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“Un seable, muchos aquel vi

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n vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente dede manera tal que en su deseo, un hombre comete s pecados, todos los cuales se dice son originados en icio como su fuente principal…” Tomás de Aquino

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Acto I Los Diez Niveles

Dante describió al infierno como un cono con la punta hacia abajo compuesto por nueve círculos, en los que eran sometidos a castigo los condenados, de acuerdo a la gravedad de sus pecados cometidos en vida. En el último círculo, describe un palacio en el cual se hallaban quienes traicionaban a sus benefactores, y allí se encontraba Lucifer, mordiendo a Judas con los filosos colmillos de la principal de las tres caras que componían su cabeza…

La estructura del Infierno, el Purgatorio y el Cielo. Pintura Digital del autor

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Horacio Casal, un experimentado director teatral actualmente desocupado, es convocado por Enrique Varskin, un acaudalado empresario que acaba de reconstruir un antiguo teatro en el centro de Buenos Aires consumido por el fuego en los setenta, quien le encomienda se encargue de la obra inaugural, la cual deberá escribir y dirigir. Varskin delinea algunas consignas, siendo la más importante el tema de la obra, que deberá estar basada en “La Divina Comedia” de Dante Alighieri. La propuesta de Horacio, se desarrolla en la primera parte, “Infierno”, como una memoria de las llamas que devoraron la sala, y decide combinar el ballet con la actuación, en una obra de teatro moderno que deberá ensayarse mientras se realiza la última etapa de la construcción, por lo que actores y operarios convivirán en el lugar durante el tiempo que demande la puesta. Horacio y Enrique se encuentran reunidos mientras se escuchan los ruidos de la construcción procedentes del subsuelo, donde se está montando parte de la maquinaria escénica. -Se me ocurre que deberíamos convocar gente nueva –Dice Horacio al oír los ruidos –creo que sería muy difícil trabajar así considerando el temperamento de la mayoría de los actores reconocidos. -Comparto tu opinión –Dice Enrique –Además yo creo que un novato va a poner las ganas que un encumbrado difícilmente ponga, y podríamos usar ese dinero en potenciar la escenografía y el vestuario. -Respecto al decorado, yo soy partidario de usar tecnología digital, que es barata y se pueden lograr efectos muy interesantes…y se me ocurre que si los personajes principales son los demonios de los pecados capitales, podrían vestir simples velos semitransparentes sobre su cuerpo desnudo, lo que podríamos usar para proyectar imágenes holográficas sobre ellos mediante un Laser.

Pecados Capitales Pintura Digital del autor.

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-Eso nos abriría un abanico de posibilidades – dice muy entusiasmado Enrique – Yo he producido hace un tiempo con un técnico en holografía digital que es de lo mejor, y seguro que lo podría interesar. -Excelente –Dice Horacio muy excitado –Yo por mi parte, creo poder hacer un casting en una escuela donde doy clases de actuación, y lo bueno es que conozco bastante a esa gente. -¿Qué beneficio nos traería eso…? –Dice Enrique intrigado. -Tengo la idea de buscar para personificar cada vicio, alguien con la virtud opuesta, lo que los obligaría a “sobre actuar” los personajes, dando la sensación de una parodia bizarra, que es la forma en que yo veo esta obra. -No sé si entiendo tu visión… pero confío en vos, aunque solo si tú haces de Lucifer –Dice Enrique presionándolo para que además actúe. -Si estás diciendo que ves en mí “la humildad…” en ese caso no me queda menos que aceptar el desafío. En ese momento, los operarios del subsuelo activan la trampa del disco giratorio, que se eleva mostrando una luz rojiza desde abajo del escenario, producido por la soldadura autógena y Horacio se levanta de la butaca en la platea donde ambos estuvieron sentados y se dirige al tablado, subiendo de un salto. -¿Viste eso? –Le dice a Enrique – creo que lo podremos usar para graficar los diferentes niveles del infierno -Genial –Dice Enrique – y además se instalarán dos brazos corredizos que correrán bajo las alas, con lo que se puede hacer desplazar un decorado sobre otro con la gente actuando al mismo tiempo. Ambos permanecen conversando en voz alta desde sus respectivos lugares, con lo que deben levantar la voz, debido no solo a la distancia sino a que los ruidos desde abajo se han intensificado. -Creo que deberemos mejorar la acústica, dice

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Horacio -No te preocupes, para este tipo de representaciones, el equipo electrónico es admitido… considera que no será una ópera, sino mayormente un ballet. El capataz de la cuadrilla se asoma por el hueco que deja al descubierto el disco elevado del escenario y le dice a ambos: -Si les molesta el ruido de aquí abajo, ya estamos terminando por hoy, ¿Nos permiten solo unos minutos más? -Por mí no hay problema –dice Enrique –Pero mejor pregúntale a Lucifer –Señalando en broma a Horacio que lo observa desde el escenario –porque él es el amo de lo que sucede en las profundidades. -¡Así debe ser…! –Exclama Horacio con una mano levantada en clara posición declamatoria sobreactuada, cuando se escucha un atroz grito desde el subsuelo, seguido de un pedido de auxilio por parte de un operario. -¡Se quemó los ojos…! ¡Alguien que llame una ambulancia! El capataz baja inmediatamente a socorrer a su obrero mientras Horacio, que se ha quedado petrificado en su posición actoral, gira la cabeza y lo mira a Enrique, quien con una nota de humor negro le dice: -¡Yo sabía que el papel te queda perfecto! Inesperadamente se cierra solo el telón dejando a Horacio adelante, (aún en la misma posición) y a Enrique separados de lo que está ocurriendo bajo las tablas, lo que Horacio aprovecha para hacer una reverencia a Enrique, que le regala una sonrisa en complicidad. Un inusual aunque práctico casting fue llevado a cabo por Enrique y Horacio, para conseguir a los ocho actores principales de la obra. Como el director conocía de antemano a sus ex alumnos, simplemente los convocó a todos juntos a presentarse en el teatro con un papel asignado, el mismo día que se presentaron los coreógrafos, el escenógrafo virtual y la gente de maquillaje y vestuario, ya que se consideró imprescindible hacer las pruebas con todo el personal involucrado en el espectáculo, debido a las características visuales de la puesta, y la espontaneidad que elaborar un guión in situ otorga a la representación. 9


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Horacio inició su discurso ante la incipiente compañía, motivándolos a una experiencia diferente, hablándoles en tono catedrático, como sus alumnos estaban acostumbrados a escucharlo. -Aunque esto parezca una improvisación, les aclaro que cada uno de ustedes han sido elegidos por mi –Dice Horacio a los actores– con el pleno conocimiento del material humano y profesional del que puedo disponer, gracias a todos esos años de escuela teatral que hemos compartido. Tal vez se sorprendan del papel que les hemos asignado, pero les aseguro que representa la esencia de lo que esperamos en esta obra. Florencia, una joven muy tímida y vestida con mucho recato, hace un esfuerzo para preguntar algo levantando levemente su mano, a sabiendas que no debe interrumpir al director, pero con tanta preocupación que fue más fuerte que su propia timidez. -¿Si…? Dime querida -La autoriza a hablar Horacio. -Perdón… pero creo que aquí debe haber un error –Dice con la voz entrecortada, en mi guión dice que debo representar a “Asmodeo”, el demonio de la Lujuria… -Comprendo –La interrumpe Horacio – vos serás “Asmodea…” -Es que… No sé si yo doy con el perfil –Insiste casi tartamudeando… -Bien – Se aclara la voz el director –Como veo que esto va a seguir así con cada uno de ustedes, les voy a hacer alguna explicación de lo que estoy pensando hacer – Subiendo al escenario y acercándose a cada aspirante - Vos… Eusebio, un tipo generoso hasta decir basta, harás de Mammón, “la avaricia”, vos Emilia, quizás la mujer más caritativa que conozco, harás de “Levitán”, la envidia, como Félix, Julia y Leo representarán a “Bejemot”, La gula; “Belfegor”, la pereza y Leo, “Amón” la ira. Por tener las virtudes más antagónicas posibles con los vicios que deben actuar, así como yo mismo pienso hacer de “Lucifer”… ¿Me le parezco, no? –Haciendo una pose ridícula para producir una risotada en todo el elenco –Y sí… Querida Florencia – acercándose a ella y tomándola por las manos y mirándola de frente –Este 10


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es el desafío que tendremos todos nosotros… de actuar exactamente nuestro opuesto, y les aseguro – Dice girando la cabeza hacia el resto de la gente para luego volver a enfrentar a Florencia –Y te aseguro mi hermosa niña…que vos vas a convertirte en la mujer más lujuriosa de este grupo, porque lo he visto a lo largo de mi carrera profesional… porque un actor con hambre de actuar, hace lo que no debiera por lograrlo. Todo el elenco se enfervoriza con sus palabras por un instante, pero luego… casi al mismo tiempo todos ellos bajan la cabeza a revisar sus papeles, mostrando el temor que los inunda al comenzar un nuevo trabajo. Casi sin darles tiempo a reaccionar, les envía una orden indiscutible en voz alta mientras salta del escenario hacia la platea, a reunirse con Enrique. -¡Ahora…Todos ustedes se me desnudan y se ponen los tules que nuestras amadas costureras nos han preparado! Al ver que nadie reacciona, Enrique refuerza la orden de Horacio. -¿Ustedes no pensarán que yo traje aquí a todo el equipo para pagarles por no hacer nada…? ¡Necesitamos ver como lucen desnudos y hacer las pruebas de escenografía virtual para empezar a trabajar! Al ver la dureza de voz del productor, todos empiezan a desvestirse con algo de lentitud para ponerse sus velos transparentes rápidamente, aunque no les cubriera nada de sus atributos, cuando el plato levadizo se eleva levemente, provocando una rendija en el tablado y acallando los ruidos que estuvieron escuchándose durante todo el ensayo. Horacio se levanta y se acerca a la tarima y con voz suave les dice a los operarios que se encuentran en el bajo escenario: -¿Sucede algo allá abajo? –Cuando súbitamente empiezan a escucharse golpeteos intempestivos.

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Acto II Máquina del Vicio

Oscurece en la ciudad, y el teatro parece apagarse entre el resto de los edificios que lentamente encienden sus luces para convertir la noche del sábado en un mundo diferente, con marquesinas que ilustran su algarabía. El último obrero cierra el vallado de obra que lo aísla del ruido urbano en tanto por la puerta de enfrente la compañía dramática ingresa a la sala con el ánimo sujeto a sus aspiraciones de gloria, solo opacado por el temor al fracaso de los primeros días, anunciado por el fantasma de un teatro dormido en las cenizas de su último espectáculo. Enrique, el productor se encuentra conversando con Jorge, el escenógrafo, quienes tienen programado para hoy probar los efectos especiales que conformarán tanto el decorado como las imágenes proyectadas sobre las pantallas colgadas desde la tramoya, así como sobre los velos que visten los actores. Caja de Pandora. Pintura Digital del autor

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-Todo este equipo debe valer una fortuna –Dice Enrique Es cierto –Contesta Jorge –Pero vale la pena, porque permite hacer cosas que ningún otro espectáculo en Buenos Aires; por ejemplo, se puede escanear a los actores y luego proyectar su imagen holográfica tridimensional en la escala que se desee y hasta flotando en el aire. En ese momento llega Horacio, el director, y con el entusiasmo que lo caracteriza les dice: -Por supuesto que no solo se puede, sino que lo vamos a hacer. Estuve pensando que los fantasmas de los pecados capitales deberían flotar sobre la sala para provocar a los espectadores al mismo tiempo que los actores representan la obra, de ese modo el público pasaría a interactuar con el elenco aportando sus expresiones y su temor. -Es muy bueno eso -dice Jorge -Y tal vez podríamos hacer que el fuego del infierno se esparza sobre la platea y los palcos para generar una ampliación de la escena. -De ninguna manera –Dice Enrique, lo último que quisiéramos es provocar el pánico para que todos salgan aterrorizados a la calle… -Enrique se calla para escuchar lo que él mismo acaba de decir, que aún se encuentra flotando en el aire y su expresión cambia lentamente de enojo a alegría, para desdecirse completamente –Pensándolo bien, creo que sería la mejor publicidad que podríamos tener en la noche del reestreno, cuando varias dotaciones de bomberos lleguen a descubrir que no nos volvimos a incendiar, sino que el realismo de nuestra obra los engañó a todos. Horacio lo mira a Enrique con cierto desprecio, para luego decirle: -Vos llevás la producción en el alma, aunque si me lo permites, yo preferiría separar lo artístico de lo publicitario, porque esto último podría ir en desmedro de la calidad de la producción, y con el tiempo, cuando ya todos estén enterados del truco, tampoco nos serviría en la venta de localidades. -Eso es lo que me gusta de vos –Dice Enrique –es que sabes en qué lenguaje hablarle a cada quién, y a mí me hablas con números, porque sabes que es lo que me interesa. -Hablando de números –Dice Jorge –Este equipo es muy pesado, además de costoso y me gustaría saber si tenemos algún tipo de seguridad por la noche, para no tener que llevármelo todos los días. -Quédate tranquilo, que a nosotros tampoco nos gustaría perderlo, por lo que ya tuvimos en cuenta eso; Por hoy le pedí a la gente de la construcción que nos permitan dejárselo en el un14


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derstage cuando terminemos para que el sereno de la empresa se encargue de cuidarlo, y luego contrataremos a una compañía de seguridad para que se encargue de eso. Los actores empiezan a entrar al escenario, provenientes desde los camarines, donde les aplicaron la tintura que simula fuego en todo su cuerpo; además se les colocaron los tules semitransparentes que acentúan su efecto. No es usual que se hagan los primeros ensayos con maquillaje y vestuario, pero en este caso, considerando que deberán escanearse ante los equipos laser para reproducirlos luego en escena, se ha decidido realizar todos los ensayos como si fueran el último, para así poder contar con más tomas el día del estreno. Ramón, el sereno se ha quedado en el subsuelo espiando el ensayo desde las rendijas que se forman entre el tablado y el disco giratorio, haciendo que algunas actrices se sientan un poco incómodas por mostrarle su desnudez, no porque no lo hayan hecho antes durante alguna representación, sino porque se sienten abusadas por su intromisión. Horacio, quien se ha percatado de la situación, decide subir al escenario y hablar con ellas. -Queridas niñas… Comprendo su preocupación, pero como actrices deberían sacarle provecho a esta situación. Un actor debe apelar a cada recurso que tiene en sus manos para lograr su meta… así como cuando deben llorar, y el argumento que les ofrece su guión no lo logra, ustedes buscan algún bastón para apoyarse, como la muerte de su perrito, o algo similar… en este caso ustedes deben representar un vicio, que significa el deseo llevado a su máxima expresión, lo que lo hace incontenible… y qué mejor ocasión que ésta, la de imaginarse qué está pasando por la cabeza de este “mirón” -(dice esto en voz baja) – al ver sus majestuosos cuerpos moviéndose sensualmente. Yo creo que deben hacerlo para él, como si fuera su único público, y lograr que se moje los pantalones, para que ustedes puedan tener su noche de gloria. Horacio baja de la tarima y se ubica en una butaca de la platea separado de Enrique y Jorge, para tener una perspectiva diferente del ensayo y así poder contemplarlo con más independencia de criterios. Luego de una señal por parte del director, el escenógrafo acciona unas teclas en la consola de control y de su caja de sorpresas, ubicada en el centro del escenario empieza a salir un humo blanco donde se proyectan imágenes holográficas que configuran la representación tridimensional del cono del infierno que describiera Dante en “La Divina Comedia”. 15


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Florencia empieza a hacer algunos movimientos de bailarina clásica como para entrar en calor, y un rayo laser proveniente de la tramoya la escanea, proyectándose su holograma en medio de la escena, dos veces más grande que su estatura real y flotando en medio del cono de luz emergente. Todos quedan asombrados por el realismo de la imagen y hasta la propia Florencia se convence de ser “Asmodea”, el demonio de la lujuria. Los ojos chispeantes de Ramón parecen potenciar desde el subsuelo su sensualidad y al percibirlo ella, se multiplica su esfuerzo hasta convertirse en una flameante llamarada de excitación que tuvo a todos los presentes hipnotizados con su etérea luminosidad. Al terminar su esotérico acto, Félix y Julia, inician un dueto, representando a “Bejemot”, la gula y Belfégora, la pereza, entrelazando sus cuerpos en una danza de pasión consumada por su propio fuego, el que se alzaría sobre la pirámide del purgatorio hasta desaparecer entre las llamas, que terminarán por desaparecer al arder de las velas, a medianoche, sobre el final del ensayo. Las luces del teatro se apagan y el elenco se retira, evaporando en el aire esparcido su perfume, ese que bajará hasta las profundidades del tablado donde Ramón no puede mantener sus ojos abiertos, como debería haber hecho en su tarea de sereno, y el no haber dormido esa tarde, cuando debió hacerlo, dejó aflorar sus deseos por sobre su compromiso. El crujir de las tablas de madera sobre su cabeza, simula los pasos en la oscuridad de los fantasmas del acto, como si hubiera guardado la memoria de su andar, y un destello de una pequeña luz roja los acompaña al ritmo de su caminata. Es el led de la máquina extraña que el escenógrafo le dejó a su cuidado, y que ahora se esfuerza en que Ramón no se duerma; pero él siente el deseo en su cuerpo que como una llama le quema la garganta y necesita de un trago que la apague. -“Un trago no es suficiente” –Se dice a sí mismo -No hay ginebra que alcance a detener esa sed que lo atormenta y se queda dormido con la botella en la mano. El pequeño destello rojo se acelera hasta que se convierte en una luz fija, y las compuertas superiores se abren. Lentamente empieza a salir una niebla que inunda el lugar que se satura hasta tomar el color del fuego, cuando la imagen de Súcubos emerge del aparato, materializando su impactante cuerpo en la carne de Nuria, quien flota en el aire que Ramón respira, embriagada en el vapor del alcohol que transpira el centinela dormido, en su erótico sueño hasta apoyarse sobre él, cuya excitación lo atormenta, y calmando el apetito de sentirla suya, hasta morder sus labios en un beso furtivo. Ramón se despertó bruscamente llevando la mano a su bo16


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ca e incorporándose de un salto hasta comprobar que la máquina permanece apagada, con el led titilando como cuando sus ojos se cerraron y recorrió a oscuras el sótano hasta recobrar la cordura, cuando al darse vuelta se encuentra de frente con Amón, el fantasma de la ira, que lo mira con una sonrisa diabólica y lo golpea fuertemente en el pecho hasta hacerlo caer de espaldas. Aterrorizado empieza a gritar pidiendo auxilio, pero Amón le pone sus dedos sobre la garganta provocándole un ardor como el de la ginebra, estrangulándolo hasta caer inconsciente. Al día siguiente el capataz de la empresa constructora abre el portón del bajo escenario para reemplazar al sereno de la obra, cuando descubre que Ramón no se encuentra allí. Ve la botella vacía de ginebra sobre la cama desecha y exclama: -¡No sé porqué sigo confiando en este tipo como centinela nocturno! –No es la primera vez que se emborracha y me abandona la obra en plena noche El encargado revisa el lugar y ve que el equipo que el productor de la compañía de teatro le encomendara se encuentra completo y en perfecto estado y se tranquiliza, aunque no entiende porqué también están aún allí las pertenencias de Ramón, si es que decidió abandonar su puesto. Por ser domingo, decide no contar lo ocurrido a Enrique, debido a que no tiene sentido alarmarlos, ya que nadie trabaja en domingo en esta comunidad donde el justo descanso del trabajador es sagrado, y que Ramón se pegase el faltazo no es novedad, aunque tal vez se gane una nueva reprimenda el lunes cuando regrese, y ni qué hablar de haber dejado el equipo encendido con esa lucecita roja titilando.

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Acto III Ignifugo

Abre la semana con ensayos parciales y como en todo lunes, la ciudad parece despertar lentamente, con la modorra acostumbrada de los porteños, que acuden a trabajar con la almohada adosada a la cara, tratando de despegar el último sueño de su monótona vida, pero sin la convicción suficiente para tomar partido. El elenco está reunido sobre el escenario aprovechando el retraso del resto del equipo para conocerse intercambiando algunas palabras, aunque la mañana solo ofrece algunos insípidos temas de conversación, que ellos aceptan sin demasiado entusiasmo. -¿No te parece extraño que en la reconstrucción de este teatro, se hayan reutilizado la estructura de las butacas y los palcos, y no la maquinaria escénica, que es mucho más costosa? –Le dice Emilia a Eusebio, ambos sentados sobre el disco giratorio – -Por lo que tengo entendido –Responde Eusebio –gracias al telón ignífugo, ese que cuelga detrás del cortinado principal –Señalándole con su mano –Se Tras Bambalinas. Pintura Digital del autor.

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pudo salvar casi toda la sala del incendio, aunque quedaron atrapados los actores y el personal técnico que se encontraba de este lado de la tramoya. -¿No comprendo –Dice ella –Qué sentido tiene entonces este sistema de seguridad si sirvió para que pereciera casi todo el elenco? -Es que se priorizó la sala, porque su evacuación es más lenta y en estado de pánico, el público quedaría atorado. Es usual que los incendios se originen de este lado del telón, debido a que los materiales de la escenografía suelen ser altamente combustibles, y es por eso que el telón ignífugo está preparado para caer ante el menor indicio de fuego. -¿Y cómo funciona? -Es muy sencillo, y se ha hecho así por mucho tiempo… El sistema de poleas se activa cuando una cuerda altamente inflamable se corta y permite que bajen las placas de amianto, con lo que no solo se bloquea el paso del fuego hacia la sala sino que además se asfixia el escenario que no posee ventilación al exterior, demorando el incendio hasta que los bomberos se hagan cargo. -¡Pero eso causó la muerte de decenas de actores y empleados! –Dice Emilia ofuscada -Es solo cuestión de números –Responde Eusebio. -Me parece que te estás tomando muy enserio tu papel de Mammón, el avaro –Le reprocha Ella, quien se sobresalta cuando ve correr por una cuerda de la tramoya una pequeña rata y asustada se abraza a Eusebio, que también se encuentra sentado junto a ella. Eusebio la toma en sus brazos y muy tiernamente le dice: -No te asustes mi niña, ¿qué mal puede hacernos ese inofensivo animalito…? En ese momento, el roedor corta la soga y súbitamente cae el telón ignífugo accionando los aspersores y las alarmas de bomberos. Ambos quedan atrapados en el escenario en tanto el resto de la gente permanece sobre las tablas del otro lado del telón. El agua de los extinguidores moja el tul que cubre su desnudez y el maquillaje de fuego que cubre sus cuerpos empieza a diluirse, dando la sensación de movimiento de las llamas. Se produce una bruma en la oscuridad de la tramoya producto de la acción de las tinturas del decorado al tomar contacto con la lluvia, haciendo que ellos se le dificulte la respiración. Emilia se aferra más a Eusebio presa del pánico y ambos empiezan a correr hacia el subsuelo, pasando por el espacio producido por el disco levadizo sobre las tablas del piso. El da un salto y extiende sus brazos hacia 20


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ella para recibirla desde el bajo escenario, y cuando la abraza, ambos caen rodando sobre unas telas del decorado que se encuentran depositadas allí. Del otro lado del telón, se escuchan los gritos de sus colegas preguntándoles si se encuentran bien, cuando Emilia, quien se encuentra sobre Eusebio cambia su expresión y lo mira con cierta sensualidad, haciendo que él la estreche contra su pecho y ruede sobre las telas tomando posesión de la situación. La bruma baja lentamente evidenciada por la luz que se filtra por las tablas dibujando su excitación sobre sus cuerpos que empiezan a danzar un rito demoníaco que los sobrecoge, haciéndoles olvidar el peligro que corren al estar atrapados por el presunto fuego, y lentamente empiezan a aclimatarse con el calor de sus cuerpos y la tintura roja que escurre entre ellos, haciéndolos olvidar de todo, menos de su fogosidad, hasta que el vapor de las pinturas hace que ambos se desvanezcan y los fantasmas de Súcubos e Íncubos se posesionan de ellos, incitándolos a seguir moviéndose con pasión, flotando entre las telas de los decorados que los arrullan como las olas de un mar de polietileno. El plato giratorio empieza a bajar lentamente provocando que el espacio entre ellos y la maquinaria escénica se cierre, pero la excitación que los fantasmas han provocado en ellos no amaina y aunque sus ojos delaten que están poseídos, sus expresiones parecen salirse de la contextura natural de sus rostros, al punto de quedar alienados por su propia fiebre hasta que una mano armada de una barreta bloquea el engranaje que mueve el pistón del plato, haciendo que su descenso se detenga abruptamente. Desde arriba asoma la cabeza de Félix quien no puede creer que ambos estén enajenados por su propia pasión, al punto de no importarles quedar aplastados hasta morir. La luz que irradia la sala empieza a mostrarse más intensa a medida que sube el telón ignífugo a su posición original, haciendo que se aclare el bajo escenario hasta adoptar su verdadera forma y Emilia y Eusebio despiertan de su esotérico sueño casi sin tomar conciencia de lo acontecido, solo mirándose entre sí con una expresión de desconcierto, despegando sus cuerpos el uno del otro con parsimonia, viendo como la tintura corrida de las llamas se separa del tul de su vestimenta y asimilando cada instante de contacto como una aventura soñada, pero que en esta nueva realidad parece haber quedado desenfocada. Ambos son cubiertos por unas mantas al salir del sótano y sus compañeros los observan como distanciados, sin hacer comentario alguno, en tanto ellos ya no se miran, como si nunca hubieran pasado por algo juntos; solo sus trajes retendrán la memoria que su transpiración les impregnase. 21


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Acto IV El Portal

Hoy es el día del ensayo general antes de la función del estreno. La compañía se encuentra a pleno en el teatro, excepto por Enrique, el dueño y productor de la obra, quien se quedó finiquitando el contrato con la empresa constructora que realizó la reconstrucción y que acaba de terminar con sus trabajos a pocas horas del debut. Jorge, el escenógrafo estuvo quejándose de no encontrar la consola de comandos que acciona su equipo laser, que él llama “La caja de Pandora”, y alguien estuvo argumentando que es usual que suceda cuando se termina una obra en construcción, aludiendo a que algún empleado la haya sustraído. -Mirá si serán estúpidos –Dice Jorge indignado –la consola sin la caja no les va a servir para nada, y a nosotros puede que nos arruine el ensayo general, ya que no podré accionar los efectos especiales indispensables. -¿No puedes sustituirla por alguna otra? –Dice alguien. -Seguramente –dice Jorge –Pero me llevaría un par de horas

Invocación. Pintura Digital del autor.

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conseguir otra que tengo en mi estudio y eso provocaría retrasos importantes. -No te preocupes –Le dice Horacio, el director, en ese par de horas podemos ir ensayando algunos papeles que aún no se han resuelto y por la tarde empezaremos con el ensayo general; además, el seguro de la compañía te pagará por la pérdida de tu equipo…Solo cerciórate de dejar la “Caja de Pandora” en posición así los actores empiezan a acostumbrarse a su existencia dentro del plató. Jorge se retira del escenario luego de instalar el equipo, dirigiéndose a los camarines para salir por la salida de artistas y cruzándose con las bailarinas en las pasarelas, ataviadas con sus atuendos semitransparentes, quienes no pierden la ocasión de hacerle algún mimo a su escenógrafo, lo que lo hace ruborizar. Al intentar abrir la puerta de escape, descubre que esta está cerrada. Vuelve por sus pasos hasta el escenario, donde ya se encuentra todo el elenco en posición, y disculpándose por su intromisión le dice a Horacio: -Estos tipos además cerraron con llave la salida de emergencias, así que deberé salir por la puerta principal. -¿Cómo dices? –Contesta Horacio alterado -¡La puerta principal aún permanece bloqueada…! El encargado dice que no la abrirán hasta el viernes, porque la cerradura está inservible. Voy a llamar por celular a Enrique para que se encargue de eso cuanto antes. Horacio intenta hacer el llamado pero la aislación acústica de plomo que poseen las paredes del teatro no permite que entre la señal. Inmediatamente cada uno de los presentes trata por su cuenta con diferente aparato teniendo el mismo resultado negativo. Todos empiezan a sentirse un poco claustrofóbicos por estar atrapados dentro de un edificio sin ventanas ni otro medio de escape disponible, hasta que alguien en su desesperación dice en tono agresivo: -Me parece que el seguro también se va a tener que hacer cargo de la puerta de emergencia –Tomando una barreta con la clara intención de violentarla. Lo acompañan Jorge y Félix, quien se encuentra prácticamente desnudo y solo cubierto por su tul semitransparente, aunque al ver cómo lo miran Jorge y el Asistente que lleva la barreta cambia de opinión diciendo: -En realidad, no creo que me necesiten… con la barreta va a ser sencillo –Provocando algunas risas entre sus compañeros, quienes siempre lo han tildado de afeminado. Cerca de media hora después, y al notar que Jorge no regresa, decide ir a socorrerlo personalmente, cuando ve a ambos aún intentando destrabar la puerta, lo que consiguen justo cuan24


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do él llega, quedando todos sorprendidos al abrirla y descubrir que detrás de ella solo hay tierra compacta, con la apariencia de no haber sido nunca escarbada. -¿Cómo es posible esto? – Dice Jorge. Horacio se queda pensando unos instantes con la mirada perdida y luego responde: -Creo saber lo que sucede – Justo cuando llegan algunos actores y actrices que se encontraban preocupados –Tengo entendido que hubo que cambiar la posición de esta puerta por cuestiones de proyecto, debido a que en la ubicación original tenían que pasar por fuera los ductos de ventilación de los talleres del sótano, y se la movió hace unos días a este lugar, donde todavía no se ha escavado la rampa de camiones desde la planta baja. -¿Pero entonces cómo pudimos entrar todos nosotros…? -Por la anterior puerta –Contesta Horacio -la que seguramente habrán sacado cerrando el vano con ladrillos desde el exterior antes de irse el último albañil… ¡Y el imbécil nos emparedó a todos! Esta exclamación provocó que algunas chicas se pusieran muy nerviosas y Florencia empieza a manifestar un estado de ansiedad, agitándose y respirando con dificultad, lo que hace que Horacio baje el tono de sus palabras y tomándola en sus brazos le dice: -Cálmate, querida niña… Esto no es más que uno de los tantos inconvenientes que se producen a pocas horas de un estreno, pero al final… siempre se logra –Y con su brazo sobre el hombro de ella les dice a todos –Será mejor que subamos y nos tranquilicemos, que seguramente Enrique estará por volver… Lo hará una vez haya terminado con el capataz de la constructora. Al llegar a la sala, en la planta baja, notan que la iluminación está un poco más tenue que cuando bajaron al subsuelo, y las lámparas reflectoras del escenario empiezan a estallar, produciendo chispazos que destellan por todo el tablado, hasta que todo queda a oscuras. Jorge abre su teléfono celular para tranquilizar a todos iluminando el salón que adopta un lúgubre tono azulado que perturba más aún a los presentes, que deciden encender también sus celulares, que si bien no tienen señal, sirven para mantener la calma. Jorge Decide ir a ver la caja de fusibles para intentar solucionar el problema, cuando nota que la tapa está sellada con un punto de soldadura; decide no decir nada al respecto para no provocar más pánico del que reina en ese momento y viola el sello con la barreta, (que por alguna razón aún lleva en su mano) y puede ver que en su interior todas las llaves térmicas están encendidas, aunque el edificio completo permanece a oscuras, salvo 25


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por la luz emanada por los teléfonos, así que se dirige a hablar con Horacio, por si tiene idea de qué está sucediendo. Al contarle, solo recibió una negativa y una reprimenda. -¡Por favor, no me traigas más problemas! Si no tienes soluciones mejor quédate quieto allí, que nosotros vamos a ensayar – dice Horacio de muy mal humor -¡A ver todos…! –Les dice a los actores llamando su atención con un par de palmadas – Posiciónense en su lugar en la escena que vamos a trabajar. Actores y actrices se disponen en torno a la inútil “Caja de Pandora” sobre la que colocan un celular abierto para marcar su ubicación y alrededor del escenario disponen varios más para evitar que alguien ruede más allá de sus límites. Horacio se quita la ropa y sin ningún maquillaje ni tul adopta su papel de Lucifer parándose sobre la caja central, donde se encuentra el equipo inservible de escenografía virtual. Se agacha a tomar su celular que puso sobre él y programa un tema musical que tenía pregrabado, el que se escucha suavemente, aunque la acústica del teatro amplía su volumen, potenciado por el eco de una sala vacía. Todos hacen silencio y el suave ritmo del teléfono empieza a retumbar en sus cabezas, haciendo que dejen fluir sus deseos de hacer esta obra, y sus caderas comienzan a acariciar la melodía que lentamente se apodera de sus cuerpos, volviendo incontenible su movimiento como en una ola que los envuelve, convirtiéndolos en un solo organismo; Sus brazos se elevan al cielo imaginario, más allá de la bóveda de cañón que configura el techo de la sala, y como por arte de magia, las molduras del cielorraso adoptan forma de serpientes que bailan sobre ese espacio virtual que configuran sus mentes, aunadas en un solo suspiro… que aclara sus pensamientos. Las lámparas de los palcos empiezan a dejar salir una tenue luz que aclara la escena, provocando una alegría conjunta que se manifiesta en su danza, cuando el círculo empieza a cerrarse al estirar sus brazos hasta casi tocar las yemas de sus dedos, y el mero contacto del aire que los envuelve hace que su excitación se propague por todos ellos, como una forma de comunicación inalámbrica que los hace uno. Otra vez, el led de la Caja de Pandora empieza a titilar, y su pequeña lucecita se contagia del ritmo de la música, que ahora es mucho más intensa en el interior de sus cabezas, y Horacio se eleva suavemente sobre la caja, permitiendo que se abra la compuerta superior, para que aflore un humo rojizo que le tiñe el cuerpo desnudo para convertirlo en Lucifer. Un haz de luz laser se proyecta sobre él haciéndolo flotar decididamente sobre el escenario y una serpiente se escurre por sus piernas hasta tomar posi26


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ción abrazando su cintura, con su cabeza amenazante junto a la de él, que mira a todos con majestuosidad. El fuego virtual envuelve la escena y cada uno de los fantasmas de los siete pecados capitales cobra vida en los cuerpos de los actores, que continúan meciendo sus caderas en su ahora esotérico ritmo, apoderándose del espacio, como si se inundara de vicio. El lujurioso cuerpo de Asmodea flota hasta encontrarse de frente con Lucifer y él le coloca su mano sobre la cabeza haciendo que se incline ante su majestad, cuando su serpiente los comulga a ambos recorriendo sus cuerpos hasta atarlos en uno solo, consumando así su deseo a la eternidad de fuego. Cada uno de los personajes realiza el mismo periplo hasta que se funden en un único demonio que se agiganta por sobre el cuerpo de Horacio, personificado por la cabeza de Enrique, el dueño del edificio y productor de la obra, que lanza una mirada victoriosa hacia un público fantasmal, compuesto por el elenco atrapado en aquel incendio, que los devoró junto al teatro… Al caer su ignífugo telón.

“Infierno”, Pintura Digital de Luis Makianich, 2009

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Luis Roberto Makianich

makianich@hotmail.com http://makianich.blogspot.com http://cuentosnuncacontados.blogspot.com http://eayst.blogspot.com http://luismakianich.blogspot.com www.wix.com/architrave/home

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Acerca del Autor Luis Makianich es arquitecto, argentino, graduado en la UNBA (FAU) en 1978. Publicó su primer libro de relatos cortos “Figuras de Sol”, en 1972. Fue investigador del patrimonio urbano, en ICOMOS (International Council for the Preservation of Historical Monuments and Sites), 1976; Docente en la Cátedra de Historia de la Arquitectura arq. J. Gazaneo, 1978 y Diseño Arquitectónico en las Cátedras Arq. H. Angeluchi, 1980 y Arq. J. Goldemberg, 1987-2001. Obtuvo diversos premios en arquitectura, literatura y artes plásticas. Exhibición del proyecto para el Nuevo Museo Nacional de Bellas Artes, en el Palacio Errázuriz, y publicación en el anuario de La Academia Nacional de Bellas Artes, 1978; Alianza Francesa, Fundación Fortabat, 1986, 1987 y 1989 y C. C. San Martín, 1986. Premios literarios 2009: 1er Premio por “Desolación” en LetrasKiltras; 1er premio narrativa, por “En el umbral”, en Parnassus; 1ra Mención en Arte y Narrativa agostoseptiembre por “Infierno" en Parnassus; 3er Premio en relatos de amor virtual, por “Virtualidad”, en La Barca de Las Palabras y la Imagen; 1er. Premio narrativa Certamen Felices Fiestas por “La Navidad Oculta” y 2do. Premio Brevedades en Prosa, por “Ocurrí” en Parnassus. Premio 1er semestre 2010 de Narrativa Erótica en Parnassus por “Non Terminato”.

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Sinopsis argumental Un extraño productor teatral que acaba de reconstruir un viejo teatro que fue devorado por el fuego en Buenos Aires, convoca a un director para que monte la obra inaugural, con la consigna que se desarrolle una versión moderna de Fausto, en memoria al fuego que consumió la sala años atrás. Junto con este, se abocan al casting, seleccionando actores que poseen las virtudes que se contraponen a los siete pecados capitales, para interpretarlos. La novela transcurre fundamentalmente durante los ensayos, donde cada uno de los actores se empieza a posesionar de su personaje, incluso fuera del escenario, convirtiéndose en los demonios que representan en la vida real, bajo la dirección de Lucifer, que habita bajo el tablado, y acciona la maquinaria escénica. La obra consiste en un ballet que obedece a diferentes secuencias de “La Divina Comedia”, con representaciones libres de “Los siete pecados Capitales”. El director propone la utilización de la última tecnología en holografía digital, para los decorados y personajes segundarios, que serán animados por un especialista en efectos especiales y el vestuario será homogéneo entre todos los actores y actrices, que vestirán velos semitransparentes sobre su cuerpo desnudo, sobre el que se proyectarán haces de luz laser configurando el efecto de fuego, así como los diferentes escenarios tridimensionales en cada acto, y las transformaciones que sufran sus cuerpos durante la función. Si bien todas las escenas de la novela transcurren durante los ensayos, fuera de escena se produce una serie de crímenes y vejaciones relacionadas con la obra, motivados como una reacción a lo ensayado. En el acto final, se pre-estrena la obra, a sala llena, con los fantasmas de las víctimas flotando en los palcos y la platea, como imágenes holográficas tridimensionales.

Huntington Beach, California. USA , Noviembre de 2010 30


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