Migrar o morir

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MUJERES JORNALERAS Las mujeres casadas, esposas de los jornaleros, generalmente analfabetas o con bajos niveles de escolaridad, son quienes realizan las labores más pesadas, como es la pizca, que en ocasiones significa una jornada de 18 a 20 horas diarias. Su salario es siempre considerado complementario al del marido. El trabajo de la mujer casada se divide entre el quehacer doméstico y las labores en el campo agrícola. No cuenta con incapacidad por gravidez ni con servicios médicos durante el embarazo, se ve forzada a trabajar hasta el último día de gestación y regresa al trabajo a los 15 días después del parto. Sus condiciones de vida son muy difíciles. Por ejemplo, el día que arribamos al campo Laguna ellas fueron quienes llevaron a cabo la limpieza de los cuartos, los equiparon e instalaron lo necesario para su estancia. Regresamos dos días después por la tarde cuando ya habían concluido su jornada de trabajo y encontramos algunas lavando, otras preparando los alimentos para la comida-cena o atendiendo a sus hijos pequeños; en general todas estaban ocupadas en alguna actividad.

Mujeres indígenas asumiendo heroicamente la responsabilidad de proteger y cuidar a sus hijos en medio de tanta desolación.

Natalia lo extraña y lo hecha mucho de menos, el sólo recordar a su esposo hace que sus ojos se llenen de lágrimas y que recuerde bonitos momentos que paso a su lado, esta tristeza aunado a las múltiples actividades que lleva a cabo le han generado un estado de constante depresión y de ciertos problemas en su salud. Ella sabe que tiene que salir adelante por sus hijos razón por la cual no deja de ir a trabajar a Sinaloa, pero también nos comentaba que se siente sola, por eso busca hacer algo que la mantenga ocupada. A pesar de su cansancio y de un dolor que sentía en el estómago siempre actuó muy cordial, con una sonrisa que denotaba cierta alegría de compartir con nosotros parte de su espacio y de su vida personal.

MIG R AR O M O R IR • s e s e nt a y ci nc o

Hay mujeres como el caso de la señora Natalia, madre de tres hijos Francisco, Daniel y Víctor, que asume el papel de madre y padre a la vez. Su esposo falleció hace más de cinco años, por lo que sus responsabilidades se duplicaron aun más. No deja de ir a trabajar a Culiacán, lugar donde siempre acudía con su esposo, ya que obtiene de esta manera un ingreso que le alcanza para mantener a sus hijos.


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