... Ezequiel Ferreira tenia unos cortos seis años de vida. El hambre empujo a su familia a viajar desde allá arriba hasta acá abajo, aunque suene algo paradójico. La empresa rural Nuestra Huella S.A contrato a su padre y por añadición a su madre y también a él; ese es el mecanismo utilizado actualmente en la principal avícola del país, aunque estemos en plena modernidad y cualquiera diría seriamente que la esclavitud ya fue abolida hace cientos de años. El niño, que ya no se sabe si es niño o grande porque su infancia le fue robada de bien chico, se instalo con toda su familia en la granja y se vio obligado a trabajar al ritmo de sus mayores para alcanzar los cupos de producción exigidos por la empresa a su familia, aunque el sueldo era uno y no dos o tres, que era la cantidad de los que trabajaban. Ezequiel se levantaba bien temprano cada día para remover el guano de las gallinas y manipular el veneno que la empresa le proveía; ahora el cáncer, o algún agente mayor que algunos se empeñan en callar, acabo con su vida. Nuestra Huella S.A aun distribuye huevos a grandes cadenas de supermercado como Wall Mart y Carrefour. Juan, o Tomas, o quizá María, viajaron desde su natal Santiago del Estero hasta Concordia, Entre Ríos, para trabajar en campos de arándanos situados sobre la ruta 14. Afortunadamente, si se quiere ver lo positivo en la negatividad de la exclusión, el, o ella, o ellos, llegaron a la nueva provincia con sus familias y no solos, como les toca llegar a muchos que, engañados por intermediarios, se alejan, o se acercan, por su cuenta. En su provincia no existe una producción agropecuaria que los contenga y se ven obligados a trabajar bajo condiciones contractuales pésimas en campos donde no se tiene en cuenta la protección por agroquímicos. Quizá mañana, tal vez pasado, los veamos trabajando en otra provincia en la cosecha de algodón, ya que por el tamaño de los capullos se "necesitan" manos pequeñas para arrancarlos. Milagros Benítez no tuvo la suerte de pasar los quince meses de vida; es que en barrios como los de la ciudad de Montecarlo, Misiones, puede considerarse cuestión de fortuna superar el año de edad. Ella no pudo nacer en el seno de una familia de clase media alta, nadie le dio la oportunidad de elegir. Seguramente sus padres trabajaron los seis meses que dura la cosecha de yerba mate; el resto del año el enano salario que recibieron durante el tiempo de labor debió extenderse hasta el infinito ocupándose en comprar harina y no mucho mas, para cocinar reviro; la comida de los pobres le llaman. Milagros comía como mucho una vez al día, si la suerte, y ese dios que a los pobres suele negarles la mirada, la acompañaba. Ella, al igual que sus hermanos, sus vecinos, y niños que nunca llegaría a conocer, absorbía calorías y no nutrientes. El reviro es harina y agua y constituye la comida de todos los días. El reviro te llena pero a la larga te hace notar que el cuerpo necesita algo mas; ese algo mas que en muchas familias de misiones no se puede conseguir. Milagros murió de desnutrición extrema. Probablemente su familia reze a el dios en el que ya no creen para que le de un lugar en su cielo de elegidos. Los derechos humanos son, o debieran ser, aquellos derechos que defienden a la persona de la violencia del estado. El Hambre ¿NO es violencia? Quizá a todos ellos, o a sus familias, le hubiera sido mas fácil y conveniente salir a robar y así escapar a la esclavitud de una sociedad que se vanagloria por su modernidad. O tal vez no.
Carta de un maestro de Villa Soldati Hola a todos. Con infinita rabia y profundo dolor quiero compartir algunas palabras sobre lo que está pasando a pocas cuadras de la escuela donde trabajo. No puedo hacer análisis macroestructurales ni quiero despotricar contra el fascista infradotado, simplemente contar que allí están, bajo toldos deshilachados y tapados por los mosquitos y el fango, las familias de tres alumnas mías. Melanie reaparece hoy en la escuela, después de una semana, y me cuenta que su mamá y su papá, costureros de 20 horas por día, decidieron ir por un pedazo de tierra porque ya no aguantan más pagar el alquiler de $800 por las dos míseras piezas del hacinamiento donde viven con sus 5 hijas en la Villa Cildáñez. Dice que el dueño les cobra además $10 por cada día que se atrasan en la renta. "Y encima dice que es cristiano", sentencia. Mónica me cuenta que su madre resistió todas las tinieblas de la noche desde el viernes en la precaria carpa que se armó con sus manos de obrera. Ayer no durmió bajo la lona: se la prestó a otra madre que aguantaba el viento con su niña aferrada al pecho. Y hoy en la clase Mónica nos pregunta a todos, juro que textual: "yo no entiendo porqué la policía en vez de estar defendiendo a la gente se dedica a perseguir y matar a sus hermanos". Aylén ya no tiene miedo. Está acostumbrada porque los domingos recibe el amanecer en La Salada, contando las monedas que le dejó el fin de semana. Siempre callada, hoy se desviste las vergüenzas para explicarnos que no hay robo y sí necesidad. Melisa cuenta que en esos terrenos del Parque hace años que hay olor a muerto. Suele ella encontrar algunos huesos y más de una vez tuvo que escapar del horror de los cadáveres. Varios dicen que sí: todos saben que allí descartan los fiambres chorros y yutas. Ese baldío, cementerio del fin del mundo, es el "espacio público" que los hipócritas dicen defender. Kevin nos cuenta, casi entre lágrimas, que desde su terraza de la villa 20 quiso ver, pero no pudo: lo cegó el humo de la furia y la represión. Los demás escuchan, preguntan, comprenden porque viven igual. En medio de la intensa charla, Nicole se hace una pregunta sincera: "Yo no sé si esa es la manera de conseguir una casa". Y Ariana impecable, vocera de muchos, comparte: "Yo tampoco sé si es la manera, pero lo que es seguro es que no lo hacen porque les gusta si no porque no les queda otra. ¿Qué harían ustedes si no tienen lugar donde vivir con sus familias?". Y vuelvo a jurar que el parlamento es casi textual. Esto es algo de lo que pasó en el aula de quinto de la escuela 15 hoy por la mañana. Y esto es también algo de lo que no pasó: ninguno le echó la culpa a los bolivianos, ninguno se quejó porque sí paga sus impuestos, ninguno temió porque le vayan a ocupar también el Parque Avellaneda, ninguno pensó que hay "vecinos" por un lado y "usurpadores" por el otro, ninguno pidió la policía para sentirse más tranquilo. Eso es todo. Gracias por dejarme compartirlo.
Maximiliano Figueroa, Guillermo Trafiñanco, Sergio Echenique y tantos otros, fueron asesinados por la espalda por agentes de la policía. Gatillo fácil se le llama aunque en los medios esas palabras no quieran, o no deban, aparecer. Todos ellos eran adolescentes, pobres, de familia pobre, de barrio pobre y se los acusaba de ladrones. Reunían todas las condiciones para ser muertos inexistentes asesinados por la impunidad. Alan...
Fotos tomadas “Sin Techitos” es un sentido homenaje a los niños y las niñas que, desde un primer momento fueron parte vital de esa inolvidable lucha por el derecho a una vivienda digna que, un 15 de enero de 2009, emprendió la junta vecinal de los sin techos (Junto a la Red de Apoyo) en el Barrio Pueyrredón de la ciudad de Mar del Plata... ... lucha que, pese a una brutal represión policial y el oscuro silencio de los grandes medios de comunicación marplatense, no se calló ni se detuvo... ... la lucha sigue luchando, creciendo y avanzando!.
Pachamama Espacio Cultural Jean Jaures 724 - Campana- Buenos Aires-Argentina Órgano y/o Revista difusora de las problemáticas que nos aquejan y nos quejan. Difusora de cultura que se queja y de arte que adolece en nuestro ambiente. Un espacio para compartir y difundir. Permitido difundir.Permitido prestar.Permitido dar. Permitido compartir.Permitido ser solidario con los demás. Los derechos no son reservados, son conquistados
La Alegre Rebeldía Año 0 - Número 5- Diciembre
Negrito de mierda
Fotos sacadas en una exposición del Centro Cultural América Libre. Durante el primer Encuentro de Espacios Culturales Autónomos. Mar del Plata, Noviembre 2010.
Horacio
No basta que te peguen en la cara, en el cuerpo ya castigado por el tiempo de buscar cartón para vender. No basta ser pobre. No basta ser joven. No basta más que nada ser un pobre joven villero que junta cartón para poder vivir en Lomas del Mirador, provincia de Buenos Aires. Se puede pedir justicia. Se puede marchar a los gritos. Se puede reclamar que se retire del barrio un destacamento policial con acusaciones de variados crímenes y violaciones a los Derechos Humanos. Luciano sintió que alguien lo seguía. Luciano, ese negrito de mierda, salió de su casa y no regresó. Luciano se negó cooperar con la policía. Cuyo trabajo ofrecido era robar para los garantes de la seguridad. El destacamento, solicitado por vecinos que pagan los impuestos y exigen que se socave la libertad de estos villeros de mierda que generan piel de gallina cuando pasan cubiertos con sus gorras y su música, miradas ocultas a bolsos y autos, su origen y descendencia, hasta su color de piel. Un destacamento que se destaca en sobornos y aprietes. Se escuchó a gritos que se baje la edad de imputabilidad, hay demasiados jóvenes sin trabajos que seguro serán futuros delincuentes. Se escuchó a gritos que se mate a cada delincuente que delinque o intenta o piensa delinquir de joven. Se escuchó a gritos que los jóvenes están perdidos en este país y que son una desgracia. Luciano Arruga está ya perdido y ya es una desgracia. Si Luciano no apareció, es porque la policía cumplió con lo que suele hacer en el conurbano bonaerense, desaparecer personas, matarlas y amedrentar a los pibes que, según algunos, sugieren que si se nace pobre y en una villa se nace chorro, ladrón, asesino. Si Luciano no apareció aún es porque alguien lo enterró tan profundo que la oscura democracia que supimos conseguir sigue manchada de muerte, sangre y jóvenes sin el futuro necesario. Luciano, que salió de su casa y nunca más volvió, no es el único. Pero Luciano es parte de un montón. Luciano, así como Julio López, así como Gastón Duffau, así como Diego Lucena, así como Miguel Piki Cardozo, así como Gabriel Blanco, así como miles de casos en donde la Policía Bonaerense no es más que un cuerpo represivo, asesino e impune ante la justicia. Luciano no está solo, eso es una mierda. Luciano salió de su casa y la policía lo golpeó, luego desapareció. Seguramente, con tantos casos similares en dónde los jóvenes siguen desapareciendo o muriendo por culpa de los guardianes del orden y la seguridad de la propiedad privada, un Luciano Nahuel Arruga es eso, un ente, algo que no está ni vivo ni muerto, un desaparecido. Luciano es uno más. La Maldita policía Bonaerense, la Federal y demás cuerpos represivos son asesinos. Darío de la Oscuridad a Diario
César González: “La literatura me rescató del infierno” Por Gabriela Juvenal
Se va el año 2010 y con el, el primer tramo de un largo camino a recorrer, brindando un oasis de luz en estos tiempos de oscuridad. Entre cuerdas, pintura y tambores se va forjando este colectivo participativo, autogestivo que apoya y comparte luchas desde la participación artística hasta la resistencia ante la violencia que proponen los gobiernos. Las distintas actividades que fuimos impulsando nos acercaron algunos amigos. Compartimos las Pachapeñas con el Duende Guernica, Bruno Arias, los amigos Santiagueños, Maxi Salvatierra, Pura Sangre, Mestizaje Urbano, el dúo Viejo Cuero y Acido criollo entre otros. Caminó a nuestro lado el Frente de Artistas del Borda en una intensa jornada desmanicomializadora e intercambiamos experiencias con espacios como Compadres del Horizontes, la Biblioteca popular de Escobar, América libre, Pañuelos en Rebeldía, la Vecindad, FM La Tribu y Que corra la voz . Fuimos a Mar del plata a participar del Primer Encuentro de Espacios Culturales Autónomos. Todos los que emprendimos este camino nos hemos fortalecido y la Pachamama ha dado sus frutos, en este encontrarnos han nacido proyectos sonoros como la Pachabanda y proyectos circodélicos con clavas, pachazos y banderas. Hoy el fuego esta creciendo pero para poder llegar a ser hoguera necesitamos que arrimes tu llamita.
Oración de un desocupado Juan Gelman Padre, desde los cielos bájate, he olvidado las oraciones que me enseñó la abuela, pobrecita, ella reposa ahora, no tiene que lavar, limpiar, no tiene que preocuparse andando el día por la ropa, no tiene que velar la noche, pena y pena, rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente. Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces, que me muero de hambre en esta esquina, que no sé de qué sirve haber nacido, que me miro las manos rechazadas, que no hay trabajo, no hay, bajate un poco, contempla esto que soy, este zapato roto, esta angustia, este estómago vacío, esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre cavándome la carne, este dormir así, bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido te digo que no entiendo, Padre, bájate, tócame el alma, mírame el corazón, yo no robé, no asesiné, fui niño y en cambio me golpean y golpean, te digo que no entiendo, Padre, bájate, si estás, que busco resignación en mí y no tengo y voy a agarrarme la rabia y a afilarla para pegar y voy a gritar a sangre en cuello por que no puedo más, tengo riñones y soy un hombre, bájate, qué han hecho de tu criatura, Padre? un animal furioso que mastica la piedra de la calle? de "Violín y otras cuestiones
Los alumnos (Por Eduardo Galeano en Patas Arriba) Día tras día, se niega a los niños el derecho de ser niños. Los hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños.
La historia del "pibe chorro" que salió de la cárcel y se convirtió en escritor. Hace cinco meses, César González volvió a la villa Carlos Gardel. “Es mi querido barrio”, aclara. “Ahí nací y ahí moriré”, jura. Ahora hasta parece un hombre feliz... Estuvo cinco años sin pisar los pasillos de la villa, sin la Charly –como le dicen a ese asentamiento–, sin la mítica noche en las calles de El Palomar, sin fierro ni droga, sin los pibes ni la familia, y sin sus domingos en la caliente popular del cilindro, el estadio del equipo de sus pasiones. “Lo mío con Racing no es fanatismo. Es amor”, vuelve a aclarar. “Afónicas gargantas de tanto gritar su amor/ apodado la Academia, bautizado Racing Club/ Poderosas melodías, la más bella sintonía. El Rey de Avellaneda/ El Dios de las hinchadas”, concluye un poema de su cuño. César tiene 21 años, y todo ese tiempo lo pasó encerrado. Fue por una condena por secuestro extorsivo. Transitó por el Instituto de Menores San Martín, el Luis Agote, y hasta los penales de máxima seguridad de Ezeiza y Marcos Paz. Y, como tantos otros, era uno más de los miles de pibes marcados por la desigualdad, la miseria y la marginación. Debió lidiar con las famosas “bienvenidas” de los guardias, las piñas, las amenazas. Sin embargo, el azar hizo que, en medio de los bastonazos, resistiera a ese infierno. Y su arma de combate fueron los libros. Aquel muchacho, que por entonces era un trofeo por haber caído con 16 años enfrentando a punta de pistola a un policía, ahora ganaba la peor de las batallas con el arma de la literatura. Hizo el secundario, visitó todas las bibliotecas del encierro, fundó la revista ¿Todo Piola? de la que sigue siendo parte y, por si fuera poco, acaba de publicar un libro, que tituló La venganza del cordero atado, cuyo prólogo lo hace el ex líder del ERP Luis Mattini, quien lo descubrió en una foto publicada en el diario Crítica. César trabaja ahora en la Secretaría de Cultura de Morón y estudia Filosofía en la UBA. Flaco, morocho, de mirada cálida, César –o Camilo Blajaquis, como se hace llamar por Camilo Cienfuegos y por el militante de ¿Quién mató a Rosendo? de Rodolfo Walsh– escribe a toda hora. Tiene una infinidad de textos, 200 de ellos los escribió estando preso. La violencia en el sistema carcelario lo llevó a denunciar en prosa todo eso, de lo que poco se habla. Discute con el poder, la agresión, el autoritarismo, la pobreza. Ideas que heredó no sólo por haber sido pibe chorro sino también de sus lecturas. Por caso, fueron las de Walsh, Cooke, Masetti, Arlt, Cortázar, o las de Marx, Foucault y Nietzsche, entre otras. “Los leí pero si me pedís que reivindique a alguien, ella es Evita. Buscó la igualdad y la justicia por pibes que vivieron y viven como yo”, se enorgullece. Ahora está escribiendo. A su alrededor, su tío, su madre y sus seis hermanos. Viven a tres casas, de las que heredaron del plan de viviendas del gobierno nacional. Miradas al Sur lo llama y lo interrumpe. El joven abandona el lápiz y responde. –¿Cómo surgió el interés por la literatura? –Allá adentro, además de golpes había tiempo para todo. Fue un proceso que se dio ahí. Empecé a leer desde filosofía marxista, hasta literatura argentina. Después se me dio por escribir poesías. En su mayoría tratan sobre las injusticias que viví encerrado, los golpes, de lo que es realmente el sistema carcelario ahí. Después surgió la revista ¿Todo Piola? y la publicación del libro. –¿Cómo asimilaste el cambio de una historia tumbera a la de un poeta? –Cuando salí hice lo que tenía ganas de hacer con toda tranquilidad. Pero si tengo que decirte cómo estoy, mi diagnóstico se sabrá dentro de cinco años. Lo de chico viene a explicar la importancia de un contexto en la vida. Desencadena algo inevitable, y cuando te criás en un barrio, será cien veces más difícil que otra vida. Estas bajo la etiqueta de lo que un cuerpo social tiene de alguien. El problema va más allá. El sistema hizo que la sociedad ignore a los pibes de la calle tratándonos de ignorantes. Hay sectores que instalan la idea del negrito que no sirve para nada. Y los medios colaboran porque ven sólo sus intereses, no les importa el otro. Olvidan nuestro origen, la marginalidad, la situación económica con la que nos críamos. Y no comprenden cómo un pibe de la villa pueda llegar a ser alguien en la vida. –Pero vos vivís en una villa, trabajás y estudiás. –Sí, pero te hago el panorama sociológico: ¿Cuántos pibes de la calle conocés así? Claro, si los hay no los conocemos porque es algo que no se quiere tolerar. Y quizás eso se explica en nuestra historia, en las políticas neoliberales, la privatización, la destrucción de la cultura, el desmantelamiento del Estado. Todo eso profundizó la desigualdad. La dictadura que se llevó a 30 mil, que eliminó el pensamiento, y después fueron los ’90. Menem lo hizo. Y la seguimos pagando nosotros. Por eso es importante darles espacio a los pibes para que se expresen y la sociedad salga del prejuicio que le instalaron. –¿Qué proponés para eso? –Un ejemplo es la revista ¿Todo Piola? Nació cuando estaba preso, con la idea de transformarse en un devenir cercano, un futuro, un espacio para que el pibe o piba que venga de una historia marginada y de mierda como la mía, pueda expresarse. Mi sueño es que sea una fuente de trabajo, no un manual, sino algo del arte donde los pibes se copen escribiendo. Y nunca un lugar donde te traten como una especie rara, un experimento. La revista lleva cinco números, creció: ahora salen 2 mil ejemplares. Pero queremos más impulso. En ¿Todo Piola? me ayuda Mario Santucho, hijo de Santucho, a quien quiero y admiro muchísimo. ¡Somos todos subcomandantes! –¿Cómo surgió el libro? –Fue un rejunte de muchos de mis textosque hice encerrado. Y nació el interés de los de la editorial –Ediciones Continente– que la leyeron y me hicieron la propuesta. No sé si les llamó la atención mi historia o la obra, o ambas cosas. Yo soy considerado como una anomalía del sistema, un caso extraño. Y, bueno, quiero aclarar que soy una persona de carne y hueso. El libro primero lo presenté a lo bien feria en la Facultad de Ciencias Sociales; y después en la Feria del Libro, fue a la semana. –En una de tus poesías denunciás la asistencia social. “Una psicóloga ayer me dijo que no puedo ser escritor. Esa piña duele más que la del guardia”, escribís. –Sí, eso me lo hicieron sentir siempre. Es que ahí no sos nadie: te pegan, te maltratan. Toda persona que ingresa al sistema carcelario, es decir, uno que cayó en manos de la policía, se le asigna un psicólogo y un trabajador social. Éstos muchas veces se olvidan del contexto social en que se crió la persona, y alegan toda la culpa a la mamá del joven o al papito soberbio y autoritario. Así olvidan dónde uno nació. En las cárceles intentan convencerte y a veces hasta lo logran de que la única manera de salvarte es a través del trabajo esclavo, es decir, 12 o 14 horas por día, aniquilando la posibilidad que el preso pueda tener realmente de desahogar su dolor. Los libros y la escritura me ayudaron a superar eso. Hoy mis poemas son la esperanza para recuperarme de eso. –¿Cómo definís tu modo de ver el mundo? –Te diría que mi proceso de formación recién comienza. Miro lo que pasa y pienso que sí: es hora de definirme. Yo estoy del lado de los de abajo. Veo lo que pasa, y expongo. – –¿Sos consciente de todo lo que pasás? –Sé que me están pasando cosas fuertes en poco tiempo. Ahora pasa rápido pero tuve que ver y sentir el tiempo muy, pero muy lento.
La Pasión
Las fotos de la Pacha Silvia Canteros en unas secciones de imágenes de Pachamama Espacio Cultural
El Curso
La conversación (Foto de Silvia Cantero tarde de calor en La Pachamama Espacio Cultural)
La búsqueda
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