TESIS ACADE Nº1

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SERIE DE TESIS

ACADE

RIO +20 Y LOS DESAFIOS PARA LA COOPERACIÓN SUR-SUR Y TRIANGULAR DE CHILE EN EL ÁMBITO DE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA NICOLÁS FRANJOLA LARA

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“Rio +20 y los Desafios para la Cooperación Sur-Sur y Triangular de Chile en el Ámbito de la Seguridad Alimentaria” Tesista: Nicolás Diego Franjola Lara Profesor Guía: Astrid Espaliat Larson Tesina conducente al grado de Diplomado en Relaciones Internacionales y Diplomacia Marzo de 2013


SERIE DE TESIS

ACADE

INTRODUCCIÓN La seguridad alimentaria es un tema que aqueja a la humanidad desde hace milenios. Ya en el antiguo Egipto existieron planes de acumulación de semillas para las épocas de sequía, estrategias que han seguido vigentes hasta la actualidad. Miles de años han pasado pero aún hoy el problema sigue latente. Es más, las dimensiones

de la seguridad alimentaria en vez de simplificarse revelan un entramado mucho más complejo en el actual mundo

globalizado Como en la antigüedad, las autoridades hacen ingentes esfuerzos por encontrar una solución. La que se muestra urgente, luego de tener en vista los valores protegidos: la vida y la salud de las personas. De las 7

billones de personas que habitan en el mundo, 868 millones sufren por falta de alimentos (FAO, 2012: 29). No poner coto a este número sólo acarreará mayor muerte y sufrimientos. Los líderes mundiales ya se percataron

hace más de diez años que la acción individual no basta y clamaron por la colaboración internacional. El año 2000 se acordaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), el primero de los cuales conmina a los Estados a

erradicar el hambre y la desnutrición. En el ODM 1.C, asumieron el desafío de reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el número de personas que padecen hambre.

Desde ese entonces, las Conferencias, Iniciativas y Declaraciones se han multiplicado. En el plano global en el año 2009 se inauguró la iniciativa sobre la seguridad alimentaria de L´Aquila. El año 2010 se gestó la alianza global para la agricultura y la seguridad alimentaria y el 2012 nació la Iniciativa Mundial Hambre Cero.

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (Rio+20) la seguridad alimentaria estuvo

dentro de los temas prioritarios tratados en “El futuro que queremos”, Declaración final de la reunión. Pese a ser

una Declaración de compromisos no vinculante, es demostrativa del consenso internacional sobre la importancia y gravedad que reviste la seguridad alimentaria en nuestro tiempo y el que se avecina. Se proyecta que para el año 2050, el número de habitantes del planeta se acercará a los 9 billones. Alimentar 2 billones adicionales de

individuos no será tarea fácil. Menos aún si se mantienen los modelos vigentes de explotación de recursos naturales, los cuales son altamente dañinos para el medio ambiente.

Si se quiere lograr la meta propuesta en los ODM, el modo en el que operan los sistemas alimentarios debe

reformarse y los compromisos de “El futuro que queremos” en el ámbito de la seguridad alimentaria son testimonio de la complejidad de los cambios necesarios.

Uno de los puntales para conseguir las reformas que promueve es la cooperación internacional. Por intermedio de la cooperación puede lograrse la expansión productiva de los sectores agropecuarios, una mayor inserción de los

agricultores en los mercados y el fortalecimiento institucional necesario para crear condiciones que faciliten el acceso a alimentos. Chile tiene mucho que decir en estos asuntos. En el más completo e innovador instrumento de medición de la seguridad alimentaria concebido, el Global Food Security Index, se encuentra en el lugar 26

de 105 países estudiados. Es el único país latinoamericano ubicado en el 25% de países con mejor

calificación. Pero existen otros países en la región que no disfrutan de la misma posición, porque, a pesar de que el panorama en Latinoamérica no es tan desolador como en otras regiones del mundo, aún persisten 49 millones

de personas aquejadas por el hambre y la desnutrición (FAO, 2012:11). Para sacarlas de esta situación, Chile puede transferir su experiencia a la región.

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La mejora en la productividad agrícola, el fortalecimiento institucional, el perfeccionamiento de los sistemas de

inocuidad alimentaria, son algunas de las materias en que recae la Cooperación Sur-Sur y triangular surgida desde Chile. Pero, ¿coadyudan los proyectos de cooperación realizados por Chile a la consecución de los objetivos de Rio+20?

¿Cómo lo hacen? ¿En qué pueden mejorar? Acometer la misión de dar respuesta a preguntas como éstas es del todo relevante para la política exterior

nacional, toda vez que la cooperación internacional se yergue como una de sus piezas clave. Es así como la

responsabilidad de cooperar es uno de los principios de la política exterior chilena; entre los intereses de la política exterior se encuentran fortalecer la integración regional y la imagen de Chile en el exterior; y la primera

prioridad de la política exterior se encuentra en nuestros vecinos y los países de la región. Metas que pueden lograrse con la cooperación Sur-Sur y triangular.

Cuando la cooperación recae en la seguridad alimentaria, foco latente de preocupación1, la importancia de

un estudio sistemático se duplica. En razón de ello, en el presente estudio se intentará responder a la siguiente

pregunta de investigación: ¿Cómo las iniciativas de cooperación Sur-Sur y triangular emprendidas por Chile

en materia de seguridad alimentaria se adaptan a lo expuesto en Rio+20 sobre la materia? El objetivo general

que se desprende de la pregunta consiste en conocer los proyectos de cooperación de Chile en materia de seguridad alimentaria y sus potencialidades a la luz de Rio+20. A su vez, este objetivo general se descompone en objetivos específicos que se relacionan con cada uno de los capítulos del trabajo. El primer objetivo específico consiste en definir qué es la seguridad alimentaria y cuál ha sido su evolución conceptual. El segundo trata de describir cuál fue la discusión sobre la seguridad alimentaria dentro de Rio+20. La unión de ambos da vida al

primer capítulo de la investigación, el cual sienta las bases teóricas para los posteriores análisis. El tercer objetivo específico, el cual configura el segundo capítulo, pretende estudiar la cooperación Sur-Sur y realizada por la Agencia de Cooperación Internacional de Chile (AgCI). Para, finalmente,

triangular

en el cuarto

objetivo específico, espíritu del último capítulo, cerrar el estudio al analizar algunos proyectos de cooperación regional liderados por Chile en el área de la seguridad alimentaria bajo la luz de lo discutido en Rio+20.

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En la reciente Cumbre CELAC, celebrada en Santiago de Chile, la importancia del tema fue confirmado. En la Declaración de Santiago, los Estados señalaron que “Reiteramos nuestro compromiso de promover la seguridad alimentaria y nutricional de nuestras poblaciones. Reconocemos que la causa principal del hambre es la pobreza y que, para superarla, es necesario coordinar acciones relacionadas con la inclusión productiva de los pequeños agricultores familiares, el comercio internacional y el acceso a servicios públicos de salud y educación, entre otros, a través del continuo apoyo de diferentes organismos, mecanismos y agencias regionales (CELAC, 2013:6)

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DE SEGURIDAD ALIMENTARIA. CAP.1 CONCEPTO EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y CAMBIOS PARADIGMÁTICOS

CONCEPTO DE SEGURIDAD ALIMENTARIA: UNA SUMATORIA DE DIMENSIONES La profecía de Thomas Malthus de acuerdo a la cual los recursos naturales indispensables para satisfacer las crecientes necesidades de una población mundial en expansión no darían abasto revive cada vez que una persona es confrontada con imágenes de hambrunas. Pero ¿es el problema de abastecimiento y productividad

para una población creciente el único componente del asunto? ¿Es sólo población localizada y en continentes particulares la afectada?

Con el transcurso del tiempo, el concepto de seguridad alimentaria ha experimentado una progresión que ha

caminado de la mano de los acontecimientos históricos. La academia ha refinado su entendimiento de la

problemática y ha dado giros en el lente cognitivo para su interpretación. Elocuente demostración de lo dicho es que, para el año 1992, habían sido publicados cerca de 200 documentos que se ocupaban de conceptos y definiciones de seguridad alimentaria (Smith, Pointing & Maxwell, 1992; 136).

Simon Maxwell, en un célebre diagrama sintetizó la depuración cognitiva sobre la definición de la seguridad alimentaria en tres saltos paradigmáticos. El primero: el paso del análisis desde un nivel global/nacional hacia un

nivel familiar e individual. El segundo: la migración de una perspectiva de “alimentos primero” (food first) a uno

enfocado en los ingresos de las familias para el acceso a alimentos. El tercero: la transición desde el uso de indicadores objetivos a un enfoque basado en la percepción subjetiva (Maxwell, 1996: 156-60). Este planteamiento resulta pedagógico al ilustrar con simpleza los cambios en las ideas sobre

la

seguridad

alimentaria. No obstante se presta para confusiones el uso de la expresión “cambios paradigmáticos”, en la

medida que denota la superación de la etapa previa, una verdadera “vuelta de página”. Transitar de una categoría

a otra dentro de los binomios de Maxwell, sin embargo puede no ser del todo realista. Más apegado a la verdad es considerar la formación del paradigma como un proceso acumulativo en que las distintas etapas se superponen como capas, que sirven para el concepto de seguridad alimentaria.

La acumulación de investigaciones conlleva la dispersión del término, el cual ha perdido cohesión, más aún en la

medida en que diferentes disciplinas, campos de estudio y especialistas lo abordan como objeto de estudio. El aporte multidisciplinario de conceptos, indicadores y métodos de estudio revela, en todo caso, una de las características fundamentales de la seguridad alimentaria: es un tema multidimensional, con una variedad de niveles y causas interdependientes (Lang & Barling, 2012; 313-314).

Pese a la amplitud y flexibilidad que acompañan a la multidimensionalidad del concepto, en todo estudio sobre la seguridad alimentaria tienden a repetirse cinco grandes preguntas: ¿Quién debe recibir alimento? ¿Cuándo

debe recibirlo? ¿Cómo? ¿En qué cantidad? ¿Qué clase de comida debe entregársele a la población? (Toronto

Public Health, 2006; 21). Las anteriores preguntas son representativas de cada uno de los elementos que abarca el concepto de seguridad alimentaria, a saber: la disponibilidad, el acceso, la calidad y la aceptabilidad de los

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alimentos. Cada uno contesta a las grandes preguntas antes planteadas. Pero para llegar a estos elementos

y definirlos hubo que atravesar un largo proceso de refinamiento en la comprensión del fenómeno, cuyo inicio se cifra en la década de 1970. En lo que sigue exploraremos sucintamente cada una de las etapas por las cuales se construyeron los paradigmas de la academia en torno a la seguridad alimentaria, cuáles fueron los hitos históricos y cómo fueron acogidos en sendas declaraciones en organismos internacionales.

MADURACIÓN DEL CONCEPTO DE SEGURIDAD ALIMENTARIA El nacimiento del concepto de seguridad alimentaria puede hallarse con nitidez en las discusiones políticas y académicas de la década del 70. El contexto estaba marcado por un declive en las reservas de granos, la perdida

de tierras de cultivo en Estado Unidos, la dependencia mundial del mercado norteamericano y la decisión del

Gobierno soviético de remediar la escasez de alimentos con importaciones masivas antes que con programas de austeridad (Shaw, 2007; 120). Todos estos factores contribuyeron para que, a partir de 1972, se desatara una

crisis alimenticia, cuyo rostro más descarnado se vivió en el cuerno de África, donde se alojó una cruenta hambruna entre 1974-75. La reacción de la comunidad internacional no se haría esperar, ya que en 1974,

durante la Conferencia Mundial sobre la Alimentación, se emitió una Declaración que materializó el saber de la

época sobre la materia. La Declaración reza que la seguridad alimentaria es: “availability at all times of adequate world food supplies of basic foodstuffs to sustain a steady expansion of food consumption and to offset fluctuations in production and prices“(FAO, 2003; 27).

El texto tiene un marcado sesgo agrícola y comercial, dando relieve al elemento referente a la disponibilidad de alimentos. En ese entonces la tendencia se orientaba hacia el aumento en la productividad de los alimentos,

ya que la principal meta era el mantenimiento de un flujo productivo continuo a nivel nacional e internacional

(Shaw; 2007: 383). Siendo el problema uno de abastecimiento, las medidas para salvaguardar el consumo calórico

mínimo, consistían, junto con aumentar la productividad, en establecer reservas o bancos internacionales de granos para épocas de escasez (ONU, 2013). De este modo, a partir de las reservas, acumuladas

fundamentalmente a partir de los excedentes de producción de los países más desarrollados, podían ser enviadas donaciones hacia los países con problemas de abastecimiento de alimentos.

A partir de los 80’s deviene una segunda etapa del desarrollo del concepto de seguridad alimentaria. Hubo un cambio de perspectiva, desde una que ponía el acento en la producción de alimentos (“food first”) hacia una

mayor preocupación por el individuo y la familia y su acceso a alimentos. Puede ser la razón de este cambio el revelador libro publicado por Amartya Sen, “Pobreza y hambruna” de 1981. A partir de su lanzamiento, el

concepto de derecho a los alimentos se convirtió en el periscopio para sondear el problema del hambre. Según

su teoría el problema no era de abastecimiento sino de acceso a los alimentos, a causa de la pobreza de la gente. Para mediados de los 80, tiempo en el cual la crisis alimentaria volvió a asolar el cuerno de África, la

disponibilidad dejó de ser la única variable explicativa para las condiciones experimentadas. Luego del revolucionario trabajo de Sen, los académicos y políticos se percataron que las crisis

alimentarias eran

multifactoriales, ya que pudiendo haber suficiente alimento aun así podía existir hambruna y desnutrición por la imposibilidad de los individuos de ejercer su derecho al alimento. Esta constatación llevó a introducir variables socioeconómicas dentro de las investigaciones, de suerte tal que el acceso a los alimentos dependía tanto de la

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producción como de los ingresos, la producción personal, la recolección de alimentos silvestres, la migración, el apoyo comunitario, las materias primas, etc. (Frankenberger y McCaston; 1998: 1). Fue así, como la FAO, el año

1983, tomó estos avances y redefinió el concepto de seguridad alimentaria para ampliarlo en los siguientes

términos:“the ultimate objective of world food security should be to ensure that all people at all times have both physical and economic access to the basic food they need” (FAO, 1983).

La anterior definición sería replicada, con algunas variaciones, 3 años después por el Banco Mundial en un estudio titulado “La pobreza y el hambre”, en clara alusión al libro de Sen. En esa oportunidad se declaró que la seguridad

alimentaria era: “el acceso de todas las personas, en todo tiempo, a cantidades de alimento suficientes para una vida activa y saludable” (Banco Mundial, 1986; 1).

Esta definición fue altamente influyente, ya que, como diría Maxwell, torció el paradigma regente desde uno

“global/nacional” a otro “individual/familiar”. Junto a ello, diferenció entre la inseguridad alimentaria transitoria y la

crónica, siendo esta última de carácter estructural, causada por la falta de ingresos de los individuos. Sin embargo, no sólo marcó replanteamientos conceptuales sino también de poder, ya que permitió la inclusión del Banco Mundial en la discusión sobre la seguridad alimentaria, el que introdujo el ángulo económico a la mesa. Ello

facilitó la presencia de otros expertos quienes trajeron consigo el acervo conceptual de sus respectivas disciplinas (Alcok; 2009:26-27). La consigna de la nueva perspectiva era de corte economicista y se encontraba enmarcada en un contexto de reformas estructurales neoliberales promocionadas por el FMI y el Banco Mundial.

En virtud de ellas, el crecimiento económico de los Estados acarrearía necesariamente la mejora de los ingresos de sus ciudadanos, lo que, a su turno, mejoraría la capacidad de compra y acceso a los alimentos.

A principios de los 90s, hubo un nuevo refinamiento y ampliación de las dimensiones que la seguridad alimentaria involucraba. La falta de acceso a los alimentos era el núcleo del problema pero también existían causas concomitantes que incidían en la salud y nutrición de las personas, como la calidad del alimento

consumido y su composición nutricional, la existencia de servicios de salud y de asistencia especial para madres

y niños. Se constató que para que la comida tuviera un efecto beneficioso en la nutrición de las personas no

bastaba con aumentar la productividad y el acceso físico y económico a la comida. Otros factores condicionaban el resultado del consumo, de lo que sigue que volcar todos los esfuerzos a solucionar los primeros era insuficiente, debiendo, además, enfatizarse la calidad nutricional, con especial cuidado en la salud de las madres y niños (Frankenberg y McCaston; 1998: 2)

Los anteriores progresos académicos fueron recibidos por la Declaración de Roma sobre seguridad alimentaria dictada en 1996 bajo el auspicio de la FAO, la cual es hasta el día de hoy el texto más aceptado en la comunidad

académica y política internacional sobre los componentes de la seguridad alimentaria. En él se señala que: “Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana” (FAO, 1996)

Los términos empleados en la Declaración contienen una definición amplia y flexible que integra las etapas anteriores en un solo paradigma. Es así como la frase acceso físico dice relación con la primera fase, es decir, con

la productividad y disponibilidad a nivel nacional e internacional; el acceso económico reconoce la obra de Sen y el Banco Mundial, sobre la importancia de los ingresos e insumos de las familias e individuos para adquirir

alimentos. A ello añade dos nuevas dimensiones, sintetizadas en los términos calidad y aceptabilidad. El primero

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significa que los alimentos tienen que ser inocuos y nutritivos para que el aporte dietario permita formar individuos sanos y activos, fin último de la seguridad alimentaria. Como complemento de la nueva variable, el texto rescata

la aceptabilidad del alimento, lo que dice relación con la incorporación de factores culturales dentro de la definición, la cual se vuelve más sensible a las preferencias de las comunidades y los individuos.

Para redondear la anterior definición, el año 2009, se incorporaron cuatro pilares a la seguridad alimentaria. Es así como al texto final se agregó que “…Los cuatro pilares de la seguridad alimentaria son la disponibilidad, el acceso,

la utilización y la estabilidad. La dimensión nutricional es parte integrante del concepto de seguridad alimentaria” (FAO, 2009). Por disponibilidad se entiende “la existencia de cantidades suficientes de alimento de calidad adecuada, suministrados a través de la producción del país o por importaciones…” El acceso dice relación con que las personas cuenten con los recursos adecuados “para adquirir alimentos apropiados y una alimentacion

nutritiva”. La utilización se traduce en la obtención de los insumos necesarios para extraer todo el potencial

nutricional de los alimentos, tales como una “alimentacion adecuada, agua potable, atención médica y

sanidad”. Finalmente, para que se cumpla con el pilar “estabilidad”, todo individuo, familia y comunidad debe tener acceso a alimentos adecuados en todo momento (FAO, 2006; 1).

Como queda de manifiesto, el marco analítico es crecientemente el de un sistema complejo, comprendido por una serie de elementos interdependientes. La presencia de tantos factores cumple el fin de explicar las causas de la

(in)seguridad alimentaria y dar una mejor respuesta para tratarlas o atenuarlas. Es así como, invirtiendo la definición y elementos de la seguridad alimentaria quedan al descubierto las características de la (in)seguridad alimentaria 2 . Ella es, en consecuencia, la falta de acceso y disponibilidad de alimentos de calidad y aceptables.

Situación frente a la cual, gracias a la definición los Gobiernos disponen de una cartografía clara para la adopción de medidas correctivas y paliativas.

LA SEGURIDAD ALIMENTA RIA EN RIO+20

ANTECEDENTES Hace más de 20 años el concepto de desarrollo sostenible fue acogido en el concierto internacional luego de haber madurado en el ambiente académico y político desde, por lo menos, el año 1972. La Comisión Brundtland,

emitió el año 1987 un informe que precisó el contenido del término. En el documento, llamado “Nuestro futuro

común”, fue establecido que el desarrollo sostenible “aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones” (IISD, 2010: 7-8). Luego, el año 1992 la definición sería

acogida por el principio 3 de la Declaración de Río, la cual modificó sus términos pero no su sentido. La redacción

final prescribe que “el derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente a las necesidades de desarrollo y ambientales de las generaciones presentes y futuras” (ONU, 1992: 1).

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Puede ser tanto transitoria como crónica. La primera ocurre cuando los sistemas alimentarios son sensibles a los shocks externos, por lo que sucede un recorte momentáneo en la producción o distribución de alimentos. Para las poblaciones rurales toma la forma de sequias o inundaciones, por ejemplo; mientras que para las poblaciones urbanas se materializa en la incapacidad de acceder a alimentos en las cadenas de distribución. En cambio, la inseguridad crónica es el resultado de una incapacidad constante de adquirir alimentos para tener una dieta adecuada. La causa basal de la inseguridad crónica es la pobreza. Por lo tanto, las personas que no tienen ingresos suficientes para adquirir alimentos o no cuentan con los recursos para producirlos ellos mismos de manera permanente se encuentran en un contexto de inseguridad alimentaria crónica (Ganapathy, et al, 2005: 11).

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La coexistencia paralela de tres dimensiones de importancia equivalente caracteriza al desarrollo sostenible. Las

esferas económica, social y medioambiental, impregnan el tejido fundamental de esta forma de concebir la

ordenación de la actividad humana. El centro de gravedad de esta perspectiva holística del desarrollo es el hombre, principal agente y motor del desarrollo y hacia quien están destinados sus frutos. Sólo en la medida que el progreso permita al ser humano vivir una existencia más plena, con un desarrollo más equitativo y en armonía con el medio ambiente, nos encontramos ante el fin último del desarrollo sostenible 3 .

En la seguridad alimentaria el desarrollo sostenible adquiere pleno significado. Las tres dimensiones de las que hace gala quedan a la vista a la hora de hablar disponibilidad y acceso a los alimentos. En lo ambiental la produc-

ción insostenible de alimentos tiene un alto impacto sobre el ecosistema. Los sistemas alimentarios causan un 30% de los gases con efecto invernadero, consumen un 30% de la energía mundial, la producción de ganado usa un 80% de la tierra arable. En suma, la producción de alimentos altera los ecosistemas terrestres y marinos y

afecta la biodiversidad (FAO, 2012: 9). En lo que se refiere a la dimensión económica, el sector agrícola representa un alto porcentaje del producto interno bruto de los países menos desarrollados y en desarrollo y, dentro de ellos, es la población rural, personas de bajos recursos, quienes se dedican a la agricultura y dependen de los ingresos

que allí obtengan para su subsistencia y la de sus familias. La dimensión social, también se vislumbra con nitidez al hablar de seguridad alimentaria, ya que sin acceso a alimentos las condiciones físicas y síquicas de cualquier sociedad se deterioran. En particular, son los niños, como siempre, los más vulnerables, debido a que el hambre y la desnutrición les ocasionan secuelas que los acompañan por el resto de su vida.

EL FUTURO QUE QUEREMOS En el documento “El futuro que queremos”, donde los participantes de Rio+20 condensaron los resultados de los

debates y consignaron los compromisos asumidos, las partes indican su preocupación por el “hecho de que una de cada cinco personas de este planeta, es decir, más de 1.000 millones de personas, siga viviendo en la extrema

pobreza, y que una de cada siete, o el 14%, esté malnutrida...” (ONU, 2012:6). Los datos concernientes a la presente situación de pobreza, hambre y malnutrición son indesmentibles y una de las prioridades en la agenda discutida en Río de Janeiro es revertirlos. Es por ello, que el primer objetivo para el desarrollo sostenible es la superación de la pobreza, hecho ratificado en Rio+20 al reconocerse que “la erradicación de la pobreza es el mayor problema que afronta el mundo en la actualidad y una condición indispensable del desarrollo sostenible”

(ONU, 2012: 2) y que los “…progresos no han sido uniformes y en algunos países sigue aumentando el número de personas que viven en la pobreza…” (ONU, 2012: 23)

En consonancia con los ODM 4 , la superación de la pobreza se erige como el primer gran objetivo de la Cumbre y su obtención tiene como requisito sine qua non el crecimiento económico. En este sentido las partes establecen

que “reconocemos que el crecimiento económico sostenido, inclusivo y equitativo de los países en desarrollo es

un requisito imprescindible para erradicar la pobreza y el hambre y alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio…” (ONU, 2012: 23)

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El principio 1 de la Declaración de Río (1992) proclama que “los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sustentable. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza.”(ONU; 1992: 1). 4

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) son 8. Objetivo 1: erradicar la pobreza extrema y el hambre. Objetivo 2: lograr la enseñanza primaria universal. Objetivo 3: promover la igualdad de los géneros y la autonomía de la mujer. Objetivo 4: reducir la mortalidad infantil. Objetivo 5: mejorar la salud materna. Objetivo 6: combatir el VIH/Sida, el Paludismo y otras enfermedades. Objetivo 7: garantizar el sustento del medio ambiente. Objetivo 8: fomentar una asociación mundial para el desarrollo.

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Pero, en tanto la Conferencia trata sobre el desarrollo sostenible un nuevo elemento entra en la ecuación:

la preocupación no sólo tiene que recaer en la generación actual sino también en las generaciones venideras. De proyectarse las condiciones de producción, el crecimiento demográfico y el rendimiento económico hacia

el futuro los escenarios no son alentadores. Para el año 2050 se estima que la población mundial tocará las 9.000 millones de personas, por lo que se requerirá un aumento en la producción agroalimentaria del 60% si queremos reducir los niveles de desnutrición (FAO, 2012: 5). Aun mejorando la productividad se anticipa que, de continuar

los desiguales sistemas de distribución de ingresos y el desempleo mundial, 300 millones de personas no tendrán acceso a los alimentos producidos ni podrán generarlos ellos mismos (FAO, 2012: 5). En razón de ello, los Estado

reconocieron en Río+20 que “debemos intensificar los esfuerzos orientados a lograr el desarrollo sostenible, y en particular, la erradicación de la pobreza, el hambre y las enfermedades evitables” (ONU, 2012: 6).

COMPROMISOS ESPECÍFICOS SOBRE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA, NUTRICIÓN Y AGRICULTURA SOSTENIBLE En el apartado que trata sobre la seguridad alimentaria, nutrición y agricultura sostenible, las partes consagran

dos compromisos principales en el párrafo 108 de “El futuro que queremos”. El primero es la ratificación de los compromisos en torno al respeto y promoción del derecho a la alimentación y sus elementos. El segundo,

complementario del anterior, dice relación con “aumentar la seguridad alimentaria y el acceso de las generaciones actuales y futuras a alimentos suficientes, sanos y nutritivos […] especialmente a favor de los niños menores de 2 años…”

En todo el documento no se adopta una definición clara de seguridad alimentaria, pero en lo que sigue del párrafo

108, se declara que el anterior compromiso se realizará en consonancia con los principios de la Declaración de Roma del año 2009. Este reenvío puede servir como puerta de entrada de la definición de la FAO, a la que se hizo

referencia en la primera parte de este capítulo y se reitera en dicho instrumento, con el objeto interpretar los compromisos de Rio+20. Al aplicar este razonamiento, cada vez que se hable de seguridad alimentaria en lo que sigue, se hará en relación a sus elementos y a sus cuatro pilares: disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad.

Entre los cinco principios acordados en Roma el año 2009, destaca el número 3, que trata sobre la estrategia dual para la seguridad alimentaria. Esta consiste en poner en movimiento medidas sobre las dos caras de la inseguri-

dad alimentaria: la inmediata, o de corto plazo, y la estructural, de mediano y largo plazo. Por ende, en el corto plazo deberá proporcionarse los medios de subsistencia de aquellos que no dispongan de suficiente alimento 5 y,

por otro lado, en el mediano y largo plazo, se intentará suprimir los determinantes estructurales del hambre y la desnutrición 6 .

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Dentro de este flanco, los mecanismos son, por ejemplo, crear redes de seguridad que velen por el consumo de alimentos o brindar asistencia humanitaria y alimentos en situaciones de emergencia (FAO, 2009: 4-5). Algunos ejemplos del extenso abanico de intervenciones que pueden realizarse son: mejorar el funcionamiento de los mercados nacionales, transferencias de tecnología e información para que los agricultores, en especial los pequeños agricultores, aumenten la productividad agrícola y mejorar la institucionalidad y las políticas públicas que se relacionen directa o indirectamente con la seguridad alimentaria, como por ejemplo, apoyar los programas que contribuyen a mejorar la inocuidad de los alimentos en la esfera local o regional (FAO, 2009: 5-6).

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CONCEPTO DE SEGURIDAD ALIMENTARIA. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y CAMBIOS PARADIGMÁTICOS

En lo que sigue del documento, se expresan otros compromisos que refuerzan los objetivos centrales expresados

y pueden servir como marco de acción para poner en marcha la estrategia dual. Estas medidas auxiliares describen temas que se vienen repitiendo en la agenda internacional para la superación del hambre y la desnutrición desde, a lo menos el año 2009; asuntos que dicen relación, principalmente, con el segundo componente del enfoque dual promovido por la FAO. A continuación se indican cuáles son los ejes temáticos contenidos

en los compromisos y, a modo de ejemplo, algunas medidas que pueden adoptarse para su realización. Los temas son:

a) Estimular el desarrollo rural y agrícola bajo criterios de desarrollo sostenible: el sector rural reviste una importancia crucial para el desarrollo de las sociedades modernas, al constituirse en productor de alimentos, refugio

de conocimientos ancestrales y tradiciones nacionales y morada de parte importante de la población, más aún en

los países en desarrollo. Diferente del sector agrícola, el espacio rural se encuentra modelado por distintos órganos integrados en un sistema de vida en que el individuo y la comunidad guardan una estrecha relación y

sentimiento de pertenencia con su entorno. La especial naturaleza de sus elementos (redes sociales, recursos naturales, instituciones y mecanismos de producción) hace que cualquier plan para incentivar el desarrollo rural, no pase por aumentar la productividad agrícola o industrializar la producción. Lo rural no es homologable

a lo agrícola y mucho menos a los productivo, a pesar de que ambos formen parte de él. Más bien consiste en fomentar conductas sostenibles para que los grupos humanos se asienten dentro del ecosistema, de manera que

les permita incrementar su bienestar y el de la sociedad en su conjunto. En el párrafo 109 de “El futuro que quere-

mos” los Estados dan cuenta de esta perspectiva holística del desarrollo rural, diferenciada de lo meramente agrícola, pero, a su vez, integradora del sector. Es así como se pone “de relieve la necesidad de revitalizar los

sectores de la agricultura 7 y del desarrollo rural, especialmente en los países en desarrollo, de modo que sean

sostenibles desde los puntos de vista económico, social y ambiental” (ONU, 2012: 24). El que sea sostenible

desde esta triple óptica implica que “erradique el hambre y sea económicamente viable y que a la vez conserve las tierras, el agua, los recursos genéticos vegetales y animales, la diversidad biológica y los ecosistemas y aumente la resiliencia al cambio climático y a los desastres naturales…” (ONU, 2012: 24).

El párrafo 109, menciona como medidas para revitalizar la agricultura y el desarrollo rural bajo parámetros sostenibles, mejorar el acceso a créditos y al sistema financiero, establecer regímenes seguros de tenencia de la tierra, mejorar los servicios sociales y la educación y empoderar a las mujeres rurales como agentes cruciales para

el desarrollo rural. A estas medidas pueden agregarse el promover la transferencia de nuevas tecnologías y conocimientos con énfasis en los pequeños agricultores; respaldar la formación de cooperativas agrícolas y las distintas asociaciones de los pequeños agricultores; y fomentar los enfoques ecosistémicos de producción.

b) Mejorar la I+D y los servicios de extensión y educación: en momentos en que la desertificación y acidificación de la tierra va en aumento, sus usos rivales (por ejemplo en la producción de biocombustibles) reducen las parce-

las para el ganado y los cultivos, los patrones de demanda alimenticia siguen en ascenso y cambiando a causa de la transición nutricional en países con alta población (China e India), mejorar la I+D en agricultura se vuelve

indispensable. En este contexto, en el párrafo 114 se resuelve “adoptar medidas para mejorar la investigación

agrícola, los servicios de extensión, la capacitación y la educación con el fin de aumentar la productividad

agrícola y la sostenibilidad de la agricultura mediante el intercambio voluntario de conocimientos y buenas

La definición de agricultura seguida por el documento es amplia, lo que queda de manifiesto tras leer el párrafo 111 en que se especifica que “reafirmamos la necesidad de promover, aumentar y apoyar una agricultura más sostenible, comprendidos los cultivos, el ganado, la silvicultura, la pesca y la acuicultura…” (ONU, 2012: 25). 7

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CONCEPTO DE SEGURIDAD ALIMENTARIA. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y CAMBIOS PARADIGMÁTICOS

prácticas. Resolvemos también mejorar el acceso a la información y a los conocimientos técnicos y prácticos especializados…” (ONU, 2012: 24)

c) Controlar la volatilidad de precios: sobre este punto, en el párrafo 116 se expresa que es necesario “abordar las causas fundamentales [de la volatilidad] incluidas sus causas estructurales”. Como medida de control se recono-

ce a los sistemas de intercambio de información como un instrumento esencial para prevenir y contrarrestar la inestabilidad de precios. Comunicación que puede lograrse con la coordinación estatal, a través del sistema de

información sobre el mercado agrícola (SIMA). Otra medida puede consistir en dar cumplimiento a los principios OMC, en orden a establecer un sistema de comercio más libre, previsible y transparente, para el intercambio de productos agroalimentarios. Sobre este asunto se refiere el párrafo 118, donde se reconoce la importancia del libre comercio y se insta a promover la participación de los agricultores en los mercados (ONU, 2012: 26).

d) Aumentar la producción agrícola sostenible y la productividad mundial: íntimamente vinculado con los

puntos anteriores, la mejora en la productividad agrícola necesita de todos los temas tratados para que se logre a escala mundial sin deteriorar de manera irremediable los recursos naturales. Requiere, por ejemplo, de un desarro-

llo rural consolidado y de investigación y desarrollo de nuevas tecnologías productivas, por ejemplo, nuevas generaciones de fertilizantes y pesticidas. Junto a ello, el párrafo 110 indica que es particularmente necesario mejorar el funcionamiento de los mercados y los “sistemas de comercio” y el fortalecimiento de la “cooperación internacional, sobre todo a favor de los países en desarrollo…” (ONU, 2012: 24)

e) Fortalecer la cooperación 8 internacional: en lo relativo a la cooperación internacional para la seguridad alimentaria, el párrafo 110 ratifica la necesidad de cooperar internacionalmente para aumentar la productividad

agrícola sostenible. Luego detalla las esferas prioritarias de cooperación para estos efectos, las cuales se tratan

del “incremento de la inversión pública y privada en la agricultura sostenible, la ordenación de las tierras y el desarrollo rural”. El mismo llamado a la cooperación se efectúa para el intercambio voluntario de información y tecnologías en el párrafo 114, el cual está en estrecha relación con el párrafo 104, parte

del acápite titulado “esfe-

ras temáticas y cuestiones intersectoriales”, donde se establece que “observamos además que es posible impul-

sar la aplicación de las medidas enunciadas más abajo (n.a: dentro de las cuales se encuentra la seguridad

alimentaria, nutrición y agricultura sostenible) si se comparten de manera voluntaria información, conocimientos y experiencia...”. Los anteriores compromisos, son reflejo de principios superiores del texto; así lo demuestra el párrafo 11 donde las partes confirman su compromiso con la cooperación internacional para lograr los objetivos del desarrollo sostenible.

f) Fortalecer la posición de las mujeres, por medio de la promoción de la igualdad de género: las causas estructu-

rales de la inseguridad alimentaria que es necesario mejorar adquieren una dimensión amplificada cuando afectan

a la mujer. El acceso a recursos necesarios para la producción agrícola, a inversiones, créditos y fertilizantes, la

inexistencia de derechos claros de tenencia de la tierra y la educación adecuada sobre actividades agrícolas, son algunos de los aspectos que las mujeres sufren con mayor intensidad debido a condiciones culturales y estructu-

rales discriminatorias. En cuanto al especial cuidado que merecen las mujeres, existen menciones especiales

que atraviesa gran parte de los compromisos de “El futuro que queremos”. Por ejemplo, en el párrafo 109, relativo al fortalecimiento de la agricultura y el desarrollo rural para hacerlos más sostenibles social, económica

ambientalmente, las partes reiteran la “importancia que reviste el empoderamiento de las mujeres…”

y

El párrafo 58 f), inserto dentro del apartado sobre “economía verde en el contexto del desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza”, puede ser utilizado como referencia para definir los componentes de la cooperación internacional. El párrafo señala que se deberá fortalecer la “cooperación internacional, la cual incluye el suministro de recursos financieros y la transferencia de tecnología a los países en desarrollo y el fortalecimiento de su capacidad” (ONU, 2012). 8

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CONCEPTO DE SEGURIDAD ALIMENTARIA. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y CAMBIOS PARADIGMÁTICOS

para estos efectos. Por su parte, en el párrafo 118, se establece que “…instamos a que se adopten estra-

tegias nacionales, regionales e internacionales para promover la participación de los agricultores, especialmente los pequeños agricultores, incluidas las agricultoras, en los mercados comunitarios, nacionales, regionales e internacionales.” Ambas disposiciones son reflejo de los principios y objetivos que iluminan toda la declaración,

ya que, como demuestra el párrafo 8, donde se enumeran los principios esenciales de la misma, el empodera-

miento de las mujeres es uno de ellos. La importancia del género femenino queda refrendada en el apartado C, sobre “participación de los grupos principales y otros interesados”, donde las partes reiteran “que las mujeres

pueden contribuir decisivamente al logro del desarrollo sostenible. Reconocemos la función de liderazgo de las mujeres y resolvemos promover la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer…” (ONU, 2012: 10).

Algunas de las medidas que se requiere implementar para eliminar las situaciones discriminatorias consisten en:

ejecutar políticas públicas que fomenten la ocupación de posiciones de liderazgo de parte de las mujeres, invitándolas a participar en los procesos de toma de decisiones en asuntos relacionados a la seguridad alimentaria; que

los planes e instrumentos de inversión y acceso a recursos agrícolas tomen debidamente en cuenta la perspectiva

de género, de manera tal de permitir la distribución equitativa de los beneficios que comportan; promulgar dispo-

siciones que tengan por objeto proteger a la mujer, más aun en su rol de madre; dictar políticas públicas que promuevan la mejora en la nutrición materna, de los niños y lactantes; realizar programas sobre redes de seguri-

dad, como el cultivo en huertos familiares o escolares, que fomenten el papel protagónico de la mujer y las niñas en la seguridad alimentaria (CSA, 2012: 20)

g) Sanidad y nutrición: En el párrafo 112 de “El futuro que queremos” los Estados destacan que es necesario “mejorar los sistemas de producción pecuaria sostenible” para lo cual, una de las medidas consiste en fundar

sistemas mejorados para “erradicar las enfermedades de animales y prevenir su propagación…” Asimismo, en

el párrafo 113 se destaca “el papel decisivo de los ecosistemas marinos saludables y la pesca y la acuicultura sostenibles en la seguridad alimentaria y la nutrición…” (ONU, 2012: 25). Otras medidas dentro de este

acápite incluyen la realización de campañas de concientización sobre la importancia de la lactancia y la

alimentación saludable de los menores de edad; introducir estrategias y políticas de educación pública sobre hábitos sanos de consumo; hacer accesible al público general información sobre el contenido nutricional de los

alimentos, con normativas sobre etiquetado; estimular el consumo de alimentos sanos y educar sobre normas de higiene; estructurar sistemas de inocuidad alimentaria (CSA, 2009: 23).

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SUR-SUR CAP.2 COOPERACIÓN Y TRIANGULAR DE CHILE

DEFINICIÓN Y VENTAJAS DE LA COOPERACIÓN SUR-SUR Y TRIANGULAR La Cooperación Sur-Sur (CSS) y los valores que la orientan fueron resumido en la Conferencia de alto nivel de las Naciones Uniones sobre CSS, ocurrida el año 2009 en Nairobi, Kenia, donde se refirieron a ella como “…

un esfuerzo común de los pueblos y los países del sur, surgido del intercambio de experiencias y afinidades, sobre

la base de sus objetivos y solidaridades comunes y guiada, entre otras cosas, por los principios de respeto de la

soberanía y la implicación nacionales, libres de cualquier condicionalidad. La CSS no debe considerarse como la asistencia oficial para el desarrollo. Se trata de una colaboración entre iguales basada en la solidaridad…” (SEGIB, 2012: 13). Los elementos señalados describen los rasgos característicos de la CSS, a partir de los cuales puede

formularse una definición del tema. La definición más reconocida a nivel internacional es la confeccionada por la Unidad Especial de Cooperación Sur-Sur del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la cual indica que la “Cooperación Técnica entre Países en Desarrollo -CTPD- se refiere a todo aquél “proceso” por

el cual “dos o más países en desarrollo adquieren capacidades individuales o colectivas a través de intercambios cooperativos en conocimiento, cualificación, recursos y know how tecnológico.” (SEGIB, 2008: 16)

Las principales ventajas de la CSS frente a la cooperación tradicional norte-sur, dicen relación con los siguientes

aspectos: las relaciones entre el donante y el beneficiario son más simétricas, con lo cual, se logra una mayor

horizontalidad y, como resultado, una mejor apropiación de las experiencias compartidas (Santander, 2011:10); existen mayores similitudes geográficas, históricas, culturales, económicas y de intereses entre los países donantes y beneficiarios; los modelos de desarrollo son más fáciles de homologar, lo que simplifica la transmisión de experiencias; el respeto por la soberanía del país beneficiario se traduce en la exclusión de condiciones para la cooperación, la cual ocurre, más bien, dentro de un “cuerpo valórico” ligado a la solidaridad y la ayuda mutua,

lo que permite sacar provecho de la experiencia no sólo al país beneficiario sino también el donante; en lo político, al ser los países del sur mayoría dentro del sistema internacional pueden formar

lazos y estrechar vínculos que faciliten la concertación de posiciones políticas dentro de los organismos multilaterales. Con la cohesión obtenida pueden tener mayor injerencia en los marcos políticos y

jurídicos de la esfera internacional, de modo de inclinar la arquitectura del sistema a favor de sus intereses (Sánchez, 2010: 51)

Como variante de la CSS, la cooperación triangular aprovecha las capacidades y experiencias de los países de renta media, para establecer relaciones tripartitas entre un socio donante, normalmente un país desarrollado o una

organización internacional, el país cooperante (país de renta media) y el país beneficiario. Este tipo de cooperación puede ser definida como “la modalidad de cooperación internacional en que un país donante tradicional

establece un acuerdo con un país emergente o en vías de desarrollo, para entregarle recursos que serán gestionados y ejecutados por éste hacia un tercer país de igual o menor desarrollo, quien finalmente será el beneficiario del acuerdo.” (Sánchez, 2010: 72)

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CONCEPTO DE SEGURIDAD ALIMENTARIA. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y CAMBIOS PARADIGMÁTICOS

Con la cooperación triangular puede accederse a fuentes de financiamiento que permitan realizar una mayor cantidad de proyectos de cooperación entre países en desarrollo. Además integra a una mayor cantidad de

actores al proceso de entrega de asistencia, reduce los costos al prorratearlos entre los socios, afianza las relaciones entre los países en desarrollo y el país desarrollado donante, crea sinergias entre los socios, etc. (PNUD & AgCI, 2012: 12-13)

LA COOPERACIÓN SUR-SUR (CSS) Y TRIANGULAR EN CHILE. LINEAMIENTOS Y OBJETIVOS ESTRATÉGICOS Con la transición a la democracia en Chile el año 1990, Chile se vio beneficiado con diversos proyectos de coope-

ración cuyo objetivo era apoyar al renovado régimen y sus instituciones. En principio, Chile, al igual que antes de 1973, fue principalmente receptor de cooperación (Santander; 2011; 44). Para canalizar este apoyo, el mismo año 1990, se creó la Agencia de Cooperación Internacional (AgCI) cuya misión es “apoyar los planes, programas,

proyectos y actividades de desarrollo que impulsen el gobierno, mediante la captación, prestación y administración de recursos de cooperación internacional” (Biblioteca del Congreso, 1990)

En sus inicios las funciones de AGCI se centraron en la captación y administración de los recursos recibidos.

Pero con el correr de los años y dados los progresos institucionales, técnicos y económicos que demostró

Chile a los largo de los noventa, los índices de desarrollo comenzaron una paulatina escalada. Ello permitió que el rótulo de país de renta media fuese aplicado a Chile (AgCI, 2010: 9), con lo cual sus responsabilidades y papel

dentro del sistema internacional cambió (AgCI, 2010: 18). Debido a este nuevo estatus, las funciones de la AGCI

se redefinieron en la práctica: “por un lado, sigue siendo receptor (bajo un esquema de costos compartidos) de cooperación en las áreas en las que presentan debilidades, y se ha transformado en cooperante Sur-Sur, poniendo

a disposición de la Región de América Latina y El Caribe sus capacidades y experiencias en campos específicos en los cuales presenta claras fortalezas 9 .” (PNUD & AGCI, 2012; 11)

Hoy en día, el énfasis esta puesto en la Entrega de Asistencia Técnica a través de la consolidación de la CSS y triangular. En este sentido, la misión de AgCI consiste en “contribuir al logro de los objetivos de la política exterior definidos por el Gobierno impulsando acciones de Cooperación Horizontal y Triangular para institucio-

nes y países de la región y de perfeccionamiento de recursos humanos para profesionales de Latinoamérica, como asimismo, apoyar y complementar las políticas, planes y programas nacionales prioritarios que

promueva el Gobierno orientados al desarrollo del país, impulsando acciones de cooperación bimultilateral” (AgCI(a), 2013).

Lo expuesto deja en claro la búsqueda de concordancia con los principios generales de la política exterior chilena,

sus intereses y prioridades, ya que la cooperación no es sino uno de los múltiples métodos para su realización efectiva. De este modo, incluido dentro de los principios de la política exterior chilena se encuentra la responsabilidad de cooperar, de acuerdo a la cual “Chile tiene el firme compromiso de cooperar, a través de sus recursos técnicos y humanos, en todos los foros multilaterales, universales, regionales, subregionales y bilaterales, para

contribuir a la solución de algunos de estos nuevos y delicados problemas que acechan a las naciones” (MINREL(a), 2013).

La CSS y triangular que Chile presta a los países de la región son parte del Programa de Cooperación Técnica entre Países en Desarrollo (CTPD). El organismo en que recae la responsabilidad de administrar el programa es el Departamento de Cooperación Técnica entre Países en Desarrollo, el cual lo materializa a través de instrumentos, tales como talleres, programas de Becas, cursos internacionales, seminarios Regionales, asistencia técnica, proyectos de desarrollo, etc. (Sánchez; 2011: 53). 9

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CONCEPTO DE SEGURIDAD ALIMENTARIA. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y CAMBIOS PARADIGMÁTICOS

Por su parte, de los intereses de la política exterior, “contribuir al fortalecimiento de la integración regional” se relaciona estrechamente con la cooperación dentro de la región, ya que a través de ella se favorece la crea-

ción de vínculos de asociación y de complementariedad para que Latinoamérica se integre y crezca como

región, lo que, en suma, beneficia también a Chile, el que se acerca a sus vecinos, desarrolla lazos de

confianza mutua y gana prestigio entre sus pares. La reputación que Chile logre cimentar, es un importante instrumento de liderazgo e influencia para conseguir el respaldo de sus iniciativas, por este motivo otro interés declara-

do es “fortalecer la imagen de Chile en el exterior”, meta para la cual cobra “especial relevancia medidas tales

como la promoción de la cooperación en las más diversas áreas, así como la participación de expertos nacionales

en organismos internacionales, regionales y globales” (MINREL(c), 2013). Sin embargo, cabe destacar que la integración regional y el impulso de la imagen nacional no podrán obtenerse a cualquier precio. El primer interés de la política exterior supone “promover los interés económicos de Chile y la asociación comercial con otros países”; en razón de ello la cooperación no puede servir como una forma de restringir la libertad comercial o incentivar la imposición de barreras al intercambio de bienes y servicios (MINREL(c), 2013).

Finalmente, dentro de las prioridades de la política exterior se encuentran nuestros vecinos y la región. Se consigna “que el desarrollo nacional está vinculado a la mantención de las mejores relaciones políticas, el intercambio

comercial y la cooperación” con Argentina, Bolivia y Perú. “Para ello, en la próxima década mantendremos un permanente diálogo, amplio y profundo, sensible a las áreas más relevantes de la relación…” (MINREL(b), 2013). Mientras que frente a Latinoamérica y el Caribe se declara que se mantendrá como un “área prioritaria

de atención política, a partir de la cual se profundizarán cada vez más los lazos en otros ámbitos, tales como los económicos, comerciales, sociales y culturales.” (MINREL(b), 2013). La CSS y triangular son una

herramienta para reforzar tales lazos con nuestros vecinos y la región, sin los cuales cualquier proyecto de inserción internacional queda trunco, hecho claramente asumido en el primer objetivo estratégico de AgCI,

consistente en “ejecutar acciones de cooperación bilateral y triangular en países de América Latina y El Caribe, así como, de perfeccionamiento de recursos humanos en Chile” (AgCI(a), 2013).

SOCIOS PRINCIPALES Y ÁREAS TEMÁTICAS PRIO RITARIAS PARA LA COOPERACIÓN HORIZONTAL Y TRIANGULAR Las materias en las que Chile reconoce tener capacidades que pueden ser trasladadas al resto de los países de la región dicen relación con un largo proceso de perfeccionamiento técnico y profesional que ha permitido la gene-

ración de competencias en diversas áreas del quehacer nacional. Sin embargo, cabe recalcar que debido a las características de la CSS, la identificación de dichas capacidades no basta para que sean compartidas, ya que las acciones están orientas desde la demanda y las prioridades de los países beneficiarios. A ellos correspon-

de definir cuáles son sus necesidades, para luego presentar una demanda de cooperación al Gobierno de Chile.

Recibida la solicitud, procede el proceso de revisión para determinar si existen coincidencias entre las necesidades expresadas y las capacidades nacionales y la conveniencia de cooperar, lo que es evaluado por especialistas

de AgCI y de las instituciones chilenas llamadas a cooperar en el caso en cuestión. En una última etapa será el Consejo de AgCI, el que decida si aprueba la solicitud o la rechaza.

De lo anteriormente dicho, se colige que la determinación de quienes son los socios y áreas principales de trabajo no depende tan sólo del planteamiento estratégico formulado desde AgCI, sino también de factores externos, que deben ser acomodados a los objetivos de política exterior nacional.

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CONCEPTO DE SEGURIDAD ALIMENTARIA. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y CAMBIOS PARADIGMÁTICOS

Hecha la anterior aclaración, en cooperación bilateral los países considerados prioritarios para AgCI son Bolivia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, México, Paraguay, República Dominicana y Uruguay (AgCI, 2012: 7), los que se dividen en tres categorías: países fronterizos, países para-vecinales y países de Centroamérica y el Caribe

(AgCI, 2012: 8-9). En los primeros la cooperación se focalizó en Bolivia. En los segundos destacaron Ecuador,

Paraguay y Uruguay. Finalmente, en la tercera categoría destacan: El Salvador, Guatemala, Haití y República Dominicana.

El monto total aportado por AgCI para el año 2011 en cooperación horizontal fue de USD 769.232, destinados a

16 países de Latinoamérica y el Caribe. Cuando los datos se desagregan por país, revelan que del total invertido, una amplia proporción se dirigió a un grupo de cinco países, integrados por Ecuador, Bolivia, Panamá, Haití y El Salvador, los que acaparan 44,23% del total. Dentro de este subgrupo, Ecuador es el país en el que más se invier-

te, al recoger un 11,73% del total y 3 proyectos. Le sigue Panamá con un 9,55%, país que recibió la mayor cantidad de proyectos con 6; luego viene Bolivia con 8,47 y Haití con del 8,46% del total, quienes, a su vez, recibieron

4 proyectos cada uno. Cierra el subgrupo El Salvador con 6,02% del total, donde se efectuaron 2 proyectos. Entre el resto de los países la distribución es pareja. Queda al final de la lista como el país al cual se destinó menor cantidad de recursos en cooperación horizontal, Argentina (USD 1.154, equivalentes a 0,15%) (AgCI(a), 2012: 6-10)

Al hablar de cooperación triangular los países prioritarios son Bolivia, Paraguay, Guatemala, El Salvador, Hon-

duras, República Dominicana y Colombia (AgCI(b), 2012:10). El total aportado por AgCI (279.101 USD) sólo se distribuye entre 7 beneficiarios, en comparación a los 16 favorecidos con la cooperación horizontal

(sin contar la cooperación regional). De los 7 países, Paraguay recibió más de la mitad de los aportes (51,23%) y 8 proyectos. En segundo lugar se encuentra Colombia con 17,38% y 2 proyectos. Continúa Guatemala con

14,55% y Bolivia con 10,68%, con 1 y 2 proyectos respectivamente. Al final se encuentran República Dominicana, Ecuador y El Salvador (AgCI; 2012: 6), todos con 1 proyecto de los 16 totales (AgCI; 2012: 9)

Sudamérica fue el que recibió una mayor proporción, al igual que en la cooperación horizontal. Pero a diferencia

de ésta, el margen con el resto de las subregiones es amplio, al recibir un 80,64% del total. Del resto, Centroamérica es beneficiaria de 15,48% y El Caribe de 3,88% (AgCI(b); 2012: 8).

Las principales áreas temáticas en las que se dividen los proyectos de AgCI, son: “fomento productivo, innova-

ción y competitividad”; “fortalecimiento institucional y modernización del Estado”; y “superación de la pobreza, protección y desarrollo social”. En lo que a la cooperación horizontal se refiere, un 66,16% de los aportes totales

fueron utilizados en “superación de la pobreza, protección y desarrollo social”; 21,07% en el área “fortalecimiento institucional y modernización del Estado”; y 12,78% en el área “fomento productivo, innovación y competitivi-

dad” (AgCI(a); 2012: 12-13). Manteniendo la tendencia, en cooperación triangular fue el área temática concerniente a “superación de la pobreza, protección y desarrollo social” donde se depositaron la mayoría de los aportes (55,23% del total). En las otras dos áreas existió un empate técnico, al recibir “fomento productivo, innovación y competitividad” un 22,39% y “fortalecimiento institucional y modernización del Estado” un 22,38% (AgCI(b); 2012: 10) 10

Los subtemas que trata cada área temática son: ciencia y tecnología, competitividad, cultura y gestión cultural, desarrollo social, educación, fomento productivo, fortalecimiento institucional, gobernabilidad institucional, innovación, medio ambiente, modernización del Estado, protección social, salud, seguridad ciudadana y protección de la delincuencia, superación de la pobreza y turismo. 10

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SUR-SUR Y TRIANGULAR CAP.3 COOPERACIÓN PRESTADA POR CHILE EN SEGURIDAD ALIMENTARIA

CAPACIDADES CHILENAS EN MATERIA DE SEGURIDAD ALIMENTARIA Con el correr de los años Chile ha adquirido en el ámbito agroalimentario una serie de capacidades que tienen

como sustrato las privilegiadas condiciones geográficas (isla sanitaria) y climáticas del país (clima mediterráneo

contra estacional). Las ventajas que se han desarrollado a partir de dichos puntos de partida, dicen relación con la configuración de “una estructura productiva que en general cuenta con niveles importantes de competitividad;

un sector privado emprendedor y con experiencia exportadora; algunos rubros ya muy bien posicionados en los mercados internacionales; una institucionalidad pública con credibilidad en los mercados alimentarios mundiales; un significativo desarrollo del patrimonio fito y zoosanitario ; y los niveles existentes de cooperación y de confianza entre los actores públicos y privados.” (Barrera, 2010: 15)

Las cualidades del sistema agroalimentario nacional le han granjeado un reconocimiento internacional

coherente con sus capacidades; el reconocimiento más reciente le fue conferido por el nuevo “Índice Global

de Seguridad Alimentaria”, elaborado por la unidad de inteligencia de “The Economist”11. Dentro éste, Chile se encuentra en la posición 26 de 105 países medidos, lo que lo convierte en el país latinoamericano con mejor

calificación, con una puntación total de 69.1. Le siguen dentro de la región México (66.6), Brasil (65.7) y Argentina,

Uruguay y Costa Rica (empatados los tres con 62.2). Además, Chile es el único país de Latinoamérica dentro del 25% de países con mejores calificaciones, ubicación que detentan sólo países desarrollados de Norteamérica,

Oceanía, Europa y Asia. Segmento dentro del cual acompañan a Chile sólo dos países del hemisferio sur: Australia (Nº14) y Nueva Zelanda (Nº11).

Dentro de las categorías a medir, Chile obtiene resultados parejos en asequibilidad (nº28), accesibilidad (nº28) y

calidad e inocuidad (nº29). En cuanto a los indicadores, el índice resalta como fortalezas nacionales la existencia de un compromiso gubernamental por promover mejores estándares nutricionales, la presencia de condiciones

que posibilitan la producción de alimentos inocuos, la existencia de instituciones dedicadas a la protección de la salud y la promoción de la inocuidad alimentaria, las bajas barreras arancelarias al comercio de alimentos, el

fácil acceso de los agricultores a financiamiento y la baja proporción de la población bajo la línea de la pobreza, entre otros. Por su parte, los resultados son moderados, sin llegar a ser débiles, en áreas tales como el

gasto público en I+D, la infraestructura agrícola y la diversificación de la dieta, entre otros. (Global Food Security Index, 2012)

Lo que caracteriza a este índice es que generar un lenguaje común para el entendimiento de la seguridad alimentaria, mediante el recurso a una serie de 25 indicadores, que sirven como unidad métrica que orienta a los políticos, académicos y empresarios en la adopción de acciones individuales y colectivas para prevenir y tratar las causas estructurales de la inseguridad alimentaria. Es único en su especie debido a que captura la multidimensionalidad de la seguridad alimentaria. Sus distintos indicadores de análisis se agrupan en tres categorías: asequibilidad, accesibilidad, calidad nutricional e inocuidad, las cuales tienen por fin último identificar qué países son más y menos vulnerables a la inseguridad alimentaria. La asequibilidad mide la vulnerabilidad de los individuos ante el alza de precios, la capacidad que tienen para adquirir alimentos y si el Estado cuenta con programas de apoyo ante la ocurrencia de shocks. La categoría accesibilidad mide la disponibilidad de alimentos, el riesgo de desabastecimiento, la capacidad nacional para distribuir los alimentos y las iniciativas de I+D para aumentar la productividad agrícola. La categoría calidad nutricional e inocuidad de los alimentos, mide, entre otros aspectos, la diversificación de la dieta, la existencia de un plan nutricional, guías nutricionales y un sistema de supervisión nutricional, la disponibilidad de micronutrientes, la presencia de instituciones dedicadas a la inocuidad alimentaria, etc.

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Como expone el índice, Chile se adjudica el liderazgo regional en la materia y exhibe algunas capacidades en las

que se diferencia de sus pares. Rasgos tales como su entramado institucional, sistema fito y zoosanitario e instrumentos de acceso a financiamiento resaltan dentro de las fortalezas en el sector.

La densa red de instituciones dedicadas al sector agroalimentario representa una de las principales fortalezas nacionales. Como indica Octavio Sotomayor, “la política agrícola ha alcanzado un alto grado de consolidación institucional” (Sotomayor, 2007). Instituciones tales como el Ministerio de Agricultura, INDAP o CORFO admi-

nistran una serie de subsidios destinados a programas de fomento a la actividad. Junto a ellos actúan organismos de investigación y planificación agrícola como ODEPA, INIA o FIA; entidades dedicadas a la inocuidad

alimentaria como ACHIPIA o el SAG; y otras con competencias relacionadas como el Ministerio de Salud (nutrición

y control de sanidad), DIRECON (apertura de nuevos mercados a través de negociaciones comerciales internacionales) y PROCHILE (promoción de exportaciones de productos alimentarios).

Otra de las formas en las que el sector alimentario nacional ha obtenido ventajas competitivas es con la mejora de la inocuidad, calidad y trazabilidad de sus productos. Organismos históricamente ligados a la sanidad alimen-

taria son el Ministerio de Salud y el SAG, los cuales cuentan con competencias de regulación, fiscalización y certificación en la materia. Dichas capacidades han sido perfeccionadas con el tiempo mediante el

reforzamiento de los programas de higiene y control y la modernización de los procesos de inspección y certifica-

ción de las exportaciones (Leporati, Binelli, & Rojas, 2010: 214). Desde el año 2005, con el objeto de vertebrar el sistema de calidad e inocuidad alimentaria se creó ACHIPIA, organismo encargado de “desarrollar un sistema

nacional de calidad e inocuidad alimentaria integrado y coordinar a los organismos con competencias asociadas a dichas materias” (ACHIPIA, 2013)

Para concluir con las fortalezas del sistema agroalimentario nacional, cabe destacar las vías de acceso a financiamiento para la agricultura. A las fuentes financieras tradicionales, se suman instituciones públicas como

INDAP, CORFO y Banco Estado, las que llenan los vacíos en el acceso a financiamiento de los pequeños produc-

tores. INDAP, actúa como banca de primer piso para los pequeños productores, al proveer un fondo de recursos

cuya mantención depende de la capacidad de recuperación de los créditos entregados en períodos anteriores. CORFO, por su parte, ha establecido garantías para la colocación de créditos orientados a financiar inversiones (FOGAIN); y Banco Estado administra el Fondo de Garantía de Pequeñas Empresas (FOGAPE) (Saldías & Sanhuesa, 2010: 292-293).

COOPERACIÓN SUR-SUR Y TRIANGULAR DE CHILE EN SEGURIDAD ALIMENTARIA. EXÁMEN DE ALGUNOS PROYECTOS EN EL CONTEXTO DE RIO+20 En el presente apartado se revisarán, a modo de ejemplo, proyectos de cooperación emprendidos por Chile 12 e identificados a priori como representativos de los componentes definitorios de la seguridad alimentaria. Con ello no se pretende realizar un examen exhaustivo de todos los proyectos que pueden ingresar dentro

de la definición descrita en el primer capítulo, sino, más bien, ilustrar las tendencias nacionales en la materia.

Por este motivo, en primer término, ante la carencia de un área temática que aborde expresamente la

seguridad alimentaria dentro de AgCI, se comprobará si Chile ejecuta proyectos de cooperación

Los países más afectados por el hambre en la región son Haití (44,5%), Guatemala (30.4%), Paraguay (25.5%), Bolivia (24.1%) y Nicaragua (20.1%) (FAO, 2012: 30). Los proyectos seleccionados se dirigen a ellos, con excepción de Nicaragua. 12

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en el área. Para organizar la exposición, los proyectos se agruparán dentro de los pilares de la seguridad alimentaria13. A su vez, cada pilar se subdividirá en componentes que resuman los objetivos que con ellos se busca satisfa-

cer 14 . Para concluir, será efectuado un análisis que compare los proyectos de cooperación con las medidas y

compromisos acordados en Rio+20. Al utilizarlo como marco de referencia, las intervenciones comandadas por Chile pueden compararse con un ideal de actuación y ser juzgadas teóricamente, con el fin de calificar

su pertinencia y determinar potencialidades, las cuales pueden incluirse en una futura planificación estratégica intersectorial que guíe el accionar de los temas sectoriales de AgCI en torno a los pilares de la seguridad alimentaria.

DISPONIBILIDAD a) “Manejo integral de la Cuenca Hidrográfica de la Provincia de Chimborazo”. el proyecto en comento, cuyo beneficiario es Ecuador, se instala dentro del componente referido al restablecimiento y conservación de

recursos naturales. Llevado a cabo en cooperación triangular con JICA (Japón), se busca intervenir la zona

de Chimborazo, afectada por altos índices de pobreza, deforestación y degradación de los suelos, con el objeto de mejorar la calidad de vida de los habitantes del sector. El modo de conseguirlo es con la recuperación de los recursos naturales de la zona y su gestión sostenible, para lo cual se busca capacitar a funcionarios públicos

sobre la gestión de la cuenca de Chimborazo, de manera de “promover el desarrollo integral e intersectorial en

las áreas de forestación y agricultura, considerando el desarrollo rural, el medio ambiente, la educación, la salud

y la infraestructura" (AgCI(c); 2013). En el tenor de lo dicho, el proyecto “incluye asistencia para la producción ganadera y de madera, además del cuidado de suelos y cuencas hidrográficas de la provincia”, de modo que, su objetivo final, es decir, promover el manejo y recuperación de los recursos naturales para el desarrollo sostenible de una zona con altos niveles de pobreza, sea alcanzado con éxito (AgCI(a), 2011: 4).

b) “Desarrollo del Cultivo de Pectínidos en el Departamento de Magdalena”. El proyecto forma parte del compo-

nente sobre aumento de la productividad. Se trata de un proyecto de cooperación triangular realizado junto a

JICA que persigue capacitar a profesionales de la Universidad de Magdalena de Colombia en la producción de juveniles de ostiones. Adquiridos los conocimientos necesarios se espera que el cultivo de pectínidos gane un

lugar en el desarrollo acuícola regional y las técnicas sean difundidas entre los pescadores artesanales, inversionistas y demás instituciones públicas y privadas interesadas (AgCI(c); 2013).

c) “Desarrollo Agroecológico y Seguridad Alimentaria”. Inserto dentro del componente concerniente al incremento de la producción rural de alimentos, en especial entre los pequeños productores, el proyecto persigue “capacitar a los profesionales y familias de agricultores haitianos en la producción de hortalizas orgánicas”, de

manera tal de formar una comunidad de aprendizaje que aumente la calidad de vida de las comunidades intervenidas mediante la aplicación de las técnicas propias de la agroecología, con lo cual se obtiene la diversificación de la matriz productiva junto a la conservación de los recursos naturales y los ecosistemas, temas que urge

Explicados en el primer capítulo del presente estudio los pilares son: disponibilidad, acceso y utilización (unidos en una sola categoría por su estrecha vinculación) y estabilidad 13

Para la elaboración de los componentes dentro de cada pilar se utilizó como guía el cuadro confeccionado por Pingali, Alinovi y Sutton (FAO, 2003:6). 14

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abordar en la región dada su alta población rural, elevadas tasas de pobreza y desnutrición y el alto nivel de deterioro medioambiental 15 (AgCI(c), 2013).

COMENTARIOS A LOS PROYECTOS DENTRO DEL MARCO DE RIO+20 En el primer pilar de la seguridad alimentaria, que atiende a la promoción de medidas para que en el país socio exista un abastecimiento suficiente de alimentos para satisfacer la demanda interna, Chile ha seguido acciones para incrementar la productividad de los sectores agropecuarios y acuícola. Proyectos tales como el desarrollado en el departamento de Magdalena en Colombia (Pectínidos, supra), el “curso de producción de semillas de bivalvos 2009 y 2011” (AgCI(c); 2013) o el curso sobre “actualización de sistemas productivos en acuicultu-

ra, bases científicas y tecnológicas” (AGCI(c), 2013), demuestran el esfuerzo nacional por incrementar el acceso físico a alimentos, lo que se consigue con la transferencia de conocimientos indispensables para modernizar los

sistemas productivos. De esta forma, aumenta la producción agrícola sostenible y la productividad mundial; mejora la I+D a través del intercambio de conocimientos y buenas prácticas; y se mantienen los ecosistemas marinos saludables con la promoción de la acuicultura sostenible.

Los proyectos además están atentos a los impactos que pueden tener en el medio ambiente. Se preocupan de incorporar dentro de su diseño la perspectiva del desarrollo sostenible tal como demuestra el tercer proyecto

antes indicado, en cuya descripción se expresa que uno de sus objetivos consiste en “contribuir al desarrollo sostenible de los recursos hidrobiológicos”, de los países asistentes al curso (AGCI(c), 2013). Lo mismo sucede

en el proyecto realizado en la provincia de Chimborazo 16 , el que tiene como prioridad la recuperación de los recursos naturales y la gestión medioambiental, que permita la producción agropecuaria sostenible.

Comentarios análogos merece el proyecto “desarrollo agroecológico y seguridad alimentaria” ejecutado en Haití.

El proyecto tiene especial cuidado con la conservación de los suelos, el agua y la biodiversidad para lo cual se organiza según unidades de producción de hortalizas, hierbas medicinales, producción de abono, rescate de

biodiversidad local, sistemas forestales, etc., los cuales conforman un sistema de generación de sinergias. Junto

a ello, con la utilización de un sistema de cama alta intenta mejorar el suelo existente, mismo propósito al que atiende la aplicación de un sistema de fertilización que tenga en cuenta el estado de deterioro de los suelos (AgCI(d), 2013). En suma, todos los proyectos reseñados abrazan la dimensión ambiental del desarrollo

sostenible, reparan en el impacto de las acciones productivas en el ecosistema, intentan disminuir su deterioro y

recuperarlo para que su explotación sea sostenible en el tiempo. Este parece ser el valor agregado de los proyectos: la introducción de esquemas sostenibles de producción, cuyos destinatarios directos e indirectos son los pequeños agricultores.

Los proyectos además de incrementar la productividad sostenible satisfacen otras aspiraciones. Por ejemplo, el proyecto realizado en Colombia (pectínidos) permite la diversificación de la acuicultura y el realizado en

Ecuador (Chimborazo) fomenta el desarrollo rural sostenible; pero es el proyecto realizado en Haití el que destaca ante los demás. Sobre revitalizar la agricultura y el desarrollo rural con el objeto de hacerlos sostenibles, de modo que se promueva “la creación de sistemas basados en la gestión del conocimiento, de los cuales es 15 En

una primera fase del proyecto se instalaron “centros demostrativos” de agricultura agroecológica y “parcelas productivas” en dos localidades de Haití: Limonade y Kenscoff. Luego, en una segunda fase, se buscó formar a técnicos y profesionales bajo los principios de la agroecológica, de suerte tal que sirvieran como agentes difusores de las técnicas de agricultura sostenible en otras regiones del país. La tercera y última fase, estuvo marcada por el terremoto sufrido en Haití, lo que direccionó la intervención de Chile hacia la formación de agentes de desarrollo rural entre los jóvenes campesinos haitianos, con el propósito de “apoyar la reconstrucción de los sistemas agrícolas rurales existentes en el país” A este proyecto puede sumarse el curso “Gestión integrada de cuencas hidrográficas con énfasis en desarrollo sustentable de territorios rurales y medioambiente” (AgCI(c), 2013). 16

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partícipe la sociedad rural en su conjunto, y abr(a) la posibilidad de sistematizar los conocimientos tradicionales y de poner en perspectiva los conocimientos formales modernos” (IICA; 2003: XVIII), el proyecto ejecutado en Haití

es ejemplar, al sostener que el programa está dirigido a los “productores rurales, profesores de escuelas, alumnos, apoderados” para que cada actividad no sea solamente la “construcción o establecimiento de la técnica, sino que

será además una instancia de capacitación, entrega y rescate de conocimientos”, de modo que la participación comunitaria genere “mayor compromiso y empoderamiento de este espacio como propio” (AgCI(d), 2013). Este

empoderamiento podría reforzarse introduciendo a los proyectos sistemas innovadores de financiamiento para los pequeños agricultores, área en la que Chile tiene altas competencias de acuerdo a lo expuesto en Índice Global

de Seguridad Alimentaria, u ofertando, dentro del catálogo de proyectos de AgCI, alguno dedicado a la consolida-

ción de la tenencia de la tierra, con lo cual se fortalecen los derechos de propiedad, derecho humano cuyo respeto

es uno de los principios de la política exterior de Chile. Aun siendo perfectible, el proyecto en Haití posee enormes virtudes. En él se realizó un trabajo integral que abordó otros pilares de la seguridad alimentaria, como el acceso

y la utilización, al estimular la autoproducción y la adopción de métodos sostenibles de control de plagas. También demostró que en un Estado inestable pueden implementarse iniciativas de este tipo exitosamente.

Como fue expuesto en el capítulo primero, en Rio+20 se puso especial atención a dos segmentos de la sociedad que tienen vital importancia en la seguridad alimentaria: los pequeños agricultores y las mujeres. Según detalla el

anterior proyecto, hubo una amplia participación de los pequeños agricultores en el diseño y puesta en marcha

del proyecto. Se menciona que para la difusión de las directrices a aplicar se sostuvieron reuniones con organizaciones de productores como la cooperativa Afe Neg Combite, con más de 5.000 socios, y las organizaciones de

Limonada, con más de 2.000. Sin embargo, en el diseño del proyecto no existe una atención especial hacia la mujer, omitiéndose del todo la perspectiva de género. Lo mismo sucede en los otros dos proyectos estudiados, hecho injustificable porque, si se trata de aumentar la productividad, estudios de la FAO proyectan que de igualarse el acceso a los insumos para la producción agrícola entre los hombres y las mujeres, la productividad aumen-

taría entre un 20% y 30%, lo que redundaría en una disminución de 150 millones de personas hambrientas aproximadamente (FAO, 2011: 42).

ACCESO Y UTILIZACIÓN a) “Implementación del sistema de Inocuidad de Productos Agropecuarios (SIPA), el cual permita el desarrollo de un modelo voluntario de aplicación de Buenas Prácticas Agropecuarias (BPA), en armonía con las Buenas

Prácticas de Manufactura (BPM)” . el proyecto se inserta dentro del componente articulación de mecanismos

para asegurar la inocuidad alimentaria. A ejecutarse en El Salvador, en triangulación con USAID, es parte de un ambicioso programa conformado por cuatro proyectos 18 cuyo objeto es “optimizar la inocuidad de produc-

tos agropecuarios, controlar las plagas existentes, disminuir los virus y bacterias que afectan a los productos alimenticios y proporcionar información veraz y oportuna a los actores del sector” (AgCI(d), 2011: 7).

Los proyectos son “Fortalecimiento de la Vigilancia Epidemiológica” (FORVE), “Implementación del Sistema de Inocuidad de Productos Pecuarios” (SIPA), Fortalecimiento de la Unidad de Análisis de Riesgo de Plagas (ARPs) y “Diseño e Implementación de un Sistema de Inteligencia de Mercados Agropecuarios (SIMAG). 18

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La participación chilena es requerida para brindar asesoría al Ministerio de Agricultura y Ganadería salvadoreño (MAG), en particular, a la Dirección General de Sanidad Vegetal (DGSC) y a

la Dirección General de

Ganadería (DGG), en la implementación del Sistema de Inocuidad Alimentaria (SIPA). Por lo tanto, los objetivos específicos de la asistencia chilena consisten en la proposición de un marco normativo para la creación del SIPA; el fortalecimiento de los funcionarios de la DGSV y DGG en Buenas Prácticas Agropecuarias (BPA), Buenas Prácti-

cas de Manufactura (BPM) y trazabilidad; y el diseño e implementación de una campaña de divulgación del SIPA (AgCI(e), 2013: 2).

b) “Apoyo técnico al proceso de fabricación de alimento Kallpawawa en Caripuyo”. En cuanto al componente “intervención nutricional”, el año 2009 AgCI celebró un convenio con PMA, en virtud del cual Chile se comprome-

te a apoyar la iniciativa “Hacia la erradicación de la desnutrición infantil en América Latina y El Caribe”. En el marco de este acuerdo, INTA de la Universidad de Chile prestó asistencia al Gobierno de Bolivia en la formulación industrial de alimento nutricional elaborado con materias primas locales de la zona de Caripuyo, todo dentro del progra-

ma boliviano “Desnutrición Cero”. La intervención consiste, fundamentalmente, en evaluar el proceso de

producción del alimento Kallpawawa, producto formulado en base a ingredientes locales, destinado a mejorar

la nutrición de niños de 6 a 23 meses de edad. Con la inspección de los profesionales de INTA se espera entregar directrices que mejoren la eficiencia del proceso productivo (AgCI(f), 2013: 1)

c) “Asistencia técnica para el diseño e implementación de un proyecto con jóvenes de zonas desfavorecidas para el aumento de su empleabilidad. Parte del componente fortalecimiento del mercado del trabajo,

emprendido en cooperación triangular con la sociedad alemana para la cooperación técnica (GIZ), tiene por objeto replicar en República Dominicana la experiencia chilena en la aplicación del programa InterJoven y, en

particular, los proyectos “estrategias laborales con jóvenes” y “programa de empleabilidad juvenil” de FOSIS. En

este contexto se busca transferir a profesionales dominicanos la experiencia chilena sobre aplicación de metodologías y estrategias de trabajo con jóvenes en materia de generación de ingresos y desarrollo de competencias (GIZ/AGCI; 2), con el propósito de reducir el desempleo juvenil y la pobreza.

COMENTARIOS A LOS PROYECTOS DENTRO DEL MARCO DE RIO+20 Sobre el segundo pilar de la seguridad alimentaria, el acceso económico a los alimentos y su utilización bioló-

gica, Chile realiza diversas actividades de cooperación destinadas a aumentar los recursos e insumos nece-

sarios para que los individuos, especialmente los más vulnerables, puedan consumir alimentos sanos y nutriti19 19 vos. El tema de la falta de acceso es el principal causante de la inseguridad alimentaria en la Región y el fomento

de los huertos familiares para el autoconsumo es uno de los 18 medios para mitigarlo, como sucede en el proyecto

“Apoyo al diseño de políticas públicas de agricultura familiar” en Paraguay (AgCI(c), 2013) o en el proyecto “desarrollo agroecológico y seguridad alimentaria” en Haití (Supra).

Otro modo es mediante el fortalecimiento del mercado laboral entre las poblaciones desfavorecidas, como sucede

en el proyecto implementado en República Dominicana, con lo cual se articulan mecanismos para que los grupos

vulnerables obtengan ingresos que luego pueden ser invertidos en alimento. Si la mejora en los mercados laborales se concreta en zonas rurales, los resultados producen un efecto doblemente positivo ya que la obtención de

nuevos ingresos repercute indirectamente en la revitalización del desarrollo rural, compromiso auxiliar adop-

tado en Río+20, en la medida en que esos ingresos pueden ser utilizados en la mejora de las condiciones de vida El desempeño comercial agroalimentario fue favorable en la región[…]lo que reafirma la vocación de la región como abastecedora y exportadora de productos agroalimentarios y el papel del sector como generador neto de divisas en la región (FAO, 2012: 87). 19

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CONCEPTO DE SEGURIDAD ALIMENTARIA. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y CAMBIOS PARADIGMÁTICOS

de las familias rurales y en la obtención de insumos, como educación, salud y materias primas para el cultivo. Los efectos virtuosos comentados, pueden ser amplificados en caso de que las personas beneficiadas con las

políticas para aumentar los ingresos sean las mujeres. Son ellas las que tienen un contacto más directo con

los niños y su cuidado, tienen más información sobre las necesidades familiares y gastan una mayor proporción de sus ingresos en el bienestar familiar. Pese a las ventajas que entraña potenciar el rol de la mujer como proveedora y tomadora de decisiones dentro del grupo familiar, en los proyectos de cooperación estudiados

no se advierte una política de género que se oriente a reforzar el papel de la mujer. Ya en su informe del año 2008 la Secretaría General Iberoamericana establecía que Chile “se ha convertido en un referente en todo lo que

concierne al fortalecimiento de las instituciones responsables de las políticas públicas orientadas a la mujer”

(Segib, 2008: 64). El catálogo de capacidades nacionales de cooperación cuenta con un proyecto que da cabida a este importante asunto, el cual se titula “Desarrollo de capacidades de emprendimiento en mujeres campesinas” y es ofrecido por INDAP (AgCI,2009: 6), pero mayores esfuerzos son necesarios.

No basta sólo con aumentar el acceso, éste además tiene que ser a alimentos de calidad. Según lo estipulado en

el párrafo 112 de “El futuro que queremos” urge mejorar los sistemas de producción pecuaria sostenible, mediante la implementación de medidas destinadas a erradicar las enfermedades de los animales y prevenir su propaga-

ción, entre otras acciones. Chile tiene experiencia en el cumplimiento de exigentes estándares de sanidad y trazabilidad, lo que demuestra con el SIPA, el que tiene como objetivo principal conformar un sistema de inocuidad agropecuaria, para cumplir con la misión de garantizar consumo de alimentos de calidad para la población.

Sumado a ello, en los compromisos principales de Rio+20 se alientan las acciones para aumentar la seguridad alimentaria y el acceso de las generaciones actuales y futuras a alimentos

suficientes,

sanos

y

nutritivos.

Compromiso que atiende con especial preocupación a las condiciones de los niños y niñas menores de 2 años, sujetos especialmente propensos a manifestar secuelas producto de la falta de alimentos y la desnutrición. En consonancia con este enfoque, el proyecto realizado en Bolivia para la supervisión en la

producción del alimento complementario “Kallpawawa”, tiene como destinatarios indirectos niños y niñas hasta

los 23 meses de edad. Una mayor eficiencia en el proceso productivo del alimento, que reduzca los tiempos y

costos de producción y aumente la calidad del resultado final, tienen como efecto una mejoría en los niveles de nutrición de los niños, en especial, aquellos sumidos en la pobreza.

Conjuntamente con la mejora en la calidad de los alimentos para el consumo en el mercado interno, con el cumplimiento de las buenas prácticas agropecuarias y de manufactura, los productores nacionales pueden mejorar su competitividad y, consecuentemente, perfeccionar su inserción en los mercados internacionales. Esta meta,

es concordante con el párrafo 118 de “El futuro que queremos”, donde las partes destacaron la importancia de un sistema multilateral de comercio y de la participación de los agricultores en los mercados. Asimismo, en el compromiso referente al aumento de la producción agrícola sostenible y la productividad mundial, una de las

medidas encomendadas es mejorar el funcionamiento de los mercados y la comercialización. Los países desarrollados tienen altos estándares de calidad de alimentos para proteger la salud de sus ciudadanos. Si los países de la región no cumplen con esos estándares, los mercados se cierran, los agricultores pierden ingresos y la

economía nacional lo resiente. Para que los productores nacionales puedan competir en los mercados más exigentes, se tienen que establecer instituciones y sistemas encargados de fomentar la inocuidad alimentaria.

Proyectos de inocuidad implementados en El Salvador, Ecuador y Honduras, acreditan que Chile cumple con el compromiso principal de aumentar el acceso a alimentos sanos y, paralelamente, el compromiso auxiliar de

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CONCEPTO DE SEGURIDAD ALIMENTARIA. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y CAMBIOS PARADIGMÁTICOS

facilitar el comercio y el acceso de los agricultores a los mercados. Si bien, el desarrollo de los sistemas de inocuidad y certificación es crucial, también son relevantes las negociaciones para la apertura de mercados y la promoción comercial de los productos, áreas en que Chile tiene vasta experiencia que podría transferir a sus vecinos.

ESTABILIDAD a) “Centros-Apoyo a la pequeña infancia. Modelo para Educación Preescolar Integral de Calidad en Haití”.

Perteneciente al componente sobre establecimiento de las redes de protección social del tercer pilar de la seguridad alimentaria, el proyecto pone en marcha centros piloto para la formulación de un modelo de educación preescolar dirigido a niños y niñas entre los 2 y 5 años, habitantes de zonas de alta pobreza de Haití. El modelo de

atención tiene un diseño integral, es decir, agrupa actividades educativas, de salud y alimentación. Ello significa que los niños, además de recibir educación de calidad tendrán garantizada su alimentación, hecho logrado

gracias a las gestiones del Gobierno de Chile ante el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) (AgCI, 2010: 3)

b)“Apoyo Técnico del Gobierno de Chile para el Fortalecimiento de las Acciones de Seguridad Alimentaria y Nutricional en Guatemala”. Ubicado dentro del componente sobre seguimiento de la seguridad alimentaria, el proyecto tiene por misión entregar asistencia técnica y capacitar a los funcionarios públicos guatemaltecos que

trabajan en el área de seguridad alimentaria, salud y nutrición, en lo relativo a programas alimentarios, de monitoreo y vigilancia alimentaria y nutricional (AgCI: 2013). Dentro de la agenda, en el año 2011 se llevaron a cabo

pasantías en el sistema de salud chileno para que los profesionales guatemaltecos se interiorizaran sobre los procesos de vigilancia alimentaria y nutricional materno-infantil (AgCI(b), 2011: 14).

COMENTARIOS A LOS PROYECTOS DENTRO DEL MARCO DE RIO+20 En el pilar sobre la estabilidad de la seguridad alimentaria, se reúnen los pilares disponibilidad y acceso a alimen-

tos. Apunta a la necesidad de asegurar que la comunidad, familias e individuos puedan alimentarse de manera continua, al existir sistemas alimentarios que abastezcan constantemente a la población y recursos (ingresos e

insumos) que permitan acceder a los alimentos. El derecho de toda persona a tener acceso a alimentos y no

padecer hambre, reconocido en el párrafo 109 de “El futuro que queremos”, es demostrativo de este pilar, ya que permite su ejercicio sin importar las circunstancias específicas de su titular. Sea este hombre, mujer o niño, rico o pobre, tiene derecho a la alimentación.

Ni siquiera la ocurrencia de shocks externos o internos exime del cumplimiento del derecho a la alimentación, para el cual tienen que articularse mecanismos que permitan su goce en la medida de lo posible. Los gobiernos,

cuando menos, deberían implementar medidas que aumenten la resiliencia de los sistemas alimentarios frente a los shocks que atentan contra la estabilidad del consumo de alimentos. En el párrafo 116 de “El futuro que queremos” las partes reconocen la necesidad de gestionar los riesgos de la inestabilidad de los

precios

de

los

productos alimenticios, hecho que demuestra la preocupación internacional por la desprotección en la que puede caer la población ante los súbitos aumentos del valor de los alimentos. Algunas medidas para morigerar dichos riesgos y evitar quedar dependiente de la asistencia internacionales, consisten en el fortaleci-

miento de los sistemas de monitoreo de nutrición y pobreza, y el afianzamiento de las redes de protección social; ambos ligados al elemento acceso más que al elemento disponibilidad.

El primer paso para asegurar que toda la población tenga un acceso continuado a alimentos es determinar qué

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CONCEPTO DE SEGURIDAD ALIMENTARIA. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y CAMBIOS PARADIGMÁTICOS

sectores sufren de mayor pobreza y son vulnerables a la falta de alimentos, ya que ellos son más proclives a sufrir los efectos de los shocks generadores de inseguridad alimentaria. Fortalecer y capacitar a las instituciones públi-

cas para que monitoreen a la población en base a indicadores de ingresos y desnutrición cumple con esta

finalidad. Al disponer de esta sensible información, las políticas públicas pueden ser racionalizadas para benefi-

ciar a los segmentos más vulnerables. El proyecto a realizarse en Guatemala, anteriormente reseñado, permite al Gobierno planificar de mejor manera sus iniciativas sobre seguridad alimentaria, controlar y medir sus progresos.

Asimismo, los datos que obtengan los organismos públicos encargados del monitoreo, pueden hacer extensivos los efectos positivos a la comunidad internacional. La información conseguida sobre el sistema alimentario y las poblaciones vulnerables, puede ser compartida con el Sistema sobre Información de los Mercados Agrícolas

(SIMA), mediante el cual la gobernanza global para la seguridad alimentaria se fortalece, al contar con información que permita anticipar los probables shocks de los mercados internacionales de alimentos.

Otra forma de asegurar la estabilidad de la seguridad alimentaria es reforzando las redes de seguridad social. El

proyecto de centros de apoyo a la pequeña infancia ejecutado en Haití es una manera de cumplir con este objetivo. Con ellos se garantiza que, sin importar la coyuntura económica de las familias más desfavorecidas de Haití,

los niños y niñas que asistan a los centros tengan una alimentación suficiente y nutritiva. Ya sea inseguridad

alimentaria transitoria o crónica, con sistemas de asistencia como el indicado, existe confianza en que los que más resienten la falta de alimentos no serán expuestos ello.

Finalmente, una tercera medida que puede seguirse para prevenir la detención en el suministro y acceso a alimen-

tos, consiste en diversificar el empleo y la agricultura. El proyecto sobre pectínidos en el departamento de Magda-

lena, tratado al referirnos al primer pilar (disponibilidad) permite crear nuevas fuentes de empleo y aumentar la matriz de actividades acuícolas que la población puede ejercer. Con la mejora en las técnicas de explotación del

rubro (pectínidos), los empresarios y pescadores artesanales pueden conseguir nuevas fuentes de ingreso, utilizando técnicas sostenibles de cultivo, y/o destinar parte de la producción al autoconsumo. De paso, al crear-

se las capacidades para que el productor genere sus propios alimentos o ingresos, por medio de la inserción en los mercados, se evita la adopción de medidas de acopio como respuesta ante las fases de escasez de alimentos. En consonancia con el párrafo 118 de “El futuro que queremos”, el que llama a las partes a promover

el libre comercio y la participación de los agricultores en los mercados, diversificar la matriz productiva crea

nuevas fuentes de trabajo e ingresos. Por el contrario, los métodos de acopio pueden ser utilizados como medidas distorsionadoras del comercio.

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SERIE DE TESIS

ACADE

CONCLUSIÓN Chile es líder regional en seguridad alimentaria. Así lo demuestra el índice global de seguridad alimentaria y la cooperación demandada por los países de la región en la materia, ámbito en el que Chile

comparte su

experiencia, pese a no tratarse (la seguridad alimentaria) explícitamente como una de las áreas de trabajo de

AgCI. En este sentido, cabe recordar que las áreas temáticas en AgCI son “fomento productivo, innovación y competitividad”, “fortalecimiento institucional y modernización del Estado” y “superación de la pobreza,

protección y desarrollo social”, esferas dentro de las cuales existen subtemas de trabajo como educación, medioambiente o salud. La seguridad alimentaria no es uno de los temas específicos pero dado su carácter intersectorial participa de cada una de las áreas temáticas expuestas. En razón de

ello,

puede ser útil

confeccionar un plan estratégico intersectorial que organice la postura chilena sobre el tema, estableciendo un entendimiento común entre los sectores sobre las áreas prioritarias de acción (basadas en los pilares de la seguridad alimentaria), las modalidades de cooperación y los instrumentos más idóneos.

Aún sin un plan intersectorial, es del caso señalar que los proyectos de cooperación ofertados por Chile cubren

cada uno de los pilares de la seguridad alimentaria; proyectos que, enmarcados dentro de la estrategia dual promovida por la FAO y recogida en Rio+20, se concentran en la adopción de medidas que cambien los condicionantes estructurales de la inseguridad alimentaria. Como consecuencia, los proyectos actúan dentro del

contexto de “El Futuro que Queremos” al abordar en líneas generales los principales ejes temáticos estudiados

en el capítulo primero de este trabajo, entre lo que se hallan, la revitalización del desarrollo rural, el aumento de la productividad sostenible o la inserción en los mercados. No obstante lo dicho, el eje temático referente al fortalecimiento de la posición de la mujer podría tener mayor presencia en los proyectos analizados, debido a la importancia que tienen las mujeres en la agricultura.

Los tres proyectos analizados en el pilar “disponibilidad”, favorecen la transferencia de conocimiento, tienen en

cuenta el medio ambiente, aspiran a aumentar la productividad sostenible y a revitalizar el desarrollo rural. En específico, el proyecto “desarrollo agroecológico y seguridad alimentaria” realizado en Haití, es ejemplar en el

tratamiento de los anteriores asuntos. Tiene una especial preocupación por los pequeños agricultores en su diseño y ejecución, quienes se benefician con técnicas de producción alimenticia sostenible, con lo cual, junto con cubrirse el pilar sobre disponibilidad, se mejora el acceso a alimentos, con la autoproducción, y la inserción en los mercados, ya que el excedente puede ser destinado a la venta. Sin embargo, una de sus falencias es que no

muestra una política de género clara, por lo que una forma de perfeccionarlo es integrando a la mujer dentro de su diseño.

En los pilares acceso y utilización, los proyectos cumplieron con facilitar el acceso a alimentos sanos y nutritivos. De acuerdo al Índice Global de Seguridad Alimentaria, ésta es una de las principales fortalezas de Chile, en

tanto el gobierno promueve mejores estándares nutricionales y cuenta con condiciones e instituciones garantes

de la inocuidad de los alimentos y la salud de las personas. El proyecto ejecutado en Bolivia (Kallpawawa) y a

implementarse en El Salvador (SIPA) dan cuenta de estas ventajas. El primero tuvo especialmente en cuenta el

acceso de los menores de 23 meses a alimentos nutricionalmente fortalecidos, lo que está acorde con la alta preocupación que reviste la nutrición de los menores de edad. El segundo proyecto permite asegurar la sanidad de los alimentos, con lo que se protege la salud de la población y se favorece la inserción a los mercados

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nacionales e internacionales de los productores de alimentos, al mejorar su competitividad derivada del cumplimiento de los estándares de calidad internacional.

El último pilar, sobre estabilidad, apunta a mantener un abastecimiento y acceso continuado a alimentos, estabilidad que puede ser interrumpida por la volatilidad de los precios alimenticios. La forma en que la

cooperación puede contribuir a reducir la inestabilidad es con la formación de capacidades en la gestión de los riesgos ante fluctuaciones de precios. Los proyectos realizados cumplen con ello, ya que permiten asegurar el acceso a alimentos de los niños de escasos recursos en Haití y monitorear el estado de la nutrición en Guatemala.

El último pilar traza un equilibrio entre los pilares disponibilidad y acceso. En la cooperación ofertada por Chile ese

equilibrio se inclina más hacia el segundo aspecto, tal como demuestran los proyectos reseñados en el párrafo anterior, los que se ocupan del acceso de los niños haitianos y la

supervisión nutricional. Es más, los

proyectos específicamente referidos al pilar “disponibilidad” no tienen como prioridad aumentar la cantidad

producida, sino revestirla de prácticas sostenibles. Los tres proyectos examinados lo comprueban, debido a que subrayan la conservación medioambiental y el manejo de los recursos al momento de producir alimentos.

En Latinoamérica el gran desafío para lograr la seguridad alimentaria consiste en aumentar el acceso, lo que está

conteste con los datos sobre las áreas prioritarias de acción de AgCI, ya que tanto en cooperación horizontal

como triangular gran parte de los aportes se concentran en “superación de la pobreza, protección y desarrollo

social” (66.16% y 55,23% de los aportes respectivamente). La disponibilidad, en cambio, es suficiente, al punto

que la región es exportadora neta de productos agroalimentarios. Una mejora en el pilar acceso, por su parte, necesita de proyectos que estimulen la obtención de recursos. Estos pueden obtenerse con donaciones de dinero o alimentos, producción para el consumo personal o la generación de empleos para aumentar los ingresos. Los proyectos de Chile se centran en las últimas dos modalidades: incentivan la producción sostenible de alimentos para las familias y comunidades; y expanden los mercados y el comercio con la articulación de sistemas que mejoren los estándares de calidad.

Sobre las modalidades de cooperación seguidas por Chile, ellas fueron tanto bilateral como triangular. En estos últimos los socios fueron Corea (KOICA), Japón (JICA), Estados Unidos (USAID), Alemania (GIZ) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

De la asociación con organizaciones internacionales pueden obtenerse dos cosas. Por un lado, si bien es

imposible pretender que no tengan intereses políticos, al ser entidades técnicas operan bajo criterios de neutralidad y objetividad mayores que los Estados. Por otro lado, al tener, muchas veces, oficinas subsidiarias en los países donde se practica la intervención y funcionarios dedicados a tiempo completo a labores

humanitarias y de asistencia, pueden supervisar por tiempos más prolongados y de manera más directa el proceso de apoyo técnico. Los Estados, por el contrario, normalmente envían expertos y funcionarios según la disponibilidad y por periodos más reducidos, con lo cual la intervención puede ver disminuida su eficacia una vez terminada la asistencia técnica y el monitoreo de la ejecución del proyecto.

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SERIE DE TESIS

ACADE

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