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Water Is Healing

Aldi Jaramillo

El agua tiene propiedades curativas; está fluyendo, ondeando y envolviéndolo todo constantemente. Es el lugar de nacimiento de Afrodita, suave, flexible e irresistible. El agua tiene propiedades curativas y proporcionará vida incluso cuando nos hayamos ido.

Estas imágenes son de las aguas de México; brotarán y caerán en cascada como una fuente de las grutas en las que han encontrado su hogar. Nos invitan a entrar, nos permiten sumergirnos en sus aguas termales y nos brindan una sensación única.

El agua tiene propiedades curativas.

Photo Information:

Aldi Jaramillo, mexicana-americana

Serie: Water Is Healing

Grutas de Tolantongo, agosto de 2022

What does it mean for me to seek social mobility? What does it mean for my immigrant parents to push me to college, to leave home, to climb up a socioeconomic class? What does it mean that they created me to leave, created me with the intention of a better life? What does it mean that I’ve dedicated my 20 years of life to transporting myself higher? Higher, where? What is the value of social mobility, even?

“Brooklyn’s too cold tonight & everyone is three years away. My mother said I could be anything I wanted– but I chose to live.” -Ocean Vuong

Mira Olivia Ochoa

Mira, que chula.

—¡Nena, nena!

—Prende la luz para verte mejor, no te vemos nada.

—Chula, para poder verte.

—Ya, ¿mejor?

—Sí, mi niña.

—¿Cómo estás? Faltas aquí un montón.

—Las niñitas preguntaron por ti.

—Hasta te sacaron una silla sin acordarse, ahí dónde está sentado tu tío, y, espera, ¿qué camisa traes puesta?

—La del trabajo, tía.

—Pues no me gusta, ¿cómo que tus jefes te andan viendo así? Si tienes que dar una buena impresión, no te queda para nada bien. Si quieres te mando dinero e-

—Déjala en paz, reina, seguro que acaba de llegar de trabajar. Mira las ojeras que trae.

—Ni la dejaron decirnos cómo estaba ni nada, dale chance. Dinos, Verónica.

—Pues, todo bien aquí conmigo. Vengo corriendo del trabajo, hoy voy a salir con unas amigas para celebrar un cumpleaños y llegué a mi apartamento con prisa. Pero todo lo demás, va bien.

Ni les puedo describir todo lo que estoy aprendiendo, todos los doctores son tan impresionantes. Y los otros estudiantes, dios mío.

—¡Vero, eres nuestra propia doctora! ¡Nuestra estudiante en residencia!

—Mírala, de seguro eres la más lista de todos tus alumnos.

—Futura doctora, tío. Y pues, no sé si soy la más lista, pero-

—¡Nuestra futura doctora! ¡Futura doctora, chula!

—¡La fiesta que te vamos a hacer cuando te gradúes! Cien, mil, millones en lo que andamos hoy.

—Para eso falta mucho, tíos. Hablando de eso, ¿y la cumpleañera? ¿Dónde anda? De seguro afuera ensuciándose el vestido.

—Allá corriendo de un lado al otro, ¿alcanzas a verla?

—Aquí, aquí a la izquierda en la ventana.

—Reina, ¡enfoca la cámara! ¡La cámara, voltéala!

—No, al otro lado, mira.

—No la alcanzo ver, pero llámenme al rato para cantarle las mañanitas. ¿Qué tipo de pastel le compraron?

—Tu prima terca como siempre, el mismo pastel de tres leches que quiere todos los años. Lo ordenamos de la panadería ahí por tu casa, o, por tu, em. Por-

—¿Por dónde? No escuché bien, creo que se cortó.

—Pues por tu casa de antes, en la Austin y la 36.

—Ah, sí.

—Pero no lo creerías, Verónica. Lo que hizo tu tío.

—¿Ahora qué hice?

—Nada mal, viejo. Mira, chula. Convenció a la panadera-

—¿No me digan que la convencieron para que decorara el pastel? ¿Lo veo bien? ¿Tiene un ocho escrito ahí con glaseado, verdad?

—¡Sí, sí! Todas las veces que le pedías que le pusiera un nombre o un número y nunca te consintió.

—¡Nunca! ¡Qué coraje! ¿Cómo lo hiciste, tío?

—Fácil, nena. Le dije que la prima de mi sobrina doctora, profesional, e inteligente iba a cumplir sus ocho años, y ella exigió un ocho en su pastel. Pues, le dije eso y luego le di unos pesos extra.

—Sin saber todos esos años.

—¿Y cuándo vas a visitar, Verónica?

—Sí, para qué te toque pedirle un pastel con números.

—Ya hace mucho que no te vemos.

—Te extrañan las primas, las niñitas.

—El mismo día que llegues te saco de compras, vi unas camisas en la Marshalls el otro día que te quedarían marvill-

—¡Déjala! Te dijo que venía corriendo del trabajo, ahorita ya se va a arreglar. —¿Ay, no que andabas de prisa?

—No, no hay problema. La verdad que no sé cuando voy a visitar, no he podido encontrar ningún boleto sensible y, pues-

—Yo te lo pago, nena.

—No se preocupen por mí. Me verán pronto, se los juro.

—Te extrañamos, Verónica. Ni te lo imaginas.

—¡Tanto que nos haces falta!

—¡Mira, mira, Verónica! Las niñitas andan aquí por la ventana, voltea la cámara para que Vero las vea.

—¡Qué tierno, míralas!

—Bueno, Vero, te hablamos más tarde ya que nos pongamos a cortar el pastel. Ya arréglate, ¡diviértete en tu cena!

—¿En mi qué?

—En la cena de cumpleaños de tu amiga, chula.

—Ah.

—Disfruta, nena, ¡provecho!

—¡Te extrañamos, Verónica!

—¡Adiós, Vero, adiós, mi niña!

—Al rato te hablamos.

—¡Te queremos, adiós!

Son momentos como estos, con el silencio después de las llamadas, cuando de verdad noto el silencio de mi apartamento. Los chillidos y zumbidos de mi familia habían llenado todo el espacio y lo siento en el aire cuando desaparecen. La orquesta de sus comentarios y quejas es reemplazada con este silencio abrumante.

Me dio hambre al ver el pastel de tres leches, y por suerte la llamada duró los 3 minutos que la tapa del maruchan me indicó que esperara para que mi cena hirviera. El silencio se llenó de nuevo con mis pantuflas arrastrándose hacia el sofá; me senté sobre la cobija que dejé tirada cuando me levanté de mi siesta hace diez minutos. A comer, y a esperar que mi teléfono suene, hasta que me tengan algo que mirar