la estación del tren

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Humildemente dedicado a los que tienen, a los que no tienen, los que conocieron, los que no conocen, y a los que conocerán…. Su niña(o) de ojos azules LA ESTACION DEL TREN POR Juan Sebastián García Arboleda


PREFACIO

La realidad literaria, mal llamada ficción, es la necesidad misma de realización de los sueños del mundo real, y todas las explicaciones que él no ofrece. El amor es la dimensión más incierta en este mundo de números y leyes exactas por eso no podemos escapara de el porque no hemos descubierto su misterio que hace que el universo se mueva. Cualquier teoría del amor debe comenzar debe comenzar con una teoría del hombre, de la existencia humana. Si bien encontramos amor, en los animales, sus efectos constituyen fundamentalmente una parte de su equipo instintivo, del que sólo algunos de los restos operan en el hombre. Lo esencial en la existencia del hombre es el hecho de que ha emergido del reino animal, de la adaptación instintiva, de que trascendido la naturaleza, sin bien jamás la abandona y siempre forma parte de ella, y, sin embargo, una vez que se ha arrancado de la naturaleza, ya no puede retornar a ella, una vez

arrojado del paraíso, un estado de unidad original con la naturaleza, querubines con espadas flameantes le impiden el paso si trata de regresar. En el amor entre hombre y mujer cada uno vuelve a nacer.


Un lunes, se acerca Santiago a la estación del tren, aunque se encuentra allí su pensamiento se ha quedado parqueado en el pasado…exactamente diez años atrás, donde empezó todo. Santiago camina como niño del barrio el tesoro, es un niño alegre aunque un poco introvertido que vive tranquilo en medio de un barrio de clase media que ha vive su apogeo gracias a la construcción de un nuevo edificio residencial, que a futuro traerá más urbanizaciones y locales comerciales. Santiago como todos los días va camino hacia la cancha del parque a jugar con sus vecinos que no sobrepasan los 10 años. Este episodio rutinario, es interrumpido de forma abrupta por el ruido de un carro de trasteo, que no había visto el resalto que había en la calle y freno de forma violenta, en frente de la cancha y con el trasteo, llega la pregunta usual de quien llega? , De donde son?.. Si hay niñas… en medio de este alboroto José calderón, el más moreno de todos que vive a dos casas de Santiago, interrumpe diciendo: “¿será que por fin viene algún famoso?”.

Luego de las burlas y risas, se disponen a volver a su actividad deportiva, cuando empezaron a bajar todo los muebles, y detrás de ellos se estaciona un taxi con dos pasajeros: una mujer de edad media con pelo liso y negro y detrás de ella como una niña con la misma descripción con diferencia que la niña poseía unos hermosos ojos azules, mas azules que el mismo mar. En ese momento Santiago voltio su mirada y así empezó un intercambio de miradas, que aunque fueron hechas con la más pura inocencia, fueron tan profundos que en el ambiente, hasta la más pequeña hoja del árbol que quedaba al lado de la cancha, quedaron admirados por estos dos chiquillos que en una mirada establecieron una conexión tan fuerte, un interés tan dulce, tan puro…. Después de que sus amigos con un grito volvieron a Santiago a la realidad, y después de que por su culpa su equipo hubiera recibido un gol en contra, el pequeño sentía la necesidad de saber más de esa niña de ojos azules, esa niña con quien había intercambiado miradas, y que lo hacía sentir la


necesidad de seguir mirándola para descubrir todo el misterio, que aunque siendo una infante, ella envolvía. Ese día Santiago, a diferencia de otros días llego sin el anuncio habitual a su mamá de cuántos goles había metido en el partido, sino que por el contrario entro en un silencio extraño, directo a su pieza. Su mamá, doña Teresa, una mujer de mente abierta pero con una inmensa sabiduría, noto el cambio de su hijo y fue directo a tener un encuentro con su hijo. “¿Santi, que te pasa?”. Dijo doña teresa con un tono de preocupación pero a su vez de comprensión total que reclamaba de la manera más sincera saber que le pasaba a su niño. Ante la mirada de su madre, Santiago, no pudo hacer nada más que contarle lo que había pasado: como una niña que apenas había visto, lo tenía sintiendo cosas que nunca había sentido. Después de todo el testimonio, doña Teresa le doy un abrazo a su hijo y concluyo con:”Ay, Santi así empieza el amor”

Paso solo un día para que José calderón, ya se hubiera conseguido todo el chisme, como era habitual en él, una detallada reseña de los vecinos nuevos, que como en los últimos meses, habían llegado al edificio nuevo. Era una familia de otra ciudad, se conformaban de tres personas: la esposa se llamaba Sofía, que era la mujer de pelo liso que había visto, el marido que se llamaba Carlos y la hija, la niña que tenia inquieto se llamaba Isabel. José comentó otros datos, pero Santi se quedo en sumergido en ese nombre, estancado en el nombre de la dueña de esos ojos celestes y cada vez su corazón de niño se ponía más inquieto y le exigía saber más de ella, saber más de Isabel.

No transcurrió mucho hasta que Santiago pudo tener el primer contacto, ocurrió justo después de que doña teresa mando a su hijo a la tienda y como siempre había ocurrido, Santiago iba rumbo a cumplir el mandato de su madre, pensando que mientras su mamá le pedía ir por el leche estaba perdiendo


tiempo valioso para poder ver su programa de televisión. Justo después de patear una roca en señal de protesta, en la entrada de la tienda, se choco con Isabel y su madre. “Isabel, hija mira un vecino. Se educada y preséntate”. Isabel en medio de una risa tímida pero infinitamente hermosa se dirigió hacia Santiago diciendo “¿hola, soy Isabel y tú?”. Me llamo Santiago, respondió el chico, en un tono bajo de voz a causa de los nervios y el choque de emociones nunca antes vividas en sus escasos 9 años de vida. La niña se despidió y se dirigió con su mamá hacia el edificio horizontes, mientras Santiago descubrió que mientras caminaba Isabel con su mama, mas sentía necesidad de pasar tiempo con ella. Dos eternos días, pasaron para que el pequeño Santiago, volviera a tener contacto con esa niña. En esta oportunidad está decidido a invitarla a jugar, a preguntar por su vida, por tantas cosas….pero este encuentro no salió como él había planeado por qué sucedió mientras también se encontraba en la tienda con su amigo José, que naturalmente, interfirió con el contacto directo de los dos. Cada pregunta de José,

creaba en Santi un sentimiento desconocido para él, sentía que quería toda la atención de Isabel para él y José, se convirtió en el villano, el tirano de la historia, que hacia todo lo posible para que esto no ocurriera. Isabel, en medio del interrogatorio al que la sometió José, le regalaba de vez en cuando una sonrisa, que en repetidas ocasiones, terminaron calmando sus celos y adentrándolo en un estado mágico, diferente a los que había tenido cuando jugaba con sus videojuegos o su balón de fútbol. Los días siguientes ocurrió casi la misma escena, José preguntándole a Isabel, Isabel sonriendo y Santiago sintiendo celos que se aliviaban con las sonrisas y la posibilidad de poder ver los ojos azules. Los días pasaron y los tres se convirtieron en un trío inseparable, que solo se disolvía cuando José y Santi decidían jugar fútbol, Isabel como no le gustaba ese deporte por que se juega “a las patadas y hace que los hombres se peleen”, se iba para su edificio a jugar con el columpio. El único día que Isabel accedió a ir a jugar futbol con ellos, después de una larga discusión


de hay que jugar y hacer de todo para así saber que les gustaba o no, fue precisamente el día, que mas recordaron José y Santiago por mucho tiempo debido esa tarde de abril después de haber compartido un semestre con Isabel, Sofía la mamá de Isabel, llego a recoger a Isabel con lagrimas en los ojos y desde ese día no vieron a Isabel por un muy largo tiempo.

Pasaron los años y Santiago, José y todos los niños del barrio se convirtieron en adolescentes y aunque tenían diferentes intereses, la cancha seguía siendo el centro de encuentro del barrio el tesoro que cada año adquiría mas edificios y el edificio horizontes paso de ser la última innovación a ser un ente mas del barrio.

José y Santiago preguntaron en el edificio horizontes, por la residencia de Isabel y la única razón que recibían era la notificación que la casa quedo al cuidado de un familiar de don Carlos, el papa de Sofía, y que la casa no había sido vendida, esto último era lo que hacía guardar la esperanza de los niños.

Santiago, que ya casi terminaba el bachillerato se convirtió en un joven de estatura media, corpulento y de apariencia admirable y José en un moreno alto, delgado con una dentadura de Tamaño excedido y un peinado al estilo afro que lo hacía notar en todos los lugares que iba. Un viernes por la noche, mientras que todos los muchachos discutían el lugar a donde irían esa noche, un taxi arribo con dos pasajeras al edificio horizontes, dos mujeres casi idénticas diferenciadas por los rasgos de la edad más madura que poseía una. Las pasajeras sacaron del baúl sus maletas y mientras recogían un bolso verde que por el trajín de dicha labor había caído, la más joven mujer se dispuso a cogerla mientras reía y esa sonrisa y esa mirada capto la atención de Santiago que sintió

Después de varios meses preguntando, los niños terminaron por desistir de preguntar por Isabel y volvieron otra vez a sus acciones de niño y todas sus travesuras...a pesar que de vez en cuando llegara la nostalgia del recuerdo de Isabel.


una curiosidad que de forma extraña le pareció familiar. A pesar de esta sensación, Santiago y José cogieron rumbo a un nuevo centro comercial junto a los demás muchachos del barrio y con la motivación de conocer nuevas amigas en los cines que el centro comercial promocionaba por televisión y radio. La noche paso y en medio de las frustradas conquistas de José, Santiago trato de cavar en sus más antiguos recuerdos esa sensación que había sentido ese día, pero no insistió mucho a causa de la burla que aplico con rigor a José por sus fracasos amorosos. Días pasaron y Santiago dirigiéndose a la tienda, que como cosa rara iba pensando en el tiempo perdido para poder descargar música al que lo sometía su mamá al tenerlo de mensajero, se encontró con la joven que había visto bajar del taxi la noche que asistió al nuevo centro comercial. Después de una mirada, entro en él, la duda de conocer aquella joven y su incógnita se rompió con” un yo te conozco, vos

sos Santi” expresado por la joven que con sus ojos azules resulto siendo Isabel, la niña que lo había puesto nervioso tantas veces, la niña por la que había preguntado por meses en el edificio con tanta insistencias… “Santi, te extrañe. ¿Pero si te acuerdas de mí?” repetía a cada segundo Isabel que se convirtió en una réplica exacta de su mama Sofía, tenía un pelo liso en extremo y de color negro petróleo que hacia un contraste perfecto con sus ojos azules intensos, en definitiva una joven totalmente atractiva. Con cada palabra que ella emitía, cada historia que le contaba, Santiago reavivaba su sentimiento hacia ella y se daba cuenta que como cuando era niño se enamoraba mas de ella. Los dos pasaron toda la tarde hablando de sus vivencias en esos años, sobre todo la explicación de Isabel de por qué un día había desaparecido del barrio un día, sin un adiós, sin una despedida… Isabel le contó a Santiago del accidente sufrido por su papá en su lugar de trabajo y como tuvieron que partir


hacia otra ciudad para someter a su papá a un complejo tratamiento médico y que se había alargado por que su padre había quedado en coma y justo hace una semana cuando su madre había decidido acabar con la agonía de su padre desconectándolo de su respirador artificial, y justo ese día su padre despertó. Y por eso habían vuelto a su casa del edificio horizontes y mientras todo esto paso como había entrado a un internado en la ciudad capital donde su padre fue tratado...

Cuando se dieron cuenta la noche había llegado y Santiago recordó el favor pendiente que le debía hacer a su mama y aunque no quería cambiarse por nadie en el muerdo, se dispuso a despedirse de Isabel. El quería estar toda la noche, el otro día y la eternidad si hubiera sido necesaria, pero le quedaba el consuelo de saber que la única mujer que le había atraído en su vida, esa niña de sonrisa tímida y de ojos azules había vuelto a su vida. Ese momento se

torno extraño cuando Santiago le explico a Isabel que tenía que irse hacia su casa porque Isabel se quedo en un silencio abrumador cortado con un simple: está bien, mi viejo amigo. Al otro día la noticia de la llegada de Isabel había llegado a los oídos de José que no dudo en ir hasta la casa de Santiago, contándole las buenas nuevas a doña teresa que exclamo: “Santi, con razón te perdiste ayer con el mandado” tomando un tono jocoso, que estando en otra situación a Santi le hubiera preocupado pero él ni entendió lo que su madre dijo, el todavía estaba inmerso en la conversación con Isabel, en la alegría que le producía tenerla cerca y el deseo de poder manifestarle todo los sentimientos que en él, algún día nacieron y hoy volvían aparecer. Después de desayunar e ir al colegio, donde Santiago no se concentro ni en la clase de dibujo que era su materia favorita, Santiago decidió ir, con un solo propósito, al edificio horizontes, ver a Isabel.


El edificio hoy retomaba la imagen de foco de interés del barrio el tesoro, como en tiempos pasados había ocurrido, donde envolvía toda una colección de misterios de manera seductora para todos sus vecinos. Santiago decidido, llego hasta la portería y antes de preguntar por su amada, la vio salir a sus brazos y como momento tan apropiado, Isabel en un giro inesperado de la vida pero concluía de manera tan evidente, después de un largo abrazo y de quedarse mirando fijamente los ojos de Santi, le dio un beso. En las caricias de sus labios contó toda su vida y confesó su amor, que había callado por largo tiempo a causa de las trampas que se había empeñado a ponerle el destino para que el designio que la vida les había guardado se realizara.


Otra vez Santiago abre los ojos y se encuentra en la estación del tren, el despertar le recuerda que su viaje es largo y aun así el tren todavía le falta mucho para llegar y el frió de la madrugada sigue asechando con su espesa crueldad. La plataforma se halla vacía y su equipaje es la única señal de que no está en un desierto, que su alma no se encuentra en un sitio de descanso castigando su cuerpo por malos tratos recibidos. Y después de tomar conciencia de la hora y media que le faltaba para estar ahí. Con más fuerza, volvió a cerrar los ojos buscando respuestas a sus preguntas que su ser interior tenia y que no había manifestado de manera completa. Fue difícil porque el clima se rehusaba a cooperar con el ejercicio de liberación e insistía en manifestar un karma que en su realidad inmediata se hacía borroso.

Después de ese beso, Isabel y Santiago establecieron una conversación con solo miradas, en ese punto las palabras estorbaban y se quedaban pequeñas para todos los sentimientos y emociones que fluía en el aire que había creado la pareja en las puertas del edificio horizontes, del barrio el tesoro. Los días que siguieron fueron llenos de besos y de expresiones de amor, doña teresa vio en su hijo el brillo en los ojos de su hijo que no veía desde que la niña de los ojos azules había desaparecido y que daban a su hijo la gracia que le faltaba para su realización para un joven de su edad. Santiago en un día de sus momentos más idílicos, cuando se disponía a ir al edificio de su amada, compro dos chocolates blancos en la tienda, los que más le gustaban a Isabel, y mientras esperaba que le devolvieran el dinero sobrante… vio dos luces rojas en frente y un intenso un pito que parecía rugir de forma desesperante que apareció de la nada de manera tan veloz que no pudo reaccionar, mientras


que todo perdió su color y se quedo totalmente en silencio. Se vio tendido en el suelo en un mundo que no paraba de dar vueltas y cargaba un silencio insoportable de manera que vio a todos sus recuerdos hablarle, moviendo sus labios para aferrarlo con sus voces pero ya no había nada que, que nadie pudiera hacer. El mundo se torno incoloro y el espacio perdió sentido Santiago volaba en un rumbo indefinido, en un estado inmaterial y volvía a sentir cada cosa que había sentido antes e inconsciente de lo que había pasado pudo abrir su ojos de nuevo

Se encontraba en la estación del tren, que ya no estaba vacía se encontraba llena de personas que presurosas, se disponían abordar el tren. Santiago siendo consciente del horario se preparo para abordarlo pero cuando fue a levantar su maleta no pudo, era demasiada grande para sus manos, que

habían vuelto hacer manos de niño y así en confusión solo pudo llorar mientras que su madre se acercaba con una manta blanca ayudarlo a montarse al tren que no sigue ningún riel, ese tren de donde salimos y aunque exactamente no sabemos cuándo volvemos sin tener derecho a preguntar o reclamar solo llegar.


EPILOGO

Esto no es una carta ni un poema no es una nota escrita al margen ni el mensaje de hoy ni las palabras que unidas entre si te dicen algo no es tinta ni son signos los que ordeno no es papel esto blanco en que me apoyo no es mi voz no hay imágenes, reflejos o una fecha o una ciudad afuera ni adentro un corazón o rocas o lluvias o sol o nieve eterna un recuerdo quizás un pedazo de olvido obligado a una forma apenas si una brisa leve que algún día en un bosque una niña o un hombre sentirán rozando su mejilla un adiós un suspiro un eco que llega de quién sabe dónde

apenas un segundo inexistente un aliento invisible que es aire aire el aire de tu voz diciendo gracias.


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