Revista 400 octubre 2015

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LA MUJER RURAL Y LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

Las mujeres rurales dependen en su mayoría de los recursos naturales y la agricultura para subsistir, y representan una cuarta parte del conjunto de la población mundial. En los países en desarrollo, las mujeres rurales suponen aproximadamente el 43 por ciento de la mano de obra agrícola y producen, procesan y preparan gran parte de los alimentos disponibles, por lo que sobre ellas recae la gran responsabilidad de la seguridad alimentaria. Las mujeres y las niñas constituyen más de la mitad de la población del mundo. Se encuentran en la primera línea y suelen ser las personas más afectadas, en comparación con los hombres y los niños, por la pobreza, el cambio climático, la inseguridad alimentaria, la falta de atención sanitaria, y las crisis económicas mundiales. Sus aportaciones y su liderazgo son fundamentales para encontrar una solución.

Las mujeres son las encargadas de preparar hasta el 90 por ciento de las comidas en los hogares de todo el mundo; sin embargo, cuando vienen malas épocas, las mujeres y las niñas son las primeras en comer menos. Es posible que los hogares encabezados por mujeres no se alimenten suficientemente bien, simplemente porque los salarios de las mujeres son más bajos y están menos preparadas para hacer frente a crisis no previstas.

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La nutrición no sólo tiene que ver con la cantidad de alimentos, sino también con su calidad. En los hogares pobres, las mujeres tienen menos posibilidades de conseguir los nutrientes necesarios, así como responder a las exigencias físicas del embarazo y la lactancia. La desigualdad de género converge con una atención sanitaria inadecuada, una educación insuficiente e ingresos limitados para solventar estas privaciones. Las desigualdades en el consumo de alimentos contrastan con el papel significativo de las mujeres en la producción agrícola. Las mujeres representan un promedio del 43 por ciento de la fuerza laboral agrícola en los países en desarrollo, y más del 50 por ciento en partes de Asia y África. No obstante, su contribución potencial a la seguridad alimentaria sigue viéndose limitada por el acceso desigual a la tierra y otros bienes productivos. Poner fin al hambre significa que todas las mujeres pueden consumir alimentos suficientes con nutrientes adecuados. Si todas las mujeres que trabajan en la agricultura dejasen de sufrir discriminación, podrían contribuir a una mayor seguridad alimentaria en todo el mundo.

49 891 159 mujeres residentes en la República Mexicana. Por grupos de edad se podía observar que del total de las mujeres rurales 38.9% son niñas y adolescentes (de 0 a 14 años), 27% son jóvenes entre 15 y 29 años, 16.3% tenían entre 30 y 44 años, 9.8% entre 45 y 59 años, y 8% rebasaban los 60 años de edad (cuadro 2). La relación mujeres/hombres en las localidades rurales mostraba diferencias importantes por grupos de edad: en el grupo de 0 a 14 años de edad existían 97 niñas por cada cien niños; en el de 15 a 29 años había 108 mujeres por cada cien hombres, en el de 30 a 44 años había 106, en el de 45 a 59 había 100 y en el de 60 años y más, 95 mujeres por cada cien hombres. En las áreas rurales, de 886 mil hogares con jefatura femenina, 50.1% son nucleares, 33.2% son extensos, es decir, conviven con otros parientes de la jefa y 16.4% son mujeres que viven solas. En los hogares rurales con jefa residen 3.3 millones de personas lo que indica un promedio de 3.7 miembros por hogar.

México En el 2005 el monto de población femenina que habitaba en las localidades rurales equivalía al 24.8% de las

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Las jefas de los hogares rurales monoparentales presentan una fecundidad muy alta: 41% de ellas han procreado a 7 o más hijos


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