La Gualdra 198

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18 de MAYO DE 2015

Las memorias del Editor [Parte I]

Editor (Publisher, 2005), editada al español en 2009 por Trama1 en su colección “Tipos Móviles”, lleva de portada el bolsillo de una camisa blanca desteñida de la que se asoma la pestaña plateada de un bolígrafo negro que tiene el tallado de una pluma fuente. Escueta. Sobria. Aseada. El libro, traducido por Pepa Linares de la Puerta durante su estancia en la Casa del traductor de Tarazona,2 lleva 254 páginas que apiñan las experiencias de una de las leyendas del mundo editorial inglés, Tom Maschler (Viena; 1933). Se trata de una llamativa obra que pasa de lo informativo, por lo revelador y en algunas líneas se clava en la reserva íntima. La primera letra la pone con París era una fiestadeErnestHemingway,publicadopóstumamente por su editor Harry Brague en Scribner3 y el primer punto lo marca su infancia marcada por un padre librero que le lleva a la Viena invadida por los nazis. Su iniciación fue al entrar a Cape en mayo de 1960 y la adquisición de grados cuando conoce y trabaja, por ejemplo, a Bob Gottlieb en New York, entonces el más “especial” de los agentes y editores independientes norteamericanos, y se reconoce en Las confesiones de Nat Turner, La decisión de Sophie y en Esa invisible oscuridad de William Styron, amigo de J. F. Kennedy. Editor seduce de a poco, con líneas que se asoman de apartado en apartado, de título en título, como cuando en una simpática algo surrealista confusión –para los hispanohablantes nada sorprendente- le invitan a Cuba como

Río de Palabras

Por Edgar A. G. Encina jurado a un premio sin saber ni pico de español y ahí conoce Hispanoamérica y descubre a El coronel no tiene quien le escriba. Arrebata con anécdotas como cuando hizo el contrato con Gabo, “que era un dios en América”, por cinco libros y el quinto fue Cien años de soledad, volviéndose el primer editor en inglés de aquella leyenda que en una cena le firmara a regañadientes las pruebas de imprenta de Cien años de soledad, “añadiendo con su habitual sentido del humor –dijo-, señalando mi copia: eso puede valer cinco mil dólares”. Engatusa cuando se arrepiente de no haber seguido la aventura luego de La ciudad y los perros de Vargas Llosa que no va bien y no se arriesga con Conversación en La Catedral que fue un ¡bum!, en toda Europa. Granjea con puntazos como el de Fuentes que le llamaba “Míster Literatura Hispanoamericana” o imprime a Miguel Ángel Asturias, Octavio Paz y Pablo Neruda. Embauca cuando se anota como la más útil y duradera aportación el Booker Prizer,4 sucesor en Inglaterra del Somerset Maugham Award que daba 200 libras, y que nace de la idea de reproducir el Prix Goncourt,5 que puede llegar a vender quinientos mil ejemplares, con iniciativa de Tyrell.

El Picaporte Por Simitrio Quezada

1 www.tramaeditorial.es 2 www.casadeltraductor.com 3 imprints.simonandschuster.biz/scribner

Ni señalización ni señalamiento Recientemente leí una nota donde el reportero asentaba que determinado político “negó las señalizaciones” de otro. Qué singular imagen concebí entonces: la del declarante cerrando los ojos ante anuncios viales que había puesto su colega. Si consultamos el Diccionario, “señalización” está definido como “Acción y efecto de señalizar”. Este verbo significa “Colocar en las carreteras y otras vías de comunicación las señales que indican bifurcaciones, cruces, pasos a nivel y otras para que sirvan de guía a los usuarios”. El reportero redacta mal, el po-

4 www.themanbookerprize.com 5 academie-goncourt.fr

Sé de nosotros Por Roberto Galaviz Sé de nosotros que este amor, o mejor dicho, estas ganas disfrazadas de querer, durarán poco lo sé mientras tú no sabes siquiera mi nombre, y mientras desvías la mirada para observar a otros esos otros, son necesarios no sería divertido si no existieran, yo los llamo distractores regularmente son torpes, o para ser amable, diré:

poco precisos se manejan a distancia innecesaria, se revelan demasiado pronto, no saben qué decir, mucho menos qué hacer cuando finalmente, una mujer les clava la mirada en un reto de amor, de pasión, de aventura o incluso de odio

incluso de odio

acabo de sentir que sin querer, pero también sin duda alguna me acabas de hundir una mirada que lleva todo eso junto: un reto de amor, de pasión, de aventura,

y entonces aunque todavía no sepas siquiera mi nombre, yo ya sé hasta de qué lado de la cama habrá de caer tu vestido una vez que después de cuatro minutos

lítico habla mal o, lo peor, ambos casos. Alguno más dirá que en realidad la palabra correcta es “señalamiento”, entendido como declaración. Empero señalamiento es o la acción de señalar o la designación de día para un juicio o vista o el asunto a tratar en un día designado. Ninguno es sinónimo de declaración. Conclusión: Cuando hablamos de una declaración, “señalamiento” está mal y “señalización” está peor. Ninguno de ellos aplica. * Lo invito a que envíe comentarios y demás inquietudes a: siquezada@hotmail.com

y doce segundos de besos creamos que lo mejor, que lo consecuente, es consumar de forma perfecta esta mirada tuya y este súper poder mío de saber cómo decirte adiós antes de decirte hola.


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