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OCTUBRE DEL 2012
y si logra romper el bloque bolivariano y sumar a los chavistas descontentos, ofreciendo desde ahora que, de ganar, no “habrá represalias” para quienes hayan simpatizado en el pasado con el gobierno. El candidato de la MUD ha rehuido confrontar a Hugo Chávez. En cambio, Capriles lo presenta como alguien que “manipula a sus seguidores para beneficiar un proyecto personal, distinto al mío, que es un proyecto colectivo”. Quienes se han encargado de atacarlo son los medios de comunicación. Las elecciones venezolanas muestran que la derecha de ese país no tiene programa, y que necesita utilizar un discurso progresista para ganar simpatizantes. Desafortunadamente para sus propósitos, su propuesta parece no tener eco fuera de sus votantes tradicionales. Hasta ahora la estrategia de Capriles no le ha permitido ganar simpatías. Todas las encuesta, incluidas las de empresas cercanas a él, ubican como favorito al presidente Chávez por una diferencia de entre 12 y 20 puntos. Peor aún, en días recientes, la candidatura del candidato opositor se ha desinflado aceleradamente. Cuatro organizaciones políticas que estaban con él, Piedra, Pana, Manos por Venezuela y Unidad Democrática se presentaron ante el Consejo Nacional Electoral
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(CNE) para retirar su apoyo. Leonardo Chirinos, dirigente del partido Piedra dijo: “Siempre hemos tratado de hacer una política para el bien del país dentro del sector opositor, pero nos hemos sentido excluidos de las alianzas y en la conformación de la llamada Mesa de la Unidad”. Días después, el pasado 13 de septiembre, un grupo de parlamentarios presentó un video en el que se ve al diputado opositor venezolano Juan Carlos Caldera recibir sobres de dinero de manos de un empresario. Caldera era uno de los personajes más cercanos a Capriles. De inmediato, el candidato anunció la expulsión de su colaborador. Al separarse de su cargo, el diputado anunció: “Yo, de manera muy responsable, para que no haya excusa alguna sobre lo que aquí se está planteando, a pesar de que ya estoy siendo a priori sentenciado, yo le anuncio al país mi decisión de separarme del cargo de diputado para facilitar cualquier investigación”. También en septiembre, la ONG Survival anunció una supuesta matanza de 80 indígenas yanomami irotatheri por parte de ilegales buscadores de oro brasileños en el sur de Venezuela. De inmediato se montó una campaña de denuncias, nacionales e internacionales, y en contra del gobierno bolivariano, de la que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se hizo cómplice sin tener evidencia alguna. Una semana más tarde la ONG retiró la deduncia. “habiendo recibido su propio testimonio de fuentes confidenciales, Survival ahora cree que no hubo ataque de mineros contra la comunidad yanomami iroratheri”, indicó en un comunicado subido a su página web.
La disputa Desde que en 1998 ganó la presidencia con más de 56 por ciento de los votos, Hugo Chávez ha triunfado en todos los comicios menos uno de los 13 realizados, incluido el refrendo de agosto de 2004, para definir su continuidad en el puesto, observado por el Centro Carter. En el camino resistió un intento de golpe de Estado y un paro empresarial. Sus opositores explican el éxito de su gestión como resultado exclusivo de la bonanza petrolera y la sobrevivencia de un Estado paternalista y autoritario. La petrochequera, dicen, le ha permitido comprar lealtades y organizar clientelas, tanto dentro como fuera de su país. Los hechos, sin embargo, son más complejos. Por principio de cuentas, el gobierno bolivariano no regala dinero a nadie, y si repartiendo plata se ganaran elecciones, entonces Estados Unidos las tendría ganadas todas en América Latina. Ciertamente el incremento en el precio del oro negro ha generado excedentes que se han invertido en gasto social y ayuda a países del subcontinente. Pero ese aumento en el valor del petróleo no es un hecho coyuntural que vaya a desaparecer en el corto plazo. Lo determinante en la fijación de los precios es el agotamiento de las reservas y el alto nivel de consumo en los países desarrollados. El gobierno venezolano dispondrá en el futuro de una renta que podrá seguir gastando durante años. Por lo demás, este gasto es posible porque, en una época de despojo neocolonial de los recursos naturales, Venezuela decide soberanamente el destino de estos recursos. La soberanía sólo existe cuando se ejerce y eso es lo que hace ese país. La renta petrolera sirve para financiar otro modelo de desarrollo, pagar la deuda social y apuntalar un proceso de integración regional distinto. Con el petróleo venezolano se asfaltaban las calles de Nueva York y Miami; hoy se combaten enfermedades y se levantan viviendas. A pesar del golpe de Estado, el paro patronal y el sabotaje petrolero, en Venezuela ha crecido el empleo formal, se han suprimido las diferencias entre las remuneraciones urbana y rural, se ha incrementado el salario mínimo, los impuestos al consumo disminuyeron y se ha fomentado la contratación colectiva. La economía ha crecido vertiginosamente y las tasas de inflación son las menores en 20 años. En Venezuela se detuvo la privatización del sistema de pensiones y se creó un sistema público y solidario de seguridad social. Simultáneamente se ha recuperado el empleo formal. Esto ha sido factible por un ambicioso programa de capacitación y organización para la producción; la recuperación de empresas por parte de los trabajadores, y la recuperación del tejido industrial, sobre la base de la convergencia entre los sectores público y privado. Durante la década de los 90, Venezuela se convirtió en un gran 2 cementerio de activos industriales. El país fue reconvertido en un