la casa de Nicolas

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Breve reseña histórica de la que fuera residencia familiar del ilustre herediano don Nicolás Ulloa y que por decreto ejecutivo del 27 de setiembre de 1979, fue declarada monumento nacional histórico de nuestro país.

Manrique Alvarez Rojas Ciudad de Heredia


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urante la segunda mitad del siglo XX y primeros años del siglo XXI la ciudad de Heredia ha venido perdiendo uno a uno los hermosos edificios de antaño y aquellas imponentes casonas que fueron testigos pasivos de la historia de nuestra provincia. Pocos ejemplos arquitectónicos del tipo colonial autentico costarricense conforman el circuito histórico central de la ciudad de Heredia; los cuales en su abandono ruinoso consuelan esa soledad temerosa ante su posible desaparición; con la venerable compañía de la Iglesia Parroquial, del vetusto Fortín, del añoso correo, del Palacio Municipal, de la antigua Escuela de Varones, de la Pila del Parque Central, de la Araucaria de don Braulio, de la Solariega Casona de don Pedro Antonio Solares, de lo que queda de la pagaduría de café de don Ernesto González, de la casa de la Leitona y de la hermosa fachada de la casa de don José Manuel Herrera. ¡Eso es todo! Todo de esa Heredia de antaño que con algo de suerte podremos heredarle a las futuras generaciones. La casa de don Nicolás; esa hermosa edificación que sobrevive heroicamente al paso de los siglos y que junto a su hermana melliza la casa de la cultura de Heredia, son ejemplos reales de esa Heredia con sabor colonial que poco a poco ha venido diciendo adiós. La casa de don Nicolás hoy es otra; ha sido bellamente restaurada conservando al máximo su originalidad y devolviéndole en lo posible su esplendor de ayer. Es encomiable el esfuerzo y la gran inversión de sus actuales dueños en la restauración de esta hermosa casona, quienes con su visión conservacionista le devolvieron a Heredia parte de su glorioso pasado. En abril de 1790; arribo a la ciudad de Heredia un rico comerciante español originario de la región de asturias que se llamo Pedro Antonio Solares y berros, a la edad de 30 años gozaba de una situación económica muy solvente lo que le permitió a partir de 1791 adquirir algunas de las mas céntricas y mejores propiedades de la ciudad. El señor Solares llegó a ser dueño de lo que se denominaba ‘’el terronero’’, que comprendía las dos terceras partes de la manzana al norte de la iglesia parroquial; siendo suyos los frentes de la calle Nº 0 y de la Avenida Central. En 1792 estableció su residencia en la esquina donde actualmente se ubica la Casa de la Cultura de Heredia, construyéndola a partir de una edificación mucho más antigua. Asimismo, establece en la propiedad contigua al este de su casa el primer y más surtido almacén de toda la provincia. Este conocido almacén fue muy famoso en su tiempo por su gran surtido de generos europeos y porque en el se encontraba el primer espejo de cuerpo entero que se importaba al país; lo que causaba gran curiosidad y estupor especialmente entre las damas y señoritas de la ciudad.

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Pedro Antonio Solares y Berros murió el 10 de febrero de 1824 en su casa de habitación, lo que hoy conocemos como la Casa de la Cultura. Sus bienes fueron heredados por sus cinco hijos; cuatro mujeres y un varón, el cual murió repentinamente a muy temprana edad. Una de sus hijas contrajo matrimonio con don Nicolás Ulloa, personaje de gran trascendencia en la vida política y social de nuestra ciudad; inmediatamente instalan su residencia en la parte oeste de la antigua edificación que albergaba el almacén de generos de don Nicolás y que ya ocupaba casi la totalidad del frente de la cuadra de la Avenida Central hasta la calle Nº 01, mediando algunas remodelaciones lograron convertir parte del edificio que compartían con el almacén; en una hermosa residencia, tal vez la mas hermosa de toda la ciudad. El gran almacén de generos de don Pedro Antonio Solares fue sucumbiendo poco a poco ante la competencia de otros almacenes, como el de don Braulio Morales al costado sur del Parque Central; don Nicolás Ulloa decide cerrar el almacén a partir de 1830 y extender su residencia hacia el sector este, en la totalidad del edificio que ocupaba la antigua casa comercial; completando así una remodelación general que acoplara tanto arquitectónica como estéticamente las dos edificaciones que desde un principio fueron una sola. La casa neocolonial de don Nicolás Ulloa se convirtió a partir de ese momento en la casona solariega mas solida y mejor construida de nuestro pais. Con grandes contrafuertes en sus paredes externas que ocupaban casi la totalidad de la acera peatonal hasta la calle Nº 01. Las curiosas gradas gemelas contrapuestas, su semi-balcón y su pasamanos de hierro forjado que permitían el acceso al elevado vestíbulo principal de la casona, los hermosos y tallados marcos de la puerta principal y ventanas; elaborados con las más finas maderas y el juego de cinco rejas de hierro que adornaran sus principales ventanas. Fueron todos ellos elementos importantes que dieron como consecuencia; mediante la remodelación efectuada, en el nuevo y hermoso decorado exterior de la casa de don Nicolás Ulloa y que aun hoy día podemos apreciar en parte; con su renovado esplendor. Las rejas o verjas de hierro que adornan sus ventanas, son el elemento esencial que distingue el pasado colonial de la casa de don Nicolás y que nos recuerda el poder económico que disfrutaban sus dueños, su propósito primordial era ornamental y no divisor. No se buscaba seguridad sino belleza al mejor estilo español, limeño o guatemalteco; donde sus verjas lucían el nivel económico y social de sus propietarios y la hermosa factura de su forjador. Las cinco rejas originales de la casa de don Nicolás, y a pedido de este,

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fueron forjadas al estilo andaluz en el barrio del Carmen de Heredia y no en Europa como erróneamente se ha hecho creer a través de los años. Siguiendo el gusto de su cliente y bajo los diseños y lineamientos de su taller de herrería; se dio la forja, armado y remachado en caliente de las pesadas rejas, por las manos creadoras del brillante artesano Herediano don Concepción Cartín. Una vez concluida la cuantiosa remodelación; la casona de don Nicolás se convirtió en una de las más grandes de Heredia, contaba con un gran salón principal, un hermoso y empedrado jardín central rodeado de doce enormes habitaciones, cinco aposentos y un largo corredor volado; una sección de cocina y comedor, habitaciones para la servidumbre, salón de lavado de ropa; varios patios interiores, su respectiva acequia, cuartos de baño, un amplio garaje sobre la calle Nº 01. para seis carretas o carruajes y una segunda puerta principal sobre la Avenida Central hacia el este, para el ingreso de empleados y suministros. Don Nicolás Ulloa además de su poder económico y social, era un político intachable y amigo del progreso de la ciudad, enemigo acérrimo de don Braulio Carrillo, siempre procuro su derrocamiento y ademas sufrió en carne propia los embates de su Gobierno. Fue perseguido y desterrado a los Montes del Aguacate, embargado e indultado; de nuevo en su casa se mantuvo al margen de toda política y manifestación, especialmente durante el Gobierno de su odiado enemigo so pena de cárcel. Ante las simpatía que despertaba en don Nicolás Ulloa la Cruzada Unionista Centroamericana del General Francisco Morazán y mediando una previa y amistosa negociación de tabaco realizada en nuestro país en 1835, don Nicolás recibió con alegría la noticia de la invasión de Morazán a nuestro pais, acto el cual se constituía en la única posibilidad real de eliminar del poder a su odiado enemigo el presidente Braulio Carrillo Colina. No dudó en ningún momento el apoyar la funesta invasión y en ofrecer a los invasores su casa y toda la ayuda que estuviera a su alcance. El 12 de abril de 1842; el general hondureño don Francisco Morazán Quezada asumió en la sala principal de la casa de don Nicolás Ulloa la jefatura provisional del estado de Costa Rica, en virtud de la mas cobarde traición y del vil convenio denominado “Pacto del Jocote’’, firmado en Alajuela el día 11 de abril por el general Francisco Morazán y el jefe de las fuerzas armadas de Costa Rica, general Vicente Villaseñor; convenio el cual derrocó y puso en el exilió a don Braulio Carrillo. La sala principal de la casa de don Nicolás Ulloa y que actualmente se conserva, tiene el tristemente famoso honor de haber sido sede de la más cruel y despiadada traición que llevó al poder de nuestro país durante cinco meses a un invasor extranjero.

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Don Nicolás Ulloa fallece en su casa de habitación en mayo de 1864, sus herederos reciben su gran casa y una situación económica no muy cómoda que los obliga alrededor de 1869 a dividir la Casona en dos partes y a alquilar la del sector este que era de mayor tamaño. En 1870 la Municipalidad de Heredia la toma en arriendo para sus oficinas centrales y en 1883 la compra mediante un remate judicial. Al inaugurarse en 1915 el Nuevo Palacio Municipal, esa valiosa propiedad pasa a ser el local de la nueva Escuela Primaria “Nicolás Ulloa’’, que funcionó hasta el año 1938 y donde su directora la insigne maestra Herediana Evangelina Solis Salvatierra, celebró por primera vez en Costa Rica el “Día de la Madre’’, posteriormente fue sustituida por la escuela Cleto González Víquez. Durante algunos años la vieja casona en su sector este sirvió de biblioteca pública y alojó algunas oficinas tributarias y municipales. En 1955 fue demolida para dar paso al edificio de la “Unidad Sanitaria’’ del Ministerio de Salud, con lo cual dos de las cinco rejas de hierro forjado originales de la gran Casona inicial, fueron rescatadas e instaladas probablemente en una casa de Barva de Heredia. Esa valiosa propiedad hoy día es sede central de las oficinas administrativas de la Municipalidad de Heredia. A partir de la división realizada en la casona de don Nicolás en 1869, sus herederos habitaron el sector oeste hasta alrededor de 1890. En 1891 deciden venderla a don Domingo González Pérez quien recientemente había adquirido la casa de don Pedro Antonio Solares, hoy Casa de la Cultura de Heredia. Don domingo integra ambas casas y logra reunir para su familia dos de los más importantes monumentos históricos de la ciudad. En ellas crecieron los hijos e hijas de don domingo, además fue la residencia oficial del señor presidente de la república don Alfredo González Flores durante los fines de semana, entre los años 1914 a 1917. En 1921 ambas casas se dividieron nuevamente para instalar en la casa que fue de don Nicolás a las hijas de don domingo y en la casona esquinera a don Alfredo González y su señora esposa doña Delia Morales, esto a partir de 1923. Las hermanas de don Alfredo González Flores habitaron la casa de don Nicolás hasta bien entrada la década de 1970. En esa época era tradición de todo niño subir y bajar infinidad de veces las escalerillas de la casona y de ser posible entrar y salir corriendo a su salón principal, ya que Heredia en ese entonces era una ciudad de puertas abiertas. Ver salir a la niña Marta y salir volando, aunque ella siempre fue una dama amable, dulce y de gran corazón. Sin temor a equivocarme; la niña Marta González Flores fue la primera mujer en Heredia en conducir un automóvil y

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poseer licencia para ello. Alrededor del año 1979, la Casona fue desocupada y vendida para la instalación de un restaurante que anteriormente había estado en la Casa de la Cultura de Heredia, su nuevo dueño la fue reformando según sus necesidades, con lo cual la casona de don Nicolás perdió la mayor parte de su interior original. Al frente de su fachada se le cerceno parte importante de su contrafuerte, el cual había mantenido incólume la integridad del edificio por mas de un siglo, se eliminaron las escalerillas y el semi-balcon que daba paso al salón principal y se le agrego una ventana contiguo a la Casa de la Cultura. Fue una reforma abrasiva y sin norte, que arrasó el ochenta por ciento del edificio original. De la Casona solariega de don Nicolás Ulloa, hoy solo nos queda su frente, sus hermosos marcos de madera tallada, sus tres maravillosas rejas de hierro forjado y ese amplio salón principal que juntos han sido testigos mudos de la historia de una Ciudad y porque no decirlo, de un país también. Hoy nuevamente son otros sus dueños. Bendito sea Dios. Un edificio más que se salva del tractor, la pala y el pico. Una hermosa restauración para el futuro. Felicidades…..

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