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En el alto Egipto vivía una comunidad judía en la isla nilótica de Elefantina, cerca de Asuán. Esta colonia militar, como ha sido denominada, estaba formada por mercenarios judíos y de otras etnias, que se habían consolidado al comienzo de la dominación persa, probablemente para custodiar la frontera sur de Egipto. La colonia contaba con un templo a Yahvé (al dios de la fuerza de Yeb, el señor del cielo, Yahu). Por instigación de los sacerdotes egipcios el templo fue destruido en 410 a.C., pero se reconstruyó poco después. La animadversión de los egipcios estaba justificada porque el templo judío de Elefantina no había sucumbido a la orden de Cambises de destruir todos los templos de Egipto. De ser ciertas las indicaciones de los textos hallados en la isla, el asentamiento era más antiguo, lo que es perfectamente verosímil. Los habitantes de Elefantina no eran los únicos judíos que vivían en Egipto, porque después de las deportaciones asirias y babilonias se produjo una diáspora judía que no debió de quedarse en el delta, como el grupo que viajó con Jeremías, sino que debieron ir instalándose por diversas partes del país.

OTRAS FUENTES – Los papiros de Elefantina Se trata de unos papiros manuscritos en lengua aramea hallados en la isla cuyo nombre tradujo Heródoto como Elefantina por ser centro del comercio de marfil nubio. En los papiros hay textos de muy diverso tipo: escritos oficiales y listas, documentos jurídicos matrimoniales, compraventa de propiedades, préstamos, manumisión de esclavos y cartas, que demuestran que esta comunidad estaba en contacto con otros grupos de Egipto, con Jerusalén y con Samaria. Los papiros de Elefantina reflejan el mundo del judaísmo durante la diáspora bajo soberanía persa. Los documentos están fechados entre 495 y 399 a.C. y de su estudio se ha podido saber que hacia 420 a.C. la colonia estaba formada por unas 150 personas. Uno de los más interesantes es una carta a Jerusalén, con copia al gobernador de Samaria, pidiendo autorización para construir el templo y consejo sobre ritos de ofrendas de alimentos e incienso, dado que los sacrificios sólo podían hacerse en Jerusalén. La respuesta fue consensuada de forma afirmativa por los dos centros consultados (rivales en tantos otros aspectos) y el templo se construyó. Otro documento contiene una lista de tributos al templo y en él se hace referencia a Yahu (Yahvé) y a otros nombres como Anath-Betel, que podrían ser indicio de la pervivencia de un sincretismo religioso como que había sido frecuente en Israel y que Josías había combatido en Judá. Los judíos de Elefantina eran vistos como unos privilegiados por estar bajo la protección persa, pero ellos no se consideraban independientes en asuntos religiosos, como demuestra la consulta hecha sobre el culto pascual a los centros religiosos de Palestina. El último documento del que tenemos conocimiento en Elefantina coincide con el final del reinado de Amirteo y no es descartable que la colonia, cuyo final desconocemos, sufriera las consecuencias de la política antipersa de la XIX dinastía egipcia. José Ochoa, Atlas histórico de la Biblia, I. Antiguo Testamento (2003)

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