La literatura africana: Guinea Ecuatorial

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ÍNDICE

· Nota del editor 3

· Anacleto Olo Mibuy Literatura en español en Guinea Ecuatorial 40 años después. Retrospectiva y Prospectiva. 4

· Laeticia Rovecchio Antón Ekomo: Un viaje entre la ceiba guineana y la modernidad occidental 10

· Ricardo Iván Paredes Palacios La tradición oral de los Ndowe: Un viaje por el mundo de los vivos y de los muertos 14

ENTREVISTA Y TEXTOS INÉDITOS DE CÉSAR MBA ABOGO 18

POEMAS Y CUENTOS . Nihil · Joan Molina 26

B-38570-2009 ISSN 2013-5580

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Nota del editor En nombre de todo el Equipo, quisiéramos agradecer la participación de algunas personas sin las cuales no hubiera sido posible llevar a cabo este proyecto. En primer lugar, el Centro de Estudios de Guinea Ecuatorial (CESGE) y, más concretamente, a Lucas cuya ayuda tiene un valor incalificable para nosotros. Por otro lado, la aportación de Anacleto Olo Mibuy y César Mba Abogo nos ha permitido acercarnos a una realidad guineana tanto literaria como cultural totalmente desconocida. A todos ellos, gracias.

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Literatura en español en Guinea Ecuatorial 40 años después. Retrospectiva y Prospectiva. -Anacleto Olo Mibuy-

Introducción No hace falta, por no caer en redundancias históricas gratuitas, traer a colación la fundamentación literaria, desde las fuentes aborígenes, porque su riqueza es, a la vez, inmensa (el substrato cultural desde donde el escritor guineo-ecuatoriano extrae su inspiración) y reproductiva, desde la prospección expresiva y asimilativa en el vehículo de comunicación actualmente vigente e identitario acerca de cuál es el español en Guinea Ecuatorial. Puede parecer, ciertamente, como nos parece, que existan literaturas paralelas. Sin embargo, son, desde nuestra modesta visión, una sola fuente que condiciona al escritor para expresar sus sentimientos en español, utilizando los recursos, que, a veces, son difíciles de condecorar estéticamente con vocablos adecuados para su nueva comprensión. Es decir que desde el substrato antropológico, la diversidad de temas enriquece y embellece la expresión poética de los escritores; es como un “duende” que aparece constante y tímido en nuestro léxico mental para ponerlo, comparativamente a una lengua que, por muy exógena que fuese, representa la nueva y única vía de materializar los sentimientos y contenidos de la literatura tradicional, sin necesidad de enfrentamiento entre lo moderno y lo tradicional subyacente en las diferentes lenguas nativas de Guinea Ecuatorial.

Fundamentación histórico-jurídico La convivencia-presencia española es una irrenunciable herencia y un condicionante cultural importante para Guinea Ecuatorial. La simple influencia presencial y administrativa de la lengua española, acompañando su evolución estatal, ha marcado un camino, desde y por el cual se mide hoy la escritura nacional y se puede hablar de literatura en Guinea Ecuatorial en lengua española. Se supone que, muy a pesar de los creyentes en el pesimismo de la evolución guineana y de sus pueblos, no 4


solo se afirma la presencia de una literatura guineana, sino de una literatura guineana en español, con la característica de que sus fuentes de inspiración modifican su estructura estética, los significados y los significantes.

La vigencia paralela de las lenguas vernáculas, Bubi, Fang, Annobonés, Ndowé, etc. presentan su traducción al española, una riqueza particular (1). Sin embargo, queda por consolidar esa manera especial de expresividad que, utilizando el mismo código, sea capaz de tener registrado su propio léxico, desde la ecología de la comunicación. Es decir, nos está haciendo falta el esfuerzo paralelo de la creatividad poética y de la normalización lingüística de las diferentes fuentes etnoculturales. En una palabra, la incorporación de signos lexicales y de la particular manera de utilizar el castellano desde las circunstancias socio-culturales, reforzaría una incipiente y balbuciente literatura guineana en español. Por otro lado, no hace falta esgrimir el argumento jurídico de la lengua española en Guinea Ecuatorial, como lengua oficial convertida en Lengua Nacional, desde la cual se expresan sentimientos, belleza, contemplación, rubor, amor y dolor, etc., con el acento bantú de sus lenguas aborígenes, pero en español.

Retrospectiva y prospectiva de la literatura guineana en español Este tema ha sido tratado en las publicaciones recientes. Estudios parciales o complementarios que concluyen en la aseveración de la existencia de una literatura guineana, primero, como un ejercicio innato de la creatividad humana: capacidad innegable la

belleza.

de

sentimientos,

Segundo,

como

pensamiento y contemplación de vocerío

profético

de

las

circunstancias del entorno socio-

político. Mbare Ngom, en su

Diálogo con Guinea, resalta la

importancia de una literatura en

Guinea Ecuatorial, por supuesto,

en

introducción:

africana

“La

literatura

española, es un producto cultural

español.

Dice,

escrita

en

en

su

lengua

del que apenas se habla… fuera

1. La alfabetización de la inspiración tradicional a unos iconos consensuados que simbolizan el pensamiento mediante la escritura en español.

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de Guinea Ecuatorial, debido a las circunstancias políticas, históricas que rodearon su evolución posterior…”

Donato Ndong Biyogo “justifica la languidez literaria de Guinea Ecuatorial por el aislamiento y desinterés general debido a la política de contención colonial y a la ausencia consiguiente de contactos e intercambios… no solo con el resto del continente africano, sino más grave aún, con el espacio propio de su expresión cultural internacional en la comunidad histórica…” (2). Sin embargo, como ya indicamos arriba, esta literatura guineana, hoy de expresión castellana, se ubica en el marco de la literatura hispano-africana, en la confluencia de dos tradiciones literarias: la Bantú (negroafricana) ágrafa u oral, y la contemporánea, escrita y regida por las restricciones impuestas por la escritura. Se trata de dos encuentros, de dos prácticas discursivas diferentes, como lo califica Francisco Lambert (3), pero al servicio o en función de la misma intención poética.

Visión global de la situación de la literatura actual de Guinea Ecuatorial

El momento actual no deja de ser interesante, a pesar de los símiles temores de Cela, manifestados en su discurso “duplicado” de Valladolid en 2002, porque como lo señala Donato Ndongo Biyogo y por circunstancias que sólo nosotros conocemos el alcance, “estamos asistiendo al nacimiento natural de formas autónomas de expresión literaria.”

Desde los años 50, el escritor guineo-ecuatoriano es el único que escribe y lo hace para deleite de los conocimientos de la cultura escondida de sus colonizados. Por lo tanto, escribe para un público no nativo sobre temas de tradición, camuflando mensajes de reivindicaciones reprimidas. El recurso de la tradición es obvio y, respecto

2. Cf. Cit. Nerin Gustau, Entrevista a Donato Ndongo Biyogo, en Rev. Quimera, Madrid, 1992, pag.112. 3. Cf- Lambert Francisco: “Anthropologie culturelle et décolonisation du texte littéraire africain”, CJAS, XXII, 2 (1988).

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a la normativa estética, se hace con la timidez de la ignorancia y la precipitación de la incipiente literatura desde la tradición. En esta línea, están los Marcelo Asistencia; Andrés Ikuga; José Buaki; P. Sialo; el mismo Constantino Ochaga Nve; etc. Bubis, Fang, Ndowé, etc. exponían, por primera vez, su riqueza narrativa ancestral, despreocupados de las leyes que la literatura española, clásicamente, impone a la creatividad literaria. Hay dos obras que marcan este período: Cuando los Combes luchaban de Leoncio Evita (1953) y Una lanza por el Boabi de Daniel Jones Mathama (1960).

Según el decir de muchos, los años 70 pueden calificarse como “Ano del silencio”, obligado in intra y ad extra, cuando los creadores incipientes y futuribles se vieron replegados en sí mismos, por la férrea represión de Macías, que impuso un velo oscuro a la creatividad intelectual y rindiendo culto a la ignorancia. Solo los rescatados de la represión pudieron seguir en el intento de avivar el empeño doble de la traducción ecléctica de las tradiciones orales, por llamar la atención de un público que sigue siendo del grupo de los antropófagos culturales colonos. Y, por otro lado, la necesaria evolución que debería haber conocido la literatura nacional desde el manejo ad estrado del castellano. Así, este “Año

del silencio” debe interpretarse

desde

el

silencio de la generación ad

intra, con una creatividad

caracterizada por los acentos

sociales y políticos vigentes

en la dictadura de los once

años; y el silencio ad extra,

desde

diáspora, la miseria y la

alimentación

rebelión de los escritores en

el exilio para intentar inventar

una rendija de esperanza

desde su situación de silencio

obligado del exilio. Se puede

decir que tanto unos, los del

dos

vertientes:

la

nostalgia que

de

la

nutre

la

interior, como otros, los del exterior, asisten impasibles a la ruptura dramática de las generaciones que cercenó todas las opciones que hubieran abierto vastas posibilidades de una literatura reciclada en las dos lenguas y contribuyente, seguramente, a la riqueza potencial de la diversa geografía hispanófona. Estos son testimonios del exilio: Las musas del exilio Son muy frías,

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Lacónicas, tristes Melancólicas. (A. Olo Mibuy)

Dolor, nostalgia y lamentaciones son las musas que alimentan la rebelión y la esperanza de las generaciones del silencio, cuyas voces principales fueron: Francisco Zamora Segorbe (Vamos a matar al tirano), Anacleto Olo Mibuy (Gritos de libertad y esperanza), Juan Balboa Boneke (Dónde está Guinea), Donato Ndongo Biyogo (Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial), etc.

Conclusión reflexiva En la actualidad, hay una gran variedad de versos libérrimas; narrativa costumbrista nacional y relatos que inauguran otra concepción, otro ritmo bantú sobre todo, donde la repetición y las estructuras semánticas responden al substrato mental del guineano. Como bien lo decía Pedro Salinas: La poesía es un modo de acceso a las honduras de la realidad, la esencia de las cosas y de las experiencias vitales que hoy tienen otros colores; albergando otras esperanzas de autenticidad y de ingenio.

La actual creatividad literaria tiene dos fondos. Por un lado, la consolidación de la síntesis entre tradición básica y la renovación que se articula en los acontecimientos históricos y socio-culturales de Guinea Ecuatorial, que transforman la versión estética de los significados, desde una inspiración particularmente embadurnada de la versión teocéntrica y antropocéntrica del mundo, Bantú-hispánico modo.

Por otro lado, después de la época del culto al oscurantismo, el escaso apoyo de la metrópoli sigue castigando el desarrollo de la literatura nacional de este país. Dejadez y oscurantismo siguen influyendo en la mediocre producción literaria de Guinea Ecuatorial, por no hablar de calidad y atrevimiento literario, que es también un incentivo especial que animaría a los escritores guineo-ecuatorianos a expresarse en géneros, más o menos acordes a la estructura clásica que la “occidentali modo” nos impone.

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Por lo tanto, una política de publicaciones, sin primar criterios comerciales, descubriría los diferentes y ricos filones de la poética nacional, a insertar en el acervo creativo cultural de la afro-hispanidad literaria.

Bibliografía Balboa Boneke, J., Dónde estás Guinea, Palma de Mallorca, 1972. ______________ , O’Boriba. El exilio, Agrupación Hispanista de Escritores, Mataró, 1982. de Castro, M. y Ndongo Biyogo, D., España en Guinea (1778-1968), Ed. Sequitur, Madrid, 1998. Evita, L., Cuando los Combes luchaban, AECI, Madrid, 1996. Gustau, N., “Entrevista a Donato Ndongo Biyogo”, Quimera, Madrid, 1992. Kesteloct, L., Anthologie negro-africaine, Mabout Université, Verviera, 1979. Lambert, F., Anthropologie culturelle et décolonisation du texte littéraire africain, CJAS, XXII, 2, 1988. Ndongo Biyogo, D., Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial, Cambio 16, Madrid, 1977. Ngom Faye, M., Diálogos con Guinea, AECI, Madrid, 1996. ________________ , Antología de la literatura guineana, Ed. Nacional, Madrid, 1984. Preyra, V. y Mora, L.M., Literaturas africanas, Ed. Mundo Negro, Madrid, 1998. Zamora Laboch, F., Poemas de Combate (inédito). ______________ , Vamos a matar al tirano, 1992.

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Ekomo: Un viaje entre la ceiba guineana y la modernidad occidental - Laeticia Rovecchio AntónEl amor también pasó raudo abrazando al odio. ¿Qué queda? Tras de sí, una rara estela que invita al sueño. Y como en un sueño, la importancia, el pasado y el presente, ya no son sino sombras fugitivas de una vida lejana. (María Nsue Angüe, “Sombras”)

Publicada por la UNED en 1985, Ekomo se erige como la primera novela guineana escrita por una mujer, María Nsue Angüe. En ella y desde la tradición fang (1), se desarrolla, a través del recorrido vital de una pareja, Ekomo y Nnanga –antiguamente llamada también Paloma de Fuego, debido a la práctica de unas danzas dedicadas a este animal-, la contraposición entre la cultura africana de índole más tradicional: La ceiba sagrada de mi pueblo guarda el tótem de la tribu, pues en sus raíces están enterradas las venturas, desventuras, las epidemias, el hambre y la abundancia de la tribu. […] Por ello, los miembros de la tribu saben guardar las normas establecidas por los antepasados desde hace siglos para que no lleguen a nosotros los estragos. [Nsue Angüe, 1985: 25-26]

así como la modernidad pugnante, debido a una presencia masiva de las influencias occidentales. De manera que se percibe una gran vigencia de unos ritos y prácticas ancestrales que sirven de punto de partida para la confección del sujeto. En este sentido, la sociedad conserva toda una serie de tabúes de los cuales no puede desprenderse por temor a los dioses. Este miedo a lo desconocido, a lo prohibido representa la piedra angular de esta sociedad primitiva.

En cambio, la modernización que sufre el país es vista como una marca de la 1. La denominada tradición fang corresponde a una cultura autóctona que posee una lengua propia así como una fuerte presencia religiosa. Remito la referencia de dos artículos disponibles en la red. El primero presenta un enfoque antropológico [http://www.afrol.com/es/especiales/13264] frente al segundo que mantiene características más enciclopédicas. [http://www.ikuska.com/Africa/Etnologia/Pueblos/Fang/index.htm]

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pérdida de las raíces propiamente africanas. Así pues, el relato de esta escritora debe asimilarse a una protesta en contra del olvido de la cosmovisión africana: ¡¡La libertad!! ¡África tiene que volver a su libertad! El africano debe luchar para eso se realice. […] África, como cualquier otro continente del mundo, necesita evolucionar y nosotros los africanos hemos de luchar para conseguirlo. [Nsue Angüe, 1985: 20]

De ahí que aparezca la necesidad de que el pueblo guineano tome las riendas al desarrollo de su país, sin permitir que las organizaciones procedan de fuera.

La escritora guineana presenta la evolución psicológica de un personaje femenino que configura, desde su mirada, al personaje que da título a la obra: Aquí, ante tu presencia, tenemos al joven Ekomo Sima, hijo de Sima Afugu, un brujo conjurador muerto a meno de sus propios hermanos. [Nsue Angüe, 1985: 113]

Ambos se convierten en compañeros de pena que se disponen a viajar en búsqueda de una cura para la hinchazón cada vez más aguda del pie de Ekomo. Durante este viaje, María Nsue Angüe nos ofrece un debate entre la tradición y la modernidad planteado desde los postulados femeninos. Es de recordar que nos enfrentamos a una sociedad patriarcal, dominada por el “amo del pueblo”, guardián de las tradiciones, en la cual la mujer no tiene ni voz ni voto. De hecho, es sumamente revelador el hecho de que las dos bodas narradas, Samuel y Bitomo así como Ekomo y Nnanga, sean frutos de un rapto previo.

Este retrato evolutivo permite adoptar un punto de vista más crítico respecto a las épocas pasadas. Se plantean desde la novela diversas reflexiones acerca de la situación del continente africano. En efecto, se percibe la presencia de una mitología propia que sirve de punto de partida explicativo acerca de los diferentes problemas de la África negra. Por ejemplo, al recordar los orígenes de su creación, la autora recalca el hecho de que cada país conserva una lengua diferente: - ¿Cómo es que, habiendo nacido todos del mismo padre, no nos entendemos? - Cuentan que, después de que Afrikara, hombre bello, se casara con infinidad de mujeres, una vez que se estableció por sí solo, a la muerte de su padre, engendró muchos hijos. Después cayó un castigo sobre ellos, de forma que sólo su padre podía entender a cada uno de ellos. Así, viendo esta desgracia, les ordenó en sus diversas lenguas formar grupos.

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Todos fueron formados según se entendían. Se formaron siete grupos según los siete idiomas que hablaban. Entonces, Afrikara, cogiendo su bastón, lo elevó al cielo preguntando a cada grupo cuál era su lenguaje. Y los siete hijos de Nguee se entendían entre ellos. Y los demás vieron que eran siete hermanos de la misma madre y los odiaron porque podían entenderse sin dificultad. [Nsue Angüe, 1985: 166]

Esta explicación asume grandes paralelismos con el mito bíblico de la Torre de Babel, presente en el capítulo once del Génesis: […] Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Ea, hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Ea, edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra». Mas Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie. […]

La propia escritora llevará a cabo esta comparación de manera muy explícita al tratar la figura de la madre de África: Nanengoo es el nombre de la primera mujer engendradora de nuestra raza, como para los blancos Eva. [Nsue Angüe, 1985: 117]

En este sentido, la novela asume características del costumbrismo gracias a la plasmación de los ritos, del elemento brujo, las danzas, etc. que se contrapone al racionalismo y capitalismo occidental: - […] ¿Cómo es que venden la comida? - Es natural aquí. Tú también tendrás que comprarla durante el tiempo que vayamos a durar en este lugar. En la ciudad se vende todo. Hasta lo prohibido como la comida. [Nsué Angüe, 1985: 154-155]

La presencia cada vez más masiva de las tradiciones occidentales recae en la descripción de la última ciudad visitada por Ekomo y Nnanga. En efecto, aparecen marcadas las fronteras geopolíticas lo que marca un claro desajuste con las mentalidades pueblerinas. De ahí la sorpresa percibida por la pareja ante la necesidad del dinero para

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vivir y tramitar cualquier asunto así como de los papeles, que ellos mismos no saben muy bien lo que significan, para cruzar esta frontera marcada: - Tienes que arreglar los papeles para que se le pueda enterrar cuanto antes. […] - ¿Qué papeles? […] Pero… Para esto hace falta dinero… ¡Dinero para hacerle papeles a un difunto. Dinero para obtener una parcela para darle sepultura! [Nsue Angüe, 1985: 180] En nuestro país, nadie nos da esas cosas. Nadie se preocupa allí de saber si hemos de salir o entrar, si tenemos papeles o no. Es más, podría asegurar que nadie los tiene y si a alguno se le ocurriese, dado el tiempo de revoluciones en el que corremos, estoy seguro que a éste se le metería en la cárcel por tener ideas políticas. [Nsue Angüe, 1985: 153]

Bibliografía: Nsue Angüe, M., Ekomo, UNED, Madrid, 1985.

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La tradición oral de los Ndowe Un viaje por el mundo de los vivos y de los muertos

-Ricardo Iván Paredes Palacios-

Lo primero que llama la atención de Cuentos de los Ndowe de Guinea Ecuatorial (1991) es el paralelismo espaciotemporal compartido entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos, cuyos vínculos están regidos por asuntos cotidianos como: la lucha por la sobrevivencia, la sexualidad y las relaciones familiares y sociales. También sorprende que las historias pertenecientes a la tradición oral de la costa ecuatoguineana continental centre en las mujeres el mayor peso protagónico de la trama, respecto al papel de los hombres. El segmento principal de esta recopilación del antropólogo catalán Jacint Creus es El Ciclo de los cuentos de Ndjambu, que gira en torno a los parientes de Ndjambu, quien hace las funciones de cabeza de familia. Él se encuentra casado con dos mujeres, Ngwalezie y Ngwakindi, de la primera tiene dos hijos: un niño (Ugula) y una niña (Ilombe). Como elementos secundarios aparecen la curandera Totiya y otro hijo, Etundji. Conforme transcurren los relatos, crece la figura de Ilombe, convertida en la niña atormentada y en la joven heroína del ciclo familiar. Cuando Ilombe, nació, tenía la cara tan brillante como un espejo. La gente acudía a mirarla, y no conseguían ver la cara que tenían sino su propia cara que quedaba reflejada. Esto no gustaba a la gente, que al fin pidió a Ndjandu que la metiera en una granja, porque en el poblado no debía vivir alguien de quien nadie conociera la cara. Etundji suplicó por su hermana, pero Ndjambu accedió a los deseos de la gente [Creus, 1991: 42]

De acuerdo a la cosmovisión del pueblo Ndowe (perteneciente a la familia etnolingüística supranacional bantú, que abarca países como Guinea Ecuatorial, Camerún, Congo, Ruanda , Tanzania y Sudáfrica) existe la creencia de que después de la muerte de las personas sobreviven sus almas y que forman parte de lo que comúnmente se denominada en Occidente “la vida real” o “mundo material”. Y que, inclusive, los seres sobrenaturales llamados también “fantasmas” influyen en el mundo 14


de los vivos en asuntos tan cotidianos como los temas domésticos y las relaciones familiares y sociales: Un día Ilombe cogió unas berenjenas y se las comió a escondidas. Cuando Ngwakondi regresó a casa las echo en falta. Y preguntó quien las había tocado. Ilombe confesó: “Las he cogido yo, porque tenía hambre”. Ngwakondi se enfado mucho: “Sal de esta casa, y no te atrevas a regresar hasta que traigas otras berenjenas”. Ilombe no sabía dónde podía encontrar esa hortaliza, así que decidió salir en busca de su difunta madre. Por el camino encontró a dos serpientes que peleaban, y las separó. Las serpientes se lo agradecieron: “sigue por este camino y encontrarás lo que buscas” [Creus, 1991:27]

Ilombe -que representa a una chica ejemplar y trabajadora- en compensación a sus nobles acciones familiares recibe la ayuda de seres del Más Allá, cuando se encuentra en apuros a consecuencia de los maltratos físicos y psicológicos de Ngwakondi, la otra mujer de su padre y que recuerda al personaje de la madrasta de la Cenicienta y de Blancanieves (cuentos recogidos de la tradición oral europea por los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm entre los siglos XVIII y XIX). Jacint Creus en el prólogo de Cuentos de los Ndowe de Guinea Ecuatorial toca un aspecto importante sobre la diferencia conceptual del cuento: Los cuentos europeos han ido restringiendo su público teórico al mundo infantil; mientras que el africano narra los cuentos para un público amplio, formado por pequeños y adultos a todos los cuales debe poder enseñar algo; de ahí que traten con mayor prolijidad, por ejemplo la temática relacionada con la sexualidad humana. [...] Temáticas que se acomodan al carácter didáctico del cuento y a su raíz cotidiana. [Creus, 1991:11]

Además, Ilombe a lo largo del ciclo narrativo configura su rol de heroína sometida a numerosas pruebas de valor, de las cuales sale airosa. A diferencia de su madre (Ngwalezie), no es una persona ingenua y no vive para sufrir. Es la huérfana honesta e inteligente que asume el papel de los trabajos domésticos y agrícolas y que tiene un hábil manejo de las relaciones con los fantasmas que le rodean o que encuentra en el camino. No temas, porque voy a ayudarte: sigue por aquel camino de la derecha, hasta que llegues a un castaño. Debajo del castaño se encuentra un pozo, adonde acuden todas las mujeres fantasmas. Espera a la última mujer, que será tu madre. Pero no te des a conocer a las demás, porque en este poblado no suelen aceptar a la gente viva. [Creus, 1991:27]

El peso protagónico de las mujeres en la tradición oral Ndowe representa un reflejo de la trascendencia de las divinidades femeninas en las culturas bantú. Se puede citar el caso de Abacueyé, diosa de la esterilidad y Colunga, diosa del mar y de la

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muerte, también nombre de la muñeca llevada en el cortejo carnavalesco de la danza afro-brasileña de maracatú. A su vez, en la actual población afro-colombiana de San Basilio de Palenque (cerca de Cartagena de Indias, en la costa del Caribe) se utiliza como interjección festiva. La perseverancia y la fortaleza de Ilombe hacen que sea premiada con la resurrección y la felicidad conyugal. Ndjambu gritaba desesperado por la muerte de su hija y la desaparición de su mujer, cuando llegó a su casa el curandero del poblado. Este examinó el cuerpo de la chica. Al reconocer la cabeza, vio la aguja clavada; y, cogiéndola con sumo cuidado, la extrajo con dos de sus dedos. Al instante, Ilome se recobró. Y, ante el aturdimiento de Ndjambu contó a todos los invitados la fechoría cometida por Ngwakondi [Creus, 1991:34]

Cabe señalar que la concepción del mundo africano a partir del siglo XVII fue exportada a América con la llegada de millones de africanos bantúes en condición de esclavos a regiones tropicales que actualmente corresponde a Sudamérica, Centroamérica y el Caribe, donde se produjo un complejo proceso de sincretismo religioso a raíz del contacto con el cristianismo y las religiones indígenas locales. El resultado tiene vigencia hasta nuestros días en el continente al articularse religiones alternativas al catolicismo como: el candomblé brasileño, la santería cubana y el vudú haitiano. En el ámbito de la rica literatura hispanoamericana esta manifestación de la espiritualidad africana tiene exponentes como los cubanos Nicolás Guillén (1902-1989), célebre por su obra poética Sóngoro Cosongo (1931), y Emilio Ballagas (1908-1954) autor de Cuadernos de poesía negra (1934). También destaca el portorriqueño Luis Palés Matos (1898-1959), quien en 1925 publicó Pueblo negro. A ellos se suma, en el mundo de la literatura en lengua portuguesa, el nombre del novelista brasileño Jorge Amado (1912-2001), cuya obra más difundida Doña Flor y sus dos maridos (1966) narra la historia de una mujer joven de Salvador de Bahía a quien se le muere Vadinho, su marido (un hombre pícaro, mujeriego y juerguista). En poco tiempo se casa con un hombre serio y formal, el mismo que no la satisface sexualmente. Entonces, en forma sorpresiva, Vadinho regresa del Más Allá a o mundo dos vivos y solamente ella puede verlo. Él vuelve para satisfacer los deseos de la apasionada y bella Florípedes. De otro lado, en la novela Pedro Páramo (1955) del mexicano Juan Rulfo (19171986), adscrita al realismo mágico, se muestra también la visión de un mundo fantasmagórico procedente de la tradición oral indígena, en un país donde existe un 16


arraigado culto a los muertos. En relación a las culturas africanas, el tono que plasma Rulfo está orientado a expresar melancolía frente a sucesos trágicos. Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. “No dejes de ir a visitarlo –me recomendó—Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le gustará.” Entonces no pude hacer otra cosa que sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas [Rulfo, 2006: 9]

A su vez, el polaco Ryszard Kapuscinski (1932-2007) -uno de los más importantes cronistas del siglo XX y profundo conocedor del continente negro- en su célebre antología de reportajes especiales, Ébano, explica el complejo universo que comparten los vivos y los muertos en África contemporánea a través del testimonio del jefe de un clan tribal: El clan abarca un número inmenso de seres, pero solo podemos ver una parte de ellos, aquellos que viven en la Tierra. Los otros –la mayoría- no son sino los antepasados, que nos han dejado en parte pero que, en realidad, siguen participando en nuestra vida. Nos miran, observan nuestro comportamiento. Están por todas partes y lo ven todo. Pueden ayudarnos, pero también castigarnos. Darnos felicidad o condenarlos a la extinción. Deciden sobre todas las cosas. Por eso el mantener buenas relaciones se vuelve la condición sine qua non para garantizar el bienestar de todo el clan y de cada uno de nosotros. [Kapuscinski, 1998: 39-40]

Bibliografía: - Creus, Jacint, Cuentos de los Ndowe de Guinea Ecuatorial, Centro Cultural Hispano Guineano Ediciones, Malabo, 1991. - Kapuscinski, Ryszard, Ébano, Circulo de Lectores-Editorial Anagrama, Barcelona, 1998. - Rulfo, Juan, Pedro Páramo y El llano en llamas, Editorial Planeta, Barcelona, 2006.

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Entrevista a César Mba Abogo

Con motivo de la lectura de un relato inédito, que se podrá leer en primicia después de esta entrevista, del escritor ecuatoguineano César Mba Abogo (Bata, 1979-), hemos querido llevar a cabo una revisión de su obra publicada hace un poco más de dos años, titulada El porteador de Marlow, cuyo punto de incidencia recae en la aparición de una mezcla de relatos tantos poéticos como narrativos. Este joven autor comprometido por el devenir no sólo de su país, sino también del continente en general, propone una mirada hacia el interior del ser humano, hacia el primitivismo de unas emociones que rebasan en la soledad.

La voz narrativa de Amapolas abrasadas dice: “Escribo para apagar el fuego que llega hasta mi lengua, sé que en alguna parte hay árboles divinos cuya savia apaga los malos recuerdos y enciende el amor en todo y por todo”, ¿Coincides con este manifiesto? Han pasado dos años desde la publicación de este libro y algunas de las piezas contenidas en él tienen más de cinco años de antigüedad, pero lo cierto es que en esa cita que tú llamas manifiesto sigo encontrando un intento de exteriorizar lo que Honderlin llamaba el gesto del poeta. Explicar la razón por la que uno se lanza a inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas no es una tarea fácil. Esta cita que tú llamas manifiesto, yo la veo más bien como un gesto, un gesto de poeta si se me permite, un manifiesto es una fórmula, o pretende serlo. ¿Te sigues definiendo como un “amateur del arte”? Ahora más que nunca. No preguntes por qué. ¿Cuál fue el motivo que te llevó a escribir El porteador de Marlow? ¿La soledad? ¿La nostalgia? O ¿Un simple ejercicio de prosa poética? La relación de autoría entre un texto y un escritor se rompe con la primera interpretación que hace un lector. El texto deja de pertenecer al escritor. Cada vez que un lector ha trazado un mapa emocional de la persona que escribió El Porteador de Marlow yo me he quedado asombrado y en no pocas ocasiones he estado a punto de gritar “Parad, parad, yo no quería decir eso”. En todo caso, todas las interpretaciones me han ayudado a trazar un cuadro más completo de la persona que era cuando escribí esos relatos y poemas. Muchas piezas se quedaron fuera del libro, yo mismo las dejé fuera, porque se me hacían repetitivas o porque la forma en la que se posicionaba la voz narrativa frente a la historia podía no entenderse muy bien. Yo mismo escribí un prólogo para mi libro, en este prólogo decía que la razón por la que había escrito estos relatos era para que mi ser social, vestido con las nomenclaturas de la historia, no me desgarrase por dentro. Luego, me salieron lectores que dijeron que era un decálogo de rencores contra España y otros que dijeron que era una blasfemia contra Guinea 18


Ecuatorial y más de una vez estuve a punto de decir que Guinea Ecuatorial y España no aparecían explícitamente, que las metáforas que había construido, mis montajes cinematográficos, no se limitaban a estos dos países y al tiempo de estos dos países, pero opté por hacer oídos sordos y salir a las solitarias calles lluviosas del exilio interior, de las cruzadas en solitario. Y me dije: “Que se jodan todos”. Pero el que se jodió fui yo porque no sabía que todo intento de encasillar una metáfora lo que persigue en última instancia es privarla de futuro, no sabía que todas las acusaciones que se me hicieron eran solo la punta de un enorme iceberg cuyas proporciones ahora empiezo a vislumbrar. Por la travesía del libro navegan Wole Soyinka, Ben Okri y Joseph Conrad (con su personaje Charly Marlow). ¿Se puede apuntar que han sido tus influencias? Las citas de los autores que aparecen en el libro responden que a una conjunción de factores. Por un lado, la timidez, y por otro, están allí como una muestra de reverencia a todos los que componen mi proa al paraíso de la literatura. Timidez, porque es muy cómodo esconderse detrás de T.S. Eliot (pese al pesimismo cultural que emana de sus textos), de Soyinka, de Toni Morrison, de Ben Okri, etc, y reverencia, porque si no hubiera leído a esos autores, y muchos más que no aparecen citados de forma explícita, me sería aún más difícil enderezar una línea o un verso. Si tendrías que insertar tu obra en alguna corriente literaria, ¿en cuál la ubicarías? No me gusta definirme; prefiero que el lector saque sus propias conclusiones al leer mi libro. Si para digerir lo escrito necesita una etiqueta, que me ponga la que más le ayude. Mi intención al escribir es revelar las caras escondidas de la realidad. Hay gente que me acusa de fatalista, pero a esos les digo lo mismo que dice el arpista Mr. Wendal de uno de mis relatos cortos: hay que leerlo todo, hay que esperar hasta el final. “La rubia y el Porsche” es una representación de la pérdida de la inocencia de los jóvenes africanos que sueñan con alcanzar una Europa opulenta. ¿Alguna vez fuiste uno de esos chicos ilusos de Puerto Fraga? “La Rubia y el Porsche” es un texto que me inspira mucho respeto porque no lo considero mío. Faulkner decía que los demonios de la literatura lo eligen a uno y lo impulsan y uno nunca sabe porqué lo han elegido a él. Todos mis amigos, los que nunca salieron de Guinea, los que fueron tiroteados con la mirada en las calles de España, los que se vieron llorando en la gran muralla china, todos ellos son los autores de este texto, todos adoran este texto; siento que nos pertenece a todos, porque los demonios que me impulsaron a escribir este texto son los demonios de todos. Cuando retrocedo paso a paso en el tiempo no solo veo los rostros de mis amigos, sino que también veo el mío. El mundo de fuera con el que soñábamos no fue una fiesta. ¿El personaje de Dayo sería una metáfora de los hijos de África: “su vida estaba anclada en la historia”? A diferencia del texto de “La Rubia y el Porsche”, “el Sueño de Dayo” es una construcción cinematográfica, yo lo escribía y me veía escribiéndolo. Quería escribir un texto que apelara a la imaginación de lector y a su reflexión pero lo que pasó al final es que yo me vi escribiendo un texto en el que yo tenía que vivir y mientras escribía sentía 19


que algo me tiraba hacia atrás, que no podía avanzar todo lo que quería. Llegué exhausto al final de este relato, tan exhausto como el propio Dayo. No se puede imaginar el trabajo que me costó acostumbrarme a la impresión de ver la caída de Dayo. Has llevado a la literatura el tema de las pateras y de los cayucos ¿ha sido difícil tocar el drama humano sin caer en los tópicos impuestos por los medios de comunicación? El Porteador de Marlow tiene bastantes alusiones a esta problemática. Lo que pienso puede leerse, por citar casos explícitos, “En Algún Lugar Bajo el Atlántico” y puede leerse también en “El Sueño de Dayo”. Los europeos ven (o mejor dicho sus medios de comunicación les hacen ver) un cuerpo arrastrado por las olas hasta sus playas, pero no ven los sueños y proyectos de toda una familia (o aldea) que se han hundido con ese cuerpo, no ven las lágrimas de las madres. Los europeos ven a chicos corriendo con hatillos de discos pirata, con la policía pisándoles los talones, eso es lo único que ven, no ven a los héroes que se asoman a los ojos de cada uno de esos chicos. Ahora bien, viviendo en Guinea Ecuatorial es difícil abordar la temática de la misma forma, aquí el flujo es inverso, son los occidentales los que llegan a Guinea Ecuatorial atraídos por el olor del petróleo y el gas, llegan para ganar el dinero que jamás soñaron ganar en sus países y muchos de ellos ni siquiera muestran un mínimo de respeto por Guinea Ecuatorial y los Guineanos. Esto es irritante, son inmigrantes económicos como los africanos en Europa, pero los inmigrantes económicos occidentales aquí, encima quieren que se les ponga una alfombra al pasar. ¿Por más que digan los buenaondas en sus paseos por los arrabales del mundo, la pobreza no hace más humana a la gente? Bueno, lo de los buenaondas es una especie de venganza. Durante mis años en la universidad, me cansé de ver a gente que creía que comprendía los problemas del sur, como se suele decir, mejor que las mismas gentes del sur. Una de mis amigas se fue al Perú, en un programa de intercambio, y volvió con una imagen de los “pobres peruanos” que solo le faltó ponerles alas. Otro se fue a Senegal y volvió igual. Se iban para unos meses, nunca para siempre. Siempre les preguntaba por qué no se habían quedado. Esos retratos me parecían completamente deshumanizadores. Si aceptamos que todos los pobres son buenos, podemos quedarnos tranquilos viéndoles nadar en la pobreza, es más, podemos pensar que cualquiera mejora en el nivel de sus vidas, los pervertirá, echará toda su bondad a perder. De tus viajes entre África y Europa y viceversa, ¿qué elementos rescatas para entender la condición humana? Maya Angelou ya lo dijo claro. Son más las cosas que nos unen que las que nos separan. ¿Qué es para ti el desarraigo? El desarraigo, elegido o impuesto, solo tiene una figura para mí: James Baldwin. Ya que vienes de un país africano de habla hispana ¿Cuál o cuáles son tus vínculos con la literatura española e hispanoamericana? Fuertes, como es normal, no podría ser de otra manera. El español es una de las lenguas de Guinea Ecuatorial (la predominante, para ser más exactos), somos la ínsula olvidada del reino de Cervantes. Borges, Cortázar y García Márquez me han acompañado 20


durante un trecho muy largo de mi vida. Y siguen acompañándome. Luego están los maestros Rulfo, Quiroga, Monterosso, Onetti, Neruda, Rokha, Hernández, Carpentier, Gelman y muchos más. En la actualidad, estoy contrayendo una deuda impagable con la obra de Roberto Bolaño y la de Rodrigo Fresan. Vaya, son todos hispanoamericanos. ¿Un español? El gran Vila-Matas, desde luego. ¿Qué significan para ti ciudades como Puerto Fraga, Amilcarna, Karamubete y países como Soladia (España) y Franquicia (Guinea Ecuatorial)? Son metáforas, luego la gente les da unas coordenadas identificables pero mi idea era que se vieran como metáforas. Por ejemplo, una de las citas en cursiva que aparece en el relato que transcurre en Karabumete está extraída de libro Tras los Pasos del Sr. Kurtz, de Michella Wrong, es una descripción que esta autora hace de Kinshasa, la capital de Congo-Zaire. Luego, la gente ha querido ver Malabo, pero eso ya es cosa de ellos. El lector de un libro se convierte en su autor. Hace poco le presté a un amigo la novela Vaso Roto, de Alain Mabankou, me llamó a las dos de la madrugada para decirme que la historia transcurre en Malabo, que Mabankou se ha inspirado en Malabo para escribir ese libro. Ya ves. ¿“Canción negra sin color” puede considerarse un manifiesto poético de panafricanismo del siglo XXI? El panafricanismo está más vivo que nunca, lo que pasa es que el estridentismo ha dado paso a posiciones más relajadas y universalistas (ya no es una causa de negros y negras, ahora lo vemos como un ingrediente más para ayudar a los seres humanos a afrontar los diferentes retos que se avecinan). El Redemption Song vuelve a sonar con brío, simplemente hay que abrir bien los oídos. En los últimos cuarenta años, el panafricanismo se ha subdividido en muchos frentes pero ahora, paso a paso, los distintos brazos están empezando a converger de nuevo. El panafricanismo es la brújula moral de los hijos e hijas de África. ¿Es cierto que escribes cinco libros a la vez? Empezó siendo un libro (La caída de Mackandal), luego fueron tres (La caída de Mackandal, Cartas Muertas desde el País de las Lluvias Universales, En la espesura de la noche), y ahora son cinco (La caída de Mackandal, Cartas muertas desde el país de las lluvias universales, En la espesura de la noche, La Ciudad Remordida y El viajero en sí mismo). Escribo como aconsejaba Clarice Lispector, echando afuera a las palabras. Creo que esos cinco libros se van a convertir en dos o puede que cuatro.

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LA TRAGEDIA DE BONGO (OTRA INFAMIA UNIVERSAL) -César A. Mba Abogo-

“Después de todo, todo ha sido nada, a pesar de que un día lo fue todo” Jose Hierro

Hace unos meses escribí un relato sobre un personaje extraviado que vagaba por desiertos, sabanas, estepas y selvas buscando un hogar. Era un personaje metódico, muy de detalles, un choisiste, creo que se les llama a este tipo de personajes. En cada paraje en el que se detenía, Moriba, así es como se llama el personaje de mi relato inacabado, se entregaba a las tradiciones caleidoscópicas propias del entorno pero con la primera invitación a quedarse preparaba su equipaje (aire, nubes y sueños) y llorando de amor partía a la búsqueda de su hogar. Este lugar, se decía Moriba, no es mi hogar, mi casa no está aquí. En mi relato el tiempo se anula, se pierde en los laberintos del choisisme: mi personaje, Moriba, una vez anulado el tiempo, pierde la cuenta de las veces que ha oído la frase Quédate entre nosotros. Era una empresa francamente difícil acabar ese relato, me sentía como Matti Klarwein ante el árbol de la vida: estaba lejos, muy lejos, de la estampa de Miguel Ángel diciéndole a Moises Y ahora habla. Fue entonces cuando empecé a llenarme de visiones de una barca flotando en medio de un río interminable, tan interminable que parecía que en realidad estaba quieto. En una de las entradas de mi diario escribí: “No es fácil insertarse en uno mismo estos días pero esta mañana la estela de la rutina se ha roto y aquí estoy, frente a un gran ventanal imaginario, viéndome mirando (y buscándome en) un río imaginario en el que flota una barca azul bajo unas nubes tan anchas como el caudal de nuestras redenciones suspendidas. Y mi barca (: André Breton tenía sus moscas azules y yo tengo mi barca azul) sigue allí, flotando en el río interminable, sin orillas a las que arrimarse. Me pregunto: ¿Es este el río de Langston Hughes? ¿Ese río que es más antiguo que el flujo de la sangre humana en las venas? Y me pregunto

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también: ¿Es este el río de Jorge Luis Borges? ¿Ese río hecho de tiempo y agua que nos recuerda que el tiempo es otro río?” “Tercer cuaderno” (El viajero en sí mismo), 07 de febrero del 2009, 21:00

Yo era esa barca azul suspendida sobre las aguas de un río interminable. Dejé de escribir el relato del errante Moriba, aquel relato era de una dimensión paralizante. Me inventé mil excusas (Tíos Celerino) para no seguir escribiendo, excusas que servían, en última instancia, para silenciar mi falta de fuerza física e imaginación para proseguir con un relato que no admitía un punto final, un relato infinito. La única fórmula, me dije, para acabar este relato es deshacerme de las palabras, buscar otra garra con la que arañarme. Y seguí escribiendo el relato del errante Moriba sin escribir, aullándolo por las calles de Malabo, haciendo compañía a un cielo vasto y vacío y recorriendo el camino de toda carne como si estuviera en la encrucijada de una pesadilla en la que el mundo amenaza con acabarse pero nunca se acaba. La historia del errante Moriba quedó suspendida en la literatura universal.

Y así es como he llegado a este día: este día en el que a las seis de una mañana que bien podría haber sido las seis de una mañana cualquiera me ha llegado un mensaje de una amiga a la que contemplo con unos ojos que no son míos: un mensaje que podría haber sido uno de esos tantos mensajes que me llegan de ella: mensajes vacíos como un nido de ratones a medianoche. Pero esta mañana no era una mañana cualquiera y el mensaje que me ha llegado de mi amiga Beatriz Viterbo (la llamo Beatriz Viterbo por esas cosas de la ironía y porque para ella, al igual que para el inventor de todas las Beatriz Viterbo que aparecen en mis textos, el mundo está hecho de espejos) era como un anillo extraído del lago de las decisiones. El mensaje decía: OMAR BONGO HA MUERTO: lo leí con mis ojos. Tras leer el mensaje, lo reenvié a una amiga cuya cara es una de las sonrisas que veo cuando me hundo en el pozo de mis días muertos en Malabo. Sete (llamo así a mi amiga de la eterna sonrisa inmaculada porque ella sonríe como Sete: mirando a los ojos del temblor de la hojarasca de cada día) respondió al instante con un mensaje que parecía escrito desde el principio de los tiempos: ESTABA ESCRITO. Tras leer el 23


mensaje de Sete volví al mensaje de Beatriz Viterbo. OMAR BONGO HA MUERTO. Esas letras, pensé, llenan un vaso de cuarenta y dos años, esas letras que podrían ser también AMOR TOMA HONGO BREU. Sin pretenderlo, acabé en el laberinto de las combinaciones, combinaciones majestuosas, solemnes, da igual, pero mis desvelos acababan siempre golpeando en el mismo malecón: BREU. Decidí llegar tarde al trabajo, tenía que saber que era BREU. El primer abordaje me llevo al catalán. El porqué elegí el catalán tiene que ver con Cien Años de Soledad: tiene que ver con mi asombro por el sabio catalán que aparece en este libro y porque África Central, igual que el Macondo de

García

Márquez, vive, en la actualidad, un tiempo hueco, sin testigos, una noche sin nadie (a pesar del petróleo y el gas y los recursos naturales) excepto su soledad multiplicada por cada uno de sus habitantes. Muchas veces me digo Un día todos estos años se verán apretados los unos contra los otros y aquí también se verá que la realidad escribía mejor, mucho mejor, que los escritores. La elección del catalán tiene que ver también con el hecho de que viví una temporada en Barcelona y para todo aquel que fue un día republicano del Raval, BREU, indudablemente, huele a catalán. Wikipedia me dijo que Breu, en catalán, es un betún artificial que se utiliza para la fabricación de los barcos. El segundo abordaje, vía Wikipedia también, me llevó a un pintor alemán del siglo XVI, Jorg Breu, y a un cuadro suyo titulado EL SUICIDIO DE LUCRECIA. Ese cuadro abrió respiradores y ventanas dentro de mí y me dediqué a buscar los defectos que se habían filtrado en la monotonía de la perfección de los cuadros de Tizziano, Boticelli, Durero, Ricci y Cassali. Cansado y derrotado, volví al cuadro de Breu, el punto en el que salían todas mis visiones del suicidio de Lucrecia. De nuevo ante la pintura de Breu, convencido ya de que todos los cuadros del suicidio de Lucrecia son en realidad el mismo cuadro, observando atentamente como se fraguaba aquella revuelta de soldados que iba a llevar a la caída de la monarquía en Roma, tuve la sensación de que algo venía a mí y yo no hice nada para evitar la colisión. En el centro del cuadro vi a Lucrecia, el cadáver de Lucrecia que se ha quitado la vida tras ser violada por Sexto, el hijo de Tarquino; vi a los soldados rumiando la caída de la monarquía mientras se dirigían hacia un arco de triunfo; en lo alto de una columna vi a un David con una pose que me recordó al Charles de Gaulle de la Plaza Concorde en Paris; y a los pies de este David-de Gaulle había una cabeza. La cabeza, me froté los ojos e hice estiramientos como el Artista del 24


Trapecio de Kafka, parecía la cabeza de Bongo, de Omar Bongo Ondimba, el eterno presidente antes conocido como El Hadj Omar Bongo, antes conocido como Albert Bernard Bongo Ondimba. Sin más dilación, volví al mensaje de Beatriz Viterbo (BONGO HA MUERTO) y luego al de Sete (ESTABA ESCRITO) y dije Breu en catalán para nombrar aquel betún artificial que se utiliza en la fabricación de los barcos y miré por última vez aquella cabeza de Bongo a los pies de de Gaulle: mi corazón se llenó de un silencio de pianos y entendí aquella frase con la que historia recordará a Bongo: “África sin Francia es un coche sin chófer, Francia sin África es un coche sin carburante".

En 1967, Bongo se juzgó sin tiempo, se pensó sin sangre y ahora su cabeza duerme, sin sueño, a los pies de un de Gaulle que camina con paso firme hacia el futuro. La estatua de de Gaulle en la Plaza Concorde irá creciendo con el tiempo, se volverá mítica, alcanzará las nubes más altas del verano parisino, cruzará puentes, los músicos más dotados tañeran acordes en su honor, será el gran antepasado galo de los niños galos. ¿Y qué será de Bongo? ¿Qué será del hijo de Ondimba? La tragedia de Bongo, esta infamia universal, me inspira tal tristeza que si pudiera, si pudiera de verdad, lloraría, lloraría para que el fantasma de Bongo no llore de frío, pero luego pienso en el vaso de cuarenta y dos años que ha llenado; y veo los renglones del África Central torcidos por su pulso; y veo la sombra de su muerte inundando la tierra de Sony Labou Tansi y Mongo Beti; y veo al gobernador de Infinitas Riquezas con su sonrisa de gallo ante el cuerpo demacrado del joven Azaro; y veo esas hojas cargadas de frustración que cuelgan en todos los arboles del mayombe; y veo los soles de las independencia apagados por la caligrafía de alto voltaje de la Franceafrique; y me digo que no puedo llorar por él, no puedo llorar por el hijo de Ondimba, al fin y al cabo, él eligió convertir a África Central en un carburante y, a su manera, era feliz siendo el betún artificial de la nave francesa.

“En algún momento entre el 25 de octubre y el 3 de noviembre de 1917, Kafka escribió un relato corto al que Max Broad tituló Eine Gemeinschaft Von Schurken (Una Comunidad de Infames). En pocas líneas, Kafka narró la vida y destino de los infames universales. Kafka

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escribió “En general, [ una vez muertos los infames] la impresión que daban al volar era de la más pura inocencia infantil. Pero como ante las puertas del cielo todo se descompone en sus elementos, caían en picado como bloques de hormigón” Acerca de dónde caían los infames, Kafka decidió guardar un silencio Kafkiano.” “Quinto Cuaderno” (El viajero en sí mismo), 8 de Junio del 2009, 17:35

FIN

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Poemas -NihilPalabra Duró un segundo, como una hermosa flor que al nacer descubrió su muerte. Duró un instante, como la luz de la llama, que se muestra más intensa en el albor de su agonía. Fue un momento, como un susurro de revelación divina, que intentó el viento apartar de mi memoria. Como un iceberg, misteriosa, escondes tras de ti, entre las sinuosas líneas de tus letras y del tiempo, lo que un día fuiste para no volver a ser. Ahora te observo, estudio tu mancha borrosa, la huella de un pasado que albergó tu verdadera esencia... Y no te comprendo. Aunque indescifrable, aún tu vívida luz conservo, lo que ahora reservas en tus entrañas, lo que no revelas en la sombra de tu silencio. ¡Vive palabra!

Rebeldía del Silencio Alguien quiso retenerme en una cueva de nombres Que supuse: significaban algo sin sentido. Alguien intentó retenerme en su garganta Para escupirme y moldearme luego: líquido dócil. No sentí la muerte, sólo mi voz, una palabra lejana. Destrocé los hilos con una sonrisa Que anunciaba la cadencia del silencio: la voz de la derrota.

Solipsismo ¿Quién es ése que espera tras la puerta? Lo conozco sin ser todavía. Su futuro anuncia mi muerte. Su voz mi letra. Él recoge mi palabra, -como que yo recogí la de aquel desconocidoy resigue una línea viciada, mientras cree ser el único. Palabra traidora. Parásito que controlas Al huésped sabedor de su desdicha, De su felicidad y de la nada. Tú nos engañas, Nos enfrentas como hizo Babel. Palabra traidora. Vives a mi costa y A costa de otros muchos Que piensan que te conocen, Que gobiernan tu sombra, Pero yo sé que no vales nada. Hoy he visto tu cara más fría Y he olvidado mi guerra. Nuestra letra sólo vale para nosotros mismos. La influencia en los otros Es un vulgar teatro, Mostrando el atrezzo que desea el que observa, con su experiencia en los ojos cree decirse de verás la más sincera mentira. Recuerda alguna voz Y repítela con tus entrañas verás la quimera de aquellos que intentan, una y otra vez, entonar la canción de los muertos.

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Muerte La muerte desvela La traición que se cobra, De un trato sin acuerdo, Un mendigo o la nada. Se esfuma la imagen, Y el rostro pierde lo humano Como un animal cadáver. Insufrible, inmutable, Sin conservar ni un ápice De lo que un día fue. Como virus, El mal se traspasa ahora a otro Y el aire pesa y el vacío Se vuelve dolor y miedo. El muerto no existe. El muerto se vuelve muerto Estático anuncia lo absurdo del silencio y de un cigarrillo, Y del universo roto, Continuo. ...Y él sumamente frágil, un punto sin esencia Mientras el vivo camina hacia el cementerio pensando en la muerte como un concepto personalizado, muestra su rostro atroz la vida. Y todos esos cigarrillos Y esa risa que ahora conservo, sólo como un vago recuerdo, se vuelven aún más estúpidos De lo que en su día fueron.

¿Quién? -¿Quién eres, invisible? … Sólo pasos que llevan al mismo lugar: Todos en tropel, en marcha aburrida, Peces grises, inconscientes Que aletean presurosos hacia la boca del pez más grande que los devora. -¿Quién soy, invisible? … En el transcurso que dura La conversación conmigo mismo Desestimo la vida y la posesión, Lo inútil, el egoísmo, Lo inepto, lo absurdo. Y elijo morir conmigo mismo En interrogatorios mudos, Siempre sin respuesta, Mientras continúa la cascada, El agua que arrastra ya contaminada Todo el peso de una vida en sí misma. -¿…? Siempre hallo la misma respuesta. La inconsciencia que me ilumina Y me aconseja tirarme de cabeza Hacia el río hediondo E intentar sobrevivir En el único ecosistema posible. Pero como salmón errado Reculo para intentar descubrir, Vanamente, Que se esconde tras esto. -Eso, ¿qué hay detrás, invisible? -Sólo la estrepitosa caída. -(Es la voz de siempre).

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Cuento - Joan MolinaLos dos hermanos Los dos hermanos se apoyan en la barandilla del cobertizo de lo que antaño fue su casa y encienden un cigarrillo. Uno fuma con caladas profundas y calmadas, el otro fuma desasosegado, con caladas cortas y rápidas. Le tiemblan las manos y en seguida pide otro cigarrillo a su hermano. - (Con voz temblorosa) No…No debimos matarlos a todos... Al menos a todos no. - Yo no me arrepiento de nada. Hace tiempo que deseaba hacerlo. - Hemos matado incluso a los niños. ¿Qué culpa tenían ellos de lo que pasó? - Eran el fruto de sus entrañas. De entrañas de asesinos. Es mejor que su sangre haya quedado esparcida por la tierra. - No sé… Se hace el silencio y de pronto se pone a llover. Es una lluvia espesa, que cae con fuerza contra el suelo, como si deseara abrir un surco en la tierra. - Hacía mucho tiempo que no veía llover en el pueblo. La última vez… ¿te acuerdas cuándo fue? - Me acuerdo. Fue después de que ellos cogieran a nuestro padre. Apenas pudimos reconocer el cadáver así como lo habían dejado. Fue entonces cuando se puso a llover. - Madre ni siquiera pestañeó cuando le contaron lo que nuestro padre hizo a aquella niña. Se hundió en las sombras y, por lo que me dijiste, permaneció allí hasta el resto de sus días. - Esa niña siempre fue una mentirosa. He disfrutado ocupándome de ella. Ya no volverá a mentir a nadie. Ni tampoco su hija. La lluvia se intensifica y la noche se va haciendo cada vez más profunda. Los hermanos apenas pueden verse entre ellos. - (De nuevo con voz temblorosa) ¿Tú nunca lo creíste verdad? - ¿El qué? - Lo que dijeron que hizo nuestro padre. - (Enfadado) ¡Claro que no! ¿Es que tú lo creíste? - No, no… Era solo por preguntar. - Eso no se pregunta. Y menos después de lo que has hecho.

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- Lo que hemos hecho. - Sí, ya… Te vi ensañarte con Clara. Recuerdo cuando los dos os ibais de noche a pasear cerca del encinar. Todos te envidiábamos. Hasta que dejó de hablarte. - … ¡La muy zorra! Y al final se casó con el imbécil de Abelardo ¡Lo hizo solo para joderme! - Esté bien, cálmate. Por eso te fuiste del pueblo. Yo en cambio me quedé aquí muchos años, cuidando de Madre. Nadie del pueblo nos hablaba y tuve que apañármelas para que pudiéramos comer porque rechazaban mi dinero en todas las tiendas. - Siento que tuvieras que pasar por eso… - Ya… Pero tú siempre fuiste así. Al menor problema huías. Y cuando hacíamos travesuras por el pueblo, al final la culpa te corroía y acababas siempre contándole a Padre lo que habíamos hecho. Entonces él te perdonaba y yo recibía los palos. - No me acordaba de eso… - Pues yo sí. En realidad, me acordaba muy bien… - (…) - Madre preguntaba por ti a menudo ¿sabes? Sobre todo en sus últimos días. Le fallaba la memoria y no se acordaba ni de quién era yo. Pero no paraba de mencionar tu nombre. - No lo sabía… - ¿Y por qué lo ibas a saber? Durante todos estos años estuviste casi desaparecido. Me costó encontrarte y aun más convencerte de lo que debíamos hacer. - ¡No es cierto! En seguida estuve de acuerdo contigo. - Sí, cuando te dije lo de Clara y Abelardo… - (…) - Pero hay muchas cosas que no sabes. Yo no hice todo esto por vengar la muerte de nuestro padre. Yo le odiaba. Lo hice por lo que pasó después, porque el pueblo nos dio la espalda a mí y a Madre que no habíamos hecho nada. Nos hubieran dejado morirnos de hambre esos gusanos. Lo hice porque nos abandonaron. Y tú también nos abandonaste… - (…) Al día siguiente por la mañana se ve la figura de un hombre solo alejándose del pueblo. Va muy encogido, como si su sombra, que en estos momentos se alarga hasta casi tapar el pueblo entero, le pesara sobre los hombros.

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