Mediación Profesor-alumno

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MEDIACIÓN PROFESORA -ALUMNA Intervienen: -

Alberto: Profesor mediador Vanesa: Alumna mediadora Luisa: Alumna en conflicto Ana: Profesora en conflicto

Premediación con la profesora Alberto: Hola Ana, buenos días, mi nombre es Alberto y soy miembro del equipo de mediación del centro. Ana: Hola. Vanesa: Hola, yo soy Vanesa, también formo parte del equipo de mediación y soy alumna del centro. Quiero darte las gracias por acceder a este procedimiento y te vamos a explicar cómo funciona. Alberto: Antes de comenzar, ¿sabes algo de la mediación? ¿Sabes algo del programa, en qué consiste? Ana: Si, creo que sé algo. Alberto: ¿Qué es lo que conoces? Ana: Es un programa que tiene el centro para solucionar los conflictos que surgen, tanto entre alumnos, como entre profesor-alumno o personal del centro, y hacerlo de forma rápida y positiva, sin tramitar informes. Alberto: Bien, ése sería el objetivo de la mediación: buscar entre las dos partes una solución positiva al problema. Antes de comenzar, queremos comentarte que la mediación es voluntaria, tanto Luisa como tú habéis accedido de forma voluntaria; y que es confidencial, lo que hablemos aquí queda entre nosotros, ¿de acuerdo? Vanesa: Luego hablaremos con la otra parte y las decisiones las tendréis que tomar entre vosotras. Nosotros participamos, pero vosotras buscáis las soluciones. Durante el proceso tomaremos notas, y luego, al final, las destruiremos. Ana: Vale, me parece bien. Vanesa: Pues, sin más preámbulos, puedes comentar lo que pasó. Ana: Pues, yo soy profesora de apoyo de Secundaria, y estaba en clase. Estaba explicando el tema y todo iba bien, pero como había terminado y sobraban diez minutos, mandé deberes y les dije que aprovecharan ese tiempo para hacerlos. Y resulta que Luisa se puso a “dar el follón” y a hablar, le dije que se callara y no me hizo caso. Alberto: No te hizo caso y, ¿pasó algo más después? O… Ana: Pues sí, le dije que si seguía con esa actitud _bueno, ella y algunas compañeras más_, las iba a castigar en el recreo a hacer los ejercicios que había mandado, aunque yo también me quedara sin salir. Y ella me dijo que le daba igual, que ella se tenía que ir. Le dije que si era verdad, mejor sería que aprovechara el tiempo y así no se tendría que quedar, pero no me hizo caso. Vanesa: ¿Y cómo crees que actuó? ¿Cómo fue su manera de dirigirse a ti? Ana: Solamente dijo que le daba igual que se tuviera que quedar o no, porque se iba a ir, tenía que hacer una cosa muy importante.

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También fue un fallo mío no decirle que no podía salir del centro, fuera recreo o no. Me pilló así, desprevenida, y yo tampoco sabía… no contaba con esa reacción. Tocó el timbre y le dije que no se iba a ningún sitio, que se quedaba ella, sus compañeras y yo, pero ella ya estaba guardando sus cosas, dijo que se tenía que ir y se marchó. Alberto: Ana, ¿habías tenido anteriormente problemas con Luisa? Ana: No, el primero, nunca jamás. Ni ella tuvo nunca una actitud como la del otro día. Es una chica normal, un poco flojilla en los estudios, pero nada que resaltar. Yo no me esperaba esto. Vanesa: ¿Y la situación actual de la clase? Ana: Pues mal, claro, porque ella se fue y yo me quedé sin saber qué hacer. Me enfadé bastante, y al día siguiente, en clase, ella actuó como si no estuviera, tengo la sensación de que no me escucha ni me hace caso. Y claro, yo tampoco me preocupo por acercarme a ella y preguntarle si tiene algún problema o algo así, porque estoy bastante enfadada ya que ha sido ella la que se ha ido de clase. Alberto: Bien, has comentado que su comportamiento fue extraño, que nunca antes se había comportado así. ¿Cuál crees que pudo ser el motivo? Ana: No sé, puede que fuera “la cosa tan importante que tenía que hacer”, puede que me viera desprevenida en ese sentido y se aprovechara..., es que no lo sé, porque nunca he tenido problemas con ella ni pensé que pudiera reaccionar así. Ya os he dicho que es algo revoltosa, pero suele obedecer y no contesta de esa forma, pero ese día “que me voy, que me voy” y se fue sin dar ninguna explicación. Alberto: Se fue porque tenía que hacer algo importante… Ana: Sí, eso dijo. Alberto: ¿Le preguntaste en algún momento qué era lo que tenía que hacer? Ana: No, bueno le pregunté “¿qué es lo que tienes que hacer?” y me dijo “una cosa muy importante”, pero me pareció una actitud amenazante y no insistí. Alberto: ¿Y cómo te hace sentir esa actitud amenazante? Ana: Mal, porque era una niña que nunca ha sido conflictiva y estoy algo sorprendida..., incómoda, porque no tengo necesidad de estar así. No ganamos nada, ni ella ni yo. Alberto: Vale, entonces para terminar, el resumen sería: quedan diez minutos para acabar tu clase, das la indicación al grupo de aprovecharlos para hacer la tarea de casa, Luisa se niega a hacerla e incordia al resto de compañeros y cuando le dices que se quede en el recreo, ella se va sin dar explicaciones, de malas maneras. Ana: Así es. Alberto: Bien, pues si mi compañera no tiene ninguna pregunta más y tú has acabado, únicamente nos queda decirte que ahora hablaremos con Luisa para que nos cuente ella su versión. Dentro de un par de días nos sentaremos los cuatro para que le digas a Luisa todo lo que nos has contado a nosotros. Nos gustaría que lo hicieras sin levantar la voz, contándole realmente cómo te sientes, igual que has hecho con nosotros. ¿De acuerdo? Ana: Vale.

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Alberto: ¿Alguna pregunta, alguna cuestión…? Ana: No. Alberto: Pues muchas gracias por todo.

Premediación con la alumna Alberto: Hola Luisa, mi nombre es Alberto y soy miembro del equipo de mediación del centro. Vanesa: Hola, yo me llamo Vanesa, soy alumna del centro y también formo parte del equipo de mediación. Quiero darte las gracias por haber accedido a este proceso, y te vamos a explicar en qué consiste. Alberto: Bien, ¿sabes algo de la mediación? Luisa: No. Alberto: Bueno, pues te comento rápidamente: la mediación es un programa que tiene como objetivo solucionar cualquier conflicto que surja entre dos partes, con el objetivo final de que sean estas partes, en este caso Ana y tú, las que acaben solucionándolo. ¿De acuerdo? Esta solución tiene que ser positiva para las dos, y ya sabes, es completamente voluntario _nadie te ha obligado a venir_, y confidencial, es decir que lo que hablemos no saldrá de aquí. Vanesa: Ya hemos hablado con la otra parte y ahora estamos contigo; debes saber que tomaremos notas durante tu intervención, pero que luego las destruiremos, nadie las va a ver, ¿vale? Luisa: Sí. Vanesa: Pues nada, cuéntanos lo que pasó. Luisa: Pues que estábamos en clase el otro día y era antes del recreo, y muchas veces Ana, al terminar la clase, a lo mejor faltan unos minutos y nos deja hacer lo que queramos. Pero el otro día quedaban diez minutos y nos dijo “empezad a hacer los deberes”. Yo suelo aprovechar ese tiempo, pero esa vez no tenía ganas y era una cosa que prefería hacer en mi casa con la enciclopedia; y es que los demás tampoco estaban haciéndolos, pero ella se encaró conmigo y empezó a decirme que me pusiese a hacerlos. Y a mí me faltaba una cosa y no podía hacerlos, y además, es que sólo me lo decía a mí y los demás también estaban… bueno, algunos tampoco estaban hablando, pero no había casi nadie haciendo los deberes. Y luego dijo que nos teníamos que quedar en el recreo. Y yo me tenía que ir y además me parecía muy mal que yo, que casi siempre hago los deberes y me porto bien, por un día que no quiero hacerlos _igual que los demás_, me tenga que quedar en el recreo. Y me fui. Vanesa: ¿Pero te fuiste porque te tenías que ir o te apetecía o…? Luisa: No, porque me tenía que ir a hacer una cosa. Vanesa: O sea, que tenías algo que hacer. Luisa: Sí. Vanesa: ¿Importante? Luisa: Sí.

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Vanesa: ¿Muy importante, tanto como para irte? Luisa: Sí. Alberto: Sabes también que del centro, a esas horas, no se puede salir. Luisa: Pero a mí mi madre me dio permiso. Alberto: Tu madre te dio permiso… ¿En algún momento viste la posibilidad de decirle a la profesora porqué te tenías que marchar, o directamente te fuiste sin hablar con ella? Luisa: Es que ella me dijo que me tenía que quedar y yo no le dije a lo que iba. Yo le dije que tenía que marcharme, pero no le dije a qué. Alberto: Anteriormente, ¿habías tenido algún problema con esa profesora? Luisa: No. ¡Si es que no sé por qué se encaró conmigo! Alberto: Cuando dices “encararse conmigo”, ¿a qué te refieres? Intenta explicárnoslo un poco. Luisa: Pues porque en lugar de decirle a todo el mundo que se pusiese a hacer los deberes, me lo decía a mí, cómo si estuviera allí sola. Y también estaban los demás y todo el rato me lo decía a mí y eso a mí me molestó. Alberto: Bien, pero antes has dicho también que había un grupo que sí que los estaba haciendo. Luisa: No. Había un grupo que a lo mejor no estaba hablando, _porque yo estaba hablando con una amiga_, pero tampoco los estaban haciendo. Alberto: Bien, y otra pregunta, has dicho que Ana te llamó la atención varias veces, ¿cómo te comportaste con ella? Luisa: Yo creo que bien. Alberto: ¿Crees que bien? Luisa: Bueno, no le hice caso porque quedaba muy poco tiempo ya, no daba tiempo a nada, pero que yo no le contesté mal. Alberto: Y toda esta situación, ¿cómo te hace sentir? Luisa: Pues mal, porque ahora voy a clase y pienso que me mira mal, ya no me habla como antes. Vanesa: La relación, ¿crees que ha cambiado? Luisa: Sí. Alberto: Bueno, intentando resumir: quedaban diez minutos de clase, Ana os dice que hagáis la tarea para casa y... Luisa: Pero es que yo creo que si es tarea para casa que a ella lo mismo le da que yo la haga en mi casa que allí; si yo al día siguiente se lo traigo hecho, a ella le da igual. Vanesa: Y si la profesora dice “hacedlo en clase”, ¿por qué crees que lo hace? Luisa: No sé, para que aprovechemos el tiempo, pero es que llevábamos tres horas de clase y estábamos cansados y como eran unos problemas pensé “los hago más tranquilamente en mi casa”. Alberto: ¿Se lo dijiste a ella, que preferías hacerlos en tu casa? Luisa: Yo le dije que no quería hacerlos allí. Pero ella sabe que yo siempre hago los deberes o casi siempre. Alberto: Bien, pues ¿algo más que creas importante contarnos?

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Luisa: No. Alberto: Pues nada, quiero que sepas que en un par de días hablaremos los cuatro, estará tu profesora Ana y nos gustaría que le contaras lo que nos has contado a nosotros y sobre todo, que uses un tono de voz calmado y que intentes expresar cómo te sientes realmente, que ella sepa los motivos que te hicieron marcharte, ¿vale? Luisa: Vale. Alberto: Pues nada más. Muchas gracias.

Mediación Alberto: Ana y Luisa, buenos días. Como dijimos hace dos días, ya estamos en la parte en que podéis contar la una a la otra lo que ocurrió. Queremos comentaros nuevamente lo que os dijimos en la entrevista individual, que todo lo que se hable no saldrá de aquí, que si tomamos algunas notas se destruirán posteriormente y que el objetivo es que se llegue a solucionar el problema, la situación conflictiva, ¿de acuerdo? Vanesa: También os queremos decir que vais a actuar por turnos, primero expondrá el caso una, luego otra y después el diálogo, ¿vale? Bueno, ¿quién quiere empezar? Ana: Empiezo yo misma. Lo que os comenté a vosotros el otro día, que terminé de explicar el tema y sobraban diez minutos, así que les dije que hicieran los deberes que había mandado para casa, por si surgía alguna duda, ayudarles. Ella empezó a despistarse, a hablar con sus compañeros; y yo le dije que se callara, que si no se iba a quedar en el recreo. Y ella me dijo que no se quedaba, porque tenía una cosa muy importante que hacer. Y entonces yo le dije que si era tan importante y se tenía que ir, pues que aprovechara el tiempo e hiciera los deberes. Pero no me hizo caso y cuando tocó la sirena, cogió su mochila y se fue. Vanesa: Vale. Alberto: ¿Luisa? Luisa: Sí, es verdad que al acabar la clase, cuando quedaban unos minutos, ella me dijo que tenía que hacer los deberes. Pero estaba hablando todo el mundo, nadie estaba haciéndolos, y empezó a chillarme a mí, que siempre los hago. Y luego me molestó porque nunca le dice a nadie que se tiene que quedar en el recreo y justo me lo dice a mí; además es que ese día no podía, y por eso me fui. Alberto: O sea, ¿que crees que te trató injustamente porque a los demás no les dijo nada y a ti, sí? Luisa: Sí. Ana: No es verdad, Luisa, te dije que te quedabas si no hacías los deberes en clase. Luisa: Y los demás que no estaban haciendo los deberes, ¿qué? Ana: Pero tú eras la que estabas alborotando. Luisa: ¿Yo? ¿y Leonor? Ana: Perdona, pero Leonor no estaba hablando tanto como tú. Luisa: ¡No, yo hablo sola! Alberto: Os recordamos que esto es un acto para que os escuchéis, no habléis las dos a la vez porque así es imposible que os podáis comunicar y llegar a una solución.

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Ana, ¿en algún momento le preguntaste por qué se tenía que marchar? Ana: Le pregunté qué era lo que tenía que hacer y ella me contestó que algo muy importante, pero tampoco insistí más. Alberto: ¿Y tú, Luisa, en algún momento le contaste por qué te tenías que marchar? Luisa: No, no se lo conté. Alberto: No se lo contaste... Luisa: No, porque estaba enfadada con ella. Alberto: Estabas enfadada y ese enfado te hizo salir de la clase... Luisa: Porque yo siempre me porto bien con ella, en su clase, y de pronto se pone a gritarme y me sentó muy mal, y luego lo del recreo. Y entonces no le dije a dónde me iba, que me iba a la autoescuela. Alberto: Bien, ahora intenta ponerte en su lugar, imagina qué tú eres la profesora y hay una alumna que está haciendo lo que hiciste tú. ¿Cómo te sentirías? Luisa: No me gustaría, pero es que tampoco estaba haciendo nada malo. Estaba hablando con Leonor, pero es que había otros compañeros que tampoco estaban haciendo los deberes y además no los hacen nunca; y claro… a mí eso me molestó porque ella no les dice nada, y yo que los hago siempre… a mí sí que me puede decir. Alberto: Ana, ¿y tú cómo te sentirías si fueses Luisa y te tuvieses que marchar a hacer algo importante y la profesora te dijera que no puedes, que te tienes que quedar a hacer los deberes? Ana: En esa situación, primero le hubiese dicho a la profesora por qué me tengo que ir y se lo explicaría y también si me llamaran la atención, pues intentaría obedecer a la profesora. Pero tengo que reconocer que, a lo mejor, en ese momento me fijé demasiado en ella, pero como ella era la que empezaba siempre, pues… eso hizo que me mostrara así con ella. Luisa: Pero es que yo tampoco empezaba siempre. Alberto: Ana, de todo lo que ha ocurrido, realmente lo que te hace sentirte mal, ¿qué es? Ana: Más que el hecho de que ella estuviera siempre hablando, fue la actitud que tuvo conmigo. Porque si me hubiera explicado “pues mira no me puedo quedar, me tengo que ir por esto, tengo que hacer una cosa muy importante”; si lo hubiese hecho de otra forma, con otra actitud, habría sido algo más comprensiva con ella y le hubiera dicho “venga, pues ya está”. Pero claro, yo no me esperaba esa actitud y no supe reaccionar de la forma adecuada. Alberto: Y en tu caso, Luisa, ¿realmente lo qué te molestó es que no te dejara ir o que únicamente te llamara a ti la atención y no al resto de compañeros? Luisa: Me molestó que me llamara la atención por un día que no hago lo que ella me dice, y por eso me enfadé y cuando me fui no le dije cuál era la causa. Vanesa: Y después de esto...¿cómo intentaríais arreglarlo, qué es lo que queréis? Ana, ¿qué es lo que te gustaría?. Ana: Lo que yo pretendo con esto es que la situación en clase mejore un poco, no me gusta el clima que hay ahora mismo, porque es algo que no sólo nos afecta a nosotras dos sino al resto de los compañeros; y también, a nivel personal, yo no quiero tener ningún problema con ella porque tampoco fue un conflicto muy grave. Por eso quiero que se solucione. Vanesa: ¿Y tú, Luisa?

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Luisa: Yo también quiero que se arregle. Yo sé que a lo mejor “me pasé un poco” cuando me dijiste que me quedase y me fui, y lo siento, no lo volveré a hacer. Yo voy a seguir haciendo los deberes y trabajando en clase. Alberto: Es decir, Luisa, tú lo que planteas es que para conseguir que el clima del aula vuelva a la normalidad y el trato sea bueno entre las dos partes, estás dispuesta a cumplir con las indicaciones que te dé tu profesora y si en algún momento tienes que hacer algo importante, decírselo, ¿verdad? Luisa: Sí, claro. Alberto: ¿Y qué le pedirías a tu profesora Ana? Luisa: Que no se dirija a mí chillándome, que yo no estoy acostumbrada a que me hable así porque nunca lo había hecho y por eso, cuando ella me dice algo normalmente, yo obedezco, pero en esa situación... eso, que me diga las cosas de otra manera cuando quiera algo. Alberto: ¿Ana? Ana: Estoy de acuerdo, tengo que reconocer que yo también me exalté un poco. Cada uno es sensible a una cosa y comprendo que ella se sintiera molesta porque no me dirigí a ella de la forma adecuada. Así que si alguna otra vez surge un problema en clase intentaré dirigirme no solo a ella sino a todos los responsables. Alberto: Yo creo que las indicaciones están claras. Por tu parte, Luisa, acatar las órdenes de tu profesora y por tu parte, Ana, dirigirte a ella de otra forma y dar el mismo trato a todos. Ana y Luisa: (Asienten las dos) Alberto: En estos casos, cuando se llega al final de la mediación se suele redactar un acuerdo en el que las dos partes firman y se comprometen a cumplir lo pactado. ¿Creéis necesario que se redacte ese acuerdo para ser firmado? Ana: No, yo creo que ella va a cumplir y yo estoy segura de que voy a cumplir con mi parte. Luisa: Yo voy a cumplir también. Alberto: Entonces, ¿no hacemos ningún tipo de informe? Muy bien, pues únicamente queda agradeceros que hayáis venido a la mediación, y nada más.

Una actuación poco adecuada del equipo de mediación: Alberto: Entonces nos has contado que tu profesora te dijo que te quedaras y no te quedaste, ¿no? Luisa: No, me fui. Alberto: ¿Te fuiste? Luisa: Si, porque tocó el timbre y como todos se iban, yo también me fui. Alberto: Vale, Luisa, ¿y no crees que hubiera sido mejor que en ese momento hubieras seguido las indicaciones de tu profesora Ana? Además, a mí me consta que Ana es una persona muy dialogante y es “buena gente”. ¿No hubiese sido mejor que le hubieras dicho ese motivo tan importante por el que te tenías que ir? Así todo se hubiera solucionado en el momento, ¿no?

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