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i usted no usa un shampoo exclusivo para hombres, usted no es un hombre de verdad”. Así iniciaba hace unos años un comercial que, repitiendo el mito bíblico de Sansón, equiparaba el brillo, la flexibilidad y la firmeza del cabello con la fuerza y virilidad. Es en verdad un ejercicio interesante, incluso lúdico, rastrear los orígenes de esta “verdad” extendida en los medios de comunicación. Acercarse a este tema tan relevante para el concepto de belleza en nuestros días no es tarea fácil, sobre todo sin caer en la anécdota aséptica. La mercadotecnia capilar es en la actualidad más invasiva que la guillotina de los jacobinos franceses. Pero, ¿dónde radica la importancia de seguir teniendo con qué justificar la visita al peluquero? Siempre me ha parecido un tema interesante saber y descubrir, con curiosidad infantil, ¿qué lee la gente mientras espera su turno con el peluquero? A veces me he sorprendido a mí mismo leyendo “revistas para mujeres” o notas policiales que sopesan el sanguinolento retrato del difunto con trémulos retratos de desnudos femeninos. Historia descabella de la peluca, de Luigi Amara, es un libro que encontraría buen cobijo en la mesa de centro de cualquier peluquería, estética unisex o biblioteca. Este libro dota al ensayo —ese género tan múltiple pero también tan propenso a la alopecia de la prosa monográfica—, de un tono lúdico y desenfadado, sin que por esto deje de tener la profundidad crítica de un lector avezado, un escritor con una prosa finamente estilizada y sobre todo un buen observador de su entorno; sin despreciar ni discriminar ninguno de los medios. La peluca de la madre de Norman Bates, la coqueta cinta en la frente de Andre Agassi que sujetaba su disfraz y la transformación de la emperatriz Mesalina son algunas de las joyas de este catálogo histórico en el que la mutación comienza por la cabeza. Historia descabellada de la peluca fue finalista del Premio Anagrama de Ensayo en 2014. HISTORIA DESCABELLADA DE LA PELUCA Luigi Amara ANAGRAMA

M u y d i s tinto, por ejemplo es La cabellera andante, de Margo Glantz. Un libro ensamblado a lo largo de muchos años en folletines y distintos suplementos periodísticos nacionales y extranjeros, y que ahora la editorial Alfaguara nos entrega en un tomo de páginas tan numerosas y crecidas como la astrosa melena de Chewbacca. Este relicario de textos, como le llama su autora, concebidos a lo largo de décadas para un fin periodístico que atinadamente Huberto Batis y otros periodistas culturales convocaron en su momento, es (fuera del contexto periodístico monotemático y por entregas) una cariñosa y erudita conversación de sobremesa que se extiende sutilmente a lo largo de doscientas páginas. El erotismo, lo íntimo, lo falsamente púdico que hay en distintas etapas de la literatura, se trenzan en la narrativa de Margo Glantz; las múltiples referencias librescas, del cine y de la cultura que hace la autora dotan a La cabellera andante de una sabiduría que a veces me devuelve con nostalgia a mis cavilaciones de fin de semestre en la universidad, cuando las lecturas no deben tener ningún desperdicio. Vemos entonces que hay quienes prefieren usar pelucas y quienes recogen los mechones en relicarios de fetiche por la excrecencia capilar; pero también hay quienes prefieren trenzar sus cabellos. Chimamanda Ngozi Adichie es la autora de la novela Americanah. Ante la dictadura militar en Nigeria, Ifemelu y Obinze, los pro-

LA CABELLERA ANDANTE Margo Glantz ALFAGUARA

tagonistas, deciden dejar el país. Ifemelu logra la visa para viajar a los Estados Unidos y estudiar en Princeton, y Obinze a Inglaterra, pero sin las mismas oportunidades que tuvo su novia. La separación de la pareja es inminente. Después de años, Ifemelu decide regresar a Nigeria. El país ya es otro, y ella también ha cambiado; entre otras cosas su forma de arreglarse el cabello y su forma de pensar. Las trenzas y la cabellera de la protagonista se convierten a lo largo de la novela en un signo inequívoco de la ruptura cultural con el país en donde nació. El desarraigo propio de quien crece en un sitio que culturalmente y racialmente no lo acepta y volver a lo que fue su patria pero en el que ya no se siente a gusto, es uno de los dilemas y conflictos que la modernidad le impone a muchos migrantes. Superviviente, de Chuck Palahniuk, por su parte, es una cuenta regresiva antes de que un avión comercial se quede sin combustible y se desplome en el desierto australiano. El protagonista aprovecha los pocos minutos que le quedan para contarle a la caja negra su historia. Ahí nos enteramos que cuando él era adolescente, su hermano mayor asumía el rol de peluquero y le contaba las cosas que le asombraban del mundo exterior. Ambos habían nacido en el campamento de una secta y mientras el hermano mayor tenía algunas licencias para cruzar la puerta, el protagonista se conformaba con escuchar las historias que el improvisado figaro le narraba. Como en todas las novelas de Palahniuk, la irreverencia y el desenfado son los tonos dominantes. ¿Cuántas veces hemos escuchado historias a nuestros peluqueros en turno? Alguna vez me tocó una estilista que me aseguró ser luchadora enmascarada y que fue amiga cercana de los dos luchadores enanos que murieron envenenados por prostitutas en un hotel cerca de Garibaldi. Es entonces cuando recuerdo la “Plegaria para prevenir la alopecia” del capítulo 24 de Superviviente. Que no se me caiga nunca el cabello, Señor. Te lo pido. Para que nunca deje de escuchar las historias que los peluqueros me cuentan. + Por Leonardo Iván Martínez

AMERICANAH Chimamanda Ngozi Adichie RANDOM HOUSE

SURVIVOR Chuck Palahniuk W. W. NORTON & CO. Libro electrónico


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