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Metamorfosis

Andrómeda

7150 días viviendo.

Elegía a una vida mal vivida.

19 años tiene, siente que ha vivido 90 y al mismo tiempo siente que es su primer día en la tierra. Es tan poca su resiliencia, que ha decidido querer morir. “Ingrata”. Eso se dice a sí misma. “No valoras lo que las personas han hecho por ti”. Es inconsciente lo que siente y piensa, no culpa a nadie más que a sí misma. Sus padres la aman y ella lo sabe; sus hermanos la quieren y ella lo sabe; tiene amigos que la aprecian y gatas que la despiertan por la mañana. Tiene un trabajo donde gana bien. Y estudia, es la persona que siempre tiene buenas calificaciones sin esforzarse. Es inteligente, tiene potencial. Y ella lo sabe. Y eso, la agobia, la frustra, la desarma. El sentirse querida, acompañada y apoyada la frustra porque siente que ella no da lo que recibe, irónico, suele ser al revés. Su esencia es egoísmo. El saber que tiene todo para sobresalir y no lo hace, la apaga. Y esa palabra, es la clave: Está apagada, y ya se cansó de intentar volver a funcionar, como si de una luz intermitente se tratase. Ya intentó de todo, o por lo menos el concepto que ella tiene de todo, ya fue a terapia, ya habló, ya escribió, ya hizo ejercicio, ya salió con personas, pero siente que nadie la escucha. No ha encontrado su lugar, para poder ser ella misma. Se ha bloqueado, se alejó hacía aquel túnel y tiene miedo de volver a brillar para salir de ahí. Ella misma se consumió, intentando ser otra. Con medicinas, con drogas, con besos. Ella misma se empujó al vacío y tiene pereza de tomar su propia mano e impulsarse hacia arriba.

Así que, por eso, ella decidió que quiere morir. Que ya no quiere esforzarse, que está cansada. Pero hay algo que la detiene, y es lo mismo que la empuja.

La frustración y el miedo de dejar como legado una vida mal vivida. Su narcisismo, su egoísmo le impiden tomar acción a sus ideas. Ideas que le llueven día y noche. El saber que ella pudo y no lo hizo, es lo que la hace sentir así. Es por eso, que aún no se ha ido, quizás es el miedo o la culpa, pero sobre todo es la necesidad de que su nombre perdure. Ella no quiere vivir la penumbra de tener emociones, de sentir, pero quiere que su nombre perdure, porque el nombre no siente. Así que esta nota es el recordatorio de la contradicción: Es su buena vida, mal vivida, la que la impulsa a seguir.

Transformación.

Crecer duele. Sentir duele. Vivir duele. Escucha esto seguido, a diario. Crecer es doloroso, pero es necesario.

Todo sería fácil si se quedara siempre en los 6 años, pero tiene que crecer, es parte de la vida, es inevitable, si sigue deteniendo su mentalidad a la que tenía a los 16, seguirá repitiendo el círculo de cosas negativas que la llevaban a sentirse mal y vacía, que la hacían sentirse gris. Debe permitirse crecer y sentir el dolor que conlleva, debe permitirse escucharse y ver las cosas de una forma diferente. Debe aceptar sus responsabilidades, debe permitirse sentir las emociones malas de ser un adulto, para poder también disfrutar de lo que la vida le tiene.

Al final del día, las emociones negativas estarán ahí, pero es mejor soltar las que tiene ahora y conocer otras nuevas.

El aceptar que ya no es una adolescente, mucho menos una niña, no le va a quitar sus sueños, ni su esencia, no está quitando esa etapa, la está transformando. Es para que sus sueños dejen de ser sueños y se conviertan en realidad, para que sus metas ya no sean impulsadas por pensamientos fugaces, sino que sean constantes, que sean trabajadas para poder conseguirlas.

Debe comprometerse y dejar de postergar, debe enfrentarse a sí misma y verse en ese espejo, debe gritar en voz alta y dejar que las lágrimas fluyan, debe dejar ir a las personas que no quieran seguir con ella y abrirle la puerta a las que quieran entrar, debe dejar de evadirse en sus pensamientos y envidiar las vidas ajenas, debe tomar el control de su vida sin olvidar que ella es su dueña. Debe aceptar que el tiempo pasa y que las manecillas no se detienen por más que ella lo desee, debe abrazarse y no soltarse ya nunca. Soltar el pasado, vivir el presente y no ignorar que hay un futuro y que, si de verdad quiere salir de lo que está sintiendo, debe permitirse crecer. Porque sí, crecer duele, pero también sana.

Serendipia.

Hablando de una mujer Influenciada por la poesía Creciendo siempre rodeada de arte Y lo que sentirse especial incluía Fiel creyente de las frases De los textos que marcaron su vida Sin permitir nunca que su mente Dijera lo que realmente creía “La tristeza durará para siempre” Dijo Van Gogh en su lecho de muerte Y como escribió Mario Benedetti Sobre el final de Armando Corriente Creció creyendo que así era la vida Llena de tristeza, dolor y monotonía Abrazaba entonces la nostalgia ajena Y su brillo propio lo dejaba afuera Ahora, entonces que su constante es la contradicción De hacer lo que juró no haría Que escribe meramente por afición

Y ya no por la melancolía De seguir viviendo en el interior Con la creencia que es una vida mal vivida Que permite que fluyan todas sus emociones Independientemente sus antiguas creencias De que vivir sintiendo es de cobardes Y que lo único que merece es tristeza Ahora que deja a su cuerpo descansar De ideales y expectativas de otros Que le enseña a su mente cada día Que en realidad no existen los sueños rotos Que crece a diario con sus pensamientos Y va creando un mundo de posibilidades Donde las cosas que parecían inciertas Hoy son lo primero que ve al despertarse Que su cerebro nada en la serotonina Y los problemas parecen tener solución Confirma entonces, lo que antes negó Depende de la óptica del observador Aunque el cielo esté lleno de nubes En algún momento, saldrá el sol.