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Carlos Bribián

EL SEDUCTOR ILUSTRADO

Por Raúl Gómez Samperio, periodista y presidente de la Asociación Cultural Carlos Bribián.

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En la cama de su casa de Ontoria, como un señor, con la sonrisa pícara de un recién casado y a los 96 años, se despidió de esta vida llena de experiencias Carlos Bribián Castro, un aragonés que decidió venir a Cantabria para vivir sus últimos años y que nos dejó una impronta que será muy difícil olvidar.

Deportista profesional, periodista y escritor, en Cantabria abrió un nuevo camino cultural gracias a su talante entusiasta, decidido y sobre todo seductor. Yo elegiría este último calificativo para definir su personalidad, porque nos encandilaba a todos con su conversación, con sus historias, con su modo de contarlas poniéndose énfasis superlativos, como cuando se subía a la banqueta para imitar a algún charlatán.

Fue uno de los socios fundadores de la Sociedad Cántabra de Escritores (2001) y pronto le arropamos como socio de honor (2005), el primero que tuvo esa asociación. Al año siguiente le convencimos para que la presidiera, proporcionando un importante dinamismo asociativo con la organización de conferencias, edición de libros y defensa de la memoria de grandes escritores cántabros. Fui testigo de sus negociaciones para que la estatua de Marcelino Menéndez Pelayo permaneciera en el interior de la Biblioteca Nacional. Todavía le estoy viendo entrar en el despacho de la entonces directora de la biblioteca, Rosa Regàs, cogidos ambos de la mano, al son de una sardana para conquistar su voluntad y convencerla para que la estatua se quedará en el interior.

Viajé con él a Binéfar cuando el alcalde de esta localidad le comunicó el acuerdo municipal de nombrarle hijo predilecto de la ciudad y nos emocionamos juntos cuando parte de esa corporación se desplazó a Cabezón de la Sal para hacerle entrega del diploma honorífico en 2013. Fue hon-

Carlos Bribián, en una imagen ilustrativa de lo que fue su vida

rado por su tierra natal y también por su tierra adoptiva, porque el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal le otorgó en 2012 el Premio Antonino Pellón de la Cultura. Durante su presidencia en la Sociedad Cántabra de Escritores, en la que le acompañé como vicepresidente, descubrí el poder de su talante negociador y de su afabilidad para resolver los problemas que otros habían creado.

Aunque fue un guardameta con poca fortuna para triunfar en el mundo del fútbol, siempre me decía que esa posición en el terreno de juego le proporcionó una visión general con la que enfocar la vida. Escribió varias novelas y llegó a ser finalista del Planeta, aunque se desilusionó al conocer los secretos de los grandes premios literarios. Ha publicado cuatro novelas, reeditadas en 2005. La primera de ellas es Buck, (1958) ambientada en Nueva York, finalista del Premio Planeta (1959), que se presenta como la biografía sentimental y profesional de un periodista norteamericano, veterano de la II Guerra Mundial, que se forja día a día en las redacciones y alcanza un destacado prestigio internacional, luego vendría La Huída (1960), también finalista del Premio Café Gijón de Novela Breve (1960), que trata de un adolescente que tras un incidente familiar emprende una escapada que se convierte en una impactante experiencia del despertar a la vida en el paso de la juventud a la madurez. Otro de sus relatos es Llueve (1959) que consta de tres historias que confluyen en Barcelona: la de Rogelio, joven aragonés que busca en la gran ciudad la oportunidad que la vida le ha negado en su tierra; Feliciano, un estafador que se aprovecha de las desgracias ajenas y Maitechu, una niña vasca de la guerra refugiada en la capital catalana, pelotari profesional, que vive un ambiente marginal. Su última novela es Isabel (1960), historia de amor entre una joven y un hombre maduro por la que la amistad surge por encima de las barreras sociales y generacionales.

Pero más que escritor, Carlos Bribián siempre se consideró periodista. Desde 1960 hasta 1988 fue corresponsal del diario Marca en la República Federal de Alemania (RFA), y hasta 1992 de As y la SER en aquel país. Colaboró con varias revistas internacionales y fue corresponsal en Bonn de ‘Pueblo’ (1974-1984) y de ‘ABC’ (1985-1989). En el periodo 1983-1986 firmó sus crónicas dominicales en ‘Heraldo de

¡QUÉ HONOR, DON CARLOS!

En el adiós de Carlos Bribián Castro

A las 06:00 h del miércoles 5 de octubre de 2022, fallecía en su casa de Ontoria (Cabezón de la Sal), Cantabria, el legendario periodista binefarense, Carlos Bribián Castro. La crónica final de una vida “a su manera” la cerraba el bueno de Carlos con 96 años y la compañía de Mercedes; incalculable, incuestionable y henchida de amor. Se ha ido de la mejor manera que se podía despedir de la tierra un hombre de verbo fácil, voz clara y razón ilustrada. Orgulloso de su Binéfar de cuna, de su barrio de la estación y de los desayunos en el hotel La Paz, porque a él “lo nacieron” en Binéfar en un año ya lejano; tanto como 1926. Hijo Predilecto de Binéfar, desde 2013, Bribián regresó a la actualidad de su pueblo gracias a Tatiana Puyó, vecina curiosa y atinada. Gracias a ella, ¡qué honor para mí conocer a Carlos Bribián Castro, al borde ya de los noventa! Por poco, pero suficiente para admirar a un verdadero artista de la palabra -hablada y escrita- dominador de su verbo, de sus pausas, de sus entonaciones, de sus silencios, de sus vivencias contadas como si de un cuento ilustrado se tratara; siempre con la anécdota, con el entrecomillado, con el dato... con la sabiduría.

¡Qué honor! Para un contador de historias en una pequeña comarca de Huesca, nada como tener a Bribián como amigo. Han sido diez años, me hubieran gustado más; pero siento tanto ese humo de la pipa de Carlos -hasta por teléfono viajaba- que solo me queda recordar tantas conclusiones a las que llegaba como síntesis pedagógicas de sus innumerables vivencias .

¡Qué honor! Escucharle durante horas, con bises incluidos, envuelto en esa voz limpia y clara de un muchacho de veinte años. ¡Qué honor Bribián! ¡Qué honor! Si me lee allí donde todos le escucharán, siga recordándome porque ninguno de los dos morirá para el otro: usted sigue estando aquí, en "su Somos Litera". ¡Faltaría!

Aragón’ y paralelamente, desde 1964 hasta 1997 fue responsable del área de deportes de la emisora Deutsche Welle (La Voz de Alemania), la radio pública de la RFA.

Testigo fui de las muestras sinceras de reconocimiento que le rindieron en Cantabria periodistas de la talla de José María García y Alfredo Relaño que le recordaron como un maestro. Y qué orgulloso estaba de ser un buen periodista. Cuántas veces he escuchado de su boca que durante tantos y tantos años no hubo ninguna noticia suya que fuera desmentida. Lector empedernido, en los últimos años devoraba las páginas de El Diario Montañés, con bolígrafo rojo en ristre, en busca de errores y anotaciones varias que luego me comentaba. Yo no me salvaba de sus críticas, aunque también tuve felicitaciones que siempre supe alejadas de falsos halagos. En 2016 un grupo de amigos decidimos crear en Cabezón de la Sal la Asociación Cultural Carlos Bribián y en 2021 editamos Crónicas bribianescas de Europa, una recopilación de sus artículos periodísticos en Heraldo de Aragón durante el proceso de integración de España en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE).

Dicen que morimos dos veces. Una es la muerte natural, y la otra cuando ya no haya nadie que nos recuerde. Los libros y los artículos de este seductor ilustrado prolongarán su memoria en nosotros y en nuestro futuro. Carlos se lo merece.