El corazón de Edward Cullen

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Title: El corazon de Edward Cullen Category: Books » Twilight Author: Troyis Language: Spanish, Rating: Rated: M Genre: Romance/Family Published: 09—11—09, Updated: 05—20—10 Capítulos: 33, Words: 150,791 Capítulo 1: El Encuentro

Disclaimer: todos los personajes son de Meyer, la historia es mía. Si algo te suena familiar es de Meyer también. Advertencia este fic es M por dos razones la primera es escenas violentas que solo son en este capi y mucho más adelante lemons. Así que si eres menor de edad por el bien de mi mentalidad no lo leas o al menos no me digas que lo eres u.u

Capitulo 1 El encuentro Casi 100 años…100 años de soledad como reza el título del último libro que leí. Nadie podría decir que estoy solo porque tengo a mi familia. Mi padre Carlisle me convirtió a esta eterna media noche cuando cumplí 17 años, no es que sea un desagradecido, sé que su gran compasión y el ruego de mi madre humana lo convencieron de transformarme en el monstruo que soy. Solo que no puedo cambiar como me siento. Ahora me encuentro corriendo hacia un pueblo llamado Forks un 20 de septiembre de 1991, porque mi padre me pidió que inspeccionara el lugar para saber si era conveniente instalarnos por un tiempo aquí. Hace años mi familia se instalo en una población cercana, bueno todos menos Alice y Jasper que son los miembros más recientes de nuestra familia. Mis hermanos habían querido acompañarme, pero les dije que sería más fácil para mí poder escuchar las mentes de los ciudadanos si venia solo. Ellos estaban intranquilos porque anteriormente nos habíamos cruzado con hombres lobo. En verdad lo único que quería era alejarme un tiempo, correr me hacia despearme de mi tormentos. Vivir con seis perfectamente correspondidos vampiros a veces es demasiado, en especial cuando llevas casi cien años con el corazón congelado.


También tenía que alejarme de ella… de Tanya. Mi familia es "vegetariana" al igual que la suya, es decir solo nos alimentamos de sangre animal, por eso nos instalamos con ellos haces unos meses, pero realmente es más el tiempo que paso fuera de casa que el que he pasado con ellos. Sé que estoy siendo descortés con ella y sus familiares, que tanto mis padres humanos como los inmortales me han educado mejor que eso. He podido leer en los pensamientos de su hermana Irina las incontables veces que le ha dicho que cese sus galanteos conmigo, pero solo consigue que Tanya tenga recuerdos muy gráficos de sus incontables amantes tanto humanos como vampiros a lo largo de estos incontables siglos. Emmett, piensa a veces que soy homosexual ya que no he demostrado interés alguno por ninguna mujer con la que nos hayamos cruzado en casi un siglo. Esme mi madre para propósitos técnicos aunque la siento como una madre en mi frio corazón a pesar que soy mayor que ella en edad, le pidió a Carlisle que nos trasladáramos, no soportando mi distanciamiento, cosas que me hacía sentir peor. Rosalie, no ha ocultado su descontento por el hecho de mudarnos, acusándome de ser el causante, aunque tiene toda la razón el pequeño remolino de energía que tengo por hermana pequeña llamada Alice, se encarga de ponerla en su lugar. Alice y yo siempre hemos tenido una conexión especial a pesar que su pareja es Jasper. Ella y yo podemos comunicarnos sin emitir palabra, su don y el mío se complementan perfectamente, siempre hemos actuado como los vigías de la familia, previniendo cualquier posible amenaza sobre nosotros; con su ayuda pude convencen a los demás que me dejaran venir solo a explorar nuestro posible futuro hogar; le dijo que era un viaje que yo tenía que hacer solo, pero se negó a dejarme ver a qué se refería. Se puso a cantar una canción de Carlos Vives en su mente por todos los cielos, ni siquiera sabía que Alice sabía hablar español, ella habla cinco idiomas pero nunca contemple el español como uno de ellos. Me detuve bordeando los límites de la civilización, me encontraba en las afueras de Seattle, había dejado mi adorado volvo aparcado para poder sentir la libertad que me proporciona el aire cuando me golpea el rostro. Aspire profundamente liberando parte de la tensión acumulada en mi durante estos últimos días que tuve que quedarme en Denali, Jasper me había ayudado calmándome con su singular don, pero aun así no podía borrar del todo el malestar que sentía estando cerca de la casa, donde fuera que estuviera, Tanya se encarga de encontrarme, yo de la manera más amablemente posible le decía que no estaba interesado. La situación hubiera sido muy cómica si le hubiera pasado a otro que no fuera a mí, deje que mi mente regresara a ese tormentoso lugar… estaba hace dos días sentado en una saliente viendo como el tonto de mi hermano Emmett y Jasper jugaban a lanzarse bolas de nieves, me lanzaron unas cuantas a mí, pero cuando se dieron cuenta que no les hacía caso se aburrieron y me ignoraron.


Empecé a correr de nuevo recodando ese día… De pronto Tanya apareció, escuche sus pensamientos antes incluso de escuchar el susurro de sus pasos, repentinamente cambio su plan y se lanzó para tratar de besarme. Salte lo más lejos posible y si hubiera sido humano me hubiera muerto del susto. Emmett y Jasper empezaron a hacer bromas diciendo que grite como niña, cuando sabía perfectamente que no había emitido sonido. Les gruñí para que me dejaran en paz, pero solo les causo más risa ambos se agarraban sus costados mientras rodaban por el suelo cubierto de nieve, cuando me gire escuche los pensamientos lastimados de Tanya, la verdad no quería herirla, no es una mala mujer, vampira o lo que sea. "Súcubo…" le susurre. Ella rápidamente escondió sus emociones lastimadas y me respondió con una sonrisa "La original" antes de desaparecer. Eleazar y Carmen me dijeron que no me sintiera mal cuando regresamos y nos informaron que Tanya se había ido a cazar con Kate e Irina, yo sabía que ella estaba huyendo de mí, para no dejarme ver cuán profundamente había lastimado su ego. En eso Rosalie y ella se igualaban ambas tenían un gran ego, rivalizaban constantemente porque ambas se pensaban ser una belleza sin igual, ambas la poseían a decir verdad. Otra cosa en las se asemejaban es que por ninguna de las dos sentí ni la más mínima atracción. Por eso mi relación con Rosalie siempre fue difícil, yo la ofendí de la misma manera que a Tanya, solo que ella es más orgullosa y cuando me escucho en el primer momento todo se vino cuesta abajo. Carlisle pensó que Rosalie podía ser mi pareja de la misma manera en la que pensó que Tanya lo podía ser, en ambas oportunidades se había equivocado. Yo estaba condenado a esta media vida; la soledad ha sido y será mi única compañera. Llegue a la mansión que pensábamos ocupar, Carlisle la había adquirido con uno de sus tantos pseudónimos hace un par de años, cuando nos instaláramos aquí haríamos la compra traspasando el dinero de una de nuestras cuentas a otra. De esa manera manteníamos todo "legal" para los humanos y no podían rastrearnos cuando tuviéramos que desaparecer si sucedía algo. Todo estaba en perfectas condiciones, la noche acaba de empezar a caer el crepúsculo se extinguía convirtiendo todo en colores diferentes, todo permanecía igual lo único que cambiaba era la tonalidad que envolvía las cosas. Decidí cazar, hacia una semana que no saciaba mi sed, no tenía mucha, pero era mejor no tener ojeras bajo mis ojos mañana cuando fuera al pueblo. Cruce de un salto el rio y enterré mis dedos en la húmeda tierra dejando que mis instintos me envolvieran, mi monstruo interior arañaba la superficie. Aspire el aroma, hojas y troncos húmedos por la pasada lluvia, musgo, insectos…


—Ahhh… allí esta huele a un oso, preferiría un felino, pero… que le puedo hacer—dije en voz alta mientras me ponía a correr. Lo encontré a unos dos kilómetros, rasgando una cubierta de un árbol caído, supongo que en busca de su cena…lástima que yo también tenga los mismos planes, pensé con sorna. Me sintió acercarme y se puso a la defensiva. Emmett hubiera disfrutado de una buena pelea, lástima que preferí venir solo. Me gruño y trato de golpearme con la pata, lo esquive con facilidad, no podía dejar que rompiera la única muda de ropa que había traído mañana compraría otra en el pueblo y no podía estar sucio. Salte a un árbol y le brinque encima, hundiendo mis dientes en su piel que se rompió como su fuera mantequilla. A lo lejos escuche un auto chocar, debía ser un accidente en la carretera, bloquee mi mente y mi oído de los sonidos externos, mientras disfrutaba de doblegar mi cena. Lo tenía, envuelto en un férreo abrazo, el trataba de quitarme de encima suyo sin tener éxito, podía escuchar su corazón apagándose lentamente al igual que mi sed. Estaba tan abstraído en mi "cena" que no me percate de pasos. Acercándose a mí venían dos corazones, uno más pequeño que él otro. El viento estaba en contra mío, pero por el ritmo podía decir que eran humanos, me trate de enfocar en sus pensamientos, eran todos una maraña de confusión. Los ojos humanos no me dejaban ver que era de lo que huía, porque en sus pensamientos me decía que huía de alguien, podía enfocar varios rostros uno seguidos del otro. La preocupación por un bebe al que no le podía ver el rostro ya que estaba fuertemente envuelto en unas cobijas para resguardarlo del clima, un hombre que parecía un policía por quien temía, otro hombre unos cuantos años mayor a quien le tenía miedo. Estaba tan paralizado por la confusa ola de pensamientos que invadían mi mente, que me sobresalte al verme reflejado en ellos. Gire a mi derecha para encontrarme con una mujer muy mal herida, su brazo izquierdo estaba cubierto de sangre al igual que su pecho. Deje de respirar inmediatamente. —Por favor protéjala…—le dijo con un hilo de voz entregándome el pequeño bulto llorón tenia aferrado fuertemente contra su lado derecho, protegiéndola de la sangre que brotaba de su cuerpo.—no me queda mucho tiempo, él nos va a encontrar… debe tomarla y llevársela lejos, donde él jamás pueda encontrarla—me suplico una vez más acercando el pequeño bulto a mí. Su mente vago a los recuerdos que se agolpaban en su cerebro.


—Renee, como es posible que me traicionaras con el estúpido de Charlie Swan, te dije que iría a la universidad y que luego tú te reunirías conmigo. Cuando vengo a buscarte para saber porque demonios no respondías mis llamadas, ni mis cartas, te encuentro embarazada de ese bueno para nada, eres una perra!—le dijo el hombre golpeándola tan fuertemente que la lanzo al suelo.— Esto no se queda así, me las vas a pagar—le dijo tratando de darle un puntapié en su prominente barriga, pero ella se curvo protegiendo su bebe del golpe. Se escucharon grito y el hombre salió huyendo. La rabia me invadió al ver lo que ese desgraciado le había hecho en su estado, cuando lo tuviera en frente lo destrozaría hasta reducirlo a pequeños fragmentos, después de todo no sería la primera vez que matara. Luego salto a otro recuerdo. —Que hermosa niña, gracias Renee—le dijo un hombre de bigotes de unos 21 años acariciando el pequeño bulto que sostenía incómodamente contra su pecho, parecía que nunca hubiera sostenido un bebe, pensó la madre. Quería verle el rostro al bebe por algún motivo, pero no pude. Gimió cuando un recuerdo oscuro la absorbió. La carretera estaba oscura cuando de pronto apareció un auto que los embistió por la parte posterior haciéndolos salir del camino. —Renee, toma a Isabella y corre, no mires atrás por nada en el mundo, no importa lo que escuches—le grito el padre de la niña quien al parecer había quedado mal herido por el choque. La mujer salió del auto a la misma vez que su marido y tomo a la criatura de su silla en la parte de atrás empezando a correr con ella, casi había alcanzado el borde de los arboles cuando se escucho un disparo, ella apretó contra su pecho el pequeño bulto que no dejaba de llorar. Trato de correr rápido pero escuchaba los pasos que se acercaban. Trato de calmar a la criatura para que dejara de llorar, sin tener éxito. Como si supiera el destino que les aguardaba. Doblo cerca de un árbol cuando se escucho otra detonación que la hizo caer de rodillas, sabía que estaba herida, pero tenía que salvar a su hija. Corrió acunando a la bebe contra su pecho protegiéndola, hasta que se perdieron en la oscuridad, no escucho más los pasos que la seguían, ni volvió a escuchar su nombre ser llamado, se detuvo cuando me vio y allí el recuerdo termino. —Se lo que eres…—dijo volviendo a tratar de darme la criatura.— también se que no le harás daño, he conocido a otro como tu… por favor salva a mi Isabella, Phil nos va a encontrar y nos matara como lo hizo con Charlie.


Protéjala—me suplico llorando haciendo uso de las pocas fuerzas que le quedaban en su cuerpo. —Lo hare…—le dije sin saber porque, no me gustaba entrometerme en el destino de los humanos. Pero sentía que debía hacerlo, sentía que no podía dejar correr la misma suerte que sus padres a esta pequeña niña. Tome el pequeño bulto tratándolo como si fuera de cristal, sintiéndome completo por primera vez en casi un siglo de existencia. Tenía la necesidad de proteger esta pequeña criatura que poco a poco ceso de llorar, la descubrí con cuidado encontrándome con unos curioso ojos chocolates, los más inocentes y profundos que había visto en mi vida, su mente era silenciosa pero supongo que eso es porque aun es muy pequeña… su pequeña boca formo una prefecta "o", mientras sus ojos se cerraban. —Gracias…— me dijo la mujer con su último aliento. Las encontré…fin de la cacería…qué demonios? Gruñí agazapándome cuando sentí movimiento, escuche el movimiento de un dedo rozando metal y protegí a la pequeña con mi frio cuerpo antes que la bala siquiera dejara el cañón de la pistola, lo mataría una vez estuviera seguro que la criatura estaba a salvo.. Pude ver en la mente del padre de la pequeña al hombre caer en el suelo a pocos metros de la mujer, de su cabeza salían pedazos de su cerebro junto con la sangre que impregnaba el suelo, había demasiada sangre, no podía arriesgarme a lastimar a la pequeña, incluso el padre estaba cubierto en sangre, corrí alejándome del lugar, desde una colina cercana pude ver al padre cayendo de rodillas ante la madre y abrazándola, pero mirando en mi dirección. Parecía saber que yo estaba aun aquí. Su corazón también se estaba apagando, en su pensamiento estaba feliz por haber protegido a su hija y porque sabía que en la otra vida se encontraría con su amada Renee, donde podrían ver como su adorada Isabella, creía feliz. Qué envidia… tener la certeza de poder ir a un mejor lugar cuando uno deje de existir. Sus ojos nunca dejaron los míos, incluso cuando ya no había vida en su cuerpo, como haciéndome recordar la promesa que le había hecho a su mujer. Mire a la pequeña belleza durmiente que tenía en mis brazos. Me jure a mi mismo mientras estaba envuelto en el más delicioso aroma que había sentido, que nada, ni nadie la dañaría mientras mi cuerpo no se convirtiera en cenizas ardientes. Volví a ceñir su cobija para protegerla de la brisa y corrí hacia el auto, buscando alguna cosa que me pudiera dar detalles de ella.


Su aroma era totalmente singular nunca antes había olido algo tan delicioso, pero aun así no me apetecía probarla…era como fresas y flores silvestres … un aroma único, para una pequeña especial. Encontré una pequeña maleta rosada la abrí presuroso, encontré ropas de la niña, su tarjeta de vacuna y su certificado de nacimiento, al parecer venían del médico cuando los emboscaron. Tome la tarjeta de vacunas y la abrí. Isabella Marie Swan, nacida el 13 de septiembre de 1991, padres Renee y Charlie Swan, tipo de sangre A+, decía entre otro tipo de cosas. —Mi pequeña Isabella, solo tienes una semana de nacida y ya has tenido que conocer la maldad humana…—le susurre mientras guardaba todo y volvía correr con ella al escuchar un auto aproximarse. Al menos tenía la certeza que sus padres no serian devorados por animales, de ese modo tal vez cuando crezca podremos regresar y la llevare a visitar su tumba. Entre de prisa en la casa y me senté con ella en uno de los sillones de la sala. Saque mi teléfono y marque. Tenía que salir de Forks antes que se pusieran a buscar a la niña, cuando pasara el tiempo y no la encontraran pensarían que murió por algún ataque de animal o víctima del asesino de sus padres. —Jasper…necesito a Jenks enseguida—murmure tan bajo que un humano nunca me hubiera escuchado. —Que sucedió Edward? No estás en Forks?—me pregunto. —Si estoy en Forks, ahora no tengo tiempo de explicarte, Alice seguramente lo vio todo, dile que les explique a Carlisle y a Esme, mientras tanto dile a Jenks que lo quiero en su oficina en una hora—le dije cerrando el teléfono al notar que mi pequeña criaturita se removía en las cobijas. —Tranquila pequeña…—le dije arrullándola mientras le quitaba las mantas sucias. Tenía un pequeño vestido enterito rosa que le cubría el cuerpo hasta los pies. (N/A: en mi país le dicen bebe crece a este tipo de vestidos, pero descubrí que en Sudamérica les dicen enteritos, así que pensé que sería más fácil de visualizar así) Tenía la piel blanca casi tan blanca como la mía, un precioso cabello chocolate, casi del mismo tono que sus ojos, sus labios eran pequeños y rosados casi rojos; su nariz era pequeña parecía un botón de rosa. Deje que mi frio dedo


recorriera sus facciones, mientras ella me miraba con curiosidad, cuando le roce la mejilla se inclino hacia mi dedo tratando de atraparlo. Me dedique a observarla mientras la arrullaba, no podía creer que no me tuviera miedo, por lo general los humanos inclusive los pequeños se sentían incómodos en nuestra presencia. —Hum… te gusta mi congelado dedo?—le pregunte pasándolo nuevamente por su mejilla. Nunca antes había estado cerca de un bebe, ni siquiera cuando era humano por lo que podía recordar. La pequeña volvía a tratar de capturar mi dedo y esta vez se lo permití tratando de averiguar lo que quería. Succiono mi dedo con mucha fuerza, mirándome a través de esas enormes pestañas. —Que deseas pequeña?—le pregunte esperando que me respondiera en su mente pero no conseguí nada solo unos matices de colores, ella siguió succionando cada vez más impaciente mi dedo como si estuviera comiendo, casi al punto de ponerse a llorar. Los humanos comen… con más frecuencia que nosotros y según mis estudios de medicina los bebes pequeños comen cada dos o tres horas… —Tienes hambre? Déjame ver si puedo encontrar algo en esta maleta—le dije buscando con mi otra mano para saber si estaba en lo cierto, conseguí un pequeño biberón y una lata de algo que se decía fórmula para bebe.— Quédate aquí un segundo, voy a prepararte tu biberón—le dije recostándola en el sillón, poniendo dos cojines a su lado para evitar que se cayera. Antes que ella pudiera parpadear estaba en la cocina calentando el agua, por suerte Esme siempre tenía equipadas las casas que poseíamos con todo lo necesario para aparentar ser humanos. Volví donde ella estaba antes que pudiera notar mi ausencia, sintiendo extrañamente vacio por la separación. Cuando escuche el microondas anunciar que el agua estaba lista regrese en un parpadeo mientras leía las instrucciones de cómo preparar su comida. Arrugue mi nariz. —Como puedes comer esto, cuando huele tan mal—le dije tratando de probar la temperatura, como no sabía si estaba muy caliente cerré mi mano en torno a la botella haciendo que mi gélido tacto la enfriara. Era mejor que tomara la leche fría a arriesgarme a quemarla cuando se la diera a beber. La volví a tomar en brazos volviendo a sentir completo y colocándola con cuidado contra mí mientras le acercaba el maloliente liquido a los labios. Al igual que hizo con mi dedo, empezó a succionar furiosamente.


—Tenias hambre, lo siento pequeño ángel, no estoy acostumbrado a tener humanos que dependen de mi a mi alrededor, te prometo tratar de mejorar— le dije acunándola mientras me daba cuenta que en verdad era un pequeño ángel el que tenía en mis brazos. Sus ojos se volvieron a cerrar, la fuerza de la succión se fue perdiendo hasta parar del todo. Bueno supongo que prepare formula de más, me dije mirando la botella medio llena, pronto tendría que comprar algún libro sobre pediatría, para poder saber qué hacer con ella. La recosté sobre mi hombro y la palmee suavemente con si estuviera empujando una burbuja para sacarle los gases. Guarde todo en la maleta nuevamente y saque cobijas limpias envolviéndola con mucho cuidado de no despertarla. Lleve las sucias con manchas de sangre a la cocina. Las tire en el contenedor metálico y luego les prendí fuego, me asegure que estuviera bien cubierta para el viaje hasta Seattle, la metí dentro de mi abrigo y cerré el cierre para protegerla aun más, al menos ella estaba aislada de mi fría piel por la manta y mi gruesa camiseta. Era tan pequeña que cabía perfectamente dentro de mi abrigo, me cerciore que pudiera respirar bien. Una vez el fuego hubo consumido toda la evidencia, cerré la casa y empecé a correr por el bosque. Era poco antes de la media noche, por el camino iba pidiendo las reservaciones de hotel. La calidez que sentía en el pecho era algo reconfortante, nunca antes me había sentido de esta manera. Los animales se escondían a medida que pasaba a su lado, pero mi pequeño ángel no me temía, su corazón seguía latiendo al mismo ritmo haciendo que el sonido fuera música para mis oídos. En pocos minutos llegue al edificio donde Jenks tenía sus oficinas. Había corrido a través de las oscuras calles a tal velocidad que los pocos humanos con los que me cruce pensaron que era una corriente de aire natural cuando les pase al lado. Mi teléfono sonó y pude ver que era Rosalie… seguro querrá decirme que estoy cometiendo una estupidez, no pretendo dejar que me amargue este momento además tengo cosas más importantes que hacer que escuchar sus quejas y lamentos. Hundí el botón de ignorar, saliendo del elevador me encontré con Jenks, sentado en el escritorio de su secretaria, estaba nervioso, no sabía para que le hubiera pedido venir a estas horas y sobre todo asustado que Jasper fuera quien lo llamara. —Sr. Cullen, como se encuentra—se acerco a mí tendiéndome la mano nerviosamente. Pensando en lo que podía querer. —Sr. Jenks, iré al grano necesito documentos—me dije indicándole que se sentara.


El tomo un pad de notas y se sentó tras el escritorio con una pluma en la mano, mirándome atentamente en espera de mi solicitud. —Necesito un certificado de nacimiento, registro de vacunas, un pasaporte y todos los documentos que creen la identidad de alguien—le dije sentándome y poniendo la bolsa en el suelo. —Enseguida, a nombre de quien esos papeles?—me pregunto mientras escribía. —Isabella Marie Masen…—le dije, por alguna razón quería que fuera una Masen, quería que estuviera vinculada a mi, no quería que usara mi nombre adoptivo, quería que usara el nombre que tendría si hubiera permanecido humano. Baje un poco el cierre para ver a la pequeña que se había empezado a mover, la acomode en mis brazos y la empecé a acunar, Jenks seguía distraído escribiendo. —Edad que debo poner?—me pregunto levantando los ojos por primera del papel, llevándose una gran sorpresa. Sus pensamientos eran confusos, primero pensó que había secuestrado a la pequeña, luego pensó que me la había robado para usarla en lo que sea que hacíamos para mantenernos jóvenes sin envejecer. Sonreí con sorna al ver que sus pensamientos cada vez se volvían más delirantes. —Una semana, nació el 13 de septiembre, ponga que su padre es Edward Masen IV y su madre murió al darle a luz.—le dije ignorando sus aberrantes pensamientos.—le sugiero que lo escriba Sr. Jenks, sabe que no me gustan los errores—le dije sacándolo de sus cavilaciones. —S—si… claro Sr. Cullen…—me dijo volviendo a escribir mientras se secaba el sudor de la frente.—Es una muy hermosa bebe, su pequeña hermana—trato de apaciguarme. —En efecto es una hermosa bebe.—le dije volviendo mi atención a mi ángel que me miraba con curiosidad.—Los necesito cuanto antes, envíelos a esta dirección—le entregue la dirección donde quería los papeles.—El pago se hará de la misma forma que siempre. Yo me encargo de la foto. Con esto, la volví a envolver con cuidado y la metí nuevamente en mi abrigo. —Le tendré los papeles en una semana a más tardar, Sr. Cullen—me dijo levantándose y secándose el sudor con el dorso de su mano, sus pensamientos me indicaban que estaba claramente ansioso por salir de mi presencia.


Capítulo 2: Llegando a casa

Asentí con la cabeza levemente, tome la bolsa y me la colgué al brazo. Ahora tenía que buscar el hotel que reserve para que pudiera pasar lo que restaba de noche con la bebe, mañana recogería mi auto de donde lo había dejado cuando decidí que necesitaba correr para huir de mis pensamientos. Camine a paso humano cuando me hube acercado lo suficiente al hotel donde pasaríamos la noche, la saque de mi abrigo con cuidado dándome cuenta que no se había vuelto dormir, estaba algo intranquila pero no lloraba. —Buenas noches en que podemos servirle—me pregunto la mujer detrás del mostrador. Oh que guapo eres, ya sé de qué manera puedo servirte. Espero que no estés casado, podemos acostar la pequeña en la cama y yo te serviré como quieras en el piso… Bloquee sus pensamientos que se estaban volviendo cada vez más explícitos. —Necesito una habitación para pasar la noche—le dije secamente entregándole mi "identificación". —Por supuesto Sr. Jenkins, tenemos lista su habitación. Que preciosa bebe la que tiene. La habitación es solo para usted y la niña o su esposa se les reunirá dentro de poco?—me pregunto batiendo sus pestañas como si tuviera algo en el ojo. Amortigüé una risa por mis pensamientos, mientras bloqueaba los suyos. —Lamentablemente mi esposa murió al dar a luz a mi hija, solo seremos la niña y yo—mentí desvergonzadamente, ya me había acostumbrado a mentir en todos estos años de existencia. Después de todo mi existencia era una mentira tras otra. —Oh que pena, desea que lo asista en algo? Con la niña por supuesto. Puedo acompañarlo a su habitación y asegurarme que este cómoda—yo puedo ser su nueva mami, luego me encargaría de borrar tu pena. Quería gruñir, las humanas muchas veces son tan… insistentes… —No es necesario gracias, estamos perfectamente bien, ahora si me pudiera indicar mi habitación, la verdad ha sido un largo día.—le dije zanjando el asunto. —Por su puesto Sr. Jenkins—me dijo devolviéndome la tarjeta de crédito un tanto desconcertada por la dureza de mis facciones. Seguí al botones hasta la habitación que nos dieron, en cuanto entre puse a la pequeña en medio de la cama y empezó a llorar. Fruncí el ceño sin saber el


motivo de su llanto, la había alimentado hace poco más de una hora, no podía tener hambre de nuevo. La tome en brazos y siguió llorando aunque un poco menos pero no del todo. Qué raro ella siempre se calma cuando la cargo… —Creo que necesita que le cambie el pañal señor, seguramente esta mojada. Mi hermanita siempre llora cuando esta mojada—me dijo el botones apenado por haberse entrometido en mis pensamientos. —Oh claro gracias—le dije entregándole la propina, cerré la puerta tras él y recosté a la pequeña en la cama, su llanto hacia que mi congelado corazón se arrugara. —Shhh! tranquila pequeña, ya te voy a cambiar—le dije arrullándola y acariciando sus redondas mejillas. Mientras que con la otra mano le quitaba la rara vestimenta. Porque demonios tiene tantos broches esta cosa. Saque de la bolsa un pañal y regué el contenido en la cama. Le quite el pañal rápidamente, si fuera humano me hubiera ruborizado imaginándome las burlas de Emmett, no hubiera nunca pensado que la primera vez que desvestiría a una mujer fuera esta ser una bebe de una semana, sonreí ante mi tontería y la pequeña me miro curiosa. Ok… que es esa cosa chocolate que tiene en el estómago… no se le ha caído el ombligo aun …creo… dije sentandome en la computadora de la esquina y buscando un site de bebes. Lo leí todo minuciosamente lo que debería saber para poder cuidar a un recién nacido. Puse el pañal en la basura y la deje sobre las cobijas mientras rebuscaba en la bolsa. —Bueno ya no estás mojada… supongo que estas cosas que huelen como a talco son las toallitas con las que te limpian no es cierto?—le pregunte aun sabiendo que no recibiría respuesta. Le puse el talco que encontré entre el contenido que regué en la cama como decía en el site. —Ok, creo que debí haber prestado atención cuando te quite esta cosa… bueno no creo que sea complicado.— Le puse el pañal y cuando la levente se le cayó.—Sera que lo puse al revés?—pensé poniéndoselo al contrario.— Bueno supongo que los cierres van hacia atrás, tiene lógica así cuando crecen no se los pueden quitar –dije satisfecho cuando no se le cayeron esta vez. Le di lo que quedaba del biberón que le había preparado y se durmió en cuanto la puse sobre mi hombro, la mecí con mi cuerpo hasta que estuve seguro que no se despertaría y la recosté en la cama sobre mi pecho. Me sentía de una manera especial al tener su pequeño corazón latiendo sobre el mío. Mire todas las cosas que tenía en la maleta, haciendo un inventario de lo que tendría que comprar mañana en cuanto abrieran las tiendas para


prepararnos para este viaje. A un humano le tomaría cerca de tres días llegar desde Seattle a Chicago, pero si solo me detengo para darle de comer una vez cada dos horas por treinta minutos mientras aprovecho y me aseguro que este seca, podremos llegar en día y medio, planee mi ruta mentalmente primero tomare la I90 y luego la I94. Bien… mañana necesito comprar pañales, más de esa leche asquerosa, una silla de auto y unos biberones más. Todo lo demás lo comprare cuando llegue a Chicago. Cuando nos hayamos instalado llamare a Carlisle para decirle que no me reuniré con ellos en un tiempo, no puedo arriesgar a mi pequeño ángel a vivir con seis vampiros más, es suficiente con tener uno a su alrededor. Sabía que estaba siendo cruel con Esme, ya que ella perdió a su hijo a tan solo tres días de haberlo tenido y había tratado de llenar ese vacío con nosotros, pero no podía separar a la familia y sabía que ella iba a querer ayudarme en esta tarea teniendo la oportunidad de ejecutar a plenitud el rol de madre. Un objeto en particular me llamo la atención, era un pequeño foto álbum en el que habían varias fotos, unas eran de su madre aun embarazada, otras de ella toda roja..supongo que eran del día que nació y otras eran de los tres en lo que parecía el hospital y su casa. Renee, había dicho que había conocido antes a otro vampiro o bueno dijo que a alguien como yo. Se habrá cruzado alguna vez con un vampiro vegetariano ya que son los únicos que la hubieran dejado con vida. Posiblemente con el clan Denali ya que son los más cercanos a este lugar. El sol despunto en el horizonte, a estas horas solo me quedaba un pañal adicional y muy poca leche, la pequeña había estado bastante activa, por suerte estaba al cuidado de alguien que no tenía que dormir. La ironía…por primera vez en casi 100 años me alegro de no poder dormir. Salí del hotel en dirección una farmacia, lo primero que necesitaba eran pañales y leche. Me pare en un pasillo que estaba lleno de pañales, había de todas las marcas y todos los tamaños. Bueno ella pesa unas siete libras, así que compre dos paquetes grandes de talla pequeña, dos docenas de biberones y dos latas de la misma fórmula que tenía en la maleta. La dependiente de la farmacia una mujer italiana de unos cincuenta años, estaba encantada con la pequeña Bella como la bautizo, en cuanto le dije su nombre y en verdad mi pequeña era bellísima. Sus pensamientos eran gentiles y solo estaba preocupada por el bienestar de "mi hija" habiendo quedado huérfana de madre a tan temprana edad.


A pesar de que en su subconsciente quería mantener una distancia prudencial conmigo, su apacible corazón hacia que la preocupación por la bebe fuera mayor. Se encargo que supiera que comprar cuando fuera a la tienda departamental, me dijo que debía conseguir un coche o al menos una carguera para poderla transportar con mayor facilidad de regreso al auto con todos los paquetes. Esterilizo los biberones para que no tuviera que preocuparme por eso en el camino. Encontré la tienda y pase primero por la sección hombres a comprar un par de guantes ya que iba a tener que interactuar con más humanos durante el trayecto y un par de mudas de ropa. Luego me dirigí a la sección de bebes, una vendedora se mostro muy "solicita" a ayudarme con las cosas que necesitaba, de vez en cuando quería girar mis ojos a las cosas que ella pensaba que yo podría "necesitar." Compre una silla de auto color rosado y una carguera a juego para poderla llevar sobre mi pecho permitiéndome tener las manos libre para los paquetes, unos cuantos juguetes estimulantes para recién nacidos con los que podría entretenerse en el camino, una almohada viajera para que estuviera más cómoda en la sillita. Pase por la sección de ropa de bebes e iba de largo cuando sentí mi teléfono vibrar. Rodee los ojos Cómprale gorritos, medias y una muda de ropa lana, Edward. Debes mantenerla abrigada Alice. P.D. en quince minutos tendrás que cambiar a Bella y esta vez no vas tanta suerte. Psíquica, sabelotodo murmure bajito. Termine comprando dos docenas de medias, una de gorritos, vestiditos de lana, puñitos para sus manitas y otras cosas que me llamaron la atención. La vendedora estaba sonriente, pensando en la comisión que se ganaría sabiendo que compre la ropa, los juguetes, la carguera y la silla de auto más costosos que tenían. Salí de la tienda después de haber cambiado a Bella, no sé como algo tan pequeño puede hacer semejante desastre. Use casi cien de los toallitas húmedas para asegurarme completamente que estuviera limpia, tuve que aguantar mi respiración desde que sentí el olor en cuanto termino de hacerse el numero 2. Aun me pregunto cómo las mujeres humanas se las arreglan para cambiar a los bebes en esos estrechos baños y esas precarias plataformas que tienen tantos amarres para que no se caigan los pequeños. Tuve que tomar un taxi para no llamar la atención por cargar 10 bolsas, una silla de auto, una maleta y una bebe sin hacer esfuerzo durante 20 cuadras.


En cuanto llegue a mi auto deje los paquetes en el maletero, saque una muda de ropa e instale la silla de auto después de leer las instrucciones dos veces para asegurarme de colocarla perfectamente. La cambie de ropa poniéndole un vestido azul sus mediecitas y unos puñitos, no tenia que preocuparme por que pasara frio en el auto ya que tenia la calefacción encendida. Le di el biberón una vez más antes de salir rumbo a la casa de mis padres en Chicago. Cuando llegara allá seria Edward Masen IV, supuestamente soy mi bisnieto, todos descendemos de una larga línea de hijos únicos varones a los cuales les ponemos el mismo nombre, los humanos nunca han cuestionado nada supongo que pensaran que es una extravagancia de los ricos. Bella sería la única Masen nacida mujer en casi un siglo. Es la segunda vez que regreso a casa después de haber reclamado la fortuna de mis padres una vez Carlisle me transformo, fui el único de mi familia que "milagrosamente" sobrevivió a la fiebre española. Miraba por el espejo retrovisor para poder ver su rostro a través del espejo que había comprado en la tienda por departamentos que tenia instalado sobre el asiento del pasajero. Aun seguía dormida, parecía disfrutar tanto de la música clásica como yo, me aseguraría de cultivar su gusto por la música, tal vez le pueda enseñar a tocar el piano... me perdí en mis pensamientos sobre el futuro que quería para la bebe mientras conducía. La noche empezó a caer cuando llegue a Dakota del Norte. Había cambiado ocho pañales, preparado seis biberones y cambiado dos vestidos ya que en uno, no fui lo suficientemente rápido para ponerle de regreso el pañal y mojo el vestido, las cobijas y de paso a mí. Luego se me olvido sacarle los gases y vomito cuando la levante haciendo que yo también tuviera que cambiarme por segunda vez. Cuando atravesábamos Minnesota, tuve que echarme a un lado, porque Bella no dejaba de llorar, en cuanto la cargue se calmo. — Debemos llegar a casa y luego podremos jugar todo lo que quieras—la arrulle, ella me miraba con esos ojos increíblemente profundos como si comprendiera lo que le decía— No me vas a dejar conducir pequeña Bella? Ya sé…— rebusque en las bolsas de la farmacia hasta que encontré un pequeño *pacificador que la señora me sugirió que comprara. Acaricie su espalda con cuidado arrullándola. En cuanto cerró los ojos de nuevo, la recosté en su silla y arranque. Nunca pensé que sería padre y aquí estoy, cambiando pañales, preocupándome por tener suficiente leche o que la bebe duerma cómoda en


esa almohada de viaje que me hizo comprar la vendedora. Mi teléfono sonó por cincuenteava vez en el día, era nuevamente Rosalie. —Que?—respondí con un siseo ya que estaba harto de que me llamara y sabia que no me dejaría en paz hasta que no le respondiera. —Wao!, Edward me respondió el teléfono. Me siento tan honrada… —Tienes diez segundos Rosalie, que quieres?—le pregunte enojado. —Es cierto que te vas a quedar con la bebe humana?—me pregunto con un tono que no supe identificar. Rosalie nunca tenía mucho sentido a menos que pudieras oír sus pensamientos que únicamente estaban envueltos alrededor de su belleza. —Si—dije cortante. —La vas a traer a casa?—me pregunto…esperanzada? —No, Rosalie. No creo que sea conveniente que la pequeña, este rodeada de vampiros—le respondí mirando por el espejo comprobando una vez más que siguiera dormida. —Y tú que eres? Un hombre lobo?—me gruño. —Rosalie, no tengo tiempo para discutir, llamare a Carlisle cuando me haya asentado—le dije cerrando el teléfono de golpe. Que pretende con esa llamada? Ella nunca se ha preocupado por nada que no sea ella… bueno le preocupa Emmett, después de todo es su pareja. Cuando amaneció habíamos tocado Wisconsin, sorprendentemente Bella durmió casi toda la noche, aunque de todos modos me detuve tres ocasiones solo para revisar que no estuviera mojada. Me estaba volviendo bueno en esto pensé sonriendo; había encargado en el hotel un par de libros de cuidados para bebes y unos cuantos de pediatría. Al fin llegamos a Illinois. El viaje había más fácil de lo que pensé, casi no tuve interacción con humanos que no fueran Bella. Durante el camino tuve mucho cuidado cargar gasolina solo en lugares donde estuviera totalmente a la sombra y sin ninguna posibilidad de ser alcanzado por algún rayo de luz lanzado por los vidrios de un auto. No tuve que responder preguntas y a nadie le pareció extraño que llevara a una bebe pequeña en el asiento trasero.


Accione el botón de la puerta eléctrica que daba acceso a la propiedad de mis padres, había mantenido la casa tal cual como era cuando ellos habían vivido en ella, lo único que había cambiado era mi cuarto. —Bienvenida a casa pequeñita—le dije mirando por el espejo, sus vibrantes ojos observando detenidamente los juguetes rojos, blancos y negros que había colocado sobre su silla para entretenerla. Aparque el carro dentro del garaje y cerré la puerta para eléctrica para que no entraran corrientes de aire. —Oh diablos!—gruñí en cuanto me baje del auto, la saque enseguida y la atraje contra mi pecho. —Déjame verla!, déjame verla!—Alice repetía danzando a mi alrededor. Sentí los efectos calmantes "cortesía" de Jasper, pero aun así estaba molesto. —Alice, desaparece—le gruñí. —Nop! Ahora deja de ser un gruñón y déjame verla—me dijo levantando las cejas y haciendo un puchero—por favor—le tembló su labio inferior. —Eres un pequeño monstruo lo sabes. A demás ya la has visto en tus visiones—le dije acunando a Bella en mi brazo y descubriéndole el rostro que estaba oculto por la frazada. —Si la he visto, pero es mejor verla en persona. Es tan linda y será una preciosidad cuando crezca, ya lo veras—me dijo acariciando sus pequeños risos chocolates. –Bella y yo seremos grandes amigas.— Le respondí con un gruñido no quería a la pequeña rodeada de vampiros y ella me mostro una visión de la mujer más hermosa que haya visto en mi vida, su cabello chocolate caía libre en suaves ondas hasta la cintura, sus ojos eran como café con leche y estaba abrazada a Alice… mi Bella… supe que era ella en cuanto vi sus ojos. Si mi corazón estuviera vivo, hubiera latido descontroladamente. Alice me miro socarronamente, sabía que me ocultaba algo y también sabía que no me lo iba a decir. —Es seguro salir a ver a la pequeña? O todavía anda el ogro suelto?—resonó la voz de Emmett por todo el garaje al igual que su risa. Bella empezó a llorar, claramente asustada por el volumen de su voz. —Emmett—todos siseamos a la misma vez, Rosalie le golpeo la parte de atrás de la cabeza.


—No pasa nada Bella, es solo el tonto de Em—le dije acariciando su rostro. Me miro y dejo de llorar. "Edward, puedo sostenerla..por favor? " Me pregunto Esme acercándose de la mano de Carlisle. —Claro, mamá—le dije entregándole la niña. Carlisle la observo atentamente, mientras yo podía ver los pensamientos emocionados de Esme. Sonríe al verla tan feliz. "Debo revisarla para asegurarnos que esté completamente bien, Edward. Después de todo lo que paso la pobre en el bosque." Asentí, indicándole a Carlisle que estaba de acuerdo. Mientras subíamos por las escaleras que daban del garaje a la casa. Bella miraba con curiosidad a Esme; mientras Esme ya estaba pensando todas las cosas que tendría que comprar. Cuando entre a la sala me pare en seco, el suelo estaba cubierto de juguetes. —Se dan cuenta que ella ni siquiera se sienta sola, como va a poder perseguir una pelota?—les siseé. —Ahh! hombre, no eres nada divertido!—dijo Emmett y Jasper me dejo ver una imagen mental de Emmett hace unas horas, rompiendo las cajas y jugando con todos los juguetes. Rodee los ojos, Rosalie regresaba del auto con las bolsas de las compras que había hecho en Seattle. —Todo lo compraste en azul?—me dijo sentándose junto a Alice, mientras sacaban la ropa que le compre—Incluso los biberones… Edward, te has dado cuenta mientras le cambiabas los pañales que es una niña no es cierto?—me miro de manera inquisitiva. —Me gusta como le queda el azul—me defendí. Emmett y Jasper desde la entrada soltaron a reír. —Edward?—me llamo Esme —Si, Esme? —No es por nada hijo, pero los pañales se los pusiste al revés—me dijo dándome una sonrisa de disculpa. Todos se rieron incluyendo Carlisle.


—Pues de la otra manera se le caían—dije cruzando mis brazos bajo mi pecho, nunca he lidiado un bebe no pueden esperar que sea perfecto. —El Sr. Todolosé, porque todoloescucho, no sabe cómo poner un pañal? –dijo Rosalie sonriendo con burla. —Vamos a tu cuarto para poderla revisar—me dijo Carlisle, evitando que le saltara al cuello a Rosalie. Esme, se levando con gracia y empezó a subir las escaleras, aun haciéndole cariños a la bebe. Carlisle me miro. "Lo siento hijo, ya sabes cómo es Esme con eso de los bebes. Trate de frenar a los demás, solo íbamos a venir tu madre y yo, pero en cuanto Alice les conto lo que paso, todos decidieron acompañarnos, así que nos montamos en el primer avión que salía de Denali. Llegamos ayer en la tarde." —No importa, Carlisle. Sé que esto iba a pasar tarde o… Que le paso a mi habitación?—dije mirando nuevamente para ver si no me había equivocado de cuarto. Mi vieja cama seguía en el medio, pero ahora las paredes eran rosadas, mi equipo de música y mi piano estaba en la pared sur. Al lado de mi cama había una cuna blanca con un intrincado patrón de rosas en rosado y dorado. —Alice, que diablos es eso?—le pregunte viendo el móvil sobre la cuna, que en vez de los convencionales osos o animales de peluche… tenia…carteras y zapatos de felpa. "Lo lamento Edward, trate de decirle que no lo hiciera, pero ya sabes cómo se pone cuando se le mete algo en la cabeza lo primero que dijo es que tu cuarto de color azul no era para una niña que tenía que transformarlo en algo femenino."–pensó Jasper desde la planta baja. —No te parece adorable?—me pregunto Alice danzando a través de la puerta, deteniéndose a mi lado. —Alice…—empecé a decir, pero el sonido más desgarrador del mundo me corto…el llanto de mi ángel. —Que le paso?—Estuve a su lado en un parpadeo. —No es nada Edward, tranquilo—me dijo Esme entregándome a la pequeña. —Tienes hambre pequeñita?—le pregunte rozando mi dedo en su mejilla.


—Aquí traigo la formula—dijo Rosalie entrando a la habitación. Todos me observaron darle de comer, Alice acomodaba unas bolsas negras que había visto arrinconadas en una esquina. —Que es eso?—le pregunte curioso mientras Bella se dedicaba a observarme, había leído en el site que encontré que los bebes a esta solo tienen un rango visual equivalente a la distancia del pecho de su madre al rostro de ella. Toque su rostro y pude ver el mío a través de sus ojos, solo por unos segundos antes que se desvaneciera…extraño parece que tengo que estar en contacto con su piel para leerle la mente…pero luego sus pensamientos enseguida desaparecen como si algo me bloqueara… Bueno me estoy poniendo paranoico, es lógico que no pueda leerla aun…su mente no se ha desarrollado completamente y mi imagen se perdió por que seguramente se entretuvo en otra cosa. —Que es esto?, Que es esto, es lo que te pregunto yo a ti. De donde sacaste esta cosa?—me mostro una camiseta desteñida al estilo hippie. —Tú me la compraste Alice. Tu compras toda mi ropa—le dije rodando los ojos, volviéndome a concentrar en la bebe. —Si, te la compre… te la compre en 1960 Edward!—me dijo dando un sacudiendo la camiseta frente a mí. —Es retro…—le dije sabiendo que la iba a molestar. —Retro? Ya te daré yo retro…Tienes suerte de tener esa bebe en las manos Edward Masen—me dijo girando sobre sus talones y sacando 5 enormes bolsas de la habitación. —Puedo sacarle los gases?—me pregunto Rosalie con un hilo de voz. La mire y luego mire a la pequeña en mis brazos.—por favor—agrego moviendo su pie de manera incomoda. Suspire, mire nuevamente a la pequeña que ya se había dormido. Asentí y ella la tomo con mucha más delicadeza de lo que hubiera esperado, la trato como si estuviera hecha de porcelana fina, se sentó con la pequeña en una mecedora que había junto a la ventana y empezó a arrullarla mientras frotaba dulcemente su espalda. Sus pensamientos me tomaron por sorpresa, se sentía completa… tenia ahora lo que siempre ansió, una hija. —Rosalie…—empecé a decir.


—Tengo claro que es tuya Edward… no te preocupes por eso…solo me pregunto… si crees que puedas ser capaz de compartirla conmigo—me pregunto esperanzada.—Prometo siempre respetar tu autoridad sobre ella— añadió rápidamente. —Creo…creo que puedo hacer el esfuerzo—dije incomodo. Era raro ver esta faceta de Rosalie, nunca pensé que podría interesar por alguien que no fuera ella misma. "Gracias" dijeron 4 voces en mi cabeza; Emmett, Carlisle, Esme y Rose. —De nada—murmure, mientras me acercaba a mi armario, cuando lo abrí… todo lo que resalto a mi vista fue "rosado" una cantidad incontable de ropita rosada, vestiditos, camisetitas, pijamas, zapatitos. Gruñí cuando vi que lo que quedaba de mi ropa estaba toda pegada contra una esquina. Abrí las gavetas del mueble, toallitas de tela, pañales, baberos, lazos, sombreros… todo en rosado. "Me deje llevar por Alice... lo siento." Pensó Rose. —Se dan cuenta que para que ella pueda usar toda esa ropa, tendrían que hacer un desfile de modas a diario?—le pregunte. "Creo que ese es el plan." Pensó Carlisle Mi enojo empezó a crecer, pero lo sentí bajo control rápidamente…Jasper. .—.—.—.—.—.—.— Carlisle examino a la pequeña aunque tuvo que luchar un poco, parece que a Bella no le gustan mucho los doctores…Carlisle, me dijo que estaba en perfectas condiciones. Cosa que me hizo respirar tranquilo. "Tenemos que hablar, Edward" —Lo sé…—le dije saliendo de la habitación. Rosalie había preparado a Bella para darle un baño, recordándome que yo no tomo ningún baño desde que su madre me la había entregado. Como piensan ellas que la podía bañar en mitad de la carretera. Todos menos Rosalie y Esme nos reunimos en el comedor; cuando la familia tenía algo serio que discutir, nos reuníamos en este lugar de la casa. Carlisle estaba sentado a la cabeza, Alice a su lado izquierdo, yo a su derecha. Jasper recostado contra la pared del fondo, Emmett en la otra esquina.


—Cuales son tus planes, Edward?—me pregunto Carlisle. —Criar a Isabella como mi hija, claro está—les dije contundente. —Edward…creo que es más sabio que la niña sea adoptada por Esme y por mí. Déjame terminar—agrego cuando vio que lo iba a interrumpir.—Sabemos el derecho que tienes sobre Bella, nadie te está disputando eso. Solo te pedimos que nos dejes seguir contigo como la familia que siempre hemos sido y nos permitas ayudarte a criarla. Si quieres que sea una Masen, así será no te lo negaremos, podemos ser sus guardianes legales en lugar de sus padres adoptivos, pero date cuenta que llegara el momento en que ella no podrá pasar por hija tuya.—me dijo y todos los demás acordaron con él, inclusive Rosalie y Esme desde mi habitación. —Entonces sus planes, son mudarse aquí conmigo y la pequeña Bella.?—les pregunte aun no muy seguro de que eso fuera buena idea. —Edward, se lo que te preocupa. Jasper se mantendrá alejado de ella, hasta que se sienta en completo control—me dijo Alice. —No quiero imponerme, ella no es su responsabilidad. Yo fui quien se comprometió a cuidarla. Ella es una Masen no una Cullen—les dije. —Vamos hermano, tú has estado con nosotros a través de todas las cosas que han pasado en estas décadas. No, nos pidas que le demos la espalda a la más grande aventura que tendremos—me dijo Emmett.—Demonios! ya me veo enseñándole a jugar baseball—rio estrepitosamente. —Aléjate de ella—le dije en un gruñido. No podía arriesgarme a que saliera lastimada por accidente. —Relájate chico, no le va a pasar nada, seremos muy cuidadosos alrededor de la pequeña hacedora de fluidos corporales.—dijo riendo tan fuerte que las paredes vibraron. —Emmett…cállate que la bebe se acaba de dormir, no me hagas bajar y darte un golpe—le siseo Rosalie. —Maldición, todos ustedes son unos aburridos—se quejo doblando sus brazos en su pecho. —Entonces, Edward. Nos dejaras ayudarte a criar a Bella? Carlisle te servirá cuando se ella se enferme. Esme para las comidas. Rose para los baños, peinados y otras cosas. Yo para los vestidos, los chicos… bueno ellos son parte del paquete—dijo Alice.


—Sabes la respuesta pequeña duende, acabo de leer la visión que has tenido—le dije. —Claro que se la respuesta, pero es más divertido que lo digas en voz alta— me dijo sacando la lengua. —Está bien, se pueden quedar…solo recuerden tocarla con mucho cuidado y no hacer ninguna locura a su alrededor. Las reglas son claras quiero que Bella tenga una vida lo más humana y normal posible. No quiero que se pierda ningún tipo de experiencia humana por estar rodeada de vampiros. No será puesta bajo la tutela legal de Esme y Carlisle hasta que en realidad sea demasiado mayor para pasar por mi hija, aun después de eso ella seguirá siendo una Masen, su apellido no cambiara—les dije seriamente. —Diablos Edward, ni que la fuéramos a quebrar danos un poco de crédito.—se quejo Emmett. —Bueno entonces supongo que debemos hacer todos los trámites para instalarnos aquí. Mañana conseguiré una plaza en el hospital. Ustedes regresaran al colegio?—pregunto Carlisle. —No pretendo apartarme de Bella—les dije. —Está bien, Edward todos comprendemos eso. A demás yo también pretendo tomarme unos años libres, cuando Bella vaya a la escuela entonces iremos con ella—dijo Alice. "Edward! Bella se despertó no creo que demore mucho antes de… " los pensamientos de Rosalie fueron interrumpidos por el llanto de mi pequeña. "Lo sabía". Volvió a pensar pero yo ya estaba en la puerta del cuarto. El aire lleno mis pulmones sintiéndome haciéndome percatar que no había respirado a totalidad desde que la había dejado. —Aquí estoy pequeña—le dije sacándola de brazos de Rosalie.—me habías extrañado? Yo también te extrañe…—la arrulle tomando una de sus pequeñas manos que salía de la manta en la que estaba envuelta. Su mano se apretó mi dedo índice sosteniéndolo, no me hubiera dado cuenta que me sostenía sino hubiera sido por el calor que irradiaba. "Te tiene envuelto en su dedo meñique, hijo. No sabes cómo me alegro de verte feliz." Pensó Esme antes de salir de la habitación y dejarme solo con mi pequeña.


—Ya te alimentaron o te tienen pasando hambre pequeñita?—le dije sentándome con ella en la cama—Vamos a quitarte esta cobija, tengo la calefacción puesta no es necesario que estés tan abrigada. Rosalie, entro dándome el biberón y mi cabeza se levanto de inmediato en cuanto vi la pijama que tenia puesta para mirar hacia la puerta en donde estaba toda mi familia reunida, era azul y tenia escrito Edward's Little angel en plateado el punto de la í era una pequeña corona de princesa. Sonreí y ellos me devolvieron seis sonrisas iguales de grandes que las mías. "No te creas muy importante, también hice una en rosado que dice Rose's Little baby". Pensó Rosalie presumidamente. —Gracias, de todos modos.—le dije con sinceridad antes que todos se retiraran a hacer sus distintas actividades. Me acosté con ella sobre mi pecho arrullándola por el resto de la noche, viendo los colores que pintaban sus sueños mientras acariciaba su rostro.

Capítulo 3: Primeros meses

Las primeras dos semanas habían sido tranquilas. La bebe estaba conmigo todo el tiempo, solo la dejaba cuando Rose o Esme la iban a bañar y a peinar o cuando Alice le iba a cambiar la ropa cosa que pasaba más a menudo de lo que me gustara. Carlisle consiguió una plaza en el Northwestern Memorial Hospital, Emmett había pululado varias veces al día por el cuarto preguntando cuando Bella iba hacer algo diferente a dormir, comer y ensuciar pañales ganándose varios golpes de Rosalie. Jasper como Alice prometió había mantenido su distancia, había ido a cazar una vez cada tres días tratando de controlar su sed. La caza, he allí nuestra primera gran discusión. Mi familia y yo nos habíamos envuelto en una discusión sobre las cacerías cuando Bella tenía un mes y un día de vida. Les había dejado muy claro que solo cazaría presas cercanas que no me tomaran más de una hora y ellos habían insistido en que me fuera de excursión como antes hacía con Emmett y Jasper. Nunca en todo nuestro tiempo como familia había tenido un pleito tan grande con Rosalie.


—Edward, necesitas ir a cazar mírate los ojos, se nota que tienes sed—dijo Rosalie cruzándose de brazos. —Cace el día que encontré a Bella, aun puedo esperar un poco más—dije molesto por sus intromisiones. —Eso fue hace tres semanas hijo—trato de razonar Carlisle. —Puedo esperar unos días más. —Dices que te preocupas de su seguridad y qué tipo de seguridad le brindas estando alrededor de un vampiro sediento que no la deja dormir en su cuna porque siempre la tiene cargada? Un vampiro que probó sangre humana por diez años. Que nos vas a decir cuando la mates? Que lo sientes? Que no pensaste que eso podría pasar?—me espeto. —Yo nunca le haría daño, su sangre no me llama a beberla—gruñí agazapándome. Ese había sido un golpe bajo… recordarme mi tiempo de rebeldía cuando cace a humanos, pero solo cazaba los de alma corrupta, los malos… era mejor librar el mundo de su inmundicia o al menos eso me decía para aliviar mi culpa. Pero mi Bella es un ángel, nunca la tocaría. —Calma chico…—dijo Emmett saltando en medio de nosotros protegiendo a Rosalie. —Rosalie, no debiste haber dicho eso… sabes bien que Edward nunca lastimaría a Bella—la reprendió Carlisle. —Entonces qué? Lo vamos a dejar andar rondándola mientras esta muerto de sed? Lo han visto como la huele? Hasta Jasper caza más a menudo para mantenerla protegida—se quejo —Piensa lo que quieras Rosalie, Bella es mía, es mi responsabilidad y yo soy quien decido las cosas. Precisamente por eso no iba a regresar con ustedes donde estuvieran controlando cada uno de mis movimientos esperando que falle en algo para restregármelo. Te recuerdo que fueron ustedes los que vinieron a nosotros, no nosotros a ustedes—le grite. "Edward…" empezó a pensar Esme, pero yo subí las escaleras corriendo. Sabía que había sido cruel con ellos, no me había detenido a pensar lo que decía. Bloquee todos los pensamientos de mi familia, no quería escucharlos. —Ahora no Esme—le dije tomando a la bebe de sus brazos y saltando por la ventana dirigiéndome al bosque que colindaba con la mansión de mis padres.


Corrí sosteniéndola contra mi pecho como si fuera un talismán que alejara todo lo malo. Llegue a un cedro de incienso y me senté en la rama más ancha que encontré. Descubrí su rostro y me vi reflejado en sus ojos que me miraban fijamente. —Lamento haberte sacado así de la casa, pequeñita…estaba enojado y ellos no entienden. No soy lo suficientemente fuerte para alejarme de ti, ni siquiera un día—le dije dándole un beso esquimal. La única ocasión en la que trate de salir a cazar hace unos días no había siquiera llegado al borde del bosque cuando escuche su llanto y regrese corriendo. Yo sabía que de alguna forma ella sentía cuando yo me alejaba y eso la ponía mal, lo menos que quiero es causarle dolor, si eso significa que tengo que encargar por correo animales como si fuera a hacer un zoológico en mi patio trasero para poder alimentarme sin alejarme de ella lo hare. —Ellos no nos entienden… nosotros estamos conectados de una manera especial…—escondí su pequeño rostro en mi cuello mientras acariciaba su espalda. "Yo si los entiendo" pensó Alice aterrizando con suavidad a mi lado. —En realidad nos entiendes?—le pregunte recostando a Bella sobre mis muslos. —Claro… sabia que esto iba a pasar… no te preocupes Edward tengo un plan— me dijo dándome una sonrisa.—hueles eso?—me dijo acariciando la nariz de la pequeña. —Un venado de cola blanca…macho…—le dije una vez reconocí el aroma. —Pues es tuyo…lo deje amarrado a unos doscientos metros yo me quedo con Bella mientras cenas. Podemos hacer esto cada vez que necesites beber—me dijo extendiendo sus manos para que le entregara a la pequeña.—Yo la protegeré mientras comes, así no se tienen que separar y esta pequeña no se pondrá a llorar porque aun podrá sentir que estas cerca. —Alice… no lo sé…—le dije inseguro de dejar mi monstruo interior roer la superficie con mi pequeña tan cerca. —Todo estará bien Edward… lo tienes todo controlado…—me dijo alentándome a entregarle la pequeña. Se la entregue después de ver la visión que me mostro y era cierto todo estaba bien. Baje del árbol de un brinco cayendo al lado del animal. No era la manera


más divertida, pero al menos era comida. Me mentalice como si fuera humano y estuviera en un restaurante donde me ponían el plato en frente. Drene el venado en pocos minutos, mi sed aminoro pero aun no estaba totalmente satisfecho, tal vez en los próximos días podíamos repetir esto. Regrese y me senté a su lado tomándola nuevamente en brazos. —Como estuvo? –me pregunto balanceando sus piernas. —Mis felicitaciones al chef—le respondí con burla. —Rosalie, lamenta haberte hablado de esa forma… ella se preocupa por Bella…la ve como si fuera suya, le has dado a ella y a Esme la posibilidad de ser madres… comprendo que se extralimito que dejaste muy claro desde el principio que no querías interferencias, pero no la alejes de nosotros.—me dijo con preocupación. Sabía que había tenido una visión de mí llevándome a Bella lejos de ellos para que dejaran de interferir. Por un momento lo considere, aun no había desechado la idea del todo. Acaricie el rostro de mi pequeña y pude ver el rostro de Esme en sus pensamientos, era como si me preguntara donde estaba. El rostro de Esme se repetía un poco menos que el mío, me sorprendió ver el de Rosalie aparecer de repente. No eran imágenes muy claras, su visión aun no se había desarrollado completamente.—Si te vas los vamos a extrañar mucho… —Regresemos Alice, te prometo pensar lo que hare con la mente fría, sin dejar que el enojo nuble mi juicio.—le dije y ella me devolvió una sonrisa al estilo Alice. Corrimos de regreso a la casa, en la sala estaban todos reunidos. Me sentí mal al ver a Rosalie prácticamente sollozando mientras Emmett la abrazaba. Esme no estaba mucho mejor, en sus pensamientos me mostraba el miedo de perder a Bella. Me sentí como un canalla. Camine despacio hasta la sala, ya sabía que me habían oído llegar. Allí tome mi decisión, no alejaría a Bella de ellos, pero no quería más discusiones o intromisiones. Rosalie se disculpo y luego nos reunimos todos para dejar en claro las cosas. Desde ese día no hemos vuelto a discutir. Halloween llego en un pestañeo, la casa estaba toda decorada con brujas, calabazas y vampiros. Cada vez que veía un conde Dracula rodaba mis ojos. Estaba en nuestro cuarto haciéndole a la pequeña los ejercicios que Carlisle me había sugerido para estimularla, cuando un pensamiento me golpeo antes que su dueña entrara. —La respuesta es no, Alice—le dije sin girarme a verla.


—Oh vamos Edward, tu quieres que Bella experimente cosas humanas, pues que tradición más humana que pedir caramelos? Imagínate lo linda que se va a ver en su disfraz de ovejita y tú serás un tierno león.—me dijo parándose frente a mi mostrándome los atuendos. —No pretendo vestirme de león, Alice…—le dije levantando a Bella. —Tu dijiste que querías que no se perdiera nada humano por vivir con vampiros Edward!—me lloriqueo. —Bella no va a poder apreciar nada de esto, tal vez el próximo año cuando sea un poco mayor. A demás ella no puede comer golosinas… que vamos a hacer con todo lo que recojamos—le dije y ella sonrió al ver que ya me estaba convenciendo. —Se las daremos a Carlisle para que las regale en el ala pediátrica. Vamos Edward por favor. Carlisle aviso en el hospital que si iría a la fiesta llevando a su pequeña sobrina y a su familia.—me dijo acariciando la falsa piel de oveja. —Está bien, pero solo un rato. No quiero que Bella se pase de su hora de dormir—le dije —Como si ella tuviera hora de dormir… tú la dejas hacer lo que quiera. Aun no se para que Esme se molesta en cambiar las sábanas de la cuna, si Bella nunca ha dormido en ella—me dijo con dramatismo. —A ella no le gusta esa cuna, es muy dura—le dije defendiéndonos. —Si claro como si tu pecho fuera un lecho de plumas—murmuro sarcásticamente.—Ahora vete a vestir mientras yo visto a esta preciosidad— dijo haciéndole gracias a la bebe. Tome el disfraz que me entrego. —La pobre le va a tener fobia a la ropa cuando crezca por tu culpa—dije muy bajito. Te escuche. Respondió en su mente. Me mire en el espejo y deje escapar un suspiro… me veía ridículo. No sé como accedí a esto, seguro Emmett se burlara de mí por el próximo siglo. Déjame verte, ya sé que terminaste de vestirte. Si ya sabes, entonces ya me viste—dije abriendo la puerta con el ceño fruncido.


Abrí mucho los ojos cuando vi a la pequeña Bella, estaba muy bonita en su disfraz de ovejita. La tome en brazos y ella me miro curiosa. Toque su rostro y pude ver que me había reconocido a pesar del pelaje que tenia puesto. —Eres la oveja más hermosa que he visto, pequeñita. –le dije levantándola a la altura de mis ojos. Nuestras miradas se conectaron unos minutos—Así que de este modo el león se enamoro de la oveja—dije sin saber por qué. Trague en seco cuando las palabras se repitieron en mi mente, pero deseche rápidamente el pensamiento. Un flash me cegó y mire con los ojos entrecerrados a Alice, pero vi que era Esme quien tenía la cámara en sus manos. Lo siento, es que se ven tan adorable juntos que no me pude resistir. Alice desapareció a cambiarse, mientras yo miraba a Esme y a Carlisle que apareció tras ella. —Que originales—dije sarcásticamente al verlos disfrazados de vampiros. Alice, dijeron ambos en su mente. Esme extendió sus brazos para cargar a Bella. Los cuatro bajamos las escaleras y nos detuvimos en la sala. Carlisle miraba a Bella en los brazos de Esme y sus pensamientos se tornaban protectores alrededor de las dos mujeres que estaba contemplando. —No pretendo salir vestido así— rugió Emmett desde su cuarto. No pude aguantar mis risas, cuando vi su imagen reflejada en la enojada mente de Rosalie. Emmett iba vestido de bebe oso y ella de ricitos de oro. Deje de reírte gato sobrealimentado. Me grito mentalmente haciendo que me riera con más ganas. —Vamos chicos no se pongan así, es por una buena causa. La regla dice que los disfraces deben ser graciosos—nos dijo Carlisle tomando el papel de padre de familia. —Y tiene de gracioso el tuyo que no sea la redundancia?—le pregunte rodando los ojos. Carlisle saco una estaca de mentira de su capa y se puso sobre el corazón. Esme sonrió dejándome ver sus colmillos falsos rotos.


Alice y Jasper eran una pareja de hombre lobos con problemas de caspa… ok mi hermana estaba perdiendo los papeles estos disfraces eran los más tontos que había visto. Nos dirigimos al hotel donde se estaba celebrando la fiesta del hospital de Carlisle, como ninguno estaba asistiendo a la escuela no podíamos aparentar ser los hijos adolescentes de Carlisle, por lo cual Alice, Emmett y yo éramos sus hermanos adoptivos. Jasper y Rose sus primos. Mantuvimos un bajo perfil, más que todo porque los humanos no se sentían tranquilos alrededor de siete vampiros. Aunque siempre había uno que otro compañero de Carlisle lo suficientemente curioso para acercarse a ver a mi "pobre hija huérfana". A veces los humanos me enferman, ya que no se acercaban por tener sentimientos cálidos hacia la niña, sino solo por el morbo de conocer la triste historia que rodea a esta angelical criatura. No soporte más de dos horas, así que excuse diciendo que la pequeña debía de descansar y que yo aun estaba de luto por la muerte de mi esposa. —.—.—.—.—.—. Hoy estábamos celebrando los dos meses de vida de Bella… Rosalie y Esme habían dicho que debimos celebrar cada mes de vida de la pequeña que nos había traído tanta dicha. Ellas alegaban que así ya sería una experta cuando celebráramos su primer año. Alice se les había unido porque tenía una excusa para planear una fiesta y comprar cosas. Yo rodee los ojos, no le veía el caso a decorar la casa y comprar un pastel cuando solamente éramos nosotros y ninguno de los presente comía comida humana, bueno Bella sí, pero ella aun no comía nada que no fuera leche. Alice, insistió cambiarla de ropa por quinta vez en el día y eso que solo eran las cuatro de la tarde. Las fotografías no se hicieron esperar, Alice se había comprado un centro de fotografías para poder revelar las fotos a medida que las iba tomando, en estos dos meses de vida, se habían revelado casi dos mil fotos muchas de las que ya estaban adornando cada parte de la casa. No podía negar que Bella lucia preciosa en su pequeño vestidito azul de encajes blancos, Alice le había puesto una diadema de cintas de encaje blanco con flores azules. Se veía adorable. Todos les cantaron el "feliz cumplemeses" mientras yo quería solo rodar los ojos, por eso me gane una patada de Alice en la espinilla, cuando tuvo una visión de mi haciendo un comentario poco amable.


—Esa Alice es una tonta verdad, mi preciosa Bella—le dije tocando su nariz. Como recompensa tuve el mejor regalo del mundo, una sonrisa, era la primera que vez que mi pequeña sonreía y lo hizo por mí. —Ahhhh la vieron?—dijo Alice saltando atrayendo la atención de todos.—Haz que sonrisa de nuevo eso tengo que tenerlo en una foto, como no lo vi venir?—dijo preparando la cámara. —Oye pequeñita… porque te ríes con Edward? Él es un aburrido, te tienes que reír conmigo que soy tu hermano más guapo y divertido—dijo Emmett riendo. Jasper se removió intranquilo desde la pared más lejana. Y yo que soy un muñeco de cera? Pensó acercándose con cuidado para mirarla más de cerca. Bella lo miro desde mis piernas, donde la tenia recostada contra mi pecho, ya que apenas estaba empezando a sostener su cabeza y su cuello. Emmett le sonrió y le hizo caras "graciosas" pero no consiguió que le sonriera. La tome en brazos y la hice mirarme, inmediatamente una sonrisa sin dientes se expandió por su rostro, escuche el dedo de Alice tocar el botón antes que el flash no dejara casi ciegos. —Definitivamente es la sonrisa más linda que he visto—le dije acariciando su nariz con la mía. —Oye eso no es justo, saquito de babas—le dijo quitándole su mano de su boca al ver que no le prestaba atención, ganándose un golpe de Rose y una patada mía en la pantorrilla cuando Bella empezó a llorar. La calme y me la lleve a nuestro cuarto, mire todas las fotos que Alice le había tomado conmigo durante este tiempo, pero sentía la necesidad de que Bella creciera sabiendo su origen. Busque la ya olvidada bolsa de sus padres y saque el foto álbum, tome del cajón dos de los tantos portarretratos que Alice, había comprado para estar siempre lista en cuanto capturara alguna foto que merecía ser enmarcada, lo cual pasaba muy a menudo. Encontré las fotos que estaba buscando en una Renee la sostenía sobre su pecho en cuanto nació y en la otra estaba junto a Charlie y a Renee. Las puse en la mesita de noche junto a las nuestras. —Estos son tus padre, pequeña—le dije mientras la sentaba en mis piernas y tocaba el portarretratos para que supiera de quienes le estaba hablando. Hacia un día que Bella se había encontrado sus mano y ahora no había manera en que fijara su atención en otra cosa que no fuera eso y por supuesto yo…


—No te molestes con Emmett, ya sabes que tiene la mentalidad de un niño de cinco años—dijo Carlisle paternalmente. —No estoy molesto con él, ya tengo demasiadas décadas conociéndolo como para saber eso. No me extrañaría que cuando Bella creciera un poco se pusiera a pelearle los juguetes.—le respondí, pero me percate que Carlisle no me estaba prestando atención, está mirando fijamente el retrato de la madre de Bella. —Era su madre—le dije respondiendo a la pregunta que se hizo en su mente.—no he tenido tiempo de hablar contigo pero quería comentarte que en el bosque ella me dijo que sabía lo que yo era, sabía que era un vampiro, pero también sabía que no le haría daño a la pequeña, dijo que conoció alguien como yo.—le dije pero él siguió comparando rostros en su mente, se enfoco en una niña de unos ocho años. —Renee Higginbotham—dijo mientras tomaba la foto y la miraba más de cerca.—Hace unos once años atendí a una pequeña que estaba de vacaciones con sus padres en New York y se había caído dándose un fuerte golpe en la cabeza, recuerdo que la pequeña me preguntaba sobre todas las cosas que nos diferencian de los demás humanos, una niña muy curiosa a decir verdad. —La niña por la que nos mudamos solo como precaución?—le pregunte recordando la noche en la que Carlisle nos comento que conoció a una paciente de lo más curiosa, quería saber porque era tan blanco, porque era tan frio, porque sus ojos eran diferentes, porque su voz no sonaba como nada que hubiera escuchado antes, porque olía de esa manera. Todos acordamos que sería mejor marcharnos antes que la niña empezara a comentarles a sus padres todo lo que había preguntado a Carlisle. Asumimos que aunque lo hiciera sus padres no le prestarían atención pero no podíamos correr el riesgo. —¡Que pequeño es el mundo!, ahora nosotros tenemos a su pequeña…nunca pensé que ella llegara a descubrir qué tipo de criatura era. Por lo visto era una pequeña muy persistente…un trágico fin para una pequeña tan dulce—dijo mostrándome la enorme compasión que sentía en este momento por la pequeña que conoció hace tanto tiempo. —Cuando tenga edad suficiente, la llevaremos de regreso a Forks a que vea las tumbas de sus padres, no quiero que se perturbe al ver su nombre en una tumba vacía en medio de la de ellos—dije acunando a la pequeña que se había mantenido muy tranquila durante toda la conversación. A la semana de haber encontrado los cuerpos sin vida de Renee y Charlie Swan, las autoridades habían llegado a la conclusión que la pequeña no había podido sobrevivir ya fuera porque fue ultimada por el asesino de sus padres o por que había sido


devorada por animales salvajes, después de todo encontraron la carcasa vacía del oso del que me alimente al parecer los lobos lo encontraron y se lo devoraron casi por completo. —Tienes razón, Edward. Cuando llegue el tiempo hablaremos sobre eso—me dijo soltando un suspiro antes de poner la fotografía en su lugar—Bueno pequeña Bella te toca tu revisión mensual—saco su cinta métrica de su maletín mientras yo desvestía a la pequeña que se había empezado a poner inquieta. —Definitivamente tengo razón a Bella no le gustan los doctores—le dije riendo —Los doctores, no es lo que no le gustan, lo que no le gustan son las vacunas y lamentablemente hoy le tocan—dijo sacando unos frasquitos refrigerados que había mantenido cerca de su cuerpo para mantenerlos a la temperatura indicada. –Primero el anti—polio ya que se le da en la boca—dijo echándole un liquido trasparente que olía raro y por lo visto sabia mal al ver las caras graciosas que hizo la pequeña. Cuando llego el momento de pincharla con la aguja me dieron ganas de sisearle a Carlisle en cuanto el llanto de mi pequeño ángel lleno el ambiente, pero sabía que eran por su bien ya que los humanos contraen todo tipo de enfermedades si no están protegidos. —Es por su bien Edward—dijo Carlisle palmeándome el hombro mientras yo mantenía el ceño fruncido y trataba de calmarla. Los días pasaron y la decoración de la casa cambio de Halloween a Día de Gracias y luego a Navidad. Alice, Esme y Rosalie, casi le arrancan la cabeza a Carlisle cuando les dijo que no podían poner un pino natural, al menos no durante los dos primeros años de vida de Bella, debido a las alergias. Estaban decorando el árbol mientas yo tenía a Bella en mis piernas, hace unos pocos días había empezado a jugar con cualquier cosa que pudiera atrapar entre las manos, lo que más le gustan son los sonajeros, para su tercer mes de vida Rosalie le había comprado un gimnasio de bebes para que pudiéramos recostarla sobre la manta y ella intentara atrapar los juguetes que colgaban sobre ella. Alice le había conseguido un piano que se adaptaba al gimnasio de manera que hiciera música con los pies cada vez que pateaba. Al principio ella giraba su cabeza tratando de seguir la dirección del sonido pero ya había descubierto que el sonido salía cada vez que ella pateaba las teclas.


—Oh demonios Edward! No le puedes negar nada?—se quejo Emmett sacudiendo su mano llena de baba por haber tomado el control remoto que hasta hace unos minutos Bella había tenido en su boca "mordiéndolo". —No lo tuvo tanto tiempo, se lo quite para reemplazarlo con este oso—le dije señalando el pequeño oso de plástico que funcionaba a su vez como sonajero, el cual estaba en su boca como todo a lo que le conseguía echar mano. —No le hagas caso al tonto de Emmett, él solo esta celoso de que no lo dejen hacer lo mismo—le dijo Rosalie tomándola de mis manos y levantándola en el aire, ganándose una de las dulces sonrisas de la pequeña que ahora son más frecuentes. —Rose! No me digas tonto—le reclamo Emmett. Rose giro los ojos y llevo a Bella hasta el árbol donde le entrego una esfera. —Espero que mañana no tengamos una "cena de navidad"—dijo Jasper preocupado. —No habrá cena de navidad hasta que Bella crezca—le respondió Esme y todos nos quedamos más tranquilos. Eran las ocho de la noche cuando Rosalie me entrego a Bella bañada, peinada y enfundada en un pijama rosado de flores. Luego salió a pasar algo de tiempo de "calidad" con su esposo. —Te tengo un presente de navidad, pequeño ángel—le dije sentándola en mis piernas sobre el banco del piano. Empecé a tocar la nana que compuse para ella como regalo de navidad. Toque la pieza hasta que sentí que su pequeña cabeza que estaba contra mi estómago se movió hacia un lado, indicándome que se había quedado dormida. Nos recosté e la cama sabiendo que mañana seria bombardeada con toneladas de regalos. Había visto en la mente de Alice que le había comprado muchísima más ropa de la que ya tenía, alegando que casi todo lo que le compraron la primera vez era talla de 0 a 3 meses y ya Bella había pasado esa edad. Carlisle, Esme y Jasper le habían comprado casi una biblioteca de libros de cuentos y educativos, la mayoría se leían solos cuando apretabas los botones de las páginas. Emmett y Rosalie, juguetes…. Más juguetes de los que cualquier niño podría imaginar. Aunque creo que los que escogió Emmett eran más para él que para Bella. —.—.—.—.—.—.—.—.—


—Quien es esa? Quien es esa linda bebé?—le preguntaba Esme, cada vez que se paraba frente al espejo con Bella en sus brazos. La bebe sonreía cuando miraba su reflejo en el espejo y cuando Esme se movía a la pared solida parecía un tanto confusa, las mire jugando a verse en el espejo mientras pensaba. Ahora Bella tenía casi seis meses, seis meses en los que la vida de todos no solo la mía se había llenado de color y risas. A Emmett le encantaba jugar con Bella y los juguetes, parecían dos niños, Jasper se sentía un poco más cómodo a su alrededor así que ya no guardaba tanta distancia como antes. Adoraba escuchar el sonido de sus balbuceos y su risa o "chillidos" como los llamaba Emmett. Le estaba enseñando a tocar el piano, aunque todos me decían que era muy temprano aun, todas las noches nos sentábamos en mi piano y la dejaba jugar con las teclas. Los pensamientos de Emmett siempre me hacían reír a esa hora… Edward, si vuelvo a escuchar "Estrellita donde estas" una vez más me voy de cacería por una semana. Tenía un mes amenazándome con lo mismo, pero nunca cumplía su palabra, encontraba demasiado entretenida a "babitas" como para alejarse por mucho tiempo. Si…babitas…así le puso de sobrenombre a la pequeña después del incidente del control remoto. Alice y yo habíamos seguido haciendo todo el asunto de "la cacería" al estilo "restaurante", aun seguía siendo poco divertido, pero no podía separarme de la pequeña por mucho tiempo así que me conformaba con esto por el momento. Carlisle, nos había dicho hace unos días que empezaríamos a complementar la dieta de Bella con comida humana. Esme había comprado unos libros de cocina con alimentos para bebes. Había hecho unos cuantos ensayos asegurándose de aprender apropiadamente para cuando llegara este día. Así que ahora en la cocina habíamos siete vampiros esperando para ver como se alimentaba nuestra pequeña humana por primera vez. La senté por primera vez en su sillita de comer y Esme me entrego una compota de manzanas. Bella estaba distraída mientras balbuceaba alegremente golpeando la cuchara contra el sobre de la silla. —Bella!—le dije llamando su atención. Enseguida como siempre que la llamaba por su nombre levanto sus manitas para que la cargara.—No, no. Debemos quedarnos sentados, tienes que comer lo que preparo Esme… mira es una rica compota de manzanas—le enseñe el contenido, me hizo un pucherito y volvió a levantar las manos, estaba a punto de tomarla en brazos cuando me encontré con la mirada de Carlisle quien sacudió su cabeza


negando.—Bella, Carlisle no nos deja sacarte hasta que pruebes un poco de comida—tome una cucharita térmica llenándola de compota y se la ofrecí.— Haber Bella, abre la boquita, mira que esto está yumi yumi—le puse un poco en los labios y ella movió su pequeña lengua recogiéndolo.—Ves que esta yumi—le volví a dar un poco más, ella se lo comió y golpeo con la cuchara la mesa balbuceando nuevamente. Demonios Edward, no quieres que te cambiemos los pañales a ti también? Pensó Emmett, ignore su comentario porque estaba entretenido dándole lo que quedaba de compota a Bella. —Quiere más? Quiere leche?—pregunto Esme. Toque su rostro, a medida que pasaban los días se me hacía mucho más difícil leerla. Carlisle tampoco sabía que pasaba, habíamos salido hace unos días a llevar a Bella al parque para verificar que aun pudiera escuchar a los humanos y podía escuchar a otros bebes de su misma edad sin problemas. No necesitaba estar en contacto de su piel como con Bella. —Creo…creo que quiere un poco más—les dije un tanto inseguro, en su mente podía ver algo que parecía deseo por algo pero no podía captar sobre qué. Intente darle más pero ella se negó, volvió a levantar los brazos para que la tomara. —Vaya lector de mentes—me bromeo Rosalie limpiándola con una toallita húmeda, quitándole los restos de manzana de la cara. —Porque eres tan difícil de leer pequeñita—le dije levantándola sobre mi cabeza de manera que su cara quedaba a mi altura. Me sonrió y acerco su manita a mi oreja halándola mientras sonreía. —De todos los humanos del mundo tu tenias que conseguirte a la más rara— dijo Emmett riendo. No importa que no pueda leerle los pensamientos a mi pequeño ángel, eso no la hace rara…la hace más especial.

Capítulo 4: Los primeros años

Venia regresando de mi "restaurante". Alice y yo habíamos caído en una rutina de dejarme un animal atado en los límites del bosque que colinda con el jardín de la mansión Masen, por lo general era un ciervo, solo una vez me


sorprendí cuando Emmett y Jasper salieron a cazar y me trajeron de "cena" un oso. Hacía tiempo que no me divertía a la hora de comer. Ese día dejamos el oso suelto en el jardín mientras mi ángel estaba resguardada en la seguridad de la casa con Rose; tuve una buena lucha antes de drenarlo. No estaba muy lejos de la casa aun podía oír las dos voces de mi familia: la mental y la vocal. —No. Bella…no, eso no se come—se quejo Emmett quitándole por tercera vez un trozo de papel que Carlisle le dio a Bella para que jugara a arrugarlo y romperlo.—Carlisle! Con tantos juguetes que ella tiene y tú le das un papel! Sabes lo que me hará Edward si babitas se traga un pedazo –Emmett levanto a la pequeña y la sentó lejos del papel entregándole un bloque de letras. Carlisle levanto la vista del periódico que estaba leyendo y se sonrió. —Los estudios dicen que jugar con papel les hace bien—dijo simplemente y siguió leyendo. La pequeña como estaba molesta le tiro el bloque, pero Emmett lo apaño en el aire antes que lo pudiera golpear. —Oye babitas! No seas agresiva—le dijo volviendo a armar la torre de bloques con la que estaba jugando. Bella, grito enojada mientras sostenía su peso en sus manos cosa que hacia cuando perdía el equilibrio. Hace unos días se había empezado a sentar sola pero aun tenía que ayudarse con sus manos para permanecer en esa posición. Entre corriendo a casa y la vi en el suelo de la sala rodeada de montañas de mega bloques.* —Te está molestando Emmett?—le dije tomándola en brazos. Ganándome una amplia sonrisa. Algo en su boca me llamo la atención y le lance a Emmett el bloque que la pequeña tenía en la mano. Luego no saben porque el pequeño monstruo avienta las cosas a la gente. Pensó Emmett poniendo el bloque que le lance en la parte de arriba de la torre. —La dejaste que se quedara con un pedazo de papel en a boca—me queje mientras acercaba mi dedo a sus labios para sacar el pedazo de hoja. En cuanto sintió mi dedo empezó a restregárselo por la encía. Carlisle me había dicho que ella estaba dentando por eso le gustaban las cosas frías, le habíamos comprado mordedoras que poníamos a congelar para ayudarla, pero ella prefería morder cualquiera de nuestros dedos a esos juguetes o a la


medicina para encías… Qué raro siento algo diferente en la parte de debajo de boca…. —Carlisle!—lo llame sintiendo a Bella un poco más caliente de lo normal. Carlisle estuvo a mi lado en un parpadeo, sabiendo por el tono de mi voz que si lo llamaba era por algo relacionado con Bella. —No es un pedazo de papel…le está saliendo un diente. Déjame buscar un antifebril por lo general les da fiebre cuando dientan. —Fiebre? Quieres decir que se pondrá enferma?—empecé a entrar en pánico no quería que nada le pasara a mi pequeña. Yo estuve a punto de morir cuando era humano por la fiebre. Cálmate Edward, es totalmente normal. No será una fiebre de enfermedad, se le pasara pronto…también puede que esté un poco irritable. No te preocupes. Carlisle regreso y su rostro mostraba la misma pasividad de sus pensamientos. Saco un gotero que contenía un líquido rojo que olía amargo. Bella escupió parte de la medicina y se puso a llorar. Cada vez que escucha su llanto era como si mi frio corazón se rompiera en millones de pedazos. —Shh…tranquila pequeña…—le dije ofreciéndole mi dedo. Lo tomo gustosa y empezó a restregarlo. Mientras balbuceaba.—Si… en verdad… que más?—le respondía con una sonrisa a sus "palabras" Hombre te has dado cuenta que nadie le entiende nada? Babitas no dice otra cosa que "agugugu". Ahora también hablas idioma de bebe? En qué libro lo encontraste? No que no la podías oír? Empezó Emmett con sus cosas. —Lo dice alguien que está haciendo una torre con bloques de juguete.—le espete, él se encogió de hombros y siguió armando los bloques.—Ves eso que está allí, pequeñita? Eso es un vampiro tonto—le dije señalando a Emmett. Me voy con Rose al garaje, ustedes no son nada divertidos. Ya verás cuando babitas crezca me querrá más a mí que a ti. —Sip… es un vampiro tonto e iluso—le dije mientras reía y ella me sonreía. La fiebre no fue gran cosa como Carlisle predijo, pero de todos modos me mantuve muy al pendiente, cuando la temperatura le subía, yo me quitaba la camisa y la dejaba descansar sobre mi pecho, pasamos la noche sin mayores complicaciones.


.—.—.—.—.— Un día como cualquier otro estábamos sentados en la sala viendo todos como Bella que ya tenía nueve meses y dos dientes, estaba tratando de gatear. Alice tenía la video filmadora encendida. Yo estaba sentado en el suelo mientras la llamaba y Rose vigilaba que no se golpeara si llegaba a perder el equilibrio. —Vamos Bella, ven hacia mi—la llamaba, palmeando mis piernas. Ella se sentó un momento y levanto sus manos para que la sostuviera.—Bella, estoy cerca, mueve tus manos y tus piernas y llegaras a mi—le dije con una sonrisa. En estos nueve meses había sonreído más que en los noventa años que tengo como vampiro. —Así, babitas. Mira como lo hago—le dijo Emmett que estaba gateando a nuestro alrededor. Bella volvió a ponerse en cuatro y empezó a balancear su pequeño cuerpo de adelante y atrás, como tratando de tomar impulso. Avanzo tentativamente y perdió el equilibrio. Rose la tomo y la volvió a poner en cuatro. —Ves nada paso—le dijo Rose con una sonrisa mientras la acariciaba. Bella se sentó y levanto las manos para que ella la cargara. La verdad es que Rose alrededor de Bella era una persona totalmente diferente a la que conocí durante todo este tiempo. Rose se puso tras de mí y la llamo también, en cuanto Bella volvió a ponerse en cuatro ella se deslizo a su lado para volverla a atrapar. —Vamos pequeña, ven a mí y te llevare a correr—le dije. Había descubierto que ella disfrutaba mucho de nuestras salidas a correr, ahora eso era casi una rutina diaria si el clima nos lo permitía. Bella, gateo lento, probando hasta que llego a mí, me puso las manos en las piernas y yo la tome en brazos cuando toda la familia, rompió en risas y gritos de alegría. Bella aplaudió emocionada, cada vez que alguien estaba alegre la pequeña aplaudía. Eso lo aprendió de una de las nanas que Rose le cantaba, la ponía a aplaudir y desde ese momento siempre que ella notaba a alguien contento ella aplaudía. Jasper estaba mucho más cómodo, sentía toda la energía positiva y la felicidad que todos irradiábamos cuando estábamos cerca de la pequeña. En las noches se quedaba de pie mirando por la ventana mientras Alice le contaba "Vampicienta" su propia versión de la Cenicienta pero en su historia el príncipe era un vampiro y el hada madrina era un icono de la moda. Me


frustraba un poco que le dijera que después de la boda el vampiro convertía a "Bellicienta" y vivían felices para siempre junto a su familia vampira. Jasper sentía mi desagrado con esa historia en particular, soportaba las otras un poco más…Bella Nieves y los siete vampiros, Bella y el vampiro de Oz, Bella en el país de los vampiros, la Bella y el vampiro, los tres vampiros y el hombre lobo… Solo Alice… para colmo le contaba esas historias y todos se sentaban alrededor a escucharla lanzándome miradas que claramente me decían "yo sé algo que tú no sabes y no te lo voy a decir" cosa que me volvía completamente loco. Por eso siempre Jasper estaba cerca para "ayudar". Lo que más le gustaba a Jasper hacer era venir con nosotros al parque de juegos que le creamos en el jardín a Bella. Como estaba al aire libre, no le molestaba tanto el aroma de la pequeña, así que él aprovechaba esas ocasiones para estrechar su vínculo con ella. Le encantaba escucharla reír cuando la empujaba en el columpio o la hacía deslizarse por el tobogán. Ya no la dejábamos jugar en la caja de arena desde el día que se puso a comérsela. Como Jasper entro en pánico pensando que habría que operarla, contagio a todos los miembros de la familia con su poder y quedamos todos en la oficina de Carlisle en el hospital. Ganándonos una reprimenda por parte del patriarca de la familia por hacer "una tormenta en un vaso de agua" como dijo ese día y volver loco a medio hospital. —Quieres correr o quieres nadar en la piscina?—le pregunte levantándola— hoy es un buen día. —Creo que prefiere correr Edward…—dijo Alice después de volver en sí. Tuvo una visión de Bella y yo corriendo en el bosque. —Si quieres que corra, porque la vas a vestir con ese nuevo atuendo deportivo que le compraste y con el cual la acabas de visualizar—la acuse Me saco la lengua y salió corriendo escaleras arriba a nuestra habitación. Regreso con un conjunto de pantalones de yoga y sudadera color lila. Rose me quito a Bella de las manos y la empezó a desvestir, mientras Alice subía de regreso al cuarto porque pensó que sería también mejor cambiar de diadema a Bella. A pesar que el cabello de mi pequeño ángel había crecido y ya le daba un poco más arriba de los hombros, Alice seguía insistiendo en ponerle diademas de cintas de seda en vez de coletas. Regreso con unas zapatillitas a juego y una diadema blanca con flores lilas. No creo que el mundo exista una niña con más diademas o accesorios para el cabello, zapatos e incluso carteras…si carteras Alice, se las fabrica solo para tomarle fotos con ellas.


—Que linda esta!—dijo Esme tomándole una foto. La tome en brazos y empecé a correr con ella incluso antes de haber salido de la casa, adoraba escuchar sus gritos de alegría mientras pasábamos a toda velocidad entre los árboles. Me hubiera podido llevarla a ver los animales salvajes, pero ellos nunca se acercaban a donde estábamos sabiendo que éramos depredadores naturales. Me detuve cerca de un riachuelo y nos senté sobre una roca y la gire para verle su hermosa cara, sus mejillas estaban sonrojadas por la carrera, sus ojos abiertos y curiosos como siempre. —Sabes que hoy cumpliría noventa y dos años si aun fuera humano, pequeñita? La edad suficiente para ser tu bisabuelo o tu tatarabuelo…la acerque a mi cara y como siempre que lo hacía tomo un mechón de mi cabello y empezó a halarlo, jugué con ella "comerme su estómago" y sus gritos de alegría no se hicieron esperar, aun no se carcajeaba en voz alta pero su sonrisa se volvía enorme cada vez que le hacía esto.—Lista para regresar a casa?—le dije acomodándole la diadema que por las risitas se le habían corrido y ahora estaban en su boca—No sé porque Alice sigue poniéndote estas cosas, cuando ella sabe perfectamente que no te gustan…—le dije y nos pusimos a correr. En cuanto llegue Esme y Rose la sacaron de mis brazos, para bañarla porque según ellas yo la había dejado ensuciar… si claro como si eso pudiera pasar. Una vez preparada con su pijama celeste de los ositos cariñositos nos recostamos para la noche de cuentos…Urra! Pensé con sarcasmo. Edward, quita esa cara ya deberías estar acostumbrado a estas alturas Me regaño mentalmente Carlisle sentándose junto a Esme. —Había una vez en el reino de Forks una hermosa princesa llamada Isabella, quien estaba comprometida desde su nacimiento con el príncipe Edward— levante una ceja pero Alice me ignoro y siguió con su historia—los reyes habían invitado a todos los habitantes del reino a que conocieran a le hermosa princesa, las hadas Esme, Rose y Alice se presentaron para darle sus dones, cuando la hermosa hada Rose iba a darle su regalo a la princesa apareció la bruja malvada de Tanya—en ese punto no pude evitar unirme al coro de risas, inclusive Bella se rio…su primera risa, todos nos quedamos como en un trance al escuchar el sonido más hermoso que alguna hubiera oído. Alice continúo con su adaptación de la Bella durmiente, hasta que mi Bella se durmió en mis brazos. —.—.—.—.—.—.— Faltaban pocos días para el cumpleaños de Bella, yo estaba terminando de leer un libro sobre los primeros años cuando escuche las risas características


de esta hora del día. Desde que Bella aprendió a gatear ahora se la pasaba haciendo "carreras" con Emmett, aunque podía decir que a mi pequeña le faltaba algo de coordinación. Ahora que estaba haciendo sus primeros intentos de caminar se podía decir que sus pies se le metían en el camino, por suerte la casa estaba totalmente alfombrada ya que se caía inclusive cuando iba sostenida de uno de esos nuevos juguetes modernos que los ayudan a caminar. Era la "hora alegre" de Emmett. En verdad aun pienso que Emmett nunca creció y que todos estos años no lo han ayudado a madurar para nada. Baje las escaleras y me quede observando la escena. Rose estaba en el sillón viendo la escena frente a ella con adoración y anhelo… Ella deseaba haber tenido hijos y poder verlos jugar de igual manera con su padre. Emmett estaba en el suelo junto a Bella. —Donde esta mi bebe?—decía Emmett tapándose los ojos—Hay ta!—decía al quitarse las manos. Bella se carcajeaba tanto que ahora estaba sobre su espalda recostada en la alfombra. Nos ha traído a todos gran felicidad…gracias por aceptarla ese día y dejarnos compartirla contigo… Dijo Esme poniéndome una mano en el hombro, mientras nos acercábamos a la sala. Bella sintió mi presencia como siempre que estaba cerca de ella y se levanto apoyándose en el sillón, paso junto a Rose y se sujeto de sus rodillas mirándola con curiosidad. —Ward!—le dijo con voz cantarina y me señalo. Yo me quede pegado al suelo, no pude dar un paso si quiera. —Si Bella, ya Edward termino de estudiar—le respondió Rose. Mis ojos me escocieron y sabía que si fuera humano en este momento estuviera llorando. Bella camino sujetándose del sillón hasta que no tenía nada más donde sostenerse. Me miro y yo me acuclille en mi posición a solo unos pasos de ella, aun estaba tan en shock que no había logrado moverme un paso más. Dio los tres pasos que la traerían a mis brazos y yo la levante en el aire haciéndola girar. Sus risas se unieron a las mías, la apreté contra mi pecho dándole un beso en sus cabellos. —Bella…hablaste…—le dije acariciando su espalda mientras ella tenía recostada su cabeza en mi hombro. Al menos ahora podría comunicarse con nosotros ya que con cada que pasaba su mente se cerraba cada vez más a mí.


Me senté con ella en el suelo y me di cuenta que la sala quedo vacía, todos se fueron dejándonos solos con la excusa de terminar las compras de las decoraciones para el cumpleaños de Bella. —Sabes que eres mi vida?—le pregunte dándole un beso en la nariz. —Ward!—repitió de nuevo y yo solo pude sonreír. El primer cumpleaños de Bella, fue una gran celebración para nosotros, recibió muchos regalos pero la pequeña se mostro más interesada en jugar con las cajeta, los papeles y los envoltorios. Bella y yo tuvimos una celebración más privada cuando el 20 de septiembre llegó, me la lleve a dar un largo paseo en auto conmemorando que hacía un año ella llego a mi existencia. La pequeña había extendido un poco su vocabulario, Rose y Alice se habían dedicado a torturar a la pobre niña hasta que dijera los nombres de todos. Ahora Bella tenía un año y tres meses, el nombre que más le había costado era el de Carlisle. Así que ahora éramos: Ali, Wose, Em, Meme, Lie, Jax y Ward. —Meme!—grito Bella golpeando su cuchara contra la tabla de la silla de comer, exigiendo su comida. —Me toca darle la comida!—grito Emmett desde la sala. —Tu se la diste la semana pasada, porque te toca de nuevo—replico Jasper —Pero tú le diste la comida ayer. No te quejes—le dijo entrando a la cocina —Niños compórtense que le están dando mal ejemplo a la bebe—los regaño Esme entregándole el plato de Bella. —Vamos babitas te toca comer un rico puré de papas, pollo y brócoli!—le dijo mostrándole el plato. —Em—grito y golpeo el sobre de nuevo mostrando sus cinco dientes cuando le sonrió. Recuerdas que te dije que cuando creciera me iba a querer más a mí. No digas que no te lo advertí Pensó presumidamente moviendo sus cejas. Yo solo rodé los ojos y seguí enfocado en todos los cambios que había tenido mi pequeña desde que nos encontramos, su cabello estaba más largo cayendo en suaves ondas chocolates por sus pequeños hombros, sus mejillas aun estaban redondeadas pero no tenían la misma forma de bebe ahora tenían forma más infantil, su nariz seguía siendo un pequeño botón de rosas, estaba mucho más


alta ya no cabía perfectamente en mi pecho, pero aun así era su lugar favorito para dormir. —La súper nave espacial del capitán Em está pidiendo permiso para aterrizar—le dijo haciendo el avioncito, Bella lo imitaba con su propia cuchara. —Ya termine de cambiarle el aceite a tu auto—me dijo Rose saliendo del garaje. Woa! Rose embarrada de aceite… creo que necesito ayudarla a limpiarse, quiero ver si está muy… Emmett empezó a toser y a escupir. —Yumi! Em—le dijo Bella tratando de darle otra cucharada de puré con brócoli. —Demonios Edward! No me pudiste haber avisado, hizo que me tragara un brócoli, ahora voy a tener que vomitar—se quejo Emmett mientras tocia como un gato tratando de expulsar una pelusa, mientras la casa irrumpía en risas, inclusive Carlisle en su despacho se unió a las risas. —Em. No—lo regaño Bella, intentando darle otra cucharada. —Esta niña es diabólica lo sabías?—me dijo resignado aceptando valientemente la comida que Bella le brindaba. Se podía decir que Emmett hacia todo lo que Bella le pidiera. —Yumi!—dijo feliz porque Emmett comió mientras ella tomaba el pollo en sus manitas y se lo comía. —Si… esta yumi…babitas—dijo Emmett levantándose. —No quieres seguirle dando de comer Em?—le pregunto Jasper riendo entrando a la cocina. —No Jax… voy a buscar un libro de guerra en tu cuarto donde pueda vomitar—dijo mientras corría a toda velocidad saliendo de la cocina. —No te atrevas!—le respondió Jasper. —Tonto!—dijo mi ángel riendo. —Si… un vampiro muy tonto—le dije mientras me aseguraba que terminara de comerse toda la comida.


Te escuche! Dijo Emmett mientras saltaba por la ventana del cuarto de Alice con un libro en las manos y Jasper detrás de él. —.—.—.—.—.—.—.— —Edward…habrá alguna manera de que podamos cazar a ese maldito dinosaurio morado? Si vuelvo a escuchar una vez más "Te quiero yo y tu a mi" voy a tirar la televisión por la ventana. Prefiero que veamos a Xuxa por lo menos ella si está bien b… Oye Rose no me pegues no dije nada—se quejo Emmett como siempre que nos sentábamos con Bella a ver la televisión. Bella estaba feliz tratando de bailar las canciones, pero casi siempre terminaba sentada sobre su pañal en el suelo por perder el equilibrio. Carlisle nos dijo que dejáramos de atraparla cada vez que se cayera que de pronto por eso no mejoraba su sentido de equilibrio, que solo interviniéramos cuando el golpe iba a ser fuerte o en la cabeza. Pero de todos modos se seguía cayendo. Lo más difícil para mí había sido enseñarle a bajar las escaleras, yo no paraba de tomarla en brazos por temor que se cayera, así que Rose me relevo en esa enseñanza y yo estuve más que agradecido ya que no podía soportar la ansiedad que me embargaba inclusive con la ayuda de Jasper. —Porque no vemos Candy Candy, ya saben que a Bella le gusta Anthony—dijo Alice empezando a cantar en su mente "Si me buscas tu a mí, me podrás encontrar, yo te espero aquí, si, si. Este es mi lugar…" —Alice, deja de cantar y todos sabemos que es a ti a quien te gusta el príncipe de la colina, has estado enamorada de él desde que salió la cómica en 1975. A demás a Bella no le gusta Anthony, ella solo se para frente al televisor y lo toca pero dice mi nombre—le dije. Celoso? Alice pensó y me mostro a Bella como a los 16 años sonriéndome mientras tocaba el piano para ella de igual manera que lo hacía ahora. Cada vez que Alice me mostraba esas imágenes, me sentía…. Diferente… No podía creer que mi pequeña protegida se fuera a convertir en una hermosa mujer. Espera a que cumpla dieciséis años y vaya al colegio con nosotros allí sabrás lo que son celos. Pensó presumidamente. —Claro que no estoy, ni estaré celoso— le sisee. —Mejor veamos el nuevo anime que salió…Sailor Moon—dijo Jasper y Alice le lanzo una mirada furiosa. Ella sabia como Jasper y Emmett se ponían a babear por Serena, Mina y Lita.—O mejor no… verdad cariño—se apresuro a corregir al notar que las emociones que emanaban de Alice no eran nada buenas.


Bella llego a mí y se subió a mis piernas tratando de abrazarme por el pecho, pero sus bracitos aun no eran lo suficientemente largos. Acaricie sus cabellos mientras seguíamos viendo la televisión. —Eward…awa!—me dijo. La tome de la mano y nos empecé a dirigir a la cocina cuando la puerta principal se abrió mostrando a Carlisle. —Calile!—grito Bella soltándose y corriendo hacia él. Mi padre sonrió ampliamente al igual que Esme que venía bajando las escaleras para recibirlo. En cuanto Carlisle se agacho, Bella empezó a revisarle los bolsillos, buscando la golosina que le traía todos los días. A su año y once meses de vida era una niña muy activa e inteligente, pensamos que es a raíz de los tantos libros de historia que le lee Carlisle cuando Bella entraba a su despacho. —Onde ta?—le pregunto frunciendo el ceño, volviendo a revisar los bolsillos de su bata. —Justo aquí—dijo "sacando "el caramelo de su oído. Bella abrió mucho los ojos y se toco el oído, pero luego tomo el caramelo y se lo metió a la boca. Carlisle le beso la frente y la tomo en brazos. —Wacias!—le dijo ella abrazándole el brazo. —Como se porto mi niña favorita?—le pregunto, mientras caminaba hacia Esme con Bella en brazos y le daba un beso a su esposa. —Bien!—le respondió mientras la ponía en el suelo y ella corría de regreso a mí y como costumbre se tropezó no me pude contener y la atrape antes que cayera. —Te tengo, nada de correr en la casa—le dije cuando la levante. —Mua!—dijo mientras me planto un inocente beso en los labios como Carlisle le acababa a dar a Esme solo que muy pegajoso por el dulce que aun tenía en la boca. Tomándome completamente desprevenido. —Gracias…—dije avergonzado, sin saber cómo reaccionar. —JAJAJA el primer beso de Edward se lo dio una bebe de dos años. Deberías darle la formula a Tanya, ella paso meses tratando de hacer lo mismo y no pudo—dijo volviendo a reír. —Cállate Emmett, no seas morboso, ella es solo una bebe—le gruñí mientras llevaba a Bella a la cocina.


—No es mi culpa, es la de Carlisle por darle tantos dulces—dijo volviendo a reír. Genial ahora se burlara de mí por quien sabe cuánto tiempo. Le entregue a Bella su vasito de seguridad y unos crayones con una hoja de papel para que garabateara. Mientras yo miraba por la ventana perdido en mis pensamientos, tratando de descifrar el vínculo tan cercano que mi pequeña y yo compartíamos. Recuerdo cuando Esme y Alice trataron de ponerla a dormir en su propio cuarto, fueron unas noches espantosas, yo la cargaba hasta que Bella se quedara dormida, en cuanto la ponía en la cuna y trataba de salir de la habitación, sus gritos y llantos resonaban por toda la casa. La pequeña se empezó a enfermar por la falta de sueño y nos dimos por vencidos volviéndola a instalar en mi habitación. Ella dependía de mi tanto como yo de ella… prácticamente me tenia envuelto en su dedo pequeño… pero sabía que en algún momento tendría que dejarla ir… el solo pensar en ese hecho hacia que sintiera como si tuviese un hueco en el pecho. No estaba seguro de poder hacerlo cuando llegara el momento. —Bella, estás segura que quieres que tu fiesta sea de la Bella y la Bestia? No prefieres que sea Aladino y Jazmín?—le pregunto Alice entrando con un cuaderno y una pluma. —Bella, guta—le dijo levantando la mirada de su dibujo para luego seguir dibujando. —Alice no estoy muy seguro de esa fiesta de cumpleaños sea buena idea.—le dije un tanto preocupado. —No seas tonto Edward, ya verás que Bella lo disfrutara.—dijo quitándole importancia. —No estoy seguro que sea buena idea contratar payasos, Alice. No crees que será muy sospechoso que en la fiesta de cumpleaños solo este la cumpleañera y su familia, los cuales son todos adultos?—le pregunte irritándome. —Eso lo tengo cubierto Edward, no te preocupes—me dijo mostrándome su visión. No pude aguantar las risas cuando vi como había resuelto el asunto. —Parece muy solida la visión…entonces me quedo tranquilo…solo podrías no salirte de las proporciones?—le suplique. El año pasado había mandado a hacer un pastel de tres pisos, cuando la única que comió un pedazo fue Bella. —Tratare…—canturreo saliendo de la cocina. —.—.—.—.—.—.—.—.—


—Isabella Marie Masen, déjate vestir!—se quejo Alice mientras trataba de convencer a Bella que se pusiera el vestido que le había comprado. —No!—le respondió metiéndose bajo la cama. Decidí que era momento de intervenir. Subí las escaleras y abrí la puerta de la habitación. —Al fin llegas—me reprendió Alice, yo rodee los ojos. —Si no la obligaras a ponerse todas esas ropas, esto no estaría pasando—le replique levantando la cama con una mano—Vamos Bella, sal de allá abajo.— le dije. Sus mejillas estaban rojas y mordía su labio con fuerza podía ver claramente que estaba enojada. —No quero—dijo acomodándose mejor en el suelo. Llegamos a los temibles dos años. Pensó Carlisle con gracia. —No te gusta el vestido que Alice te quiere poner?—le pregunte bajando la cama con cuidado y acostando en el suelo a su lado. Ella negó con la cabeza. Me moví con cuidado en el reducido espacio y le dije en "secreto"—Que tal si hacemos un trato? Te pones el vestido de Alice, dejas que te tome las fotos y luego yo te mismo te pongo un jeans y una camiseta de la Bella y la Bestia, te parece? —Sip!—me dijo y empezó a salir de debajo de la cama. Alice levanto la cama para que yo saliera más fácilmente. En cuanto salí de la cama, Bella se lanzo a mí y me abrazo las rodillas. —Wacias!—miro hacia arriba sonriéndome. Antes que Alice la tomara y empezara a vestirla. —Por qué no te gusta el vestido?—le dijo Alice con un puchero. —Pica—le respondió y empezó a rascarse. —No… lo que pasa es que desde que Edward te mostro lo que eran los jeans y camisetas, ahora no quieres usar otra cosa—se quejo mientras la peinaba. Gracias por arruinar a mi niña, Edward. Ahora sabes lo difícil que va a ser para mi hacerla que vaya conmigo de compras? Sabes la cantidad de vestidos hermosos que habrán para cuando ella haya crecido? Mira lo que veo… Me mostro una imagen de Bella a los catorce años, aferrándose a mi brazo,


mientras Alice trataba de convencerla para que fuera a centro comercial con ella. La cara de horror de la niña era tal que incluso Emmett se metió para que Alice no se saliera con la suya. Alice salió hecha una fiera de la casa, mientras Bella sonreí feliz por su victoria dándoles un beso a todos sus "protectores" prácticamente podía sentir el calor de sus labios en mi mejilla. Deja de reírte como idiota que esto no es ninguna broma. Esto es algo serio… —Oh vamos Alice, no es el fin del mundo—le dije tratando de confortarla mientras buscaba la ropa que le prometí a Bella. —Claro que si… A qué mujer no le gusta salir de compras. La próxima vez…— se corto por alguna razón, yo seguía entretenido buscándole la ropa a Bella, en medio de esta multitud de vestimentas.—Edward… tendremos visitas…—me gire y vi a lo que se refería. —No—gruñí y Bella me miro preocupada.

*Mega bloques: Legos sobre alimentados ajajajaja

Capítulo 5: Visitantes

—Cálmate Edward, ellos nunca se han portado mal mientras han estado a nuestro alrededor. Nunca han cazado cerca de nuestra casa—me replico —Ellos nunca han venido a nosotros con un humano cerca, no arriesgare a Bella—le dije con fiereza. —Eward?—dijo mi pequeña caminando hacia mí y abrazándome las rodillas. —No pasa nada pequeña—le dije tomándola en brazos. —Cuando llegan?—le dije entre dientes, preocupado por la seguridad de la pequeña. —Dos días, se quedaran tres días aquí—me dijo decaída. —Que te parece si vamos a Disneylandia pequeña? Quieres conocer a Mickey Mouse?—le pregunte sintiéndola tensa. Era extraño y fascinante a la vez, ver como ella reflejaba mis emociones en sí misma.


—Sip! Pofavo—me dijo dándome un abrazo en el cuello mientras reía de alegría. —Bueno ese será tu regalo de cumpleaños—le respondí. Alice me miraba con el ceño fruncido pero yo la ignore. Bajamos las escaleras y llegamos al jardín que estaba todo decorado con globos y serpentinas de colores. —Tonto Jax—dijo Bella riendo. No te atrevas a reírte. Me amenazo mentalmente. —Emmett, págame!—dije en cuanto sentí que el Jeep se detenía en el garaje. Qué? Maldición! en verdad Alice consiguió vestir a Jasper de payaso? Seguro viste alguna visión lector de mentes, eres un tramposo. Refunfuño Emmett cargando una caja enorme de regalo junto con Rose que traía el pastel de cumpleaños —Mira lo que te trajimos Bella!—le dijo Rose. Bella tenia puesta la nariz roja de Jasper mientras Alice les tomaba un sinfín de fotos. Bella corrió y empezó a romper el papel de regalos revelando un Jeep a baterías de la Barbie. —Babitas ahora ya tienes tu propio auto eres toda una Cullen—le bromeo Emmett mientras lo armaba. —Jazz. Peter y Charlotte vienen de visita—dijo Alice de pronto y todos voltearon a mirarme. —Bella y yo nos vamos a Disneylandia por unos días, regresaremos después que se hayan marchado—trate de suavizar mi tono en beneficio de Jasper. Sabiendo que Peter era su hermano de armas. Jasper me lanzo una mirada de disculpas, pero le hice ver que no había problemas. Solo tomo precauciones por el bien de la pequeña y él lo agradeció. —Key!—grito Bella aplaudiendo. —Si pequeña…Edward te llevara a ver a Mickey—dijo Esme un tanto triste. La voy a extrañar mucho. Pensó Esme con un dejo de tristeza.


—Cuanto tiempo estarán fuera?—pregunto Carlisle poniéndole una mano en el hombro a Esme. —Cuatro días a lo máximo cinco. Iremos a Orlando, ya Alice me confirmo que va a estar nublado por los remanentes del huracán Andrew. —Necesitas ayuda para cuidarla?—pregunto Emmett esperanzado. —Creo que es mejor que nos quedemos todos los demás, atraería menos atención.—dijo Carlisle al ver que iban a empezar a protestar. —No se preocupen, el parque está en temporada baja por la tormenta y vamos a ir durante semana, así que no habrá problema con que este demasiado lleno, esta noche cazare algo para prevenir de todos modos. Hare los arreglos necesarios para partir mañana.—le dije. Te conseguiré un ciervo, para que Alice pueda empacar ropa para la pequeña. Jasper me aseguro. —Bueno que tal si rompemos la piñata?—le pregunto Esme a Bella quien se rascaba sin cesar las pantimedias blancas que Alice le puso. —NO kerooooooooo!—grito Bella—Eward! Pica!—lloriqueo y se acostó en el suelo ensuciando el vestido. —Isabella Marie Masen—empezó a regañarla Alice pero Jasper tomo a la pequeña en sus brazos y le mando ondas calmantes a su esposa mientras me la entregaba. —Vamos a cambiarte de ropa, te parece bien?—le pregunte y ella se abrazo a mi cuello y asintió con su cabeza.—Enseguida volvemos—les dije antes de correr a nuestro cuarto—Bien vamos a quitarte este vestido pica, pica—le dije mientras la ayudaba a salir de sus zapatos, la cambie rápidamente en sus jeans, su camiseta de la Bella y una zapatillas. Cuando baje con la pequeña, Alice me miro ceñuda y empezó a decirme lo mucho que estaba dañando a Bella ya que la convertiría en una paria de la moda. Rodaba los ojos a su querella mental. —No pica!—grito Bella en cuanto la solté corriendo hacia Carlisle quien la atrapo y la lanzo al aire, haciendo que la pequeña riera muy fuerte. Demonios Edward, Carlisle no la va a dejar caer ya han hecho esto cientos de veces, deja de estar pululando a su alrededor listo para atraparla. Pensó Emmett imitando mi postura.


—Pues parece que tú estás haciendo lo mismo que yo—le respondí presumidamente y él me sonrió ampliamente. Que te puedo decir…ella es mi hermanita. Ambos sonreímos mientras Esme miraba con adoración la escena que tenía enfrente. Jasper hizo malabares con unas pelotas mientras Bella lo veía asombrada, ella trato de imitarlo pero las pelotas se le caían. En cuanto Emmett empezó a reírse de ella, Bella le tiro una pelota la cual agarro con facilidad, sin contar que Jasper también le estaba tirando una por molestar a la pequeña, la cual lo golpeo en la cabeza. Rose, sentó a Bella en el jeep de la Barbie mientras ella y Emmett le enseñaban a "manejar". Todos la miraban con amor, como si fuese lo más preciado de sus existencias mientras la niña guiaba el auto que iba a 2.5 MPH sorteando todos los juegos instalados en el jardín. El amor que mi familia tenía por ella era innegable. Hice los arreglos de hospedaje, avión y compre los boletos a los parques, mientras Alice revisaba el futuro de acuerdo a mis decisiones para asegurarse que todo estuviera bien, además me prometió mantenerse pendiente de cualquier cosa que nos pudiera afectar mientras estábamos lejos de casa. Llego el momento de pegarle a la piñata y la pequeña se escondió tras de mí, claramente asustada, me agache a su altura mientras podía escuchar los pensamientos de Emmett y Jasper sobre las estrategias para tumbar la piñata solo usando fuerza humana. —Que pasa pequeña?—le pregunte mirando en sus profundos ojos. —No guta –me dijo al oído —Que te parece si te ayudo a golpear la piñata, con eso te sentirías mejor?— le pregunte y ella negó con la cabeza. —No guta!—dijo escondiendo su rostro en mi cuello. Yo la tome en brazos y le di un beso en los cabellos. —Está bien no tienes que pegarle a la piñata, pero quieres los caramelos que hay dentro no es así?—acaricie su espalda reconfortándola y ella asintió.— Rompan la piñata ustedes chicos, nuestra pequeña Bella le tiene miedo a la Bestia—les dije y ellos rompieron a reír.


Bella recogió los caramelos del suelo guardándolos en su bolsita, luego nos entrego uno a cada uno de nosotros. —Bella…si no tienes ninguno con sabor a sangre, no creo que me lo coma— dijo Emmett riendo. Le cantamos el feliz cumpleaños a Bella y Esme le entrego un pedazo de pastel. —Em, tu yumi!—le dijo ofreciéndole un trozo —Babitas, tu sabes que yo solo como sangre no es así?—le pregunto preocupado y ella asintió pero le siguió ofreciendo pastel. —No guta, tu yumi!—lo miro seria Edward, ayúdame hermano! He comido más comida humana en estos últimos meses que lo que lo he hecho en años. Suplico. —Oh no tú la querías cargar mientras comía, ahora te atienes a las consecuencias—le dije riendo. Emmett cerró los ojos y abrió la boca para recibir el alimento. —Em, weno—le dijo dándole un beso en la mejilla. La expresión del rostro de Emmett me dejaba ver todo, no tuve necesidad de escuchar sus pensamientos, pero fueron tan altos que no me quedo de otra. Demonios eso valió la pena. —Jax, tu yumi?—le pregunto enseñándole la cuchara cubierta de pastel de chocolate. Jasper parecía un venado frente a las luces de un camión. —Erg!... tengo que cambiarme de ropa querida—le dijo con acento sueño. Alice le entrego un juego de maquillaje de juguete y salvo a su amado de trago amargo. La noche transcurrió con calma, Alice le hizo la maleta mientras yo "cenaba" cuando regrese, la pequeña estaba sobre el pecho de Jasper dormida profundamente y las ventanas de la habitación totalmente abiertas para mayor ventilación. —Lo siento tuve que dormirla, estaba muy ansiosa por el viaje y porque no regresabas, Alice esta abajo y los demás salieron pero regresan en unas


horas—me dijo dándome un sonrisa de disculpa, sabiendo que aun estaba algo receloso cuando él estaba cerca de la niña sin supervisión. —No pasa nada Jax—le dije el sobrenombre que Bella le puso y él me sonrió. —Iré a cazar con Alice, regresamos mañana. Que tengan buen viaje… y Edward… mantenla segura—me dijo con preocupación antes de salir por la puerta para buscar a Alice. Aunque Jasper, solo interactuaba con ella en lugares abiertos donde el olor de su sangre no fuera concentrado, su vinculo era bastante profundo por lo que me mostraban sus pensamientos, le gustaba estar cerca de Bella, porque le transmitía paz y un sentimiento de pureza casi de la misma manera que lo hacía Alice, aunque Bella lo hacía sin volverlo loco con sus cambios de humor y obsesión por las compras. Estar con Bella lo hacía olvidarse por momentos de los horrores que vivió cuando pertenecía a los clanes del sur. Por eso fue el que más estuvo de acuerdo con mi decisión de sacar a Bella de la casa mientras Peter y Charlotte estuviesen de visita; Jasper no quería arriesgar hermanita a ningún riesgo. Cuando la mañana llego, Esme y Rosalie vistieron a la pequeña con jeans y una camiseta a petición de la niña, quien se volvió a rehusar ponerse un vestido que le Rose le escogió. Genial ahora soy el enemigo público número uno de la moda según mis dos hermanas. En cuanto subimos al auto, Bella empezó a removerse intranquila en su sillita de auto. —Bella, recuerdas las cosas que te hemos dicho? No debes hablar de vampiros con nadie que no sea de la familia—le recordé. Desde que Bella empezó a hablar le tratamos de explicar la situación para que supiera que esperábamos de ella cuando la llevamos al parque e interactuaba con otros humanos, aunque ella nunca cruzo dos palabras con nadie, prefería quedarse cerca de quien sea que la llevara al parque que entablar amistad con los demás niños. Bella es una niña muy tímida en cuanto a los extraños, por lo general se esconde detrás de cualquiera de nosotros o deja caer su cabello sobre la cara. Por lo que Rosalie ahora la peinaba con coletas para evitar ese comportamiento. —Sip…no vamros—me dijo mientras tarareaba la melodía de Clair de Lune que estaba soñando en las bocinas de mi auto. Bella disfrutaba enormemente de nuestras tardes en las que nos encerrábamos en la habitación a escuchar música clásica. Las lecciones de piano habían mejorado algo, ya Bella podía


tocar "estrellita donde estas" y "Mary tenía un corderito" casi sin ayuda, aunque solo fuera con un dedo. —Esa es mi niña—le dije mientras me aparcaba en el aeropuerto. Bella no dejo de moverse en mis brazos mientras entregaba las maletas, revisábamos los pasajes y entregábamos los documentos para que los revisaran, podía decir que estaba muy emocionada. En cuanto nos sentamos en nuestros asientos de primera clase, se puso a mirar por la ventanilla. —Ya llegamo?—me pregunto por quinta vez desde que nos sentamos y el avión apenas tenía treinta minutos de haber despegado. —No amor, aun no llegamos, ni siquiera hemos llegado a Kentucky si mis cálculos no me fallan.—le dije acariciándole el cabello. —Que linda es su hija, se nota la que quiere mucho—me dijo la azafata de vuelo. Es padre soltero no tiene anillo de matrimonio, dicen que no hay mejor forma de atrapar a un padre amoroso que caerle bien a sus hijos, luego que atrape a este bombón puedo enviar a la pequeña molestia a un internado en Tombuctú. —En efecto, Bella es mi razón de vivir, con ella en mi vida no hay cabida para ninguna otra mujer—le dije molesto por sus pensamientos. Le sonreí abiertamente mostrándole mis afilados dientes, esperando asustarla. Dios que sonrisa, quien sabe si la pequeña se duerme lo puedo invitar a que se una al club de las alturas. —Tienes mucha suerte, pequeñita se nota que tu papá te quiere mucho, quieres jugo de manzana?—le dijo tratando de ganarse a la pequeña. Ok…eso no funciono como esperaba, estaba perdiendo mi marca, como es posible que este mujer no esté asustada, después de haberme mostrado claramente. Sentí un tirón en la manga de mi camisa y al encontrarme con esos ojos chocolates todo a mí alrededor desapareció. Me incline ya que tenía las manos a ambos lados de su boca como cuando me quiere decir un secreto. —Tu no papá, Chali papá.—me dijo y luego miro a la mujer recelosamente como hacía con todo extraño que se nos acercaba.


—Lo sé pequeña, pero ella no…—le dije en su oído, le di un beso en la frente y le entregue un libro de colorear de las princesas que Esme empaco en su bolso de mano para entretenerla durante el vuelo. —El jugo estará bien, señorita gracias, si necesitamos algo más se lo hare saber.—le dije despidiéndola en cuanto me entrego el jugo para la niña. Se retiro bastante molesta por no haber causado el efecto esperado en mí. Dos horas después de haber salido de Chicago aterrizamos en Orlando, Bella estaba muy emocionada cuando nos sentamos en la limosina que nos esperaba para llevarnos al resort dentro del parque miraba todo que podía desde la silla de carro que había pedido instalaran en la limosina. En cuanto llegamos al hotel fuimos recibidos por el mayordomo que tendríamos a nuestro servicio durante nuestra instancia, el almuerzo de Bella ya estaba servido, a penas termino de comerlo me rogo que la llevara a los juegos de los que Jax le había hablado anoche. Nos dirigimos a Fantasyland ya que es donde se encontraban los juegos para los niños de su edad. Como no hacía mucho que había comido la lleve primero a "Pequeño mundo" nos subimos en los pequeños botes que nos llevaron de paseo alrededor del mundo, cuando ella fuera más grande la llevaría a conocer todos los países a los que quisiera ir. Luego me dijo que se quería subir en Dumbo, así que nos subimos en los pequeños elefantes voladores, adoraba el sonido de sus risas. Fuimos a la casa de Mickey Mouse pero cuando vio al hombre disfrazado, se pego a mis rodillas y me dijo que se quería ir. —Pero si vinimos hasta acá fue para que vieras a Mickey—le dije cuando la saque de la casa de Mickey y me senté con ella en una banca para ofrecerle un poco de agua. —Eshe Key no guta…ese guta—me dijo señalando una foto del cartel. Así que le tiene miedo a los personajes en persona, pobrecita…bueno trataría lo más posible de evitar los personajes disfrazados. Después de hacer una fila ridículamente larga para entrar al "Bote de Donald" La pequeña no duro ni siquiera diez minutos dentro ya que se caía constantemente tratando de subir por las cuerdas y se sentía intimidada por la cantidad de niños allí dentro a pesar que yo me encontraba con ella. Hicimos todas las paradas reglamentarias para limpiar y cambiar a Bella ya que ella aun usaba pañales. Fue bastante incomodo porque en los baños de hombres no había cambiadores, por suerte habían baños para mujeres con


niños y los pude usar, sin necesidad de tener que entrar en el baño de las damas. Regresamos al hotel mientras caía la noche, luego de cenar la prepare para darle un baño. Le puse un vestido de baño color rosa con flores azules que Alice había empacado y empezamos la hora de "dejar a Edward empapado". —Como Esme y Rose se las arreglan para bañarte sin resultar salir mojadas como un gato?—le pregunte mientras Bella volvía a lanzarme agua con sus manos y se reía desvergonzadamente. —Awa Eward! Tu fuchi—me dijo volviéndome a mojar. —Oh no pequeñita, tu fuchi…por eso te estoy bañando—le dije mientras trataba de lavarle los cabellos. Ella tomo un puñado de burbujas, lo soplo en mi dirección llenándome los cabellos de jabón y el baño de risas. Después de secarla vestirla y peinarla, la deje en la cama viendo caricaturas mientras me quitaba la ropa mojada y me ponía una seca. Cuando regrese ella estaba casi dormida, me recosté a su lado y como siempre se movió par acurrucarse a mi lado. —Eward! Te quero!—me dijo y me dio un beso en la mejilla. La apreté contra mi pecho y le bese los cabellos mientras acaricie su espalda. —Y yo a ti mi pequeña…y yo a ti…—le dije dándome cuenta que ella se quedo dormida. Los siguientes días fueron ajetreados Bella quería ir a todos lados. Fuimos a Adventureland para montarnos en el paseo por la jungla, le compre unas orejas de Minnie Mouse, caramelos y algodón de azúcar…lo cual fue una muy mala idea ya que después de eso nos montamos en las "tazas del sombrerero loco", tomo mucha agua después de haber vomitado y recibí una llamada de Rosalie junto con Esme regañándome por mi ocurrencia, al parecer cuando Alice tuvo la visión ya estábamos en las tazas. Bella pidió hablar con Meme, le aseguro que estaba bien y se despidió porque quería ir el desfile. Cuando fui a empacar para regresar a casa, me di cuenta que necesitaba una maleta adicional, le había comprado a Bella, muñecos de felpa, así como camisetas, jeans y zapatillas de la mayoría de los personajes. Las dos horas de vuelo para regresar a casa pasaron sin mayores complicaciones. Bella durmió la mayor parte del trayecto, aparque el auto en el garaje y toda mi familia estuvo en un parpadeo.


—Babitas!—grito Emmett sacándola del auto y abrazándola. Bella se dejo abrazar y consentir por todos y cada uno de ellos. Se notaban lo mucho que la habían extrañado. Bella también pareció notarlo porque se dejo poner uno de vestidos que Alice le mostro para cenar. Jasper y Carlisle, me contaron que la visita de Peter y Charlotte fue sin complicaciones, en efecto captaron de entrada la esencia de la pequeña pero luego de que Jasper les explicara la situación parecieron aceptar la idea aunque les pareció un tanto extraña. —.—.—.—.—.—.—.— El tiempo paso mientras veíamos con asombro como la pequeña crecía y cambiaba poco a poco físicamente e intelectualmente. Cada día sus ocurrencias eran mayores… así que hoy nos encontrábamos aquí un domingo dos meses después de sus tres años… cuatro vampiros adultos que combinados teníamos más de 600 años de existencia…sentados alrededor de una mesita de té, con sombreros de ala ancha y collares de perlas en nuestros cuellos. —Jax, bonito!—dijo aplaudiendo cuando termino de ponerle lápiz labial color rosado en los labios que le abarco un pedazo de la nariz y las mejillas.—No Carlie, vamro malo—le dijo molesta y se puso a volver a peinarlo, ya que Carlisle se había echado el cabello hacia atrás quitándose el flequillo que le había hecho Bella.—Vez, achi bonito—le dio un beso en la mejilla. El sombrero y los labios rojos te lucen Edward. Se burlo Emmett. —No tanto como los aretes, los ganchos de colores y las sombras a ti—le siseé tan bajo que Bella no pudo oírlo. —Llegaron las galletas y el té—anuncio Esme muy orgullosa—Oh pero mira que lindos se ven, Alice, Rose deben venir a ver esto. Rose entro parándose en seco cuando capto la escena frente a ella. Mientras que Alice tomaba fotos a diestra y siniestra. —Vaya al menos sé que Bella le está dando buen uso a los maquillajes que le compre—se rio Rose. —Babitas, porque no puedes ser como todas las niñas e imaginarte la comida…porque tienes que hacer que nos traigan comida.—lloriqueo Emmett —Tu faco, come—le dijo pinchándole el costado con un dedito mientras le servía la mayor cantidad de galletas de igual manera que Esme le decía cuando


tenía que comer. Se giro hacia mí y me sirvió tres galletas de chispas de chocolate.— Eward come. —Claro pequeña me comeré todas las galletas—le dije y ella me dio un beso pintándome de rojo las mejillas. Emmett tragaba con dificultad, mientras ella terminaba de servirle las galletas a Carlisle y Jasper. Esme la ayudo sirviendo el té. —Gueresh ma Eward?—me pregunto cuando vio mi plato limpio. Emmett me miro presumido pensando que ahora tendría que comer tanto como él. —Claro, quiero dos más por favor—le dije y Jasper me miro con complicidad. —Uno, dosh—conto poniendo las galletas en mi plato. Las escondí a velocidad vampírica en mi bolsillo junto con las demás, mientras hacía como si masticara. —Te vi!—me acuso Emmett furioso. —Demonios Emmett, haz hecho que perdiera dos mil dólares—se quejo Jasper.—No puedo creer que hayas tardado tanto tiempo en darte cuenta en verdad creías que nosotros tres nos comíamos todo lo que ella nos ofrecía?— no pudo evitar que una sonrisa siniestra se extendiera por toda su cara resaltando sus cicatrices mientras hablaba de manera que Bella no nos oyera. —Bueno al menos perdí dos mil y no tres mil si hubiera demorado un año más en descubrirlo.—dijo Carlisle riendo. —Todos ustedes lo sabían? Todos ustedes hacían esto? Demonios yo llevo dos años comiendo comida humana y ustedes… y ustedes la escondían a velocidad vampírica para que babitas no se dé cuenta y no me dijeron!—Dijo Emmett molesto tratando de levantarse. —Em, abajo, tu come—lo regaño Bella poniéndole una galleta en la boca. Mientras todos seguíamos riendo al ver que estaba obligado a tragársela. Ya verás chico, espera y veras. Me amenazo mientras todos seguíamos riendo.

Capítulo 6: Mudanza


Habían pasado unas semanas desde la fiesta de té de la pequeña Bella, Esme le estaba dando clases en casa para enseñarle cosas sencillas para su edad como contar o pintar dentro de los bordes. Jasper, le había comprado un juego educativo para la computadora. Había decido tocar mi piano mientras ellos la tenían entretenida en la sala. No pude contener mi sonrisa cuando escuche que la discusión empezó. —Em, toca a yo misma—le dijo Bella y se podía decir por su voz que estaba molesta. —Pero te acaba de tocar—se quejo Emmett —Toca mi!—le grito —Emmett, deja la niña—le dijo Rose —Pero no es justo Rose, a ella ya le toco, me toca a mí—le dijo molesto mientras veía a Bella seguir jugando. —Toca mi—le dijo sacándole la lengua —No es cierto me toca a mí—le dijo y le quito el control de las manos. —EWAR TOCA MI!—me llamó gritando al tope de sus pulmones y yo baje las escaleras —Emmett, no te da vergüenza pelear con una niña de tres años?—dije tomando a una muy enojada Bella en mis brazos, de inmediato aferro sus bracitos a mi cuello y dejo su mejilla descansar junto a la mía mientras veía la situación. Una niña de tres años que a veces parece haber sido traída de uno de los círculos del infierno. No te has dado cuenta? Esa niña es diabólica a veces. —Gracias—le dije a Rose cuando ella le pego en la cabeza. —Por que el golpe?—se quejo —Por quitarle el control a la princesa de la casa y por lo que estabas pensando—le dijo presumida volviendo a ocuparse en su revista. —Que ahora lees mentes como Edward?—hizo un puchero. —No es difícil leerte cuando lo tienes todo escrito en tu cara.


—Mira princesa tengo una solución para tu mal humor, que tal si nadamos un rato?—le dijo Jasper. —No quero—dijo aun molesta. —Quieres jugar a otra cosa?—la anime a responder. —Condido, tu buca—me dijo alegre. —Está bien yo te busco, con quien te quieres esconder?—le pregunte. —Jax—dijo dándole una sonrisa radiante, que él le devolvió de igual manera. La tomo en sus brazos como si ella se fuera a romper o a desaparecer en cualquier momento. A veces me daban un poco de celos lo unidos que se habían vuelto ahora que él estaba más seguro de poderse controlar mientras estuviera con ella. Ella irradiaba tanta felicidad que él se sentía atraído a ella, como un magneto al hierro. —Vamos a escondernos en un buen lugar—le dijo y ella se rio abrazando su cuello. —No tampa, Ewar—me dijo en tono serio pero con una sonrisa. —Está bien pequeña, tratare de no hacer trampas—le dije y Jasper desapareció con la pequeña escaleras arriba Como si pudieras evitar hacer trampas! Pensó Emmett mientras los seguía con Rose y Alice. Ya conocía la rutina, era la misma de siempre que jugábamos. Cerré los ojos y recosté mi rostro en mi brazo sobre la pared. —Uno…dos…tres… cuatro…cinco…Listos o no allá voy—grite. Somos vampiros… no necesitamos mucho tiempo para escondernos. Como regla primero tenía que encontrar a la pequeña. Trate de cerrar mi mente a sus pensamientos y deje que mi oído me guiara. —Shhh Jax, no bulla—lo reprendió en un susurro —Pero no fui yo, fueron tus barbies las que se cayeron—se quejo Jasper muy bajo y ella se rio.


Entre a nuestra habitación, no había cambiado mucho desde que llegamos, solo que la cuna fue sacada para ser reemplazada con una mesita de té con sillas rosadas y estantes para guardar cientos de juguetes. Hice ruido para alertarla de mi presencia, aunque no era necesario ella siempre sabia cuando yo estaba cerca. Me agache sabiendo lo que venía era casi una rutina, pero ella lo disfrutaba enormemente. En cuanto abrí la puerta ella salto sobre mí y me "tumbo" sobre mi espalda. —Buuuu! Te achute Ewar!—dijo riendo —Si que susto me has dado, no me esperaba que me saltaras encima, eres un gatito muy aterrador—le dije poniendo cara de susto. —No gatito, yo misma tigre!—dijo y empezó a gruñir mostrando sus pequeños dientes. —Oh no un tigre anda suelto. Que alguien me ayude!—dije cuando ella empezó a saltar sentada en mi estómago aun "rugiendo" —Yo misma como—me dijo y empezó a hacer como si me mordiera la mano los brazos y todo lo mi pecho. Empecé a reír al igual que Jasper, en verdad la alegría de esta pequeña era contagiosa. —Bueno te toca buscar—le dije levantándonos del suelo. —Yo misma buco—me dijo mientras la acomodaba sobre mis hombros ella se sujetaba de mi cabello y me guiaba como si fuera un caballo. —Uno, dosh, thes. Jax—dijo haciéndome entrar en el closet donde antes estaba escondida. —Ahhh que tramposa eres—le dijo Jasper juguetonamente.—Ahora a quien vas a encontrar? —Carlie!—grito y halo mis cabellos. –Ewar, bioteca! Cuando entramos a la biblioteca, la puse en el suelo y ella salió corriendo tropezándose en el aire como siempre, por suerte ya había aprendido a cómo evitar golpearse; cayó de rodillas y se fue gateando hasta el escritorio.


—Uno, dosh, thes. Carlie!—grito metiéndose bajo el escritorio donde Carlisle estaba escondido. Seguimos jugando, encontramos a Alice en su cuarto, a Esme en la cocina, a Rose y Emmett en el garaje. Unos cuantos meses después, Carlisle llamo a consejo familiar. Todos nos reunimos el comedor, la pequeña Bella se sentó a mi lado ocupando su lugar como miembro del clan Cullen. Supe sobre lo que Carlisle quería hablar ya que era mi mayor preocupación al momento; aunque no comente nada hasta que nos sentamos todos y él tomo la palabra. —Edward, se acerco a mí con una inquietud, que no solo los afecta a Bella y a él sino a todos nosotros.—dijo Carlisle cediéndome la palabra. —Bella, en pocos meses cumplirá cuatro años, el próximo año iniciara el colegio, creo que debemos empezar a buscar un lugar donde instalarnos para poder estar listos cuando llegue el momento de mudarnos. Si es que quieren continuar con nosotros claro está—les dije. —No creerás que te puedes deshacer de nosotros tan fácil, Edward—dijo Rose. —Entonces a donde nos vamos?—pregunto Emmett —No regresaremos a Alaska o sí?—pregunto Jasper. —Alaska es el último lugar donde Edward querría ir, Jas—le dijo Alice —En efecto, no regresaremos a Alaska por lo menos de momento, Había pensado en Viena, pero creo que el idioma será un reto para Bella. La villa que tenemos en Milán hubiera sido de ayuda, pero no quiero a Bella cerca de Italia. Carlisle pensó en Londres, pero primero queremos estar seguros que todo esté bien allá. —Que tal si volvemos a Rochester? Ya han pasado muchos años—dijo Rose un tanto insegura—existen buenas escuelas y el clima nos favorece. —Estas segura Rose?—le pregunto Emmett ansioso. —Segura, claro si los demás estamos de acuerdo—dijo y acaricio de manera maternal a Bella que estaba jugando con unos carritos en la mesa. Todos asentimos.


—Bueno si todos estamos de acuerdo, entonces comenzaremos a buscar una casa apropiada, supongo que te encargaras de eso Esme querida—dijo Carlisle. —Comenzare enseguida a buscar una casa que se adapte a nuestras necesidades pero antes le hare al almuerzo a la pequeña—dijo levantándose de la mesa. —Meme, yo misma ayudo!—dijo Bella bajándose la de silla con dificultad casi cayendo sobre su trasero, por suerte Esme la atrapo antes y se la llevo a la cocina. —Me avisan como van los planes cuando vuelva del hospital, tengo el presentimiento que esta noche será algo movida, con el cambio de clima hay demasiados resfriados.—dijo Carlisle antes de tomar su maletín, se detuvo en la cocina y beso a dos chicas antes de entrar al garaje y tomar su auto. Pasaron unos cuantos minutos, en los que podía ver a la pequeña en la cocina a través de los pensamientos de Esme, Bella estaba inquieta, seguía a Esme en todas las cosas que estaba haciendo. Esme se giro para lavar las verduras en el fregadero dándole la espalda a la niña, escuche un lloriqueo. No necesite estar en la mente de Esme para oírlo. Todos en la casa se paralizaron cuando lo oyeron. Sangre… Pensó Esme y yo entre a la cocina en un segundo tomando a la pequeña que lloraba en mis brazos. Esme dejo de respirar y se tapo la nariz con la mano. No sé como paso. No la vi tomar el cuchillo. Esme hubiera llorado si fuera humana. Tomo el cuchillo manchado de sangre y lo metió bajo el grifo del agua bañándolo con detergente. Rose entro y me dejo una caja de banditas con un frasco de alcohol, antes de salir de la casa junto a los demás. La sangre de la pequeña era dulce más dulce de lo que hubiera pensado y muy concentrada. Su pequeña mano estaba presionando su dedo mientras lloraba. Su aroma inundaba toda la cocina…pero ella era mi pequeña. Empecé a respirar más lentamente, tratando de calmarme. —Ewar, me luele —dijo llorando, la sentí desfallecer antes de vomitar copiosamente en la cocina.


Maldición chico, despierta! Tú no tienes dos títulos de matasanos? Úsalos! Me gruño mentalmente Emmett. Cuando conseguí suficiente concentración para atenderla. Puse su pequeña mano bajo el grifo del agua. La herida era pequeña, prácticamente superficial. —Tranquila amor, ya te tengo—le dije mientras le soltaba los botones de su camisa sucia y su pequeña falda, se la entregaba a Esme para que las pusiera a lavar. Ya la cocina estaba limpia. Esme se había encargado de recoger el vomito del suelo y dejarlo reluciente como si nada hubiera pasado. Tenía a Bella sentada sobre la isla de la cocina, tome una bandita de cenicienta y se la puse alrededor de su pequeño dedo índice. —Bella, prométeme que no volverás a tomar un cuchillo sin permiso—la reprendí. Sus mejillas estaban manchadas de lágrimas, mi pequeño ángel me devolvió una mirada acuosa asintiendo débilmente, mientras llevaba su pequeño dedo lastimado a mi boca. Lo bese y ella me sonrió. Esme le beso los cabellos y me puso una mano en el hombro. Estoy muy orgullosa de ti, hijo. Lo hiciste bien. Lamento no haber estado más alerta. —No fue nada mamá…—le dije abrazando a mis dos ángeles. —.—.—.—.—.—.—.—.—. Estábamos casi a mitad de julio, teníamos planeado mudarnos poco después del navidad ya la pequeña Bella estaba un poco más grande y cada día se volvía más hermosa. Hoy ella me había dado "permiso" para ir a cazar un poco más distante que de costumbre, había salido a cazar con Jasper una manada de ciervos. —Oye, no notaste a Emmett medio extraño esta mañana?—me pregunto Jasper cuando veníamos de regreso. —Sus pensamientos estaban en lo de siempre… sexo, así que no le preste mucha atención.—le dije cuando tocamos el jardín. —Estaba ansioso porque saliéramos, dijo que era porque quería pasar tiempo con Bella—me dijo y escuche las risas de mi ángel proviniendo de la cocina.


Emmett seguía concentrado en un encuentro que tuvo con Rosalie, así que su mente no me servía para ver a Bella. Jasper sintió mi emoción y me palmeo el hombro sabiendo que estaba ansioso por verla. Entramos juntos a la cocina y como costumbre Bella se giro incluso antes de terminara de pasar por la puerta. —Ewar! Mira igual que tu—me dijo y me pare en seco frente a la escena. Mi pequeña tenía dos pajillas blancas en su boca que imitaban colmillos y su boca estaba toda roja por el jugo de fresas.—Vez yo misma vamro como tu—salto a mis brazos y me apretó con todas sus fuerzas por el cuello. —Emmett…corre…corre y rápido. –le sisee bajo para que Bella no escuchara. Qué hay de malo con que juegue a ser vampiro? Yo comí comida humana por dos años. Pensó y empezó a reír atronadoramente. —En serio Emmett…corre…—dijo Jasper sintiendo mi humor. Cuando Bella decidió "morder" mi cuello para succionar mi sangre. —Tu yumi, Ewar!—dijo antes de volver a "morderme". Un gruñido se formo en mi pecho y no lo pude contener. Bella dejo de morderme cuando lo sintió y me miro con sus enormes ojos llenos de lágrimas.—Tu bavo?—me pregunto y se puso a llorar. Suspire y me pinche el puente de la nariz. —No pequeña, no estoy enojado contigo, como crees que podría enojarme contigo—le dije acariciando su cabello y dándole un beso en punta de la nariz. —Te quero—me dijo dándome un "muah" en la boca. Cada vez que ella se ponía extremadamente feliz me daba un "muah" —Yo también a ti pequeña… ahora porque no me dejas unos momentos a solas con Em. Puedes ir con Jax a ver el correcaminos.—le dije entrecerrando mis ojos mientras miraba a Emmett que estaba riendo. —Nop! Em dijo que tu papau a él mismo. Ewar tu no papau Em—me regaño tomando mi rostro en sus manitas y mirándome a los ojos. Parece que no te dejaran tocarme un pelo después de todo, hermanito. Pensó presumido. —Tenemos toda la eternidad—le dije, saliendo con la pequeña de la cocina. —Ewar! Telesion!—dijo volviéndome a "morder" antes de sentarnos.


—Toda la eternidad… aunque no creo poder esperar tanto tiempo—sisee y escuche su risa atronadora. Estaba en nuestra habitación cuando Carlisle entro para hacerle la revisión anual a Bella. La pequeña lo miro con el ceño fruncido cuando lo vio entrar con su maletín en la mano; ella adoraba pasar tiempo con Carlisle pero cada vez que ella lo veía con su maletín significaba que le tocaba revisión, vacunas o algún tipo de medicina. Bella se escondió bajo las cobijas y se convirtió en una pequeña bolita. —Edward, has visto a Bella? Hace un segundo estaba aquí y ahora desapareció, es como si se hubiera vuelto invisible—dijo Carlisle jugando con la niña, quien soltó una risita amortiguada por las sábanas. —Nop, estoy tan intrigado como tú, ella estaba aquí a mi lado luego parpadee y ella se esfumo por arte de magia. Me parece haber visto a Speedy González pasar por aquí tal vez se la llevo—dije siguiéndole la broma y se oyeron más risas. —Oye Edward, tu cama parece tener el colchón dañado, tiene una deformidad justo en el medio. —Nada que un par de almohadazos no puedan corregir o podemos hacerle muchas cosquillas hasta que desaparezca.—dije antes de mover mis dedos ligeramente como si estuviera acariciando una pluma por los costados de la pequeña que empezó a revolcarse bajo las sábanas—Mira Carlisle tenias razón, el colchón está cambiando de forma—dije mientras Carlisle levantaba las cobijas. —Pero válgame el cielo, si es Bella—dijo Carlisle fingiendo sorpresa. —Te achute y te dio mello!—le dijo antes de sentarse sobre mis piernas. —Bella tengo que revisar que estés creciendo bien—dijo poniéndose su estetoscopio y frotándolo contra la colcha de la cama para calentarlo. —Tu mismo primero—dijo cruzándose de brazos. —Bella…—dijo Carlisle como advertencia. —No guta… tu mismo, yo ayuda!—dijo pidiéndole el estetoscopio. Carlisle suspiro y le coloco el estetoscopio en los oídos.


Bella primero puso el aparato en mi pecho, luego me toco la frente y rebusco en el maletín de Carlisle encontrando unas banditas de las princesas que me coloco en la frente como si me hubiera lastimado, para terminar con su examen me dio un beso sobre la bandita. —Bueno Bella ya examinaste a Edward, ahora te toca a ti—le dijo Carlisle y ella suspiro resignada abrazándome mientras asentía. —Te quero Calile—le dijo batiendo sus pestañas imposiblemente largas. —Yo también te quiero, pero eso no evitara que te examine, pequeña imitación de Alice—le dijo riendo cuando ella hizo un puchero. —.—.—.—.—.—.—.— —Bella, cariño. Nos vamos a ir a vivir a otra casa—le dije dos días antes de la mudanza mientras estábamos sentados en el piano y yo escuchaba sus intentos de tocar una melodía. —Toos?—se giro en la banca y me miro preocupada. —Claro que todos, nadie puede estar lejos de ti y se dice Todos—le dije tocándole la nariz con la punta de mi dedo índice. —Pero guta aquí—dijo pegándose contra mí , dejando de tocar. —No podemos quedarnos más tiempo aquí, pequeña. Sabes que no crecemos como tú, las personas podrían empezar a sospechar lo que somos, tú no quieres eso verdad?—le pregunte levantándola y sentándola sobre el piano. —No, no quero.—dijo suavemente acariciando la tapa del piano. —Todos tus juguetes los enviaremos allá, también hay una piscina y un bosque cercano así como aquí. Tu cuarto es muy bonito—le dije —Tu vas mimir conmigo verdad?—sus ojos se abrieron por el miedo. —Si, pequeña dormiré contigo hasta el día que quieras—le dije haciendo una X sobre mi muerto corazón, ella aplaudió—Ahora tienes que quedarte tranquila mientras empaco todas tus cosas— movió sus peñas piernas contenta y alzo sus manos hacia mí. —Yo ayudo!—dijo antes de dejarla bajar.


Juntos, empezamos a empacar nuestro cuarto, tuve que ir mucho más lento que los demás ya que no podía poner en riesgo a la pequeña, corriendo de un lado a otro a gran velocidad sosteniendo las pesadas cajas. Cuando regrese de dejar sus juguetes en la parte de debajo de la casa la encontré forcejeando para soltar el botón de su falda y su cara mostraba irritación. —Vas al baño? Necesitas ayuda?—le dije agachándome a su altura. —No… yo misma sola—se quejo aun tratando de de soltar su botón, su pequeña y rosada lengua estaba de medio lado entre sus labios; su ceño fruncido con la concentración. Porque Alice tenía que embutir a la pequeña en esas faldas tan justas, hubiera sido más fácil que se la subiera a la cintura. —Se dice, yo sola. No yo misma. Recuerdas?—le dije mientras ella hacia un puchero y ponía las manos en sus caderas dándose por vencida. Le levante la falda, me dio las gracias y corrió al baño. La pequeña se estaba volviendo cada día más independiente y eso me alegra aunque me ponía triste a la vez. Parecía que solo ayer la arrullaba en mis brazos para dormirla o le cambiaba los pañales. Porque la melancolía? Pensó Jasper entrando a la habitación a buscar las maletas llenas de ropa que Alice había empacado. —Ha crecido mucho… parece que solo fue ayer cuando la saque de la casa de Forks dentro de mi abrigo para protegerla del frio. —Es cierto… pero ahora nos toca ayudarla a enfrentarse al mundo exterior… en poco meses empezara el colegio. Ahora era el turno de Jasper de ponerse melancólico. Estaba preocupado de cómo se adaptaría la pequeña a la mudanza. —Listo, yo solita!—dijo cuando salió del baño Jasper se soltó a reír y yo lo empuje. Dime que no es gracioso… me reto. —Bella, pequeña…la parte de atrás de tu falda esta dentro de tu ropa interior… y tienes un pedazo de papel pegado en el zapato.—le dije poniéndome a su altura ayudándola a acomodarse las ropas. Un pedazo? Si parece que se trajo todo el rollo de papel sanitario.


—Jasper…—le sisee, pero de igual forma una sonrisa se formo en mis labios cuando vi que era cierto, se había traído lo que quedaba de papel cuando camino hacia nosotros. Su pequeño ceño se frunció y se mordió el labio molesta. —Pronto aprenderás, además eres una niña grande—le dije tomándola en brazos y ella dejo su cabeza en mi hombro. A la mañana siguiente todo estaba empacado y la mayoría de los autos habían sido enviados a la nueva casa. Al igual que Esme, Carlisle, Jasper y Alice que se habían adelantado para dejar la casa lista —Muy bien pequeña, tú y yo haremos un viaje por carretera hasta la nueva casa. Los demás nos esperaran allá.—le dije cargándola para bajar las escaleras. —Auto, si!—dijo saltando en mis brazos. —Cuando llegues a la nueva casa, todos te estaremos esperando—le dijo Rose, sacándola de mis brazos para darle un abrazo y un beso. —Pa jugar?—le pregunto esperanzada. —Si, para jugar babitas, será mejor que le pongas turbo a tu carro porque me compre un ATV para hacer competencias—le dijo Emmett abrazándola también. Va a hacer todo el trayecto en auto, solo porque no quiere que nadie maneje tu volvo. El chico perdió la cabeza —Vamos a recordar los viejos tiempos verdad, pequeña? Como cuando te traje aquí—le dije sacándola de los brazos de Emmett ignorando su comentario y poniéndola en su silla de auto. —Si…pero quero McDonald's!—chillo mientras saltaba en su silla. —Está bien comeremos en McDonald's. –le dije. Nos veremos como en 9 horas, eso calculo…—les dije antes de salir del garaje, cuando iba por el camino hacia la entrada de la propiedad vi que el camión de la mudanza venia entrando. —Adiós casa!—dijo Bella girándose a ver la casa que desaparecía tras nosotros.


—No te preocupes amor, la nueva casa será igual de bonita que esta. Ahora que te parecen unos ricos pancakes!—le dije —SI—grito y yo solo pude sonreír. Doce… y no nueve horas después, veinte llamadas, tres gritos histéricos de Alice y una docena de mensajes de texto, tome la desviación del camino que nos llevaba entre los árboles para nuestra nueva casa. —Pequeña, mira hacia adelante. Esta es tu nueva casa—le dije en cuanto vislumbre la casa de tres pisos y los seis vampiros esperándonos en la entrada.

Capítulo 7: Matrimonio

—Edward Cullen, porque demoraste tanto?—me recrimino Alice en cuanto apague el auto. —Como si no lo supieras…seguro te la pasaste viendo en nuestro futuro—le recrimine. —Si, pero a un humano le toma 9 horas, haciendo escalas. Pero tu no manejas a una velocidad normal, te debió haber tomado menos tiempo. —Tuve que llevar a Bella a desayunar a McDonald's y quiso jugar un rato en el parque de juegos. Luego quiso comer algo a mitad de mañana y tuve que salirme de la interestatal cuando llegamos a Pensilvania porque ella quería comer en Burger King…—le dije encogiéndome de hombros, viendo como la pequeña pasaba de mano en mano recibiendo besos y abrazos. —Donde la dejaste jugar por casi tres horas más…—me dijo entrecerrando los ojos. —Tu tampoco te hubieras negado…—le sonreí mientras tomaba a mi princesa de nuevo en mis brazos. No se hubiera negado. Ella hubiera hecho lo mismo, lo que pasa es que está desesperada por mostrarles su habitación —Ewar! Me comi un tigre!—me dijo orgullosa. En momentos como este es cuando quisiera poder escuchar sus pensamientos. Todos sonrieron ante ese comentario.


—Oh si? Y porque dices que te comiste un tigre?—le pregunte mirándola a los ojos. —Mi tomago ruge! Oye—me dijo señalando su barriguita, yo la levante en el aire hasta que su estómago estuvo a la altura de mi cara y la gire para poner mi oído sobre ella aunque no era necesario que hiciera eso para escucharla. —Tienes razón, pero creo que fue un león y no un tigre lo que te comiste—le dije y ella se rio. —Tengo listos unos emparedados de mantequilla de maní y jalea de uvas, te los llevo a tu cuarto pequeña—le dijo Esme amorosamente. —SI!—chillo ella en mis brazos mientras se relamía los labios. No le acabas de dar de cenar hace poco? Esa niña come como naufraga a veces. —Esta en crecimiento, cállate Emmett—le sisee mientras subimos las escaleras. La casa estaba decorada de manera similar a la casa que teníamos en Alaska, los colores eran claros y las fotos de la pequeña con la familia colgadas sobre cada superficie que estuviera libre. Podía ver en las fotos todos los cambios por los que había pasado. Su primer baño con Rose y Esme; durmiendo sobre mi pecho con la pijama que decía que era mi pequeño ángel, tomada de la mano con Jasper mientras él la ayudaba a caminar, jugando con Emmett construyendo un castillo con bloques de juguete, sentada en brazos de Carlisle mientras le enseñaba a leer, recostada junto Alice mientras escuchaba sus cuentos. —Ewar, muy bonito viste!—dijo emocionada moviéndose en mis brazos para bajarse. El cuarto era el sueño de cualquier niña, la mitad estaba toda pintada de rosado, cuando Bella lo vio hizo una mueca pero corrió a la mitad azul donde estaba mi piano. Toda la pared tenía diseños de las princesas de Disney en un jardín. La cama era tamaño King con dosel, mis libros estaban en la pared detrás del piano y mis colecciones de música ordenadas en un escaparte junto al armario. La pequeña cenó y tomo su baño con ayuda de Rose, quien se sentó a peinar su largo cabello marrón, la pequeña bebe de hace cuatro años se estaba convirtiendo en una hermosa niña. Yo estaba tocando Claro de Luna en mi


piano mientras esperaba que ella estuviera lista para ir a la cama. Ella llego saltando en un pie hasta mí y yo palmee el lugar que ella siempre ocupaba en la banca a mi lado. Le cedí las teclas del piano y empezó a tocar la misma melodía que yo estaba tocando hace unos minutos, su rostro estaba crispado con concentración. —Amor, fallaste una nota enarmónica—le dije retomando la melodía.—Vez donde toca mi dedo cuando llegamos a esta parte—le señale la hoja de pentagrama que tenía en frente. Bella, resoplo exasperada. Era una niña muy testaruda y cuando se proponía algo trataba de conseguirlo. Siguió tratando de tocar la pieza completa solo que habían partes que no lograba completar, la pieza era algo compleja y tenía cierta dificultades. —Por suerte no tenemos vecinos o ya hubieran llamado a la policía.—le dijo Emmett a Rose en su habitación y ella solo sonrió —La pequeña no lo hace tan mal—le respondió protegiendo a su bebe como pensaba ella. —Tendré que mandarte a revisar los oídos, baby—le dijo riendo. —Tengo en mente otras cosas que me puedes revisar, hombre mono—le ronroneó. Ok… suficiente para mí las imágenes de la mente de Rose se estaban volviendo algo no ATP. * La cabeza de la pequeña empezó a caerse al igual que sus ojos. Ya era la hora de ir a la cama. —Bella, vamos a la cama.—le dije —No quero…—me dijo mordiendo su labio. —Porque no quieres?—le pregunte sentándola en mis rodillas. —Quero mi cama—me susurro. —Amor esta es mucho más bonita que la que tenias en Chicago, además yo estoy contigo—le susurre acariciando su cabello húmedo. —Ta bien…—dijo saltando de mi regazo para subirse a la cama. Se giro hacia su mesita de noche y frunció su pequeño ceño. Pareció meditar algo por un


minuto, yo sabía que era lo que buscaba pero preferí que ella lo encontrara por sí misma. Salto de la cama y corrió a su tocador, tomando su bolso de viaje, retiro dos fotografías y regreso a la cama colocándolas con cuidado en su mesita de noche. —Noches papí y mamí—les dijo a los retratos de sus padres para luego recostarse en mi pecho.—Noches Ewar—dio un bostezo acariciando mi cabello. —Buenas noches amor, duerme bien—le dije dándole un beso en el tope de su cabeza. Nunca en 95 años de existencia, pensé que podría disfrutar las noches, en estos momentos era cuando deseaba dormir para escapar una horas de mi existencia maldita…pero desde hace cuatro años, espero las noches con ansias, me parece fascinante ver dormir a un ángel… cuando era más pequeña y podía ver sus sueños, disfrutaba enormemente verme reflejado en ellos junto con la cantidad de colores que pintaban su pequeño subconsciente. Cuando creció y deje de oírla anhelaba escucharla hablar en sueños…era algo sencillamente maravilloso. —Te quero Ewar…—murmuro contra mi pecho. Yo sonreí satisfecho. .—.—.—.—.—.—.—.—.— —Vamos babitas es tiempo que aprendas a patinar en hielo—grito Emmett emocionado —Emmett, en verdad crees que es una buena idea? Sabes que la pequeña no tiene mucho equilibrio—le dijo preocupado Jasper. —Yo la cuido—dijo orgulloso. —No te puedes cuidar tu solo…—le dijo empujándolo. Yo rodé mis ojos al escuchar sus peleas tontas, mientras seguía poniéndole la ropa de invierno a la pequeña, estamos a mitad de febrero y no quiero que pesque un resfrío. —Estas lista!—le dije poniéndole un gorro de lana en la cabeza. —Tu vienes?—me pregunto mordiéndose el labio.


—Crees que te dejaría sola con el tonto de Emmett?—le pregunte en voz baja. —Em, tonto—dijo en "secreto" mientras su musical llenaba la habitación y calentaba mi corazón. Los estoy escuchando sabes? Pensó Emmett irritado. —Edward, no serás serio….—dijo Alice mirando a la pequeña cuando bajamos las escaleras. —Que tiene de malo?—le dije mirando de regreso a la niña. —Que tiene de malo?—me miro entrecerrando los ojos—Bella, cuantas sweaters te puso Edward debajo del abrigo térmico?—se agacho a la altura de la pequeña. —Cuato!—respondió muy orgullosa mostrando cuatro dedos. Alice me miro enarcando una ceja. —Es cuatro pequeña…Y cuantos pantalones debajo del térmico?—volvió a preguntarle con una sonrisa tensa. —Thes!—dijo y Emmett se soltó a reír. —Edward, ella no va a poder siquiera mover las piernas con tanta ropa—me dijo. —Claro que si se puede mover, yo verifique eso antes de bajar—le dije tomando a la pequeña de la mano y saliendo de la casa. Emmett y Jasper salieron corriendo pasando a nuestro lado como una brisa, Bella se rio cuando la cargue. —Atapalos!—me dijo moviendo sus piernas como si fuera un caballo y yo sonreí mientras corría llegando casi detrás de Emmett que era un poco más lento que Jasper, no me costó mucho pasarlo y quedar pisándole los talones a Jasper. Las risas de Bella llenaban el bosque y Jasper estaba más que complacido cuando lo rebasé, porque en cuanto Bella se dio cuenta que no había más brisa delante nuestro significando que habíamos pasado ambos vampiros, sus carcajadas de júbilo no se hicieron esperar. A los pocos minutos llegamos a un pequeño lago congelado en medio del bosque.


Rose patinaba magistralmente y Bella la miraba con admiración mientras yo la sentaba en un árbol muerto que sin duda Emmett o Jasper habían derribado para que la pequeña se pudiera sentar. —Recuerdas lo que te dije? Tienes que tener cuidado con los patines y nunca debes tocar la cuchilla—le dije mirándola a los ojos para asegurarme que me prestara atención mientras le ponía los patines rosados en sus pequeños pies. —Sip… no tocar!—dijo brincando en su asiento. Definitivamente iba a tener que cortarle el tiempo que pasa con Alice. —Lista babis? Vamos a patinar como un bello cisne—dijo Emmett riendo atronadoramente. La tomo de la mano y Rose llego a su lado para ayudarla. Jasper empezó a mandarle ondas calmantes al sentir su ansiedad. La pequeña escuchaba las instrucciones de Emmett y Rose pero sus ojos estaban fijos en los míos. Emmett la tomo de la mano mientras Rose patinaba a su alrededor, la pequeña daba pasos cortos con los patines, aun tentando su estabilidad. Luego de dar tres vueltas tomada de la mano de Emmett, él la soltó ella solo dio tres pasos antes de caer sobre su trasero. Me iba a levantar a recogerla cuando sentí una bola de nieve impactando la parte de atrás de mi cabeza. Te atrape! Pensó Jasper escondiéndose detrás de un fuerte de nieve que había construido con Alice. —Oh eso lo vas a pagar!—le dije haciendo un fuerte a toda velocidad y creando municiones para poder lanzarlas. Lance cinco bolas de nieve una tras la otra pero Alice adivino la trayectoria de cada una. —Sin hacer trampas psíquica—le dije. —Como si tú no las fueras a hacer lector de mentes—me dijo sacando su lengua y tirándome seis bolas de nieve rápidamente. —Ey no es justo—se quejo cuando por estar concentrada en mi ataque no vio el que lanzo Emmett por la espalda. —Babitas quédate aquí, tú haces las municiones y nosotros lanzamos—dijo Emmett escondiéndola tras la pared del fuerte.


—Sip, yo ayudo—dijo poniéndose a hacer bolas de nieve, se había hecho buena haciendo bolas de nieves en los inviernos anteriores en Chicago, solo que nunca había estado en una pelea de bolas de nieve, por lo general nos dedicábamos a hacer ángeles de nieve. Las bolas iban y venían, nuestras risas se podían escuchar a millas de distancia. Jasper y Alice tenían el cabello empapado por la nieve. Rose había tomado la precaución de resguardar el suyo bajo un grueso gorro de lana. Emmett había mantenido una pantalla protectora con su cuerpo sobre Bella para asegurarse que no fuera alcanzada por ninguna bola convirtiéndolo en el blanco más fácil. —Te atape!—dijo mi voz favorita antes de que sintiera una bola de nieve impactando contra mi espalda cuando me agache a tomar más bolas de nieves. —Eres una pequeña traviesa—me dije tirándole un pequeño puñado de nieve ganándome unas fuertes risitas por su parte. Luego de un rato nos pusimos a hacer muñecos de nieve, daba mucha gracia ver como la pequeña hacia rodar la bola de nieve por el piso para volverla más grande, cuando no pudo seguir empujando yo la termine de rodar y la coloque en posición mientras ella empezaba con otra bola para el medio del cuerpo del muñeco, ella quería que este muñeco fuera enorme y que tuviese tres partes. Terminamos de poner las bolas de nieve en su posición y ella empezó a buscar piedritas y ramas para decorarlo. —Arriba!—me dijo levantando sus bracitos para que ella pudiera decorar la cara del muñeco. –Ojos!—dijo poniendo dos piedras pequeñas—Nariz!—puso una redonda un poco más grande—Boca—hizo una línea curva con su dedo cubierto por el guante—Y colmillos!—dijo emocionada poniendo dos pequeñas ramitas en la mitad de la boca. Todos se rieron, pero se callaron al ver mi mirada. —Bella, amor… recuerdas lo que te dije de nosotros los vampiros?—ella asintió su cabeza.—entonces recordaras que no tenemos colmillos—le dije suavemente. La verdad era que a veces no me gustaba que ella estuviera más encantada con el mundo vampírico. —Si tienen colmillos, yo teno colmillos. Calisle dijo que si tenemos, se llaman caninos. Ves—abrió su boca y me señalo sus dientes.—Son pa desga…desga…—se cruzo de brazos frustrada. —Desgarrar, amor—le dije dándole un beso en la nariz.


Diablos, ella puede decir "Caninos", "Colmillos" y saber para que se usan pero no puede decir cuatro o Carlisle? —Ves si tenemos colmillos—dijo feliz consigo misma por haber probado su teoría. —Tienes toda la razón ahora que te parece si regresamos a la casa a que te quites esta ropa mojada, seguro Esme te estará esperando con una rica taza de chocolate caliente y malvaviscos—le dije poniéndome a correr ignorando las tontas preguntas de Emmett acerca del lenguaje de la niña. En efecto cuando llegamos, Esme la estaba esperando con una taza humeante de chocolate, la pequeña se sentó a mis pies, mientras escuchábamos los planes de matrimonio de Emmett y Rosalie, ya que ella quería tener una niña de las flores y nunca antes la había podido tener. La íbamos a tener en la verano seria intima como siempre, solo nosotros. Jasper seria quien la oficiaría. Por lo visto alquilaríamos una villa en Hawái bastante recluida para evitar las miradas curiosas de los humanos. El tiempo transcurrió entre enseñarle a Bella a leer, contar hasta el treinta, escribir y sus lecciones de piano. Carlisle le seguía leyendo sus libros de medicina e historia a la pequeña en la biblioteca. Jasper y Emmett pasaban horas jugando con ella en una casa de muñecas tamaño real que le habían construido en el patio trasero. Las risas eran cosa de todos los días en la casa. Ya estábamos a principios de julio. —Te mate, Jax!—grito mi pequeña mientras jugaban a la guerra. Jasper, cayó en el suelo haciendo uso de sus dotes actorales fingiendo su muerte ante la mirada emocionada de Alice. Ella amaba a su compañero con todo su ser y la hacía muy feliz verlo de este animo. Jasper siempre se había sentido el eslabón más débil de la familia y muchas veces pensó que no encajaba con nosotros, pero todo eso cambio cuando mi pequeña lo contagio con su alegría. Salimos a cazar en grupos, para estar preparados para el "matrimonio" de Rose y Emmett. Cuando regresamos a la casa la pequeña salió corriendo a mi encuentro, sus ojos estaban abiertos y se veía bastante asustada. La tome en mis brazos enseguida. —No te vuelvas a ir—me dijo enterrando su asustada carita en mi hombro. —Lo siento pequeña, tenía que salir a cazar. Porque estas asustada?—le pregunte preocupado.


—No quiero ir a la playa… no me gusta…—dijo y la sentí temblar en mis brazos. Por mi visión periférica vi a Emmett escurrirse para ir al bosque. —Porque no te gusta la playa? Si hasta hace un rato estabas muy feliz con ir?—acaricie su espalda en círculos tratando de calmarla. Jasper sintió su malestar y lanzo ondas calmantes. Esta muy asustada… que ha sucedido? Pregunto Jasper, molesto porque su hermanita estaba en esta situación. —Por el tiburón, me va a comer—dijo y apretó mi cuello con todas sus fuerzas. —Que tiburón pequeña?—pregunte confundido, Jasper estaba igual que yo. —EMMETT McCARTY, PUSISTE A UNA NIÑA DE 4 AÑOS A VER TIBURÓN UNA NOCHE ANTES DE IR A LA PLAYA—Le grito enojada Rose desde algún lugar en el bosque cercano. —Emmett, te puso a ver televisión, Bella?—pregunte enojado. —Em, estaba en la sala viendo tele y yo me senté con él—dijo volviendo a temblar seguro ante el recuerdo. —Bella, pequeña. Ningún tiburón se te va a acercar. Ellos nos tienen miedo, no vez que somos unos vampiros grandes y feos—le dijo Jasper tratando de calmarla con sus palabras además de con su don. Esta vez Emmett es mío… Jasper pensó. Yo solo asentí. —Tonto Jax, no son feos. Edward es lindo y tú también—le dijo sonriendo acercando su manita y acariciando la cicatriz que ella le descubrió cerca del ojo un día que hacía mucho sol en Chicago, él pensó que ella se asustaría al ver sus cicatrices marcadas al igual que muchos vampiros con los que se había cruzado antes, pero ella solo estaba preocupada por si esa cortada le dolía. Jasper se inclino sobre su mano, el cariño que tenia por la pequeña se desbordaba haciéndome sentir una punzada. No te preocupes Edward, ella nunca me vera de la misma manera que te ve a ti… tu eres el centro de su universo. Pensó cuando sintió mi malestar. Curve mis labios es una especie de sonrisa. —Cuando lleguemos a Hawaí no te dejare ni un segundo sola, te parece bien?—le pregunte y ella asintió sonriendo.


A la mañana siguiente partimos para Hawái, la pequeña se la pasó yendo y viniendo por el pasillo del avión a los diferentes puestos de la familia jugando y conversando con ellos, ahora que tenía casi cinco años era un pequeño lorito, no había momento en que dejara de hablar. Cuando llegamos a Hawái era de noche y tomamos un yate que alquilamos para dirigirnos a la Isla que alquilamos, nos instalamos en una villa privada en una de las islas más alejadas de la isla principal nadie que no fuera de nuestra familia pasaría cerca así que podríamos salir al sol sin ningún problema. A Bella ya se le había pasado un poco el susto por el tiburón pero de todos modos no se separo de mi, ni siquiera cuando estaba conduciendo el yate. Alice y Jasper le ofrecieron llevarla a un camarote pero ella se negó rotundamente apretando su agarre en mi cuello. Llegamos a nuestra habitación y recosté a la pequeña que se había quedado dormida a mitad de viaje. La mañana siguiente fue un remolino de actividades, Jasper, Emmett y yo con Bella colgada de mi espalda acomodamos las sillas en la playa y armamos la pérgola para que Alice la decorara junto con Esme. La boda iba a ser al atardecer, así que pasaríamos el día en la playa. Esme me ayudo a vestir a una muy insegura Bella con un pequeño bikini celeste, él cual hizo que me dieran ganas de decirle a Alice que mi pequeña tiene solo 4 para que me la vista como si tuviera 16. Salimos a la playa donde todos mis hermanos estaban jugando en el agua. —Edward? Cuando brillare como tú?—me pregunto acariciando mi rostro. —Nunca pequeña… tu eres humana y yo no—le dije y hasta a mi me sorprendió la tristeza en mi voz. —Quieres un abrazo? No estés triste—me apretó con sus bracitos dándome un beso en la mejilla. —Como podría estar triste teniéndote cerca, mi pequeña—le dije dándole un beso en la frente. Cuando me acerque al agua ella se tenso y apretó su agarre en mi. Jasper miro en nuestra dirección y empezó a calmarla. —Te prometo que nada pasara, pequeña. Nunca dejaría que nada te pasara. Sabes eso verdad?—le pregunte y ella asintió mirándome con confianza.— Ningún pez se atreverá a acercarse a nosotros y si por casualidad aunque lo


dudo mucho se acercara un tiburón me lo comería de almuerzo—le dije y ella empezó a reír. —Tonto Edward, tu no comes sushi—me dijo riendo. —Shushi no, pero por ti comería sushi—le dije corrigiéndola, ella frunció el ceño. Ahora que hablaba como niña grande no le gustaba equivocarse en las palabras.—Entonces que me dices vamos al agua?—pregunte viendo mis destellos reflejarse en la orilla del agua. —No me soltaras?—me preguntó seria. —Nunca—le dije, ella asintió y yo camine hasta que el agua me daba a la cadera. Jugamos un rato en el agua, ella se sentó sobre mi estómago mientras yo nadaba de espalda. Ella jugaba a que yo era un barco y ella el capitán. Salimos del agua cuando ella vio que Jasper estaba enterrando a Emmett en la arena. —Yo ayudo, Jax!—grito cuando deje que sus piececitos tocaran la arena. Rosalie le entrego un cubo con una palita de juguete. Hombre en verdad van a dejar que babitas me entierre vivo? Bueno creo que me lo merezco Pensó frustrado por la ola de culpa que Jasper le estaba lanzando desde el día que dejo ver a la pequeña Tiburón I. Como castigo Jasper le había lanzado olas de tristeza y culpa, le había quitado toda la lujuria y Emmett lo había aceptado sin rechistar. Esme llevo a la pequeña a la villa al medio día para darle su almuerzo y ponerla a dormir su siesta. Mientras los demás se arreglaban para la ceremonia. Alice despertó a la pequeña a las tres de la tarde para empezar a arreglarla. Todos estábamos vestidos de blanco e íbamos descalzos. Alice trajo a la pequeña que hoy parecía un ángel más que nunca, su vestido era blanco con flores bordadas, su larga cabellera estaba suelta y su cabeza la coronaba una diadema de rosas blancas, su pequeño tobillo tenía una guirnalda de margaritas y en sus manos llevaba una canasta dorada con cientos de pétalos de flores. Todos nos colocamos en nuestras posiciones, yo me senté en la banca del piano blanco que habíamos colocado a un lado de la pérgola y empecé a tocar la marcha nupcial. La pequeña camino suavemente como si estuviese contando sus pasos mientras dejaba tras de sí un camino de flores blancas. Se sentó a mi lado y vimos toda la ceremonia. Por alguna extraña razón me la imagine en el día de su boda y ese solo pensamiento me causo un dolor tan grande que Jasper reflejó mi expresión.


Deja de pensar lo que sea que estas pensando Edward…me estas matando. Sus ojos se encontraron con los míos y yo sacudí la dolorosa imagen de mi mente. —Edward?—me pregunto mi ángel en cuanto termino la ceremonia. Mi familia había decidido tomar el yate y celebrar en una discoteca de la parte habitada de la isla. —Si pequeña…—le respondí mirando la puesta del sol con ella sentada sobre mi regazo. —¿Cuándo crezca, tú te vas a casar conmigo verdad? Así como Rose con Em— miro hacia arriba encontrándose con mis ojos asustados. —Bella….yo…—no sabía cómo responderle, mi mente empezó a trabajar a mil. — Las personas se casan cuando se quieren. Rose me lo explico. Yo te quiero, tú me quieres? —razono tranquila preguntándome. —Claro que te quiero—le respondí como reflejo. —Bueno entonces te casaras conmigo cuando crezca—dijo de manera natural y muy convencida de sus palabras. Yo no supe que responder, así que no le dije nada y me limite a acariciar su cabello mientras mirábamos el crepúsculo. *ATP: apto para todo público XD

Capítulo 8: El Colegio

Rose y Emmett, partieron para una corta luna de miel a Paris. La pequeña Bella se puso bastante triste al saber que se irían, pero después de muchas promesas de que volverían antes de empezar el colegio la pequeña se quedo tranquila. Carlisle y yo habíamos hablado sobre cuánto tiempo nos pensábamos quedar en Rochester y si sería conveniente que Esme y él empezaran a figurar como los guardianes legales de Bella ya que yo difícilmente pasaba por alguien de 26 de años y si decidíamos quedarnos al menos tres años aquí, Bella aparecería como el resultado de un embarazo adolescente. "El abuelo" de Carlisle fue un médico muy respetado en esta comunidad hace más de sesenta años por lo que no debía de haber problemas. Yo sería su hijo rebelde que no quiere ir a la


universidad, mientras los demás aun meditaban que harían con el tiempo libre que tendrían ahora que la pequeña iniciara la escuela. Julio dio paso a Agosto y solo quedaban tres semanas para el inicio de clases. Cada día que se acercaba a esa fecha me ponía más nervioso por eso decidimos salir a entretenernos. Bella, estaba aprendiendo a montar bicicleta sin rueditas de entrenamiento, estábamos aprovechando que era un día soleado pero relativamente para los calurosos veranos que azotan Nueva York. Jasper y yo habíamos construido un sendero para que ella pudiera montar bicicleta sin preocuparnos por los desniveles o las piedras sueltas en su camino. Lo teníamos todo planeado, yo la sostendría hasta que tuviera suficiente estabilidad, la soltaría pero no dejaría de estar al pendiente de atraparla, Jasper le mandaría ondas relajantes, Carlisle estaría pendiente con su maletín en mano por si se caía. —Vamos, Bella amor tú puedes. No tengas miedo no te soltare hasta que no sienta que estas lista—le dije mientras "corría" tras de su bicicleta rosada sosteniéndola—Trata de sentarte en el medio—¿Te atrapare si algo va mal, está bien? —No me dejes caer, Edward…—me dijo mientras se acomodaba su casco de seguridad para apretar sus manitos en los manubrios mientras pedaleaba. —Nunca lo haría amor, además aquí esta Carlisle para cualquier cosa. Va… uno… dos… tres..—le dije soltándola viendo como lograba estabilizarse por unos minutos antes de empezar a ladearse. La tome en brazos y le di una vuelta. —Lo hice Edward, lo hice!—me dijo muy orgullosa —Si pequeña lo hiciste, ya eres toda una niña grande—le beso los cabellos y todos pasaron a felicitarla. Nos quedamos el resto de la tarde, viendo manejar bicicleta nos quedamos cerca de ella para evitar cualquier caída. Cuando cayó la noche Carlisle, Esme, Jasper y yo nos sentamos en la sala con la pequeña que estaba coloreando —Meme, en verdad tengo que ir a la escuela—pregunto sorprendiéndonos a todos. —Si pequeña, debes ir a la escuela como todos los niños a tu edad—le dijo maternal.


—Pero no me gustan los niños, ellos me miran feo—dijo sentándose y cruzando sus bracitos —Es solo porque no te conocen, cuando vayas a la escuela ello se darán cuenta que eres una pequeñita muy linda—le dijo inclinándose para acariciarle los cabellos. La pequeña frunció el ceño. —Pero yo no quiero dejar a Edward—dijo y su labio inferior empezó a temblar. La tome en brazos y ella enterró su cara en mi pecho inhalando mi esencia. —No me vas a dejar, ni yo a ti… siempre estaré cerca, solo tienes que llamarme y allí estaré—le dije suavemente. Como siempre que la pequeña y yo tenían este tipo de conversaciones la sala quedo vacía. —Lo prometes?—me miro anhelante. —Claro pequeña, tu solo di mi nombre y yo buscare el motivo para llegar hasta ti—le bese los cabellos. —Edward… en la escuela me van a preguntar si tú eres mi papá, pero tú no lo eres. Entonces que les digo—me dijo acurrucándose contra mí. —No exactamente pequeña, te dirán que Edward Masen es tu papá. Recuerdas yo ahora seré tu hermano mayor y Carlisle será tu guardián legal.— le dije suavemente —Crees que se reirán de mi como en el parque cuando me preguntaron por mis papas y les dije que no tenia?—me pregunto con su labio temblando y sus ojos vidriosos, seguramente recordando el amargo recuerdo. Recuerdo bien ese día, Esme se había llevado a Bella a jugar a un parque cercano, podíamos tener unos tres meses de habernos mudado. Bella regreso a casa hecha un mar de lágrimas y Esme nos conto que unos niños algo más grandes que ella, se habían puesto a molestarla. Tenía ganas de salir y moler sus pequeños huesitos por hacer sufrir a mi ángel, la pobre lloro hasta quedarse dormida en mi pecho ese día. —No amor, nadie debe reírse por eso. Los niños muchas veces pueden ser muy crueles. Pero no debes dejar que eso te afecte, tú tienes una gran familia que te adora con locura—acariciando su cabello. Después de eso el día paso tranquilo, Bella y yo nos pasamos la tarde armando rompecabezas y jugando Super Mario Kart en super nintendo. Mañana saldríamos a comprar los útiles escolares de Bella.


—Bella!—canto Alice subiendo las escaleras—te tengo el atuendo perfecto para ir de compras. —No quiero ir, Edward—me susurro al oído interrumpiendo su práctica de piano. —Vamos a comprar libros, no ropa amor. Tu colegio tiene uniforme. Te prometo que Alice no te llevara a comprar ropa—le dije sabiendo lo mucho que Bella detestaba ir de compras con ella. —Está bien…. Pero no quiero vestido—dijo entrando a su armario al mismo tiempo que Alice entraba a la habitación con un vestido de marinerita. —Bella, que estás haciendo?—le pregunto Alice frunciendo el ceño, yo me gire para ver a Bella tirando ropa en el suelo mientras aun estaba dentro del armario, solo se veían las prendas volar por los aires. —Buscando ropa—le respondió como si Alice fuera una tarada, aunque no la veía, sabía que cuando lo dijo rodo los ojos. Ese era un hábito que había adquirido de mí. Trate de disfrazar una carcajada con una tos, pero de todos modos me gane una mirada envenenada de Alice. Alice se cruzo de brazos y se recostó junto a la pared contraria a nosotros. Sigue así, Edward. La estas malcriando, ella es una niña se supone que le deben gustar los vestidos y los peinados. —No voy a obligarla a hacer algo que no quiere—le dije para que solo ella lo escuchara. Espero que cuando crezca recuerdes esas palabras. Si no lo haces yo te lo recordare. —Bella no importa que te quieras poner esa camiseta de la rana René, no saldrás de esta casa vistiendo esos harapos—le dijo Alice. Bella salió del armario vistiendo solamente sus bragas verdes y una camiseta en la mano, entrecerró los ojos y miro a Alice antes de empezar a tratar de ponerse la camiseta. —Oh no eso si que no señorita—dijo Alice y pude ver en su mente que Bella tenía la intención de correr hacia mí.


—CARLISLE!—grito Bella al tope de sus pulmones aunque nuestro padre la hubiera escuchado aunque hubiera susurrado. Él siempre estaba al pendiente de la más mínima cosa referente a Bella. —Que sucede pequeña?—le dijo Carlisle tomándola en brazos. Bella frunció y señalo a Alice sacándole la lengua.—Alice… otra vez tratando de obligar a Bella a ponerse ese vestido. Creo que esta discusión ya la habíamos tenido…— le regaño Carlisle. Alice hizo un puchero y su labio inferior empezó a temblar. Bella la miro y empezó a morderse el labio mirándome primero a mí y luego a Alice. Suspiro con fuerza y supe que Alice había ganado. La pequeña Bella tenía la peculiaridad de no poder resistir hacer sentir mal a alguien o decepcionarlo, siempre anteponía los sentimientos de los demás a los de ella, cosa que Alice sabia aprovechar a la perfección. —Bien…el vestido…pero no sombrero—dijo y Alice pronuncio más su labio y sus ojos se volvieron anchos como su fuera un cachorrito pateado. Bella volvió a suspirar y me miro nuevamente antes de apretar su cara contra el hombro de Carlisle.—Abajo…—le pidió en un susurro. Regañe a Alice bajo mi aliento, diciéndole una vez más que dejara de manipular a la pequeña, pero ella solo me saco la lengua mientras seguía vistiéndola con el tonto vestido. Nos dirigimos al centro comercial, era un día relativamente soleado por lo que tuvimos que estacionarnos en el sótano, por suerte el mal no tenia ventanas en los pasillos, todo estaba saliendo de acuerdo a como Alice lo había predicho. Bella se había pasado el camino en el auto removiéndose mientras se halaba las medias y se acomodaba una y otra vez el estúpido de sombrero que Alice le puso. —Ustedes vayan a buscar sus libros, yo acabo de ver una preciosa tienda de vestiditos—dijo Alice prácticamente saltando, mientras se alejaba. Bella y yo rodamos los ojos Entramos a la librería, la verdad era un día abarrotado en el centro comercial, había cientos y cientos de humanos por todos lados. Caminamos por los pasillos buscando los libros de la lista de útiles escolares, Bella se notaba bastante intranquila por la cantidad de personas que había, tome su pequeña mano ayudándola a tranquilizarse, podía escuchar su pequeño corazón latiendo muy rápido.


—Bella, en cuanto terminemos de comprar los libros y los cuadernos iremos a comprarte un helado. Te parece bien?—le pregunte viéndola morder su labio repetidamente. Me miro y asintió levemente. Compramos los libros listados, la verdad me parecían muy tontos, lo más seguro es que la pequeña se aburra de ellos rápidamente. Los cuadernos que escogió eran de los ositos cariñositos. La solté un segundo para asegurarme que teníamos todo, no quería tener que regresar al centro comercial por algo que se nos hubiera olvidado. Mi celular empezó a sonar mientras le pedía a la dependiente unos pinceles y acuarelas. Entregue el efectivo tomando el paquete y sacando mi celular. —Dime Alice—conteste y mire a Bella a mi lado… —Donde esta?—le pregunte a mi hermana frenético. —Se fue detrás de un perrito, ya la estoy buscando, pero hay demasiadas personas en donde ella esta no identifico el lugar. Respire había demasiados olores por lo que me llevo un momento encontrar el suyo. Trate de caminar a paso normal buscando en la mente de las personas alguien que la pudiera haber visto. Tantos pensamientos estúpidos me llegaban por parte de las personas.—Esta cerca de la fuente, está llorando—me dijo y yo empecé a caminar más rápido con el alma si es que tengo en un hilo, vi a un policía en cuclillas y la pude ver rezagada bajo un árbol decorativo lejos del alcance del hombre. —Vamos pequeña, sal de allí—le decía el hombre. —No…quiero a Edward y no puedo hablar con extraños—dijo y a pesar que estaba molesto con ella no pude dejar de sonreír. —No soy un extraño, pequeña. Soy un policía yo te puedo ayudar—dijo tratando de agarrarla pero ella se hecho más atrás en el pequeño espacio donde estaba. Alice llego a mi lado en un segundo y me puso la mano en el hombro, tratando de calmarme. —Disculpe oficial, ella es mi hermana pequeña—le dije al hombre y me agache para que la pequeña me viera, pero con solo escuchar mi voz ya estaba saliendo de su escondite. —Edward!—dijo la pequeña arrojándose a mis brazos.


—Isabella,¿ porque te apartaste de mi lado?, cuantas veces te he dicho que cuando no estamos en la casa no puedes separarte de mí—la regañe separándola de mi cuerpo para que me viera a los ojos. Su pequeño labio tembló y gruesas lágrimas empezaron a caer de sus ojos.—Gracias oficial ya nos retiramos—dije conteniéndome. —Es una pequeña muy testaruda, cuando la vi siguiendo un perrito de la calle que parece ser se coló, le trate de hablar pero ambos salieron corriendo y se ocultaron. —Se bien que la pequeña puede ser muy terca cuando se lo propone.—le dije tomando a la pequeña en brazos que se apretó contra mí. —Lo siento Edward…—dijo contra mi cuello. —Una disculpa no será suficiente esta vez, Isabella. Estas castigada por una semana nada de televisión—le dije mientras caminábamos al auto. Para lo mucho que ve televisión. —Y sin video juegos y nada de jugar a la guerra con Jax— añadí rápidamente sabiendo que lo Alice pensó era cierto, la pequeña casi no veía televisión. Achurre la nariz al mismo tiempo que Alice cuando llegamos al auto. La pequeña apestaba a perro.—Hay algo que quieras compartir conmigo y con Alice?—le pregunte en cuanto entramos al auto. Alice tenía una sonrisa de suficiencia en los labios. —No…—dijo suavemente mirando al suelo y apretando su pequeña mochila contra su pecho. —Isabella, que te he dicho sobre mentir? Puedo agregarle una semana más a tu castigo—la amenace todavía molesto con ella. —Él me siguió—dijo moviendo sus manos nerviosamente. —Y se metió en tu mochila sin ayuda—la mire enarcando una ceja. —Por favor…—dijo mirándome a los ojos con sus brillantes ojos cafés—puede ser mi hermanito—batió sus pestañas. Oh no ahora sí que no iba a caer en ese truco esta vez. —Bella, esa cosa no puede ser tu hermano, es un perro—le dije tratando de razonar con ella. Alice se había mantenido al margen de la conversación pero seguía sonriendo.


—Jax es un vampiro y es mi hermano—dijo cruzándose de brazos, la mochila empezó a temblar cuando la fui a tomar y me gruño. —No es lo mismo, Isabella. Nosotros comemos animales—le dije pinchándome el puente de la nariz. —Yo conduzco—dijo Alice aun divertida por la situación, haciéndome sentar atrás con Bella y la Bestia. —Pero tú no te comerás a Jake—me suplico con los ojos.—Oh es verdad lo que dijo Emmett que tú te comiste a la mamá de Bambie? Alice rompió a reír y yo le tire dagas con los ojos, recordando lo mucho que lloro ese día y lo que me costó convencerla que Emmett solo estaba molestándome. —No amor, yo no me comí a la mamá de Bambie… recuerdas que a ella la mataron unos cazadores. Isabella, el perro…—empecé a decir. "Jake" me corrigió Bella. —Jake se escapara de la casa a la primera oportunidad que tenga, recuerdas como te explique una vez que los animales nos huyen? Lo mismo va a pasar con el perrito cuando lo saques de la maleta. —No se irá… verdad Jake—le pregunto sacándolo de la maleta. El perrito era pequeño podía tener unos dos meses, parecía una extraña cruza entre un Siberiano y un labrador. En cuanto lo saco el perro empezó a gruñirnos a Alice y a mí. Yo le gruñí de regreso y el empezó a lloriquear lo que hizo que me ganara una mirada helada de mi pequeña. Edward, no le gruñas al perrito. —Hagamos un trato… puedes quedarte con la bola de pelos, pero… si él se escapa, no me obligaras a mi o nadie a salir a buscarlo. Recuerda lo que Carlisle dijo de las leyes de la naturaleza.—le dije y ella chillo de alegría. —No se irá ya verás—dijo contenta abrazando al animal. Le deje claras las reglas, ella tendría que bañarlo y alimentarlo. El perro no entraría a la casa. Jasper y yo le construiríamos una pequeña casa en el patio, para que no estuviera a la intemperie. Pero lamentablemente mis predicciones fueron acertadas, inclusive si no hubiera visto la visión de Alice. En cuanto aparcamos el auto y la ayude a bajarse el perro la araño tratando de soltarse y en cuanto ella lo hizo salió corriendo como si su vida dependiera de ellos. La pequeña me miro con ojos cargados de lágrimas, pero no me pidió que saliera a buscarlo, la tome en brazos . Lloro en mis brazos silenciosamente


por largo tiempo. Casi no probó bocado a la hora de su cena. Cuando Esme la dejo lista para dormir entro Jasper, sonreí al ver lo que se traía entre manos. Bella no se había dado cuenta que Jasper había entrado, porque estaba recostada sobre mi pecho. Yo asentí cuando me mostro lo que pensaba hacer. Se recostó en el suelo junto a la cama y levanto su mano mostrando un cachorrito de peluche, al que le llaman "Sad Sam". —Estoy buscando una niña que quiera ser mi dueña—dijo en voz triste y luego ladro. Bella se levanto de golpe y vio el perrito de felpa.—Pero también tiene que querer a mi novia Honey—dijo medio ladrando subiendo su otra mano mostrando la pareja del perro. Bella sonrió y se lanzo de la cama aterrizando obre Jasper con un sonoro "tump", seguro mañana estará moreteada en algún lugar de su cuerpo. —Gracias Jax—dijo dándole de besos mientras apretaba los peluches contra si… la punzada volvió y preferí salir del cuarto dejándolos tener un encuentro privado. Edward…no seas tonto, hijo. Pensó Esme cuando le pase al lado, yo sacudí mi cabeza. Era ilógico sentir celos de Jasper pero no podía dejar de hacerlo. La conexión entre ellos era algo especial. Los días pasaron y Bella cumplió con su castigo a cabalidad, yo en más de una ocasión me vi tentado a levantárselo, pero no me dejaron, alegando que creía un mal precedente. Cada día que se acercaba el inicio de clases me ponía más ansioso al igual que Bella. Rose y Emmett regresaron dos días antes del inicio de clases, Bella asistiría a la mejor escuela privada del condado de Monroe, la pequeña fue llenada con todo tipo de obsequios traídos desde Francia, todo tipo de accesorios para el cabello y perfumes fueron dos de las muchas cosas que Emmett y Rose le compraron. —Bella!—la llame suavemente mientras cenaba en la cocina. Ella levantó sus ojos y los fijo en los míos, cada vez que ella hacia eso era como si pudiera ver el fondo de su alma.—Mañana inicias el colegio, es una gran prueba para ti…recuerdas todo lo que hemos hablado?—le pregunte sentándome a su lado. —Sí, Edward. No diré nada de vampiros—dijo volviendo su atención a su comida. Sabía que debía estar cansada del tema ya que todos habíamos hablado con ella sobre eso.—Mañana tu iras conmigo verdad?—me miro asustada. —Claro que si amor.—le dije acariciándole el rostro.


La pequeña paso la noche muy intranquila fue casi imposible hacerla dormir, por si misma. Así que Jasper tuvo que poner sus manos en el asunto. Ahora estábamos aparcados en el estacionamiento de la escuela, mi ansiedad y la de Bella se hacía cada vez mayor. Jasper trataba de calmarnos pero podía decir que estaba teniendo mucha dificultad en hacerlo. Me baje del auto llevando a Bella conmigo, los demás se habían despedido de ella en la casa, no queriendo interferir. Él único que me acompaño fue Jasper y por razones obvias. Alice había previsto que todo iba a estar bien. —Edward… no quiero…—me dijo en cuento estuvimos frente al porton. Mire hacia abajo para encontrarme con su pequeña forma enfundada en una falda plisada de cuadros y una camisa blanca. Su pequeña cabeza tenía dos coletas celestes adornadas con borlas. —Tienes que ir a la escuela, amor—le dije agachándome a su altura—es normal para todos los niños de tu edad. No te dejare sola… recuerdas. Si me necesitas llámame y yo vendré enseguida, pero debes quedarte aquí. Lo harías por mi?—le pregunte acariciando su cara. Ella asintió y sus ojos se llenaron de lágrimas. —Te quiero mucho—dijo abrazándome. Mi corazón se encogió. —Yo te quiero más—le susurre—te prometo estar aquí a las tres en punto para recogerte. —Hola soy la hermana Mary, esta hermosa pequeña debe ser Isabella Masen—dijo una religiosa entregándole un gafete con su foto y grado escolar a Bella para colgarse en el cuello. —En efecto—dije aun abrazando a la niña. —No se preocupe, ella estará bien, los primeros días siempre son los más difíciles y considerando que ella tuvo educación en casa, los hace un poquito más reticentes, pero pronto se adaptara. Nosotras la cuidaremos muy bien, Sr. Cullen, su bisabuelo fue alguien muy querido en esta comunidad por lo que sé. —Gracias, hermana Mary. Bella acompaña a la hermana Mary, recuerda ser una niña buena yo te vendré a buscar. Te quiero mucho—le susurre la ultima parte al oído. Ella asintió y le tomo la mano a la religiosa, verla caminar hacia su salón de clases fue lo más difícil que he hecho en mi existencia. Regrese a la casa a dejar a Jasper y decirles a todos que Bella se había quedado lo más tranquila posible dadas las circunstancias. Pronto me excuse


para salir a comprar algo y me detuve en el estacionamiento de su escuela. La podía ver en la mente de la religiosa que le dictaba la clase, mi pequeña se veía aburrida y triste a diferencia de sus compañeritos. Las horas pasaron hasta que fue la hora del recreo. Salí del auto rodeando los arboles que colindaban con la escuela para poder ver el patio de recreo. —Con que ibas a comprar algo?—me dijo Emmett y Jasper se rio. —Ustedes dos que hacen aquí?—les pregunte sentándome en una rama cercana a donde ellos estaban. —Lo mismo que tu—me respondieron a la vez y yo me reí, asustando un par de pájaros que estaban cerca. —Que les puedo decir, no la puedo dejar sola…—les dije un poco apenado, viéndola columpiarse sola comiendo un emparedado que Esme le había preparado. —Nosotros tampoco—dijeron, mientras veíamos como una niña se le acercaba y empezaba a preguntarle cosas. Bella se veía muy tímida y solo le contestaba con monosílabos. Cuando se fue a bajar del columpio se tropezó y cayó, haciendo que los tres rompiéramos a la vez unas ramas para mantenernos en nuestro lugar. La pequeña se levanto y se sacudió el polvo para recoger su lonchera del piso mientras los demás niños se reían de ella. Su cara miraba hacia el suelo y sus mejillas estaban rojas. —Creo que iré a patear un par de pequeños traseros—gruño Emmett, mientras Jasper nos mandaba ondas calmantes. —No debemos interferir—nos dijo aunque podía ver que él también estaba molesto. El resto del día paso sin complicaciones mayores, Bella seguía ausente en sus clases y su maestra se daba cuenta de eso. En cuanto fueron las tres de la tarde estaba parado frente al portón del colegio esperándola. La religiosa los traía en fila india para entregarlos a sus respectivos encargados. En cuanto la pequeña me vio, su carita se ilumino en una amplia sonrisa, salió corriendo directo a mis brazos. —Te extrañe… —me dijo y yo la apreté contra mí. Yo también la había extrañado demasiado.—No me gusta la escuela—susurro bajito.


—Lo sé amor, pero tienes que ir, esa es una experiencia humana y tu lo eres— le dije cuando estábamos en el auto. —Entonces quiero ser vampiro y así no tengo que ir a la escuela—dijo sonriendo. Yo trague en seco, esta niña a veces se salía con algo totalmente inesperado. En cuanto llegamos a la casa, la pequeña fue acosada con preguntas referentes a su primer día de colegio. Ya Alice, Rose y Esme sabían lo que había pasado a la hora del recreo porque Emmett y Jasper se lo contaron. La semana siguió en la misma rutina, Bella cada día se aburría más en clases. La directora académica, la busco un día y se la llevo para hacerle un examen de conocimientos generales. Yo sabía el resultado de la prueba y también sabia de que se trataba la reunión a la que Carlisle fue citado. —Yo me porte bien—dijo Bella cuando entrego la citación que le dieron en el colegio. —Todos sabemos eso, amor. –la reconforte yo esa noche. Carlisle había accedido a que yo lo acompañara a la reunión, ya habíamos discutido los pros y los contras de la decisión que había tomado. Lo que habíamos decidido fue lo que consideramos mejor para Bella. Dejamos a Bella, sentada en una de las sillas fuera de la puerta de la dirección del colegio, mientras hablábamos con la directora quien nos informo que Bella se encontraba muy aburrida en las clases del kínder, que terminaba todo lo que se le asignaba antes que sus compañeros, dejándole mucho tiempo libre. Ella nos sugirió que lo mejor sería pasar a Bella a segundo grado, ya que había demostrado que podía leer, escribir e incluso contar como un niño de esa edad. Según la madre superiora la prueba psicológica también demostraba que la pequeña era muy madura para su edad. Carlisle y yo habíamos acordado aceptar, si Bella más adelante mostraba algún tipo de disconformidad siempre teníamos a Jasper para que hackeara los records académicos y problema solucionado. Bella estaba feliz de haber saltado de año, todos en la casa estábamos muy orgullosos de ellos. Ya tenía dos días como una niña de segundo grado, así que decidí ir a cazar con Jasper y Emmett mientras ella estaba en el colegio, hoy Esme la recogería y nos encontraríamos con ella en la casa. Cuando llegamos a la casa sabíamos que algo estaba mal. Todos estaban cayados y Esme sostenía a Bella que lloraba y tenía sus coletas fuera de lugar


haciendo que su cabello cayera desordenadamente. En cuanto me vio se lanzo a mis brazos, Jasper me miraba confundido por las emociones que emanaban de todos. No ha querido decir que le pasó, hice una cita mañana con la maestra para saber que paso y ponerle remedio. Pensó Esme. —Que te sucedió amor?—le pregunte quitándole el cabello de la cara. —No quiero ir a la escuela mañana, ese niño es muy malo—me dijo en un susurro. —Que niño? Dime amor te lastimo?—acaricie su espalda atreves de su camisa sucia. —Royce King—dijo en un susurro y escuchamos como Rose rompió la silla en la que estaba.

Capítulo 9: Amigos

¡Mierda esto no es bueno! Pensó Emmett, moviéndose al lado de Rose para tratar de calmarla. Podía ver a través de Jasper que Rose estaba más furiosa de lo que sus pensamientos arremolinados dejaban ver. —¿Qué te hizo ese niño?—volví a centrar toda mi atención en mi ángel. —Tumbe sin querer su lapicera a la hora de salida y me halo mi cabello—me dijo haciendo un puchero tocándose la cabeza mientras lloraba. Yo la apreté contra mí y solté lo que quedaba de sus coletas. —Ya amor no pasa nada, mañana Meme hablara con la maestra. ¿Y porque estas toda sucia si solo te halo los cabellos?—le pregunte y pude sentir su sonrojo. —Me caí…—dijo suavemente y yo la tome en brazos para llevarla a cambiar. Cuando llegamos a la habitación el teléfono de la casa empezó a sonar. —Residencia Cullen—dijo Esme quien aun estaba preocupada por Rose.


—¿Sra. King a que debo su llamada?—pregunto Esme atrayendo la atención de todos. —No es posible, Bella es una niña muy dulce. –dijo Esme y pude captar que la Sra. King le dijo que Bella ataco a su pequeño Royce. —No estoy diciendo que su hijo mienta, Sra. King, pero dudo mucho que una niña de cuatro años lo haya podido agredir. Según tengo entendido las cosas fueron al revés.—dijo Esme un poco molesta. —Sí, cuatro años, esa es la edad de mi Isabella. No es posible que ella lo haya mordido—defendió Esme como una mamá gallina a sus pollitos. —Mordiste a Royce?—le pregunte poniéndole unos pantalones cortos y una camiseta de barbie. —Él me tiro de las coletas—se defendió sonrojándose y Rose rompió a reír haciendo que Emmett también lo hiciera. Esa es mi niña. Pensó Rose presumida. —Uhm! Al parecer Isabella si mordió a Royce, pero solo fue después que él la atacara—dijo Esme y pude sentir que sonreía.—Si, eso mismo es lo que yo pienso. Son solo niños.—Hasta luego y fue placer—concluyo Esme cerrando el teléfono. Baje con la pequeña las escaleras, donde estaban todos en un ambiente menos tenso. Ella corrió hacia Jasper. —Creo que la mejor forma de establecernos y hacer la transición de Bella al colegio sea más suave es celebrar su fiesta de cumpleaños con sus compañeros de salón—dijo Alice mirando en el futuro. —Tu solo buscas una manera de planear una fiesta—la acuse, ella me saco la lengua. —No me rendiré nunca!—escuche gritar a Jasper detrás del sillón. —Entonces morirás!—le dijo Bella disparándole con la pistola de juguete unos dardos de plástico. —Que les he dicho de jugar en la sala?—los reprendió Esme cuando Jasper casi cae sobre la mesa de café interpretando su muerte. —Fue Jax—dijo Bella señalándolo.


—Traidora—le murmuro y ella le saco la lengua. Todo quedo decidido esa noche, la próxima semana celebraríamos el cumpleaños de Bella en la casa. Alice había previsto que el día seria nublado así que no tendríamos problemas. A la mañana siguiente Esme y la Sra. King asistieron a la reunión con la maestra, esperando que los niños se comportaran lo mejor posible y se hicieran amigos. Luego llevaron a los dos niños de regreso a su salón de clases. Rose había insistido en acompañarme a la escuela, pero pensamos que no sería lo mejor dado a su pasado con la familia King. Las primeras horas pasaron tranquilamente, estaba un poco distraído viendo a través de los ojos de uno de sus compañeros que se sentaba en la parte de atrás de ellos dos. Royce estaba sentado en la banca de al lado de Bella. En cuanto la maestra salió, Royce empezó a lanzarle pequeñas bolitas de papel, Bella lo ignoraba y se las quitaba del cabello. Me metí en la mente del niño. Es bonita, seguro quiere ser mi novia como todas las demás. Pensó y yo apreté el volante. Ese niño quiere ser el novio de mi Bella? Si Rose se entera vamos a tener que mudarnos. Vas a comer conmigo el almuerzo. Escribió en una nota y se la paso a Bella. Ella miro el papel doblado y lo ignoro, volviendo su atención a su cuaderno. Royce se molesto y le tumbo el lápiz de la mano. Bella lo miro con el ceño fruncido y se agacho a recoger su lápiz. Cuando se levanto Royce le volvió a halar la coleta. Ella lo miro entrecerrando sus ojos. —Le voy a decir a Edward—lo amenazo. —Quien es él? Tienes novio? En que salón esta?—le pregunto molesto. —Edward es…—dijo ella sonrojándose—él se va a casar conmigo cuando crezca—murmuro apresuradamente y volvió a su tarea. Dejándonos a Royce y a mí con la boca abierta. Mi corazón se sintió extraño. Ella es una niña… seguro es lo que le llaman el complejo de Electra… no debe ser otra cosa que eso pensé tratando de sacudirme la extraña sensación. En cuanto la campana del recreo sonó, me dirigí a mi puesto de vigilancia usual. Bella salió y se sentó a comerse una manzana, estaba sola como siempre. Royce no le quitaba la vista de encima, este niño me estaba empezando a molestar. De pronto Bella empezó a caminar hacia la cerca que encaraba los arboles.


—Edward?—dijo suavemente. Yo sonreí, era algo increíble que ella supiera cuando yo me encontraba cerca, a pesar que los años habían pasado esto siempre me sorprendía. Me baje del árbol de un salto y me mantuve en las sombras, ella me podía ver pero los demás no. —Dime pequeña…—le dije viendo como se extendía una sonrisa en su rostro en cuanto me vio. —Royce, me volvió a tirar el cabello, no lo mordí porque me dijiste que no lo hiciera, pero estoy molesta, me quiero ir a casa—dijo haciendo un puchero. —Solo faltan tres horas amor, luego iremos a comer un helado. Quieres que te volvamos a poner en kínder? Así no estarías cerca de él—le dije y ella negó con la cabeza. —No me gusta kínder y además del helado quiero correr—dijo haciendo un puchero. La campana sonó y ella golpeo el piso con su pie. —Te veré en unas horas amor, ahora se una buena niña y no le hagas caso a Royce—le dije y ella asintió saliendo corriendo haciendo que se tropezara como siempre que corría, por suerte se estabilizo antes de caerse. Las horas pasaban mientras la miraba a través de los ojos de los demás, Royce seguía molestándola pero ella lo ignoraba lo mejor que podía, a las tres en punto como siempre la recibí con los brazos abiertos, en el camino a casa le compre un helado, el cual termino en su camisa blanca, llegamos a casa, le cambie la ropa en unos jeans, sweater y zapatillas. Como aun era verano no tenia que preocuparme porque pasara frio. Empezamos a correr y ella reía mientras se sostenía de mi espalda como un bebe koala. Cuando me pidió que subiéramos a los arboles la tome en brazos y salte a una rama. Me estaba contando su día, aunque yo sabía todo lo que me contaba. Me fascinaba verla hacer conversaciones de ese tipo, en donde trataba de expresarse como si fuera una señorita pero sus manierismos seguían siendo los de una niña pequeña. Mi teléfono empezó a sonar y era Alice. —Edward, tenemos visitas en treinta minutos es mejor que regresen—me dijo en cuanto puse el teléfono en mi oído. —¿Quién es esta vez?—le pregunte un tanto preocupado porque fueran más vampiros.


—Los King—dijo y escuche a Rose empezar a vociferar al otro lado de la línea. Antes que cortara la comunicación. La pequeña me miraba curiosa, yo suspire al tener que darle la noticia. —Bella, parece que Royce y su familia vienen a visitarnos—le dije y ella se puso rígida junto a mí. Escondió su rostro en mi pecho e inhalo profundamente. —Vamos a regresar?—pregunto amortiguado por mi camisa. —Tenemos que volver, lo más seguro es que vienen a visitarte—dije entre dientes. Ese pequeño pilluelo me estaba sacando de quicio. Regresamos a casa y nos cambiamos para no tener hojas secas o ramitas rotas en la ropa. Bajamos a la sala y nos sentamos como la perfecta familia de humanos que interpretábamos. Emmett estaba sentado con Rose frente al televisor aunque no estaban viendo nada ya que Rose cambiaba los canales por segundo. Bella estaba sentada en el suelo frente a Jasper y a mí tomando un jugo de manzana mientras dibujaba. Alice estaba con Esme en la cocina preparando las cosas para que pareciera que no hacía mucho habíamos terminado de merendar. Escuche el auto dar la vuelta en la carretera y tomar el camino que llevaba a la casa, cuando se detuvo, dos puertas se abrieron y se cerraron, ocho pasos en la grava, cinco en el portal y luego tres golpes en la puerta. —Están aquí—dijo Esme saliendo nerviosa de la cocina limpiando sus manos en el delantal que tenia puesto. —Esme, nos tomamos la libertad de venir a traerles un presente de bienvenida—dijo una mujer de unos treinta y tres años, rubia de los ojos grises que estaba parada junto a la semilla del mal, quien sostenía un pastel en sus regordetas manos. —Nathalie, es una agradable sorpresa por favor pasen—dijo Esme en un despliegue de amabilidad. La mujer miro al niño y este le entrego el pastel a Esme. —Para usted y su familia como gesto de bienvenida, Sra. Cullen—dijo el pilluelo. Encantador igual que el otro Royce. Genial! Pensó amargadamente Rose.


—Muchas gracias jovencito—dijo Esme llevándolos a la sala.—Esta es mi familia—nosotros nos levantamos como buenos anfitriones.—Él es mi hijo Edward—el chiquillo me miro apreciativamente midiéndome como su rival, podía ver sus pensamientos dándole vuelta a la conversación que había tenido con la pequeña. La miro interrogante y Bella se pego a mis piernas.—Mi sobrina Rosalie y su esposo Emmett están pasando un temporada con nosotros, al igual que los sobrinos de mi esposo Alice y Jasper—dijo señalando a cada uno.—Esta es nuestra pequeña Bella—la mujer miro a mi pequeña fijamente como si la estuviera estudiando aunque sus pensamientos eran amables hacia la niña. —Un gusto conocerlos a todos. Ya veo porque Royce no deja de hablar de ti, eres una pequeña rompecorazones—le dijo sonriéndole a la niña. Bella respondió con un tímido "Gracias" antes de volver a pegarse a mí. Todos nos volvimos a sentar en los sillones. Nathalie le dijo a Royce que jugara con Bella mientras ella tomaba el té con Esme. Yo le indique a la pequeña que estaba bien y ella se bajo de mis piernas y se sentó en el suelo sacando sus bloques de colores de la gaveta de la mesa de café. Los míos ojos celestes, el mismo cabello rubio. Pensó Rose poniéndose visiblemente incomoda. Jasper la ayudo a relajarse para que pudiera hacer la pregunta que tanto la molestaba. —Nathalie, asumo que ustedes son los King del banco local. Supongo que tendrán mucho tiempo en este lugar—dijo Rose tratando de lucir lo menos atemorizante posible. Se podría decir que Rose captura el interés de la mujer, que empezó a relatar la historia de su familia empezando por el tatarabuelo del niño quien fue el padre del novio de Rose, siguiendo en cómo murió trágicamente Royce II a manos de unos ladrones que entraron a robar en su casa donde él se sacrifico para proteger a su familia ya que él estaba pasando por una etapa muy difícil al haber perdido a su prometida. En ese pedazo podía decir que Rose tenía ganas de devolver el estómago. Así que por el sacrificio de su hermano mayor, John quien quedo a la cabeza de la familia una vez Royce muriera, le puso ese nombre a su primer hijo en honor a su hermano, cosa que convirtió en una tradición familiar y por eso su "tierno" angelito quien por cierto no perdía un momento para hacerle ojitos a mi pequeña se llamaba de esa manera. La conversación siguió fluyendo en torno a la fiesta de cumpleaños de Bella. De pronto el niño se paro y me miro cuando Bella se acurruco a mi lado diciendo que estaba cansada.


—Tu eres él que se va a casar con ella cuando crezca?—me pregunto sin dar rodeos. Mis hermanos no pudieron ocultar su diversión al verme en ese predicamento y notar el sonrojo en el rostro de Bella. —Eso no te importa—le respondió Bella defensiva. —Que sí—le respondió. —No —Sí —No —Sí —QUE NO!—le grito agarrándome del brazo —Bueno, solo te digo que ella no se casara contigo porque lo hará conmigo— me dijo antes de volver a entretenerse con los bloques de colores. Bella se cruzo de brazos y lo miro entrecerrando sus ojitos. Tienes competencia, hermanito. —Cállate Emmett—le sisee bajo mi aliento. Por suerte poco después se marcharon. Rose aun estaba un tanto recelosa pero decidió que no podía juzgar al niño por los pecados de su ancestro. El día de la fiesta de Bella, llego en un parpadeo, ella ahora estaba un poco más abierta a sus compañeros pero seguía siendo tímida. Se podía decir que solo tenía dos amigos una niña llamada Melody y Royce que no la dejaba ni a sol ni a sombra para gran molestia de la niña. La observe saltar en el globo saltarín que habíamos alquilado para esta ocasión, la pobre como era más pequeña que los demás físicamente terminaba cayéndose cada vez que alguien saltaba a su lado y la sacaba de balance. Por lo visto la estaba viendo con cierta nostalgia, porque cuando sus ojos se encontraron con los míos, llego corriendo y se sentó en mis piernas. —Te estás divirtiendo con tus amiguitos, amor?—le pregunte y ella asintió. —Pero tú siempre serás mi más mejor amigo—me dijo abrazándome el cuello y pegando sus labios a mi oído—y al que más quiero en todo el mundo—con


eso salto de mis piernas aterrizando en sus manos para luego sacudirse el polvo y correr hacia Melody. Tú también eres lo que más quiero en el mundo, pensé mientras la veía mirar para ver si Alice o Rose la estaban viendo para soltarse el cabello y tirar las ligas que se lo amarraban al aire. La fiesta transcurrió con tranquilidad, Bella golpeo la piñata. Emmett se quejo porque no le permitimos pegarle también, tuvimos que comer pastel para cumplir con la charada de humanidad, lo cual emociono a Bella y luego que todos los niños se fueron llego la hora de los regalos. Yo le regale la primera edición de El principito, Alice le obsequio ropa y más ropa. Jasper también le dio libros al igual que Carlisle y Esme. Rose y Emmett juguetes. Septiembre dio paso a Octubre y fuimos invitados a la noche de dulces y golosinas que su escuela estaba realizando para evitar que los niños pidieran dulce o truco en casas desconocidas ya que muchas personas utilizan este día para hacerles maldades como ponerle vidrio a los dulces y cosas de esas. Para mi malestar la pequeña decidió vestirse de vampiro, porque después de otra de las estupideces de Emmett al permitirle ver Entrevista con el Vampiro, ella se consideraba "Claudia" papel que interpretaba Kristen Dunst y decía que yo era "Louis" solo que era mucho más guapo que Brad Pitt. Así que aquí estábamos en la entrada de su colegio vestidos como "vampiros" de una película. Emmett, empezó a reírse preguntándole a la pequeña que porque no podía ser una niña normal y vestirse como una princesa de Disney, ganándose un golpe de Jasper cuando Bella lo acusó. Las maestras felicitaron a Carlisle y Esme diciéndoles que Bella era la mejor de la clase y que no había tenido ningún tipo de dificultad pese a que estaba bajo la edad. Ambos estaban orgullosos de la pequeña. Octubre dio paso a Noviembre, Emmett y Bella estaban en el patio recogiendo hojas caídas para hacer grandes pilas donde saltaban una vez estaban terminadas. Yo los observaba correr y lanzarse las hojas el uno al otro entre risas desde la ventana de la sala. De pronto la pequeña se lanzo sobre una enorme pila y se levanto como un resorte cubriéndose la boca. Sus ojos se encontraron conmigo y salió corriendo a mi encuentro aun cubriéndose los labios. —Edward! –dijo atreves de su mano.—Mira!— me mostro su sonrisa donde le faltaba un diente el cual tenía en la mano. —Se te cayo un diente—le dije sonriendo.


—Sí…ahora en la noche vendrá el hada de los dientes y me dejara dinero. No la asustes y no te la comas—me miro entrecerrando sus ojos pero luego sonrió.—Ahora me saldrá otro diente que sea uno…peramente…—me miro interrogante. —Permanente, amor. Te saldrá un diente permanente.—le acaricie los cabellos. —Eso significa que ya soy grande y que ya crecí, así que ahora buscare a Jax para que nos case como a Rose y Em—dijo y salió corriendo escaleras arriba. La casa irrumpió en risas y si hubiera sido humano me hubiera sonrojado. Me tomo casi una hora explicarle que aun era muy pequeña para pensar en el matrimonio y que al menos tenía que estar del tamaño de Alice para volver a hablar de ese tema. Yo solo esperaba que de aquí a ese tiempo ya la idea se le hubiera pasado. A la mañana siguiente la pequeña se despertó emocionada porque el hada de los dientes le había dejado cien dólares bajo la almohada. Como era sábado me pidió que fueras a comprar algo con su dinero, pero solo los dos. Me dijo al oído mirando a Alice con recelo. Llegamos a una tienda de música en donde se compro el nuevo álbum de The Cramberries, To the Faithful Departed, luego pasamos por una tienda de mascotas donde se compro cuatro peces dorados y una pecera. Tuve que dejarla que cargara la pecera con los peces porque los humanos nos miraban extrañados de ver como los peces se pegaban al vidrio lo más lejos posible de mí. Unos dos días antes de las vacaciones de navidad, Alice andaba planeando algo por lo que podía decir, cada vez que mi miraba su sonrisa se hacía tan amplia como la de un gato que se comió un canario. Nos urgió a Jasper y a mí que fueras a cazar mientras Bella estaba en el colegio para no tener que salir mientras ella estuviera libre en la casa. Pase a buscar a la pequeña justo a las tres de la tarde. Se veía pensativa, me dijo que todo le fue bien en el colegio que ella y Melody habían hecho unas tarjetas de navidad. Tome su mochila y entramos a la casa donde todos estaban sentados en la sala. Alice seguía sonriendo y Jasper se encogió de hombros diciendo que no tenía ni idea del buen humor de su esposa. Nos sentamos en la sala junto a los demás y de pronto se levanto mordiéndose el labio.


—Edward…. ¿Cómo se hacen los bebes?—pregunto y todos quedamos en silencio total… bueno todos menos Alice que empezó a reír descontroladamente. —Lo sabías y no me dijiste—le siseé. Alice volvió a reír y me saco la lengua. —Sí, Edward dinos como se hacen los bebes—dijo Emmett riendo atronadoramente. Sabes cómo se hacen no? El hecho que seas virgen no impide que sepas la teoría aunque nunca la vayas a poner en práctica. Bella me miro impaciente y deje pasar el comentario de Emmett ya me encargaría yo de él. —Bu—bueno… cuando…erg…un papá y una mamá….este se quieren mucho…se van a su…este…habitación… y hacen los bebes—le dije mirando a cualquier lugar menos a sus curiosos ojos cafés. —Y que hacen en la habitación?—me pregunto sentándose en la mesita de café. Sí…que hacen en la habitación, yo te puedo mostrar si quieres ejemplo. Pensó Emmett volviéndose muy grafico en sus recuerdos con Rosalie. —Él papá pone una semilla en la barriga de la mamá y así salen los bebés—le explico Carlisle. Bella volcó toda su atención a él. Librándome de la penosa charla. —Y como le pone la semilla en la barriga?—le pregunto echándose hacia delante la curiosidad bailaba en sus ojos. Carlisle parecía haberse quedado sin respuestas. —Te acuerdas que te explique la polinización de las flores por las abejas?—le pregunto y ella asintió.—Pues es lo mismo con los humanos—dijo sintiéndose complacido por su explicación. —Meme puedes llamar a Melody, debo decirle que los bebes no se hacen con sexo—dijo sonriente y todos nos miramos los unos a los otros mientras Alice estaba en el suelo riéndose a costillas nuestras. —Cla—claro pequeña—dijo Esme aun mirando un poco desenfocada a Carlisle quien se notaba apenado. —Donde escuchaste esa palabra, Bella?—le pregunte.


—Royce, nos dijo a Melody y a mí que había visto a su mamá y a su papá teniendo sexo y yo le dije que yo había oído a Rose y a Em haciendo lo mismo—dijo levantándose y caminando detrás de Esme. Rosalie se veía como que si pudiera se escondería bajo una piedra, luego le lanzo dagas a Emmett y lo golpeo. —Ahora que hice?—se quejo. —Te dije que no hicieras tanto ruido—le siseo. Yo aun estaba mirando la puerta por donde había desaparecido la pequeña hace unos minutos. Pronto Carlisle empezó a reír junto con Alice. Nunca volveré a tomar nada por sentado con esta niña. Pensó mi padre sacudiendo la cabeza de un lado a otro. —El próximo año métela en una escuela de solo mujeres—me dijo Jasper aun con su boca abierta. —Dalo por hecho—le respondí. La mañana de navidad llego y Bella se levanto saltando en la cama. —Ya es navidad, ya es Navidad! Edward, arriba, arriba—salto de la cama y la atrape en el aire antes que aterrizara de cara. —Con calma pequeña—le dije tomándola en brazos. —Vamos Santa Claus se va a ir!—se apuro golpeándome con sus pies. —Santa no se va a ir y deja de golpearme que te vas a moretear—le dije poniéndola en el suelo en cuanto termine de bajar las escaleras. Corrió y salto en las piernas de Santa que la esperaba sentado al pie del árbol con una gran bolsa de regalos. —Feliz Navidad Santa—dijo sonriendo. —Ho, ho,ho! Feliz navidad pequeñita, te has portado bien este año?—le pregunto y ella sonrió asintiendo. —Bueno yo revise la lista dos veces, haz sido buena con tus hermanos, Carlisle, Esme y Edward?—la miro atreves de sus lentes. —Sip!—dijo moviéndose ansiosa.


—Te has comido toda la comida y has hecho tu tarea? —Sip!—le respondió impaciente —Bueno veamos que tienes de regalos—dijo sacando los obsequios de su bolsa. Bella chillo emocionada cuando abrió el discman portátil que le regale para que escuchara música, los nuevos peces que Jasper le regalo para compensar los que se habían muerto, los juegos educativos y una pequeña enciclopedia de parte de Esme y Carlisle. —Santa no te vayas tienes que conocer a mi hermano Em. Él salió con Rose, pero no deben tardar—lo miro suplicante cuando Santa se levanto. —Ho, ho, ho. Tengo que entregar regalos a otros niños, pequeñita.—le dijo. —Está bien, pero solo espera un minuto—le dijo y salió corriendo para regresar con un vaso de leche y un plato de galletas.—Comete una galleta y tomate un vaso de leche, es bueno desayunar antes de salir. —Ho…ho..ho…ya desayune pequeña—le suplico. —Nop! Tienes que tomarte la leche y las galletas—le dijo entrecerrando los ojos. El próximo año, tú serás Santa Claus. —Comete las galletas y cállate—le dije bajo mi aliento, riéndome al verlo tragar.

Capítulo 10: ¿Por qué?

El tiempo había transcurrido para nosotros en Rochester, ahora estábamos en agosto de 1998, la pequeña Bella pronto cumpliría siete años. Por una parte estaba triste de dejar a sus dos únicos amigos, pero por otra parte estaba emocionada de empezar una nueva aventura como ella llamaba a nuestra mudanza. Habíamos tenido que acortar nuestra estancia en Rochester, por qué Carlisle tuvo que atender en su lecho de un doctor que trabajo con él hace años quien empezó a decir lo mucho que Carlisle se parcia a su abuelo.


Nos dirigiríamos a Carolina del Norte cerca de los Apalaches, precisamente cerca de Asheville para poder usar el clima a nuestro favor. Esta vez viajaríamos todos en avión, enviamos los autos hace una dos, para que estén allá cuando lleguemos. Emmett, estaba algo emocionado pensando que de pronto Bella podría ir al colegio con algún familiar suyo. Después de todo él había tenido hermanos cuando era humano. La despedida de Bella de sus amigos fue algo emocional, la pequeña por suerte era muy madura para sus casi siete años, lloró un poco, pero consiguió animar a sus amiguitos diciéndole que les escribiría aunque ella sabía que les estaba mintiendo, una vez nos mudáramos ella rompería todo contacto con ellos. La semilla del mal, mejor conocida como Royce, me lanzo unas indirectas… bueno fueron bastantes directas para ser sincero. Diciéndome que me llevaba a Bella lejos porque yo sabía que Bella no se iba a casar conmigo si seguía con él. La casa rompió en risas, mientras lo único que yo quería era romperle su cuello. Bella ahora iba para cuarto grado de la escuela. Se estaba convirtiendo en toda una niña grande, a su sonrisa le faltaban cuatro dientes pero aun así, es la sonrisa más hermosa que he visto jamás. La estaba observando nadar con Emmett, ya habíamos terminado de empacar, dejando fuera únicamente los libros que estábamos leyendo. Bella ahora estaba muy metida en Harry Potter, mandamos a comprar el libro a Inglaterra porque en Estados Unidos no sale hasta el primero de septiembre y ella siendo una pequeña ratoncita de biblioteca estaba ansiosa por leerlo después de escuchar tan buenas críticas. —Bella, no te rías mientras nadas recuerda que no tienes dientes y te puedes ahogar.—le dijo Emmett riéndose tan fuerte que replicó en las paredes. —No me molestes—le dijo haciendo un gracioso sonido cuando pronuncia la "s" porque el aire se escapaba entre sus dientes. —Si no dejo de molestarte qué? Me vas a hacer el ataque de la babita?—dijo burlándose y ella le hecho agua en la cara , mientras trataba de seguir a flote con sus flotadores de brazos. —JAX!—ella grito con una expresión presumida y Emmett abrió mucho los ojos.—Le diré a Jax y a Edward que te sostengan mientras te hago comer una pizza de anchoas entera. Eso es lo que hare—le dijo sacándole la lengua. —Pequeño demonio—le dijo antes de desaparecer bajo el agua para reaparecer al lado contrario de la piscina justo cuando Jasper se lanzaba como bola de cañón al agua, para rescatar a su damisela en desgracia.


Emmett salió de la piscina y llego a mi lado mientras la veía susurrarle al oído a Jasper. Estas seguro que sus padres eran humanos? No puede ser tan maquiavélica de ser así. Pensó Emmett recordando la última vez que Bella planeo hacerle una travesura. Emmett se había burlado de ella porque se quedo dormida sobre él mientras jugaban Killer Instinc Gold en el nintendo 64 y lo babeó un poco. Desde ese día le había dicho que ella había desarrollado una técnica llamada el ataque de la babita. Bella hizo que Jasper y Rose lo obligaran a ver una maratón de cuarenta y ocho horas ininterrumpidas de videos de Barney. Para las primeras veinticuatro horas, Emmett hubiera llorado si hubieras podido. Llego el día que nos mudaríamos y los que quedamos nos fuimos al aeropuerto. Emmett se divirtió en este viaje ya que en pocas oportunidades habíamos salido a pasar tiempo con los humanos. Las azafatas como siempre demasiado "solicitas" hicieron que Bella les lanzara la "mirada del mal" como la nombro Emmett. Cada vez que Bella notaba que alguna me hacia ojitos o me sonreía demasiado, ella entrecerraba sus ojitos para lanzarles dagas con los ojos, sus labios formaban una tensa línea y se sentaba en mis piernas para seguirlas mirando así hasta que decidían irse. Cuando Jasper le bromeó sobre su comportamiento, ella solo le respondió que yo era de ella y no pensaba compartirme; cosa que plasmo una sonrisa idiota en mi cara durante todo el viaje sin saber por qué. Lo más gracioso sucedió en el cumpleaños número siete de Bella, Jasper le entrego su regalo muy emocionado, solo para conseguir que Bella se quedara muda. Solo recordarlo me hace reír. —Toma Bella, este es tu regalo—le dijo Jasper emocionado entregándole un sobre. Bella, lo tomó y lo abrió mirando intrigada el papel que saco. —Eh..gracias Jax, el papel es muy bonito. Es para dibujar?—le dijo confundida pero le dio una sonrisa sin dientes. Él frunció el ceño y yo reí. Claro como ella no te deja regalarle nada, ahora te burlas de mí. Además mi regalo la hará rica en el futuro… Se quejó mentalmente. Yo rodee los ojos, Bella desde el año pasado no me dejaba regalarle nada y esa niña era de temer cuando se enojaba, así que decidí abrirle un fideicomiso para cuando creciera donde le depositaba periódicamente dinero cada vez que deseaba comprarle algo.


—Bella, amor. Jasper te regalo unas acciones en una compañía que se llama Google—le dije y me miro como diciendo "Y entonces?". Yo trate de disfrazar una risa con tos pero de todos modos Jasper me miro mal. —Bella… Alice tuvo una visión sobre esta compañía, más adelante será muy exitosa y las acciones estarán por los cielos—le dijo y ella siguió mirándolo sin comprender. Jasper suspiro.—Sí Bella, es un papel bonito—finalmente admitió su derrota y Bella le sonrió. Teníamos pocos meses de habernos instalado, pensamos que nos habíamos librado de la terrible etapa del ¿Por qué?, pero para nuestra desgracia eso no duro mucho, para variar todo fue culpa de Emmett. —Edward?—me pregunto entrando con el libro que desde hace un día llevaba a todos lados, pensé que era de su biblioteca pero me dijo que era de la de Carlisle, así que no le di mucha importancia, seguro cuando terminara de leerlo me nos sentaríamos a tener un debate del libro. Cosa que a ambos nos encantaba hacer. —Sí?—le dije dejando de tocar y girándome en la banca del piano para poderla ver. —¿Por qué no duermes en un ataúd con tierra?—se sentó al borde la cama, sus pequeños pies aun no tocaban el suelo por los que los movía alegremente de adelante hacia atrás. La mire sorprendido, sin entender de donde venia esa pregunta. —Porque yo no duermo, amor. Eso ya lo sabes—le dije confundido. —Y ¿por qué no duermes? —Porque soy vampiro y los vampiros no duermen. —Si te clavan una estaca de madera en el corazón te mueres? Yo no quiero que te mueras…—me dijo y sus ojos se llenaron de agua. Me acerque a ella y me agache a su altura. —No, amor. Las estacas de madera no nos hacen nada. Ningún humano nos puede matar—le dije limpiándole las lágrimas. Ella sonrió alegrándose de mi respuesta. —¿Por qué eres vampiro?—me pregunto animándose nuevamente. —Porque Carlisle me convirtió—le dije empezando a impacientarme un poco por su renovada curiosidad del mundo de los vampiros.


—¿Por qué te convirtió?—me pregunto y yo me pinche el puente de la nariz. —Porque era necesario. ¿Por qué de pronto tienes tanta curiosidad?—le pregunte intrigado —Porque sí….¿Por qué era necesario?—me respondió sonriendo—Conoces otros vampiros que sean nuestra familia?—me pregunto regresando a terrenos menos peligrosos. —Sí—le respondí y ella pareció pensar en algo. —Todos son como ustedes? —No…algunos se alimentan de humanos, ya sabes que es por eso que no debes hablar con extraños—le dije y ella asintió. —¿Cuántos años tienes?—volvió al interrogatorio. —Diecisiete—le dije y ella frunció el ceño. —Hace cuánto tienes diecisiete?—me pregunto divertida. —Los suficientes…—le di una respuesta vaga aun no sabía a donde ella quería llegar. —Haz estado en Transilvania?—me miro con curiosidad. —Dónde escuchaste eso?—le pregunte sabiendo perfectamente que en su colegio no iban a hablar sobre esa región. —De un libro… ¿Conociste al conde Drácula antes que Jonathan le cortara el cuello y Morris le clavara la estaca?—me pregunto y entonces todo cayó en su lugar, le quite el libro que tenia abrazado y ella me miro confundida. Drácula de Bram Stoker, decía la cubierta. Tome una innecesaria respiración para calmarme. —Isabella…de dónde tomaste este libro?—le pregunte tratando de no sonar muy enojado aunque sabía que con solo escuchar su nombre completo ella sabía que estaba en problemas. Me miró atreves de esas enormes pestañas y se mordió el labio con fuerza.—Dime…—le exigí. —De la biblioteca de Carlisle—me dijo volviendo a morderse el labio. —Y se puede saber cómo lo alcanzaste? cuando esta clase de libros está en la fila más alta de las estanterías?—le pregunte sabiendo que ella sola no podía


llegar hasta allá, precisamente por eso Carlisle y yo habíamos arreglado la biblioteca de esa manera, para que sus pequeños y curiosos ojos no leyeran nada que no debiera leer. —Ayer tú estabas cazando con Jax, Carlisle estaba en el hospital. Meme estaba ocupada en el jardín. Ali y Rose salieron de compras…—me miro mordiendo su labio—yo quería saber más cosas y Emmett…me conto historias…y yo me acorde de este libro….—me dijo llenando sus ojos de lágrimas por mis duras facciones. Suspire. —Isabella… esos son cuentos de los humanos… si quieres saber de los vampiros, puedes preguntarnos a mi o Carlisle, incluso a Jax… trataremos de responder lo mejor que podamos. Este es un libro de gente mayor no debes leerlo más—le dije tratando de evitar el nombre de Emmett, a quien le daría un pedazo de mi mente. Mordió su labio y asintió. —Sigues enojado conmigo?—me pregunto poniendo su pequeña mano en mi mejilla. Yo cerré los ojos ante ese cálido contacto. —No… nunca podría estarlo mucho tiempo…—le dije dándole un beso en la nariz. Cuando Emmett regreso de cazar, pude ver en su mente el encuentro con la curiosa Bella que lo llevo a entregarle el libro… la verdad que con tantos ¿Por qué? Yo también hubiera buscado cualquier cosa en que entretenerla con tal que se quedara tranquila un rato. El pobre Emmett se empezó a volver loco y pensar que todo empezó con un inocente ¿Por qué el mar es azul?, después de eso todo se fue cuesta abajo. Cuando le pregunté a Carlisle por qué la pequeña había entrado en la etapa del porque tan atrasada si en todo lo demás iba adelantada él solo se rió y me dijo que nuestra pequeña es tan especial que hacia las cosas a su tiempo y no cuando los demás esperan que lo hagan. Estábamos en junio, era un tranquilo día estaba despejado después de la lluvia que cayó en la mañana. La pequeña estaba saltando en el jardín, se veía muy graciosa estaba en cuclillas y saltaba de aquí para allá detrás de una rana, se lanzo sobre su pecho, para levantarse cubierta de lodo de pies a cabeza. La mire y sonreí sabiendo que a Esme y Rose les daría un ataque ya que no hacía mucho la habían terminado de vestir con ropa limpia por tercera vez en el día. —Edward! Edward!—dijo corriendo hacia mi.—Feliz cumpleaños—saco del bolsillo de su chamarra la rana que la vi persiguiendo y me la entrego—Trate de atrapar unas ardilla, pero son muy rápidas— frunció el ceño—Entonces Em,


me dijo que no importaba porque a ti te gustaba comer ranas más que ardillas, así que allí esta!—la emoción en su voz era evidente. Haber como sales de esta, hermanito. Te toco comer rana. Yo sonreí a lo mal que le estaba saliendo el plan. —Gracias, amor por el regalo de cumpleaños, te has llenado toda de lodo nuevamente por conseguirlo, mira lo sucia que estas—le dije besándole el tope de su sucia cabeza. Entonces espere, uno… dos… ni siquiera llegue al tres cuando Esme estaba a mi lado mirando desaprobatoriamente a la pequeña niña. —Isabella Marie… por qué razón estas toda sucia de nuevo? No tengo siquiera una hora de haberte enviado a bañar.—la reprendió Esme. Bella bajo la cabeza y movió sus pies nerviosamente. —Lo siento Meme, Em dijo que la tarjetas de cumpleaños que le hicimos a Edward no era suficiente que debía conseguirle una ardilla o una rana como bocadillo—dijo tratando de limpiar sus sucias manos en su camisa. Esme le lanzo dagas a Emmett con los ojos prometiéndole una larga conversación bajo su aliento. —Vete a baña, Bella… y lávate bien detrás las orejas—le dijo cariñosamente. La pequeña asintió y subió las escaleras. En cuanto escuche la regadera del baño encenderse solté la rana. Maldición, como haces para librarte siempre. Se quejo Emmett mientras Esme lo regañaba. Ya teníamos casi un año en los Apalaches, Bella estaba empezando el sexto grado con nueve años, tenía lo que ella llamaba conocidas pero realmente a ninguna las consideraba amigas. Bella siempre se subía al auto frunciendo el ceño cuando la recogía en la puerta del colegio. Poco después descubrí que una de sus compañeritas tenía un ligero enamoramiento infantil conmigo, al principio quiso hacerse amiga de la pequeña como medio de "llegar a mí" luego empezó a molestarla. Por suerte el enamoramiento de la niña había pasado rápido y centro su atención en otro de sus compañeros, que aunque hubiera preferido las atenciones de la pequeña Bella, se conformó con su compañera sabiendo que esperar algo de Bella era como esperar que las vacas dieran leche de chocolate. Ella como siempre estaba totalmente ajena a los deseos de sus compañeros del sexo masculino cosa que me agradaba mucho. Definitivamente los preadolescentes son un caso serio de manejar. A Bella aun


le faltaban un par de años para llegar a esa temible edad, así que decidí que me preocuparía cuando llegara el tiempo. Un ruido metálico me saco de mis cavilaciones, Carlisle ladeó su cabeza mirándome extrañado. Recorrí todas las mentes de la casa, cuando llegue a la Emmett solo pude ver un montón de polvo blanco en el aire impidiéndome ver con claridad. Baje las escaleras con Carlisle en mis talones para entrar a la cocina que tenía el suelo cubierto de polvo blanco, el aire estaba más claro y pude ver una muy asustada Bella cubierta de harina de pies a cabeza, con esos preciosos ojitos café abiertos por el susto, su corazón latía presurosamente, subida sobre un taburete al lado de la alacena que estaba abierta. Emmett, tenía un sus manos lo que quedaba de costal de harina y en el suelo había un recipiente de metal volcado. —¿Qué sucedió aquí?—Preguntaron a la vez Carlisle y Esme que venía entrando a la cocina. —Um… te iba a ayudar con el pastel Meme, lo juro…fui a tomar la harina del frasco, pero no quedaba más así que…me subí para sacar un poco como tu siempre haces… y bueno…no sé qué paso… abrí la alacena y de pronto todo se lleno de harina…—dijo sonrojándose bajo la capa de harina. Todos miramos a Emmett y enarcamos una ceja. —Ey… yo no hice nada… entre a la cocina porque escuche que Esme salió y recordando lo que pasó la última vez que ella se quedo sola en la cocina, decidí entrar y vi que el costal le iba a encima, así que lo agarre…solo que parece que lo hice con mucha fuerza—dijo empezando a reír cuando conto la ultima parte. Tome a la pequeña en brazos y la baje de la trampa mortal donde estaba subida. —Yo limpiare todo Meme…—dijo en una pequeña voz, pude sentir que se iba a poner a llorar. —Yo me encargo de todo aquí Esme… yo la ayudare…—les dije, los tres asintieron saliendo de la cocina. Tome una escoba y el recogedor de basura. Me acerque a su lado, ella estaba en el suelo tratando de recoger la harina con un trapo de cocina. —No tienes que ayudarme Edward…fue mi culpa… como todos los accidentes que pasan…—dijo y vi unas pequeñas gotas caer sobre el suelo haciendo pequeños círculos cuando tocaban la harina, sabía que estaba enojada y que quería estar sola.


—No es tu culpa Bella… los accidentes suceden…—le dije empezando a barrer, dándole su espacio. —Sí… los accidentes suceden… lo que pasa es que siempre me suceden a mí ¿Por qué siempre a mí?—dijo y soltó un sollozo. Me agache junto a ella y levante su pequeño mentón con mi dedo índice. Su rostro parecía la de un payaso triste, tenía surcos de lágrimas en medio del blanco de la harina. Limpie sus lágrimas haciendo una especie de pasta al mezclarlas con la harina. —Los accidentes suceden amor, a todos nos pasan accidentes, solo que como somos vampiros pues tenemos la velocidad para evitarlos, pero si estamos muy distraídos también nos accidentamos—le dije y ella se mordió el labio. —Cuando crezca tu me vas a convertir en vampiro, no es cierto? Así ya no me pasaran accidentes—dijo escondiendo su rostro en mi pecho. –Odio que todos en la escuela se burlen de mi porque siempre me caigo…—yo bese su blanco cabello. —Amor… tu solo eres un poquito descoordinada—le dije evitando la parte de la conversación a la que no quería llegar. Ella soltó un gran suspiro. —Soy torpe, acéptalo—me dijo y pude intuir una sonrisa en su voz. —Bueno… no sé si serás torpe, pero ahora mismo eres un pequeño payasito— le dije separándome para verla. —Pues tú también estas lleno de harina—me dijo desafiante y yo enarque una ceja sabiendo que no era cierto eso. —Yo no estoy lleno de harina—le dije y enseguida me di cuenta de mi craso error. La toalla con la que ella estaba limpiando me dio de lleno en el rostro. Ni siquiera me di cuenta de su treta.—Pequeña diabilla!—le gruñí juguetonamente. Ella soltó un chillido asustado y yo me levante para perseguirla si corría, cuando escuche alguien corriendo muy rápido…demasiado rápido y con el piso lleno de harina… —Bella! Que te pasoooooooooo—dijo Jasper mientras resbalaba por el suelo cubierto de harina estrellándose contra la parte de debajo de la alacena rompiendo las puertas haciendo que los gabinetes superiores se abrieran tirándole los frascos de conservas de fruta que Esme guardaba para hacerle pasteles a Bella. —Jax!—grito Bella preocupada, pero luego de verlo cubierto de harina y lleno de jaleas de frutas desde la punta del pelo hasta la punta de los pies. Se soltó a reír a carcajadas, cada vez que lo miraba se doblaba sosteniéndose sobre la


mesa para no caerse de la risa. Yo no pude evitar unirme a sus risas, sus carcajadas eran contagiosas. Los demás habitantes de la casa llegaron a los segundos y se unieron a las risas. —Voy a limpiarme—dijo Jasper caminando dejando el almíbar de las conservas a cada paso que dejaba. —Gracias…—le dije bajo mi aliento. Él no podía resistir sentir a Bella triste, ni siquiera un poco. La punzada a veces regresaba pero ya no le prestaba tanta atención o al menos eso trataba… No podía dejarla pensando eso, ya sabes cómo se pone últimamente con los accidentes. —Lo sé…—dije muy bajo, recordando aun como lloro hace unos días cuando unas niñas mayores se empezaron a burlar de ella en el colegio por sus continuos accidentes. Entre todos limpiamos rápidamente el desastre causado en la cocina. Esme nos dio un sermón, pero luego empezó a planear la remodelación de la cocina. Los días pasaron y un día que recogí a la pequeña de la escuela, subió al auto pensativa. Eran raros los días en los que ella se ponía así, por lo general es una niña muy risueña. —Qué sucede pequeña?—le pregunte. —Casey y Cindy, me invitaron a una pijamada en su casa…—me dijo frunciendo el ceño. —Casey y Cindy?—le pregunte extrañado, esas dos niñas no pierden la oportunidad para ser malas con Bella. Sólo le hablan porque es rica y viste ropas de diseño, pero aun así no se salvaba de unos cuantos de sus comentarios hirientes. —Si también invitaron a Mary Jane—volvió a fruncir el ceño. Mary Jane era una de las pocas niñas que era amable con Bella, por el simple hecho de ella misma y no por lo que nuestra familia posee. —¿Quieres ir?—le pregunte dudoso. Quería ser lo más cauteloso posible en este tema.


—No lo sé…no quiero dormir fuera de casa… no creo que podría dormir…—me dijo bajito y sus mejillas se tornaron de rojo haciendo que ella se cortara, en momentos como este es cuando desearía escuchar su cabecita. —Bueno puedes ir y te recojo cuando las niñas se vayan a dormir—le ofrecí. —Eso fue lo que dijo Mary Jane… su mamá la va a recoger cuando sea hora de dormir—me dijo masticando su labio nerviosamente. Me miro y bajo sus ojos moviendo sus manos nerviosamente.—Puedo…decirle a Alice… vea mi futuro para saber si esta noche todo estará bien?—me pregunto un tanto asustada sabiendo que no me gustaba que Alice estuviera siguiéndole los pasos. Suspire mientras manejaba, la mire de reojo. No me gustaba la idea de dejarla ir a esa fiesta, pero tengo que recordar que es una niña humana y por lo tanto tiene que pasar tiempo con ellos y pasar por todas las cosas que hacen ellos, pero de todos modos un pequeño vistazo en su futuro no sería malo. —Sí… puedes pedirle el favor a Alice—le dije aparcando en la casa. —Aún no estoy muy segura de querer ir…—me dijo saliendo del auto. Alice miro en su futuro y no había nada malo en él, bueno solo un par de comentarios mordaces cuando les dijera que no se quedaría a dormir pero de allí nada más. Bella aun tenía sus dudas pero lo que la termino de convencer fue la llamada de Mary Jane, pidiéndole que la acompañara para no estar sola con Casey, Cindy y sus amigas. Estacione fuera de la casa de las niñas, sus mentes estaban llenas con trivialidades, pensaban en comprarse ropa, accesorios, conseguirse novios… por todos los cielos estas niñas tienen solo once años, no deberían estar pensando en jugar con muñecas? —Toma este celular, solo tienes que oprimir el uno para llamarme y enseguida vendré a buscarte. —No estoy muy segura de querer hacer esto—me dijo mirándome primero y luego la casa de manera nerviosa. Guardo su teléfono en la cartera que Alice la obligo a usar. —No te preocupes amor, tu eres fuerte, solo recuerda no hacerles caso a sus comentarios malintencionados. Tienes que tener amigos, Bella—le dije y ella asintió apretado la bolsa de panecillos dulces que Esme le hizo para que trajera de manera de obsequio.


—Tu eres mi mejor amigo—me dijo con brillo en los ojos—el mejor del mundo…—se sonrojo. —Tú también eres mi mejor amiga. Pero ahora debes tratar de hacer unas cuantas amiguitas humanas más. Recuerda que nos quedaremos dos años más aquí—le dije. Ella volvió a asentir y tomo una amplia respiración. —Nos vemos en un rato…—dijo inclinándose y dándome un beso en la mejilla antes de salir del auto y caminar hacia Mary Jane que la estaba esperándola frente al auto de su madre. En cuanto la vi entrar a la casa, me empecé a sentir intranquilo. Trate de calmarme y decirme que nada malo le pasaría… ella estaba con otras seis niñas humanas, nada malo podría pasar… Cuando llegue a la casa me senté a tocar el piano, empecé a tocar la nana que le compuse hace tantos años… nueve años para ser exactos. Bella cada día se volvía más grande físicamente, mis ojos vampíricos notaban todos los pequeños cambios que se registraban en ella a diario. Ahora ya tenía los cuatro dientes frontales permanentes, aunque se le cayeron unas muelas, su cabello caía en suaves ondas hasta la mitad de su espalda, cada vez se volvía más independiente. La habitación también había cambiado a medida que ella crecía, cada vez más los libros reemplazaban a las muñecas, tenía un pequeño estante con su colección de cd's muchos de ellos también estaban en la mía, pero ella prefería tener sus propias cosas. Tenía la absurda idea de que si yo le regalaba algo, estaba haciendo demasiado. Según ella, le había dado todo salvándola el fatídico día en que sus padres murieron y haber cuidado de ella durante todos estos años. Ella parecía no entender que yo le pondría el mundo a sus pies si pudiera… La casa estaba muy silenciosa, Alice estaba recostada con su cabeza en las piernas de Jasper. Rose y Emmett habían salido a cazar, seguramente estaban peleando con algún oso recordando cómo se conocieron. Esme y Carlisle estaban leyendo en la biblioteca… definitivamente hacía falta mi Bella. No quise interrumpir sus actividades, por lo que me quede en mi cuarto bloqueando los pensamientos de todos, para poder perderme en los míos. —Bella!—susurro Alice un segundo antes que mi teléfono sonara. Lo tome mientras corría escaleras abajo. —Edward…—dijo mi pequeño ángel con la voz rota.


—Voy en camino amor… que sucedió?—le pregunte mientras aceleraba al máximo tomando la ruta principal. —Estábamos co—comiendo helado con los dulces de Esme y Cindy se puso a criticar las ropas de Mary Jane….—se sorbió la nariz—como les dije que la dejaran tranquila, se pusieron a decir que yo era tal molestia que mi madre se murió y mi padre me regalo a Carlisle para no tener que lidiar conmigo…— sollozo y luego sorbió de nuevo su nariz. Quería arrancarles sus pequeñas cabezas a esas viboritas. —Oh pequeña cuanto lo siento… ya estoy doblando la esquina—le dije entrando a la calle, frené en seco frente a donde ella aun estaba parada y salí del auto de un brinco. Ella tenía todo el sweater cubierto de helado, debía estarse congelando. Mary Jane estaba junto a ella, igualmente llena de helado. —Edward!—dijo mi pequeña tratando de envolver mi cintura en un abrazo. Acaricie sus cabellos. —Vamos a casa amor—le dije y mire a la niña que estaba a su lado.— Necesitas que te lleve Mary Jane? Wao… en verdad si es guapo… ojala yo tuviera un hermano así… que suerte tiene Bella. —Mary Jane…—la llamo Bella sacándola de su ensoñación. —Oh.. si por favor…—no he podido llamar a mi mamá para que me venga a buscar. —Como quedaron llenas de helado?—les pregunte una vez en el auto y les pase una caja de pañuelos desechables para que se limpiaran un poco. —Bella le volcó su plato de helado en la cabeza a Cindy—dijo la niña riendo mientras revivía el momento en su mente.—Fue algo asombroso, nunca las escuche gritar tanto—sonrió de nuevo. —Y tú se lo tiraste encima Casey cuando se trato de meter—le dijo de regreso a la niña. —Sí… nunca antes me había divertido tanto.—dijo soltando una risita mientras yo aparcaba fuera de su casa.—Gracias por traerme Sr. Cullen. Nos vemos el lunes Bella—con esto salió de auto corriendo a la puerta de su casa.


—¿por qué Edward?—me pregunto soltando un suspiro. Yo no sabía a qué se refería. —¡Por qué, qué amor?—le respondí. —¡Por qué todo siempre me pasa a mí?—susurro muy bajito. —Porque eres un pequeño imán de problemas—le bromeé y ella rio. —Creo que tienes razón—dijo poniendo un cd de musca clásica mientras tomábamos el camino para regresar a casa. Mañana me sentaría con ella en el bosque y tendríamos una larga charla.

Capítulo 11: Conversaciones

En cuanto llegamos a casa, todos empezaron a preguntar en su mente como habían terminado las cosas, les dije bajo mi aliento que hablaría con ellos después, primero tenía que hacer que Bella se quitara esas ropas húmedas y entrara en calor. Lo que menos queríamos era que la pequeña se enfermara, Esme le preparó un baño caliente y luego la secó muy bien antes de enfundarla en gruesas ropas para mantener el calor. Bella ha sido una niña muy sana, solo ha tenido unos cuentos resfríos pero todos han sido muy leves, se podría decir que usábamos a nuestro favor los dones de nuestra familia. Carlisle, la medicaba con antigripales en cuanto Alice nos avisaba y Esme la llenaba de caldo de pollo. Jasper y yo nos encargábamos de mantenerla tranquila mientras Alice y Rose le contaban historias o le leían cuentos. Emmett se mantenía al margen porque siempre que esos dos estaban juntos Bella no se quedaba quieta un solo minuto. En cuanto su cabeza toco mi pecho cayó profundamente dormida. Acaricie sus cabellos pensando en lo que hablaría mañana con ella, la llevaría al bosque y nos sentaríamos en la rama más alta de nuestro árbol. Creo que ha llegado el momento de explicarle las cosas con más calma y profundidad. Ella es una niña grande y muy madura para su edad. —No soy una recogida…—murmuró pequeño ángel en sus sueños enterrando su rosto en mi pecho. —Claro que no lo eres amor, eres lo más importante de mi vida—me susurre besando sus cabellos, molesto porque los comentarios de esas chiquillas le hubieran calado hondo.


—Se va a enfermar…—murmuro Alice desde su habitación. Suspire apesadumbrado. —Será serio?—le pregunté. —Más de lo acostumbrado, pero no para entrar en pánico—dijo y me mostró las imágenes de mi pequeña estando convaleciente. Todo porque esas niñas las sacaron de la casa todas mojadas con helado y con ropas poco abrigadoras mientras estamos en pleno otoño. Trate de mantener mi enojo a raya. La sentí temblar sobre mi pecho, su temperatura estaba empezando a subir. Lo más seguro era que tuviera calosfríos. Trate de recostarla en la cama para alejarla de mi gélida piel, pero sus manos se aferraron tenazmente a las mangas de mi camisa. —No…—dijo abriendo sus hermosos ojos que estaban un poco rojos—me siento mal…no me dejes—suplicó. —No me iré a ningún lugar, pediré que te traigan medicina, nunca te dejaría, descansa pequeña—le susurré acariciándole su cabello, cuando puse mi mano en su frente murmuró complacida. La fiebre le estaba subiendo más rápido de lo que pensé. Rose entró enseguida con el brebaje color rojo, aun no sé como los humanos pueden tomarse esas cosas, supuestamente tiene sabor a fresas, pero siempre lo dude porque olía a cualquier cosa menos a fresas. Bella se tomó la medicina bastante atontada, mientras Esme estaba al teléfono con Carlisle informándole de la situación. Mi padre nos dio las instrucciones a seguir, así que le permitía recostarse sobre mí mientras hervía y cuando empezaba a temblar de frío le poníamos una gruesa manta encima. Le administramos la medicina cada cuatro horas como dijo Carlisle. Durante cortos periodos Bella me llamaba, su dulce voz teñida por el malestar. Me sentía impotente, mi ángel estaba sufriendo y yo no podía hacer nada, estaba empezando a desesperarme. —Volveré a llamar a Carlisle—dijo Esme, saliendo presurosa de la habitación. Sus pensamientos me dejaban ver que estaba tan preocupada como yo. Después de todo Bella era lo más cercano que tenia a una hija de verdad. Con nosotros era diferente, ella nos adopto cuando ya éramos unos hombres y mujeres, sin embargo a Bella la crió desde una semana de nacida prácticamente.


Me volví a remover intranquilo, Jasper estaba sentado junto a la ventana, Alice estaba a su lado. Rose cambiaba su peso de pie a pie moviéndose nerviosa. Emmett subía y bajaba las escaleras como gallina sin cabeza. Esme estaba parada en la ventana de la sala esperando a Carlisle. Todos estábamos desesperados y no sabíamos que más podíamos hacer para mejorarla. —Rose, ayúdame a cambiarle la pijama, esta toda húmeda—le pedí, Jasper empezó a emitir ondas calmantes que la verdad no ayudaban mucho ya que él mismo estaba ansioso. —No, me dejes…—se quejo la pequeña cuando la movimos. Mi corazón parecía haberse roto en cientos de pedazos. —Nunca podría, amor…siempre estaré contigo—le susurre y eso pareció calmarla. Carlisle llego unos minutos después, la despertó para examinarla resultando que tenía una leve infección en las amígdalas y estaba empezando un resfrió. Le dio una inyección para la fiebre y después de unos minutos finalmente la alcanzo un sueño tranquilo. Tuve que aplazar mi conversación con ella dos días, en los que no la dejamos levantar de la cama, donde se tuvo que tomar sus medicamentos a sus horas para su gran molestia. —Edward…—me llamó la pequeña desde la cama al tercer día de su tratamiento mientras yo estaba tocando el piano, para entretenerla. —Sí?—me gire en la banca para mirarla. —Háblame de mi historia y la de mis padres…dijiste que cuando creciera me lo contarías todo, creo que tengo edad suficiente.—me miró mordiéndose el labio inferior. —Pensaba llevarte al bosque el día siguiente de la pijamada para contártela…pero como siempre te me adelantas.—suspire levantándome y sentándome al pie de la cama. —Sabes que me encontré con tus padres en el bosque de un pueblo llamado Forks y que tu madre te entrego a mí antes de morir…—le dije y ella asintió— también sabes que te he dicho que hay humanos que son tan monstruos como nosotros. —Tú no eres un monstruo, ni los demás tampoco—me dijo frunciendo el ceño.


Creí que habíamos pasado la etapa de "soy un monstruo, nadie me quiere" Pensó Alice. La ignoré. —Eso sólo lo dices porque me quieres—le dije tocando con la punta de mi dedo su roja nariz. —No solo por eso. Tonto Edward!—rodó los ojos y me urgió a continuar. Yo sonreí a todos los manierismos que había adquirido de mí en estos años. —Un humano estaba enamorado de tu madre y parece que nunca la perdonó por casarse con tu padre y tenerte, por lo que decidió acabar con la vida de ustedes tres. Tu madre estaba herida de muerte y me pidió que te protegiera. Tu padre murió poco después de acabar con el monstruo humano—le dije, ella mordía con fuerza sus labios y jugaba con el borde de la sabana.—No pude evitar que murieran…—le susurré. Bella apretó mi mano confortándome. Que ironía, yo le estaba diciendo que no pude evitar la muerte de sus padres y ella me estaba haciendo sentir mejor. —Siempre me has dicho que ellos me querían. Pero como puedes estar seguros que ellos me querían?—me pregunto con una pequeña voz. No pensaba decirle esto…pero creo que no lo podre ocultar mucho tiempo más. —Lo leí en sus mentes—le dije y vi que sus ojos se abrieron por la sorpresa. —¿Tú lees mentes?—me pregunto con un chillo y luego se empezó a poner roja. —Puedo leer cualquier mente menos la tuya—le sonreí, siempre ha sido ese el gran misterio que la ha envuelto. Porque los dones de Alice y Jasper trabajan sin problemas pero el mío no. —¿Mi mente no funciona bien? ¿Soy un bicho raro?—me pregunto avergonzada —Yo oigo voces en mi cabeza y a ti, te preocupa ser el bicho raro?—le dije riéndome a lo complejo que trabajaba su pequeña mente. Ella empezó a reír tenia días que no escuchaba mi sonido favorito en el mundo. —Somos dos bichos raros…—me sonrió—pensé que Alice era la única con dones.—me acusó entrecerrando los ojos—¿Por qué no me habías dicho? —No se había presentado la ocasión.—le dije apenado y ella solo sacudió su cabeza sonriendo. —Sabes algo más de mis verdaderos padres?—me pregunto curiosa.


—Tu padre era el ayudante del jefe de policía y tu madre se quedaba en casa contigo. Tu apellido era Swan antes que te lo cambiara a Masen.—acaricie su mano— No le hagas caso a lo que te dijo esa niña la otra noche. Tu nunca serás una molestia para nadie.—la senté en mis piernas y ella trato de envolver mi pecho son sus brazos. —Crees que se volverán a meter conmigo?—me preguntó en un susurro. —No lo creo…habrán aprendido que eres como un hermoso cisne, lo puede mirar de lejos y admirar su belleza, pero si lo molestas te puede llegar a morder tan fuerte que puedes perder un dedo—le dije haciendo alusión a la traducción de su apellido al español.—No dejes que nunca nadie te haga sentir inferior, Isabella tú vales mucho más que millones de humanos que he escuchado, créeme tu corazón y tus sentimientos no son cosas que encontramos todos los días. —Cómo lo puedes saber?—me preguntó y yo me toque la frente con un dedo bromeando con mi talento. Cuando asintió y empezó a reír supe que todo estaría bien, Pronto llego diciembre y todos salimos en la tradición búsqueda del árbol de navidad. Habíamos empezado esa tradición cuando Carlisle dio el visto bueno para que pudiéramos adornar la casa con un pino natural. Llevaba a Bella sobre mi espalda, la teníamos fuertemente abrigada ya que solamente habían pasado unas semanas desde que había estado enferma. Ella había protestado, pero la amenace con suspender la búsqueda hasta la siguiente semana y ella aceptó a regañadientes lanzándome la "mirada del mal" como Emmett la describía. —Que tipo de pino quieres este año?—le pregunté cuando llegamos a uno de los montes donde crecían los pinos. —Un pino blanco, como el del año pasado—dijo emocionada. La deje en el suelo y Esme le sirvió un poco de chocolate caliente del termo que traía para mantenerla abrigada. Alice y Rose se subieron a las ramas más altas de los arboles buscando una copa que fuera perfecta para nuestra sala. Saltaron de árbol en árbol hasta que al fin encontraron lo que querían. Bella estaba molesta porque según ella le estábamos quitando toda la diversión. No la tomé en mis brazos para saltar tras Alice y Rose porque en la copa de los arboles las ráfagas de viento eran más fuertes y frías. Así que se tuvo que conformar con hacer ángeles de nieve con Carlisle y Esme.


Emmett, Jasper y yo subimos tras mis hermanas haciendo competencias tontas como quien llegaba primero a un cono de pino o quien llegaba al árbol más lejano. Dejamos los juegos tontos cuando una muy molesta Rose nos siseó que dejáramos de comportarnos como payasos y fuéramos a cortar el árbol "perfecto" que habían encontrado. Iba a mitad de camino cuando una visión golpeo a Alice. Tanya, Irina y Kate venían corriendo en nuestra dirección. —Oh mierda!—siseé y todos se me quedaron mirando sabiendo que yo nunca decía una palabra altisonante. Corre Edward, aun tienes tiempo, yo me encargo de explicarles a los demás. Sí Tanya la ve las cosas no serán nada bonitas. Pensó Alice y yo me deje caer en el suelo y corrí hacia Bella levantándola del suelo en brazos sin siquiera detenerme un segundo. Dio un gritito de susto, pero luego enterró su cara en mi pecho, yo nunca había corrido tan rápido cargándola como hoy. Pude sentir los pensamientos desconcertados de Carlisle y Esme por mi acción, pero Alice ya les explicaba. Qué demonios habrá hecho a las Denali alterar su curso, ellas regresaban de Alabama, Alice las había visto, pero nunca las vio que vinieran cerca de la región donde residíamos, nosotros ni siquiera le habíamos dicho donde nos habíamos reubicado, primero dejaría que mis cenizas se esparcieran en el aire antes de dejar a Tanya acercarse a mi Bella. —Hay problemas, Edward?—me susurro cuando estábamos a punto de llegar a casa. —No…—le dije subiendo las escaleras a toda prisa hasta nuestro cuarto. Primero tenía que quitarle la ropa húmeda y luego saldríamos a dar un largo paseo. —Entonces porque estas gruñendo desde que me cargaste?—me pregunto curiosa mientras yo le quitaba presuroso el abrigo. —Vienen unos visitantes a lo que no quiero ver. Ponte esto—le dije lanzándole unos jeans y un sweater grueso de lana. Saque un abrigo y unas botas altas de piel.—Te terminas de vestir en el auto—la tome cuando solo tenía los pantalones puestos. —Por qué nos vamos?—me pregunto una vez encendí el auto, ella se estaba poniendo el sweater.—Dime o llamo a Jax para que me diga—me amenazo sacando el celular que le di. Ella estaba jugando sucio sacándome la carta "Jax". Me pinché el puente de la nariz.


—Alice, tuvo una visión de Tanya y sus hermanas encontrándose con ellos donde estábamos buscando el árbol de navidad. No quiero que ellas estén cerca de ti.—le dije mientras manejaba por las calles dirigiéndonos a Asheville. —TANYA? La misma Tanya de los cuentos que Alice me contaba? En los que siempre era la bruja o la madrastra perversa?—me pregunto y su corazón empezó a latir rápidamente. La mire interrogante, no había razón por la que ella le tuviera miedo, los cuentos de hadas siempre han sido eso… solo cuentos de hadas. —Sí ella misma… por qué estas asustada?—le pregunte levantando una ceja. —No estoy asustada…—dijo en una voz pequeña—a donde vamos? —No lo sé daremos unas vueltas hasta que Alice me diga que ya se fueron. Segura que no quieres que te compre nada para navidad?—le pregunté sonriendo sabiendo bien cual sería su respuesta. —No quiero nada para navidad, es suficiente con todo lo que han hecho por mí. Crees que los demás me harán caso?—pregunto sacudiendo su cabeza. —Lo dudo, yo soy el único que hace todo lo que quieres—le revolví el cabello. —Eso no es cierto—empezó a reír. Pasaron casi siete horas en las que lleve a Bella a pasear por los alrededores deteniéndonos a comer y a buscar unos libros en una librería, para poder matar el tiempo. Pude ver que sus gustos estaban cambiando, ahora estaba comprando todo lo que fueran clásicos. Es gracioso verla contando el dinero de la mesada que Carlisle le da por ayudar a Esme con las tareas de la casa y sus buenas calificaciones. Desde que tiene esa mesada no me deja comprarle nada. Eran casi las ocho de la noche casi diez horas desde la visión de Alice cuando finalmente mi teléfono sonó. Bella se había quedado dormida leyendo Emma, así que yo había recostado el asiento delantero para que pudiera descansar. —Ya era hora—gruñí —Edward, porque no estás aquí para recibirme?—se quejó Tanya usando el celular de Alice. —Tenía otras cosas que hacer—dije entre dientes.


—Dijeron que tenías algunas compras que hacer. Me di cuenta que tienes una humana pequeña de mascota—dijo y un gruñido se empezó a formar en mi pecho. —No le digas así—le siseé.—Realmente salí porque no quiero que mi Bella interactué con vampiros a los que no está acostumbrada. —Si quieres jugar a la familia, yo puedo ser su mami. Digo ella es prácticamente tu hija por lo que he escuchado y visto en las fotos—me dijo y se me revolvió el estómago. Tanya iba a hacer que vomitara la sangre de alce que había tomado ayer. —Ella no es mi hija… ella es…—me quede sin palabras… no había palabras para describir lo que Bella significa en mi vida—lo que ella es no es tu incumbencia. Vas a pasar mucho tiempo en MI casa? —Cuando regresas?—prácticamente maulló —No mientras tu estés allí, ya te dije que no quiero a Bella cerca de vampiros que no sean nuestra familia.—sabía que estaba siendo grosero, pero al decirle mascota a Bella, hizo que perdiera toda la gentileza. —Pero yo soy tu familia—me ronroneó. Definitivamente ella no capta el mensaje. —Eres una PRIMA muy lejana. Tanya tengo que dejarte, Bella se durmió y por lo visto tenemos que conseguir un lugar donde pasar la noche. Nos vemos—le dije y cerré el teléfono con un movimiento fluido. Pasamos los siguientes tres días en Renaissance Hotel, compre ropas de mudas para los dos durante nuestra estadía. Cuando regresamos a casa, nuestra habitación apestaba a Tanya. Pude ver en las mentes de Jasper y Emmett que Tanya no había dejado de husmear en nuestras cosas. Llego a tal grado que Rose se molesto tanto cuando se dio cuenta que prácticamente la saco de nuestra habitación por los cabellos. Carlisle y Esme trataron de ser buenos anfitriones pero me di cuenta que la dulce Esme estaba a punto de sacar a patadas a Tanya. Irina y Kate parecían muy apenadas con la situación, pero al fin la convencieron que yo no regresaría hasta que ellas se hubieran marchado. Bella adornó el árbol totalmente ajena a todo lo que había pasado. El tiempo pasó sin mayores complicaciones estábamos cerca julio, cuando Alice insistió en llevarse a Bella a un viaje de compras. La pequeña protestó


pero al final accedió a ir después de caer en las manipulaciones de Alice. Así que los hombres teníamos la casa para nosotros durante tres días. Tres largos días que para mí se hicieron eternos. En cuanto escuche el auto detenerse, pude oír sus apresurados pasos, baje y la esperé en la sala. —Edward!—gritó lanzándose a mis brazos. Qué huele así? Pensaron Emmett y Jasper a la vez. No les preste atención —Bella!—enterré mi rostro en sus cabellos inhalando su aroma. Había cambiado sutilmente se sentía un poco más concentrado, pero era exquisito como siempre. —Babitas hueles muy bien—empezó a reír Emmett. Yo le gruñí, sin soltar a mi ángel. Calma chico, no lo decía por mal. —.—.—.—.—.—.— Había pasado un mes después del cumpleaños número diez de Bella, estaba en nuestro cuarto tocando el piano, Bella se estaba dando un baño, cuando escuche que empezó a llamar a Esme. —Bella todo está bien?—le pregunte tocando la puerta del baño. —Este…sí, puedes llamar a Meme o a Rose?—me pidió sin abrir la puerta. Pero no fue necesario porque Esme y Rose ya habían llegado. —Bella, estas bien?—preguntó Esme. —Pueden entrar? Y Edward… puedes salir de la habitación y no te metas en sus mentes—dijo antes quitarle el pestillo a la puerta, yo me retire dándole su privacidad. Desde que le dije que podía leer las mentes siempre me regañaba cuando me veía haciéndolo. Me senté en la sala con Alice a ver una película. Solo se escuchaban murmullos provenientes del baño. Mi ceño estaba fruncido, Bella nunca había tenido nada que no pudiera hablar conmigo. —Vamos de compras—anunció Alice levantándose justo a tiempo.


Bella, bajo las escaleras con la cara roja y una camiseta holgada. Esme se veía como si quisiera llorar y Rose se veía preocupada. —Por qué tienen las mismas expresiones de cuando Emmett le dijo a Bella que Santo Claus no existe? –les pregunté y ellas intercambiaron una mirada nerviosa. No quieres saber. Pensó Rose. Iba a replicar cuando habló Esme. —Vamos de compras, regresamos en un rato—dijo acariciando los cabellos de Bella que estaban sobre su cara como si fuera una cortina, pero aun así podía ver que estaba apenada. —Yo tengo sus carteras—canturreó Alice tomando las llaves de su auto. Las cuatro salieron por la puerta sin decirme que había pasado. Empecé a caminar como león enjaulado, porque no me dicen nada? Isabella es mi responsabilidad, que puede ser tan vergonzoso como para que no me digan. Regresaron casi cuatro horas después cargadas de bolsas de compras de una tienda departamental. Ninguna de las cuatro hizo ningún comentario, ni siquiera cuando regresaron de dejar las bolsas en el cuarto. Pasó casi una semana después del incidente de las compras cuando Emmett, Jasper y yo estábamos cazando. —No han notado a las mujeres medio raras?—preguntó Emmett distraídamente. —Sí, pero no han dicho nada.—dijo Jasper.—No le has preguntado a Bella? —No me he atrevido, no quiero invadir su privacidad—les dije mientras regresábamos a la casa. —Pues pregúntale, así salimos de duda—apresuró Emmett. Oye Bella, porque usa ropa debajo de la ropa? Si estamos en verano Preguntó atontado y yo seguí su línea de visión. Bella tenía una tira de tela atravesando su hombro justo donde su playera dejaba ver su piel al haberse corrido. Bella está usando un sujetador? Los ojos de Jasper se abrieron mucho cuando pensó eso y ambos intercambiamos una mirada.


Mi pequeña se estaba convirtiendo en una mujercita. No hice ningún comentario pero ya sabía porque no quiso hablar ese tema conmigo y estaba más que agradecido con eso, ya que no hubiera sabido cómo responder, si me hubiera preguntado algo. —Bella tenía ayer esas pequeñas cositas en el pecho? –pregunto Emmett bajo su aliento para que Bella no lo escuchara. —Cállate, Emmett—le siseamos todos. Habían pasado casi dos años desde el momento en que la pequeña Bella, empezó a convertirse en una mujercita. Ahora vivíamos en Londres, le había dicho cuando nos mudamos que ella podía tener su habitación propia, pero primero se enojo diciendo que seguramente me había aburrido de dormir con ella y luego se puso a llorar desconsoladamente por la misma razón. Mire a Jasper en busca de ayuda, pero él solo se encogió de hombros tampoco teniendo idea del repentino cambio de humor. Ahora cada mes y medio, Alice llevaba a Bella a que la depilaran. Nunca pregunte nada al respecto y solo la idea de preguntar me encogía el estómago. Alice, Esme y Rose decidieron irse de un viaje de compras durante una semana a Paris, trataron de llevarse a Bella con ellas, pero esta se rehusó total y rotundamente. Hace unos días atrás el olor de la pequeña empezó a variar sutilmente de nuevo en el transcurso de estos dos años se había vuelto muy dulce para mi, mi garganta estallaba en flamas pero nunca estuve tentado a hundir mis dientes en ella, no podía siquiera pensar en llegar a hacerle daño, Bella lo es todo para mí. Todo mi ser rehúye al dolor de pensar en poder perderla en algún momento. Los demás también lo habían notado, pero su sangre no les olía igual que a mí. —Edward!—me llamó en una pequeña voz desde nuestra habitación. —Hueles eso?—preguntó Emmett y yo le gruñí. Olía a sangre, pero no a la misma sangre humana… olía como a sangre… sí pero diferente. —Estas bien?—le pregunte entrando a la habitación examinando su cuerpo con la mirada buscando alguna herida, el olor era mucho más concentrado. Ella asintió pero su rostro estaba muy rojo. —Carlisle puede venir?—me susurro. Y yo fruncí el ceño.


—Te sientes mal? Donde te duele?—le pregunte preocupado. Ella negó con la cabeza. —Creo que me desarrollé—me dijo y yo no entendí a lo que se refería. Ella debió notar mi expresión de confusión porque rectificó—creo que me vino la menstruación –su cara se volvió mucho más roja. —Oh!—fue mi brillante respuesta. —Necesito toallas sanitarias. Alice había previsto que sería mucho después de mi cumpleaños por eso no compramos—me susurró. —Regresamos en unos minutos, no te preocupes—le dije saliendo de la habitación como si el diablo me estuviera persiguiendo. —Demonios… porque tenía que fallar la visión de Alice en este momento—me dijo Emmett mirándome con cara de horror mientras Jasper se veía más que incomodo. —Te acompañamos—dijeron a la vez cuando tomé las llaves de mi auto. Llegamos a una farmacia y nos paramos frente a un enorme pasillo lleno de toallas femeninas. Miré a mis hermanos horrorizados y ellos reflejaban mi misma expresión. —Cuál compramos?—pregunto Emmett tomando una pequeña cajita azul y la soltó como si le hubiera quemado la mano. —Qué tenían esas?—preguntó Jasper mientras yo leía los diferentes tipos. —Eran tampones…solo pensar que babitas se pusiera eso dentro de….—se corto temblando visiblemente haciendo que tanto Jasper como yo copiáramos su gesto. —Creo que llevare un paquete de todas estas, menos de esas—señale la sección de tampones donde Emmett estaba parado. –Cuando regresemos a casa seguro Carlisle estará allá. Los tres asentimos mirando la carretilla llena hasta casi rebosar como un venado atrapado con las luces de un camión. La cajera se nos quedó mirando cuando vio la cantidad de paquetes de toallas sanitarias que compramos, la cuenta salió por casi 125 libras esterlinas. —Tenemos muchas hermanas—dijo Emmett rascándose la cabeza ante la mirada inquisidora de la mujer. Yo ni siquiera traté de leer sus pensamientos.


En cuanto volvimos a casa subir corriendo con la bolsa hasta la habitación. Bella estaba en la misma posición en la que la había dejado hace unos veinte minutos. Le entregue uno de los paquetes. —Te esperamos en la biblioteca de Carlisle cuando te sientas lista—le dije suavemente y ella asintió sin mirarme. En la biblioteca regamos todos los paquetes para que pudiera escoger. Los cuatro estábamos sentados a un lado de la mesa. Carlisle ya tenía el libro que le enseñaría sobre el tema. Bella llegó diez minutos después de haberla dejado en su cuarto. Se sentó frente a nosotros dejando que su cabello hiciera una cortina ocultándose. Todos me miraron esperando que yo dijera algo. —Ummm… hay una gran variedad de toallas femeninas…esta tiene manzanilla ayuda a mantenerte…fresca—le dije tomando un paquete color verde.—Esta otra dice que se ajusta a la ropa y a tu…cuerpo—tomé otro paquete para mostrárselo, si hubiera sido humano estaría totalmente rojo. —Por favor no….—dijo en un susurro cubriéndose los ojos con las manos —Bella, llega el momento en la vida de toda niña que empieza a convertirse en una señorita—dijo Carlisle aclarando su garganta. Iba a continuar cuando Emmett para variar habló sin pensar. —Babitas, solo te digo lo que mi abuela les dijo a sus hijas, primero el anillo y después el fund… —Emmett—gritamos, Jasper, Carlisle y yo a la vez. —Oh por dios esto es tan vergonzoso—murmuro Bella. —Bella va a llegar el momento en que los chicos...—dije la última palabra entre dientes como su fuera una maldición. Descuartizaría a cualquiera que se le acercara a mi pequeña. —Edward…vamos a hablar de chicos?—preguntó enarcando una ceja yo negué fervientemente sabiendo que eso sería demasiado incomodo para los dos. —Ya Meme y las chicas hablaron conmigo de todo esto cuando salimos a comprar mis primeros sujetadores de entrenamiento, en la escuela también… puedo irme a mi habitación…por favor…No me hagan pasar por esto—suplicó —Claro amor—le dije. —Gracias—susurro saliendo prácticamente corriendo.


—¡Qué bueno que la conversación salió bien!—murmuro Jasper avergonzado.

Capítulo 12: Freshman

—Oigan miren estas—dijo Emmett tomando un paquete rosado—son voladoras—abrió el paquete sacando un empaque y lanzando la toalla sanitaria al aire como si fuera un avión de papel. —Yo creo que tu madre humana te dejo caer de cabezas cuando eras niño—le dijo Jasper lanzándole un paquete cerrado a la cabeza.—O de pronto el oso te dejo peor de lo que pensábamos y Carlisle no te pudo convertir bien del todo. Yo me solté a reír desvergonzadamente y Carlisle se escondió detrás del libro para disimular su sonrisa. Emmett nos miro enojado antes de lanzarnos más empaques. Empezamos una guerra de paquetes de toallas sanitarias, éramos los tres contra Emmett. Jasper y yo estábamos escondidos tras uno de los libreros mientras Carlisle buscaba las municiones, Emmett trataba de atinarnos pero no era la batalla más justa que hemos hecho, eso lo tengo que reconocer. —Edward, puedes…—se cortó Bella cuando abrió la puerta de la biblioteca y tomó la escena frente a ella. Yo había corrido y le había pegado una toalla sanitaria de alas en la frente a Emmett y él estaba tratando de quitársela como si tuviera una enfermedad contagiosa. Jasper tenía una que decía nocturna con las mismas intenciones. Carlisle cuando vio a la pequeña levantó las manos en alto como si él no hubiera estado haciendo nada…traidor… Jasper y yo rápidamente estiramos nuestro brazos señalando a Emmett como el culpable de los hechos. Bella puso sus manos en sus pequeñas caderas y nos miro entrecerrando sus ojos sacando su aun pequeño busto mientras golpeaba una y otras el piso con su pie. —Yo no hice nada—se defendió Emmett—ellos me atacaron babis, te lo juro— la miró dándole una sonrisa angelical. Recuperé la compostura y me acerque a ella, sacándola de la biblioteca. —Necesitas algo amor?—le pregunté acariciando sus cabellos. —Te iba pedir que me llevaras a comprar el Cd de Linkin Park 'Breaking The Habit' pero por lo visto estas muy ocupado—volvió a entrecerrar los ojos.


—Regresaras con algunos pobres condenados a muerte, digo peces. Como siempre que salen a comprar música?—preguntó Emmett, saliendo de la biblioteca. Yo presioné mis labios en una línea recta para no reírme, Bella llevaba veinte peces de mascota a lo largo de siete años, los cuales no duraban con vida más de tres meses. —Creo que llamaré a Rose y le dejare saber lo que estabas haciendo en la biblioteca—le dijo sacando su celular del bolsillo. Emmett trago en seco. Insisto, esta niña no puede ser por completo humana. —Te pondré F en Educación física—la amenazó, muy seguro de sí mismo. —No voy a tomar ese curso—le dijo sacándole la lengua y marcándole a Rose. —.—.—.—.—.— El tiempo trascurrió ya había llegado el día de iniciar el colegio, ahora Alice, Jasper, Bella y yo estábamos sentados en mi auto frente al colegio. —Edward, en verdad vas a tener todas las clases conmigo y con Alice?—me preguntó Bella por centésima vez desde que le dije que habíamos alterado el sistema de matrícula del colegio para compartir el mismo horario. Los tres estábamos entrando como alumnos de fifth form, mientras Jasper entraba como sixth form porque debido a su complexión era muy difícil que pasara por un quinceañero. —Sí amor, se que estas nerviosa por ser la primera vez en un colegio de este país, pero es igual que las escuelas de los Estados Unidos, solo que los maestros tienen un acento raro—le dije colocando un mechón de su cabello, sus mejillas se colorearon bajo mi toque, al igual que su corazón se aceleró. Adoro el sonrojo que la cubre cada vez que la rozo desde hace un tiempo para acá. Bella ahora a sus casi trece años, podía fácilmente aparentar a una de quince, no solo por su madurez mental, sino porque su cuerpo había empezado a madurar poco a poco, aunque no se notaba por las ropas holgadas que insistía en ponerse. Había alcanzado a Alice en tamaño, su cabello caía prácticamente a la cintura, ya casi no quedaba nada de la pequeña bebe que llegó a mi vida una fría noche de septiembre hace años. Alice y Jasper nos esperaban en la acera, como siempre atrayendo una gran cantidad de miradas. Yo me apresuré a ayudarla a bajar del auto y me colgué su maleta en mi hombro. Bella sujetó fuertemente mi mano, sintiéndose


incomoda ante la mirada de todos. Moví mi pulgar haciendo círculos sobre su mano y eso pareció relajarla un poco. —Wao…por qué todo mundo nos está mirando?—me susurró. Alice y Jasper estaban perdidos en uno de sus "momentos" especiales en los que se miraban el uno dentro de los ojos del otro. —Somos los nuevos, es lógico que nos vean—le dije llevándome su mano a mis labios dejando un suave beso en ella.—¿Te pasa algo? Últimamente tu corazón late como si fuera el aleteo de un colibrí—la miré intensamente tratando como siempre en vano de captar algo de su mente, sus inocentes ojos estaban abiertos mirándome mientras mordía su labio inferior. Negó con su cabeza como aclarando una idea y reí mientras la llevaba de la mano a nuestra primera hora de clases. Alice y Jasper nos seguían de cerca. Jasper solo asentía complacientemente mientras Alice se quejaba de lo horrible que eran los uniformes, que ella tendría que hablar con la junta del colegio para decirles que deberían tener otra gama de colores que no fuera el negro, blanco y rojo. Que no le veía el uso a que las mujeres llevaran corbata roja al igual que los hombres si también teníamos el sweater negro sobre la camisa blanca. Que solo le faltaba la capa y la varita para sentirse en Hogwarts… y seguía y seguía… Tenía que enfocarme en otra cosa para no volverme loco con sus locos balbuceos. Los pensamientos de las adolescentes son realmente molestosos, ya todas empezaban a tener vividas fantasías con Jasper y conmigo; mientras otras maldecían su mala suerte al ver que ambos teníamos novias… Así lucíamos Bella y yo a los ojos de los demás como una pareja? Mi pecho se empezó a llenar con una extraña sensación pero la deseché rápidamente. Entramos a la secretaria y una mujer de unos sesenta años, pelo blanquecino y ojos azules nos miro sorprendida. Oh. Mi. Dios… estos deben ser los niños Cullen… debí haberlo imaginado con solo mirar al doctor… quien fuera adolescente de nuevo… —Somos Edward y Alice Cullen, Bella Masen y Jasper Whitlock—le dije cortando su plática mental. —Oh, sí claro…bienvenidos, aquí están sus horarios con sus clases—nos dijo entregándonos a cada uno un papel.—Parece que están los tres en las mismas clases…que coincidencia…


—Gracias por su colaboración Sra. Reed, mejor nos vamos no queremos llegar tarde a nuestro primer día—dijo Alice rápidamente. Cuando salimos de la secretaria a los pasillos abarrotados de adolescentes, Bella soltó mi mano y tomó la Jasper , poniéndose de puntillas para hablarle —Jasper, porque parece que te sientes mal? Tienes una cara de dolor que no puedes con ella… es por lo que me dijiste de—miro de un lado a otro a ver si había alguien cerca antes de proceder—los humanos? Hay algo que pueda hacer para ayudarte? Una sonrisa se abrió paso en los labios de Jasper, levantando a mi pequeña del suelo y enterrando su rostro en sus cabellos. No pude evitar que un gruñido se formara. Ganándome una mirada envenenada de Alice. Sabia por los pensamientos de Jasper que no le haría nada, pero no podía evitar la punzada, Jasper buscaba la paz que el aroma y las emociones de Bella le daban... pero no me gustaba verla en brazos de alguien más. —Eres lo mejor que le ha pasado en la vida a este viejo soldado después de mi Alice—le susurro besando su frente antes de ponerla en el suelo.—No te preocupes por mí, cariño. Tengo a Alice y a Edward pendientes de todos mis movimientos—me sonrió socarronamente. Ella solo asintió y se paró a mi lado. No pude detenerme y antes que lo supiera la tenía en mi brazos enterrando mi cara en sus cabellos y soplando mi aliento en ellos. MÍA…pensé posesivamente para luego asustarme de mis acciones. Bella tembló un poco cuando sintió el gélido aire y yo la puse en el suelo avergonzado por mi comportamiento. Marcando tu territorio hermanito? Pensó Jasper mientras le daba un corto beso en los labios a Alice entregándole su maleta en la puerta de nuestro salón. Si fueras perro la hubieras orinado y tuviera el mismo efecto sabes….Que tonto eres Edward… canturreó Alice en su mente antes de danzar hasta su asiento. —Vamos amor…—le dije acariciando su sonrojada mejilla mientras la llevaba a su asiento y me sentaba tras ella. Chicas nuevas para mi harén…primero hare la movida con la pelinegra. Se ve un poco fuera de mi alcance pero al menos no he visto que tenga perro guardián como la castaña. Mmmm lee Harry Potter… quien sabe cuando no esté cerca su novio le puedo preguntar si quiere que le enseñe los trucos de magia que hace mi varita…


Me ladeé para mirar a los ojos la chico que estaba sentado en la fila de al lado de la Bella, lo miré fijamente y lo que vio debió haberlo asustado, porque se encogió en su asiento tratando de hacerse lo más pequeño posible. Alice me pateó la silla. Calma Otelo, es solo un adolescente… No nos queremos mudar tan pronto y menos porque mataste a un chico….. —Sí un adolescente cuyas hormonas están tratando de quererle enseñar trucos de magia con su varita, a mi pequeña.—murmure bajo mi aliento. Bella, ya no es pequeña Edward… es una mujercita, eres el único que se niega a ver la realidad hasta el tonto de Emmett ha notado la diferencia… La pude imaginar rodando los ojos, yo solo me encogí de hombros. Mi pequeña estaba ajena a todo leyendo El prisionero de Azkaban mientras la profesora llegaba al salón. Ese libro cual se había convertido en su libro favorito de esa saga, por el tal Sirius Black… Dividí mi tiempo entre vigilar los pensamientos de Jasper y notar las sutiles cosas que hacia mi pequeña, su mano moviendo nerviosamente la pluma, pasando las hojas. Cada vez que se movía una ráfaga de su dulce aroma hacia que mi garganta ardiera, pero ya eso no me preocupaba, tenía plena confianza que nunca le haría daño. —Buenos días clase soy la Srta. Hale y seré su profesora de de literatura inglesa.—dijo Rose entrando al salón regodeándose de cómo todos nuestros compañeros de aula la miraban boquiabiertos. Bella se rió quedamente tratando de disfrazar su risita con una tos. Rose la lanzo una mirada cómplice antes de empezar su clase. Como siempre Bella nos resulto sobresalir con todo lo que eran los clásicos. Rose nos puso un ensayo de Cumbres Borrascosas para la próxima semana. Todos se quejaron menos Bella por supuesto. La mañana transcurrió sin mayores dificultades, cada vez que alguien pensaba en mi ángel, lo miraba de tal manera que se le quitaban las ganas de volver a hacerlo. Bella cada vez que sentía mi malestar me tomaba la mano y la acariciaba haciendo que me relajara casi de inmediato para luego bendecirme con una de sus deslumbrantes sonrisas. Jasper nos esperaba recostado fuera de nuestro salón de clases. Bella le preguntó cómo estaba y el solo revolvió su cabello mientras me miraba fijamente.


Voy a besarle la frente…no vayas a arrancarme ningún miembro para prenderle fuego… Se inclinó y la besó sonriendo. Yo rodé los ojos y acomodé su maleta en mi hombro. —Vamos a la cafetería—les dije tomando la mano de Bella y encaminándonos. —Que clase nos toca después?—preguntó Bella poniendo comida en su bandeja —Química y luego Educación…Física…—le dije con remordimiento leyendo el horario, cuando sus ojos se abrieron por el susto.—No sé cómo pasó te lo juro que no incluí esa materia en nuestras asignaturas. —Edward! Tú sabes que no puedo dar educación física… Emmett me va a hacer la vida imposible—lloriqueó. —No se atreverá a hacerte nada, yo voy a estar contigo todo el tiempo— acaricié su espalda mientras cargaba su bandeja con comida a nuestra mesa donde ya nos esperaban Alice y Jasper. Conversamos de cosas triviales mientras Bella picaba nerviosamente su comida. Jasper notó el humor de Bella y me miró interrogante. "Emmett" dije bajo mi aliento. Jasper sólo sacudió su cabeza negando. —Bella… después de clases podemos ir de compras ya sé la manera en la que estos uniformes no sean tan aburridos y parecidos a los de los demás—dijo Alice aplaudiendo emocionada. —Alice… sabes que el concepto de uniformes… es que todos deben ser iguales?—le dijo Bella sacudiendo su cabeza exasperada. —No culpes a una chica por intentar—le respondió. —Debes comer un poco más Bella…—la reprendió Jasper mirando su comida casi intacta. —No te he visto probar bocado Jax, así que no puedes hablar mucho—le dijo riendo al ver la cara de asco de Jasper cuando le ofreció una manzana. —Muy graciosa, enana—se rió lanzándole una servilleta. La hora de química paso sin novedades, Alice estaba planeando hacer un volcán con bicarbonato de sodio solo para quitarse el aburrimiento pero cuando tuvo la visión que todo se salía de proporciones decidió mejor no hacerlo.


Dejé a Bella y a la Alice en el vestidor de mujeres. Me tocó aguantar las tonterías de mis compañeros mientras se cambiaban estos niños no tenían otra cosa en la cabeza más que sexo y el tamaño de sus… tan predecibles como cualquier chico de su edad. Vi a dos que estaban tratando de conseguir el valor suficiente para hablarme. Respiré profundamente para calmarme viendo lo que me quieran preguntar en sus mentes. —Um…Edward… verdad?—me preguntó un chico de cabellos oscuros. —Sí—les respondí cortante y vi como su manzana de Adam se movía con dificultad. Su amigo un chico de cabellos castaños le dio un codazo. —Er… Bella Masen es tu hermana?—me miró y su mente se puso a trabajar a mil, rogando que yo no fuera su novio. —No.—fue lo único que les respondí, terminándome de amarrar las zapatillas de deporte. Demonios, si es cierto que es su novia. Pensó y solo pude sonreír. Primero me hacia novio de Tanya antes de dejar que un puberto hormonal pusiera sus manos en mi pequeña. Cuando llegue al gimnasio Bella estaba removiéndose incomoda contra la pared halándose el pantalón para hacerlo más largo. Fruncí el ceño…donde quedo el resto de la tela de esa excusa de pantalón de gimnasia que estaba usando. Habían por lo menos cinco idiotas prácticamente babeando mientras la miraban… demonios ella solo tiene trece años! Como la miran como si fuera un pedazo de carne… Me costó caminar a paso humano para llegar a su lado. Me paré justo frente a ella bloqueándola de la vista de esos pervertidos. Alice, estaba "haciendo" ejercicios de calentamiento. —Por qué la dejas sola—le siseé muy bajo. Nadie se la va a comer, Edward. Déjala tranquila. —No quiero dar clase…—se quejó molesta, envolviendo mi cintura con sus cálidos brazos. Yo la abracé por los hombros y besé el tope de su cabeza. Los pensamientos de los chiquillos se volvieron enojados cuando vieron que nos estábamos abrazando. Tomen eso! Pensé presumidamente. —Lo sé amor, pero te prometo que nada te pasara… y tratare de no dejar que lastimes a nadie, nuevamente—le dije muy suave. —Te estás burlando de mí?—murmuró contra mi pecho.


Le iba a responder cuando apareció Emmett caminando a nuestro lado. —Chicos soy su nuevo profesor de educación física, mi nombre es Emmett McCarthy. Ahora reúnanse para formar equipos vamos a jugar…—miró directamente hacia nosotros—soccer. —Me quiere matar…—dijo Bella suavemente haciendo que Emmett se riera a pesar de estar en la mitad del gimnasio. —Me las vas a pagar…—le siseé. Bella levantó su cabeza y me miró curiosamente. —Dijiste algo?—entrecerró los ojos. Te atraparon. Ja. Ahora trae tu perezoso trasero a la cancha que tu profesor va a empezar. Espero que hayas aprendido que Jasper no es el único que puede hackear un sistema. Movió sus cejas —Te cuento en casa…—Soltó un suspiro exasperado. Le besé la frente una vez más antes de llevarla donde estaba el bufón que teníamos por hermano. —Bien clase haber estos son los equipos, Edward Cullen, Sarah Everglass, Samy Pruett, Evangeline Swanson, Alice Cullen y…—me miró con una sonrisa maligna ya sabía lo que pretendía y lo pagaría caro—Robert Smith.—Bella apretó mi agarré yo moví mi dedo en círculos el dorso de su mano. –El otro equipo Isabella Masen, John Forben, Albert Neison, Jenny Muller, Henry James y Anne Morgan. Los demás siéntense y luego los llamare para que jueguen. —Profesor McCarthy, lamento informarle que debido a un error me matricularon en su clase, verá yo no puedo jugar soccer—le dijo Bella poniéndose roja afianzando su agarre en mi mano. —Y eso por qué Srta. Masen? Su padre el Dr. Cullen me informó que usted se encuentra muy bien de salud…—le sonrió con travesura. —Es correcto me encuentro bien de salud, pero en esta hora debo hacer una asignación de la Srta. Hale…estoy segura que ella se molestará mucho con usted, si no cumplo con lo que me solicitó, ella me dijo que le había enviado una nota excusándome—Bella le sonrió angelicalmente mientras Emmett tragaba en seco. Mi pequeña gatita saco sus garritas…bien… No me acusaría verdad? O sí? Me miró preocupado sabiendo que Rosalie le podría volver a cortar sus "privilegios". Yo solo asentí y él me miró asustado. Demonios Rose estuvo en Paris con Esme y Alice todaaa una semana, cuando Bella la llamó para acusarme por todo el episodio de las toallas voladoras no


identificadas me dejo sin nada una semana más. Hombre…habla con ella..Que se yo hazle ojitos o lo que sea que le haces para que se quede con la mente en blanco. Me suplicó. Yo me encogí de hombros. —Demonios—susurró bajito—Esta bien Srta. Masen, sí acabo de encontrar la nota de la Srta. Hale, por favor dígale que cumplí a cabalidad con sus órdenes. Campbell, ocuparas el lugar de Masen. —Le volviste a ganar—le susurre apretando su mano antes que se fuera a sentar en las gradas sonriendo como tonta. Hacer deporte frente a los humanos era algo de lo más aburrido para nosotros, llevaba el balón y se lo iba a pasar a Alice cuando escuché algo que me llamó la atención. Tal vez me pueda acercar ahora que el grandulón de su novio esta distraído…mira esas piernas, tan largas y se ven tan suaves… Me detuve en seco, girando mi rostro hacia las gradas, Bella estaba leyendo y el soquete que me había preguntado por ella en los vestidores se le estaba acercando sin apartar sus ojos de sus largas y cremosas piernas…Espera! Yo no pude haber pensado eso. Definitivamente tantos pensamientos de adolescentes me estaban afectando. Tomé el balón y lo pateé "accidentalmente" en su dirección con un poco más de fuerza de la que debería. Gol! Pensé cuando le di de lleno en el estómago al chico haciendo que se doblara del dolor. Edward! Contrólate! Pensó molesta Alice. —Ups! Lo siento—dije fingiendo lo mejor que podía que estaba arrepentido. Emmett habiendo visto toda la situación presionó sus labios en una tensa línea y siguió haciendo sus notas. —Edward…lo hiciste apropósito?—La voz de Bella resonó en mis oídos. La miré y ella entrecerró sus ojos.—Me escuchas no es cierto?— tenía el libro frente a ella como si estuviera leyendo en voz baja. Yo tragué en seco y asentí. Ella solo sacudió su cabeza y volvió a su lectura. Tenía que darle crédito…Bella era muy perceptiva, sabía que en cuanto tuviera el más pequeño resbalón ella se daría cuenta, por eso siempre trate de hablar bajo mi aliento con la familia cuando ella estaba distraída. Por suerte Emmett, nos envió a la banca. Me apresuré a su lado, podía ver por la manera en que sus orejas estaban rojas que en realidad se había enojado. —Quiero saberlo todo…que más me has ocultado?—me dijo entre dientes.


—En casa te cuento…pero esto era la único que te faltaba por saber de mí—le susurré tratando de tomar su mano y ella no me dejo. Mi corazón se encogió ella nunca había rechazado mi tacto. —Por qué no me lo dijiste antes?—su voz sonó dolida y eso me dolió más. Le había ocultado la verdad para resguardarla un poco. —Porque tenía miedo que si te decía demasiado de un solo golpe…llegaría el momento en que saldrías corriendo, prefiriendo vivir en los hogares adoptivos del gobierno que con nosotros.—le susurré avergonzado de mi debilidad. —A veces eres tan tonto…—soltó un suspiro exasperado antes de levantarse y sentarse con cuidado en mi piernas envolviendo mi cintura en sus brazos y escondiendo su rostro en mi cuello.—No más secretos por favor…—dijo contra mi cuello. —No más secretos de mi parte…—le susurre apretándola un poco pero con mucha delicadeza, sintiéndome completo nuevamente. —Alguien más tiene un secreto no es cierto?—me acusó y yo solo pude reír mientras asentía. —Ya descubriré quien es… y después… no más secretos—dijo severa. —Sí señorita.—sonreí escondiendo mi rostro en sus cabellos.

*Hogwarts: Colegio de Magia y Hechicería al que asiste Harry Potter. *Otelo: el Morro de los Celos, personaje de Shakespeare que vivió cegado por los celos hasta que mató a su esposa. *Fifht form: equivalente a Freshman en USA por lo general empiezan con 15 años.

Capítulo 13: Sentimientos

Los dos primeros días en el colegio con Bella, fueron casi un infierno. Tuve que llegar al punto de bloquear mi mente para no escuchar tantos pensamientos. A Bella se le había quitado rápidamente el enojo por no haber sabido que los vampiros teníamos el sentido del oído muy desarrollado, en cuanto llegamos a


casa ese día le comenté sobre nuestra buena visión solo para que supiera. Dejó el tema por lo sano, pero yo sabía que ella pronto volvería al ataque. Estaba tocando el piano cuando Bella dejo de leer, acarició mi cabellos nuestras miradas se encontraron, el sonrojo cubrió sus mejillas y bajo a cenar prácticamente corriendo. —Meme…—la llamó cuando se sentó a su lado a ayudarla a hacer su ensalada. —Si bebe?—le respondió con amor. —Tu sabes que eres mi madre y te quiero como tal…—le dijo Bella recargando su cabeza en su hombro. Yo sonreí al leer todas las emociones que se arremolinaban en la mente de Esme. Su amor por Bella era muy grande. —Tu eres la hija de mi corazón, tal vez no te llevé en mi vientre, pero te amé y te he llevado en mi corazón desde que Edward me dejo cargarte hace trece años—le besó la frente. —Lo sé Meme, estar con ustedes es lo mejor que me ha podido pasar…—Esme limpió las pocas lágrimas que se acumulaban en las mejillas de Bella. —No Bella, tu eres lo mejor que nos ha podido pasar a todos…en especial a Edward—pude ver que a la mención de mi nombre sus ojos brillaron y sus mejillas se volvieron rojas. Mi pequeña se está volviendo una mujer y no me he dado cuenta cuando pasó el tiempo. Pensó Esme recordando todas las etapas de la vida de Bella. Siguieron en silencio unos minutos picando tomate y lechuga. Bella era amante de las ensaladas…esa niña se podía comer un tazón entero de ellas. Emmett la molestaba diciendo que ella comía comida para conejos. —Meme…quiero preguntarte algo y quiero que me hables con la verdad…—le dijo mordiéndose el labio. Podía ver a través de los ojos de Esme que los de Bella estaban abiertos con curiosidad. —Claro hija, tu pregunta lo que deseas saber y yo te responderé—le dijo sonriéndole dejando de picar la lechuga y sentándose junto a Bella. —Tienes algún don?—le preguntó y yo reí en voz alta mientras seguía tocando Für Elise de Beethoven. Esme lo consideró por unos segundos. —Carlisle y Edward piensan que mi don es el la capacidad de amar con pasión. No creo que eso sea cierto, lo que siento por todos ustedes no es otra cosa


que el amor que cualquier madre tendría por sus hijos.—Bella frunció sus labios como si estuviera pensando . —Meme…cuando eras humana… tu…—Bella se quedo en el aire sin saber cómo expresarse. Esme capto lo que ella le quería preguntar. —Si Bella..Tuve un hijo fui humana—le dijo suavemente y Bella se vio avergonzada. —Meme en verdad, no tienes que decirme…—se vio preocupada de haber herido los sentimientos de Esme. —Eso fue hace muchos, no te preocupes…sabes…él murió cuando tenía tres días de nacido. Mi pobre cosita. No lo pude soportar y me trate de suicidar. Carlisle me encontró y me convirtió. Nunca me he arrepentido de hacer nada de lo que pasó en mi vida humana, porque todo me llevó a Carlisle—le dijo y pude ver todo el amor que Esme le profesaba a nuestro padre. Bella no le respondió se veía absorta en sus propios pensamientos, siguió ayudando a Esme a terminar la cena, sin volver a preguntar nada. —Edward…—dijo muy suavemente cuando estábamos en la cama, esperando a que se durmiera. —Si, amor?—le pregunte acariciando sus cabellos. —Como Carlisle te convirtió?—dijo levantando su cabeza de mi pecho para mirarme. —Bella, estamos en noche de escuela, deberías dormir.—le dije tratando de que dejara ese tema. —Dijiste que no tendrías más secretos conmigo—su voz fue dura al recordarme nuestra conversación en el gimnasio de la escuela. Suspiré. —Estaba muriendo de gripe española.—le dije y ella jadeo sentándose de golpe.—Fue hace muchos años no te preocupes… me mordió y me convertí en lo que soy. —Y tus padres humanos? Tuviste hermanos?—susurró acariciando mi ceño fruncido con uno de sus dedos. —Murieron antes que yo y no tuve hermanos—tome su dedo y lo besé.


—Tu no estás muerto, no seas tonto—dijo riendo y yo sonreí.—Alguna vez me dirás cuántos años tienes en realidad?—ahora fue su turno de fruncir el ceño. —Me pregunto si te asustaras—dije en voz alta más para mí que para ella. Me miró incrédula. —En realidad crees que me podría asustar tu edad?—resopló—Nada en ti podría alejarme jamás—susurró bajito su corazón empezó a martillear en su pecho y bajo su mirada a las sábanas. Levanté su rostro con un dedo. —Tengo 103 años, nací en 1901…Carlisle me convirtió cuando tenía 17 años— le dije mirándola a los ojos buscando alguna señal de miedo o asombro. —Eres tan joven? –sé soltó a reír—yo pensé que eras mucho mayor –sacudió su cabeza La casa rompió en risas, ante su respuesta. Definitivamente Bella nunca reaccionaba de la manera que yo pensaba. —Puedo ser tu bisabuelo, Bella. No creo que ese entre en la definición de joven—ella se volvió a recostar en mi pecho y bostezo.—Duerme, que mañana tienes que despertar temprano. —Edward, en verdad no te molesta que sigamos durmiendo juntos?—me pregunto y pude sentí el calor que irradio su piel contra mi pecho y el dulce aroma de su sonrojo. —Técnicamente no podemos dormir juntos, ya sabes que yo no duermo. –Ella soltó una risita tonta—Pero si te refieres si me molesta que compartamos la habitación la respuesta es no…me gusta verte dormir…es algo fascinante para mi…—acaricié sus cabellos y ella suspiró complacida. Pronto su respiración se volvió acompasada y yo retomé la lectura de mi libro. —Oh sí Emmett, dámelo, mi hombre mono! Rayos, ellos no pueden esperar llegar a su casa, tienen que ponerse a hacerlo en el patio de la nuestra? —En la próxima casa quiero una habitación a prueba de ruidos!—gruñí. Me coloqué los audífonos de mi Ipod y me desconecté del mundo. Los días pasaron y Bella interrogó a Carlisle, Emmett y Rose sobre sus "dones" a cada uno los acorraló por separado. Carlisle estuvo encantado de explicarle toda su historia, mostrándole las pinturas de su oficina, Bella lo escuchaba como si estuviera en trance.


Emmett, disfrutó contándole su historia con el oso y el ángel que lo salvo quien lo llevó a ver a "Dios", los ojos de Bella brillaron de una extraña manera cuando Emmett salió con su frase de "el infierno no es tan malo, si consigues tener un ángel a tu lado". No pude disimular mi gruñido en esa parte y eso me ganó una mirada "del mal" por parte de Bella. Rosalie, le explicó su historia sin llegar a la contar su violación, supongo que un pensaba que Bella era muy joven para saberlo. Jasper la evadía como a la peste negra. —Edward, voy a casa del árbol—me dijo antes de salir por la ventana y caminar por el puente colgante que le construimos que conectaba nuestro cuarto con una enorme casa el árbol que le hicimos. Primero pensamos hacer una escalera sobre el mismo árbol, pero teniendo en cuenta el equilibrio de Bella decidimos mejor un puente suspendido completamente reforzado. Bella iba allá muchas veces a sentarse a leer. Como todo lo que construíamos, la casita estaba hermosamente decorada por Esme y Alice. Parecía más bien una extensión de nuestra habitación que una casa de árbol. En las paredes Bella tenia colgados posters de bandas de música y habían anaqueles con libros. —Bella está en la casa del árbol?—me preguntó Jasper y yo asentí—le compre un libro que pensé podría interesarle. –dijo feliz. Yo solo resoplé y lo vi caminar por el puente. —Bella. Voy a salir a cazar, regreso en unas horas—dije lo suficientemente alto para que Bella me escuchara. Jasper se giró en la mitad del puente y me miró para sacudir su cabeza. —Diviértete!—fue lo que me respondió yo solo sonreí a la naturalidad con la que ella toma esta vida. Salté por la ventana y aterrice en suelo para dejar que la velocidad me envolviera. BPOV —Knock, knock...se puede?—dijo Jax parado fuera de la puerta de la casa del árbol. —No tienes que pedir permiso para entrar Jax—le dije dejando Cumbres Borrascosas a un lado en la mesita de té. Jax entró y se veía muy gracioso teniendo que caminar encorvado ya que la altura de la casa no era para los chicos, ninguno podía entrar aquí sin tener que ladear al menos su cabeza.


—Te compré algo que pienso te puede gustar—me dijo sentándose en el sillón de flores rosadas que estaba frente a mí y entregándome un paquete cerrado que sin lugar a dudas era un libro. El mercader de Venecia de William Shakespeare fue lo que descubrí al quitar el papel en el que venía envuelto. —Gracias Jax –le dije verdaderamente agradecida, su sonrisa se hizo muy amplia. —Te lo traigo como una ofrenda de paz…—dijo y lo pude notar nervioso. —Ofrenda de paz? ¿Por qué?—lo miré y se removió en su silla. —Por no contarte antes sobre mi don…—eso me tomo por sorpresa. —Vaya les ponemos ropas de spandex y son súper héroes—murmure algo enojada —¿Qué don tienes?—sabia que mi voz dejaba mostrar la molestia que sentía. —Soy un empático…—me susurró y yo jadee. —Puedes sentir las emociones de las personas?—me sonrojé pensando en lo que Edward pudo haber descubierto en sus pensamientos sobre mis sentimientos. Sentí mi respiración volverse, rápida. Jax me sonrió. —Tu secreto está a salvo conmigo, Bella. Nunca dejaría que se me escapara nada de tus emociones con Edward cerca. —Desde cuando lo sabes…—susurré muy avergonzada. —Desde que te conozco…solo que ahora son más fuertes tus sentimientos…pero siempre han sido los mismos—me sonrió. —¿Cómo funciona tu don?—le pregunté. —Puedo manipular las emociones de las personas a mi antojo, las emociones de las personas me afectan cuando las percibo pero nada que no pueda controlar.—presioné mis labios—Aun estas molesta conmigo—me soltó antes de empezar a reír algo nervioso o eso creía. No es nada gracioso saber que no puedo ocultar mis emociones de Jax —¿Por qué no me lo dijiste hace años cuando Edward me dijo el de él?¿Para poder manipular mis emociones sin que lo supiera?—le pregunte algo enojada.


—Bella… tú eras…—soltó un suspiro. —No me salgas con que era muy pequeña!—dije empezando a molestarme. —Lo eras….—murmuró No podía quedarme quieta tenía que salir. Me levante con paso decidido y salí de la casita, pase mi habitación. Jasper me llamo en cuanto supuse pudo salir del pequeño sillón. Alice estaba parada cerca de las escaleras, pero no le dije nada. Todos me miraron pero nadie dijo nada cosa que les agradecí. Empecé a caminar en dirección al bosque. Estaba cansada de que todos me trataran como una niña pequeña, Edward no me ve como nada que no sea un bebe, Emmett aun me dice babitas, Rose y Alice creen que soy su muñeca tamaño real, Carlisle y Esme son puntos aparte ellos se comportar igual que todos los padres que conozco…y Jax…. Urg! Pensé que era el que mejor me entendía…supuestamente ambos somos los eslabones "débiles" de la familia….y se pone a ocultarme cosas! Camine sin rumbo, quien sabe cuánto tiempo. Mi celular sonó sin parar pero lo ignore, no me sentía con ganas de hablar con nadie y seguramente Edward me llenaría de regaños por no haber avisado a donde iba. La niebla se hizo presente, pero aun así no me detuve —Urg! Maldito país!—me queje cuando la lluvia empezó a caer. Caminé un poco más para resbalar y lastimarme el tobillo. No me dolía mucho pero si me molestaba Me deje caer junto a un árbol y me puse a llorar de la rabia enterrando mi cara en mis rodillas. Rabia por no ser lo suficiente adulta para que se me hablaran de "ciertos" temas, rabia por no ser lo suficientemente grande para que Edward me mirara de otra forma que no fuera como la bebe que rescató. Rabia porque me dolía el maldito tobillo y no podía seguir caminando para tratar de quitarme la rabia. —Si me vas a regañar, regresa por donde viniste—le dije sintiendo su presencia, no lo había escuchado acercarse pero sabía que estaba tan cerca que podía oírme aunque susurrara. —Puedo sentarme?—su aterciopelada voz me dijo. —Es un país libre según lo que tengo entendido—le dije haciéndole un gesto con la mano para que se sentara donde quisiera.


—Estas molesta—me dijo y pude sentir que se sentaba a mi lado en el sucio suelo. —Pensé que el empático era Jasper—dije ácidamente. Lo escuche suspirar pero aun así no levanté mi cara. —Bella, amor…entiendo que estés molesta…pero no debes hacer berrinches— me dijo y eso colmó mi paciencia. —Berrinche? Te parece que estoy haciendo berrinche? ¿Entonces porque te molestas en venir a buscar a un niña berrinchosa? Déjame sola y no me jodas!—le dije mirando su angelical rostro. —Isabella! No te permito que me hables en ese tono y en ese lenguaje señorita!—se levanto bajando su cabeza para mirarme en el suelo con el ceño fruncido. —Hablo como quiero, no eres mi padre!—le grite levantándome, tuve que mirar hacia arriba porque apenas mi cabeza alcanzaba la mitad de su pecho. Entrecerró los ojos y por primera vez pude ver una expresión realmente molesta en su rostro. —No seré tu padre, pero soy tu hermano y me debes respeto!—dijo entre dientes. —Nunca te he visto como mi hermano, así que…—le dije desafiante encogiéndome de hombros, dándole la espalda y poniéndome a caminar. No había dado dos pasos y ya lo tenía frente a mí. Malditos "súper poderes". —No me vas a dejar con la palabra en la boca jovencita.—me dijo amenazante mientras se pinchaba el puente de la nariz. —Apártate de mi camino…—le murmure cuando me moví a la izquierda y él imito mi movimiento. —Vamos de regreso a la casa, ahora…—me enojo tanto cuando me dijo eso, que no me pude siquisiera controlar que hice la cosas más estúpida que pude haber hecho…lo pateé con todas mis fuerzas. —¡Ow! Mierda!—grité agazapándome en el suelo por el dolor. —BELLA! –gritó Edward agachándose a mi lado, revisando mi pie. Suspiró y sacudió la cabeza.—Supongo que esto es lo que llaman adolescencia…— murmuró más para él que para mí.


—No soporto cuando te pones en plan mandón. Debe ser que me sobrepasan mis instintos naturales de adolescente.—le dije jadeando por el dolor. Él se rió entre dientes, mientras me levantaba y se ponía a correr conmigo en brazos.. —Bueno, eso no es culpa mía.—No pude evitar reírme y él se unió a mis risas. —Lo lamento, Edward… no quise hablarte así—murmure escondiéndome en su pecho por el frio aire que me golpeaba el rostro. —Y yo lamento no haberme dado cuenta antes que estas creciendo— murmuro y beso mis cabellos. Mi corazón empezó a latir rápidamente en mi pecho…sí Edward, estoy creciendo… Cuando llegamos a la casa, supe a lo que se refiere el termino caminata de vergüenza…donde todos te miran y esperan que digas algo…sí…vergonzoso. —Carlisle, puedes revisarle el pie a Bella? creo que se lo fracturó—dijo Edward. —Te volviste a caer, Bella?—dijo Emmett, riéndose. —No, Emmett. Pateé a un vampiro—le dije entrecerrando los ojos mientras lo miraba. —Genial!—rugió haciendo que la casa se meciera por la fuerza de sus carcajadas. Gracias a los cielos siempre puedo contar con Rose para darle un golpe. Edward me recostó en el sofá, yo siseé cuando me quito las zapatillas. Sus manos rompieron fácilmente mis media, mientras dejaba que mi piel le diera la bienvenida a su gélido tacto. Carlisle decidió que sería mejor que me llevaran al hospital…que alegría!. EPOV Llegamos al hospital, Carlisle se la llevo a la sala de radiología para tomarle unas placas. Luego que terminaron, Bella se sentó con Esme en la oficina de Carlisle. Estaba examinando sobre el hombro de Carlisle los rayos X de Bella, resultó que se quebró tres falanges y uno de los huesos del metatarso cuando me pateó en el bosque. Aun no puedo creer que Bella haya tenido esa explosión porque le dije que no hiciera un berrinche… Ahora tendría que pasar tres meses con un yeso en su pierna derecha.


Se podía decir que Bella estaba tan avergonzada por su explosión de genio "adolescente" que no asomó la cara fuera de nuestra habitación por casi tres días. Jasper se había mantenido alejado porque Alice se lo había pedido diciendo que sus visiones decían que era lo mejor, cuando vino a nuestra habitación los deje conversar, regrese una hora después para encontrarme a Bella dormida en brazos de Jasper, él sonreía mientras acariciaba su cabello… MÍA…rugió mi monstruo interior. Jasper levantó una ceja y yo sacudí la cabeza tratando de calmarme. Respiré profundamente un par de veces tratando de tranquilizarme. La recostó con cuidado en la cama y Bella suspiró mi nombre. Crucé la distancia en dos segundo y quedé junto a la cama. —Edward…no te la voy a quitar…—me dijo cuando se levantó de la cama. —Lo sé… es solo que…—sacudí mi cabeza. —No lo puedes evitar…—completó por mí. Yo asentí. —Gracias por venir a hablar con ella. Se sentía mal por haber peleado contigo—le dije. —Lo sé. Yo me sentía igual. Lamento no haber hablado con ella antes.—me dijo y acarició una vez más su cabello.—Lloró tanto que no me quedo más remedio que dormirla.—susurró antes de salir y cerrar la puerta tras él. Me senté al borde de la cama, yo debía ser quien enjugara sus lágrimas, sin importar que no fuera quien las pusiera allí. Desde el día en que llegó a mi vida, yo juré protegerla de todo y de todos. Pero ella ya no era la pequeña a quien podía entretener con una muñeca o con una melodía. El no escuchar sus pensamientos no me ayudaba en nada en comprender que pasa por esa pequeña cabecita. Después de ese momento no hubo más secretos en la casa de los Cullen, Bella estaba enterada de todas las conversaciones a menos que fueran unas de esas "conversaciones" de Emmett y Rosalie… Tuvimos que mudarnos de Londres de manera apresurada casi dos años después de esa noche. Carlisle nos llamó preocupado porque se encontró uno de los guardias de los Vulturi. A pesar que Alice no vio ningún peligro, yo tomé a Bella, nuestros pasaportes falsos y nos subí en el primer avión que salía de Inglaterra. Bella sabia quienes eran los Vulturi porque Carlisle se lo había explicado hace años, haciéndole entender que esa era una de las principales razones por las


que manteníamos nuestro secreto. Durante todo el viaje en el avión Bella no se despegó de mi lado, su corazón latía rápidamente y me confió que estaba muy asustada por nosotros dos y por los demás que se habían quedado atrás. La pobre no tuvo siquiera oportunidad de despedirse ya que cuando todo pasó ella estaba dormida. Yo había tomado las primeras ropas que saqué de su armario y la lleve en brazos sin despertarla a mi auto. Cuando se despertó y le comente por encima lo que había pasado, ella tenía tanto miedo de alejarse de mí que se cambio de ropa en el asiento trasero del auto en los estacionamientos del aeropuerto mientras yo le terminaba de explicar las cosas. El primer avión que salía de Inglaterra nos llevaba a un lugar donde no quería que Bella estuviera, pero no tuvimos más opción, no quería que Bella permaneciera en Londres si había guardias Vultiris de cacería. —Edward, seguro que todos llegan mañana?—me preguntó mi ángel de ahora quince años mientras estábamos sentados en una habitación de un hotel en Juneau. Estábamos registrados bajo nombres falsos aunque aun estábamos bastante alejados de Denali no quería tomar ningún riesgo. —Sí amor mañana llegan y comenzaremos a buscar una casa. Estamos a mitad de año escolar pero no es problema podemos matricularnos en unas dos semanas—le dije palmeando su rodilla. Nos había comprado ropas en el aeropuerto ya que solo subimos al avión con lo que teníamos puesto y el clima de Alaska es más despiadado que el de Londres. Las bolsas con nuestras ropa estaban en una esquina de la lujosa habitación que había rentado para nosotros mientras esperábamos que llegaran los demás. —Eso es un alivio, los extraño mucho—suspiró y su estómago gruño. Yo solté una risita. —Te buscaré algo de comer—le dije levantándome—Algo especial que quieras comer? —Una hamburguesa con queso estaría bien. Mientras me daré un baño—dijo la belleza que estaba levándose de la cama. Mi pequeña Bella ahora era más alta que Alice ya casi me daba al pecho en estatura. Su cabello caía en una cascada de suaves rizos hasta su cintura, podría decir que su cuerpo se había redondeado, pero no lo sabía a ciencia cierta ya que se ocultaba bajo ropas holgadas para malestar de Rose y Alice. Aunque a mí me complacía, así no era excesiva la cantidad de chicos a los que había tenido que espantar a lo largo de estos dos años.


Asentí y salí de la habitación recordando el primer año que pasamos San Valentín en Londres cuando llegamos al salón de clases en el asiento de Bella había una canasta con panecillos de semillas de alcaravea y ciruelas, decorado con un enorme globo en forma de corazón y una tarjeta de un "admirador secreto" quien no ser nadie más que el hijo perdido de Harry Potter que en nuestro primer de colegio quería enseñarle a jugar con su "varita". No pude contenerme y tomé el globo en mis manos haciéndolo explotar. Bella se rió y se levantó de puntillas para darme un beso en la mejilla, aun recuerdo sus palabras exactas como si las estuviera escuchando en este momento. "Tu siempre serás mi Valentín, Edward" Esa noche la lleve al cine y luego a comer helados…Bella estaba feliz al igual que yo. Abrí la puerta de nuestra habitación ya regresaba con su pedido, cuando la escuche maldecir antes que la puerta del baño se abriera. La observé como si fuese una película en cámara lenta, su cuerpo estaba cubierto por la pequeña toalla del hotel, su cabello caía húmedo sobre sus blancos hombros y sobre un generoso escote que nunca pensé que estuviera allí, su pie desnudo se atoró en el quicio de la puerta haciendo que mi atención se desviará a sus largas, torneadas y sedosas piernas. Bella estiró sus brazos para protegerse de la caída yo solté el paquete con la comida al mismo tiempo que su toalla caía revelando su forma desnuda. La tomé en brazos evitando su caída, no habían pasado si quiera dos segundos, pero tenía sus formas grabadas en mi mente y ahora sintiendo su delicado cuerpo presionado contra el mío, no pude evitar recordar el rosado color de sus pezones que coronaban sus turgentes pechos que eran del mismo color que sus labios, su firme estómago, sus sugerentes caderas y sus femeninas nalgas que tenían la forma de un durazno maduro. —Bella…—susurré mis manos acariciaron su espalda desnuda hasta asentarse en su delicada cintura. Su respiración era errática al igual que su palpitar, el sonrojo coloreaba su piel y llenaba la habitación de calor. Mi cuerpo reaccionó como nunca antes lo había hecho…reaccionó como cuando un hombre desea a una mujer. Un gruñido se formó en mi pecho cuando mi monstruo me exigió que la llevara a la cama y la clamara como mía… Mi garganta estaba en llamas, el veneno se acumuló en mi boca. La solté de repente y estuve parado frente a la puerta de la habitación en un parpadeo. Tragué el veneno antes de hablar.


—Regreso en un momento, tu cena está en la bolsa—le dije sin darme la vuelta, si la miraba una vez no sería responsable de mis actos y seguramente haría algo de lo que me arrepentiría después. Cerré la puerta de la habitación e hice la única cosa que se me ocurrió hacer. Correr…

Capítulo 14: Aceptando

BPOV Edward, había salido de la habitación para comprarme comida, la verdad no quería reconocerlo pero en estos momentos tenía miedo de estar sola y que llegaran esos vampiros a los que había aprendido a temer, desde que Carlisle me contó todas las historias de su tiempo con ellos. Salté a la ducha con premura y dejé que el agua tibia ayudara a relajar mis músculos…como necesitaba a Jax en estos momentos, cuando Edward no estaba cerca, Jax era el único que me podía hacer sentir completamente segura. No sabía si era por su don o por el hecho de saber que era un gran guerrero, su cuerpo estaba cubierto por cicatrices que mostraban que cientos o tal vez miles de vampiros habían fracasado en su intento de medirse con él. Lavé mis cabellos, por suerte Edward había comprado mis artículos de higiene personal en el aeropuerto, oler el característico aroma de mi shampoo me hacía sentir más tranquila, más normal, como si cuando abriera la puerta del baño toda mi familia estaría reunida esperándome. Me envolví en la toalla del hotel, debo decir que parecía más una toalla de mano que otra cosa. Me giré para tomar mis ropas. —Maldición! –murmuré en voz alta, se me había olvidado meter las ropas con las que cambiarme cuando me metí al baño. Sólo esperaba que Edward no hubiera regresado aun, sería muy vergonzoso que me viera tan ligera de ropa, la última vez que el me vio desnuda creo que tenía unos nueve años y fue porque el tonto de Em dejo una araña de mentira en mi bañera y salí gritando del baño lanzándome sobre un muy pasmado Edward. Creo que ese fue uno de los peores días de mi vida. Emmett se rió tanto sujetándose de la columna del porche que la había derribado. Abrí con cuidado la puerta del baño esperando que no hubieran señales de que Edward hubiera regresado, así que me apresuré a buscar mi ropa,


olvidándome de que me mandaron a este planeta con dos pies izquierdo, por lo que cuando sentí su presencia fue demasiado tarde, sentí como mi cuerpo empezó a caer y solté la toalla para poder parar mi caída por instinto. De pronto sentí su frio cuerpo pegado contra él mío, sus manos dejaban trazos cálidos donde su piel se encontraba con la mía, sentía como una electricidad estática emanando de nuestros cuerpos. —Bella—dijo mi nombre como un lamento…no…lo dijo como una plegaria. Sus fuertes manos en las que siempre me sentí protegida desde que recuerdo, recorrieron desde mi espalda hasta mi cintura. Quería decirle algo, quería pedirle que me estrechara más contra su cuerpo. Pedirle que clamara mi cuerpo como ya lo había hecho con mi alma. Pero de pronto me soltó como si mi piel lo quemara. Dijo unas palabras que no llegue a comprender…me sentía tan herida que sólo note que se había ido cuando no sentí su presencia. Un jadeó empezó a llenar mi pecho, se había ido…volvería? No, no, no, él lo prometió nunca me dejaría…mi cuerpo se empezó a mover sin mi permiso. No me di cuenta de mis acciones, hasta que sentí el frío viento golpeando mi rostro. Me Había vestido con las primeras ropas que había encontrado y estaba corriendo tras Edward como si pudiera alcanzarlo. Escuche los bocinazos de los autos cuando me lancé a la carretera tratando de llegar al bosque frente al hotel. —EDWARD!—grité al tope de mis pulmones, tenía que encontrarlo, tenía que encontrarlo ahora. Seguí corriendo y llamándolo quien sabe por cuánto tiempo, el frió estaba calando mis huesos, mis piernas estaban cansadas, me había caído varias veces, pero eso no me impidió levantarme para seguir corriendo, sentía un dolor indescriptible en mi pecho, me faltaba el aire… —Edward!—volví a decir jadeando antes que todo se volviera negro. EPOV Corrí sin rumbo fijo, tenía que calmar a mi monstruo interior antes de poder regresar donde Bella…Bella…debía haberla asustado cuando salí de esa manera, pero más la hubiera asustado si la clamara como mía… ella era demasiado pura, demasiado buena… no podía dejar que un monstruo la clamara como de su propiedad, pero tampoco podía dejar que nadie más lo hiciera…yo soy un ser demasiado egoísta.


Mi mente estaba demasiado confusa, imágenes de su cuerpo desnudo inundaban mi mente, al igual que imágenes de su primera risa, su primera caída, sus primeras lágrimas… Sentía deseo mezclado con adoración y protección. La deseaba, maldición nunca antes había sentido algo así, ni siquiera cuando era chico humano había tenido una erección… Quebré una rama de un árbol en mi ofuscación. Bella, es mi vida…ella es toda la razón por la que esta maldita existencia a que llamo vida tiene una razón de ser. La amo…sin dudas…¿pero de qué manera? ¿Cómo un hombre a una mujer? Solo que ella aun no es una mujer…aunque su cuerpo me demuestre otra cosa…podría esperar… un año, tal vez… —Diablos!—maldije en voz alta…en qué diablos estoy pensando….esperar? esperar para qué? Tenía que pensar como actuaría de ahora en adelante, no quería que las cosas entre nosotros cambiaran o se volvieran incomodas por el incidente de hace unas horas. Mi teléfono sonaba descontroladamente, me detuve a los bordes del océano. Respire tratando de calmarme, en cuanto sonó mi teléfono nuevamente lo tomé. —Qué?—gruñí. —Te voy a arrancar cada parte del cuerpo y bailare sobre tu pila de cenizas si no encuentras a Bella antes que algo peor le pase—me amenazó Jasper. —Encontrarla? Que le pase algo peor? De qué demonios hablas Jasper?, yo la deje en la habitación—le dije entre dientes. Él no tenía derechos sobre ella, él tenía su pareja… que se preocupe de Alice y deje a mi Bella tranquila. —A pesar de tener tantos años de experiencia eres estúpido. No la conoces? Ella salió corriendo detrás de ti pensando que la estabas abandonando. Alice, la vio correr hasta que no pudo más y se desmayó, ahora encuéntrala o me las vas a pagar caro—me rugió antes de cortar la comunicación. Mi Bella… tenía que encontrarla, estaba empezando a anochecer, salió desnuda? Si es así podría morir de hipotermia…no ella no puede morir…no puede dejarme…mi vida no tendría sentido sin ella.


Solo pensar en eso hizo que corriera todo lo rápido que mis piernas me permitían, habían pasado casi dos horas desde que la dejé, ella tenía que estar bien, ella tenía que estar bien… me repetía como una mantra. —Se ha ido—escuché su susurró mucho antes de oler su aroma. Su corazón latía lentamente, la encontré bajo un arbusto solo tenía puestos un jeans, zapatillas y un sweater. Nada que la abrigara realmente.—Se ha ido—volvió a murmurar cuando me agache a su lado… si hubiese sido humano hubiera muerto de dolor en este instante por ser el causante de que ella estuviera en este estado. —Amor…—le dije cuando la tome en brazos, su cabello estaba mojado y lleno de nieve, había mechones en que tenia hielo, sus ropas también estaban de la misma forma.—Ya te tengo, amor, lo siento, lo siento…—le repetía mientras corría con ella hacia el hotel. —Edddw—ard?—su voz era débil, sus dientes castañeaban por el frio. —Aquí estoy amor, ya te tengo mi ángel…—le dije mientras cruzaba la carretera de manera humana, hubiera sido demasiado sospechoso que me "materializara" de la nada en el lobby del hotel. Tomé el elevador sin importarme las miradas y los pensamientos curiosos de los humanos. En cuanto entré a la habitación seguí con ella hasta el baño y puse a llenar la tina de agua caliente. Me senté con ella en el suelo y le quite las zapatillas, sus pies estaban muy fríos, estaba casi tan fría como yo. Cuando la tina estuvo lo suficientemente llena, traté de meterla, pero ella se apretó contra mí. —N—no mmme vuelvas aaaa dejar—dijo entre castañeos. —No lo haré amor, tengo que calentarte vamos a la tina—me quite los zapatos y entre con ella recostándola sobre mi pecho. Puse mis manos bajo el agua y empecé a frotarla para poder calentar por fricción. Sabía que mi cuerpo enfriaría pronto el agua, por lo que abrí la llave para que el agua caliente cayera sobre mí y se entibiara para ella, mientras el resto del agua salía por el desagüe. A los pocos minutos dejó de temblar y se empezó a relajar. —Te sientes mejor?—le pregunté suavemente mientras mis manos frotaban su plano abdomen. Ella asintió débilmente y yo besé sus cabellos.—Nunca me vuelvas a asustar así por favor…—le supliqué.


—No me dejes sola nunca más—murmuró, yo cerré los ojos queriendo golpearme a mí mismo por haber sido tan cobarde. —Nunca amor…nunca más…pero no vuelvas a salir corriendo detrás de mí…— la halé por su estómago para estrecharla contra mi pecho. —Te seguiré a donde vayas…ese es mi destino—se giró de manera de esconder su rostro en mi pecho, nos quedamos callados largo tiempo. Yo no sabía cómo reaccionar, ella estaba destinada para cosas más grandes que seguirme a donde yo fuera. —No amor, ese es mi destino…—le dije suavemente, pero ella ya estaba dormida. Salí con ella en brazos de la tina, nuestras ropas mojadas goteaban, tome unas toallas y las extendí en la cama con dificultad. —Bella, amor tenemos que quitarte estas ropas mojadas—le dije tratando de despertarla cuando la recosté. Bella empezó a temblar y yo sabía que no podía dejarla enfriar de nuevo. "Eres un caballero, eres un caballero" cantaba en mi mente. Cerré los ojos con fuerza cuando tomé el cuello de su sweater y lo rasgué. Moví mis manos lentamente hasta encontrar el cierre de su pantalón el cual convertí en jirones como su sweater, tirándolos todos al suelo. Abrí solo un ojo lo suficiente para poderla girar sobre su estómago y recostarla sobre el lado seco de la cama. Pero cuando lo hice tragué en seco…ella no llevaba sujetador… Cerré nuevamente los ojos y creo que la giré con menos sutileza de la que hubiera querido, la cubrí con las colchas y ahora que estaba tapada abrí los ojos. Metí mis manos bajo las colchas y le quite sus bragas que estaban empapadas. Tomé una toalla adicional y sequé su cabello lo mejor que pude, sus labios aun estaban un poco azules. Saqué de las bolsas de nuestras ropas un par de medias y pantaloncillos de dormir, se los puse y me senté a su lado en el suelo tratando lo mejor posible de mantenerla abrigada. Pasé toda la noche mirándola descansar intranquila, por momentos empezaba a llamarme desesperada, pero siempre se calmaba cuando le recordaba al oído que ella era mi vida. Mientras la miraba pensaba en cómo podría equilibrar las cosas ahora. Siempre supe que la amaba, pero nunca pensé que fuera de esta forma. Si me


pongo a considerar nunca la vi como mi hija o como mi hermana, pero siempre la sentí mía. Ella es tan inocente, tan pura, tan preciosa, yo no podía cortar tus posibilidades de tener una vida normal; pero tampoco me veía apartándome de su camino para que alguien que no se la mereciera me la robara. Pero la pregunta es… me la merezco yo?¿ Un monstruo? Ella no sabe que yo le di caza a los de su clase en mis años de rebeldía, ¿cómo tomaría esa noticia? ¿Podría tener una relación con ella sin lastimarla? Sé que estado cerca de ella durante quince años y nunca la he lastimado…pero… Pero cómo sería besar sus labios? Tendría que tener cuidado con mis dientes y mi veneno, cuando llegara el momento, sí es que llegaba…suspiré y acaricié su rostro, ya se veía más tranquila. Tendría que esperar y ver que las fichas cayeran en su lugar. Sí, eso es lo que haría, esperaría a que ella mostrara algún tipo de interés por mí, que no fuera como el de su mejor amigo y entonces la reclamaría como mía. Cuando llegó la mañana podía decir que Bella tenía un fuerte resfrió por haber estado tanto tiempo a la intemperie. Me maldije una vez más por haberla dejado. —Edward…—llamó mi dulce ángel desde la cama con voz nasal, yo había pedido servicio a la habitación para que desayunara algo caliente. —Aquí estoy—le respondí cargando la bandeja de comida y poniéndola sobre sus piernas. —Me puedes pasar una camiseta?—me pidió avergonzada, llevando la colcha hasta su barbilla. —No vi nada anoche, cerré los ojos. Esme y mi madre humana pueden estar orgullosas de mí—le dije tratando de bromear. No quería que la relación entre nosotros se volviera extraña. —No es nada que no hayas visto antes—me dijo poniéndose la camiseta para quitarse la sabana que la cubría, podía ver que ella estaba roja. No puedo creer que ella piense que… solo sacudí mi cabeza y me reí. —Bella… —no sabia como decirle—las mujeres…—ella me cortó poniendo una mano en mis labios.


—No vamos a hablar de chicas verdad?—dijo y de inmediato estornudo. Yo besé la palma de su mano que estaba sobre mis labios y negué con la cabeza.—Bien—sonrió y volvió a estornudar. —Bella!—llamó Jasper entrando al cuarto y tomándola en sus brazos enterrando su cara en sus cabellos, apartándome de su lado. En ese momento lo vi todo rojo… NO, EDWARD. NO Me gritó Alice en su mente haciéndome detenerme en seco. Sacudí mi cabeza tratando de aclararla, sintiéndome avergonzado conmigo mismo. —Jax, estoy bien no te preocupes, es solo un resfriado tonto—le dijo Bella acariciándole el rostro. Mis manos se convirtieron en puños. —Déjame, revisarte—le dijo Carlisle y Bella gimió. Yo volví a subir a la cama para confortarla, ella se apoyo en mí como debía de ser. Me estaba volviendo tan humano, ahora sabía que eran celos lo que me hacían sentir así. Cuando sentí su pequeña cabeza recostarse en mi hombro me dieron ganas de sacarle la lengua a Jasper y mostrarle que conmigo es con quien ella debe estar. Edward…ustedes no… Pensó Rose mirándome con ojos entrecerrados mientras levantaba los jirones de tela que quedaban de la ropa que uso Bella anoche. Sí lo hiciste te voy… Su mente se empezó a volver grafica mientras pensaba todas las torturas a las que me podía someter. —Cómo se te ocurre—le siseé muy bajo. No es que no lo hubiera pensado a lo largo de la noche, pero nunca lo hubiera hecho, no sin antes habernos casado o haber tenido una relación con ella. Bella me miró interrogante y yo sólo besé sus cabellos. Decidimos que no pasaríamos mucho tiempo en Juneau, yo no me sentía como teniendo a Bella tan cerca de Denali y mucho menos ahora que había descubierto mis sentimientos por ella. Bella, había insistido en conseguirse un trabajo de medio tiempo, según ella quería ahorrar para comprarse un auto cuando tuviera dieciséis. Casi me saca los ojos ese día y para colmo de males contó con el respaldo de Esme, Carlisle y Jaxxxx. Sólo recordar esa conversación me hace volver a ver todo rojo.


—Edward… crees que me den trabajo en la librería que está bajando la calle principal, cerca del centro comercial?—Me preguntó dejando de tocar el piano. Con el paso de los años Bella, se había vuelto muy buena en ese arte, aunque siempre decía que nunca sería tan buena como yo. —Para que quieres trabajar? No tienes necesidad, si necesitas comprarte algo y no te alcanza con la mesada que te da Carlisle, yo te puedo dar la diferencia—le dije sacando mi billetera. —No quiero tu dinero—se quejó lanzándome la "mirada del mal"—Quiero comprarme un auto y lo hare con mi propio dinero. –Se levantó y me di cuenta que aunque todos pretendían estar haciendo sus cosas, tenían su atención fija en nuestra conversación. —Aun no tienes edad para manejar, seguramente que para tus dieciséis años ya nos habremos reubicado. Entonces puedes usar el dinero de las acciones que Jasper, te compró—le respondí pensando lógicamente. Ya que si le decía que tenía un fideicomiso a su nombre, en el que yo ya había depositado varios millones, me volvería a patear y seguramente tendría que usar un yeso otra vez. —No! Te dije que voy a conseguir un trabajo y eso es lo que haré.—dio un pisotón. Ese era el primer indició que se acercaba un "arrebato hormonal adolescente" ya habíamos tenido varios y siempre terminaba enojada conmigo. La verdadera razón por la que no quería que consiguiera un empleo era porque eso acortaría la cantidad de horas que estaría conmigo; pero no me atrevía a decirle eso…aun no. —Bella, no le veo sentido a que trabajes, sabes que no es necesario. —Carlisle!—lloriqueó sacando su artillería pesada, se sentó junto a él en el sillón dejándolo sentado entre ella y Esme. Luego se le acurrucó bajo su brazo y lo miró a través de sus pestañas. Carlisle de inmediato le sonrió, como si estuviera deslumbrado y la abrazo. En seguida supe su respuesta. Esa pequeña bribona… había aprendido a deslumbrarnos, aun me pregunto de quien lo habrá aprendido… —Edward, creo que es bueno que Bella trabaje, así tendrá experiencias humanas—Touché. Apreté el puente de mi nariz.


—Es cierto hijo, la pequeña puede compartir con más personas de su especie—me dijo Esme…Touché de nuevo. —Sí, no me quieres acompañar a buscar trabajo, le puedo decir a Jax que me lleve. –me dijo y se giró hacia él—Me llevarías Jax?—él asintió como niño en navidad. Sí….claro como él la "apoya" en todo. —Vamos Alice, así de paso puedes comprar el sweater que te gusto en el centro comercial—le dijo tomándolas a las dos de la mano, para luego enarcarme una ceja y sacudir su cabeza mientras reía. —Bien…pero yo te enseño a conducir—le dije sentándome en el sillón cruzándome de brazos. Escuche su risa cantarina, haciéndome derretir, llegó hasta mí y me dio un beso en el cabello inhalando profundamente. —Eres el mejor…—me susurró antes de caminar hacia Jasper, moviendo sus femeninas caderas de manera muy sugestiva. Edward? Me miró Jasper ladeando su cabeza. Yo lo ignoré y me arrellené más en el sillón avergonzado por mis sensaciones, haciendo que él se soltara a reír. —Tienes que dejarla crecer…—me dijo Carlisle antes de tomar la mano de Esme y subir las escaleras. Así que ahora estoy esperándola a que salga de la librería donde trabaja, cuando muy bien podríamos estar corriendo en el bosque o tocando el piano. Que linda es, me pregunto si aceptaría salir a comer un helado conmigo. Claro que no querría salir conmigo, siendo ella tan hermosa…además tiene ese cuerpo. Ojala hubiera traído la blusa azul de la vez pasada cuando se inclinó para darme ese libro, pude ver el encaje de su sujetador, cuando llegue a casa ese día mi mano y yo tuvimos un encuentro… Nunca antes había comprado tantos libros ya casi no me queda dinero de mi mesada… Podía sentir que el volante de mi carro estaba a punto de romperse. Todos los días tenía que sentarme aquí y escuchar los pensamientos de ese chiquillo. No había querido hacer nada, pero estaba a punto de seguirlo a su casa y molerlo en pedazos. Sacudí mi cabeza, no lo soportaría mucho más. Bajé de mi auto y me dirigí a la librería, una campanilla anunció mi llegada. El molestoso muchacho seguía mirándola tratando de obtener el valor para invitarla, pero eso no estaba en mis planes. Desde hace unos meses descubrí mis sentimientos por ella y no podía permitir que alguien me robara la oportunidad de estar con ella.


Se veía hermosa, un rizo se escapaba de su cola, en cuantos sus ojos se encontraron con los míos ambos sonreímos. —Edward!—susurró y su corazón se aceleró. Me acerqué a ella y tomé su rostro en mis manos inclinándome para besar su mejilla. Oh rayos tiene novio. Maldición siempre me pasa lo mismo. Mis labios se curvaron en una sonrisa sobre sus cálidas mejillas. —¿Estas lista amor?—le dije mirándola a los ojos solo estábamos a un palmo de distancia. Sus labios se abrieron ligeramente, sus ojos se desenfocaron.— Bella? —Er…¿qué?—sacudió su cabeza como aclarándosela y el sonrojo cubrió sus mejillas. —Te pregunte, que si ya estabas lista para irnos—sonreí y sus ojos pasaron de los míos a mis labios y de regreso. Vamos, amor. Solo inclínate un poco…Supliqué en mi mente. —Para?—volvió a mirarme en blanco. No pude evitar soltarme a reír. —Para irnos, recuerdas hoy es tu primera lección de manejo.—le dije y ella asintió emocionada. —Sí, estoy lista—dijo agachándose para buscar su maleta. Se despidió de su compañera y saludó con la cabeza al chico, quien desde que me vio no dejo de desearme todos los males que se le ocurría. Es una lástima para él que aunque un tren me atropellara, no me hiciera ni un rasguño. Lo miré fijamente mientras le tomaba la mano a Bella y me la llevaba a los labios. —Por qué regresamos a la casa?—me preguntó cuando se dio cuenta a donde nos dirigíamos. —Vamos a cambiar de auto, prefiero que aprendas en uno de cambios.—le dije ocultando los verdaderos motivos.—Puedes cambiarte en algo más cómodo mientras cambio de auto.—la ayudé a salir del auto, ella asintió y se llevó su maleta. —Rose… podrías?—la encontré bajo el capó de su BMW.


—De nuevo el volante del auto? Edward esta es la cuarta vez en esta semana! Qué fue esta vez? Un chico la miró? Pensó en ella? Le gusto su cabello?— empezó a burlarse. —Préstame tu auto—le dije ignorándola mientras le extendía la mano. —Me debes una grande Masen…—dijo cuando dejo caer las llaves en mi mano. —Gracias Hale… sabes que eres la mejor mecánico que existe.—le sonreí y ella rodó sus ojos. Rose muchas veces prefería usar nuestros apellidos reales ya que según ella eso nos hacía más humanos. Cállate, adulador. Aunque es la verdad, soy la mejor. Movió su cabellera de un lado a otro. Me subí a su auto y Emmett sentó a Bella en el asiento del pasajero, ya que la trajo en su hombro desde las escaleras, emocionado porque nos iba a acompañar y ella caminaba muy "lento". Si Emmett o yo hubiéramos sido humanos nos hubiéramos muerto… de aburrimiento, Bella aprendió rápido…pero…. —Bella? crees que regresaremos a casa antes de las diez de la noche?—se burlo sabiendo que eran las seis de la tarde y que solo faltaban dos cuadras para la entrada de nuestra casa. —Muy gracioso, Em. Tú fuiste quien quiso venir.—se quejó. —Ojos en el camino.—le recordé. —Sí quise venir pensando que sería divertido, pero conduces como una abuelita—se cruzó de brazos –demonios yo puedo correr de manera humana más rápido de lo que conduces.— Apreté mis labios para no reírme y mantuve mi cara serena cuando la vi que me miró de reojo. —Que esperas? Mi padre biológico era policía y mi padre adoptivo es doctor, tengo gran respeto por la velocidad—hizo un puchero muy atractivo que hacía que sus delicados labios resaltaran…concéntrate, me regañé a mí mismo. —Lo que sea… ahora cambiando de tema, a donde nos vamos a instalar en nuestra próxima mudanza? Carlisle dice que será antes del cumpleaños dieciséis de babitas—dijo Emmett para llenar su aburrimiento. Bella, centró su atención en mí.


—A Forks…

Capítulo 15: Regreso a casa

—A Forks?—preguntó Bella emocionada. —Sí, a Forks. Ahora ojos en el camino—le recordé tocando su mejilla para girar su rostro hacia el frente. —Bueno al menos podremos ir a la escuela todos los días, creo que empezaré este año aparentando diecisiete, no te parece Babitas?—le dijo Emmett. —Eso quiere decir que nos quedaremos allá mucho tiempo? Digo si todos vamos a aparentar ser más jóvenes, podemos entrar en sophomore* , Jax, Em y Rose pueden estar en Junior, total estamos entrando en mitad del semestre—empezó a hacer planes emocionada. —Vas a retroceder dos años y estarás en sophomore nuevamente?—la miré enarcando una ceja. —Sí y tú lo repetirás conmigo—me dijo muy segura de sí misma. Yo sonreí. —Eso es seguro—ella soltó a reír.—Ahora llévanos a casa. Si… por dios que nos lleve pronto o soy capaz de arrojarme del auto para que un camión me atropelle. Carlisle, Jasper, Alice y yo discutimos los posibilidades de quedarnos unos meses más en Juneau, ellos sabían mi miedo por los Denali, pero Alice me aseguró que estaba al pendiente de cualquier decisión de Tanya que nos pudiera afectar, así que di mi brazo a torcer para que Bella pudiera tener más tiempo en su "trabajo." Los siguientes meses pasaron de manera tranquila, íbamos al colegio y luego llevaba a Bella a la librería. Ella tomaba el control de auto y nos daba un largo paseo por la ciudad antes de dirigirnos a casa, digo largo no por la distancia, sino por el tiempo que le tomaba; sin embargo yo adoraba cada segundo de los que pasaba con ella.


Ya había cumplido los dieciséis años y me había exigido que la llevara a sacar su permiso de conducir, alegando que yo le había dicho que para esta época ya nos habíamos reubicado y no había sido así. Ese día Alice la vistió con sus mejores ropas y Carlisle la acompaño junto conmigo. Bella había estado tan emocionada que me tomó tararear tres sinfonías completas de Debussy y dos de Beethoven además de su nana hacerla dormir. —Edward, crees que me darán mi permiso de conducir?—me preguntó rebotando en su puesto mientras yo iba manejando el mercedes de Carlisle. —Hija, tranquila. Estoy seguro que te darán tu permiso—le dijo Carlisle tratando de calmarla. —Y si no me lo dan? Emmett se va a burlar de mi!—le lloriqueó. Sí es cierto Emmett se burlaría de ella por mucho tiempo, Jasper para evitarle el mal trago le ofreció hablar con Jenks para falsificarle un permiso, pero ella no quiso. —No se burlará amor, porque lo vas a conseguir.—le tomé la mano y se la besé con adoración. Cuando hablaras con ella de frente y dejaran de torturarse mutuamente? —No sé de lo que hablas—le dije bajo mi aliento. Si tú lo dices… Demonios hasta Carlisle se había dado cuenta de mis sentimientos hacia Bella! Nos sentamos a esperar su turno para la prueba de manejo, Bella botaba su pie nerviosamente. —Calma…—le dije apoyando mi mano en su rodilla tratando de mantenerla tranquila. —Le preguntaste a Alice, si me darían el permiso?—empezó a morder sus uñas. Sonreí y tomé su mano en la mía llevándola a mis labios. —Todo va a salir bien…relájate…—le susurré mirándola a los ojos. Sus mejillas se colorearon y sus ojos se desenfocaron levemente. —Isabella Masen!—la llamarón y ella sacudió la cabeza levantándose.


—Suerte…—le di un último apretón a su mano antes que siguiera al instructor. Cielos, esas caderas serian mi perdición, me removí incomodo en mi silla. Carlisle aclaró su garganta. —No puedo creer que ya nuestra pequeña este sacando su permiso de conducir.—me dijo recordando la primera vez que la examinó. —Es cierto no puedo creer que se haya convertido en una hermosa jovencita de dieciséis años—dije casi sin pensar. —Muy hermosa, es cierto y muy enamorada también—ese comentario hizo que mi cara se girara. —¿Enamorada de quien?—sentí mi sangre hervir. Carlisle me sonrió. —De ti…—yo negué con mi cabeza— Edward, no hay peor ciego que él que no quiere ver. —Carlisle, ella…ella es aún muy joven…ella no debe saber lo que siente por mi… —Ella es solo un año menor que tu…puede que tengas más de un siglo de vida, pero estas encerrado en el cuerpo de un adolescente, hijo. –palmeó mi hombro. Iba a responderle cuando la puerta de las pruebas se abrió y vi correr una pequeña castaña. Me levanté al verla sonriendo. Me tomó por sorpresa que me saltará encima y envolviera sus piernas en mi cintura. —Lo hice, Edward! lo hice! –me dijo dándome un beso en la mejilla—gracias por haberme enseñado a conducir—dejo su cabeza en mi hombro. Cuando salí de la impresión acaricié su espalda y besé sus cabellos. Aún sigues empeñado en decir que no te ama? Yo solo sonreí abrazándola. Deseando que las palabras de mi padre fueran realidad. Bella les presumió a todos su permiso de conducir. Alice le dijo que ya que no le habían permitido hacerle una fiesta de dulces dieciséis, la dejara celebrarle su permiso. Bella le dio la misma razón que para la fiesta, que no conocía a nadie en Alaska como para poder hacer una fiesta. Que ni crea que se ha salido con la suya, en Forks todo será diferente y tendrá una fiesta de dulces diecisiete, marca mis palabras Edward Cullen. Pensó


cuando apoyé a Bella en su decisión de cero fiestas. Yo solo rodé los ojos y la ignoré. El tiempo pasó y nos encontrábamos cerca de mudarnos nuevamente. Alice y Esme habían ido a decorar la casa que ocuparíamos en Forks, le tenía una sorpresa a Bella, una sorpresa que había guardado por años. —Cuando regresan Meme y Alice?—me preguntó sacándome de mis pensamientos. Ahora que tenía su permiso de conducir, no había manera de sacarla del volante. —Posiblemente en unos días, quieres alguna decoración especial para nuestro cuarto?—le acaricié la mejilla mientras ella miraba por el parabrisas. —Nop…es solo que las extraño…Edward? —Si, amor?—la miré al notar que se su corazón se aceleró. — Nos estamos mudando a principios de marzo verdad?—yo asentí y su corazón latía más fuerte—Me…me llevaras a ver las tumbas de mis padres?— mordió su labio. Yo puse mi mano sobre una de las suyas que estaban en el volante. —Claro amor, si quieres esa será la primera cosa que hagamos si está nublado—mi pulgar rozó su mano tratando de tranquilizarla. —Gracias…solo seriamos tu y yo… no es cierto?—detuvo el auto en el camino de entrada a la casa. —Sí amor, solos tú y yo si es lo que deseas—Ella asintió y se movió de manera de poder recostar su cabeza en mi hombro. Acaricié su cabello hasta que la sentí tranquila. Manejó hasta la casa en calma y luego de hablar con Esme durante casi una hora, se recostó sobre mi pecho y lo beso justo donde mi muerto corazón estaba. Besé sus cabellos tratando de no dejar salir por mis labios todo el amor que le profesaba. Pronto sentí su respiración fue regular. Acaricié sus cabellos, delineé los contornos de sus cejas, sus ojos, su nariz en forma de botón, sus atrayentes labios. Suspiré… como ansiaba poder unir los míos a los suyos. En estos últimos meses me sentía como un neófito en lugar de un vampiro de más de un siglo, tantas emociones que muchas veces me sobrecogen tomándome por sorpresa. Jasper y yo conversamos un día que nos fuimos de


cacería, le expliqué que todos los sentimientos que me tomaban cuando él se acercaba a Bella era algo que no podía controlar. Por una parte era mi lado protector que tenía miedo…miedo que su pobre control pudiera desaparecer y atacara a mi ángel. La otra parte era mi posesivo lado humano, que me hacía pensar como un hombre de las cavernas cada vez que veía al amor de mi existencia en sus brazos, sabiendo que ellos compartían una profunda conexión. Así que llegamos al acuerdo que él me ayudaría a controlar mis emociones hasta que yo lo pudiera hacer por mí mismo. Esperaba que cuando Bella y yo lleváramos nuestra relación al siguiente nivel yo estuviera listo. Sólo me quedaba esperar… a que ella estuviera lista… BPOV Tenía ochocientos dólares ahorrados, necesitaba que mi auto estuviera en la casa para cuando nos mudáramos de esa manera nadie podría objetar nada. Busque en internet la página del periódico local de Forks. Necesitaba un auto resistente, que me llevara y me trajera las veces que Edward no estuviera cerca, pero sobre todo que fuera barato. Tomé mi celular aprovechando que estaba en mi descanso de veinte minutos en mi trabajo y llamé por un auto que parecía interesante. Decía que era un pick up chevy del año 68, decía que costaba cuatrocientos dólares, si pudiera conseguirlo seria genial, así me quedarían cuatrocientos más para comprar las piezas que Rose necesitara para arreglarlo. —Diga!—respondió una voz un tanto gruesa, como la de un chico que está en proceso de cambio. —Hola! Estoy llamando en relación a su auto—dije apresuradamente, mirando por la ventana asegurándome que Edward no había llegado para esperarme. —Es para ti o para tu papá?—me preguntó, yo rodé mis ojos. —Es para mí… el auto está en buenas condiciones, es decir enciende y se puede conducir?—le pregunté mirando nuevamente el anuncio. —Sip… yo mismo le doy mantenimiento, pero suenas como una jovencita seguro podrás con él?—lo escuche reír. Realmente era malo en los negocios.


—No te preocupes una de mis hermana es mecánico—le dije orgullosa. No había nadie como Rose. —Genial entonces, cuando quieres verlo, tendrías que venir hasta La Push o me dices donde tengo que ir para mostrártelo.—su voz era amigable, sonaba como alguien con quien podría hacer amistad. —Tienes permiso de conducir?—le pregunté burlándome un poco. —Me atrapaste en esa—se rió—entonces vendrás a la Push?—preguntó emocionado. —Er… nop…ahora mismo estoy viviendo en Alaska, pero si está en buenas condiciones como dices lo compro, te puedo depositar la mitad del dinero ahora y la otra parte en cuanto llegue a Forks, estaremos allá en unas dos semanas. —Oh…está bien—sonó decepcionado?—cuando quieres que lo entregue y en donde? Habrá alguien allí para recibirlo? —No habrá nadie en casa, mi familia y yo no llegaremos allá hasta que nos hayamos mudado. Cuando sepa exactamente la dirección volveré a llamarte…a por cierto me llamo Bella—le dije sonriendo al haberme olvidado de ese detalle. —Bueno Bella, yo soy Jake y esperaré pronto tu llamada—me dijo. —Hasta pronto Jake y gracias por aceptar venderme el auto en estas condiciones tan extrañas—le dije sinceramente antes de cerrar. Bueno eso salió bien, pero estoy segura como que me llamo Bella Masen que Edward le va a dar un ataque del coraje cuando vea el auto, ya me imagino el regaño que me pondrá, diciéndome que puedo tener un mejor auto que si quiero él me lo compra como regalo de cumpleaños atrasado y todo lo demás. Tendré que asegurarme que Jax esté cerca para que lo pueda calmar, si no me corro el riesgo de quedarme sin auto. Por la ventana pude ver que Edward estaba llegando a recogerme, había veces en las que pensaba que él me veía como algo más que una bebe, pero siempre hacia algo que me ponía en duda. Solo estaba esperando a cumplir diecisiete años, así Edward no podría decir que era una niña ya que ambos teníamos la misma edad, luego vendría la parte difícil… convencerlo de que me convirtiera…


EPOV Ya teníamos toda la casa recogida, Bella y yo iríamos en mi auto junto con Jasper y Alice. Desde hace unas semanas la estoy viendo comportarse de manera extraña, ella nunca ha guardado secretos conmigo, pero por la manera en la que se comporta sé que es algo que le ganara un castigo o al menos un buen regaño. Habíamos enviado los autos a Port Angeles y de allí nos dirigiríamos a Forks, creo que era la manera más natural de hacerlo en lugar que tener que viajar todo el trayecto en auto, especialmente teniendo que tomar un ferri para salir de Juneau. —Bella, deja de jugar con los botones de la radio, por qué estas tan ansiosa?— le pregunté enarcando una ceja. Miré por el espejo retrovisor, Alice repasaba mentalmente la colección de primavera de Chanel y Jasper repasaba las posibles estrategias de guerra que hubiera tomado si no lo hubieran convertido en vampiro. Desde que salimos de la casa estos dos me habían bloqueado pensando cosas triviales —No es nada!, estoy ansiosa por ver de dónde provengo eso es todo…— entrelazó sus dedos, bueno eso es comprensible, tomé su mano en la mía y entrelacé nuestro dedos. Se sentía tan bien… —Todos estamos contigo amor, no tienes que preocuparte—hice círculos con mi pulgar en su mano. —Llegamos!—chilló cuando vio el letrero de "Bienvenidos a Forks". En seguida los efectos calmantes de Jasper se hicieron sentir. Bella y yo nos relajamos un poco. Maneje por la húmeda carretera hasta que llegamos a la entrada del camino que nos llevaría a casa…hacia poco más de dieciséis años que no estaba aquí. —La última vez que estuvimos aquí eras tan solo una pequeña bebe…—no me di cuenta que había hablado en voz alta, hasta que sentí que soltaba mi mano. —Pues ya no soy una bebe, Edward!—me replicó entrecerrando sus ojos. Siempre que hablaba de ella como bebe, me saltaba como un gatito enojado. —Lo sé amor, eres una hermosa jovencita—le dije y su respiración se aceleró al igual que su ritmo cardiaco. Sonreí al obtener esa reacción de ella. Miré por el espejo y vi el carro de Carlisle siguiéndonos de cerca.


—Es perfecto!—la escuche decir emocionada, haciendo que centrara mi atención en el camino frente a mí, habíamos llegado al claro en el que estaba nuestra casa. —Que es esa cosa?—pregunté horrorizado al ver un armatoste rojo estacionado cerca de la entrada principal. —Es mi auto!—saltó en cuanto detuve mi auto y yo salí tras ella. —No, no lo es!—le dije tajante, nunca la dejaría conducir semejante cosa. Mientras miraba esa reliquia me imaginaba todos los posibles escenarios de un inminente desastre. —Sí, lo es!—puso sus manos en sus caderas. —Isabella...—le advertí, pinchándome el puente de la nariz —Edward! Por favor…—se acercó a mi mordiendo su labio y envolvió sus brazos a mi alrededor recostando su cabeza en mi pecho—por favor, solo lo usaré cuando estés de cacería y yo quiera ir a algún lugar y siempre tendré mi celular…por favor…—Suspiré y envolví su cuerpo con mis brazos. —Eres la criatura más peligrosa que he conocido en mi vida…—le dije dándole un beso en los cabellos. No sé para que pide mi ayuda, si Bella te maneja muy bien sin ella. Sonrió Jasper. —Eso es un sí?—me preguntó con su cara aun enterrada en mi pecho. Yo asentí—Gracias!, Gracias!—dijo dándome dos besos en el pecho. Hombre te tienen dominado! Pensó Emmett, antes soltarse a reír a carcajadas mientras movía su mano como si estuviera dando latigazos. —Ahora vamos a dar una vuelta en el, sí?—me soltó y caminó hacia el auto emocionada. —Está bien…—caminé y le abrí la puerta del conductor para que subiera. Saqué de mi auto unas flores que había comprado en Port Angeles. Me subí en esa monstruosidad, ella estaba tan emocionada que no podía negarle su diversión. En cuanto arrancó el auto, el motor sonó de manera…escandalosa por decirlo de alguna manera.


Ese auto, no va a durar mucho. Soy mecánico, no maga aunque dudo que con magia se arregle. Rose sacudió su cabeza. Con razón, me pidió calmar a Edward, cielos hasta yo necesito calmarme. Miró Jasper aterrado el auto cuando Bella puso la reversa. Ese auto es seguro? Pensaron a la vez Carlisle y Esme preocupados. Perdí los demás pensamientos cuando íbamos a mitad de camino, casi llegando a la carretera. —Cuánto te costó este…auto?—le pregunté planeando mentalmente alguna manera de salir de este armatoste con ella ilesa si algo empezaba a funcionar mal. —Originalmente costaba cuatrocientos dólares, pero conseguí que me lo dejaran en trescientos cincuenta, no es una ganga?—me miró orgullosa de sí misma, quise decirle que más bien era una estafa, yo hubiera pagado para que se llevaran esta cosa de mi garaje, pero no se lo iba a decir y arruinarle su diversión. —Wao…que bien—traté de sonar entusiasmado, pero no lo logre. —Gracias, Edward…—dijo suavemente. —Gracias por qué amor?—le pregunté curioso, no tenía idea de porque me estaba agradeciendo. —Por dejarme conservar el auto, sabía que te ibas a molestar, por eso no te comente antes—mordió sus labios. Rayos, como quería capturarlos en los míos. —Te hubiera podido comprar un auto mejor, si me hubieras dejado. Pero respeto tu decisión, puede que no este del todo de acuerdo, pero la acepto— le dije dándome cuenta que estábamos pasando justo por donde fue el choque del auto de sus padres.—Sí sigues recto, podemos llegar al pueblo, si quieres ir al cementerio claro está. Ella asintió y manejamos en completo silencio ya que dudaba mucho que el radio del auto funcionara. Bella como si hubiera leído mi pensamiento estiró la mano y lo encendió. —Jake me dijo que el radio funcionaba—me dijo tratando de encontrar una emisora que le gustara.


—Quién es ese "Jake"?—le pregunté curioso. —Oh es el hijo del dueño de este auto, fue con quien hice todas las transacciones, su papá está en silla de ruedas, por eso él se encargó de todo. – me dijo y entonces me quede más tranquilo, seguramente este Jake debe tener unos treinta años o más. —Llegamos, estaciónate cerca de la entrada—le dije y ella tomó una amplia respiración para calmarse. —Sí no estás segura, podemos regresar después—le sugerí, pero ella negó con la cabeza. —Tu estás conmigo…—fue lo único que dijo y yo la entendí perfectamente. Bajé del auto con las flores y le abrí la puerta ayudándola a bajar. Ella rápidamente pasó su brazo alrededor de mi cintura y yo la apreté contra mí. Caminamos en silencio entre las tumbas, yo sabía exactamente donde estaban Jenks me había informado de todo lo referente con ellos. Busqué los números para fijarme que estaba en dirección correcta. La apreté más contra mí cuando divisé sus tumbas. Ella se tensó sabiendo que habíamos llegado. Nos detuvimos frente a la blanca lapida, había una pequeña escritura con la foto de ellos tres. — Alégrate de la vida porque ella te da la oportunidad de amar, de trabajar, de jugar y de mirar a las estrellas. Descansen en paz Renee, Isabella y Charles Swan. –leyó acariciando la fotografía que había en la lapida— Henry Van Dyke— dijo suavemente el nombre del autor de la frase. —Pensé que era apropiado…—le dije acariciando sus cabellos entregándole las flores. Las besó y las colocó junto a la foto. Bella se sentó en medio de mis piernas, yo envolví su cintura y deje reposar mis manos en su plano estómago. Mi barbilla reposaba sobre su cabeza. Nos sentamos allí largo tiempo, sin decir una sola palabra, solo mirando las tres tumbas de las cuales una estaba vacía. —Estamos en casa…—me susurró y yo sólo asentí.

* sophomore decimo grado o segundo de secundaria, en mi país seria cuarto año XD


Capítulo 16: Secundaria Forks

Nos quedamos sentados allí por unas horas, luego Bella me dijo que ya se quería ir, pensé que sería un buen momento para mi sorpresa. —Bella, amor. Hay algo que quiero enseñarte, da la vuelta a la derecha cuando llegues a la intersección de la gasolinera—le dije en cuanto llegamos al auto. —¿A dónde vamos?—me preguntó curiosa. —Ya lo veras cuando lleguemos—le respondí, colocando un mechón de sus cabellos detrás de la oreja. —Vaya…este pueblo es muy…animado—me dijo notando las calles vacías ahora que la llovizna había empezado a caer. —Si… es muy animado—le bromeé y ella se rió conmigo. —Ya ves tenemos muchas que hacer antes de empezar clases el próximo lunes, como comprar los víveres…y comprar los víveres… —Tonto, Edward—me empujo juguetonamente. —Nop, nop. Manos en el volante todo el tiempo, en especial si está conduciendo...este auto… —No será un flamante volvo plateado, pero al menos me llevará y me traerá— me dijo sacándome la lengua. —Podrías haber usado el mío cuando no estaba en casa, si tanto quieres huir de la familia cuando no estoy—le dije seriamente preocupado por su seguridad detrás del volante de esta cosa. Bella pisó el freno con fuerza. —Tu nunca dejas que nadie conduzca tu auto, yo solo lo he conducido porque tú estabas conmigo!—me dijo sorprendida. —Nunca me lo has pedido prestado, ¿cómo sabes que te lo hubiera negado?— le toqué la punta de la nariz. Ella se mordió el labio unos segundos antes de volver a ponerse en camino. —Vamos justo allí—le señalé la casa blanca que estaba al final del camino. —¿Conoces a quienes viven aquí?—me preguntó mirando por la ventana apagando el motor.


Me bajé del "auto" y la ayudé a salir. Caminamos en silencio hasta la casa, yo acariciaba su mano sintiendo su incomodidad. A Bella nunca le ha gustado conocer personas nuevas, prefería conocer libros nuevos que personas. Saqué las llaves y abrí la puerta. —Esta es tu casa…—le susurré poniendo mi mano en la parte baja de su espalda y ayudándola a pasar. La casa estaba igual que cuando sus padres la dejaron para ir al médico con ella. Le había pedido a Jenks que la comprara y la pusiera a nombre de una sociedad anónima de la cual Bella es la dueña. Bella se quedo parada junto a mí aun sin soltar mi mano, por mi visión periférica veía que miraba todo con detenimiento. Su corazón latía fuertemente en su pecho. —¿Cómo esta tan limpia?—preguntó después de un rato de largo silencio. —Una mujer viene una vez cada dos semanas desde Port Angeles a sacudir el polvo. Tiene órdenes de no mover nada de su lugar, todo está tal cual lo dejaron tus padres –me haló de la mano para que la acompañara a ver el resto de la casa, entro a la cocina y se quedo mirando una camisa a cuadros que estaba en el respaldar de una silla. Era la misma camisa con la que su padre salía en una de las fotos que teníamos en el foto álbum. Bella alargó su mano libre como para tocarla y luego se detuvo.—Era de Charlie…tu padre…—le dije suavemente. Mi ángel parpadeó para mantener las lágrimas al margen. Acercó la mano decidida y la acarició con suavidad. Sin decir una palabra me guió hacia el piso superior. Entramos en el pequeño baño donde estaban los objetos personales de sus padres. Bella tomó un frasco del perfume de su madre, se lo llevó a la nariz e inhaló profundamente. Salimos del baño y nos dirigimos a la primera habitación que encontramos. Era la de sus padres. Sobre la cama había ropa de mujer, como si hubiera estado decidiendo que ponerse ese día. Bella caminó y abrió el armario tomando una de las camisas de hombre que se encontraban allí y llevándosela a la nariz. Escuché su sollozo y solté su mano para atraerla contra mi cuerpo. Aun se podía sentir el olor de sus padres en sus ropas a pesar de que habían pasado dieciséis años. —Tranquila, amor.—le besé la frente y ella se apretó contra mi frio cuerpo. —No me dejes nunca, por favor…—me suplicó amortiguado por mi camisa. Acaricié sus cabellos.


—Nunca, amor. Nunca te dejaré sola, creo que no podría hacerlo ni aunque tú me lo pidieras—le susurré. —Nunca te pediré semejante cosa…. Edward… yo…—levantó su rostro, aun habían lágrimas, las limpié con mis pulgares. —Tu. ¿Qué?, amor—le pregunté mirando dentro de sus profundos ojos. Su corazón latía como un potro desbocado. —Yo te…—empezó a decir de nuevo, mordiéndose el labio. Dime Bella…tu me ¿qué? Sostuve mi respiración…sería este el momento que tanto he esperado. Un sonido nos hizo saltar a ambos. —¿Qué?—gruñí molesto porque nos rompieron la magia mientras respondía el teléfono. —Solo quería saber si Bella estaba bien y cuando pensaban regresar a casa, no tienes que contestar tan groseramente—me replicó molesta Rosalie. —Volveremos en unos minutos Rose—dije pinchándome el puente de la nariz. Bella había tomado la oportunidad y se había escurrido fuera de la habitación. —Tráela pronto que quiero revisar ese dinosaurio que está conduciendo—me dijo cortando la llamada. Maldición. Ahora nunca sabré que fue lo que Bella, me quería decir. La encontré en la que parecía había sido su alcoba. Tenía sujeto contra su pecho una muñeca de trapo. En momentos como este es cuando más detesto que su mente este cerrada para mí. —Bella…—la llamé con suavidad. —Rose, quiere que regresemos a la casa. ¿Verdad?—me preguntó girándose. Yo asentí y ella devolvió la muñeca a la cuna. Regresamos en silencio hasta el "auto" cuando íbamos a mitad de camino, mi curiosidad pudo más. —Bella, ¿qué me ibas a decir antes que Rose nos interrumpiera?—apretó sus manos entorno al volante con tanta fuerza que los nudillos se le volvieron blancos, su respiración se aceleró, empezó a sudar, su rostro se sonrojó y supe lo que iba hacer sin tener que leerle la mente… me iba a mentir. —Este…te iba a dar las gracias por todo…—dijo y empezó a morderse el labio como si fuera goma de mascar. Después de todos estos años conocía cada una


de las reacciones de su cuerpo en las diferentes situaciones, bueno en casi todas las situaciones. Aun no sabía cómo se comportaría su cuerpo cuando estuviera enamorada y esperaba descubrirlo pronto. Solo faltaban seis meses para su cumpleaños —No tienes nada que agradecer—hice que mi rostro no denotara que la había atrapado mintiendo cuando me miro por el rabillo de su ojo disimuladamente. Su ritmo cardiaco volvió a ser normal pensando que me había engañado. Cuando llegamos a la casa, Rosalie se quedo con el "auto" de Bella para revisarlo. Bella estaba encantada con nuestra habitación, estaba en el tercer piso como todas las otras, solo que esta tenia vista al rio Sol Duc. Me llevo de la mano hasta el ventanal de vidrio que formaba la pared sur. —Hermosa vista—susurró mientras veía por la ventana. —En verdad hermosa…—dije yo, con mi vista fija solo en ella. La noche empezó con tranquilidad, desde hace casi un año esperaba ávidamente las noches, solo para escucharla llamarme en sueños. Pero hoy quería probar algo diferente con ella. —Edward…—susurró dormida. —Sí, amor?—me dije acariciando sus cabellos. —Aquí todo es muy verde…—murmuro acomodándose sobre mi pecho. Yo reí quedamente. —Bella?—le dije al oído. —Hm? —¿Te gusto?—le pregunté y todos es la casa sostuvieron su respiración incluyéndome a mí. —Demasiado, más de lo que yo te gusto a ti, pero no sé cómo evitarlo—se movió de tal manera que su pierna quedó sobre las mías y se acomodó más en mi pecho. No sabía si quería gritar de la alegría o si quería romper algo. Como ella va a pensar que yo le puedo gustar más a ella de lo que ella a mí. Eso es totalmente ridículo, siendo ella la criatura más exquisita que ha recorrido la faz de esta tierra. Eso no se vale, tienes que esperar a que este despierta, Edward. Me estas arruinando toda la diversión! Se quejó Alice.


Bueno para nada, ella es mi bebita y él ahora piensa querérmela robar. Tiene que esperar al menos un año, Bella aun es una niña. Pensó amargamente Rose. Hombre eres un gallina, ni que babitas te fuera a rechazar. Hasta yo veo que te quiere, aun no entiendo porque, pero ella siempre fue rara para ser humana, así que supongo que es normal que le gustes…si tú también eres raro. Emmett siguió con su monologo interno hasta que se dio cuenta que Rose estaba molesta y según él no había nada mejor que el sexo con una Rose de mal humor. Creo que será mejor que pongas tus emociones en orden antes de la mañana, no creo que quieras saltarle a Bella como estas. No hay secretos en esta casa por todos los cielos. Respire tratando de que la cercanía de la pierna de Bella con mi masculinidad no me afectara…mucho. Estoy tan feliz, voy a llamar a Carlisle en este momento para avisarle. Edward espero que pronto se siente a conversar. Esme siempre tan preocupada, no había mejor madre que ella. Ahora solo me quedaba esperar a que Bella, me lo dijera despierta para reclamarla como mía. BPOV Qué vergüenza, casi le digo ayer a Edward que lo amo. Pero como no amarlo cuando lo único que hace son cosas para que yo me sienta a gusto y querida, no tengo una sola necesidad que él no haya previsto de ante mano. Me apoya en todos los momentos que necesito, es dulce y considerado conmigo. Ayer me sentía tan triste por no tener a mis padres verdaderos. Edward siempre he ha hecho darle importancia a mis orígenes. Amo a Carlisle y a Esme con toda mi alma. No puedo lamentar la vida que tengo porque en ella existe Edward. Pero a veces como ayer en la tarde me hubiera gustado saber de quién heredé tal o cual gesto o mis manías. Pero nada de eso importará pronto ya que me uniré a Edward para toda la eternidad. Faltan seis meses para mi cumpleaños número diecisiete y entonces Edward tendrá que hacer una decisión…solo espero que todo salga a mi favor. Edward me había dejado un momento en la cafetería del pueblo para que almorzara mientras ellos recorrían las calles del pueblo buscando algo en que entretenerse y familiarizándose con el ambiente. Él no me quería dejar pero le dije que no valía la pena que se quedara esperando a que terminara de comer, además no quería que se viera forzado a ingerir comida humana.


Había dos chicas sentadas en la mesa que estaba frente a la mía junto a la ventana, una era pelinegra y con lentes, la otra era una rubia que no tenía cara de muchos amigos. La mesera puso una hamburguesa vegetariana frente a mí con un vaso de soda. Estaba jugando con mi Iphone mientras comía distraídamente mis papas fritas y mordía ocasionalmente mi hamburguesa. A los pocos minutos llego una chica de cabellos castaños claros, que parecía muy emocionada. Se sentó con las otras dos, miré distraída por la ventana para ver a los chicos al final de la calle. —¿No saben a quienes acabo de conocer?—dijo la recién llegada. La rubia la miró con cara de no tenía ni idea—A los Cullen! Los hijos adoptivos del doctor Cullen, se mudaron de Alaska hace dos días—dijo señalando por la ventana. La rubia giró la cabeza para verlos y puso cara de desmayo. Bueno eso era normal, ellos afectaban a las personas de esa manera. —¿Qué sabes de ellos?—dijo la rubia emocionada, buscando información. —Son Edward, Emmett y Alice Cullen; los dos rubios son Rosalie y Jasper Hale. Todos viven en las afueras del pueblo con el doctor y su esposa.—los señaló individualmente, vaya que tiene retentiva con los nombres y los rostros. —Son guapísimos!—dijo la pelinegra a la que solo le veía el perfil. —Ya te lo digo, pero están todos juntos. Puedes creerlo, vi a Emmett besar a Rosalie y Jasper a Alice. Y viven juntos, que familia tan rara—dijo con reprobación y horror como si fuera algo malo. Desde este instante sabia que esa chica y yo jamás podríamos ser amigas. —Pero yo fui al hospital ayer y conocí al doctor Cullen, esta de ensueño y no creo que tenga hijos tan grandes, cuantos años tienen?—dijo la rubia acariciando su cabello, parecía una mala imitación de Rose. —Edward y Alice son los más jóvenes con dieciséis, los demás tienen diecisiete.—ya sé que debo mantenerme alejada de la señorita chisme. —Pero según mi mamá son seis los hijos, falta uno entonces…—murmuró la rubia distraídamente mirando nuevamente por la ventana. —Ojala sea tan guapo como Edward. Es el del pelo cobrizo, es guapísimo pero por lo visto no cree que nadie es lo suficientemente bonita para salir con él, me rechazo cuando lo invite a tomarse un café con nosotras. Mi sangre empezó a hervir, sabía que Edward es guapo…bueno guapo es quedarse corto, pero es MI Edward. Lo vi sonriendo mientras caminaba por el


estacionamiento para entrar a la cafetería, seguramente estaba escuchando todo lo que pensaban esas chicas. —Oh dios, viene hacia acá, dime como me veo Lauren. Seguro reconsideró mi invitación.—me mordí el labio para ocultar mi sonrisa, si tan solo ella supiera. Las vi devorárselo con la mirada en cuanto cruzó la puerta. Respiré profundamente cuando la vi levantarse. Eso sí que no… siempre he sido bastante posesiva con él y no iba a cambiarlo ahora, la única humana que le puede llamar la atención a Edward, soy yo. Me levanté, su sonrisa se hizo más amplia mientras me miraba y pasé junto a la castaña apresurada por llegar a su lado. —Edward!—lo llamó la castaña. Él la ignoró. —Terminaste de almorzar?—me preguntó besando mis cabellos cuando lo abracé. Asentí contra su pecho y lo sentí sonreír.—Hola de nuevo Jesenia—le dijo Edward sin romper nuestro abrazo. —Es Jessica—le respondió tajante, yo me mordí el labio para no reírme, lo había hecho a propósito, cuando a Edward no le caía bien alguien, cosa que era muy común. Se limitaba a mostrarle a esa persona que no era bien recibida. —Lo lamento mucho soy fatal con los nombres.—se disculpó—Los demás nos están esperando amor. —Déjame recoger mi bolso—le dije llevándolo de la mano conmigo. Edward saco un billete y lo dejo sobre la mesa, junto a mi casi intacta comida. —Nos vemos el lunes, Edward!—le dijo la chica cuando pasamos a su lado. Edward solo asintió y salimos al estacionamiento donde nos esperaban los demás. Rose me miraba aprobatoriamente, en cuanto llegué a su lado me besó la frente. Yo la quería a ella como a una segunda madre y ella lo sabía. Por eso cada vez que veía esa mirada de orgullo en sus ojos, no podía evitar irradiar felicidad. —¡Que pueblo más aburrido!—se quejó Emmett saltando a su Jeep y yo no pude evitar reírme. La semana pasó relativamente rápido, Edward y yo habíamos salido a recorrer el bosque, adoraba sentir la brisa golpeándome la cara, todo era muy verde,


todo lo que debía ver chocolate estaba cubierto por una sustancia verdosa, las orillas del rio tenían hielo. Emmett y Jasper estaban jugando luchas el domingo, cuando Esme los regaño diciendo que tenía que ir a comprar los víveres, pero no iría porque alguien tenía que vigilarlos ya que Edward, Alice y Rose estaban cazando para estar listos para mañana que iniciaríamos clases. Yo me ofrecí feliz por tener la oportunidad de manejar mi pick up, Rose le había hecho unas modificaciones ya no sonaba tan fuerte como antes y eso era un avance. Esme, me miró preocupada pero yo le insistí diciendo que todo estaba bien y, que solo iría al supermercado y de vuelta a la casa sin desviarme a ningún lugar. Esme me dio una lista de compras como para alimentar un batallón. Así que estaba en Thriftway comprando todo lo necesario. Muchas personas se me quedaban mirando, supongo que los Cullen, éramos la novedad del pacifico pueblo de Forks. Después de haber subido todos los paquetes en la cama del pick up, me decidí por dar un paseo por el poblado y reconocer las rutas con las que no estaba familiarizada. Me encaminé por una carretera que no conocía cuando escuche un ruido raro en el auto. —Solo esto me pasa a mí!—me queje golpeando mi cabeza contra el volante del auto. Me bajé para comprobar que se me había pinchado una llanta. Pateé enojada la llanta solo para recibir un insoportable dolor en el dedo gordo del pie. Miré bajo el asiento buscando a ver si había algún tipo de herramienta con que cambiarla y nada… Suspiré frustrada, tomando mi cartera y sacando mi celular. Después de esto, Edward se encargará personalmente de mandar mi auto al basurero municipal. Sonó solo una vez antes que lo contestara. —Bella! Te encuentras bien?—me preguntó alterado, genial ahora le va a dar un ataqué. —Mmm, sí estoy bien… se me pinchó una llanta y no tengo como cambiarla…—murmuré sabiendo lo que seguía. —Isabella….—no tengo que ser Alice para haber sabido que se pondría así— pudiste haberte matado,¿ por qué saliste de casa sola? —Esme me pidió que comprara los víveres—le respondí empezando a molestarme.


—¿Y por qué Jasper no te acompañó?—lo escuche murmurar algo bajo su aliento, me ponía de mal humor cada vez que lo hacía. —¿Me vas a venir a buscar o llamo a Jasper y a Emmett?—me lo podía imaginar pinchándose el puente de la nariz. —Voy para el supermercado a recogerte… —No estoy en el supermercado…—murmuré bajito y cerrando los ojos. —¿Dónde estás, Isabella?—me gruñó y escuche a Rose decirle algo que no llegué a captar bien. —No lo sé…—susurré—pensé en dar un corto paseo y tomé una de las calles pero no tengo idea donde estoy—mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas, a mi sola me ocurrían este tipo de cosas, quedarme varada en el medio de la nada. —Alice?—dijo tratando de calmarse. Supuse que Alice estaba viendo en mi futuro para darle el lugar donde estaba.—Llegó en quince minutos no te muevas de allí.—cortó la llamada supongo que para correr. Me dejé caer en el asiento y enterré mi cara en mis manos, adiós auto y hola castigo… pensé amargamente. De esta no me salvará ni siquiera Carlisle cuando Esme le cuente que le dije que no me desviaría para que me dejara traer mi auto. Estaba tan perdida en mis pensamientos que me asusté cuando golpearon la ventanilla de mi auto. Parado afuera había un chico alto y algo escuálido como si se hubiera dado un estirón de la noche a la mañana, su color de piel y su cabello largo me dejaban claro que era un nativo americano. Me sonreía cálidamente. —Hola Bella! Soy Jake—me dijo en cuanto abrí la puerta. —Wao, que coincidencia…¿cómo sabias que era yo?—le pregunté un poco cautelosa. —El auto—dijo dándole una palmada al capo. Le sonreí.—Veo que tienes problemas, déjame conseguir mis herramientas, debes cargar unas para este tipo de cosas—me dijo antes de correr a un auto rojo y regresar con lo necesario. —Pensé que no tenias licencia de conducir—le dije viéndolo poner el gato hidráulico y empezar a levantar el auto.


—No tengo, por eso solo conduzco cerca de la reserva, yo vivo a unos diez kilómetros bajando por la carretera—señaló con su dedo.—¿Cuándo llegaste? —Hace una semana—le dije mirando la carretera esperando que apareciera el volvo plateado de un momento a otro. —Pensé que me ibas a llamar para ayudarte a adaptar al pueblo, ¿cómo te ha tratado Forks, hasta ahora?—que lo iba a llamar? Para qué? Tener la habilidad de Edward me serviría mucho en este momento. No quería ser descortés con él. —Oh, mi familia se maneja bien en lugares extraños, nos hemos mudado varias veces—le dije rápidamente. —Es bueno saberlo, oye si quieres un día puedes venir a la playa. En la reservación tenemos lugares muy hermosos—me dijo poniendo la llanta de repuesto y colocando los tornillos. —¿La playa? ¿Con este clima?—le dije antes de reír, él se rió conmigo. —No tienes que bañarte. Esto está listo!—me dijo subiendo la llanta pinchada en la cama del pick up, justo cuando el reluciente volvo de Edward asomó en la curva, su mirada era seria, mierda estaba en un lio peor del que me imaginaba, la cara de Jax no era tampoco nada amistosa. EPOV Cuando Alice me dijo que Bella estaba a pocos kilómetros de la línea divisoria, quise poner a esa pequeña necia sobre mis piernas, bajar sus pantalones y darle las nalgadas que no le di cuando era niña. Llegué a la casa en menos de cinco minutos para encontrarme a Jasper y Emmett luchando en la rivera del rio. En cuanto Jasper sintió mi humor dejo de luchar. —El auto de Bella la dejo varada a dos kilómetros de la línea divisora del tratado—le respondí a su pregunta mental sobre mi estado de ánimo. —¿Cuándo salió de la casa?—me preguntó subiéndose conmigo al auto. —Cuando estabas jugando…—le gruñí, sabía que no era culpa de Jasper pero aun así estaba molesto, él supuestamente la quiere… entonces debe estar más al pendiente de ese pequeño magneto de problemas.


Pisé el acelerador todo lo que pude. Cuando faltaban unas dos curvas para llegar al lugar que Alice me señaló, me llegó un pensamiento que se sobreponía a los de Jasper que estaba a mi lado. Era un Quileute y podía ver que ya estaba fascinado con MI Bella. —Problemas?—preguntó Jasper poniéndose tenso al notar que mi humor empeoraba. —Un Quileute está con ella…—le dije y lo escuche gruñir. A él tampoco le gustaba eso. Si ellos aun mantenían sus supersticiones sobre nosotros podrían ser capaces de lastimarla pensando que es un vampiro que los quería atacar. Él chico se veía feliz. Bella por otra parte cuando vio nuestras caras sabía que estaba en problemas. —Me tengo que ir, gracias por la ayuda Jake—le dijo apresurada. ¿Qué? ¿Por qué? Aun no ha aceptado venir a La Push conmigo. —¿Quiénes son esos?—le preguntó frunciendo el ceño en el momento en que me bajé. Jasper también lo hizo. —Sube al auto Isabella—le gruñí. ¿Por qué le habla así? ¿Tiene novio? Tengo que reconocer que es muy atractivo… maldición! Ni siquiera conseguí su número de teléfono. —Fue un placer—le dijo apresurada y se encaminó hacia mí sin mirarme. Jasper ya se había subido al auto de Bella y lo había puesto a andar —Nos vemos Bella—le gritó el chiquillo sobre el ruido del auto y Bella se despidió con la mano. Me subí al auto y aceleré para salir de este lugar lo más pronto posible. —Ya sé lo que me vas a decir—me dijo sonando triste. Suspiré. —Isabella, no puedes estarte exponiendo aun no conoces los alrededores. Espera a hacerlo antes de aventurarte de nuevo.—le pedí tratando de sonar más tranquilo ahora que la tenía a mi lado nuevamente. —Lo prometo.—sonó esperanzada. —Aunque tendrás que esperar. Estas castigada—le dije y la escuche rechinar sus dientes.


—No soy una niña!—se quejó. —No, lo eres. Pero de todos modos estas castigada—le dije y no pude evitar sonreír al verla sacarme la lengua.

—Despierta dormilona tienes que levantarte para que te pueda arreglar para el colegio—le dijo Alice. Bella se estrechó más contra mí aun dormida. —Vete, no puedo ir a la escuela, estoy castigada y no puedo salir de casa—le dijo antes de ponerse las cobijas sobre la cabeza. Mi pecho se sacudió con una risa silenciosa, esta jovencita era un pequeño diablillo cuando se trataba de dormir. —No acepto excusas, vamos. ¡Arriba!—le quitó las sábanas. —Alice, son las seis y media de la mañana el colegio no empieza hasta las ocho. Con la forma en que Edward maneja estaremos allá en cinco minutos. Edward…dile que se vaya—metió su cabeza bajo mi camiseta y mi respiración se quedo atorada. La tibieza de su piel era algo de lo que nunca me cansaría. Alice me levantó una ceja. Después de diez minutos de discusión, una muy irritada Bella se levantó de la cama. Me arreglé rápidamente y bajé a prepararle el desayuno. Podía escucharla quejándose de Alice. Casi una hora después Bella bajo las escaleras dejándome mudo. Miré reprobatoriamente a Alice. Bella vestía un sweater cuello de tortuga color azul bastante justo mostrando las delicadas formas de su pecho, unos jeans que se ajustaban a cada curva de su cuerpo y unas botas negras. Su cabello caía en suaves ondas libre por su espalda. Era la misma imagen que me mostró cuando Bella era apenas una bebe. —Um…¿me veo mal?—me preguntó sacándome de mis pensamientos. —N—no…al contrario, te vez muy hermosa—le tomé la mano y se la besé para luego ayudarla a sentarse a desayunar. ¿Ves algo que te gusta? Preguntó presumidamente Alice. Le lancé una mirada de advertencia. Una vez Bella se cepilló los dientes nos dirigimos a la escuela, Jasper y Alice viajaban con nosotros, mientras Rose y Emmett iban en el convertible de ella.


—Como odio el primer día de clases en las nuevas escuelas—se quejó Bella en cuanto me estacioné en el colegio. Muchas miradas curiosas se fijaron en los autos. Rose se estacionó a mi lado disfrutando de toda la atención que estábamos recibiendo. Ayude a mi amor a bajarse del auto y acaricié su mano tratando de relajarla. —Erg… ¿por qué todos nos miran?—dijo lo mismo que me preguntaba en cada primer día de clases en una escuela nueva. Muchos pensamientos me llegaban todos hablando de nuestra belleza y otros fijándose en los posibles blancos de sus fantasías, demasiados pensamientos masculinos se centraban en Bella para mi gusto. La abracé por los hombros. Jasper, me miró sintiendo mi incomodidad. Alice me sonrió. —Bienvenido a la secundaria Forks, querido hermano—me dijo saltando a mí alrededor.

Capítulo 17: Denali

—Alice, contrólate—le siseé. —Repíteme de nuevo, porque tengo que dar educación física por obligación y porque sólo tenemos biología juntos—murmuró mi ángel. —No queríamos levantar sospechas, la secretaria le hizo muchas preguntas a Carlisle, así que no podíamos darnos el lujo de entrar a sus registros y alterar toda la data que ella ya había captado. Y educación física es obligatoria aquí, así que lo siento—le besé los cabellos. —¡Pero no quiero estar sola!—se quejó, apretando mi mano. —Gracias por lo que me toca—le reclamó Jasper y yo sonreí. Bella se puso totalmente roja al recordar que la primera hora le tocaba junto a Jasper. —No me refería a eso Jax—me soltó y lo abrazó. Él inclinó su cabeza. —Sé a lo que te refieres pequeña, no te preocupes—le murmuró bajito, si hubiera sido humano no lo habría escuchado. Busqué en sus pensamientos para saber a lo que se refería y lo único que pude sacar fue que estaba


pensando en el general Lee. Me miró presumido cuando adivinó lo que estaba haciendo por mi repentino cambio de humor. Estos Cullen sí que son raros, hasta intercambian sus parejas. Este Edward querrá cambiarme a Isabella por Lauren. Un gruñido se empezó a formar en mi pecho, Alice me pellizcó el brazo. No le gruñas a los chicos Edward, acabamos de llegar aun no hemos dado siquiera la primera hora de clases. Suspiré frustrado y Bella sintiendo mi desagrado regresó a mis brazos que es donde pertenece. —Todo estará bien, Edward. ¿Tan malos son los pensamientos?—me preguntó besando mi pecho. —Si son algo malos—le respondí quitándole importancia al asunto. La llevé hasta su clase de español y me aseguré que estuviera tranquila. —¿Quieres que te venga a buscar en el cambio de hora? O prefieres que Jasper te llevé a la otra clase—le pregunté sabiendo que iba a necesitar más a Jasper que a mí para entrar a clase de francés. —No quiero dar clases con Em…—me abrazó haciendo que varios alumnos se nos quedaran mirando. Enterré mi rostro en sus cabellos inhalando el aroma que extrañaría por la siguiente hora. Oh dios es Edward Freaking Cullen! Ojala este en mi clase de español. Mike es guapo pero es Edward es… wao…Edward. Me encogí cuando la mente de Jessica empezó a mostrarse bastante explicita en sus fantasías hacia mí. Fantasías que yo solo quería protagonizar con el ángel que tenía en mis brazos. —¡Hola Edward!—sentí tensarse a Bella en mis brazos y no pude evitar sonreír al pensar que estaba celosa. Eso sería algo muy bueno para mí, aunque me parecía tonto que ella pudiera llegar a pensar que cualquier fémina tendría sobre mí una centésima del control o la atracción que ella ejercía sobre mi mente y cuerpo. —Érica—le dije a manera de saludo, volviendo a besar el cabello de mi ángel, bella rió tan suave que solo pudo ser escuchado por mí. —Es Jessica—se quejó con una voz chillona y sus pensamientos se volvieron odiosos. Este hombre tiene que ser gay o al menos tener muy mal gusto. Como


la puede besar si es una simplona, sus ropas son caras pero eso no le da la belleza que yo tengo. —Disculpa, soy malo con los nombres—le dije sin mirarla irritado por sus pensamientos—Nos vemos en un rato amor—mi ángel asintió y entró a su clase. La seguí en los pensamientos de la molestosa niña. Cuando Jasper entró, contempló la posibilidad de acercarse a él pero cuando lo miró bien hubo algo que la asustó, no quería pensar que ya no asustaba tanto a los humanos como antes, esto provocaría la burla eterna de Emmett si se enterara. La profesora de español hizo pararse a Jasper y a Bella al frente para hacer las presentaciones. Mi pequeña se notaba bastante incómoda y Jasper trato de relajarla, puso su mano en el hombro de ella y los apretó suavemente dejándole saber que no estaba sola, Bella miró hacia arriba y le regalo una sonrisa deslumbrante. —Hola soy Jessica Stanley, ¿eres hija adoptiva del doctor Cullen?—le dijo en cuanto Bella regresó a su asiento, fingiendo amistad cuando sus pensamientos decían otra cosa. Por lo poco que había podido leer en sus pensamientos, esta chica tenía el arte de fingir amistad y sentimientos que no eran los que sentía. —Sí—le respondió tajante, volviendo su atención a la profesora. —¿Por qué no eres Cullen entonces? –Acabas de conocer a tu futura mejor amiga. Dicen que a los amigos hay que mantenerlos cerca, pero que a los enemigos más. Cuando termine contigo, no vas a saber cómo perdiste a Edward. Eso es todo, no dejaría que esa niña se le acercara a mi Bella. Seguir escuchando los pensamientos de Jessica no era nada buenos para la lastimosa niña. —Jasper y Rose tampoco lo son— Por los pensamientos de Jasper podía ver que Bella se sentía poco a gusto con que la interrogaran. —Pero ellos son los hijos de la difunta hermana de la Sra. Cullen, ¿cómo llegaste a los Cullen?—Jasper la miró por el rabillo del ojo sintiéndose tan protector como yo en este momento. —Mi padre es un hombre de negocios muy ocupado casi nunca está en el país, mi madre murió al darme a luz, así que era quedarme con su primo o estar en un internado, por lo que Carlisle es mi guardián legal. Ahora si me disculpas necesito prestar atención a la clase.—la corto haciendo que Jessica se molestara. Jasper miró a la chiquilla con intensidad haciendo que se alejara de ellos dos por lo que restaba de la clase.


Jasper se empezó a sentir incomodo con la cantidad de emociones hormonales que estaban flotando en su salón de clases para el final de la hora. Muchos humanos se estaban enfocando en la belleza de nuestra familia, pero también muchos pensamientos se enfocaban en la sencilla hermosura de mi ángel. Suspire frustrado, ya debía estar acostumbrado a esos pensamientos sobre ella, pero en esta ocasión o los pensamientos sobre ella eran peores o yo estaba siendo más sobre protector que de costumbre. En cuanto mi clase terminó caminé lo más rápido humanamente posible hasta su salón, podía ver en la mente de Jasper que cuando se Bella se inclinó para tomar su mochila del piso muchos ojos masculinos se fijaron en su trasero incluyendo los míos. Jasper, les lanzó una ola de temor haciendo que todos se recostaran más en sus asientos mirando a cualquier lugar que no fuera MI Bella. Este iba a ser un día demasiado de largo. Suspiré mientras los esperaba, muchas miradas estaban fijas en mí. En cuanto mi ángel salió el ceño desapareció de su rostro y una sonrisa iluminó su cara. La acompañé hasta su siguiente clase y me incliné a susurrarle al oído. —No dejes que preocupes por Emmett, yo sé que tú puedes con él. Tienes años de práctica—le susurré y le dio un beso en la mejilla. —Ya deja a mi hermanita, vamos a tener una muy divertida clase de francés.— dijo Emmett riéndose. —Em… creo que Rose me dijo que posiblemente te cambie el ring tone de tu celular por una canción de 1990.—le dijo sonriéndole "tiernamente" ¿Qué ringtone le vas a poner, Voulez—vous coucher avec moi ce soir? Me sonrió abiertamente sabiendo muy bien el significado de esa canción. Bella dándose cuenta del intercambio silencioso lo miró, enseñando su Iphone que empezó a sonar. Can't touch this Can't touch this Can't touch this Can't touch this —Creo que ese fue la canción que Rose me dijo que te recordara, si te metías conmigo en el colegio.—lo amenazó tecleando en su teléfono.


—Entra a la clase babitas, voy a ser un santo—le dijo empujándola juguetonamente. Hasta luego Emoward, yo la cuidaré. Yo solo me reí y me dirigí a mi siguiente clase. El resto de la mañana fue igual de frustrante, pude analizar el rostro de Bella desde todos los ángulos gracias a la población masculina de la secundaria Forks. Por fin había llegado la hora del almuerzo. Bella estaba con Alice en la fila para la comida. —Mike deja de mirarla como un pervertido. Sé que Isabella esta buena, pero no te dio ni la hora en la clase de historia.—Tiene a casi todas las chicas detrás de él y también quiere a Bella…Bella…así me dijo que la llamara cuando me presente física. Pensó un chico que responde al nombre de Eric, que ya se imaginaba dando paseos a la luz de la luna con mi ángel. Mira esas curvas, lo primero que haría es quitarle ese sweater y jugar con sus pechos, apuesto que tiene unos pezones rosados y firmes. Ese Cullen es un suertudo, solo imaginar esos labios alrededor de— —Edward, que sucede. Cálmate—me dijo Jasper sacándome del trance de los pensamientos de esa vil sabandija de Newton.—Haz doblado todo los cubiertos. —Lo voy a matar—gruñí viéndolo todo rojo. —¿A quién? ¿Por qué?—preguntó tratando de calmarme, incluso puso su mano sobre mi hombro y nada lo consiguió. Tranquilo chico, terminaras haciendo un espectáculo. Emmett me mantuvo en mi silla poniéndome un brazo sobre el hombro. Si hubiera hecho un poco más de presión la silla se hubiera roto. —Newton, está pensando en tener sexo con Bella—Jasper a pesar que trataba de mantener la calma estaba haciendo un pobre trabajo ya que él mismo estaba a punto de lanzarse sobre Newton. Emmett hizo que sus nudillos crujieran y se giró para mirar fijamente al gusano que en seguida se encogió atemorizado. Rose colocó una mano sobre su hombro recordándole no hacer nada impulsivo. —Es mi hermanita, Rose—se quejó cuando Rose le enterró las uñas en el hombro, cuando se movió.


—También es la mía y no por eso voy a saltarle al cuello a cada humano que piense de manera poco caballerosa de ella, tendría una lista enorme de muertes en mi conciencia si lo hiciera—le respondió. —Pero tú no oyes los pensamientos, ni vez las fantasías tan graficas en las que la involucran—le respondí enojado. Como si tú no pensaras en tener sexo con Bella. Canturreó Rose en su mente mientras miraba su reflejo en una cuchara. Son más que raros esos Cullen, me miran como si me quisieran matar y ni siquiera me conocen. Aunque yo quisiera conocer muy bien a Bella, debo reconocer que ese pantalón se ajusta a su cuerpo como una segunda piel, que no diera por descubrir lo que hay debajo y –Eso es todo lo que voy a aguantar. Newton no verá otro amanecer. —¿Por qué estas tan molesto, Edward? ¿Qué ha sucedido con ustedes tres?— preguntó mi ángel sentándose en mis piernas, como siempre que me notaba disgustado. Tomó mi rostro entre sus manos y me miró a los ojos. —Nada por lo que debas preocuparte amor—le dije acariciando su mejilla con mis nudillos. —Nada, le llamas a que tú has roto tus cubiertos, Emmett hizo puré su manzana y la lata de soda de Jax está toda aplastada mojando toda la mesa.— besó mi mejilla—no quiero que estén molestos, sea cual sea la razón no vale la pena.—nos miró a cada uno y nosotros asentimos. Rodeé su cintura con mis brazos y no la deje moverse de mis piernas en todo el almuerzo, ocasionalmente me inclinaba, besaba sus cabellos y olía su delicado aroma; haciendo que me ganara miradas envenenadas de muchos de los miembros masculinos del alumnado y de Rose. Nos dirigimos a la clase de Biología en cuanto el almuerzo terminó. El profesor Baner parecía ser un hombre amable, Bella y yo compartimos la mesa de laboratorio. Estaba complacido aunque el martilleo incesante de los pensamientos de Mike Newton pronto sacaría lo mejor de mí. Cuando la hora de biología terminó Newton prácticamente bailaba de la emoción al saber que Bella compartía Deportes con él. La llevé hasta el gimnasio y después de prometerle que tendría un ojo puesto en ella y que si algo sucedía buscaría la excusa para sacarla de la clase, aceptó entrar. Me dirigí a clase de español, teniendo que conformarme con verla a través de los pensamientos de Mike Newton.


—Eres Isabella, ¿verdad? Tuvimos juntos clase de historia—le dijo en cuanto mi ángel salió de los vestidores. —Solo "Bella" y tuve esa clase al tercer periodo, soy mala con los rostros y los nombres—le dio una sonrisa de disculpa, haciendo que el mozalbete quedara prácticamente deslumbrado. —Soy Mike Newton, mi padre es el dueño de la tienda de deportes.—Seguro con eso caerá rendida a mis pies, todas lo hacen. —Me alegro por ti—le respondió y yo me solté a reír interrumpiendo la clase. La profesora Goff me miró desaprobatoriamente pero yo estaba demasiado entretenido viendo el ego herido de Newton para que me importara mirar en los pensamientos que se ocultaban tras esa mirada. ¿Qué es tan gracioso? Me preguntó Emmett. —Te cuento después—le susurré. —¿Tu y Cullen son novios?—por favor di que no, ese tipo con su cara perfecta, su cabello "salvaje" tiene a todas las chicas de la secundaria babeando tras él. Al menos de ese modo me quedaría con el trofeo de ser el novio de Isabella Masen. Mi ángel se sonrojó y mordió su labio. Ella sabía que seguramente yo la estaba escuchando. Yo estaba al borde de mi asiento. —Sí…—le susurró y prácticamente salió corriendo dejando a un muy pasmado Newton. ¿Por qué sonríes como idiota? Chico cierra la boca, que estas babeando el escritorio. —Cállate, Em—le respondí sin borrar la sonrisa de mi cara. La profesora Goff, nos dejo salir temprano por lo que corrí por los corredores desiertos para llegar al gimnasio. —Hola…—suspiró cuando me vio reclinado sobre la pared afuera de los vestidores. Acaricié su perfecto rostro con suavidad y me incliné sobre ella. Sus labios estaban separados y me llamaban a juntarlos con los míos. Tres vampiros vienen corriendo entre el bosque y yo me encuentro con Bella saliendo de la escuela. Ellos notan que somos varios en el clan, pero la marcan como su presa.


—¡No!—gruñí y la atraje contra mi pecho. Mi teléfono sonó. —¿Cuándo Alice?—le pregunté desesperado mientras me dirigía hacia Jasper que venía corriendo lo más rápido posible sin atraer la atención. —Este fin de semana o los primeros días de la otra. Tenemos que sacarla del pueblo.—me respondió. Bella estaba aferrada a mí, podía sentir su corazón latiendo rápidamente, estaba asustada. —Nos vamos hoy mismo—le respondí, no tomaría riesgos con mi ángel. Jasper se posicionó a la izquierda de Bella, formando un flanco unido. Emmett no tardo mucho tiempo en unirse a nosotros junto con Rose. Emmett adoptó una posición defensiva, parecía un guardaespaldas o al menos eso fue lo que percibí en los pensamientos de nuestros compañeros. —Carlisle, dice que Eleazar lo llamó para invitarnos a pasar unos días en Denali. Edward es la mejor opción seriamos más.—Me dijo Alice en cuanto se reunió con nosotros en el estacionamiento. Salí del estacionamiento a toda velocidad ganándome miradas curiosas, Rose iba justo en la cola de mi auto. —¿Son los Vulturi?—preguntó mi ángel asustada cuando estuvimos cerca de la casa, aunque Jasper trataba de calmarla, ella aún estaba angustiada. Ella había captado que se trataba de otros vampiros, no podía ocultarle nada a ella aunque lo tratara. —No, son nómadas.—le respondí , sacándola rápidamente del auto y cargándola para entrar lo más rápido posible a la casa, sin importarme que estuviéramos dentro del garaje y este estuviera cerrado. —Cariño—la tomó Esme en brazos en cuanto la deje sobre el sofá. —Alice, ¿estás segura que ir a Denali es buena idea?—le pregunté pasándome la mano por los cabellos, no estaba muy seguro de que eso fuera la mejor. —Tanya se comportara si quiere seguir teniendo todos sus miembros completos. Aún no le perdono lo de Asheville—siseó Rose molesta por el recuerdo. —Todos estaremos allí para protegerla de Tanya—me dijo Jasper. —A Eddie lo que le preocupa en verdad es que es él quien necesita la protección—soltó Emmett riendo. Yo solo rodé mis ojos.— A demás, no veo porque debamos huir, nosotros somos siete y Alice dice que son solo tres. Sería una buena oportunidad para una pelea de verdad.—dijo entusiasmado.


—No pretendo poner a Bella en ningún tipo de peligro—le siseé, tratando de que Bella no se diera cuenta de lo que hablábamos. Carlisle llamó diciendo que ya lo tenía todo listo para que partiéramos en cuanto el llegara del hospital. Había conseguido que nos disculparan en la escuela argumentando que el padre biológico de Bella estaba enfermo y necesitaba verla, por lo que toda la familia iba para darle apoyo. —Edward, a Bella le preocupa ir a Denali, tiene miedo de Tanya—me susurró Alice cuando regrese a casa. Había salido un momento a llenar el auto de gasolina, no quería detenerme en ningún lugar cerca de aquí con Bella. Miré la pequeña forma de mi ángel, dormida en posición fetal en uno de los sillones de la sala con su cabeza en las piernas de Rose. —¿Jasper?—le pregunté sabiendo que Bella muy raras veces dormía de día. —Estaba preocupada por ti, tenía miedo que algo te pasara. Cuando se dio cuenta que habías salido solo casi entro en una crisis de histeria. Jasper la durmió cuando todo lo demás no funcionó.—me dijo Alice asintiendo—Todas las maletas están listas, las preparé para las dos semanas que tienes planeado que estemos allá—se adelantó a lo que le iba a preguntar. En cuanto Carlisle llegó cargamos los autos con las maletas, Bella aun seguía dormida por lo que la subí en el auto y la aseguré. Cuando estábamos por llegar a la frontera con Canadá, Bella se despertó desorientada. En cuanto pasamos la frontera le dije que se recostara yo la despertaría cuando llegáramos a un hotel para pasar la noche, pero ella me pidió que siguiera conduciendo, ella no quería demorar más el viaje. Me detuve en Vancouver para que cenara, ella me pidió que solo fuéramos por el auto rápido de McDonald's. Estaba muy silenciosa, ahora me arrepentía de que Jasper se hubiera ido en el auto con Carlisle, de esa manera al menos podría saber lo que ella estaba sintiendo en estos momentos. Almorzó cuando tocamos el territorio del Yukón y no soporte más el silencio. —Bella, amor. Dime que te sucede—le supliqué mientras ella jugaba distraídamente con un emparedado que había pedido. —¿Qué tal si no les gusto?—murmuró y yo sonreí.


—¿Entonces tú no estás asustada porque vas a una casa llena de vampiros sino porque temes que no te aprueben?—le respondí tratando de no reírme. Ella asintió tímidamente debajo de sus largas pestañas. —No tienes nada que temer, ellos te van a adorar—le aseguré. Ella mordió su labio inferior. Sabía que había algo más pero no la iba a presionar. Nos pusimos de nuevo en marcha conversando de cosas sin importancia estaba un poco más tranquila pero no del todo. Pasamos casi doce horas para atravesar el Territorio del Yukón y tocar suelo de Alaska. Eran las dos de la mañana cuando mi teléfono sonó, lo tomé rápidamente no queriendo perturbar a Bella que se había dormido como a eso de las diez de la noche. —Tienes que estar preparado para el recibimiento que te tendrá Tanya—me murmuró Alice. —¿Qué tan mal serán las cosas?—le pregunté mirando a mi ángel durmiente. Lo que menos quería era que ella se viera perturbada por las idea de Tanya. —Bastante malas. Pero al final todo saldrá bien. Y como me vas a preguntar una vez más porque aceptaste ir, te recuerdo que son cinco vampiros más de nuestra parte—suspiré pesadamente. Cuando llegamos a Tok eran las ocho de la mañana. Había disminuido la velocidad para hacer a Bella desayunar antes de llegar a Denali. —Edward…¿tú vas a estar todo el tiempo conmigo?—me preguntó insegura. —Todo el tiempo amor. Le pedí incluso a Carlisle que le dijera a Eleazar que necesitábamos nuestra propia habitación—acaricie sus cabellos cuando Denali nos daba la bienvenida. —¿No me vas a dejar nunca?—dijo en un susurro. —Nunca. No tienes que estar nerviosa, toda la familia estará allí. Yo te protegeré—tomé su mano y la puse sobre mi rodilla mientras la acariciaba en círculos. A los pocos minutos llegamos a la casa de Tanya, toda nuestra familia nos esperaba afuera, ellos habían llegado hace unas horas. Bella tomó un respiro profundo en cuanto la ayudé a bajar del auto. Tomé su mano y la acomodé de manera que Bella quedara detrás de mí, para protegerla. Podía ver en la mente de todos que estaban igual de nerviosos y ansiosos que yo.


En cuanto puse un pie dentro de la casa, me sentí envuelto en unos brazos. —Edward, volviste no sabes cuánto te he extrañado. Sabía que algún día volverías a mí, para ser mi pareja… OH! y trajiste a tu mascota—me dijo Tanya. Escuche dos jadeos y después dolor… al ver los pensamientos de Jasper. Maniobré para soltarme de las garras de Tanya que aun me tenían abrazado y me gire solo a tiempo para ver a mi ángel desapareciendo por entre la línea de arboles, Rose la llamo, pero Alice le dijo que era mejor dejarla sola. Pero eso era algo que yo no iba a cumplir. Me moví para salir corriendo cuando sentí de nuevo unos brazos a mi alrededor, gruñí y me quite la molestosa carga de encima, agazapándome para el combate. —No me toques Tanya. Si estoy aquí es por una invitación de tu familia si te he evadido todos estos años es por algo, no tengo intensiones de ser tu pareja y Bella no es mi mascota ella es mucho más de lo que tu alguna vez podrás llegar a ser para mí, créeme que si te vuelves a referir a ella de esa manera o la ofendes aunque sea con el pensamiento no dudaré un segundo en arrancarte la cabeza.—le dije sin piedad, molesto por el dolor de mi ángel que sentí a través de Jasper. Un dolor que nunca debió haber estado en un principio, ni siquiera me di cuenta cuando soltó mi mano para salir corriendo… porque siempre tenía que huir cuando se molesta. Eleazar estaba apenado al igual que Irina, Kate y Carmen. Esme estaba molesta pero Carlisle le dijo silenciosamente que se calmara. —Pero Eddie—empezó a decir pero Rose la corto cuando yo ya corría por el nevado prado. No era seguro para ella adentrarse en un bosque que no conocía, aquí habían lobos y osos. Cerré los ojos y deje que mis instintos me guiaran, ella en este momento era la presa que yo necesitaba encontrar. Su rastro era imperdible, sus huellas estaban marcadas en la nieve, se había caído un par de veces. Su olor, la sal de su llanto y sus pisadas me llevaron hasta la base de un tronco hueco, se había metido en medio de una cueva que hacían las raíces. Maldición por todo lo que parecía, esa podía ser la madriguera de algún animal y ella se mete allí para esconderse. Quise gruñir… ella no solo atraía los problemas… los buscaba.


—Sal de allí, Bella. Porque saliste corriendo de esa manera, es muy peligroso. Pudiste lastimarte o ser atacada por un animal.—le regañe —Ya no soy una niña, no puedes decirme que hacer, así que deja de tratarme como si lo fuera—me respondió con voz rota. —Te dejare de tratar como una niña el día que dejes de comportarte como tal. Ahora sal del maldito tronco antes que lo arranque y te haga salir—le gruñí molesto, podía sentir el olor de un oso en donde ella estaba escondida y no quería ponerme a pelear con él mientras ella pudiera presenciarlo. —Pues tendrás que sacarme porque no pretendo salir. Déjame en paz y lárgate con tu Tanya, por eso fue que aceptaste a venir, para ser su pareja.— me gritó entre llantos. —Ella no es mía y no tengo intención de tomarla como pareja. Bella, ¿de dónde sacas esas estúpidas ideas? Ahora tapate la cabeza porque voy a arrancar este maldito árbol—le dije cansado de todo este lio, era hora que ambos habláramos con la verdad. —No son ideas estúpidas, por años lo supe, por eso es que no me quieres convertir en vampiro, siempre que te hablé de eso cuando era menor cambiabas el tema, no quieres que me convierta en una molestia por toda la eternidad. Yo para ti siempre seré la pobre y frágil bebe humana que te viste en la obligación de recoger y proteger porque no tenía a nadie más en el mundo…siempre he sido una carga para ti…—dijo y yo sentí como si mi muerto corazón se quebrara. Nunca había podido soportar sus lágrimas, pero hoy me destrozaban. Tome el árbol en mis manos y lo levante lo suficiente para poder sacarla. Esto lo íbamos a arreglar enseguida. La agarre del brazo y la saque de su escondite. Mi corazón se volvió a quebrar al ver su imagen frente a mí, sus ojos estaban rojos e hinchados, las lágrimas rodaban por sus mejillas, su cabello sucio con pequeñas ramas rotas, hojas y nieve al igual que su ropa. —¿De dónde sacas esas ideas? Lo único bueno que he hecho en mi maldita existencia fue tomarte esa noche en el bosque de manos de tu madre. ¿Cómo puedes pensar que eres una molestia? Sabes bien que eres todo para mi, te lo he demostrado de mil formas y por lo visto no te has dado cuenta.—le espete enojado, soltando de golpe el árbol que hizo un ruido seco al caer. Tenía ganas de romper algo, no podía creer que ella pensara eso de mí. —Mientes… tú solo me vez como una niña…. Tú nunca me veras como….—me miro enojada, sus mejillas se encendieron y mordió su labio con fuerza mientras por sus mejillas seguían cayendo gruesas lágrimas.—Mejor


olvídalo…—susurro muy bajo, su corazón latía desbocadamente, trató de alejarse pero yo la tome por el brazo y la coloqué frente a mí. —No Bella, no lo puedo olvidar, dime ¿cómo nunca te veré?—le dije atrapándola contra el árbol, mis brazos formaban una jaula de acero a ambos lados de ella, su aroma era intoxicante, mi pequeña se había convertido en una hermosa señorita de 16 años y yo cada día sentía una atracción hacia ella demasiado poderosa para ser buena. Su rostro quedó en blanco y dejo de respirar.—Respira…—le dije suavemente.—Dime como nunca te veré….dilo…en voz alta…—me desesperaba no poder escuchar sus pensamientos, acaricié su mejilla y deje descansar mi frente en la suya. Ella estaba tan cerca…—dilo…—le ordené. —Como tu mujer…—dijo antes de estrellar sus labios en los míos.

Capítulo 18: Confesiones

El contacto de sus labios sonrojados me sorprendió por uno segundos, este momento lo esperé durante largo tiempo. Cuando sentí que sus labios se estaban deteniendo, reaccioné y los míos empezaron a moverse tan torpemente como los de ella, éramos dos inexpertos en nuestro primer beso. Su corazón empezó a latir con fuerza y si cálida lengua contorneó mis labios. Quería estrecharla contra mí pero tenía miedo, mis manos seguían apoyadas en el tronco del árbol, sus manos se aferraron a mi cuello y luego a mi cabello, sabía que estaba manteniendo todo su peso con sus manos porque sus pies habían dejado de tocar el suelo. Nuestra diferencia de tamaño era bastante así que deslicé una de mis manos de la seguridad del tronco a su espalda, Bella tomó la iniciativa de envolver torpemente sus piernas en mi cintura y cuando en su camino hacia allí tocó mi problemático miembro solté su espalda y aferré el árbol. La intensidad de la sensación fue tanta que sentí como la madera se convertía en astilla y aserrín bajo la punta de mis dedos. —¡Ups!—musitó. —Eso es quedarse corto.—apreté mi mandíbula y traté de controlar los músculos de mis brazos. El árbol protestó cuando lo solté. —Quisiera creer que esto que paso fue real, que no fue otro de mis muchos sueños—susurró recostando su cabeza en mi hombro.—tengo miedo—me confesó como si fuera el mayor de los crímenes.


—No quiero que me tengas miedo—mi voz sonaba a lamento. Ella me temía, ¿se había dado cuenta al fin de la egoísta y deplorable criatura que soy? —No te temo a ti—acarició mi rostro, levantando su cabeza para mirarme a los ojos. —Entonces, ¿a qué le tienes miedo?—la miré fijamente. —A no ser correspondida.—bajó su mirada y solté una de sus piernas para llevar mi dedo a su mentón y subirlo. Era el momento de confesarle la verdad. —Isabella…—tomé un mechón de su cabello y lo puse detrás de su oído—te he amado desde el primer momento en que tus ojos se encontraron con los míos hace dieciséis años.—la miré fijamente. Ella suspiró. —Como tu hermana supongo…no digas que como tu hija porque eso sería…— solo sacudió su cabeza y la escondió en mi cuello. No podía creerlo, ella aun no entendía que la amo. —Hace casi un año que me di cuenta que lo que sentía por ti estaba muy lejos de ser el amor que se siente por una hermana, amor. Créeme que no te veo como a Rose o Alice—le susurré y su cabeza dejo mi cuello como si fuera un resorte, puso sus manos a ambos lados de mi rostro y miró en mis ojos buscando la verdad.—Tú no sabes cuánto tiempo he esperado por ti.—incliné mi rostro y rocé sus labios con los míos por unos breves segundos. —Siempre quise que fueras mi primer beso—me confesó sonrojada—Espero no haberlo hecho muy mal—murmuró. —Nunca pensé dar mi primer beso y te digo que no pudo haber sido más especial—sus ojos se abrieron mucho. Yo reí con suavidad, el día que le iba a explicar ella no me dejo.—Al menos tengo eso en común contigo, amor. Puede que no tenga alma, pero tengo mi castidad —¿Es por eso que Em, siempre ha dicho que eres un santurrón?—si hubiera sido humano, la incredibilidad que teñía su voz me hubiera hecho sonrojar. —Ya sabes cómo es Emmett—murmuré avergonzado, mis ojos se fijaron en sus labios y los rocé con mi pulgar; estaban un poco hinchados.—Ya quiero ver su cara cuando le digas que soy tu novio— Mi ángel mordió su labio y en sus ojos había duda.—Dime que estas pensando—le rogué. —¿Eso es lo que eres?—en sus ojos brillaba la emoción.


—Se podría decir… estoy algo viejo para ser el novio de alguien, pero por ti lo que sea—la bromeé. Ella rodó sus ojos. —Solo eres un año mayor que yo—quitó el cabello de mis ojos. —Físicamente tal vez. Pero tengo edad suficiente para ser t—me corto bufando. —Para ser mi abuelo sino mi bisabuelo, ya eso me lo has dicho muchas veces.—yo me reí de la buena memoria que ella tenía. —Bésame, viejito—dijo contra mis labios. Habíamos conversado todo este tiempo con sus piernas alrededor de mi cintura, se sentía tan bien tener su cuerpo tan cerca del mío, parecía como si fuera mi corazón el que latía desbocado y no el de ella. Enfoqué toda mi atención en cumplir lo que había deseado desde hace un año cuando la vi salir del baño envuelta en esa pequeña toalla, mi lengua se abrió paso entre sus labios y pude sentir el dulce néctar de su boca. Tragué el veneno que se había llenado mi boca, la recosté con suavidad sobre el tronco del árbol para poder mantener la poca cordura que me quedaba. Bella, tiraba de mis cabellos con fuerza, yo lo sentía prácticamente como una caricia, seguramente si hubiera sido humano me hubiera dolido. —Bella…—susurré dejando el cielo de sus labios para besar su cuello. La escuché jadear y apretarse contra mí haciendo que mis manos se enterraran más en el árbol. Su pulso estaba disparado, leves jadeos dejaban sus labios en los que decía mi nombre mientras yo me encargaba de besar su cuello, sus hombros, su clavícula, el hueco de su garganta, la curva de sus senos… me detuve en seco. —Oh, Dios. Bella discúlpame que no sé que me sucedió. No quise faltarte el respeto, tienes que creer que no me di cuenta cuando lo hice—murmuré apenado a ver que le había roto el impermeable, el abrigo y la camiseta en la parte de enfrente. —¿No te gustó el beso?—preguntó con voz quebrada, mis ojos se encontraron con los suyos viendo como se llenaban de lágrimas. Presioné mis labios contra los suyos, dulcemente a manera de respuesta, el sonrojo volvió a cubrir sus labios. —No estoy acostumbrado a tener apetitos humanos—murmuré contra sus labios—todo esto es tan nuevo para mí como lo es para ti. Por suerte tuve la suficiente fuerza para detenerme—la miré a los ojos, un rubor coloreo su rostro.


—Desearía poder decir lo mismo—me dijo apenada. —Después de todo eres solo humana—empecé a reír hasta que me encontré con su "mirada del mal" —Muchas gracias—en su tono de voz se dejaba ver que la había ofendido. Me incliné y le di otro pequeño beso haciendo que una sonrisa se expandiera por su rostro. La puse en el suelo y luego de asegurarme que estuviera estable me quité el sweater de lana, haciendo que quedara con el torso desnudo, Bella nunca me había mirado como ahora, su labio estaba fuertemente mordido por sus dientes, sus ojos vagaban por mi cara, cuello, pecho y estómago. Sus ojos se notaban más oscuros y tenía una expresión que no sabía cómo definir. Me acerqué a ella y le puse la prenda para que no le diera frio. Alice, me va a matar cuando vea lo que le hice sus ropas. —Regresemos—le dije suavemente y pude ver que por sus ojos cruzó una expresión de miedo. —Hm… ¿tu y Tanya?—se corto mirando al suelo. —Te dije que tú has sido mi primer beso, nunca antes ninguna mujer capturo mi atención y nunca lo podrá hacer, porque te tengo a ti en mi vida. Tu eres mi único amor—acuné su rostro y volví a besarla. Cuando trató de profundizar el beso, me desasí de ella jadeando. —Será mejor que salgamos de aquí rápido antes de que cometa alguna estupidez de verdad—le gruñí asustado, lanzándola sobre mi espalda y poniéndome a correr en dirección de la casa. Bella se aferró a mi cuello y escondió su rostro entre mis hombros. Podía decir que me sentía contento, bueno eso era una subestimación, en realidad me sentía eufórico, nunca en mis ciento seis años me había sentido así. Todos nos sintieron llegar, pero nadie salió de la casa. Por suerte Tanya no se encontraba cerca. —Ya puedes bajar amor—le dije dulcemente. En cuanto se bajó, la tomé de la mano y nos encaminamos a la casa. Sentí su incomodidad y le acaricié el dorso de la mano—Estoy a tu lado, nada pasará. Tanya no está en casa.—la atraje contra mi pecho y la hice caminar hacia la casa. —Bella, ¿qué te pasó?—dijeron al unisonó Rose y Esme llegando a su lado y examinándola.


Alice, daba de brinquitos y Jasper me miraba especulativo tanteando el ambiente. Bella estaba roja. Carlisle solo me miró levantando una ceja mirando mi semi desnudez. —Creo que Bella debe darse un baño caliente, ha estado al aire libre mucho tiempo—murmuré. —Bella, es un placer para nosotros conocerte—le dijo Eleazar con sinceridad. Lamento lo sucedido con Tanya. Me miró a los ojos y yo asentí. —Te damos la bienvenida a nuestro hogar—le dijo Carmen, sonriéndole cálidamente. —Gracias señor y señora—le dijo apenada—Tienen una casa muy bonita—yo la envolví en mis brazos y la sentí relajarse. —Llámame Carmen y él es Eleazar—le dijo y Bella asintió dándoles una tímida sonrisa. —Nosotras somos Irina y Kate—le dijeron las hermanas de Tanya mirándola apreciativamente. —Un gusto conocerlos a todos—les dijo un poco más relajada. —Los acompaño a su habitación, sus maletas ya están allá.—nos dijo Carmen. Tú y yo tenemos que hablar Edward Cullen. Quiero saber que se traen Bella y tú entre manos. Rose me miro con los ojos entrecerrados. Suspiré esa iba a ser una larga conversación. En cuanto llegamos a la habitación Carmen se despidió dejándonos solos. Bella me dio una sonrisa tímida mientras buscaba ropa para cambiarse. Entró al baño y yo me puse un sweater nuevo. Me recosté en la cama tratando de no pensar que tras esa puerta Bella estaba desnuda y las gotas de agua caían sobre su cuerpo trazando senderos sobre su piel de seda que yo ansiaba descubrir para poder recorrer. Mis labios en su piel habían sido la mejor sensación del mundo, la última vez que nos besamos en el bosque, tuve que poner todo de mí para no terminar de deshacerme de su ropa y calentarla de una manera poco convencional. Me estaba volviendo tan humano. No podía creer todas las imágenes que estaban pasando por mi mente en estos momentos, recordando con exactitud su cuerpo desnudo, pensando como seria acariciarlo. Tenía que sacudir esas ideas de mi mente, yo soy un caballero. Mis padres biológicos me criaron para que lo fuera.


Edward. Estoy a punto de tener que llevarme a Alice al bosque, ¿podrías controlarte un poco? Me estas matando. Esto era demasiado vergonzoso, sin contar con que Jasper percibiera mi estado de "animo". Bella salió del baño enfundada en unos jeans y una camiseta de Paramore. La verdad se veía adorable. Esme me advirtió que la cena de Bella estaba lista. Conversamos un poco mientras ella comía. Eleazar la miraba con cierta fascinación pero no me mostraba sus pensamientos, no me preocupé por eso ya que sabía que Eleazar era un buen hombre. Mi ángel se sentía más a gusto y conversaba más fluidamente aunque con cierto grado de timidez aun presente. Cerca de las diez de la noche mi ángel empezó a bostezar y dimos por terminada la noche. En cuanto la recosté sobre mi pecho, los ojos de Bella me miraron con picardía. Se levantó un poco para unir sus labios con los míos, traté de que los besos fueran suaves, dulces y lo más castos posible. —Edward—susurró mi ángel respirando con dificultad, no pude contenerme y deje que mi fría lengua recorriera el contorno de su cuello. Mis manos acariciaban su espalda y las planté en su final cintura. —Bella…—murmuré cuando sus manos acariciaron mi pecho. —¿Qué le estás haciendo?—siseó Rose desde la planta baja. —Vamos al bosque Alice—murmuró Jasper con prisa. Alice soltó risitas tontas. Gracias hermanito. Canturreó en su mente cuando Jasper la tomó en brazos para ponerse a correr. —Rose, cálmate cariño. Edward, es un puritano él no le hará nada a babitas.— dijo Emmett tratando de calmar a Rose. Porque si le haces algo que no sean besos, te voy a moler los huesos. ¿Me escuchaste chico? —Creo que debes dormir amor—le susurré dándole un piquito en los labios y haciendo que se recostara contra mí pecho. Acaricié sus cabellos y su espalda mientras le tarareaba su nana. Poco tiempo después su respiración me indicó que se había dormido. Eran casi la una de la madrugada cuando la sentí llegar. Suspiré preparándome para lo que sea que quisiera. —¿Puedo hablar contigo un momento?—me preguntó Tanya desde el umbral de la puerta.—Vengo a disculparme. Lamento haber lastimado a la chica humana—su voz me dejaba ver que estaba apenada.


—Esta es tu casa Tanya—le dije señalándole la silla junto a la ventana. —No sabía que la chica significaba algo para ti. Pensé que era algún tipo de capricho tuyo en el que estabas jugando a ser padre. No sabía la profundidad del lazo que los une.—dijo de manera de no despertar a Bella. No lo puedo creer. Es solo una niña, ¿le llevas cuantos? ¿Cien años? —Son menos de los novecientos que tú me sacas a mí. –respondí a su pensamiento. —Lo siento, se me escapó el pensamiento—una sonrisa se formó en sus labios.—Aun no puedo creer que hayas encontrado una pareja. —Para serte sincero yo tampoco lo puedo creer, nunca pensé que me correspondería.—dije aun incrédulo y ella hizo un puchero. —Debe ser una niña muy especial, tiene unos defensores muy fieros.—rió un poco.—Carlisle tuvo que intervenir para que no hicieran una pila con mis miembros y le prendieran fuego. Incluso Irina y Kate les dieron la razón. Pero en mi defensa debo decir que en verdad pensé que venias a mí y hablé sin medir mis palabras—se disculpó. —Lamento haber venido a perturbar tu tranquilidad Tanya. –le dije con sinceridad aunque si pudiera cambiar las cosas, no lo haría ya que como resultado de eso Bella y yo estamos juntos. —La vas a convertir?—me preguntó de pronto. Su pregunta me dejo desconcertado, nunca lo había considerado…no quería considerarlo en este momento. —No lo sé…—le dije sinceramente. —Bueno ya lo llegaras a saber cuando llegue el momento.—sus ojos estaba fijos en los míos, desvió su mirada para posarse en el rostro de Bella. No puedo decir que es fea. Tiene una belleza…interesante por decirlo de alguna manera. —Edward…—murmuró mi ángel en sueños apretando su agarre en mi pecho. Acaricié sus cabellos como siempre que hablaba dormida. —Se ve que eres su vida… cuídala…—murmuró Tanya antes de salir de la habitación.


La mañana llegó y mientras Bella desayunaba tenía su vista fija en su plato de cereal mientras Rosalie la mira con reprobación. Emmett y ella habían regresado al amanecer junto con Alice y Jasper quien traía una enorme sonrisa en el rostro. Tanya había preferido retirarse antes que Bella despertara alegando que tenía que hacer unas compras. —Eres muy joven—dijo Rose de pronto. Bella levantó la vista y me miró mordiéndose el labio. —Rose, no te metas—le dije caminando hacia Bella y rodeándola con mis brazos. —Como quieres que no me meta. Edward, ¡ella es una niña!—gritó molesta —Rose, cálmate por favor. Bella tiene dieciséis años y Edward es solo un año mayor que ella—le dijo Esme tratando de hacerla entrar en razón. —Él no es un año mayor, Esme. Edward tiene más de un siglo. –respondió. Jasper, entró a la cocina para tratar de calmar el ambiente. —Rose, te quiero como una segunda madre, pero esto es mi decisión. Yo amo a Edward y nada hará que eso cambie.—le respondió molesta. —Bells, solo tienes dieciséis años. No has vivido nada, puede llegar algún chico humano con el que puedas hacer tu vida—le dijo y yo gruñí. —Preferiría morir antes de estar con alguien que no sea Edward. No entiendes que lo he amado desde que tengo recuerdos y no me digas que es porque he vivido con él siempre. No veo a Emmett o a Jasper con los mismos ojos que a Edward. Por favor Rose. No te opongas, déjame vivir esta experiencia de la mano de la persona que es mi vida…—dijo casi al borde de las lágrimas. Te despedazaré con mis propias manos, si le haces daño. Me amenazó mirándome a los ojos. —Está bien bebita… no me opondré—le susurró acariciando sus cabellos de manera maternal. Rose nunca había podido soportar las lágrimas de Bella, para ella tenían casi el mismo efecto que para mí. A ambos nos rompía el corazón. —Así que babitas, estas saliendo con un hombre mayor… ¡Ouch! ¿Por qué me pateas santurrón? –yo rodé los ojos y Bella empezó a reír alegremente. Recuerda lo que te dije anoche. Nada de hacerle cosas a babitas o al menos espera a que yo no esté cerca y luego háganme creer que no hicieron nada.


Emmett, tembló solo de pensarlo y yo sonreí al dejar que mi imaginación de adolescente volara. Edward…. Contrólate. —Lo siento Jasper—murmuré bajito. Los siguientes días pasaron con tranquilidad, Tanya le había pedido disculpas a Bella y todo parecía estar bien. Ya ninguna de las dos tenia la necesidad de salir corriendo del lugar donde estaban si la otra llegaba. Carlisle y yo veiamos las noticias esperando información de desapariciones o algo así en Forks, por parte de los nómadas, pero no hubo nada que nos preocupara. Bella y yo parecíamos una pareja de adolescentes, cada vez que nos quedábamos solos no podíamos quitar las manos del otro. Aunque Carlisle me dijo que no parecíamos, sino que éramos una pareja de adolescentes ya que mi cuerpo se mantenía en ese estado aunque mi mente hubiera avanzado. Eleazar estaba muy intrigado con Bella, le gustaba mucho sentarse a conversar con ella, admirando su madurez mental. Además estaba intrigado por saber si la extraordinaria privacidad de la mente de Bella, aumentaría si llegara a ser convertida. En el momento en que Carlisle y él entraron en un debate sobre eso me levante y salí de la casa. No quería ponerme a darle vueltas a esa idea. Tener a Bella por toda la eternidad seria un sueño hecho realidad para mí, pero no me atrevería nunca a robarle el alma… Bella había ido al pueblo con las chicas a comprar ciertas cosas y Carlisle aprovechó para tener la charla de padre hijo, que según él correspondía. —Edward, se que nunca has intimado con nadie...—murmuró mi padrey de pronto llegaron Emmett y Jasper a la habitacion. Me removí incomodo en mi silla, al ver hacia donde iban sus pensamientos.—El sexo para los vampiros, es una sensacion tan poderosa que nos altera.—gruñí avergonzado. —Si vas a intimar con Bella—dijo Jasper haciendo una mueca—debes comprender que es un extasis que solo puede ser comparado con probar la sangre humana—tragó en seco recordando el sabor. —Chicos, yo creo que debemos explicarle mejor como hacer el acto en sí y dejar satisfecha a su pareja—dijo Emmett moviendo las cejas sugestivamente. —¿Recuerdas que estamos hablando de Bella?—le dijo Jasper con la mandibula apretada.


—Ew, no me acordaba. Demonios, tu no puedes hacerle nada. Chico has sido virgen durante mucho tiempo, nada te cuesta permanecer de esa manera y asegurarte que babitas tambien lo sea—dijo sanjando el asunto. Me pinché le puente de la nariz. —No tengo planes de tener relaciones con Bella, ella aun es demasiado joven. Más adelante tal vez...—Jasper y Emmett me miraron con el ceño fruncido— en un futuro lejano, aun no lo he decidido. Dios ya sé como se sintió Bella cuando nosotros le dimos la charla—murmuré pateticamente. Sí...mantente puritano, de todos modos no creo que puedas...tu sabes... desempeñarte bien...eso es algo que se aprende con la práctica. Sí quieres podemos rentar unas peliculas "didacticas"—pensó Emmett, moviendo sus cejas—quien sabe de pronto y anotas un gol... Fue mucho más vergonzoso que cuando la mantuvimos con Bella, pero creo que tuvo mucho que ver con los pensamientos y comentarios de Emmett, quien se burlaba de mí a diestra y siniestra. Esme se podía decir que caminaba por las nubes desde que Bella y yo anunciamos nuestra relación. Alice, estaba tan emocionada que tenía que recordarle que mirara en el futuro para ver a los nómadas. Las dos semanas que había planeado quedarnos en Denali transcurrieron con rapidez. Alice nos confirmó que no había peligro en regresar a casa. Empacamos nuestras cosas y Bella se despidió alegremente de todos en el clan Denali, incluyendo a Tanya. Eleazar quedó en irnos a visitar con Carmen quien le había tomado gran cariño a Bella al igual que él. —Me alegro de regresar a casa, ya había empezado a extrañarla—murmuró mi ángel cuando íbamos en el auto saliendo de Denali. —Pronto llegaremos amor—besé sus nudillos—duerme un poco que Carlisle nos dijo que tenemos que ir al colegio al día siguiente que lleguemos. —Supongo entonces que iremos a la excursión de que hablaron los chicos del colegio antes de que tuviéramos que venir acá. Dijeron algo acerca de La Push. ¿No?—susurró y yo apreté el volante.

Capítulo 19: La Push


—Edward, ¿estás bien?—me dijo mi ángel poniendo su mano sobre la mía que estaba en el volante.— ¿dije algo que te molesto? —No amor… es solo que hace muchos años vivimos cerca de Forks—le dije con sinceridad. —¿Hace cuantos años?—me preguntó ansiosa de conocer más información. —Fue antes que Alice y Jasper se nos unieran. El asunto es que nos encontramos con unos nativos que eran hombres lobos—le dije y la miré por el rabillo del ojo. —¿Existen los hombres lobos? ¿Por qué nunca me dijiste?—pude notar un leve tono de enojo en su voz. —Nunca lo preguntaste amor y antes no había necesidad de decírtelo.—le dije suavemente no queriendo despertar su temperamento de gatito enojado. Sus labios se fruncieron y luego suspiró. —Cuéntame toda la historia.—me pidió y así lo hice. Le expliqué de nuestro tratado y de cómo ambas partes habíamos llegado al acuerdo. Bella se mantuvo silenciosa durante todo ese tiempo.—Eso significa que yo tampoco puedo ir a la reservación—dijo con convicción. —Tú si puedes ir, amor. Eres humana y la estirpe de Efraín Black murió con él; ya no hay hombres lobos en La Push; puedes pasar el día en la playa con nuestros compañeros, solo ten el celular siempre contigo y trata de no hablar con los nativos si te encuentras uno—le dije pensando en un nativo en particular. —Pero… ¿tu que harás?—me preguntó mordiéndose el labio. —Bella…tienes dieciséis años, ve a divertirte con amigos de tu edad. Yo iré a cazar en los alrededores con Em y Jasper. Solo prométeme que serás muy cuidadosa—le supliqué. —Pensé que me prohibirías acercarme a la reservación…esto es raro—dijo riendo. —Bella, ahora soy tu novio. Creo que tendré que cederle parte de la autoridad a Carlisle. Se vería muy raro que te dijera que hacer o no, incluso se vería mucho más raro si te tuviera que castigar.¿ No lo crees?—le dije acariciando sus nudillos con mi pulgar. Me encantaba ver la sonrisa que se expandía sobre su rostro cada vez que decía que era su novio.


Bella se durmió a los pocos minutos, manejé de regreso mucho más tranquilo, todas las fichas estaban encajando en su lugar, solo quedaba una al azar y no quería pensar en ella hasta que fuera el momento. Llegamos a Forks a la noche siguiente de haber salido de Denali, saqué a Bella con cautela e inhalé el aroma que los nómadas dejaron cuando caminaron por el jardín. Alice había tenido la visión de ellos captando nuestro aroma y lo habían seguido hasta la casa por curiosidad. Cuando notaron que la casa estaba vacía se alejaron. Subí las escaleras con ella en brazos, Rose me lanzó una mirada fría y yo la ignoré, a pesar que frente a Bella no decía nada de nuestra relación, cada vez que tenia oportunidad me amenazaba mentalmente. La recosté en la cama con cuidado y le saqué los zapatos antes de subir a la cama con ella. La rodeé con mis brazos y en cuanto su cabeza descansó sobre mi pecho ambos suspiramos contentos. No tardó mucho en empezar a hablar en sueños, adoraba escuchar lo que tenía por decir y sobre todo como suspiraba mi nombre. La mañana siguiente llegó y no pude evitar despertarla con un beso en sus dulces labios. Bella se giró y metió la mano bajo su almohada para comerse la menta que guardaba allí todas las noches, yo solo rodé mis ojos y esperé a que ella volviera a posar sus cálidos y tersos labios sobre los míos. —Edward….—Bella gimió mi nombre cuando soplé mi aliento entre sus labios, mi lengua tocó la suya con cuidado de no dejarla venir cerca de mis filosos dientes. Una de sus manos fue a mi cabello y la otra bajo mi camiseta. Siseé ante la exquisita sensación. —Dejen de comerse sus rostros que vamos a llegar tarde al colegio—dijo Alice parándose junto a nuestra cama. Suspiré frustrado. —Lo haces a propósito, no tengo manera de probarlo pero sé que lo haces—la acusó Bella y Alice se rió. —El desayuno está listo los espero abajo en diez minutos, sino llegan subiré a buscarlos con Rose.—nos amenazó antes de salir. Bella me dio un último beso antes de dirigirse al baño, salió a los cinco minutos luciendo hermosa en sus jeans como siempre. Aun no podía creer que esa hermosa criatura se hubiera enamorado de un ser tan monstruoso como yo. La puse sobre mi espalda y bajé las escaleras corriendo. La senté en mis piernas para que desayunara, ganándome una de las famosas miradas de


Rose. La ignoré lo mejor posible y en cuanto mi novia terminó de comer la volví a cargar para llevarla a mi auto. —¿Por qué no me dejas caminar?—me preguntó riéndose cuando tomé el camino que salía de la casa. —Porque eres un ángel, así que no deberías tocar el suelo.—le dije inclinándome a darle un beso en una de sus sonrojadas mejillas. —Te amo…—me murmuró bajito. —Como yo a ti.—en cuanto llegamos al estacionamiento muchas miradas se dirigieron a mi auto y muchos pensamientos entorno a nosotros. En cuanto los pensamientos de Newton me llegaron quise gruñir. La ayudé a bajar del auto y coloqué mis manos sobre el techo del auto encerrándola y atrapando sus labios en los míos, la tomé por sorpresa pero enseguida respondió moviendo sus labios de forma apasionada. Me separé de ella y dejé descansar mi frente en la suya. Maldito suertudo. Pensó Newton con amargura. No pude evitar sonreír presumido. La llevé de la mano hasta su salón de clase y le di un corto beso antes de dirigirme a mi clase. BPOV Aun no puedo creer lo que ha pasado durante estas dos semanas, Edward y yo somos novios. Mi vida no puede ser mejor, ahora que se cuáles son sus sentimientos por mi creo que me será más fácil hacer que me convierta. El beso que me dio en el estacionamiento aun me tiene en las alturas, no tenía idea de cómo iba la clase, solo podía recordar el dulce sabor a miel y especias de sus labios, su frio aliento, sus fuertes y poderosas manos que eran capaces de convertir cualquier cosa en polvo pero eran tan delicadas conmigo, la manera en la que esas manos se movían sobre el contorno de mi cuerpo sin llegar a faltarme el respeto o tocarme donde mi cuerpo más lo ansiaba. Jasper me sacó de mis cavilaciones cuando me pateó la silla. —¿Qué Jax?—le siseé molesta porque me sacó de mi mundo de fantasías. —Ponle atención a la clase, me estas poniendo nervioso.—me dijo volviendo a golpear mi silla y yo fruncí mi ceño. —Señor Hale le importaría repetir lo que acabo de decir sobre el ejercito confederado.—le dijo el profesor.


Jax y el profesor se enfrascaron en una acalorada discusión sobre la guerra civil. Jax se frustró tanto que miró al profesor de tal manera que nos dejo salir temprano de clase. —Jax, tienes que calmarte…tenias una cara que parecía que le arrancarías la cabeza al profesor—lo reprendí cuando estuvimos solos. Inclusive nuestros compañeros se encogieron en sus puestos. —Pero yo estaba allí, él no tiene idea de lo que pasó y me va a decir esa sarta de tonterías—me murmuró aun enojado.—yo no sabía si reírme o no de la situación. Así que hice lo único que siempre he hecho desde que tengo memoria y lo veía estresado. Acaricié la cicatriz que estaba cerca de su ojo, aunque en esta luz no se veía, yo sabía exactamente donde estaba. Tracé suavemente el casi indetectable relieve.—Eres mejor que yo ayudando a calmar a las personas—murmuró tomando mi mano y dándole un beso como todo buen caballero. —Bella…¿puedo hablar contigo?—la voz de Mike me llamó a mi espalda. Miré a Jax y rodé los ojos, Jax y yo habíamos desarrollado una especie de código desde hace unos años, cada vez que alguien del sexo masculino se sentía atraído hacia mí, el solo movía sus ojos como si mirara al cielo. —Claro Mike—le dije tratando de ser lo más amable posible. Mike miró nerviosamente a Jax. —Te espero fuera del salón Bella, no demores. Estaré cerca, solo llámame si necesitas algo—me dijo mirando fijamente a Mike, quien tragó en seco. —¿Vas a ir a La Push este fin de sábado?—me preguntó esperanzado. —Sip… voy a ir—le respondí la verdad. Carlisle me había dicho que él fue una vez a esa playa hace muchos años y que era muy hermosa, también me había dicho que no había problema en que fuera, así que les tomé la palabra a Edward y a él en cuanto Alice me dijo que podíamos ir a Seattle de compras sino quería ir. —¿Vas con Cullen?—murmuró. —Edward, tiene algo que hacer ese día con Emmett. Así que iré sola.—le dije y él sonrió abiertamente. —Te puedo pasar a buscar si quieres, seguro Cullen se llevará su auto—nop eso no va a pasar.


—Gracias Mike, pero dime donde nos encontraremos y nos vemos allá.—le dije. Hablamos unos cuentos minutos y salimos del salón. Jax nos esperaba junto con Edward, quien me tomó en sus brazos y luego me mostró su sonrisa patentada haciéndome suspirar. —¿Lista amor?—me dijo dándome un beso demasiado corto, haciéndome hacer un puchero. Los días pasaron con calma, me encantaba pasar todo mi tiempo disponible con Edward y él se sentía igual. Nuestro noviazgo era todo lo que podía haber soñado y mucho más. Edward siempre se comportaba cerca de mí como un completo caballero, muchas veces quisiera que perdiera la noción de las cosas como el día de nuestro primer beso, donde pude sentir sus gélidos labios sobre mi piel, pero cada vez que trataba de profundizar las cosas él se detenía diciendo que teníamos que tomar las cosas con calma, que yo aun no tenia edad suficiente. A veces pienso que nunca tendré la edad suficiente para él. Era al fin viernes en la noche y estábamos sentados en nuestra habitación. Mientras yo tocaba el piano, Edward estaba sentado en el suelo con su espalda contra la pared y su perfil dando al ventanal. Sus perfectos ojos cerrados, una pequeña sonrisa en sus labios, se veía tan sereno y tranquilo mientras escuchaba como tocaba Claro de Luna. Si lo supiera podría haber jurado que estaba dormido. —Bella, mañana no iré al hospital puedes llevarte mi auto, si quieres—dijo Carlisle prácticamente apareciendo tras de mí. Ya estaba acostumbrada a que ellos salieran de la nada. —Gracias—le dije mientras seguía tocando. Carlisle puso sus manos en mis hombros y los tres nos quedamos juntos hasta que terminé la secuencia de melodías que Edward me había dado para practicar. Cuando llegó la mañana me sentía un tanto intranquila, era la primera vez que estaría completamente sola sin nadie de la familia desde el incidente de la pijamada en Asheville. —Amor, prometes no hacer ninguna tontería como meterte a la playa con el frio que está haciendo, puede que te resfríes.—yo sonreí y me incliné a besarlo con ganas. Rodó de manera que yo me encontraba bajo él sobre la cama y aproveché para envolver mis piernas en sus caderas.—Bella…—gimió cuando moví mis caderas, yo sonreí en nuestro beso y como siempre Edward se levantó en sus brazos poniendo un poco de distancia entre nosotros aunque mis piernas seguían aferradas a sus caderas—eres una criatura


peligrosa, no me cansaré nunca de decirlo. Viene Alice…—murmuró logrando salirse de mi agarre. —Deja de hacer pucheros, que ya te tienes que ir, sino te dejaran, tu maleta esta en el auto—dijo pasando frente a nuestra puerta. Edward me levanto y me llevó en brazos hasta la el garaje donde me esperaba Carlisle. —Se prudente al manejarlo—me dijo sosteniendo la llave entre sus dedos, cuando la iba a tomar había desaparecido Carlisle soltó una pequeña risa, entrecerré mis ojos y miré a Edward quien las sostenía. —Recuerda tener tu celular todo el tiempo y—lo corté. —Y no hablar con los nativos, sí ya lo sé.—le dije extendiendo la mano impaciente por conducir otra vez. Edward suspiró y abrió la puerta del auto ayudándome a subir para luego entregarme las llaves. —Por favor cuídate—murmuró inclinándose a darme un beso, yo tomé su rostro entre mis manos. —Te prometo que seré cuidadosa. Tú también cuídate por favor—dije contra sus labios. —Vete ya, sino no te dejaré partir—se retiró y cerró la puerta con cuidado. Lo miré en el espejo retrovisor hasta que la casa se perdió de vista. Manejar el auto de Carlisle era fácil, siempre me había gustado, pero extrañaba mi auto, es una lástima que aun estuviera "castigada" sin poderlo usar. Meme había sido tajante en su castigo, no podría usar mi auto hasta que cumpliera los diecisiete años. Dios todo por desviarme, no quiero tener idea de lo que mi dulce madre me haría si cometería una falta mayor, seguramente me encerraría de por vida. Llegue en un abrir y cerrar de ojos al local del papá de Mike, allí estaban varios de mis compañeros sentados sobre sus autos, en cuanto vieron llegar el auto la mayoría se quedó boquiabiertos, supongo que no sabían que era yo quien estaba tras el volante ya que las ventanas eran bastante oscuras. —Hola—les dije bajándome del auto. —Wao, Bella. Que carro tan genial—me dijo un chico al que conocía por Tyler o algo así.


—Gracias, es de mi tío—murmuré avergonzada por la atención que estaba recibiendo. Mike se comporto como un perrito faldero, había ocasiones en las que quería tomar el auto y regresar a casa. Cuando por fin llegaron Jessica y Lauren, nos pusimos en marcha. Ángela y Ben iban en el auto conmigo. Mike había insistido en que dejara el auto de Carlisle en el estacionamiento del local de su padre, pero yo me negué. De esa manera no dependía de nadie y podría irme a la hora que quisiera. Conversé con Ángela y Ben que parecían ser unos chicos de lo más gentiles, podía ver claramente que se gustaban pero que ninguno de los dos estaba dispuesto a dar el primer paso. Después de unos quince minutos de seguir a la camioneta de Tyler llegamos a un aparcamiento, una hermosa playa se extendía. Salimos del auto y tomé la pequeña mochila de diseñador que Alice había puesto en el auto, toqué inconscientemente el bolsillo donde cargaba mi Iphone mientras me dirigía a un círculo de troncos que habían hecho en la playa. Pasamos unos buenos momentos conversando, bueno yo conversaba con Eric, Mike, Tyler, Ángela y Ben. Jessica y Lauren me lanzaban miraditas antes de juntar sus cabezas y cuchichear entre ellas. Mike sugirió que fuéramos a ver las posas y yo accedí al ver un grupo de chicos que parecían nativos acercarse, ahora estaba empezando a pensar que había sido una pésima idea haber venido a este lugar. Caminé con torpeza entre los árboles, haciendo que los jeans de no sé qué diseñador en los que Alice me embutió esta mañana se ensuciaran de musgo. Me levanté con rapidez no queriendo causar que se rieran de mí. Las posas estaban muy bonitas, era una pena que ese estúpido tratado evitara que Edward pudiera contemplar esta belleza. Luego de treinta minutos y dos caídas más regresamos a la playa. Me había hecho rasguños en las palmas de las manos y era más que seguro que Edward fuera hacer un enorme drama por ellos. Me puse rígida al ver que los nativos aun estaban sentados con mi grupo. Tragué en seco y traté de eliminar mi nerviosismo. Me senté cerca a Ángela y deje que mi espesa cortina de cabello cayera ocultando mi rostro. Mike hizo las presentaciones, por suerte nadie relacionó el apellido Masen con el de los Cullen o al menos eso pareció. Sentí una mirada fija en mí pero no me atreví a levantar mi mirada.


—Es una pena que tus ropas se hayan arruinado, Bella—dijo Lauren con desdén. —No hay problema, mi hermana Alice piensa que las ropas son prácticamente desechables—murmuré tratando que cortara el tema. —Si supongo que cuando se tiene tanto dinero como ustedes, esas cosas carecen de sentido—dijo Jessica y yo me removí incomoda. —¿Bella, eres tú?—escuche una familiar voz y levanté mi rostro para encontrarme con la cara amable de Jacob Black… Black… Efraín Black… ¿podría ser un descendiente? Mi corazón empezó a palpitar con fuerza. Sip definitivamente fue mala idea haber venido. —Hola Jake—traté de sonar despreocupada—¿Qué te trae por aquí?—él me sonrió cálidamente mostrándome su hilera de perfectos dientes blancos, me sentí un poco más relajada al ver que su rostro era amable. —Estas en mi reservación—me dijo y se soltó a reír, haciendo de manera extraña que mis preocupaciones se disiparan. —Si lo olvidaba—dije sin saber que más decir. —¿De dónde conoces a Bella, Jacob?—preguntó Lauren con su voz nasal dulcemente falsa. —Ella compró el viejo auto de mi padre—les respondió, todas las miradas se centraron en mí. ¡Genial! Pensé con sarcasmo. —Pero no se supone que tu padre es un hombre muy rico Bella, ¿por qué comprarías un auto aquí en Forks, cuando todos ustedes tienen autos de lujo?—la curiosidad morbosa en la voz de Jessica pasaba desapercibida. —Me gusta conseguir las cosas por mi misma—dije esperando que el tema se alejara del dinero de mi familia. —¿Tu padre en que trabaja?, no he oído de ningunos Masen en el pueblo— murmuró un hombre que parecía ser el mayor del grupo de nativos. Tragué en seco y toqué mi celular. —M—mi padre vive en Chicago… yo me quedo con su primo, su esposa e hijos—cerré fuertemente mi mano sobre mi teléfono que empezó a sonar. —Edward…—respiré aliviada.


—Bella, ¿Dónde estás?, ¿Estas herida? ¿Te sientes mal?—me preguntó a tal velocidad que no le habría entendido sino hubiera prestado atención. —Estoy bien… ¿ya estás en casa?—murmuré consciente de que todas las miradas estaban puestas en mí, sobre todo las del hombre al que creo que le decían Sam. —Estoy cerca de la línea del tratado, Alice perdió tu futuro de vista, quiero que tomes el auto y salgas de ese lugar en este instante.—su voz sonaba extraña, como si estuviera muy preocupado. Aun no entendía que se refería cuando dijo que mi futuro desapareció. —Salgo enseguida—le respondí apresurada por estar en sus brazos y cerré el teléfono.—Me tengo que ir chicos. Ángela, Ben ¿creen que pueden irse con Mike?—pregunté mientras tomaba mi mochila. —Cullen no te deja respirar, ¿no?—dijo Mike y sentí la fiera mirada de Sam encontrarse con la mía, parecía como si estuviera oliendo el aire. Aferré mi maleta contra mi pecho. —M—mi tío necesita el auto—le dije levantándome. Mis manos empezaban a sudar, Sam aun seguía mirándome fijo a los ojos. —Entonces ¿por qué no viene y se lleva el auto del Dr. Cullen y te deja el suyo?—preguntó Mike como un niño a quien le dicen que no puede jugar con su juguete favorito. —Los Cullen, no vienen aquí—respondió Sam por mí. Jacob se levantó a mi lado y miró desaprobatoriamente a Sam. —Te acompaño a tu auto Bella—murmuró. —Déjala que se vaya sola—le respondió Sam, yo me encogí ante el tono amargo de su voz y me puse a caminar lo más rápido que pude hacia el auto. Me pareció que Jacob le respondió algo pero no logre oír que era. De pronto me tomaron por el brazo y me asusté. —Lamento lo de Sam. No sabía que eras una Cullen—me miró extrañado y tocó mi rostro con sus manos, me sobresalté separándome bruscamente, sus manos eran bastante calientes, era como si tuviera fiebre.—No eres fría— musitó y empezó a reír—eres muy pálida, pero no eres fría.—yo tragué en seco sabiendo que él hablaba de las cosas físicas que delataban a los vampiros.


—Claro que no estoy fría, no tengo frió—le dije tratando de hacerme la tonta y empecé a caminar de nuevo. —Se supone, que si eres una Cullen era una de los fríos. Sabía que eran puras tonterías de los ancianos—volvió a reír. —No se a lo que te refieres. ¿Por qué mi familia son "los fríos" para ustedes?—le dije curiosa por escuchar la otra mitad de la historia. —Bueno supongo que como es mentira y eres una Cullen puedo "romper el tratado"—dijo haciendo comillas con sus dedos. Durante unos minutos me hizo transportarme a una época mística, donde criaturas como los hombres lobos y los vampiros luchaban entre sí. Hasta que su abuelo, habló con Carlisle e hicieron el tratado que está vigente. Mi celular volvió a vibrar y yo me mordí el labio al darme cuenta que habían pasado más de treinta minutos desde que le dije a Edward que me pondría en camino. —Me tengo que ir, nos vemos Jake.—le dije apresurándome al auto. —Oye podemos pasar un rato juntos ya sabes para hablar más de los fríos— me dijo—después de todo ya rompí el "tratado" —Pasa por mi casa cuando quieras. En serio me tengo que ir—le dije tomando el teléfono que no dejaba de sonar.—Voy en camino—no deje que hablara y arranqué el motor, las ruedas del auto resbalaron en la gravilla, mientras aceleraba hacia donde Edward me esperaba. Tenía tantas cosas que pensar; todo lo que Jake me contó. ¿Tendría eso algo que ver con la forma en que Sam me miró? Aun sentía escalofrío por la manera en la Sam me miraba. Pero todo eso palideció cuando curve y vi siete vampiros parados frente al volvo de Edward. —Oh mierda, estoy frita—dije en voz alta.

Capítulo 20: Pelicula

Frita es poco, solo con ver la cara de mi familia, sabía que estaba metida en un buen lio. Todos me miraban con el ceño fruncido. En cuanto apagué el motor Edward, abrió la puerta del auto y me entregó su mano para que bajara. No podía negar que era un perfecto caballero aunque estuviera molesto, podía sentirlo irradiar de todo su ser, no necesitaba ser Jax para saber que estaba


tratando de contener su enojo. Meme fue la primera en acercarse y me envolvió en un fuerte abrazo. —Nunca jamás, vuelvas hacerme pasar por esto de nuevo, jovencita—su voz era un sonido entre un gruñido y un lloriqueó. —Lo siento, mamá—le dije soltándome de Edward y envolviendo mis brazos a su alrededor. Aspiré su aroma y de pronto se desató el infierno. Todos hablaron al mismo tiempo haciéndome casi imposible comprender lo que decían. —¿Por qué no llegaste antes?—dijo Jax —¿Te lastimaron?—siseó Rose. —¿Tenemos que patear algún trasero?—Em, sonaba emocionado. —Hablaremos en casa—dijo Carlisle, hablando no como nuestro padre sino como el patriarca de la familia. Alice y Edward parecían tener una conversación silenciosa; ellos fueron los únicos que no me atacaron, ni con reproches, ni con preguntas, además de Carlisle. Me subí en el auto de Edward con Jax y Alice. Rose y Em viajaban con Meme y Carlisle. —Edward—dije muy bajito. Podía ver la magnitud de su enojo en la forma en la que su mandíbula estaba tensa, sus pómulos mucho más altos e inmóviles, respiraba haciendo que las aletas de su nariz se ensancharan, sus ojos casi negros por la rabia a pesar que había cazado esta mañana y sus hermosos labios en una perfecta línea. —Ahora no, Bella—me dijo Jax poniéndome una mano en el hombro. Eso solo significaba que Edward estaba mucho más enojado de lo que yo había pensado. Miré sus brazos de mármol y los vi tensos mostrando cada musculo, sus manos aferradas fuertemente al volante que parecía a punto de romperse. Me mordí el labio y me enfoqué en el camino. Edward conducía mucho más rápido que de costumbre, miré hacia atrás y pude ver a Jax abrazando a Alice quien tenía ambas manos en la sien dándose masaje. Parecía como si estuviera tan confundida que estaba a punto de darle una migraña. El auto se detuvo a centímetros del garaje. Edward se bajo cerrando la puerta de golpe, lo vi pincharse una vez más el puente de la nariz y tomar amplias respiraciones antes de abrir mi puerta. Jax, le puso una mano en el hombro y Edward, sacudió la cabeza. Tomó mi mano con mucha delicadeza y la soltó en cuanto estuve fuera del auto. Mi corazón se rompió y me mordí el labio para evitar llorar.


Jax, dejo el hombro de Edward y estuvo a mi lado enseguida. Edward, suspiró y se acercó a mi me besó la frente a modo de disculpa. Ambos me guiaron a la casa donde todos estaban reunidos en el comedor. Hablé antes que cualquiera pudiera empezar con los regaños. —Lamento haberlos preocupados, les juro que me alejé del grupo en cuanto Edward me llamó la primera vez, es solo que en la fogata había un Quileute.— tragué saliva— Sam, se llama Sam…me miraba raro y entonces Mike mencionó que era una Cullen.—siete hermosas caras mostraron un rango de diversas emociones. Carlisle, mi padre como siempre mantuvo su expresión serena.— Me dijo que nosotros no podíamos ir allá y me encaminé al auto. Jake me siguió y me habló de "los fríos"—Edward gruñó, pero no le preste atención—Él se convenció después de tocarme el rostro de que no somos vampiros…—tuve que levantar mi voz ya que cuando dije que me tocó el rostro, Em, Rose, Jax y Edward gruñeron. Creo que decir sobre protectores es quedarme corta. Carlisle se veía inmerso en sus pensamientos. Meme, aun tenía la preocupación marcada en su perfecto rostro. Alice, seguía sentada en la misma posición que había adoptado al llegar a casa. —Los Quileutes han dejado de asistir al hospital en cuanto se enteraron que yo era el nuevo doctor. Creo que por el momento no tenemos de que preocuparnos, pero mantendremos un ojo puesto sobre ellos. Creo que por el momento es mejor que no regreses a La Push—me dijo y de pronto los siete giraron la cabeza a la puerta. —Alguien viene—dijo Rose. EPOV Estaba tratando lo más posible de contener mi enojo cerca de Bella. Los treinta minutos que estuve sin saber de ella, pensé varias veces en cruzar la línea y buscarla. Alice lo vio venir varias veces y les informo a los demás. Lo único que me detuvo fue Jasper, quien cada vez que sentía mi angustia crecer me agarraba por los hombros haciendo lo mejor posible para que su don me tranquilizara. Supe que lastimé sus sentimientos cuando solté su mano en cuanto la ayudé a bajar del auto, pero en ese momento me estaba costando bastante controlarme y lo menos que quería era hacerle daño físicamente. Cuando Bella tomó la palabra y nos dijo que ese perro le había tocado la cara para comprobar que no fuera un vampiro, sentí unas ganas incontrolables de romper algo. Jasper no me ayudo mucho, porque él estaba luchando con ese mismo sentimiento. Estábamos tan distraídos que nos sobresaltamos cuando


Rose nos dijo que alguien se estaba acercando. Se podía escuchar el sonido de un auto recorriendo el camino para llegar a nuestra casa, todos nos quedamos en silencio. —¿Quién es?—le pregunté a Alice. —No lo sé—respondió haciendo que todos nos giráramos a verla. Nada nunca había tomado por sorpresa a Alice. —Es el Quileute que le vendió el "auto" a Bella—les dije en cuento me golpearon sus pensamientos emocionados por volver a ver a MI ángel. —¿Jacob?—preguntó Bella confundida.—él aun no tiene licencia, tiene como quince años o algo así. —¿Qué querrá?—preguntó Esme preocupada. —Estamos a punto de descubrirlo, querida—le respondió Carlisle, cuando escuchó el motor del auto apagarse. —Quédate detrás de nosotros hasta que sepamos que quiere—le dije a Bella, quien rodó los ojos —Edward, en verdad crees que me va a hacer daño teniendo siete vampiros a mi lado. Supuestamente debemos actuar "humanos" y no le daremos esa impresión si te tengo frente a mí escondiéndome de la amenaza de un adolescente—me respondió. Alguien afiló las garritas. Se ve que mi Rose le ha enseñado bien. Pensó Em. Cuando golpearon a la puerta todos tomamos aire. —Yo abro—dijo Carlisle. —Nop, se supone que no estás en casa. Esa fue la excusa que di para irme de la playa. Así que abro yo—le dijo a Carlisle. —Puedes decir que ya se resolvieron sin mí. Yo soy quien le dará la bienvenida al joven.—le dijo Carlisle suavemente, pero dejándole claro que la discusión se había terminado. Bella asintió resignada. Mi padre se movió con agilidad y Jasper lo siguió con disimulo para hacer de "guardaespaldas".—Buenas tardes—dijo con voz jovial. Emmett, sacó un mazo de cartas y nos sentamos en la mesa como si tuviéramos mucho rato jugando póker, conversábamos con fingida


naturalidad. Bella se removía intranquila en su silla a mi lado, le tomé la mano y para calmarla empecé a acariciar el dorso. —¿Podría hablar con Bella?—le respondió asombrado por la buena apariencia de Carlisle. —Sí, claro por favor acompáñame estamos en el comedor…—trató de darle una sonrisa cálida, sin mostrarle los dientes, pero se sentía igual de raro que yo, al ser esta la primera vez que un chico venia a ver a Bella a nuestra casa. —Oh, están almorzando, no quiero interrumpir.—le dijo pero se sentía decepcionado. Demonios debí esperar un poco más, ahora no podre pasar mucho tiempo con ella, aunque solo verla compensaría el regaño que Billy me dará. Apreté mis dientes con fuerza. —No, aun falta un poco para que almorcemos, estamos jugando.—le dijo girándose.—Este es mi hijo Jasper—le señaló cuando lo "vio" al pie de la escalera. Él chico hizo un asentimiento con la cabeza a manera de saludo. Espero no haberme equivocado y que resulte ser que he entrado en la guarida de los chupasangres. Todos nos giramos cuando entraron los tres en el comedor. —Bella, creo que tu amigo te está buscando.—le dijo Carlisle. —Jacob, ¿qué haces aquí?—le preguntó Bella con genuina curiosidad. —Er, se te quedó tu cartera en la playa, la dejaste en la arena cuando nos sentamos a conversar. Me di cuenta cuando ya te habías ido—murmuró, pude sentir su sonrojo en el aire cuando la miró. Seguramente para Bella era imperceptible debido a la tonalidad rojiza de su piel. —Oh gracias. No la había extrañado hasta ahora—se levantó y llegó a su lado para tomar la bolsa. Ninguno de nosotros había quitado la mirada del chico.— Esta es mi familia, ya conociste a mi tío Carlisle, ella es su esposa Esme. Estos son Rosalie y Emmett, Alice y Jasper a quien ya conociste y este es Edward— sonreí al escuchar como envolvía mi nombre en una caricia. Nosotros saludamos con un movimiento de cabeza y él nos imitó. Se veía incomodo, claramente asombrado por la hermosura de nuestra familia y mi ángel lo notó.— Deja que te invite un refresco, es lo menos que puedo hacer después que te has tomado tantas molestias por mi—le dijo haciéndole un gesto para que la siguiera.


—No me gusta ese chico—dijo Rose en cuanto Bella y el chico Black salieron de la habitación. —Sí, el cachorrito necesita una patada donde no le alumbra el sol—dijo Emmett. —No puedo ver nada—se quejó Alice. —¿A qué te refieres con que no puedes ver nada?—le preguntó Carlisle. —En cuanto ese chico entró a casa, no he podido ver nada referente a nosotros—murmuró frunciendo el ceño con fuerza. La musical risa de mi ángel resonó por la casa haciéndome a mí fruncir el ceño. Parece que tienes competencia, hermanito. Le gruñí al bufón de mi hermano. Me mantuve tratando de pensar en lo que podía significar que Alice no viera nuestro futuro para darle privacidad a Bella. Cuando la puerta de la casa se cerró y el auto se puso en marcha, Alice tuvo una visión sin trascendencia de nosotros jugando, ella ganaba como siempre. —Ya se fue Jake—nos dijo Bella sentándose a mi lado en la mesa. —¿Jake? ¿Así no se llamaba tu perrito? Si querías un perrito nuevo nos lo hubieras dicho—dijo Emmett y empezó a reír. Jasper no se pudo contener y rió con él. —Ja, ja. Muy graciosos. Deberían al menos agradecer que se fue con la idea de que no somos vampiros, piensa que somos una familia normal—se quejó cruzándose de brazos. Muchas veces me incomodaba que ella se contara entre los vampiros cuando no lo es. —Los Quileutes están atados por el tratado, no tenemos que preocuparnos por ellos, pero sigo considerando que será mejor que no te acerques a la reservación.—le dijo mi padre y Bella asintió. —Yo también lo había pensado.—murmuró Bella y tembló levemente. Parece que se llevó un buen susto. Pensó Jasper mirándola con seriedad. Me incliné de manera de tomarla en mis brazos y sentarla en mi regazo. —Tranquila amor, nada te pasara—le dije al oído y levanté su barbilla con cuidado, me perdí en la piscina de sus ojos antes de capturar sus labios. Dios, la había extrañado. En cuanto Bella entrelazó sus dedos en mi cabello, Em y Jax se aclararon la garganta. Como si yo nunca hubiera tenido que verlos haciéndoles cosas peores a sus respectivas parejas.


Me separé de mi amor y ella dejo descansar su cabeza en mi hombro, escondiendo su rostro en mi cuello claramente avergonzada por el despliegue de afecto delante de nuestra familia. Por suerte ya todo había pasado todo el susto por su seguridad y el alivio que todos sentíamos fue lo que la salvo del castigo que Esme le tenia previsto. Lo que restaba del día pasó con tranquilidad, en la noche como casi todos los sábados nos recostamos a escuchar música o leer un buen libro. Adoraba acariciar su sedoso cabello mientras ella tenía su cabeza recostada en mi pecho y su atención centrada en las páginas frente a ella. El domingo salimos a correr por el bosque y nos encontramos con una pradera que estaba recubierta de flores. —Edward, este lugar es precioso—susurró bajándose de mi espalda de un salto y aterrizando en sus nalgas. Fruncí los labios para no reírme y la ayudé a levantar como si nada hubiera pasado—puedes reírte si quieres—hizo un puchero y yo no pude resistirme a besarla. Como siempre ella trataba de dominar el beso, pero nunca dejaba que pudiera lastimarse con mis dientes de manera de empezar una lenta y muy dolorosa transformación. Se me separé de sus labios y deslicé mi nariz bajo su mentón rozando su cuello para inhalar su delicioso aroma. Nunca en mis casi noventa años como vampiro había encontrado alguien que poseyera una sangre tan dulce. —Bella…—le susurré antes de darle un beso en donde el cuello se une con el hombro. Sus delicadas manos se movieron y se dirigieron a mi camisa empezando a soltar los botones.—¿Qué haces amor?—me separé tomando sus manos en las mías. Ella resopló y me giró los ojos. —¿Qué crees? Estamos solos, eso no pasa nunca—me preguntó sonriendo pícaramente. Yo deje escapar un suspiro. —Amor…no podemos…—le dije con dulzura. Por sus ojos atravesó una expresión herida y yo me senté en el suelo llevándola conmigo.—No es que no te desee. Bella nunca antes me he sentido así con nadie. Es solo que prefiero tomar las cosas con calma. —Me has tenido en tus brazos desde que era una bebe, no puedes decir que tienes miedo de lastimarme, Edward.—me dijo enojada. —No es lo mismo, Bella. Ya hemos discutido esto por favor. Te prometo que lo haremos, solo dame tiempo a prepararme. No creo que sea bueno que me


quieras tomar por sorpresa cuando debo tener mi mente concentrada—la besé suavemente para aplacar su enojo. —¿Seguro que no es porque mi cara es rara? Ya sabes un labio más ancho que el otro y esas cosas—murmuró mordiéndose el labio. —Bella, amor. Bien dijo Francis Bacon. No hay belleza perfecta que no tenga alguna rareza en sus proporciones. –besé dicho labio y ella sonrió. Nos pasamos el resto de la tarde en la pradera y nos retiramos ya entrada la noche. La mañana siguiente en la escuela fue un hormigueo de voces y pensamientos en torno a la visita a la playa del fin de semana. Mike Newton había molestando a Bella con ir a ver unas películas hasta que la aburrió y le dio la dirección de nuestra casa. Alice empezó a reír descontroladamente cuando tuvo la visión de cómo sería la "cita". A la hora de la salida la esperé como siempre a fuera del gimnasio y Newton me miró con superioridad, pensando que me había robado la "chica" sin que me diera cuenta. Alardeó con sus amigos sobre esto y ellos le exigieron una prueba por lo que saldrían en grupo. Llegamos a casa y preparamos todo para la "cita" de Bella con Mike. —Llegó—canturreó Alice. Todos estábamos en la sala en nuestras posiciones y ella abrió la puerta. —¿E—esta Bella?—preguntó un poco intimidado al ver nuestra casa por dentro desde la puerta. Cielos, sabía que tenían dinero, pero no sabía que estaban forrados. —Bella, te buscan—dijo Alice tratando de aguantarse la risa. En su mente repetía una y otra vez la imagen. —Hola Mike, pasa—le dijo Bella y Mike abrió los ojos confundido. —I—íbamos a ver unas películas, ¿por qué no estás vestida?—la miró de arriba abajo. —Siempre veo películas vestida así—lo miró Bella mucho más confundida. —Pero, pero no puedes ir al cine en pijama—le dijo como si Bella hubiera olvidado algo.


—Yo nunca dije que saldríamos al cine, Mike. Tú dijiste que querías ver unas películas y yo te invite a verlas con nosotros. Emmett siendo como es, empezó a reír atronadoramente. Jasper me golpeó el hombro y me pregunto cuáles eran sus pensamientos. Newton, no podía crear un pensamiento coherente, su mente estaba plagada de palabras tales como "no" "es broma" "no comprendo" "maldición" "Cullen" —Bella, cariño ya llegó tu compañero de escuela, hazlo pasar—le dijo Esme haciendo gala de su impecable hospitalidad. —Mike, ella es mi tía. Esme Cullen. Por favor pasa, ya estamos listo para ver las películas—le dijo invitándolo. Mike, la siguió atontado hasta nuestra sala, nos miró con aprensión. Bella caminó hasta mí y se sentó en mis piernas como siempre que veíamos películas; acurrucándose en mí regazo. Mike como era lógico se sentó en la única silla disponible y mantuvo una postura rígida. Era notable que estar en una casa con seis vampiros lo tenía incomodo. Esme nos entregó a cada pareja un tazón con pop corn, aunque la única que lo comería de nosotros seria Bella, pero teníamos que guardar las apariencias. Mike recibió el suyo en completo silencio, lo comió entre furioso y asustado. Bella conversó con él desde mis piernas hasta que inició la película. Mike, se disculpó cuando le sonó el teléfono. Me enteré por su mente que era Tyler Crowley, quien en cuanto supo lo que sucedió empezó a burlarse. Bella, se sentía avergonzada por no haber entendido lo que Mike le estaba pidiendo desde el inicio. Dejándolo pensar que saldrían en una cita como pareja. Mañana seguramente se sentiría mucho más culpable porque se durmió antes que la película finalizara por lo que me tocó escoltar a Mike a la puerta, Bella se acomodó en mis brazos, profundamente dormida. Newton, nos miró cuando antes de encender su auto y solo un pensamiento ocupó su mente, haciéndome sonreír. "Maldito Cullen"

Capítulo 21: Partido


Bella, pasó una noche tranquila. Murmuraba mi nombre de vez en cuando como todas las noches. Me sentía tranquilo, la casa se llenó de risas cuando llegó Carlisle y le contaron lo que sucedió con Newton, Emmett, repasó suceso a suceso todo lo que aconteció, teniendo imágenes muy claras de las expresiones faciales de Mike. Lo que causo que yo rompiera a reír, sacudiéndome tan fuerte que desperté a mi ángel. —¿Edward? ¿Ya es de día?—murmuró adormilada. —No, amor. Disculpa por haberte despertado. Vuelve a dormir—le dije besando sus suaves y cálidos labios. —Mmmm… ¿de qué te ríes?—restregó sus ojos y bostezo sonoramente. —Em, le está contando a Carlisle, lo que pasó con Newton—le comenté y ella se sentó de golpe. —Oh cielos, me quede dormida. Después de todo lo que sucedió, me quedé dormida—se lamentó enterrando su rostro entre las manos. —Amor, no tienes nada de qué preocuparte. Newton, no está molesto contigo, lo está conmigo. Te aseguro que me odia completamente—no pude evitar reírme levemente al recordar sus pensamientos contrariados. —No te rías, Edward. —dijo tratando de aparentar un tono serio pero podía oír la sonrisa en su voz. —Aun no puedo creer que no hubiera entendido que me estaba pidiendo una cita—se empezó a sacudir con pequeñas risas— Cielos, soy una tonta. Pobre Mike. —Yo no siento pena por él. Eso le enseñará a no meterse con lo mío—pensé muy seguro de mi mismo. —Lo que es tuyo, ¿Eh?—me preguntó levantando una ceja y me di cuenta que las palabras salieron de mis labios. —Discúlpame si te he ofendido amor. Nunca pensé que lo estaba diciendo en voz alt—me cortó poniendo sus labios contra los míos. —Yo soy tuya, Edward. Lo soy desde que me tuviste en tus brazos hace dieciséis años. Nunca nada, ni nadie podrá cambiar eso.—murmuró contra mis labios. —Oh, Bella—le dije antes de iniciar un beso que no fue como ninguno de los que habíamos mantenido antes. El haber escuchado de sus labios que ella me


pertenecía de la misma manera en la que yo le pertenecía a ella, fue a la vez un bálsamo para mi frio corazón y combustible para mi pasión. Acuné un lado de su rostro, recostándola suavemente sobre la cama, mi otra mano acariciaba su cuello, su hombro, su brazo, el perfil de su pecho, sus costillas, su delicada cintura, su curvilínea cadera, delineé su muslo, acaricié la parte de atrás de su rodilla y subí su pierna a mi cadera. Necesitaba sentirla cerca. Saber que aunque fuéramos especies diferentes, ella era la mitad perdida de mi gélido corazón. Solté sus labios y coloqué mi oreja justo donde su corazón latía desbocado cantando para mí. —Te amo tanto, Bella. No sabes lo mucho que significas para mí. Desde que llegaste a mi vida, iluminaste mi oscura existencia con tu bello resplandor— sentí sus manos en mi cabello, sus cálidos dedos jugaban con mis mechones, relajándome. —Vaya…debería decirte…que soy tuya…más a menudo…—dijo mi ángel tratando de recuperar el aliento.—le sonreí sin levantar la cabeza del lugar donde la tenia apoyada. Al fin, dudaba mucho poder controlarme más. No sé cual es peor, sí tu o Bella. Pensó Jasper contrariado. Ya iba a empezar a vomitar, demasiada dulzura. Hay momentos en los que pareces un mariposon, hermano. Mañana vamos a luchar con unos osos, parece que te falta. Demasiado estrógeno en esta casa, seguro eso es lo que te está afectando… Los pensamientos de Emmett siguieron apareciendo a una gran velocidad. Al poco tiempo Bella, volvió a quedarse dormida. Yo me quedé mirando el techo. Mientras acariciaba su sedoso cabello, me puse a pensar en lo que haría, sí alguna vez llegara el momento de decidir que Bella, se uniera a mí por el resto de la eternidad. Sabía que no había nadie mejor para ella, allá afuera. Que ningún humano podría amarla de la manera en la que yo lo hago. Nadie podría mantenerla a salvo de todos y de ella misma, como nosotros. Pero…yo nunca podría llenar todos los hoyos que podrían presentarse en determinado momento. ¿Qué tal, sí ella quiere niños? Yo no podría dárselos... ¿estaría ella dispuesta a adoptar algún bebe humano y que lo criáramos? Deja de pensar lo que sea que te esta atormentando. —Tratare, Jaz…trataré—le respondí a su pensamiento mientras me enfocaba en el sol naciente.


Todo el día en la escuela, mi rostro estuvo adornado por una sonrisa permanente. Toda la escuela se entero de la "cita" que tuvo con Bella. Tyler Crowley, quien se consideraba uno de mis "rivales" fue quien más se burló de él. Por lo visto, él, Eric Yorkei, Austin Marks, Ben Cheney, Ángela Weber, Jessica Stanley y Lauren Mallory; lo estuvieron esperando casi cuarenta y cinco minutos en la entrada del cine, antes de decidirse a llamarlo por celular. Newton, lamentaba el hecho de haber estado en nuestra casa y no haberle podido mentir. Se le ocurrieron un par de ideas sobre las mentiras que pudo haber dicho. Pensó que hubiera podido decir que "Bella estaba enferma", qué "había tenido una pelea conmigo por ella" donde obviamente él había salido ganador, que mis hermanos "no la habían dejado salir" y otra sarta de tonterías. Pero no todo dura para siempre. Alice, tuvo una visión de la madre de Jessica Stanley, encontrándose con Esme en el supermercado e invitándola a una cena en su casa, para darnos la bienvenida, ya que "su maravillosa hija" le había hablado mucho de nosotros. —Me tienes que estas tomando el pelo ¿Cómo es posible que no asustemos a estos humanos? Demonios, estamos perdiendo nuestro toque. —dijo Emmett molesto. —No pretendo sentarme y fingir comer, delante de esas humanas—dijo Jasper muy decidido. —Lo que pasa es que somos tan hermosos, que todos nos quieren ver de cerca—dijo Rose arreglándose el cabello, totalmente desconectada del asunto porque captó su reflejo en el ventanal. —¿En verdad tenemos que ir, Meme?—se quejó Bella, quien no estuvo nada contenta cuando Alice nos contó la visión. —Ustedes, no quieren ir menos que nosotros. No podemos empezar haciéndole un desaire a nuestros "vecinos" No debemos levantar sospechas— les dije tratando de traer la calma. Ya que Jasper había tomado bando y se negaba a ayudarnos con su poder. Alice, no podía ver con claridad el futuro porque aun no habíamos tomado la decisión, así que no sabíamos cómo podía terminar la "amena velada" Carlisle, habló haciendo que Em, Jasper y Bella; aceptaran de mala gana. Nos arreglamos para ir a la cena y Carlisle tuvo que llamarles la atención antes de salir de casa para que cambiaran esas caras largas. Yo sabía que Jessica, hacía sentir incomoda a Bella y por eso era su renuencia de asistir a la cena.


—Calma amor, todo estará bien.—le aseguré una vez nos estacionamos fuera de la casa de los Stanley. —No me gusta cómo te mira Jessica—me confesó sonrojándose. Yo empecé a reírme. ¿Esta era la razón por la que ella no quería venir a la cena? ¿Por celos? —Bella, yo estoy incondicional e irrevocablemente enamorado de ti. No hay nadie en el mundo que se pueda comparar contigo a mis ojos—me incliné a besarla, pero fuimos interrumpidos por el ruido de la ventana de mi auto siendo tocada. —Guárdense eso para la casa tortolitos.—dijo Emmett.—Recuerden que debemos estar en "nuestro mejor comportamiento".—su tono de voz dejaba claro que estaba molesto. Eso de tener que aparentar que somos humanos no me molestaría tanto, si no fuera porque no puedo ponerle un dedo encima a mí Rose. Entonces, si yo no puedo. Tu tampoco. Rodé mis ojos y salí del auto. —Carlisle, te lo dijo a ti, para evitar que fueras a hacer una escenita con Rose.—le dije sabiendo bien que no sería la primera vez que hicieran algo no acto para menores de edad, en público. —No importa, no tocaras a mi hermanita esta noche. Suficiente te he aguantado todos estos días. Creo que es hora que duerman en camas separadas no vaya a ser que….—se cortó el mismo temblando visiblemente por solo pensar en que yo rompiera mis barreras con Bella. En serio, chico no te atrevas a…ya sabes…por favor… Volvió a temblar. —Aun es muy joven—le respondí bajo mi aliento, abriendo la puerta del auto para ayudar a bajar a mi ángel. Los demás se aparcaron a nuestro lado y los ocho nos dirigimos a la puerta de la casa de los Stanley donde solo tuvimos que tocar una sola vez para que nos abrieran. Parece que nos esperaban ansiosos. Pensó Jasper al notar la ansiedad con que la señora Stanley y Jessica nos abrieron la puerta. —Buenas noches, Sra. Stanley. Gracias por invitarnos—le dijo Carlisle —El placer es mío, Dr. Cullen—respondió. Sí, todo mío el placer…


La madre de Jessica, estaba comiéndose a Carlisle literalmente con los ojos. Jasper, fingió un estornudo porque las emociones que sentía en el ambiente lo estaban empezando a molestar. —Le trajimos esto, de postre—Esme, rompió el incomodo silencio. —No se hubiera molestado, Sra. Cullen. Por favor, pasen la cena estará en unos minutos. ¡Que alegría! Pensaron Em y Jas. Nos guiaron a la sala. Jessica portaba una sonrisa de oreja a oreja, mientras se imaginaba besándome, luego comprometiéndose conmigo, caminando por el pasillo hacia al altar donde yo la esperaba. Viviendo una vida de lujos y sobre todo haciéndole la vida imposible a mi Bella. Cerré uno de mis puños, claramente molesto. Bella, se dio cuenta de mi incomodidad y me tomó la mano haciendo que me relajara al instante. Aunque este acto de apoyo y cariño no pasó desapercibido para la madre de Jessica, quien por sus pensamientos me di cuenta era igual o peor de chismosa que su hija. —Veo que Edward y Bella. Son muy amigos—dijo interrumpiendo su conversación con Esme y Carlisle. —Edward y Bella son novios—le respondió Esme orgullosa. La Sra. Stanley levantó las cejas. —Mi primo aprueba su relación. Él conoce a Edward prácticamente desde que nació.—los labios de Carlisle se torcieron en una pequeña sonrisa cuando dijo lo último. —¿Ambos han estado con usted y su esposa desde pequeños? —Sí, los padres de Edward murieron cuando él era muy pequeña y Bella ha estado con nosotros desde una semana de nacida. Ambos son nuestros hijos aunque Bella sea sobrina de Carlisle y Edward nuestro ahijado.—dijo Esme en modo de mamá gallina protegiendo a sus pollitos. —Que generosos—dijo la Sra. Stanley—La cena esta lista—dijo cambiando de tema rápidamente. Bella, se relajó notablemente en cuanto dejó de ser el tema de la conversación.


En la mesa me tocó sentarme entre Jessica y Bella. Todos comimos forzadamente, incluyendo a Bella, a quien parecía que le costaba tanto trabajo como a nosotros tragar cada bocado. Jessica, trataba de entablar conmigo, pero solo obtenía respuestas monosilábicas. Nunca antes el reloj había avanzado tan lentamente. —Es hora del postre—anunció Jessica. ¿Qué tal si las incluimos como parte del menú? Pensó mordazmente Jasper, poniendo una expresión siniestra. Le pateé disimuladamente la pierna y él me devolvió una sonrisa. Hombre, pregúntale a Carlisle, si podemos darles una mordidita solo para quitarnos el mal sabor de la comida. Pensó Emmett y yo rodé mis ojos. Luego él y Jasper chocaron sus puños, ambos de acuerdo con el camino de sus pensamientos. —Quieren comportarse los dos—les siseé bajo mi aliento, lo suficientemente bajo para que ni Jessica, ni su madre me escucharan. —No estamos haciendo nada.—respondió Jasper inocentemente. —Es cierto, no estamos haciendo nada—lo apoyó Emmett. Aun. Movió sus cejas mientras pensaba un par de formas de molestar a las Stanley. —Niños…—nos regañó Esme y nosotros bajamos la cabeza como niños pequeños a quien su madre reprende. Por suerte terminó la cena y pudimos volver a ser libres. Solo recordar el sabor acartonado de la comida humana, me hacia querer devolver el estómago de nuevo. Cuando llegue a la cama, Bella, estaba leyendo un libro, me brindó una enorme sonrisa y en cuanto me acosté, sus manos fueron a mi estómago, acariciándolo en círculos, como una madre a su hijo con dolor de estómago. —Gracias, me siento mucho mejor—le dije tomando su mano en la mía y besándola. Marzo le dio paso a Abril. Después de la cena con los Stanley, recibimos unas cuantas invitaciones más. Los Mallory, los Newton y los Weber fueron los que siguieron. Las siguientes invitaciones las declinamos muy educadamente, pero en verdad Jasper y Emmett amenazaron que si íbamos a una cena más, masacrarían a nuestros anfitriones, solo para probar que seguíamos siendo unos vampiros escalofriantes como siempre. Aunque fue Esme quien nos dijo la razón por la que más humanos se nos acercaban . La razón no era otra más


que Bella. Ella nos hacía parecer más humanos, no solo en cuanto a nuestro carácter, sino por la manera en la que todos y cada uno de nosotros nos suavizábamos en cuanto estábamos a su alrededor. Alice, había pronosticado una tormenta en la tarde de hoy, por lo que organizamos un partido de baseball. —¿Voy a ser jardinera?—preguntó Bella, mientras se terminaba de amarrar el cabello en una coleta. —¡NO!—dijeron todos en la casa haciendo que Bella se encogiera. —Por Dios, eso fue hace muchos años y ellos eran humanos. ¿No tendrán miedo que los golpeé?—les respondió. Todos recordamos el día del primer partido de baseball de Bella, fue en Asheville ella podía tener unos 9 años. El entrenador pensó que poniéndola en el jardín izquierdo, no correrían peligro, pero estaba muy equivocado. En una entrada la pelota cayó a los pies de Bella y todos gritábamos para que la tomara y la lanzara. Así lo hizo pero cuando lanzó la pelota tuvo tal puntería que envió a la enfermería al bateador, al cátcher y al umpire. Desde esa vez nunca más volvió a practicar ningún deporte que no fuera natación. —No, tengo miedo que me golpees. Me da miedo que con tu suerte me pegues con la pelota y esta te rebote dándote en la cabeza—le dijo Emmett desde la puerta de nuestra habitación, sonriendo maquiavélicamente. —Oh, cállate—le lanzó un cepillo fue él atrapó sin esfuerzo, lo cual lo hizo estallar en carcajadas. —Vamos, amor. Tu serás el árbitro—le dije halando la visera de su gorra. BPOV Tenía que planear muy bien una manera de desquitarme de Emmett. Edward, no me ayudaría; es demasiado correcto para hacer una travesura, pero Jax seguro me ayudará. Solo tenía que pensar en que quería hacerle a Emmett y contarse a Jax, para dejar que su mente maestra urdiera el plan y trazara la estrategia. Esa es una de las ventajas cuando tu hermano mayor, fue militar. —Espero que no estés tramando nada—me dijo Edward, tirando de mi cola de caballo. Le di me sonrisa más inocente y negué con la cabeza. Sabía que si usaba mi voz, Edward se daría cuenta que estaba mintiendo.


—Solo trata de no meterte en ningún lio.—me besó la mano deteniendo el auto. No me percaté cuando dejo de llover. Debí estar ensimismada en mis maquinaciones como para percatarme que el torrencial aguacero que caía cuando salimos de casa, se había convertido en una simple llovizna. Yo había querido ir en la espalda de Edward y correr por el bosque como los demás, pero todos se pusieron con que me podía resfriar. A veces era tan frustrante la manera en la que me trataban, era como si pensaran que aun era una bebe o una niña. Inclusive Edward, a pesar que teníamos una relación como pareja, mantenía unas estúpidas barreras en lo que al aspecto físico se refería. Por más que ambos nos encontráramos inmersos en el calor del momento, siempre llegaba un momento en que se separaba de mí y me decía que aun no era tiempo. Edward me puso en su espalda y corrió entre los arboles hasta que llegamos a un enorme claro. A lo lejos se podían ver unas bellas cataratas. Era un gran campo flanqueado por árboles centenarios, a lo lejos se escuchaba el rugir de los truenos, pero nosotros estábamos tan secos como si no hubiera llovido. —Babitas, sabes que cada vez que te veo en la espalda de Edward, me recuerdas a un mono araña—rugió Emmett, sacudiéndose. —No importa Em, quien ríe al ultimo ríe mejor.—le dije en tono amenazante. Debía refinar mi idea para que Jax me pudiera ayudar. —No le creas, bebita. Pareces un lindo bebe koala—me dijo Rose tratando de "mejorar" mi humor después del comentario de Emmett. —Gracias, Rose—murmuré con sarcasmo y ella me palmeó el trasero cariñosamente. —Vamos pequeña, tú serás el árbitro—me dijo Meme tomándome de la mano. Estaba emocionada, los había visto jugar fútbol, destrozar una cancha jugando basketball, pero nunca había tenido la oportunidad de verlos jugando baseball. Según me contó Jax, la última vez que jugaron baseball fue en Denali unos días antes que yo naciera. Carlisle marcaba las bases y Edward corría de un lado a otro con Jax mientras Emmett los perseguía porque le habían quitado su gorra y no se la devolvían. Me encantaba correr con Edward, pero verlo correr siempre fue algo que me fascinó completamente. Incluso desde pequeña era capaz de apreciar la belleza de sus movimientos felinos. Aunque para ser sincera, no había nada en Edward que no fuera hermoso. Por esa razón aun me extrañaba que él siendo tan perfecto, se hubiera fijado en alguien como yo. Saber que hubieron


vampiras que lo desearon, pero que él nunca las volteo a ver como mujer, aunque fueran tan bellas como Tanya, me hacia sonreír a la vez que me asustaba el pensar que algún día se diera cuenta que podía tener a alguien más de acuerdo a él. La diminuta y grácil Alice estaba en el montículo de lanzamiento. Sonriéndole angelicalmente a Rose quien se disponía a batear. —Haré un home run , ¿verdad Alice?—le preguntó con sorna Rose. —No lo creo—le canturreó Alice de regreso. Seguir el juego era a veces imposible, la velocidad en la golpeaban la pelota y corrían era demasiada para mis ojos. Emmett, se burló un par de veces de mi diciéndome que si yo quería él podía correr en cámara lenta, para que pudiera cantar alguna falta que en realidad tuviera sentido. Presioné mis labios para no soltar la sarta de palabrotas que había aprendido de él mismo a lo largo de estos años. Sabía que si decía una sola palabra altisonante, Meme y Rose me darían una buena reprimenda. De pronto todo pareció ir en cámara lenta, Alice se puso totalmente rígida y antes de poder parpadear Edward estaba frente a mí gruñendo. Nunca antes escuche ese tipo de sonido de sus hermosos labios. Me había gruñido antes cuando se enojaba conmigo, pero siempre fue una aproximación humana, pero esta vez sonaba como un animal salvaje y para ser sincera me asustó un poco, pero no tanto como cuando Meme me soltó el cabello y todos estuvieron frente a mí muy rígidos. —Gracias, Esme—le respondió Edward a algún pensamiento que ella tuvo.— No te muevas, no hables y sobre todo no te separes de Esme.—me dijo antes de darse la vuelta y encarar a lo que sea que se estaba acercando por el lado norte de los arboles. —Al fin tendremos algo de acción—dijo Emmett ganándose un siseo de Rose. —No tengas miedo, no dejaremos que nada te pase—me dijo Rose acariciando mi cabello. —No los mires a los ojos—me susurró Alice. Meme acariciaba mi brazo tratando de reconfortarme, pero no decía nada. De pronto mi vista se fijo en el borde del bosque donde había tres vampiros. Por la manera en la que todos han actuado, significa que no son amigos. Deje de respirar por miedo. Jax empezó a usar su poder sobre mí.


—Saludos… habíamos pasado por estas tierras hace un mes y nos cruzamos con su aroma. Mi nombre es Laurent y ellos son Victoria y James.—dijo un hombre moreno de rastas. Parecía el Bob Marley de los vampiros. Pero los otros dos distaban mucho de hacerme gracia, la mujer a pesar de tener un rostro angelical, tenía una actitud que dejaba claro que no era amigable. Miraba los rostros de mi familia de uno en uno, sin demorarse más de un segundo en cada quien. El hombre rubio no podía decir que era no era hermoso, pero se veía rustico, por regla los vampiros que he conocido son increíblemente bellos, pero este parecía solo un humano guapo, no poseía la belleza sobrenatural de los del resto de su clase. A demás su rostro era severo y tenía la vista clavada en los ojos de Edward. Luego se detuvo en Alice y esbozó una sonrisa maliciosa. —Soy Carlisle y esta es mi familia. Esta es Esme mi esposa, este es mi hijo Emmett y ella es su pareja Rosalie; Alice y su compañero Jasper, Edward y su pareja Bella. –dijo Carlisle en un tono amable pero que demostraba su liderazgo sobre nuestra familia. Sentí la negra mirada de James fijarse en mí y temblé. Esme me apretó la mano y Edward se movió milimétricamente para quedar prácticamente escondiéndome de la mirada de James. —Tienen una humana como mascota, ¡que modernos!—dijo con voz fría.—O ¿es un bocadillo de media tarde?—Edward respondió a eso con un gruñido y Jax le puso una mano en el hombro. —Ella, es miembro de mi familia—dijo Carlisle con un tono de voz que nunca había escuchado en él. No se parecía en nada al dulce y amoroso padre que siempre he conocido. —Seguimos su aroma hasta su casa, nosotros somos nómadas, pero nos gustaría asentarnos unos días en algún lugar cómodo. Lógicamente no le haremos daño a la niña—dijo el de rastas, tratando de apaciguar la situación. La mujer, Victoria. Se movía nerviosamente cambiando su peso de un lado a otro. James ladeó su cabeza y Edward se agazapó, gruñendo ferozmente. —No te atrevas si quiera a pensarlo—le dijo entre dientes. Emmett se hizo notar a su lado, haciendo que sus nudillos crujieran. —Piénsalo bien, somos siete y ustedes son solo tres—le dijo amenazadoramente, mi hermano ya no parecía un osito de peluche, sino un muy enfadado oso pardo.


—No me asustan, pueden ser más, pero yo tengo más experiencia como luchador—le respondió con una sonrisa burlona. —Intenta tocarla y será lo último que hagas.—la voz de Jax era afilada. Todo sucedió demasiado rápido, en un momento los tres nómadas retrocedían con las manos en alto, en señal de rendición y en otro Esme me tiró del brazo prácticamente lanzándome al suelo. Escuché algo sonar fuerte como dos piedras chocando. Rose y ella formaron un capullo protector a mi alrededor. —Cierra los ojos bebita. Ya te tenemos, estas a salvo y pronto estarás bien— me dijo Rose enterrando mi cabeza en su pecho. Podía sentir las pequeñas manos de Alice en mis oídos, tratando de ahogar el ruido de la pelea. La mujer llamaba a James y le decía que se fueran. Casi no podía escuchar su voz por los gruñidos de Edward, traté de mirar para asegurarme que estuviera bien, pero Rose me tenia encerrada en un férreo abrazo. No podía encontrar mi voz para preguntar sobre lo que estaba pasando. —Edward, está bien. No te preocupes—me susurró Esme. Yo sentía las lágrimas caer por mis mejillas. Mientras los gruñidos y los gritos de la mujer se hacían más intensos. Luego un chirrido metálico llenó el aire y un gritó de horror trataba de cubrirlo. Un olor dulzón invadió mi nariz y Rose aflojó un poco su agarré permitiéndome ver la espalda de Emmett y la de Jax que estaban parados frente a nosotras como una inquebrantable barrera. No me había dado cuenta que Rose y Meme me tenían cargada hasta que traté de mover mis piernas para asegurarme con mis propios ojos que la razón de mi existencia estaba completamente a salvo. Me llegó un dolor que no había notado en la pierna derecha. Me quejé en voz alta y en un parpadeo Edward me tenía en sus brazos. —Edward, Edward—lloriqueé aferrándome de su cuello como si mi vida dependiera de ello. Levanté mi cabeza todo lo posible para poder alcanzar sus labios. Necesitaba asegurarme que era real, que nada le había pasado a mi amor. El dolor que sentía quedó en el olvido mientras mis manos y ojos examinaban su rostro, su cuello y su pecho buscando alguna herida. De reojo vi una llameante cabellera naranja perderse entre los árboles. —No puedo creer que James este muerto. Nunca pensé que alguien pudiera acabar con él. En mis trescientos años no había visto nadie como él, era


absolutamente imparable—murmuró incrédulo el de las rastas que estaba parado junto a Carlisle. Temblé visiblemente y Edward volvió a gruñir. —Tranquilo, no pretendo hacerle daño, eso lo deje en claro cuando traté de evitar que James se lanzara sobre la niña.—dijo levantando las manos. —Fue tu intervención la que impidió que pudiéramos protegerla con suficiente rapidez y por eso su pierna está rota—volvió a gruñir visiblemente molesto. —Pensé que estaba ayudando—respondió a manera de disculpa.—Me iré al asentamiento que me comentaste Carlisle. Siento curiosidad por su estilo de vida y además necesito un lugar seguro hasta que Victoria se calme. Ella no es de fiar y seguramente estará molesta conmigo por no ayudar en la batalla. Hasta pronto, espero en un futuro volver a verlos—dijo poniéndose a correr en dirección contraria hacia donde Victoria se había ido. —Vamos al hospital, hay que revisar tu pierna—me dijo Carlisle. Edward seguía mirando donde Laurent había desaparecido.—Vamos hijo—le puso una mano en el hombro. —Yo estaré al pendiente—dijo Alice, seguramente manteniendo una de sus conversaciones privadas con Edward. Yo miraba fijamente la columna de humo en donde suponía James estaba consumiéndose hasta hacerse cenizas. Edward hace unos años me había contado cómo se mataban a los vampiros y era algo que hubiera preferido nunca ver. —Lo siento amor—me susurró antes de ponerse a correr conmigo en brazos. Emmett y Jax lo flanqueaban a ambos lados. Cuando llegamos al Jeep, me di cuenta que Rose, Alice, Meme y Carlisle cuidaban la retaguardia. Carlisle, Meme, Alice, Rose Edward y yo entramos al auto. Carlisle manejaba y Edward me tenía sobre sus piernas, en cuanto el auto empezó a andar pude ver por las ventanas a Emmett y a Jax corriendo a ambos lados. No sabía porque, pero aun estaba asustada. A pesar que por lo visto James había sido eliminado, seguía sintiendo como si mi familia estuviera en peligro. Todas esas preocupaciones, incluso el palpitante dolor de mi pierna, se desvanecieron cuando Edward posó sus tensos labios sobre los míos.

Capítulo 22: Discusion

Estaba molesto conmigo mismo, no podía creer que me centré tanto en los pensamientos del maldito de James que no me di cuenta cuando Laurent saltó


para detenerlo. Solo recordar que lo deje acercarse tanto a mi ángel como para que cuando moviera una de sus piernas luchando por soltarse de mi agarre, golpeara a Bella fracturándole la pierna, me hacen tener ganas de revivirlo para volverlo a despedazar con mis manos. Si no hubiera sido porque Laurent se rindió y habló calmadamente con Carlisle, también lo hubiera despedazado a él, por su intromisión. Al menos ya había vengado la muerte del creador de Alice y evitado que cumpliera su amenaza mental de hacer con mi Bella lo que no pudo hacer con Alice por culpa de aquel vampiro que estaba enamorado de ella y la transformó para salvarla. Al menos había podido leer sus pensamientos y ver los relámpagos de recuerdos que llegaron a su mente en los breves minutos que estuvo contemplando su plan de ataque. Sabía que la mujer intentaría atacar en algún momento, pero tendría que pasar por encima de mi pila de cenizas para poder acercarse a mi ángel. Por suerte contaba con Alice, quien no dejaría de vigilar todas y cada una de las decisiones que Victoria tomara con respecto a nosotros. Ahora estábamos sentados en la sala de espera de radiología mientras le tomaban una placa de su pierna a Bella. Estaba impaciente escuchando todos y cada uno de los comentarios de los médicos que la atendían. Emmett, me distraía de vez en cuando, aun molesto porque Laurent no se metió, dejándolo sin haber podido participar de la diversión. Escuche al radiólogo decirle a Carlisle que por suerte había sido una fractura limpia. Si claro… por suerte, pensé con sarcasmo. En cuanto la puerta de radiología se abrió y pareció Carlisle empujando a una muy molesta Bella en una silla de ruedas, estuve a su lado lo más rápido "humanamente" posible. —Todo está bien Edward. Le pondré a Bella un yeso en la pierna y estará como nueva en unos dos meses. —me dijo mi padre y bella bufó enojada. —No Carlisle, nada está bien. Tendré que andar en muletas durante dos meses. Dime, ¿Cómo se supone que me voy a bañar? Me van a tener que llevar cargada a todos lados—se quejó haciendo un puchero muy sensual. Tan sensual que no me pude resistir y capturé sus labios brevemente, logrando que apareciera una sonrisa en su hermoso rostro. —Eres un ángel y los ángeles no deb… No deben caminar. Sí, sí ya lo hemos oído antes, Romeo—me cortó Emmett exasperado. Yo rodé mis ojos y acompañé a Bella para que le pusieran el yeso.


Carlisle, le puso uno de color azul, pensando que de esa manera al menos no estaría tan enojada de llevarlo. Bella desde pequeña ha tenido una seria renuencia al color rosado prefiriendo todo en azul, creo que mucha parte de eso es culpa de Alice y Rose quienes siempre querían vestirla como una muñeca, por suerte para mí el color azul es el que más me gusta verle puesto. Cuando llegamos a casa, Bella, estaba un poco adormilada por la pastillas que Carlisle le había dado, la acuné contra mi pecho mientras dormía, no me atrevía a dejarla sola ni siquiera para estar con mi familia cuando llamaron a Eleazar para informarle sobre la visita de Laurent. Mientras esperábamos en el hospital por Bella, yo hablé con Irina sobre eso, pero era mejor que el único hombre del clan estuviera bien enterado, aun no sabíamos si podíamos confiar en Laurent o no. La primera semana de convalecencia de Bella, fue algo difícil. Bella, no estaba de muy buen humor y la verdad nadie sabía por qué, pero yo sospechaba que era por las constantes bromas de Emmett. Yo la llevaba en brazos a todas las clases, lógicamente Bella se quedaba muy sonrojada cuando sentía la mirada de sus compañeros. Rosa la avergonzaba sin intentarlo, recordando en voz alta cuando la ayudaba a bañarse, todos los dulces momentos que pasó con ella cuando la bañaba de bebé. Durante la segunda y tercera semana su humor variaba, a veces estaba pensativa como si tramara algo y otras veces andaba enojada. Emmett y Jasper pensaban que tenía que ser el síndrome premenstrual o algo así, yo la verdad no quería saber mucho del asunto, si ese era el motivo. A la cuarta semana Alice, Jasper y Rose empezaron a actuar raros. Los tres se ponían a pensar tonterías cuando yo me encontraba cerca. No les preste mucha atención, seguro estaban atravesando una de nuestras fases vampíricas de aburrimiento. —Edward, ¿puedes creer que Damon y Stefan no brillan en el sol?—me preguntó mi ángel cerrando el libro que estaba leyendo. —Bella, amor. Deja de leer historias de vampiros—le dije sacudiendo mi cabeza y volviendo mi vista a mí libro. —Babitas, haz vivido toda tu vida con vampiros, tienes que saber que ninguna autora nos puede retratar tal como somos. Para hacerlo tendría que conocer a un vampiro y no ser el almuerzo—le dijo Emmett tomando el libro en las manos y ojeándolo. —Además, eso que Katherine se suicidara por no saber por quien decidirse… ¿Cómo no puedes decir de quien estas enamorada? Eso es una tontería, es


como si llegara de pronto Rose y decidiera que está enamorada de ti o de Jax—me dijo ignorando a Emmett. —Bueno…debo decir que esos vampiros tienen emociones bastante humanas—le dije sonriendo al ver que quería entrar en uno de nuestros debates sobre libros. —No metas a todos los humanos en el mismo saco, Edward. Hay muchos humanos que no dudan en sus sentimientos, se enamoran y saben quién es el dueño de sus almas. —me dijo entrecerrando los ojos. —Claro eso depende de si la pareja escogida puede llenar todos los huecos, por ejemplo con Katherine, si ella hubiera podido combinar a Damon y Stefan en uno solo, todo hubiera sido perfecto. Había huecos que Stefan dejaba que eran llenados por Damon—contraataqué. Ustedes sí que hablan pendejadas, hermano. Pensó Em, dejando el libro en la mesa y saliendo de la habitación. —Entonces eso significa que no eran almas gemelas, las almas gemelas no tienen huecos que deben ser llenados por otra persona—me dijo levantándose, saltó sobre su pie sano para llegar a mí y se sentó en mis piernas. —Bella, amor…—suspiré—no hubieran podido ser almas gemelas aunque lo hubieran deseado. Los vampiros no tenemos alma—le dije suavemente, inhalando su aroma. —Claro que tienen alma. ¿Me vas a decir que Carlisle siendo tan noble y compasivo, no tiene alma?, ¿Qué alguien tan maternal y dulce como Esme, es un ser sin corazón?—me preguntó con fiereza y todos en la casa coincidieron con ella—Tu, Edward. Tú tienes alma…—la miré fijamente a los ojos—tienes alma, porque tienes la mía. Eres mi alma gemela, sino tuvieras alma, no podrías serlo—murmuró muy bajo y me dio un tierno beso en los labios. Mi Bella, ella siempre ha tenido un concepto muy elevado de nosotros. Siempre ha sido muy condescendiente con mi especie, pero sé que eso es solo porque ella es un verdadero ángel. —Tu eres un ángel y si no tengo alma propia al menos tu compartes la tuya conmigo—la besé nuevamente, se acurrucó en mi pecho y se volvió a concentrar en su lectura. Había pasado un mes desde esa conversación y las cosas en la casa se estaban volviendo tan raras que hasta Emmett, se había dado cuenta. Rose y Jax se


traían algo entre manos, no había podido descubrir qué, pero sabía que no era nada bueno. Bella, Carlisle, Esme y yo estábamos sentados en la sala conversando mientras Emmett estaba en su habitación y Rose, Alice y Jax habían salido. —¿Seguro que aun no me puedes quitar el yeso?—le preguntó Bella a Carlisle haciéndole un puchero. —Lo siento cariño, pero te prometo que el lunes a primera hora te lo quitaré— le dijo dándole un beso en la frente y tanto compungido por no poder complacerla. Iba a decirle que tuviera paciencia, cuando la puerta se abrió de pronto y Alice subió las escaleras a toda prisa, entrando sin anunciarse a la habitación de Emmett. —Em, tienes que ayudarme—le dijo con voz desesperada. Todos nos quedamos intrigados con eso. —He tenido una visión, una visión que ha llegado demasiado tarde. —me tensé, pero sabía que esa visión no tenía que ver con Bella, sino ella hubiera venido directo a mí. —¿De qué hablas, pequeñita?—le preguntó consternado, en sus pensamientos se preguntaba porque había recurrido a él en lugar a mí como siempre. —Jasper te va a pedir que intercambies esposa con él. Quiere entregarme a ti para él poder quedarse con Rosalie—dijo en secos sollozos. —¿Qué él quiere qué? –rugió rompiendo el control del PlayStation con el que jugaba. —Voy a despedazar a ese soldadito de plomo con mis manos, donde se haya atrevido a tocarle un pelo a mi Rose. —Bramó—espera… ¿por qué dijiste que la visión te llegó muy tarde? No es porque…. —no pudo terminar la oración en voz alta, sin embargo sus pensamientos iban a mil por segundo. Cuando Alice asintió, él se sentó de golpe rompiendo la silla y cayendo sobre su trasero en el suelo. La visión a través de los ojos de Alice hubiera sido muy graciosa, pero dada la situación no lo era. —Por eso, salieron a cazar juntos hace unos días…—Alice volvió a asentir. —Lo voy a matar, se levantó y bajó las escaleras corriendo. Se detuvo frente a nosotros, incluso Bella debió escuchar parte de la conversación porque Emmett gritó todo lo que hablo con Alice a pleno pulmón. Los ojos de mi hermano se fijaron en los míos, yo no sabía qué hacer, nunca antes había escuchado que un vampiro se desenamorara.


No te atrevas a meterte en esto chico. Su rostro tenía una rabia increíble, estaba seguro que si se encontraba con Rose o Jasper los mataría. Lo extraño es que Alice tenía su mente muy en calma. Rose y Jasper estaban cerca, no tan cerca como para que Emmett los oliera, pero sí como para que yo escuchara esta conversación a través de sus mentes. —No te preocupes Em, nosotros podemos formar nuestra propia familia, podemos ser pareja ahora. Sabes que siempre me gustaste y ya no tengo que esconderlo—le dijo Alice acariciando su pecho—Emmett tenía la boca abierta y su expresión era de horror. Esme estaba pasmada, Carlisle estaba preocupado al igual que yo pensando en cómo podían haber dejado de amar a sus parejas. Bella… Bella se estaba tapando la boca para no reírse. La miré fijamente y se soltó a reír a carcajadas, atrayendo la atención de todos. Alice no aguantó más y se puso a reír también. Oh… esta pequeña bruja. —No le veo la gracia, Isabella—la reprendió Esme con severidad. —Tu hermano está pasando por una situación muy difícil. —Bella, se secaba las lágrimas que caían de sus ojos mientras se sujetaba ambos lados del estómago. A la distancia la risa de Jasper y Rose resonaba. Alice, también reía con fuerza. Emmett, parecía perdido. —¿De qué se ríen?—preguntó enojado. Haciendo que el pequeño par de bribonas riera con más fuerza. —Em, presta atención. Te tendieron una trampa, te hicieron una broma algo cruel, pero una broma—le dije sacudiendo mi cabeza de manera reprobatoria. —Una broma de muy mal gusto, debo añadir—dijo Carlisle apoyando mi punto. —Tu, pequeño demonio—dijo señalando a Bella y esta le sacó la lengua. —Rosalie y Jasper, sé que me escuchan, regresen a la casa ahora, tenemos una reunión familiar. Isabella, deja de molestar a tu hermano—dijo Esme con autoridad. Haciendo que Bella, presionara los labios en una línea recta. Rose entró seguida de Jasper, ambos seguían portando unas sonrisas burlonas. Ambos chocaron palmas con Alice y Bella mientras Emmett los miraba ceñudos. Nos sentamos en la mesa del comedor en silencio.


—Estas bromas deben acabar, hoy Emmett pudo haber cometido una estupidez por su insensatez—dijo Carlisle con autoridad mirando a los tres perpetradores y a quien sin duda era la mente maestra. —Pero él empezó—Bella se quejó cruzándose de brazos. —No es cierto. Yo nunca me meto contigo—se defendió Emmett. —¿A no? ¿Cómo explicas que cuando te quedaste siendo mi niñera la segunda semana que tenía el yeso, lo pintaste de rosado y le hiciste dibujaste una caricatura de Edward besando a Tanya mientras yo dormía?—le reclamó y Emmett se soltó a reír recordando ese momento, del que yo no me había enterado hasta ahora. Sabía que Carlisle le había cambiado el cobertor del yeso pero no sabía el motivo. —O cuando toda su ropa fue teñida de rosado, resultando que se encogiera una talla, incluyendo las que no se había puesto aun—le recordó Alice. —O cuando le cambiaste el gel de baño por tintura vegetal y la pobre terminó toda azul—le reclamó Rose. —Ja, ja, ja. No pueden negar que esa fue muy graciosa, parecía un pitufo—dijo volviendo a reír; Emmett volvía a ser el mismo de siempre. Jasper tosió para disimular la risa cuando el recuerdo le vino a la mente. — A demás eso fue porque me pusiste un letrero en la espalda que decía "Me gusta tanto agarrar las pelotas que me hice profesor de educación física" cuando estuvimos en Inglaterra. —se defendió. —Emmett, tienes 92 años, Bella solo tiene 16—le recordé. —No te metas, tú no eres imparcial—me dijo empujando mi hombro. —Tienen prohibido, seguir comportándose de esta manera. Quiero saber quien su fue él que planeó esto. –dijo Carlisle calmadamente. Jasper cuadró sus hombros, pero Bella puso su mano en su hombro. —Fui yo papá—le dijo Bella, mirando a sus manos, pero yo no pude evitar sacudir mi cabeza, sabiendo que estaba usando su artillería pesada. Carlisle, adoraba cuando Bella lo llamaba papá, la primera vez que se lo dijo tenía unos tres años y llegó entró a la casa cuando regresó del parque llamándolo así, todos pensaron que me llamaba a mí, hasta que me pasó al lado ignorándome completamente para sentarse en sus piernas y rebuscar en sus bolsillas por su golosina diaria. —Isabella—empezó a decir en tono serio.


—Carlisle, todos los tres la ayudamos. Bella trajo una idea en bruto y yo la pulí e hice la estrategia. No volverá a suceder—le dijo Jasper saliendo en su rescate, evitando que seguramente fuera castigada. —Es cierto Carlisle, yo estuve totalmente de acuerdo y pienso que siendo la compañera de Emmett, puedo decidir por mi misma que tipo de medidas usar para corregirlo—le dijo guiñándole un ojo a Emmett y ambos quedaron en la misma frecuencia de pensamiento…todo lo que se divertirían en su habitación. Bueno por suerte tengo en nuestra habitación unas paredes retráctiles a prueba de sonidos que por lo visto necesitaré hoy. La conversación terminó a los pocos minutos, donde todos los involucrados prometieron tratar de no hacer bromas pesadas, haciendo que Carlisle y Esme pudieran respirar tranquilos. Por fin le habían quitado el yeso a Bella. Todo era paz y tranquilidad en la casa. Habíamos salido a Port Angeles a dar una vuelta para celebrar la libertad de movimiento del pie de Bella. Planeamos regresar a casa antes del almuerzo y así lo hicimos. Hoy saldría de cacería con los chicos y Alice se quedaría con Bella, ya que Rose estaba con Esme en Seattle de compras. Noté a Bella pensativa durante el viaje de regreso. Cuando subí a despedirme de ella, la encontré sentada junto a la ventana mirando a los arboles sobre el río. —Bella. Estas muy callada. ¿Te sucede algo?—me senté a su lado. —Edward, ¿Tu planeas convertirme?—me soltó de pronto, dejándome totalmente mudo, al tomarme de sorpresa. —No lo he pensado…—le respondí con sinceridad. —Pero te has dado cuenta que no siempre podrás protegerme, llegará el momento en que yo necesite protegerte y no podré a menos que sea como tu. —me dijo con convicción. Yo sonreí. —Bella, tú me proteges—le dije besando su rostro—del aburrimiento—besé su nariz—la soledad—besé sus labios—tú me das una razón, para no seguir siendo un muerto en vida—la estreché entre mis brazos. —No, Edward. Yo quiero protegerte de cualquiera que quiera hacerte daño, quiero pasar el resto de la eternidad a tu lado. Tu una vez me dijiste que el vinculo entre compañeros era muy fuerte, ¿Cómo podemos estar seguros que Victoria no quiera atacarte?—su voz sonaba muy preocupada.


—Alice la verá, estaremos preparados para cuando se presente—le dije quitándole importancia al asunto. Bella, parecía no estar conformé con esa explicación. —Quiero que me conviertas—me dijo mirándome fieramente. —No—le dije con suavidad y ella jadeó. —¿No me quieres a tu lado?—sus ojos se llenaron de lágrimas. —Bella, yo te amo, eres el amor de mi existencia. Más adelante hablaremos de este tema, por el momento eres muy joven—traté de razonar con ella. —¿Muy joven? Edward. Tengo un año menos que tu cuando fuiste transformado. —me repuso. —Pero fui transformado porque era esta vida o la muerte. No fue por escogencia propia. Bella, aun te faltan muchas cosas por vivir—sus ojos se entrecerraron. —Bien…—me dijo molesta. —Bella, amor… —¿No tenias que irte a cazar?—me soltó girándose de manera de quedar oculta tras su cortina de cabello. —Bella… —Quiero estar sola, Edward. Hablaremos más tarde—dijo finalizando toda platica. Suspiré y me levanté. Sabía que quedarme a tratar de hablar con ella, sería una pérdida de tiempo. Ella estaba molesta y cuando Bella se molestaba no había nada, ni nadie que la pudiera hacer hablar hasta que se calmara. Ella había entendido todo mal, no es que no quisiera transformarla, pero primero había un mundo de posibilidades y escenarios que contemplar. —Nos vemos más tarde amor—le dije besando su cabeza y saliendo de la habitación. BPOV Me faltan muchas cosas por vivir… por supuesto. Lo único que quiero vivir, él no me lo concede porque piensa que soy demasiado joven. Estoy cansada de que me traten como una niña, no soy una niña, se exactamente lo que quiero


y lo que quiero es estar junto a Edward y mi familia por el resto de la eternidad. No sé cómo hacer que eso entre en la cabeza de piedra de ese vampiro endemoniadamente hermoso. —¡Urg!—me quejé levantándome del suelo. Necesitaba salir, necesitaba tomar aire. No podía quedarme encerrada en estas cuatro paredes, rompiéndome la cabeza sobre cómo convencer a Edward para que me convirtiera. —¿Quieres hablar?—me preguntó Alice, quien estaba apoyada contra el pasamanos de la escalera. —Nop—le dije con sinceridad. —Aun no has decidido a dónde vas…—sus ojos dorados me miraban con intensidad. —No me alejaré mucho, lo prometo. Solo necesito tomar aire y despejarme— le dije, removiendo nerviosamente las llaves del auto de Edward. —Sé que no quieres que te acompañe. Pero solo te pido que no cruces la línea del tratado—me pidió, acariciando mi hombro. Yo asentí. —Se va a enojar cuando sepa que te fuiste sola—yo encogí mis hombros en señal de que no me importaba.—Mi hermano, es algo duro de pelar. Eso ya lo sabes, no le des mucha importancia a la conversación de hoy—me sonrió—recuerda nunca apostar contra mí. —Gracias, Alice—le besé su puntiagudo cabello y me encaminé al garaje. Tomé el auto sintiéndome aun abrumada a pesar que el aire fresco golpeaba mi rostro. Vague sin rumbo fijo durante unos minutos y cuando pasaba por el pueblo divisé una floristería. Me detuve y compré un ramo de flores. Giré y desanduve el camino hasta llegar a mi destino. Apagué el motor y me dirigí a las puertas de hierro forjado. Caminé con cuidado hasta que encontré mi objetivo. —¡Hola, mamá! ¡Hola papá!—les dije poniendo las flores frente a la lapida. — Supongo que ya saben porque estoy aquí. Sé que Edward me ama, pero la verdad es que a veces es tan… necio y cerrado. No entiendo cual es el problema. Él me ama, yo lo amo. Ambos queremos estar juntos para siempre. Entonces, ¿por qué no hacer lo que le pido? Ni que fuera tanto, solo una mordidita y ya. ¿Qué va a esperar? ¿Qué me encuentre en mi lecho de muerte? Aunque con mi suerte eso puede ser mañana—murmuré patéticamente el final. —Quisiera que estuvieran aquí para darme un consejo,


pero lo dudo ya que nunca les hubiera podido contar nada sobre mi novio y su familia. Aunque sería injusto de mi parte no decirle que, de todos modos le pediría que me transformara y ustedes entonces tendrían que llorar a su hija muerta. Me recosté sobre la grama mojada y miré las nubes oscuras, sin formas definida en el cielo. —Por favor, mándenme una señal de que debo hacer, para que el cabeza dura del amor de mi vida, se dé cuenta que lo que le pido es la mejor solució si Edward Cullen,cree que hemos terminado esta discusión esta muy equivocado—suspiré trantando de calmarme, cerrando los ojos fuertemente durante unos minutos. Todo estaba en completo silencio, había una enorme paz en este lugar. Me estaba quedando prácticamente dormida cuando sentí una presencia. —¿Bella?

Capítulo 23: Iluminación

—¿Bella? Abrí los ojos y como estada acostada sobre la grama lo primero que vi fue una silla de ruedas, eché mi cabeza más atrás y tuve la visión de un nativo sentado en ella y de Jacob detrás de él. Me senté de golpe y me giré para encararlos. —Jake, ¿cómo estás? ¡Que sorpresa! –le dije sacudiéndome el pasto de los pantalones y mirando al anciano que me miraba fijamente. —Sí, lo mismo digo. Este es mi padre Billy Black—me presentó al hombre en silla de ruedas. —Mucho gusto Sr. Black, soy Bella Masen—extendí mi mano a manera de saludo. Él dudó un poco antes de tomarla —Eres una de los chicos Cullen, ¿no es cierto?—me dijo y pude ver la incomodidad reflejada en la cara de Jake. —Sí, mi tío es el Dr. Cullen—aquí vamos de nuevo, seguro también me empezará a mirar raro por ser una "de los fríos".


—¿Tienes algún pariente aquí? —dijo tratando de cambiar el tema y su padre miró fijamente la tumba mencionada. —Nop. Ya sabes salí de mi cripta y me recosté a tomar el sol—traté de bromear y pude ver que el Sr. Black y Jake sonreían. —No, en serio—su sonrisa era muy cálida. —Estaba enojada y salí a tomar aire, necesitaba un lugar tranquilo para pensar. —les dije una media verdad. —Y trajiste flores, que considerada. ¿Conociste a los Swan?—dijo el anciano con un borde en su voz. —Me pareció irrespetuoso venir a pensar, trayendo las manos vacías. Deje las flores en la tumba donde me iba a sentar a pensar. —mentí fluidamente. Tal vez mi familia y Edward pudieran darse cuenta cuando mentía, pero había aprendido a engañar a los humanos desde que tenía uso de memoria. — ¿Usted los conoció?—le pregunté con sincera curiosidad. —Charlie, era mi mejor amigo y yo era el padrino de la pequeña Isabella. — dijo y yo me quedé de piedra—curiosamente, Renee. La esposa de Charlie, le decía a la niña, Bella…—volvió a mirarme fijamente—yo tragué en seco, temiendo que pudiera descubrirme, cambié el tema. —¿Ustedes, venían a visitarlos? Lamento haberme inmiscuido—tenía el presentimiento que tenía que salir de aquí, ahora. —No, venimos de ver a mi madre, pero mi padre siempre para a ver esta tumba. Sabes un pariente lejano de Charlie mantiene la tumba y su casa en el pueblo—Jake se ganó una mirada reprobatoria de parte de su padre. Él solo sacudió su cabeza y me hizo señas para que lo acompañara. Caminamos unos cuantos pasos, podía sentir la mirada de Billy en mi espalda. Cuando llegamos a una tumba que tenia flores silvestres frescas, se detuvo. Leí la inscripción. Rebecca Black Amada esposa y devota madre. —Oye tienes una cara de preocupación. Necesitas una buena distracción. ¿Te peleaste con tu hermano?—me preguntó acariciando distraídamente la inscripción.


—Con mi novio…no te preocupes en tratar de entenderlo, es algo complicado—le dije cuando lo vi frunciendo el ceño. —Bueno, entonces no hablemos de cosas complicadas—bromeó—Sabes estoy terminando de reconstruir unas motos y mi auto. Cuando las motos estén listas, tentaré a la muerte a diario—dijo con voz temeraria y me llegó mi iluminación… "Pero fui transformado porque era esta vida o la muerte" Esas fueron sus palabras exactas. Eso era justo lo que necesitaba, una conversión de emergencia. —¿Cuándo tendrás listas las motos? ¿Puedo comprarte una?—le pregunté esperanzada de que mientras más me pusiera en riesgo, más rápido Edward iba a ceder y me convertiría. —Las motos son— lo corte —Sí, sí ya lo sé trampas mortales, lo que sea. ¿Me venderás una? ¿Hay algún lugar donde la pueda esconder para que mi familia no se dé cuenta? –le pregunté frenética. —Seguro, seguro. Luego el Dr. Cullen, me acusara de corromperte. –Yo bufé— No gracias—me dijo sacudiendo su cabeza. ¡Cobarde!… —Carlisle, no tiene porque enterarse—Además no es de él de quien te tienes que preocupar sino de Jax y Edward, añadí mentalmente. —Yo soy mayor que tú, lo que significaría que sería yo quien te corrompiera no al revés. Dime, ¿cuánto necesitas para terminar la moto?—hice calculó mental de lo que me quedaba en el banco. Él me miraba sin darme crédito—Vamos dame una cifra, te pagaré por arreglarla. —¿Para qué la quieres? ¿Es esto una especie de rebeldía adolescente? —Por favor, es solo para aprender algo nuevo. Te puedo pagar para que me enseñes—moví mis pestañas como lo hacía Rose. —Está bien, solo cómprame las piezas que faltan para repararla y es tuya— sonreí abiertamente. —Muchas gracias Jake, pero por favor mantenlo en secreto. Si alguien de mi familia se entera, estaré más que frita.—le dije extendiendo mi mano para sellar el trato. —Mis labios están sellados—estrechó mi mano—Te llamaré cuando vaya a comprar las piezas.


—Jake. Bella—dijeron dos voces distintas al mismo tiempo. ¡Oh Mierda!, ¡mierda! Es Edward, si escuchó lo de las motos, estoy más que frita. Jake, se acercó a su padre que lo había llamado y Edward los taladraba a ambos con la mirada. Cuando llegó a mi lado se inclinó y me besó justo debajo de mi barbilla, mirando directamente a Jake y su padre. Lo escuché sisear algo tan bajo que no entendí. —Alice, me dijo que saliste a dar una vuelta. –su mandíbula estaba tensa, por lo que sabía que estaba molesto. —Sí, necesitaba algo de aire.—le dije y luego me giré hacia Jake—nos vemos Jake, adiós Billy un placer conocerte—les dije despidiéndome y empezando a caminar con Edward. —Solo te quedas sola unos minutos y los lobos descienden.—sacudió su cabeza pero me sonrió.—El anciano, esta tan intrigado contigo, como su hijo esperanzado. Según lo que leí de la mente del chico, él está esperanzado en pasar tiempo contigo. Me encogí de hombros. —El padre de Jake, era el mejor amigo de Charlie—le susurré—además de ser mi padrino. EPOV Su padrino, vaya que eso me tomó totalmente por sorpresa. Mi ángel se veía algo consternada, como si hasta ahora fuera que esa verdad se estuviera asentando en ella. —¿Cómo te sientes al respecto?—le susurré acariciando su brazo. —No lo sé. Siento algo de curiosidad por saber cómo fueron mis padres, pero no pretendo ponernos en peligro. Billy, me miraba mucho y no quiero darle motivos para que ate los cabos y descubra mi verdadera identidad. Este pueblo me gusta y sí él se entera de quien soy tendríamos que irnos.—suspiró y luego bostezó. La besé con suavidad y ella respondió el beso.—No creas que ya no estoy enojada contigo—me dijo cuando nos separamos. —Lamento haber provocado tu furia.—le dije ayudándola a subir al auto. —Pues sí cumplieras mis deseos, no la provocarías—me gruñó. —No vamos a discutir de nuevo, amor. No seas testaruda. Dejemos esta conversación para más adelante.—le dije conduciendo de regreso a casa.


—Siempre tenemos que dejar la conversación para más adelante. Encontraré la manera de convertirme en vampiro, aunque tenga que pedírselo a Jax—me miró con determinación. Llevé el auto a la orilla del camino y me giré a verla. Podía sentir la rabia haciendo ebullición en mi interior. —No te atreverías—dije a través de mis dientes que estaban fuertemente cerrados. —Pruébame—cruzó sus brazos bajo su pecho. —Isabella…—dije pinchándome el puente de la nariz—¿Por qué estas tan ansiosa de condenarte a estar maldita por toda la eternidad? —Por ti, para estar contigo siempre—su voz fue suave y dulce, sin trazos de enojo. —No lo merezco, puedo perder el control cuando te muerda y matarte—le confesé mi más grande miedo. —Yo siempre he tenido más fe en ti que tú mismo. Nunca me harías daño— soltó su cinturón de seguridad y se giró para acunar mi rostro en sus manos.— Te amo y quiero estar a tu lado hasta el final de los tiempos, posó con suavidad sus labios contra los míos. —Dame tiempo, déjame pensar cómo hacer las cosas. Dame unos años—le pedí, casi como una súplica. —¿Cuántos?—preguntó frunciendo el ceño. —Cuatro—sabia que ella no cedería si le pedía más tiempo. Ella empezó a negar frenéticamente con la cabeza. —Nop, si quieres te doy hasta el día antes de mi cumpleaños numero dieciocho. No pretendo tener un día más que tú—me dijo con seriedad. —Eres tan testaruda—murmuré tratando de pensar en cómo hacerla cambiar de opinión. —Lo aprendí de ti—me dijo pasando la punta de su lengua por mi labio inferior haciéndome gruñir. En un parpadeo su pequeña y voluptuosa forma estaba sobre mis piernas. La muy picara se frotó contra mí, haciendo que mis dientes se presionaran con una fuerza que pudiera haber convertido el granito en polvo.


—Diecisiete años y trescientos sesenta y cuatro días. No te parece una oferta justa—volvió a besarme, nublando mis sentidos. Demonios, en verdad era buena. —¿Quién te enseño a negociar de esta manera?—le pregunté. —Tu—dijo riendo y colocando su frente sobre la mía. No pude evitar reírme mientras le besaba la punta de la nariz. —En verdad era un monstruito aterrador—la bromeé, palmeándole la pierna y ayudándola a sentar nuevamente en su silla.—Renovaremos esta discusión después de tu cumpleaños, ¿te parece?—le dije optando por la salida más diplomática. —Está bien, pero no creas que te has librado de mí—me amenazó riéndose. El mes de mayo pasó con rapidez, Bella andaba algo sospechosa. Sabía que se traía algo entre manos. Solo esperaba que no fuera una de las típicas bromas entre ella y Emmett. La casa había gozado de un mes de tranquilidad. Estaba ensimismado tocando mi piano, que me sorprendí al escuchar las carcajadas estridentes provenientes de la sala. Baje corriendo las escaleras al ver que se estaban riendo mientras recordaban las hazañas y desventuras de Bella cuando era una niña, mientras veían un foto álbum. —Te acuerdas cuando Bella, tenía cuatro años y entró en tu habitación.—le dijo a Jasper, quien si hubiera sido humano se habría sonrojado cuando lo recordó. —Jax, ¿Qué haches con Ali en la cama? —Eh…Alice tuvo una pesadilla y yo la consolé—Alice empezó a reír en el recuerdo cuando Bella frunció el ceño. —¿Tonces poque no tene el camisón?—le preguntó la pequeña sentándose al pie de la cama, mirándolos con curiosidad. Jasper miró a Alice en busca de ayuda, pero ella solo se rió con más fuerza. —Se… le cayó cuando estaba soñando—Bella se encogió de hombros y se trepó a la cama haciendo que les fuera imposible salir de debajo de la sábanas al encontrarse los dos completamente desnudos. Jasper fue sacado de sus recuerdos vergonzosos recuerdos por la nueva ola de carcajadas.


—No puedo creer, que hiciera eso—dijo Bella, escondiendo su rostro en sus manos.—Lo siento Alice. —No te preocupes no interrumpiste nada, ya habíamos terminado.—le respondió con picardía. Haciendo que Bella se sonrojara. Yo sonreí al recordar lo preciosa que había sido de pequeña, me senté a su lado y ella escondió su rostro en mi pecho. —¿Recuerdan la fase del "mío"?— Rose, rió y Bella, gimió. —Como olvidarlo, cada vez que mencionábamos el nombre de Edward, ella gritaba "Mío"—dijo Esme, acariciando la foto de Bella a los dos años con adoración. —Si, no podíamos acercarnos a Edward, porque su "perrito" guardián nos brincaba—le dijo Emmett picándole el costado con un dedo. —No me molestes—le dijo Bella sacándole la lengua.—De todos modos demostré que era cierto. Edward, es mío—le lanzó un puñado de palomitas que estaba comiendo y Emmett solo rodó los ojos, cuando yo me incliné y la besé. Bella, seguía en su fase misteriosa. No quería preguntar mucho, pero cuando empezó a recibir llamadas telefónicas, le pedí a Alice que estuviera al pendiente. Su rutina no había cambiado, pero con el peligro de que Victoria regresara a vengarse no quería correr riesgos. —Por favor, Alice—escuché a Bella susurrarle. Yo venía regresando de una corta cacería por los alrededores. —No lo sé. Los chicos me matarían si… Viene Edward—le dijo y ambas se sumieron en un silencio sepulcral. Entré a la sala y pasé mi mirada de la una a la otra. Alice, estaba revisando una lista mental sobre la clasificación de colores que había usado para organizar el armario de Bella y Bella, estaba saltando los canales de televisión con el control remoto. Clavé mi mirada en Bella, sabiendo que era más fácil de leer para mí. Cuando se encontró con mi mirada, se empezó a remover nerviosa y a sonrojarse. Me quedé unos minutos más mirándola, Bella, literalmente estaba sudando la gota gorda. —Alice, tenemos que salir—dijo levantándose de pronto y tomando a Alice de la mano para remolcarla fuera de la casa.


Me quedé mirando la puerta curioso hasta que escuche el auto de Alice alejarse. —¿Qué fue eso?—preguntó Jasper que había visto toda la escena desde la esquina de la sala. —No tengo idea—le respondí con sinceridad. —.—.—.—.—.—.—.— Había pasado una semana desde la abrupta salida de Alice y Bella de la casa. Cuando regresaron, traían muchas bolsas. Era extraño que Bella hubiera sido quien se llevara a Alice de compras y no al revés. La casa estaba bastante solitaria, casi todos habían salido. En la casa solo estábamos Bella y yo, no era una situación anormal ya que en otras ocasiones nos habíamos quedado solos. Lo único que me extrañó fue que Emmett no me lanzara una de sus habituales amenazas mentales cuando sabia que nos quedaríamos solos. De pronto él no sabía que eso sucedería. Supongo que andaran en alguna tontería para celebrar mañana mi "cumpleaños". Solo pensar en eso, me hacia rodar mis ojos. Bella tenía casi una hora en el baño y ya pasaban unos minutos de la media noche, me dijo que había tenido un día estresante en el trabajo por lo que se iba a relajar en la bañera. Yo estaba acostado en la cama y de vez en cuando escuchaba los ligeros movimientos de mi ángel para asegurarme que estuviera bien. Podría decir que el libro era interesante, pensé que la batalla final entre Harry y Voldemort, tendría más emoción. Al menos a Bella le gusto, eso hizo que valiera la pena para Jasper haberse "apropiado" de una copia del libro cuando aún faltaba un mes para que fuera sacado al mercado. El aroma del perfume de Bella me llegó. Era raro que ella se colocara esencia de fresas para acostarse a dormir, pero no le preste mucha atención a eso. Si lo hubiera hecho, podría haber estado preparado para cuando la puerta se abrió. ¡La mierda santa! Sentí mis ojos abrirse de golpe. Bella, mi dulce y tierna Bella. En un babydoll que no dejaba mucho a la imaginación. Su sonrojo era tan grande que no solo su cara estaba roja, sino su cuello y la piel de su pecho que el encaje dejaba al descubierto.


—Fe—feliz cumpleaños Edward—dijo en un susurró mordiéndose con fuerza el labio.

Capítulo 24: Deseo

ADVERTENCIA: este fic es categoría M porque tiene contenido MADURO, es decir no deben haber menores de edad leyéndolo. Si lo hacen es bajo su propia discreción.

—Bella…—dije cuando al fin pude encontrar mi voz. —¿T—te gusta?—me preguntó dando la vuelta suavemente, dejándome ver como el tejido casi transparente se amoldaba a su piel en ciertos lugares y como flotaba como su fuera una pluma en otros. Tragué en seco y me acomodé en la cama para ocultar mi evidente estado de excitación. —Estas muy hermosa—dije entre dientes. Traté de combatir las ganas de saltar sobre ella y tomarla entre mis brazos hasta que ambos perdiéramos la razón. Ella me sonrió pícaramente cuando pasó su mirada sobre mi cuerpo, por lo visto no había logrado ocultar del todo la reacción que mi cuerpo había tenido. Cuando se puso a gatas sobre la cama y me dejo ver mucho más de lo que hubiera pensado de su amplio escote. —¿No vas a abrir tu regalo de cumpleaños?—me ronroneó tratando de ser seductora, pero su rostro estaba completamente rojo, al igual que su cuello y pecho. —Bella, amor… no podemos—traté de razonar con ella mientras aun pudiera. —¿N—no me deseas?—su labio inferior tembló y yo suspiré. La senté en mi regazo. —Bella…claro que te deseo. Te deseo más de lo que puedes imaginar…no tienes idea de las cosas que quiero hacerte—acaricié su rostro. —pero viéndote de esta manera—acaricié los volantes transparentes—me está volviéndolo tan loco, que si te pongo un solo dedo encima…—deje escapar el


aire de mis pulmones. — no puedo hacerte daño—sabía que mi voz dejaba notar lo torturado que me sentía —Edward…tu me deseas… yo te deseo—tomó mi mano entre las suyas y la colocó sobre su blando, firme, carnoso, delicioso y tibio pecho. Deje de respirar, use todo mi pobre autocontrol para no gemir. Bella tenía su labio firmemente presionado y yo solo quería succionarlo entre los míos, dejar que el deseo me guiara directo al infierno. —Isabella—respiré cuando ella tomó mi otra mano y la colocó sobre su otro pecho. —No tenemos que llegar hasta el final si te preocupa hacerme daño…pero podemos…—miró a un punto sobre mi cabeza para no verme a los ojos— practicar. —Bella…no tienes idea de lo que me estás haciendo—mi mente estaba casi nublada por la inesperada y desconocida sensación si su carne trémula bajo mis manos. —Por favor Edward…no me rechaces—susurró acercando sus labios a los míos. —Accedo a practicar—le dije respirando pesadamente—pero si considero que es demasiado me detendré… ¿de acuerdo?—mi voz sonaba ronca, totalmente desconocida a mis oídos. Ella asintió uniendo sus labios a los míos. La besé tentativamente, probando mi control mientras mis manos estrujaban la piel bajo ellos. Debo decir que se sentía más que bien. Bella, gimió mientras la acariciaba con suavidad, tratando de no emocionarme tanto que dejara de pensar racionalmente. Las tímidas manos de Bella empezaron a soltar los botones de mi camisa, mis manos bajaron a sus caderas. Necesitaba inmovilizarlas, porque Bella se movía con lentitud inconscientemente muy cerca de mi muy vergonzosa erección, cubierta solo por los pantalones de pijamas y unos bóxers. Emmett, una vez me contó que estaba tan excitado que la presión de su miembro contra sus pantalones había hecho que se le rompieran unas costuras. La imagen mental que apareció en su mente al recordar ese vergonzoso incidente, me había servido de lección y no pensaba pasar por eso con mi Bella. Gemí cuando sus pequeñas manos acariciaron mi pecho, haciendo que la calidez de su tacto me recorriera como una corriente eléctrica.


—¿Te gusta mucho esta cosa?—pregunté besando su cuello y tomando la vaporosa tela en mis manos para mostrar mi punto. —No…Alice, me compró varios—susurró sin aire. —Bien, entonces no te importará…—gruñí desgarrando la tela con mis manos. La miré recorriendo su hermosura con mis ojos. —perfecta—pasé mis nudillos por sus delicados montes. Jadeó y regresó a su faena de frotarse contra mí, ahora que estaba libre de mi agarre. Bajé mis labios a sus pechos y con mucho cuidado empecé a besarle y mordisquear solo con mis labios, protegiendo su delicada piel de mis filosos dientes. —Edward—gimió cuando mi lengua rodeó su rosada piel. Al parecer no lo estaba haciendo tan mal. Mi cabeza se fue por instinto hacia atrás, cuando su traviesa mano se hizo camino bajo mis pantalones y ropa interior. Había estado tan concentrado en lo bien que se sentía sus pechos en mi boca, que no me di cuenta cuando su mano había descendido de mi pecho. —Isabella, no…—logré decir cuando su cálida mano encerró mi miembro y empezó a acariciarlo con timidez al inicio y luego con más seguridad de arriba hacia abajo. —¡Shhhh!—me calló mientras le ponía más ahínco a su labor. Sentía como si hubiera muerto y mis cenizas hubieran sido llevadas al cielo. Arriba abajo, un apretón y luego abajo, arriba círculos en mi glande. Mi cabeza reposó totalmente contra la cabecera de la cama, cerré fuertemente mis ojos al sentir una desconocida estreches en mi saco. Sentía como si me hubiese vuelto de piedra. La sensación se volvía cada vez más poderosa con cada movimiento de su mano. Su calor era una contraparte perfecta para la frialdad de mi piel. En mi época el sexo fuera del matrimonio era mal visto y la masturbación era un pecado, por lo que nunca en mis ciento seis años de vida, se me ocurrió hacerlo. Ahora pienso que debería haber agregado lo ultimo a mi lista de pecados, ya que al menos me hubiera preparado para la cantidad de sensaciones que atravesaban cada parte de mi cuerpo. Cuando sentí que la tensión me haría explotar necesité agarrarme de algo, por lo que me sostuve con una mano de uno de los postes de la cama, mientras enterraba los dedos de la otra en el colchón. Empecé a pulsar, pero Bella no disminuyó los movimientos de sus manos.


—Isabella—rugí de tal manera que sentí la cama vibrar. Nada en mi vida humano o vampírica me hubiera preparado para la magnitud de placer que sentí en ese momento. Sentía que mi estómago tenia las pruebas de lo que acababa de suceder. Mi rostro tenía una enorme sonrisa. Abrí los ojos poco a poco, enfocándolos en la despampanante belleza de cabellos castaños que tenía en frente. La sonrisa de Bella era presumida, parecía un gato que se acabara de comer un jugoso canario. Mis ojos vagaron por su cuerpo que solo estaba cubierto por unas finas bragas de encaje. Verla sentada sobre sus talones, con el cabello cayendo sobre sus pechos desnudos, casi ocultándolos de mi vista; era una tortura, yo había alcanzado el nirvana gracias a sus manos y era hora de devolver el favor. Con calma…tranquilo…sin cometer errores. Me recordé a mí mismo. —Es tu turno—le dije con voz cargada de deseo. La tomé en brazos en un movimiento muy poco humano y la tendí sobre la cama. —No, no tienes que hacerlo, ¡oh!—dijo cuando mi lengua recorrió su centro cubierto por la fina y empapada tela…Dios…su olor era totalmente embriagante y su sabor era como nada que había probado jamás, la sangre más dulce de humanos que había probado no se comparaba. —Sí, sí tengo que hacerlo amor, te lo debo y además me moriría si no te pruebo— le arranqué la escasa tela que me separaba de mi dicha, acaricié casi con veneración la fina capa de vello que recubría su santuario. Mi madre humana se volviera a morir, si me escuchara hablar o comportarme de esta manera. Debía recordar que había sido educado para ser un caballero, pero esta pequeña ninfa, tentaba mi cordura. Mi nariz recorrió la cara interna de sus muslos, el calor de su arteria femoral me llamaba, me tentaba a hundir mis dientes en su suave piel, probar su dulce sangre y reclamarla como mía por el resto de la eternidad. —Edward…—movió sus caderas de forma sugerente. —La mia cantante—murmuré en italiano dándole un beso en el muslo. Mis labios trazaron un recorrido desde su muslo hasta su centro, volví a inhalar y exhalé. —Yo…oh cielos…. —balbuceó cuando deje que mi lengua rozara su parte más intima.


Me tomé mi tiempo, acariciando con mi lengua y conociendo cada pliegue de su intimidad, deleitándome con delicado su aroma almizclado, con un toque floral. —Edward, necesito más…por favor…—me suplicó. Tentativamente acerqué un dedo a su apertura, recogí toda la humedad posible antes de adentrarlo solo un poco. Ella empujó sus caderas hacia abajo y yo la detuve con mi otra mano. —Bella, no quiero que pierdas la inocencia de esta manera…mis dedos son demasiado duros y pueden arrancarte ese precioso tesoro—jadeó como pez fuera del agua cuando moví mi dedo en circulo que solo había adentrado hasta mi falange media. Sentir el calor que me rodeaba, empezó a mandar señales a una parte de mi cuerpo que ya había sido saciada. Mi boca capturó con cuidado el pequeño nodo de placer, protegido entre sus pliegues y lo absorbí en mi boca como un humano sorbiendo una bebida, solo que para mí era el más dulce manjar de los dioses, creado solo para mí. Solté su cadera y mi mano se aferró a un pezón, moviéndolo con sumo cuidado y tironeándolo hasta que se convirtió en una firme piedrecilla. Mi ángel jadeaba a mayor velocidad, si todos los pensamientos sexuales de hombres que habían golpeado mi mente en algún momento sin mi consentimiento estaban en lo cierto, Bella, estaba por tener un orgasmo. Intensifiqué mis atenciones en su cuerpo y pronto la escuché gemir mi nombre, una y otra vez. Mi ángel siempre ha sido muy hermoso, pero nunca lo había sido tanto como en el momento en que toqué las puertas del cielo con la yema de los dedos. Tendría que ejercitar mi autocontrol, para poder revivir la experiencia una y otra vez. Bella, tenía los ojos fuertemente cerrados y cuando me recosté a su lado después de haber limpiado rápidamente el desastre que tenía en mis pantalones y estómago; abrió sus hermosas orbes chocolates dejándome ver como en un libro todas sus emociones. —Gracias—se apretó contra mi pecho aun tratando de recuperar el aliento. —Gracias a ti…este es el mejor regalo de cumpleaños que me han dado. —le dije con sinceridad, acariciando su brazo. —Dime…Alice tuvo que ver en esto, ¿verdad? Por eso todos se han ido de la casa—la sentí sonrojarse contra mi mejilla.


—No te enojes, con ella…yo prácticamente la obligué—murmuró avergonzada, yo reí suavemente. —Dudo que te haya costado mucho trabajo. Ese pequeño duende sabía bien lo que hacía—le dije sabiendo a ciencia cierta que Alice, participó de forma activa y por voluntad propia. La conocía como a la palma de mi mano. —Ella fue la que ideó que todos se fueran, de lo contrario Emmett y Rose hubieran roto la puerta; Jax hubiera sufrido una especié de crisis mental y Esme nos hubiera obligado a casarnos mañana. Por suerte hoy trabaja Carlisle, sino creó que hubiera completado el quinteto de la muerte para nosotros— soltó una risita tonta. —Definitivamente, eres la criatura más peligrosa que he conocido y mira que he conocido bastantes monstruos—sacudí mi cabeza y besé su frente. — Aunque lo del matrimonio no estaría mal…—murmuré como quien no quiere la cosa. —Consumaríamos es matrimonio, ¿verdad?—me miró interrogante. —Déjame primero practicar mi autocontrol, ocupándome de ciertos menesteres—la miré apreciativamente y ella se sonrojo—luego que me sienta totalmente en control para estar seguro de no hacerte daño…podríamos intentarlo. —ella asintió sonriente. —Si me caso contigo, ¿me convertirías?—suspiré pesadamente. —Cuando eras pequeña te hubieras casado conmigo sin ponerme condiciones—recalqué. —Si, pero cuando era pequeña, no sabía sacar partido a las cosas—la sentí sonreír, pero en realidad quien reiría seria yo. —Claro… en cuanto te cases conmigo te convierto—mi boca se levantó en una sonrisa, cuando la escuché chillar. —Entonces, sí, sí, sí—se abrazó a mi cuello.—¿Cuándo nos casamos? Te prometo que no seré una eterna molestia, me portaré bien, pero no cuando sea neófita, usaré ese año para patearle el trasero a Em—dijo maquiavélicamente. —Tienes que tener al menos dieciocho años para poderte casar. Así que dentro de dos años.


—Eso no es justo, me engañaste—se sentó llevando la sabana con ella y cubriendo su pecho desnudo. —No lo hice—no pude evitar sonreír. — tú pusiste tu condición y yo puse la mía. —Solamente estas ganando tiempo, eso es desleal. No se vale negociar así. No quiero ser mayor que tú—su rostro estaba rojo por el enojo. —Isabela, solo serias mayor que yo, por un año y días. —traté de razonar. —Me voy a convertir en vampiro antes de los dieciocho, lo quieras o no Edward Cullen. Marca mis palabras—cruzó sus brazos bajo sus pechos, pero yo no tome en serio sus palabras, ninguno de los demás se atrevería a convertirla sin mi expreso permiso. —No discutamos, Bella. Amor, hemos pasado unos momentos muy hermosos para mancharlos con una pelea—le murmuré acercándome y besando su cuello. Escuché su corazón empezar a latir con fuerza. —Sí… creo que mencionaste algo…sobre la practica—susurró dejando caer la sábana.

Capítulo 25: ¿Felíz Cumpleaños?

La estreché entre mis brazos, sintiendo miedo de que todo lo sucedido fuera un sueño. Escucharla respirar y murmurar mientras dormía, me arrullaba, invitándome a un sueño que yo sabía jamás llegaría. Alice regresó a las cuatro de la mañana, visiblemente alterada. Sólo entró a la casa para tomar las llaves de mi Aston Martin. "Me debes una grande, si tu auto sigue aquí cuando Rose regrese… ". Temblé cuando me mostró la imagen de mi auto favorito siendo destrozado a golpes por Rose. Esta imagen solo duró unos segundos mientras ella aceleraba a fondo. Sabia que lo sucedido entre mi ángel y yo crearía mucho revuelo en la familia, pero…si de todos modos me voy a ir al infierno… Seguramente hoy sería un largo día. Toda la familia llegó a casa alrededor de las seis de la mañana, eso nos daba amplio margen para arreglarnos para la escuela.


Carlisle y Esme estaban en el jardín, teniendo un momento romántico. Solo besos y abrazos. Por suerte mis padres reservaban sus "demostraciones de afecto" para las noches. ¿Qué…? Oh dios… ¿Edward, ustedes? El primero en notar el aroma de nuestro ultimo encuentro sexual fue Jasper. —No—respondí en voz baja. Gracias a los cielos. Pero entonces… ¿qué sucedió? Me preguntó tratando lo menos posible de respirar. —No, ¿qué? Hoy eres un año más viejo—dijo Em risueñamente, antes de detenerse en seco, cuando percibió el aroma. Chico…no cumplirás otro año. Me gruñó en su mente, corriendo escaleras arriba hasta llegar a mi habitación. Rosalie al ver la acción de Emmett, lo siguió. Jasper también subió las escaleras, solo que a paso humano.él trataba de retrasar lo más posible esta confrontacion porque aun no estaba seguro de que lado se pondria. Rose y Em estaban de pie en el umbral de la puerta, ambos me veían fijamente. La mirada asesina de mi hermana cuando respiró se posó primero en mis ojos y luego la dejo vagar por la habitación, deteniéndose fijamente en el poste de la cama que tenia las huellas de mis dedos cuando se aferraron a él. Emmett y Rose estaban inmóviles. Jasper no sabía que pensar, él sabía que un momento parecido a este llegaría, pero no estaba seguro de cómo reaccionar ahora que había pasado. Alice se escurrió con cuidado y lo abrazó por la cintura tratando de consolarlo. —¿Qué demonios?—rugió Emmett. El estruendo que hizo, despertó a Bella. Al inicio ella no se dio cuenta que teníamos compañía en la habitación y se acurrucó contra mí, su mano empezó a vagar por mi pecho y yo la sostuve para que no siguiera su recorrido. Esto pareció alertarla porque se sentó de golpe. —Isabella Marie Masen, déjanos solos—le dijo Rosalie entre dientes. No van a quedar ni tus cenizas, cuando te ponga las manos encima. Te dije claramente que no tuvieras relaciones con ella. Pudiste haberla matado. Eres un idiota, insensible, egoísta. El discurso mental de insultos de Rosalie siguió. —¡No!—le respondió Bella, –Edward y yo somos adultos. Somos una pareja y no pretendo aceptar ninguno de sus dobles raseros con nosotros.—señaló a


Rosen a Emmett, quien nos miraba con el ceño fruncido y sus manos cerradas en puños. Emmett, repasaba en su mente distintos escenarios y en todos llegaba a la conclusión de que yo había "desflorado" a su hermanita sin tener un anillo de por medio. —Tu no eres adulta, solo tienes dieciséis años y no están casados—le recriminó señalándola con un dedo. Carlisle y Esme se acercaron y pude ver la escena a través de los ojos de mi padre. Bella enfundada en sus pijamas, aferrándose fuertemente a mi pecho y uno de mis brazos envuelto en su cintura, listo para alejarla de mi si se desataba una pelea. —Tu no esperaste a casarte con Emmett para acostarte con él—chilló Bella al borde de un ataque de rabia, por lo que podía sentir de sus emociones reflejadas en la mente de Jasper. —Si ese es el problema se puede solucionar. Miró fijamente a Jasper—Jax…puedes pedirle a Jenks que me cambie la edad a dieciocho, de esa manera Edward y yo podemos ir a las Vegas y estar casados en una semana. —le dijo y todos inhalamos con fuerza. Bella jamás pensaba o daba soluciones a las cosas de la manera que los demás humanos hacían. Su mente era tan compleja para todos, incluso a mí que podía decir la conocía mejor que nadie siempre me tomaba por sorpresa. —Chicos, no hay que precipitarse—Carlisle entró en modalidad de mediador. —Bella está creciendo, aunque no queramos reconocerlo. Ya no es una bebita. Edward es su pareja—dijo incomodo—y ambos son unos adolescentes saludables—metió un dedo en su corbata para aflojarla y yo me quise morir cuando vi lo que iba a decir—con deseos por conocer su cuerpo y las reacciones físicas. La masturbación entre compañeros es perf—lo corté. Bella estaba roja hasta la raíz del cabello. —Gracias Carlisle…yo tomaré la palabra—dije sabiendo que no soportaría más de su charla. Me había mantenido callado pero era hora de poner los puntos sobre las íes. Respetaba a mi familia y los amaba, pero no iba a permitir que empujaran a Bella a casarse conmigo, eso me haría tener que convertirla antes de tiempo y yo quería que ella experimentara todo para que decidiera bien sobre convertirse en vampiro. —No hay nada que hablar, casarnos es la mejor solución—dijo esperanzada. —Bella, amor. No nos apresuremos—ella bufó molesta—te prometí que me casaría contigo y lo cumpliré, pero no lo haremos solo porque nuestra familia


nos permita estar juntos—besé sus cabellos y miré a los seis vampiros que tenían sus miradas en nosotros.—No tengo por qué darles explicaciones de mis actos, pero se las daré. Bella y yo no hicimos el amor como piensan Rosalie y Emmett—ambos me miraron escépticos. Jasper y Carlisle sabían que era cierto porque no había olor a sangre en la habitación. Esme apoyaba silenciosamente la idea de la boda, ella pensaba hacerla una ocasión sin igual, pero, en cierto modo me apoyaba con lo de esperar. —No tienes por qué dudar de la palabra de Edward, Rose.—le dijo mi ángel enojada. —Bella, no sé qué te dijo Edward para convencerte de hacer lo que sea que hicieron per—Bella la cortó. —Edward no me convenció de nada, fui yo quien lo seduje—gritó para luego ponerse roja. —Creo que lo mejor sería no involucrarnos, Rosalie—le dijo Carlisle. —Como crees que no me voy a meter. Carlisle. Isabella es una niña—Los dientes de Rosalie chocaron entre sí con fuerza. —Soy una mujer...—se defendió Bella. —No te metas en esto señorita. Esto es entre el corruptor de menores y nosotros—Emmett la sujeto por los hombros. —Rose, recuerda que Edward es tan casto como Bella y ambos son adolescentes—dijo Esme tratando de calmarla. Chico, me voy a llevar a Rose afuera; pero aun me debes una explicación...recuerdas lo que te dije de "ojos que no ven corazón que no sienten", creo que tendré que recordártelo. Tomó a Rose por los hombros y la sacó de la habitación. —Nos vemos en el desayuno de Bella—dijo Carlisle haciendo que los demás salieran de la habitación Cuando nos dejaron solos, tomé el rostro de Bella entre mis manos y besé su nariz. —Vístete y no te preocupes por nada—le dije sabiendo que seguía enojada. —Todo sería más fácil si me convirtieras, de esa forma dejaría de ser la pobre y débil humana—le levantó y me miró fijo a los ojos. Suspiré.


—Bella… podemos tener esta conversación después—me froté el rostro con las manos. —Bien…—dijo marchándose al baño. Me vestí lo más lento que pude, no quería otra confrontación. Bella, salió vestida y con su cabello recogido en una coleta que me dejaba ver su hermoso, estilizado y largo cuello. No soporte y la tomé por la cintura para poder plantar un húmedo beso en su cuello. La sentí estremecerse entre mis brazos. La tomé de la mano y la bajamos juntos a la cocina donde Esme, Carlisle, Jasper y Alice conversaban. Ninguno tocó el tema de lo sucedido en nuestra habitación, Bella comió con tranquilidad sentada en mi regazo mientras yo jugaba con sus cabellos. —Em y Rose, se fueron porque están molestos con nosotros, ¿no es cierto?— me preguntó dejando su plato en el fregador. —Bella…—dije tomando su rostro en mi manos, no quería que estuviera preocupada por lo que deje que mi aliento golpeara su rostro al hablar—no pienses en eso…pronto se les pasara—vi su rostro quedar en blanco para luego parpadear un par de veces. —O...ok…—dijo con un hilo de voz, yo sonreí al saber que la había deslumbrado. Salimos para la escuela en mi auto, Bella me sonreía y se sonrojaba cada vez que me miraba. En estos momentos son en los que me frustra no poder leer su mente. —¿En qué anda esa cabecita tuya?—la cuestioné agarrando su mano y llevándomela a los labios. La calidez de su piel es algo que siempre me ha reconfortado. —N—nada...—su sonrojo se hizo mayor. Enarqué una ceja pero no dije nada. Al llegar a la escuela nuestros hermanos nos esperaban. Rose aun tenía la cara amarrada y, me miraba con el ceño y los labios fruncidos. Idiota, fue su saludo mental. —¿Chicos que vamos a hacer para el cumpleaños de Edward?—preguntó mi ángel jugando con los dedos de mi mano.


Desmembrarlo y quemarlo para luego bailar sobre su pila de cenizas. Rosalie estaba teniendo serios problemas para controlar su mal humor, pese a que Jasper la estaba tratando de ayudar. —Podemos ir de cacería—sugirió Emmett y Bella lo miró entrecerrando sus ojos. —Algo en lo que yo pueda participar—le respondió. —Creo que tu ya has tenido demasiada "participación" en el cumpleaños Edward—le dijo mirándola con reproche. Bella le sacó la lengua. —Tenemos que celebrar el cumpleaños de Edward, no todos los días se cumplen diecisiete años—acarició mi brazo y me guiñó el ojo. —¿Edward, cumple años?—la irritante voz de Jessica. —Sí...—Alice le respondió con una sonrisa. —¿Van a tener una fiesta? Podemos hacer una celebración con varios de nuestros compañeros—dijo emocionada. Genial, a ver como logras sacarnos de este embrollo. No quiero pasar más tiempo del necesario con estos humanos. Sabes que no soporto a esa humana, sus sentimientos son tan... Jasper tembló ligeramente. —Vamos a salir a cenar como familia—le respondí mintiendo perfectamente. —Oh... ¿Solo van ustedes?—en su mente podía ver que ansiaba que la invitáramos. —Sí...solo la familia—le dijo Bella molesta, envolviendo su pequeño brazo alrededor de mi cintura en un gesto protector que me recordó a cuando era una niña y les gritaba a todos "mío" cuando se me acercaban. —Bueno, de todos modos seguramente mi madre y yo pasaremos por su casa a dejarles unos pastelitos que preparamos—empezó a pestañearme, según ella de forma coqueta. —No vamos a estar, tenemos reservaciones en un restaurante en Port Angeles—le respondió Alice con rapidez. Los pensamientos de Jessica eran molestos, ella estaba muy enojada por no haber sido invitada a nuestra cena, teniendo en cuenta las incontables veces que su madre nos había invitado a cenar.


—Debemos irnos, sino llegaremos tarde a clases—Jasper necesitaba alejarse de Jessica. En el almuerzo, Rose seguía molesta. Emmett ya volvía a ser más como él mismo. Alice, nos informó que había reservado un salón semiprivado para celebrar mi cumpleaños en La Bella Italia. Todos gruñimos al unísono, pensando en que teníamos que mantener la charada de que éramos humanos por más tiempo del necesario. Al llegar a casa Alice, se llevó a Bella para arreglarla. Pasé la tarde aburrido, escuchando todo tipo de amenazas mentales por parte de Rosalie, hasta que me cansé y bloqueé su voz mental. Me senté en el piano por largo rato tocando las melodías favoritas de Bella. La miraba de vez en cuando atreves de los pensamientos de Alice; por alguna razón no había podido dejar de pensar en su cuerpo desnudo, cada vez que la observaba, la recordaba recostada en nuestra cama con mi cabeza entre sus piernas. Me estaba convirtiendo en Emmett, pensé apesadumbrado. La puerta de la habitación se abrió de par en par, mostrando a mi hermoso ángel. Debía reconocer que Alice sabía exactamente qué hacer para resaltar su belleza natural. Ella se acercó a mí y se puso de puntillas para besarme. La tomé por las caderas, ese jeans hacia que se vieran todas sus muy femeninas curvas. Bella, mordió mi labio inferior mientras yo la alzaba del suelo para que no se tuviera que estirar tanto, sus manos empezaron a recorrer mi cuello y hombros. —Vamos a llegar tarde—gritó Jasper desde la planta baja. ¿Hermano, recuerdas lo que hablamos de no hacer eso cuando yo estoy en casa? Volví a poner a Bella en el suelo, su labio inferior sobresalió en un muy atractivo puchero. —Después…—le dije al oído y Bella se mordió el labio inferior con fuerza. Conversamos animadamente durante todo el camino. Alice y Jasper iban con nosotros en el auto, mientras Rosalie y Emmett viajaban con Carlisle. El restaurante no estaba muy concurrido en esta noche, lo cual fue un alivio. Nos prepararon una mesa en un espacio semiprivado, pero solo teníamos la compañía de una pareja de unos cuarenta años que celebraban su aniversario de bodas. Rosalie se las ingenió para sentarse al lado de Bella haciendo que el único espacio libre fuera justo al lado de Emmett quedando de esa manera frente a Bella y Emmett frente a Rosalie.


Bella se notó disgustada y jugueteó con su comida un rato, luego la vi sonreírme y sonrojarse. No sabía lo que estaba pasando por su cabecita hasta que sentí uno de sus tibios pies acariciar mi pantorrilla. Ella miró de un lado a otro de la mesa e hizo que su pie subiera un poco más. Traté de mantener la compostura, incluso cuando su pie se empezó a restregar contra mí ya muy evidente erección. ¿Qué está pasando? Jasper me miraba fijamente antes de girarse y mirar a Bella, pero escuché su voz mental a lo lejos. No podía concentrarme en nada que no fuera ese cálido piececillo frotándose contra mí. Siguió haciéndolo hasta que sentí que no podía soportarlo más. —Disculpen—dije levantándome de golpe con toda la intención de irme al baño. Seis pares de ojos dorados me miraron con las orbitas a punto de salirse y Bella se había encogido tanto en su silla como si quisiera desaparecer. Los humanos me miraban asombrados. Mire abajo a mi pantalón color crema y pude ver las huellas que el pie de Bella habían dejado, mostrando el pequeño jueguito que estaba teniendo bajo la mesa. Alice, rompió a reír. Haciendo que sus carcajadas resonaran por el lugar como campanillas al viento. Emmett había doblado los cubiertos y la expresión de Rosalie era asesina. —Isabella…—dijo Carlisle debatiéndose entre reírse o enojarse. —No me digas nada papá…no sabía que el piso de este lugar iba a estar tan sucio. —dijo con el rostro de color escarlata. En ese momento, entraron todos los camareros sosteniendo un pastel que tenía una vela encendida mientras cantaban feliz cumpleaños. Los siete se detuvieron en seco tomando la escena frente a ellos. Si hubiera sido humano, seguro me hubiera muerto de la vergüenza. Jasper tuvo que sostener a Alice, quien se doblaba de la risa. —Mary Alice—dije bajo mi aliento. Lo siento, tuve una visión de Bella haciéndote "cariños" bajo la mesa y no me pude contener. —Te voy a arrancar la cabeza duendecillo—siseé, sentándome de nuevo en mi lugar y deseando con todas mis fuerzas que este maldito día terminara.


Capítulo 26: Locura

CAPITULO 26 LOCURA Me quería morir... no eso era una subestimación de cómo me sentía. Nunca pensé sentirme tan avergonzada. No solo conseguí que mi familia se enojara conmigo, sino que también coloqué a mi dulce Edward en una situación comprometedora. A pesar que sabía lo enojados que se habían puesto algunos, esta mañana, quise tomarme el riesgo de "jugar" con Edward en el restaurante para ver si podía romper su siempre rígida fachada. Me quedé sentada en mi lugar sin atreverme siquiera a respirar muy alto, mis ojos estaban fijos en los labios de todos que se movían a prisa pero sin emitir sonido. Carlisle les respondía de igual manera y Edward tenía el ceño fruncido. Siempre me ha molestado que tengan este tipo de "conversaciones" donde yo nunca me entero de nada. Al parecer llegó un momento en que dijeron algo que molestó a Edward, porque él se levanto muy airado y me miró. —Nos vamos Bella—dijo entre sus dientes y llegó a mi lado tratando de mantener su charada humana. —Edward, hijo. — dijo Esme con mucho sentimiento en la voz, él solo negó con la cabeza. —Solo regresaremos a casa, mamá. No tomaré ninguna decisión sin antes haber hablado con Bella—trató de hacer que sus palabras fuera menos hostiles que lo que reflejaba su rostro. Meme, se levanto al mismo tiempo que yo y me abrazó con ternura. Yo no entendía lo que estaba pasando, pero algo me decía que no era el momento de preguntar.


Edward, tomó mi mano y me guió fuera del restaurante, a través de las desoladas calles de Port Angeles. De pronto se detuvo en seco y se inclinó. —Sube—fue todo lo que dijo, todo su cuerpo emanaba un enojo que por el tono de su voz estaba a punto de estallar. Me subí en su espalda sin dilatar, no me gustaba verlo así. Se puso a correr en cuanto se aseguró que estuviera bien sujeta. Nunca antes había corrido tan rápido conmigo en su espalda. Parecía que estaba dejando salir su rabia a través de la velocidad. Iba tan rápido que yo no podía ver a donde nos dirigíamos, todo por donde pasábamos era un borrón. De pronto empezó a aminorar la velocidad, hasta que se detuvo en nuestro claro. Me deje caer de su espalda, perdiendo el equilibrio por lo entumecida que tenía las piernas. Edward empezó a caminar de un lado a otro a mucha velocidad, giraba cuando llegaba al borde del bosque y regresaba tan rápido que no podía estar segura si iba o venia. Un nudo se formó en mi garganta al saber que era mi culpa. Todo lo que había pasado era mi culpa. —Lo siento—un sollozo salió estrangulado de mi garganta y Edward estuvo a mi lado en un parpadeo. En cuanto me tomó en brazos, rompí a llorar. —Shhh, Bella. Lamento haberte asustado—su voz era triste— ¿sabes que nunca te haría daño, verdad? – yo asentí. Nunca podría tenerle miedo. No había persona en el mundo que me hiciera sentir más segura que él. —Lamento, el lio que cause—mi voz era muy pequeña, casi tanto como me sentía en estos momentos. —Ellos no tienen derecho a meterse en nuestras vidas. Yo soy quien lamenta, que hayas tenido que presenciar todo eso—acarició mis cabellos. —No te preocupes, no me enteré de nada—trate de sonar alegre pero no podía.— ¿Nos vamos a ir nosotros solos? ¿Vamos a dejar a la familia?— susurré y él suspiró pesadamente. —No lo sé…lo que les dije fue en un momento de rabia—miró al cielo donde no se veía una sola estrella, la única luz era proveniente de la luna llena. — ¿Crees que si fuera vampira, ellos seguirían portándose de esa forma en lo que refiera a nuestra relación de pareja? —llevé mis manos a su rostro y acaricié su pétreo rostro. Sus facciones se relajaron bajo mi toque.


—Cuando llegue el momento lo sabremos…por favor no quiero hablar de eso esta noche—su gélido aliento me hizo temblar ligeramente. —Deberíamos regresar a casa, estas temblando de frio— yo negué con la cabeza — ¿No podemos ir a otro lugar? No creo que podría soportar otra discusión por mi culpa—me acurruqué contra su pecho y Edward acarició mis cabellos. — ¿Quieres ir a un hotel? Puedo hacer las reservas mientras corremos de regreso a Port Angeles—yo suspiré. No quería regresar a Port Angeles, eso nos tomaría unos veinte minutos y yo solo quería recostarme sobre el pecho de Edward y cerrar los ojos. — ¿Podemos ir a casa de mis padres? —Sí podemos. Tengo escondida una llave en el tronco de un árbol cercano a la casa—su voz era acompasada. —No te preocupes por mí, no me voy a poner triste. Tu siempre estarás a mi lado—sabía que Edward estaba preocupado pensando en que me podría poner triste estar en casa de mis padres biológicos. —Nunca te dejaré...Bella, tu sabes que eres mi vida, siempre lo has sido— levantó mi mentón con cuidado como si estuviera hecha de la más frágil porcelana. Mis ojos se encontraron con sus doradas orbes en las que se reflejaba todo el amor que sentía por mí. Estiré mi cuello y rocé sus labios con los míos. El beso fue delicado, tierno y muy dulce. Ninguno de los dos trató de profundizarlo. —Te amo—murmuré contra su cuello cuando rompimos el beso. Me estrechó contra su pecho y besó mi cabeza dejándolos sus labios reposar por un largo tiempo. Edward, no tenía que responder, yo estaba segura de su amor por mi. —Esconde tu rostro en mi pecho, mi ángel—dijo antes de ponerse a correr. Llegamos a la casa en pocos minutos, cuando Edward abrió la puerta fue cuando me planteé algo… ¿Dónde iba a dormir? En mi antigua habitación solo había una cuna y no pensaba dormir en la cama de mis padres. No podría hacer eso. Me quedé de pie en la sala, el sofá se veía lo suficientemente acogedor como para permitirme recostarme en el pecho o las piernas de Edward. Edward pareció caer en cuenta de lo mismo, pero parecía debatirse con sus pensamientos.


— ¿Segura que quieres dormir aquí? El sofá no se ve muy cómodo—Su mirada se fijo en el mueble como si lo ofendiera. —Dormiré en tu pecho que es el lugar más cómodo del mundo para mí. — sonreí, haciendo que se sentara conmigo. —Bella…soy tan duro como una roca. ¿Cómo puedes catalogar "cómodo" descansar sobre mi? Aun después de todos estos años nunca he entendido como puedes dormir sobre mí y amanecer tan tranquila como si lo hubieras hecho en un lecho de rosas—acarició mi mejilla con el revés de su mano. —Creo que mi cuerpo fue hecho para amoldarse al tuyo, además, me siento segura en tus brazos—dije en voz baja recostándome sobre hombro. Edward, empezó a acariciar mis cabellos mientras tatareaba mi nana. Mañana hablaría con Rose, tenía que hacerle ver las cosas desde mi punto de vista. No sería nada fácil, pero, la peor lucha es la que no se hace. Cuando desperté sentí la satisfacción de saber que ayer había terminado nuestro "curso de verano de una semana" para ponernos al día con las materias en las que nos atrasamos cuando nos ausentábamos de la escuela. —Regresemos a casa, voy a hablar con Rose. No podemos seguir así—dije contra su pecho. —Como gustes—murmuró besando el tope de mi cabeza. La casa estaba normal, Rose y Emmett estaban viendo televisión. Alice estaba frente a su Macbook, haciendo diseños. Jax estaba sentado a su lado, acariciando su despeinado cabello. Entre a la cocina y Meme me recibió con una enorme sonrisa. —Tu desayuno está listo—colocó un plato de crepes dulces con frutas frente a mí. Le sonreí de regreso y me dedique a comer. Meme, abrazó a Edward y le dio las gracias, pero cuando pregunté a que se debía, ambos le quitaron importancia al asunto. Salí a la sala en cuanto terminé de desayunar. —Jasper y yo regresaremos en un rato—Alice dijo mirando hacia Rose. Antes que pudiera contestarle algo ya habían salido por la puerta. —Rose… ¿puedo hablar contigo?—Em, me dio una tímida sonrisa y yo se la regresé. Él es mi hermano en todo el sentido de la palabra, nunca podríamos estar enojados mucho tiempo él uno con el otro. —a solas—añadí para el resto de la familia.


Casi todos salieron de la casa. Edward se acercó donde estábamos besó mi frente, haciendo que Rose abriera los labios mostrándole sus afilados dientes con un medio gruñido. —No estaré lejos—susurró en mi oído antes de irse. Me giré hacia la vampira a quien consideraba una segunda madre y suspiré. —Ya no soy una niña, Rose. Por mucho que quieras evitarlo puedo tomar mis propias decisiones. —me senté frente a ella en el sillón. —Pero estas tomando decisiones equivocadas—su voz tenía un temple de acero. —Pero son mis decisiones Rose. Tienes que dejar que me equivoque. No entiendes que amo a Edward. Tú y Emmett no se pueden quitar las manos de encima, los he visto desde que tengo uso de razón. Es una hipocresía que yo no pueda hacer lo mismo. — me empecé a enojar por su actitud. —Emmett y yo somos de la misma especie. Isabella. Tu eres humana—replicó. —Pronto dejaré de serlo. Edward, me va a convertir—mi voz se volvió petulante. Los ojos de Rose se volvieron unas pequeñas rendijas, su rostro amenazador. Nunca antes pareció tanto un vampiro como ahora. —Sobre. mi. Pila de cenizas—dijo entre dientes con un rugido. —No es tu decisión es mía. Es mi vida de la que estamos hablando. —me levanté de golpe. —Debes permanecer humana. Tú tienes todo lo que yo siempre he deseado y no permitiré que lo tires a la basura. ¿Me escuchaste jovencita?—la tuve frente a mí en un parpadeo. —Sé perfectamente bien que darías y dejarías todo por ser humana. ¿Eso incluye a Emmett?—mis palabras salieron como una catarata. Ella asintió con los labios tensos. —Eso es lo que nos diferencia, Rose. Yo nunca podría dejar a Edward. Nosotros formamos una sola persona. Lo único que nos impide estar completamente unidos es esta maldita mortalidad. — dije exasperada.


—Tienes demasiadas cosas por vivir, ¿no lo entiendes? ¿Cómo puedes saber que en verdad amas a Edward y no solo es un encaprichamiento del que te cansaras cuando llegue algún humano que te mueva el piso? No me salgas con que "Alice lo vio" Imagina que te acuestes con Edward y luego llegue el hombre con quien en verdad hubieras querido compartir esa experiencia. Debes seguir siendo humana—eso fue más de lo que podía soportar. — ¿Cómo te atreves a dudar de mi amor por Edward? ¿Cómo te atreves a menospreciar el lazo que nos une? Nunca. Escúchame bien Rosalie Hale. Nunca voy a dejar de amarlo y me voy a convertir en vampiro para pasar el resto de la eternidad disfrutando de nuestro amor, lo quieras o no. Pensé que tú de todos seria la que más me comprendería porque siempre me has dejado claro tu cariño, pero veo que me equivoqué. Tú cariño solo está condicionado a que mi corazón siga latiendo—mi voz se rompió y salí de la casa sin mirarla. Empecé a correr en cuanto mis pies tocaron la grava de la entrada, no había llegado a los arboles cuando Edward me envolvió en sus brazos. —No llores, amor— No me había dado cuenta que estaba llorando hasta que él me lo dijo. Edward, me tomó en brazos y saltó el rió, caminó hasta que encontró un lugar donde sentarnos. Yo seguía con mi rostro enterrado en su cuello. Nos quedamos envueltos en los brazos del otro durante largo tiempo. Estaba a punto de quedarme dormida de tanto llorar cuando lo sentí tensarse. Estiré mi cuello para verlo y sus labios estaban formados en una línea casi recta salvo una comisura que estaba retraída mostrando sus dientes, dándole un aspecto feroz. —Vengo en son de paz—la hermosa voz de Rose resonó en el bosque, aunque aún no se veía su forma. Respiré profundamente contra el cuello de Edward, su aroma siempre me calmaba. —No quiero discutir de nuevo, Rose—mi voz salió amortiguada por la piel de Edward. —No vengo a discutir, Bella.—suspiró—vengo a...—tragó en seco—vengo a pedirles disculpas...a ambos—su voz se convirtió en un murmullo.—He pensado que tienes razón Bella...no tengo derecho a meterme en tu decisión. Puedo no aprobarla, pero tratare de apoyarte—levanté mi rostro y le sonreí. —Gracias Rose...significa mucho para mi—mi voz tenía mucha emoción.


—No tienes nada que agradecer bebita—me levanté y la abracé. Esta es la Rose que siempre he conocido. —Bien entonces solo queda esperar a que Edward se decida, podemos hacerlo pronto—les dije esperanzada. — ¡NO!— respondieron los dos al mismo tiempo. —Bien...— me crucé de brazos. No importa que se negaran, mi plan ya estaba en marcha. La noche llegó y para mi suerte los chicos estaban en el bosque jugando luchas; Esme, Rose y Alice estaban vigilándolos. Les dije que iba al baño y ahí fue entonces cuando aproveché. —Casa de los Black—respondieron al primer timbrazo. —¿Se encuentra Jacob?—dije tímidamente, no sabiendo quien había respondido. —¿Bella?, soy Jake—dijo alegremente. —Oh, no te reconocí. Jake... me dijiste el jueves que para esta semana estarían listas las motos. ¿Ya las terminaste? Era una suerte que estuviéramos de vacaciones, durante las clases muchas veces tenía miedo que Edward leyera en la mente de Mike que yo solo trabajaba 2 de los 3 días que él creía. El día libre lo usaba para recorrer el pueblo comprando las piezas faltantes para la moto. —Te iba a llamar, para darte las buenas las noticias. Las acabo de terminar. Mañana podemos empezar con las practicas de manejo—la emoción en su voz era igual a la mía. —Genial, Jake. Mañana a las tres. ¿Dónde podemos practicar sin ser descubiertos? Quedamos de acuerdo en que me recogería en el almacén de los Newton. Ahora solo me quedaba cruzar los dedos para que Alice, estuviera tan entretenida en la caza que no le avisara a Edward o a Jax de mis planes. Regrese y los observe "jugando" más bien parecía que Em y Jax querían vengarse de Edward por haber empezado a estar íntimamente conmigo. Por suerte Edward, leía sus movimientos, pero, una lucha dos contra uno no era


justa. Muchas veces a pesar que Edward esquivaba a Emmett, Jax lo ataca justo cuando se disponía a volverse a defender. Lo que hizo que en varias ocasiones Emmett lo lanzara contra un pino, haciendo un "cambio de paisaje". Cuando me queje de la injusta situación, Emmett, empezó a burlarse de Edward, diciéndole que no se escondiera tras mis faldas. En cuanto desperté me pase toda la mañana ansiosa, trataba de relajarme, porque Edward y Jax me miraban intrigados. Sus dones que siempre han sido convenientes para mí, en este momento me estaban volviendo loca. Alice se sentó a mi lado, mientras los veíamos a los chicos jugar videojuegos. Ella dejo caer un papel en mi regazo, lo abrí y leí lo que decía. Te traes algo entre manos. Desiste de hacerlo o te acusaré con Edward. La miré entrecerrando mis ojos. — "No estoy planeando nada". — Le dije moviendo los labios pero sin articular palabra. —Estas advertida—leí sus labios. Bufé y me cruce de brazos. Al fin llegó la hora y nos encontrábamos en el estacionamiento de los Newtons. —Nos vemos luego chicos, diviértanse—les dije y me incliné para besar a Edward en los labios. —Nada de andar compartiendo fluidos corporales mientras yo estoy presente—se quejó Emmett. —Pues nadie te dijo que miraras—rodé mis ojos y él se soltó a reír. Edward saltó del Jeep para ayudarme a bajar. —Te voy a extrañar, pórtate bien. Carlisle, está en el hospital, llámalo si necesitas algo antes que te venga a recoger. Trataré de estar de regreso en casa antes de las ocho—yo asentí a todo lo que me decía. Me besó una vez, haciendo que todos se quejaran. Les lancé un beso a mis hermanos y los despedí con la mano. Diez minutos después Jake estaba aparcando frente a mí. Salté dentro del auto. — ¿Ansiosa, no?—me preguntó riendo, yo no pude evitar sonreírle. Su sonrisa era muy contagiosa. —No tienes idea. ¿Dónde están las motos?—miré sus cálidos ojos sabiendo que no había espacio en este auto para guardarlas.


—Las dejé en donde practicaremos—se puso en marcha y empezamos a conversar de tonterías. En este mes en el que lo he llamado casi a diario para saber sobre las motos, habíamos desarrollado una amistad. Nunca antes me había sentido tan cómoda alrededor de un humano. Pensaba que era porque en su vida había cabida para los mitos y leyendas, aunque en la mía fueran una realidad. Llegamos a un paraje que se me hacia ligeramente familiar. Era como si ya hubiera estado aquí. Cuando las vi inclinadas sobre un letrero de información, me dieron ganas de aplaudir dando brinquitos como Alice. En cuanto el auto se detuvo, salí. —No lo puedo creer, Jake. Están geniales. —le dije acariciando la moto roja que era un poco más pequeña que la negra. —Me alegra que te gusten. La tuya es esa—señaló la roja. — ¡Gracias! Vamos a probarla—mi voz dejaba ver lo emocionada que estaba. —Definitivamente, soy una mala influencia para ti. —se paró a mi lado y fue cuando me di cuenta de lo diferente que estaba. — ¿Oye, tú no vas a dejar de crecer? ¿Nadie te ha dicho que los esteroides son malos?—levanté mi rostro para verlo. Jake estaba mucho más alto que Edward. Podría estar del tamaño de Em y eso es decir algo. —Se llama desarrollo, además, estoy haciendo ejercicio—flexionó su bíceps. — ¿Tú no tienes como doce años?—le bromeé y él me empujo por el hombro. —Cállate, tengo quince—empezó a reír—además ser el mejor mecánico del estado de Washington me agrega como diez años, así que tengo veinticinco. —Seguro, seguro—rompí a reír. —Ahora enséñame a conducirla, que Carlisle me ira a recoger al trabajo y más me vale estar allí, si no quiero desatar una hecatombe nuclear. —No sé lo que estoy pensando al enseñarle a conducir a una chupasangres— le bromeó halándome el cabello. —Cállate, lobito. Antes que decida morderte y transformarte en uno de los "fríos"—me sentía tan bien con poder bromear sobre eso, con alguien que no fuera de la familia. Jake se llevó las manos al cuello y me miró con fingido horror. Me ayudó a subir a la moto.


—Bien, ahora. Este es el clutch y este es el acelerador. Este de acá es el freno. ¿Entendido?—preguntó después de mostrarme los pasos y darme consejos sobre conducción. Yo estaba emocionada, una vez aprendiera como conducir esta cosa a la perfección, la llevaría a casa. De ese modo Edward preferirá convertirme antes de correrse el riesgo de que algo me pudiera pasar. —Sip, todo comprendido. Ahora apártate—traté de pisar el pedal con todas mis fuerzas pero no pude lograr encenderla. Jake, empezó a reírse y cuando le tiré una de mis miradas, se calló en seguida.—No me vendría mal un poco de ayuda—le dije entre dientes. —No te moleste Bells—pisó el pedal y la moto rugió a la vida.—Ahora recuerda lo que te dije. Pasaron unos cinco minutos y quince intentos antes de que pudiera avanzar más de diez metros de seguido. En cuanto le tomé confianza me empecé a alejar de donde estaba Jake. La brisa en mi cara era casi igual que cuando iba sobre la espalda de Edward. Edward. Solo de imaginar la cara que pondría si me viera, mi mente tenía un reflejo tan claro de su rostro y su postura que podía jurar que estaba parado junto a los arboles que estaban hacia donde me dirigía. Cuando vi su mentón moverse como si tuviera un tic, supe que no era una alucinación. Era Edward. Un muy enojado Edward debo decir. El susto fue tal que sentí que perdía el equilibrio. La moto pareció saltar lanzándome a los aires. Cerré los ojos esperando el duro golpe seguido por el rastrillar de las piedras contra mi piel. Escuché la moto golpear contra el suelo, sabiendo que lo que seguía era mi cuerpo, pero lo único que sentí fue como si me golpeara contra una fría pared de piedra, pero el golpe no fue tan fuerte como lo pensé. Cuando me llegó su aroma supe que Edward me tenía en sus brazos. —Isabella Marie Swan—rugió entre dientes. Mierda, me dijo Swan. Estoy en serios, pero serios problemas. Tragué en seco antes de atreverme a mirar hacia arriba. Sus ojos estaban negros por el enojo. Su rostro parecía cincelado en piedra. —P—puedo explicarlo.—dije con voz cortada. —¿BELLA?—escuché a Jake gritar y como se encendía la otra moto a lo lejos.


—Déjame tomar la moto y llevársela.—dije apresuradamente. — ¡No!, ¡No!, ¡NO!—bramó— ¿Estás loca? ¿Acaso perdiste el juicio? No vas a acercarte a esa máquina de nuevo—me tapé los oídos. — Tu—gruñó mirando sobre mi hombro, haciéndome girar a mí también. Jake, estaba parado tras de mí, parado a horcajadas sobre la moto, que parecía casi de juguete debido a su contextura.—No te atrevas a volverte a acercar a Bella. —lo señaló. —¿Tú y cuántos más me impedirán que lo haga?—dejó la moto y dio unos pasos hacia nosotros. Edward, hizo sonar audiblemente sus dientes. Yo me preocupé por Jake. Me separé de Edward y puse una mano sobre cada uno de sus pechos. —¡Basta!—mi voz resonó por el bosque. —Jake… ¿te sientes bien?—le pregunté al sentir que temblaba y su piel estaba mucho más caliente de lo normal. Lo vi cerrar los ojos y sacudir su cabeza. —Me siento extraño—murmuró. —Vete a casa Jake. Te llamo esta noche—le supliqué sintiendo como un gruñido se formaba en el pecho de Edward. Ambos tenían un concurso de miradas y los temblores de Jake aumentaban.— Por favor Jake. —él me miró y asintió. Se subió en la moto, lanzándole una última mirada de odio a Edward antes de encenderla y empezar a alejarse. —Ahora, dime. ¿Qué demonios te proponías?—su voz era afilada y amenazadora. —S—solo quería aprender a manejar moto—le dije intimidada por la fuerza de su mirada. —No volverás a acercarte a esa maldita maquina. No puedo creer que cometieras esta locura—bramó. —Claro que sí. No puedes p—me cortó. —Claro que puedo y claro que lo ha—Edward fue cortado por el sonido de algo parecía ser metal retorciéndose. Lo vi mirar sobre mi cabeza sonriendo con suficiencia. Yo me giré y mis ojos se abrieron todo lo que podían cuando vi a Jax y Em parados justo donde había caído mi moto. Solo que ahora no había moto sino un montón de fierros retorcidos.


— Tal vez no le hagas caso a tu novio, pero creo que se lo tendrás que hacer a tus muy, pero muy enojados hermanos—la voz de Jax era baja y tan calmada que envió un temblor que bajó por mi espina. Mierda…ahora sí que estaba frita.

Capítulo 27: Furia

Cuando tenía unos quince minutos conduciendo, Emmett y Jasper estaban bromeando. Alice, se veía muy concentrada en algo, de pronto se quedó totalmente en blanco, pero pude ver el rostro ansioso de Bella antes que desapareciera. Pisé los frenos con fuerza, deteniendo el auto en seco. — ¿Qué demonios, chico?—protestó Emmett. Yo lo ignoré y fijé mis ojos en los de Alice. Quileutes fue la única palabra que apareció en su mente. — ¿Bella está con un Quileute?—mis labios no se movieron, el miedo y la preocupación se apoderaron de mi. Los dientes de Emmett chocaron con fuerza, Jasper gruñó. Giré el auto haciendo que las llantas protestaran. — ¿Creo que el mejor lugar para buscarla es en la reservación?—Jasper empezó a hacer estrategias mentales. Sabíamos que Ephraim y su manada de protectores estaban muertos, lo cual dejaba a la aldea indefensa y aunque estuvieran vivos no dudaría dos veces en matarlos con mis propias manos si ellos le han tocado un solo cabello a Bella. —No podemos romper el tratado—susurró Alice, aun con los ojos cerrados y tratando de buscar algo que pudiera guiarnos a Bella. —Al demonio con el tratado—rugió Emmett haciendo vibrar el marco de aluminio del auto. —Vayamos primero a donde Newton, él puede saber algo—replicó. Pasé como un bólido frente al almacén de Newton. Me estacioné a una distancia segura y Alice, saltó del Jeep y se dirigió a la tienda. Yo monitoreaba


todos los pensamientos. Jasper y Emmett decidieron seguir a pie para ver si podían captar el olor de Bella cerca de la línea del tratado. — ¿A qué te refieres con que Bella no trabaja los miércoles?—la voz de Alice subió dos octavas. ¿Nos había mentido? ¿Por qué tendría que mentirnos? ¿Por qué tendría que mentirme? Salté del auto en cuanto Alice salía de donde Newton. —Voy a buscarla—le dije antes de perderme en el bosque y ponerme a correr. Seguí la línea de la carretera hacia La Push, me crucé un par de ocasiones con los aromas de Jasper y Emmett. En una de las carreteras colindantes se escuchaba el rugir de un motor, parecía una motocicleta, no le hubiera prestado mayor atención a no ser por un pensamiento que me golpeó con fuerza, era como si me hubieran estado gritando. La imagen de Bella estaba protagonizando otra fantasía adolescente, de pronto ella llamó la atención de chico y este despertó de su ensoñación. Mis dientes se cerraron audiblemente y rompí el árbol junto al que me detuve. Es demasiado bonita, seguro no puedo competir contra su "novio" y su reluciente auto, pero, ella disfruta hablar conmigo y además esta impresionada por lo rápido que arregle las motos. Corrí lo más rápido que mis pies me llevaran, cuando la vi alejarse en esa máquina mortal atreves de los ojos del chico. La ira empezó a bullir dentro de mí a mayor rapidez. Esa niña malcriada me iba a escuchar. Llegue al límite de los árboles para verla salir de la curva. Por su rostro pasaron varias expresiones desde tranquilidad a sorpresa, impresión y miedo. La maldita moto zigzagueo antes de brincar lanzándola por los aires cuando golpeó con una piedra en el camino. Yo, ya había empezado a correr hacia ella cuando lo noté. Si algún humano hubiera estado cerca no me hubiera visto. Salté sobre la moto y la tomé en mis brazos protegiéndola de cualquier golpe peor del que recibió cuando chocó contra mi pecho. Miró hacia arriba y se encontró con mis ojos que se reflejaban en los suyos y me mostraban que estaban negros con la furia. Tragó en seco. —Isabella Marie Swan—podía sentir el rugido que se formó en mi estómago y salió mezclado con las palabras. —P—puedo explicarlo.—apretó sus manos contra su pantalón limpiándose el sudor de las palmas.


Mierda, seguro se accidentó. Soy un imbécil por dejarla conducir sola, debía acompañarla. Si algo le pasó… no quiero pensarlo. —¿BELLA?—el chico salió de sus pensamientos pesimistas y se acercó en otra moto. —Déjame tomar la moto y llevársela.—tenía que estar loca para pedirme semejante cosa. — ¡No!, ¡No!, ¡NO! ¿Estás loca? ¿Acaso perdiste el juicio? No vas a acercarte a esa máquina de nuevo—se encogió y tapó sus oídos. — Tu—gruñí entre mis dientes cuando el chico llego cerca a nosotros.— No te atrevas a volverte a acercar a Bella. —si lo hiciera lo estrellaría contra la pared más cercana. —¿Tú y cuántos más me impedirán que lo haga?—Por lo visto no le gusta la competencia, nada me daría más gusto de golpear su cara hasta que no lo reconozca ni su madre. De esa manera Bella sabrá quién es el mejor de los dos. Se me estaba haciendo muy difícil recordar que no debía matar a un humano, aunque este fuera tan molesto como este. —¡Basta!—Bella, gritó. —Jake… ¿te sientes bien?—le preguntó, la mente del chico estaba desencajada, él mismo no sabía que le estaba pasando. Entorné mis ojos ante la furia casi animal que estaba recorriendo su cuerpo. ¿Qué demonios me pasa? Quiero matarlo…quiero destrozar su cuerpo. Busqué más en su mente, ya antes había leído una mente similar, pero… no podía ser. —Me siento extraño—murmuró. —Vete a casa Jake. Te llamo esta noche—la escuché rogarle. Los ojos del chico estaban fijos en los míos mientras todo su cuerpo temblaba— Por favor Jake. —él hizo acopio de todas sus fuerzas para mirarla y asentir. Lo vi alejarse en la moto, no le quite los ojos de encima hasta que desapareció de mi vista. Luego me enfoqué en la chiquilla que estaba frente a mí. —Ahora, dime. ¿Qué demonios te proponías?—traté de controlar mi voz, pero fallé. —S—solo quería aprender a manejar moto—tembló bajo mi mirada. —No volverás a acercarte a esa maldita maquina. No puedo creer que cometieras esta locura—cumpliría eso aunque tuviera que encerrarla en una habitación.


—Claro que sí. No puedes p— —Claro que puedo y claro que lo ha—Vamos a ver si puede volverse a montar en esta maldita cosa ahora. Sonreí a los pensamientos de Emmett. — Tal vez no le hagas caso a tu novio, pero creo que se lo tendrás que hacer a tus muy, pero muy enojados hermanos—Jasper estaba molesto, mucho más de lo que recordara haberlo visto en décadas. —Jax—Bella dijo con un hilo de voz. Él levantó una mano haciéndola callar. —Regresemos a casa. Los demás nos esperan—le dijo mirándola a los ojos y pateando hacia el bosque uno de los metales retorcidos, tanto para liberar un poco de su enojo como para ocultar la evidencia. Los pensamientos de Jasper me dejaban ver lo dolido que estaba por estar tan enojado con la persona a quien más quería en el mundo además de Alice. Emmett estaba molesto, pero recordaba que cuando él fue humano también hacia locuras por lo que estaba siendo más suave entorno a esto. Jasper y él se pusieron a correr. Yo me incliné frente a Bella para que se subiera en mi espalda. Ella prácticamente se había quedado muda, pero su corazón latía con fuerza, podía sentir que estaba angustiada. Atravesamos el bosque como unas flechas y no me detuve hasta que llegué al comedor. La deje en el suelo y me uní al resto de la familia que estaba de pie frente a la pared opuesta de donde se encontraba Bella. Carlisle tenía abrazada con fuerza a Esme quien parecía querer ser humana para poder llorar. Rosalie y Alice tenían sus labios fruncidos en una tensa línea recta. Bella tenía la cabeza gacha y jugaba con sus dedos. Se aclaró la garganta y le lanzó una mirada de reproche a Alice. —Papá—empezó a decir, pero Carlisle tomó la palabra. —Isabella, hoy has puesto tu vida en riesgo, al igual de la de toda la familia con tu insensatez. Imagínate lo que hubiera pasado si Alice no te hubiera visto al alejarte de Jacob, tus hermanos hubieran entrado a la reservación rompiendo el tratado y dándoles el derecho a los aldeanos de exponernos. Podrías explicarnos, ¿qué hacías sola con un Quileute y montando motocicleta sin el equipo de protección adecuada? — la voz de Carlisle era calmada pero tenía un indudable temple de autoridad. En la habitación reinaba un silencio espeso solo roto por el palpitar del corazón de Bella.


—Y—yo solo quería ver si podía acelerar mi conversión—susurró tan bajo que un humano no lo hubiera escuchado. Mis dientes se apretaron. Todos trataron de permanecer tranquilos pero sus mentes eran un hervidero de pensamientos. —¿Cómo pensabas hacer eso? ¿Matándote? —Bella se encogió a las palabras de Jasper. —Sabia que no me dejarían morir…pensé que si veían algún riesgo para mi vida…me transformarían antes…— su voz se quebró. Jasper soltó una maldición bajo su aliento. —Isabella… pensar eso fue una tontería. — le soltó Rosalie. Bella se mordió el labio con fuerza. —Bella, somos una familia y como tal debemos resolver las cosas entre nosotros. Pudiste haberlo hablado con cualquiera de nosotros—Carlisle, lucia cansado. —No hubiera servido de nada, todos hubieran estado de acuerdo con Edward, sobre esperar. —¿Por qué no puedes esperar los dos años que te pidió Edward?—Esme se movió hacia adelante y la abrazó. —Eso hubiera sido lo lógico, pero tienen que reconocer que Bella nunca ha sido una niña normal.—Emmett trató de aligerar el ambiente, pero lo que consiguió fue hacer que la cabeza de Bella se levantara como un resorte y lo mirara mal. —No soy una niña.—le gritó. —Isabella, estoy muy decepcionado por tu falta de juicio—dijo Carlisle cansinamente—creo que es mejor que vayas a tu habitación y medites sobre lo sucedido. —No puedes enviarme a mi habitación como si tuviera cinco años Carlisle— ella se cruzo de brazos y Esme le acarició el cabello. El labio inferior de Bella sobresalió y empezó a temblar. —Isabella, soy tu padre y el líder de este clan. Sube a tu habitación, estarás castigada hasta que considere que has aprendido tu lección y que no volverás a poner en peligro no solo tu vida sino también el secreto de nuestra


verdadera naturaleza, tendrás que ayudar a tu madre en los quehaceres de la casa, lavar los autos sin ayuda, no puedes salir de la casa por lo que tendrás que renunciar a tu trabajo en Newtons y nada de jugar videojuegos con Emmett. Por favor sube y piensa en lo que te he dicho—su voz fue rotunda. Ella asintió sorbiéndose la nariz y cruzó la habitación para envolver sus brazos alrededor de su cintura. —Lo siento papá—le dijo muy bajo. Carlisle suspiró y le palmeó la cabeza. Es buena, lo aprendió de mí, pero esta vez no funcionará con Carlisle. Pensó Alice sacudiendo su cabeza. Bella hizo lo mismo con Jasper. —Te quiero Jax, lamento haberte hecho enojar—Jasper la envolvió en sus brazos. —Tienes suerte que te quiera tanto—besó el tope de su cabeza—pero, por favor no más arranques de adolescencia… ¿está bien? —Si enana. No asuste así al viejo de Jazz, creo que si no estuviera muerto, cuando se enteró le hubiera dado un aneurisma—bromeó Emmett. Ella asintió. —En verdad lo siento chicos—murmuró. Me lanzó una mirada de disculpa, yo me pinché el puente de la nariz, aun seguía enojado. Como era su novio no podía agarrarla y darle un escarmiento. Sentí sus pequeños brazos a mí alrededor y sus labios depositar un beso en mi pecho antes que se fuera. Le devolví el abrazo y la sentí relajarse. Esme la acompañó a nuestra habitación. Gracias por no quitarme la autoridad sobre ella. Carlisle puso su mano sobre mi hombro. Yo asentí antes de salir de la casa… necesitaba pensar. BPOV Los días de mi castigo pasaban lentamente. Aun seguía sin hablarle a Alice. Si ella no hubiera abierto la boca yo no estaría metida en este lio. Emmett se la pasaba pavoneándome un nuevo videojuego que Rosalie le regaló. Eso tampoco era justo, porque era exactamente el que yo me moría por comprar.


Incluso Jax parecía estarme castigando, cada vez que estaba cerca mío, empezaba a sentir demasiado remordimiento como para poderlo mirarlo a los ojos. No sabía si era solo mi subconsciente o que él usaba sus poderes. Edward estaba sombrío. Pasábamos tiempo juntos pero ya no nos quedábamos horas el uno en los brazos del otro. Sabía que estaba seguía molesto por mi "insensatez" cuando le dije que "a medidas extremas, reacciones desesperadas" solo bufó y siguió tocando el piano como si no hubiera escuchado. Las labores de la casa se habían duplicado. Mis hermanos siempre habían sido muy limpios y ordenados, pero en esta última semana, parecían producir tanta ropa como Alice…y no solo eso, la dejaban tirada en el suelo de sus habitaciones. Meme, trataba de animarme y me decía que eran imaginaciones mías, que ellos no hacían nada de eso a propósito. Sí como no… Si eso fuera verdad entonces, ¿Por qué demonios he lavado tres veces en dos días, el Jeep de Emmett que estaba lleno de lodo seco hasta en la última tuerca? —¡PAPÁ!—había gritado alargando notablemente la "á" cuando vi subir la ladera el auto de Emmett después que había terminado de lavar por segundo día consecutivo el Porsche de Alice. —¿Qué sucede Bella?—dijo al llegar a mi lado antes de que terminara mi grito. Señalé el auto que estaba aparcándose y Emmett me saludó desde el asiento del conductor, lo cual fue una hazaña porque los cristales estaban sucios. —Lo están haciendo a propósito y me rehúso a lavar ese auto—lancé la esponja mojada al cubo de agua sucia con tal fuerza que Carlisle y yo nos empapamos. Carlisle presionó sus labios como si estuviera tratando de reprimir una sonrisa y yo me crucé de brazos. —Bella…tus hermanos—no pudo evitar sonreír al ver la cara de picardía de Emmett. —Se están aprovechando de la pobre humana y eso no es justo—gimoteé— nunca has castigado a Emmett y él ha hecho cosas peores que yo…—agarré la manga de su bata blanca manchándola con mis dedos. ¡Genial otra cosa más que tendría que lavar!


—No es cierto—se quejó Emmett. —Sí lo es y tú lo sabes Carlisle Cullen…—levanté el dedo índice y traté que mi rostro fuera amenazante—que tal la vez que casi nos tuvimos que mudar porque al tonto este se le ocurrió apostar en contra de Jax y como perdió tuvo que correr desnudo por el bosque y llego a un retiro espiritual de las hermanas del perpetuo socorro cuando las pobre monjas estaban en medio de las oraciones de la mañana junto a las niñas de ese colegio y sus padres. La casa estalló en risas, hacia casi una semana que eso no sucedida. —Eso fue divertido, el solo recordar las caras de las monjitas y los papás tratando de taparles los ojos a sus hijas—el cuerpo de Emmett se sacudió en risas. —Sí, pero todas las llamadas de quejas que recibió Carlisle tanto en el hospital como en la casa, no lo fueron y no te hicieron nada—estampé mi pie contra el suelo. —Está bien…solo por esta vez, si alguien se ofrece a ayudarte a lavar el auto de Emmett no pondré objeción—besó el tope de mi cabeza antes de irse y yo le saqué la lengua a Emmett cuando Carlisle no me vio. Eso solo lo hizo reírse con más fuerza. —Ahora, por hacer eso. No te ayudo.—giró las llaves de su auto en su dedo índice.—Que no le quede nada de sucio en el guardafangos—me agaché para tomar la esponja sucia y lanzársela pero ya había desaparecido dentro de la casa. Suspiré y me dispuse a botar el agua sucia y volver a llenar la cubeta con agua limpia y detergente de auto. Sí… es exactamente como suena… no puedo usar la manguera porque dicen que es desperdicio de agua… Me agaché a humedecer la esponja cuando noté una nívea mano en la cubeta con una segunda esponja. —Edward—suspiré. Esa mano la reconocería en cualquier lugar. —Yo te ayudo. Así terminarías más pronto. Se veía más tranquilo hoy, no tenía esa expresión asesina que había portado desde hace días. Es más. Se veía tan relajado que me atreví a lanzarle la esponja mojada a la espalda.


—Estas en serios problemas señorita—me gruñó juguetonamente. Yo deje escapar un gritito mientras trataba en vano de correr para que no me alcanzara. Mis pies se pararon en seco cuando apareció frente a mi.—Como si pudieras escapar de mi—corrí en dirección opuesta, dirigiéndome al rio. Jax había hecho un sendero de piedras en la parte más llana para que yo pudiera atravesarlo. Edward corría a velocidad humana, dándome ventaja. —No, Edward, no—grité cuando me tomó en brazos y saltó conmigo al río. Envolví mis piernas en torno a su cintura en cuanto nuestros rostros rompieron la superficie del agua. Nuestros labios se encontraron casi con frenesí. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo besé. Sus manos acariciaron la piel de mi espalda, haciendo que me pegara más a su cuerpo. —Mi Bella—lo escuché decir muy bajo, casi como para el mismo. Sus fríos labios recorrían el contorno de mis pómulos y mi cuello. Su nariz recorría una y otra vez mi clavícula. Temblé cuando su lengua recogió las gotas de agua de mi cuello. Mis manos buscaban algún modo de tocar su piel bajo las ropas mojadas. Mis piernas envolvieron su cintura y lo escuché sisear cuando nuestros sexos rozaron. —Por dios, no hagan estas cosas cerca de la casa—La voz de Jax nos asustó. Escondí mi rostro en el pecho de Edward. —Vamos a cazar conejos Jax—podía imaginarme a Alice saltando a su lado. —¿A cazar conejos o a hacerlo como conejos?—la voz de Emmett resonó. —Cállate Emmett—intuí la sonrisa en la voz de Jax—Vamos Alice.—la brisa sopló a nuestro lado, indicando que se habían alejado. —Vamos a nuestra pradera—mi voz sonó amortiguada por la ropa y el pecho de Edward. En cuestión de segundos estábamos corriendo a través del bosque. El aire hacia que mi ropa húmeda se secara pero a la vez me calaba los huesos. Era una suerte que estuviéramos en verano y el clima estuviera más cálido que de costumbre. Me dejo sobre mis pies y se inclinó haciendo que sus gélidos labios rozaran los míos.


—Tienes frio…debemos regresar a la casa para que te cambies de ropa.—frotó mis brazos con sus manos para tratar de hacerme entrar en calor. —No quiero regresar a casa…que tal si me buscas algo para cambiarme y yo me quedo aquí absorbiendo los rayos de sol.—me recosté sobre mi espalda en la hierba. —Está bien, pero, no te muevas de aquí. No vayas a vagar por el bosque. Regreso en menos de cinco minutos—me advirtió. —Señor, sí, señor—hice un saludo militar y Edward rodó sus ojos antes de ponerse a correr. Me quité el cabello húmedo del rostro. Me pareció escuchar algo moverse entre los árboles y me levanté pero no había nada por lo que me volví a recostar. Mi cuerpo quedaba oculto por la hierba y las flores por lo que no me preocupe mucho. Además nunca hemos visto excursionistas cerca de este lugar. —Ya sé porque no me gustaba el perfume que usabas—dijo una ronca y familiar voz. Me levanté e hice una visera con la palma de mi mano para poder ver bien sin que el sol me hiriera la vista. — ¿Jake?—pregunté insegura—te ves… diferente—se había cortado el cabello o mejor dicho se había rapado el cabello. —La sanguijuela de tu novio fue de regreso a su cripta. Te dejo sola y no pude evitar aprovechar la oportunidad de hablar contigo.— se acercó a mí, su rostro no mostraba la amabilidad de siempre. Al contrario parecía como si tuviera una máscara puesta. —C—claro, de que quieres hablar—por algún motivo empecé a ponerme nerviosa. —Lo sabías…lo sabías y dejaste que yo pensara que eran tontas supersticiones de mi pueblo.—sus manos temblaron.—pensé que eras mi amiga…que me querías. Sentí como si me hubieran golpeado en las tripas. —Jake… claro que soy tu amiga…y te aprecio mucho. Eres el único amigo real que he tenido que no sea mi familia—me acerqué y traté de poner mi mano en su hombro pero él retrocedió.


—Familia… ¿Cómo puedes llamarlos así? Tu eres humana y ellos son unos monstruos—mis manos se convirtieron en puños. —No son monstruos, no hables así de ellos. No los conoces. Además de cuando acá crees en las supersticiones—me sentía enojada y herida por la manera tan despectiva en la que se refería a mi familia. —Si lo son—su mano tembló. —No t—me corté al escuchar unos aplausos y una voz desconocida. —Vaya, vaya… la pequeña humana esta solita.

Capítulo 28: Manada

BPOV —Vaya, vaya… la pequeña humana esta solita. Mi cabeza se giró a la dirección de donde provenía la voz. Un gemido estrangulado se atoró en mi garganta. —Victoria y Laurent…—dije a través de mis labios que estaban inmóviles por el miedo y la impresión. —Veo que nos recuerdas, es hora que tu noviecito pague por lo que le hizo a mi James. ¿Ves Laurent? ya no tenemos que compartir, puedes quedarte con el chico. —la expresión del rostro de Victoria era aterradora, Laurent parecía estar aquí casi obligado. — ¿Son amigos tuyos?—Jake me miró con sorna, todo su cuerpo estaba temblando, supongo que era por miedo. —No…—mi vista estaba fija en la vampira pelirroja que me miraba con profundo odio. — corre Jake…corre…—los vi dar un paso en nuestra dirección y luego detenerse para mirar sobre mi hombro a Jake. Toqué con disimulo mi bolsillo, para buscar mi celular, pero recordé que caímos al agua por lo que debía haberse estropeado. Edward, ¿dónde estás? Pensé aterrada. —Ponte detrás de mi Bella. No tengas miedo, nada te pasará.—la voz de Jake era baja ronca, tenía mucha similitud con un ladrido.


Era muy noble de su parte quererme proteger, pero él no tenía idea de cómo eran en realidad los vampiros, no creo que sus leyendas les contaran a ciencia cierta lo poderosos que podían ser. —¿Jake? —Atrás de mi, Bella—me empujó hacia atrás haciéndome caer. Lo siguiente fue como si fuera una película el contorno de su cuerpo se distorsionó, convulsionó, para literalmente explotar y dejar en su lugar un lobo…no solo un lobo sino un enorme lobo, con enormes dientes, no como los del cuento que Alice me leía en las noches, estos dientes eran enormes. Pensar que en eso se había convertido mi único amigo. No podía hacer que mi mente se aferrara al concepto de que Jake era en realidad un hombre lobo. No podía creer que los hombres lobos siguieran existiendo. ¡Dah!, Isabella. Si los vampiros siguen existiendo, ¿Por qué no los hombres lobo? Me levanté del suelo y podía sentir mi propio cuerpo temblar. No solo tenía dos vampiros sedientos sino también un hombre lobo de quien preocuparme. Victoria y Laurent median a Jake como su adversario. —Muévete lobito, nuestro problema no es contigo—le dijo Victoria con su infantil voz. A lo lejos unos aullidos cortaron el aire, pero no podía quitar mi vista de Victoria y Laurent.—Nunca tendrías oportunidad con ninguno, no sabes lo que somos, niño—ella le sonrió angelicalmente y Jake gruñó. Podía ver que Jake no perdía de vista a los dos vampiros, de pronto su cabeza se giró y volvió a gruñir, al igual que Laurent y Victoria. —Alice…llévate a Bella—el rostro de Jasper era terrorífico. —Jax—susurré asustada. —Ahora…—dijo sin girarse a vernos. Alice me tomó en brazos justo cuando cuatro otros lobos entraron al claro junto a Edward, Carlisle y Emmett. —NO—grité, tratando de zafarme de los brazos de Alice.—Edward, NO.


—Calma Bella—su angelical rostro estaba fruncido mientras corría entre los árboles, a los pocos segundos Esme y Rose se nos unieron. —Tenemos que regresar, tenemos que regresar—mis palabras salían frenéticamente. Las lágrimas ardían en mis ojos y rodaban por mis mejillas. —La prioridad es mantenerte segura—Rosalie tenía los labios fruncidos. —La prioridad es estar con ellos, no podemos dejarlos solos, nos necesitan. No sabemos si los lobos son—Meme me cortó. —Los lobos están de nuestra parte por el momento, Bella. No tenemos de que preocuparnos—sus palabras trataban de ser calmantes, pero ella también estaba nerviosa. En cuanto entramos a la casa, Alice me dejó en el piso y yo traté de llegar a la puerta, pero Rose me levantó en el aire y me sentó en el sofá. Meme bajo las láminas de acero para cubrir la pared de vidrio. —¿Acaso no estás preocupada por Emmett?—sollocé un reproche. —Sí lo estoy. Todas estamos preocupadas por nuestras parejas Bella. Edward, no es el único que está en la pradera con los lobos—su voz fue dura, pero tenía razón. Llevé mis rodillas a mi pecho y las rodeé con mis brazos enterrando mi rostro en ellas. Mis lágrimas corrían libremente, sino le hubiera pedido a Edward que me llevara a la pradera nada de esto hubiera pasado. Si algo le pasaba a alguno de ellos todo sería mi culpa. El único padre que conocía, mis hermanos y el amor de mi existencia estaban en peligro, podrían estar lastimados en estos momentos o algo mucho peor. ¿Cómo podían estar seguros que los lobos no se volverían en su contra después si lograban acabar con Laurent y Victoria? Levanté mi mirada para tratar de encontrar algo de paz en el rostro de la mujer a quien consideraba mi madre. La sorpresa fue que Meme estaba de espaldas a mí, mirando fijamente la ventana cubierta moviendo su peso de un pie a otro, sin embargo cuando sintió mi mirada estuvo a mi lado antes que pudiera parpadear. —Tranquila Bella, todo saldrá bien—acarició mis cabellos, las lágrimas no parecían que fueran a detenerse, me recosté en su pecho y las deje caer libremente.


Alice tenía su hermoso rostro crispado, sus dedos apretaban con fuerza los lados de su cabeza, sus ojos completamente cerrados, seguro trataba de vislumbrar algún atisbo del futuro. Rose caminaba de un lado a otro, pasando su mirada de Alice a Meme y a mí. Mi mente estaba a punto de colapsar cuando Meme giró abruptamente su cabeza hacia la puerta de entrada y yo salté sobre mis pies agradeciéndole al cielo que mi pobre equilibrio no hubiera hecho que me fuera de bruces. Llegué a la puerta y la abrí de par en par, saliendo al portal y saltando los escalones para caer justo a los brazos de mi dios griego personal. Estrellé mis labios contra los suyos, mostrando toda mi angustia y desesperación en ese beso. Sus brazos me estrecharon con fuerza y yo tiré de su labio inferior con mis dientes, antes de soltarlo. —¿Estás bien? ¿Te hirieron?—murmuré mientras mis frenéticas manos examinaban su cuerpo. —Estoy bien. Bella. Estoy bien—dijo contra mis labios. Volví a besarlo pero esta vez fue por alivio, sentía como si hubiera estado reteniendo la respiración desde el instante que lo vi entrar en el prado. Nos separamos cuando escuchamos una garganta aclararse. Edward me puso en el suelo y yo me lancé a los brazos de mi padre, quien tenía a Meme abrazada con un solo brazo. —Papá…—escondí mi rostro contra su pecho. ¿Cómo no querer a este bondadoso hombre? ¿Cómo no poder sentirme orgullosa de llamarlo padre? Las palabras de Jacob cuando se burlo de nuestro vínculo familiar aun resonaban en mi cabeza. Mi familia podía estar compuesta de seres míticos, pero no eran monstruos. —Tranquila hija, ya estamos en casa.—acarició mis cabellos. —¡Hey! ¿Acaso nosotros somos menos importantes? Has herido mi pobre corazón—bromeó el tonto de mi hermano. Me liberé de los brazos de mis padres y traté de abrazar la cintura de Emmett, fracasando en el intento de rodearlo completamente con mis brazos. Él sin embargo me atrapó en uno de sus enormes abrazos. —Emmett, déjala en el suelo. ¿No ves que no puede respirar?—lo reprendió Jax.


—Nah, sólo lo dices porque estas celoso. Te quejas solo porque me abrazó primero. Me dejó en el suelo justo a tiempo para ver los ojos de Jax rodar y decirle algo bajo el aliento que hizo que todos rompieran a reír. —Me asustaste en la pradera…no tenias que ponerte tan cerca de ellos—le dije seriamente cuando llegué a su lado. Jax me dio una sonrisa de disculpa. —Nunca lo pensaría dos veces antes de interponerme delante de cualquier cosa que ponga en peligro a Alice o a ti…—me dijo al oído. De pronto sentí que me miraban, pero no eran unas miradas familiares. En donde la línea de arboles que rodeaba nuestro jardín empezaba Jake, Sam Uley y otros chicos que no conocía estaban de pie mirando la escena. Me sonrojé al pensar que todos ellos habían visto mi explosión afectiva. —Gracias hermano, yo también te quiero—le reprochó Emmett dramáticamente. Mis ojos estaban fijos en Jake, quien abría y cerraba las manos. —Están aquí para hablar con nosotros—murmuró Edward abrazándome por la espalda. —¿Sobre qué?—mi voz dejo ver lo asustada que me sentí en cuento dijo eso. ¿Nos tendremos que mudar? No era la primera vez que tuviéramos que hacerlo, pero en este pueblo me sentía como si finalmente todos pudiéramos hacer una vida normal. Por primera estábamos todos juntos en la escuela, por lo general solo íbamos Alice, Edward y yo, mientras los demás fingían ser profesores o asistían a la universidad. —Victoria, escapó—Carlisle puso su mano en mi hombro y yo temblé al recordar sus ojos llenos de odio mirándome fijamente. —Edward…—susurré y mis labios temblaban tanto como mi cuerpo. Solo pensar que había otro ser inmortal tratando de hacerle daño a mi familia me ponía enferma. —Tranquila amor, nunca la dejaré llegar a ti—me refugié en su pecho. Besó mis cabellos y me hizo entrar a la casa. Nos dirigimos a la mesa del comedor y me senté junto a Edward. Los Quileutes entraron de manera renuente, todos miraban las fotos y cuadros que


adornaban la casa, Jake incluso comentó en voz alta que esperaba que no nos estuviéramos esperando reunirnos en el comedor para tratar de "cenarlos". Me moría por saber lo que sucedió después que Alice me sacó, pero por lo visto ellos tenían otros planes. Carlisle tomó la palabra junto con Sam. La sala estaba calmada, demasiado calmada. Jasper estaba serio, pero no me engañaba. Alice, seguía con los ojos cerrados y los dedos fuertemente aferrados a su frente. Replantearon las fronteras e hicieron un pacto de informarse mutuamente si se encontraban con el rastro de Victoria. Por lo visto la tregua seria permanente por el momento, eso me hacia tener un poco más de confianza. Sabía que Jake no era malo, pero a los otros no los conocía. Cuando la reunión terminó los acompañamos a la puerta. Jake se retrasó un poco en la terraza y Edward gruñó. —Compórtate—le dije bajito. —Bella…¿podría hablar contigo?—los amigos de Jake estaban en medio del jardín mirándonos fijamente. —Claro —No Dijimos Edward y yo al mismo tiempo. Me giré en sus brazos y lo miré. —Edward, no va a pasar nada. Vamos a estar en la terraza.—frunció el ceño. —Edward…—Carlisle lo llamó, Edward frunció aun más el ceño y asintió antes de dejarnos solos. —Gracias por defenderme en la pradera, Jake—le sonreí, ya me sentía mucho más tranquila. La música del piano empezó a sonar. Edward estaba tratando de calmarse sin la ayuda de Jax. —No fue nada. Al menos hubo algo de acción. Hoy al menos no fue tan malo ser un monstruo—Me sonrió la sonrisa que me era tan familiar en estos momentos.—¿Puedo preguntarte algo?—su sonrisa casi desaparece. —Er…claro, Jake…—la duda se hizo presente en mi voz.


—¿Cómo quedaste en sus manos?—las teclas del piano se detuvieron un segundo para luego seguir como si nada hubiera pasado. —Es una larga historia—sentí mis mejillas enrojecer. —Por las fotos veo que has estado con ellos desde bebe—yo asentí. —Edward, me encontró cuando mis padres biológicos murieron, desde ese momento he sido una Cullen…bueno una Masen—no quería entrar en mucho detalle. Jake frunció el ceño. —O sea que te crió como su hija para luego convertirte en su novia…eso es…— se estremeció haciendo una cara de asco. Las aletas de mi nariz se ensancharon. —Nunca vi a Edward como figura paterna. Siempre supe quienes fueron mis padres biológicos y luego volqué ese afecto en Esme y Carlisle quienes son mis padres.—Jake levantó sus manos a manera de pedir disculpas. —Lo siento, no sonó como lo que quise decir—solté un pesado suspiro.— Cuando estoy contigo parece que mi cerebro no coordina las palabras—dejé escapar una risita tonta. Conversamos un rato más, le expliqué algunas cosas para disipar cualquier duda de que los Cullen me tenían secuestrada, embrujada o hipnotizada para que permaneciera con ellos. Dejamos de conversar cuando simultáneamente uno de los amigos de Jake que se había quedado esperándolo, se había aburrido de estar echado sobre sus patas delanteras y aulló en protesta. Y Emmett muy "sutilmente" empezó a jugar con las luces de la terraza, encendiéndolas y apagándolas continuamente. Los meses pasaron sin rastro alguno de Victoria. Alice trataba de seguirle el rastro pero solo conseguía imágenes borrosas. Jake y yo había seguido con nuestra especie de amistad. Edward no estaba muy de acuerdo al igual que Jax y Em. En realidad Jax y Em no estaban de acuerdo en casi nada de lo que últimamente hiciera por ejemplo cuando le pedí a Rose que revisara mi pickup ahora que se mi cumpleaños número diecisiete estaba a la vuelta de la esquina; los dos saltaron diciendo que no podía conducir mi auto de nuevo. Jax incluso trató de sobornarme con un auto nuevo, pero cuando lo dijo yo solo rodé mis ojos de la misma manera en la que lo hacía cuando Edward me decía lo mismo.


Cada vez que decía que saldría a alguna parte Jax o Emmett salían conmigo si Edward estaba ocupado en sus rondas. Si decía que se calmaran que por lo visto Victoria se había asustado y no regresaría, me miraban con desaprobación. Pero en realidad lo que más me frustraba era que cada vez que Edward y yo tratábamos de "practicar" éramos rudamente interrumpidos por uno de los dos. Mis nervios estaban a punto de estallar, me queje con Carlisle y con Meme de la situación, incluso recurrí a Alice y Rose; pero todos me decían que ellos estaban preocupados por mi seguridad. Alice estaba planeando mi fiesta de cumpleaños, ella quería que fuera una celebración por todo lo alto. Sin importar cuantas veces me quejé, grité, pataleé y enfurruñé, siguió con sus planes. Así que ahora estoy aquí, en la minifalda más corta que he visto en mi vida, mis ojos enmarcados en gruesas pestañas negras, mi escote enfundado en una camiseta de tirantes con bordado en pedrería. Lo único bueno de todo esto, era que había podido convencer a Alice para que me ayudara nuevamente, alejando a todos de la casa una vez acabada la fiesta. Esta sería mi noche. Edward me había preguntado hasta el cansancio que deseaba para mi cumpleaños y hoy por fin se lo diría…una vez estuviéramos solos. Le había arrancado la promesa de que me concedería cualquier cosa que yo quisiera siempre y cuando no fuera que me convirtiera. Yo había aceptado de buena gana, sabiendo exactamente lo que quiera de regalo. —Estas preciosa Bella—me dijo Alice, dándole los últimos retoques a mi peinado. —Gracias por todo Alice—abracé a mi hermana. A pesar que a veces teníamos nuestras diferencias, sabíamos que el amor que sentíamos la una por la otra era firme e irrompible. —Vamos todos te están esperando y creo que tendremos visitas—cerró los ojos frunciendo el ceño—los invitaste—no fue una pregunta, fue una aseveración. Me mordí el labio y ella suspiró pesadamente, sacudiendo su cabeza. A lo largo de estos meses me hice amiga no solo de Jake, sino también de Embry, Jared y recientemente de Quil quien se había unido no hace mucho a


la manada. Los lobos preferían que las reuniones fueran en nuestro territorio de esa manera los Cullen no ponían un pie en sus tierras. Cuando bajé las escaleras, tuve la satisfacción de ver como Edward abría los ojos y la boca desmesuradamente. —Hermano, vas a pasarla fatal esta noche, escuchando todos los pensamientos de los chicos de la escuela—Em le dio un golpe en el hombro a Edward quien frunció los labios cuando procesó las palabras. —Parece que no me podré separar de ti en toda la noche—me dijo suavemente mientras se inclinaba para besar mi cuello, sus labios se quedaron paralizados sobre mi piel y lo escuché gruñir muy bajito. —¿Quién invitó a los perros?—preguntó Rose molesta. Alice me señaló con su dedo índice… gracias hermanita por el apoyo… pensé con sarcasmo. —Son nuestros aliados… tenía que ser educada—murmuré patéticamente. —No viene para quedarse…viene para darle un regalo a Bella.—la voz de Edward era suave como terciopelo, pero tenía un borde afilado como una navaja. El timbre de la puerta principal sonó. Carlisle bajó las escaleras como un rayo y abrió con una sonrisa de bienvenida en sus labios. —Jacob, que gusto verte por aquí—la voz de mi padre dejaba claro que lo decía con sinceridad. Carlisle encontraba los lobos…fascinantes. Mi padre, siempre ávido de conocimiento, atesoraba cualquier tipo de información nueva que pudiera recabar para enriquecer su aguda mente. —¿Qué hay doc? ¿Esta la chica del cumpleaños?—la ronca voz de Jake inundó la casa. A pesar de tenerle aversión a casi toda mi familia, él hacia excepciones cuando se trataba de Esme, Alice y Carlisle. Los demás seguían sin gustarle y se encontraba en una guerra constante con Rose. —Claro, pasa por favor—mi padre volvió a sonreí. —Ah… prefiero no hacerlo doc, ya sabe el olor…sin ofender claro está. Me acerqué a la puerta. Edward tenía mi mano sujeta en la suya. —¡Hola Jake!—lo saludé con alegría. Últimamente Jake venía a casa con menos ropa. Antes venia con todas las prendas puestas, luego con jeans y


zapatillas, después solo con jeans y ahora con pantalones cortos. Cosa que hacía que Edward chocara sus dientes. —¡Hey , Bells!—me sonrió mostrando sus dientes blancos como la cal. —Los dejo para que hablen—Edward se inclinó y besó mis labios con ternura. Lo sentí sonreír contra mis labios—te amo—dio otro corto beso y se separó de mi. Jake, inclinó su cabeza indicándome que saliera a la terraza. —No puedo quedarme, tengo que hacer ronda, pero quise traerte esto—me entregó una bolsa de cuero rojizo muy similar al color de su pelaje cuando se trasformaba. —Gracias Jake, no tenias que molestarte. —No fue nada, lo vi en una de las tiendas cuando estaba de paso y recordé que tu cumpleaños se acercaba.—se encogió de hombros. —Es muy bonito… ¿Qué es?—le pregunté curiosa sacando el contenido. —Es un atrapa sueños, aleja las pesadillas, no es que diga que tengas pesadillas, pero viviendo con chu…digo—rectificó cuando vio mi expresión— uno nunca sabe cuándo puede tener un mal sueño. —Te lo agradezco Jake, en verdad nunca he tenido un mal sueño, pero lo pondré cerca de la cama—le sonreí. —¿Nunca has tenido un mal sueño?—me miró como si tuviera dos cabezas, yo negué. —Edward siempre se ha ocupado de mantenerlos a raya—mis mejillas se sonrojaron y Jake se vio incomodo. —Er…seguro…seguro. Tengo que irme, ya sabes el deber me llama.—miró sobre su hombro y pude ver el destello de un par de ojos a través del follaje. Me pareció que era Quil por lo que levanté mi mano a manera de saludo. El lobo me respondió con un aullido. Jake bajo las escaleras y sonrió con maldad. —Rubiecita, ¿sabes por qué las rubias se emocionan cuando terminan un rompecabezas en seis meses?—los labios de Jake se torcieron en burla y escuché la risa amortiguada de Edward cuando Rose salió a la terraza.—


porque la caja dice que es de dos a cuatro años.—con esto salió corriendo mientras temblaba en dirección a los arboles sin darle la espalda a la casa. Carlisle tenía su mano puesta sobre el hombro de Rose, quien tenía todas las intenciones de saltar y arrancarle la cabeza a Jake. —Bella, deja de invitar al perro a la casa, estoy a punto de ir a la veterinaria y conseguir una inyección para "dormirlo"—la voz de Rose era seria. —Vamos baby, no puedes hablar en serio—le dijo Em quien recibió una mirada de "¿quieres apostar?" —Jake es un amigo, Rose—traté de calmarla. —Un "amigo" no pasa tres semanas buscando el atrapa sueños perfecto.— murmuró Edward ácidamente. —Edward…—lo reprendí. —Sí, sí. Ya lo sé. No debo leer la mente de Jacob Black.—rodó sus ojos y tomó mi rostro entre sus manos para darme un beso.—¿El aparato ese va a estar sobre nuestra cama?—me miró entre sus enormes pestañas, sus dorados ojos brillaban con amor. Me deslumbró con una de sus radiantes sonrisas. —Nop…lo que le dije a Jake es cierto. En tus brazos me siento segura incluso si estoy dormida. Sé que nunca me dejaras y que combatirás cualquier cosa que me quiera hacer daño, incluso si está en mi mente. —Me alegra que sepas que nunca dejare que nada, ni nadie te haga daño amor.—volvió a besar mis labios. —Vienen los humanos—Meme, apareció con una bandeja de bocadillos, unas luces se dejaron ver entre los árboles y todos entramos a la casa para representar nuestro papel de perfectos anfitriones. Sabía que las palabras de Edward eran ciertas. Él nunca dejaría que nada, ni nadie me hiciera daño. Esa es una de las tantas razones por la que lo amo. Esperaba poder demostrarle todo mi amor esta noche… solo esperemos que Edward acceda a dar el siguiente paso.

Capítulo 29: Presente

EPOV


Durante los últimos meses, la vida había sido un infierno y el paraíso. Un paraíso, porque mi relación con Bella era cada vez más fuerte, el tiempo que ambos pasábamos juntos lo atesorábamos como algo muy preciado. Y un infierno, porque Bella tentaba cada vez más mi autocontrol. Por suerte Jasper y Emmett se habían tomado la tarea de detener cualquier situación antes de que se me fuera de las manos. Además estaba toda la situación con los lobos y Victoria. Bella, ahora no solo era amiga del chico de los Black sino también de Embry Call y Quil Atera. Así que ahora no solo tenía un perro babeando por mi ángel, sino tres. Aunque los últimos dos, reconocían el "derecho" de Jacob por ser quien la vio primero. Por lo visto ellos no contaban con que quien la había visto primero era yo. Me enfadaban sus balbuceos mentales, trataba de apagarlos pero eran imposibles de ignorar cuando se ponían tan quejumbrosos. "¡Oh!, tal vez debería pedirle a Jake el numero de Bella para invitarla a tomar un helado." Pensaba Quil "Debería ir a su casa con alguna excusa de hablar con los chupasangres para verla" ese era Embry "Nah… Jake me mataría" ambos, siempre pensaban al final Jacob era el peor… "Debería llamarla y hablar con ella si no la veo hoy" "Debería llamarla y colgar el teléfono si alguien más contesta" "Debería ponerme aceite en mis músculos cuando la voy a ver de esa manera estará pendiente de mi físico. A puesto que la sanguijuela no tiene tan buen cuerpo" A veces deseaba poder revelar mi don cuando me tocaba hacer rondas con ellos y reñirlos de la misma manera que hacia Jacob cada vez que los pescaba pensando en Bella, pero Jasper nos había dicho que por mera estrategia deberíamos guardar las apariencias y parecer "normales." Aunque sabía que Bella era solo mía, no pude evitar querer arrancarle la cabeza al chico Black cuando vino a la casa a traerle "su regalo de cumpleaños" las tontas fantasías que tenía en la mente, en la que Bella se lanzaría a sus brazos y lo besaría hasta dejarlo sin sentido, en agradecimiento por el atrapa sueños.


Debía reconocer que Jacob y yo podríamos llegar a ser amigos, era un gran guerrero y se notaba que tenía muchas dotes de líder, sus ideas eran bien estructuradas si hablamos en un plan de batalla. Si no fuera por el hecho de que quiere arrebatarme la razón de mi existencia, seriamos grandes camaradas. Durante las rondas nos comunicábamos bien, salvo las pocas veces en las que el cachorro soñaba despierto con las diferentes maneras en las que se podría deshacer de mí. Ahora me quedaban por delante largas horas en las que iba a tener que usar mi autocontrol para no darle una patada a alguno de nuestros compañeros cuando la vieran vestida en esa pobre excusa de ropa que le puso Alice. En momentos como estos son en los que añoraba las faldas a media pierna y los discretos vestidos que se usaban en mi época humana. De esa manera nadie podría fantasear con los atributos de mi ángel. A quien quiero engañar, aunque Bella estuviera vestida de esa manera ella seguiría llamando la atención de los hombres que hubieran a su alrededor. —¿Dónde está tu mente?—los labios de Bella se posaron en los míos. —En que deseo que esta noche sea memorable para ti. Después de todo solo se cumple diecisiete años una sola vez— murmuré contra sus labios, volviendo a besarla con suavidad. Cada vez que nuestros labios se encontraban, no podía dejar de maravillarme de la exquisita sensación que su calor producía en mí. Como siempre que sentía que las cosas se estaban tornando subidas de tono, traté de separarme antes que Jasper me interrumpiera con sus pensamientos histéricos. —Los humanos llegaran pronto, creo que será mejor que nos preparemos para recibirlos—la voz de Jasper estaba tensa. Alice, subió el volumen de la música, Esme y Rose terminaron de poner la comida en las mesas. Emmett quería ponerle licor al ponche, solo para divertirse viendo a los adolescentes emborracharse hasta perder el sentido. Tanto Carlisle como yo, nos opusimos en cuanto el pensamiento pasó por su mente. Lo que menos necesitaba era adolescentes hormonales con sus inhibiciones cortadas por el alcohol cerca de mi Bella. Poco a poco la casa se fue llenando de nuestros compañeros de escuela, los cuales traían presentes para la festejada.


Bella, se sonrojaba cada vez que alguien le entregaba un regalo, su cuerpo se pegaba al mío. Mi mano estaba colocada posesivamente sobre su estómago, su espalda pegada a mi pecho. Nos embarcamos en conversaciones triviales, todos los pensamientos eran sumamente banales y envidiosos. —Que suerte tienen Alice, Edward y Emmett, de haber sido adoptados por los Cullen. El papá de Bella esta forrado de dinero, parece que los padres de los Hale también lo estaban.—susurró Jessica al oído de Lauren. —Si por lo visto no hay que tener decencia para tener ese tipo de suerte. Aun no puedo creer que el respetable doctor y su esposa permitan que sus hijos adolescentes duerman juntos. Te apuesto que tienen orgias e intercambian parejas—la voz de Lauren quería aparentar censura pero en realidad estaba deseosa de formar parte de esos "intercambios" —Sea lo que sea que te este molestando, no les prestes atención—Bella se giró en mis brazos y se puso de puntillas para darme un beso en el cuello. —Esta es tu noche, no debes preocuparte por mí—la estreché contra mí. —Preocuparme por ti, es mi trabajo—sus labios se curvaron en una sonrisa contra la piel de mi cuello. —Pensé que ese era el mío—los dos empezamos a reírnos como tontos. —Dejen todos esos arrumacos, la fiesta está por terminar. Toma Bella, esta se sumará a otra de tus experiencias humanas—Alice le entregó un vaso que olía claramente a licor. —Alice…—entrecerré mis ojos mirando a mi hermana—Bella, no te tomes eso. Mi voz dejaba ver que desaprobaba lo que estaba haciendo, ella rodó sus ojos y Bella se tragó el contenido de un trago, luego empezó a toser y sus manos volaron a su garganta. —Mi garganta esta en llamas—dijo mientras tosía. Alice y yo empezamos a reír. —Conocemos esa sensación—dijimos los dos mientras seguíamos riendo. Bella, hizo un puchero, claramente molesta por ser el objeto de las risas.


—Tú fuiste quien lo tomó, aunque sabias que lo desaprobaba. —Lo necesitaba para terminar de soportar lo que queda de la fiesta—mordió su labio y sus ojos se fijaron en el suelo. —¿Hay algo que me estas ocultando?—la conocía demasiado bien, para reconocer cada uno de los cambios en su comportamiento. Alice, empezó a cantar mentalmente antes de alejarse — ¡Bella!—la llamó Newton, quien en toda la noche había estado tras ella como un perro labrador. Así, siguió el resto de la noche. No pude hablar con Bella a solas ni una sola vez. Le cantamos cumpleaños, para su mucha vergüenza. No podía dar crédito a sus ojos cuando Esme apareció con un pastel adornado con diecisiete velitas. Mi pobre madre hubiera llorado de haber podido, en su mente aun no podía creer que la pequeña bebita a la que arrullaba, vestia y bañaba, estuviese cumpliendo diecisiete años. Cuando terminamos solo quedamos para recoger el desastre que habían dejado los invitados, Alice, Esme, Bella y yo. A Carlisle lo llamaron a mitad de la fiesta por una emergencia en el hospital, Emmett, Jasper y Rose tenían turnos para correr con los lobos. Cuando terminamos de limpiar, lo cual no nos llevó mucho tiempo, Esme y Alice salieron a cazar. Estaba recostado sin camisa sobre la cama, Bella estaba en el baño, seguramente poniéndose uno de esos brevísimos camisones que usaba cada vez que nos encontrábamos solos. A los pocos minutos apreció luciendo totalmente virginal en un camisón hasta los tobillos, blanco con encaje solo en los lugares correctos, nada muy escandaloso y eso era exactamente lo que lo hacía más sexy ya que solo insinuaba sus suaves curvas donde el tejido se apretaba contra su cuerpo. Tener que imaginarme lo que se escondía tras la seda. Su cabello caía suelto sobre sus hombros y espalda. No tenía una sola gota del maquillaje que Alice le había puesto. —Tenemos oficialmente la misma edad—sonrió subiéndose a la cama y sentándose sobre sus talones.


—No creo que te haya felicitado—me levanté y la besé. No pude evitarlo, verla de esta manera me hacia querer tenerla entre mis brazos.—¿Segura que no quieres nada de regalo? Te prometí darte cualquier cosa que quieras…salvo una.—mi lengua recorrió el contorno de sus labios.—¿Qué te parece un auto? O ¿ Un viaje alrededor del mundo?, pide lo que quieras, el cielo es el limite. —¿Cualquier cosa?—sus manos acariciaron mi torso desnudo. Yo asentí como embrujado. Mis labios recorrían su cuello y su hombro. —Quiero que me hagas el amor, Edward. —Bella…—gemí, a pesar que habíamos practicado con anterioridad y sabia más o menos que esperar, aun no me sentía completamente seguro de mantenerla a salvo. —Vamos a casarnos en un año Edward, soy tuya en casi todos los sentidos y ahora te quiero pertenecer físicamente.—sus palabras hicieron que una calidez se expandiera en mi cuerpo. —Si siento que no podré soportarlo me detendré, si sientes que te hago daño, tienes que decirme enseguida y me detendré. ¿De acuerdo?—besé su mentón y ella asintió.—Si vamos a hacer esto lo haremos bien…—me levanté fluidamente y busqué el anillo de mi madre humana que había guardado por tantos años. —Edward…—llevó sus manos a sus labios los cuales temblaron al ver lo que había ido a buscar. Desde pequeña siempre jugó con las joyas de mi madre, yo se las prestaba, de todos modos serian para ella algún día. Ya le había regalado alguna de ellas, pero sabía que ella siempre había idealizado el anillo de mi madre. —Isabella—la hice levantarse, la suave tela cubrió hasta sus tobillos haciéndola parecer una actriz de los años veinte. —Isabella… cuando me imaginé cientos de veces esta escena, siempre era muy elaborada porque quiera que fuera perfecta, pero, ahora me doy cuenta que no tiene que ser elaborada para ser perfecta…solo tienes que estar conmigo para que lo sea— empecé a irme por las ramas. Estaba tan nervioso que si fuera humano estaría sudando. Coloqué el anillo en su dedo—Te prometo amarte y respetarte todos los días de nuestra existencia, ¿me harías el extraordinario honor de aceptar ser mi esposa? —He esperado este momento desde que tengo recuerdos, Edward—acunó mi rostro.—no tiene que haber nada de fanfarrias. Acepto ser tu esposa.— nuestros labios se unieron en un beso dulce, suave, el cual fue cambiando


poco a poco. Por instinto caminamos hacia la cama sin romper la unión de nuestros labios. Besé su anillo y la recosté con delicadeza en la blanca cama Me traté de preparar mentalmente. La deseaba, solo el cielo, sabia cuanto deseaba. Capturé sus labios en los míos, sabiendo que esta vez no tenia que detenerme. Sus gemidos vibraban en mi boca cada vez que mis manos acariciaban su piel desnuda. Le quité su camisón con delicadeza, no quería romper la fina tela. Mi pantalón se le unió poco después en el piso. Quería a que nuestra primera vez fuera, dulce, tierna, sin prisas. Después de todo, no me quedaba duda que esta pequeña bribona había conseguido planearlo todo con Alice, para que tuviéramos tiempo de estar solos. Sus manos acariciaron mi frio pecho, nos habíamos visto desnudos muchas veces, pero siempre me maravillaba la perfección de su cuerpo. Mi hambrienta boca fue a uno de sus pechos, la frialdad de mi cuerpo hacia que el pequeño montículo se convirtiera en una pequeña piedrecilla. Le brindé la misma atención al otro pecho. El aroma de su sangre era prácticamente enloquecedor cuando se excitaba, se calentaba de manera que su aroma parecía flotar en el aire. Respiré codiciosamente, el aroma de su deseo era uno de los mejores aromas en el mundo para mí. No había necesidad de juego previo, Bella se encontraba más que preparada para recibirme. —Isabella…eres realmente la criatura más hermosa que he visto en toda mi existencia—murmuré contra sus labios—en verdad lo eres.—toqué su piel suavemente haciendo que mis dedos parecieran un pluma, la sangre se apresuraba a colorear la piel bajo mi tacto. Besé sus mejillas, su barbilla, su esbelto cuello, su clavícula, sus hombros. Cada pequeña parte de su anatomía que estaba expuesta. Su cuerpo temblaba a medida que mi mano descendía hacia su sur. Estaba húmeda, sedosa y cálida. Mis dedos encontraron su camino delineando los suaves y secretos pliegues de su feminidad. Introduje primero un dedo y luego añadí otro, haciendo espacio para que pudiera recibirme.


Tenía casi cien años de experiencia al haber escuchado tantos pensamientos, pero al llegar el momento en que los pusiera en práctica, no pude evitar sentirme nervioso y asustado. Cuando estuve lo suficientemente satisfecho con su preparación, me coloqué sobre ella, teniendo mucho cuidado con mi peso. Siseé cuando la cabeza de mi miembro rozó sus pliegues para colocarse a la entrada de su santuario. —Me temo, que esto te dolerá un poco amor, pero solo será por poco tiempo. Te aseguro que después solo sentirás el más dulce de los placeres.—mi frente descansó sobre la suya. —No le tengo miedo al dolor, Edward. Lo acepto dichosa porque eso nos convertirá en dos personas compartiendo una sola alma.—con eso empecé a entrar en su cuerpo, mis sentidos me hacían apreciar como centímetro a centímetro su calor amenazaba con reducir mi frio cuerpo a cenizas. Trataba de combatir mi lado de humano adolescente, que me pedía que me enterrara en ella una y otra vez para buscar mi gratificación instantánea. Mi mente buscaba los recuerdos de las mentes que había leído, no sabía cómo hacerlo, si lo hacía lento, sería más delicado pero también prolongaría más el dolor, aunque hacerlo rápido como cuando le arrancaba una bandita tampoco parecía la mejor solución. Tomé una amplia respiración y presioné mis dientes con fuerza. El ardor característico de mi garganta hizo aparición, pero como siempre, estaba totalmente controlado al estar con mi ángel. —Te amo—acuné su rostro y la besé con fuerza para distraerla de lo que seguía. Empujé con delicadeza hasta quedar ajustadamente acomodado en su interior. —Edward…—sus dedos se aferraron a mi cabello, mi rostro se refugió en su cuello, escuchando la canción que su corazón cantaba para mí. Después de lo que me pareció una eternidad, empecé a moverme con sumo cuidado, mis movimientos eran lentos, acompasados. Mi dulce Bella, acariciaba mi espalda, me susurraba lo mucho que me amaba y lo bien que la estaba haciendo sentir. Mi ángel me pidió que apresurara mi paso, yo no quería que este momento terminara nunca, quería demorarlo lo más posible. Podía escuchar los suaves


ronroneos de placer que dejaban mi pecho, mezclados con sus suaves gemidos y pequeños maullidos de placer. De pronto no pude soportarlo más y empecé a acelerar mis embates, sintiendo la ya conocida tensión en mis testículos. Una poderosa ola me golpeó cuando Bella arqueó su espalda y mi nombre escapó de sus labios en un grito, ronco y sin aliento. Su cuerpo empezó a apretar el mío, con los rápidos espasmos de su placer. La había sentido terminar en mis dedos pero eso nunca me pudo preparar para la sensación que me recorrió al sentir eso mismo en mi miembro. Mis dientes chocaron audiblemente, de mi pecho salió un gruñido gutural cuando mi propio placer me empezó a recorrer, fue tan fuerte que los dedos de mis pies se curvaron, mis dedos rasgaron el forro del colchón y el relleno de plumas quedó expuesto. —Gracias, gracias, gracias—empezó a llenar mi rostro de pequeños besos una vez nuestra respiración se volvió normal.—son los mejores regalos que me has podido dar. Alice, se pondrá a dar brincos cuando empecemos a planear la boda, ¿cómo quieres que sea? Tiene que ser algo íntimo, solo nosotros, no quiero personas extrañas que tengan celos de nuestra felicidad. Podemos invitar a los Denali. Me has hecho la mujer más feliz del mundo.—sonrió y me volvió a besar. —Me alegra que te haya gustado mi presente—murmuré contra sus labios. Nuestros cuerpos seguían entrelazados mientras conversamos de la boda y de todas las cosas que quiera, estaba muy emocionada, por suerte teníamos la calefacción encendida sino la pobre hubiera empezado a tiritar de frio. Sin previo aviso, Bella saltó sobre mí cuando le prometí que después de nuestra luna de miel, si aún seguía empeñada en permanecer conmigo el resto de la eternidad, la convertiría. Estaba a punto de entrar en mi santuario personal por segunda cuando los escuché acercarse. Salté de la cama y me terminé de colocar mis pantalones de franela al mismo que la puerta de la habitación se abría de par en par mostrando a Jasper y a Emmett. —Huele a sangre… pensaron los dos al mismo tiempo. Bella sujetaba la sabana que cubría su desnuda forma con fuerza, sus mejillas teñidas de un intenso rojo. Los ojos de Emmett y Jasper estaban fijos en la mancha roja de las sábanas.


—Le quitaste la virginidad a mi hermanita…—Emmett cerró y abrió los puños. Jasper, no se movía. No pensaba, solo usaba su don para tantean el estado de ánimo de la habitación. —Edward…—susurró Bella mirando fijamente a los dos vampiros que parecían estar paralizados. Me distraje por menos de un segundo cuando Emmett se lanzó contra mí haciéndome perder el equilibrio y estrellarnos contra la pared abriéndole un hoyo. Evadí sus golpes, sus pensamientos eran furiosos. Bella, le gritaba pidiéndole que me dejara. Jasper se debatía entre calmar las cosas o ayudar a Emmett a que me diera una paliza. —Emmett…—gruñí girando y subiéndome a su espalda. Mis manos se aferraron fuertemente a sus brazos para tratar de inmovilizarlo. —Es solo una niña y te acostaste con ella. Dijiste que esperarías a que estuvieran casados.—gruñó moviéndose hacia atrás para aplastarme contra una pared haciendo que ambos cayéramos al pasillo por la inercia. Emmett estaba usando todo su peso para evitar que me levantara. —Jax, haz algo—escuché a Bella gritar.— Emmett, suéltalo. No tienes derecho a intervenir. Edward y yo somos pareja, nos vamos a casar. Deja de hacer una tormenta en un vaso de agua.—su voz era baja y fría. —No están casados, Isabella. ¿No hablamos sobre esto hace cinco años? Primero el anillo y después el fund— —Sé exactamente lo que dijiste, no seré un vampiro aun pero tengo buena memoria. —le espetó cortándolo. En cuanto Emmett se relajó me zafé de su agarre y rodeé con mis brazos a Bella quien sujetaba la sabana como si la vida se le fuera si la soltaba.—¿Y tu Jasper Withlock, también vas a objetar?—sus ojos se encontraron, ella le dio una de sus patentadas miradas del mal. —Creo que debemos enfocarnos en lo que vinimos a comunicar. Además que tenemos compañía. Existen cosas más apremiantes sobre las que nos tenemos que preocupar. Lo que sucedió entre Bella y Edward, no debe tomarnos por sorpresa.— miró fijamente a Emmett y luego se giró hacia Bella y la abrazó— Felicidades querida, si quieres que le diga a Jenks que te altere la edad para que la boda sea más pronto solo avísame—tomó la mano en la que tenía el anillo entre las suyas, besó sus mejillas y el ambiente empezó a relajarse. —La haces sufrir y te despedazo.— Jasper la soltó y me dio unas palmadas en el brazo.—Tenemos problemas…serios problemas.


—Creo que debemos dejar a Bella para que se ponga algo de ropa.—Besé sus cabellos—Te esperamos abajo. Los tres bajamos rápidamente las escaleras, Jasper me relataba lo sucedido en su mente, mis labios se retrajeron sobre mis dientes, un gruñido se escapó de mi garganta. Se cruzaron con el olor de un vampiro cerca de la escuela, lo siguieron hasta el casillero de Bella, todos sus objetos personales, incluyendo los cambios de ropa que Alice había insistido en tener guardadas para cualquier emergencia. Salimos de la casa para encontrarnos con Jacob y Sam. Rosalie se había ido a contarle la situación a Carlisle. Todos tratábamos de pensar sobre las posibles causas de este comportamiento. No quería siquiera pensar en que los Vulturis se hubieran enterado de su existencia. No… si eso hubiera sido así ellos se hubieran acercado de manera más directa. Jacob me miraba sospechosamente, lo podía sentir olfateando el aire. Teníamos que pensar con calma lo que estaba sucediendo, Jasper tampoco pensaba que fueran los Vulturis. Tanto los lobos como nosotros nos inclinábamos a pensar que la responsable era Victoria. Si tenía amigos nuevos, teníamos que saber exactamente que estaba planeando. No quería que Bella se preocupara Emmett aun estaba molesto conmigo y me amenazaba con una muerte lenta y dolorosa si no me casaba con ella y reparaba mi falta. Nunca pensé que Emmett fuera tan moralista, siempre se burlaba diciendo que yo era el santurrón. Bella llegó a donde estábamos, solo se había puesto unos pantalones largos de franela y la camisa que estaba usando en la fiesta con un abrigo encima. Me miró y sus mejillas se sonrojaron profundamente. Yo no pude evitar que una amplia sonrisa se plantara en mi rostro. Jacob salió corriendo hacia el bosque, sin embargo yo no le preste atención a sus pensamientos como debía por estar embebido en la visión que tenía frente a mí. La abracé, estrechándola contra mi cuerpo, jurando mentalmente una vez más que no permitiría que nada le pasara.


—No puedo creer que te hayas acostado con él…—la voz de Jacob sonó baja y peligrosa a nuestras espaldas.

Capítulo 30: Inesperado

—No puedo creer que te hayas acostado con él…—la voz de Jacob sonó baja y peligrosa a nuestras espaldas. —No, le hables de esa manera—lo encaré, sentí el suave y cálido toqué de Bella en mi brazo, pidiéndome silenciosamente que me calmara. Bella me miró confundida, sus mejillas totalmente rojas; se giró y lo miró fijamente a la cara. —N—no sé a lo que te refieres, además no tengo por qué decirte nada, eso es privado—su expresión era petulante, Bella por lo general ponía esa expresión cuando se enojaba. — ¿Cómo no sabes a que me refiero?, su esencia esta sobre ti, por todos lados. Apestas a él, apestas como un maldito chupasangre—su rostro se contrajo con asco cuando volvió a olfatear el aire y sus manos temblaron al igual que las mías. Jasper puso su mano en mi hombro. —Jacob…—la voz de Sam era una advertencia. Se escuchó un aullido retumbando en el bosque. Embry se había puesto en marcha en cuanto Jacob volvió a su forma humana. —Sea como sea, no es de tu incumbencia, Jacob—Bella dijo atreves de sus dientes. Jacob empezó a temblar mucho más y yo me interpuse entre ellos dos. —Eres un monstruo, un parasito, eres igual que la pelirroja, no eres de su misma especié—me espetó y Bella gruñó. —Eres un imbécil, Jacob Black…—se movió tratando de lanzarse hacia él, yo la tomé por la cintura y se la pasé a Jasper, enfocando mi mirada en el chico. Iba a decir algo muy poco amable y que no debe ser dicho delante de una dama, cuando Jasper me cortó, sabia al igual que yo que no debíamos engarzarnos en una disputa con los lobos.


—Debemos enfocarnos en el verdadero problema, un problema que tenemos en común, que son los humanos que están muriendo y la posibilidad que esos vampiros vengan a Forks.—su voz era fría—Creo que esa es nuestra prioridad. Sam le dio la razón y le ordenó a Jacob quien aun temblaba mirando fijamente el rostro de Bella que entrara al bosque para regresar a La Push. Bella temblaba de la rabia, mis manos acariciaban su cara tratando de calmarla. Jasper también estaba ayudando, aunque también estaba enfocado en las emociones de Emmett, quien rumiaba su enojo y estaba pensando en llamar a Rose para acusarme. No habíamos entrado a la casa cuando apareció Alice de entre los arboles con Esme a su lado. Ambas tenían enormes sonrisas en sus rostros. Esme nos envolvió a los dos en un maternal abrazo, sus pensamientos me dejaban ver que estaba más que emocionada por que sus dos queridos hijos se fueran a casar. No paraba de decirme que estaba feliz porque Bella, no hubiera podido encontrar un mejor hombre y todas esas cosas que las madres les dicen a su hijos para hacerlos sonrojar. Como se dio cuenta que Alice estaba impaciente por su turno, nos besó a los dos en la mejilla y entró a la casa para ponerse a planear la boda. —Déjame verlo, déjame verlo. ¡Qué lindo es! Tantas cosas que tengo que planear, por suerte ya tengo el vestido, solo me faltan los pormenores. Vamos, que seguramente Esme ya está revisando los sitios web para buscar detalles para la boda. ¿Ya tienen la fecha?—cerró los ojos para buscar la respuesta—No, aun no tienen. Tengo que saber de cuánto tiempo dispongo, necesito una fecha pronto—le dijo Alice sin dejar de danzar a su lado, tirando de su mano para que entrara a la casa—Oh eres muy lenta, con tu permiso—la tomó en brazos y desapareció con Bella dentro de la casa antes que la pobre hubiera tenido tiempo para decir nada. Cuando las íbamos a seguir dentro de la casa, el auto de Carlisle se detuvo frente al garaje, Rose se bajo y entró de inmediato a la casa. No sin antes decirme mentalmente. "No te mataré hasta saber si ella está bien" —Tenemos que estar preparados, no podemos dejarlos acercar al pueblo—la voz de Carlisle estaba teñida por la preocupación de tener que quitarle la vida a esas criaturas cuando siempre ha procurado hacer todo lo contrario. Desde que Alice había tenido la visión de Victoria transformando a humanos a diestra y siniestra, nos habíamos preparado mentalmente para que nosotros fuéramos su objetivo. Tratamos de mantener a Bella al margen de todo el


caos, pero eso no, nos impedía estar muy alertas. Por eso nuestra alianza con los lobos se había hecho más fuerte. —Los lobos serán de gran ayuda—murmuré distraído por mis pensamientos y por los que salían de la casa, Rose estaba contenta de ver a Bella feliz y no pretendía arruinarle la dicha, regañándola por lo sucedido, aceptaba el hecho que Esme era quien tenía el derecho moral y legal de hacerlo, por lo que se mordió la lengua. —Eso, si el chico Black no hace nada estúpido—la voz de Jasper era fría, aun estaba tenso por las fuertes emociones que habían manado de Jacob antes que él empezara a usar su don para tratar de calmarlo. —Sam lo mantendrá bajo control—miré hacia la casa donde podía escuchar las risas de felicidad de Bella. Giré el rostro hacia Emmett, Jasper y Carlisle. Entre los cuatro nos miramos sabiendo muy bien como debíamos actuar. Lo que menos queríamos era que Bella entrara en uno de sus conocidos ataques de pánico cuando pensaba que algún miembro de nuestra familia estaba en riesgo. —Entonces hijo, ¿para cuándo es la boda?—Carlisle palmeó mi hombro y no pude evitar sonreír. Los días pasaron entre los preparativos de la boda, la cual habíamos planeado para cuando Bella se graduara de secundaria por segunda vez. Ella se había graduado por primera vez en Alaska, cuando tenía quince años y estaba notablemente emocionada por terminar la secundaria por segunda vez. Según ella así se sentía más parte de nosotros ya que todos habíamos terminado la secundaria al menos unas quince veces. Alice, seguía pendiente de los planes de Victoria. Los lobos seguían haciendo las rondas, solo que Jacob y yo nunca estábamos en el mismo grupo. El chico aun estaba molesto por lo sucedido, pero quien me preocupaba de los Black, no era Jacob sino su padre. Nos habíamos encontrado a Billy Black en dos ocasiones y en ambas había mirado fijamente a Bella, tratando de confirmar sus sospechas. De la mente de Jacob había podido ver recuerdos en los que la imagen de su padre estaba mirando fijamente una foto de los padres de Bella y preguntándose en voz alta si en realidad la pequeña hija de su mejor amigo murió en el bosque junto a sus padres. Carlisle pensó que lo mejor era esperar a que Victoria atacara para luego irnos de Forks. Esme quería que Bella se casara en el lugar donde nació. Cuando le dijo que por ella hasta una boda en Las Vegas la contentaba, con tal de estar


conmigo, sé ganó tres frías y amenazantes miradas por parte de las féminas de la familia. La escuela seguía siendo un hervidero de comentarios, todos se enteraron de nuestro compromiso porque Jessica Stanley vio el anillo en el dedo de Bella durante su clase de inglés, para la hora del almuerzo todos en la escuela sabían que Bella y yo nos íbamos a casar. Algunos comentarios y pensamientos eran amables como los de la chica Weber y Ben Cheney, pero los otros rayaban en la envidia y el resentimiento, sobre todo los de Mike Newton y Lauren Mallorie, había tenido que empezar a ignorar dichos pensamientos ya que ambos estaban corriendo el riesgo de ser enfrentados por un muy malhumorado vampiro. Bella y yo habíamos podido intimar un par de ocasiones más, cada una más hermosa y placentera que la otra. Bella últimamente no se encontraba bien, había pescado un fuerte virus estomacal, haciendo que vomitara todo cuanto comía. Ahora estábamos en la consulta de Carlisle, a pesar de lo mucho que Bella protestó, hicimos un frente unido y no le quedó más remedio que aceptar. Estaba tratando de encontrar los pensamientos de Carlisle, pero me estaba bloqueando, cosa que me ponía ansioso con el paso de cada segundo. En cuanto entró por la puerta jugando con un sobre blanco, prácticamente le hubiera saltado encima si Bella no me hubiera sujetado por el brazo. —¿Qué dicen los resultados?—le gruñí, ganándome una mirada desaprobatoria de Bella. —Edward, antes de decirte algo debes prometer no hacer una escena, estamos en un hospital. —su voz trataba de calmarme, pero hizo todo lo contrario. Miles de pregunta recorrían mi mente, ¿Está enferma?, ¿es de gravedad?, ¿Se está muriendo? Si es así la morderé en este instante, no permitiré que nada me la arrebate. —Papá…dínoslo—Bella tomó mi mano y la apretó fuertemente. Carlisle suspiró con fuerza y me entregó el sobre, no lo había terminado de abrir cuando nos dijo el resultado.


—Estas embarazada—dijo y tanto Bella como yo nos quedamos totalmente en shock. Para mí era como si me hubieran golpeado tan fuerte, haciendo que todo el aire de mis pulmones se escapara. ¿Embarazada? ¿Cómo?... no hay nadie más… solo he sido yo… ¿Cómo? Es…imposible. En ese instante, Bella se levantó rápidamente y se arrodillo junto a la papelera de Carlisle para vomitar copiosamente. Carlisle y yo estuvimos arrodillados a su lado antes que arqueara por segunda vez. Mis manos se movían sin saber dónde colocarlas, no sabía qué hacer, ni como reconfortarla. —Esa cosa le está haciendo daño—mitad gemí y mitad gruñí. — ¡Edward! No lo llames cosa—Bella estaba molesta conmigo, su voz me lo dejó ver claramente. —estamos hablando de nuestro hijo. — ¿Qué podemos hacer Carlisle? ¿Qué opciones tenemos?¿Aun estamos a tiempo para—fui cortado por un vaso de agua directamente en mi rostro. La única persona en el mundo que me podía tomar desprevenido era Bella. —No te atrevas a decirlo, Edward Cullen—sus fieros ojos me miraron. — Carlisle, dime qué puedo hacer para asegurarnos que el bebe este sano. Carlisle la ayudó a sentarse, yo aun estaba en el suelo de rodillas al lado suyo cuando su teléfono empezó a sonar. —Dime Alice—le respondió Carlisle. Atreves de su mente podía saber que Alice lo que le decía. Cuando le dijo que su futuro había desaparecido, inhalé con tanta fuerza que llamé la atención de Bella quien ahora tocaba su vientre con reverencia. Se acercó a mí y tomó mi mano en la suya, llevándola con cuidado a su vientre donde se sentía una pequeña pero firme protuberancia que no había sentido con anterioridad. Dejó su mano sobre la mía como si estuviese esperando algo. A los pocos segundos supe que era… un casi imperceptible movimiento golpeó mi mano. Mis ojos se encontraron con los suyos que estaban llenos de lágrimas. —No, nos odies. El bebe y yo somos parte de ti—su voz estaba rota y yo me sentía como el peor monstruo del mundo.


—Nunca te podría odiar, amor. —acaricié su rostro con mi mano libre. — ¿Y al bebé?—su labio inferior tembló y yo cerré los ojos con fuerza. —Tampoco al bebe—mi padre me miró con aprobación. Bien hecho, Edward. Bella no debe estresarse. Bella se lanzó prácticamente sobre mí, empezó a llenar mi rostro de besos, para luego besarme con ardor en los labios. —Tenemos que decirle a Jax que llame a Jenks—la sonrisa en su rostro no podía ser mayor. Tanto Carlisle como yo estábamos desconcertados. — ¿Para qué necesitamos a Jenks?—Carlisle le preguntó con verdadera curiosidad. —Tiene que cambiarnos la edad. No queremos ser padres adolescentes. ¿Verdad, Edward? No le respondí. Carlisle empezó a recoger todas sus cosas, mientras Bella seguía hablando emocionada de cómo tendríamos que adelantar la boda, de lo feliz que Esme estaría al saber que iba a ser abuela y siguió hablando de un millón de cosas. Estábamos acompañando a Carlisle por los pasillos, hasta la sala de enfermería, cuando Bella se detuvo en seco. La escuché inspirar. — ¿Bella? — ¿sería posible que volviera a vomitar? Carlisle también se detuvo, al notarlo. —Hay algo que huele muy bien…no logro identificar el olor, pero se me hace agua la boca…—volvió a inspirar. Carlisle y yo también lo hicimos pero lo único que olíamos era… Sangre… Carlisle pensó lo mismo que yo. Ambos miramos a Bella, quien seguía olfateando el aire y pasaba su pequeña lengua por sus labios. Es lógico, Edward. Después de todo el niño es tu hijo. Fruncí el ceño y por la expresión de mi rostro supo que iba a hacer un comentario nada bueno, por lo que me reprendió mentalmente. No te atrevas a decir nada que moleste a mi hija Edward. Tu accediste a intimar con ella, eres tan responsable de esto como ella, pero, no te dejaré que la hagas sentir incomoda por las necesidades de su cuerpo.


—Bella—Carlisle la tomó por los hombros después de asegurarse que no había nadie que pudiera escucharnos— ¿Estas consciente que tu hijo posiblemente será mitad como Edward?—espero a que Bella asintiera para continuar— como bien sabes, nosotros tenemos ciertas necesidades especiales a la hora de alimentarnos, por lo tanto existe la posibilidad que tu hijo también las tenga—miró el rotulo de la pared donde estábamos parados y Bella siguió su mirada. — ¡Oh!—fue todo lo que dijo cuando vio que el nombre rezaba "Banco de Sangre". Me pregunto si… Abrió la puerta de vidrio del banco de sangre y se fijo en Bella miraba con fijeza los viales que estaban siendo llenados para muestras. Su pequeña boca se movía como si la estuviera saboreando, se notaba que la boca se le estaba haciendo agua. Fascinante… Carlisle estaba más que satisfecho consigo mismo. —Hmmm. Espérenme en el auto, veré que puedo hacer—con esto entró al banco de sangre y cerró tras de sí la puerta haciendo que Bella hiciera un tierno puchero. Eso me desconcertó bastante, Bella siempre se enfermaba cuando había sangre involucrada. — ¿Podemos comprar lo que sea que huele tan bien?—mordió su labio y me miró con ojos suplicantes. Ella estaba hablando indiferentemente en beneficio a las personas que podían escucharnos. —Vamos al auto, seguramente Carlisle conseguirá lo que huele bien—besé su sien y la llevé hasta el auto, donde sus ojos se movían una y otra vez hacia la puerta del hospital. Incluso cuando Carlisle salió y nos pusimos en marcha la podía ver mirando especulativamente el pequeño refrigerador portátil que había traído consigo. —Papá…—lo miró con ojos vidriosos—tengo mucha hambre… ¿podríamos tratar con eso…? Para todos era claro que el haber pasado tres días vomitando todo lo que comía le había pasado factura a Bella, su cabellos estaban opacos, sus ojos sin brillo, su mejillas pálidas. Alice había sacado a todos de la casa por petición de Carlisle, no estuvieron muy felices con eso, pero lo cumplieron.


Ahora estábamos en la cocina, con las comidas preferidas de Bella sobre el sobre, pero ella seguía con su vista fija en la bolsa de la que Carlisle estaba sirviendo el contenido en un vaso para tibiarlo. —Estás segura que no quieres nada de esto—le señalé con la mano una ensalada cesar con pollo y queso provolone. Bella me respondió haciendo una cara de asco y tornándose ligeramente verde. Edward, primero probemos con esto, luego podemos intentar darle comida humana. —Aquí tienes cariño—le entregó la copa con la sangre tibia, debo reconocer que el olor hacia que se me hiciera agua la boca, tragué el veneno que se había acumulado. Bella se bebió el contenido en dos tragos, se relamió los labios y miró expectante a Carlisle. —¿Puedo tomar un poco más?—su voz fue un susurro. —Bella, amor… ¿te das cuenta que eso es sangre?—sus mejillas adquirieron un intenso rubor. Edward, que dios que ayude a controlarme si haces que esto sea más difícil para ella. —Claro que puedes tomar más, cariño. Toda la que necesites—me miró con fijeza, Carlisle siempre ha sido el más inclinado a demás de mí a cumplir todo lo que Bella pidiera. En cierto modo nos veía a todos como sus hijos, pero con Bella era diferente, supongo que es por el hecho de que la vio crecer. Cuando Bella terminó de tomarse la sangre, Carlisle la tentó con algo de comida humana, ella comió gustosa y por suerte esta vez no devolvió el estómago. Trató de besarme en varias ocasiones y yo respondía al beso con mucho cuidado, aun podía sentir la sangre en sus labios y eso unido a su tentador aroma era una combinación fatal. Estaba sentado en el sofá con Bella dormida con su cabeza sobre mis piernas, cuando los demás regresaron. Alice acarició mi brazo, en un gesto reconfortante. Todos se pararon frente a nosotros mirándonos. Carlisle se puso a mi lado. Prefería aclarar las cosas de inmediato y teniendo a mi favor que Bella se había quedado finalmente dormida, cosa que podría hacer las cosas más


fáciles porque nadie levantaría la voz sabiendo lo poco que había descansado en estos días. —Familia—se aclaró la garganta innecesariamente—Edward y Bella, han recibido buenas noticias hoy. Nuestra familia pronto tendrá una nueva adición. Los pensamientos de todos estaban sorprendidos, pero ninguno sabía a ciencia cierta lo que en realidad era, todos, menos Alice. —Bella, está embarazada—declaré suavemente. ¿Qué? Gritaron todos mentalmente a la vez. Luego cuando poco a poco la idea se fue asentando empezó el problema. Por lo menos no dudaron en que la criatura era mía. ¿Embarazaste a mi bebe? ¿Cómo pudiste Edward? Rosalie me gruñó mentalmente y Jasper le puso una mano en el hombro cuando la vio acuclillarse frente a mí. —Genial, lo que me faltaba, que mi hermanita se sumara a las estadísticas sobre embarazos adolescentes. No sabía que después de no tener vida sexual en absoluto fueras a convertirte en padre adolescente. Demonios chico, si no fuera porque Bella está dormida en tus piernas, terminaría contigo. —Tenemos que terminar con Victoria, esta situación lo complica todo—Jasper, usó su tono calmante, aunque por dentro quería unirse a Emmett para golpearme. —Edward…—los ojos de Esme brillaban por la emoción—Se acercó a nosotros y me besó la cabeza. Su mente estaba llena con tanta emoción. — ¿El embarazo es seguro para ella? ¿De qué especie será el niño?—Nunca antes había escuchado a Emmett tan serio y preocupado. —No lo sé. —Nos aseguraremos de eso. Dijimos Carlisle y yo al mismo tiempo. Quería gruñirle a mi creador, su optimismo me estaba matando. Yo lo único que necesitaba saber era que Bella estaría completamente bien. Podría soportar cualquier cosa con solo tener esa certeza.


—Empezaré a investigar, ha habido mitos, pero pensé que era una superstición. Solo les aseguraré que mi hija y mi nieto tendrán el mejor cuidado que les pueda dar.—Todos se quedaron más tranquilos después de escuchar eso, todos, menos yo. Estaba acariciando suavemente el cabello de mi ángel, cuando empezó a murmurar. No decía nada con sentido, solo balbuceaban palabras sueltas. —Vienen…—Alice tenia la mirada pérdida, pude ver con claridad su visión. Victoria y sus neófitos habían decidido atacar.—llegaran en dos días —Debemos reunirnos con los lobos, tenemos que formar un plan de ataque, la situación se ha complicado, si movemos a Bella a algún lugar debemos asegurarnos el poder cubrir sus necesidades. Decidimos que nos reuniríamos con los lobos después que Carlisle regresara de comprar sangre en Seattle para asegurarnos de tener suficiente para Bella. Me pase el resto de la tarde acariciando el cabello de Bella. En cuanto ella se despertó pidió más sangre. Jasper salió de la casa temiendo que la tentación fuera demasiado para él. Rose le trajo la copa y empezó a mimarla. Ella estaba feliz, pero cada vez que notaba que Bella no estaba pendiente me miraba como si quisiera arrancar mi cabeza. Alice estaba preocupada, el no poder ver el futuro de Bella la llenaba de ansiedad. Trataba de no contagiármela pero estaba haciendo un pobre trabajo. Además estaba la reunión con los lobos, no sabía cómo se comportaría Jacob, sería la primera vez desde la noche del cumpleaños de Bella, que estaríamos los tres en el mismo lugar. Bella estaba terminando su tercera copa de la noche cuando escuché los pensamientos de los lobos, que me tomaron desprevenido por estar pensando en Bella y el…bebe. —Allí vienen… Carlisle tomó con rapidez la copa de las manos de Bella y la llevó a la cocina tratando de eliminar el olor. Los lobos habían llegado temprano, tomándonos por sorpresa. —Bella…—Jacob susurró con emoción.


Capítulo 31: Nevando

CAPITULO 31 NEVADA Por alguna razón el ver a Jacob alteró un poco a Bella, puse sentir a través de Jasper que estaba un poco asustada. Acaricié su cabello mientras ella le respondía el saludo con voz temblorosa. Jasper me dio una mirada curiosa, levantó una ceja preguntándome mentalmente si conocía la razón de su desasosiego. Ella siempre se había sentido cómoda junto a los lobos, en especial junto al chico Black. Sus latidos empezaron a ser más rápidos cuando Jacob la miraba fijamente, se podría decir que estaba fascinado con ella, pero eso no era ninguna sorpresa para mí. Lo que si me extrañó fue que Bella se disculpó para retirarse a nuestra habitación como si el diablo la estuviera persiguiendo. ¿A qué le teme? Jasper, mantenía su vista en las escaleras por donde Bella acababa de subir. Yo también me distraje mirando el mismo lugar y ambos nos volteamos luego que Carlisle aclarara su garganta llamando nuestra atención para proseguir con la reunión. Mi mente estaba dividida en dos, la podía escuchar caminando cerca del tope de las escaleras, seguramente no quería perderse nada de lo que estuviéramos hablando y trataba de prestarle atención a las negociaciones. Cuando empezamos a hablar de planes de ataque y de la posición que cada uno iba a tomar, Bella bajó las escaleras con demasiada rapidez para mi gusto. —No pretendo quedarme atrás—puso sus manos en jarra sobre sus caderas. —Bella…—la regañó Carlisle. —Bella, nada papá. No me quedaré atrás escondiéndome mientras mi familia está en peligro. —las lágrimas empezaron a caer de sus ojos. Estaba más emocional que de costumbre, el embarazo la tenía demasiado sensible.


Solo teníamos unas horas de haber descubierto que estábamos esperando un bebe, pero los efectos de esto se habían empezado a notar hace poco menos de una semana. La tomé en mis brazos y la senté sobre mis piernas. Ganándome una mirada asesina de Jacob y Rosalie. —No llores, amor. Nada nos pasará. Todos estaremos bien y ya no tendremos de que preocuparnos. Te mantendremos en un lugar seguro y todo habrá terminado prácticamente en minutos.— acaricié su espalda en círculos, tratando de calmarla como cuando era una niña. —No me voy a esconder, mientras ustedes están en peligro—su voz rota era fiera. —¿Qué te parece quedarte con Edward en algún lugar seguro? —le preguntó Carlisle acariciando sus cabellos paternalmente. —Sí —No Respondimos al mismo tiempo. ¡Edward! Bella necesita estar tranquila, hasta que no conozcamos más del embarazo no podemos alterarla. Y tú eres su pareja y el padre de la criatura; es tu deber estar junto a ella y ayudarnos a mantenerla estable emocionalmente. Carlisle me reprendió mentalmente. ¡Ja! Te vas a perder toda la diversión, eso te enseñará a no embarazar a mi hermanita. Ahora te tienes que quedar sentado jugando a la casita. La burla era evidente en los ojos de Emmett. — ¿Me vas a dejar sola?—la voz de mi ángel era muy pequeña. —Uno de nosotros se puede quedar contigo, yo me puedo quedar contigo—el chico de los Black se ofreció ansioso. Sam le lanzó una mirada reprobatoria. Lo ignoré y me concentré en la razón de mi existencia. —Claro que no te voy a dejar sola tontita—besé sus cabellos.—Si quieres que me quede, me quedaré—me costó decir esas palabras en voz alta, pero, sabía que ella me necesitaba.


Sus brazos se apretaron a mí alrededor y suspiró tranquila. Se había quedado dormida, en estos días parecía que Bella pasara más tiempo con sus hermosos ojos cerrados que abiertos. Pensábamos que era debido a que estaba enferma, sonreí cuando sentí el pequeño movimiento en su vientre. El aleteo del palpitar de la criatura era algo hipnotizante. Pensar que Bella tenía en su vientre un hijo nuestro, era algo aun irreal. Nunca pensé en la posibilidad de ser padre, ni siquiera cuando había sido humano. Aunque si me ponía a pensar, tampoco había pensado nunca en enamorarme y esta pequeña niña me tiene postrado a sus pies. La reunión siguió y yo solo pude opinar ya que no iba a poder participar. Me molestaba en cierto grado, después de todo mi monstruo interior tenía muchos años dormido y me estaba suplicando por una oportunidad de salir a la superficie y liberarse. No habría mejor oportunidad que una batalla con neófitos. Otra cosa que me preocupaba eran los Vulturis, no los quería cerca de mi familia y mucho menos de Bella, el embarazo lo complicaba todo, todo era mucho más delicado, teníamos que tener una estrategia perfecta y mover bien nuestras fichas. No podíamos cometer errores. Tenía que recordarme que tenía en mis brazos a Bella cada vez que alguno de los pensamientos del chico Black llegaba gritando a mi mente. En unos se burlaba de mí diciéndome cobarde por aceptar quedarme fuera de la batalla. Parecía que no recorvada que él también se había ofrecido a quedarse a cuidarla. En otros sus pensamientos eran celosos, él deseaba poder abrazarla y recostarla contra su cuerpo. Cada vez que una de sus fantasías me golpeaba, yo me dedicaba a besar los cabellos de mi ángel y me podía regodear viendo como el perrito se tensaba y sus pensamientos se movían a otros caminos. Después de discutir estrategias, mi familia y los lobos se fueron a practicar en el claro. Yo me quedé con Bella quien aun estaba profundamente dormida. Habíamos decido llevarla a una cueva en las montañas, uno de los lobos la llevaría en brazos y se encontrarían conmigo en el campamento donde Bella y yo pasaríamos la noche, aunque Jasper y yo no estábamos muy convencidos con eso de dejar a Bella sola con un lobo. Mucho menos ahora que habíamos notado su creciente miedo.


Bella se despertó cerca de medianoche totalmente sedienta, se tomó tres vasos de sangre tibia antes de volver a dormir. Fue un suplicio hacerla dormir, quería que la besara y el sabor a sangre en su boca me ponía prácticamente a ronronear de placer. No entré en razón hasta que la tuve bajo mi cuerpo y me movía con acompasadamente entrando y saliendo de su cuerpo. Sus suaves maullidos y gemidos tentaban todo mi autocontrol. Debía recordar que tenía que ser mucho más cuidadoso que antes con ella. Cuando alcanzamos el frenesí del clímax, Bella rápidamente cayó en un profundo sueño, totalmente recostada sobre mí. Me quedé mirando el techo y acariciando ausentemente el pequeño bulto que sobresalía de su vientre. Por lo visto este no iba a ser un embarazo normal humano de nueves meses, eso era lógico puesto que dudaba mucho que la criatura fuera humana. Pero la duda que tenia, era si la criatura no era humana, ¿por qué podía escuchar el golpeteo desenfrenado de su corazón? La mañana llegó y con ella los preparativos para resguardar a Bella. Conversaba con Carlisle y Jasper en el portal de la casa mientras Bella tomaba su desayuno con Esme y Rosalie en la cocina. —Debes llevar sangre suficiente para Bella. —Jasper estaba ansioso y preocupado. —Tengo suficiente reserva para tres días o eso creo, Bella las está consumiendo a una velocidad sorprendente. Después que terminemos con los neófitos tendré que conseguir más. —Carlisle frotó sus ojos con los dedos. —Debes llevar algo para mantenerla caliente, por lo visto habrá una tormenta de nieve. —Alice se frotaba las sienes cansadamente. — Jazz, llevó anoche un calentador portátil con su fuente de poder, pero de todos modos creo que deberás llevar algo más. Es tan frustrante no poder ver. —se quejó. Nos subimos al auto para llevar a Bella al punto donde nos encontraríamos con los lobos. Cuando ya teníamos unos cinco minutos de camino, le pregunté lo que me moría por conocer desde ayer al verla tan ansiosa al saber que estaría con un lobo sin supervisión cuando eso antes no le molestaba en lo más mínimo. — ¿Por qué estas asustada, amor?—acaricié su mejilla. —Tengo miedo que se enteren del bebe y nos quieran hacer daño—gruñí ante la sola idea de alguien lastimando a mi ángel.


—Nadie, te hará daño. Tendrán que pasar sobre mi pila de cenizas y la de toda la familia antes de poder tocarte un solo cabello. —le dije con fiereza. —Ahora trata de no preocuparte y relajarte, no le hace bien a ninguno de los dos—bajé mi mano a su pequeño vientre y una enorme sonrisa se expandió en su rostro. —Tendremos que irnos, Edward, antes que el bebe nazca. No podemos tenerlo en Forks, no sabemos cómo lo tomaran los lobos—su voz dejaba ver la angustia que tenia, tomé su mano en la mía y la acaricié en círculos tratando de calmarla. En cuanto detuve el auto, Bella se subió sobre mi regazo, parecía que ese se había convertido en su lugar favorito últimamente. Acaricié sus cabellos mientras escuchábamos la suave música que salía de los altoparlantes del auto. Sus pensamientos llegaron a mí antes de verlo. No podía creer mi suerte o mejor dicho, no podía creer la arrogancia de este niño. Jacob Black, salió de entre los árboles, dándome una mirada fiera. Besé el anillo de compromiso en la mano de mi ángel, devolviéndole la mirada. —Bella, amor. Jacob ha llegado y tienes que irte con él. —su respiración empezó a acelerarse, levanté su delicado mentón e incliné mis labios para capturar su boca. Un gemido se escapó de sus labios y sus manos se enredaron en mi cabello. Escuché el ladrido que salió del pecho del cachorro, pero no le presté atención. La estreché más contra mi cuerpo, no quería dejarla marchar. Nos separamos cuando un golpeteó en la ventanilla del auto sobresaltó a Bella. Sus mejillas se tiñeron de rojo y escondió su rostro en mi cuello. Abrí la puerta saliendo con ella en brazos. —Buenos tardes Jacob— saludé cortésmente. —Debemos partir ya, el clima empezará a cambiar dentro de pronto. —ignoró mi saludo y yo suspiré. — ¿Tienes sed o hambre, amor?—mi preocupación empezó a crecer. Ella negó con la cabeza y me miró con ojos vidriosos. —Pronto volveremos a estar juntos amor, no tengas miedo. Nada te va a suceder. Jacob cuidará de ti. ¿No es así Jacob?—mis ojos se entrecerraron en una muda amenaza. Se aferró a mí y sus labios buscaron los míos una última vez antes de pasarla a los brazos de un Jacob que se imaginaba todas las formas en las que me podía matar.


Sus manos temblaron levemente cuando mis frías manos hicieron contacto con sus brazos al entregarle a Bella. Sus pensamientos enseguida dejaron de ser sobre mí para centrarse en la chica en sus brazos. Quise gruñir, pero tenía que controlarme. Me aseguré que su abrigo estuviera bien cerrado y acaricié sus ojos antes de darme la vuelta y subir al auto. Un muy petulante Jacob desapareció entre los arboles feliz por tener el objeto de su atracción entre los brazos. Conduje hasta la casa y dejé el auto en el garaje, poniéndome a correr rodeando las montañas. En cuanto llegué a la cueva me puse a levantar una carpa en la entrada, encendí una pequeña hoguera al notar lo fría y húmeda que estaba la cueva. Recubrí el lugar donde Bella dormiría con una lona antes de poner el saco de dormir para procurar mantenerla caliente. Cuando terminé mi trabajo empecé a ponerme ansioso, no podía esperarlos dentro, por lo que me dediqué a caminar de un lado a otro frente a la tienda, mirando el cielo preocupado. Los nubarrones estaban negros y amenazaban con soltar toda su furia en cualquier momento. En cuanto los vi aparecer en la línea del bosque, me deslicé hasta llegar a su lado y sacarla de los brazos de ese perro. —Gracias por traerla—le dije solamente, girándome para llevarla al resguardo de la cueva. Bella estaba aferrada a mí, respirando profundamente. Estaba totalmente dormida, la recosté con suavidad sobre el saco de dormir y la cubrí con las mantas para mantenerla caliente. —Se quedó dormida a mitad de camino, ¿Por qué esta tan cansada?—Jacob estaba parado en la entrada de la cueva. Tomé una amplia respiración. —No se ha encontrado bien de salud en estos días—fue todo lo que le dije. —Bien, mañana todo habrá terminado—se movió incomodo— ¿ya la revisó el doctor colmillos? —Es solo un malestar transitorio. — sacudí mi cabeza pensando en lo que había hablado con Bella en el auto. —Estaré afuera, supongo que querrás tener comunicación con la manada para poder coordinar las cosas. —se giró sin esperar respuesta. Encendí el generador de electricidad para poder usar el calentador, la ventisca estaba empezando a arreciar cuando Bella se despertó sedienta y hambrienta.


Le ofrecí un poco de sangre que calenté levemente en la hoguera. Se la tomó de un solo trago y pidió más. Miré preocupado en la mente de Jacob, lo que menos necesitaba era que oliera la sangre y viniera a inspeccionar, solo para encontrar a Bella con la evidencia en la mano. Luego de su tercer vaso le ofrecí una manzana y Jacob no pudo soportar más la curiosidad y metió su enorme cabeza en la cueva, su hocico estaba tenso mientras su nariz olfateaba. Bella me miró con los ojos abiertos por el miedo, pasó su pequeña lengua por sus labios tratando en vano de borrar alguna prueba de su último alimento. La cueva apestaba a sangre humana, incluso para mi estaba siendo muy difícil de soportar, el veneno inundaba mi boca y tenía que tragarlo con rapidez. Jacob se preguntaba mentalmente de donde había salido la sangre si Bella claramente estaba entera. Gruñó mirándome fijamente y me lanzó una amenaza con sus ojos. Bella se subió a mis piernas asustada. Eso hizo que Jacob se retirara preguntándose por centésima vez la razón por la que Bella parecía temerle cuando antes nunca le había importado que estuviera en su forma lobuna. La noche siguió avanzando y Bella empezó a tiritar, la cubrí con las mantas adicionales, pero aun así temblaba de frio. —Edward, acuéstate conmigo—susurró. —Bella, estas muerta de frio, no creo que mi temperatura te ayude, haré todo lo contrario a calentarte—le dije puesto en razón. —Seguramente puedes ingeniarte en algo para mantenerme caliente—rió tontamente antes de volver a tiritar. —Bella—mitad gemí y mitad gruñí. Solo ella podía pensar en algo así en esta situación. —Por favor, no podré dormir si no estás a mi lado.—lloriqueó. Con un suspiro resignado y recordándome lo que me dijo Carlisle sobre no enojarla, me recosté a su lado. Sus labios atacaron los míos y su pequeño cuerpo se subió sobre mí haciendo que mis ojos se abrieran de golpe. —Isabella, afuera está nevando. Te vas a congelar—le reproche. Negó con la cabeza. —Cada vez que me tocas es como si mi piel empezara a arder en llamas.


Después de volver a perder el control la tenía sobre mi solo con su abrigo puesto y totalmente rasgado por el centro, mostrándome sus hermosos pechos. —Eres tan hermosa—mi voz era ronca. No me atrevía a tocarla por miedo a lastimarla o a enfriarla. —Tú eres como acero cubierto de terciopelo—acarició mi pecho y bajo hasta mi miembro sujetándolo con su pequeña mano—tan duro…pero tan delicado—susurró guiándome a su interior. Empezó a moverse suavemente sobre mí, la miraba subir y bajar, sin atreverme a tocarla, sus suaves gemidos se hubieran perdido en el ruido que producía la nevada sino hubiera sido por mi buen sentido del oído. Deseaba poder apretarla contra mi cuerpo pero mi temperatura, pero sabía que debía controlarme, mis frías manos solo ayudarían a bajar más su temperatura y las pequeñas gotas de sudor que perlaban su cuerpo se enfriarían con mayor rapidez, ya era suficiente con que estuviera en contacto con mi parte baja. Cuando Bella empezó a gritar mi nombre fue cuando recordé que teníamos compañía, al escuchar el aullido que procedía de algún lugar cercano a la cueva. Siseé una palabra altisonante lo suficientemente bajo para que Bella no me escuchara y nos giré de manera que ella estuviera bajo mi cuerpo para protegerla. Mis ojos se quedaron fijos en la mente de Jacob quien ahora corría entre los árboles por órdenes de Sam. No había sido mi intención herir tanto al muchacho y mucho menos había sido la intención de Bella. Es solo que en estos días cuando tenía tanto miedo de llegar a perderla, solo tenía que sentir una leve caricia de su parte para perderme en ella y olvidar todo a mí alrededor. Un error que no debo cometer en estos momentos. Observé a Bella dormir tranquilamente, sin haberse percatado de lo sucedido. La envolví en más colchas aunque la peor parte de la nevada ya había pasado. Seth había ocupado el lugar de Jacob. Salí de la cueva al amanecer después de verificar que Bella siguiera cómodamente dormida. Le di una mirada de disculpa a Seth y él se encogió de hombros. En su mente me dejó ver que no estaba molesto conmigo o con Bella y que pensaba que Jacob ya debería haberse hecho a la idea. Los demás de la manada le daban la razón y Jacob estaba aun más molesto con ellos.


—Viene alguien Seth…nos encontraron—mi voz era baja no quería avisarles que ya los habíamos descubierto. Seth se escondió y yo me puse lo más lejos que podía de la cueva sin perderla de vista. En cuanto Victoria llegó al claro donde estábamos, salté sobre ella tomándola desprevenida, mientras Seth atacaba al neófito que la acompañaba. La batalla fue rápida, no hubo juegos ni preámbulos. Ayudé a Seth con Riley en un momento y fue cuando Victoria llegó a asestarme un golpe rasgando mi camisa, pero en ese momento en el que se pensó vencedora fue donde tomé la ventaja y la decapité. Seth y yo trabajamos en equipo recogiendo los trozos de cuerpos y lanzándolos al fuego. —Edward…—el murmullo hizo que levantara mi mirada. Bella me miraba preocupada desde la entrada de la cueva. Lancé el último trozo que tenía en la mano y fui hacia ella. —Tranquila amor, ya ha terminado. Victoria no volverá a molestarnos—Se aferró con fuerza, preguntándome con vehemencia si estaba lastimado. La batalla en el campo había empezado y estaba a punto de terminar. Seth se fue a ayudar a los demás y yo le preparé algo para desayunar, después de tomar los dos últimos vasos de sangre que nos quedaban y un par de frutas, la puse sobre mi espalda y empecé a correr hacia el claro donde estaba el resto de la familia. Esperaba que al fin todo estuviera bien y solo tuviéramos que preocuparnos por el bebe.

Capítulo 32: Felicidad

Cuando iba corriendo con Bella en mi espalda por entre los árboles, deseando llegar pronto a donde se encontraba nuestra familia, debíamos empezar a pensar en mudarnos lo antes posible. Mi ángel iba aferrada a mí pero, podía sentir que su aliento se estaba acompasando por lo que me detuve y la tomé en mis brazos. Se había vuelto a dormir Justo en ese momento mi celular empezó a vibrar.


—Alice—dije sin mirar el identificador de llamadas, solo ella me llamaría, sabía que ella estaba ansiosa desde ayer por Bella, seguramente quería saber cómo se encontraba. —No vengas. Los Vulturi estarán llegaran en diez minutos, cambia el curso y aléjate todo lo posible de Forks, solo vienen Jane, Félix y Dimitri que quieren conocer a Carlisle por curiosidad, no pasará nada malo si no te acercas, vienen en son de paz, llegaron tarde para acabar con los neófitos.—colgó el teléfono sin dejarme decir nada. Gruñí, como podía saber si lo que ellos aparentaban era verdad sino estaba allí para leer sus mentes. No podía dejar escondida a Bella en el bosque para ir a reunirme con mi familia, eso sería demasiado peligroso. Tampoco me da tiempo de llevarla a un hotel o algún lugar seguro y regresar. Maldije mi suerte. Para colmo de males ya se había terminado toda la sangre que le había traído a Bella. Necesitaba conseguir más antes que Bella despertara. Mi familia corría peligro, pero también lo corrían mi mujer y mi hijo. Alice había dicho que estarían bien, todos preferirían morir antes de poner a Bella en peligro y en nuestro mundo no hay nada más peligroso que los Vulturi. Con mi decisión tomada la llevé lo más rápido que podía por el bosque hacia Oregón que era la dirección contraria de donde venían los Vulturi. Bella aun estaba soñolienta cuando entramos a la habitación del hotel donde nos registramos, había pasado casi una hora y no sabía nada de nuestra familia. Tuve que mentirle a Bella diciéndole que primero queríamos asegurarnos que no hubiera ningún neófito escondido antes de regresar a casa, pareció quedarse tranquila pero a los pocos minutos me miró suplicante pidiéndome más sangre. Pedí servició a la habitación y la hice comer comida humana, para solo lograr que empezara a vomitar. No me atrevía a dejarla sola para ir a robar unas cuantas pintas a un banco de sangre, aun era de día y me tomaría mucho tiempo cometer el robo.


Después de vomitar un par de veces más se quedó dormida, me sentía impotente y estaba empezando a desesperarme cuando al fin llegó la llamada que esperaba. Todo había salido perfectamente. Los Vulturi habían llegado y conversado con Carlisle, lo único era que querían que hiciéramos una visita a Volterra para presentarnos como clan. Por suerte era una invitación que podíamos aplazar un par de décadas. Carlisle estaba en camino con la sangre que Bella necesitaba, volveríamos a Alaska para poder cuidar mejor de Bella ya que seriamos más vampiros en guardia. Acaricié la pequeña bolita que se movía en su vientre con suavidad. Me preguntaba si mi hijo heredaría la extraña habilidad de Bella de bloquearme fuera de su mente. Sonreí a la ironía en cuanto Carlisle me dio la noticia del embarazo de Bella quería hacer todo para protegerla, incluso deshacerme de la criatura, pero ahora, ya me imaginaba como seria y si tendría alguna cualidad especial. Jasper había estado ayudándome con las investigaciones sobre estos casos. Una investigación que tuvimos que dejar inconclusa por el ataque de los neófitos de Victoria, ahora que llegáramos a Alaska la reanudaríamos, era lógico pensar que era una batalla contra el tiempo, a Bella ya se le había empezado a notar el embarazo y no podía tener más de quince días de gestación. Cuando Carlisle llegó Bella hubiera saltado sobre él para quitarle la sangre si no hubiera estado débil por no beberla. Mi padre me miró dejándome ver sus pensamientos, él también había notado lo rápido que se deterioraba Bella cuando no bebía con regularidad. Regresamos a Forks para los preparativos de la mudanza. Había pasado un día desde que regresamos de Oregón y Bella insistió en despedirse de la casa de sus padres. Antes de eso pasamos al cementerio donde les dejo unas flores en el cementerio y luego nos dirigimos a la casa de sus padres. Llevó una pequeña maleta porque quería llevarse algunos de los objetos personales de ellos. Gruñí cuando me llegaron los pensamientos de los visitantes que se detuvieron frente a la casa al ver mi auto estacionado en el garaje.


—No te vayas a alterar amor, quédate detrás de mí. No dejaré que nada te pase a ti o al bebe—le dije al oído sabiendo que el chico podía escucharme si hubiera hablado en un tono normal. —Edward, ¿Qué vamos a hacer?—su voz se quebró. Sus latidos se volvieron erráticos al igual que los del bebe. —Tranquila amor—besé sus labios suavemente y caminé hacia la puerta principal, llevando la pequeña maleta en una mano y a Bella pegada a mis talones en la otra. —Es la hija de Charlie y Renee. — Billy Black no preguntó, sino que afirmó el hecho. Yo asentí sabiendo que era en vano mentir. Jacob me lanzaba miradas asesinas. —Ella debió crecer junto a nosotros, mi padre es su padrino. Somos su familia, aun es menor de edad y debe estar bajo nuestro cuidado. —Su madre me la entregó a mí. Juré que la cuidaría desde ese momento y ella ahora es mía—mi voz fue fría. No dejaría que se acercaran a Bella, como ella bien dijo no sabíamos de que serian capaces los lobos si se enteraran de su embarazo. —Mi hijo y yo somos su única familia—los ojos de William Black se encontraron con los míos. —Mi única familia son los Cullen, yo soy una Masen. Ustedes y yo no tenemos lazos sanguíneos. Son prácticamente unos extraños para mí. —Bella se asomó por detrás de mí. Estaba nerviosa lo podía notar en la forma en que su pequeños dedos se apretaban contra mi camisa, soltándola y volviéndola a agarrar. —Bella. Charlie hubiera querido. —Nadie puede saber lo que hubiera querido Charlie porque no tuvo oportunidad de decirlo. Mi madre me entregó a Edward y fue la mejor decisión que pudo tomar. Crecí siendo amada, colmada de atenciones en un ambiente seguro con los mejores cuidados—Jacob resopló—tuve la mejor educación, padres amorosos y devotos, hermanos que me quieren con todo su ser. —lo cortó Bella molesta. —Si hubieras crecido con nosotros también hubieras sido querida—le espetó Jacob y Billy Black le puso una mano en el brazo.


—Puede. Pero no fue así, no existen los hubiera. Los Cullen son mi familia y eso nunca cambiará. Los pensamientos de Billy eran tranquilos, veía en la Bella la impulsividad de Renee y el carácter decidido de Charlie. Sonreía al notar todos esos rasgos de carácter y se alegraba que no solo fuera una mezcla de sus padres físicamente sino emocionalmente también. —No se puede deshacer el pasado, pero me hubiera gustado poder cumplir con mi labor como tu padrino. —La miró dulcemente—Podías haber buscado a sus familiares antes de llevártela con los de tu clase. —sus ojos se fijaron en los míos. —Busque familiares sanguíneos y no encontré ninguno. De todos modos le prometí a su madre que la cuidaría, lo he cumplido por diecisiete años y lo seguiré haciendo. Bella ha sido y será la razón de mi existencia. —Bella entrelazó sus dedos con los míos y por unos segundos nos perdimos en los ojos del otro. Jacob Black hizo un sonido como si estuviera vomitando, rompiendo la magia del momento. —Tenemos que irnos—Bella dijo con suavidad, me miró preocupada. — ¿Se van del pueblo?—los pensamientos de Jacob eran apesadumbrados, sus mano empezaron a temblar. —Es lo mejor, de todos modos nunca nos quedamos mucho tiempo en ningún lugar— mentí tranquilamente. —Adiós Billy—Bella se inclinó y besó su mejilla cuando llegamos a su lado. —Te diría que espero que te mantengas en contacto pero sé que eso no será así. Solo espero que seas feliz en la vida que has escogido, Bella Swan—le sonrió cálidamente. —Cuídate Billy. Jake adiós—su voz tembló en lo último, sus ojos fijos en los brazos temblantes de Jacob. Cuando la subí al auto lo sentí empezar a caminar hacia nosotros. Su padre lo llamó pero él no hizo caso. Estaba decidido a encararme. — ¿La convertirás en un sucia chupasangre?—me escupió. Bella trató de abrir la puerta del auto pero yo la sostuve con la mano impidiéndole la salida. Si se desataba una lucha la quería lo más segura posible.


—Eso no es asunto tuyo Jacob—le respondí fríamente, su padre llegó a nuestro lado —Si lo haces romperás el tratado, te daré caza y te destrozaré—me amenazó. —Como digas Jacob—rodé mis ojos, subí al auto y salimos en dirección a la casa. Bella estaba aun estaba un poco alterada cuando llegamos a la casa, la mayor parte de las cosas estaban recogidas en cajas. Carlisle había comprado equipo médico y lo envió a Alaska para que lo fueran asentando antes de que llegáramos. En esta oportunidad no podíamos arriesgarnos a tomar un avión que hubiera sido la forma más fácil y rápida de llevar a Bella, no sabíamos si se enfermaría a diez mil pues de altura o necesitara tomar sangre por lo que sería otro viaje por carretera. Bella tomo dos copas de sangre antes de que la ayudara a subir al auto, sus ropas eran un poco más amplias tratando de disimular la pequeña barriguita que se le estaba empezando a notar. En cuanto iba a subir al auto, mi familia y yo nos paralizamos. Escuchamos las pesadas patas acercarse, Jacob Black venia solo, quería retarme a luchar por Bella. —Quédate en el auto Bella—le dije cerrando la puerta y encarando el lado del jardín por donde se acercaba. Jasper y Emmett flanqueaban mis lados. Cuando escuché la puerta del auto abrirse quise gruñir. De todas las mujeres del mundo a mi me vino a tocar la más testaruda. Por suerte Alice la sujetó por la cintura antes de que Bella pudiera dar un paso en mi dirección. — ¿Qué quieres Black?—le espeté durante antes que siquiera saliera del bosque. Matarte… Pensó saliendo del bosque con las fauces abiertas, gruñendo y con el pelo del lomo erizado. —Sé que quieres matarme, pero no comprendo la razón. No tienes nada que hacer aquí. Nos iremos y posiblemente no regresemos a Forks hasta dentro de muchas décadas si es que regresamos alguna vez.—siguió diciendo que me mataría en su mente, que lo haría por Bella porque ella era su familia y que con el tiempo ella nos olvidaría.


—Ella es mía. Es mi familia—sus ojos se encontraron con los míos y finalmente cayó en cuenta que las leyendas sobre vampiros con poderes era cierta. —Es correcto, soy un lector de mentes. Vete Jacob, no hagas nada precipitado. Bella nunca te ha correspondido. Por qué te enfrascaras en una lucha inútil. Estas solo y si nos atacas nos defenderemos. Aun eres muy joven y tienes cosas por las que vivir, puedes conseguir una muchacha humana de la cual imprimarte. —sus ojos se fijaron en los de Bella. —Edward es mi vida Jacob, hace unos meses me hiciste escoger y lo escogí a él. No hagas esto Jacob, en poco tiempo Edward y yo nos casaremos, formaremos nuestra propia familia. Por favor Jake, si alguna vez te importó nuestra amistad, por el lazo que unió a nuestros padres, déjame vivir mi vida como lo he elegido. Este es mi camino y lastimosamente no se cruza con el tuyo de la manera que quisieras. —el chico gimoteó, la miró con ojos suplicantes. Bella solo sacudió la cabeza—por favor Jacob, vuelve con los tuyos, yo estoy con los míos. Bella no había terminado de hablar cuando el lobo salió corriendo hacia el bosque. Se escuchó un aullido desgarrador, sabia de los sentimientos del chico por Bella, solo esperaba que pronto la olvidara. Subimos al auto y aceleré por la autopista, por entre los arboles podía ver el reflejo del pelaje cobrizo corriendo junto a la línea de la carretera. Jacob sabía que debía dejarla ir pero había algo que se lo impedía. Bella lloraba silenciosamente, ella no había querido lastimarlo. Cuando Sam le dio la orden de detenerse corrió un poco más hasta que cayó sobre sus patas delanteras. Llegamos a Alaska, donde Bella fue recibida con mimos de parte de Carmen y Kate, haciendo que Rose se sintiera celosa por la atención que tantas vampiras le estaban dando a su bebe. Eleazar nos ayudó en la investigación haciendo que tuviéramos la mayor información posible. Ya sabíamos como seria el comportamiento del bebe, los riesgos tanto para el niño como para Bella serian grandes. Sin embargo ella estaba esperanzada, tanto así que había contagiado a Esme y a Rose con ella, las tres ya habían escogido el cuarto del bebe y Tanya estaba más que feliz en ayudar a buscar las cosas para evitar que Esme o Rose se separaran de Bella. Yo podía decir que cada dia me enamoraba más de mi esposa e hija, Bella y yo nos habíamos casado hace una semana en una sencilla ceremonia, su vientre ya se mostraba como si tuviese unos cinco meses de embarazo y yo me negaba a que mi hijo naciera fuera del matrimonio.


Esme y Alice estuvieron extasiadas en hacer la boda en tiempo record. Rose hubiera llorado durante todo la ceremonia si hubiera sido humana. Carlisle la acompañó en el camino hacia el altar, mi Bella lucia deslumbrante, sus lágrimas de emoción no se hicieron esperar y la acompañaron incluso mientras decía los votos. Ese fue el mejor día de mi existencia, seguido muy de cerca por la primera vez que escuché el pensamiento de la bebe. La pequeña Reneesme adoraba a Bella, no es algo que me sorprendiera, no había algo en Bella que no fuera adorable. No pude resistirme y tuve que preguntarle si era niño o niña. La capacidad mental de la pequeña me tenía atónito. Me pasaba horas con mi cabeza colocada cuidadosamente sobre el abultado vientre de Bella solo para escuchar a la pequeña mientras Bella acariciaba mis cabellos. Bella también estaba ansiosa de conocimiento, tenía que repetir cada uno de los pensamientos de la pequeña para que los escuchara. Sabíamos que el día se estaba acercando con rapidez, Carlisle pensaba que sería en cualquier momento. Yo estaba intranquilo y Bella parecía notar cada cambio de actitud que la rodeaba. Jasper trataba todo lo posible por mantenerla y mantenernos tranquilos, pero a veces era un esfuerzo en vano. Sin embargo Bella siendo Bella quería que todo estuviera bien, incluso trataba de bromear conmigo. —¿Te diste cuenta que tenía razón?—me preguntó una tarde sacándome de mi mundo de desesperación —¿En qué?—le pregunté sin ocultar mi curiosidad. —Te dije que me convertirías antes de los dieciocho y que sería una vampirización de emergencia.—me sonrió acariciando mi rostro. Ese simple movimiento la cansaba. Carlisle estaba preparando todo para hacerle una cesárea. Cuando me indico que todo estaba listo, tuve que usar todo mi control para no mostrarle a Bella lo asustado que estaba. Asistiría a mi creador en la operación. Rose asistiría también como enfermera, sus conocimientos aunque fueran meramente teóricos nos servirían. —Te amo…—le dije a mi ángel besando sus labios antes que la anestesia durmiera su parte inferior.


—Tanto como yo a ti…cuando despierte compartiremos la eternidad—me pidió un último beso antes de ponernos a trabajar. Una vez Carlisle cortó hasta donde pudo con el bisturí mis dientes se encargaron de sacar a mi hija del vientre de su madre. Rose acariciaba el cabello de Bella diciéndole lo hermosa que era la niña, le mostré a nuestra hija y ambas se sonrieron. Carlisle tomó la niña en brazos y yo me incliné sobre mi esposa. —Juntos por toda la eternidad, mi hermoso ángel—con esto mordí du frágil cuello inyectando la poción que nos uniría por siempre.

Capítulo 33: Epilogo: Felices por Siempre

Me dio mucha tristeza despedirme de Forks, sabía que posiblemente nunca regresaríamos, al menos no en muchas décadas, hasta que los Quileutes no recordaran a nuestra familia o fuéramos una mera superstición. Carmen y Kate no dejaban que me moviera, ni siquiera me permitían poner un pie en el suelo para ir al baño. Rose llegó a enojarse tanto un día que les gruñó, solo de recordarlo hace que la piel se me ponga de gallina. —Es mi bebe, por lo tanto…—le siseó a Kate cuando estaba diciendo que sería extraño ser como una abuelita para mi hijo—la única que puede decir eso además de mí, es Esme—siguió entretenida escogiendo las prendas de ropa que estábamos ordenando a una tienda, como si no hubiera dicho nada. No recordaba mucho de ese momento debido a que estaba borroso y enfangado por mis débiles sentidos humanos. Lo que si recordaba con claridad era la adoración con la que Edward me trataba mientras estuve embarazada, como se sentaba y apoyaba con delicadeza su cabeza sobre mi vientre, hablándole y tarareándole a Renesmee quien se movía mucho cada vez que escuchaba a su padre. Era uno de mis momentos favoritos para recordar de cuando era humana. Otro momento que atesoraba era nuestra boda en cuanto Edward me sugirió que nos casáramos lo más pronto posible, la casa se convirtió en un hervidero de actividades y planes.


Estaba realmente sorprendida de ver un vínculo creciendo entre Tanya y yo, teniendo en cuenta como inició nuestra relación y los sentimientos que ella le profesó a Edward por tantas décadas, Rose parecía no haberle perdonado aun lo que sucedió a principios de año, por mucho que Tanya se esforzara, no podía minar las defensas de la sobreprotección de mi segunda madre. Incluso Edward había tenido una acalorada discusión con Rose sobre su sobreprotección hacia mí, ese día. —No tienes por qué ser tan grosera, Rosalie. Ni siquiera quieres dejar acercarse a Alice y sabes que es la mejor amiga de Bella. Te recuerdo que Bella pronto será mi esposa y el bebe es mío—le siseó y Rose se agazapó. —Pero ella es mi bebe… —le siseó de regreso—El hecho que tú la hayas dejado embarazada a los diecisiete años solo prueba una vez más lo inmaduro e irresponsable que eres. —Rose…—la censuré, levantándome sobre mis codos. Ambos me miraron sobresaltados, pensando seguramente que estaba dormida y que podían discutir con tranquilidad. —Bella, amor. Vuelve a dormir, cariño. No debes agitarte, debes descansar— Edward me obligó a volverme a recostar en la cama. Cuando me estaba preparando para poner los puntos sobre las íes, Jax entró en la habitación con Emmett quien se llevó a Rose. Jax hizo que me volviera a dormir alegando que necesitaba todas mis fuerzas para el día siguiente. Las atenciones que me proporcionar cuando desperté fueron ridículas, no me dejaron ver a Edward durante todo el tiempo en que Alice, Rose, Tanya, Kate y Esme se encargaban de arreglarme. Mientras Tanya me arreglaba los pies, Kate lo hacía con mis manos, Alice con mi rostro y Rose con mi cabello. Esme se entraba y salía de la habitación asegurándose que todo estuviera en perfecto estado. Siempre pensé que estaría nerviosa, el día de mi boda como decían todas las novias, pero la realidad era que estaba serena y tranquila, Edward era mi destino y hoy me uniría a él dando un paso más a nuestra eternidad. Rose había trenzado y rizado mi cabello, una hermosa coronilla de flores blancas fue el toque final que le dio a mi peinado. El aroma de los jazmines, gipsofila, astromelias blancas, fresias y rosas emanaba de ella envolviéndome en una nube de felicidad.


Esme entró trayendo un estuché de raso azul, en sus ojos brillaba la emoción, tras ella a los pocos segundos apareció Carlisle. —Hija, quiero entregarte esto. —la voz de Esme contenía mucha emoción— fue el primer regalo que me dio Carlisle—abrió la caja mostrando un intrincado collar de diamantes en forma de corazón—jadeé a la magnificencia de la pieza. —No puedo aceptarlo…—toqué con reverencia el relieve del collar. —Eres mi hija y quiero que lleves algo mío el día de tu boda—sonrió sacando el collar y abrochándolo en mi cuello—Tu padre tiene algo para ti—me sonrió y me besó en las dos mejillas antes de mirar a Carlisle. —Mandé a hacer estas el día que te conocí oficialmente—sacó una cajita pequeña en donde habían dos aretes de diamantes en formas de flores con el centro formado por un diamante azul.—Sabia de los planes de Esme de entregarte el collar y pensé que necesitarías algo que hiciera juego, además es algo azul—me susurró colocándolos con delicadeza en mis orejas. Las lágrimas luchaban por escaparse de mis ojos. Ellos eran mis padres, los únicos que había conocido, no podía dejar de dar gracias al destino y a mi madre biológica por haberme puesto en su camino. —Gracias, mamá, papá—los abracé con fuerza. —Vas a arruinar tu maquillaje—me reprendió Alice. Sus sonrisa, era radiante.—Tendremos décadas para celebrar este momento, así que debemos apresurarnos antes que a mi hermano le dé un ataque cardiaco por esperar tanto. —Necesitas algo prestado…—me dijo Rose mostrándome sus pulseras con las que jugaba cuando era pequeña—eran de mi vida humana, mi padre me las dio cuando cumplí dieciséis años. Cuídalas bien, las quiero de regreso—besó mi cabeza y me colocó las pulseras de plata y brillantes. —El toque final es algo robado—Alice me mostró su hilera de perfectos dientes blancos. —Alice la tradición no dice nada de eso, es algo nuevo, algo viejo, algo azul y algo prestado.—rodé mis ojos a mi hermana. —Eres una Cullen y como sabrás…—se encogió de hombros colocando una mariposa de cristal en la parte de atrás de la diadema de flores.—Ahora estas perfecta—comprobó viendo el rubor de mis mejillas.


—¿Me concedes el honor pequeña?—Carlisle me ofreció su brazo y enseguida todos desaparecieron de la habitación dejándonos solos junto con Alice quien era mi dama de honor. Caminamos por el pasillo del salón de los Denali, todo estaba lleno de calas y azucenas blancas. Edward me esperaba al final, estaba deslumbrante vestido en un frac negro, sus dorados ojos brillaban con emoción, sus labios se movieron para decirme te amo sin emitir sonido, solo para mí. Jax me miraba sonriente, verlo en su posición de ministro me recordó el día que casó a Rose y a Em hace tantos años. Carlisle me entregó a Edward y mi corazón se hinchó de alegría y amor. Este era mi lugar, el único lugar al que pertenecía. Traté de repetir las palabras que Jax me decía, mi voz se quebró dos veces por la emoción contenida. Edward apretaba mi mano en señal de apoyo, demostrándome todo su amor. Cuando por fin nos declararon marido y mujer la sala rompió en exclamaciones de alegría, incluso mi pequeña golpeó suavemente mi estómago participando en la celebración. Se respetaron todas las tradiciones, solo que con mucha cautela, Edward y yo bailábamos, bueno, Edward bailaba porque a mí me tenia levantada en el aire según él para evitar que hiciera esfuerzos innecesarios. Bailé de igual manera con mis hermanos y con Eleazar hasta que Carlisle me reclamó para un baile padre—hija. —No puedo creer que sea el día de tu boda, pareciera que fue solo ayer cuando te tomaba las medidas y las tallas. Ahora finalmente llevas mi apellido—me sonrió— Estoy muy orgulloso de ti, Bella. —Gracias por todo papá. Te quiero mucho—dejé mi cabeza reposar en su hombro. —Yo también te quiero mucho… Bailamos unas cuantas piezas hasta que llegó el tonto de mi hermano. —Me toca bailar con mi hermanita. Solo asegúrate de no dormirte babitas, no quiero quedar lleno de babas—rompió a reír mientras me tomaba en brazos. Tanya me guiñó un ojo mientras bailaba con Edward. Ya no sentía celos


cuando los veía juntos, los Denali habían pasado a ser parte de mi familia, una familia que se vería expandida con la llegada de mi pequeña Renesmee Fue uno de los mejores días de mi vida, seguido muy de cerca por el día que desperté a esta nueva vida. Todos mis sentidos estaban enfocados en Edward. No había nada que me distrajera de eso, ni siquiera la sed. Mi familia salió muy discretamente de la habitación después de presenciar un muy acalorado beso entre Edward y yo. Era mucho más magnifico de lo que podía haber imaginado, sus ojos, sus labios, cada matiz cobrizo de sus cabellos, sus fuertes formas, su intoxicante aroma, su sabor…dios su sabor era algo como nunca antes había probado. Todo eso fue demasiado para mi, en cuanto escuché que la puerta se cerraba no demoré ni dos segundos en empezar a desgarrar su ropa. Edward reía por mi impaciencia, mientras me tomaba en brazos y corría conmigo hacia el bosque, me recostó justo bajo el mismo árbol donde nos declaramos por primera vez. Con cada embestida me susurraba lo mucho que me amaba y lo mucho que agradecía que estuviera a su lado, fue un momento mágico, especial, uno que seguramente atesoraría por el resto de la eternidad. Hicimos el amor de forma necesitada, parecía que Edward necesitaba tanto estar dentro de mí como yo necesitaba sentirlo. Los días que yací ardiendo y quemándome por el veneno habían hecho que sintiera como si hubieran pasado meses separados. Los sonidos salvajes que dejaban nuestras gargantas seguramente se escucharían en toda la casa Era algo tonto puesto que Edward no se había separado de mi durante toda mi transformación. En mis momentos de lucidez lo había escuchado hablándome sobre lo especial, inteligente y hermosa que era nuestra hija. Escucharlo hablarme era lo único que hacía más soportable la agonía, saber que con cada doloroso que transcurría estaba un segundo más cerca de compartir la eternidad con él. Edward me conversó del dolor de la transformación cuando decidí que esta era la vida que quería, pero nunca pensé que sería de esta manera, solo pensar que cada uno de los miembros de mi familia había tenido que pasarlo también, me hacía temblar. Resulto al final del día que todas las preparaciones que hicimos para cuando fuera una neófita incontrolable fueron en vano, Jax quien había sido el que más nervioso estaba por su historia con neófitos parecía no poder creer lo que


sus ojos veían. Al parecer yo poseía un súper control con lo que se refería a la sed de sangre, lo cual fue una alegría para mí ya que pude tener entre mis brazos a mi pequeña tan pronto como fue posible, el momento lo pude describir como el más feliz de mi vida. —Sí, soy tu mamá—le dije cuando su manita se colocó en mi mejilla, mostrándome su curiosidad. La emoción que brillaba en los ojos de Edward me cortó el aliento, no es que necesitara respirar pero aun así lo hizo, nos envolvió a ambas en sus brazos y nos besó en la cabeza. —Mis dos grandes amores—susurró ganándose una amplia sonrisa mía y de la niña. Mi pequeña Renesmee creció tan rápido que todo pareció que sucedió en un parpadeo en un minuto la tenía en mis brazos dándole su copa de sangre y al otro estaba saltando por la selva del Amazonas buscando presas con Edward. Ver a Edward y a Renesmee compartir y jugar era mi pasatiempo favorito. En cierto modo recordaba mi infancia con un poco de celos porque parecía divertirse más con ella de lo que lo hizo conmigo cuando tenía su tamaño. Supongo que era por el hecho que la pequeña no era tan frágil como yo. Nos hicimos buenos amigos de un clan que residía en esa zona. Carlisle había conocido a uno de sus integrantes hace casi un siglo cuando estudiaba las plantas medicinales que existían en esa región y su posible aplicación en la medicina. Ese clan conocía la historia de otro semivampiro como Renesmee por lo que rastreamos su rastro, Alice se quejaba del dolor de cabeza que le causaba tener que rastrear puntos ciegos, pero aun así fue toda una aventura pese a la falta de comodidades del viaje. Nahuel fue la respuesta a nuestras plegarias, nada le pasaría a nuestra pequeña y viviría por siempre a nuestro lado. Como estábamos en Brasil decidimos instalarnos en Isla Esme, necesitábamos un lugar donde la pequeña no llamara la atención por los cambios tan dramáticos que su apariencia tenia. La familia adoraba pasar todo el tiempo posible con Renesmee, Esme nos construyó una pequeña cabaña al sur de la isla para que tuviéramos intimidad. Aunque en realidad creo que fue porque rompimos su cabecera favorita en una de nuestras incursiones románticas mientras todos habían ido a cazar a tierra firme.


Emmett pasaba horas jugando con ella, Rose y Alice le tomaban fotos a cada instante alegando que cambiaba con mucha rapidez y que luego me arrepentiría por no tener bien documentada su corta infancia. Jax se emocionaba contándole todas las aventuras que pasaron conmigo mientras yo crecía y le pedía esperanzado que no se casara nunca ya que nunca habría nadie lo suficientemente bueno para ella. Carlisle y Esme se llenaban de orgullo con cada logro de ella. Carlisle porque su mente era una maravilla para él y Esme porque nunca pensó en que llegaría el día en que alguien la llamara abuelita, cada vez que mi hija la llamaba de esa manera, sus ojos se iluminaban y en su rostro se formaba una enorme sonrisa. En cuanto Renesmee se convirtió en una hermosa jovencita, Carlisle hizo el viaje que prometió que haría a Italia, fueron horas angustiosas mientras lo esperábamos en un pueblecito cercano a Londres. Edward me tenía abrazada mientras lloriqueaba deseando poder haberlo acompañado y cubrirlo con mi escudo para que Aro no pudiera acceder a su mente. Todos pensaban que esta era la mejor manera de hacer las cosas, debíamos mantener buenas relaciones con Aro y si íbamos como clan luciríamos amenazantes y resaltaría mucho más los dones de Alice, Edward y el mío propio, sin contar con Renesmee. Toda nuestra angustia fue en vano. Carlisle había llegado en medio de una gran reunión de clanes como lo había predicho Alice. Como estaba demasiado ocupado atendiendo las querellas y muestras de lealtad de esos clanes, no tuvo tiempo para atender a Carlisle por más de cinco minutos para alegría de Caius. Nuestros secretos estaban a salvo, no habría nada que amenazara nuestra familia por lo menos por un tiempo, en los siglos venideros seguramente cruzaríamos nuestro camino con los Vulturi. —Que no diera por estar dentro de esa cabecita—me murmuró besando mi hombro. Me giré en sus brazos y le sonreí. —Eres un curioso, después de tantas décadas sigues desando saber todo lo que pienso—me reí besándolo suavemente. —Nunca dejaré de desearlo—murmuró contra mis labios antes de profundizar el beso. —Por favor… tengan respeto por su hija—se quejo Ren. —Y por sus hermanos—se quejaron Jax y Em al mismo tiempo.


—Son unos celosos—les saqué la lengua antes de entrar al auto de Edward, junto con nuestra hija. —No lo somos, ustedes dos son unos exhibicionistas. Sé que tenemos que aparentar ser adolescentes pero ustedes se toman muy a pecho el papel. No sabes lo que se siente escuchar que tus padres fueron llevados a la dirección del colegio por conducta indecorosa—le revolví el cabello a mi hermosa hija.— Espero que se comporten en esta escuela, es suficiente con que yo sea la única de la familia que no tiene pareja. Además papá y los tíos siempre espantan cualquier pretendiente humano que pueda tener—se cruzó de brazos, haciendo un puchero y le di un golpecito el oído de Edward con mi dedo índice cuando lo vi fruncir el ceño y sujetar con fuerza el volante. Nada de celos paternales—le dije mentalmente. Seguimos el camino hacia la escuela en una conversación agradable, nuestra hija estaba emocionada, bueno un poco más que de costumbre por iniciar nuevamente el colegio. Nos habíamos tomado unos años de descanso de la secundaria y todos ingresamos a la universidad, para orgullo de Carlisle, ella había sacado su titulo en medicina y ejerció la profesión unos años. —¡Oh dios mío es él!—se movió en el asiento rebotando levemente, un gesto que había adquirido de Alice, eso además de su impecable sentido de la moda. Ahora tenía dos diablillos obligándome a ir de compras en lugar de uno. —¿Quién? —preguntó Edward frunciendo el ceño y escaneando el perímetro. —Lo conocí ayer—su voz era soñadora.—Se llama Jacob Black. Mierda… fue lo único que atiné a pensar, seguramente Edward pensó lo mismo. Sus ojos se fijaron en los de Jacob mientras me ayudaba a salir del auto. Este será un largo año… FIN


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