Tres piezas sobre las ataduraspdfprint

Page 1



ANTONIO AGUILERA VITA

TRES PIEZAS SOBRE LAS ATADURAS

Madrid, 2001



El Ensayo (Rodada como Ensayo de un ensayo: http://vimeo.com/user12746296/ensayodeunensayo)

7

Cena de Navidad (Rodada con el mismo t铆tulo: http://vimeo.com/user12746296/cenadenavidad)

13

La Conversaci贸n

23



el ensayo (ensayo de un ensayo)



Antonio Aguilera Vita

Cocina funcional de una casa actual. De fondo algunos muebles de cocina, delante un mostrador donde se encuentra la vitrocerámica y algunos cacharros de cocina. Entre ellos destaca una batidora de vaso. Entre los muebles de cocina está el frigorífico, de buen tamaño, y delante del mostrador una mesita redonda y unas sillas de cierto diseño. El conjunto recuerda un poco un plató de televisión donde se realiza cualquier programa de cocina. Todo tiene un aire a clase media con cierto gusto, a aprovechar el espacio y a moderno de Ikea. Entra Esteban de la calle, de un día probablemente frío. Se va aligerando de ropa, hasta quedar en ropa de casa y zapatillas que, metódicamente tiene colocadas bajo una percha donde a su vez cuelga un mandil. Se le nota preocupado. Mira la hora y se asusta un poco. Así que acelera sus acciones: del frigorífico saca tomates, un pepino y un pimiento, un pollo entero y una tarrina de mantequilla. Pone todo sobre el mostrador de manera perfectamente ordenada: tomates, pepino y pimiento junto a la batidora, el pollo junto a la vitro. De pronto paraliza la acción con los brazos sobre el mostrador, como hablándole a una cámara. ESTEBAN: Mira, Blanca, tenemos que hablar de lo de m... (reacciona, descartándolo, saca una fuente que comienza a untar de mantequilla. Muy en su papel) Mira, niña, que lo he estado pensando y que no me convence... que no...que no... (no le salen las palabras, con lo que termina de untar la fuente con rapidez y la deja sobre el mostrador. La mira. De pronto mira hacia la puerta y muy teatral) Hola, Blanca, pasa, deja que te ayude (le quita un abrigo imaginario)... ¿Cómo ha ido el día? ¿Muy cansada? ¿Una copita de vino?(guiñándole el ojo sabiendo que es lo que le gusta) Un Oporto ¿verdad? (graciosillo)¿Qué? ¿Y a cuántos camioneros has multado hoy?... (Se detiene. Lo piensa. Se ríe con ganas mientras vuelve a la cocina, comienza a cortar los tomates para el gazpacho mientras hace un nuevo intento con seguridad, se ayuda del 9

El Ensayo


Tres piezas sobre las ataduras ruido de los golpes del cuchillo en la tabla) Mira, Blanca, lo he pensado mucho... Si ya sé que lo hablamos anoche y estaba casi decidido... sí, casi... en realidad yo nunca te aseguré... Ya estoy harto, ¿sabes? Harto de que nunca me tengas en cuenta, de que lo que tú decides es lo único que vale, lo único razonable, pues no...no estoy dispuesto... (se va animando, también la fuerza con la que corta ahora el pepino y el pimiento. Todo lo va poniendo en la batidora) Que sepas que el ...asunto... de mamá me afecta muchísimo y no me da la gana... no estoy dispuesto... (Se corta con el cuchillo cuando ya estaba casi gritando) ¡Coño!... (Deja todo rápido y mete el dedo debajo del grifo que tiene detrás bastante contrariado. Se chupa el dedo, lo lava. Se apacigua, aunque ya manifiestamente nervioso. Busca en un mueble una tirita y mientras se la va colocando comienza otra estrategia ahora suplicante) Blanca, por favor. De lo de mamá tenemos que hablar... ¿no lo entiendes? ¡Es mamá! Por más que tú no la puedas ver, por más que pienses que ha destrozado tu vida, y no te falta razón, que te hiciera lo que te hizo... (breve pausa) que tú tampoco te has quedado manca... Es mamá. Está vieja... ¿Es que no te revuelve el alma verla ahora que ha perdido sus fuerzas? Ella nos ha criado, nos ha alimentado... Por favor, no hace falta que la... deja que se quede conmigo... Si tú no quieres verla, si tú no la quieres cuidar deja que yo me encargue... (termina de echar todo a la batidora, incluido un ajo y un chorreón de aceite y cada vez más suplicante y afectado) Por favor... Tú no tendrás que verla... Si quieres te buscas un apartamento... bueno, no, no hace falta... te habilitamos la planta de arriba y no tienes ni que verla pero no puedes... no puedes pretender que yo... Le queda ya poco... y no soportaría verla... (cada vez más melodramático) ... verla... y menos si... Por favor, yo no puedo ayudarte... no me pidas que lo haga... aunque no sufra, aunque sea una muerte limpia... no me pidas semejante horror... Si tú no quieres a tu madre no me impidas que la quiera yo. (Tras esta última frase de un melodramático empalagosa, queda un momento pensativo. Se recompone y desecha semejante servilismo. Pone la batidora y bajo el ruido infernal comienza una táctica de rabieta infantil, saliéndose poco a poco del mostrador hacia la mesita ) ¿Sabes lo que te digo? Que esta vez no te sales con la tuya. Ya está bien de tus imposiciones de sargento. Por una vez me gustaría recordarte que soy tu hermano mayor y te prohíbo... ¿me oyes? Te prohibo que hagas lo que quieres hacer... Jamás... Y si no te gusta, te aguantas... Te recuerdo que soy el hombre de la casa y que mamá no tuvo nada que ver en la muerte de papá, nada.... ¿me oyes?... ¡Nada! Son tus histerias de niña mimada que te hacen ver visiones. Y además estoy harto de que me trates toda la vida como si fuera un crío... También tengo dignidad... y corazón... ¡Harto! ¿Me oyes? ¡Harto, cojones, harto! (Lo último parecía ya una verdadera confesión a gritos. Se percata de sus gritos y corriendo va a parar la batidora. Silencio absoluto. Queda un momento en suspenso. Agarra el pollo y lo pela con fuerza mientras masculla) Harto, sí, harto. El ojo derecho de papá... Si hubieras sentido la humillación que tu amado padre me hacía sentir cada vez que... (pela el pollo como si despellejara a su padre) la humillación que... Y tú le dabas la razón... Siempre la razón... Era tu padre... No puedes imaginarte cuánto llegué a odiarte por eso... cuánto deseé... (Coloca el pollo en la fuente, le echa sal y especias) No, Blanca, no... Mamá no tuvo ninguna culpa, ninguna... (Lo mete en el horno y lo deja allí. Pensativo va a sentarse a la mesilla) Ninguna...

Entra Blanca vestida con su uniforme de Guardia Civil de Tráfico.

BLANCA: Uhmm, huele que alimenta. (Se va quitando abrigo y chaqueta. A Esteban, que está como ausente) Buenas tardes nos dé Dios. El Ensayo

10


Antonio Aguilera Vita ESTEBAN: Ah, Buenas tardes. (Saliendo de su autismo y tratando de ocultar su desasosiego. Parece ir a decirle algo pero le sale ) ¿Cómo ha ido? Va cambiándose de ropa poco a poco entrando a una salita contigua a la contigua a la cocina, que no vemos, y saliendo de vez en cuando, o asomando la cabeza, según las reacciones de Esteban o para estudiar las mismas a los estímulos que ella le va lanzando. BLANCA: Magnífico, un día ideal. (sale hacia el baño, donde se quita la blusa y coge los pantaloncillos. Por su mirada vemos que quiere probar la reacción del hermano, sin estar segura de cómo reaccionará. Para ello hace pausas que no son contestadas) No puedes imaginarte lo que ha pasado... Lo mejor que podía pasar... Cómo se acaban de pronto los problemas de la manera más increíble... de un plumazo. (Se cruza en la puerta del baño con Esteban que parece abstraido). ESTEBAN: (Sin convicción) ¡Cuánto me alegro! BLANCA: (Antes de salir hacia el dormitorio, cariñosa y alerta) Alégrate, hombre, si esto va también contigo. ESTEBAN: (Sorprendido realmente, queda sólo esperando algo más, pero comienza a fregar el suelo) ¿Conmigo? BLANCA: (Desde el dormitorio) No puedes imaginarte lo que ha pasado... Mamá me llamó esta mañana a la comisaría... (pausa preparativa. Esteban se paraliza casi, sin saber qué esperar) Se ha ido. ESTEBAN: (Se vuelve helado. Nos alejamos de él aunque su imagen queda en el espejo y nos entra ella que ya sale hacia la cocina)¿Cómo?! BLANCA: Que se ha ido... (Pausa , mirada y sonrisa a cámara) Se ha ido con Lorenzo... (Pausa y ya fuera de plano) ese señor que conoció este verano en Matalascañas... (En el mostrador de la cocina se va echando su vinillo)Claro que hemos discutido un poquito, pero, en fin, con mi señora madre es absolutamente imposible hablar sin discutir... Pero, mira, si le quitamos todo el melodrama venezolano sobre falta de cariño, sobre la desilusión de hijos, sobre su inutilidad en esta casa, etc, etc, (Se enciende su cigarrillo) y el consabido chantaje emocional, en el fondo, lo estaba deseando... Se va feliz y contenta...¡Que se vaya!... (Sale hacia el salón y se repanchinga)... ¡Qué paz, Qué tranquilidad! ¡Anulados los planes! ¡No sabes qué descanso!... ESTEBAN: (Cada vez más afectado) Pero ¿no había ido al médico? BLANCA: ¡Y tú te lo has creído! ESTEBAN: (Sin poder reprimirse y automáticamente) Pero ¿y yo? BLANCA: (Dándose cuenta de la situación comienza a tomar las riendas por otro lado. Ya en bata, se le acerca, lo abraza por detrás) Pero mi chiquitín... ¿Qué te ocurre?... ¿No estarás así por mamá?... (ríe como quien se rie de una niñería) Pero si nunca nos ha hecho ni puto caso... Todo el día ... (imita la supuesta voz de mamá) ¡Blanca, que no te comas las uñas!... ¡Blanca no juegues con tu hermano que lo amariconas!... ¡Blanca, a ver cuando te casas y nos dejas en paz!... Y a papá, cómo lo trataba... (le sale una vena un tanto resentida) Lo más bonito que le oí decirle fue aquello de “¡No veo la hora de verte con la bandera 11

El Ensayo


Tres piezas sobre las ataduras encima!” (él intenta hablar pero no puede. Ella lo acaricia, lo consuela...) Mi chiquitín (lo abraza. Como a su amante, como a su hombre. Él se deja como autista, comienza a intuir que algo se le ha ido de las manos pero el destino es el destino) Conmigo no estarás solo, ya verás. Yo sí que nunca te dejaré (El se deja acariciar y convencer no si cierto recelo. Comienza un fuerte olor a quemado) Oye eso que olía tan bien ¿no estará en el horno? ESTEBAN: (Saltando de su silla como con un resorte de tensiones acumuladas, casi tirando a su hermana) ¡EL POLLO!

TELÓN.

El Ensayo

12


cena de navidad



Antonio Aguilera Vita

Salón de casita acomodada, tipo duplex. Al fondo un ventanal con las cortinas corridas y la puerta de entrada. Muebles que denotan casa familiar de decoración bastante clásica. Alguna maceta. Un gran abeto junto a la ventana. Luis y Alberto llevan ya un buen rato decorando el salón con objetos navideños, cintas, bolas, velitas. Hay varias dos cajas de los que van sacando estos objetos. Luis ayuda a Alberto, ambos de la misma edad, en la treintena, bien parecidos y con ropa juvenil y cómoda. Es de noche, pero es la tarde de noche buena. Puede haber varios relojes (clásicos todos, alguno de péndulo en la pared, justo al lado de la puerta, y algún otro de mesa más moderno, que evidentemente desentona), que marcan alrededor de las siete. Ya está decorada media habitación. Están terminando de colocar unas cintas y alguna figurillas por encima de las ventanas del fondo. Alberto subido en una escalera de mano, engancha las cintas. Aún les queda decorar el árbol. A Alberto, por su ropa, por sus movimientos, lo notamos tímido, ligeramente preocupado, pendiente de su amigo Luis. A Luis lo intuimos más vivo y extrovertido, más seguro, conocedor de un cierto dominio o superioridad sobre Alberto.

LUIS: (Desde la escalera a Luis que observa junto a una de las cajas la acción) Una bola. ALBERTO: (Observa, calla, rebusca en la caja y saca satisfecho un colgante del tamaño de la mano con forma de camello) Un camello. LUIS :Pues a mí me gustan más las bolas. ALBERTO:: (Con evidente ironía) Eso no lo dudo. 15

Cena de Navidad


Tres piezas sobre las ataduras

LUIS: (Desde la escalera) Pásame una bola roja. ALBERTO: (Rebuscando ante una de las cajas, se detiene, observa a Luis, e irónicamente mientras sigue buscando algo) Tienes que reprimir tu excesivo gusto por las bolas. (Sin dejar tiempo a contestar) ¿Qué te parece un angelote? (Saca, exhibiéndolo y a ritmo de chanta tachan un horrendo angelote de Navidad, categoría de tienda de veinte duros) LUIS: (Divertido) A ver. (Se lo alcanza Alberto, lo mira sonriente) ¿No había otro más horrendo? (Pero lo va colocando entre las dos cintas y bajando de la escalera para mirar su obra) ALBERTO: (Aún rebuscando en la caja) De ángeles, es ejemplar único... y en vías de extinción, espero... pero te puedo ofertar una amplia variedad de Papás Noéles, camellos y camelleros y bolas con forma de cualquier cosa menos de bola... LUIS: Es igual, se acabó. (Se dirige decidido al árbol y al pasar junto a Alberto le da una palmadita en el trasero) ALBERTO: (Divertido) ¡Eh! ¡Que nos puede pillar Don Carlos! LUIS: (Irónico) ¿Ahora te va a importar? ALBERTO: (Devolviéndosela, ahora más irónico) Pero a ti sí.

Se miran. Silencio. Luis, algo serio comienza a colocar primorosamente cintas en el abeto.

ALBERTO: ¿Y dónde ponemos el Belén? LUIS: (De nuevo irónico) ¿Ponemos? ALBERTO: Al fin y al cabo me llamaste para que te ayudara. LUIS: ¡Eh! ¡Y te he invitado a cenar! ALBERTO: Para no quedarte solo con tu padre. (Lo mira de reojo) LUIS: (Visiblemente ofendido, pero tratando de disimular) ¿Quién te ha dicho eso? ALBERTO: Sabes que es una broma, tonto... (Mira una mesilla entre dos sofá) Este rinconcito es ideal. (Lo desocupa de portarretratos y una lamparita de mesa) LUIS: (Sospechando algo y a la defensiva) ¿Para qué? ALBERTO: (Que intenta colocar lo que ha quitado de la mesilla en algún sitio desocupado, pero todo mueble o mesilla está cargado de objetos más o menos inútiles, y las sillas con cajas de objetos navideños) Para el Belén. LUIS: ¿Qué Belén? ALBERTO: El que toda casa respetable de unívoca tradición cristiana suele poner todas las Navidades. LUIS: ¿Dónde? ALBERTO: (Aún con los objetos en las manos buscando sitio) Normalmente debajo del abeto, pero está claro que debajo de ese es imposible, por lo que he encontrado esta mesilla cargada de cachivaches... ¡que Cena de Navidad

16


Antonio Aguilera Vita no sé dónde demonios poner! LUIS: En su sitio, porque no hay Belén. ALBERTO: (Cada vez más exaltado) ¿Cómo que no hay Belén? LUIS: (Con total seguridad) Como que paso de la unívoca tradición cristiana de mi familia. ALBERTO: (Sorprendido) ¿Y qué te crees que es lo que estás haciendo? LUIS: Decorar la casa para una fiesta. ALBERTO: ¡De Navidad! LUIS: Para una cena familiar con amigos. ALBERTO: (Como hablando a un niño con quien se intenta razonar) Luis, vamos a cenar Don Carlos, tú y yo. LUIS: (Como una explicación perfectamente lógica de la afirmación de Alberto) Don Carlos es mi padre, tú eres mi mejor amigo y yo soy el anfitrión. ALBERTO: (Colocando con rabia otra vez los objetos en la mesilla y refunfuñando) Pues si no vas a poner Belén no sé por qué me has llamado. LUIS: (Corrigiendo) Te he invitado a la Cena de Navidad con mi padre. ALBERTO: Pero me has pedido que te ayude a decorar la casa. LUIS: Y tu has aceptado con mucho gusto. ALBERTO: Porque sé que aprecias mi gusto para la decoración. LUIS: (Resignado) No lo niego. ALBERTO: (En el colmo de su paciencia)Pues déjame hacer algo. Llevo dos horas dándote colgajos y diciéndote a todo que me gustaba ¿y no me vas a dejar que haga el Belén?

Silencio. Se miran. Luis vuelve muy tranquilo a su tarea.

LUIS: No. ALBERTO: (Una pausa. Vuelve a desocupar la mesilla) Pues lo hago sin tu permiso. Silencio. Alberto con todos los objetos de la mesilla entre los brazos, se pone delante de un sofá y los deja caer. Mira a Luis. Este sigue en el árbol muy detenidamente, como recreándose en su acción. Mira de reojo a veces la acción de Alberto con cierta preocupación y vuelve a su tarea. Alberto ha encontrado una caja con un nacimiento. Cruces de miradas que se esquivan: Alberto con curiosidad y cierto enfado, Luis con mucho amor y bastante rabia. Alberto va sacando con mimo figuras del Nacimiento y colocándolas en la mesilla buscando armonía. LUIS: ¿Así que no te gusta la decoración? ALBERTO: Dentro de lo que me puede gustar la decoración de Navidad... (Silencio) 17

Cena de Navidad


Tres piezas sobre las ataduras LUIS: San José y la Virgen van delante... ALBERTO: Delante ¿de dónde? LUIS: De la vaca y el burro. ALBERTO: Es una cuestión de gustos. LUIS: Pues por eso. ALBERTO: (irónico) A ti no te gustan los belenes. LUIS: Pero en mi familia, la vaca y el burro siempre se ponen detrás. ALBERTO: Creía que no hacías caso a las tradiciones familiares... (Silencio espeso) En este caso es una cuestión de alturas y proporciones. (Silencio) LUIS: Nunca confías en mi gusto. ALBERTO: Sinceramente no, si decoras el árbol de Navidad como un árbol de Navidad. LUIS: ¿Y cómo quieres que sea un árbol de Navidad? ALBERTO: Podías ser un poco más creativo. Podrías poner una cinta en diagonal, o poner las bolas hacia arriba, o haberle quitado las hojas al abeto... yo qué sé... ser un poco más original... LUIS: (Con segundas) Por ejemplo hacer un Belén con latas de cerveza... o con palillos de dientes... ALBERTO: (Realmente entusiasmado) ¡Qué buena idea! ¿Cómo no se me había ocurrido a mí? Voy a la cocina. (Sale decidido de escena) LUIS: (Desconcertado) ¿Dónde vas ahora? ALBERTO: (Desde fuera) A buscar latas de cerveza. LUIS: (Gritando hacia Alberto) Sabes que hace años no entra ni una lata de cerveza en esta casa. ALBERTO: Es igual. De Coca cola, o de refresco, o algún botellín. Sale con una bolsa de la cocina con algunas latas y botellines que comienza a modelar y colocar sobre la mesilla. Hay un gran silencio de palabras. Se miran de reojo, se cruzan y evitan las miradas. A Luis, cada gesto, cada ocurrencia de Alberto le resulta más embriagante y no puede evitar que le guste, Alberto le fascina.

LUIS: Anoche soñé que volvía contigo a París... (Silencio. Mira a Alberto que parece no escuchar) Sé que estábamos en París porque tenía la impresión de estar en París, pero estábamos en un gran salón... ALBERTO: No sé si esto le gustará a Don Carlos. LUIS: ...¿el qué? ALBERTO: (Divertido) Un belén de desguaces en la mesilla de su salón. (Sonríen. Nuevo silencio. Cada cual en su tarea) Cena de Navidad

18


Antonio Aguilera Vita LUIS: ¿Sabes qué salón era? ALBERTO: ¿El qué? LUIS: El salón del sueño. En el que estábamos en París. ALBERTO: Ah! LUIS: (Tras esperar unos instantes) ¿Eh? ¿Sabes qué salón era? ALBERTO: (De evidente mala gana) ¿Cómo voy a saberlo? LUIS: (Sin querer darse por aludido por el tono) El salón de tu primera casa de Madrid... el ático aquel de Chueca que arreglamos ju... bueno, el que tenías alquilado cuando nos conocimos en la Facultad. Pues ese. O al menos tal y como yo lo recuerdo y el sueño puede deformar... Pero en mi sueño estábamos en un salón de París. En casa de François. Fíjate, que al final nunca hemos estado... juntos... ¿Tú sí estuviste después, no? ALBERTO: (Cada vez más bruto dando forma a las latas, y totalmente abstraído en su pensamiento intentando no escuchar) ¿Dónde? LUIS: En París, con François. ALBERTO: (Se levanta buscando algo y tratando de disimular la mala leche que se la ha puesto) Don Carlos debe tener por aquí unas tenazas... (Buscando en los cajones y puertas de una librería) Claro que conociéndolo debe tener un armario especial para tenazas en algún lugar del garaje especial para las herramientas. LUIS: (Sin poder evitar reírse de la ocurrencia) Tienes la virtud de cambiar de conversación como quien no quiere la cosa. ALBERTO: (Con un exabrupto y quedando justo frente a frente) Sí, Rebeca, anoche soñaste que habías vuelto a París... (Silencio cortante. De pronto ríen casi sin querer de la frase, de la situación. Luis lo agarra riendo y caen en el sofá, pero Alberto agarra a Luis de las muñecas y se pone serio y ya evidentemente tenso. Luis calla también ) Tú padre ya deberías estar aquí. LUIS: (Irónico) Vaya, es la primera vez que no lo llamas Don Carlos esta tarde. ALBERTO: (Zafándose de Luis y levantándose para volver a su belén, pero sólo para cambiar ciertas cosas sin poder concentrarse) No me digas. LUIS: Bueno, ¿vas a dejarme que te cuente nuestro último viaje a París? ALBERTO: (Inquisidor) ¿No crees que ya debería haber vuelto? ¿A qué hora tenía que estar aquí? LUIS: A las ocho, ¿por qué? ALBERTO: Son las nueve y media. Ya deberíamos haber acabado y tener la mesa preparada. Tu padre se retrasa. LUIS: Con eso ya contaba, ya sabes cómo es. ALBERTO: ¿Cómo es? 19

Cena de Navidad


Tres piezas sobre las ataduras LUIS: (Aun bastante desconcertado con la reacción de Alberto) Se habrá entretenido en el bar. Yo ya contaba con un buen retraso cuando le dije la hora. ALBERTO: Don Carlos ya no bebe. LUIS: Eso pretende que creamos. ALBERTO: (Exaltándose) Luis, no tienes derecho a no confiar en tu padre. Tal vez le ha pasado algo. LUIS: ¡No digas sandeces, Alberto! Lo conoces casi tan bien como yo. ALBERTO: Casi tan mal como tú. Silencio. Alberto culmina su obra de desguace con un proyecto de portal a base de cartones que arranca con rabia de una de las cajas. Luis trata de controlar la situación.

LUIS: Podíamos tomar una cerveza mientras acabamos. ALBERTO: (Con tremendo sarcasmo) ¿De dónde? LUIS: (Que se sabe descubierto) Tengo un escondite secreto. (Se dispone a salir) ALBERTO: No quiero una cerveza caliente. LUIS: ¿Por qué va estar caliente? ALBERTO: ¿Tienes una nevera con doble fondo? LUIS: (Cada vez más rodeado) Puedo salir por la cocina y comprarlas en un momento en la tienda de enfrente. ALBERTO: ¿A las nueve y media de la noche del día de Nochebuena? LUIS: (Trata de serenarse) Pues abrimos uno de los vinos de la cena. ALBERTO: Luis, ¿qué pretendes que pase esta noche? LUIS: Una cena relajada en familia. ALBERTO: (Sarcástico) ¿Qué familia? LUIS: (En serio) Mi padre, mi mejor amigo y yo. ALBERTO: Tú quieres que te ayude con Don Carlos. LUIS: Yo quiero que me ayudes con la decoración. ALBERTO: Hace años te hubiera no sólo ayudado, sino dado todo por ti ante la intransigencia de Don Carlos, pero ya es tarde. Para eso, entérate de una puñetera vez, es tarde. LUIS: (Cambiando el tercio de manera radical y volcando su preocupación y su inquietud en la hora) Sí, demasiado tarde. No sé dónde se ha podido meter mi padre. ALBERTO: Con eso ya contabas, ya sabes cómo es. Cena de Navidad

20


Antonio Aguilera Vita LUIS: ¿Cómo es? ALBERTO: Se habrá entretenido en el bar. Tú ya contabas con un buen retraso cuando le dijiste la hora. LUIS: Mi padre ya no bebe. ALBERTO: Eso pretende que creamos. LUIS: (Exaltándose) Alberto, no tienes derecho a no confiar en mi padre. Tal vez le ha pasado algo. ALBERTO: ¡No digas sandeces, Luis! Lo conoces casi mejor que yo. LUIS: Casi tan mal como tú.

Silencio entre miradas profundas y estatismo estatuario.

ALBERTO: (Se relaja, se dirige al belén, lo mira un momento y lo barre de un manotazo) ¡Esto es una mierda! LUIS: (Con toda la compostura) Alberto, por favor, que está a punto de llegar Don Carlos. ALBERTO: (Sonríe con sarcasmo) Vaya, es la primera vez que no lo llamas “mi padre” esta tarde. LUIS: (Afectado) No sé se ha sido buena idea pedirte que me ayudaras. ALBERTO: ¿A qué viene eso ahora? LUIS: A nada. Recoge esos trastos, por favor. Será mejor que olvidemos el Belén. ALBERTO: A lo mejor sería mejor olvidar la cena. Silencio. Luis comienza a recoger los restos de la decoración, a guardarlos en las cajas y cerrarlas. Alberto, apoyado en una silla, lo mira inquisidoramente. Busca un cigarrillo, lo encuentra y lo enciende. Cuando Luis tiene casi todo recogido.

LUIS: ¿No me vas a ayudar? ALBERTO: (Con evidente intención) ¿A qué? LUIS: (Piensa un poco y sigue recogiendo, ahora las latas y cartones del Belén) ¿Desde cuándo has vuelto a fumar? ALBERTO: ¡No he vuelto a fumar! (Luis mira el cigarrillo y sigue su tarea) Sólo cuando me ponen histérico. LUIS: (Una vez casi todo recogido) ¿No me vas a ayudar? ALBERTO: (Cogiendo del suelo la última lata que quedaba y casi mascando la pregunta) ¿A qué? LUIS: (Le agarra la lata y la echa en la caja de desperdicios. Esquiva su vista y comienza de nuevo como 21

Cena de Navidad


Tres piezas sobre las ataduras ensoñado) Anoche soñé que volvía contigo a París... ALBERTO: (Más calmado, como hablándole a un niño) Luis. LUIS: (No escuchando en absoluto) Sé que estábamos en París porque tenía la impresión de estar en París, pero estábamos en un gran salón... ALBERTO: (Más fuerte) ¡Luis! LUIS: (Reaccionando) ¿Por qué no me dejas contarte mi sueño? ALBERTO: (Intentando poner los puntos sobre las íes) Luis, comprendo que sea un poco fuerte enfrentarse a una cena de Navidad con un padre al que aborreces y con un amigo al que envidias... LUIS: (Interrumpiendo) Yo no te envidio, yo te ... ALBERTO: (Tras un breve silencio) Me voy, Luis. Yo no puedo ayudarte a decorar tu casa. Ya no. LUIS: (Muy suave) Pero te quedarás a cenar, ¿verdad? ALBERTO: ¿Quieres enterarte de una vez? Ya no. LUIS: (Resignado y teatral) Es Don Carlos, ¿Verdad? ALBERTO: (Va cogiendo su abrigo y poniéndoselo) Eres tú. Y ya no quiero seguir ayudándote. No para una cena de Navidad. LUIS: ¿Me vas a dejar solo con Don Carlos? ALBERTO: (Tras un breve silencio) ¿Va a venir Don Carlos? Luis va a hablar, pero no puede. Alberto se abriga y sale. Luis queda maldiciéndose y dando unos puñetazos en el respaldo del sofá. Y aunque quisiera llorar, no llora.

TELÓN

Cena de Navidad

22


la conversaci贸n



Antonio Aguilera Vita

En el garaje de una casa. El coche con el maletero abierto hacia la derecha del escenario. Joaquín, el padre, prepara unas vacaciones de un fin de semana en la playa. Tiene cuarenta y tantos años y se conserva muy bien, no en vano es profesor de Educación Física. Ya hace calor. Está sólo en el garaje, va sacando de distintos lugares del mismo y llevando junto al coche: la nevera y los aperos de comida en el campo o playa, dos cañas de pescar, tres butacas de playa y una mesa plegable y toda una serie de cachivaches para excursión y deportivos. Se queda en este punto pensativo y reacciona.

JOAQUÍN: (grita hacia la bajada de la casa a su hijo) ¡Enrique! ENRIQUE: (aún en off) ¡Ya voy! (se le va escuchando bajar pesadamente, como si viniera cargado de cosas por un lugar complicado, las escaleras, claro) JOAQUÍN: (gritando) ¿sabes si tu madre ha preparado ya las toallas, cremas, esterillas... (entra Enrique con una pesada maleta casi a rastras, una mochila a la espalda y varias bolsas de comida) ...y demás trastos... para la playa? ¿Pero dónde vas con todo eso? ENRIQUE: (llegando donde están las cosas que ha preparado el padre y dejándolas como va pudiendo) Mamá que piensa que va de crucero de lujo un mes y medio. JOAQUÍN: ¿Pero tú has visto el maletero del coche? ENRIQUE: ¡Oye, a mí no me metas en disputas conyugales! JOAQUÍN: (mosqueado, de pronto) ¿Qué quieres decir? ENRIQUE: (se percata) Joder, que era una broma. 25

La Conversación


Tres piezas sobre las ataduras JOAQUÍN: (revisa lo que trae) A esta maleta le sobra la mitad. Anda, vamos a intentar acomodarlo. ENRIQUE: ¿qué preguntabas? JOAQUÍN: (que ya se ha colocado en el maletero) Que si sabías... pero no, creo que no. Anda busca las toallas en el armario del fondo. ENRIQUE: ¿El metálico? (va hacia la izquierda del escenario y abre el mismo) JOAQUÍN: (pensando y colocando cosas en el coche él solo) sí. ENRIQUE: ¿Qué cojo? JOAQUÍN: Hijo, tú mismo, tres toallas, el protector solar, la after sun, las esterillas de Ikea... ENRIQUE: (Un momento pensativo) ¿Tres? JOAQUÍN: Si quieres echa alguna más. ENRIQUE: ¿qué? JOAQUÍN: Toallas... o esterillas. Tú mismo. ENRIQUE: (un silencio) Papá... JOAQUÍN: (sigue metiendo en el coche todo como puede) ¿qué? ENRIQUE: (un momento de silencio...sale por peteneras) ¿dónde pongo todo esto? JOAQUÍN: Busca una bolsa de playa que debe de estar abajo. ENRIQUE: ¿Cuánto tiempo pensáis estar en la casa de la playa? JOAQUÍN: (se percata de la pregunta) Hasta el lunes por la mañana...supongo. ¿por qué? ENRIQUE: Por nada especial. (encuentra una bolsa y mete lo que va decidiendo para la playa. Despacio, pensando) JOAQUÍN: (Que se ha percatado, ralentiza su acción. Intentando persuadir a su hijo) Hace un tiempo cojonudo. Podemos salir en la barca de pesca. Me llevo las cañas nuevas por si acaso. Y las tablas. Ya podemos dejarlas allí. Voy a poner la baca. ENRIQUE: (termina rápido de hacer la bolsa y la lleva al coche) Las toallas. JOAQUÍN: (que está buscando las barras de la baca detrás del coche) Intenta meterlas en algún hueco.

Enrique mira el maletero, no hay hueco y está todo más que desordenado. Mira, estudia el espacio un momento y va sacando todo otra vez.

JOAQUÍN: (que viene con la baca) ¿qué haces? ENRIQUE: Intento colocar esto un poco mejor. JOAQUÍN: (Manifiestamente molesto)Lo mejor sería que dejáramos algo. A ver. La Conversación

26


Antonio Aguilera Vita ENRIQUE: Espera, no te preocupes, ya lo coloco yo. JOAQUÍN: ¿dónde vamos con tanta cosa para dos días? ENRIQUE: No importa podéis dejar cosas allí ya para el verano. JOAQUÍN: También podemos llevarlas otro fin de semana. ¿Qué es esta bolsa? ENRIQUE: Es de mamá. JOAQUÍN: ¡Pero si lleva aquí una droguería completa! Esto se puede comprar allí. ENRIQUE: Deja las cañas de pescar. JOAQUÍN: De eso nada, estos bultos sobran. (aparta cuatro bolsas, y coloca todo lo demás como puede. Enrique lo mira algo nervioso, como queriendo decir algo. Cuando Joaquín termina lo mira, mira el maletero, vuelve a mirar a su hijo) Vale colócalo tú que eres un as de la geometría. (Va a colocar la baca algo mosqueado) ENRIQUE: (Comienza a sacar cosas del coche en silencio) Papá... ¿por qué no dejamos la pesca para otro finde? JOAQUÍN: (claramente perturbado, tras un silencio) ¿Has hablado con tu madre, no? ENRIQUE: ¿De qué? JOAQUÍN: (se da cuenta de que no) De nada. ENRIQUE: Es que... estoy pensando... ¿y si me quedo? JOAQUÍN: ¿cómo que si te quedas? ENRIQUE: Es que... tengo mucho que estudiar y... (Colocando en el coche las cosas ordenadamente)he quedado con un compañero para que me ayude en filosofía... JOAQUÍN: ¿Has hablado con mamá? ENRIQUE: ¿De qué? JOAQUÍN: (cambiando el tercio) ¿Se lo has dicho a ella? ENRIQUE: Todavía no... Bueno, se lo intenté decir esta mañana, pero estaba muy extraña y... no me atreví. JOAQUÍN: (se pone muy activo a colocar la baca) ¿Muy extraña? ENRIQUE: (casi imperceptible) A lo mejor es conmigo. JOAQUÍN: ¿qué quiere decir muy extraña? ENRIQUE: Bueno, ¿me dejas quedarme o no? JOAQUÍN: (Realmente afectado, pero tratando de disimular) ¿Ya no quieres salir con tu padre? ¿Es que tienes una amiguita? (silencio. Joaquín respira aliviado) ¿con que era eso? (divertido) ¿Me vas a dejar solo con tu madre por otra mujer? 27

La Conversación


Tres piezas sobre las ataduras ENRIQUE: ¿Es que no quieres estar solo con ella? JOAQUÍN: (se paraliza. Muy serio) Ayúdame a quitar la baca. Y me llevaré las tablas otro día. ENRIQUE: (que se ha dado cuenta) Pero no quiero que te enfades si no voy. (le ayuda. Silencio) JOAQUÍN: (mira a su hijo tratando de ser muy amable) No me enfado. ENRIQUE: (como reaccionando) De paso puedo limpiar el garaje y arreglar el jardín... para despejarme de los estudios. De verdad que no dejo nada en medio. Y no me acostaré tarde. Ahora tengo todos los exámenes y me tengo que concentrar. (Silencio. Terminan de quitar la baca. Quedan uno segundos mirándose) No, no tengo una amiguita. (se ruboriza). JOAQUÍN: ¿De verdad que no te ha dicho nada tu madre? ENRIQUE: No, ¿de qué? (silencio. Joaquín va a guardar la baca de nuevo y vuelve al maletero) JOAQUÍN: Entonces habrá que sacar las cosas de nuevo (visiblemente contrariado) Las cañas nuevas... que les den (las tira con rabia) si quiero pescar cogeré las viejas que hay en el apartamento. Toma, tu mochila, un trasto menos... Y tanta comida, ¿para qué? Sobran dos o tres bolsas por lo menos. Tu madre y yo no comemos tanto. Ah, saca una toalla de la bolsa de playa... y una esterilla... y una butaca menos... ENRIQUE: ...Papá... JOAQUÍN: ...aunque la verdad es que no vamos a sentarnos como dos imbéciles solos en la playa, nada, ni las butacas ni la mesa, mira que ligero se va a quedar el coche... ENRIQUE: ...Papá... JOAQUÍN: ...y este maletón de tu madre... ¿dónde va con tanto traje? ¿qué vida social pretenderá hacer en los apartamentos? (la abre, rebusca con ira, va sacando cosas que tira al suelo) cuatro vestidos, sobran dos. Con tres camisetas va que arde... hombre, el neceser, esto sí lo va a necesitar para reconstruirse. Hala, mitad de maleta... ENRIQUE: ...Papá, por favor... JOAQUÍN: (Intentando calmarse más o menos) Tienes razón. (Vuelve a intentar ser amable) Tu madre y yo hemos discutido y... pero, no te preocupes... Si tienes que estudiar... ENRIQUE: ¿Lo metemos todo otra vez? JOAQUÍN: No, no, tranquilo. De perdidos al río. No pienso cargar con tanto cachivache. Ayúdame a recogerlo y lo llevamos a casa.

Comienzan despacio a recogerlo y a llevarlo a la puerta del garaje. En silencio. Se miran de vez en cuando el uno al otro, siempre evitándose las miradas. Mirando cuando el otro no mira.

JOAQUÍN: (Tras un largo silencio, en un momento en que coincide cerca) Y... ¿quién es el amigo con el que has quedado? La Conversación

28


Antonio Aguilera Vita ENRIQUE: (Duda unos momentos)...Roberto. El que se quedó a dormir la otra noche. ¿Te acuerdas? Estuvisteis un buen rato aquí (Joaquín comienza a cambiar los colores) buscando entre los vinos (Se levanta y va colocando las cosas traspuesto). ...Me dijo que le caíste muy bien. JOAQUÍN: (Interesado) Ah, ¿sí? ENRIQUE: (Con intención, pero disimulando) Pero no sé por qué me dijo que prefería no venir a casa si estabas tú aquí... JOAQUÍN: (Demudado) ¿Y eso? ENRIQUE: Me lo dijo muy amablemente... nada en particular... me dijo: “no me gustan demasiado los tratos con los padres de mis amigos”... Así me dijo. JOAQUÍN: Ah... así en general. ENRIQUE: Sí, así en general.

Un silencio. Tras una pausa, siguen sus acciones.

ENRIQUE: (Con tacto) No pasó nada en el garaje, ¿verdad? JOAQUÍN: ¿cómo que nada? ENRIQUE: Con Roberto... ...la semana pasada. JOAQUÍN: ¿Qué quieres que pasara? Nos entretuvimos porque no encontrábamos la botella del 76 que tenía reservada para las ocasiones... y nos reímos un rato... ENRIQUE: Ah, ¿os reísteis? JOAQUÍN: Bueno, tonterías... Se fundió la bombilla, me di un cabezazo con una botella de la bodega... Yo qué sé... chorradas. (Silencio. Termina de recoger) ¿Te ha contado algo en especial? ENRIQUE: (Tras una pausa) Nada... JOAQUÍN: ¿Y entonces? ENRIQUE: (Mira al padre y trata de reponerse) Nada... Tonterías mías. JOAQUÍN: Creo que voy a cerrar el coche. (Comienza a hacerlo) ENRIQUE: Papá... JOAQUÍN:...¿eh? ENRIQUE: (Quiere descargarlo de intención, pero no le sale. Casi como pidiendo el visto bueno) ¿Qué te parece Roberto? JOAQUÍN: (Queda absolutamente mudo, malinterpretando la intención de su hijo. Este ha dejado las últimas cosas junto a la puerta y queda de espaldas a su padre. Joaquín está junto a la puerta del coche que acaba de cerrar. Busca un trapo y se pone a pasárselo al coche, de espaldas a su hijo) Bien... un chico guapo... 29

La Conversación


Tres piezas sobre las ataduras ENRIQUE: (Amago de ilusión) ¿Tú crees? JOAQUÍN: Bueno, quiero decir, ...inteligente. ENRIQUE: El mejor de la clase. JOAQUÍN: ...quizá,...demasiado. ENRIQUE: ¿Demasiado, qué? JOAQUÍN: ...Inteligente. ENRIQUE:...¿no te gusta? JOAQUÍN: (Titubea) ¿Por qué dices eso? ENRIQUE: (Se vuelve hacia su padre) ¿Te parece pedante? JOAQUÍN: (Aliviado porque comienza a darse cuenta del malentendido) Ah! ...no, no... un poco listillo... (como una bala y volviéndose) ¿Por qué me preguntas todo eso? ENRIQUE: (Tarda un poco en responder, trata de decir algo, pero al final) Por nada... Me voy subiendo cosas, ¿vale? (Va cargándose para irse) JOAQUÍN: (limpiando el coche) Vale. (Se para. Antes de salir Enrique) Enrique... ENRIQUE: (Se vuelve casi asustado pero con expectativas) ¿qué? JOAQUÍN: (Lo mira, ahora se da cuenta de los sentimientos de su hijo. Baja la mirada y sigue limpiando el coche) Llama a tu madre. Dile que estamos listos. ENRIQUE: (Un corto silencio. Trata de decir algo de nuevo, pero finalmente)...vale. JOAQUÍN: No te preocupes. Yo le diré que te quedas. ENRIQUE:...¡Ah!... (corto silencio lacónico) ...gracias, papá.

Sale Enrique. Joaquín comienza a llorar mientras limpia el coche.

TELÓN

La Conversación

30


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.