¡¡TAF!! Revista Digital de Cultura

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Nร M. 3/2011 Colectivo Literario Tirarse al Folio



EDITORIAL

SUMARIO

¡TAF! Revista Digital de Cultura. Núm. 3/2011 Colectivo Literario Tirarse al Folio: Alejandro de Diego, Begoña de Antonio, Carmen Arranz, Celia Muñoz, Cruz Cartas, Federico Fayerman, Graziela E. Ugarte, Iñaki Ferreras, Lui Antonioli, Pilar Ugarte y Theófilo Acedo. http://tirarsealfolio.blogspot.com tirarsealfolio@gmail.com

p1 Editorial y sumario. p2 GALERÍA DE RELATOS: - El despojo. Pilar Ugarte. - Estamos. Lui Antonioli. - ¡Qué cabeza! y Músicos. Carmen Arranz. - Nepenthes Phillipinensis. F. J. Fayerman. - La paella del Domingo. Begoña de Antonio. - La vida no es un cabaret. Iñaki Ferreras. p15 DI-VERSO: - Poema. Cruz Cartas. - Ejercicio número uno. Lui Antonioli p18 VENTANA ABIERTA:

Acuarela de la portada: Isabel Cruz Cartas. Cuando la nieve cubre las últimas hojas caídas del otoño, tras el paréntesis que impone la Navidad en nuestra ajetreada vida profesional, y llevados por la euforia que acompaña a enero, con los nuevos propositos, proyectos y retos, el Colectivo TAF quiere, una vez más, poner su granito de arena, para intentar hacer un poco más felices a todos los amantes de la palabra escrita. El invierno siempre invita al recogimiento y a la lectura, cómodamente sentados en nuestro sillón favorito, cerca del radiador o de la chimenea bulliciosa. Nos gustaría que, junto al libro del que disfrutas en este momento, encuentres también el tiempo, para leer esta revista que está hecha por y para ti. En ella hemos plasmado, como hacemos habitualmente, una selección de relatos propios y de poesía, hemos abierto nuestra ventana de par en par para que podais asomaros al teatro, ver arte y ojear algún libro; leer una entrevista y acompañarnos en un delicioso paseo y un viaje. Recuerdos en clave musical, algún cuento infantil, y la nota de color vienen esta vez acompañadas por unas pinceladas de acuarela. Desde la Revista Digital TAF queremos desearos un 2011, en el que se os cumplan todos vuestros deseos. Y ahora, pasen y lean...

- Entrevista de Iñaki Ferreras a Germán Sánchez Espeso. - Reseña literaria por Carmen Arranz. - Los disparadores dispares. Crítica de “Ocho por diez” - Premios concursos literarios Raices de Papel. - “Encanto y desencanto de un hombre sin gracia” de Andrés Portillo. - ”Verde, negro y otro color” de Tintaviva p29 TE LO CUENTO: -Manola “La Zarzamora”. Alejandro de Diego. -Tano. Graziela E. Ugarte. p36 UN PASEO POR…: -Espectaculos, danza y música por Iñaki Ferreras. - Sevilla en dos tiempos. Theo Acedo. - Mi música de los 50/60 por Freddy Mayer. - Kilómetro cero. Celia Muñoz. - Exposición “Diseño contra la pobreza.” - Bath, cuidad de las aguas. Iñaki Ferreras - Acuarelas de Maribel Cartas.

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GALERÍA DE RELATOS: El despojo Estamos ¡Qué cabeza! Músicos Nepenthes Phillipinensis La paella del domingo La vida no es un Cabaret

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EL DESPOJO Pilar Ugarte

La caja aquella me daba grima. Mejor dicho, lo que contenía: un trozo de pierna. El cariño nos lleva a hacer cosas insospechadas, y yo me hice cargo del “regalito” por amor a mi marido. Le vi en el hospital tan impresionado, tan preocupado, que me ofrecí a quitarle de encima el muerto. El trozo muerto, más bien. Cuando salió el cirujano a comunicarnos que la amputación efectuada a mi suegro había ido bien y que qué queríamos hacer con el despojo, Pepe y yo nos miramos desconcertados, sin saber a qué se refería. ¿Para qué quiere nadie treinta centímetros de pierna gangrenada? Me pregunte yo y, por el gesto, di por hecho que él estaba pensando lo mismo. Querrán enterrarla, incinerarla… siguió el médico haciendo caso omiso de nuestro estupor. Es lo propio, añadió cargado de razón. O no vio nuestra mueca de repugnancia o no quiso verla, dio media vuelta y nos dejó plantados, boquiabiertos. Y sin darnos tiempo a reaccionar, apareció una enfermera con una bolsa de plástico en la mano; a pesar de estar sanguinolenta, se percibía claramente el contenido. Mi marido, ¡pobre Pepe! retrocedió, pálido, y balbuceó: no puedo. No puedo. Yo, con la sangre… La enfermera se hartó de sostener la bolsa y la dejó, sin miramientos, a nuestro lado, en el suelo; ambos nos retiramos unos pasos, observándola de reojo como si fuese una granada de mano sin espoleta, y seguimos andando haciéndonos los despistados. No nos sirvió la treta. La maldita enfermera, que estoy segura que se quedó espiando, nos alcanzó. Se olvidan esto, dijo con cara de “a mi me la van a dar”. Alargué la mano, obsequiando a la entrometida con una mirada de odio, y me hice cargo del paquete. -No te apures, cariño- tranquilicé a mi marido- Yo lo solucionaré. Después de decirlo me habría abofeteado. Debí morderme la lengua antes de hablar, no sólo por la carnaza en sí, también por el escaso afecto que le guardo a mi suegro, un déspota que hizo todo lo que estuvo en su mano, en su bocaza, para que Pepe me dejase, y que le amargó la vida a su propia mujer hasta el día que murió; la infeliz se fue al otro barrio para descansar de él, estoy segura. Pero así son las cosas: a lo hecho, pecho. Salimos del Gregorio Marañón, mi marido se marchó a trabajar y yo, decidida a solucionarlo, fui al tanatorio de la M·30 para informarme discretamente fingiendo ser un familiar de un familiar… Bueno, un rollo. Resultó que pedían una cantidad escandalosa por el servicio. Lo descarté de inmediato, el cerdo de mi suegro no merecía que gastásemos un duro en él; es un roñoso y jamás nos ayudó cuando estábamos apurados.

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En vista del fracaso de las pompas fúnebres, en una tienda de chinos en la calle de Alcalá compré una caja, bastante inapropiada por cierto, pues estaba decorada con corazoncitos, flores y lazos de todos los colores del arco iris y, para colmo, rematada por una escarapela tan grande como una escarola y con sus mismos tonos chillones, pero al menos tenía las medidas adecuadas. Con la caja me llevé unos guantes de goma y un paquete de papel de aluminio. Seguí Alcalá hasta desembocar en una zona semi despoblada sin apenas coches ni casas, más que unos chalet adosados en construcción. Un grupo de adolescentes se entretenía pisoteando una explanada de cemento sin terminar de fraguar; las huellas del calzado se quedaban marcadas, y sus risotadas se perdían entre los muros de las obras. Me desinteresé de los gamberros y no esperé a más: en el maletero del coche envolví la pierna y la metí en su psicodélico ataúd. Lo hice a ciegas, aguantando las arcadas que me subían a la boca y amenazaban con ahogarme. Para reponerme y lavarme las manos entré en un bar, bastante cutre, pero el único que encontré por las inmediaciones. En las mesas, de formica marrón y mates del uso que no del estropajo, unos viejos jugaban al dominó y otros clientes, más jóvenes, charlaban trasegaban vino o cerveza; todos me miraron como si fuese de otro mundo. Y realmente debía parecerlo: pálida y desencajada, violenta al encontrarme entre gente de especto poco fiable. Se me atragantó el zumo cavilando en qué hacer con la pierna: tirarla a un contenedor, enterrarla en un lugar apartado y solitario… quizá en la obra… Ninguna de las opciones terminaba de cuadrarme. Descorazonada, caminé de regreso al coche. ¡El coche! Grité al doblar la esquina donde lo había aparcado. Había desaparecido, también los chavales. Hasta donde alcanzaba la vista estaba desierto. En la acera la caja abierta y el despojo desenvuelto, acusador y repugnante, con la nota que los chorizos dejaron escrita groseramente: zorra asquerosa, cacho sádica. Me senté en la acera y me eché a llorar. Desolada, pasé un rato sin saber qué hacer, desbordada por la situación; cuando reaccioné el sol estaba bajo y temí que, para colmo, la noche me sorprendiera en aquellos parajes perdidos y deshabitados. Comencé a andar, casi a correr, rezando para llegar a la civilización. La caja me entorpecía en la huída, pesaba más de lo que había calculado. Normal; mi suegro era como una losa, igual de duro, de cargante. Por su culpa me encontraba como me encontraba, hasta troceado seguía amargándome la vida, el muy perro. Alcancé a ver unos edificios; “Polígono Industrial”, anunciaba un cartelón a la entrada. Las naves estaban cerradas, pero a la puerta de cada negocio grandes contenedores almacenaban la basura diaria en espera de ser recogida. En el silencio, escuché el inconfundible sonido del camión trajinando con los cubos: arrancaba, volvía a vaciar otros y la trituradora se encargaba de ellos. No lo dudé más, saqué la pierna putrefacta y la metí en una bolsa de desperdicios, la anudé bien apretada y esperé hasta ver cómo desaparecía engullida por los rodillos del camión. Suspiré aliviada, sin pena ni mala conciencia. Un poco más adelante me deshice del improvisado y colorista ataúd. Apreté el paso hasta alcanzar una zona concurrida, llamé al servicio de taxi y pedí uno. Mientras esperaba a que llegase, puse en conocimiento de la policía la desaparición del coche. ¿Y mi marido? Nada. No le diría nada de la maldita pierna; conociéndole, tampoco él iba a preguntar… FIN

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ESTAMOS Lui Antonioli Llevamos la tira de tiempo juntos y aquí estamos todavía, uno al lado del otro sin ningún problema. Tanto como eso, no diría yo, porque el Vicente a veces es un pesado de mucho cuidado, y yo lo aguanto porque sí, porque ya me acostumbré y qué le vamos a hacer, la vida nos juntó y bueno, ahí vamos. Claro que a mi me gustaba más el Jacinto, pero con los padres no se discute y con el Vicente me casaron. Yo no sabía eso de estar con un hombre y mi Vicente tampoco sabía lo que era estar con una moza, así que pasó mucho tiempo antes de que entendiéramos eso de estar juntos en una cama sin saber que hacer más que dormir. En fin que a fuerza de estar uno al lado del otro, comenzamos a sentir cositas, que si nos tocábamos y eso, y bueno, cómo diría yo, que al fin nos juntamos de verdad. De allí nacieron luego el Juan, la Felisa, el Ceferino, la María y por último, después de muchos años: la Azucena. Esa fue nuestra flor más preciosa. La más bonita del pueblo, la alegría de la casa y de todos los vecinos. La felicidad se le salía por todo el cuerpo, era un gusto verla crecer y hacerse señorita. Porque una señorita era. No cómo sus hermanos que a fuerza de ayudar al padre en el campo, medio brutos se volvieron. La Felisa, pobre, con el carpintero la casamos y allá está por fin, descansando del campo, y la María con el tabernero parece que se acomodó y ahí siguen con con los parroquianos del pueblo. El Juan se fue a la milicia. Y nunca más supimos de él hasta que nos llegó una carta desde las Américas. ¿Qué se le habrá perdido allí? El Ceferino con nosotros se quedó y aquí trajo a una moza bastante fuerte y trabajadora, del pueblo de aquí al lado, y entre los dos ayudan al Vicente con las labores del campo. Yo, qué les puedo decir, primero ayudé con lo que pude, y después con los críos fue casi imposible, entre mandarlos a la escuela, entre vestirlos y darles de comer… mucho tiempo no tenía para acompañar al Vicente en la faena. Y después llegó Azucena. Le pusimos un nombre de flor porqué nació sonriendo y no llorando como los otros, porqué era blanca, blanca y perfumada. La quisimos tanto desde que la vimos que no pudimos dejar nunca de quererla. Bueno, aquí estamos con el Vicente, juntos, él no quiere decir nada, él sólo me escucha y asiente, deja que sea yo la que cuente la historia, él sabe que los dos sentimos lo mismo, y lo estamos sufriendo juntos. Entonces, llegó al pueblo un chico de la ciudad, que para hacer fotos del pueblo para una revista, así dijo, y bueno, que en cuánto vio a la Azucena, se encaprichó con ella y comenzó a sacarle fotos a diestra y siniestra, que si en casa, que si en la calle, que si en el monte . Había fotos de la Azucena por todas partes… y claro, al final se la llevó a la ciudad. Primero nos mandaron una revista que tenía fotos de nuestra hija, luego una carta que decía que se iban a la capital y después, bueno después no supimos más nada. Todo el mundo preguntaba por la Azucena y nosotros les decíamos que estaba en la capital y que se había casado con el chico de las fotografías, y que estaban muy bien y eran muy felices. Pero la verdad era que no sabíamos nada de ellos.

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Un día llegó la María toda nerviosa a contarnos que un viajante al ver una de las fotos que había en el bar de la Azucena, dijo que él la conocía. Y ahí frente a los parroquianos se puso a contar dónde la había conocido, que había estado con ella en una casa donde había muchas otras chicas de vida bastante ligera y que era muy bonita y muy dulce y cariñosa. María lo echó del bar diciendo que era un embustero y un pervertido, pero claro, los parroquianos comenzaron a murmurar y las voces se esparcieron por todo el pueblo. Así que decidimos que Ceferino se fuera a ver si conseguía ver a su hermana y así enterarse bien de lo que estaba pasando con Azucena. Al cabo de una semana Ceferino vino con las esperadas noticias. Azucena estaba muy bien, era feliz y vivía en una casa muy grande con su marido y que no tenía hijos, pero sí mucho trabajo en la tienda y por eso no podía ir a visitarlos pero que lo haría lo antes posible. Todo el pueblo lo supo y el viajante pasó por ser un gran mentiroso, ya que, a quién iban a creer, ¿a un extraño o al Ceferino que conocían de toda la vida? El Vicente y yo en cambio, siempre supimos que había dicho la verdad, pero no se lo diremos a la Azucena cuando nos venga a visitar.

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¡QUÉ CABEZA! -He perdido la cabeza! El grito se oyó en todo el recinto. El personaje que lo había lanzado, vestido estilo isabelino, se paseaba arriba y abajo del salón. -¡Abuela, el abuelo ha perdido la cabeza! Isabela, la aludida, bajó del cuadro sacudiéndose la vestimenta. -¡Este hombre va a acabar con mi paciencia! Total para lo que le vale la cabeza... -Buscar a Satán rápido, ya casi es la hora. Al momento apareció un gran mastín color canela, con la famosa cabeza en la boca. El descabezado se acerca al animal y le ordena: -¡Dámela, estúpido chucho! -¡Ya es la hora, cada uno a sus puestos! En ese momento se abre la puerta del salón y se escucha la voz del guía: -Ahora vamos a visitar la galería de retratos de la familia.

CARMEN ARRANZ CASTRO

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MÚSICOS Antes de casarme con Pablo ya sabía que los músicos tienen que ensayar casi continuamente, para dominar el instrumento y sacarle maravillosos sonidos. Pero al cabo de tres años de ensayos por la mañana, por la tarde y por la noche, sin descansar ni los domingos, estaba más que harta de oirle, porque lo mas desconcertante de todo es que Pablo es árbitro de fútbol.

CARMEN ARRANZ CASTRO

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NEPENTHES PHILLIPPINENSIS

F.J.Fayerman La viuda Ubalinda era feliz en el campo, sólo acompañada de sus gatos y sus perros. Vivía en una casa de tejas rojas gastadas por la lluvia y rematada por una chimenea de ladrillos requemados, que dominaba desde lo alto un frondoso jardín. No disponía de teléfono y estaba situada a diez kilómetros del pueblo más cercano La vieja Ubalinda, eterna enamorada de las flores, tenía plantados en la entrada de la finca, varios rosales de las variedades Rambler, de tallos largos y flexibles híbridos de té, de gran altura y fragancia incomparable y trepadores, que crecían enredándose en unas estructuras metálicas con forma de arco. Todo el perímetro del jardín estaba protegido por un seto de Aligustre del Japón, arbusto de hojas con manchas amarillas y copa espesa. En los macizos centrales dominaban las Hortensias, las Abelias, los Cipreses y los geranios, éstos de nueve variedades y colores diferentes; lo que lo convertía en un paraíso de fragancia y color. En la casa, multitud de plantas de interior decoraban los salones. Unos grandes ventanales proveían de la luz necesaria para vivir. Desde Ibiscus, que pasaban el invierno en el interior, hasta Prímulas y Orquídeas blancas, florecían por doquier en jardineras y floreros. Ubalinda ocupaba casi todo su tiempo al cuidado de las flores, regando, abonando y podando con amor cada rama y cuando terminaba de atenderlas mantenía una conversación con ellas y les refería sus anhelos y secretos. El cartero solo llamó una vez antes de que la vieja jardinera, con su perenne sonrisa abriera la puerta de la casa de par en par. El funcionario le entregó una pequeña caja de madera con una etiqueta en la que se leía: Destinatario Ubalinda Carranza de Reneses. Remitente: Doroteo Reneses. Manila, Filipinas. Ubalinda se apresuró a abrir la caja y extrajo de ella un envase de cristal que contenía semillas. En el fondo del paquete una carta de su hijo le informaba que eran simientes de Nepenthes phillippinensis, una planta carnívora recién descubierta en Filipinas. Asimismo le decía cómo debía cuidarla, ya que esta variedad requería una esmerada atención. Junto a unas fotos de sus dos hijos pequeños, Doroteo enviaba otra de la Nepenthes en la que mostraba una gama de tonalidades verdes y rojas, que cautivó a la abuela. Pensó en plantarla en una maceta del salón, pero después creyó que con su colorido podría alegrar también algunos rincones del jardín. Metió las semillas en el frigorífico durante tres meses y pasado ese tiempo sembró algunas de ellas en ocho lugares de la parcela; y, además en la maceta grande que compró para ello. La colocó debajo de la claraboya del salón y la regó con agua destilada, tal y como indicaban las instrucciones. Y esperó.

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Quince días después las Nepenthes empezaron a germinar y a las cuatro semanas ya se habían convertido en pequeñas plantas de un verde intenso. El fértil terreno del jardín favorecía de una manera extraordinaria el crecimiento de la planta, acostumbrada a tierras poco nutritivas. Durante los meses siguientes, la viuda Ubalinda cuidó con exquisito mimo a sus nuevas compañeras, proporcionándoles una vez al mes moscas, arañas y otros insectos que eran deglutidos por éstas mientras crecían felices a los ojos de su dueña. Pronto ganaron en altura a las vecinas Hortensias y Alhelíes y sus receptáculos encarnados parecían demandar cada vez mayor cantidad de comida. Ubalinda colocó algunos cepos en el sótano de la casa y varios ratoncillos fueron a parar a las fauces de las plantas. Los pedúnculos que sostenían las bocas carnívoras también fueron creciendo y en poco tiempo alcanzaron más de tres metros de largo y ante la desesperación de Ubalinda acabaron con las flores que les rodeaban y poco a poco convirtieron en pitanza a los gatos y posteriormente a los perros, apresándolos y descuartizándolos cuando paseaban por el jardín. La planta del salón, al desarrollarse en suelo más limitado, creció menos, y se conformó con devorar insectos; sin embargo sus pedúnculos alcanzaron una gran longitud, por lo que Ubalinda tuvo que ir cerrando las puertas de toda la casa para evitar que la planta husmeara por ella. Ubalinda intentó deshacerse de ellas, pero éstas ya no le permitían acercarse si no llevaba comida en sus manos. La vieja Ubalinda pensó en dejar de regarlas y alimentarlas, presumiendo que con ello se irían debilitando y morirían en poco tiempo. Pero aquello era superior a sus fuerzas y solo de pensar en que una planta, fuera la que fuera, pudiera estar sufriendo le hizo a rechazar la idea y a comprar conejos, roedores y otros pequeños animales para seguir dándoles de comer. Seis meses después se quedó sin dinero. La pensión no le alcanzaba para mantener a sus nueve huéspedes y entonces no tuvo más remedio que dejar de alimentarlas. Y una semana más tarde la Nepenthes del salón le atacó. En el primer embate perdió dos dedos de la mano derecha, pero consiguió zafarse. Cuando intentó huir de la casa, las plantas carnívoras del jardín se lo impidieron y tuvo que refugiarse en el interior. Una por una, como buitres luchando por la carroña la fueron desmembrando, hasta que no quedaron más que sus huesos. Transcurridos sesenta días, las Nepenthes murieron. Después de varias visitas sin respuesta, el cartero informó a la policía y ésta se acercó al domicilio de Ubalinda, encontrando sus restos esparcidos por el salón y el jardín. Inmediatamente, la policía contactó con Doroteo y le comunicó el fallecimiento de su madre. Entonces, decidió regresar a la casa materna con su familia. Al llegar a la finca encontró todas las plantas secas y muertas. Los restos de su madre habían sido incinerados y nadie entendía cómo su cuerpo podía haberse reducido a un montón de huesos, en tan poco tiempo. Doroteo, su esposa Lizalina y los niños se quedaron a vivir en la casa y con el dinero que trajeron de Filipinas arreglaron los desperfectos. Replantaron nuevamente el jardín, tal como habían visto en las fotografías que recibieron de Ubalinda y también como homenaje a ella. Una semana después, Doroteo regresó a Manila, para cerrar la venta de la antigua casa y resolver algunos asuntos que dejó pendientes allí. Al día siguiente, mientras Lizalina limpiaba el frigorífico, reparó en un frasco olvidado al fondo del estante superior. La etiqueta decía: Nepenthes phillippinensis . Llamó a los niños y los tres salieron al jardín en busca de un buen lugar donde sembrarlas.

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La paella del domingo

- Estoy bien con la blusa- piensa Lina mientras se mira en el espejo. Se detiene en las venillas rojas de los pómulos y en los labios finos. El traje le queda como un guante, alquilarlo un día no cuesta tanto, es mejor que andar pidiendo prestado, los zapatos me aprietan, pero no tengo otros –me aguantaré o buscaré una silla- se dice. Toda la familia va a estar en la famosa “paella del domingo”, es una oportunidad, hay que caer bien a los padres de Luís, seguro tienen mucha clase y dinerito. Lina suspira y se rocía colonia por el cuello ¿de qué podré hablar?, no sé, me envaro con estas cosas, nada de política, si me dan la oportunidad puedo hablar de lo mío, pero hay que tener cuidado, no crean que soy una listilla, los que creen que lo saben todo caen fatal, pero quiero que vean que soy alguien especial. Después de un toque de fijador para disimular un claro en el cogote el timbre empezó a sonar insistentemente –si ¿quién es?- preguntó -el cartero, tiene una carta certificadadijo un hombre apresuradamente. Apretó el botón del telefonillo y fue corriendo a mirar el calendario de la cocina. Las lágrimas asomaron a sus ojos.

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“LA VIDA NO ES UN CABARET” Iñaki Ferreras

¡ Ese día, Tere Moto estaba de suerte! Llevaba varios meses sin que le saliera nada interesante y, súbitamente, le llamó su agente, a las siete de la madrugada, desde el club nocturno más canalla de la ciudad, para comunicarle, un tanto beodo, haber conocido a un empresario del mundo del “show business” que deseaba contratarla para un importante evento. Ella, que como buen travestí que es se sabe de pe a pa todas las historias de los superficiales y vaporosos contactos nocturnos, no se creyó ni una palabra de Paquiño, un agente de pacotilla que lo máximo que la había conseguido, hasta el momento, en sus diez años de relación profesional habían sido tres apariciones en otros tantos programas del corazón para contar que le había practicado varias felaciones a Jesulín de Ubrique y que el torero -al que, otrora, le habían salido más novias que al Archiduque de Austriasufría, además, de impotencia sexual crónica. Todo, claro está, para formar un bulo como tantos otros de este estilo, premeditadamente inventado con el único fin de ganar un dinero sucio y rápido. De modo que Tere colgó el teléfono sin más dilaciones y volvió a la cama sin haber dado crédito a la noticia. Pero resultó ser sorpresivamente cierta porque, al cabo de un rato, Paquiño apareció en el patio de la corrala de la artista con el susodicho empresario aporreando su puerta. El artista les abrió de mala gana y, al verles tambaleándose y fumando sendos puros, pegó un aullido a dúo con el de su caniche enano Marilín, que tenía por costumbre acompañarle siempre al alimón en los momentos de histeria para que se buenamente cumpliera el refrán “Dime con quién andas...” ¿Se puede saber qué diantres os trae por aquí, armándome este escándalo, a estas horas de la madrugada?-Dijo notablemente enfadado. No te sulfures, bonita, que tú las has armado mucho peores. Recuerda, por ejemplo, cuando te caíste por la escalera por lo borracha que ibas aquella noche de la orgía y se te clavó un tacón en el cuello- Contestó Paquiño impertinentemente fuera de sí y mirando al empresario, que no se tenía en pie. Tere se ofendió en un grado máximo y dio un sonoro portazo que hizo resquebrajarse una de las vigas de madera que soporta el piso superior del edificio. Pero los dos amigos volvieron a insistir, ahora dando patadas cada vez más contundentes y Marilín comenzó a arañar la puerta presa de una nerviosa feroz rabia, a la vez que ladraba tan entrecortadamente que, de repente, se atragantó y su ama tuvo que darle el biberón para perros, con la mala fortuna de que en vez de introducir leche, con eligió whisky. La puerta seguía siendo atacada y, finalmente, cuando la perrita tomó su dosis y comenzó a bailar fruto del alcohol de 40º que había ingerido, el travestí –que nunca se quitaba el eterno disfraz de Lana Turner-, volvió a abrir fumando uno de los antiguos y elegantes cigarrillos More en pipa larga y poniendo cara de mujer fatal asesina. ¡U os largáis u llamo a la pasma, becerros!

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Al empresario –que respondía al nombre de Francis- le hizo tanta gracia dicha pose, que no pudo reprimir lanzar una carcajada, al tiempo que su esfínter se relajó y la acompañó con una pequeña ventosidad del tipo puff, puff, que inundó todo el patio. El hedor resultó ser tan fuerte, que una serie de vecinos salieron escandalizados a ver qué estaba ocurriendo y no tuvieron más remedio que llamar a los bomberos porque pensaban que se había producido un incendio. Al verles aparecer, Tere les calmó de inmediato, explicándoles que se trababa de una falsa alarma. Para no llamar más la atención sobre los ya molestos vecinos, el travesti invitó a pasar a su casa a los dos borrachos y les ayudó como pudo a sentarse en el sofá de la salita de estar. El empresario, que ya se había olvidado de si era persona o planta, tuvo la mala pata de ir a parar encima de Marilín, que daba tumbos sobre un cojín fucsia con ribetes dorados. Tanto se resintió la perra, que le propinó un severo mordisco en el muslo izquierdo y a Francis se le clareó la mente del puro dolor. De este modo, se vio en condiciones de hablarle a Tere de lo que le había ido a proponer y, felizmente, la fiesta acabó en paz. Al final, parecía que el negro pasado, presente y futuro de Tere Moto daría un feliz vuelco. El empresario amigo de su manager le propuso preparar un espectáculo completo para una convención de su compañía con más de ciento veinte comensales; había mucho dinero de por medio. El travestí no lo dudó una milésima de segundo y aceptó. El tendría que idear el guión, elegir la escenografía, el vestuario y los músicos. En definitiva, hacerse cargo de todo el montaje. Y, además, Paquiño se llevaría una comisión más baja de lo normal: lo hacía por amistad aunque, en el fondo, Tere sabía que le debía un favor desde que le había descubierto engañando a su novio con otro y ella había mirado hacia otro lado por discreción. De modo que la artista se puso manos a la obra. Tenía un mes de plazo y no sabía por dónde comenzar los ensayos. Su ya crónico estado nervioso se multiplicó por diez y transmitió esas vibraciones tan encendidas a Marilín, que comenzó sufrir una creciente ansiedad y a hacerse pipí y caquitas por todos los rincones del diminuto apartamento de 18 metros cuadrados. A Tere eso le sacó de quicio y acabó por alquilar la perra a una vecina vieja y sola que necesitaba de compañía desesperadamente, hasta que hubiera terminado el espectáculo. Por suerte, la anciana y Marilín hicieron buenas migas. Tere había vuelvo a ser feliz. Era lo que siempre había deseado, ser una reconocida artista de cabaret. Empezó los trabajos con canciones de Judy Garland y de su hija, Liza Minnelli con la puerta de su casa abierta, pues hacía buen tiempo y no soportaba la claustrofobia de su minúsculo cubículo. Ensayaba mañana y tarde, con la música en playback a todo volumen y los vecinos volvieron a molestarse. Como no se atrevían a llamarla la atención a la cara porque, en el fondo, les daba pena. El problema es que hubiera necesitado un profesor de canto porque la entonación no era su fuerte pero como tampoco tenía buen oído, no se enteraba de sus disgresiones musicales. Los días pasaron, Tere progresaba y Marilín seguía contenta con la vieja. Llegó el día D y Tere estaba echa un manojo de nervios. Marilín volvió con su amo pero, ahora, le exigió más atención que nunca porque la viejecita la había tratado a papo de rey. Por eso, la Lana Turner venida a menos pensó que para que el can no se sintiera abandonado en su propia casa, le incluiría en su espectáculo.

El recinto hotelero estaba lleno comensales cincuentones, todos ellos gays y empresarios, que no paraban de bromear. La fiesta estaba asegurada. Tere Moto llegó bastante descolocada: los nervios la habían obligado a tomarse varios vodkas para poder soportar el alto listón que le habían puesto. Además, el público al completo la conocía de sus múltiples y exitosas actuaciones en los bares de Chueca, cuando era más joven y sus nalgas estaban más turgentes.

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Respiró, le dio un cachete a Marilín cogida del regazo para que cerrara el hocico, pues no dejaba de ladrar a modo de saludo a los presentes. El éxito de su primer número desafinando fue contundente. Luego, vinieron otros dos con más desafino y, paradójicamente, más aplausos. A medida que peor lo hacía, más gustaba, como si de la millonaria “cantante” americana Florence Foster Jenkins se tratara. Con la excitación, Marilín se hizo pipí; ella también percibía el inmenso cariño de los comensales hacia la artista y ahora, también hacia ella, en sus pinitos de perra cabaretera. Paquiño, que estaba entre bambalinas, no paraba de ajustarse los calzoncillos a modo de tic nervioso y aplaudía sin cesar, al tiempo que apuraba varios chupitos de orujo a la vez. Pero de repente, la tragedia se hizo carne y acampó entre todos. Las predicciones meteorológicas no fallaron: una tormenta huracanada se llevó por delante el techo de la carpa que el hotel había instalado para la ocasión y todo el sistema eléctrico acabó destrozado. Tere, que en esos momentos tenía el micrófono cerca de la boca, cantando su tema favorito, “¡No me dejes embarazada, que te hundo!”, sufrió una enorme descarga y tuvo que ser ingresada en Urgencias. En cuanto a Marilín, cayó fulminada por un rayo y murió. Algunos de los asistentes también tuvieron que ser hospitalizados y el representante cayó en una depresión profunda de la que tardaría años en salir.

Una tarde soleada del seco verano madrileño, estando Tere a punto de ser dada de alta en el hospital, apareció Paquiño cabizbajo a hacerle la visita de rigor. No quiero engañarte más- le dijo arrepentido. Pero si no me has engañado- respondió el travestí- Lo has intentado lo mejor posible. No, te engañe porque, si todo hubiera salido bien, yo me habría llevado un buen pellizco y tú, sin embargo, casi nada. ¡Qué sinvergüenza eres!- Espetó Tere sorprendida y con los ojos abiertos, ahora ya sin la ira de la que solía hacer gala en el pasado, en momentos similares. - Pero no te preocupes, nos ha salido mal por ser avariciosos. Ni tú merecías ganar por una traición ni yo tampoco merecía tener éxito por no estar preparada. Hay que ser humildes. Sí, pero es que llevamos toda la vida siéndolo- se quejó Paquiño. Pues, debemos aprender a ser felices con lo poco que tenemos. Es la clave de la vida. Y ambos se fundieron en un tierno abrazo, frente a la mirada de una enfermero vestido de enfermera que se limpió una lagrimita con una gasa de color rosa.

FIN

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Desnudo. Maribel Cartas

DI-VERSO

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I Vente, ven a buscarme, que he allanado un caminito por donde no corre el aire, un caminito de luna perfumado de azahares. Ven, amor, vente a buscarme que está tan dulce la tarde que vendrá lluvia de miel a dorar los naranjales. II Hoy me amaneció el día alborotado de espumas, porque encontré un beso tuyo acurrucado en mi nuca. III No le sienta a tu piel esa tristeza. Píntate con las luces de la dicha, que su rubor te alumbre la mejilla, que su brillo te anule la pereza. No le sienta, mi amor, esa tristeza al feliz alboroto de tu risa, que no pueda la pena abrir rendijas, que los grises no tiñan tu belleza. Despierta, arrincona las heridas. Achica del diluvio la crecida, que vuelvan las estrellas a tus ojos. Aguanta del dolor la acometida. No pierdas tiempo, apuesta por la vida bebida a grandes tragos, sin sonrojos. Cruz Cartas

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Ejercicio número uno Penando mis penas, con mucha pena. Alegrando mis alegrías, con mucha alegría. Amando mis amores, con mucho amor. HE DEJADO DE QUERERTE CON GRAN DOLOR. Asombrando la vida con gestos y afanes Descubriendo sentidos casi olvidados Intuyendo rostros detrás de los cristales HE COMPRENDIDO QUE YA TODO HA ACABADO. Ansiando mis ansias, con mucha ansiedad. Esperando mis esperas, con mucha esperanza. Deseando mis deseos, con mucho deseo. HE TERMINADO POR ENTERRAR TODA MI ILUSIÓN. Lui Antonioli.

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VENTANA ABIERTA

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Germán Sánchez Espeso, escritor “Escribir es una neurosis obsesiva bien administrada” El reconocido escritor Germán Sánchez Espeso (premio Nadal por “Narciso” y también conocido por “En las alas de las mariposas”) habla, en esta entrevista, de las claves para una nueva novela y de lo que según él, un buen escritor de novelas ha de conocer el final, desde el principio.

TAF recibió, recientemente, la visita del reconocido escritor Germán Sánchez Espeso (“Narciso”, Premio Nadal 1979; “En las alas de las mariposas”, Premio Internacional de Novela Plaza y Janés 1985, “New York Shitty”), dentro de las sesiones especiales que la asociación organiza para conocer la obra y, de alguna forma, adentrarse en la técnica de profesionales del mundo de la escritura con el objetivo de aprender y transmitir estos conocimientos a sus seguidores. PREGUNTA.- ¿Qué es un libro? RESPUESTA.- Un libro es como un mensaje en una botella. Los demás siempre saben más de la literatura de uno que uno mismo. Si escribo es por necesidad. Es una neurosis obsesiva pero una neurosis bien administrada es una fuente de felicidad, como es mi caso. Uno no elige a la literatura, sino que ella es la que nos elige a nosotros. P.- ¿Qué consejos daría a un escritor incipiente? R.- Hay que escribir, desde el primer momento, aquello que se nos ocurra y sin esperar nada a cambio. Siempre, debemos llevar un bolígrafo y una libreta para tomar notas de todo aquello que nos parezca interesante. Lo más aconsejable es comenzar siendo humildes y receptivos a cualquier idea. Una idea que, por otro lado, puede ser sencilla, como un aroma, una vista, etc., según él. El mal del principiante es hacer novelas complicadas porque piensa que es lo más profundo pero esto significa caer en un error. Lo más importante en una historia es cuando ésta es nítida y transparente. P.- Hay algunos escritores sibaritas en el uso del lenguaje. Usted no parece de esa escuela… R.- Yo tengo a gala usar todas las palabras del diccionario. Hay que atreverse con la lengua; no nos podemos autocensurar.

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Concepción de una novela P.- ¿Cómo concibe una nueva historia? R.- La historia en sí misma no tiene un valor fundamental pero sí lo tiene la estructura: un arranque intrigante; un interés creciente; y un final sorprendente. El final es lo que ha de otorgar un valor a la historia. Lo que tenemos que escribir ha de tener las características de lo humano, lo que significa que tiene que tener un interés porque una historia tiene que captar la atención del lector. P.- ¿Cómo ha de comenzarse una novela? R.- Por el final. El escritor ha de saber adónde va la historia que está contando. Lo más adecuado es dotarle a la historia de dos finales, incluso, de tres. Es para que el lector se sorprenda de que, cuando crea que ha llegado el final, se le ofrece otro y, de este modo, el premio es la sorpresa definitiva. Exigencias Como ocurre en cualquier profesión, la del escritor no es fácil. Implica sentarse delante de un folio o del ordenador horas y horas para obtener, en numerosas ocasiones, un material no válido. Por eso, el escritor ha de tener una cierta exigencia sobre lo que hace, un poco de vocación por el trabajo bien hecho, según él. “No seamos facilones”, reclama el novelista El relato está de moda aunque muchos escritores de novelas aún lo consideren un género literario inferior. Otros, sin embargo, aplican las mismas técnicas novelísticas a los relatos, sean éstos cortos o no. P.- ¿Son aplicables las reglas de la novela al relato? R.- No. Los grandes relatos siempre están muy estructurados y contienen un final altamente elaborado ya que todo está en función del final. P.- ¿Y el desarrollo, cómo debe estructurarse? R.- Cuando yo tengo una idea, hay muchas formas de contarla. Tenemos que elegir el mejor vehículo para nuestra historia. También hemos de elegir el tono adecuado: frases cortas, humor, monólogos interiores…depende de lo que estemos contando y cómo queramos hacerlo. P.- Hay escritores que alargan excesivamente las historias… R.- Yo soy de la opinión que todo lo que no suma, resta. Cualquier elemento que no aporta nada nuevo a la historia tiene que ser eliminado, pues no sirve. Por una metedura de pata, en este sentido, el relato en cuestión puede desmontarse, por muy bien relatado que esté. Cada párrafo debe tener un fin y, por lo tanto, hacer avanzar la historia. Digo relato como digo novela.

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P.- ¿Las grandes historias nacen de la experiencia personal del escritor? R.- No. Muchos escritores no viajaron ni tuvieron vidas intensas y, sin embargo, nos han dejado un legado sumamente interesante. Lo que importa es tener imaginación y ser muy constante en el hecho de la escritura. Iñaki Ferreras

SUMARIOS: - Para Germán Sánchez Espeso la estructura tiene que tener un arranque intrigante; un interés creciente y un final sorprendente. - “El mal del principiante es hacer novelas complicadas porque piensa que es lo más profundo”. - “Los grandes relatos siempre están muy estructurados”.

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Libros: Donna Leon. Es una escritora norteamericana afincada en Venecia. Escribe novelas policiacas. Su comisario Guido Brunetti, típico veneciano, resuelve los casos variopintos que surgen en la ciudad de los canales. Sus relatos son amenos y si la lees con un plano de la ciudad, puedes hacer un recorrido magnífico por ella con sus "vaporettos" y además, te sorprende siempre con alguna receta culinaria italiana, recomendándote el vino con el que debes acompañarla ¿Se puede pedir más?Los últimos títulos que he leído son "Muerte en La Fenice" y "Malas artes". Espero os animeis a su lectura. CARMEN ARRANZ CASTRO

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Desde Rio Gallegos (Argentina) Carlos Pablo Lorenzo, director de la revista digital “Papirando”, nos envía esta crítica que saldrá publicada en el número del mes de febrero.

Los disparadores dispares Crítica a “Ocho por diez” del Colectivo Literario Tirarse al Folio © C. Pablo Lorenzo En una edición cuidada y con disparadores fotográficos como inicio para una serie de historias que forman este registro pluralista del que hacer del Colectivo Literario Tirarse al Folio titulado “Ocho por diez”, saque la cuenta y tendrá el número de textos en los que podrá viajar bajo la idea rectora de una misma imagen, es decir que hay diez puntos en común pero, salvo excepciones no hay demasiadas coincidencias, una misma imagen es interpretada de forma diferente incluso si aciertan varios autores en enmarcarla dentro de un parámetro conceptual el desarrollo es disímil. Heterogéneo dice en la contraportada, y tal vez sea así si se lo lee desde la soledad de la imagen. También se puede tomar un camino diferente si se lee a los autores de forma particular como un conjunto de relatos propios, marcando diferencias, algo que ellos mismo se encargan de alimentar en cada uno de los estilos, haciendo uso de un individualismo sano, de un pensamiento que los identifica entre los otros, no obstante algo los une, son, según lo que reseña el libro, escritores que han formado parte de talleres municipales y que se han decidido armar su propio colectivo literario, en una actitud de diferenciación bastante rica en cuanto a las posibilidades de agruparse según puntos en común, de ahí en más han tenido una publicación anterior “Encuentros en la Parisiena” y una revista literaria que maneja Graziela Ugarte (¡¡TAF!!) que he tenido la posibilidad de leer, como también visitar el blog donde se pueden encontrar textos de buena factura y más información sobre el colectivo. Difícil es ponerlos a todos en una bolsa, pero es evidente que hay algunas cosas que los unen pues en principio todos escriben narrativa, un cuidadoso uso de la palabra, forman parte de una comunión de gente adulta con experiencia que intenta mediante la literatura acercar o liberar ciertas inquietudes a través de las letras, y se puede discernir que tienen un respetuoso trato con el otro porque sino no harían la cantidad de actividades que hacen en conjunto. Durante una década he sido coordinador de talleres literarios y desde ahí han salido dos o tres grupos o colectivos literarios que se forman de una manera espontánea, por intereses comunes, diferenciadores, y en todos ellos se alberga un profundo respeto por escuchar al otro algo que parece perderse en estos días, es en esta comunión de autores, en esta especie de isla que se crea, en el entrecruzamiento de sus diferencias donde se amasa la literatura del futuro, es en ellos donde la semilla de la trascendencia del momento que nos toca vivir es expuesta por intermedio de textos dejando la marca de un paso con huella, un muestrario de la época, es ahí donde radica la importancia literaria como grupo más allá de que cada uno se luzca individualmente con menor o mayor éxito. Mi otra lectura es la individualización de los estilos, algo que debo hacer para poder dar un poco de orden al carácter multiplicador que tiene esta edición, he de separarlos, individualizar a los autores para sentirme más cómodo, no obstante he dado mi parecer con respecto a esta obra en conjunto y en general el contenido de forma unificada se distingue cierto rescate de voces y tradiciones españolas por un lado y el laboratorio literario por el otro, es decir lo meramente ficcional.

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Esto a grandes rasgos, ahondaremos un poco más de forma particular. Si alguien es claramente distinguible en este libro es Alejandro de Diego con sus crónicas de Llasguicebo, Segovia, un lugar inexistente y a la vez tan real como la España misma, es una parte de todos los pueblos españoles de tierra adentro, curioso esfuerzos que hace el autor para siempre caer en Llasguicebo, ya se sabe a donde va a ir a parar sin embargo te saca una sonrisa y nos retrotrae en tiempo a costumbres, rimas, juegos, canciones, etc… haciendo un verdadero rescate cultural que si no se perderían, es la victoria del pueblo sobre la globalización, incluso una foto de una pirámide egipcia lo lleva al pueblo, usted se preguntará ¿cómo hace el autor para de una imagen así llevarlo a un pueblo español y sus tradiciones?… bueno, no le adelantaré nada. Los microcuentos están bien representados por Begoña de Antonio, son historias pequeñas pero efectivas, una de las más fuertes donde se toca el tema del abuso infantil: “El gran árbol” al leerla te deja cierto grado de furia y alivio, es una escritora muy personal que elige no excederse, por ejemplo con un solo párrafo te cuenta un policial en “La gran pirámide”, en general sus textos están escritos en primera persona y cuando lo hace en tercera, lo intimista no se pierde a pesar de la brevedad. Lo fantástico y el humor es la característica principal de Carmen Arranz, aún me queda dando vuelta un cuento poco común de caperucita cuyo disparador fue la foto de tres cerdos (lo tituló: “Caperucita y los trillizos”), otro de una primer relación especial, y dos cuentos de herencias donde el final es poco común e irónico, tiene un buen manejo de lo creativo, mucha idea, y usa la estructura del cuento clásico de impacto final, bastante efectivo. Hay cierta nostalgia que ronda la mayoría de los cuentos de Cruz Cartas “Seda”, “Los mapas de Paula”, “Anclados”, etc…pero “Un Sorolla vivo” y “Al otro lado del mar” están fuera de ese marco, entran más bien dentro de la categoría de textos diferentes, raros, esos que se encuentran muy de vez en cuando, que resultan satisfactorios y atrayentes al leerlos por el manejo de un imaginario especial. Un par de perlas oscuras. De Graziela E. Ugarte se hace evidente su fineza estética y un misticismo temático especial que esta inmerso en “Con otra mirada” el título es una buena definición para el carácter positivo de todos sus textos, prevalece en este cuento una contraposición evidente entre la vida tal como es y la posibilidad de verla de una manera más rica, incluso el vaticinio que despierta la imagen de la pirámide, pero uno de los mejores textos de esta autora, a mi parecer, es el que produce un eco de “El principito”, el cual tituló “Mor” relato que irrumpe con fuerza más allá de lo literario, contagioso, un logro. Es bueno el contrapunto que propone Lui Antonioli desde su sencillez, toma la imagen de forma literal y permite una visión no compleja de la existencia, algo que se agradece entre tanto texto con fuertes ideas y planteamientos que obligan a discernimientos profundos, el mejor de sus textos, (siempre que digo esto es un planteamiento subjetivo, personal, un simple juicio como lector y debe ser tenido en cuenta sólo desde la opinión personal), se trata de “Verano” habla del carácter amable, deja una enseñanza que permite dilucidar algo que se ve en los otros cuentos de Lui, la parte que le toco en “Ocho por Diez” es el lado bueno de la vida.

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La universalidad de la obra de Pilar Ugarte se hace evidente por su elección de temáticas inteligentes y un formato de género que parece dominar, en conjunto es un muestrario de sutileza estilística en la que se me hace difícil despegar de un alto grado de empatía que me produce textos como “Volver” cargados de nostalgia con una visión abarcadora de dos mundos en uno. Una escritora con mucho oficio y talento indiscutible. Por último Theófilo Acedo hace un despliegue de un lenguaje rico en sustantivos, utiliza en todos sus textos voces en formato de diálogos dando un valor superlativo a la lengua, es un trabajo de rescate de rimas, dichos y refranes, por eso veremos abundancia de comillas que nos habla de una riqueza de hipertextos, mensajes que alimentan su creatividad, el mejor ejemplo es “El enigma” donde hay una batería de influencias y llamados a fuentes de lo más diversas, no solo de lo meramente español. En definitiva es un trabajo grupal para ser tenido en cuenta, para elegir a uno o varios autores para seguir su ruta, la mejor de la suerte para todos ellos en este mundo literario donde la publicación se hace esquiva y el reconocimiento suele tardar. Desde Madrid para el mundo, un buen muestrario de la creatividad, del gen humorístico y el talento literario español, un buen manejo de una de las lenguas más rica del planeta.

C. Pablo Lorenzo gestiona http://tallerliterariorg.blogspot.com

el

taller

literario

“La

nave

fue

y

volvió”

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ENCANTO Y DESENCANTO DE UN HOMBRE SIN GRACIA AUTOR: ANDRÉS PORTILLO EDITORIAL: ISLA DEL NAÚFRAGO

"Por aquel entonces yo era un hombre gris y sin gracia. Sin embargo, inesperadamente, la chica más guapa del baile se fijó en mí." Así comienza esta historia de pasiones y carencias, de mezquindades y miedos. Miedo a la soledad, al engaño, al abandono. El encanto y el desencanto de un hombre que, tras pasar media vida bajo la sombra protectora y absorbente de su madre, encuentra en la vitalidad explosiva de una joven veinte años menor, el camino que le llevará sin remedio a las puertas del caos. Escrita con agilidad y frescura, esta primera novela de Andrés Portillo descubre a un autor de lenguaje preciso, dotado con recursos narrativos capaces de atrapar al lector, desde la primera hasta la última página, en una trama de pequeñas tragedias salpicadas de humor, con la poesía justa y un gran conocimiento de la condición humana. ¡Ah! sólo puede adquirirse por internet en la página web de la editorial, que uno de sus objetivos es colaborar en un proyecto de alfabetización en América Latina y para ello destina el 25% de su beneficio editorial. http://www.isladelnaufrago.es.

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BLANCO, NEGRO Y OTRO COLOR Este libro es el nº 15 de la colección “Tinta Viva de relatos”, dirigida por Carmen Silva y editada por el Grupo Literario tinta Viva. En el aparecen relatos de Javier Bueno, Juan Calderón, Julia Gallo, Concha Gracia (May), Isabel Miguel, Carmen Silva, Joaquín Martínes y Alicia Wandermer. Todos ellos forman parte del Grupo Letarario de Cultural Telefónica de Madrid, posteriormente denominado Tintaviva. Bajo este título se agrupan un conjunto de relatos heterogéneos con una gran variedad de temas; a destacar que como introducción de los trabajos de cada autor, Isabel Miguel hace un pequeño poema que de forma sutíl y acertada da al lector una idea de los cuentos que se desgranan a continuación. Es un libro entretenido y ameno, de fácil lectura, con historias que en algunos casos pueden sorprender.

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TE LO CUENTO

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MANOLA “La zarzamora” Sucedió una vez en Llasguicebo, pueblo de la provincia de Segovia, que un hortelano dispuso terreno de su huerto para plantar zarzamoras. Pasados dos años de cuidarlas con mucho esmero, cuando llegó el tiempo de recolección, allá para finales de septiembre, aparecieron las primeras moras. Era Manola, una zarzamora enamorada de su fruta. Todos los días que podía saludaba al hortelano, porque éste no había dejado de regarla durante todo el verano. -¡Mira! –le dijo en una ocasión- ¿qué te parecen mis moras? -Que son muy hermosas –le contestó el labriego- con ellas haré mermelada para mi mujer. -Son las primeras que he conseguido pero tendré más. Observa esta rama de mi derecha y descubre la cantidad de flores que tengo. -Muy bien..., muy bien..., zarzamora. Veo que eres una buena planta y también muy generosa en tus productos. Vivía en aquel huerto Julián, un lagarto ocioso y temeroso, que siempre buscaba el risco más caliente para disfrutar del sol. Le gustaba pasear su pantalón largo de color verde y de una sola pernera, y curiosear lo que sucedía en el huerto subido en la piedra más alta. Desde su atalaya se enteró que Manola, la zarzamora, tenía una fruta muy exquisita y quiso ir a probarla. -Vengo a que me des una mora –le manifestó un día Julián a Manola. -¡Ni lo sueñes! –le respondió presurosa- mis moras son para mi horticultor. Él es quien me cuida y se las daré cuando maduren. -¡Qué tonta eres! ¿Te crees que no lo sé? –le observó Julián mientras intentaba alzarse para coger una. -Por cierto vecino reptil, ¿desde cuando comen moras los lagartos? –preguntó Manola. -Desde hoy mismo. Es un mero capricho que tengo y me apetece probar una. -Tú verás –dijo Manola-, aunque mi consejo es que no lo intentes. A mi dueño, el señor hortelano, le he oído decir alguna vez que “Cada cosa es para lo que es y el toro para las vacas”. Se había posado en lo más alto de la zarzamora el jilguero Policarpo y estaba disfrutando con la conversación de Manola y Julián. Ya hacía tiempo que tenía localizadas las moras, desde que eran flores blancas y rosáceas. Ahora, cada una parecía un racimo de globos morados tirando a negros, muy apretaditos los unos con los otros, eso sí. -¿Para qué quieres esas cuatro patas que tienes? –preguntó el jilguero Policarpo a Julián, el lagarto, y después añadió-. Trepa por la zarza, dobla sus ramas, coge las moras que quieras y cómetelas. -Y concluyó interrogando- ¿O acaso no te atreves, asustadizo reptil? -¡Policarpo! –declaró Julián- ¡Ni me gustan las moras ni los jactanciosos cantores desafinados! Yo solo como insectos dañinos. No soy como tú que picoteas toda la fruta hasta estropearla. -¡Ja! Lo que te pasa es que eres incapaz de subir a los árboles. Y a la zarza, como además tiene púas, ni lo intentas, porque puedes romperte ese pantalón tan elegante que llevas ¿no es así? –concluyó su frase, a modo de insulto, el jilguero Policarpo.

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Fueron pasando los días en el huerto de igual o parecida manera. Nuestros amigos seguían dedicándose a realizar sus actividades: la zarzamora Manola no paraba de hacer engordar sus frutos llenos de glóbulos carnosos; Julián, al sol, soñaba con probarlos algún día y Policarpo, un ratito por la mañana y otro por la tarde, se dedicaba a picotear todas las moras que encontraba maduras. Descansaba con la siesta un domingo el hortelano de las tareas realizadas durante la semana y mirando placentero su huerto, acudió a su memoria la posibilidad de que estuvieran a punto de sazonar las moras. Se levantó de su taburete de roble y decidido se fue en busca de la zarzamora. -¿Dónde están las cinco moras tan hermosas que tenías, Manola? -Si tú supieras, señor hortelano, la de disgustos que he tenido durante toda la semana. -Cuéntamelos para que me entere, he estado muy ajetreado y las tareas no me han dejado venir por aquí. -De forma detallada se trata de Policarpo, el jilguero, que no para de molestarme. Cuando consigo hacer que una mora madure viene de inmediato a probarla. Un día hasta se trajo a un amigo, así que... ¡figúrate! -¡Pero hombre por dios! –dijo el labrador- ¡Cómo se me habrá olvidado poner la red para cubrirlas! -Y para colmo –concluyó la zarzamora-, hay un lagarto, Julián creo que se llama, empeñado a toda costa en probar mis moras. Está buscando la forma de hacerlo. Míralo, allí está, encima de la peña, como todas las tardes. -Bueno, bueno... veré lo que puedo hacer. -Se fue contrariado el campesino. Y así fue como se enteró el señor hortelano de todas las cosas que pasaban en su huerto. Decidió que el peligro más urgente lo proporcionaba el jilguero Policarpo, ya que las pocas moras que quedaban, también podrían sufrir los horrendos picotazos de ese pájaro que usa collares y viste de amarillo, que tiene la cabeza pintada como los indios, de rojo, blanco y negro. Durante la noche, descansando en su cama, recordó el labriego sus tiempos de mozalbete cuando usaban todos los chicos del pueblo goma de pegar para cazar gorriones. Puede ser una solución –se dijo-. A la mañana siguiente, preparado el ungüento, se dirigió al sitio que ocupaba la zarzamora Manola. -Buenos días zarzamora. Vengo a poner en tus ramas un poco de pegamento. -¿Para qué lo haces hortelano? -Quiero prender a ese jilguero tan molesto, a Policarpo, para darle una lección. Tiene que educarse en respetar lo que no es suyo –se justificó el campesino. -¿Y mis brazos sufrirán con ese ungüento? –preguntó la zarza. -No. No te preocupes, no sufrirás daño alguno. Además, como luego tendré que podarte, ¿qué más te da? -Ya sabes hortelano que no me gusta que me corten el pelo, ¡no quiero que me podes! -Ya, ya, ya... ya lo sé. Pero tengo que hacerlo para que crezcas sana y fuerte. No habrían pasado más de dos horas de aquella mañana de finales de septiembre cuando nuestro querido campesino oyó cierto alboroto. Estaba preparando un semillero de espinacas y en ese momento una peculiar polémica llegó a sus oídos. Dejó lo que estaba haciendo y se fue acercando al lugar de

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donde provenían las voces. Poco a poco fue descubriendo que se trataba de Manola, la zarzamora. Allí estaba nuestra querida zarza intentando poner paz a una discusión, ¡con muy mala pinta!, que estaba teniendo Policarpo con Julián. -Tarde o temprano vencerás la rama y caerás al suelo y entonces... – decía relamiéndose de gusto el lagarto. -¡Ni lo sueñes! –le contestaba Policarpo que se había embadurnado las patas con goma de pegar y no podía soltarse. -Te pienso comer enterito. A ti y a todas las moras que llevarás en tu buche... ¡Manola! deja caer tu rama al suelo que voy a dar un escarmiento a éste pájaro altanero –ordenó Julián a la zarzamora. -Te prometo dejarte en paz y no picotear nunca más tus moras –declaraba Policarpo a la zarza- pero tienes que sujetar la rama hasta que consiga soltarme. -¡No le creas!, ¡no seas inocente!, ¡te quiere engañar! –gritaba Julián a la zarza para que le oyera bien y no hiciera caso al jilguero. Todo esto y mucho más fue lo que estuvo observando nuestro labrador que, cansado de advertir tan mal comportamiento en sus huéspedes, tuvo que entrometerse. -Pero vamos a ver lagarto ¿tú qué haces aquí? -Yo..., bueno..., en realidad, no estoy aquí, ¡pasaba por aquí...!, y al ver a Policarpo en apuros me he parado para preguntarle si necesita ayuda. -Eso es mentira, eres un embustero -replicó veloz el jilguero. Ya estaban de nuevo empezando a discutir el lagarto y el jilguero por lo que tuvo que intervenir de inmediato el hortelano. -Te recuerdo, Julián, aquello que dice “Visitar y oler, una misma cosa suele ser”, debes olvidarte de las moras y de los pájaros, volver a tu casa y cuando tengas hambre, comer insectos. ¡Qué para eso estás en este mundo! -Te haré caso horticultor si me dejas ir en paz. Veo que tienes el azadón en la mano y no me fío mucho de ti. -Puedes ir tranquilo, soy un hombre de palabra. Una vez resuelto el conflicto con Julián, el lagarto, nuestro hombre del campo, el labriego, tuvo que enfrentarse con Policarpo, el jilguero, que allí andaba el hombre intentando soltarse de la rama en la que se había quedado pegado. -No recuerdo cuándo te invité a comer mis moras jilguero –preguntó el hortelano con mucha paciencia. - ¿Cómo vas a rememorar aquello que no has hecho?-contestó Policarpo. -¡Entonces! ¡Qué haces aquí como si fueras un ladrón! - Pues..., muy sencillo hortelano. Tú no sabes aquello de “Panza llena y corazón contento, que todo lo demás es cuento”. Mi fin es este mundo es comer y cantar, hoy estoy aquí y mañana estaré en otro huerto y así sucesivamente.

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-¡Ya! Por consiguiente, si yo no te suelto, podrás comer todas las moras que quieras ¿no es así? -No, no es así. Tú debes quitarme el pegamento de mis patas y soltarme, yo a cambio, solo volveré por aquí cuando tú me convides ¿de acuerdo? -No sé si creerte jilguero -Créeme porque he aprendido la lección y te lo digo de verdad. No tardó nuestro querido individuo rústico en aplicar disolvente en las patas del jilguero y limpiarlas con agua y jabón. Después, le dejo en libertad lanzándole al aire para que volara. Y de este modo fue como el hortelano resolvió el problema que tenía, pudo comer moras ese año, hizo nuevos amigos, vivió feliz muchas temporadas y colorín colorado...

Alejandro de Diego.

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TANO La otra noche, estaba jugando y me llamó mi padre. – Iñaki, ven, corre. ¿Qué querrá? Seguro que era para enseñarme algo. Rápidamente fui a la cocina. – Mira – ¿Qué es esto? – Son dos mazorcas de maíz . – ¿Maíz? Como las palomitas . – Si de los granos del maíz salen las palomitas, pero así es como nacen, con todas estas hojas que ocultan la parte que comemos. Pero lo que quiero que veas es esto. – Oh ¡Qué bonito! Allí estaba, entre las hojas. Era del color de los guisantes y como un fideo gordo. Tan brillante que parecía un bicho de luz ¿Es una luciérnaga, Papi? – No hijo, es un gusano. – ¿Me lo regalas? – Si claro, cógelo despacito y sin apretarle, no le hagas daño. Pero a mi me daba un poco de miedo tocarlo. Yo nunca había cogido un gusano verde. Mi padre, con sus dedazos tomó al gusanito, y con mucho cuidado lo colocó en la palma de su mano. El pequeño gusano comenzó a moverse, andaba y se levantaba para mirarnos. No mordía ni picaba, así que después lo puso sobre mi mano. Cuando andaba, sus diminutas patitas rasposas me rascaban y a veces me hacían cosquillas. Le acaricie con un dedo, despacito. Estaba suave, era tan blandito... Mamá dijo –tenemos que ponerle un nombre- Tano, se llamara el gusano Tano. Le hicimos fotos y estuve con el hasta la hora de la cena. Lo deje en la tapa de una caja y me lavé las manos. Cuando me fui a la cama papá dijo que íbamos a ponerlo en la jardinera, con las flores de mamá. Seguro que ese era un buen sitio para que Tano viviera.

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A la mañana siguiente en cuento me levante fui a verle, pero entre las plantas de la petunias no pude encontrarle. Yo me puse triste al no ver a mi amigo Tano. Papá dijo que como era verde igual que las plantas, no se le distinguía, que podíamos tenerlo delante de los ojos y sin verlo ¡Vaya! además también se puede esconder detrás de alguna flor. ¿Querrá jugar al escondite? Aunque no le encontremos, el gusano sigue en la jardinera pues todos los días vemos que hace grandes agujeros en las hojas, porque se las come, aunque mamá no se enfada con Tano por estropear sus plantas, pues dice que todos tenemos que alimentarnos para poder vivir.

“ Y colorín colorón, con este cuento cerramos la sesión”. Graziela E. Ugarte

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UN PASEO POR...

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Espectáculos Por Iñaki Ferreras

“Los Miserables” . Hasta fin de temporada. Teatro Lope de Vega, de Madrid. “Los miserables” es una de las novelas más conocidas del siglo XIX. Publicada en el año 1862, esta obra romántica fue escrita por el novelista francés Victor Hugo. La novela transcurre en Francia, en ambientes rurales y capitalinos. Narra las vidas y las relaciones de varios personajes, durante un periodo de veinte años, a principios del siglo XIX, en los cuales transcurren las Guerras Napoleónicas. Principalmente, la obra se centra en los esfuerzos del protagonista, el ex-presidiario Jean Valjean, por redimirse, pero también analiza el impacto de las acciones de Valjean, a través de reflexiones sobre la sociedad. La obra razona sobre la naturaleza del bien, el mal, la ley a través de una historia que abarca y expone la Historia de Francia, la arquitectura de París, la política, la ética, la justicia, la religión, la sociedad y las clases y la naturaleza del amor romántico y familiar. Victor Hugo se inspiró en Eugène François Vidocq, delincuente que acabó siendo policía y creador de la Sûreté Nationale francesa, para la creación de los dos personajes principales de la novela. Ahora, los madrileños tenemos la suerte de poder volver a ver el musical inspirado en el libro (hace unos años, ya lo tuvimos en el Teatro Nuevo Apolo, en una grandiosa producción que hizo las delicias de crítica y publico). Después de 25 años sobre los escenarios de todo el mundo, el musical más longevo de la historia continúa cautivando a los espectadores con su fuerza y pasión. Estos días, “Los Miserables” regresa a la capital en primicia (es la primera ciudad donde se representa fuera del Reino Unido) con una producción renovada que no dejará a nadie indiferente. La versión actual tiene un libreto revisado, una nueva orquestación y un reparto encabezado por Gerónimo Rauch, Ignasi Vidal y Daniel Diges. Una versión diferente a la anterior, que permanecerá en escena por una única temporada improrrogable. Este nuevo montaje recupera la faceta de Hugo como pintor, e incorpora al decorado algunos de sus cuadros. Además, se ha adaptado también el lenguaje original al castellano del siglo XXI, una tarea que ha resultado sumamente complicada, según sus responsables. Gerónimo Rauch (“Jesucristo Superstar”), Ignasi Vidal (“Grease”), Virginia Carmona (“Hoy, no me puedo levantar”) y el último representante de España en el Festival de Eurovisión 2010, Daniel Diges, protagonizan esta espectacular producción, que ha contado con un presupuesto cercano a los cinco millones de euros. En concreto, Ignasi Vidal está que se sale, lo mismo que Jerónimo Rauch. No tanto las protagonistas, a nivel de cantantes. Pero el conjunto se merece un notable alto y, sobre todo, las escenas finales llegan a conmover.

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Danza - “Tango Metrópolis”. Desde el 16 de febrero. Teatros del Canal, Madrid. “Tango Metrópolis” fue creado en su primera versión en Colombia, en 1998, por los coreógrafos y bailarines Pilar Alvarez y Claudio Hoffmann, junto al bandoneonísta Daniel Binelli en la dirección musical. A lo largo de estos diez años, han realizado impactantes actuaciones en los más prestigiosos teatros y festivales del mundo, incluyendo América, Europa y Asia. Ahora vuelve de una gira por Francia y llega a España por primera vez.. Este original espectáculo ofrece una experiencia teatral intensa y emotiva, con una música conmovedora interpretada por el quinteto Daniel Binelli, considerado entre los mejores del mundo. Por eso, no es, en palabra de sus creadores, un tango de nostalgia, sino una sublime representación de danza actual, viva, el tango que se respira en las ciudades contemporáneas, un encuentro humano de una pareja que baila para divertirse. La fuerza de la orquesta envuelve magnéticamente la representación a lo largo de todo el espectáculo, ofreciendo desde el tango más clásico y tradicional hasta el contemporáneo. El virtuosismo técnico y la cálida sensualidad de los bailarines seducen al público, dejándole conmovido y con una intensa sensación de júbilo. En definitiva, toda una experiencia artística para no perderse.

Iñaki Ferreras

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Música Amancio Prada. Del 20 de enero, al 6 de febrero. Teatro La Abadía, Madrid. El conocido cantautor Amancio Prada recalará en la capital con un programa doble: “Coplas a la muerte de su padre”, del poeta Jorge Manrique (jueves y viernes) y “Cántico Espiritual”, de Juan de la Cruz (sábados y domingos). Los conciertos adquirirán tintes teatrales, en cuyo centro brillarán la palabra poética y la voz de este trovador sin igual. Las “Coplas” de Jorge Manrique (siglo XV) son, en palabras de la escritora María Zambrano, "unos pocos versos que han obrado el prodigio de quedar impresos en las entrañas del español." Más allá de un llanto por el padre fallecido, son consuelo, pensamiento, introspección. Por su parte, el “Cántico espiritual “de Juan de la Cruz (siglo XVI) evoca el luminoso camino del alma hacia la fusión con lo más alto, fuente de la que emanamos. Gracias a la voz de este cantante como quedan ya pocos, estos conceptos vertiginosos se vuelven cercanos. Iñaki Ferreras

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SEVILLA EN DOS TIEMPOS 1

A Violeta

El cielo mostraba su manto. A intervalos se veían retales de cielo azul, violeta, encarnado en sus perfiles. El sol, mortecino, se filtraba entre el follaje de los naranjos en la recoleta plaza de de Doña Elvira. Las fuentecillas seguían impertérritas con su monótono soniquete y la policromía de los asientos que se ofrecen al reposado caminante, se mezclaba con la gris tarde en parpadeo de luces y sombras. El viento, en modo menor, se reía cauteloso de las parejas quienes con las manos entrelazadas, deambulábamos sin tregua. Entonces el travieso Céfiro, se carcajeaba por las esquinas, envidioso de los flirteos, de las sonrisas, de las miradas, de las caricias, de los besos, de los sueños, del amor. La brisa nos abandonó. ¡Este viento es un traidor! gritó alguien desde una ventana con celosía de la que pendían geranios rojos entre hortensias moradas. Pero las parejas no hicimos causa y seguíamos inmersos en ritos y deliquios creyéndonos ya eternos. -Amor mío…, está lloviendo. -¿Lloviendo? ¿Cómo es posible? -Pues te digo que llueve y basta… -¿No será que te engañan las gotitas juguetonas con su alegre chisporroteo, al caer desde la taza más alta de la fuente, saltan, te miman, bailan, te engañan? -Será eso. Será eso. Démonos un beso bajo tu sombrero. La tarde venía quejumbrosa, oscura. Las farolas empezaron a titilar porque al rumor de sus pasos se despertaba la noche en aquel rincón de la judería sevillana. ¿Cuánto tiempo caminamos fabricando sueños por el dédalo de callejuelas? No lo sabremos nunca. Nadie podrá saberlo.

2 He vagado toda la noche soñándote a mi lado. Te hablaba y adivinaba el sonido de tu voz. El aleteo de los vencejos me ha despertado al clarear la mañana. El sol brilla ya alto e indolente. Algunas cigüeñas crotoran en la cúspide de una espadaña conventual no muy lejana. Huele a primavera. Cantan las campanas de la Giralda con retozona alegría mientras imagino que en los Reales Alcázares la algarabía de los ruiseñores mañaneros rivalizarán con el burbujeo de las fuentes agarenas.

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Lejos, el manso Guadalquivir, como espejo de plata, dibujará el oro de la torre legendaria. Desde mi balcón, este prodigio no se ve. Sevilla se ha despertado infantil, perezosa, risueña. Pienso en la plaza de Doña Elvira y contemplo la calle solitaria. Sevilla se desentumece y, con un hilito de melancolía, sueño con encontrarte “¿Dónde estás? -Insisto - ¿dónde estás?” El eco calla.

El viento traicionero ha irrumpido en mi habitación. Agita los libros que hay sobre la cama. Voltea las cuartillas que he escrito con plumín de plata y tinta roja, lanzándolas, entre las macetas, por el balcón abierto, a la calle solitaria. Sevilla calla y florece mi esperanza. Theo Acedo

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MI MUSICA DE LOS CINCUENTA / SESENTA Por Freddy Mayer

LA EVOLUCION DE LA MUSICA EN ESPAÑA DURANTE LOS AÑOS CINCUENTA. En 1950, año en que se declaró la guerra de Corea, triunfaban Luis Mariano (Olé Torero), Lolita Garrido (La televisión), pese a que esta canción la grabó en 1947, Antonio Machín (Somos), Los Machucambos (La raspa), Jorge Sepúlveda (Mirando al mar) y Juanito Valderrama (El Emigrante). Eso, además de los cuplés, las jotas y la canción flamenca, era la música que oían nuestras madres mientras realizaban las tareas de hogar, siempre con el oído pegado al altavoz del receptor de radio. Aunque la canción más popular fue durante muchísimos años ♪♪ Yo soy aquel negrito, del África tropical, que cultivaba cantando la canción del Cola Cao♪♪ .

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En el año 1951 se incorporaron Los Panchos (Me voy pal pueblo) y continuaron su andadura de éxitos Concha Piquer (No me quieras tanto), Antonio Molina (El macetero) y Juanita Reina (Romance de la Reina Mercedes). Mientras tanto nuestras madres seguían luchando con los hijos, estirando el jornal que cada semana traían nuestros padres, haciendo mil operaciones aritméticas para conseguir poner en la mesa un plato de comida o de cena digno. La radio era sin duda la única distracción de aquellos años de escasez. El 18 de abril se firma el Tratado de París por el que se constituye la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, antecesora de la Unión Europea. En 1952, siguiendo con nuestro repaso a la música de entonces, Olga Guillot (Contigo en la distancia), Edith Piaf (Las hojas muertas) y Percy Fait (Delicado), trajeron un poco de aire fresco y el atisbo de una música que empezaba a alejarse de los cuplés y demás música folclórica hispana.

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En ese año falleció en Buenos Aires (Argentina) Evita Perón.

En 1953 y 1954 llegaba El Bayón de Ana de Lolita Garrido, que escandalizó a media España y divirtió a la otra media (¡siempre las dos Españas!). Los que sonando como siempre eran Lola Flores (Ay pena, penita, pena), Carmen Sevilla (Carmen de España) y los Doce Cascabeles de Luis Mariano. Lucho Gatica y su Bésame mucho se oía en todos los salones de baile del país, para deleite de las parejas de novios. En EEUU era elegido presidente Dwight David Eisenhower. En el año 1955 Las canciones más oídas fueron Soy Minero de Antonio Molina, Suspiros de España de Estrellita Castro, Me lo dijo Adela de Los Xey y Espinita de Ana María González. En este año nació el Rock&Roll en Los Estados Unidos. En el 56 irrumpió Joselito y su Campanera y Margarita Sanchez con Si vás a Calatayud. Pero de repente y casi sin avisar llegó a los aparatos de radio la voz de Doris Day cantando Extraños en el Paraíso, que daría paso a lo que años antes, venía escuchándose en otros países de Europa y EEUU: El Rock & Roll de Bill Haley & his Comets. Su Rock Around The Clock despertó a los jóvenes y sorprendió a los adultos. Por fin nacía una música diferente y largamente anhelada por los adolescentes de la posguerra.

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En Oriente Medio se iniciaba la segunda guerra árabe-israelí.

En el año 1957, la perrita Laika sale al espacio en la nave rusa Sputnik y en España, abriéndose paso entre Sara Montiel (El Relicario), Pepe Mairena (Mi ovejita Lucera) y Pepe Blanco (Madrid tiene seis letras) al que no hay que confundir con el político actual, se colaron en nuestros aparatos de radio Gloria Lasso (Canastos y Lisboa antigua), Renato Carosone (Piccolissima Serenata), Elder Barber, cuya maravillosa voz enamoraría a miles de españoles, con su Casita en Canadá, y José Luís y su guitarra (Mariquilla). La canción melódica italiana nos invadió; Serenella (Come Prima), Doménico Modugno (Volare) y Louis Prima (Buonasera) entre otras muchas. Pero la ruptura definitiva llegaría en: 1958 con Ritchie Valens (La Bamba), Paul Anka (Diana) y por fin con el gran Elvis Presley y All Shook Up (Estremécete), versionada después por muchos grupos de Rock. Aquí terminó la dictadura de nuestros padres en el control del aparato de radio del hogar. Los jóvenes también ocuparon una parcela de la oferta radiofónica y terminarían haciéndose los dueños del dial.

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En Italia fallece el Papa Pio XII y le sucede Juan XXIII.

Y en 1959, año de la Declaración de los Derechos de los Niños por la Asamblea General de la ONU, explosionó en nuestro país la música “moderna”, como entonces se la denominaba. Marino Marini (Marina), Recordándote (Dúo Dinámico y Los Cinco Latinos), Mina (Tintarella Di Luna) Bye Bye Love y la versión española de Manolo y Ramón, Los Teen Tops con La Plaga, junto con Paul Anka, Los TNT, Gloria Lasso, Los Platters y Elvis, siempre Elvis, con el Rock de la Cárcel preparaban lo que estaba por llegar: La década de los sesenta, los fantásticos sesenta, la década prodigiosa como después se le llamó. La década que reunió a los más grandes intérpretes de música “ligera” -otra denominación despectiva de la época- del siglo y sus mejores y más recordadas canciones. Adiós a los años cincuenta y gracias por vuestra herencia musical. Pero: ¡Bienvenidos los años sesenta!

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KILÓMETRO CERO En un bello espacio lleno de recuerdos, muchos agradables, otros tristes y penosos, encontramos el Kilómetro Cero. De él parten todas las vías de comunicación de España al Norte, Sur, Este y Oeste. Por supuesto, también todo aquello que acontece en su entorno se expande en todas direcciones. Así ha sido desde que en tiempos lejanos, allá por el siglo XV, en las cercanías de la Puerta del Sol se asentaba una de las zonas más pobladas del arrabal de la Villa. La Corte se instaló en Madrid en 1561 y en torno a ella la ciudad empieza a crecer y comienza la construcción de diversos edificios, muchos de ellos religiosos; buena muestra de ello es el Convento del Buen Suceso o la Iglesia del Real Hospital de la Corte, San Felipe el Real y Nuestra Señora de la Victoria, escenario de celebraciones cortesanas y sacras. Por entonces, entraba en Madrid Ana de Austria, esposa de Felipe II. Casi tres siglos funcionaron estos centros y relevancia especial tuvieron las gradas de San Felipe el Real, llamadas el Mentidero, lugar de cita de pillos, soldadesca desocupados y voceros que proclamaban novedades y noticias, generalmente corregidas y aumentadas. Otras obras relevantes fueron la Iglesia y Convento de la Orden de Mínimos de San Francisco de Paula y una bonita fuente llamada La Mari Blanca, testigo mudo de toda una época. También el empedrado de la ciudad conoció batallas, como la de los Mamelucos durante la guerra de la Independencia y el desfile camino al Palacio de Oriente de José Napoleón Buonaparte I; en su corto reinado llega la desamortización de Mendizabal y a consecuencia de la nueva ley, desaparecen muchos de aquellos edificios, la mayoría religiosos. Queda en pie la Casa de Correos, con una de sus alas destinada a cuartel por el motín de Esquilache. Actualmente ese edificio acoge la Dirección de la Seguridad del Estado. La Puerta del Sol con el paso del tiempo cambia su fisonomía y en su entorno se instalan renombrados hoteles y numerosas cafeterías que acogen importantes tertulias y reuniones. También muchos comercios, sobre todo librerías; precisamente frente a una de ellas “Librería San Martín”, el 12 de noviembre de 1912 cae asesinado el presidente del consejo de ministros José Canalejas; a continuación el asesino se suicidó.

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En 1919 un cambio más y de vital importancia para la ciudad de Madrid: se inaugura la primera línea de Metro desde Sol a Cuatro Caminos. En la misma Puerta del Sol se vivió con gran algarabía el 14 de abril de 1934 con la instauración de la segunda república. En el treinta y seis un alzamiento militar conduce a una guerra civil que dura tres larguísimos años. En los sótanos de la Casa de Correos sufren los vencidos el odio y la represión de los vencedores. Actualmente y después de la última reforma bajo tierra, en la Puerta del Sol nace un enorme transbordador y se elimina el tráfico exterior. Con la celebración de la fiesta de Fin de Año, tradicionalmente tomamos las uvas de la suerte al toque de campana del reloj que marca las horas de los madrileños y de tanta gente como pasa por el kilómetro cero de la capital de España. Celia Muñoz

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DE EXPOSICIONES.

En este número os recomendamos la exposición “DISEÑO CONTRA LA POBREZA. UNA HISTORIA DE SUPERACIÓN” que fue inaugurada el día 14 de diciembre del pasado año, en el Museo de Artes Decorativas de Madrid, calle Montalbán nº 12 y permanecerá hasta el día 17 de marzo de 2011.

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Bath, la ciudad de las aguas curativas La milenaria ciudad galesa de Bath atrae por muchos motivos: por su historia (romana, isabelina, georgiana), por sus monumentos, por sus baños romanos y…por sus maravillosas gentes, llenas de educación, dulzura y generosidad. Por Iñaki Ferreras Llegamos a Bath un soleado pero frío día de invierno, justo antes de Nochebuena. La ventanilla del autobús nos había estado regalando los serenos paisajes galeses, con las típicas campiñas verdes y llenas de bosques, moteadas de pintorescos pueblecitos de cuento infantil. La entrada a esta ciudad milenaria, fundada por un destacamiento militar en la época de la dominación romana se nos antojó impresionante, con las casas victorianas del siglo XIX y la maravillosa y egocéntrica abadía gótica al fondo dominando toda la “city”. El espíritu se nos llenó de una mezcla de melancolía y gozo ancestrales, un sentimiento que no pudimos dominar y cuyas vibraciones se nos antojaron, desde el primer momento, positivas. Bath es una ciudad del Suroeste de Inglaterra, en el condado de Somerset, conocida por sus balnearios termales alimentados por tres manantiales. Los primeros documentos históricos en relación con la ciudad, datan de época romana y hacen referencia a sus manantiales. El primer templo levantado en el manantial de las aguas termales fue construido por los Picosceltanos. El agua de sus manantiales está considerada curativa para muchas enfermedades. Desde la época isabelina, hasta la época georgiana, fue un complejo termal para los ricos. Por este motivo, la ciudad posee numerosos ejemplos de arquitectura georgiana, con el significativo Royal Crescent. La ciudad tiene una población de unos 80.000 habitantes y es Patrimonio de la Humanidad.

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Tras el abandono de Britania por parte del Imperio Romano, la vida urbana desapareció del país y aunque las termas romanas fueron abandonadas, hay evidencias de que se continuaron usando de forma esporádica. Los anglosajones llamaron al lugar Banum, Banan o Banon (en los baños), del cual deriva el nombre actual De su nombre sajón deriva también la teoría que dice que en Bath fue donde tuvo lugar la batalla de Mons Badonicus, en la que el Rey Arturo dirigió a los britones, consiguiendo ganar a los sajones. Mejor documentada está la Batalla de Deorham, en 577, en la cual Ceawlin de Wessex dividió a las tropas romano-británicas, produciéndose la caída de Bath poco después. En el año 675 Osric, rey de Hwicce, creó un monasterio en la ciudad.[5] Offa, rey de Mercia, adquirió ese monasterio en 781 y reconstruyó la iglesia, que estaba dedicada a San Pedro. De este modo, Bath se convirtió en una posesión real.

Ciudad real En 1088, El rey Guillermo II concedió la ciudad a un médico real, John of Tours, que se convirtió en obispo de Wells y Abad de Bath, que de acuerdo con la política papal de trasladar los obispados a sedes de carácter más urbano, trasladó su sede desde Wells a Bath. El obispo John se convirtió así en el primer obispo de Bath. Él fue quien planeó y comenzó la construcción de una gran iglesia que sirviera de catedral y junto a ella el convento y el palacio obispal. También se construyeron nuevas termas alrededor de los tres manantiales. Obispos posteriores devolvieron la sede del obispado a Wells, mientras que mantuvieron el nombre de Bath en su título. En el siglo XV, la iglesia de la abadía se encontraba destruida. Oliver King, obispo de Bath y Wells, decidió, en 1500, reconstruirla a una menor escala. La nueva abadía fue terminada tan solo unos años antes de que la abadía fuera disuelta, en 1539, como parte de las medidas tomada por Enrique VIII, según la cuales confiscó la propiedad de las instituciones de la Iglesia Católica en Inglaterra y tomo control de ellas como la nueva cabeza de la Iglesia de Inglaterra.[8] Enrique VIII consideró redundante la catedral y dejó que se arruinase. Posteriormente, durante el periodo isabelino, fue reutilizada como parroquia, cuando la ciudad revivió como balneario. Las termas fueron mejoradas y la ciudad comenzó a atraer a la aristocracia. A Bath se le concedió el título de ciudad en 1590

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The Circus y Royal Crescent El 5 de julio de 1643, durante la guerra civil inglesa, se produjo la batalla de Lansdowne en las afueras, al norte de la ciudad. En 1668 Thomas Guidott estudiante de química y medicina en Oxford, se trasladó a Bath. Se sentía interesado por las propiedades curativas de las aguas y en 1676 escribió “A discourse of Bathe, and the hot waters there. Also, Some Enquiries into the Nature of the water.” Esto atrajo la atención del país, las saludables propiedades de las aguas minerales medicinales y pronto la aristocracia comenzó a llegar a la ciudad. Aunque en el período estuardo se habían producido bastantes reconstrucciones, fue poco en comparación con la gran expansión de la ciudad que se produjo durante el periodo georgiano. El casco antiguo dentro de la muralla fue ampliamente reconstruido también. Esto se produjo como respuesta a la continua demanda de acomodo para los nuevos visitantes de la ciudad, para los que Bath se había convertido en un gran centro de ocio y descanso. Los arquitectos John Wood, padre e hijo, bajo el patronazgo del filántropo Ralph Allen, establecieron nuevos barrios con calles y plazas con idénticas fachadas que dan una impresión de escala palaciega y decoración clásica, ejemplos de este estilo urbanistico son The Circus y Royal Crescent. La piedra de crema dorada de Bath contribuyó a unificar la fisonomía de la ciudad. The Circus es un espacio circular formado por bloques de viviendas. El Circus es un ejemplo de arquitectura georgiana, la construcción se empezó en 1754 y se terminó en 1768. El nombre procede del latín "circus" que significa anillo o círculo. Dividido en tres segmentos de igual longitud. The Circus, llamado originalmente King's Circus, fue planeado por el arquitecto John Wood el viejo, que no pudo ver su obra terminada y fue su hijo John Wood el joven el que completó la construcción del diseño. Por su parte, Royal Crescent está compuesto por un conjunto en forma de media luna, de treinta edificios uniformados. Fue diseñada por el arquitecto John Wood el joven y construida entre 1767 y 1774. Está entre los mejores ejemplos de arquitectura georgiana.

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La abadía La abadía de Bath, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura gótico perpendicular en Inglaterra. La construcción data del año 1501 y fue restaurada en el año 1860. Tampoco queremos dejar pasar Pulteney bridge, el fabuloso puente que cruza el río Avon, construido en 1773. Fue diseñado por Robert Adam y está caracterizado por tener tiendas a ambos lados del puente.

Las termas romanas Las termas romanas son un edificio de interés histórico, uno de los más importantes a nivel turístico de Inglaterra. El complejo está muy bien conservado, gracias a lo cual se pueden apreciar muy bien los elementos arquitectónicos presentes en el edificio. Las termas propiamente dichas se sitúan por debajo del nivel de la calle y los edificios construidos a raíz de su descubrimiento se pueden dividir en cuatro grupos entre los que están el "Manantial Sagrado", el Templo Romano, el Baño Romano y la Casa Museo. Estas estructuras, que se encuentran a nivel de la calle, datan del siglo XIX. Los romanos usaban los servicios de los baños termales no solamente como elemento higiénico, sino también religioso y social. El gigantesco museo, aparte de mostrar varias piscinas de agua termal, de las que sólo la central contiene agua (el resto, son restos de las construcciones originales, en bastante buen estado, por cierto), alberga partes de un friso romano, inscripciones, objetos y joyas de la época, todo ello muy bien explicado con un completo sistema de audio. La visita puede durar todo un día y realmente merece la pena, por lo que de cultura histórica aporta. Realmente, el museo nos transporta a la época romana. Los baños suponen una gran atracción turística y pueden llegar a recibir un millón de habitantes al año. En el año 2005, se los presentó en el programa de televisión del mismo nombre como una de las "Siete Maravillas Naturales" del West Country.

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Las aguas termales de Bath El agua que finalmente constituye el núcleo de las aguas termales de los baños de Bath proviene originalmente de las lluvias que caen sobre Mendip Hills. Esta se filtra a través de los acuíferos de piedra caliza situados a una profundidad entre los 2.700-4.300 metros, donde la energía geotérmica eleva la temperatura del agua hasta los 64 ° C (147,2 ° F) y 96 ° C (204,8 ° F). Bajo dicha presión, el agua caliente sube a la superficie a lo largo de fisuras y fallas localizadas en la piedra caliza. Este proceso es similar al artificial conocido como Enhanced Geothermal System que también hace uso de las altas presiones y temperaturas por debajo de la corteza terrestre. El agua caliente a una temperatura de 46 ° C (114,8 ° F) se eleva aquí todos los días una tasa de 1.170.000 litros (257364 galones imp),de una falla geológica (la Falla de Pennyquick). En el año 1983 apareció un nuevo hoyo en el interior del complejo que aseguraba un suministro continuo y limpio de agua a las instalaciones. Nos despedimos de Bath después de haber pasado un fin de semana de gloria. Las lágrimas afloran a nuestros lagrimales. Las gentes del lugar se nos han antojado encantadoras, naturales, al igual que las aguas que le dan nombre. Seguro que volveremos. La próxima vez, a pegarnos un saludable baño en alguno de los suntuosos hoteles balnearios únicos en el mundo entero. See you son Bath!!

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Saben mirar desde niños. Ven los violetas en los cerezos, el quiebro de la luz en los azogues, las escamas prendidas en las hojas. Saben encontrar el rastro de las sombras y la frialdad del nácar, el brillo destemplado del acero, la calidez de una piel de amanecida. Son pintores porque no pueden ser otra cosa. En esta exposición nos muestran su mirada de hoy, que no es la misma que tuvieron ayer, ni será la de mañana, porque no hay nada más certero que esa búsqueda obsesiva del artista que no quiere dar por terminado su trabajo. Siempre hay un nuevo color aguardando en una esquina, un brillo agazapado, una sombra escondida… Acuarelas de Isabel Cartas

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ACUARELAS DE MARIBEL CARTAS

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ACUARELAS DE MARIBEL CARTAS

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¡¡HASTA LA PRÓXIMA!!


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