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La vejez y la actuación en El método Kominsky

Víctor Hugo Casquera Bautista

El método Kominsky es una serie televisiva creada por Chuck Lorre (2018). Por medio de la comedia, vuelve protagonistas a los adultos mayores: interpretados por Michael Douglas, Alan Arkin y Nancy Travis. Este distinguido grupo de actores mostraron la cotidianidad de los problemas en los que oscila y se circunscribe la vejez. Se expone desde distintos estratos sociales: por un lado, un viejo con deudas millonarias, pero contando con el gran apoyo de su hija (interpretada por Sarah Baker); desde otra perspectiva, un anciano con la vida resuelta, controlando un imperio material, pero sufriendo la pérdida del ser más amado en su vida amorosa y el reencuentro con su hija con problemas de adicción; finalmente, no menos importante, la visión de una adulta mayor que se da la oportunidad de construir un nuevo amor, simultáneamente se enfrenta a duelos de pérdidas no sanadas y constantes intentos por renovar o restablecer su tranquilidad, para vivir en plenitud hasta el último de sus días.

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La serie rescata la importancia del cuidado y la preservación de la salud en las personas de la tercera edad; ejemplifica la resistencia que oponen a ir al médico y cómo llevan su proceso de negación hasta que los malestares representan un problema difícil de ignorar, y no les queda más que aceptar las limitadas condiciones que su cuerpo puede ofrecerles, experimentan una sensación de pérdida. La serie es una joya y se puede vincular a temáticas que le competen a la andragogía, entre ellas resalta una propuesta que involucra el uso de elementos teatrales mediante sesiones terapéuticas. La metodología teatral logra integrar a los actores educativos con su entorno, con su grupo y con situaciones que podrían resultarles ajenas: aprenden, desaprenden y reaprenden herramientas intelectuales que combaten contra sus conductas disruptivas, nocivas para su salud. La serie muestra que el aprendizaje ocurre durante toda la vida, también que nunca se está lo suficientemente preparado al momento de despedirnos de nuestros seres amados.

A través de la actuación se pueden canalizar diferentes emociones, entre ellas, las que suelen causar escozor y calan hondo en la vejez, provocadas por el sentimiento de soledad, de olvido, el afrontar pérdidas, el afrontar duelos o cerrar ciclos, la acumulación de achaques físicos, la disminución del interés en distintos aspectos: sexuales, gusto por actualizarse ante la sensación abrumadora de muerte, entre otras problemáticas de la edad. Los malestares se acrecientan cuando los espacios públicos son insuficientes y excluyen a la comunidad anciana: los espacios se ven reducidos a lugares de retiro, casas hogares o actividades privadas (de diversos tipos) que requieren de sumas monetarias importantes, ya sea para que puedan disponen de elementos lúdicos, de recreación o de actualización y capacitación.

De acuerdo con Arroyo Naranjo (2016, p. 5), hay dos conceptos que son fundamentales para la terapia ocupacional enfocada en los adultos mayores: el mantener a los usuarios activos y el enseñar a socializar mejora tanto su autoconcepto como su integración social. Debido al tiempo libre, la falta de metas u objetivos que las personas de la tercera edad tienen es que se gesta en ellos el sentimiento de inutilidad o falta de ocupación, comenzando por el deterioro de la propia imagen, por lo que optan por abandonarse a sí mismos. El teatro propone la ocupación mediante dinámicas y clases, enfocándose en las relaciones interpersonales; el trabajo integral (apoyado de enfoques holísticos) y el trabajo entre pares, facilita que aquellos con características similares puedan vincularse a través de sus experiencias ya vividas. Aquellos que no pueden identificarse con el otro también pueden encontrar el goce de ese encuentro con el otro a través de disfrutar de la interacción pese a no compartir similitudes. El trabajar con otra persona e interactuar en el mismo círculo de cierto modo los coacciona, le da un propósito al despropósito que representa el deterioro de su imagen. Trabajar en la imagen propia y en el cómo nos percibe el otro siempre es importante.

Retomando lo que esta serie televisiva puede aportar, y sin afán de hacer spoilers, más allá del goce y las impresiones que puede causarnos un panorama donde la vejez parece una limitante más del ser humano, nos da herramientas audiovisuales para imaginar por unos momentos cómo podemos ser cuando seamos viejos; permite reflexionar la importancia de repensar a los espacios públicos destinados a los venerables ancianos y permite ver a la escuela como lo que realmente es, una institución de educación continua: educación para toda la vida. También podemos pensar en la estructura social, y arrojar algunas interrogantes al aire: ¿qué tan necesario es separar a las poblaciones de la tercera edad de la población joven?, ¿cómo adaptar contenidos actuales e integrarlos para una educación continua?, ¿cuáles son las barreras que se tendrían que diluir para tener una comunidad con integración de los ancianos?, ¿cómo disminuir las limitaciones que el lenguaje representa en una sociedad con un flujo agresivo de información en constante cambio?, ¿qué representa lo viejo en un panorama donde la inteligencia artificial sigue ganando terreno?

Referencia:

Arroyo Naranjo A. El teatro como herramienta terapéutica para contribuir al desarrollo de las relaciones interpersonales en las personas mayores institucionalizadas. Prueba piloto. TOG (A Coruña) [en revista TOG]. 2016 [20/02/2023]; 13(23): [19 p.]. Disponible en: http://www.revistatog. com/num23/pdfs/original3.pdf

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