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El ahorro previsional, clave para garantizar la salud financiera futura

Sanz Fernández-Lomana

Futuro. Quizá una de las palabras que más peso carga en las espaldas de los ciudadanos y ciudadanas al traer consigo grandes dosis de incertidumbre y desconocimiento. Por eso, la educación financiera sienta sus bases en las ventajas del ahorro previsional, ese que se hace mes a mes y que se erige como el mejor camino para que las personas puedan hacer frente a gastos inesperados sin que eso dañe su salud financiera y, más a más, disfrutar de una jubilación tranquila y digna en el mañana. Por ello, aunque los ciudadanos deben cumplir los ‘deberes’ en materia de ahorro, también es fundamental que las diferentes instituciones y el Gobierno actúen y lleven a cabo una reforma sustancial del Sistema Público de Pensiones, cuyo éxito necesariamente pasará por tratar de resolver dos de los grandes problemas de nuestro país y que también son característicos de los países desarrollados: la economía sumergida y el envejecimiento de la población.

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Según datos del Fondo Monetario Internacional, el conjunto de ‘dinero B’ que circulaba a nivel global en 2019 fue de un 8% del PIB mundial. En el caso de España, representó cerca de un 25% del PIB nacional en el 2022, acarreando una pérdida de cotización enorme a nuestra Seguridad Social. Teniendo en cuenta esta realidad socioeconómica, urge que diferentes administraciones públicas, agentes sociales y, por supuesto, la ciudadanía en general, afrontemos este desafío con herramientas más oportunas que nos permitan revertir esta situación en pos de las arcas comunes.

Afrontar la nueva y creciente longevidad

Otro asunto clave a tener en cuenta a la hora de abordar la reforma de nuestro sistema de pensiones es el envejecimiento de la población. Esta característica demográfica, propia de países desarrollados, trae consigo un cambio elemental del sistema: la posible adaptación de la edad de jubilación a la nueva longevidad. La realidad es que, a día de hoy, vivimos más años. Y la fórmula es clara: o ahorramos más, o trabajamos más tiempo, o cobramos menos durante nuestra jubilación. Y, dada la situación, el escenario ideal sería ligar la edad efectiva de jubilación a la esperanza de vida sana.

El ahorro previsional opera en el largo plazo, sin las inquietudes que genera el corto plazo entre los inversores. Y este es un aspecto esencial en tiempos como el que vivimos, protagonizado por espirales inflacionistas, subidas de tipos de interés o elevados niveles de endeudamiento, no sólo público, sino también financiero, corporativo y familiar. Y en un contexto de creciente longevidad, el desafío que irá cobrando prioridad a lo largo de este siglo será eludir la japonización de las economías.

Nuevas garantías

Este fenómeno, que se describe como un círculo vicioso de estancamiento por la paulatina salida de trabajadores en edad laboral de los mercados productivos, obligará a articular agendas estructurales en las que se aborden nuevas garantías para la población mayor.

No existe un único modo para garantizar una buena salud financiera futura, pero, lo que sí está claro es que, hasta que no se resuelvan estos dos grandes retos, no podremos garantizar el éxito del Sistema Público de Pensiones español. Y es en este punto en el que se hace fundamental haber ahorrado de manera previsional durante la edad laboral.

Por ello, el sector asegurador debe mantener y reforzar su compromiso con la sociedad, ofreciendo a los clientes productos destinados al ahorro que les sirvan como una herramienta con la que completar la pensión pública. Para lograrlo, las entidades aseguradoras nos esforzamos año tras año para ofrecer a nuestros clientes productos transparentes, personalizados y adaptados a la realidad de los mercados. Debemos seguir cumpliendo con esta función para garantizar que el futuro financiero de nuestros clientes sea digno.