El tren en Costa Rica

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Llegada del tren a Heredia Serie: Ayer y hoy en Heredia El servicio de tranporte de pasajeros de Heredia hacia la ciudad Capital, se reinauguró con la llegada de los trenes Apolo.

Soloheredia.blogspot.com “A Heredia, el tren llegó el 1º de agosto de 1872, cuando lanzó su potente sirena frente a la estación, que entonces estaba situada en la esquina sureste del hospital San Vicente de Paul”. Textos: Pompilo Segura


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Ayer y Hoy en Heredia: el tren

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Inicios del tren en Costa Rica Pompilio Segura Historiador

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l 20 de julio de 1871, el gobierno de don Tomás Guardia firmó un contrato con el estadounidense Enrique Meiggs para la construcción de un ferrocarril que uniera Alajuela con Limón, pasando por Heredia, San José y Cartago. Esta obra era indispensable para lograr mayor facilidad en la exportación del café. Los trabajos para dar inicio a la gigantesca obra, se inauguraron solemnemente en Alajuela, el 18 de agosto de 1871, con la presencia del general Guardia, sus ministros, los miembros de la Corte Suprema de Justicia, el obispo Llorente y La Fuente, los gobernadores de provincias y sus municipalidades y público en general. Asistieron cerca de 12.000 personas. En la ceremonia, don Tomás Guardia concluyó su discurso con el siguiente pensamiento “Quiera el cielo bendecir esta obra y difundir por medio de ella la paz, la abundancia y la cultura en nuestra amada patria”. A continuación el obispo cantó un Te Deum y así quedó inaugurada la obra. Más tarde, en el Palacio Municipal de Alajuela hubo buenos y variados licores y luego un baile para invitados de todas las provincias. Enrique Meiggs se encontraba en Perú, poseía alguna fortuna y entonces decidió traspasar el contrato a su sobrino Enrique Meiggs Keith quien lo acompañaba en aquel país, ambos con gran experiencia en la construcción de ferrocarriles; pero este sobrino

El primer ferrocarril que hubo en nuestro país consistía en uun carro halado por una mula por lo que fue bautizado como “el burrocarril”. 12 de noviembre de 1857 en el período presidencial de Juanito Mora y comunicaba Puntarenas con Barranca.

no quiso emprender el trabajo solo y entonces se unió a su hermano menor, Minor Cooper Keith, quien apenas contaba con 23 años de edad, y juntos, ya en setiembre de 1871 se encontraban en Costa Rica, en donde convinieron que el hermano mayor, Enrique, iniciara los trabajos en Alajuela y Minor en Limón, adonde se trasladó inmediatamente. Juan Solano, el gigante de los carreteros costarricenses, en febrero de 1872, llevaba a cabo el acarreo de la primera locomotora, con todos sus accesorios, desde Puntarenas hasta Alajuela. Lo hacía por la única vía, una escarpada carretera cavada en la propia tierra, que a veces se convertía en polvazal, o se convertía en lodo. Aquella pesada máquina, de 20 toneladas, llegó a Alajuela desmembrada y a bordo de 12 yuntas de bueyes que Guillermo Nane y otros ingenieros que don Enrique tenía listos, debieron armarla y una vez lista, la bautiza-

ron con el nombre de “Limón Nº 1”. Totalmente integrada y tirando unos pocos carros, lanzó al aire su potente silbido el 31 de marzo de 1872, anunciando en la estación de Ciruelas, que marchaba hacia Heredia, pero en forma muy lenta porque aún no estaba concluida toda la línea férrea. A Heredia, el tren llegó el 1º de agosto de 1872, cuando lanzó su potente sirena frente a la estación, que entonces estaba situada en la esquina sureste del hospital San Vicente de Paul. Por una lamentable confusión, Don Luís Felipe González Flores afirmó que su arribo ocurrió el 6 de agosto del año citado.

En la noche del 31 de julio de 1872, se reunió la municipalidad para conocer el anuncio del gobernador de que al día siguiente, llegaría el tren a Heredia y ante esa noticia, acordó que: «en la municipalidad que representa la provincia, la que debe dictar alguna


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La primera estación herediana, estaba situada en la esquina sureste del actual hospital San Vicente de Paul.

providencia concerniente a demostrar el gozo que experimenta al ver, por primera vez en la estación de su jurisdicción, como bien lo expresa el gobernador, el símbolo del progreso y adelanto de nuestra incipiente República. Esta palanca conductora de civilización, debe ser recibida por la municipalidad y vecinos principales con vivo entusiasmo, con justas emociones de placer, porque al hacerlo así, no solo se da un público testimonio de cultura, sino que también se tributa el más merecido elogio al que venciendo dificultades y al través de circunstancias, se ha empeñado en plantear y poner en el estado que hoy se ve, la vía férrea de vital interés para los futuros destinos de Costa Rica. Por eso acuerda: autorizar al gobernador para que, del fondo de propios de este cantón y en celebración de este fausto acontecimiento, invierta la suma de 150 pesos, facultándolo para que, como lo estime conveniente, disponga la manera de darle mayor solemnidad». En la mañana del jueves 1º de agosto

la estación fue adornada con ramitas de uruca; el director de la banda militar, don Gordiano Morales la tenía bien preparada y ese día estrenó su vibrante marcha que tituló “La voz del pueblo”, y a su vez, el comandante acudió con una compañía que disparó algunas salvas. Los regidores municipales Juan Vicente Gutiérrez, el dr. Juan de J. Flores

y Domingo González, vistiendo sus mejores galas, dieron la bienvenida a los visitantes, repartieron refrescos entre los asistentes y quizá alguna copa de licor, aunque con 150 pesos, no era mucho lo que se podía obsequiar. El paso de la primera locomotora por Heredia, provocó júbilo, pero no a todos sus habitantes, pues a otros lo

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Esta fotografía, de Amando Céspedes Marín, nos permite darnos una idea de como era la estación del ferrocarril. El edificio permanece prácticamente igual.


4/ que les ocasionó fue pavor, “algunos no podían concebir la fuerza expansiva del vapor, ni sus múltiples aplicaciones a las máquinas, de suerte que la primera vez que una de ellas se les apareció, no fue pequeño el susto. Aquella máquina que caminaba sin necesidad de bueyes, que arrojaba humo y agua caliente, debía ser cosa del mismo demonio y a su visita no eran pocas las personas que se santiguaban y apelaban a todos los símbolos de las religiones y de las creencias para contrarrestar su maléfica influencia. Y esta actitud de nuestros padres no debe extrañarnos, pues, cuando en 1825 se inauguró el primer ferrocarril en Gran Bretaña, causó gran temor en las gentes; se afirmaba que las locomotoras perjudicarían los pastos, que el aire emponzoñado por los humos de las máquinas mataría las aves y que las casas situadas cerca de la vía férrea, serían envueltas por las nubes de humo o incendiadas por las chispas de las locomotoras. Recordemos que aquellas moles eran impulsadas por vapor; estas máquinas llevaban un tanque que a menudo era necesario llenarlo de agua, lo que sometida a la ebullición producía el vapor. Para lograr la ebullición, entonces se utilizaba leña, que debía ser de buena calidad, pero cuando se recurría al güitite o guarumo, la nube de humo oscurecía totalmente el paisaje, y el lanzamiento de chispas provocaba el fastidio. En febrero de 1876, el encargado de suministrar la leña era el herediano Juan Brealey, quien se comprometió a entregar en la estación de dos a tres mil carretadas, alistando 30 por semana, que vendía a ¢4,25 cada una. Conviene recordar que en su principio, el tren hacia Puntarenas, tam-

Ayer y Hoy en Heredia: el tren La ciudad de Heredia era una entidad cerrada, pero con la llegada del tren, de repente se abrió a las relaciones sociales y económicas. Antes de 1872, pocos viajaban a San José y raramente lo hacían hacia Alajuela, porque tenían que utilizar las lentas carreteras tiradas por bueyes, en cambio, con la aparición del tren, les dio gran facilidad para trasladarse a San José, Cartago o Alajuela y viceversa.

bién fue impulsado por medio del vapor y algunos viajes ferrocarrileros contaban que en el ramal de Esparta, los empleados del ferrocarril en ese lugar suministraban a cada pasajero una ramita para que durante la travesía exterminaran las chispas que lanzaba la locomotora, las que en varias ocasiones, motivaron incendios que llevaron el terror y la inquietud a los pasajeros”. La primera locomotora permaneció en la estación de Heredia por mucho tiempo, pues no fue sino hasta el 30 de diciembre de 1872 que llegó a San José y a Cartago, en noviembre de 1873. La ubicación de la primera estación, por la lejanía con los principales establecimientos comerciales, no agradó a los dueños de estos y el 17 de mayo de 1873, cerca de 30 comerciantes e interesados, pidieron a don Tomás Guardia que la trasladara ub tanto hacia el este, con el fin de lograr una mejor comodidad y el mandatario acogió la solicitud y en el mismo año, se inició la construcción de la que hoy sirve, pero hoy muy reformada. En marzo de 1875, la municipalidad solicitó la estación desocupada para establecer allí el futuro hospital, a lo que el general Guardia, en gesto noble, la cedió.

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Los niños, ya sin miedo, disfrutaban mucho la presencia de los trenes y hasta jugaban sobre los carros; pero también la disfrutaban los mayores, pues en aquellas épocas, después de la asistencia a la Santa Misa, generalmente a las 8 de la mañana, una vez concluida esta, las familias acomodadas viajaban a San José, tomando el tren que muy temprano salía de Alajuela y que regresaba en las tardes y como no había tantas distracciones como hoy, todo el vecindario se dirigía también hacia la estación del ferrocarril a observar quien iba y quien venía en el tren, otros iban a recoger periódicos, libros, cartas y las más frescas noticias venidas de la capital, pues las marchas hacia la estación se repetían por las tardes. Era una verdadera procesión a tan grato lugar, cuyo recuerdo lo narra el Lic. Marco T. Fonseca Chaves así: «Oh tiempos en que la llegada y partida de los trenes, a la par que era una diversión, les daba colorido y novedad a las calles y ligaba la vida de la ciudad al movimiento ferroviario». Pero ya todo eso pasó, como muchas otras costumbres de antaño. Hay quien supone que de estos paseos se originó la sentencia de “Viva Heredia por media calle”; pero el autor de este resumen presume que apareció porque Heredia fue una ciudad cuyas calles carecían de aceras, cuya evidencia la vemos hoy. La actual estación, en 1914 se hallaba bastante deteriorada y debido a las críticas de algunos curiosos, fue necesario reformarla y convertirla en un edificio más presentable, lo que se logró gracias al empeño de su administrador Israel Blanco Castro, que se desempeñó como agente del ferrocarril hasta junio de 1919, en que fue sustituido por Tulio Bejarano.


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