Así fue
Me consumo Me consumo, como el cigarro se consume entre mis dedos, sin voluntad de sofocarlo.
La misma noche del último día del año pude observar en el umbral de un portal una vomitona ciertamente considerable. Distinguiéndose la bilis amarillenta mezclada con alcohol, trazas de langostino aún sin digerir y las doce uvas enteras todavía con buen aspecto. Ante tal extraordinaria ejecución sólo me quedó descubrirme, aunque al despertar al día siguiente acompañado de una resaca inhumana y con un tufo hediondo entre mis dedos comprendí y asimilé mejor de quién provenía semejante desembuche.
Me consumo, entre la hipocresía e ignorancia de la multitud, naufrago en su lodazal, me asxifio. Me consumo, cuando examino la cartera y sólo me queda calderilla. Estoy abatido, me voy a dormir...
Castorín.