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A Jesús María Ruiz- Ayúcar

El pasado 11 de enero murió en su localidad de residencia un asiduo colaborador nuestro: Jesús María Ruíz Ayúcar. Desde el Consejo de Redacción de la revista “Crónicas” queremos manifestar nuestro más sincero pesar por el fallecimiento de este colaborador de Crónicas al que debemos describir como persona entrañable y cariñosa entregada a su pasión por la historia, cultura o el patrimonio y siempre dispuesto a colabore con sus textos brillantes en nuestra revista. Sirva como homenaje al panegírico que le dedicó una persona que le conocía muy bien y que hoy recogemos en nuestras páginas como consideración póstuma a quién mucho debemos.

Toda una vida aprendiendo de él. Nos unía el amor a Torrijos, por encima incluso de la ideología o la religión, que también compartimos.

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Me cuesta reconstruir situaciones y anécdotas de Jesús desde el dolor que siento en estos momentos, pero es justo decir que fue de todos y para todos. Torrijos le acogió a temprana edad. Aquí vino cuando solo tenía 10 años, aquí pensó el Bachillerato y tras estudiar Filosofía y Letras en la Universidad Complutense volvió a Torrijos, y desde siempre mostró inquietud por los aspectos culturales, sociales, religiosos o educativos de nuestro pueblo, llegando a ser, entre otras muchas cosas, Profesor y Director del Instituto o concejal de este Ayuntamiento. Ocupó también un escaño en las Cortes de Castilla la Mancha y fue Senador del Reino de España.

Su infatigable labor de búsqueda de fuentes quedó plasmada en sólidos trabajos sobre la Historia de esta noble Villa, todo ello le distinguió y le dio acceso a la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, a la Cofradía Internacional de Investigadores oa la Sociedad de Genealogía y Heráldica. Esa irrefrenable pasión por cuanto se relacionaba con Torrijos, le impulsó también a fundar la Academia de Arte e Historia de nuestro pueblo desde donde partían las magníficas Jornadas Históricas.

Siempre escribiendo y ensalzando a Torrijos, en las Tertulias de Poesía, en la Asociación Cultural Juan Guas, en la Radio, en la Revista comarcal El Eco, en la Asociación de Escritores de Castilla la Mancha, o en las Revistas de la Feria de la Sementera. Colaborador asiduo y desinteresado de la revista “Crónicas” en La Puebla de Montalbán pueblo al que se sintió unido y en el que contaba con grandes amigos como Benjamín de Castro o Tarsicio de Frutos.

Sabía de todo y nos lo daba a conocer de forma sistematizada a través de cientos de artículos. Aludiendo a Cervantes, la pluma era para él la herramienta por la que se le escapaba el alma.

Era hombre de más de un libro y acostumbrado al difícil ejercicio de la creación literaria. Era un contador de historias y lo era de vocación, que hizo de la historia o de la poesía una afición al margen de las que fueron sus profesiones: la de profesor y político.

Sé que a diario se juntaban varios amigos a tomar café y disfrutaban con Jesús, con sus chascarrillos, dicho cariñosamente, pero creo que no tanto como lo hicimos sus alumnos en el Instituto, pues los primeros minutos de clase nos contaba el porqué de los nombres de ciertas calles, el tipo de plantas y árboles que cohabitan en Torrijos, o teníamos que saber quiénes eran, al menos, los que daban nombre a los Centros de Enseñanza, Juan de Padilla o Alonso de Covarrubias. Ahí nos ganábamos un punto en la nota final.

Era un hombre creyente a su manera, dialogante, profundamente curioso y observador, disfrutaba haciendo inventario de las plazas de Torrijos, de los caños, de los edificios más emblemáticos y como buen melómano, era de los abonados al Teatro Real, y también estudió y nos contó la simbología musical de nuestra Colegiata. Gracias Jesús porque con tu pluma siempre protegiste nuestro Patrimonio y el de la comarca: el cultural, el inmaterial o el medioambiental; recuerdo tu pasión por los rollos, los castillos, los pinares, los ríos, por Santa María de Melque, por la historia del señorío de Montalbán, etc. Solo se protege lo que se ama y solo se ama lo que se conoce. Nos deja un gran legado que servirá también a las futuras generaciones. Él se queda en su obra, en los dignísimos trabajos, libros rigurosos emocionalmente sentidos y vividos. Se queda en sus poemas, él era el alma mater de Hojas de Poesía y siempre con su buen humor presidía los encuentros en el reservado del Bar La Perla o los numerosos festivales músico poéticos (ahora habrá tiempo para debatir de Sonetos con nuestro gran amigo común Antonio Martín Andino desde esa amistad y respeto que nunca caducó).

Mi más sentido pésame a su esposa Mari Carmen (la mejor cocinera del mundo según él), a sus cuatro hijos de los que se sentía muy orgulloso, a Mónica, Olalla, Melque y Jesús y a sus preciosos nietos. Su vida dio mucho fruto y su ejemplo seguirá siempre entre nosotros, en su familia y en la memoria colectiva de nuestro pueblo.

Sus discípulos y amigos le acompañamos en muchos proyectos, gozamos de su vasta cultura y de su amena proximidad, también de su talante o de esa gracia especial que tenía. Ha muerto un hombre al que admiré y quise desde que le conocí. Torrijos hoy está de luto, se va al Cielo su historiador de cabecera, su pregonero, su servidor. Ante su recuerdo conmovedor se me vienen a la cabeza los versos de Shakespeare “que todo el bien que pudo hacer e hizo, no queden enterrados con sus cenizas”. Hasta siempre Jesús. Te echaremos de menos.

Rocío López González