y está presente en muchas experiencias históricas y expresiones culturales, incluyendo Música Popular Brasileña.

Sofocados por la dictadura militar, João Bosco y Aldir Blanc cantaban una esperanza frágil y casi desequilibrada de un futuro diferente: “¡Sé que un dolor así, conmovedor no ha de ser inútil! La esperanza baila en la cuerda floja, de sombrilla, y en cada paso de esa línea se puede lastimar”.

Chico Buarque cantó con ironía, bromeando con el sujeto “quien inventó este estado, inventó de inventar toda oscuridad”, diciendo: “A pesar de ti, mañana tiene que ser otro día. Te pregunto: ¿dónde esconderás la enorme euforia? ¿Cómo vas a prohibir cuando el gallo insista en cantar? ¿Al agua nueva que brota es la gente amándose sin parar?

En un tono más romántico, Ivan Lins expresa esta misma experiencia: “Comienza de nuevo y cuenta conmigo. Valdrá la pena haber amanecido, se han rebelado, han debatido, me han lastimado, ha sobrevivido, han dado vuelta a la mesa, haberme conocido, han volcado el barco, haberme ayudado...”.

En la vida de Jesús de Nazaret y de las muchas generaciones de discípulos que le siguieron, vemos la realización concreta del sueño de paz, de justicia y de una superación aparentemente imposible, especialmente en tiempos de nuevas intolerancias y guerras violentas y nada frías. Por eso, proclamamos, sin miedo a decir cosas vacías: ¡Feliz Pascua!

02 Editorial

03 Misión en el Mundo

06 Misión en Brasil

07 Central

15 Espiritualidad

18 Testimonios

20 Colabore

Produção:

Expediente

Esa es una publicación de la: Provincia de los Misioneros de La Sagrada Familia America Latina

Gobierno Provincial MSF América Latina

Pe. Itacir Brassiani

Superior Provincial

Pe. Fernando Ibáñez

Vice Provincial

Assistentes Provincial

Pe. Pedro Leonides

Pe. Raúl Vera

Pe. Domingos de Sá Filho

Equipo de Comunicación MSF

Hno. Héctor Pinto G.

Hno. Wanderson Nogueira A.

Fr. Igor Pereira dos Santos

Fr. Wesley Araujo da Silva

Contacto y Pedidos

Provincia de los Misioneros de La Sagrada Familia

Edición Mário Augusto Arcanjo

Revisión del texto Ana Luíza Sanches

Publicación Agencia Arcanjo

Portada y Diseño Letícia Sales

Rua da Floresta, 1043 - Bairro Petrópolis

Cx. Postal 3056 - CEP: 99051-260

Passo Fundo - RS - Brasil

Fone: (54) 3313-2107

E-mail: secretaria@msagradafamilia.com.br

Site: www.misafala.org

2 Editorial Editorial
Resumen
Editorial
Por Pe. Itacir Brassiani, msf Passo Fundo/RS

Desde que asumió como Arzobispo de la Arquidiócesis de Nampula, cada nuevo año pastoral, Monseñor Inácio Saure, escribe una carta a todo el pueblo de Dios de las comunidades. A partir de la Palabra de Dios, busca animar la reflexión y concretización del Reino de Dios en este pedazo de tierra.

Para el Año Pastoral 2021-2022 eligió: “Cómo es bueno y agradable que los hermanos vivan juntos” (cf. Sal. 133,1). Desde el principio subraya que “no hay unión que no rime con comunión”. E ilumina esta rima con la Palabra de Dios: “"Que todos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado." (cf. Jn 17,21).

El Arzobispo indica con claridad y propiedad que un campo que impide la libre y feliz convivencia en comunidad es el poder dado a los “hechiceros” y los “espíritus malignos”. Esta es una realidad que involucra a ricos y pobres, alfabetizados o no, y que a nosotros, misioneros, que venimos de otra cultura, nos deja muchas veces perplejos y sin reacción. Cuando menos lo esperamos, anuncian la muerte de un líder, pues la familia extensa encargó a un “hechicero” para un “trabajo”, como estaba prosperando; y, según la tradición, sólo enriquece alguien que mató a un miembro de su propia familia.

Según Monseñor Inácio, “la creencia en la existencia de hechiceros y espíritus malignos es una realidad que atormenta a muchos hijos de Dios. En algunas familias se viven verdaderas

pesadillas por causa de las sospechas entre sus miembros: el nieto que desconfía de sus abuelos, el hijo que desconfía de su madre y su padre, los padres que desconfían de su hijo, el sobrino que desconfía de su tío y viceversa. Se vive un clima de sospecha también en los lugares de trabajo, donde no es raro escuchar que las envidias entre colegas ha llevado al uso de las ciencias ocultas en busca del ascenso profesional o la eliminación de los que prosperan”.

Muchos cristianos no dudan en “buscar librarse de las maldiciones de los hechiceros y de los malos espíritus, recurriendo, como todos los otros, a objetos o procedimientos comunes a su pueblo y su entorno: al EHARISI o EHIRISI, un objeto mágico que se cree tiene un poder para proteger a sus portadores de los efectos malignos de los hechiceros; el ERUPANI (incienso), que se quema para que su penetrante perfume ahuyente los malos espíritus; el W’AMWAMWALI, una especie de santuario tradicional, donde se encuentra la persona supuestamente con poderes especiales para descubrir y neutralizar a los hechiceros y sus acciones”.

¿Quiénes son los “hechiceros” y los “espíritus malignos” en nuestras comunidades cristianas? “Los verdaderos hechiceros y espíritus malignos son los charlatanes que, disfrazados con las vestiduras de Cristo, matan y devoran a sus hermanos con calumnias, promoviendo discordias, divisiones, intoxican a los hermanos que no están bien preparados en materia de fe con falsas doctrinas y, presentando ellos mismos como perfectos, son hipócritas y padres de toda clase de perversidades.”

3 Misión en
el Mundo
El miedo que divide y paraliza a muchos mozambiqueños
Pe. Celso Both, msf Meucubúri/Mozambique

El camino se hace caminando

Como nos presenta nuestra Constitución, número 53: “La vida en el Instituto comienza con el noviciado, que debe conducir a los novicios a un conocimiento más profundo de su vocación divina y de nuestra Congregación Misionera”. Intento inspirarme en esta frase, dicha por nuestro fundador, que nos trajo a este momento formativo, donde desde hace casi tres meses vivimos en la casa de formación del noviciado.Juan Berthier en Santiago de Chile.

Llegar a Santiago no fue fácil, comenzando por los desafíos que se presentaban, ya que somos el primer grupo luego de la unificación de las provincias (Chile, Brasil, Argentina), las dudas rondaban en ese momento, luego de la aprobación al noviciado, los desafíos que el momento de pandemia nos rodeaba hizo mucho más desafiante nuestra llegada, intentamos viajar en la fecha esperada, pero por la falta de entrega de los documentos requeridos por el Ministerio de Salud en Chile, no fue posible nuestro embarque, ahí destacamos el recibimiento de nuestros hermanos Salettinos que muy bien nos recibieron en el Santuario de Nuestra Señora de La Salette en São Paulo, donde estuvimos casi dos semanas, siempre llevaremos en el corazón el recibimiento del Padre Carlos, vicario del santuario, durante este momento difícil.

Después de estos días llegó el momento del embarque, pero otra sorpresa, por problemas técnicos en el avión, una vez más no pudimos viajar, el cual solo pudimos abordar y despegar al día siguiente, en fin, después de tantos incidentes llegamos a Chile, donde las maravillosa cadena montañosa que apreciábamos desde la ventanilla de nuestro avión, nos anunciaba, Bienvenidos a Santiago, tu nuevo hogar.

Es en un país nuevo, en una cultura nueva, siempre es un gran desafío. En los primeros días vamos percibiendo la forma de ser de sus peculiaridades de la gente chilena, sencilla, directa, acogedora, que ama su tierra, que comparte la fe y la vida, que están dispuestos a compartir con generosidad y construir con los que llegan, fuimos

muy bendecidos de tener en esa primera semana el contacto y la alegría del querido P. Héctor Donoso, que nos acogió muy bien y nos habló de algunos aspectos, del contexto de la Iglesia local, así como de su visión del campo vocacional y de lo mucho que esta nueva etapa formativa nos proporcionará, un encuentro íntimo y profundo con nuestro fundador, P. Juan Berthier, “estudiar nuestras constituciones y acercarse al carisma de los MSF”

Así, el 17 de enero, en una celebración eucarística, a las 18:00 horas, inauguramos oficialmente el Noviciado, con una Misa que tuvo lugar en la capilla del seminario, presidida por el Viceprovincial, Padre Fernando Ibáñez, concelebrada por nuestro formador, P. Pedro Aguilar y P. Héctor Donoso, quien con sus cálidas palabras nos llenó de alegría, además de una mezcla de sentimientos, la esperanza de tener un hermoso paseo y luego compartir un momento fraterno.

4 Misión en el Mundo

Iniciamos el proceso de formación junto a nuestro Maestro, un hombre de peculiar docilidad, inteligencia y muy humano, que cada día en nuestra convivencia nos introduce en la forma de ser MSF, su historia de vida es ya y en sí misma una gran enseñanza; El diálogo maestro y discípulos construye una relación de compañerismo, En el noviciado podemos reproducir el caminar de Jesús con sus discípulos, quien compartiendo la vida se dejaba conocer y a la vez conocía a sus discípulos, de ahí la alegría que genera nuestra relación. Es estar en nuestra casa. Este compañerismo es tan intenso que incluso los retos culturales (la forma de ser de cada uno, el idioma...) se van superando cada día.

La alegría de estar en Chile, de conocer el modo de ser Iglesia, muy propio de los chilenos, que como todo devoto católico, los chilenos tienen un amor de filiación a la Madre de Dios, aquí venerada con la advocación de la Virgen del Carmen, Es muy conmovedor ver entre la población que encuentra en la buena madre acogedora el respiro para las dificultades cotidianas, encontramos en varios lugares del país grandes monumentos que demuestran la manifestación de fe del pueblo. En los últimos años la Iglesia en Chile ha sufrido grandes problemas que, aún con grandes dificultades pastorales, han buscado superar estas situaciones, con la pandemia, se ha dado un nuevo amor pastoral. Como toda gran ciudad, Santiago no va a la defensa en cuanto a crecimiento demográfico, secularización de los jóvenes, empatía hacia la Iglesia, esto se refleja bien en la disminución de vocaciones y de participación de la gente. La Comunidad de Hermanos que está presente en Chile, es un grupo pequeño, pero muy importante para las parroquias en las que estamos en misión, siendo este signo vivo de nuestro carisma.

Compartir la vida, las inquietudes y la esperanza nos da la certeza de que estamos en el buen camino, sobre todo colorea y da vida al seguimiento de Jesús.”

Nosotros novicios que estamos insertos en este nuevo momento que vive nuestra Congregación y nos proponemos vivir este cambio para que como religiosos de la Sagrada Familia estemos cada vez más cerca de los que están lejos, el Camino no ha hecho más que empezar, más con cada paso descubrimos algo nuevo iniciamos nuestros estudios en el Centro de Estudios CONFERRE, ha sido un hermoso momento de encuentro y compartir con los demás hermanos de diferentes casas religiosas, compartir vida, inquietudes y esperanza que nos trae la certeza de que estamos en el camino recto, sobre todo colorea y da sabor al seguimiento de Jesús. Finalmente, los invitamos a orar por nosotros para que seamos fieles, dignos de la misión a la que el Señor nos llama, que como los cactus que florecen en medio de la tierra árida, podamos también nosotros germinar, ser perseverantes y auténticos en un mundo de tantos desafíos e indiferencias que nos rodea.

lejos,

5 Misión
en el Mundo
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Los hombres no mueren por lo que dudan

A lo largo de la historia de la Iglesia encontramos modelos y ejemplos de misioneros que dieron su vida para construir el Reino de Dios. En este sentido, la Congregación de los Misioneros de la Sagrada Familia, expresa su fuente carismática en la misión de “estar cerca de los que están lejos” (Constitución 2/Hch 2,39).

Entregando nuestra vida a la misión y madurando nuestra vocación, comprendemos que debemos ser signos proféticos para las personas que nos rodean, superando las barreras socioculturales del choque de diferentes realidades. Por tanto, nuestra entrega de vida y nuestra llamada religiosa o ministerial consiste en su esencia y fundamento en la promoción y construcción del Reino de Dios. Cuando perdemos esta referencialidad de Pueblo fiel, que tiene nombre y rostro, iniciamos el proceso de decadencia vocacional y desencanto con la opción de vida que aspiramos y profesamos.

Pero la visión renovada de la misión y el ejemplo dejado por los misioneros que nos precedieron, junto con la oración y el cariño de la gente sencilla, que reza por nosotros y nos sostiene con su 'teología de vida cotidiana', nos ayudan en la perseverancia de consagración a Dios y en la construcción de su Reino.

En este sentido, buscando “aliento para el alma”, me embarqué en los primeros días de febrero de 2022 hacia Carauari/AM, comunidad atendida por nosotros, los MSF, ubicada en la Prelatura de Tefé. Recorrí el río Solimões y su afluente Juruá, conociendo otro Brasil, que a veces es olvidado por los brasileños y por el gobierno. En este breve lapso de tiempo he tratado de comprender a la gente y sus culturas de esta microregión de Juruá, el Río que llora, ubicado en el corazón de la Amazonía.

Podemos decir que esta ciudad (Carauari/AM) tiene

una realidad compleja, marcada por los remanentes de los conflictos forestales de los años 80 y 90. Su composición cultural también fue el resultado de su proceso de extracción de caucho y la riqueza forestal. Encontramos elementos culturales propios de los indígenas locales, del noreste dejados por los descendientes de caucheros y elementos propios de la gente ribereña. Todos estos componentes se expresan en la religiosidad popular y en la “cultura de la dependencia”. La ciudad adolece también de una deficiencia en la planificación urbana, en sus estructuras de saneamiento básico y pavimentación, ligada a la política de favorecer al poder político. También notamos que el aislamiento debido a las grandes distancias territoriales, recorridas en su mayoría por vías fluviales, dificulta la comunicación y el abastecimiento de la ciudad con costos muy elevados.

En este sentido, el misionero debe ser un hombre con gran capacidad de diálogo y de escucha, sabiendo adaptarse a las culturas y ambientes, descubriendo sus valores y sus potencialidades, sin sentirse superior a los demás. El misionero debe tener convicciones profundas, valorando la hospitalidad y la acogida de los sencillos. Por tanto, la persona consagrada debe gozar siempre de la presencia del pueblo, porque vivir con el pueblo es escuela de misión.

Que el Eterno Misionero del Padre, Jesucristo, nos ayude en esta difícil pero hermosa misión hacia la construcción del Reino de Dios y la promoción de una vida digna para todos.

6 Misión en Brasil
Fr. Alexandre Lopes, msf Carauari/Municipio en el Amazonas, Brasil.

¿Qué sentido tiene la Pascua?

Todas las vidas encajan en la imagen cotidiana del pan que se parte y se comparte. Las vidas son cosas que se siembran, crecen, maduran, cosechan, trituran, amasan: son como el pan. No solo saboreamos y consumimos el mundo: dentro de nosotros empezamos a darnos cuenta de que el tiempo también nos consume, nos gasta, nos devora. Somos una masa que se rompe, un espesor que disminuye.

La cuestión es saber con qué sentido e intensidad experimentamos este tráfico inevitable. Todos nos desgastamos, ¿verdad? Pero, ¿en qué oficios? Todos sentimos que la vida se quiebra. Pero, ¿cómo convertir este hecho trágico en una fecunda y plena afirmación de la propia vida?

Por eso asombran las palabras de Jesús. Tomó el pan y dijo: "Tomad y comed, porque este pan es mi cuerpo entregado por vosotros". La Eucaristía, a veces repetida como un mero culto o como un signo rutinario de pertenencia sociológica, es, de hecho, el lugar vital de decisión sobre qué hacer con la vida. Todas las vidas son pan, pero no todas son Eucaristía, es decir, ofrenda radical de sí mismo, entrega, donación, servicio. Todas las vidas llegan a su fin, pero no todas llegan a su fin en el parto de esa utopía (humana y divina) que llevan inscrita. Estas son las cosas de las que habla el Jueves Santo.

2. Sabado Santo

El Sábado Santo no es sólo un día inmenso: es un día que nos hace inmensos. Aparentemente representa una especie de intervalo entre las palabras finales de Jesús pronunciadas el Viernes Santo, "todo está consumado", y la Insurrección de la vida que, en la mañana de Pascua, él mismo protagoniza. El sábado tiene, pues, un silencio que no está claro si es todavía el de la piedra colocada sobre el sepulcro, o si es ya ese silencio misterioso que prepara "el gran levantamiento" que significa la resurrección. Este "intervalo", esta tierra de nadie, este tiempo amasado entre derrotas y esperanzas, entre pruebas y alegrías, es nuestra vida. El silencio del Sábado Santo es nuestro silencio que Jesús abraza. El silencio de los callejones sin salida, las cruces, los sufrimientos, las transformaciones íntimas. Jesús abraza el silencio de esta ansiosa indefinición que estamos entre el ahora y el todavía no.

3. Domingo por la mañana

Es casi paradójico el modo en que los Evangelios hablan de la Resurrección. Es desconcertante que los discípulos no tengan una creencia inmediata, que no consideren la evidencia presentada sin refutación o que no tomen los primeros testimonios como inquebrantables. La noticia de la Resurrección comienza siendo vivida con recelo, desconfianza, miedo, distancia. La frase de Santo Tomás, "Si no lo veo, no lo creo", es, en el fondo, la posición de todos. La noticia circuló en voz baja, como una insinuación que no fue tomada muy en serio. Los dos discípulos camino de Emaús ya lo habían oído, pero aun así estaban dispuestos a abandonarlo todo. Sin embargo, el anuncio de la Resurrección es cada vez mayor. Aunque no creen en las mujeres, Pedro y Juan corren al sepulcro. Y Juan ve el silencio de las señales y cree. Los dos discípulos fugitivos reconocen a Jesús en una posada al borde del camino y regresan a Jerusalén. El mismo Resucitado sale al encuentro de Pedro y los discípulos a través de las puertas que habían cerrado. Y Jesús tiende sus manos a las dudas de Tomás. Poco a poco, es en torno a lo que primero declararon imposible que ellos se reúnen y viven.

Recuerdo el consejo sin pretensiones que un Padre del Desierto daba a los que le preguntaban insistentemente sobre los misterios de Dios: "Entra, quédate hasta el final. Y sal cambiado".

Recordo-me do conselho despretensioso que um Padre do Deserto dava a quem o interrogava insistentemente sobre os mistérios de Deus: "Entra apenas. Permanece até ao fim. E sai mudado".

Solo ingresa. Queda hasta el final. Y sale cambiado.”

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Cardeal José Tolentino Mendonça
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Granada
Central
1. Jueves Santo
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Pascua: ¡reinventar, resignificar la vida!

La Pascua es una fiesta común de dos religiones: el judaísmo y el cristianismo. En la antigüedad, la Pascua era la danza con la que las tribus indicaban que había comenzado la primavera. Así, la naturaleza se revestía de una vida nueva. Según los escritos, fue durante las festividades de una de estas fiestas de Pascua que, inspirados y conducidos por Dios, los esclavos hebreos se liberaron del faraón de Egipto. Cada año, hasta hoy, las comunidades judías y cristianas celebran esta fiesta para actualizar su vocación a la libertad. Dan gracias a Dios que hizo una alianza con el pueblo oprimido para que toda persona sea libre y tenga derecho a vivir su dignidad humana. Los escritos cristianos testifican que fue durante una celebración anual de la Pascua judía que Jesús de Nazaret fue asesinado y fue en medio de la celebración de la Pascua que sus discípulos lo descubrieron vivo y victorioso. Cada celebración pascual, ya sea vivida por las comunidades judías o celebrada por las Iglesias cristianas, festejan la victoria de la vida sobre la muerte y de la solidaridad sobre el desamor, y esto no sólo para las Iglesias, sino para el mundo entero.

La luminosidad de la fiesta de Pascua, a la luz del fuego nuevo, por la bondad de Dios, quiere encender en la humanidad un gran deseo: el de vivir nuestra fe con lucidez y coherencia, pero en la conciencia de que Jesucristo resucitado es el principio y el fin. Jesús ayer, hoy y siempre está, evidentemente, en el tiempo, en la eternidad, en la gloria y con poder por todos los siglos, en su luz que resucita, resplandece, y disipa también las tinieblas de nuestros corazones y mentes.

Por esa luz somos impulsados a reinventar continuamente nuestra vida, a respirar aires nuevos. Hay otra forma de vida que subyace a la que llevamos cada día: una vida más tranquila, más consciente, mas auténtica. Una vida de pequeñas cosas, de gestos cargados de ternura, de rutinas habitadas que se viven como novedad, de silencios que danzan con las palabras.

La Pascua nos recuerda una hermosa palabra: reinventar. Si vamos a la raíz de la palabra inventar, descubrimos que proviene de la expresión latina inventio-onis que significa "encontrar algo" que hasta ahora no se había descubierto. Los inventores son aquellos que descubren algo hasta ahora oculto.

Y es bien cierto que detrás de todo el contexto caótico que estamos viviendo, las guerras, la pandemia del covid-19, se nos ofrecía y se nos ofrece a todos un cambio de rumbo en la humanidad. Hasta el momento, dos años después del inicio de la pandemia, nos hemos visto obligados a romper el ritmo estresante y apresurado que llevábamos; nuestro planeta respira, nuestras ciudades se van purificando de tanta contaminación acumulada; estamos encontrando nuevas formas de trabajo y educación escolar; nos vamos volviendo más sobrios, contentándonos con lo necesario; hemos descubierto otra forma de interrelación y más intensidad en el amor.

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Pero al fin y al cabo, ¿qué hemos estado haciendo para recrear, resignificar nuestros días? La vida está constantemente llamada a ser Pascua. En este movimiento, todos estamos impulsados a dar una nueva respuesta, a ser nuevas criaturas. Porque en la victoria de la Vida entregada, la vida cobra nuevo sentido, inspira, avanza, como un río que riega las tierras secas, ansiosas de agua, como un fuego que, en la noche más oscura, trae una luz que permite vislumbrar la vida escondida.

La vida no se cuenta por las respiraciones, sino con momentos de asombro, alegría y encantamiento. Tiene la dimensión de milagro y carga en su interior el destino de la reinvención, de encontrar la creatividad para nuestra vida cotidiana. ¡La vida es dinámica! Ella siempre nos está invitando a dar un nuevo significado, ya sea la forma en que nos miramos a nosotros mismos, nuestras relaciones con los demás y con nuestra casa común (La creación, los recursos naturales y ambientales).

Nuestra existencia, desde lo más profundo de la persona humana, quiere siempre ser despertada, inspirada, resignificada, recreada y vivenciada en plenitud. La certeza de nuestra fe en Cristo muerto y resucitado nos ayuda a sacar de nuestro corazón los miedos, los impulsos egoístas de buscar la seguridad y la inmortalidad, e ir encontrando una esperanza que no decepciona y llena nuestro pecho de valor y de una paz profunda que permite hacer de nuestra vida una ofrenda gratuita por la vida de tantos otros.

La mujer de la casa del puente en la ciudad de Goiás, Cora Coralina, nos dice poéticamente: “recrea tu vida, siempre, siempre. Quita las piedras y planta rosas y haz dulces. ¡Recomienza!".

La Pascua es esto: ¡reinventar, resignificar la vida!

Jesús ayer, hoy y siempre está evidentemente en el tiempo, en la eternidad, en la gloria y con poder por todos los siglos, en su luz que se eleva, resplandece, y también disipa las tinieblas de nuestros corazones y mentes."

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Fr. Igor Pereira, msf Río Verde/Goias-Brasil
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¿Cómo celebrar la Pascua en tiempos oscuros?

¡Son tantas cruces! De la intolerancia, de la cultura de la violencia, la discriminación, el abandono, la mentira...mentalidades distorsionadas que contaminan la sociedad y la Iglesia. Siembran cadáveres, no conocen límites, no tienen escrúpulos. No pueden ver un ser humano en el otro. Deshumanizar es eliminar las restricciones a la crueldad. “El miedo endurece el corazón y se convierte en crueldad ciega que se niega a ver la sangre, el dolor, el rostro del otro” (Papa Francisco).

Dios no es un mero espectador de nuestra angustia. El cristianismo surgió del misterio de un Dios encarnado, traicionado, torturado y crucificado. ¡Él desciende al infierno! Infiernos humanos creados por los demonios de la economía, la política, los señores del dinero y los poderes podridos. Jesús también vivió en tiempos de violencia. No encajaba en el orden establecido por los poderosos. “Encontramos a este hombre agitando a nuestro pueblo” (Lc 23,2). La muerte de Jesús debe servir de ejemplo.

Dios conoce el sufrimiento y sufre cuando se nos deja abandonados a la propia suerte. El crucifijo que adorna camisetas y pechos, salones y edificios públicos, plazas e iglesias dista mucho de la dureza original estampada en el Calvario. Muy lejos de su verdadero significado. En la cruz hay un hombre clavado, un Dios abandonado y un mensaje rechazado. El oscurecimiento de ese Viernes que llamamos Santo, en el momento que se cierra el sepulcro, abre un período de silencio en la creación. Silencio que hizo sumergir al universo en la más profunda e insondable ignorancia. La Palabra estaba muerta, el grano de trigo también. La razón humana se ve impedida de descifrar tal misterio. Si nadie puede ver al Padre sin el Hijo (Jn 1, 18) y si el Padre no puede manifestarse a nadie sin el Hijo (Mt 11, 27), entonces cuando el Hijo muriese, nadie vería a Dios. Y hubo ese día, cuando el Hijo estaba muerto y Dios se hizo inaccesible. Descendió al extremo de la deshumanización: al infierno.

Un Dios incapaz de sufrir es más pobre que cualquier ser humano. Quien es incapaz de sufrir

es también incapaz de amar. Es imposible amar sin participar del sufrimiento. Dios revela su poder en la impotencia. Detrás de todo dolor humano, está el sufrimiento de Cristo. En el momento del Calvario, Dios muestra su presencia a la criatura atormentada. El corazón de Dios es para los descartados. Dios es el Dios crucificado que fue traicionado, torturado, que descendió a los infiernos y murió humillado. No es un rostro desconocido que el hombre clama en el colmo de su desesperación. Es un Dios que le grita. Su rostro está estampado en el rostro que agoniza en su abandono. Su cruz está presente en cada una de las cruces soportadas diariamente por los rechazados y afligidos.

Todos los dramas y tragedias humanas giran en torno a la cruz de Cristo. En ella está la pregunta por la justicia, no la de Dios, sino la de la sociedad. La cuestión de la “moral y buenas costumbres” de los que se creen buenos, de los “derechos humanos” que se sienten mejores que los demás. La cruz es el mayor símbolo de la protesta de Dios contra las estructuras sociales basadas en la violencia. Ante las atrocidades cometidas en Siria, el exterminio de los pueblos indígenas, la violencia militar en los barrios marginales, la desesperación de los refugiados, la barbarie que se vive en las cárceles, el trabajo esclavo, el hambre de miles de personas, las mujeres violentadas, es hipocresía y cinismo preguntar por el silencio de Dios. La Cruz es el grito de Dios que acusa a los responsables de reproducir Gólgotas, Calvarios y Vía Crucis.

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Élio Gasda Belo Horizonte/Minas Gerais-Brasil

Celebrar y no comprender: el caso de la Pascua cristiana

La fiesta de la Pascua, la resurrección de Cristo, es un hito de toda la cristiandad e incluso, como dice Pablo, es el motivo de nuestra esperanza. Esta semana, tan especial para el cristianismo, en la que está el Viernes de la Pasión, en el que se reflexiona sobre la muerte y el sufrimiento de Jesús en la cruz, el Sábado de Aleluya, en el que se medita sobre la espera y expectativa de que se cumpla la promesa hecha por Jesús y, finalmente, la Pascua, en la que se celebra la victoria de la Vida sobre la muerte.

Sin embargo, algo que es importante recordar es que participar en algo no significa que entiendas lo que realmente significa. Esto lo aclaran los mismos evangelistas en varias ocasiones. Los discípulos y discípulas que caminaron con Jesús a lo largo de su ministerio muchas veces no entendieron el significado de sus gestos y palabras. Basta recordar la petición de Santiago y Juan en Marcos 10:37: “Señor, concédenos que en tu gloria nos sentemos, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”. Ellos hacen esta petición justo después de que Jesús le dice al joven rico que debe renunciar a sus riquezas, así como después de escuchar una serie de enseñanzas que mostraban que, contrariamente a lo que se predicaba en sus culturas, es a los sin mérito alguno que les pertenece al Reino, es decir, a las mujeres que eran consideradas inferiores, a los niños, que, como sabemos, eran los “pequeños esclavos”, a los últimos y menos importantes de la comunidad, y los pobres que no tenían nada sobre lo cual podían justificar la bendición de Dios sobre ellos.

Asimismo, después de la resurrección Lucas muestra que los apóstoles de Jesús no entendieron los gestos y dichos realizados por él en la cena, su anuncio de resurrección repetido varias veces a lo largo de su ministerio, ni siquiera sus enseñanzas antes de ser llevado al cielo. En Hechos 1:6, los apóstoles preguntan: “¿Es ahora que vas a devolver el reino al pueblo de Israel?” mostrando que todavía estaban dentro de la mentalidad judía de la época y que estaban esperando a un Mesías hijo de David que establecería el Reino de Israel.

participar en la liturgia no nos convierte en personas que entiendan lo que sucede en ella. En los tiempos actuales esto se muestra de manera descarada. Después de todo, hay muchas personas que rezaron sus oraciones el Viernes Santo y, al mismo tiempo, siguen apoyando los discursos de quienes tienen como ídolos a los torturadores. De la misma manera, son innumerables las personas que celebraron la resurrección el domingo, pero apoyan políticas que generan muerte a la población más pobre y vulnerable, enfatizando que la economía es más importante que estas vidas y que no importa que mueran 5 o 7 mil personas, porque un país no puede parar por eso.

Estos ciertamente encajan en el grupo del que hablamos anteriormente. Participan del Viernes Santo, realizan la cena de Pascua, están presente en sus canales de televisión o en vivo en las redes sociales, comentan publicaciones con varios “amén”, lloran de emoción con los himnos que se cantan y con todo el ritual que ahí acontece, pero su actitud hacia los más pobres, los más vulnerables, hacia aquellos a quienes pertenece el Reino de Dios según la enseñanza de Jesús no ha cambiado en nada.

Por el contrario, aplauden los discursos que generan muerte y alientan a los pobres a exponerse al peligro para que sus ganancias y comodidades permanezcan.

Celebran la resurrección de Cristo con sus labios, pero en sus actitudes lo condenan nuevamente a muerte. En otras palabras, no entendieron el verdadero significado de todo lo que celebra el cristianismo en esta época del año. Son como aquellos que escucharon lo que dijo Jesús, les pareció genial y conmovedor, pero no estaban dispuestos a ver el mundo en la perspectiva del Reino de Dios, permaneciendo ciegos y al costado del camino, como el ciego Bartimeo. Necesitan hacer la misma petición de Bartimeo: “Señor, quiero volver a ver” para poder curarse y, como él, seguir a Jesús en su camino de entrega en favor de los demás.

Con solo estos dos ejemplos es posible ver que

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Mensaje para el Día Mundial de las Comunicaciones 2022

Estamos perdiendo la capacidad de escuchar a la persona que tenemos delante, tanto en el tejido normal de las relaciones cotidianas como en los debates sobre los temas más importantes de la convivencia civil. Al mismo tiempo, la escucha está experimentando una importante novedad en el campo comunicativo e informativo, a través de las distintas ofertas de podcast y audio chat, lo que confirma que la escucha sigue siendo fundamental para la comunicación humana.

Escucha con el oído del corazón

A partir de las páginas bíblicas aprendemos que escuchar no significa sólo una percepción acústica, sino que está esencialmente ligado a la relación dialogal entre Dios y la humanidad. La iniciativa es de Dios, que nos habla, y a ella respondemos escuchándole. E incluso esta escucha proviene fundamentalmente de su gracia, como sucede con el recién nacido que responde a la mirada y a la voz de su madre y de su padre.

Dios ama a los seres humanos, y por eso les dirige la Palabra, por eso “inclina su oído” para escucharle. Tenemos, por un lado, a Dios, que siempre se revela comunicándose libremente, y, por otro lado, al hombre, al que se le pide sintonizarse, escuchar.

Por eso Jesús invita a sus discípulos a comprobar la calidad de su escucha. “Mirad, pues, cómo oís” (Lc 8,18). Sólo quien acoge la Palabra con corazón bueno y virtuoso y que guarda fielmente producirá frutos de vida y salvación (cf. Lc 8,15). Sólo prestando atención a quien escuchamos, qué escuchamos y cómo escuchamos podemos crecer en el arte de la comunicación, cuyo núcleo es la capacidad del corazón que hace posible la cercanía.

Oídos, los tenemos todos; pero a menudo incluso aquellos que tienen un oído perfecto no pueden oír al otro. Hay una sordera interior peor que la sordera física. De hecho, escuchar no se trata solo del sentido del oído, sino de la persona en su totalidad. La verdadera sed de escucha es el corazón. San Francisco de Asís exhortó a sus hermanos a “inclinar el oído del corazón”.

Lo que hace que la comunicación sea buena y plenamente humana es precisamente escuchar a la persona que tenemos delante, escuchar al otro, acercarnos a él con una apertura leal, confiada y honesta. La falta de escucha, que tan a menudo experimentamos en la vida cotidiana, lamentablemente también es real en la vida pública.

De hecho, en muchos diálogos, en realidad no nos comunicamos; simplemente estamos esperando que el otro termine de hablar para imponer nuestro punto de vista. En estas situaciones, el diálogo no es mas que un “duólogo”, es decir, un monólogo a dos voces. Por el contrario, en la verdadera comunicación, el yo y el tú están ambos “en salida”, tendiendo el uno hacia el otro.

Por eso, la escucha es el ingrediente primero e indispensable del diálogo y de la buena comunicación. No puedes comunicar si no has escuchado primero, ni puedes hacer buen periodismo sin la capacidad de escuchar. Para proporcionar una información sólida, equilibrada y completa, es necesario haber escuchado con atención. Para narrar un hecho o describir una realidad es imprescindible haber sabido escuchar, dispuestos incluso a cambiar de opinión, a modificar sus hipótesis iniciales.

En efecto, sólo si salimos del monólogo podemos llegar a ese acuerdo de voces que garantiza la verdadera comunicación. Escuchar varias fuentes garantiza credibilidad y seriedad a la información que transmitimos. Escuchar voces diferentes, escucharnos entre hermanos y hermanas, nos permite ejercitar el arte del discernimiento, que es la capacidad de orientarnos en una sinfonía de voces.

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La escucha como condición de una buena comunicación Papa Francisco (Mensaje para el Día Mundial de las Comunicaciones 2022)

Lo que nos enseña la Pascua

El paso de la muerte a la resurrección que Jesús experimenta en su existencia nos enseña muchas cosas. El esplendor con el que se desarrollan las celebraciones y la abundancia de símbolos y significados pueden alejarnos de aspectos importantes en este escenario de condena, tortura, muerte y vida nueva. Los cristianos deben reflexionar sobre todo lo vivido en los últimos días, dando vida a significados que puedan iluminar la vida vivida tras la liberación anunciada y ofrecida por Jesús en su muerte y resurrección. Por eso, nos gustaría retomar tres puntos que merecen ser recordados después de estas fiestas y reflejados a lo largo de nuestra vida cristiana.

El primer punto que retomamos es la responsabilidad sobre la muerte de Jesús. Los evangelios afirman que las autoridades judías buscaban la forma de matarlo (cf. Jn 7,30). Y esto como resultado de la enseñanza pública de Jesús a sus seguidores y a la multitud (cf. Lc 4, 29). La predicación y la postura de Jesús resultaban incómodas para los líderes religiosos porque no constituían un conjunto de normas, doctrinas o ritos, sino un ejercicio radical de amor al prójimo y a Dios. Esta experiencia temprana de la Ley de Moisés liberó a la Ley misma de las cadenas conservadoras de la religión, que ponía en tela de juicio el poder de los líderes religiosos y la forma en que conducían la vida de fe de los adherentes al judaísmo. No sin razones, Jesús es categórico al afirmar la mayor responsabilidad que tienen los sumos sacerdotes judíos al entregarlo a las autoridades romanas para ser crucificado. En la corte de Pilatos, sin excusar la culpa de este último, afirma: "El que me ha entregado a ti tiene mayor pecado" (Jn 19,11). En vista de lo anterior, siempre es necesario recordar que las religiones, si bien hablan de divinidades y proponen trascendencias, pueden convertirse en sistemas articulados de represión, condena, tortura

y muerte, especialmente para aquellas personas que abren sus arbitrariedades y desacuerdos con el mensaje que los motivó en los orígenes. También deberíamos preguntarnos hoy si los cristianos estaríamos en el grupo de los que piden la muerte de Jesús o de las mujeres que lo siguen hasta el final.

Y hablando de mujeres, que lección nos dejan con la actitud que cultivaron durante estos hechos. Los evangelistas son precisos al señalar la huida y el abandono, la traición y la negación de los discípulos cuando el Maestro es arrestado por los judíos. Tampoco dudan en decirnos que las mujeres que habían seguido a Jesús se quedaron con él, siguiendo todo de lejos; a veces secando con una toalla el rostro ensangrentado, a veces llorando por el dolor y la injusticia, a veces interviniendo en su defensa, a veces manteniéndose firme al pie de la cruz, a veces preparando perfumes para la limpieza del cuerpo muerto de Jesús. Y para demostrar que todo esto era de su incumbencia, presencian el movimiento de la piedra de la entrada al sepulcro, oyen la palabra más fuerte que el grito de la multitud llena de odio: “¡Él no está aquí, ha resucitado!”. y rompen el silencio de la injusticia y de la muerte: “Cuando volvieron del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás” (Lc 24,9). En tiempos de Jesús, las mujeres eran consideradas más pequeñas y menos importantes que los hombres. Dios las escoge para que sean testigos fieles de todo. No ceden y llevan esta misión hasta el final. Aún hoy las mujeres sufrimos muchas exclusiones y segregaciones, incluso dentro de las religiones. Dios nos enseña que no debe ser así. Nuestra fuerza, la fuerza de todas las mujeres juntas, anima nuestra esperanza y revive la certeza de que estamos en el lado correcto de la historia: precisamente, el que no excluye, no segrega y no mata.

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Y hablando de la muerte y de los signos que ella se empeña en marcar en todas las realidades del mundo, podemos decir que alcanzó un triple significado en Jesucristo. Y los padres de la antigüedad no se reprocharon a sí mismos al decir que una Persona de la Trinidad murió en la cruz. El hecho es que la muerte de Jesús es la muerte de su existencia, lo que confirma la precariedad de nuestra humanidad finita. También esta muerte es una muerte planeada (¿por envidia?), tramada en corazones corrompidos por el odio y la malicia: es un asesinato. Símbolo de la injusticia y la idolatría de los hombres, interrupción de una vida que nunca debería terminar así. Pero la muerte de Jesús es también un don: “Nadie me la quita, sino que yo la doy gratuitamente” (Jn 10,18). Sólo quien es capaz de amar, de amar hasta el extremo, es capaz de dar la vida gratuitamente (cf. Jn 13, 1). Y el amor es más fuerte que la muerte. Él es capaz de superar las expectativas de la nada y producir frutos. Precisamente, el amor es la realidad capaz de incluir, acercar y formar la vida común. Y la Pascua de Jesús es un acontecimiento de puro amor porque vence la muerte e incluye a todas las personas en una dinámica de vida nunca antes soñada: plena y abundante.

Nuestro mundo sigue marcado por el dolor, el odio y la violencia. Pero la Pascua de Jesús enseña que estas realidades precarias no tienen fuerza ante la alegría, el bien y la paz. Por eso debemos creer que la mentira perderá ante la verdad, que la codicia perderá ante la solidaridad, que el odio perderá ante el amor y la bondad y que la violencia perderá ante la paz. Creer que todas estas transformaciones son posibles es el salto que debemos dar incluso cuando los tiempos son oscuros. Que nuestros rostros abatidos y desalentados sean transfigurados por el testimonio cristiano que atraviesa los siglos: la vida es más fuerte, otro mundo es posible, habrá resurrección.

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Tânia da Silva Mayer Belo Horizonte/Minas Gerais-Brasil

Matrimonios

religiosos: ¡una situación inquietante!

He escuchado y participado en comentarios que revelan una situación preocupante en relación a la realidad del matrimonio, más específicamente, en relación a la pastoral prematrimonial. La mayor preocupación es con las pocas bodas que se realizan en nuestras parroquias.

Cuando recuerdo que, tanto en la Parroquia de la Sagrada Familia de Santo ngelo, como en la Parroquia de Santa Teresita en Passo Fundo, asistí nueve bodas en un solo día, y hoy, aquí en la Iglesia de San Antonio en el barrio Pippi de Santo Ángelo, durante todo el año 2021 no asistí ninguna boda (sólo dos legitimaciones), no hace falta tener las estadísticas en la mano para constatar la dura realidad de la caída brusca del número de bodas religiosas.

Me sorprenden los comentarios, tanto en los círculos sociales como en las iglesias, y, al mismo tiempo, confieso cierta decepción por la falta de interés por buscar causas, así como por la falta de propuestas e iniciativas para cambiar esta dura realidad.

Hace poco tiempo, en una reunión de coordinación diocesana de la Pastoral Familiar, abordé el tema. Tuve la impresión de haber sido muy oportuno, pues la provocación desencadenó una conversación de dos horas sobre el tema. Hasta entonces se hablaba mucho de la pastoral prematrimonial, pero entendiendo con esto la preparación de quien acude a nosotros para casarse. ¡Y estos son tan pocos!

Tratando de plantear las causas, diría que se ha creado entre los jóvenes una mentalidad según la cual celebrar el matrimonio en la Iglesia es “casarse

por el papel”. Y esto lo dicen con mucha euforia, incluso los jóvenes que pertenecen a grupos y movimientos eclesiales.

Infelizmente, la maravillosa catequesis de iniciación a la vida cristiana, que ya no prepara para la celebración de los sacramentos, sino para la vida cristiana, trata en profundidad los sacramentos del bautismo, la eucaristía y la confirmación. Pero, ¿quién es responsable de los otros sacramentos?

¿Cómo se interesarán los jóvenes por casarse en una realidad tan adversa, sabiendo tan poco sobre el matrimonio en sí?

Además, los padres tienen muy poca incidencia en sus hijos. En las familias existe una concepción según la cual la boda debe ser una gran fiesta. Y cuando se hace, el presupuesto de todos los gastos de cena, decoración, filmación y fotografías, más la iglesia, dices que no te puedes casar, ¡que es demasiado caro! Con o sin razón, en la actualidad se habla mucho de la gran cantidad de matrimonios nulos, por falta de condiciones, principalmente, de madurez para asumir un compromiso de tal responsabilidad.

Con todo esto, es muy claro que la cuestión del matrimonio la debemos tratar ya en la catequesis de iniciación a la vida cristiana. Los cursos promovidos por los movimientos no pueden dejar de hablar y reflexionar sobre el tema. Los pocos novios que se casan por la Iglesia intentan fijar la fecha con mucha antelación. Es hora de que el sacerdote programe de inmediato la entrevista, que debe tomarse muy en serio y, si es necesario, comenzar la preparación.

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Pe. Euclides Benedetti, msf Passo Fundo/RS

La “bella Señora” que inspira en el extremo sur de América

La devoción más austral de Nuestra Señora de La Salette se desarrolla en el pueblo de Hornopirén, Región de Los Lagos, sur de Chile, con el objetivo de acompañar a un pueblo que fue marcado por un trágico accidente.

Los habitantes de la Carretera Austral, camino de difícil acceso y lleno de vicisitudes debido al clima extremo, vivieron el triste suceso del 19 de febrero de 1965, cuando una parte del hielo del volcán Yates se desprendió y cayó al Lago Cabrera.

Esto provocó una ola de más de 25 metros de altura que arrastró barro, rocas y árboles y sepultó a 28 trabajadores del alerce y sus familiares que acampaban en la zona.

De esa manera, se gestionó la llegada de una imagen de tamaño natural de la Virgen de La Salette y fue instalada el 19 de febrero del 2018, en la zona donde está la cruz que recuerda la tragedia, junto a una pequeña iglesia.

Cada año se recuerda el acontecimiento con una peregrinación hasta el lugar y en 2021 se celebró

el 175º aniversario de la aparición ocurrida en los Alpes franceses.

Familias, jóvenes, agentes pastorales y devotos de la Virgen de La Salette caminaron durante unas tres horas entre cantos y oraciones.

Se detuvieron en los pequeños altares preparados por los vecinos hasta que llegaron al Lago Cabrera y con alegría celebraron la Eucaristía.

Hacia febrero de este año, para un nuevo aniversario de la tragedia del Lago Cabrera, los artesanos del lugar donaron un Cristo del Sagrado Corazón tallado en madera por sus propias manos, como una forma de seguir acompañando a la comunidad en el recuerdo de sus seres queridos y de aliento a la devoción mariana.

De esa manera, el mensaje de la “bella señora”, como le llamaron los pastorcitos Maximino Giraud y Mélanie Calvat, sigue más vigente que nunca no solo en el recuerdo de una pequeña comunidad que busca consuelo en la Madre sino también en la oración continua de sus devotos para lograr la conversión de más almas.

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Cada año, el evento se conmemora con una peregrinación al lugar. El mensaje de la "bella dama" sigue más vigente que nunca. tallado en madera por sus propias

Ser vocacionado

Cuando pensamos en la vocación, la primera idea que nos viene a la mente es su significado: llamado. Pero muchas veces olvidamos que somos convocados a la comunión comunitaria por la Trinidad y es por la Trinidad que somos llamados a ser vocacionados para la salvación del pueblo de Dios, tal como nos recuerda el mandato de Cristo en Mc 16,15.

La respuesta concreta a la llamada de Dios tiene lugar en la contestación libre y cotidiana, y para que nuestra respuesta sea vivida y amada, sin anularnos ni sabotearnos, necesitamos conocer los tipos de vocaciones para experimentarlas, sin perdernos en que todo bautizado tiene la santidad como su vocación.

En primer lugar, tenemos que tener en cuenta que no hay vocación más importante que la otra, se complementan como dijimos anteriormente, para la salvación y santificación del pueblo de Dios. Básicamente, las vocaciones se pueden dividir en tres grupos:

La Vocación Matrimonial o Laical: este tipo de vocación la pueden vivir los laicos bautizados (y aquí hay que eliminar de nuestros conceptos que son personas que no conocen la doctrina o son apáticos a la experiencia de la Iglesia) que participan en la comunidad cristiana a través de la Iglesia. Para este grupo se pueden encontrar diferentes propósitos de vida, a través de la pastoral familiar o de la acción misionera, y es por esta vocación que nacen nuevos cristianos.

Vocación sacerdotal: Son religiosos llamados a anunciar el evangelio y guiar a la comunidad hacia el camino de Dios. Aquí están los diáconos, presbíteros y obispos. Esta vocación no deja de estar directamente ligada a la vocación matrimonial, porque es precisamente en el seno de la familia donde nace esta vocación.

Vocación religiosa: Personas que se consagran a Dios mediante los votos religiosos de pobreza, obediencia y castidad y, en general, siguen y sirven a Cristo a través de una Congregación Religiosa, un ejemplo son los Misioneros de la Sagrada Familia.

Cada vez son más los cristianos que consagran su vida al servicio de la Iglesia sin seguir la vida religiosa. Este don de Dios constituye una de las riquezas de la vida de la Iglesia después del Concilio Vaticano II. Los bautizados son como la levadura en la masa, son del mundo sin ser del mundo (cf. Jn 17, 14-19). Recuerda, por tanto, que todo bautizado está llamado de un modo u otro a dar testimonio de Dios a lo largo de su vida.

Cualquiera que sea tu vocación, debe conducirnos por el camino de la santidad y a través de ella debemos ayudar a las personas a ser santas.

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Koxukhuro (muchas gracias), ¡Mozambique!

Hay momentos en la vida en los que necesitamos decir adiós a la seguridad y abrir nuevos caminos. En enero de 2022 regresé a Brasil, después de cuatro años de misión en Mozambique. Guardo un recuerdo agradecido de estos cuatro años de muchos desafíos, aprendizajes y afirmaciones.

En estos años ejercí como formador de aspirantes. ¡Todo un desafío! Salí de Belo Horizonte como formando y llegué a Mozambique como formador. Agradezco a los formandos Custódio, Elísio, Euclides, Isaque, Silvano y Tomás, que me ayudaron a crecer en esta misión de ser formador. Agradezco también al Fr. Carvalho, porque juntos caminamos en esta hermosa, desafiante y encantadora misión.

Sentí en la piel las consecuencias de la malaria. En total, ¡fueron más de 20! Nunca me asusté cuando aparecían los síntomas. Nunca pensé en rendirme por causa de la enfermedad. ¡Sentir el sufrimiento del pueblo en el propio cuerpo es parte de la misión! Gracias al buen Dios, nunca me faltó la medicina para el tratamiento, cosa que no puedo decir del pueblo mozambiqueño, que muchas veces busca tratamiento en los hospitales, ¡y no lo encuentra! Mozambique todavía tiene un largo camino por recorrer, para llevar una salud pública de calidad a toda su gente.

En las celebraciones, en las formaciones con los jóvenes y con los líderes de las comunidades encontré el rostro de Jesucristo. La alegría en cada rostro por poder reunirnos para hablar la Palabra de Dios, llevándola a los demás hermanos y hermanas, en las comunidades más lejanas, donde el equipo misionero no podía llegar. Formábamos a los líderes y ellos, con el apoyo del material, llevaron esta formación a sus compañeros, en sus comunidades. Estos encuentros de formación realizados entre el 2018-2019 seguramente llegaron, de alguna manera, a unos diez mil jóvenes, ¡maravilla de Dios!

Una pregunta que me hago al escribir estas líneas es la siguiente: ¿cómo traducir en palabras lo

que vivimos en los encuentros y celebraciones en las comunidades? No es fácil decir esto con palabras y en pocas líneas, pues es necesario experimentar y dejarse llevar por la danza y el ritmo de los tambores, acoger en el corazón y en el alma la manifestación de Dios a través de este pueblo que él ama.

En 2021 tomé la decisión más importante de mi vida: profesar mis votos religiosos perpetuos. Me acosté en ese suelo, esa tierra que me acogió, me fortaleció, me amó y que yo aprendí a amar.

Escribo ahora con lágrimas en los ojos, porque antes de ir a Mozambique estuve a punto de tirarlo todo y rendirme. Y la misión resignificó mi vocación. Estaré eternamente agradecido por cada abrazo, por cada tirón de oreja, por cada manifestación de Dios en esa tierra, fortaleciendo el llamado a ser Misionero de la Sagrada Familia.

En enero pasado, cuando el avión despegó en Nampula, después de varios retrasos y tensiones, ¡lloré! Lloré agradeciéndote por todo lo vivido. No fueron lágrimas de adiós, sino de hasta pronto, Mozambique.

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Fr. Ricardo Klock msf

“Pon sangre nueva en las venas de tu Iglesia”

Recién ordenado sacerdote (11/12/2021), en la Iglesia San Judas Tadeo, en la ciudad de Palmitos/ SC/Brasil, para el servicio de la Iglesia y de los hermanos, renuevo constantemente mi SÍ como religioso consagrado con disponibilidad de servicio a la Iglesia y Congregación de Misioneros de la Sagrada Familia, de la que me siento feliz de formar parte, en su dimensión misionera. Llevando el legado de nuestro Fundador, el venerable Padre Juan Berthier, e inspirándonos en la casa de Nazaret.

Comparto con ustedes, queridos lectores, hermanos religiosos, amigos y bienhechores de los Misioneros de la Sagrada Familia, un poco de la experiencia que estoy viviendo, es decir, de estos primeros meses de ministerio, junto con las palabras de la Homilía , pronunciado en la Primera Misa. Sin ser pretencioso, la elección del título de este pequeño texto/testimonio, sino, precisamente, para invitarnos a mirar nuestras realidades eclesiales actuales, en las que estamos insertos, especialmente en este proceso post pandemia.

Mirando las realidades, pedir “sangre nueva” para las venas de la Iglesia es reavivar la llama vocacional de todo cristiano bautizado, discípulo misionero del Maestro. Es invitar de puerta en puerta, es invitarnos a socializar, es querernos de nuevo, querernos bien. Porque “en esto conocerán todos que sois mis discípulos, sí tuviereis amor los unos con los otros” (Jn 13,35).

Es nuestra misión anunciar y llevar el Evangelio a todas las naciones. Es misión de cada bautizado ponerse en camino, contribuyendo a la misión de la Iglesia, en el contexto social, parroquial y existencial en el que está inserto.

Este es mi deseo y propósito, como joven soñador, ministro ordenado, estar cerca de los que están lejos, llevando paz, alegría, fomentando el perdón. Transmitir a todos el mensaje profético y liberador de la Buena Nueva, herencia de nuestro Maestro Jesús.

Y si para eso es necesario partir hacia tierras más lejanas, más allá de las fronteras, para dejar familiares y amigos, “aquí estoy, Señor, envíame a hacer tu voluntad”. Monseñor Helder Camara, dijo una vez que ser sacerdote requiere que una persona se ponga al servicio. Esto significa no buscar nunca el aplauso, la vanidad personal, el honor y la fama. De hecho, para seguir los pasos del Maestro se necesita mucha paciencia, alteridad, fe, discernimiento y valentía.

Pido la ayuda de Dios para seguir transmitiendo el mensaje de la Buena Nueva; ánimo y coraje para ir donde Dios quiera; llevar paz y alegría y ser continuamente instrumento para la construcción de una sociedad más fraterna y justa. Por ello, pido sus generosas oraciones y su amistad.

Y cuando en la vida ministerial surge la pregunta: y ahora, ¿qué debo hacer? Recuerdo las palabras de la Homilía de la Primera Misa, que tuvo lugar el 12 de diciembre, en la Capilla de la Comunidad de Linha Santa Catarina/Palmitos. La reflexión es preparada y entregada por el amigo y religioso P. Paulo Sérgio Mendes de la Congregación de la Pequeña Obra de la Divina Providencia (Orionista).

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Pe. Adilson Assmann msf União dos Palmares/AL
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