La Gualdra No. 199

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LA GUALDRA NO. 199

El entusiasmo del fracaso Libros

Por Edgar A. G. Encina En el cesto de basura o sobre el escritorio o tirado sobre el piso, un papel hecho bola. Inservible. Parece abandonado. Le han escrito, le han leído, le han corregido y le han visto inservible. A otro mar, pececillo. La portada de Éxito. Un libro sobre el rechazo editorial de Íñigo García Ureta (Bilbao, 1970) es blanca, brilla que a media tarde encandila en la mesilla del balcón y una arrugada hoja de papel hace de bulto. Se trata de 151 páginas, con todo y la “Nota del autor sobre la encuesta”, las encuestas que aparecen intercaladas, la otra “Nota final” y sus referencias, editado por Trama1 en 2011 en su colección Tipos móviles. Éxito toma de la inspiración en Cómo tener éxito con las mujeres, de Ron Louis & David Copeland,2 y de que Manuel Ortuño le pidiera una obra como ésta y no otra pornográfica, que bien pudo el autor hacerescribir-fotografiar las dos a la par y llevarlas por entregas en algún otro medio para terminar subiéndola a su página.3 Ortuño es “un gran editor. Y, como todo gran editor, tiene un ojo ex-

celente para contratar libros que luego a veces no venden lo que uno hubiera esperado”. Ñac, guiño. Dos cosas que anoto de Éxito. Una. Su alivianada redacción suaviza, da palmaditas, hecha porras y por momentos va tan frágil que es posible imaginar a su editor increpado que no podía sino pretender arreglar ese párrafo, darle sentido a aquella loca idea suelta, hacer concordar los tiempos verbales de ese capítulo, volver a revisar los artículos del último apartado y quitar los adjetivos de las encuestas, todo como quien toma al niño para enseñarle cruzar la calle. La obra parte de un hecho resuelto: que “todos recibimos negativas”, pero García Ureta le da la vuelta para anotar que esa negativa es “la consecuencia directa de estar haciendo algo de provecho”. En el camino hace el recuento de algunos grandes autores que recibieron negativas a grandes de sus obras hasta que algún aventurero tomo el riesgo y, también, advierte del rechazo no contemplado, como en La hoya de Medina que

Para el art de Edgar

impresa, firmada y cobrada, incluso cuando libreros, editores y columnistas estaban enterados, no salió, se quedó en los paquetes. “De lo que se desprende que si un libro está llamado a ser leído nada ni nadie podrá detenerlo. Esto también es el éxito”. Otra. Para un lector como el que redacta estas líneas es un recorrido hasta divertido por el listado de sufrimientos y frustracio-

nes de algunos escritores que siempre les conoció en el estrado de los grandes y una especie de anunciación que agradece no estar frente a los 250 títulos anuales que promedio recibe un editor independiente, sin pensar en los otros. Para un lector como el que redacta estas líneas es toparse con las memorias de uno de los abogados de los hijos del diablo, que se pavonea con anécdotas salidas de cartas de rechazo, como la hecha a un enfermo de cáncer que dice: “[…] no es infrecuente que libros desestimados por nosotros encuentren un hogar en otras editoriales. Creo que éste será su caso, y le deseo toda la suerte del mundo”. Para un lector como el que redacta estas líneas sólo le queda acotar aquello que Vila-Matas en El viajero más lento anota que “Un escritor, pues, debe tener la máxima ambición, y eso trae consigo el lío más monumental”, porque en ello el ego y la competencia juegan, a veces con marcadores rotundamente en contra. Para un lector, salve preguntar como lo ha hecho con Cómo dibujar una novela de Martín Solares, qué es esto, ¿es una novela?, ¿un libro de ensayos?, ¿una expiación?, ¿es una blasfemia? 1 www.tramaeditorial.es 2 www.profiteditorial.com 3 www.inigogarciaureta.com

Rosita y Juan Río de Palabras

Por Reyna Edith Escalante Oliván Rosita es una chica rolliza, tiene catorce años y ha sido cegada por “el amor juvenil”. Ha decidido dejar la escuela y pasar cada noche al lado del individuo que al tomarla entre sus escuálidos brazos la evapora de este mundo. Los padres de los tórtolos, proceden moralmente instándolos a contraer nupcias. Al pasar los días a Rosita siente que duele el vientre de ser mujer; de su anatomía y disponibilidad atemporal bajo contrato, pero se abstiene de pronunciar queja alguna (sumisión ante el derrumbe del anhelo). Juan combina el trajín de esposo con las actividades propias de un adolescente, descuidando a Rosita. Mientras que a Rosita, le duele el vientre de contener el hastío que siente al ver su ser sesgado por el machismo sempiterno, encallado a conveniencia. Le duele el vientre, mientras se deja blandir cual títere, quien sintiendo las falanges del titiritero en su inte-

rior se cree importante, útil, amado. Le duele que el espacio designado para dar vida sea el mismo que la haga sentir pusilánime y servil. Y vive así, una felicidad a intervalos, siendo estrella y polvo a la vez. La neófita del matrimonio ve erosionadas sus ilusiones y la economía le altera el apetito, mientras ve pasar su juventud como agua entre los dedos. Un día, la inevitable consecuencia de su actividad sexual se hace presente: Rosita está embarazada. La alegría, la confusión, el desamparo y la incertidumbre la envuelven, pero todo lo refleja en una sonrisa tímida. A fin de cuentas es mujer, para eso ha nacido, para eso sirve; para ser bonita, para co-

Joan Miró. Los números y las constelaciones en el amor con una mujer.

ger, para parir, para amamantar, para limpiar, para cocinar, para obedecer, para permanecer, no para pensar sino para estar.


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