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22 vía, a retratar sus conflictos, intereses y formas de hablar, pensar y entender el mundo que los rodea, se ha fortalecido y popularizado en nuestro país, y hay ejemplos buenísimos que conjuntan una trama superinteresante con un gran dominio del lenguaje, como ocurre con Agustín Cadena en La sed de la mariposa, publicada por el Fondo de Cultura Económica. Me parece curioso que, además de compartir el nombre con el autor antes mencionado, Cadena nació un año antes de que se publicara La tumba; pero aquí estamos hablando de libros y no de coincidencias forzadas, así que mejor les cuento por qué me gustó La sed de la mariposa. Se trata de una novela con misterio (no de misterio) donde el protagonista, un adolescente tímido y preocupado porque en su casa parece que el adulto es él (su mamá es todo un caso), se topa de cerca con la muerte al encontrar el cadáver de su maestro favorito. Aunque la policía dice que fue muerte natural, él siente que algo está muy raro y, junto con su mejor amiga (una chica “mala”, darketona y relacionada con varios malvivientes), se dedica a buscar la verdad detrás de todo esto. Les confieso que yo no pude parar de leer hasta llegar al punto final, un poco por el misterio y otro poco porque amé a los personajes. Y el lenguaje es tan bien retratado que se te olvida que el autor no es un morrito, sino un escritor nacido en… los sesenta, sí.

RAQUEL CASTRO

¿En qué piensan si les digo “sesenta”? ¿En la década del rocanrol mexicano o en los jipis gringos? ¿En Vietnam o en Tlatelolco? ¿En una época o en la edad de su abuelita? ¿En el surgimiento de los zombis, en el cine o en las protestas estudiantiles en todo el mundo? ¿En una posición (¡pillines!) o en una canción de Los Beatles? Durante años, yo pensé que “los sesenta” era una década remota, llena de crinolinas, chamarras de cuero y baile bien jelou. Luego me enteré de que, mientras en nuestro país Angélica María y Enrique Guzmán empezaban con las agujetas de color de rosa y las baladas shubidú, en Estados Unidos ya estaban metidísimos en el flower power y los viajes de ácido. También pensaba, a veces, que Los Beatles eran unos locazos por ponerse a pensar cómo sería su vida a los sesenta y cuatro años; y ahora, que estoy en los cuarenta, me parece que no me falta (gulp) tanto tiempo para eso, por lo que, si me dicen “década de los sesenta”, prefiero pensar en la de Vaselina y no en la que me espera dentro de algunas arrugas y un puñado de canas. Y es que la década de 1960,

en México, tuvo —además de las protestas, el rocanrol y las olimpiadas— un rasgo muy interesante: surgieron los primeros libros escritos por adolescentes, para adolescentes y retratando su forma de hablar. Ahora nos puede parecer cosa de todos los días; pero en su momento fue un escándalo que un morrito de veinte años publicara una historia sobre un morrito de dieciséis (que, además, era la edad que tenía el autor cuando escribió el primer borrador). La bandita dedicada a la literatura “seria” se horrorizaba de que la historia hablara sin censura de sexo (¡y aborto!), borracheras, música y referencias culturales del momento. Por supuesto, así como shockeó a algunos, encantó a otros: estoy segura de que año con año esta novela gana nuevos lectores que se sorprenden de lo fresca que sigue siendo. Si no la han leído, se las recomiendo muchísimo: es La tumba, de José Agustín, publicada originalmente en 1964 (lo pueden encontrar en DeBolsillo).

Por cierto que, hablando de los sesenta, creo que la historia más divertida que he leído en los últimos años es La bomba de San José, de Ana García Bergua (publicada por ERA). Esta novela no está pensada en un público predominantemente juvenil, pero estoy segura de que lo van a disfrutar por el gran sentido del humor de su autora, que pone a los personajes en situaciones cada vez más absurdas (de ésas que angustian y que dan risa) al mismo tiempo que retrata una época que no nos tocó y que es al mismo tiempo muy cercana y muy lejana a nosotros: Maite, la protagonista, empieza siendo una mujer obediente, tímida y bien portada; y termina liberándose de un montón de inhibiciones e imposiciones sin perder en ello su enorme corazón y, de alguna manera, su inocencia. Es como el retrato de la revolución sexual de los años sesenta, pues, pero en medio de muchas carcajadas.

Desde entonces, la literatura que se preocupa por hablarle a los y las adolescentes y, más toda-

Pero, bueno, y ustedes ¿qué piensan cuando piensan en “los sesenta”? ¿Qué libros recomendarían? +

LOS+VENDIDOS GANDHI LA QUINTA OLA Rick Yancey OCEANO

ELEANOR & PARK Rainbow Rowell ALFAGUARA

CIUDADES DE PAPEL John Green NUBE DE TINTA

JÓVENES

BUSCANDO A ALASKA John Green CASTILLO

THE MAZE RUNNER 1. CORRER O MORIR James Dashner VYR


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