Poesía del Renacimiento

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Poesía del Renacimiento • Tradicional En Ávila, mis ojos, dentro en Ávila. En Ávila del Río, mataron mi amigo, dentro en Ávila.

………. ¿Agora que sé de amor me metéis monja? ¡Ay, Dios, qué grave cosa! Agora que sé de amor de caballero, agora me metéis monja en el monasterio. ¡Ay, Dios, qué grave cosa!

• Culta − Garcilaso de la Vega: prototipo de poeta y soldado del renacimiento, aprovechó con creces su corta vida (1501-1536). Su servicio a Carlos I le trazó los caminos vitales y poéticos. Encontró en Isabel Freire a su musa y junto a Juan Boscán, introdujeron el Renacimiento en España. Soneto V Escrito está en mi alma vuestro gesto, y cuanto yo escribir de vos deseo; vos sola lo escribisteis, yo lo leo tan solo, que aun de vos me guardo en esto. En esto estoy y estaré siempre puesto; que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomando ya la fe por presupuesto. Yo no nací sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma mismo os quiero.


Cuando tengo confieso yo deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir, y por vos muero. Soneto X ¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas, dulces y alegres cuando Dios quería! Juntas estáis en la memoria mía, y con ella en mi muerte conjuradas. ¿Quién me dijera, cuando en las pasadas horas en tanto bien por vos me vía, que me habíais de ser en algún día con tan grave dolor representadas? Pues en un hora junto me llevastes todo el bien que por términos me distes, llevadme junto el mal que me dejastes. Si no, sospecharé que me pusistes en tantos bienes porque deseastes verme morir entre memorias tristes.

− Santa Teresa de Jesús: nacida en Ávila en 1515, tuvo una vida muy ajetreada y muy intensa. Destacó como escritora, poetisa y reformadora de la orden de las carmelitas, junto a la ayuda de San Juan de la Cruz. Primera Doctora de la Iglesia Católica y patrona de los escritores, es uno de los máximos exponentes de la literatura castellana, destacando que al ser mujer en esa época, no lo tuvo fácil. Vivo sin vivir en mí Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero. Vivo ya fuera de mí, después que muero de amor; porque vivo en el Señor, que me quiso para sí: cuando el corazón le di puso en él este letrero, que muero porque no muero. Esta divina prisión,


del amor en que yo vivo, ha hecho a Dios mi cautivo, y libre mi corazón; y causa en mí tal pasión ver a Dios mi prisionero, que muero porque no muero. ¡Ay, qué larga es esta vida! ¡Qué duros estos destierros, esta cárcel, estos hierros en que el alma está metida! Sólo esperar la salida me causa dolor tan fiero, que muero porque no muero. ¡Ay, qué vida tan amarga do no se goza el Señor! Porque si es dulce el amor, no lo es la esperanza larga: quíteme Dios esta carga, más pesada que el acero, que muero porque no muero. Sólo con la confianza vivo de que he de morir, porque muriendo el vivir me asegura mi esperanza; muerte do el vivir se alcanza, no te tardes, que te espero, que muero porque no muero. Mira que el amor es fuerte; vida, no me seas molesta, mira que sólo me resta, para ganarte perderte. Venga ya la dulce muerte, el morir venga ligero que muero porque no muero. Aquella vida de arriba, que es la vida verdadera, hasta que esta vida muera, no se goza estando viva: muerte, no me seas esquiva; viva muriendo primero, que muero porque no muero.


Vida, ¿qué puedo yo darle a mi Dios que vive en mí, si no es el perderte a ti, para merecer ganarle? Quiero muriendo alcanzarle, pues tanto a mi Amado quiero, que muero porque no muero. Véante mis ojos Véante mis ojos, dulce Jesús bueno; véante mis ojos, muérame yo luego. Vea quién quisiere rosas y jazmines, que si yo te viere, veré mil jardines, flor de serafines; Jesús Nazareno, véante mis ojos, muérame yo luego. No quiero contento, mi Jesús ausente, que todo es tormento a quien esto siente; sólo me sustente su amor y deseo; Véante mis ojos, dulce Jesús bueno; véante mis ojos, muérame yo luego.

− Fray Luis de León: Nació en Belmonte, Cuenca en 1527 y murió en Madrigal de las Altas Torres, Ávila, el 23 de agosto de 1591. Fue un poeta, humanista y religioso agustino de la Escuela salmantina. Es uno de los escritores más importantes de la segunda fase del Renacimiento español junto con San Juan de la Cruz . Su poesía está inspirada por el deseo del alma de alejarse de todo lo terrenal para poder alcanzar a Dios, identificado con la paz y el conocimiento. Los temas morales y ascéticos dominan toda su obra.


Canción de la vida solitaria ¡Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido y sigue la escondida senda, por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido; que no le enturbia el pecho de los soberbios grandes el estado, ni del dorado techo se admira, fabricado del sabio Moro, en jaspes sustentado! No cura si la fama canta con voz su nombre pregonera, ni cura si encarama la lengua lisonjera lo que condena la verdad sincera. ¿Qué presta a mi contento, si soy del vano dedo señalado; si, en busca deste viento, ando desalentado, con ansias vivas, con mortal cuidado? ¡Oh monte, oh fuente, oh río! ¡Oh secreto seguro, deleitoso!, roto casi el navío, a vuestro almo reposo huyo de aqueste mar tempestuoso. Un no rompido sueño, un día puro, alegre, libre quiero; no quiero ver el ceño vanamente severo de a quien la sangre ensalza, o el dinero. Despiértenme las aves con su cantar sabroso no aprendido; no los cuidados graves, de que es siempre seguido el que al ajeno arbitrio está atenido. Vivir quiero conmigo; gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo. Del monte en la ladera, por mi mano plantado, tengo un huerto, que con la primavera, de bella flor cubierto, ya muestra en esperanza el fruto cierto;


y, como codiciosa por ver y acrecentar su hermosura, desde la cumbre airosa una fontana pura hasta llegar corriendo se apresura; y, luego sosegada, el paso entre los árboles torciendo, el suelo, de pasada, de verdura vistiendo y con diversas flores va esparciendo. El aire el huerto orea y ofrece mil olores al sentido; los árboles menea con un manso ruido, que del oro y del cetro pone olvido. Ténganse su tesoro los que de un falso leño se confían; no es mío ver el lloro de los que desconfían, cuando el cierzo y el ábrego porfían. La combatida antena cruje, y en ciega noche el claro día se torna; al cielo suena confusa vocería, y la mar enriquecen a porfía. A mí una pobrecilla mesa, de amable paz bien abastada, me baste; y la vajilla, de fino oro labrada, sea de quien la mar no teme airada. Y mientras miserablemente se están los otros abrasando con sed insaciable del peligroso mando, tendido yo a la sombra esté cantando; a la sombra tendido, de hiedra y lauro eterno coronado, puesto el atento oído al son dulce, acordado, del plectro sabiamente meneado.

A la salida de la cárcel Aquí la envidia y mentira me tuvieron encerrado.


Dichoso el humilde estado del sabio que se retira de aqueste mundo malvado, y con pobre mesa y casa en el campo deleitoso con sólo Dios se compasa y a solas su vida pasa ni envidiado ni envidioso.

− San Juan de la Cruz: otro abulense al servicio de las letras. Nació en Fontiveros en 1542 y murió en 1591. Patrón de los poetas, es uno de los mejores poetas en lengua castellana. Se inspira en las formas de la Biblia pero también en la influencia italiana de la época. Usa sobretodo la lira y hay una ausencia de adjetivos. Noche oscura Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual. En una noche oscura, con ansias en amores inflamada, (¡oh dichosa ventura!) salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada. A oscuras y segura, por la secreta escala disfrazada, (¡oh dichosa ventura!) a oscuras y en celada, estando ya mi casa sosegada. En la noche dichosa, en secreto, que nadie me veía, ni yo miraba cosa, sin otra luz ni guía sino la que en el corazón ardía. Aquésta me guïaba más cierta que la luz del mediodía, adonde me esperaba quien yo bien me sabía, en parte donde nadie parecía.


¡Oh noche que me guiaste!, ¡oh noche amable más que el alborada!, ¡oh noche que juntaste amado con amada, amada en el amado transformada! En mi pecho florido, que entero para él solo se guardaba, allí quedó dormido, y yo le regalaba, y el ventalle de cedros aire daba. El aire de la almena, cuando yo sus cabellos esparcía, con su mano serena en mi cuello hería, y todos mis sentidos suspendía. Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el amado, cesó todo, y dejéme, dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado. Llama de amor viva ¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! ; pues ya no eres esquiva, acaba ya, si quieres ; rompe la tela de este dulce encuentro. ¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!, que a vida eterna sabe y toda deuda paga; matando, muerte en vida la has trocado. !Oh lámparas de fuego, en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido, que estaba oscuro y ciego,


con extraños primores calor y luz dan junto a su querido! ¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno donde secretamente solo moras, y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno cuán delicadamente me enamoras!


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